Y ASÍ IBA PASANDO EL TIEMPO...

Nunca entenderé la vanidad; o mejor, la entiendo pero no la acepto nunca; o aún mejor: quizás es que me contraría en exceso; hasta dolerme...
Y es que creerse uno por encima de lo que creemos que somos, y que no somos, sólo es un síntoma más de la mediocridad que sí que somos...

En cualquier caso, me produce mucha vergüenza ajena todo vanidoso de la nada...

Y es que, más allá de que detrás de toda gran obra hay una gran miseria, como señalaba siempre Oscar Wilde, siempre, por muy elevados y guapos que nos veamos, siempre habrá alguien infinitamente mejor, más elevado y más guapo que nosotros...

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¿Hay alguien aún en España, con dos dedos de frente, o con uno, que siga pensando que Pablo Manuel I.Turrión es un político noble y de fiar?

De ser así, me temo que le falta la frente, no sólo los dedos, ...

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Siempre lloraba a la misma hora: al atardecer...

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Somos seres prescindibles; el que se crea imprescindible se equivoca: los cementerios están llenos de gente que se creyó imprescindible en su día

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Las injusticias cuento con ellas; pero la sinrazón de lo cruel... eso me puede. Porque la injusticia siempre es posterior al hecho cruel; al no condenarlo, se hace injusto. Pero lo que queda es la crueldad...

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Después de muchos años en el mundo laboral y sus miserias, una conclusión nítidamente clara: nada peor que un ejecutivo tipo cuadro medio, amargado con su empresa, su jefe inmediato y sus subalternos... Y por desgracia es lo que abunda; quizás uno de los cuellos de botella más determinantes de nuestro sino: la mediocridad de nuestros cuadros dirigentes empresariales, sociales y/o políticos en todos sus escalafones.

La atmósfera que se crea, no sólo es enfermiza, sino estéril de por vida.

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Lo que peor llevamos son las incertidumbres, no las certezas, por muy malas que éstas sean...