FACULTAD
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ALFONSO
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
JOSÉ ANTÚNEZ CID
Introducción
Vamos a dialogar con Plotino después de unos
cuantos siglos sobre un tema sumamente interesante: la naturaleza. Creo que tanto nuestro interlocutor
como el tema suscitan nuestra atención. Han pasado
unos cuantos siglos, no pocos, desde que Plotino4
compusiese a pesar suyo sus 54 trataditos recogidos
en forma de Enéadas5 y en este transcurrir del tiempo inquietudes y perspectivas de los filósofos han mu4 Nace en Egipto, ¿Licópolis? ¿205?-270. No le gustaba
hablar de su origen, pues para él carecía de relevancia lo relativo
a la vida material, así de su infancia Porfirio sólo refiere el incidente con su nodriza, se sintió profundamente avergonzado cuando le
sorprendieron lactando cuando ya iba a la escuela gramática,
hacia los ocho años. Cf. Porfirio, Vida de Plotino, 3, 1-6, en la edición de Jesús Igal, Gredos, Madrid, 1982.
5 Rompería así en cierto sentido el carácter de arcano de la
tradición platónica no escrita. Plotino, formado en Alejandría, hizo
compromiso de no escribir las enseñanzas de su maestro Amonio
Sacas, de quien fue alumno hasta el año 242, pues no quería plagiar su obra transmitida oralmente, sólo cuando otros condiscípulos traicionan este empeño nuestro Plotino compone y no de forma
sistemática sino al hilo de los diálogos que tenía con sus alumnos
de Roma. Su discípulo de ancianidad, Porfirio, fue el que sistematizó en seis grupos de nueve los pequeños tratados de su maestro,
de ahí el nombre de Enéadas. Porfirio, Vida de Plotino, 3, 25 - 4, 20;
5, 1 - 5 y 24, 11 - 16. Porfirio las estructura como una ascensión
desde la ética (I), por la física (II-III) hasta las tres hipóstasis: del
alma al ser y de éste al Uno (IV, V y VI). Aunque no constituyan un
conjunto sistemático cada una de ellas contiene en sí misma un
mini sistema desde el que se alumbra la cuestión particular. Cf. É.
Gilson, El ser y los filósofos, Eunsa, Pamplona, 1985, pp. 48-58.
«Pensar el Uno se traduce en el sistema de la unidad. Esa unidad
24
J. ANTÚNEZ
tado, cambiando en su devenir el lenguaje y los planteamientos. Sin embargo, y aunque es mucho lo que
nos distancia de Plotino, hay puntos de comunión con
él que harán fecundo e interesante nuestro dialogar.
En primer lugar es necesaria una catarsis.
Sobre Plotino se ha vertido mucha basura. Es panteísta, es monista, es anticristiano6, no es filósofo sino
un místico pagano; estas son algunas de las afirmaciones que se encuentran apenas se realiza una primera aproximación. Y es cierto que sus palabras y pensamientos pueden leerse así, pero eso siempre serán lecturas, historia de efectos, y creo que en este caso de
efectos equivocados. Con Plotino se produce una utilización y una lectura condicionada a las acciones de
algunos de sus seguidores que utilizaron su figura e
ideas para combatir el cristianismo, por otro lado el lector vierte categorías que son ajenas a su planteamiento y que hacen imposible un diálogo sincero, ¡qué más
lejano del panteísmo que la trascendencia del Uno,
apenas nombrable, sobre el mismo ser!7.
ha de ser plena, dinámica, inicial y final», A. Uña Juárez, “Plotino
el sistema del Uno”, Anales del Seminario de Historia de la
Filosofía, 19 (2002) 99-128. A la hora de citar, salvo que se diga lo
contrario, siempre uso: Plotino, Enéadas, edición, traducción,
introducciones y notas de Jesús Igal, Gredos, Madrid, 3 v., 1982
(21999), 1985 y 1998, respectivamente; utilizaré la sigla En.
6 Plotino refutó la fatuidad del gnosticismo de los creídos por
él cristianos. Fue su discípulo Porfirio quien combatió el cristianismo como religión ilógica y contaminada, quizás por una mala
experiencia personal con cristianos en Cesaréa de Palestina. Sus
quince tratados polémicos fueron quemados bajo los emperadores
Valentiniano III y Teodosio II. Cf. F. Copleston, Historia de la filosofía, Ariel, Barcelona, 31991, v. I, pp. 464-465. Resulta paradójica esta acción anticristiana como modelo pagano de su pensamiento con la gran influencia que su sistema desarrolló dentro de
la reflexión cristiana. Plotino fue opositor de los gnósticos, quizás
a estos consideró modelo de los cristianos. Cf. Porfirio, Vida de
Plotino, 16.
7 Así el Uno no se mezcla con el ser ni los seres, está más allá
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
25
Esta catarsis tiene otra cara, durante siglos
hubo una lectura que bautizaba a Plotino y que
arranca de Eusebio de Cesaréa y los dos textos de las
Enéadas que usa san Agustín en La ciudad de Dios8.
Se produjo una lectura concordista que leía los paralelos y los explicaba desde claves no plotinianas. Es
necesario escuchar a Plotino por sí mismo. Entender
el Tritta,9 como trinidad o como sujetos que interviedel ser y permanece en sí mismo: «el Primero [Uno] permanece el
mismo aun cuando provengan otros de él», En. V, 5, 5, 56. Del
mismo modo el Bien (equivale al Uno) es anterior, más potente,
trasciende y funda la Belleza (nombre del ser). Son numerosos los
argumentos en ésta línea en En. III, 8, 9; para que el Uno pueda
engendrar todas las cosas: «ya no es todas las cosas ni es una de
todas», el Uno no es el conjunto total de las cosas tomadas una a
una, es «anterior a todas», es «Potencia de todas las cosas». Y sigue
en el punto 10: «no se fracciona en el todo», en la totalidad de las
cosas, pues si se fraccionara al engendrar «habría destruido a la
vez el todo, y éste ya ni siquiera se habría originado si su principio
no permaneciera en sí mismo siendo distinto de aquél». En una
doctrina en que el ei=nai se deriva de e`n no puede haber monismo
alguno, comunidad de ser entre los seres y un primer principio que
no tiene ser. Cf. Gilson, El ser y los filósofos, p. 55. Plotino está
infinitamente más cerca de la noción de creación: «Emanatio totius
entis a causa universali quae est Deus» (STh I, 45, 1) con su Uno
trascendente que cumple con el agustiniano natura Deum non
esse, que del desarrollo de la idea de Hegel. Cf. X. Zubiri, Los problemas fundamentales de la metafísica occidental, Alianza, Madrid,
p. 103. No creo acertada la lectura de Plotino como panteísmo
emanantista de G. Fraile, Historia de la filosofía I, BAC, Madrid,
p. 721.
8 Un primer contacto se encuentra en la Trinidad: en este
sentido no se puede leer el título de En. V, 1, «Sobre las tres
Hipóstasis», en clave trinitaria y concordista como hace Eusebio en
su Preparación evangélica, conectando con la platónica Carta II,
pero que no es invocada por Plotino, más cuando para el mismo
Plotino, como veremos, resultaría impensable enumerar al Uno
junto al Ser y el Alma. A parte están las dudas sobre si el título en
cuestión es una glosa porfiriana. El segundo punto es el uso de la
generación desde el Padre aplicada al Uno plotiniano por san
Agustín, sobre el uso de este término ya hablaremos. Cf. el estudio de P. Aubin, Plotin et le christianisme. Triade plotinienne et
Trinité Chrétienne, Beauchesne, París, 1992, 238 p.
9 En. V, 1, 8.
26
J. ANTÚNEZ
nen en el origen de los entes resulta inadecuado, como
veremos ni el Ser ni el Alma son “cosas” o “sustancias”
y mucho menos personas, no son hipóstasis en este
sentido; es más, Plotino las denomina fu,sij, y es en el
orden de la fundamentación ontológica que nuestro
entendimiento realiza dónde se las ha de entender, se
trata de principios dinámicos de la realidad en diversos
niveles, la razón descubre el nivel del alma y el nivel de
la fu,sij lógica y desde ella apunta al Uno donde sí que
cabe una clave de lectura más personificadora.
Por eso pretendo que al menos durante estas
páginas nos liberemos de esos prejuicios para intentar escuchar su voz, pues mi experiencia ha sido que
una vez superada esta dificultad surge irremisiblemente un feeling enriquecedor lejos de concordismos
y enfrentamientos injustificados.
En Plotino se plasma de forma única en la historia la pretensión más enraizada de la filosofía desde
Sócrates y Platón: el ideal de vivir según la sabiduría,
según el espíritu. Saber no es teorizar, conceptuar,
dominar el lo,goj; todo lo contrario, saber es vivir conforme a lo que somos y por ese espíritu que somos
unirnos existencialmente con lo último y fundante
de nuestra realidad. El discurso intelectual, indisociablemente humilde y osado, es camino de realización
de este ideal. Ser filósofo auténtico es vivir filosóficamente y en esta mentalidad términos como sabio,
santo, justo, asceta y filósofo resaltan aspectos de
una única pretensión en la que la dominancia pertenece al querer, a la razón práctica sobre la puramente especulativa10, pues «el deseo engendra el
10 Este aspecto de elección de vida, de vocación, de camino
moral indisociable del pensamiento griego ha sido magistralmente
subrayado por P. Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua?, FCE,
México, 1998, 338 p. Original: Qu’est-ce que la philosophie antique?, Gallimard, París, 1995.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
27
pensamiento»11. La unidad de vida es condición del
filósofo para llegar a un ideal en el que lo religioso del
paganismo y del gnosticismo12 es superado y conecta
con expectativas de salvación y comunión que para
nosotros sólo la gracia de la revelación extienden a
todos y la posibilitan en el hombre, pero que tienen
una realización curiosa en Plotino. Seguro que sólo
esta afirmación levanta múltiples preguntas al creyente y, ¿porqué no?, al filósofo: ¿dónde está el límite
del saber y cómo se puede sobrepasar? ¿Quién de
nosotros, miembros de una cultura posibilitada por el
cristianismo, no atribuiría el siguiente texto a san
Juan de la Cruz u otro místico como el maestro
Eckhart, cuando resulta que es de Plotino:
«Y cuando el alma tiene la suerte de encontrarse con Él, cuando Él viene a ella, más aún,
cuando Él se le aparece presente, cuando se
desvía de cualquier otra presencia, habiéndose
preparado ella misma para estar lo más bella
posible y así logró el parecido con Él (pues esta
preparación, esta ordenación, son muy conocidas por los que las practican), al verlo súbitamente aparecer en ella (pues ya nada queda
entre ellos y ya no son dos, sino que ambos
hacen uno; en efecto, ya no se les puede distinguir mientras Él está ahí: la imagen de eso
son los amantes y los amados de aquí abajo,
que desearían fusionarse juntos), entonces el
alma ya no tiene conciencia de su cuerpo, ni
11
En. V, 6, 5, 9.
Plotino critica la religiosidad pagana popular con la seriedad y altura de su propio fundamento, a los gnósticos por su incoherencia, pues cuando se dice Dios sin practicar realmente la virtud, Dios no es más que una palabra. Cf. En. II, 9, 15, 39-40.
Quizás si se estudiase el rechazo de Plotino a los gnósticos cristianos, los cristianos simpatizarían más con Plotino.
12
28
J. ANTÚNEZ
de que se encuentra en ese cuerpo y ya no dice
ser algo distinto de Él: hombre o animal o ser
o todo (pues mirar esas cosas sería establecer
en cierta manera una diferencia, y además no
tiene tiempo de volverse a ellas y no las desea;
pero, después de haberlo buscado a Él, cuando Él está presente, va a Su encuentro y es a
Él a quien mira en lugar de a sí misma y no
tiene ocasión de ver quien es ella, ella que
mira), entonces sin duda alguna no cambiaría
ninguna de las demás cosas por Él, aun si se
le diera todo el cielo, ya que sabe que no hay
nada más valioso y mejor que Él (pues no
puede correr más alto, y todas las demás
cosas, aun si están arriba, son para ella un
descenso), de manera que en ese momento le
es dado juzgar y conocer perfectamente que ‘es
a Él’ a quien ella deseaba, y afirmar que no hay
nada preferible a Él (pues ahí no es posible
ningún engaño: ¿en dónde se encontraría más
verdaderamente lo verdadero? Lo que dice
entonces: ‘¡Es Él!’, también es más tarde cuando lo pronuncia, ahora es su silencio el que lo
dice, y, llena de alegría, no se equivoca, precisamente porque está llena de dicha y no dice a
causa de un placer que le cosquilleara el cuerpo, sino porque se volvió lo que era antes
cuando era feliz) (…) Si sucediera que todas las
cosas, a su alrededor, fuesen destruidas, sería
totalmente lo que desea, a condición sólo de
que esté con Él. Tan grande así es la dicha que
alcanzó»13.
13 En. VI, 7, 34, 7-37. Sigo la traducción en este epígrafe
de Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua?, por más expresiva.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
29
En la e`nosij (unión)14 culmina la semejanza a
Dios que ya aparecía como fin del hombre en las doctrinas de Platón interpretadas por el platonismo
medio15. Esta unión era buscada por la ascesis16 y la
atención, ejercitada con una exigencia mayor que en
el estoicismo, y a su vez empujaba a vivir para los
demás17. En la unión con Dios el individuo pervive
como tal, lleno de lo que más hondamente es, sin desaparecer en el Uno aún después de la muerte.
Es lógico que la síntesis18 de gran altura filosófica y experiencia religiosa plotiniana, conectada a
través de Platón con los ecos de una primitiva revelación, influyera decisivamente en pensadores cristianos a través de san Agustín y el Pseudo-Dionisio,
pasando a formar parte de nuestras raíces. No es de
extrañar que en la medida en que su filosofar tiene
como fin la vida unitiva y religiosa sea tratado desde-
14 Cuenta Porfirio que «que el fin y la meta eran, para Plotino,
estar unido al Dios supremo y acercarse a él», Plotino lograría este
éxtasis unitivo cuatro veces durante el periodo de seis años en que
Porfirio estuvo junto a él. Unión con el Dios (Uno y Bien) que trasciende el Intelecto. Cf. Porfirio, Vida de Plotino, 23, 17-18. Sobre
este tema resulta ilustradorala obra de: J. Rico Pavés, Semejanza
a Dios y divinización en el Corpus Dionysiacum, Estudio Teológico
de San Ildefonso, Toledo, 2001. Especialmente 139-163.
15 Cf. la interpretación de Albino.
16 La ascesis era condición exigida para superar los lazos de
lo material irracional y permitir el desarrollo del alma razonable,
pues «sólo lo semejante conoce lo semejante», En. IV, 7, 10.
17 Es de sobra conocida la labor de confesor laico que desempeñó Plotino entre la aristocracia romana y los numerosos niños
confiados a su tutoría. Entre sus protectores figuran el mismo
emperador Galieno y su mujer Salonina. Poco faltó para que fundase con los auspicios del Imperio una ciudad convento,
Platonópolis, regida por los principios de la República. Cf. Porfirio,
Vida de Plotino, 9, 10, 12.
18 Plotino funde la tradición de Platón con lecturas de Aristóteles, la Estoa y el Epicureísmo. Cf. Porfirio, Vida de Plotino, 14.
30
J. ANTÚNEZ
ñosamente por aquellos que identifican ser y pensar19,
aunque paradójicamente se pueda leer a Plotino
desde una pretensión panlogicista, pero nada creo
más lejos de la realidad.
Es patente la unidad sistematizante del pensar
plotiniano, pero su pensar desde el Uno no elimina la
pluralidad, pues el Uno que vislumbra está más allá
del ser. El Uno, también nombrado como Bien, es
inapropiable, inexpresable e indomable para nuestro
entendimiento, en él ni siquiera cabe la dualidad entre
sujeto y objeto conocido. Y así aunque en el ámbito del
ser y del alma, las dos hipóstasis no trascendentes,
haya una correspondencia entre ser y pensar20, lo más
rico de la realidad, lo que confiere vida y existencia a
cada cosa lo trasciende, escapa al mismo tiempo que
funda. Quizás sea la causalidad un campo donde
queda manifiesto este punto del pensamiento de
Plotino; para él no rige el clásico nadie da lo que no
tiene, precisamente hay algo que existe, lo que más
existe donde este principio es inverso, el Uno para originar no es, ni tiene, ni conoce lo que causa, porque
precisamente lo causa en cuanto que no lo tiene. Queda absolutamente marcada la trascendencia absoluta
en la originación y presencia del Uno en las cosas21
19 Así lo hace Hegel quien teniendo a la vista En. III, 6, 19 subraya la tendencia de Plotino a la exaltación del espíritu. Cf. G.W.F.
Hegel, Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, III, 34.
20 Plotino en En. III, 8, 8 señala que ser y conocer son una
y la misma cosa, pero su interpretación correcta no reduce el ser
al pensar como haría un idealismo logificador, sino que entiende el
ser en sentido peculiar como la esencia, como la ousía que sí coincide con el ser objeto del pensamiento; se trata de una formulación
realista que por la peculiaridad del ser plotiniano puede originar
lecturas erróneas.
21 Cabría argumentar que aunque en el caso del Uno es indudable que no, sin embargo, sí que habría monismo y , en consecuencia, panteísmo en Plotino en la medida en que el Ser o Nou/j es
divino, al igual que el alma, y se realiza en las procesiones inferio-
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
31
como un dar sin mengua que trasciende la causalidad categorial22.
Este es otro de los prejuicios que nuestras
mentes esencialistas y logicistas han de superar para
poder abrirse al decir metalógico de Plotino, pues
aunque sobre el Uno no cabe literalmente decir nada,
este no decir dice mucho.
Antes de seguir adelante me queda por enunciar qué es la naturaleza para Plotino. Evidentemente
a nuestras mentes vendrán enseguida conceptos relacionados con el conjunto del mundo paisajístico y la
biodiversidad, con la madre tierra, con el principio
vital de los seres vivos, con los fundamentos de la física, si recurrimos al pensamiento filosófico se asociarán nociones como esencia, forma, lo que se ajusta al
núcleo de una realidad, etc. Pues bien, a todo esto se
refiere Plotino al hablar de la naturaleza, incluso del
vivir conforme a la naturaleza, de lo que es hoy para
nosotros tema tan crucial como la ley natural que va
más allá de las leyes físicas y biológicas. Pero Plotino
lo hace desde su perspectiva. Si digo que la naturaleza es la segunda cara del Alma del mundo (la tercera
hipóstasis), la que toca y formaliza la materia, la que
la constituye, nos quedaremos como quien acaba de
res. Creo que este razonamiento es falso. Tanto el ser como el
alma, segunda y tercera hipóstasis, palidecen en su divinidad ante
el uno, su ser divino no es nada ante el Uno, quizá no hubiese otra
terminología para designar principios metafísicos de naturaleza
inmaterial intrínsecos a la realidad mundana, pero esta noción es la
más adecuada para leer el ser y el alma, unidos a la realidad del
pensar humano y su elevarse hacia el Uno, es el conocimiento del
mundo físico y metafísico que abre y pide el reconocimiento ineludible de un existente dador de realidad absolutamente trascendente.
22 J. Igal enumera siete principios de procesión en el pensamiento de Plotino: doble actividad, productividad de lo perfecto,
donación sin merma, degradación progresiva, génesis bifásica,
jerarquía y contemplación productiva. Cf. A. Uña Juárez, “Plotino
el sistema del Uno”, p. 111.
32
J. ANTÚNEZ
ver una película de ciencia ficción; pero , sin embargo, con esta noción nuestro amigo Plotino está confiriendo a la naturaleza una serie de funciones y lenguajes que hoy nuestro mundo parece haber olvidado
y que por otra parte está reclamando: respeto, significado, lugar del hombre en el mundo, sentido último
del cosmos.
Sus últimas palabras recomendaban el esfuerzo «por elevar lo que de divino hay en vosotros hacia
lo que hay de divino en el universo»23. Hacia esto
apunta. Para entenderle se hace necesario presentar
brevemente su sistema.
Las tres hipóstasis24
Presento el descenso desde el Uno hasta lo
concreto material, camino inverso al modo en que
Porfirio estructura el pensamiento de Plotino, como
vía de ascenso desde la ética hasta el Uno, pero creo
que para nuestro propósito resulta más útil pues este
camino subraya la riqueza y trascendencia del Uno
mostrando el orden de fundamentación de la realidad.
Siempre en esta descripción intento la lectura más
benevolente de Plotino, y que creo la más acertada
pues él interpreta que el mismo «Platón sabía que del
Bien procede la Inteligencia y de la Inteligencia el
Alma»25.
23 Porfirio, Vida de Plotino, 2, 28-29. Pensamiento dirigido a
Eustoquio y recogido más tarde por Porfirio que estaba de viaje por
Sicilia a causa de una depresión en el momento en que su maestro expira.
24 Mantengo el título plotiniano a pesar de su dudosa originalidad, pero como se verá poco más adelante nada hay que permita igualar al Nou/j o Ser y al Alma con el Uno, absolutamente trascendente. Son tres fu,sij, hipóstasis o principios, no tres sujetos.
25 En. V, 1, 8, 9-10. En este famoso pasaje Plotino interpreta las diferencias entre la Carta II, el Fedón y la República en
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
33
De este modo colocó bajo la autoridad sagrada
del antiguo maestro su propio discurso. Plotino denomina a estos tres principios fu,sij o naturalezas. Esta
física de los principios pertenece plenamente a la
segunda navegación. Se trata de principios metafísicos, dos de corte lógico (intelectivo) y el Uno absolutamente peculiar26. Dos advertencias sobre ellos: el
dinamismo y actividad es característica primordial del
pensamiento plotiniano, este rasgo es inherente en
griego a los términos acabados en “–is” como fu,sij e
u,`po,stasij, y corre el riesgo de perderse al verterse a lenguas latinas como la nuestra en palabras como naturaleza y subsistencia; este estaticismo de la terminología filosófica de nuestro lenguaje latino ha de ser
evitado para no convertir al Uno, al Nou/j y al Alma en
cosas o sujetos27. Otro tanto cabe decir de la distinción plotiniana entre lo que es el ser activo y el ente,
entre To, ei=nai y To, ov,n, descubrimiento que se pierde
muy pronto en la historia y que empalma con el Uno
y su dinámico trascender el mundo cosista de los
entes28. Pienso que sin estas dos claves la cumbre
clave triádica. El Uno que es el Bien es el Padre de la Causa, que
es el Demiurgo, o la Idea, o la Esencia, o el Nou/j o Inteligencia, el
Ente o Ser (To, ov,n) que se identifica con el Pensamiento, pues todos
estos términos son sinónimos para Plotino, el Ente crea el Alma.
Esta es la tercera. Cf. también M. Isnardi Parente, Introduzione a
Plotino, Laterza, RomaBari, 1984, 41996, p. 120.
26 Así el orden según naturaleza remarca el orden de fundamentación metafísica (cf. En. II, 9, 1, 13-20), se trata, pues, de
principiación u originación en la realidad en tres niveles, por eso
los tres principios en cuanto principios están cada uno a su modo
en cada cosa; no resulta posible leer a Plotino en clave temporal.
27 Es en este sentido en que Plotino usa con conciencia de su
inadecuación el término fu,sij para el Uno, prescindiendo del sentido pasivo de modo absoluto, el Uno es fu,sij en cuanto fu,sij naturans, nunca como fu,sij naturata. Cf. Aubin, Plotin et le christianisme, p. 195.
28 Así la metafísica plotiniana relativiza el ser de los entes
para apuntar en el Uno al ser activo no conceptualizable. Esta dis-
34
J. ANTÚNEZ
alcanzada en la segunda navegación plotiniana nos
pasará desapercibida.
El modo en que los principios, las naturalezas
o hipóstasis se engendran y relacionan es la más alta
actividad: la contemplación, superior en potencia a la
creación y la fabricación: «En conclusión, queda claro
que todos los Seres verdaderos [las Hipóstasis] son
resultado de una contemplación y son contemplación,
y que todos los provenientes de aquéllos provienen de
ellos porque aquéllos contemplan, y son ellos mismos
objetos de contemplación, unos para la percepción, y
otros para la cognición o para la opinión; que las
acciones tienen puesto su fin en el conocimiento y
aspiran al conocimiento; que los actos generativos
parten de la contemplación y terminan en la realización de una forma y de un nuevo objeto de contemplación; que, en general, todos y cada uno de los seres
productivos, siendo copias, producen objetos de contemplación y formas; que las sustancias devenientes,
siendo imitaciones de los Seres, dan muestras, cuando producen, de que el fin que se proponen no son las
producciones ni las acciones, sino el resultado de las
mismas, para que sea objeto de contemplación»29.
Veamos cómo se ordenan estos principios.
El Uno
El Uno, de quien Plotino también habla como
Padre, Dios y Bien, constituye el primer principio no
principiado del que proviene todo. En teoría del Uno
tinción sería mantenida por Porfirio y conocida por Ricardo de San
Víctor pero su sutileza, y no por sutil resulta menos trascendente,
provoca la pérdida de su relevancia en la historia del pensamiento
hasta su recuperación en otro contexto por santo Tomás de
Aquino. No olvidemos la historia de la escolástica y el olvido del ser
como acto.
29 En. III, 8, 7.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
35
no podemos decir nada, sobre él hemos de callar;
incluso cuando hablamos de él negando limitaciones
apenas lo tocamos. Plotino destaca el carácter inefable del Uno, pues está más allá de todo, cualquier
palabra que digamos sobre él equivale a decir que nos
sobrepasa, a reconocer que escapa a nuestro conocimiento; la palabra se vacía al ser referida al Uno. Pero
aún con este no decir o decir negativo ya se está
diciendo mucho y de forma muy concreta. De hecho
Plotino dice mucho acerca del Uno. Si quisiéramos
expresarlo con terminología más actual podríamos
decir que la inteligencia humana ha de ser extremadamente humilde y reconocer su incapacidad para
encerrar a Dios en sus conceptos o que la filosofía
ante el ser debe prescindir del conceptualismo; en
esto consiste el no poder decir.
El Uno no es género, el ser sí es género. Si el
uno fuese género dejaría de ser uno: «si se trata del
uno absoluto sin añadidura de ninguna otra cosa, ni
de alma, ni de inteligencia ni de cualquier otra cosa,
este Uno no se puede predicar de nada. Con que tampoco es género»30.
Pero son estos conceptos, que ocupan el resto
del pensamiento de Plotino, los que le han llevado
desde una exigencia intrínseca a abrirse a lo que trasciende todo concepto. La mente humana descubre en
su avanzar hacia el núcleo de lo real, hacia la esencia
de las cosas, hacia su ser —pues en Plotino rige la
ecuación ser=esencia=pensar— algo simplicísimo que
está más allá del ser, de la esencia (ideas dirá él) y del
pensar, y que las justifica. Ese algo existe y explica
todo lo demás.
Para Plotino la inteligencia humana es capaz
de dar cuenta de la totalidad del mundo real en forma
30
En. VI, 2, 9.
36
J. ANTÚNEZ
de concepto, de remontarse hasta la idea primera: el
ser31, o inteligencia o esencia; el cosmos es, pues,
estrictamente cosmos lógico y conceptualizable,
intrínsecamente inteligible y racional, pero en la
medida en que la razón lo interpreta descubre que si
el cosmos es así lo es gracias a algo que sobrepasa el
concepto. En el fondo lo que hace real a todo, lo que
hace existir, comprender y ser comprendido, es una
realidad que no se puede definir con la lógica del concepto. La univocidad de la mente logicista no expresa
al Uno ni puede pretenderlo, pero lo pide como fundamento de sí misma. Este Uno se puede donar en el
éxtasis intelectivo que supera la dualidad sujeto–objeto alumbrando una visión unitiva y existencial de uno
mismo y de la totalidad del cosmos con el Uno. De
este modo se puede decir que el no decir del Uno es
una forma de analogía y un reclamo a superar el conceptismo32 que prepara para la contemplación, análogo a como el conocimiento racional de Dios puede servir de preparación para recibir el don de la fe. Veamos
qué dice el no decir sobre el Uno.
El Uno en cuanto Uno.
El Uno es el arjé universal y precisamente en
cuanto es descubierto como arjé se le descubre como
Uno. La multiplicidad de las cosas del cosmos, incluso la pluralidad de la noción común de ser contenida
31 Nótese cómo este ser plotiniano es muy similar al esse ut
sic. Es el ser en general, la idea más universal pero en un sentido
muy peculiar. El dinamismo que lleva implícito remite a un ei=nai
superior propio del uno y distinto de To, o;n.
32 De este modo se superaría el obstáculo epistemológico que
plantea Spinoza cuando afirma que si el género supremo, que es
causa del conocimiento, no es conocido, mucho menos pueden
concebirse y conocerse el resto de cosas que penden de ella. Cf.
B. Spinoza, Breve Tratado, 17, 9.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
37
en su dualidad de conocer y ser conocido pide como
causa algo no plural, algo simplicísimo: el Uno. Este
Uno causa la pluralidad precisamente porque no es
plural, parece así reunir la peculiaridad de la unidad
de los pitagóricos no sujeta a las reglas del resto de
los números y, sin embargo, causa de todos ellos
estando en cierto sentido fuera de ellos, y del uno platónico cuya unidad se refleja en la unidad de cada
realidad, bien sea ideal, bien del mundo empírico.
De modo similar se descubre que el Uno es infinito en sentido negativo, pues así puede causar lo finito, llevando en esto la contraria a Platón. Frente al Uno,
en el plano ontológico no hay nada, sólo la nada, hasta
la materia procede de él, todo resto de dualismo originario queda eliminado, la Díada del hiperuranio y la
materia eterna del mundo sensible platónico resultan
superfluas; de este modo supera la aporía dualista, por
mitigada que esté, de la cima arquetípica de Platón.
De modo idéntico se entrevé que el Uno es
espiritual pues está en el origen de lo material. El Uno
es Uno y por eso es no–ser, trasciende el ser y origina
los seres. Sólo en este sentido puede decirse que el
Uno contiene potencialmente lo diverso, pues lo Uno
no es la unidad de todas las cosas y potencias, sino la
realidad que las contiene a todas en cuanto potencias.
Lo Uno es fundamento de todo ser, realidad absoluta
y absoluta perfección, es omnipotente. El Uno sólo
sería hipóstasis en cuanto que nada necesita para
existir, excepto de sí mismo33.
El Uno en cuanto Dios
En alguna ocasión Plotino llama Dios al Uno, y
lo hace en sentido absoluto, distinto del carácter divi33
tente.
No es sustancia en el sentido aristotélico de forma subsis-
38
J. ANTÚNEZ
no con que describe al Ser o Nou/j, al Alma o a las
ideas. Este uso analógico de la nota divino implica
una apropiación del término por parte del Uno, él es
el que es estrictamente Dios, las demás cosas divinas,
las ideas del intelecto o los dioses a quienes apenas
celebraba lo imprescindible en el mundo romano, las
otras hipóstasis, palidecen en su divinidad frente al
Uno, casi se puede decir que sólo son divinos metafóricamente, son divinos en cuanto que son principios
lógicos de la realidad, no cosas o realidades completas y subsistentes.
Dios es libertad absoluta. El uno es causa sui,
amor sui34 y precisamente por eso es libertad absoluta de ponerse en la existencia (que no en el ser). La
libertad del Uno está en el límite de lo que la metafísica se puede atrever a decir rayando el principio de
contradicción, pero Dios está más allá de la lógica,
con él no rige la razón humana, no hay contradicción
ni no-contradicción. Por eso Plotino afirma que el Uno
existe porque ha decidido en su libertad existir.
El Uno es por autoposición, se sostiene a sí
mismo: en palabras del mismo Plotino, es «causa de sí
mismo, será él mismo, de por sí mismo y por sí mismo.
¡Es que es él mismo primordialmente, él mismo
supraónticamente!»35. «Es acto de sí mismo»36.
Paradójicamente esta libertad de auto-posición
en la existencia va acompañada de la necesidad con
que del Uno procede todo lo demás. Al decidir existir
el Uno decide poner en la existencia todo lo que es su
actividad procesional: la procesión de las hipóstasis y
del mundo material puesto en la nada, se dan con
34 Es: «Amor de sí mismo (…) él mismo es quien se crea a sí
mismo», En. VI, 8, 15.
35 En. VI, 8, 14.
36 En. VI, 8, 15.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
39
necesidad. Se trata, pues de una libertad divina inversa a la propuesta por santo Tomás de Aquino37 y diferente, aunque la haga resonar, de la tradición ockamista38. La procesión del Nou/j, del alma y del mundo
son necesarias, no puede Dios contener su fuerza
creadora pues afirmarse a sí mismo es afirmarse
como creador. Dios quiere el mundo en el mismo quererse a sí mismo.
Como conocer implica ya la dualidad entre
objeto y sujeto y esto rompería la simplicidad absolu37 Se trata de una libertad absolutamente distinta de la libertad que santo Tomás de Aquino atribuye a Dios. En el Aquinate
Dios es Acto Simple, pues ser y esencia en él se identifican y por
ello Dios es necesario por sí: no puede no ser; además es causa
necesaria para todo lo contingente y libre de causarlo, pero no es
libre de “no ser”. Ad intra necesariamente es procesión del Hijo y
del Espíritu Santo, aunque aquí la categoría más expresiva sería la
de amor, pero un amor necesario, sin opción. Su libertad ad extra
está “limitada” o es “perfecta” porque Dios es fiel, no puede contradecirse en este nivel, no es caprichoso, el campo de libertad está
en crear o no crear, crear esto o lo otro, en poner un no-dios en la
existencia. Dios no es libre de existir o no, y en este sentido su
imagen, en cuanto recibida, se refleja en el hombre que tampoco
elige existir.
38 También para la corriente ockamista, incluyendo a
Descartes, Dios es causa sui, libre de ponerse en el ser, libre de ser
o no ser. Pero además, y a diferencia de Plotino, Dios ad extra sería
libre no sólo de crear o no, de esto o lo otro, sino capaz de contradecirse, su poder no está limitado por el principio de contradicción. Una versión más reciente de esta noción de libertad plotiniana se encuentra en L. Pareyson; en su ontología del mal, Dios en
su libertad originaria elige ponerse a sí mismo como bien, y al
hacerlo simultáneamente pone el mal, su inexistencia, como posibilidad negada; pero como posibilidad negada está y tiene poder en
todo lo que participa de él. Desde ahí en el hombre la existencia es
un continuo negar la posibilidad negada para poner a Dios, el vivir
es un continuo quitar sitio a la posibilidad negada, la libertad
humana es, en este sentido, divina vivencialmente. En el fondo late
la cuestión sobre la esencia de la libertad, si ésa consiste radicalmente en elección, sea del tipo que sea: moral, interior u ontológica, o si consiste en un radical ser en y para la realidad, donde la
elección negativa no sólo no condiciona la libertad sino que supone su misma negación.
40
J. ANTÚNEZ
ta necesaria para explicar la complejidad del mundo,
Dios no es inteligencia, está más allá del inteligir. Pero
no olvidemos que en el fondo lo que se está afirmando en sentido estricto es que el Uno no es racional, en
él no hay proceso cognoscitivo como lo hay en el hombre, del mismo modo que la inteligencia humana
caracterizada como esencialmente lógica y discursiva
no es capaz de adueñarse del Uno que lo trasciende
por resultar supralógico, este Uno no es ser, no es
esencia, no es pensamiento lógico sino algo más. Esto
no implica que Dios sea antiracional, sino supraracional; metacontemplativo, de hecho su actividad fundamental y fundante es contemplar, un qewre,in misteriosamente productivo, que como plenitud de acción es
causa del ámbito ontológico posterior donde funciona
el hacer y el producir, la poi,hsij. Con esta distinción
Plotino nos introduce en la dinámica del Uno y en su
engendrar paralela al camino ascendente de la contemplación del hombre, posible al mismo tiempo porque la cadena del pensamiento reproduce la cadena
del ser39.
39 Así aparece la contemplación como centro de toda auténtica actividad. «Si comenzáramos bromeando antes de ponernos a
hablar en serio y dijéramos que todos los seres aspiran a la contemplación y que éste es el fin al que miran no sólo los animales
racionales, sino aun los irracionales y la Naturaleza que reside en
las plantas y la tierra que las cría y que todos los seres la alcanzan en la medida en que les es posible mientras se hallan en su
estado natural, pero que unos contemplan y alcanzan la contemplación de una manera y otros de otra, unos de verdad y otros percibiendo una copia e imagen de ella, ¿habría alguien que tolerara
lo paradójico de esta afirmación? La verdad es que como dicha afirmación va dirigida a nosotros, no habrá peligro alguno en bromear con nuestras propias ideas. – Entonces, ¿también nosotros,
al bromear en este momento estamos contemplando? – Sí esto es
lo que hacemos nosotros y todos cuantos juegan, o al menos, a eso
aspiran cuando juegan», En. III, 8, 1, Sobre la naturaleza, la contemplación y el uno.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
41
El Uno en cuanto Padre
A veces el Uno aparece denominado como
Padre40, este nombre le conviene ya que el Uno engendra en reposo. Las cosas existen porque participan del
Padre, eso sí con un vivo contraste respecto al origen ya
que el Uno ni se sustenta en otro ni participa de otro.
A la hora de traducir el modo en que las cosas
proceden del Uno emanación ha sido el término elegido, pero creo que la traducción por procesión es más
adecuada. Plotino usa la imagen de los círculos de luz
que se difunden, del calor que sale del fuego sin gastarlo y siendo distinto de él, el icono de la fuente
inagotable y la imagen de los círculos concéntricos.
Este engendrar es procesional, no emanacionista,
aunque esté regido por la necesidad pues aunque el
Uno superpotente41 no puede dejar de ser potente, su
potencia originadora no supone cambio ninguno en
él, que permanece trascendente e inmóvil en sí mismo, sin mengua alguna. Así el Uno no es vida sino
40 El Uno es Gennhth.n kai, path.ra, En. VI, 7, 29, 28. El Uno
toma el nombre de padre metafóricamente desde el analogado inferior, la Inteligencia o Ser pero por eminencia respecto a ésta. Para
Plotino la Inteligencia asume el rol del Demiurgo platónico que en
Timeo 28, 3-4 es el padre que ha engendrado (aunque a veces
este rol lo asume el Alma). Plotino usa analógicamente el término
padre tanto para el Uno como para el Intelecto, en este sentido
vendría a ser, dentro de esta metáfora, como el abuelo o padre por
eminencia. El Alma también recibe el nombre de madre, cf. En.
III, 5, 4, 21; 9, 48 y 8, 4, 11. Los tres principios en conjunto
son padre de las cosas. Si bien Plotino sólo usa el correlativo Ui`o,j
en contexto mitológico, el Intelecto es denominado pai/j del Bien
(En. III, 8 , 11, 38) y las almas infantes o hijas del padre de lo
alto (cf. En. II, 9, 16, 8 y V, 1, 1, 9). Padre es pues una metáfora amplia de raíz platónica (el demiurgo asimilado a la
Inteligencia) que por eminencia se apropia al Uno o Bien. Cf.
Aubin, Plotin et le christianisme, pp. 92ss. Padre viene a significar
originación sin fabricación, por eso su campo de aplicación abarca tanto el Uno como los principios metafísicos del Lo,goj y el Alma.
41 Cf. En. V, 4, 1, 24. El Uno es la primera potencia.
42
J. ANTÚNEZ
dador de vida. De este modo superaría algunos de los
límites de la borrosa noción de participación de
Platón42.
A la hora de caracterizar esta potencia originadora Plotino la describe como contemplación, marcando aún más el carácter no emanacionista. El
Padre origina teorizando, no produciendo o gastándose, o completándose como en un movimiento interno
al estilo de la Idea hegeliana. La esencia última de
toda posterior poi,hsij y pra/xij es el qewre,in, la acción por
definición más perfecta y rica ontológicamente.
En el Uno se daría una metacontemplación con
la que él se ama a sí mismo y se autocrea43. El Uno
vive, pues, en tensión contemplativa sobre sí mismo
sin dualidad alguna, en riqueza inagotable de poder y
de realidad, frente a la nada. Desde ahí surge un
movimiento bidireccional: la procesión y conversión
del mundo desde y hacia el Uno. Lo plural y diverso
nace por desbordamiento de la sobreabundancia del
Padre como la luz se derrama sin sacrificio de sí
misma, como irradiación que no mengua al repartirse. «Es como una luz que se esparce en una gran
extensión emanando de una sola fuente luminosa que
se queda en sí misma»44.
Lo que del Padre procede tiende internamente
a igualarse, a identificarse con el Padre, quedando en
dependencia (avne,rtetai) absoluta de él. Así todo procede de modo semejante y tiende a asemejarse en última instancia al Padre.
42 Todos los niveles inferiores al Uno tienen parte de su plenitud desarrollando así Plotino el concepto de participación (mete,cij)
que Platón utilizó en el Fedón.
43 Cf. M. L. Gatti, Plotino e la metafisica della contemplazione, Milán, 19962, 258 p.
44 En. VI, 8, 18.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
43
Así el Padre como fundamento, lo que Plotino
denomina como prioridad por naturaleza, subyace a
toda realidad trascendiéndola y originándola45. En él
reside la causalidad universal46. El Uno es Padre porque es la originación última y en cuanto originante de
algún modo está en cada realidad. Todo lo que está
detrás de lo primero, lo mejor, lo principal, lo más
excelente: meta. to, prw/ton, recibe su ser de él.
El Uno como Bien
La naturaleza del Uno es el Bien. Su poder es
Bien. Plotino los usa indistintamente: «la naturaleza
simple del Bien se nos ha manifestado además como
primera (…) siempre que digamos el Uno y siempre
que digamos el Bien, hay que pensar que su naturaleza es la misma»47.
Depende desde donde se ascienda dialécticamente para vislumbrar al Primero el que éste sea des45 El estudio del origen platónico de la jerarquía de la participación de Plotino ha sido realizado por J. D. O’Meara, Structures hiérarchiques dans la pensée de Plotin, Leiden, Brill, 1978, y
“The hierarchical ordering of reality in Plotinus”, en Ll. P. Gerson
(ed.), The Cambridge companion to Plotinus, Cambridge, 1996, pp.
66-81. También pone de relieve el uso del orden aristotélico. En el
fondo toda participación y jerarquía, bien sea espacio-temporal,
por naturaleza, por orden y diversidad, pende de la superior prioridad por naturaleza, potencia y dignidad del Uno. Esta prioridad
por naturaleza, que equivale a orden de fundamentación permite
jugar en varios niveles de profundidad del discurso filosófico y
metafísico que explican que expresiones aparentemente paradójicas, como que los efectos estén en la causa y la causa en los efectos, o ambiguas, como el atribuir a veces el estar en ninguna parte
y en todas al Ser y otras al Uno, resulten inteligibles leyendo en
niveles verticales distintos, entonces no se incurre en contradicción.
46 Cf. C. D’Ancona Costa, “Plotinus and later Platonic philosophers on the causality of the First Principle”, en The Cambridge
companion to Plotinus, pp. 356-385.
47 En. II, 9, 1, 1-13. Cf. V, 5.
J. ANTÚNEZ
44
crito como Uno o como Bien. En consecuencia los rasgos del Uno son rasgos del Bien y viceversa. Del Bien
proceden los bienes y por eso aquél que es el único no
tiene ningún bien, sino que es el Bien mismo48. El Bien
no necesita nada y se basta a sí mismo49. Por eso es Padre de la causa50 o ser; es, por tanto, el principio creador de todo y permanece en sí mismo sin gastarse51.
El crear del Bien hace que las cosas sean
bellas, es el Bien el que origina y es meta de lo bello52.
Todo tiende ontológicamente, por naturaleza, al
Bien53. Cada ser es más ser cuanto más participa del
Bien y es el que hace que cada cosa quiera ser aquello que es54. El bien irradia verdad sobre todos los
seres inteligibles55. El Bien es santo56.
Dios-Bien cuida providentemente del mundo y
de cada uno de los hombres57.
El Primero es, pues, Bien en sí mismo y consecuentemente bien para todo lo demás que encuentra
de este modo su plenitud en el Uno: «cada cosa aspira
no a ser simplemente, sino a ser poseyendo el bien»58.
48
Cf. En. VI, 7, 24.
Cf. En. I, 8, 2.
50 Cf. En. VI, 8, 14.
51 Cf. En. VI, 7, 23 y 36.
52 Cf. En. VI, 7, 32.
53 Cf. En. VI, 8, 7, 13.
54 Cf. En. VI, 8, 13.
55 Cf. En. IV, 7, 10.
56 Cf. En. VI, 7, 39.
57 Esta es una de las críticas de Plotino a sus enemigos gnósticos, cf. En. II, 9, 9, 65-84. Según él niegan la providencia universal. Como ha puesto de manifiesto A. Orbe, Cristología
Gnóstica, v. I, pp. 195-202, esta crítica es infundada ya que lo que
niegan es que esta providencia se dejara sentir desde siempre y
que sea igual para todos, pero no por parte de Dios sino por su
rechazo por algunos.
58 En. VI, 2, 11.
49
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
45
El Uno, del que no se puede decir nada, resulta que es Dios, que es Padre y que es Bien, fuente originante de todo ser y belleza, causa de toda unidad
participada y trascendente a todo lo que de él procede, sin que exista nada que no proceda de él. Todo
procede de él por su bondad trascendente. Todo cuanto existe lleva su huella y tiende con necesidad ontológica a él. La plenitud de cada cosa sólo se encuentra en relación con él: su perfección, su bondad, su
libertad, su verdad, su ser.
El Uno es en su simplicidad absoluta potencia
metacontemplativa como una intuición simple de sí
mismo, sin distinción sujeto-objeto, que de su plenitud origina la realidad. Esta creación de lo múltiple se
realiza en diversos órdenes de fundamentación. El
primero es el Ser, Inteligencia o Nou/j.
El Ser o Nou/j
Del Uno, desbordante e indefinible, nace por
procesión la segunda hipóstasis, lo Inteligible o Ser59.
Se trata del primer principio metafísico, lo que
Plotino, recordemos, llama fu,sij, derivado de la bondad creadora del Uno. Es un principio inmanente a
toda realidad concreta, no es una cosa.
El Ser no es absoluta indiferenciación como el
Uno, unicidad absoluta precedente a todo, es concreción en la que aparece el origen de la dualidad objetosujeto pero sin escindirse del todo. Plotino explica que
59 Para Plotino el ser es efecto, el primer efecto, del principio
primero que a su vez no es. Esta es la versión del prima rerum creaturarum est esse que pasa al tomista Liber de Causis, ser absolutamente distinto del esse de santo Tomás de Aquino, por encima
del esencialismo que Plotino sólo supera en el Uno, aunque ambos
coincidan en ciertas expresiones, el efecto primero del acto puro es
el existir. Cf. De Pot. 3, 4, r., y Gilson, El ser y los filósofos,
p. 265.
46
J. ANTÚNEZ
el Ser o Inteligencia (nou/j) procede de la actividad
metacontemplativa del Uno en su borde inferior. Es
nou/j porque la metacontemplación del Uno se concreta precisamente en todo aquello que es Espíritu: la
esencia de las cosas, las ideas, el pensamiento, el
auténtico ser de todo lo creado; así el platónico
mundo de las Ideas pertenece a este Espíritu.
Este mundo ideal en que consiste el Nou/j es el
ámbito de nuestra filosofía racionalizadora o conceptista, el ámbito donde está vigente la ecuación de
identidad entre ser y pensar. Los principios lógicos
coinciden con los metafísicos, con las fu,sij reales.
La procesión del Nou/j desde el Uno y su actividad que es entendida a modo de cierta materia intelectual tiene dos vertientes inseparables. Primero: el
Ser o contenido del Pensamiento, lo que podríamos
llamar dimensión noemática, la actividad derivada del
Uno se vuelve hacia el mismo Uno del que procede y
se colma de él concretando así su contenido.
Segundo: el Ser se vuelve hacia sí mismo y se contempla fecundo y colmado, y así se constituye como
Pensamiento o Espíritu que contempla en sí todas las
cosas, lo que podríamos llamar dimensión noética. El
Nou/j une en sí noúmeno y noesis como dos momentos
internos de su intrínseco proceder desde el Uno60, es
el campo del uno-muchos.
El Nou/j es el hijo metafísico del Uno; como ya
he indicado: no es una cosa, pues todo extensivamente está en él y él en todo, es el principio de existencia
de lo limitado, de todo lo que es en su dependencia
con lo que está más allá del ser. Es una naturaleza o
arjé segundo, real, sumamente real, pero no reducible
a un sujeto o individuo, es el fondo lógico de la realidad creada, las ideas. En este sentido es divino y se
60 Este sería el lugar de un lógico noesis noeseos plotiniano
que unificaría a Platón con la Inteligencia Suprema de Aristóteles.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
47
identifica con cada cosa y con todas las cosas a la
vez en cuanto que son precisamente por el ser, o esencia o idea. El Ser es el principio lógico real de todo lo
que es.
El Nou/j, visto desde fuera de Plotino, se
encuentra dentro de lo que nuestra inteligencia es
capaz de formalizar y en él se descubre el origen de la
dualidad sujeto-objeto. La identificación del Ser inteligible con la Inteligencia es la identificación del ser
con el pensar, la racionalización completa del ente. Lo
Uno contempla lo Inteligible, el cual es, a su vez, producto de esta misma contemplación.
La Belleza pura reside en el Espíritu pues es en
él donde reside la forma, es la prístina belleza procedente del Bien61, es también la Vida62, es la existencia
de cada Idea en el Todo. Este ser es a la vez mundo de
ideas, de noemas, y Demiurgo desmitificado o noesis
que contemplando producirá, siempre metafísicamente, el Alma y el mundo material63.
El Alma
Del Ser procede la tercera hipóstasis, el Alma,
el segundo principio físico del mundo originado por el
Uno, de modo análogo a como el Espíritu procede del
61 Cf. En. I, 6, 9; V, 8, 9 y V, 9, 2. Por eso el hombre y
su alma será más hermoso cuanto más se asemeje al Uno del que
procede a través del Espíritu, cf. En. I, 6, 6 y 9.
62 La verdadera vida es el Nou/j o Ser (cf. En. VI, 9, 9), es la
vida óptima y eterna (Cf. En. I, 5, 7). Las demás vidas y sus grados derivan de ésta pues es el viviente en sí (cf. En. VI, 6, 8 y VI,
7, 12). Este sería el tercer nombre del Ser o Inteligencia: Viviente,
eso sí como principio.
63 Porfirio y Longino no admiten esta identificación plotiniana, que a mí me parece simplifica el problema platónico de un Dios
personal inferior al Bien y permite situar los principios metafísicos y lógicos de manera más coherente y real. Cf. Copleston,
v. I, p. 49.
48
J. ANTÚNEZ
Uno. El Alma es división de lo Inteligible y principio de
formación del mundo sensible y material. En ella se
consuma la dualidad sujeto-objeto, ya no es un unomuchos, sino multiplicidad vertida hacia la unidad:
uno y muchos, potencia originadora de las múltiples
cosas materiales.
Veamos cómo describe Plotino la procesión del
Alma desde el Nou/j. La actividad teorética del Espíritu
no se agota en su doble dimensión de constituirse en
cuanto tal Espíritu, sino que en un segundo momento desborda como una potencia que tiende a volver
sobre sí misma, de esta potencia el Alma consigue su
hipóstasis, su consistencia, y, gracias al origen en que
consiste, a través del Espíritu, contempla al Uno y
comunica con el Bien. El Alma, pues, comunica con el
Uno-Bien y de él procede todo su potencial creador y
la esencialmente abierta vía de retorno al Uno en todo
lo que ella es y por ella es producido.
El mundo material es, por tanto, visión del
alma, producto de su contemplación y realización de
su potencial variedad. Consecuentemente el Alma
anima y unifica todos los seres; les hace partícipes, en
la medida de cada esencia, de la libertad que sólo el
Uno posee de modo absoluto, pues sólo el Uno es
libertad real y autarquía completa.
Materia y mal
En el grado inferior de las producciones del
alma se encuentra la materia sensible. La materia,
manifestación de potencia, no es mala en sí misma
sino pobreza e indigencia de vida, de ser-contemplación y de unidad-bondad; es la menor unidad, el
menor grado de ser y la menor vida, pero positiva participación de ellos y tendente ineludiblemente a volver
al Uno. La materia es vocación de Dios. Para subrayar
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
49
esta indigencia de lo divino Plotino afirma que la
materia no es sólo, al modo de Aristóteles, potencia de
una forma, sino de un reflejo de una forma. Platoniza
de este modo el hilemorfismo del Estagirita tomando
en su totalidad la alegoría de la caverna64: la última
sombra de la pared de la gruta, las cosas como materia informada, está actualizada por los objetos iluminados por el fuego, formas segundas o derivadas, que
son pálidos reflejos de las formas auténticas, las que
resplandecen en el exterior al calor y la luz del sol: el
Bien-Uno, fase indirecta que Aristóteles suprime, al
menos en su etapa física65.
En este sentido la materia no es puro no-ser o
reverso tenebroso de la bondad, sino el último resplandor de la bondad, es buena, pero lo menos bueno
de lo que existe. La materia puede decirse mala sólo
en relación a los demás grados de bondad, siempre
mayores. En el mundo material ocurre como en una
impresión en cera: «Es como si la figura impresa en
una espesa capa de cera penetrase hasta el fondo
dibujándose en la cara opuesta: la figura de arriba
sería clara, la de abajo, un tenue vestigio»66.
Por un lado brilla el reflejo eterno del Uno, por
el reverso se constata la radical carencia de perfección
en relación al resto, pero es vestigio67.
64
República VII, 513a-517a.
En la etapa metafísica del Estagirita, cuando la sustancia
deviene esencia o sustancia segunda cuyo núcleo activo es la especie, cuando logifica, entonces sí cabría afirmar un paralelismo real
entre Plotino y Aristóteles, pero de un Aristóteles que pierde lo
mejor de su pensamiento: el ser como sustancia, para volver al
dualismo racionalista de Platón.
66 En. IV, 4, 13.
67 No estoy de acuerdo con una visión ontológica de la materia que la caracteriza como mal y no ser absolutos, al contrario,
subrayo, que es un no ser relativo, y sólo relativamente Plotino
hablará de la materia como mal. No hay una materia como principio que se contraponga al Uno, no hay dualismo platónico, todo
65
50
J. ANTÚNEZ
De este modo el mal encuentra su lugar metafísico, lo sensible no es por sí mismo absolutamente
malo, está en sí mismo inspirado por el deseo de unidad y de recogimiento en sí mismo. Dentro de esta
concepción los males de las cosas particulares han de
considerarse en relación a la totalidad. El universo
material descrito por Plotino no produce un sonido
único sino que es armonía dirigida por la unidad y por
su vocación de retorno al Uno, esto es, por el deseo
que tiene cada realidad de contemplarse en cada unidad superior y, en último término, en el Bien. Los
males realmente existentes en este mundo son justificados en tanto que componen la armónica totalidad
del universo. El mal absoluto queda excluido porque
consistiría en un puro no-ser.
La producción del mundo sensible por parte
del Alma es fruto del desbordar de movimiento de
éxtasis y retorno en que ella consiste. Este desbordar
se concreta en tres modalidades internas del Alma
cuyas fronteras dentro de los textos de Plotino no
resulta siempre clara.
En un nivel superior tenemos la consideración
del alma como principio: la hipóstasis Alma, el Alma
como tal o el Alma universal. Se considera aquí en su
aspecto de realidad invariable y permanentemente
inteligible, pues el alma permanece vinculada inseparablemente al Nou/j. Algunos la entienden como indescensa o no-descendente. Esta dimensión aplicada al
hombre implica que su alma no se adentra totalmente en el cuerpo, pues hay algo de ella que está siempre en la región inteligible, se abre así la vía de ascenso al Uno.
viene del Uno. Creo que no puede afirmarse que la materia es perturbación del sumo Orden, el mal o la materia enteramente sensible son los principios de la absoluta multiplicidad y dispersión sólo
para el hombre que subjetivamente los viva desenfocados. La
materia para Plotino no es potencia aristotélica sino ser privado.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
51
Por debajo de esta consideración Plotino habla
del Alma del Todo o Alma del mundo. Se trata del
borde inferior del alma que desciende para producir el
universo. Está abierta a lo sensible y corpóreo
mediante el espacio, la movilidad y el tiempo. Este
alma establece una relación de conjunto con el todo
del orden sensible al modo del fundador de la
Academia.
También en términos platónicos reelaborados
aparece la tercera dimensión del alma, las almas particulares, que están en relación singular con la corporeidad. En la corporeidad del hombre resulta especialmente patente lo que este papel del alma tiene de descenso68.
El límite del alma por su salir de sí, lo que toca
de ésta lo material recibe en Plotino el nombre de
naturaleza69. O mirando de abajo arriba, lo que en el
universo material toca casi al alma es la naturaleza.
Veamos en qué consiste.
La Naturaleza
La naturaleza es la estructura inteligible de
todo lo que no es alma particular en el Universo70, es
la forma universal de lo material. Es un principio límite, de frontera, entre el alma y la materia, es inteligencia y es sensible, por eso a veces es llamada alma y a
veces no. La naturaleza es conformadora del mundo.
Es el principio de unidad e inteligibilidad de éste y el
68
Véase, entre otros lugares, En. IV, 8, 7 s.
De hecho el alma es requerida como principio metafísico
para justificar el enlace del Nou/j con la materia sin que éste la
toque. Cf. Ll. P. Gerson, Plotinus, Routledge, Londres, 1994, 338
p., cf. p. 61.
70 Cf. En. III, 8, 2.
69
J. ANTÚNEZ
52
contacto de éste a través de las dimensiones superiores del alma con el Uno. La naturaleza «tiene, sí, lo
corporal por materia, (por ejemplo cuanto es líquido),
pero ella misma es forma en su totalidad y razón
idéntica en especie al alma generativa, que es imagen
de otra alma superior. Esta alma sita en los gérmenes
es la que algunos llaman naturaleza, la cual, arrancando de allá, esto es de los principios anteriores a
ella como la llama arranca del fuego, relampagueó y
conformó la materia no empujándola ni valiéndose de las consabidas palancas, sino surtiéndola de
razones»71.
La naturaleza como principio activo que forma
el mundo, pues es la misma actividad ad extra del
alma, sirve para desmitificar la producción platónica
y popular del mundo (la creación artesanal y las
palancas), dotarla de interna inteligibilidad, de este
modo supone un avance en la explicación racional y
dinámica del universo72.
Las razones germinales, las formas de que se
sirve la naturaleza, son principios concretos y activos
de la realidad material que servirán también de cauce
de expresión a las semillas del Verbo con que los pensadores cristianos contemplarán la creación. Plotino
se maravilla del esplendor que se descubre en estas
razones germinales a pesar de que son sólo huellas de
ideas, infinitamente distantes de su progenitor:
«¡Fíjate a qué distancia se encuentra el producto! Y,
sin embargo, es una maravilla (…) y es más digno de
71
En. V, 9, 6.
Supera así la doctrina del Timeo de modo paralelo a como
Aristóteles se remonta a las causas trascendentales. Se trata de la
producción por un movimiento contemplativo. Cf. En. III, 11,
43-45 y D. O’Meara, Plotin. Une introduction aux Ennéades, Cerf,
París, 1992, pp. 102-103. Es donación sin merma, «quedarse en
estado habitual», es la revisión del demiurgo del Timeo, 42e, 5-6 ;
cf. En, III, 8, 10, 6-7.
72
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
53
admiración porque dejó tras de sí un don y porque
sus vestigios son de tal calidad»73.
La naturaleza es principio uno de todo el
mundo material. Plotino expresa así la comunicación
universal del mundo físico, la existencia de esa unidad de comportamiento e inteligibilidad que percibe
en el universo sensible. Lo que en otros contextos se
denominan leyes de la naturaleza recibe aquí de
forma aunada, a la vez estática y dinámica, el nombre
de naturaleza. Esta naturaleza es sabiduría que
gobierna el mundo con sencillez, como un alma las
partes de un ser vivo, pues todo el cosmos es una
totalidad en esta naturaleza74.
Pero Plotino está muy lejos de conceder autoconciencia o divinidad a la naturaleza, no es sabia en
cierto sentido, pues «es un reflejo de la sabiduría, y,
como es un nivel ínfimo del Alma, también es ínfima la
razón que se refleja en ella (…) Por eso la Naturaleza no
es sabia, sino que se limita a producir: lo que tiene, se
lo da indeliberadamente al siguiente, y en esa donación
hecha a lo corporal y material, cifra su producción»75.
La naturaleza es la dimensión más objetiva del
principio alma y por eso mismo la menos subjetiva,
todo lo opuesto a las reediciones modernas que personifican la madre naturaleza. Para Plotino la naturaleza es reino de objetividad pura y actuante en la materia y precisamente actúa en la materia porque ya
no es conciencia de su propia inteligibilidad76. Para
73
En. III, 3, 3, 30-34.
Cf. En. IV, 4, 11.
75 En. IV, 4, 13.
76 Se patentiza así el carácter bajo de la materia, su indignidad de contacto con el lo,goj, aunque no sea algo negativo en sí
mismo. El Alma anterior a la Naturaleza y vecina suya actúa sin
ser actuada, mientras que la que está todavía más arriba no actúa
ni en los cuerpos ni en la materia.
74
J. ANTÚNEZ
54
Plotino el Nou/j posee en instante, mientras que el
Alma del universo recibe por siempre y ya ha recibido,
y en esto consiste su vida: en una comprensión a
medida que va inteligiendo según lo que se le muestra siempre, es lo,goj de la Inteligencia; «en cambio lo
reflejado por ella en la materia es la Naturaleza, en la
cual, o incluso antes de ese reflejo se detienen los
seres (…) la Naturaleza actúa en la materia a la vez
que es actuada»77.
La naturaleza es lógica pero no posee lo,goj de
su lo,goj, su interioridad es mínima pues e;scaton lo,gon
e;cei78. Su dinamis productora se explica también con
un doble movimiento. En la medida que la naturaleza
no mira hacia su fuente, esto es, no contempla, hace
surgir la materia79 y en la medida en que se vuelve
sobre sí para contemplar al Uno en el Ser mediante el
Alma recupera la materia y la informa. Como todo el
movimiento creador también éste es atemporal80,
metafísico, fundante y, por tanto, no existe la pura
materia, siempre estará informada. La materia no es
un presupuesto que hay que conjugar con la fuente,
sino que es deducida desde el principio.
Por eso nuestro mundo físico es todo él espejo
de formas, reflejo de ideas, todo él es lo,goj, el universo material es intrínsecamente inteligible
Hasta este momento he insistido mucho en el
carácter positivo de la materia dentro de la filosofía de
77
En. IV, 4, 13.
Cf. Gatti, Plotino e la metafisica, p. 112.
79 «Tale materia, in quanto costituisce il grado più illanguidito della contemplazine, è incapace di volgersi a contemplare la sua
causa produttrice; sarà, di conseguenza, la Natura stessa a rivolgere un secondo sguardo a ciò che a prodotto, introducendo in
esso determinazione e forma», Gatti, Plotino e la metafisica, p. 17.
80 El tiempo surge como copia de la actividad del Nou/j pero
realizada como sucesión de actos. Sigue la tesis de Platón del tiempo como imagen de la eternidad de Timeo 34b-37c.
78
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
55
Plotino. La finalidad era clara: constatar su superación del dualismo platónico, tanto en el nivel demiúrgico de la producción del mundo material, como en el
más trascendente dualismo entre el Uno y la Díada.
La materia no es principio independiente81, no es mal,
es positiva, es reflejo del Uno, es participación y ansia
del Bien.
Sin embargo, en este momento creo que es
importante subrayar el polo contrario. Aunque lo
material es reflejo del Bien-Uno, lo material es ínfimo,
y lo es hasta el punto de no poder ser tocado sino
indirectamente por los principios Inteligencia y Alma
de los que procede: «el Alma anterior a la Naturaleza
y vecina suya actúa sin ser actuada, mientras que la
que está todavía más arriba no actúa ni en los cuerpos ni en la materia»82.
La naturaleza, inconsciencia lógica, es la
mediación necesaria que sostiene Plotino para que
haya comunicación entre lo material y el orden metafísico.
Esta ambigüedad plotiniana, ¿realismo?, del
ámbito de lo material, de la carne, choca con cualquier pensamiento que suponga una encarnación del
Lo,goj. Sin embargo, en él queda abierto un camino
hacia la superación, ¿es suficiente? Este sería el nudo
en el cuál el cristianismo, con su Encarnación, su
Eucaristía, su Cruz y su Resurrección de la carne,
Lo,goj encarnado para siempre, pone a prueba la validez de esta forma de pensamiento, y de muchos otros
que ni se lo imaginan, para expresar la condición
ontológica de la materia83.
81 Cf. En. III, 4, 1, 8-15 y O’Meara, Plotin. Une introduction, pp. 103-104.
82 En. IV, 4, 13.
83 En el fondo es el mismo nudo y exactamente en el mismo
sentido en que se podría cuestionar la concepción graduada de los
56
J. ANTÚNEZ
Una vez señalado este nudo volvamos a la
naturaleza para señalar su papel de pastor de la unidad, pues, entre otras misiones, la naturaleza conforma en la unidad del Ser al mundo material. Ella en
cuanto frontera inferior del Alma del mundo hace participar al mundo material de la unidad primigenia «de
los seres de los que se predica la unidad, cada uno es
uno en la medida en que posee el ser, de tal manera
que los que son seres en menor grado, poseen la unidad en menor grado, mientras que los que son en
mayor grado, poseen la unidad en mayor grado. Pues
así también el alma, aunque dista de la unidad, en
razón de un mayor y más real grado de ser, posee un
mayor grado de unidad (…) Los agregados, por ejemplo un coro, están lejísimos del Uno; los continuos,
más cerca; pero más todavía el alma, aunque también
ella es una por participación»84.
Como resulta evidente desde la lectura de este
texto esa unidad, dignidad ontológica, está ligada a la
teoría de la participación.
En este punto Plotino afina los logros de
Platón, logrando con su trascender explicar el dar sin
mengua; posibilita de este modo que la pluralidad
venga de la unidad. Este logro se aplica al modo en
que el alma es omnipresente en el universo físico siendo una en lo plural, pues «si alguna cosa participa de
esa realidad, participa en la potencia de toda ella, sin
seres del Aquinate y la que pide reconsiderar el valor ontológico de
la materia, hace falta cierto «materialismo», en el sentido de revisar su alcance positivo, nunca en el sentido de negar la dimensión
espiritual y trascendente. Esfuerzo que en cierta medida intenta
realizar X. Zubiri con lo que denomina su materismo. La cuestión
no carece de importancia y no es sencilla y puede sonar mal
a muchos oídos, pero, al menos, pide ser pensada: ¿el carácter
ínfimo de la materia es realismo o puede categorizarse de otra
manera?
84 En. VI, 9, 1.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
57
que ella padezca detrimento alguno, y por tanto, ni
ningún otro ni el de estar dividida»85.
Y sosteniendo en la realidad la pluralidad de
las cosas, vemos la remisión al principio desde lo
material concreto «así como la imagen de alguna cosa,
por ejemplo una luz pálida, no podría existir una vez
desconectada del principio del que proviene, y en
general, así como a todo aquello que recibe su existencia de otro por ser su imagen no es posible hacerlo existir una vez que se le ha desconectado de su
principio, así tampoco estas potencias llegadas acá
procedentes de aquél podrán existir desconectadas de
aquél»86.
De este modo la naturaleza no está flotando en
un universo ideal sino que donde estén las cosas
materiales «allí estará junto con ellas aquél del que
provinieron, de manera que, de nuevo, tendremos que
él mismo estará a la vez en todas partes no dividido y
entero»87.
Es tarea de la Naturaleza no sólo el informar y
conectar con el ser al mundo material sino su conservación y cuidado providente, es la mano protectora y
gobernadora del Uno.
Esta es la naturaleza que produce, informa y
reconduce en el ser y la unidad al mundo material, un
mundo que está gimiendo metafísicamente por llenarse del Bien, pero ¿qué ocurre con el ser humano?,
¿qué es para Plotino este peculiar ser en medio de
todas estas cadenas de descensos y ascensos? ¿Qué
puesto ocupa entre el Alma del Mundo y el mundo
material? ¿Cuál es su naturaleza?
85
En. VI, 4, 8.
En. VI, 4, 9.
87 En. VI, 4, 9.
86
J. ANTÚNEZ
58
El hombre
Frente al todo material animado por el alma
del mundo aparece en lugar privilegiado el ser humano, con su alma individual, cada uno con su alma,
como si cada hombre fuese un todo tan sólo comparable en dignidad al conjunto del universo material.
Cada individuo del Cosmos tiene su idea individual no
universalizable. Cada persona es un todo único irreducible.
Las razones o almas individuales en el Alma
son tantas como individuos88. La individuación no es
cuestión de materia y cuestión de deficiencia, Plotino
no se plantea el problema del intelecto agente universal que parece absorber la individualidad tras la muerte corpórea, pues, siendo consecuente con su pensamiento, si cada individuo tiene su razón, su alma individual fundada en el Alma, en consecuencia, también
en el Nou/j están las ideas de estas razones89. Es decir,
el alma espiritual individual está fundada en el nivel
más hondo de lo real, no se necesita más explicación90;
expresado desde Platón podríamos decir que la idea
general de hombre contiene real e individualmente la
idea de Sócrates, de Alfonso, de Juan Pedro y de cada
ser humano, las ideas reales son de individuos. Por
eso en su mística sólo hay unidad como vivencia subjetiva de la unión, nunca identidad metafísica91.
88
En. V, 7, 1-3.
Este tema enlaza con la crítica a las nociones de potencia pasiva y la noción de esencia y diferencia específica del último Aristóteles. Plotino se decanta por la potencia como dinamismo, como riqueza de la forma que incluye el coming-to-be en una individualidad
absoluta. Cf. M. F. Wagner, “Plotinus on the Nature of physical reality”, en The Cambridge companion to Plotinus, pp. 156-158.
90 Cf. Gerson, Plotinus, p. 63.
91 Es sumamente coherente con su metafísica para la que la
89
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
59
Además todo hombre, cada uno, es igual en
dignidad y está llamado a la unión con el Uno; esta
visión universalista le llevó a rechazar el elitismo del
gnosticismo, pues toda alma es hija del Padre.
Las almas humanas «aspiran también a aunarse siguiendo su propia esencia. Y así, tienen al Uno a
ambos lados: es su principio y su fin, puesto que el
alma parte del Uno y aspira al Uno»92.
El hombre tiene como tarea asemejarse a Dios
por mediación del Nou/j «porque también la inteligencia
es parte de nosotros, y hacia ella tratamos de remontarnos»93.
La composición metafísica del hombre es
sumamente compleja, hasta el punto que Plotino
designa al hombre como un nosotros94 debido a su
multiplicidad constitutiva: el cuerpo, la sensibilidad,
el razonamiento y la contemplación.
El cuerpo como parte de la naturaleza material
está informado por ésta y además está sostenido por
su alma individual, forma caída. Plotino se ve obligado a sostener un doble morfismo. El cuerpo considerado en sí mismo es logoi reflejo del Uno, pero bestial,
al que se añade metafísicamente el alma superior
caída que en un plus de su potencia genera la potencia o alma sensible95. No hay contacto directo entre el
individualidad sustancial no es mera apariencia. Sólo se puede
sostener la dignidad del individuo si se sostiene su procesión desde
Dios y la trascendencia y con una fuerte afirmación de ésta, si no
al final se disuelve en la totalidad del mundo material y lógico.
92 En. VI 2, 11 y cf. II, 16, 9.
93 En. I, 1, 13, 911 y cf. En. II, 9, 9.
94 El a.utoj se encuentra dentro de un h`mei/j. Cf. En. I, 1, 7,
siempre con prioridad de la dimensión más elevada: «pero nosotros
somos lo ulterior y presidimos desde arriba al animal», 17-18.
95 Cf. En. IV, 4, 20. No es el simple cuerpo + alma aristotélico, el cuerpo animal que gobierna el alma superior del hombre
es ya en sí mismo un cuerpo específico al que además insufla una
60
J. ANTÚNEZ
alma y el compuesto sensible que constituye el cuerpo, el alma genera de su potencia lo necesario para su
información y gobierno, el alma sensible es huella de
la idea96. Aunque el cuerpo sea negativo en relación al
alma la concepción de Plotino es inversa a la de
Platón: el alma no está encarcelada en un cuerpo,
sino que metafísicamente, por la caída, el cuerpo está
en el alma, es proyección de ésta. Aquí se abre una
veta filosófica muy interesante pero que no es el
momento de seguir97.
El hombre es una realidad intermedia, un
entre cuerpo informado y alma, es un «To, suna,mfw»98
cuyo auténtico yo es el alma: «a;nqrwpoj h` a,nqrw,pou
yuch,»99. El alma posee intelectivamente al Nou/j y a
Dios100.
En cuanto al origen de la caída del alma
Plotino se debate en un doble plano, siempre conservando la valoración negativa platónica, de caída del
alma en el cuerpo, aunque éste sea algo positivo y
natural. La caída puede ser constitutiva ontológicamente del ser humano o deberse a un pecado original
histórico que causa que el alma humana se olvide de
sí misma proyectándose en el cuerpo, de modo análogo a como el alma del mundo produce la materia en la
medida en que no contempla el Uno. En consecuencia
la vida encarnada es un mal y el bien absoluto solaimagen de sí misma.
96 Gerson intenta unificar el alma humana reuniendo las
almas de Plotino como dimensiones de un mismo alma; es otra
explicación plausible. Cf. Gerson, Plotinus, pp. 140-141.
97 Ser hombre o ser mujer no es asunto de genes, estos
expresan algo mucho más profundo.
98 Cf. En. VI, 4, 14, 29.
99 Cf. En. I, 1, 10.
100 Cf. En. I, 1, 8.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
61
mente resulta alcanzable mediante la muerte101; lo
cuál no es óbice para que cada alma pueda caer
varias veces102. El cuerpo no hace mala al alma pero
es su alejamiento del Uno y el que posibilita que
pueda vivir de espaldas al Uno, bestialmente, mal103.
De la fundación de la ascesis en este aspecto
negativo, aunque siempre relativo104, de la corporeidad, resulta evidente que la ascesis sea en primer
lugar dominio del cuerpo105, imprescindible para
ascender desde esa frontera con la nada que es la
materia.
La relatividad del aspecto negativo del cuerpo
es perceptible en el valor positivo que Plotino concede
a la música y al amor esponsal, pues es el único que
permite vivir la reminiscencia del Bien por ser conforme a la naturaleza. Rechaza así la homosexualidad a
la vez con fortaleza y finura respecto a Platón106. El
101
Cf. En. I, 7, 1, 7.
El cuerpo queda así relativizado respecto al verdadero yo,
sin embargo, esto no implica su desprecio, quizás sí el de Porfirio,
mucho menos una vivencia patológica de la corporeidad y la ascesis. Cf. St. R . L. Clark, “Plotinus. Body and soul”, en The Cambridge companion to Plotinus, pp. 275-291.
103 Esta ambigüedad no resuelta del todo por Plotino ha sido
muy bien estudiada por D. O’Brien, “Plotinus on matter and evil”,
en The Cambridge companion to Plotinus, pp. 171-195.
104 Recuérdese el mimo con que envía a Porfirio a reponerse
al campo de su depresión, alguien que no valora el cuerpo no
actúa así.
105 Porfirio en cambio acentúa que el mal está en la misma
alma y que la ascesis es dominio de la razón y la voluntad.
106 Resulta muy interesante toda la relectura del Banquete y
el Fedro que desarrolla en Sobre el amor (En. III, 5). Mientras que
para Platón es imprescindible el amor en un bello cuerpo, casi
exclusivamente homosexual, para que el filósofo se eleve hasta el
amor trascendente, para Plotino ésta es sólo una de las vías, innecesaria para el filósofo y además rechaza la homosexualidad.
Plotino afirma: «los que quieren engendrar de forma ilegítima y
antinatural, comienzan adoptando el curso natural; mas luego,
desviándose de él cual deslizándose fuera del camino, sucumben y
102
62
J. ANTÚNEZ
amor humano esponsal es bueno y camino del Bien,
pero es sólo un punto de partida, pues: «los más excelentes son castos»107.
La sensación es actuación de la forma del cuerpo, es pathos del cuerpo que le permite contemplar vestigios de lo inteligible al ser iluminada por el alma superior de cuya potencia sobreabundante es generada.
El alma es libre con una libertad radical que se
realiza en la volición del bien. En querer el Bien consiste la felicidad, por eso, muy ascéticamente, es posible ser feliz aún en el potro del tormento. La causa es
que, a pesar de la caída, hay en el alma algo que no
se ha precipitado y que permanece en el mundo inteligible108. Esto le permite estar en contacto con el Nou/j
y participar de su inteligencia y abrirse al Uno109.
Así se muestran los tres estados del hombre, el
hombre noético o en estado puro en comunión y sin
caer en el cuerpo, el alma u hombre interior y el hombre terreno110.
yacen postrados sin conocer ni la meta a la que les condujera el
amor, ni el instinto de procreación, ni la función de la imagen de
la belleza ni la naturaleza de la Belleza en sí», En. III, 5, 51-56. Si
aman al mismo sexo es porque andan descaminados. En el
ambiente de la Academia de Plotino había mujeres, impensable
con Platón. Cf. Hadot, Plotin ou la simplicité du regard, pp. 84-86.
Porfirio relata cómo cuando un alumno defendía leyendo el
Banquete que la homosexualidad con el maestro era necesaria le
sentó tan mal que ni se dignó perder el tiempo en refutarle encomendándole a él esta tarea, cf. Porfirio, Vida de Plotino, 15, 6-17.
107 En. III, 5, 58-59. El mismo Plotino vivió la castidad.
Según Plotino caben dos tipos de castidad, la que se contenta con
contemplar la imagen de la belleza y la que se eleva por reminiscencia al Bien en sí a través de la Belleza del Intelecto.
108 Cf. En. IV, 8, 8.
109 Cf. En. I, 1, 8 y 13.
110 Estos tres estados se corresponden con las potencias o
partes del alma: el alma contemplativa, el alma discursiva y la percepción. Nosotros estamos en el medio y somos capaces de tender
hacia arriba o seguir el bajo camino de la sensibilidad. Cf. Gatti,
Plotino e la metafisica, pp. 136-141.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
63
El camino para alcanzar esta dicha es múltiple
según el yo que domine en el hombre: virtud, Eros y
dialéctica111, todas estas vías contribuyen a hacer
posible la apertura a la unión mística; todo este
ascenso está marcado por la unidad entre filosofía y
moral vivida.
Pero si bien este volver al Uno-Bien tiene toda
la seducción del éxtasis hiperracional en el que si está
el Uno tú te marchas, el camino es portador de la
semilla de un atroz individualismo que aspira a eliminar radicalmente la alteridad para huir en solitario
hacia el Único y, de modo paradójico, sin dejar de ser
nosotros mismos metafísicamente, perder la conciencia de la particularidad para fundirnos en el Uno, germen que choca con la preocupación práctica filantrópica de Plotino, ¿es el otro mero objeto de ascesis?
Es el camino de hacerse connatural con el verdadero yo haciendo vida la filosofía, pues sólo lo
semejante conoce a lo semejante112. Hay que meterse
en el centro del alma humana pues en él encontramos
el lugar de relación con el Uno113. La unión con él es
conquista y don, y en esta vida la unión no dura, porque está sometida a la fugacidad del instante, al tiempo de lo material.
Se trata de ser lo que somos a través de la
experiencia interior para transformarnos en Intelecto,
volvernos Nou/j114. Un primer grado de este camino es
la autoconciencia en la totalidad, para poco a poco ver
111 Cf. En. I, 1, 1-3, 10. Hadot une estas tres vías a los
tipos del hombre como el inspirado por las musas, el amante y el
filósofo. La música y el arte son el camino de ascenso inicial desde
lo material a través de la belleza de la armonía. En este punto
Plotino se muestra mucho más fino que Platón. Cf. Hadot, Plotin
ou la simplicité, p. 83.
112 Cf. En. IV, 7, 10.
113 Cf. En. VI, 9, 8.
114 Cf. En. V, 3, 4, 10.
J. ANTÚNEZ
64
al Nou/j como nuestro propio yo115, y finalmente, superando la conciencia del yo individual rebasar la experiencia de uni-totalidad y descubrir la Unidad absoluta y primera, el Uno. Aquí acaba la filosofía, incluso la
filosofía negativa de decir lo que no es o lo que somos
nosotros respecto del Uno.
En este umbral el yo deja de ser yo pero paradójicamente encuentra en este momento extático de
introversión la propia plenitud que Plotino sólo puede
describir subjetivamente y sin pretensiones, pero que
es precisamente aquello a lo que por naturaleza está
llamado cada individuo, la máxima participación y
comunión en el Bien.
Conclusión
Ha llegado el momento de recapitular los frutos de este nuestro diálogo intersecular con Plotino a
propósito de la naturaleza. El camino una vez pisado
ha resultado sorprendente. Como quien contempla
las fotos de un viaje voy a enumerar someramente
algunos de los momentos.
I. La naturaleza material
«Mi razonamiento no se dirige a éstos, sino a quienes admiten una naturaleza distinta de los cuerpos, esto es, a quienes se remontan al alma»116.
Comienzo con la naturaleza del mundo físico, la
última frontera del alma, con la que este mundo material recibe su realidad del Bien y que es la vía para volver a casa y encontrar la plenitud. Subrayo tres recuerdos.
115
116
Cf. En. V, 8, 10, 40.
En. VI, 9, 5, 4-6.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
65
1. La visión plotiniana de la naturaleza física,
de nuestro cosmos, muestra un intento serio de
valorar positivamente el mundo material, de librarlo
de la visión negativa del dualismo platónico. Si bien
no creo que alcance el éxito de modo absoluto, sí que
me permite la siguiente observación: Plotino desde el
Uno y para salvaguardar al Uno en su unidad y unicidad valora positivamente la materia, creo que la proposición inversa es cierta y muy sugerente: sólo se
puede valorar este mundo material en su plenitud si
se apoya en su origen. Para Plotino el mundo material
es rico y su riqueza refleja la fuente última de su realidad. Si se desliga la realidad carnal de Dios la sombra de la negatividad se agiganta y si se quiere afirmar
a Dios es necesario afirmar el valor positivo de la
materia.
2. El Mundo está dotado de interna inteligibilidad y racionalidad, lo que Plotino afirma diciendo
que el mundo tiene alma, o como traduce Gadamer:
es pensamiento silencioso. Gana así para la razón y
para el hombre la posibilidad de acercarse al mundo
para conocerlo, estudiarlo y amarlo, y conducirlo
hacia su plenitud. Superando la cosmogonía demiúrgica abre un ancho horizonte para el desarrollo científico y la investigación de las causas.
3. Este saber científico del mundo remite
necesariamente a la reflexión metafísica, exige un
salto de nivel racional que a la vez que es pedido
desde la racionalidad del mundo es el único que posibilita la liberación del pensamiento mágico. Este
camino señala hacia Dios, hacia el Uno. ¿Qué diría
Plotino de la relación entre ciencia, filosofía y Dios?
¿No está superando y salvando la razón ilustrada?
J. ANTÚNEZ
66
II. Las naturalezas metafísicas o hipóstasis
«La comprensión de aquél no se logra ni
por ciencia ni por intuición, como los
demás inteligibles sino por una presencia
superior a la ciencia»117.
La naturaleza del mundo remite a su fundación en las tres hipóstasis, a la metafísica, y desde ahí
se comprende la naturaleza del hombre. He aquí algunas de las reflexiones principales sobre la persona:
1. La corporalidad del hombre es un valor en
sí mismo reflejo del Bien y la belleza, tiene su dinámica realizadora conforme a su propia realidad y desde
ahí el amor humano, heterosexual y generativo, es
camino de plenitud. El celibato no niega este valor
sino que señala la misma meta por lo que se podría
denominar un atajo. No obstante sigue en pié la
misma ambigüedad axiológica que domina la materia.
2. Cada ser humano, con su alma individual,
es un absoluto inconmensurable con el todo del cosmos. Este absoluto se diluye sin su remitir a Dios,
presente, fundante y trascendente por participación118. Dios y el hombre están en el mismo barco.
3. El hombre interior es esencial, sólo quien
cuida su yo interior está en camino de plenitud.
Recuperar esta dimensión no creo que esté lejos de
las necesidades de nuestra sociedad. La racionalidad
de la persona pide el cultivo de la dimensión interior.
Eso sí, tendríamos que hablar mucho sobre el individualismo inserto en la concepción plotiniana.
4. En la misma naturaleza humana, en su
alma espiritual, hay un remitir capaz de poseer, como
don, a Dios mismo. El hombre para desarrollar plena117
118
En. VI, 9, 4, 1-3.
Cf. En. VI, 4-5.
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
67
mente su realidad está llamado a comulgar con Dios.
Esta dimensión lejos de ser elitista es universal. Del
mismo modo que la racionalidad del mundo remite a la
metafísica, la naturaleza del hombre remite a vivir contemplativamente con Dios. La estructura de la persona
muestra una apertura a la trascendencia claramente
formalizada hacia el Uno-Bien. A esta dimensión se
subordinan las demás. La vida científico-positiva,
racionalista, no basta. El hombre es más que un racional. Contemplar al uno es un acto incomunicable y
vital, y simultáneamente esta vivencia mística es vocación universal y lo más humano que hay en nosotros.
5. En la naturaleza del hombre: corpórea,
racional y contemplativa se funda una vida ética: la
persona es amor de Dios. Llegado el momento hay que
sobrevolar la ciencia, reducirse a lo uno, subir a la
cima sin llevar nada que nos separe de él, hacernos
semejantes.
6. Aspectos críticos. Ya he señalado dos:
ambigüedad del cuerpo e individualismo, es evidente
que Plotino pierde el interés sociopolítico de Platón
por la justicia. Pero creo que el fundamental, visto
desde un creyente, es que la salvación, la donación de
unidad interior es eso: donación, no mera conquista
del yo, y aunque Plotino llega muy lejos no salva; eso
sí, señala muy bien donde está la entrada. Lástima
que la dinámica de trascendencia del Uno no sea
compatible con la dinámica de encarnación.
III. Teología, más allá de la naturaleza.
«Y al danzar esta danza, uno ve la Fuente
de la Vida, la Fuente de la Inteligencia, el
Principio del Ser, la Causa del bien, la
Raíz del alma»119.
119
En. VI, 9, 9, 1-3.
J. ANTÚNEZ
68
Tanto la naturaleza del mundo como la de la
persona y su remitir racionalmente a la metafísica
abren las puertas al descubrimiento del Uno fontanal.
Se ha dicho de Plotino que: «Parte de una visión religiosa del problema metafísico»120, ¿es que son deslindables? He aquí las últimas fotografías.
1. La razón que hace ciencia y metafísica
dibuja la apertura al uno fundante, reconociendo su
realidad pero acallando su palabra, pues se descubre
como indecible. Aparece el Uno causa universal que
nada supone mientras que todos suponen al Uno.
Nuestro teólogo de inspiración platónica encuentra al
Uno cuyo poder es Bien y es mucho más que cualquier dios121. Plotino muestra que si la ciencia es
ciencia esbozará una necesidad de metafísica y ésta a
su vez, si lo es realmente, una necesidad de teología.
2. Esto vale, es cierto, pero la racionalidad
logificante de su ciencia y su metafísica impiden un
desarrollo más pleno de su teología, casi encerrándola en el silencio, ahora bien, abre la persona a la escucha del Descubierto.
3. El Dios de Plotino, cierto, es Padre; pero es
un padre sin amor, sin conocimiento de sus criaturas,
como un padre a la fuerza y aislado del que nosotros
necesitamos y que nos deja en manos de encargados
segundos.
4. Una revelación con contenidos racionales,
resulta un imposible dentro del esquema plotiniano,
hay encuentro vivido pero no expresión del encuentro.
La verdad que él descubre necesita el complemento de
un lo,goj humano no racionalista.
Creo que estos son algunos de los interrogantes que Plotino agudamente se plantea y que son tan
120
R. Gambra, Historia sencilla de la filosofía, Rialp,
p. 91.
121 Cf. Gilson, El ser y los filósofos, pp. 48-49.
Madrid,
252001,
LA NATURALEZA SEGÚN PLOTINO
69
suyos como nuestros. Las cuestiones límite del hombre están ahí, basta cambiar la terminología: ciencia,
razón, fe, razonabilidad, mundo, ley, moral, etc., para
que conserven su actualidad.
Hemos acompañado a Plotino, más que un
neoplatónico el sintetizador de toda la filosofía grecoromana, en el descenso metafísico desde el Uno-Bien
trascendente hasta la naturaleza y el hombre; y he
indicado cómo éste está llamado al retorno al Bien en
el que encuentra la plenitud. Los tres niveles metafísicos: Uno, Nou/j y Alma, están presentes en cualquier
momento de la reflexión. Dios mismo y los principios
ontológicos por los que de él procedemos y a él nos
elevamos, se hacen presentes por la sinopsis de la
intuición plotiniana. Cerrado el bucle podemos comprender cómo la iluminación de Plotino, tan al gusto
de san Agustín, consiste en considerare universitatem, porque lo verdadero es el todo y sólo en el todo
se halla la verdad de la parte. La naturaleza y el hombre no pueden considerarse aislados, su inteligibilidad plena exige incluir esencial e ineludiblemente,
además, la consideración de Dios.