miércoles, 21 de febrero de 2018

TERUEL CIERRA 2017 CON LA MAYOR TASA DE ACCIDENTES LABORALES MORTALES DE ESPAÑA


Un desastre. Eso ha sido para la provincia la accidentabilidad laboral del año pasado, según la estadística que acaba de publicar el Ministerio de Trabajo. En especial por lo que se refiere a los siniestros mortales: nueve, tantos como en cuatrienio 2013-2016. Nefasto dato que nos sitúa con el mayor índice de incidencia de este tipo de accidentes de España, 19,32 fallecidos por cada 100.000 afiliados a la Seguridad Social, cuando la media nacional es de 3,20.
En este cómputo el Ministerio solo tiene en cuenta los producidos “en jornada”, ocho mortales en Teruel, pues el noveno fue “in itinere”, es decir, en el trayecto de casa al trabajo y viceversa. A la provincia le sigue de cerca la de Soria (19,04), y un poco más lejos Lugo (8,31), Zamora (7,13) y Cuenca (6,98).
Para encontrar un registro peor en la provincia hay que remontarse a 2011, con diez fallecidos, siete de ellos en el accidente de helicóptero que se produjo cerca de Villel.
Las nueve personas a las que segó su vida un accidente de trabajo en la provincia el año pasado son tantas como las que fallecieron en Santa Cruz de Tenerife o Badajoz, con la diferencia de que mientras Teruel tuvo, de media, 41.403 afiliados a la Seguridad Social durante 2017, en la demarcación insular eran 309.242, y en la extremeña 179.740.

AUMENTAN LOS ACCIDENTES AL IR O VOLVER DEL TRABAJO

El total de accidentes, dato todavía provisional, fue de 1.464, 25 más que el año anterior; con un aumento de los leves y, como hemos visto, los mortales, y un descenso de los graves, que pasaron de 18 en 2016 a 12.
El alza se centró principalmente en los siniestros “in itinere”, 105 o 15 más; un incremento del 16,7% frente al 0,74 que suponen los diez de aumento en el puesto laboral. Todos fueron leves salvo uno mortal; en 2016 también todos leves salvo uno, en este caso con un herido grave.
Los 1.464 accidentes del año pasado suponen la cifra más alta desde el citado 2011 en que, curiosamente, se registraron exactamente el mismo número de incidencias, aunque hubo más graves, 15, y diez mortales frente a nueve en 2017.


domingo, 11 de febrero de 2018

LOS DESPOBLADOS DE TERUEL, UNA HISTORIA DE HAMBRE, PESTE, GUERRA Y CRISIS (Y II)

 Castillo y ruinas de Pradas, en San Agustín (Javier Solsona)
Testigos de la existencia de aquellos remotos despoblados son sobre todo las ermitas, algunas de gran renombre y predicamento en sus comarcas, y a menudo cuidadas y objeto de peregrinación anual tras la desaparición del pueblo o de sus habitantes. También hay masías, ruinas, restos de muros (la palabra “pardina” procede de “paredes ruinosas”), y hasta castillos o vestigios de éstos, pues hubo aldeas que desaparecieron al perder la fortaleza de la que dependían su valor estratégico.
Esta es una teoría sobre el origen de San Agustín, fundada por que fueron pobladores de Pradas, donde hay ermita y rastros de un castillo. Aunque según otra inmigraron desde La Jaquesa, puesto fronterizo con Valencia, cuyas ruinas todavía existen, y bautizaron el asentamiento con el nombre del santo patrón de su lugar de procedencia. Hay una cierta tradición oral sobre la desaparición de algunas aldeas, pero sin constancia documental.
A falta de restos tangibles, la toponimia puede indicar dónde estuvo alguno de los despoblados desconocidos: fuente y barranco Malezas, monte Abuán, corral de Los Franchones, cantera Peña Calva, sabinar del Villarejo...
Resulta sorprendente el caso de Pelarda, agregado a Olalla (hoy pedanía de Calamocha) en el siglo XIV, pues no solo se conserva un santuario sobre la que debió ser su parroquia, sino que sobrevive su cofradía ya documentada en 1394, la de la “Virgen de la Pelarda”.

Mierla, despoblado de Ojos Negros (Mercedes Rubio, xiloca.org).

 LA POBLACIÓN SE DERRUMBA A CASI LA MITAD EN EL ÚLTIMO SIGLO

Tras los nefastos años que rodearon a la Guerra de los Pedros, el crecimiento demográfico sufrió sobresaltos como la expulsión de los moriscos (1610), que terminó con algunas aldeas del partido de Alcañiz, y otras como Benatanduz, anexionada a La Cañada, más adelante Cañada de Benatanduz. Hubo otras epidemias, como la de peste que supuso el fin de Otón mediado el siglo XVII, las guerras del XIX, pero la población evoluciona en general al alza hasta llegar a la crisis demográfica que comenzó hace un siglo: la provincia pasó de 265.908 habitantes en 1910, a 136.977 en el último censo de 2016, prácticamente la mitad.
Esto hizo que, especialmente en torno a 1970, un puñado de municipios fuesen agregados a otro vecino, aunque siguiesen como pedanías o barrios. Remitiéndonos al nomenclátor, a lo largo del siglo pasado quedaron despoblados, además de los citados Cañigral y Gasconilla, Mas del Labrador (Valjunquera), Santolea (Mosqueruela) y Escriche (Corbalán); este último ni siquiera figura en el mismo como entidad de dicho nombre. Se da la insólita circunstancia de que Escriche llegó a ostentar el rango de “villa”, frente al modesto “lugar” que era el pueblo al que sería anexionado antes de desaparecer.
En 2001, al iniciarse el siglo XXI, Rudilla (Huesa del Común) y Rambla de Martín (Martín del Río) contaban con cuatro vecinos censados, pero en el nomenclátor de 2016 no hay ninguno, por lo que podrían considerarse los últimos despoblados de la provincia, una lista que, desgraciadamente, tiene visos de aumentar en los próximos años.
No quiero terminar sin resaltar la magnífica la labor investigadora de entidades y asociaciones culturales de la provincia, que nos permite localizar y documentar los despoblados de sus áreas de influencia. Trabajos publicados por el Instituto de Estudios del Jiloca (Calamocha), Instituto de Estudios Turolenses, El Hocino (Blesa), Trassiera (Loscos), Grupo de Estudios Masinos (Mas de las Matas), Castillo de Peñaflor (Huesa del Común), CRA Goya (Ojos Negros) etc., son fácilmente accesibles por internet y una joya a la hora de conocer nuestro pasado más remoto.
Barrio de Las Eras, en Alcaine (turismoaragon.org).



LOS DESPOBLADOS DE TERUEL, UNA HISTORIA DE HAMBRE, PESTE, GUERRA Y CRISIS (I)


 Los primeros despoblados medievales tras la reconquista, o quizá durante la misma, podrían ser los que cita, en 1269, Jaime I al conceder al Consejo de Teruel autorización para repoblar una serie de lugares; algunos como Camarena o Mosqueruela lo fueron, pero enumera otros de los que nada se ha sabido después: Atorella, Salamanca, Turiles... Ninguna pista he encontrado sobre su ubicación, solo que pertenecían a la Comunidad de Teruel, cuando por sí sola ocupaba casi la mitad de la actual provincia, con un centenar de aldeas.
Hambre, peste, bandolerismo y la Guerra de los dos Pedros (1356-1369) hicieron que el siglo XIV y el siguiente fuesen catastróficos para la demografía provincial, y es el periodo en que más poblaciones desparecieron, siendo ssu términos agregados o repartidos entre los del entorno.
Según la crónica de la Provincia de Teruel de Pedro Pruneda, que se inscribe en la gran obra Crónica General de España (1866), en el partido de Teruel quedaron despoblados a causa del conflicto entre castellanos y aragoneses: Abuán, Alcamin, Alcaria de Bellestar, Buaman, Burel, Cañada de García López, Castellón de Cabras, Gazapos, Cuevas de Rocín, Fozla, Gallel, Gasconella, Guidal, Hornos, Malezas, Monta, Pedra Salz, Puerto de Escaviella, Vallidán, Fuentes de García, Rora, y Villar de Menga.
No todos quedaron inmediatamente despoblados y algunos resurgieron con otro nombre. Gasconella (Gasconilla o Las Gasconillas) siguió como una aldea de Teruel capital, junto a las posiblemente posteriores San Blas y Villaspesa, y no quedó despoblada hasta los años 60 o 70 del siglo pasado. Algunos estudiosos sostienen que Castellón de Cabras es Castel de Cabra; localidad que renacería con el nombre de Cabra, tomando el actual posteriormente
Cuevas de Rocín, opinan ciertos autores, se corresponde con Cobatillas, que se incorporó a Hinojosa de Jarque en 1971. Petra Salz, dice una teoría, evolucionó a la actual Peracense; el castillo tenía a sus pies otra aldea llamada Villeta; en la parroquia se conserva la imagen medieval de una virgen que debió ser de la iglesia de dicho despoblado. Y Guidal parece ser Gúdar.
Herrera y Mierla se agregaron a Ojos Negros, en cuya formación también participaron otras dos antiguas aldeas, Fornillo y Pozuelo. En Gallel (Alba) sus salinas siguieron funcionando hasta que en el siglo XVIII ordenó su cierre el rey Carlos III.
Abuán fue repartido entre Cella, Caudé y El Campillo, y Alcamín pasó a Villalba Alta, que a su vez se agregó a Perales del Alfambra en 1972.  
De otras pardinas no he encontrado ni rastro de sus vicisitudes o localización: Buamán, Burel, Gazapos...

EL VALIOSO TESTIMONIO DE JORDÁN DE ASSÓ

Cualquiera que se interese por las pardinas se encontrará con el listado de Jordán de Assó (Historia de la economía política de Aragón 1798), la mayoría ya despobladas en 1495. Y no se limita al partido de Teruel, también el de Daroca, el de Alcañiz y el de Albarracín. Según Assó, Albarracín no solo carecía de despoblados, sino que nacían aldeas nuevas, como Griegos, Guadalaviar, Toril, y Masegoso. Hoy no podemos decir lo mismo; pues aunque nunca alcanzó la categoría de municipio, El Cañigral quedó despoblado a finales del siglo pasado, como ocurrió con Gasconilla.
Asso suele decir a qué términos fueron agregadas las pardinas, que son el grueso de las que figuran en el listado. Hay otros más recientes, de la Gran Enciclopedia Aragonesa y de la Wikipedia. Muchos despoblados los he desechado por figurar tan solo en una de las dos últimas listas y no encontrar ningún otro rastro, por ser claramente errores, como pardinas documentadas pero adjudicadas a otro pueblo, núcleos que nunca pudieron considerarse una aldea. etc.


jueves, 8 de febrero de 2018

TERUEL, ALCAÑIZ, ANDORRA Y CALANDA, DONDE MÁS BAJA EL PARO; VILLEL, MARTÍN DEL RÍO, VALDELTORMO Y LLEDÓ, DONDE MÁS SUBE


El pasado 2017 el paro bajó en 120 municipios de Teruel, permaneció inalterable en 56, y aumentó en 60, contando la provincia a 31 de diciembre con 986 desempleados menos que en 2016. Parecen cifras positivas, pero no lo son, porque también ha disminuido la población activa, se ha reducido el número de turolenses ocupados y aumentado el de inactivos.
Ninguna de las mayores localidades de la provincia se encuentra entre las que han visto crecer su número de parados; Villel es la más perjudicada, con ocho desempleados más; sigue con siete Martín del Río, y con cinco Valdeltormo, Lledó y Torrelacárcel. De destacar que el último municipio había cerrado 2016 con cero parados. Otras poblaciones que no los tenía entonces y ahora sí son Fuentes Calientes, Singra y Visiedo, con dos, y con un vecino que busca trabajo, Bea, Calomarde y Rubiales.
Los municipios que repiten número de parados son en general de pequeño tamaño; entre ellos, los que más tienen son Oliete (20), Torrevelilla (16) Albentosa (12) y Bronchales (11).

EL PARO BAJA EN TODOS LOS MUNICIPIOS CON MÁS DE 1.000 H.

Los tres Ayuntamientos más poblados y con mayor cifra absoluta de desempleados de la provincia son asimismo donde más se han reducido el paro: Teruel (-259) Alcañiz (-138) y Andorra (-59). También pierden 20 parados o más Calanda (-54), Alcorisa (-44), Calamocha (-30), Sarrión (-21) y La Puebla de Híjar (-20). En términos relativos, la mejor evolución es para Sarrión, con un descenso del 40,38%, seguido de La Puebla de Híjar (-33,90%) y Alcorisa (-22,22%). Por el contrario, en Alcañiz y Andorra la proporción apenas es del 12,51 y 12,72%, muy por debajo de la media nacional del 15,64%.
En cuanto al resto de las poblaciones cuyo censo supera los mil vecinos –de los anteriores solo La Puebla de Híjar no los alanza-, la variación en el número de demandantes de empleo es la siguiente: Monreal del Campo (-18), Albalate del Arzobispo (-18), Mas de las Matas (-17), Montalbán (-12), Cella (-12), Utrillas (-11), Valderrobres (-9), Albarracín (-7), Híjar (-7), Santa Eulalia (-6), Calaceite (-3) y Mora de Rubielos (-2).

MENOS POBLACIÓN ACTIVA

Según los datos del Ministerio de Trabajo, Teruel terminó 2017 con 6.303 parados frente a 7.289 en 2016, 986 menos. Pero hay que contar con la población que haya perdido la provincia; las cifras del último año todavía no se han publicado, pero como referencia, en 2015 fueron 1.955 personas y 1.415 en 2016.
Sí que disponemos de los resultados de la Encuesta de Población Activa correspondiente al cuarto trimestre del año pasado. Respecto al mismo periodo del anterior, indica que Teruel ha pasado de 64.100 activos a 62.200, 1.900 menos. De ellos los ocupados pasan de 56.300 a 55.300, mil menos, y los parados de 6.900 a 5.900, también mil menos. Los inactivos aumentan en 900 al pasar de 50.000 a 59.000. Por ello, una disminución del desempleo no se corresponde con un incremento de puestos de trabajo.