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La épica y la tragedia entre los epigramas de Marcial

2019

MÁSTER UNIVERSITARIO EN FILOLOGÍA Y TRADICIÓN CLÁSICAS LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL ANDRÉS GUTIÉRREZ TEMIÑO [email protected] [email protected] Tutora: DR. MARÍA DEL CARMEN HOCES SÁNCHEZ [email protected] TRABAJO DE FIN DE MÁSTER CURSO 2018-19 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL DECLARACIÓN DE AUTORÍA Y ORIGINALIDAD DEL TRABAJO FIN DE MÁSTER Considerando que la presentación de un trabajo hecho por otra persona o la copia de textos, fotos y gráficas sin citar su procedencia se considera plagio, el abajo firmante D. Andrés Gutiérrez Temiño con DNI 13173390 W, que presenta el Trabajo Fin de Máster con el título: “La épica y la tragedia entre los epigramas de Marcial”, declara la autoría y asume la originalidad de este trabajo, donde se han utilizado distintas fuentes que han sido todas citadas debidamente en la memoria. Y para que así conste firmo el presente documento en Granada a 17/06/2019. El autor: 1 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Il miglior fabbro Siempre lo dije y fui –creo– sincero: Unamuno el primero y después Blas de Otero. A lo hecho, pecho. Apelo ahora al derecho de cambiar de canal: tú eras el más grande, Marcial. JON JUARISTI 2 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL ÍNDICE 1. PREMISA ................................................................................................................................ 4 2. EL EPIGRAMA SUBE A LOS CIELOS ......................................................................................... 5 3. MALOS TIEMPOS PARA LOS MITOS ...................................................................................... 15 a) Apophoreta 1 ................................................................................................................... 15 b) I 107 ................................................................................................................................ 18 c) IV 49................................................................................................................................ 20 d) V 53 ................................................................................................................................. 22 e) VIII 3 ............................................................................................................................... 24 f) VIII 55 ............................................................................................................................. 26 g) IX 50................................................................................................................................ 28 h) X 4 ................................................................................................................................... 30 i) X 35 ................................................................................................................................. 34 j) XI 90................................................................................................................................ 36 4. RECAPITULACIONES ............................................................................................................ 38 5. BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................... 41 6. a) TEXTOS ............................................................................................................................ 41 b) ESTUDIOS......................................................................................................................... 42 ANEXO ................................................................................................................................. 45 TRADUCCIONES DE LOS EPIGRAMAS COMENTADOS ................................................................ 45 a) Apophoreta 1: al lector, en las Saturnales ................................................................... 45 b) I 107: a Lucio Julio, la causa de los epigramas ........................................................... 45 c) IV 49: a Flaco, los epigramas no son tonterías............................................................ 46 d) V 53: a Baso, poeta altisonante ................................................................................... 46 e) VIII 3: a la musa, que anima a Marcial a seguir componiendo ................................... 46 f) VIII 55: a Flaco, por qué se necesita un mecenas ....................................................... 47 g) IX 50: a Gauro, poeta “magnífico” ............................................................................. 48 h) X 4: al lector, el epigrama es la vida ........................................................................... 48 i) X 35: sobre Sulpicia, que habla de lo importante........................................................ 48 j) XI 90: a Créstilo, de la vieja escuela ........................................................................... 49 3 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL 1. PREMISA El propósito del presente trabajo es el estudio de la visión de la poesía elevada, tragedia y épica, que proyecta el poeta latino Marco Valerio Marcial a través del desarrollo de varios de sus epigramas. Lo justifica la curiosidad y el diferente enfoque con el que puede mirar un autor de un género “menor”, en este caso el epigrama, donde el filtro para hablar de la realidad es mucho más cristalino, sin tantos tapujos o trabas. Se abordará un análisis apoyado en los poemas programáticos de Marcial que hablan sobre la poesía elevada y su nutriente, la mitología, y en la visión que tiene un escritor de poesía “baja” de sus rivales literarios y de patronos, centrándonos en Apophoreta 1, I 107, IV 49, V 53, VIII 3, VIII 55, IX 50, X 4, X 35 y XI 90, siendo conscientes, no obstante, de que hay otros muchos epigramas que tratan sobre este tema. Por cuestión de espacio se estudiarán estos y solo mencionaremos los demás. No deja de sorprender la actitud de Marcial frente a estos géneros elevados y su posición frente a los mitos. Marcial, el tunante lenguaraz y conceptista (López 2017: 406), no se calla ni hablando de dioses. El teatro grecorromano, con su división de tragedia y comedia, era uno de los mayores pasatiempos en la antigüedad. Muchos son los estudios realizados a este propósito y los que se decantaron por el teatro desde dentro, es decir, a partir de los eruditos y dramaturgos. La visión popular del espectáculo ha sido poco nombrada a pesar de que tenemos infinitos testimonios. El poeta latino Marco Valerio Marcial muestra en sus epigramas una razón humanista y realista de los escenarios. Por su parte, la poesía épica fue cantada desde el principio de la literatura y su popularidad no decayó entre los “entendidos” de las letras: tanto ricos personajes como pobres invitados gozaban de escuchar varios versos o libros en banquetes o en la calle. Incluso era tónica general que supieran de memoria párrafos, para regocijo propio en situaciones dadas para dichos parlamentos. Contra este tipo de poesía, Marcial nos enseña cuánta pedantería y vacuidad había en cada esquina donde se recitaba épica. Bien es sabido que los géneros trágico y épico no son del agrado de Marcial, y así lo desarrolla a lo largo de su obra epigramática. Una razón de peso puede ser realzar el género del epigrama, que empieza a estar en auge con el bilbilitano, y destacar a la par que la tragedia y la épica, tan en boga en el siglo I d. C.; otra, el hecho de que coloca a los dioses y héroes demasiado cerca del pueblo, alejándose de la realidad y de la vida cotidiana: de lo importante. El héroe del epigrama es el hombre de carne y hueso. 4 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL 2. EL EPIGRAMA SUBE A LOS CIELOS Marco Valerio Marcial se ganó la vida en la urbe como cliente de diversos patronos1, una vida sencilla y sin pretensiones que le permitía escribir libros de epigramas. Ser cliente implicaba convivir con otros poetas para ganarse la benevolencia de su patrono. De aquí sus ataques a Publio Papinio Estacio2, por ejemplo, que componía obras épicas de gran extensión, y con quien rivalizaba. La poesía de Marcial, en cambio, pretendía ser sencilla y humana, natural y humilde, pero con una gran complejidad. Hace al epigrama definir y realizar el espíritu de la época: su poesía es Roma, tanto la propia urbe como Roma concepto y sueño; no solo representa la ciudad, la crea (Rimell 2008: 7-9), llena de detalles exactos y precisos de la vida cotidiana. En los orígenes griegos, la palabra “epigrama” significaba “inscripción sobre” y se utilizaba para grabar sobre objetos y monumentos informando a quién pertenecían o a quién iban dedicados; también se llamaban “epigramas” las composiciones de carácter votivo o funerario, en las que se encuentran consideraciones ético-políticas en relación con el valor militar de los difuntos, o bien apreciaciones estéticas relativas al monumento funerario (Estefanía 1996: 13). Es un género literario que por su naturaleza estaba destinado a ser antologizado (Cameron 1993: 4). Los epigramas retratan de modo rápido e interesante un pensamiento satírico y siempre ingenioso. Suelen constar de dos partes: la primera donde llama la atención del lector, y la segunda donde satisface esta curiosidad originada. Se caracterizan por la simplicitas, la realitas, la breuitas, la obscenidad y el peculiar point (Adams 1975: 10), que parece crecer en importancia con Catulo hasta convertirse en una característica destacada con Marcial y suelen llegar al desenlace en una línea o menos, de forma corta y clara, con efecto de sorpresa, sarcasmo, ridiculez, sátira, ironía. Es decir, su caracterización: la brevedad y el componente de juego, su función “carnavalesca” que da lugar a las Saturnales en su atmósfera de fiesta, es contraria a la desmedida y austera épica (cf. IV 49). Del mismo modo, el epigrama hace un llamamiento a la decencia en el ámbito sexual, distinguiendo claramente al poeta de sus versos; se opone a la épica en que es 1 Como Eliano, Lucio Domicio Apolinar, Faustino, Instante Rufo, Gallo Julio Próculo, Licinio Sura, Marcela, Marco Atelio Mélior, Marco Aquilino Régulo, Lucio Arruncio Estela, Lucio Estertino Avito, Terencio Prisco (Moreno Soldevila 2005: 286-327). Dos de ellos, Estela y Mélior, fueron también patronos de su rival Estacio. 2 Nació en Nápoles en el año 45, aproximadamente, y murió en Roma en el 96. También cultivó la poesía de ocasión y convival. 5 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL una imagen de la vida misma, tachando la mitología como extranjera; reclama, por último, una pizca de mordacidad y agresividad que no ataque a las personas (parcere personis, dicere de uitiis, X 33, 10) (Wolff 2008: 38-39). Con todo, el género del epigrama no estaba bien definido, pero Marcial nunca tuvo necesidad de diferenciarlo de otros géneros y, así, el bilbilitano es el primer epigramista, tanto por titular a su obra Epigramas como por imponer sus cánones al género (Guillén 2004: 22). En todo caso, el género del epigrama está tan bien establecido por él mismo, que puede lanzar su carrera como epigramático y limitarse a ello, algo de lo que solo son capaces los escritores clásicos. Anteriormente, los epigramistas griegos, como Leónidas de Tarento, Calímaco Asclepíades de Samos, Posidipo de Pela o Meleagro de Gádara, se atenían a una poética irreal, sus imágenes hablaban más al espíritu que al sentido; Marcial, en cambio, es más mordiente y más realista, sus tipos revelan la precisión de una mirada dirigida curiosamente sobre los diversos aspectos de la vida (Laurens 1965: 335-336). Se ve claramente la característica de la poesía de Marcial: el realismo frente al idealismo de sus modelos. Bebe de fuentes griegas y latinas (idealistas en principio), pero las adapta a sus necesidades y a sus intenciones realistas. Lo que subyace en el fondo de las composiciones es una acción, una faceta humana concreta: en definitiva, el hombre (Picón García 2004: 191-193), algo que conoce más de cerca que a los dioses. El relato sobre reyes, héroes y dioses debía conllevar solemnidad y grandiosidad, en cambio, el quehacer cotidiano adopta una caracterización grotesca, desinhibida y erótica; esta era la primera línea divisoria entre la épica y la tragedia, por una parte, y la comedia, la sátira y el epigrama, por otra (Vallejo Moreu 2008: 271). La ampulosidad de las palabras que se utilizan en los géneros elevados para denotar a un rey, por ejemplo, conllevan vacío y repetición, mientras que el día a día se caracteriza de forma lasciva y con ludificación. Marcial elige el epigrama, un género en aquel entonces menor, lo que implica crear manifiestos poéticos que lo defiendan frente a otros géneros más en boga, como la épica y la tragedia. El epigrama es un género que es difícil de tomar en serio, pero Marcial insiste en que también tiene su trasfondo (Fitzgerald 2007: 1) tanto estético como poético y, de este modo, compone poemas programáticos, reflexionando sobre la naturaleza su poesía: la brevedad (II 1), el tono distendido (IV 8, IX 20), la función social (V 15), la inofensiva mordacidad (V 15, VI 60) y el realismo (VIII 3, X 4). Adopta el tono de modestia en muchas de estas composiciones, pero la humildad propia 6 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL de la captatio beneuolentiae se combina con un sentimiento de orgullo y satisfacción por la obra bien hecha y de éxito. Acompaña a menudo a esta reflexión una reivindicación artística: la recusatio es uno de los motivos recurrentes de la poesía menor que tampoco falta en los epigramas (IV 49, V 53, IX 50), donde se defiende una poesía más cercana y grata al lector contemporáneo frente a los grandes temas mitológicos y el estilo grandilocuente de la épica y la tragedia (Moreno Soldevila 2004: XXVIII). Del mismo modo, Marcial hace que el género epigramático no se reserve a unos pocos lectores elegidos y entendidos, sino que se dirija a un público amplio, al romano normal y corriente (VIII 3, X 3, XI 3, XII 2 –curiosa la posición de cada poema programático en cada libro: después de la dedicatoria al emperador, se dirige al público); es naturaleza misma del epigrama que se muestre como la antítesis de la épica y bien alejado también de la poesía bucólica y la poesía didáctica (Muñoz Jiménez 1994: 106-107). Por lo tanto, el epigramista es cualquier cosa menos el poeta en su torre de marfil. Hay tres epigramas que no pueden ser ignorados en una reconstrucción de la actitud con la que Marcial coloca su vocación artística dentro de la poesía de la era post augustal. Dos de ellos sirven para delinear el tipo de poeta que Marcial no quiere ser, especializándose en una controversia que invierte, en el primer caso (X 4), los contenidos de la poesía contemporánea, en el segundo (IV 49), las elecciones formales, el estilo hinchado y rimbombante con el que se intentó renovar la desgastada repetición del mito, y el poco beneficio para la construcción positiva del ideal poético de Marcial. Es, en cambio, el epigrama VIII 3 el que permite comprobar cómo, detrás de una ironía y auto ironía alternativas, parodia y auto parodia, se esconde no solo una sincera vocación poética sino también una gran seriedad de compromiso artístico (Sergi 1987: 376-377). Marcial sabe cómo atacar los géneros predominantes y elevar el carácter menor de su campo: no ataca gratuitamente. En cuanto a la métrica, se debe notar también que en el tipo de metro que utiliza Marcial en sus piezas predomina el dístico elegíaco (79%), que se mezcla con diversos tipos como el endecasílabo falecio (15%) y el coliambo o el escazonte (5%). La curiosidad es el hexámetro, que tan solo utiliza en cuatro de sus más de mil quinientos poemas (I 53, VI 64, II 73, VII 98 –los dos últimos de un solo verso–); el dístico de trímetros y dímetros yámbicos, en cuatro (I 49, III 14, IX 77, XI 59); el trímetro yámbico, en dos (VI 12, XI 77); el sotadeo, en uno (III 29); y la combinación de escazonte y dímetro yámbico, en uno (I 61) (Moreno Soldevila 2004: XXXII). Frente a 7 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL la rica variedad de versos en los epigramas, el género épico se enquista en la única vieja forma del hexámetro y se presenta como un largo carmen continuum; al contrario del epigrama, breue uiuidumque carmen3 (XII 61, 1), distinguido, pues, por la breuitas. La defensa del epigrama largo, con el cual Marcial fuerza los límites canónicos del género, intentando ampliar sus potencialidades expresivas, está representada por la reflexión teórica sobre el criterio de longitud y brevedad (II 77) y por un ingenioso monodístico (I 110) (Fusi 2009: 720). Aunque el epigrama se caracterice por la breuitas, Marcial es capaz de componer largos epigramas, atacando las grandes obras épico-trágicas, y lo manifiesta en epigramas programáticos de los primeros libros. Respecto a los personajes, se observa que los protagonistas se diferencian totalmente en los géneros elevados (héroes poderosos, audaces y valientes, dioses omnipotentes) de los géneros humildes (personajes cotidianos, el hombre normal del día a día, personajes cómicos y dignos de compasión). Del mismo modo, el tono se diferencia: frente a la musa grauis4 que inspira el género épico, se muestra la musa tenuis del epigrama, siendo la diversión su función principal, sin preocupación por crear modelos de moral y de virtud (Muñoz Jiménez 1994: 109). Según los testimonios antiguos, el epigrama constituye el último y más bajo de los géneros literarios (XII 94, 9). Marcial recibe por tanto un género que era considerado menor, inspirado por una musa pedestre – Talía5, la última de las nueve musas (VIII 3, 9)– y que recibe semejante consideración por su condición de género realista, pero también por sus reducidas dimensiones y por una larga tradición de contraposición estilística y formal frente a los géneros mayores (Citroni 1989: 313-314). El epigrama es el género más pequeño y, por lo tanto, el de menor valor; pero puede rivalizar con la poesía épica presentando una imagen precisa de la vida cotidiana en Roma, y Marcial lo afirma, a diferencia de las grandes obras de retorcidos temas mitológicos (Lorenz 2019: 521). Que sea el último género en el rango, no impide a Marcial poder elevar el epigrama a la altura de la épica y la tragedia, inculcándole su propio matiz latino, distinto al griego. Así pues, no se considera un poeta menor, ni que está cultivando obra menor; a lo largo de sus composiciones forja un programa poético de mucha coherencia, confianza y fuerza, a 3 “Un poema breve y vívido”. Cf. IX 50, frente a la pequeña estatuilla viva, se opone el gigante de barro uniforme y resquebradizo. 4 Calíope es la musa de la épica, representada con una corona dorada, guirnaldas y una trompeta; Melpómene, la musa de la tragedia, se caracteriza por su gravedad en la faz y una diadema, una máscara trágica y una túnica elegante rematada con coturnos. 5 La musa de la poesía ligera y de la comedia es detallada como risueña y burlona, con una máscara cómica y una corona de hiedra. Marcial defiende a lo largo de sus composiciones que es la musa que le acompaña: IV 8, 23, VII 17, 46, VIII 73, IX 26, 73, X 20, XII 94. 8 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL pesar de escribir nugae y ioci6, con la reivindicación del epigrama y de la poesía humana. Casi todos los autores hablan de la inmortalidad de su obra literaria y su propia fama, y la atribuyen a su musa, a cualquier dios o a su propio genio creador. Tan solo Ennio y Virgilio, eco del anterior, conceden algo de importancia al receptor de la obra; Marcial, sin embargo, coloca al lector en el lugar de su musa (Galán Rodríguez 1994: 141). Sí es cierto que no elimina a la musa pedestre del todo, pero la conjunción de musa y lector constituye una pareja importante a la hora de la creación y de la inspiración en el juego literario. El término lector aparece muy frecuente en los poemas de Marcial, como algo propio, un “tú”, la persona destinataria del diálogo, de carne y hueso que todavía nos toca hoy en día y con el que todavía nos sentimos identificados en muchos epigramas. Muchos epigramas son un juego de pregunta-respuesta con sus interlocutores, los engaña, se burla de ellos o, en cambio, los elogia (Galán Rodríguez 1994: 134), y lo puede hacer porque su poesía es humana (hominem pagina nostra sapit, X 4, 10). Da al lector un papel fundamental: “tú, lector, acorta de aquí si te parece mucho, sáltate los epigramas largos o lascivos, incluso en Xenia y Apophoreta lee solo los títulos, pasa de largo si algo no te gusta…”7. No les impone empezar y acabar por un orden. Su obra entera es una provocación, un desafío, una burla completa y sus epigramas crean una y otra vez en el público expectativas que son frustradas en los versos finales del point. Que la provocación tenga éxito o, por el contrario, desaparezca y caiga en el olvido, es algo que no puede atribuirse únicamente al autor. Se necesita un “tú”, un lector, un auditor, y así, el epigramista hace de su procedimiento el tema de un dialogo intercalado con un lector ficticio (Galán Rodríguez 1994: 138). Marcial es capaz de inventarse un lector que acepta el epigrama como algo más que poesía marginal (Sullivan 1991: 63); es de gran importancia el trato del “tú, lector, que me haces caso”, de esta manera se acerca la poesía al gran público medio, culto y no tan culto. En sus epigramas es motivo recurrente llamar la atención al lector, hacerle cómplice y partícipe: se dirige a él justificándose de su poética. El lector no es un mero receptor de la obra, sino que es un elemento activo indispensable para la misma (Beltrán 2005: 204). Adopta una postura 6 El propio Marcial sí puede decir que compone nugae y ioci, con un claro tono de modestia; pero si alguien le reprocha que solo hace nugae y ioci, Marcial se lo toma como insulto, porque no es solo eso (IV 49). 7 Vid. II 77, contra las obras literarias demasiado largas; en XIV 2 se dirige al lector para que, sin reparo, acorte más aún sus breves epigramas. 9 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL desaliñada e informal cuando se dirige a sus lectores, sin importancia a priori, pero con un fuerte significado latente contra la poesía elevada tradicionalista, pues estos géneros dejan de lado al lector en pos de los dioses y héroes. En la Edad de Plata la pérdida del mecenazgo de la cultura hace al autor abrirse y dirigir su poesía hacia un público amplio. Se masifica la cultura en una metrópoli cosmopolita y aburguesada, lo que explicaría que Marcial no rompa con la tradición aristocrática, sino que con su pretensión de elevar el epigrama en el canon de los géneros poéticos lo que está haciendo en realidad sería asumir este mismo código cultural (D’Elia 1981: 651). El autor no tiene que dedicar obligatoriamente ya los poemas a su patrono o promotor, sino que vocifera al pueblo para que le reconozca su mérito, aunque sí hay epigramas laudatorios y dedicados a patronos y al emperador. Marcial nos revela la vida cotidiana (banquetes, regalos, fiestas, etc.) que, cultivada por la aristocracia romana culta desde el siglo II a. C., se había difundido hasta alcanzar las capas medio-bajas de la sociedad. El público es el juez que determina la producción artística de Marcial, ya que para satisfacer su gusto compone una poesía de entretenimiento aunque no banal, de calidad literaria notable mas no inaccesible, y, sobre todo, que ofrece una visión divertida, aunque no conformista, de la vida real (Citroni 1990: 88). Pero el caso es que los epigramas ni son tan populares ni tan accesibles en su entendimiento como se pueda pensar a poco que se pare en que las alusiones literarias y de civilización que incorpora de manera habitual requieren de un lector con un nivel elevado de formación. Así pues, Marcial aspira también a un público más selecto y culto, no en todas sus composiciones, pero sí en una parte de su poesía epigramática que desea que sea equiparada a la de los grandes autores y, sobre todo, que supera la poesía seria contemporánea (IV 49): su obra no es una concatenación de epigramas sin sentido, el poeta muestra engranaje complicado con una gran intertextualidad, pues el lector medio es el intelectual de clase alta que tiene otium para poder leer libros sin problemas y que conoce tan bien la literatura griega contemporánea y pasada como el canon literario latino (Virgilio, Catulo, Ovidio, Propercio, etc.) (Sapsford 2012: 228). No es extraño, pues, que, consciente de su valía, el bilbilitano busque un puesto de honor entre los clásicos de la poesía más elevada en las bibliotecas de sus protectores como Julio Marcial y Estertinio Avito. En este sentido, cuando Marcial alude a sus referentes literarios, en realidad nos está indicando que se considera comparable a ellos en la fama alcanzada dentro del género por él cultivado (Gómez 10 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Pallarés 1995: 77-81), y exige la misma fama dentro de su campo y de la literatura del siglo I d. C. Con la figura tan reseñable del lector, Marcial sabe adoptar el gusto de su público y descubre la dualidad reinante: se elogia a viva voz los géneros de inspiración mitológica, la poesía elevada, mientras, se relega la poesía humana, géneros menores, a la privacidad del hogar (IV 49). Marcial subvierte el gusto de su época y la crítica: no a todo el mundo le gusta la poesía predominante. Marcial toma la figura del maestro, y le reprocha el promover y perpetuar una literatura epigonal, negando la cabida en la escuela a formas más vitales de literatura (VIII 3, 13-16), y también le reprocha la enseñanza de mitología y el lenguaje pomposo, en vez del latine loqui que él promulga (I Prol. 12). Marcial no hablaba sin conocimiento, pues pertenecía a una densa red clientelar y debía tomar parte en los salones literarios y en los círculos de sus protectores, donde se practicaba la poesía diletante (Vallejo Moreu 2008: 93-96). El poeta debía obtener la gracia de un mecenas que le permitiera tener otium para dedicarse a la escritura, por ello tuvo que atender a la exigencia de la clientela cultural como las recitaciones en los banquetes, aunque siempre mostró su desinterés por estas: su epigrama no buscaba al aristócrata del banquete, sino al gran público de clase medio-baja. Con todo, cuando el poeta reivindica que podría dedicarse a otros tipos de literatura más “elevados”, también está divirtiendo a sus lectores y a él mismo, porque elige conscientemente el género epigramático en el sentido más amplio posible del término y se dedica a él con todos los esfuerzos y tiempo que le son posibles (Gómez Pallarés 1995: 73). La clave del triunfo de Marcial es su patetismo para con los lectores: son capaces de sentir emociones con el autor. Con temas y personajes de su realidad cotidiana logra que el lector se identifique con la obra y llegue a ser capaz de hacer suyas las críticas o las alabanzas (Galán Rodríguez 1994: 142). No solo eso, sino que nosotros hoy en día, casi dos mil años después, somos capaces de sentirnos identificados con los temas que trata. Otros, como por ejemplo II 21, V 17, 29, 56, bien es cierto, han perdido significado y valor en la actualidad. Marcial quiere elevar la consideración del epigrama y por ello no ve problema en polemizar provocadoramente contra los géneros ya elevados y predominantes, la épica y la tragedia. Las referencias a ellos tienen un doble objetivo: por una parte, el rechazo y la crítica de la poesía épica contemporánea sirve como contraste de su proyecto poético que queda, así, presentado por antítesis; por otra parte, épica y tragedia 11 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL sirven como punto de referencia, esto es, marcan el nivel literario del que se parte – afirmación, con frecuencia, no exenta de falsa modestia– y que se aspira alcanzar (Beltrán 2005: 159). El ataque a estos dos géneros, de hecho, forma parte de su programática humana y se convierte en un claro blanco de sus críticas: los temas alejados de la realidad, como la mitología, y dirigidos a unos lectores sumamente cultos. Otro motivo para despreciar estos géneros es la enemistad con su contemporáneo Estacio, poeta épico, con quien rivalizaría por conseguir el favor de los patronos literarios8. Mientras Estacio trabajaba en la Tebaida9 (que se publicó en 91 o 92) y su Aquileida10, también pudo haber competido con Marcial por el favor del emperador. Pero a medida que, a fines de los 80, comenzó a escribir poemas ocasionales, la competencia se habría endurecido drásticamente. Estacio no solo ingresó en un campo que Marcial sin duda consideró suyo, sino que también se dirigió a los clientes a los que Marcial había estado cortejando durante varios años (Henriksén 2012: 218-219). Es más, pudo haber entre ellos una incompatibilidad de caracteres: Estacio es un griego nacido en Nápoles, Marcial un romano de Hispania (Wolff 2008: 18); y conociendo la latente xenofobia o fuerte romanitas que tenía el hispano para con los griegos, es entendible esta hostilidad mutua. El enfrentamiento a la tragedia y la épica llega a ser incluso cómico: las desafía y reprocha a sus autores la preferencia por describir y tratar de asuntos alejados de la realidad del personaje de a pie, y por su voluntad de perdurar en lecturas minoritarias y en el estudio en las escuelas, a la par que aboga por una literatura que le permita hablar de las cosas de los hombres, con un lenguaje y de una forma que sus contemporáneos puedan entender (Gómez Pallarés 2003: 292). Es cierto que Marcial dice que la poesía culta puede llegar a ser ingeniosa (VI 60 [61]) y llegar a tener fama, pero un libro destinado a pervivir debe tener genium (Salanitro 1998: 476), calificativo que no tiene dicha poesía y sí la epigramática (VIII 3). Por su parte, Marcial se decanta por una poética del realismo y de la cotidianidad (VIII 3, 19-20), al tiempo que busca un público lector amplio (IV 49, 10). Pero además, paga con la misma moneda a las críticas que, desde los presupuestos poéticos canonizados por la tradición, iban dirigidas contra sus epigramas. Y resulta así que, pese a su contenido, no son inmorales los epigramas, sino la poesía elevada basada en unos episodios mitológicos de dudosa moralidad –¿qué ha 8 Vid. nota 1. Narra la historia de Los siete contra Tebas en doce libros de hexámetros, y está dedicada a Domiciano. 10 Comenzada tras la Tebaida, con la idea de narrar la vida de Aquiles, desde el nacimiento; pero la muerte del autor hizo que se quedara inconclusa. 9 12 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL de envidiar la lascivia del epigrama a los adulterios, incestos, parricidios, etc. de la mitología?– y artificiales por alejados de la realidad y porque suponen una especie de esnobismo compartido por escritor y lector (Beltrán 2005: 160). Marcial da la vuelta a la crítica tradicional y señala que no es el ingenuo epigrama sino la épica y la tragedia son las que carecen de seriedad moral y literaria. Entonces, el autor de poesía elevada se entretiene más y ludit magis (IV 49, 3) que aquel que compone epigramas, dotado de una dignidad y una ética que posibilitan que el fino caramillo venza a las trompetas épicas (VIII 3, 21-22) (Citroni 1968: 276). En estos epigramas sarcásticos y mordaces, el poeta coloca puntillosamente el nombre propio de la víctima o cómplice, y son nombres parlantes, con connotaciones peyorativas. No podemos dejar de lado esta faceta etimológica para comprender el poema en su totalidad, pues se ha perdido esa referencia literaria y no es fácil de entrever. No todo son críticas a otros autores y a la mitología: Marcial elogia a Virgilio y a Silio Itálico (porque en sus obras, aunque mitológicas, predomina el carácter histórico y no solo hablan de dioses y más dioses), por ejemplo, pero en IV 49 arremete contra quien considera el epigrama como tantum lusus iocosque. El gusto que tiene por Virgilio no le exime de la crítica del agotado uso de los mitos que se repiten sin fin. Pero la coherencia del epigramista reside más en una perspectiva moral: en su nombre propio él ataca la mitología, y no en el nombre de las teorías literarias. Los epigramas IV 49 y X 4 son dos claros programas contra la mitología, donde Marcial encuentra una base moral vanidosa en este tipo de obras. Estos dos epigramas son manifiestos del realismo: en ellos se desarrolla su ataque a la poesía mitológica: no por su contenido, sino por su inutilidad frente a la vida real. Crea una polémica más moral que literaria. La mitología se aleja de lo esencial (uita, hominem, mores, te scire, X 4), y se apoya en las vacías ampulosidades (uesica, syrmate, tumet, IV 49) al aferrarse a los géneros épicos y trágicos. Marcial se da cuenta de ello e intenta sacar partido de la baja condición de su género: no cuenta historias de héroes y dioses, sino la vida que el público suyo puede vivir y sentir. Esta es su poética: escribir lo que vive y siente el lector. Y no solo el lector romano, sino el lector universal de cualquier tiempo. En una breve hojeada a sus libros se ve cuán importante es el mito en Marcial y que aparece por doquier11: pero, y he aquí un punto clave en su programa poético, no condena la mitología en sí, sino su uso. No puede escapar de ella: la mitología es la regla en toda la 11 Entre sus muchos epigramas con código mitológico, mencionamos el II 84, III 32, 64, 67, 76, 78, 85, 91, V 38, VII 38, 57, VIII 6, IX 25, X 67, XI 84. 13 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL poesía latina y constituye su medio privilegiado de expresión, así como en la cultura antigua y en las escuelas. Lo que juzga es su inutilidad, y arremete en perfecta coherencia consigo mismo: ni la mitología ni ninguna esfera cultural están libres de esta inutilidad. Sin duda, no todos comparten el programa moral de X 4, de composición tardía12. Pero nunca se encuentra en sus epigramas (y eso lo opone de hecho a la epopeya, es decir a Estacio, o la tragedia) un nombre cultural que no tenga un papel textual, ya sea halagador, satírico o poético (Vallat 2008: 164-165). Marcial reclama para su poesía un claro valor social frente a las composiciones mitológicas (Muth 1976: 201), y aun en el uso continuado del mito por su parte, rebaja a los dioses a la altura de los mortales, los baja a la calle y se ayuda de ellos para hacer juegos, bromas, comparaciones con sus conciudadanos. Para tener tanta capacidad de síntesis, tanto bagaje cultural grecolatino, Marcial ha de ser también un ávido lector, un lector aventajado que es capaz de retener y apropiarse de ecos de diferentes autores (Virgilio, Horacio, Ovidio, Catulo, etc.) y modelarlos para convertirlos en burla o en alabanza con su firma personal. También la crítica a la poesía elevada tradicional se fundamenta en el estilo que utiliza (IV 49, 7-8). El epigrama se aleja del estilo ampuloso porque este también se aleja de la realidad: el hombre de a pie, sin tanta cultura literaria, no habla del mismo modo que los personajes de la tragedia. Ni siquiera el hombre culto habla así. El lenguaje que reivindica Marcial es el propio de la vida cotidiana romana (VIII 3, 19-20): la lasciua uerborum ueritas, el latine loqui (I Prol. 8 y 12). E incluso llega a afirmar que la poesía docta necesita un gramático que la explique para ser entendida (X 21), al contrario que las nugae epigramáticas, entendible supuestamente por todo lector. Mientras los géneros elevados recurren al mito y a las leyendas, el epigrama se mantiene en la realidad; es cierto que en la literatura antigua existe un tenaz prejuicio contra la representación de la vida cotidiana que tiende, en consecuencia, a ser confinada a una dimensión cómica y, por lo tanto, a ser reservada a los géneros literarios “menores” (Citroni 1989: 311). Esta aproximación del epigramista a la realidad, al contrario que la poesía elevada, le da un matiz moral. El marco temático del día a día le permite una gran variedad de posibilidades literarias: reflejar artísticamente cada experiencia de la vida cotidiana (X 4, 8) (Beltrán 2005: 170). Así, Marcial se 12 Como bien se sabe y de opinión general, en el año 95, pero reeditado en 98. 14 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL permite adaptar los diferentes gustos de su lector, el gran público, para que se vea más reflejado. Su poesía es un reflejo de la vida cotidiana: el esplendor de la ciudad, el hervidero de personajes, los ruidos, olores, colores, etc. (Szelest 1986: 2607-2609). Si bien no se trata de una imagen fiel, le interesa destacar esos aspectos curiosos, contradictorios y sorprendentes de la realidad: no se limita a ser un retratista, sino que deforma esta realidad romana como un espejo y devuelve un reflejo humorístico y esperpéntico (Citroni 1989: 337). En el prefacio del libro XII el mismo Marcial se queja de la poca inspiración que tiene en Bílbilis y de la prouinciali solitudine (v. 4): no porque aquí no haya vicios ni personajes corruptos y risibles, sino porque Roma está más caricaturizada con su muchedumbre y porque echa de menos el auditorio de la ciudad (v. 7). Si bien su idea anti mitológica lo lleva a elogiar el campo y rechazar la vida de la urbe, con una filosofía estoica y tópicos como el beatus ille y el carpe diem, entre otros (en I 55, 78, II 48, 53, 90, III 4, 38, 58, 62, IV 54, V 20, 58, VIII 44, X 12, 13 [20], 30, 47, 58 y XII 34), a vivir en el campo lejos del mundanal ruido de los dioses, Marcial necesita de la ciudad y los mitos. 3. MALOS TIEMPOS PARA LOS MITOS A lo largo de los poemas programáticos de Marcial contra la poesía elevada se ve su opinión sobre este género y su posición. Del mismo modo, y como se ha comprobado antes, el autor intenta que sus epigramas adquieran la fama e importancia que merece la poesía que habla del hombre. a) Apophoreta 113 Synthesibus dum gaudet eques dominusque senator dumque decent nostrum pillea sumpta Iouem, nec timet aedilem moto spectare fritillo, cum uideat gelidos tam prope uerna lacus, diuitis alternas et pauperis accipe sortes: praemia conuiuae det sua quisque suo. ‘Sunt apinae tricaeque et si quid uilius istis’. Quis nescit uel quis tam manifesta negat? Sed quid agam potius madidis, Saturne, diebus, quos tibi pro caelo filius ipse dedit? 13 5 10 Incluimos primero y antes que el libro I este epigrama del libro Apophoreta, normalmente titulado por los editores como libro XIV, pero que se escribió en 84 u 85 (Friedländer 1886: 51-52), mientras que el libro I fue compuesto a finales del 85 y en los inicios del 86 (Citroni 1975: XIII). Por convención, se anotarán los libros Xenia y Apophoreta como XIII y XIV, respectivamente. 15 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Vis scribam Thebas Troiamue malasue Mycenas? ‘Lude’ inquis ‘nucibus’: perdere nolo nuces.14 A pesar de ser considerado el libro Apophoreta como un claro referente de poesía epigramática votiva y compuesto en dísticos elegíacos con carácter festivo, este libro se inicia con un poema programático (XIV 1): una temprana defensa del epigrama, considerado de baja calidad y un género literario menor. Marcial comienza remarcando el estilo rimbombante de la clase alta en el verso 1 con esos vestidos de fiesta típicos de las Saturnales (synthesibus15), pero con tal de aparentar, el eques y el dominus senator los llevan, y aunque sean incómodos16 les gusta (gaudet), porque también representan la libertad de las fiestas saturnales (Leary 1996: 51). Continúa con la imagen de Júpiter, es decir Domiciano, con el píleo (decent nostrum pillea sumpta Iouem, v. 2): hasta al mismo emperador le sienta bien ponerse un gorro, que representa la recién libertad comprada por parte del esclavo al patrono y es la prenda distintiva de las Saturnales. Se equiparan todos los roles de los personajes en las Saturnales: caballero, senador, emperador y esclavo son iguales y tienen los mismos derechos. Se puede entender como una metáfora de los géneros elevados (nostrum Iouem, v. 2) y los géneros menores (uerna, v.4). El segundo dístico (vv. 3-4) representa la libertad de los juegos de azar y apustas que hay en las Saturnales, ilegales el resto del año. Normalmente, esta fiesta se ha visto como la vuelta a la Edad de Oro, donde reinaba la libertad y la felicidad (Leary 2019: 509-510). Los ediles, que velaban por el cumplimiento de la ley, en esta época de frío (gelidos lacus) levantan la restricción. Los versos 5-6 se refieren a la alternas sortes en la lotería de las Saturnales, en las que a cada comensal le tocaría un regalo al azar, pero propone Marcial, poeta pobre como él mismo afirma, que el rico dé regalos caros y el pobre, regalos baratos acordes a la situación económica de cada cual. El libro de Apophoreta se confecciona con descripciones de regalos que van alternando, grosso modo, uno caro y uno barato, pues 14 Los textos latinos son tomados de la edición de Moreno Soldevila et al. (2004-2005). Es notable que el prefacio programático de este libro Apophoreta comience con la palabra synthesibus, que tiene un doble significado: ‘traje de fiesta’ y ‘mezcla, reunión’ (todos juntos ricos y pobres) e incluso ‘composición o colección de cosas divertidas’ (Lejavitzer Lapoujade 2000: 24); y que Xenia comience con ne toga… desit, la vestimenta de diario, pero en el contexto del epigrama XIII 1, es la “toga” de papel de obras literarias malas la que envuelve el pescado del mercado (Hinds 2007: 140-141). Cf. XIV 142 (141), V 79. 16 Lejavitzer Lapoujade (2000: 35) describe este vestido de fiesta como “amplio y cómodo”. En este sentido, la comodidad de estar tumbado en los banquetes ayudaría a propiciar esos dies madidi, en los que se sorteaban regalos. En XIV 142 (141) Marcial no aclara si el traje de fiesta es cómodo o incómodo. 15 16 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL tendría que ver con el estilo artístico de la composición de este mismo libro (Leary 1996: 54). El bilbilitano en los versos 7-8 se auto denigra tildando tanto a los regalos como a las composiciones epigramáticas de baratijas, apinae tricaeque, pues aunque esta poesía menor es apropiada para las Saturnales, contrastan con la épica inapropiada en estos días (Leary 1996: 54). La ironía surge de la insistencia con que se reitera el valor casi nulo de su poesía: es una respuesta a los críticos tetrici (Salanitro 1988: 108). El sustantivo apinae retrata no solo los regalos, sino también las bagatelas literarias del epigrama, es una palabra muy bien pensada para caracterizarse por contraposición a la elevada épica y la tragedia. Y con dos interrogaciones retóricas (v. 8), Marcial afirma que sus poemas sí son apinae tricaeque, pues todo el mundo lo sabe (Quis nescit? Quis negat): no puede ser un ataque dañino si todo el mundo sabe qué valor tiene esto, y lo afirma con una modestia orgullosa. Él mismo, por el contrario, sí puede tildar a sus composiciones de jueguecitos y naderías, pues refuerza este tono modesto. La recusatio final comienza en el verso 9 y termina en el 12 con el poema. Marcial detalla que las Saturnales son madidi dies, días de borrachera, alejándose de la sobriedad trágico-épica. Entabla una conversación con Saturno, el dios al que van dedicadas estas fiestas, y pregunta qué cosa mejor puede hacer (v. 9, que recuerda a Hor. Ca. III 28, 1-2) que disfrutar y componer epigramas en estas fechas; también le pregunta en el verso 11 si debe componer sobre Tebas, Troya o Micenas, ciclos épicos de tres ciudades heroicas. Marcial adopta un tono altivo en la lista de alternativas al género menor que ha escrito de acuerdo con las convenciones sociales de las Saturnales. Y dado que Estacio y Marcial nunca se mencionan directamente, puede entenderse como una crítica y rechazo por parte de Marcial a lo que representa Estacio en particular (con su Tebaida) y el escritor de epopeya en general (Leary 1996: 55-56). A ello, Saturno le responde en el verso final que él prefiere que juegue con nueces, una actividad infantil y muy común en esta época (cf. VII 91, XIV 19), metáfora de la literatura menor y satírico-burlesca. En lugar de escribir poesía elevada, Marcial prefiere jugar con sus nueces, prefiere componer este género sin altanería, pues no quiere alejarse de sus nueces (perdere nolo nuces, v. 12), apelando a su talento. Las nuces, esa metáfora de los considerados géneros menores, eran las que alcanzaban mayor valoración en el consenso de un vastísimo público (Lejavitzer Lapoujade 2000: 51) y eran las apropiadas para el período de las Saturnales. 17 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Marcial construye el verso final (el 12) con clara maestría: hace coincidir nucibus con la primera juntura métrica y con el significado propiamente de ‘nueces’, el juego; y en el segundo hemistiquio, termina el verso (y el epigrama) con nuces, jugando con el sentido ambiguo del término en el lenguaje popular (Salanitro 1988: 108)17, en el que podría tener también el significado de ‘testículos’. Así pues, este epigrama adquiere el carácter programático apropiado para las composiciones proemiales. b) I 107 Saepe mihi dicis, Luci carissime Iuli, ‘scribe aliquid magnum: desidiosus homo es’. Otia da nobis, sed qualia fecerat olim Maecenas Flacco Vergilioque suo: condere uicturas temptem per saecula curas 5 et nomen flammis eripuisse meum. In steriles nolunt campos iuga ferre iuuenci: pingue solum lassat, sed iuuat ipse labor. En este epigrama, el poeta charla con un querido amigo, Lucio Julio, quien le instiga a componer aliquid magnum (v. 2) y le increpa con que es un desidiosus. Marcial le responde que no tiene el otium suficiente (v. 3) y que lo intentaría si a las grandes composiciones acompañaran grandes recompensas, recordando las que daba Mecenas a Virgilio y a Horacio (v. 4): pues Marcial no ha encontrado ese mecenas (Wolff 2008: 44). Finaliza el epigrama con un proverbio (vv. 7-8), donde consagra la validez general de su objeción (Citroni 1975: 326). Este tipo de ataque de solo componer bagatelas es bastante utilizado por parte de Marcial, quien con reivindicaciones de seriedad moral y literaria del género epigramático rebate en forma de antítesis a las magnae épica y tragedia. El propio epigramista es acusado de ser un desidiosus homo (v. 2), porque compone breves epigramas y no grandes obras18; en cambio, quien solo se dedica a componer epopeyas mitológicas y vacías sí es el homo desidiosus, pues no hace más. 17 Otra acepción de perdere (relinquere) nuces, por ejemplo en Catulo 61, es el paso a la madurez, por ende, a los géneros literarios elevados, asunto de adultos (Salanitro 1988: 110); perder las nueces corresponde a esa pérdida de la infancia y con ella la época de juegos, bromas y tomarse las cosas sin seriedad. Un adulto que jugaba con nueces era mal visto y tachado de demente. Marcial compone el XIV 19 (18), titulado Nuces, con mucha ironía y es la clave para esta acepción: los niños han perdido muchas veces las nalgas por las nueces, pero no por castigo (como sí es en V 84), sino por claro sentido sexual. 18 Cf. VIII 3, 12, donde su musa increpa a Marcial, que se sentiría desidiosus si deja de escribir epigramas y pasa a otros géneros literarios: Dic mihi, quid melius desidiosus ages? 18 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Reclama para ello otium (v. 3), pero nadie se atreve a sacar a Marcial de la pobreza y ser su patrono, proporcinándole un otium laboriosum y litteratum (Gómez Pallarés 1995: 72) que le permita dedicarse a la poesía y a sus libros. En los versos 5-6, se desarrolla la idea de que puede ser un poeta épico o trágico, y eleva el tono sensiblemente. De aquí se deduce, triste y prematuramente19, que el epigramista no cree que sus composiciones le den gloria después de la muerte (Citroni 1975: 328), pues su nombre de momento está en las llamas del olvido. Termina el epigrama con un dístico (vv. 7-8) de carácter proverbial (Citroni 1975: 328), donde sus novillos no quieren trabajar in steriles campos de la épica y tragedia: no dan frutos ni nada nuevo, y aunque ser un poeta menor canse porque no se tiene toda la dedicación a la escritura como se tiene en el otium, esa fatiga se sufre de buen agrado. Marcial reivindica un otium que le permita no preocuparse por la producción de los campos de Nomento o de la casa del Quirinal; está, así, reivindicando un tipo de protección que le asegure una buena crítica y recepción de sus libros y una adecuada difusión: que sus libros de epigramas tengan la misma consideración que las obras de Virgilio y Horacio. El calificativo pingue tiene ese doble matiz de ‘campo dificultoso y embarrado’20, y de ‘fértil y copioso’21; labor (v. 8), por su parte, se refiere al trabajo que ocupa las horas completamente22, el extenuante pulido y perfeccionamiento de la obra (Vallejo Moreu 2008: 301), y llega a ser un antónimo de la épica (cf. XI 90, 2 salebras altaque saxa). Labor, del mismo modo, se refiere al trabajo de creación literaria (Gómez Pallarés 1995: 84, n. 26 y 27). Entonces, el proverbio tiene el doble sentido de la obra literaria de calidad y por el mero placer de hacerla, a pesar de condiciones adversas en las que no hay tiempo para dedicarse a la literatura. Marcial, con su programa poético todavía incipiente, no tiene esa confianza en su obra (v. 5). Pero a la demanda de escribir géneros elevados, responde con la típica recusatio. Intentaría con gusto una empresa poética de mayor calado, pero sus condiciones económicas (afirma, de nuevo, ser un poeta pobre) no se lo permiten 19 Al contrario del prólogo y de los epigramas 1 y 2 de este mismo libro, en que Marcial se jacta de ser toto notus in orbe (I 1, 2); pero estas composiciones podrían ser tres añadidos a la edición conjunta de los libros I-VII. Sí lo opinará ya en VII 44 o VIII 3. 20 Como en los diccionarios italiano Olivetti https://www.dizionario-latino.com/dizionario-latinoitaliano.php?parola=pingue [consultado el 04/06/2019] y francés Gaffiot https://www.lexilogos.com/latin/gaffiot.php?q=pingue [consultado el 04/06/2019]. 21 Según el inglés Lewis&Short http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=pingue&la=la#lexicon [consultado el 04/06/2019]. 22 Este labor se asemeja a la idea del trabajo duro que hace el labrador, pintado en el contexto del proverbio. 19 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL (Citroni 1975: 326): Marcial no tiene ningún Mecenas que le permita vivir dedicado a la literatura completamente (cf. VIII 3, 5-6 sint Maecenates, non derunt, Flacce, Marones / Vergiliumque tibi uel tua rura dabunt). La literatura no parece un buen negocio en tiempos de Marcial. c) IV 49 Nescit, crede mihi, quid sint epigrammata, Flacce, qui tantum lusus illa iocosque uocat. Ille magis ludit qui scribit prandia saeui Tereos aut cenam, crude Thyesta, tuam, aut puero liquidas aptantem Daedalon alas, pascentem Siculas aut Polyphemon ouis. A nostris procul est omnis uesica libellis, Musa nec insano syrmate nostra tumet. ‘Illa tamen laudant omnes, mirantur, adorant’. Confiteor: laudant illa sed ista legunt. 5 10 En este epigrama ya aparece la controversia literaria, dirigida contra la poesía de tema mitológico, trivial y exagerada, y destinada a acreditar el epigrama como poesía vinculada a la vida real (como también se verá en X 4, más adelante). A lo largo de este epigrama, Marcial hace una defensa de su género y de los temas realistas de la vida cotidiana. El poema se divide en dos, como es común: la primera parte es la presentación y el ataque contra la mitología: el primer dístico (vv. 12) comienza taxativamente: nescit quien defiende que los epigramas son tantum lusus y ioci. Este dístico parece una respuesta al poeta Estacio, que en sus Silvae escribe scis a me leues libellos quasi epigrammatis loco scriptos23. Estacio, además de épica, escribe las Siluae como poesía de ocasión, rivalizando con Marcial en su propio campo del epigrama. Continúa con cuatro siguientes (3-6), claro ejemplo de que el poeta que ludit, que realmente juega, es el que utiliza los temas mitológicos en su obra, porque son temas que no nos proporcionan nada, y lo ilustra con los notables ejemplos de Tereo24, 23 II Praef. 16: “sabes que he escrito yo estos ligeros libritos casi como epigramas”. A Marcial le sienta mal que todo el mundo piense que puede componer breves poemas y llamarlos ‘epigramas’. 24 Tereo estaba casado con Procne, pero se enamoró de su cuñada Filomela. La violó y le cortó la lengua para que no pudiera acusarle. Procne se enteró y mató a su propio hijo Itis como venganza, lo cocinó y se lo sirvió a Tereo. Sin él saberlo, se lo comió. Al enterarse de qué había sido su cena, Tereo persiguió a las dos hermanas hasta alcanzarlas. Ellas suplicaron a los dioses que convirtieron a Procne en ruiseñor y a Filomela en golondrina. Tereo también fue metamorfoseado en abubilla (Grimal 2010: 202 y 504). 20 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Tiestes25, Dédalo e Ícaro26 y Polifemo27, todos ejemplos de moralidad perversa. La forma verbal ludit (v. 3) es utilizada para denotar la composición de poesía menor, en contraste con los temas serios. La segunda parte es la defensa del epigrama: prosigue con un resumen de su poética (vv. 7-8): sin la ampulosidad pedante, uesica, de los autores de géneros elevados y sin la hinchazón, tumet, de vanagloria y retoricismo del insano manto de la tragedia, syrmate. Finaliza con un dístico sinóptico (vv. 9-10)28: el hexámetro es un parlamento de quien elogia la poesía alta, defendiendo que todo el mundo elogia illa (épica y tragedia29); y el pentámetro contiene la respuesta de Marcial: es cierto que sus epigramas no son alabados, pero no lo son por temor al qué dirán si alguien defiende la poesía baja y realista, llena de lasciua, ueritas y latine loqui (I Prol.), y en cambio la leen en sus casas a escondidas. Marcial sí llama a sus composiciones lusus y ioci. Él puede hacerlo, por mera modestia, y no es un insulto, mientras que si alguien lo denomina así, será ofensivo. Del mismo modo, no niega que sean juegos y bromas, sino que niega que solo sean eso. La poesía elevada alcanzará fama y gloria, pero sus ioci de poesía van a ser leídos por todo el mundo (Moreno Soldevila 2006: 356) (cf. toto notus in urbe, de I 1, 2). Los epigramas toman importancia porque tienen temática humana, hablan de la vida cotidiana. Pero se nota en esta composición la voluntad de que algunos de sus epigramas sean comparables, e incluso superen, a otros géneros literarios considerados más elevados e importantes (Gómez Pallarés 1995: 79), y es de reseñar que estos poemas programáticos que arremeten contra la épica y la tragedia, suelen tener una extensión más grande que la media de todo el corpus de Marcial, que son siete versos, y más lejos aún que el famoso dístico elegíaco (monodístico) de composiciones como 25 Tiestes se convirtió en amante de su cuñada Aérope y cuando se enteró su hermano Atreo decidió vengarse matando a los hijos de Tiestes, los cocinó y se los sirvió. Tras el banquete, Atreo le enseñó las extremidades de los niños, el Sol se escondió ante el infame crimen y Tiestes huyó (Grimal 2010: 515). 26 Por haber ayudado Dédalo a Ariadna y a Teseo en la empresa del famoso laberinto de Creta, el rey Minos lo recluyó en dicha cárcel junto a su hijo Ícaro. Dédalo, entonces, fabricó unas alas que pegaron con cera a los hombros y salieron de allí volando. En el trayecto, a Ícaro, desoyendo las órdenes de su padre que no acercara mucho al Sol, se le derritió la cera, se le despegaron las alas y cayó al mar sin salvación (Grimal 2010:129-130 y 278). 27 Polifemo, el horrible gigante Cíclope, es pastor, vive de su rebaño y come carne cruda. Encerró en su caverna a Ulises y sus compañeros y empezó a devorarlos uno a uno. Una noche que dormía Polifemo por efecto del vino, Ulises y su tripulación afilaron una enorme viga de madera y se la clavaron en el ojo al Cíclope. Los héroes salieron escondidos bajo las ovejas. Desde lejos, Ulises se burló de él y Polifemo, furioso, comenzó a lanzar peñones contra el barco, sin acertar (Grimal 2010: 440-441). 28 Cf. IX Praef. 5-6: ‘Ille ego sum nulli nugarum laude secundus, / quem non miraris sed, puto, lector, amas’: “yo soy aquél que no tiene rival en la alabanza de las bagatelas, / a quien no admiras, pero creo, lector, amas”. 29 Y quizá también a las Metamorfosis de Ovidio. 21 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Xenia y Apophoreta. Demuestra así Marcial que podría dedicarse perfectamente a componer largos poemas. La actitud de Marcial parece un acto de autodefensa: justifica su género y sus temas cotidianos ante la gran corriente literaria de dioses y héroes, se separa de la tragedia y el lenguaje ampuloso que no llega a comunicar: aquí se expresa el gusto real del lector (vv. 9-10): como los matrimonios de señores emperifollados, con chaqueta de visón ella y con capa larga de noche él, que van a la ópera solo para ser vistos y tomar la copa de champán en el descanso. El verdadero gusto del lector, aunque alabe en público las obras elevadas, en privado aprecia temas que le son propios y le atañen a su vida diaria. Desde Lucilio los satíricos romanos habían valorado la inspiración realista de su obra frente a las fantasías mitológicas de la épica y la tragedia que concebían como simple palabrería rimbombante y vacía. Persio insinuaba la inutilidad de la poesía de temática mitológica (Sátira I y V). Para Luciano μυθολογεῖν o contar mitos era simplemente mentir. Pero ninguno, ni incluso Horacio, había utilizado ludere para referirse a los géneros elevados; Marcial lo hace porque la poesía elevada de su tiempo ya no se justifica por su utilitas para la Vrbs; va más allá y la califica de mero juego, un juego más inútil que el de sus epigramas porque carece del interés literario de estos (Cortés Tovar 2004: 45-46). Marcial introduce la paradoja de que, después de todo, es menos frívolo escribir epigramas que tragedias o épica, que son distantes de la vida ordinaria (al igual que IX 50 y X 4), y su ideal positivo de reproducir la vida de forma clara y realista, además de ser aparente en sus escritos, se afirma en el discurso de Talía (Garson 1979: 12) (VIII 3) y en la cierta exquisitez tanto de los escritores como de los lectores (vv. 9-10) en el gusto por la mitología. d) V 53 Colchida quid scribis, quid scribis, amice, Thyesten? quo tibi uel Nioben, Basse, uel Andromachen? Materia est, mihi crede, tuis aptissima chartis Deucalion uel, si non placet hic, Phaethon. El poema comienza recriminando a Baso el que solo escriba sobre triviales temas mitológicos, como hace en VIII 3, IX 50 o X 4, epigramas en que rechaza la mitología como trillada e irrelevante para la vida real. En el dístico final (v. 3-4), ataca a la mitología con mitología, es decir, tanto le gusta a Baso escribir sobre dioses, magas, 22 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL héroes, etc., que, con un juego literario de metonimia, sus obras merecen ser de Deucalión30 (arrojadas al agua) o de Faetón31 (arrojadas a las llamas), de ahí que lo que empezó como recriminación acabe como sugerencia de que sus obras merecen en realidad ser destruidas. La fuente de Marcial aquí parece ser un epigrama de Lucilio (Anth. Pal. XI 32 214 ). La diferencia estriba en que Lucilio hace que la víctima haga la pregunta, mientras que en Marcial es el autor mismo quien la hace. Marcial amplía el número de temas de dos a cuatro, lo que significa una mayor implicación de que Baso escribe demasiado (Howell 1995: 137-138). Marcial mejora el ingenio del epigramista griego tanto en términos de humor como de polémica literaria, gracias también a un uso inteligente de la retórica: la forma de la interrogativa directa, que se repite quid scribis de inmediato en el v. 1. En la literatura latina, la broma sobre malos poemas que merecen ser empapados en agua se remonta a Cicerón (Q. Fr. II 13, 1), se repite en Tibulo (I 9, 50) y Marcial recurre a ella (cf. I 5, III 10, IX 58, XIV 196). El castigo más obvio de la quema se remonta a Horacio (Carm. I 16.3), sin olvidar el texto de Lucilio mencionado antes. El tono de Marcial es al principio ingenuo, amigable, llama a la víctima amicus (v. 1), atrayéndola con curiosidad, cuando con los tres versos siguientes la ataca ferozmente, aunque lo suaviza con la fórmula mihi crede (v. 3), y prepara el terreno para la revelación de la materia (dicho con énfasis irónico aptissima) (v. 3) que recomienda para los versos de Basso los dos elementos antitéticos y destructivos de los cuatro que según la tradición presocrática, componían la materia física. (Canobbio 2011: 445). La retahíla de nombres mitológicos, la Cólquide (Medea)33, Tiestes34, Níobe35 y 30 Zeus quiso destruir a los hombres en la Edad de Bronce y desató un gran diluvio. Pero Deucalión y su esposa Pirra construyeron un arca, aconsejados por Prometeo, para salvarse. Estuvieron a flote nueve días y nueve noches (Grimal 2010: 135). Deucalión es comparado con Noé en la cultura cristiana, y aquí se equipara a un gran diluvio. 31 Faetón, hijo del Sol, le rogó conducir su carro. Pese a haber recibido recomendaciones de su padre, se asustó por la altura y descendió demasiado, que por poco quema la Tierra. Volvió a subir, demasiado esta vez, y Zeus lo hizo caer al río Erídano por su poca obediencia (Grimal 2010: 191). Se equipara, pues, a un gran incendio. 32 Γράψας Δευκαλίωνα, Μενέστρατε, καὶ Φαέθοντα, ζητεῖς τίς τούτων ἄξιος ἐστι τίνος. Τοῖς ἰδίοις αὐτοὺς τιμήσομεν· ἄξιος ὄντως ἐστὶ πυρὸς Φαέθων, Δευκαλίων δ’ ὕδατος. “Escribes, Menéstrate, sobre Deucalión y Faetón, / y me preguntas qué es digno para estos dos. / Los valoraremos a cada cual: siendo lo digno / a Faetón el fuego y a Deucalión el agua” (Texto griego de Paton 1926: 174, y traducción propia). Lucilio era considerado por Marcial como el poeta representante de la sátira (cf. XII 94, 7). 33 Medea es hija de Eetes, el rey de la Cólquide. Siendo de ascendencia de dioses es considerada hechicera. Cuando los Argonautas llegaron a Colco, Medea prometió a Jasón ayudarle con su empresa si 23 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Andrómaca36, es un breve catálogo de los temas que trata Baso: los dos nombres primeros están unidos al género trágico, pues varias obras se titulan Medea y Tiestes; y los dos últimos nombres están ligados a la crueldad y dolor que sufrieron, Níobe por su hybris y Andrómaca por la guerra de Troya, ya mencionada en XIV 1, 11 (uis scribam Thebas Troiamue malasue Mycenas?): malos ejemplos para la educación del niño en la escuela y para representar en el teatro ante todos los públicos. El hombre no es tan depravado y frío como estos ejemplos mitológicos que Marcial nos enseña aquí. e) VIII 337 ‘Quinque satis fuerant: nam sex septemue libelli est nimium: quid adhuc ludere, Musa, iuuat? Sit pudor et finis: iam plus nihil addere nobis fama potest: teritur noster ubique liber; et cum rupta situ Messalae saxa iacebunt altaque cum Licini marmora puluis erunt, me tamen ora legent et secum plurimus hospes ad patrias sedes carmina nostra feret’. Finieram, cum sic respondit nona sororum, cui coma et unguento sordida uestis erat: ‘Tune potes dulcis, ingrate, relinquere nugas? dic mihi, quid melius desidiosus ages? an iuuat ad tragicos soccum transferre cothurnos aspera uel paribus bella tonare modis, praelegat ut tumidus rauca te uoce magister, oderit et grandis uirgo bonusque puer? Scribant ista graues nimium nimiumque seueri, quos media miseros nocte lucerna uidet. 5 10 15 se casaban y huían. Al llegar a Yolco, Medea se vengó del rey Pelias, que había mandado a Jasón a por el vellocino de oro: convenció a las hijas del rey para rejuvenecerle, hirvieron un caldero y echaron al rey descuartizado. Por este crimen, Medea y Jasón fueron desterrados a Corinto. Más tarde allí, Creonte quiso casar a su hija Glauce (o Creúsa) con Jasón, y que esta repudiara a Medea. Esta, como venganza, envenenó unos vestidos y se los regaló a Glauce. Murieron tanto ella como Creonte, que intentó socorrerla. A la vez, Medea mató a sus propios hijos en el templo de Hera y escapó hacia Atenas (Grimal 2010: 336-338). 34 Vid. nota 25. 35 Níobe fue una fecunda madre: tuvo siete hijos y siete hijas (varían el número de hijos dependiendo de la tradición, pero todos concuerdan en que fue familia numerosa). Se burló de Leto, que solo era madre de Apolo y Diana, los dioses castigaron a Níobe matando a todos sus hijos, excepto a uno y una. Por llorar tanto, Níobe fue metamorfoseada en roca, pero seguía dolida y de la roca fluía un manantial (Grimal 2010: 381-382). 36 Andrómaca fue la esposa de Héctor de Troya. Antes de la guerra contra los griegos perdió a su padre Eetión, rey de Tebas, y, durante la guerra, a sus siete hermanos y a su marido Héctor, todos asesinados por Aquiles (Grimal 2010: 27). 37 Hay que recordar que después del libro VII hubo una reedición conjunta a modo de códex, reuniendo así los libros I-VII, como dando por concluida su obra. Pero en el principio del libro VIII da la razón de que haya retomado la composición literaria. 24 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL At tu Romano lepidos sale tingue libellos: agnoscat mores uita legatque suos. Angusta cantare licet uidearis auena, dum tua multorum uincat auena tubas’. 20 Cuando ya ha compuesto los primeros siete libros, más Apophoreta, Xenia y el Liber Spectaculorum, Marcial decide dejar de escribir, porque su fama ya es universal (vv. 4 y 7-8) y no aspira a más. Para ello se dirige a su musa (vv. 1-8) y ella, Talía38, le responde irritada (vv. 11-22) que siga escribiendo epigramas y no cambie a otro género (v. 13), pues no tiene carácter grave y severo (v. 17) para escribir tragedia y épica; en cambio es desidiosus39 (v. 12) y apropiado para el epigrama, las dulcis nugas (v. 11). La imagen de la educación (vv. 15-16) es un claro reflejo de lo que suponen los géneros elevados, pues el tumidus magister aburre a los alumnos; y los miseri (v. 18) escriben por la noche vacuidades sin ver bien con la luz de un candil. Los versos finales (19-22) son una clara manifestación del carácter de su poesía: sale Romano (v. 19), con mores propias de la vida (v. 20), de apariencia frágil y sin importancia (angusta auena, v. 21) pero más importante que las pomposas tubas (v. 22) de todo el séquito que escribe sin sentido tragedia y épica (vv. 13-14). En el verso 20 encontramos expresado por qué no es un mero juego el epigrama: la representación viva de la realidad lo salva de serlo (Cortés Tovar 2004: 49), tiene el sabor de la vida romana y habla de ello40. La musa habla con claro propósito programático, pues el género del epigrama es más importante socialmente de lo que es reconocido convencionalmente (cf. IV 49, 910) y es más verdad para la vida que las sonoridades épicas (Sullivan 1991: 41). La posición anti mitológica del poeta es llamativa, y este epigrama es particularmente significativo por cuanto el tono autobiográfico garantiza la sinceridad del contenido y los versos finales son una rotunda afirmación de la ahora lograda conciencia de la dignidad literaria de su obra: la conciencia de que la sutileza del estilo y la suavidad de tono no son defectos, y que el caramillo de la poesía ligera puede, si es tañido con arte, superar la trompeta épica (Citroni 1968: 276). El diálogo con la musa Talía es utilizado para confirmar la preeminencia de Marcial; así se especifica el género apropiado para su talento y, cuando se examina la concepción de la naturaleza, la importancia es más clara (Garson 1979: 7-8). El hecho de que este epigrama, en contraste con la tradición que 38 En este epigrama no dice quién es la musa, pero por el resto de su obra, entendemos que es Talía: IV 8, 23, VII 17, 46, VIII 73, IX 26, 73, X 20, XII 94. 39 Cf. I 107, 2 donde es tachado de desidiosus homo por no escribir grandes obras literarias: 'scribe aliquid magnum: desidiosus homo es.' 40 Cf. X 4, 8: Hoc lege, quod possit dicere uita 'meum est'. 25 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL confió la función explicativa de las razones poéticas de una obra al proemio, se coloque después de siete libros en los que el autor había dado pruebas concretas de su manera de concebir su propio papel de poeta, ya es en sí mismo indicativo de la intención desestructuradora que impregna la poética de Marcial (Sergi 1987: 377-378). La posición del poeta de dejar de escribir podría ser simplemente una figura literaria, pues es un recurso novedoso y llamativo. Marcial se auto censura el haber escrito ya muchos libros, cuando uno de sus principios es la breuitas. Se adelanta a las críticas e invoca él mismo a su musa, no por inspiración, sino para quejarse y alejarse (Sergi 1987: 378). La verdad es que parodia esa figura del vate de carácter tumidus (v. 15) que llama a su deidad para escribir, y la nona sororum (v. 9) aparece con connotación negativa, sordida y con perfumes (v. 10), y se digna en responder, reivindica la dignidad del epigrama, y lo consigue. Se muestra más como la conciencia de Marcial que como musa propiamente dicha. f) VIII 55 Temporibus nostris aetas cum cedat auorum creuerit et maior cum duce Roma suo, ingenium sacri miraris deesse Maronis nec quemquam tanta bella sonare tuba. Sint Maecenates, non deerunt, Flacce, Marones Vergiliumque tibi uel tua rura dabunt. Iugera perdiderat miserae uicina Cremonae flebat et abductas Tityrus aeger oues: risit Tuscus eques paupertatemque malignam reppulit et celeri iussit abire fuga. ‘Accipe diuitias et uatum maximus esto; tu licet et nostrum’ dixit "’lexin ames’. Astabat domini mensis pulcherrimus ille marmorea fundens nigra Falerna manu, et libata dabat roseis carchesia labris, quae poterant ipsum sollicitare Iouem. Excidit attonito pinguis Galatea poetae Thestylis et rubras messibus usta genas; protinus Italiam concepit et ‘arma uirumque’, qui modo uix Culicem fleuerat ore rudi. Quid Varios Marsosque loquar ditataque uatum nomina, magnus erit quos numerare labor? Ergo ero Vergilius, si munera Maecenatis des mihi? Vergilius non ero, Marsus ero. 26 5 10 15 20 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Las quejas de pobreza por parte del poeta, heredadas de la tradición griega, no son raras en Marcial. Así este epigrama es una muestra ejemplar de los ataques contra los géneros elevados, que empieza con tono quejumbroso por no tener un patrón que lo ampare y termina de forma magistral contra los poetas pomposos. La búsqueda de un sustento vital a través el patrocinio de sus poemas se plasma en diversos lugares y, por ejemplo, aquí bien claro aparece en el verso 5, dando al nombre del rico Mecenas el sentido que nosotros tenemos actualmente. El halago inicial al emperador Domiciano, que ha conseguido grandeza para Roma (vv. 1-2), rompe el tópico de “todo tiempo pasado fue mejor”, pero lo único que le falta a su imperio es un buen vate que lo cante con la excelencia que tuvo Virgilio en su tiempo (vv. 3-4). Marcial, hábil y pobretón, en los versos 5-6, arremete contra la falta de patronos para los poetas (pues si hay mecenas, habrá buenos poetas, sint Maecenates, non derunt, Flacce, Marones, porque no tendrán que preocuparse en ganarse la vida de otra forma) y desarrolla el ejemplo literario de Virgilio largamente (vv. 7-20): primero compone las Bucólicas (vv. 7-9) y el Mosquito (v. 20) con dificultad, pero gracias a Mecenas, el eques Tuscus (v. 9), puede dedicarse finalmente a cantar las Geórgicas (vv. 17-19, con todo, destaca la forma jocosa de presentar a Testílide y Galatea: no hay referencia de que esta fuera pinguis ni de que aquella tuviera las mejillas quemadas por el sol [Muñoz Jiménez 1994: 117]; aunque sea una obra del agrado de Marcial, no deja de deformarlas con su toque humorístico) y su arma uirumque (v. 19, es decir, la Eneida, una obra épica que escapa de las pullas del mordaz epigramista). En los dos últimos dísticos (vv. 21-24) y a través de preguntas retóricas desmonta la tradición literaria que predominaba: ¿para qué hablar y elogiar a otros poetas, magnus labor (v. 22), si puede hablar de la vida cotidiana? Tras el ejemplo de Virgilio, Marcial vuelve al presente y concreta su propia situación y, en el aguijón final, parece aceptar sus humildes limitaciones y compartir la afirmación hecha siglos después por Baltasar Gracián: “quien es nacido para un epigrama, no está hecho para un sermón”, al afirmar que aun con un patrono no sería Virgilio, un poeta épico, sino un escritor de epigramas, como lo fue Marso (Muñoz Jiménez 1994: 118), a quien sí mantuvo Mecenas y fue autor de Cicuta, epigramas del gusto de Marcial. Así pues, Marcial, sin preocupaciones económicas, seguiría escribiendo lo que escribe. La figura de Mecenas (vv. 9-16) aparece como la bondad en persona: ofrece a Virgilio todas las facilidades que tiene a su alcance, lo saca de la pobreza e incluso le permite amar a su Alexis, presentado como un hermosísimo Ganimedes, con tal de que 27 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL se convierta en el más grande de los vates (v. 11). La única condición de Mecenas es que aparezca un agradecimiento hacia él en su obra, cosa que Marcial no tiene por qué hacer ya que no tiene mecenas tal cual; en cambio sí tiene que engrandecer la labor del emperador como se ve en los primeros versos de este poema. Que Marcial no tenga que cantar a ningún mecenas es otro motivo por el cual se puede dedicar a censurar personajes ficticios y a alabar a quien merece serlo. Para los poetas de la época Flavia, el mecenazgo literario en este nivel solo se podía soñar. Aun así, el mecenazgo era de vital importancia tanto para Marcial como para Estacio, quienes, a diferencia de Séneca, Lucano, Silio Itálico y Valerio Flaco, no pertenecían a la clase senatorial y no tenían una fortuna familiar sustancial para apoyarse. Pero la Edad de Plata carecía de mecenas, y el clima generoso de que disfrutaban los poetas augustales había cambiado (cf. I 107), dando un caldo de cultivo a una feroz competencia por el favor de aquellos patrocinadores que aún podían ser encontrados (Henriksén 2012: 218-219). La rivalidad con los poetas elevados tendría este fin de ser mantenido por algún mecenas. La pregunta final nos enfrenta con la situación de tener un mecenas ¿cantaría a las musas y a la épica? Se mantiene firme en sus ideas e incorruptible, contrario a todo lo que critica a lo largo de varios epigramas con temas de avaros y cazadores de testamentos. Aun con el soborno de los regalos y la buena vida, Marcial seguiría cantando a la vida de la calle. g) IX 50 Ingenium mihi, Gaure, probas sic esse pusillum, carmina quod faciam quae breuitate placent. Confiteor. Sed tu bis senis grandia libris qui scribis Priami proelia, magnus homo es? Nos facimus Bruti puerum, nos Langona uiuum: tu magnus luteum, Gaure, Giganta facis. 5 El ataque contra el ficticio Gauro se ve impregnado de polémica literaria: Marcial hace vivir a los personajes de sus epigramas, Gauro malgasta papel. Como siempre, la crítica es hacia un nombre falso, y que, por ser ficticio, es general: todo poeta que cultive la épica hace gigantes de barro, es decir, no hace nada. Es de remarcar la etimología del nombre propio de Gauro: proviene del griego γαῦρος, que significa “majestuoso, orgulloso”. Se entrevé tras este nombre a Estacio, con su Tebaida, nombrado así por antífrasis (Vallat 2008: 537-538) y por los doce libros 28 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL de su “gran” composición. Marcial equipara, pues, al insolente Gauro (Estacio) con el gigante quebradizo. Se trata, de nuevo, de un poema que contiene una recusatio, en el que los temas mitológicos pierden terreno en favor de los temas realistas tratados en menor escala pero con mayor viveza, y sigue la línea poética de los poetae noui (Henriksén 2012: 217). Marcial adopta una postura más agresiva hacia esa poesía elevada que no hace más que llenar papel con vaciedades atestadas de mitología. Se defiende de que le tachen de ingenium pusillum (v. 1) porque no puede escribir más que epigramas breves, aunque la brevedad sea del agrado del público (v. 2). En cambio, Gauro en doce largos libros narra batallas troyanas y se considera magnus tal como su obra (vv. 3-4). Doce fueron los libros de epigramas de Marcial, propiamente dichos, más Liber Spectaculorum, Xenia y Apophoreta. Estas cifras (que sumarían quince) nivelan la fecundidad del elevado género de la épica, como por ejemplo la Eneida de Virgilio en doce libros41 o las Metamorfosis de Ovidio, en quince libros, si se la considera como épica (Bayet 1981: 298) o, en cambio, como obra elegiaca de carácter etiológico (Iglesias Montiel y Álvarez Morán 1997: 231). Es más, el bilbilitano vuelve a su patria en su último libro, al igual que los héroes épicos retornan a sus hogares, como Ulises o los aguerridos griegos tras la guerra de Troya (Lorenz 2019: 531). Marcial, pese a escribir nugae, escribe nugae a la altura de la épica, no tiene nada que envidiar a esta. El dístico final (vv. 5-6) es la estocada al poeta épico: la “pequeñez” del epigrama se vuelve real42 y más cercana que los gigantes de barro que erige Gauro el “grande”, con un punto de ironía. En más de un epigrama, enumera los temas que considera más detestables: las historias de Tereo, Polifemo (IV 49), Dédalo e Ícaro (IV 49 y X 4), Medea (V 53 y X 35), las brujas de la Cólquide en general (X 4), Niobe, Andrómaca, Deucalión, Faetón (V 53), Tiestes (IV 49, V 53, X 4 y X 35), el tema de Troya (I 107, IX 50) y la Gigantomaquia (IX 50, XI 52). Marcial defiende que los motivos mitológicos son demasiado artificiales y están muy lejos de la realidad. La razón de la actitud hostil de Marcial es en parte pura y simple rivalidad, nacida del hecho de que la popularidad de la épica aumentó enormemente durante la Edad de Plata y casi todos los escritores componían tragedias y obras épicas. Las recitaban en cada esquina y uno corría el riesgo 41 Incluso Sapsford (2012: 246) ha recalcado el parecido entre el libro 9 de la Aeneis y el de los Epigrammata. 42 Cf. XII 61, 1-2, el miedo de la víctima a ser representado en el breue uiuidumque carmen. Cf. II 77, 4: et puerum Bruti dixeris esse breuem: “y dirías que el niño de Bruto es pequeño”. 29 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL de tener que escuchar una Gigantomaquia si lo invitaba un amigo a cenar (XI 52) (Henriksén 2012: 218). Gigas, pues, adquiere un tono ambivalente: la estatua gigantesca y la gigantomaquia; pero los dos significados tienen el futuro caduco. Es curioso el contraste a lo largo del poema entre grandeza y pequeñez: Marcial tiene un ingenium pusillum y compara su poesía con pequeñas obras de arte; mientras que Gauro, considerado un magnus homo, solo produce un luteum Giganta caduco (cf. I 9 y III 62, 7-8: quien se cree magnus en el fondo es un pobre hombre sin ningún talento). Se contrapone la vitalidad, destinada a durar en el tiempo, de la pequeña poesía a la grandiosidad efímera de la épica (Salanitro 1991-92: 283-284). La terminología caracteriza al propio Marcial de manera modesta mediante una antífrasis, Gauro está calificado con un adjetivo (magnus) que es un epíteto reservado a los escritores consagrados de los géneros elevados; pero Marcial sigue jugando con la analogía: el magnus homo toma acepción de “desmedido, desmesurado”, peyorativo e hiperbólico (Vallejo Moreu 2008: 245 y 293). La crítica es patente: el escritor de géneros elevados malgasta su tiempo y el de los lectores con largas obras sin gusto alguno. h) X 4 Qui legis Oedipoden caligantemque Thyesten, Colchidas et Scyllas, quid nisi monstra legis? Quid tibi raptus Hylas, quid Parthenopaeus et Attis, quid tibi dormitor proderit Endymion exutusue puer pinnis labentibus aut qui odit amatrices Hermaphroditus aquas? Quid te uana iuuant miserae ludibria chartae? Hoc lege, quod possit dicere uita: ‘Meum est’. Non hic Centauros, non Gorgonas Harpyiasque inuenies: hominem pagina nostra sapit. Sed non uis, Mamurra, tuos cognoscere mores nec te scire: legas Aetia Callimachi. 5 10 El X 4 es el epigrama capitular en la reivindicación del epigrama como poesía más seria que la considerada como tal, vinculado a la corriente crítica de la que participan Persio y Juvenal, contraria al calimaqueísmo y a la temática mitológica y erudita (Marina Sáez 2015: 61). Marcial intenta lanzar acusaciones de poca seriedad moral y escasa altura literaria contra la épica y la tragedia, y evidencia lo repetitivo de sus historias, que, en el fondo, responden a tipos de situaciones análogas en la mayoría de casos, por lo que quienes se empeñan en escribirlas no ofrecen nada nuevo (Sergi 30 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL 1989: 33), y une a estos géneros una decrepitud moral. A esta poesía fantasiosa, Marcial opone su poesía realista. Marcial se dirige a un lector, Mamurra, que no se pronuncia. Con la misma predisposición que el IV 49, pero con distinto tono, Marcial desmonta los mitos: en IV 49, Flaco se limita a defender la poesía oficial; aquí en X 4 Mamurra, lo que es peor, la lee, e irrita profundamente al epigramista (Cortés Tovar 2004: 50). Es una composición imprescindible para llegar a entender la razón del realismo poético, el sentido de lo humano y el moralismo latente en la obra de Marcial. En otros poemas, Marcial hace apología de su obra defendiéndose de la obscenidad y reconociéndose como un poeta de género menor, aunque serio y alejado de los elevados tonos de la épica y tragedia. Así y siguiendo el mismo programa, completa tal apología convirtiendo este poema en una defensa de su obra completa. El nombre propio del cómplice del epigrama, Mamurra, es connotativo de personaje inmoral (cf. Catulo 29 y 57). Marcial le advierte de un reproche que se le puede hacer, que la vida no es un tema suficientemente noble. Introduce el nombre de Mamurra para estigmatizar a este individuo que no desea verse a sí mismo en los escritos de Marcial, y que prefiere sumergirse en los escritos de tema mitológico de Calímaco. No hay duda de que Marcial en ninguna parte acusa a Mamurra de perversidad moral: el libertinaje está implícito en la negativa a conocerse a sí mismo (v. 11), pero especialmente en las connotaciones transmitidas por el nombre. Además, la mímesis referencial se ve reforzada por la mímesis fonética entre Mamurra y mores (Vallat 2008: 329). Los rasgos literarios como la etimología o los juegos de palabras con nombres propios son la piedra angular a la hora de entender completamente este epigrama en particular y la poesía grecolatina en general. El poema se divide en dos partes: la primera, vv. 1-7, aparece con preguntas retóricas que van poniendo en jaque a cada mito (parecido elenco que el IV 49, 3-6): Edipo43 y Tiestes44, Medea45 y Escila46 (vv. 1-2) y a las que Marcial las califica de 43 Un oráculo dijo que Layo iba a ser asesinado por su hijo. Entonces Edipo recién nacido fue abandonado. De adolescente, mató a su padre en una encrucijada, desconociendo quién era realmente. Fue a Tebas huyendo y se encontró con la Esfinge, Edipo resolvió su acertijo y el monstruo se arrojó al vacío. El héroe ganó el favor de la ciudad de Tebas y se casó con la reina, Yocasta, su madre. Más tarde acaeció una peste, que solo cesaría vengando la muerte del anterior rey, Layo. Edipo se da cuenta de quién fue Layo y quién lo mató y se sajó los ojos (Grimal 2010: 146-148). 44 Vid. nota 25. 45 Vid. nota 33. 46 Probablemente Escila es la hija de Niso, rey de Mégara (entregó el reino de su padre por amor a Minos, pues el rey era invencible si conservaba un mechón púrpura, y ella se lo cortó para dárselo a Minos con la promesa de que se casarían. Minos se apoderó de Mégara, pero horrorizado por la actitud de Escila, la ató 31 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL monstra por su propio carácter contra la naturaleza, argumentos de la tragedia y la épica; los jóvenes Hilas47, Paertenopeo48, Atis49 y Endimión50 (calificado sarcásticamente con el hápax dormitor), Ícaro51 (con similares palabras de IV 49, 5) y Hermafrodito52 (vv. 3-6), seis bellos y desafortunados héroes, propios del epilio alejandrino y la poesía neotérica, impregnados de moral afeminada; finaliza en el v. 7 con otra pregunta retórica directa y demoledora: por qué te gustan las ludibria (cf. VI 64, 23). Así se pasa revista y a los tres grandes géneros mitológicos: poemas épicotragicos de moralidad negativa, pequeños poemas sobre pueri y ludibria constituidos por invenciones ridículas que solo hacen malgastar papel (miserae chartae, v. 7). Rechaza cada género con gran ingenio, pues los ejemplos son amorales, y en el caso del género de pueri, Marcial lo niega con el oxímoron odit amatrices (v. 6) haciendo notar esa imposibilidad. La tragedia y la épica no son los únicos objetivos atacados, los detalles más específicos están dirigidos a los escritores y sus obras, como la Tebaida de Estacio (con Partenopeo), la poesía pastoral de Teócrito o la elegía de Propercio (con Hilas), las Metamorfosis de Ovidio (con Hermafrodito), Catulo 63 (con Atis) y Calímaco (con Aetia) (Sullivan 1991: 74 y 179): Marcial arremete contra todo género que no trate al ser humano en su centro. La segunda parte adquiere un carácter positivo y un marcado propósito programático: invita a Mamurra a leer obras donde predomine el realismo de la vida misma, con atención al hombre como el que es Mamurra; es una apología de la poesía de tema humano. Si en el VIII 3, 20 era la musa la que recomendaba al epigramista que procurara que la vida reconociera y leyera sus costumbres en sus epigramas, aquí es el a su nave y la ahogó); aunque la tradición poética la confunde con la homónima ninfa, luego convertida en monstruo y situada en el estrecho de Mesina (Fusi 2009: 723), frente al otro monstruo Caribdis (Grimal 2010: 172-173). 47 Hilas era hijo del rey Tiodamante y estaba dotado de gran belleza. Heracles se enamoró de él. Participó también en la empresa de los Argonautas, pero las Ninfas lo raptaron en Misia, por su hermosura. 48 Físicamente de gran atractivo y de carácter animoso, Partenopeo participó como comandante en el asedio a Tebas (Los siete contra Tebas), a pesar de los consejos de su madre, que vaticinó su muerte violenta (Grimal 2010: 267). 49 Atis era un joven muy agraciado, amado castamente por Cibeles. La diosa quiso unirse a él y lo hizo guardián de su templo, siempre que se mantuviera virgen. Atis no pudo resistir ante la ninfa Sagaritis, por lo que Cibeles mató a la ninfa. Atis, enloquecido, se castró (Grimal 2010: 61). 50 Endimión era un joven pastor de gran hermosura, que enamoró a la Luna. Zeus prometió a la Luna un deseo, y esta decidió dormir a Endimión en un sueño eterno, permaneciendo así eternamente joven y bello (Grimal 2010: 155-156). 51 Vid. nota 26. 52 Hijo de Afrodita y Hermes (de aquí su nombre), era un joven muy bello. La ninfa Salmacis se enamoró de él, pero Hermafrodito la rechazó. En un instante en que la ninfa llegó a abrazar al puer, pidió a los dioses no separarse jamás. El resultado fue que quien se bañase en las aguas del lago Salmacis, perdiese la virilidad (Grimal 2010: 260-261). Marcial resume la historia mitológica en XIV 174. 32 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL propio Marcial el que manda al lector que deje de leer lo mitológico y lea lo que la vida reconoce como suyo53 (v. 8), un grito que repiten rutinariamente los satíricos y los epigramistas (Watson 2003: 95-99), y un eco sin duda de Horacio (Sat. II 1). En los últimos cuatro versos (vv. 9-12) explica en qué consiste esta vida humana: retoma el tema de los monstra (v. 9), historias basadas en monstruos medio bestias, medio hombres, centauros, gorgonas y arpías y los opone al archiconocido v. 10: hominem pagina nostra sapit, con ese doble matiz del verbo sapere54 es el mismo que conserva en español el verbo saber. Este verso es el manifiesto de la poética realista de Marcial y está en contraposición con el v. 2: monstra – hominem (Francis 2007: 61), que daría mayor énfasis a su programática. El v. 9 es el culmen de la parodia del lenguaje elevado de las grandes composiciones (cf. Juv. XV 17-18), que ha ido precedido de preguntas retóricas (vv. 17). La acumulación del verso 9 (acabado en –que) y el inicio del verso 10 (inuenies) crea un hiato que produce un cabalgamiento, por lo que deja en posición de relieve el resto del pentámetro hominem nostra pagina sapit, que podría ser el final perfecto al epigrama (Marina Sáez 2019). No contento con el final en el verso 10, Marcial añade otro dístico (vv. 11-12) para cerrar el epigrama con el aprosdóketon (ἀπροσδόκητον) satírico final55, el consejo de leer sus epigramas si quiere conocerse a sí mismo (γνῶθι σεαυτόν, la famosa máxima griega) y conocer sus costumbres (cf. VIII 3, 20). Por tanto, se entrevé el sentido moralizante que está escondido en su poesía. Pero Mamurra no quiere. Y de acuerdo a su modo satírico, le aconseja que lea los Aetia (los orígenes, las causas) de Calímaco56, elegías de cultos y ritos griegos y obra modelo del refinamiento y erudición helenística, recomendada para lectores hipócritas que no deseen ver reflejadas sus costumbres en la literatura (Borgo 2003: 95), para que así siga obcecándose en su mal; los Aetia son una referencia en sentido genérico a obras mitológicas de estampa alejandrina tan ficcionales y sin vida, ajenas a la realidad de la época (Sergi 1989: 63-64). 53 Marcial interioriza el parlamento que la musa Talía tiene a lo largo de los libros. Se ve claramente, pues, el fuerte programa poético que logra. 54 Tanto el diccionario francés Gaffiot http://gerardgreco.free.fr/IMG/pdf/Gaffiot_2016_-_komarov.pdf [consultado el 21/05/2019], como el italiano Olivetti https://www.dizionario-latino.com/dizionario-latinoitaliano.php?lemma=SAPIO100 [consultado el 21/05/2019], el castellano Vox https://eldesvandelorga.files.wordpress.com/2019/02/diccionario-vox-latin-espanol.p.pdf [consultado el 21/05/19] y el inglés Lewis&Short http://alatius.com/ls/index.php?met=up&ord=sapio [consultado el 21/05/19] distinguen estos dos sentidos del verbo sapere. 55 El uso de una palabra o frase inesperada al final del poema, que desmonta la primera idea que concebimos cuando lo estamos leyendo. 56 Es curioso el ejemplo de Calímaco, cuando en IV 23 es elogiado como epigramista. 33 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Con la máxima griega “conócete a ti mismo”, de vital importancia para los filósofos en la antigua Grecia, equipara Marcial su poesía como clave para llegar a conocerse a sí mismo, al ser humano, y se destaca así como un poeta de carácter filosófico. i) X 35 Omnes Sulpiciam legant puellae uni quae cupiunt uiro placere; omnes Sulpiciam legant mariti uni qui cupiunt placere nuptae. Non haec Colchidos adserit furorem, diri prandia nec refert Thyestae, Scyllam, Byblida nec fuisse credit, sed castos docet et probos amores, lusus, delicias facetiasque. Cuius carmina qui bene aestimarit, nullam dixerit esse nequiorem, nullam dixerit esse sanctiorem. Tales Egeriae iocos fuisse udo crediderim Numae sub antro. Hac condiscipula uel hac magistra esses doctior et pudica, Sappho, sed tecum pariter simulque uisam durus Sulpiciam Phaon amaret. Frustra: namque ea nec Tonantis uxor nec Bacchi nec Apollinis puella erepto sibi uiueret Caleno. 5 10 15 20 Este epigrama interesa por el catálogo de mitos que critica en pos de esa poesía de lo real. Así pues, se combina la defensa moral y encomio de la autora Sulpicia, próxima a su tiempo57, con cuestiones de crítica literaria, que Marcial introduce mediante la recomendación de la poesía de Sulpicia a sus lectores con la que entra en el contexto de polémica anti mitológica y anti calimaquea que se produjo en época imperial (Marina Sáez 2015: 58-60) (cf. X 4, 12). La poética de Sulpicia coincide en varios puntos con la del epigramista, es decir, Marcial compone un poema programático que recomienda la poesía que se parece a la suya propia y se aleja de los grandes géneros épico-trágicos. La obra de la poeta está inspirada por la vida, su vida (Balland 57 La crítica considera que esta Sulpicia es la poeta del siglo I d. C., nada que ver con la poeta Sulpicia del siglo I a. C. e hija de Servio Sulpicio Rufo y nieta de Marco Valerio Mesala Corvino (Balland 2010:132). En cualquier caso, la identidad de esta Sulpicia no es relevante para el tema del trabajo. 34 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL 2010: 132), la vida de una persona de la calle, que convive con los ciudadanos en el mundo, y que, como termina el epigrama (v. 19-21), jamás hubiera sido amante de Júpiter, de Baco o de Apolo. Marcial recomienda leer a la poeta, ya que tanto puellae (v.1) como mariti (v.3) disfrutarán de su lectura y aprenderán cosas de la vida cotidiana, como el amor, pero el amor dentro de la relación matrimonial. Después de esta presentación capciosa, define la poesía de Sulpicia mediante contraposición en los versos 5-7, que son ejemplos de mitología que ella no trata: Medea58, Tiestes59, Escila60 y Biblis61, sed castos docet et probos amores / lusus, delicias facetiasque (v. 8-9). Como antítesis al amor a la pareja y a la familia, Marcial incluye la archiconocida temática mitológica, crímenes ocasionados por la locura del amor: ejemplos sin interés para el lector y sin valor moralizante. Continúa alabando la figura de Sulpicia, nullam nequiorem, nullam sanctiorem (vv. 11-12), con dos connotaciones antepuestas: el de matrona y el de puella de la poesía amorosa. (Marina Sáez 2015: 64). Comparando estas dos calificaciones, no es inusual que Marcial recomiende su poesía a las mujeres, sean castae puellae o matronae. Destaca, pues, el lado moralmente aceptable de nequiorem y de sanctiorem, y lo compara con la figura de Egeria62, que se opone a la mitología de raigambre griega al ser prototipo de virtud matrimonial, uniuira, y de tradición romana. Del mismo modo, Egeria sería la antítesis de Medea: la Colquidia no solo es bárbara-griega sino también prototipo de furor y locura, Egeria, en cambio, es plenamente romana y su influencia es benévola para con su pío marido (Corral Valera 2017: 184). No es de olvidar la figura de Safo (vv. 15-18), la Poeta por excelencia, pero de dudosa moralidad según los antiguos. Por ende, Marcial coloca a Sulpicia un peldaño más alto que a Safo en su canon poético, pues, además de romana, es intachable moralmente y, en caso de que su marido muriera, rechazaría a los dioses (vv. 19-21) por lealtad a Caleno. 58 Vid. nota 33. Vid. nota 25. 60 Vid. nota 46. 61 Biblis se enamoró de su hermano gemelo Cauno, que huyó asustado de Biblis. Loca y errante, Biblis decidió a precipitarse al vacío, pero justo en el momento de saltar, las Ninfas la salvaron y la metamorfosearon en una fuente por donde brotaban sus incansables lágrimas de amor (Grimal 2010: 71). 62 Una ninfa Camena que se casó con Numa Pompilio, le dictó las leyes para los romanos, la política religiosa, oraciones y conjuros, Egeria le fue fiel hasta el final de su propia vida, que vertió tantas lágrimas que fue transformada en fuente (Grimal 2010: 151). 59 35 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL La poesía de Sulpicia es caracterizada por su inocuidad, lo que enseñaba castos et probos amores (v. 8) se aplicaba al amor matrimonial, pero sin olvidar el lusus, delicias facetiasque (v.9) con doble sentido: sexual y literario, pues así son los epigramas del bilbilitano. En este epigrama, como remarca Marina Sáez (2015: 65), la trivialización de los mitos no tiene índole satírica, sino que enfatiza la diferencia entre la literatura ampulosa y vacía, rechazada, y la poética de lo real que simbolizan Sulpicia y Marcial. j) XI 90 Carmina nulla probas molli quae limite currunt, sed quae per salebras altaque saxa cadunt, et tibi Maeonio quoque carmine maior habetur, ‘Lucili columella hic situ’ Metrophanes’, attonitusque legis ‘terrai frugiferai’, 5 Accius et quidquid Pacuuiusque uomunt. Vis imiter ueteres, Chrestille, tuosque poetas? Dispeream ni scis mentula quid sapiat.63 Este epigrama de carácter mordaz es una defensa de Marcial a una supuesta pregunta de Créstilo, que le insta a que imite a los poetas arcaicos, caracterizados por una poesía discordante, y a que deje de lado la poesía mollis (v. 1). Créstilo, partidario de los poetas antiguos, ama la poesía tradicional, como buena y viril, y desprecia la poesía nueva, en nada acorde con las viejas costumbres romanas. Se puede comparar a Créstilo con Vacerra (VIII 69), pues admira a los ueteres solos poetas que están muertos. El personaje tipo es el hipócrita, como Marcial deja notar en el fulmen in clausula, pues por más que Créstilo defienda el mos maiorum, el poema nos descubre en el verso final que solo la predica para la poesía. La etimología del nombre, proveniente del griego χρηστός “honrado, virtuoso, bueno, complaciente” tomado por ironía, o de χρηστής “acreedor, usurero, deudor”, es clave a la hora de analizar el epigrama: es un nombre parlante, al igual que en IX 27 Cresto por razones métricas (Vallat 2008: 560) y Marcial utiliza este nombre por antífrasis (Merli 1996: 216, n. 15), tal como Gauro anteriormente en el IX 50.64 63 Me desvío de la edición del texto latino de Moreno Soldevila (2005) y adopto la edición de Shackleton Bailey (1990). 64 Si se toma el epigrama en sentido sexual, Créstilo podría ser etimológicamente “complaciente” (cf. Crestina en II 31) y, más claramente, por el nombre en el corpus de Marcial puede ser tachado de fellator. 36 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL El poema se divide en dos: la primera parte es la presentación del gusto de Créstilo (vv. 1-6), en el que resalta el carácter de attonitus y de admiración cuando escucha poesía arcaica (vv. 4-5) e incluso Marcial cita el verso de Lucilio para el epitafio de su esclavo Metrófanes (Fitzgerald 2007: 128), con claro tono erótico la palabra columella por mentula65; lo que aprueba aquí Créstilo es la depravada relación entre el amo y el esclavo. En el primer dístico (vv. 1-2) compara la poesía nueva de carácter mollis, es decir, la amorosa o lasciva, y suave por lo pulida que está con ese labor limae, con la poesía de salebras altaque saxa, la larga poesía de guerra y aventuras mitológicas, que describe la rudeza del verso sin depurar y que recuerdan paisajes ásperos donde los humanos no han intervenido (Merli 1996: 216) (cf. I 107, 8 labor). Salebrae, por su parte, es un término técnico de la crítica para denominar las asperezas del estilo literario (Kay 1985: 251). En los versos 3-6 hace acopio de lo que le gusta: ante la poesía meonia, o sea, Homero (aunque maltratado por Marcial por su continuo uso de mitos y dioses, es el arquetipo de poeta en la antigüedad grecolatina), le parece mejor un verso de Lucilio con rasgos arcaicos (v. 4), y con gran excitación lee terrai frugiferai (v. 5), un verso de Ennio (Ann. 510) con el típico rasgo arcaico del genitivo en –ai. No solo se queda en esa comparación: admira todo lo que uomunt (clara palabra despectiva) Accio y Pacuvio, autores trágicos arcaicos (v. 6) que usaban un lenguaje elevado en sus composiciones y se daban aires de griegos. Lucilio, a pesar de escribir las Saturae, es tachado de componer versos escabrosos según Horacio (Sat. I 3, 7); Ennio, a pesar de su ingenio, de arte rudis, según Ovidio (Tr. II 424); Accio y Pacuvio, de pesadas maneras, según Quintiliano (X 1, 97) (Kay 1985: 250-251). Por tanto, Créstilo rechaza el presente en pos de esa poesía áspera y del purismo lingüístico del latín (contrario al latine loqui que promulga Marcial). En la segunda parte, el dístico final funciona de fulmen in clausula (vv. 7-8): el hexámetro presenta la pregunta retórica supuestamente hecha por Créstilo (v. 7), y el pentámetro es la estocada: que se muera el poeta si Créstilo no sabe a lo que sapiat 65 No como dice Kay (1985: 252), de forma contradictoria a mi entender, pues en el prefacio (p. vii) y en las pp. 7-8 defiende que el libro XI se caracteriza por la licencia de las Saturnales, la libertad de palabra, la obscenidad, etc., pero luego recatadamente comenta que columella hace referencia a que los niños varones eran los pilares/columnas de la casa (cf. Eur. Iph. Taur. 57); del mismo modo, y en este sentido referido a los esclavos, columella tiene significado de “confidente, apoyo” (vid. el diccionario latino Olivetti https://www.dizionario-latino.com/dizionario-latino-italiano.php?parola=columella [consultado el 04/06/2019]). Por su parte, Montero Cartelle (1991: 220) no incluye columella, o derivados, en la tabla gráfica que hace de la terminología del miembro viril. Sin embargo, en este contexto, y más en Marcial, creo firmemente que hay que tomar el doble sentido soez y sexual del significado, destacando también la forma diminutivo-afectiva. Sugiere este sentido el epigrama XI 51, 1, donde Marcial utiliza columna como sinónimo de mentula en sentido claro. 37 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL mentula (retrotrayendo la imagen a la columella del verso 4). La metáfora es efectiva e inesperada por la dureza, y la dureza de lo arcaico es el término mentula, que indica el carácter de un estilo sin adornos, a menudo definido como viril y opuesto a la suavidad y afeminamiento de la degeneración contemporánea (Merli 1996: 217). Hay, también, un claro juego entre los dos verbos scio y sapio, los dos con el significado doble de ‘saber’ en castellano, ‘conocer’ y ‘probar’ (cf. sapit X 4, 10) pero scire con significado de ‘conocer’ y sapere con el de ‘probar’. En el contexto de polémico o apologético, con referencia a los textos poéticos, el adjetivo mollis puede por lo tanto asumir una connotación negativa, principalmente con un fondo sexual, afeminado (y aquí la elección conscientemente y totalmente acertada del nombre parlante griego66); como connotación literaria, pues recuerda a Horacio (Serm. 1, 10, 57 ss.), donde el comparativo mollius se opone a la ruda factura rítmica de los versos de Lucilio (Merli 1996: 217); pero también mollis se puede entender en el sentido positivo de la dulzura de ritmo de las composiciones epigramáticas de sentido elegíaco, contra la rudeza de la épica o tragedia y la poesía arcaica. Con estos sentidos de mollis, el poema se constituye de forma particular: el verso 1 se enlaza al verso 8 con las palabras mollis del primero y sapiat del segundo (carmina nulla probas molli – mentula quid sapiat), que reafirma la composición en una crítica al carácter de Créstilo, tanto literaria, por sus falsos gustos anticuados, como moral, por su defensa de los falsos gustos viriles, pues la víctima es desenmascarada con un doble ataque de tipo sexual y en concreto de fellator67, ya que conoce de sobra a lo que saben las mentulae; y de tipo literario, pues no aprueba las composiciones vívidas del epigramista. Marcial deja ambiguas las inclinaciones entre Créstilo y los gustos literarios, aunque sí conecta la inclinación del pathicus con la virilidad del estilo arcaico. 4. RECAPITULACIONES A lo largo de sus libros, Marcial desarrolla un rechazo programático hacia la poesía elevada de grandes dimensiones, erudita hasta la pedantería y de temática mitológica; y lo hace desde su posición literaria como autor de un género menor. Cierto es que el argumento mitológico había venido siendo desaprobado por poetas como 66 Como, por ejemplo, en Spect. 1, 3, donde Marcial caracteriza a los jonios de molles. Con este mismo uso despectivo están compuestos los epigramas II 84, 1; 86, 5; III 73, 4; V 41, 2; VI 32, 2; VII 58, 5; IX 25, 3; 56, 3; XII 75, 4; XIII 86, 2. 67 Vid. nota 64. 38 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL Lucano y Persio, pero esta repulsa era resultado de una actitud moral: la reprensión de una cultura oficial, en el caso de Lucano, y la de un mundo ficticio en beneficio de la realidad, en el de Persio. En cambio, en Marcial la polémica anti mitológica no es resultado de una actitud moralizante, sino el reconocimiento de la vacuidad de este material y su sustitución por una temática de lo real (Citroni 1968: 278-280). Ni el estudiante en la escuela ni el hombre cotidiano va a tener que enfrentarse a dioses y monstruos mitológicos, en cambio sí al cazador de testamentos, al avaro y a la vieja lasciva que comenta Marcial en su obra. Frente a los episodios mitológicos, épicos y trágicos, admirados por los literatos pretenciosos y tan alejados de la realidad que vienen a convertirse en despropósitos, el punto de mira del epigrama es el hombre y la vida cotidiana: se trata, pues, de una poética de lo real (X 4) (Muñoz Jiménez 1994: 108). Marcial eleva el epigrama hasta convertirlo en un género capaz de rivalizar con la gran poesía aristocrática del siglo I d. C. Lo que hace es una labor titánica, una labor hercúlea: no toma un género ya aceptado y sigue la corriente dominante, sino que crea un nuevo tipo de poesía, con su programa y bases literarias propias, contrarios al gusto preponderante en literatura y, por ende, marginales y mal visto. Sin embargo, que cree un nuevo género poético y arremeta contra la mitología no obsta para que no utilice en sus epigramas los mitos, pues es un código estilístico común a todos los géneros literarios (Wolff 2008: 39). De hecho, vemos que es un motivo muy utilizado, pero con un fin distinto al de la poesía culta: el uso del mito es el de hacer referencia a los dioses para denotar cualquier elemento cotidiano. Szelest (1974) sistematiza este uso del mito señalando que hay un simbolismo paródico en el que la confrontación con la realidad depara burlas y, por tanto, Marcial desmiente el nutriente mitológico; también cumple en ocasiones su función paradigmática. Habría que incluir un empleo neutro, cuando el mito forma parte de figuras de estilo (metonimia, metáfora, etc.). Otro uso del mito es decorar, aclarar, ilustrar o enfatizar un tema (Allen 1970: 356) para que el lector lo entienda, pues este código mitológico es conocido por todo romano. Al igual que el personaje mitológico de Medea, por poner un ejemplo, la comicidad es universal si el nombre de la víctima también lo es, es decir si no se refiere a un determinado personaje, y adquiere una mayor amplitud temporal, algo que busca cualquier escritor, antes y ahora. El éxito de Marcial es muestra de la personalidad literaria del autor, de su fuerza creadora, sincera y humana. Crea una ficción poética auténtica y equiparable a los grandes géneros: se convierte a sí mismo en un héroe épico (si bien, no protagonista de 39 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL hexámetros dactílicos), que combate contra grandes monstruos mitológicos y sale vencedor. No se queja de que escribe con los dioses en contra (VIII 62). Al final de su vida se retira a Hispania con el deber hecho, abriendo caminos para nuevas vías literarias de temática humana. Estos caminos nuevos significan ampliar la visión de la literatura imperante hasta el momento, en la que reinaban los trillados tópicos mitológicos con la misma forma trágico-épica de siempre. La visión novedosa de Marcial es esa literatura de tema humano, apoyado en lo cotidiano. Si bien se trata de una selección de lo cotidiano, pues primaba el detalle curioso y gracioso para captar la atención del público lector. Se deja entrever en su obra que Marcial era un gran observador de la realidad, debido al también esfuerzo físico de tener que subsistir como cliente. Fue esta humilde forma de vida la que le sirvió al bilbilitano para escribir sus Epigrammata. No quiere imponer el canon, puesto que la épica y la tragedia siguen siendo las grandes apuestas literarias, y confiesa (confiteor, IV 49, 10, IX 50, 3) que no es más que los demás géneros, todavía; nos sugiere, del mismo modo, que confiemos (crede mihi, IV 49, 1, V 53, 3) en que los aspectos más humanos de la vida irán tomando el reconocimiento que se merece. Exista o no frustración por el estilo elegido y haya o no enfrentamientos con otros poetas líricos de la época, al parecer por envidia de Marcial, lo cierto es que el poeta ha sobrevivido sin ayuda de los dioses. No sabemos si el bilbilitano creía en los dioses o no. No sabemos si era aficionado al teatro o a escuchar episodios épicos en los banquetes. Lo que sí sabemos es lo que nos ha dejado escrito: el epigramista se toma con humor y poca seriedad la mitología (por ejemplo en VIII 62) a la vez que hace ver con el gran catálogo de ejemplos negativos que hemos visto a lo largo de los epigramas comentados que la conducta de los mitos resultaría inadmisible en la sociedad humana; podría decirse que Marcial “desmitifica” los mitos y, por consiguiente, la tragedia y la épica. 40 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL 5. BIBLIOGRAFÍA a) TEXTOS CANOBBIO, A. (2011), M. Valerii Martialis. Epigrammaton liber quintus, Nápoles: Loffredo Editore. CITRONI, M. (1975), M. Valerii Martialis. Epigrammaton liber primus, Florencia: La nuova Italia. ESTEFANÍA, D. (1996), Marcial. Epigramas completos, Madrid: Cátedra. FRIEDLÄNDER, L. (1886), Martial. Epigrammaton libri. Mit erklärenden Anmerkungen, Leipzig: S. Hirzel, recuperado https://archive.org/details/epigrammatonlibr01martuoft [consultado de el 14/02/2019]. HENRIKSÉN, C. 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ANEXO TRADUCCIONES DE LOS EPIGRAMAS COMENTADOS68 a) Apophoreta 1: al lector, en las Saturnales Mientras disfrutan con sus trajes de fiesta el caballero y el señor senador y mientras le está bien ponerse el píleo a nuestro Júpiter, y moviendo el cubilete, al edil supervisor no teme el esclavo cuando ve tan cerca los lagos helados: recibe la suerte alterna del rico y del pobre: 5 cada uno dé a su convidado sus premios. “Son chorradas y tonterías y algo más barato, si se puede”. ¿Quién lo ignora o quién niega tamaña evidencia? Pero ¿qué puedo hacer mejor, Saturno, en días de borrachera que tu propio hijo te concedió a cambio del cielo? 10 ¿Quieres que describa Tebas o Troya o la malvada Micenas? “Juega con nueces”, dices. No quiero perder mis nueces. b) I 107: a Lucio Julio, la causa de los epigramas A menudo me dices, queridísimo Lucio Julio, “escribe algo noble: eres un holgazán”. Dame tranquilidad, pero como la que en otro tiempo le dio Mecenas a su Flaco y su Virgilio: intentaría edificar obras que sobrevivieran por siglos y haber arrebatado mi nombre a las llamas. 68 Traducción propia de los epigramas. 45 5 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL No quieren los novillos sufrir yugos en campos estériles: el suelo pingüe cansa, pero la misma fatiga gusta. c) IV 49: a Flaco, los epigramas no son tonterías No sabe, créeme, lo que son los epigramas, Flaco, quien solo juegos y bromas los llama. Más juguetea quien escribe sobre el aperitivo del cruel Tereo o sobre tu cena, empachado Tiestes, o sobre Dédalo ajustando a su hijo las alas líquidas, 5 o sobre Polifemo apacentando las ovejas sicilianas. Lejos de mis libros está toda ampulosidad, y mi musa no se hincha con el loco manto trágico. “Aquellas cosas sin embargo todos alaban, admiran, adoran”. Lo confieso: alaban aquellas, pero leen estas. 10 d) V 53: a Baso, poeta altisonante ¿Por qué escribes sobre la Cólquide, amigo, por qué escribes sobre Tiestes? ¿Qué te importan, Baso, a ti Níobe o Andrómaca? Es materia muy adecuada, créeme, para tus páginas Deucalión o, si no te gusta este, Faetón. e) VIII 3: a la musa, que anima a Marcial a seguir componiendo “Cinco suficientes habían sido: en verdad seis o siete libros demasiados son: ¿por qué, musa, aún te complace jugar? Haya pudor y final: nada más ya añadirme puede la fama: mi libro es desgastado en todas partes; y cuando, rotas por el abandono, yazgan las rocas de Mesala 5 y cuando los excelsos mármoles de Lícino sean polvo, a mí sin embargo las bocas me leerán y conmigo muchos extranjeros a sus propias patrias llevarán mis poemas”. Había terminado yo, cuando así me respondió la novena hermana, que tenía los cabellos y el vestido untados en perfume: “¿acaso tú, ingrato, puedes abandonar las dulces bagatelas? Dime, holgazán, ¿qué harás mejor? ¿Acaso te complace cambiar los zuecos por los coturnos trágicos 46 10 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL o tronar penosas guerras con ritmo plano, para que te explique con ronca voz el henchido maestro, 15 y te odien la doncella crecida y el niño bien? Que escriban esto los demasiado graves y los demasiado severos, a los que la lámpara ve desgraciados a media noche. Pero tú con la sal romana empapa tu gracioso libro: que la vida reconozca y lea las costumbres suyas. 20 Permite que parezca que cantas con fino caramillo, mientras tu caramillo venza a las trompetas de muchos”. f) VIII 55: a Flaco, por qué se necesita un mecenas Como los tiempos de nuestros antepasados ceden ante los nuestros y como Roma ha crecido más con su caudillo, te extrañas de que falte el talento del sagrado Marón y de que nadie haga sonar las guerras con tamaña tuba. Que haya Mecenas, Flaco, no faltarán Marones 5 e incluso tus campos te darán un Virgilio. Las tierras vecinas de la desgraciada Cremona había perdido Títiro y angustiado lloraba sus exiliadas ovejas: se rio el caballero etrusco y la maligna pobreza alejó y le mandó marchar con rauda huida. 10 “Toma estas riquezas y sé el más grande de los vates; te permito incluso amar a mi Alexis”, dijo. Aquel bellísimo estaba en pie junto a las mesas de su señor sirviendo negro falerno con mano marmórea, y le ofrecía copas degustadas por sus rosáceos labios 15 que podrían seducir al mismo Júpiter. Al atónito poeta abandonaron la pingüe Galatea y Testílide de rojizas mejillas quemadas por la siega: Pronto concibió su Italia y su Arma uirumque, quien poco antes con dificultad había llorado al Mosquito con ruda voz. 20 ¿Para qué hablar de los Varios y los Marsos y de los nombres enriquecidos de los vates, cuya enumeración sería un ímprobo trabajo? ¿Seré entonces un Virgilio, si los regalos de Mecenas 47 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL me otorgaras? No seré un Virgilio, seré un Marso. g) IX 50: a Gauro, poeta “magnífico” Juzgas, Gauro, que mi talento es tan pequeñito porque, según tú, hago poemas que gustan por su brevedad. Lo confieso. Pero tú que en doce libros escribes los elevados combates de Príamo, ¿eres grandioso? Yo hago real al niño de Bruto, yo a Langón: 5 Tú en tu grandeza, Gauro, haces un gigante de barro. h) X 4: al lector, el epigrama es la vida Tú que lees a Edipo y al tenebroso Tiestes, a las Cólquidas y Escilas, ¿qué lees sino monstruosidades? ¿Qué te va a aprovechar el rapto de Hilas, qué Partenopeo y Atis, qué te muestra el dormilón de Endimión? ¿O el niño desnudado de sus plumas derretidas? ¿O 5 Hermafrodito, que odia las aguas enamoradas? ¿Por qué te complacen las vanas burlas de un pobre papel? Lee esto, que pueda decir la vida “mío es”. Aquí ni Centauros, ni Gorgonas o Arpías encontrarás: nuestra página sabe a hombre. 10 Pero no quieres, Mamurra, conocer tus costumbres ni saber de ti: puedes leer los Aetia de Calímaco. i) X 35: sobre Sulpicia, que habla de lo importante Lean a Sulpicia todas las niñas que deseen agradar a su hombre; lean a Sulpicia todos los maridos que deseen agradar a su esposa. Esta no declara la locura de la Cólquide 5 ni se refiere al aperitivo del cruel Tiestes; ni cree que existieron Escila o Biblis: sino que enseña castos y leales amores, jugueteos, delicias y gracias. Quien bien valore sus poemas, 10 48 LA ÉPICA Y LA TRAGEDIA ENTRE LOS EPIGRAMAS DE MARCIAL dirá que ninguna fue más juguetona, dirá que ninguna fue más respetable. Creería yo que tales fueron los juegos de Egeria en la húmeda cueva de Numa. Con esta como condiscípula o con esta como maestra 15 serías más docta y púdica, Safo: pero vista contigo a la vez y al mismo tiempo el duro Faón amaría a Sulpicia. En vano: pues ella ni como esposa del Tonante ni como amante de Baco ni de Apolo 20 viviría si se le quitara su Caleno. j) XI 90: a Créstilo, de la vieja escuela No apruebas ningún poema de los que fluyen por la suave senda, sino los que caen por escabrosidades y altas rocas y también te parece mejor que la poesía meonia el “aquí yace Metrófanes, columnita de Lucilio”; y atónito lees terrai frugiferai, 5 y todo lo que vomitan Accio y Pacuvio. ¿Quieres que imite, Créstilo, a tus viejos poetas? Mal rayo me parta si no sabes a lo que sabe una polla. 49