Faventia 44-45, 2022-2023 25-36
Olimpíade la mimálona
Borja Antela Bernárdez
Universitat Autònoma de Barcelona
[email protected]
Recepción: 26/03/2022
Aceptación: 28/07/2023
© del autor
Resumen
En un conocido pasaje de la Vida de Alejandro, Plutarco describe la participación de Olimpíade
en ritos órficos y báquicos, propios de mimálonas, clodonas y edónides, mujeres tracias. Esta
información ha sido la piedra angular sobre la que la mayoría de los autores han fundamentado
la interpretación de Olimpíade como mujer harto religiosa, y con ello, han condicionado la
percepción de sus acciones en la historia de Alejandro. No obstante, aquí defenderemos que
la información de Plutarco no está ordenada cronológicamente, sino que funciona como un exemplum con el que el texto introduce al personaje y su supuesto carácter. Sin embargo, el fragmento
en cuestión haría referencia a la batalla de Evia (317 a.C.) entre Olimpíade y Adea Eurídice.
Palabras clave: Olimpíade del Epiro; Plutarco; mimálonas; cultos dionisíacos; Macedonia argéada; batalla de Evia
Abstract. Olympias, the Mamilone
In a well-known passage of the Life of Alexander, Plutarch describes the participation of Olympias
of Epirus in Orphic and Bacchic rites, typical of the Thracian women Mimalones, Clodones and
Edonides. This information has been the central source on which most authors have based their
interpretation of Olympias as a highly religious woman, and in so doing, they have also conditioned the perception of her actions in the History of Alexander. Here, however, we will argue
that Plutarch’s account on these rites is not in chronologically ordered, and works as an exemplum
with which the text introduces the character of Olympias and her character Plutarch wants the
reader to suppose. However, the fragment in question would probably be referred to the battle of
Evia (317 BC) between Olympias and Adea Eurydice.
Keywords: Olympias of Epirus; Plutarch; Mimalones; Dionysian Cults; Argead Macedonia;
Battle of Evia
Sumario
1. Presentación
2. Las mimálonas
3. Olimpíade, mimálona
Referencias bibliográficas
ISSN 0210-7570 (imprès), ISSN 2014-850X (en línia)
https://doi.org/10.5565/rev/faventia.166
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Borja Antela Bernárdez
1. Presentación
Al principio de su Vida de Alejandro¸ Plutarco describe los portentos que señalaban su nacimiento. Ello le sirve también para introducir una explicación sobre el
distanciamiento entre Olimpíade y Filipo II:
Se pudo ver también, en cierta ocasión, a una serpiente extendida junto al cuerpo
de Olimpíade mientras esta dormía; y dicen que ello debilitó sobremanera el amor
y el afecto de Filipo, hasta el punto de evitar en muchas ocasiones el acostarse
a su lado, ya fuera por temor de ser objeto de posibles embrujos o filtros de su
mujer, ya por un escrúpulo religioso de tener trato con ella, que supuestamente lo
tenía con un ser superior. Pero hay otra versión al respecto, según la cual todas
las mujeres de la comarca son afectas desde muy antiguo a los ritos órficos y a las
celebraciones orgiásticas de Dioniso, recibiendo la denominación de clodonas y
mimálonas; que sus prácticas se parecen en muchos aspectos a las de las edónides y a las de las mujeres tracias del Hemo (de aquí proviene, al parecer, el uso
de la palabra threskeúein aplicado a los ritos exagerados e imprudentes); y que
Olimpíade, que ansiaba más que las otras los raptos y se comportaba de forma
más bárbara en los delirios, llevaba consigo en las celebraciones báquicas grandes
serpientes domesticadas que con frecuencia, deslizándose fuera de la hiedra y de
las cestas sagradas y enroscándose en los tirsos y en las coronas de las mujeres,
llenaban de estupefacción a los varones1.
Este es uno de los textos básicos mediante los cuales la tradición clásica y la
historiografía se ha alimentado para la comprensión del personaje de Olimpíade del
Epiro2. La tradición que vincula a Olimpíade con el uso de serpientes es ampliamente conocida3, como también lo es su relación con el culto de Dioniso, siendo
este texto de Plutarco probablemente la fuente sobre la que se sustentan la mayor
parte de las afirmaciones que atribuyen a Olimpíade una poderosa devoción por este
dios y, de ello, también su carácter profundamente religioso4. Asimismo, sabemos
que Dioniso era un dios con una fuerte presencia en la religión macedonia5. Este
breve ensayo no es lugar para analizar estas cuestiones complejas. Centraremos
nuestra atención aquí en las mimálonas.
1.
2.
3.
4.
5.
Plu. Alex. 2.6-9. Traducción de berGua (2007).
Sobre Olimpíade, resulta imprescindible citar aquí la enorme labor de estudios llevada a cabo por
carney (2006). En España, el trabajo de mirón (2002 y 2003) es asimismo referencia imprescindible. Recientemente, vale la pena mencionar el trabajo de profunda revisión de antela bernÁrdez
(2021 y 2022).
Véase oGden (2009 y 2015); antela bernÁrdez (2021).
Sobre esta cuestión, vale la pena revisar el trabajo de carney (2022). Véase también antela
bernÁrdez (2020 y 2022).
La religión de la Macedonia argéada nos resulta profundamente desconocida. Véase el reciente
trabajo de anSon (2022).
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2. Las mimálonas
Tenemos noticia de que las mimálonas forman parte del séquito de Dioniso, junto
con los silenos, los sátiros, los títiros y los grupos de bacantes, las lenas, las tíades, las náyades y las que en conjunto reciben el nombre de ninfas6. De hecho,
mimálonas es un nombre más reciente para lo que anteriormente se denominaba
clodómanas, tal y como explica Polieno:
Argeo era rey de los macedonios; de los taulantios, Galauro. Los taulantios hacen
una campaña contra los macedonios. Argeo, como su tropa era escasa, ordena a
las doncellas macedonias que, cuando los enemigos acerquen su ejército, se dejen
ver por el monte de Erebea. Ellos, en efecto, lo iban aproximando; y las doncellas
se dejaron ver y bajaban del monte en gran número, blandiendo tirsos en vez de
lanzas y sombreando sus rostros con coronas. Galauro se impresionó, al creer, desde
lejos, que las doncellas eran hombres, y dio la señal de retirada. Los taulantios
huían arrojando sus armas y abandonando los bagajes. Argeo, después de vencer
sin lucha, construyó un templo a Dioniso Pseudanor y, por haber imitado a los hombres, ordenó llamar mimálonas a las doncellas que antiguamente los macedonios
llamaban clodonas7.
La etimología del término ‘mimálona’ (Μιμαλλών) que explica Polieno, en
relación con la imitación por estas bacantes que pasaban por hombres, ha sido
cuestionada por Grace H. Macurdy hace más de un siglo8, quien prefería asociar
el vocablo al acto de hilar. No obstante, Polieno pone énfasis en su texto en la imitación9, cuando sombrean sus rostros (con coronas) o cuando blanden sus tirsos,
que debían parecer lanzas a sus enemigos. Asimismo, la emulación de Alejandro
y su ejército en India, celebrando rituales a Dioniso en las inmediaciones de Nisa,
proporciona un ejemplo histórico donde se relacionan ejércitos y personas disfrazadas de bacantes10.
3. Olimpíade, mimálona
No obstante, resulta difícil interpretar el modo en que debemos entender el texto de
la Vida de Alejandro de Plutarco sobre Olimpíade y los ritos de mimálonas y clodonas. Más allá de los muchos elementos que se mencionan en el texto11, quizás lo
más difícil, y que ha pasado desapercibido hasta ahora sea el contexto cronológico
de lo que Plutarco pretende exponer. Asimismo, sabemos por el mismo prólogo de
la Vida de Alejandro que el método de Plutarco no es histórico, sino biográfico, y
por ello las informaciones que aporta en su relato no están siempre ordenadas de
forma temporal, pues su intención es la de componer un retrato del carácter de sus
6.
7.
8.
9.
10.
11.
Strab. 10.3.11. Véase también Lycophr. 1464; Ov. Ars 1.541.
Polyaen. 4.1. Traducción de vela et al. (1991).
macurdy (1913: 192).
GouKowSKy (2009: 86-87).
Arr. An. 5.2.6-3.2.
Analizados en antela bernÁrdez (2021: capítulo 3).
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personajes y no exponer los hechos en un sentido histórico12. De este modo, para
justificar sus argumentos, en ocasiones Plutarco explica anécdotas que no están
relacionadas exactamente con el momento del que habla13, y ello hace difícil saber
en qué momento debemos datar ciertas informaciones de su obra.
Con respecto a la descripción de Olimpíade como mimálona, cabe preguntarse
si esta afirmación tiene realmente que ver con el lugar que ocupa en la estructura de
la Vida de Alejandro. La información está asociada con el nacimiento de Alejandro,
pero también con el distanciamiento entre sus padres. No tenemos noticia histórica,
sin embargo, de que ello ocurriese antes de los últimos años de Filipo II, cuando
los diferentes episodios de su enlace con Cleopatra Eurídice14, sobrina de Átalo,
llevaron al supuesto enfrentamiento y distanciamiento entre Olimpíade y su esposo.
En mi opinión, la información que Plutarco añade a la descripción de los acontecimientos relacionados con el nacimiento de Alejandro tiene que ver con la intención del autor de componer una imagen del personaje de Olimpíade15 más que con
la corrección cronológica. En este sentido, es muy probable que la información
sobre los ritos báquicos, las mimálonas y edónides, sea una digresión propia del
estilo biográfico de Plutarco. Sabemos, de hecho, que su manera de concebir las
Vidas pretende sobre todo elaborar retratos del carácter de sus personajes, y esta
digresión concreta pretende informar al lector del carácter específico de Olimpíade.
En este sentido, debemos recordar que Plutarco tiene un juicio muy concreto sobre
las mujeres y la sexualidad, por el cual el deseo sexual femenino debe estar sometido a su pareja masculina, o ser inexistente16.
En el caso concreto de Olimpíade, Plutarco recoge la anécdota del fuego que se
extiende y acaba extinguiéndose en su lecho en el sueño de Filipo sobre la concepción de Alejandro17. Este fuego, entre otros significados, es una clara metáfora de
12. Plu. Alex. 1.2. Véase wardman (1971).
13. duFF (2011: 68): «In the Lives, then, Plutarch tends not to ‘tell’ the readers the moral lessons they
should learn from any given incident or Life. Still less does he tell them how to apply such lessons
in their own circumstances. He can work in this understated, implicit way because he relies on
his readers’ possessing both a mentality of moralism in general (that is, a ‘judgmental’ attitude to
human behavior in both present and past) and a common set of notions about what made virtuous
or vicious behavior, a common repertoire of virtues and vices. It is, nevertheless, the reader who
does the work of abstracting notions of virtue».
14. HecKel (2006: 89), s.v. ‘Cleopatra [1]’. Véase también molina marín (2017).
15. duFF (2011: 63): «Direct characterization, then, usually implies a moral judgement and invites a
moral reading, and Plutarch regularly uses the language of virtue and vice to describe what we
might call character-traits».
16. Peterman (1999: 168).
17. Plu. Alex. 2.3. Asimismo, si, como afirma SoareS (2008: 720) «the ideal of communion between
spouses, amply established in Coniugalia praecepta, was traced back to the very moment of conception by the Chaeronean polygraph», entonces parece evidente que el relato del distanciamiento
entre Filipo y Olimpíade desde el mismo momento de la concepción de Alejandro pretende, en
la narración elaborada por Plutarco, alertar al lector del conflicto entre ambos progenitores. El
hecho de que la razón del distanciamiento entre ambos aducida por Plutarco sea la participación de
Olimpíade en los ritos báquicos es, de forma subliminal, un modo de responsabilizar a Olimpíade
de la ruptura en la comunión conyugal. La valoración que añade en el relato Plutarco en relación
con los «desórdenes» entre los miembros de la familia real (Plu. Alex. 9.3), permite al lector seguir
un hilo argumental que ya se había trazado desde el primer momento de presentación del personaje
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la pasión sexual de Olimpíade, que Plutarco considera negativamente, en tanto que
un peligro para la pareja y su convivencia18. De hecho, en el razonamiento narrativo del texto, es este fuego, junto con las prácticas religiosas de Olimpíade y su
relación con las serpientes, lo que conduce a Filipo a abandonar el lecho conyugal
de Olimpíade, a causa del temor que ello le producía19.
Si además de ello, observamos la concepción que Plutarco revela en sus obras
sobre las mujeres y el poder, podemos apreciar el tono crítico con que trata a
mujeres como Aspasia, Cleopatra y la misma Olimpíade, a causa de la intención
de estas de involucrarse en el ámbito político y público, con intereses propios 20.
Las mujeres que, a juicio de Plutarco, se muestran autónomas, independientes,
y ambiciosas, más allá de sus tutores masculinos o sus familias, y en ocasiones
incluso en detrimento de estas21, son duramente juzgadas en la narrativa de las
Vidas22. Estas mujeres ‘dominantes’23 son, efectivamente, un ejemplo en negativo24, y como tal suponen auténticas advertencias morales de comportamientos a
evitar, en opinión de Plutarco. Si a ello añadimos el prejuicio de Plutarco por las
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
de Olimpíade. Por otra parte, la intención final de Plutarco es, ciertamente, señalar el carácter de
Alejandro como producto de la comunión de los caracteres opuestos de su padre y su madre. Sobre
este tema, muy extendido por otra parte en la tradición historiográfica moderna sobre Alejandro,
véase antela bernÁrdez (2020).
mcnamara (1999: 157): «Popular imagery compared sexual passion to fire, an indispensable
clement for human well-being as long as it was kept firmly under control. (…) Plutarch was more
concerned with the inadequacy of lust as the basis for a solid marital consortium: fires quickly
kindled arc quickly extinguished (Advice 4). Love should arise from character and shared tastes,
not the illusory flames of lust».
Plu. Alex. 2.6.
roSKam (2004: 269); Stadter (1999: 173): «Plutarch often shows women in action in his works,
but they rarely pursue their own agendas, and when they do, they are usually criticized». Para el
caso concreto de Olimpíade y Macedonia, véase mirón (2000 y 2003); carney (2010).
Plu. Alex. 9.3 recoge un magnífico ejemplo en relación con la misma Olimpíade sobre este aspecto.
buSzard (2010: 112): «Plutarch does allow for a remarkable degree of brilliance and independence
in women, but only for certain women, and only in certain situations. The women for whom he
writes his speeches have three traits in common that allow us to narrow the scope of his feminist
sentiments considerably. First, the motives of these women are uniformly unselfish: they never
speak for themselves, but on behalf of their husbands, fathers, brothers, and children. Second, all
are members of the elite, the daughters of eminent families, the wives of prominent states-men, even
queens. Because their husbands, fathers, and sons are public figures, their families’ needs necessarily impinge upon civic matters. Third, all are beset by extraordinary dangers. Their remarkable
behavior is necessitated and excused by the horrific situations threatening them, their families,
and their communities. Foxhall and McNamara have noted that active women in the Moralia
receive Plutarch’s praise in two situations only: either when acting within their proper private
milieu, or when the males in their lives somehow fail to act appropriately. This is not, actually, the
case of what Plutarch describes in his interpretation of the facts concerning Philip and, moreover,
Olympias».
blomqviSt (1997); FoxHall (1999: 145, 147): «Women subordinated (or subordinating themselves) have lost their autonomy. By definition, a woman who ought to be subordinate to a man, but
who aims to dominate over men, is shameful». Para el caso concreto de Olimpíade, véase mirón
(2003).
Plu. Demetr. 1.6, sobre la utilidad de los ejemplos negativos. Asimismo, sobre la percepción negativa de Olimpíade en la historiografía moderna, véase carney (2010); antela bernÁrdez (2020,
2021 y 2022).
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prácticas religiosas únicamente femeninas25, encontramos en la descripción de los
ritos de Olimpíade, y en el relato completo sobre ella, compuesto por Plutarco en
la Vida de Alejandro un ejemplo paradigmático de todos estos prejuicios del autor
con respecto a las mujeres.
Si el texto de Plutarco es uno de los grandes argumentos en favor del carácter
báquico de Olimpíade, el otro podría ser claramente el relato de Duris de Samos26,
recogido por Ateneo, en relación con la batalla de Evia (317 a.C.), supuestamente
entre Adea Eurídice y Olimpíade:
Duris de Samos también dice que la primera guerra entre dos mujeres fue la de
Olimpíade y Eurídice. En ella la primera marchaba delante como una bacante entre
tambores, mientras Eurídice completamente armada a la manera macedonia, había
sido entrenada en las cosas de la guerra por Cina, la de Iliria27.
Interesante imagen, la oposición entre la bacante y la iliria. Si bien Adea
Eurídice es descrita como «completamente armada, a la manera macedonia», no
podemos olvidar que su entrenamiento «en las cosas de la guerra» proviene de
una iliria, su madre Cina, esposa de Filipo II28. Frente a ella, Olimpíade aparece,
según las fuentes, en apariencia báquica. Resulta evidente que esta apariencia de
Olimpíade no es accidental, ni tampoco debía de responder (o no solo) a los gustos
y manías personales de esta, sino que su decisión de enfrentarse a Adea Eurídice
con este atuendo nos devuelve directamente a las mimálonas. Recordemos que el
texto de Polieno nos hablaba de un enfrentamiento entre el rey macedonio Argeo
y Glaucias, rey de los taulancios, una tribu iliria. El uso de mujeres vestidas de
bacante por Argeo es recuperado aquí por Olimpíade, que no solo pone en juego
un elemento de la tradición y la identidad histórica de los macedonios claramente
conocido por los soldados de Adea Eurídice, sino también la oposición misma
entre macedonios e ilirios, aquí representados por Adea Eurídice y su madre Cina.
Mi primer interrogante es si podemos preguntarnos hasta qué punto la información de Plutarco sobre Olimpíade como mimálona no es una digresión interpolada
del autor para presentar al personaje, a costa de que aquello que expone esté fuera
de su contexto cronológico. Plutarco afirma que Olimpíade participa activamente en
los ritos dionisíacos de las clodonas, mimálonas y edónides, pero Paul Goukowsky
ha señalado que estos ritos son iniciáticos29 en tanto que entrada de las mujeres
macedonias (o al menos, de algunas, pues quizás el rito esté restringido solo a
familias aristocráticas) a la edad adulta. Pero Olimpíade no es macedonia, por
lo que probablemente no habría realizado estos ritos en su pubertad, cuando aún
residía en el Epiro. Asimismo, sabemos que el segundo de los cuatro nombres que
se le dieron a lo largo de su vida, Mírtale, está asociado a los ritos de iniciación en
25.
26.
27.
28.
29.
Explícito en Plu. Con. praec. 19. Véase mcnamara (1999: 154-55).
FGrH 76, fr. 52.
Athen. 13.560f. Traducción de SancHíS lloPiS (1994).
HecKel (2006: 100), s.v. ‘Cynanne’.
GouKowSKy (2009: 86-88). Asimismo, véase bremmer (2006).
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Samotracia, donde además se convino su enlace matrimonial con Filipo30. Por otra
parte, la relación con las serpientes ha sido asociada en trabajos recientes a divinidades diferentes de Dioniso, en especial a Asclepio y la tradición de los Eácidas
con Dodona y las prácticas de curación31. Conocemos la enorme importancia de
los cultos a Dioniso en Macedonia, pero estos han sido habitualmente asociados a
Olimpíade personalmente, en tanto que resultado de su carácter e interés personal,
y no a prácticas religiosas donde participaba la Casa Real, dentro de la gestión de la
corona de los cultos colectivos del reino. A pesar de que las investigaciones sobre
ella suelen ser reticentes a aplicarle el término de reina, que en sí le otorgaría ese
lugar preeminente en la corte argéada de Filipo II, la asociación de Olimpíade con
estos cultos y su protagonismo en ellos, según las fuentes, muestran que al menos
en el ámbito de lo religioso Olimpíade tenía algún tipo de estatus superior al del
resto de las esposas de Filipo, puesto que de las otras no sabemos mucho más en
cuanto a su participación en aspectos de carácter público, como son los religiosos32.
Plutarco es la mayor autoridad entre las fuentes antiguas para validar este culto
enfervorecido de Olimpíade a Dioniso. Sin embargo, si bien, como señalábamos,
la información sobre la participación de Olimpíade en las bacanales a Dioniso aparece nada más comenzar la Vida de Alejandro, lo cierto es que ello no es en modo
alguno prueba de que esta participación deba considerarse como una constante en
la vida de Olimpíade. De hecho, sabemos que una de las prácticas habituales del
método de Plutarco en su estilo biográfico busca presentar a los personajes por
medio de sus acciones y hechos. La información sobre Olimpíade como ménade es
recogida así en el contexto del nacimiento de Alejandro y de las relaciones entre los
padres de este, pero ello no puede servirnos de prueba fehaciente e histórica para
sostener que Olimpíade siempre hubiese sido una practicante fervorosa de estos
cultos a lo largo de toda su vida. En este sentido, si aceptamos que los cultos de
los que las fuentes informan sobre Olimpíade en relación con las serpientes pueden
haber tenido que ver con Asclepio (e Higía y Dodona, si aceptamos la información
del Contra Euxenipo de Hiperides33), la información que recoge Plutarco sobre
Olimpíade y Dioniso puede, de hecho, estar relacionada con algún episodio de la
vida de Olimpíade bien conocido por los antiguos.
Sabemos por el mismo Plutarco que su objetivo narrativo no es el de hacer
historia, sino el de describir el carácter de sus personajes, a menudo por medio
de pinceladas que son, en definitiva, ejemplos a través de los cuales observar
qué tipo de personas eran y cómo estas pueden servir de exempla a los lectores34.
Puesto que en Plutarco «the nature (φύσις) of a man is a basic and unchanging
element in his character, which is not only revealed by his actions but is formed
by habitual or repeated action and by his reactions of events»35, la poca información disponible con la que debe ilustrar el carácter de, en este caso, Olimpíade,
30.
31.
32.
33.
34.
35.
Sobre los diferentes nombres de Olimpíade, véase HecKel (1981); carney (2006).
antela bernÁrdez (2021).
antela-bernÁrdez (2023).
antela bernÁrdez (2021).
Así en Plu. Alex. 1.2-3. Asimismo, véase también Hamilton (1969: xliii-xliv).
Hamilton (1969: xliv).
32
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debía de tener un enorme peso en la descripción del personaje. Asimismo, si bien
Plutarco suele tratar de elaborar un relato a partir del orden cronológico, lo cierto
es que a menudo se permite constantes digresiones con las que argumentar su
intención de describir caracteres y naturalezas personales más allá de la cronología36. Estas digresiones se articulan por medio de anécdotas que no mantienen
orden cronológico alguno37.
Si volvemos a la información sobre Olimpíade y sus celebraciones dionisíacas,
podemos advertir cómo funciona el método de Plutarco, tal y como hemos señalado. Así, en relación con los progenitores del protagonista, su gestación y nacimiento, Plutarco recoge los diferentes ancestros y, posteriormente, habla de las señales
sobre la excepcionalidad del niño, introduciendo la historia del sueño de Filipo
interpretado por Aristarco de Telmesos, y con ello, la costumbre de Olimpíade de
frecuentar la compañía de las serpientes (con el sobreentendido que la serpiente
aquí representa a Dioniso o a Amón, ambas figuras útiles para la narración posterior
de Plutarco, sin atender a que la relación de Olimpíade con las serpientes debiera
provenir en realidad del culto a Asclepio y de sus tradiciones epirotas). Y es aquí,
en este contexto narrativo, donde seguidamente se introduce la historia (λόγος) de
las fiestas dionisíacas y los ritos órficos típicos de Macedonia, en los que Olimpíade
habría participado, más activamente que el resto de las mujeres38. Si consideramos
las anécdotas y las digresiones como información de presentación de los personajes,
podemos comprender que cuando Plutarco trata de mostrar cómo era Olimpíade, en
el primer momento en que la menciona como personaje (es decir, en relación con la
gestación de Alejandro), también incorpore entonces información sobre su carácter
y naturaleza por medio de anécdotas que difícilmente pueden estar directamente
datadas en el contexto cronológico en que Plutarco las menciona. Por tanto, aceptando que dicha información son anécdotas interpoladas con un objetivo narrativo
y no hechos fechables de forma precisa, es posible que los sucesos recogidos como
anécdotas fuera del estricto contexto cronológico sean, en realidad, hechos de otro
momento histórico.
Además de la información sobre la historia del niño rey Argeo que recoge
Polieno39, conocemos también un episodio histórico, como es la batalla de Evia,
en el que Olimpíade, vestida de bacante, parece actuar como clodona o mimálona.
La batalla de Evia era un episodio histórico bien conocido pues, tal y como señala
Ateneo a partir de Duris, fue «la primera batalla entre mujeres». Así nos la transmite Diodoro:
En cuanto [Poliperconte] se enteró de que [Adea] Eurídice estaba en Evia en
Macedonia se puso en marcha hacia allí en compañía de un gran ejército para
decidir la cuestión en liza en una simple contienda. Ambos campamentos estaban
36.
37.
38.
39.
Hamilton (1969: xlv, xlvi).
Hamilton (1969: xlvi).
Plu. Alex. 1-6.
Teniendo en cuenta además el uso habitual de elementos religiosos con carácter político y propagandístico por parte de Alejandro. La bibliografía sobre ello es abundante. Véase Squillace (2010);
antela bernÁrdez (2007, 2015 y 2016); mendoza (2018); anSon (2022).
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puestos el uno frente al otro y los macedonios, movidos por el respeto que le tenían
a Olimpíade y guardando en su memoria los pasados favores que habían recibido
de Alejandro, se cambiaron de bando40.
Por su parte, Ateneo recoge la siguiente afirmación:
Duris de Samos [FGrH 76, fr. 52], a su vez, afirma que la primera guerra que tuvo
lugar entre dos mujeres fue la de Olimpíade y [Adea] Eurídice. En ella, Olimpíade
avanzó con más frenesí que una bacante, al son de los tambores, mientras que
[Adea] Eurídice lo hizo armada al modo macedonio, pues había sido instruida en el
arte militar en el palacio de la iliria Cina41.
Parece evidente por Duris, apud Ateneo, que en Evia Olimpíade exhibió el
comportamiento de una bacante en defensa de su nieto, el rey Alejandro IV. Si
bien ello puede perfectamente haber inducido a Plutarco a registrar este episodio
como ejemplo del carácter y naturaleza de su personaje Olimpíade, lo cierto es
que el análisis de este episodio permite mayor profundidad. Resulta evidente la
recreación de la historia de Argeo y las mujeres macedonias como bacantes recogida por Polieno en las acciones de Olimpíade en la batalla de Evia. Asimismo,
es claramente este comportamiento, y la recreación del episodio de Argeo por
Olimpíade en favor de Alejandro IV lo que motiva que los soldados macedonios
del bando enemigo se pasen al bando de Olimpíade, como recoge Diodoro. No
en vano la escena de lo que sabemos de Evia tiene todos los elementos del episodio de Argeo. En primer lugar, la/las bacante/s. Si bien el texto solo menciona a
Olimpíade, podría ser que hubiesen sido más las mujeres ataviadas como bacantes,
y, por tanto, que se hubiese escenificado, como estratagema, un ejército de mimálonas. Al fin y al cabo, Diodoro indica un buen número de mujeres de alta cuna
en el círculo que acompañaba a Olimpíade42. En segundo lugar, el enemigo ilirio,
tanto en el caso de los taulantios de Galauro como en el de la misma Eurídice. Por
último, otras historias debieron funcionar también como soporte narrativo de los
hechos protagonizados por Olimpíade en defensa de su nieto, el niño rey, como
podría haber sido la historia de la lucha de Aeropo I, un bebé rey, cuyos soldados
se habían visto exhortados por su presencia en batalla para derrotar a los ilirios43,
ahora representado por Eurídice y su linaje de ancestros. En cualquier caso, ambos
episodios, que parecen haber sido conjugados en el campo de batalla de Evia,
resultan claros alegatos en favor de la legitimidad del niño rey Alejandro IV y en
40. D.S. 19.11.2. Traducción de SÁncHez (2014).
41. Ath. 13.560F. Traducción de rodríGuez-norieGa (2014).
42. D.S. 19.45.5: «Mientras, ella misma [Olimpíade] se fue a Pidna llevándose con ella al hijo de
Alejandro, a la madre de este, Roxana, y a Tesalónica, la hija de Filipo, hijo de Amintas, y además
de estos, a Deidamía, la hija del rey epirota Eácides y hermana del rey Pirro (el que posteriormente
lucharía contra los romanos), a las hijas de Átalo, e igualmente un número no desdeñable de amigos
y parientes; y así reunió en torno a ella a una buena cantidad de personas, pero la mayoría inútiles
para una guerra». Traducción de SÁncHez (2014).
43. Just. 7.2.7-13. Véase molina marín (2020: 41-42).
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Borja Antela Bernárdez
detrimento del derecho de Eurídice y, sobre todo, su marido Filipo III Arrideo44, a
gobernar sobre los macedonios.
No obstante, quizás la prueba de que lo que Plutarco tiene en mente cuando
presenta a Olimpíade como mimálona al principio de la Vida de Alejandro es, en
realidad, el episodio de su enfrentamiento con Adea Eurídice en la batalla de Evia
sea la referencia a los ritos báquicos y órficos que menciona. Efectivamente, parece
claro que lo «báquico» de esta afirmación corresponda claramente con Olimpíade.
Sin embargo, más interesante resulta la mención de los ritos órficos. Conocemos
en Macedonia toda una serie de ritos de este tipo. La relación más evidente, por
otra parte, de la dinastía argéada con los ritos puede advertirse de hecho en el uso
dinástico del nombre de Eurídice entre las mujeres de la familia real, algo que por
otra parte sucede a partir de la madre de Filipo II, Eurídice I. Si bien históricamente
podemos observar una relación entre ciertas intenciones propagandísticas en el uso
de este nombre entre los últimos argéadas, también es cierto que lo que los griegos
percibían directamente del nombre de Eurídice era, en todo momento, el vínculo
con el mito órfico. Por tanto, cuando Plutarco menciona que «todas las mujeres de
la comarca son afectas desde muy antiguo a los ritos órficos y a las celebraciones
orgiásticas de Dioniso», su relato tiene mucho que ver con el enfrentamiento entre
Olimpíade y Adea Eurídice en Evia en 317 a.C.
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44. Si bien Duris señala que esta es la primera batalla entre mujeres, lo cierto es que ambas mujeres,
Olimpíade y Eurídice, no actúan en virtud de sí mismas, sino como agentes en beneficio de sus
parientes masculinos, Alejandro IV y Filipo III Arrideo, respectivamente.
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