Contributos para A História Da Alimentação Na Antiguidade
Contributos para A História Da Alimentação Na Antiguidade
Contributos para A História Da Alimentação Na Antiguidade
Autor(es): Soares, Carmen, ed. lit.; Dias, Paula Barata, ed. lit.
Centro de Estudos Clássicos e Humanísticos da Universidade de
Publicado por: Coimbra; Imprensa da Universidade de Coimbra
URL URI:http://hdl.handle.net/10316.2/5574
persistente:
DOI: DOI:http://dx.doi.org/10.14195/978-989-721-008-2
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Contributos para a história da
alimentação na antiguidade
Coordenadores
Carmen Soares, Paula Barata Dias
Título
Contributos para a história da alimentação na antiguidade
Editor
Centro de Estudos Clássicos e Humanísticos da Universidade de Coimbra
Imprensa da Universidade de Coimbra
Edição:
1ª/ 2012
Coordenador Científico do Plano de Edição
Maria do Céu Fialho
Conselho editorial
José Ribeiro Ferreira, Maria de Fátima Silva, Francisco de Oliveira e Nair Castro Soares
Impressão:
Simões & Linhares, Lda. Av. Fernando Namora, n.º 83 Loja 4. 3000 Coimbra
ISBN: 978-989-721-007-5
ISBN Digital: 978-989-721-008-2
DOI: http://dx.doi.org/10.14195/978-989-721-008-2
Depósito Legal: 343419/12
POCI/2010
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Sumário
Prefácio 7
Prefácio
7
Paulo de Tarso: Grego e Romano, Judeu e Cristão
As Coordenadoras
Carmen Soares
Paula Barata Dias
8
Contributos para a história da
alimentação na antiguidade
9
La presencia de la gastronomía en la literatura griega
El tema de la gastronomía, como en general todo lo que tiene que ver con
la comida y la bebida, está presente en la literatura griega desde su comienzo,
desde los poemas homéricos, donde incluso tiene una función de elemento
caracterizador de los héroes. Sin embargo la imagen que la posteridad ha
tenido de la literatura griega, salvo raras excepciones, tiende a obviar esta
faceta. Habitualmente de los textos se estudia el género literario, el autor y su
estilo, la lengua, el marco cultural e histórico y, de forma secundaria, se permite
la entrada a los aspectos conocidos como realia. Por suerte el panorama ha
ido cambiando considerablemente en los últimos quince años, empujado en
cierta forma por las tendencias históricas que han desplazado la atención de los
grandes acontecimientos hacia los aspectos de la vida cotidiana. Al fin y al cabo,
las posibilidades de investigación sobre el mundo antiguo son mucho mayores
de lo que se podría pensar en un principio. Los griegos no sólo se dedicaban
a la poesía o al teatro, a componer bellos versos o a filosofar: también vivían
en casas, se vestían con ropa, comían, y eso no se refleja sólo a través de los
materiales que ofrece la arqueología, sino también en los textos.
A pesar de la enorme pérdida que la literatura griega ha sufrido a lo largo
de la historia, con todo sigue siendo un campo enorme de investigación, por
lo que me limitaré aquí a analizar la presencia del elemento gastronómico
en aquellos géneros que más ricos resultan en este sentido, dejando de lado
las obras especializadas (recetarios y libros de cocina, poemas gastronómicos,
etc.), que por sí misma merecen un capítulo aparte. Hay tres géneros en verso
particularmente interesantes, que muestran puntos de vista muy distintos
sobre este tema: la épica de Homero, con la dieta de los héroes; la lírica arcaica,
asociada al simposio, y la comedia ática, el género más próximo a la realidad
cotidiana y el que resulta más rico en información para todo lo relacionado con
el modo de comer griego.
Evidentemente no son los únicos géneros posibles: recordemos los
excursos geográficos de Heródoto, obras de Platón como el Banquete, donde
junto a la filosofía el autor describe el marco en el que se mueven sus personajes,
o la República, donde llega a establecer la alimentación de su ciudad ideal;
podríamos citar incluso pasajes de la tragedia donde no faltan tampoco los
elementos gastronómicos, en muchos casos con un valor metafórico y con una
presencia muy limitada, y quizá lo más curioso, hasta glosas en diccionarios
que explican términos culinarios e incluso llegan a describir los ingredientes
de algunos de ellos. Como ejemplo de ello podemos presentar la receta de un
11
María José García Soler
τὸ δὲ θρῖον ὧδε ἐσκεύαζον. στέαρ ὕειον ἑφθὸν λαβὼν μετὰ γάλακτος μίγνυ
χόνδρῳ παχεῖ, συμφυράσας δ αὐτὰ τυρῷ χλωρῷ καὶ λεκίθοις ᾠῶν καὶ
ἐγκεφάλοις, περιβαλὼν συκῆς φύλλῳ εὐώδει, ζωμῷ ὀρνιθείῳ ἢ ἐριφείῳ
ἔνεψε, ἔπειτα ἐξελὼν καὶ τὸ φύλλον ἀφελὼν ἔμβαλε εἰς ἀγγεῖον γέμον
μέλιτος ζέοντος. καὶ τὸ μὲν ὄνομα τῷ ἐδέσματι προσέθηκε τὸ φύλλον.1
1
“El thrion se hace de esta manera: cogiendo grasa cocida de cerdo con leche, mézclalo con
sémola gruesa, y tras revolverlo con queso fresco, yemas de huevo, y sesos, envolviéndolo en
una aromática hoja de higuera, cuécelo en caldo de ave o de cabrito; luego después de sacarlo
y quitarle la hoja, échalo en una cazuela llena de miel chisporroteante. Y al plato el nombre se
lo da la hoja.”
2
Hes. Op. 41. Cf. Ar. Pl. 543.
3
Antiph. fr. 181 K.-A. Henioch. fr. 4 K.-A.
12
La presencia de la gastronomía en la literatura griega
4
Antiph. fr. 50 K.-A. Alex. fr. 47 K.-A. Timocl. fr. 4. 8-10 K.-A. Diph. fr. 32 K.-A.
5
Antiph. fr. 201 K.-A. Thphr. Char. 6. 9. Poll. 9. 48.
6
Ath. 3. 94c.
13
María José García Soler
Por otro lado hay que señalar la presencia de la caza, tanto de la caza de
pelo, como la de pluma, aunque su presencia en la dieta es más limitada, al
menos en el caso de la caza mayor, que era practicada casi exclusivamente como
actividad deportiva. En el caso de la caza de pelo destacaban el jabalí y sobre
todo la liebre, que incluso era vendida en el mercado y regalada como presente
de amor7. En cuanto a la caza de pluma, era muy variada, desde aves como
patos, perdices, tórtolas, palomas torcaces y los apreciadísimos francolines de
Jonia, hasta una larga serie de pajaritos como el gorrión, el papafigo, el pinzón
(tentilhão: n. do ed.) o el hortelano, para cuya captura se empleaban diversos
procedimientos, como los que enumera Aristófanes en las Aves (524-529):
Las fuentes antiguas no dicen sólo qué se comía, sino que hacen
referencia igualmente a las formas de elaboración, que en ocasiones quedan
reflejadas en algo que podría identificarse como recetas, término que hay que
entender en sentido amplio, porque muchas veces no se especifican todos
los ingredientes, raramente se indican las cantidades y con frecuencia las
referencias a los procedimientos de cocción son bastante vagas. Otras veces
se indica el momento en que se consumía el alimento en cuestión, sobre todo
cuando se situaba en los aperitivos o en los postres, que los griegos llamaban
“segundas mesas”. Entre los primeros se incluían las aceitunas, el queso, los
huevos, los bulbos de nazareno y los mariscos; en los postres se servía fruta,
dulces y frutos secos como las nueces, almendras, pistachos o los piñones, que
sirven de acompañamiento a la bebida, y algunos otros menos “nobles” como
las legumbres tostadas9. Entre las frutas destacan la manzana, de la que incluso
encontramos referencias a diversas variedades locales, y los higos, frescos y
secos, aparte de las cerezas, las ciruelas (ameixas: n. do ed.), los nísperos, las
granadas y las bayas de diversos arbustos.
Por supuesto, tampoco falta la información sobre la bebida, principalmente
el vino, que era el rey indiscutible, al que se dedican casi verdaderos poemas de
7
A. Dalby 1996: 61.
8
“Como a los locos os tiran piedras. Incluso en los templos cualquier pajarero os tiende
lazos, varetas, cepos, hilos, redes, pihuelas y trampas; luego os cogen y os venden en montón.”
9
Anaxandr. fr. 42. 54 K.-A. Ephipp. fr. 13. 5 K.-A. Eub. fr. 2. 4 K.-A. Archestr. fr. 60. 13-15
O.-S. Matro fr. 534. 112 SHell. Clearch. fr. 87 Wehrli.
14
La presencia de la gastronomía en la literatura griega
Llegados a este punto vamos a abordar ahora los géneros escogidos para
este viaje gastronómico por la literatura griega, empezando por el principio,
por la épica de Homero. En ella aparece ante nosotros un mundo idealizado, el
de un pasado legendario en el que los dioses se movían por la tierra y estaban
en estrecho contacto con los grandes héroes, que son a su vez representantes
de una raza especial, muy superior a la de los hombres comunes por su fuerza
y valor. La alimentación es uno de los elementos que distinguen a los héroes
de los dioses, que toman néctar y ambrosía, pero también los separa de los
hombres comunes, que difícilmente podrían tener acceso a esa abundancia de
carne asada y vino que reflejan los poemas. Los héroes son los defensores de la
patria, por lo que ocupan una posición de prestigio en su comunidad, patente,
entre otras cosas, en su modo de alimentarse. Su dieta consiste esencialmente
en abundante carne asada, pan y el vino más dulce.
Las carnes proceden de ovejas, cabras y, sobre todo, de bueyes y cerdos
cebados, que son sacrificados, cortados en trozos y asados en espetones, según
un ritual determinado, del que tenemos un ejemplo muy ilustrativo en el pasaje
de la Odisea en la que el porquero Eumeo ofrece a Ulises –al que aún no ha
reconocido–, un banquete con la carne de un cerdo de cinco años11. Tienen
además un papel muy importante en las normas de la hospitalidad homérica,
donde es fundamental la generosa la acogida del huésped, al que se ofrece de
10
Ar. Th. 347-348, Pl. 436. Theopomp. Com. fr. 66 K.-A. Antiph. fr. 25 K.-A. Cf. J. N.
Davidson 1997: 56-61.
11
Od. 14. 418-450. Cf. Il. 9. 206-217; Od. 3. 456-463.
15
María José García Soler
12
H. Il. 4. 340-348, 8. 161-163, 185-190, 12. 310-321, 17. 243-251, 20. 83-85. Cf. M. J.
García Soler 2010: 107-108.
16
La presencia de la gastronomía en la literatura griega
cuando no hay nada mejor. Así, en la Odisea 12. 325-332, después de varios días
sin viento, agotadas las provisiones, los compañeros de Ulises se ven forzados a
cazar y a capturar peces con los curvos anzuelos, porque “el hambre les roía las
entrañas”. Tampoco forman parte de la dieta homérica los huevos ni la carne
procedente de la caza, que aparece más bien como una actividad para diversión
de los héroes, y parece ignorar igualmente el uso del aceite para cocinar, pero
los poemas mencionan, en cambio, el queso, los cereales, las legumbres, la
cebolla, algunos frutos secos y la miel.
13
“En primavera es óptimo el cromio, en invierno el anthias. Pero de los hermosos manjares
el mejor es la gamba en hoja de higuera. Dulce de comer es la carne otoñal de la cabra; y de
17
María José García Soler
comer la del cochinillo cuando pisan y aplastan la uva, y esta estación es la de los perros, las
liebres y los zorros. Y la oveja, cuando llega el verano y cantan las cigarras; luego del mar no es
alimento el atún, sino que sobre todos los peces destaca en myssotos. Pero un buey cebado, yo
creo, es grato en medio de la noche y de día.”
18
La presencia de la gastronomía en la literatura griega
al final todos los comensales terminan dormidos, excepto Sócrates, que debía
de ser excepcional por su resistencia a la bebida.
El tercer género que vamos a tratar es la comedia, sin duda el que mejor
refleja la alimentación en la antigüedad griega por su carácter popular, que hace
que sea particularmente explícita en detalles de la vida diaria a los que otras
formas más elevadas no prestan atención. Hay que comenzar haciendo una
precisión: a pesar de la enorme presencia que los temas gastronómicos tienen
en ella –donde aparentemente constituyen uno de los recursos más utilizados
por los autores teatrales para provocar la risa del espectador–, resulta imposible
valorar su importancia real, sobre todo porque, salvo las obras conservadas de
Aristófanes y de Menandro, sólo conocemos la comedia a través de fragmentos
que han llegado por tradición indirecta, fuertemente mediatizada por los
intereses del autor que transmite las citas. En cualquier caso, parece que las
alusiones a la comida y a la bebida tuvieron un peso considerable en este
género, lo que lo convierte sin ninguna duda en la mejor fuente para conocer
la alimentación de la Atenas de la época clásica.
En la comedia se encuentran reflejados prácticamente todos los aspectos
relacionados con la comida: la visita al mercado para comprar los alimentos,
con frecuentes alusiones a su estado o su precio, en particular en relación
con el pescado; la preparación de los alimentos, con las descripciones y
recomendaciones de los cocineros e incluso algunas recetas; escenas de sacrificio
y de fiesta, con comentarios que asocian ciertas comidas con celebraciones
específicas. También encontramos en la comedia los nombres de los alimentos
y de algunos platos, así como numerosos términos (sustantivos, adjetivos y
verbos) derivados de ellos. Son igualmente frecuentes las referencias a los
objetos de uso diario, con un abundante vocabulario de los útiles empleados
para preparar, servir y consumir los alimentos (hornos, cuchillos, cazuelas y
ollas, trípodes, etc.).
Según el panorama que muestra la comedia ática, el alimento básico para
los atenienses, como para la mayor parte de los griegos de la época, era la
maza, una especie de torta o de papilla de harina de cebada, preparada de
diversas maneras14. Además se comían una gran cantidad de verduras, habas,
lentejas, sobre todo en puré, citado con frecuencia por los comediógrafos15–,
ajo, queso y cebollas. En cambio, la carne era cara, salvo la de cerdo, y los
pobres de la ciudad sólo podían tomarla de vez en cuando con ocasión de
14
Cratin. fr. 176 K.-A. Telecl. fr. 1 K.-A. Ath. 4. 137e, 10. 442b. Cf. M.-C. Amouretti 1986:
122-125; P. Thiercy 1997: 134; M. J. García Soler 2001: 95-98.
15
Epich. fr. 30 K.-A. Sopat. fr. 13 K.-A. Ar. Eq. 1007, V. 811, 814, Pl. 1004, fr. 23 K.-A.
Pherecr. fr. 26 K.-A. Stratt. fr. 47 K.-A. Diph. fr. 42 K.-A.
19
María José García Soler
16
Ar. fr. 402. 8-10 K.-A. Antiph. frr. 47, 164 K.-A. Xenarch. fr. 7 K.-A.
20
La presencia de la gastronomía en la literatura griega
17
Cratin. fr. 176 K.-A. Crates fr. 16 K.-A. Telecl. fr. 1 K.-A. Pherecr. fr. 113, 137 K.-A.
Nicopho fr. 21 K.-A. Metag. fr. 6 K.-A.
18
S. Collin-Bouffier 2000.
21
María José García Soler
que los muertos podrían revivir sólo con oler el aroma de sus platos19. Y, por
supuesto, no faltan los que se vanaglorian de ser capaces de hacer con su arte
que los comensales le hinquen el diente incluso a la cazuela o a la escudilla de
puro placer20.
Alex. fr. 24, 115. 19-23, 178. 4-6 K.-A. Aristopho, fr. 9. 8 K.-A. Plaut. Ps. 881-884. Cf. A.
20
22
La presencia de la gastronomía en la literatura griega
Bibliografía
23
María José García Soler
24
Banquete grego: entre o ritual da philia e o prazer do luxo
Banquete grego:
entre o ritual da philia e o prazer do luxo
25
Maria Regina Cândido
26
Banquete grego: entre o ritual da philia e o prazer do luxo
27
Maria Regina Cândido
28
Banquete grego: entre o ritual da philia e o prazer do luxo
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Maria Regina Cândido
30
Banquete grego: entre o ritual da philia e o prazer do luxo
31
Maria Regina Cândido
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Banquete grego: entre o ritual da philia e o prazer do luxo
Bibliografia
33
Arte Culinária em Xenofonte, Platão e Aristóteles
Carmen Soares
Universidade de Coimbra
1
Assunto cuja abordagem iniciei em C. Soares 2010.
35
Carmen Soares
2
Vd. M. Garcia Soler 1996, 2008, 2009 e M. F. Silva 2012.
3
Refiro-me a duas categorias distintas: os profissionais são indivíduos que vivem do salário
enquanto cozinheiros; os “entendidos” correspondem a pessoas que conhecem a arte, não para
dela tirarem o seu sustento, mas pelo interesse que sentem em conhecê-la e dela fazerem,
eventualmente, um uso pessoal. É neste último tipo que se incluiria Arquéstrato, motivado, ao
que podemos supor, para a redacção do seu guia gastronómico pelo desejo de partilhar a sua arte
com um ciclo de amigos (e não clientes).
4
Assunto presente em vários frgs. de Arquéstrato, citados pela edição de Olson-Sens: 27,
31, 33, 34, 35, 36, 37, 42, 45, 50.
5
Veja-se as observações do siciliano a propósito da preparação do barbudo e do robalo
36
Arte Culinária em Xenofonte, Platão e Aristóteles
(frg. 46): “Por serem tenros, grelha-os cuidadosamente, sem os escamares, e serve-os regados
com um molho salgado. Não deixes que se aproxime de ti nenhum tipo de Siracusa, nem de
Itália, quando estiveres a confeccionar esse prato. A verdade é que não sabem preparar peixe de
qualidade; antes o estragam por completo, pois têm o mau gosto de acompanhar toda e qualquer
comida de queijo e regam-na com um vinagre de vinho e um molho salgado enriquecido com
sílfio”.
37
Carmen Soares
épicos dos Poemas Homéricos6 e dos ambientes descritos por poetas líricos, de
que destaco Xenófanes7).
Que o pão e os cozinhados correspondem a dois domínios de
conhecimento e acção bem distintos no universo cultural alimentar da antiga
Grécia, confirmamo-lo pela perfeita distinção que havia entre os profissionais
e as artes que lhes correspondem: os padeiros-pasteleiros, por um lado, e os
cozinheiros, por outro. Aliás, ao nível de literatura gastronómica, essa distinção
era bem nítida, pois, além de autores de ‘livros de culinária’(τὰ ὀψαρτυτικὰ
βιβλία), Ateneu refere Crisipo de Tiana (sécs. II-I a. C., natural da Cilícia, na
Ásia Menor), a quem atribui um ‘livro da padaria’ (ἐπιγραφομένῳ ἀρτοποιικῷ,
cf. 3. 113 a, 7. 326 e, 14. 647 c). No entanto, a distinção entre padeiros e
pasteleiros, tal como hoje, não seria de regra, como percebemos pelo título de
‘mestre pasteleiro’ (ὁ σοφὸς πεμματολόγος Χρύσιππος, cf. 14. 648 b) pelo qual
o enciclopedista designa esse mesmo indivíduo8.
Mas é no próprio texto de Xenofonte que deparamos com o esclarecimento
inequívoco de que o sentido a dar a ὄψον é esse de ‘acompanhamento’ do
pão. No último capítulo do livro III dos seus Memoráveis, a personagem
Sócrates discute com os amigos o sentido da palavra ὀψοφάγος, habitualmente
traduzida por ‘comilão’ (A. Pinheiro 2009: 222-223), mas cujo sentido
etimológico me interessa recuperar, na esteira, aliás, do que propõe o filósofo
aos seus convivas. A situação que faz com que Sócrates proponha uma
definição do nome é ver que, entre os convivas, há “um que deixa o pão e come
só o conduto” (τῶν συνδειπνούντων τινὰ τοῦ μὲν σίτου πεπαυμένον, τὸ δὲ
ὄψον αὐτὸ καθ’ αὑτὸ ἐσθίοντα, 3.14. 1-2). Conforme começa por esclarecer
o filósofo, tal comportamento só não deve merecer ao seu praticante o rótulo
pejorativo de opsofagos, se ditado por razões dietéticas, i. e., exigido por um
qualquer regime (μὴ ἀσκήσεως…ἕνεκα, 3. 14. 2). Mas, quando a razão que
o leva a consumir exclusivamente o acompanhamento é a ‘gula’, tradução
que damos, no contexto, ao termo ἡδονή (com o sentido geral de ‘prazer,
gozo, fruição’, cf. ibidem: ἀλλ’ ἡδονῆς ἕνεκα) ou quando se verifica uma
evidente desproporção entre a quantidade dos dois elementos indissociáveis
(i. e., como se lê no texto: “alguém que come muito conduto em cima de/com
pouco pão”, ὁ δὲ μικρῷ σίτῳ, ἔφη, πολὺ ὄψον ἐπεσθίων, 3. 14. 4-5; ou que
“se serve de conduto com pão em vez de pão com conduto”, ὁπότερα τῷ σίτῳ
ὄψῳ ἢ τῷ ὄψῳ σίτῳ χρήσεται, 3. 14. 5-6), nestas duas circunstâncias estamos
Fr. 1, v. 10 Diels.
7
8
Outros autores de livros de pastelaria mencionados são: Egímio, Hegesipo, Metrobo e Feto
(ἀναγράψαντα πλακουντοποιικὰ συγγράμματα Αἰγιμίου καὶ Ἡγησίππου καὶ Μητροβίου, ἔτι δὲ
Φαίτου 14. 643 e).
38
Arte Culinária em Xenofonte, Platão e Aristóteles
perante um opsofagos, termo que prefiro, pois, traduzir por ‘guloso’9! A gula,
que o cristianismo haveria de condenar de forma implacável, ao conferir-lhe
lugar entre os sete pecados mortais, encerra desde cedo, como acabamos de
perceber, uma conotação negativa. Não se trata, neste período pré-cristão,
de uma censura baseada numa moral religiosa, mas sim na transgressão que
a mesma representa relativamente a um dos valores norteadores da ética do
Homem Grego das épocas arcaica e clássica, a moderação (sophrosyne).
Toda esta reflexão sobre o sentido de um nome composto da palavra opson,
não deriva do mero interesse que as questões filológicas nos despertam, mas
sim do esclarecimento que podem trazer ao propósito da nossa investigação:
fazer o retrato da arte culinária (opsopiia), tal qual nos a apresenta Xenofonte.
Aliás é o próprio autor que nos sugere esta aproximação, uma vez que remata
o debate entre Sócrates e os companheiros sobre o sentido do termo opsofagos,
pondo na boca daquele questões que nos elucidam quanto à autonomia que,
no séc. V a. C., se reconhecia à arte culinária e respectivos mestres. A techne de
produzir opsa era comumente vista como o saber cujo domínio permitia fazer
da alimentação um acto de fruição/prazer. Uma vez mais, é o sentido original
da fonte em análise que apoia esta interpretação.
Atentemos, pois, no passo 3. 14. 5-6 dos Memoráveis:
Ἄλλον δέ ποτε τῶν συνδείπνων ἰδὼν ἐπὶ τῷ ἑνὶ ψωμῷ πλειόνων ὄψων
γευόμενον, Ἆρα γένοιτ’ ἄν, ἔφη, πολυτελεστέρα ὀψοποιία ἢ μᾶλλον τὰ ὄψα
λυμαινομένη, ἢ ἣν ὀψοποιεῖται ὁ ἅμα πολλὰ10 ἐσθίων καὶ ἅμα παντοδαπὰ
ἡδύσματα εἰς τὸ στόμα λαμβάνων; πλείω11 μέν γε τῶν ὀψοποιῶν συμμιγνύων
πολυτελέστερα ποιεῖ· ἃ δὲ ἐκεῖνοι μὴ συμμιγνύουσιν, ὡς οὐχ ἁρμόττοντα, ὁ
συμμιγνύων, εἴπερ ἐκεῖνοι ὀρθῶς ποιοῦσιν, ἁμαρτάνει τε καὶ καταλύει τὴν
τέχνην αὐτῶν. καίτοι πῶς οὐ γελοῖόν ἐστι παρασκευάζεσθαι μὲν ὀψοποιοὺς
τοὺς ἄριστα ἐπισταμένους, αὐτὸν δὲ μηδ’ ἀντιποιούμενον τῆς τέχνης ταύτης
τὰ ὑπ’ ἐκείνων ποιούμενα μετατιθέναι;
9
Termo usado para aquele que só quer comer o que lhe dá ‘prazer’.
10
Subentende-se o substantivo ὄψα anteriormente referido, com o qual concorda, sintaxe
que alude ao retrato atrás descrito do opsofagos, como o indivíduo que (e aqui a expressão é usada
no sing.) come ‘muito conduto’ (πολὺ ὄψον).
11
Complemento directo de συμμιγνύων, a concordar com ἡδύσματα, que se subentende da
oração anterior.
39
Carmen Soares
12
Não obstante a maior ou menor controvérsia que sobre a datação de cada um dos diálogos
40
Arte Culinária em Xenofonte, Platão e Aristóteles
41
Carmen Soares
pois não examina a natureza, nem a causa do seu objecto (o prazer), além de
que não produz um discurso baseado no raciocínio lógico; consiste, sim, em
“preservar a memória do que é costume fazer-se através de uma rotina e de um
conhecimento empírico, processo pelo qual se criam sensações agradáveis”14.
Não esqueçamos que é precisamente este último aspecto o que permite
clarificar uma distinção que, como vimos atrás em Xenofonte, para o senso
comum ou para apenas alguns praticantes mais pretensiosos da “arte” não estava
definida de forma inequívoca. Estamos a falar da confusão que reinava entre
as profissões (ἐπιτηδεύματα, cf. 462 e 6) de médico e cozinheiro, indefinição
que se estendia aos domínios das competências e saberes respectivos. O
desfazer do engano só se atinge se, como propõe a personagem Sócrates,
se analisar o assunto à luz de um dos raciocínios nucleares do que costuma
designar-se de pensamento de Platão, vulgarmente conhecido por “teoria
das ideias/formas”. Ou seja, quando declara que a retórica é um eidos (‘ideia/
forma’, 263 d 5) e um eidolon (‘simulacro’, 463 d 2), porque parece, mas não é,
ou seja, pertence ao mundo das aparências e não das essências,15 a personagem
subentende a aplicação deste mesmo raciocínio a todas as empeiriai (entre as
quais, a culinária16), que anteriormente declarou incluir num mesmo grupo,
denominado kolakeia (‘adulação’ 463b 1), onde inclui a culinária (além da
sofística e da estética). Ou seja, uma empeiria é uma ‘adulação’ de uma techne,
faz-se passar (cf. 464 c 7: προσποιεῖται) por aquilo que não é.
Este raciocínio, aplicado ao objecto do nosso estudo, e como esclarece
o Sócrates do Górgias, significa que a culinária é um simulacro da medicina
(464 d 3-4). Mas há quem não possua este entendimento esclarecido,
sujeitos que a personagem do diálogo aventa só poderem ser ‘adultos tão
insensatos quanto crianças’ (464 d 6-7), a ponto de atribuirem ao cozinheiro
uma competência que é própria do médico: o saber distinguir os alimentos
benéficos (τὰ βέλτιστα σιτία τῷ σώματι, 464 d 4-5; περὶ τῶν χρηστῶν
σιτίων, 464 d 7) dos prejudiciais (πονηρῶν, 464 e 1) ao corpo. Porque busca
os prazeres, sem cuidar das virtudes17 é que a culinária (tal como a retórica, a
sofística e a estética) não pode ser uma arte/ciência.
Ecos deste retrato disfórico de culinária encontramo-los em outros dois
passos da obra do fundador da Academia. Na República (332 c), as personagens
repetem a ideia de que medicina e culinária se distinguem claramente. A
14
Cf. 501 a 7-b1: τριβῇ καὶ ἐμπειρίᾳ μνήμην μόνον σῳζομένη τοῦ εἰωθότος φίγνεσθαι, ᾧ
δὴ καὶ πορίζεται τὰς ἡδονάς.
15
A propósito do exemplo ilustrativo da ‘saúde’ refere: ‘a que parece, mas não é’ (δοκοῦσαν
μὲν εὐεξίαν, οὖσαν δ’ οὔ, 464 a 2-3).
16
As restantes são a estética e a sofística.
17
Cf. 465 a 1-3: ὅτι τοῦ ἡδέος στοχάζεται, ἄνευ τοῦ βελτίστου. τέχνη δὲ αὐτὴν οὔ φημι
εἶναι ἀλλ’ ἐμπειρίαν.
42
Arte Culinária em Xenofonte, Platão e Aristóteles
omissão de qualquer referência à diferença entre empeiria e techne pode talvez ser
interpretada como um indício de desvalorização da operatividade do primeiro
conceito, uma vez que não volta a ser recuperado em nenhum dos segmentos
em que Platão retoma o assunto “arte culinária”. Aqui, como nos dois passos
que nos falta analisar, emprega-se, sem reservas, a denominação “arte/ciência
culinária” (mageirike/opsopoiike techne/episteme). Não que o que as personagens
de Platão dizem pressuponha, nesta mudança de discurso, o abandono dos
princípios subjacentes à teoria das ideias/formas. Parece-me, sim, que esta
mudança decorre do que julgo ser um dos traços mais fascinantes do seu legado:
o compromisso do filósofo com o mundo que o rodeia. Se “a culinária é chamada
uma arte” (como se lê em Resp. 332 c 12: τέχνη μαγειρικὴ καλεῖται.), tal como
“se diz arte médica” (cf. Resp. 332 c 8: τέχνη ἰατρικὴ καλεῖται.), não é por alguém
reproduzir essa voz corrente que se pode defender que a mesma se identifica com
o seu sentido. Não se trata, neste passo, disso, pois continua‑se a insistir na
nítida separação entre esferas de acção dos dois domínios de saber.
Há, no entanto, uma alteração ao nível dos critérios distintivos de cada
um. Os três anteriores critérios (physis, aitia e logos) são preteridos por um
outro: identificação dos destinatários (τίσιν) e daquilo (τί) que cada uma
convém (προσῆκον) e deve (ὀφειλόμενον) oferecer (ἀποδιδοῦσα). Ou
seja, a medicina intervém sobre os corpos (isto é, as pessoas), fornecendo-
lhes três elementos constitutivamente distintos, mas unidos por essas
propriedades comuns de serem indispensáveis e apropriados: os remédios,
os alimentos e as bebidas (φάρμακά τε καὶ σιτία καὶ ποτά). Quanto à
culinária, intervém sobre as comidas, proporcionando-lhes os ‘temperos’,
i. e., tudo ‘o que torna os acompanhamentos agradáveis’ (τοῖς ὄψοις τὰ
ἡδύσματα, 332 d 1).
Passemos ao diálogo seguinte. A referência feita no Banquete é
brevíssima (187 e) e apela ao respeito pela moderação (a famosa sophrosyne).
Aí deparamos, uma vez mais, com a alusão à opsopoiike techne num contexto
de comparação, desta feita não com a medicina, mas com um domínio que,
tal como Platão fez para aquela, ainda no Górgias (264 b) nós, sem grande
dificuldade, nos atreveríamos também a catalogar de “arte do corpo”, o amor
físico (no texto chamado de “amor vulgar” ou da Musa Polímnia, μούσης
Ἔρως. ὁ δὲ Πολυμνίας ὁ πάνδημος), i. e. o de Afrodite. Assim como
“nos devemos entregar a este com cautela, de modo a vir a colher o fruto do
seu prazer, sem cair em nenhum destempero, também devemos servir-nos de
forma correcta dos apetites da esfera da arte culinária, de modo a colher o
prazer sem a doença”18.
18
Cf. ὃν δεῖ εὐλαβούμενον προσφέρειν οἷς ἂν προσφέρῃ, ὅπως ἂν τὴν μὲν ἡδονὴν αὐτοῦ
43
Carmen Soares
καρπώσηται, ἀκολασίαν δὲ μηδεμίαν ἐμποιήσῃ, ὥσπερ ἐν τῇ ἡμετέρᾳ τέχνῃ μέγα ἔργον ταῖς περὶ
τὴν ὀψοποιικὴν τέχνην ἐπιθυμίαις καλῶς χρῆσθαι, ὥστ᾽ ἄνευ νόσου τὴν ἡδονὴν καρπώσασθαι.
44
Arte Culinária em Xenofonte, Platão e Aristóteles
19
O pronome demonstrativo é usado em vez dos supra referidos τὰ ἐγκύκλια διακονήματα.
45
Carmen Soares
46
Arte Culinária em Xenofonte, Platão e Aristóteles
Bibliografia citada
47
Preparação e confecção dos alimentos e utensílios de cozinha nos fragmentos de Arquéstrato de Gela
Elisabete Cação
Universidade de Coimbra
1
Vide Sparkes 1962: plate VIII.3 e plate IV.4.
2
Olsen-Sens, no seu comentário, para ‘ὀρθῇ κεντήσαντα […] μαχαίρῃ’, literalmente ‘ferir
com uma faca a direito’, ensaia a seguinte tradução ‘poking holes’, explicando a realização destas
cavidades no peixe pela verticalidade que lhe sugere orthê.
49
Elisabete Cação
corpo do alimento apenas com azeite, mas no fragmento 32.6 usa-se também
para designar o método de untar com queijo, ainda que haja um verbo próprio
para aplicar queijo nos alimentos: tureuô ou turoô. No fragmento 46.13, a
propósito do excesso de temperos, Arquéstrato desaconselha a aplicação
excessiva de queijo nos alimentos de boa qualidade, uma vez que isso arruinaria
(diaphtheirousi) todo o preparado. Contudo adverte que nem sempre o uso de
queijo é prejudicial ao tempero dos alimentos, mas este caso é o exemplo-regra
da sua utilização excessiva.
e) Entrouxar: envolver em folhas de figueira e atar com um fio fazendo
um nó no topo (ἐν συκῆς φύλλοις σχοίνῳ κατάδησον ἄνωθεν). Este método
é usado no fragmento 36.8 para descrever a preparação do bonito. Parece-me
extremamente curioso anotar a modernidade do uso de um fio, assim como
hoje em dia se fariam os tradicionais rolos de carne ou as trouxas.
3
Nos fragmentos analisados contabilizámos um total de cinco referências para hepsô e doze
para optaô. hepsô — frgs. 19, 23, 32, 50, 60; e optaô — frgs. 11 (tr. fritar), 13, 14, 23, 24, 32, 34,
36, 37, 38, 46, 57.
4
Sparkes 1962: plate V.3.
50
Preparação e confecção dos alimentos e utensílios de cozinha nos fragmentos de Arquéstrato de Gela
φλόγα’5, literalmente ‘manter o fogo aceso’ ou, como sucede no fragmento 36.9-
10, de manter as cinzas quentes ‘spodos thermen’ (36.9) tendo o especial cuidado
de as atiçar, mexendo-as de fora para dentro (esô), de forma a manter as brasas
vivas. Pois se se queimavam os alimentos, o inverso também acontecia: isto é,
também ficavam mal assados. Aliás, nos achados arqueológicos6 conseguem
notar-se áreas mais queimadas ou mais escurecidas pelo fogo nos utensílios
de cozinha, mas obviamente isso decorrerá sobretudo do seu uso diário. No
entanto, Arquéstrato argumenta, no fragmento 57.4, que a melhor forma de
servir lebre (lagôs) será mesmo um pouco mal passada (mikron enomoteron).
Ainda acerca da possibilidade de queimar os alimentos cozinhados, em
dois outros fragmentos 23.4 e 24.12, Arquéstrato recomenda que se mexa
sempre bem os preparados: no primeiro ‘thama’ (muitas vezes) e no segundo
fragmento ‘pukinôs’ (frequentemente ou energicamente). Sparkes (1962),
no seu artigo sobre cozinha grega, mostra-nos vestígios inclusivamente do
utensílio de que se serviriam os gregos para esse fim: uma concha de terracota7.
A propósito dos processos de condimentação dos alimentos durante a
sua cozedura, no fragmento 24, o autor de Hedypatheia demora-se a descrever
como cozinhar e, posteriormente, condimentar cação. Cada parte deste peixe
deverá ser confeccionada diferentemente, consoante seja a barriga (hypogastria)
ou o restante corpo. Ainda que a barriga do cação deva ser temperada antes,
às outras partes (koilês), passíveis de cozinhar, não se deve proceder a qualquer
tipo de mistura ou adição de tempero mais forte que o azeite, bem como
condimentar com cominhos e ervas aromáticas no final da cozedura:
5
Ibidem: plate VIII.4.
6
Cubberley 2003, passim.
7
Sparkes 1962: plate VII.1.
51
Elisabete Cação
3. Utensílios de cozinha
Ainda que tenhamos noção de que a poesia de Arquéstrato é dedicada aos
prazeres gastronómicos da cozinha regional mediterrânica, sobretudo dirigida
a uma elite, não podemos deixar de fazer a ressalva de que, conforme sugerem
Wilkins e Hill8, todos os utensílios aludidos eram de uso quotidiano e não
objectos de luxo.
Podemos afirmar que Arquéstrato refere os mais conhecidos e utilizados,
dos quais se conversam vestígios arqueológicos espalhados pelos mais
importantes museus na Europa (exemplos de que nos temos servido para
ilustrar a nossa apresentação).
Além dos já anteriormente referidos, espeto e braseiro, recuperamos a
alusão ao teganon9 que, como dissemos antes a propósito do processo de fritura,
se assemelha a uma frigideira. Este utensílio é referido nos fragmentos 11.8
e 61.2. O fragmento 61 é particularmente esclarecedor sobre a sua utilização
para fritar, isto é, fazer ferver o azeite. Nesse passo, Ateneu cita10 a obra de
provérbios de Clearco, um filósofo Peripatético, em cujo fragmento se explica
que, uma vez o teganon quente, se colocaria o peixe miúdo (aphuê) a fritar, e
assim que os peixes começassem, literalmente, a ‘chiar’ — σίζουσαν — como
acontece com o azeite (kathaper toulaion), deveriam ser retirados.
Quanto ao utensílio designado por lopas11, ainda que tenham, obviamente,
uma aparência distinta, Sparkes12 argumenta que todas são representações de
lopades: a do meio mais rasa; e as das pontas são semelhantes às chutrai, de
que Arquéstrato não fala, mas que poderíamos associar a panelas, em geral.
Estas lopades seriam exemplos de ou onde se serviriam os pratos já prontos (o
exemplo mais raso de lopas, equivalente às modernas travessas), ou pequenas
caçarolas com orifícios que iriam ao lume para que, depois de colocadas nos
braseiros, pudessem facilmente libertar o vapor.
Para os típicos fornos portáteis, o autor utiliza termos distintos que
corresponderiam a objectos diversos13.
O ipnos14, em 47.4, é um exemplo disso: um forno assente em quatro
pernas que estava bastante difundido tanto entre Gregos como Romanos.
8
Sobre esta questão, vide Wilkins e Hill 2006: 74-78.
9
Sparkes 1962: plate V.5.
10
Ateneu 7.23.1 (G. Keibel, Leipzig, 1966).
11
Sparkes 1962: plate VI.3.
12
Ibidem: 130 e sqq.
13
Quanto à noção de espaço de cozinha na Grécia, os autores são unânimes em relação à
sua inexistência. Por isso, os fornos e braseiros seriam de dimensões reduzidas para que fossem
facilmente transportáveis. Vide Sparkes 1962: 127; Dalby 2003a: 188; Wilkins e Hill 2006:
64-67.
14
Sparkes 1962: plate V.1.
52
Preparação e confecção dos alimentos e utensílios de cozinha nos fragmentos de Arquéstrato de Gela
15
Sparkes 1962: 128.
16
Sparkes 1962: plate IV.2.
17
Cubberley in Dalby 2003: 57, 59, 61 e 65.
18
Cubberley et alii 1988: especialmente 99-100.
19
Ibidem: 101. Cubberley, para desenvolver a teoria de que o clibanus servia efetivamente
para outros tipos de confecção, apoia-se em autores antigos como Apício (7.5, 5; 7.8). O autor
serve-se ainda de Pseudo-Ambrósio em Act. Seb. 16.58 para justificar esta valência do clibanus.
20
Cubberley 1988: 100.
53
Elisabete Cação
54
Preparação e confecção dos alimentos e utensílios de cozinha nos fragmentos de Arquéstrato de Gela
Bibliografia
http://latis.exeter.ac.uk/classics/undergraduate/food3/archestratus.htm
(De Junho de 1999. Criado por Fiona McHardy. Consultado a 09/
Outubro/2011)
55
Hábitos alimentares no Império Romano
Nelson Henrique S. F.
Universidade de Coimbra
1
Filosofia, fisiologia, anatomia, cirurgia, teoria médica, terapia, farmacologia, estudos
linguísticos (cf. Brill’s New Pauly vol.5, 654-61).
57
Nelson Henrique S. F.
(Satyricon 26. 7). O grande elenco de pratos – cujo narrador apresenta como
excêntrico – reflecte a propensão romana para a novidade e recriação.
Aliás, o gosto pelo novo e exótico é usado como mecanismo da sátira
ao novo-rico, figurado nesta obra por Trimalquião. O liberto pretende
distinguir‑se pela riqueza e opulência, apresentando aos seus convivas um
banquete que considerasse digno de si. Tenta usar de uma sofisticação que não
possui e transmite a imagem de um homem frívolo de profundo mau gosto.
Uma vez que a sua educação não corresponde ao meio onde se tenta inserir,
falha por completo a tentativa de se nobilizar pela ementa.
Decerto, a abastança da culinária romana assentou na diversidade de
culturas e regiões que o império romano englobou, e na sua capacidade de
transformar um elemento cultural particular, numa propriedade global. O
alargamento geográfico do império, e a consequente aglutinação de diferentes
culturas, propiciou o enriquecimento de todo o espectro de géneros alimentícios,
podendo até falar-se de uma certa globalização de hábitos alimentares. Por
esse motivo se percebe que a culinária tenha ocupado um espaço de relevo na
arte, literatura e ciência, sendo que esses testemunhos não se dedicaram apenas
ao prazer, sofisticação ou simples necessidade fisiológica, mas também à saúde
e bem-estar. É exemplo disso a obra de Galeno que aqui tratamos, e que,
para além do estudo das propriedades de determinados alimentos, nos deixa
algumas pistas sobre alguns hábitos alimentares deste período.
Galeno de Pérgamo terá vivido entre 129 e 210 (da nossa era) e, ainda
que de origem grega, passou grande parte da sua vida profissional em Roma,
chegando a integrar a corte de Marco Aurélio, como seu médico pessoal (cf.
OCD, 621-2). Como já notámos, os seus aprofundados estudos da medicina,
tidos como referência até à época moderna, obedecem a uma transversalidade
científica, de que é exemplo a obra que aqui tratamos. Aí, o alimento é estudado
a partir da fusão das suas duas funções básicas: o suplemento nutricional,
necessário à subsistência e, a droga farmacológica (φάρμακον), administrada
para o tratamento de determinadas patologias.
Na abordagem aos alimentos e suas propriedades, mais precisamente
os de origem animal, Galeno sugere um certo conhecimento dos habitats e
comportamentos dos animais, bem como a consequente influência destes nas
suas propriedades nutricionais. Ora, veja-se o exemplo apresentado pelo autor
a propósito da carne de porco (ὑός):
58
Hábitos alimentares no Império Romano
“(...) terá acontecido a alguns comer carne humana sem saberem que a comiam”
(3, 663).
Não sabemos qual a fonte em que se baseia Galeno, pelo que podemos
apenas conjecturar se o fundamento desta afirmação reside em possíveis
notícias de antropofagia ou numa suposição derivada do senso-comum, dada
a certa parecença anatómica, mais precisamente da morfologia interna, entre
porco e o homem – além da coincidência dos hábitos alimentares. Note‑se que
o porco é o único animal domesticado omnívoro, algo que, de certa forma, o
distinguia dos demais, até pela ideia implícita de sujidade associada aos suídeos
– uma vez que a sua dieta incluía praticamente todos os géneros alimentares,
não raras vezes seria alimentado com restos de comida humana. Ainda que
seja uma proposta de análise falível, a partir de uma questão de si complexa
e muito debatida, atrevemo-nos a sugerir que a simbologia atribuída pelas
culturas do mediterrâneo, mais precisamente a egípcia (cf. Newberry 1927
e Dawson 1928) e a judaico-cristã (cf. Lobban 1994), tenha por base esse
aspecto do comportamento natural do porco.3
2
A ausência justificar-se-ia pelos comportamentos deste animal serem do senso-comum
para o povo romano.
3
O preconceito que implica a imundície deste animal pode também ter por instigador o
hábito de chafurdar na lama. Todavia, o imaginário popular ignora o fundamento deste hábito.
59
Nelson Henrique S. F.
Na verdade, o porco doméstico (sus scrofa domesticus) tem uma pele muito sensível à luz solar e,
como todos os mamíferos, é potencial hospedeiro de variadas espécies de parasitas, como pulgas
ou carrapatos. Ora, a camada de lama não só protege a pele do intenso calor mediterrânico,
como sufoca os parasitas sobre a epiderme do animal. De resto, este é um comportamento que
tem paralelo nos grandes paquidermes africanos.
4
Cf. Apuleio, Burro de Ouro: Sed praeter ceteram speciosi muneris supellectilem totis utcumque
patrimonii uiribus immanis ursae comparabat numerum copiosum (4. 13. 15); Et ecce de proximo
specu uastum attollens caput funesta proserpit ursa (7. 24. 13).
5
De resto, tal sucede em várias culturas, sejam antigas ou contemporâneas. Podemos notar
a medicina tradicional chinesa e o uso que faz de partes do corpo do tigre para curar problemas
do foro sexual (cf. Mainka & Mills 1995).
60
Hábitos alimentares no Império Romano
gosto apetecível, fazendo desse prato um exclusivo acepipe. Deste modo, e por
analogia, é verosímil entendermos que, na Antiguidade, o mesmo sucederia
com os preparados a partir da carne de grandes felídeos.
Outro possível motivo para o consumo daquela carne seria o
reaproveitamento. O consumo de carne estava longe de assumir na Antiguidade
as proporções que apresenta nos dias de hoje (Wilkins & Hill 2006, pp.
142-163). Na verdade, ocuparia um espaço muito reduzido na dieta diária
mediterrânea. Isto porque a sua produção era laboriosa e implicava elevados
custos. Por essa razão, se percebe que os animais mais velhos, incapazes
de cumprir a função de reprodutores ou trabalhadores no campo, fossem
habitualmente abatidos e comidos. Aliás, isto explicaria as repetidas referências
de Galeno à carne de animais de lavoura e de idade avançada (vide 2, 486;
3, 662, 664-7, 681). Estes correspondem sempre a carne de difícil digestão
e muito provavelmente de sabor menos agradável. O consumo dever‑se-ia à
necessidade de optimizar os recursos disponíveis e de evitar desperdícios. Ora,
tal poderia suceder com aqueles animais de natureza selvagem. Note-se que a
montada ao urso era muito frequente entre os patrícios romanos, pelo troféu
de caça e pele, matéria-prima apreciada entre as elites (cf. Green 1996). Nesse
sentido, será difícil imaginar, que perante o abandono da carcaça de uma
peça de caça, esta não fosse reaproveitada, num período de tamanha carência
nutricional (vide Garnsey 1993).
O mesmo poderia suceder com felídeos criados em casas e jardins
privados, quer fossem animais domésticos ou trazidos para as arenas de modo
a servirem de entretenimento. Fosse qual fosse a razão, o certo é que este tipo
de consumo ocorreu de forma suficientemente explícita para ser notada no De
alimentorum facultatibus. Pese embora tal referência parecer subentender um
consumo raro, uma vez que pouco se detém na análise deste género alimentício.
Logo, poderemos considerar estar implícito um reduzido interesse da parte
do público desta obra neste género de alimentação, uma vez que não seria
constituinte da sua dieta regular e, por esse motivo, seria despropositado para
Galeno tecer considerações mais desenvolvidas.
A explicação do curto comentário do autor estará na preocupação deste em
ser útil ao público, debruçando-se apenas sobre alimentos que eventualmente
consumiriam (vide infra). Não é demais recordar que este tipo de animais
selvagens seria insólito no espaço geográfico romano.
De resto, Galeno volta a notar o consumo de determinados animais
como correspondente a um comportamento alimentar invulgar, dada a forma
sugestiva da exposição:
“E acerca dos cães, o que deve dizer-se? Que, em alguns lugares, determinados
povos comem crias de cão engordadas, principalmente aquelas que foram
castradas. E da mesma forma alguns comem carne de pantera, assim como
61
Nelson Henrique S. F.
6
De resto esta é uma tradição comum não só às culturas do mediterrâneo, mas também às
orientais. Vide Krappe 1944 e cf. Geffen et alii. 1992.
62
Hábitos alimentares no Império Romano
“(...) como disse, deve recordar-se o comum a todos os peixes, que estes são
piores nas bocas dos rios que limpam latrinas, banhos ou cozinhas. (3, 722)”
63
Nelson Henrique S. F.
7
Esta indicação de Galeno poderá subentender como público alvo, os habitantes do espaço
da península itálica e as culturas imediatamente subjacentes a este território: as regiões do
sudoeste da península ibérica, sul da Gália e Magna Grécia.
64
Hábitos alimentares no Império Romano
65
Nelson Henrique S. F.
Bibliografia
Lista de Abreviaturas
CMG - Helmreich, G. (ed.) (1923), Galeni de alimentorum facultatibus libri
iii. Corpus Medicorum Graecorum. v.4.2V. Leipzig, Teubner.
Brill’s New Pauly – Cancik, Hubert; Schneider, Helmuth; Landfester,
Manfred (eds.) (1996), Brill’s New Pauly. Encyclopaedia of the Ancient
World. Vol.5. Leiden, Brill.
OCD – Simon, Hornblower; Spawforth, Antony (eds.) (1996), The Oxford
Classical Dictionary. Oxford, Oxford University Press.
Bibliografia geral
U. Albarella, K. Dobney, A. Ervynck & P. Rowley-Conwy (eds.)
(2007), Pigs And Humans: 10,000 Years of Interaction. Oxford, Oxford
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R. Curtis (2001), Ancient food technology. Leiden, Brill.
W. R. Dawson (1928), “The Pig in Ancient Egypt: A Commentary on Two
Passages of Herodotus”, Journal of the Royal Asiatic Society of Great
Britain and Ireland, No. 3, pp. 597-608.
R. J. Durling (1961), “A Chronological Census of Renaissance Editions and
Translations of Galen”, Journal of the Warburg and Courtauld Institutes,
Vol. 24, No. 3/4, pp. 230-305.
N. F. Egerton (1968), "Ancient Sources for Animal Demography", Isis, Vol.
59, No. 2, pp. 175-189.
E. Geffen, R. Hefner, D. W. MacDonald, M. Ucko (1992), "Diet and
Foraging Behavior of Blanford's Foxes, Vulpes cana, in Israel", Journal
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C. M. C. Green (1996), “Did the Romans Hunt?”, Classical Antiquity, Vol.
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R. J. Hankinson (2008), The Cambridge companion to Galen. Cambridge,
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M. R. Heithaus, & L. M. Dill (2002), “Food Availability and Tiger Shark
Predation Risk Influence Bottlenose Dolphin Habitat”, Ecology, Vol.
83, No. 2, pp. 480-91.
66
Hábitos alimentares no Império Romano
67
Discursos e Rituais na Mesa Romana: luxo, moralismo e equívocos
1
Tomamos o conceito de produto de necessário por oposição a produto de luxo lato sensu a
Christopher Berry 1994: 42.
69
Inês de Ornellas e Castro
2
Cf. Ernout - Meillet 1994 (ed. rev.) : 374.
70
Discursos e Rituais na Mesa Romana: luxo, moralismo e equívocos
3
Cf. Thorstein Veblen 1978 : Vide em particular o cap. IV, « La consommation ostentatoire».
4
Marijke van der Veen 2003: 407.
71
Inês de Ornellas e Castro
72
Discursos e Rituais na Mesa Romana: luxo, moralismo e equívocos
5
Cf. De re coq. 9. 9. 10 e 9. 9. 11.
73
Inês de Ornellas e Castro
práticas sociais.
As considerações de Guerzoni a propósito das origens do esplendor
no modo de vida do Renascimento italiano podem ser adaptadas a uma
argumentação em prol da sofisticação da mesa: «as classes inferiores
aproximavam-se, apropriando-se dos bens anteriormente pertencentes a
grupos hierarquicamente superiores, isso levou as elites a inovarem, a refinarem
e a aumentarem o valor de seus bens, numa tentativa de restabelecer distâncias
sociais correctas.»6
Acaso não será a elaboração da alta cozinha uma forma, consciente ou
não, de criar distância entre grupos privilegiados e não privilegiados? Se
verificarmos, embora de forma sumária, como evolui a mesa romana em função
dos alimentos de referência, chegaremos a algumas conclusões.
Temos um povo rústico nas suas origens, em cuja alimentação quotidiana,
alegadamente frugal (em consonância com os tão apregoados mores saudáveis
e austeros dos velhos romanos), predominam as leguminosas, as hortaliças –
entre as quais impera a couve – e os cereais, primeiro sob a forma de papas
(puls) o acompanhamento mais usual da refeição daí o conduto ser denominado
pulmentarium e só posteriormente sob a forma de pão, que começou por ser
um alimento das camadas abastadas.
Nas bebidas a ênfase vai para os cereais fermentados e, mais tarde – com
efeito só a partir de 121 a.C. há castas enumeradas na península itálica –, surge
o vinho, o branco por excelência. O vinho tinto consumido era de origem
grega. A ordem proposta não é arbitrária, e o discurso mitológico pode ser
revelador. Dioniso, associado ao culto da vide, conheceu também a epíclese de
Bromios, de bromos, aveia.
Deparamo-nos, pois, com uma mesa de base acentuadamente
vegetariana. Os produtos, fruto do trabalho da terra, embora simples, têm
em comum o registo civilizacional capaz de distanciar ideologicamente o
povo Romano das populações consideradas bárbaras: para se tornarem
digeríveis necessitam de ser transformados através de processos culturais
como a moagem, a cozedura e, sobretudo, diversos tipos de fermentação. O
mesmo acontece com os temperos, pois, excepção feita às ervas e às bagas
aromáticas, são produtos processados, capazes de conferir sabor forte a
espécies vegetais pouco tenras. São essencialmente cinco: o mel – trabalhado
pelas abelhas; o sal; as variedades de vinagre – recorde-se que as saladas dos
primórdios, as acetaria eram temperadas apenas com vinagre, acetum; o azeite
6
Guerzoni, G. 1999): 336 «the lower orders drew closer, appropriating to themselves the
goods previously owned by higher groups, so did the elites innovate, refine, and increase the
value of their goods in an attempt to re-establish correct social distances» [ no texto trad. nossa].
74
Discursos e Rituais na Mesa Romana: luxo, moralismo e equívocos
e, de uso mais recente (não surge nas comédias de Plauto), e por contacto
com os Gregos (conhecem-no desde VI-V a.C.; cf. Ésquilo), o condimento
por excelência da cozinha romana, também ele fruto da fermentação: o
garum (nas variedades de allec, liquamen). O processo de fermentação, uma
cozedura lenta, tão enraizado entre os povos indo-europeus, apresenta uma
dimensão alquímica, suporte, diria Joël Thomas da “metamorfose ontológica”
que nós, humanidade, sofremos desde que deixámos de partilhar o banquete
dos deuses e fomos obrigados a trabalhar.
A religatio do homem aos deuses ocorre de modo concreto nos dias
festivos num quadro de cozinha sacrificial sangrenta, através da imolação
solene de reses. A carne, em particular a de porco (a única criada especialmente
para o consumo), configura, assim, o alimento da partilha entre os convivas e
a divindade, de que a etimologia de caro, carnis, literalmente “pedaço de carne
sacrificial”, é elucidativa. O consumo de carne será, desde os primórdios,
o mais ritualizado, acompanham-na o vinho – hipóstase do sangue – e os
cereais. O carácter festivo, porém, não lhes confere o estatuto de alimentos
de luxo. Esta tríade deve ser lida, isso sim, à luz da simbólica do sagrado. Na
preparação sacrificial tão pouco há qualquer conotação com o luxo, o carácter
festivo declina-se na quantidade. As vísceras, uma vez escoado o sangue, são
grelhadas em espetos, junto ao altar, a restante carne, a que será comida
pelo público em geral, é cozida num caldeirão. Esta sucessão, sempre do
grelhado ao cozido, compreende uma forte conotação catártica, na medida
em que equivale a uma gradação passível de anular o carácter primordial de
bestialidade, quer do animal consumido quer dos convivas celebrantes. Mas
há igualmente uma componente civilizacional que remete para a evolução
da cozinha: enquanto o grelhado, que não leva sal, se situa mais perto da
barbárie, o cozido, condimentado com sal, torna-se mais oneroso, posto o
alimento perder propriedades em favor do caldo enriquecido pelo processo
de cozedura.
75
Inês de Ornellas e Castro
império, que não raro discursa sobre a comida do Outro em termos bastante
xenófobos. Quando Varrão (116-27 a.C.) nas Satiras Menipeias [Men. 63B
= 69 Cébe) deplora os maus costumes do seu tempo, contrasta-os com os
da Roma primitiva dos «aui et ataui nostri» [dos nossos avos e bisavós] que
comiam alho e cebolas. O mesmo autor, no prefácio do livro 3 do De re
rustica, afirma que os camponeses cultivam no seu modo simples de comer
os traços da idade de ouro7. Mas seria esta a realidade histórica ou estaremos
perante um mito forjado à distância de um “discurso da decadência” como
o designa Florence Dupont8? Na verdade, o discurso jurídico testemunha
preocupações reflectidas na legislação sumptuária da mesa, sobretudo desde
o início do século II a.C., demonstrando virem de longe os costumes de
fausto a necessitar de proibições.
Todavia, da invectiva do discurso forense de Cícero (Verr. 2. 3.68; 2.
5. 33) à argumentação filosófica sobre as vantagens biológicas e éticas de
uma existência pautada pela frugalidade nas cartas de Séneca (16. 9. 90; 114.
10; 122. 5), dos autores satíricos à biografia histórica de Suetónio, a todos
parece repugnar o afastamento do natural. Horácio, por exemplo, encena
as manias gastronómicas no livro II das sátiras (sátiras 2, 3, 4, 6, 7 e 8)
ridicularizando-as e contrapondo um encómio da frugalidade. É recorrente
no discurso literário o topos que opõe a mesa da cidade à mesa do campo
em prol de uma conduta moral alicerçada no respeito do mos maiorum. O
constructo ideológico romano fixado na comunidade rural está também na
origem da aversão aos produtos do mar. Na verdade, o consumo do peixe é
sobretudo fruto da helenização gastronómica desde os séculos III e II a.C.
pelo contacto com as cidades da Magna Grécia e não fazia parte da dieta
romana, excepto nas zonas costeiras ou próximas de rios. Considerado um
produto de luxo, o peixe é importado para os mercados, onde se mantém
vivo em tanques ou produzido em viveiros particulares, as piscinae. Todavia,
Énio (239-169 a.C.), refere-nos por duas vezes Apuleio (fl. 155 d.C.) na
Apologia 39. 2, teria escrito sobre as espécies de peixe e sobre o melhor
modo de cozinhá-los no seu poema gastronómico Hedyphagētica inspirado
no poema Hedypatheia de Arquestrato de Gela (IV a.C.). Mas prevalece o
discurso crítico ao seu consumo como o de Ovídio nos Fasti 6. 169-186 ou
o de Plínio no livro 9, alicerçado quer na defesa do regime autárcico quer na
7
Não esqueçamos que a perspectiva de Varrão é inspirada pelo estoicismo e pelo pitagorismo.
Para estes, o nome é revelador da verdade por isso mesmo debruça-se tanto sobre as etimologias
que considera instruírem sobre a essência de um objecto. Cf. O testemunho de Donato em Ad
Ter. Ad. 5. 8. 29: «uerbum dixit sententiam, nam uerba a ueritate dicta testatur Varro.» [a palavra diz
a verdade, pois é atestado por Varrão que palavra vem de verdade].
8
Florence Dupont (2002). Le plaisir et la loi. Du banquet de Platon au Satyricon. Paris : la
Découverte, p.11
76
Discursos e Rituais na Mesa Romana: luxo, moralismo e equívocos
77
Inês de Ornellas e Castro
9
Leon Moulin 1989, vide em particular o capítulo « Le plus conservateur des
conservatismes » : 9-25.
78
Discursos e Rituais na Mesa Romana: luxo, moralismo e equívocos
Bibliografia
79
Em defesa do vegetarianismo
Em defesa do vegetarianismo:
o lugar de Porfírio de Tiro na fundamentação ética da
abstinência da carne dos animais
81
Paula Barata Dias
1
A adoção consciente do vegetarianismo apoia-se em diferentes razões. As naturais e médicas,
focalizadas no ser humano, segundo as quais a alimentação vegetariana promove melhor saúde, física
e mental, do ser humano; as ecológicas, focalizadas no bem-estar dos seres vivos e sua harmonia
com o meio ambiente, no habitat coletivo, segundo as quais a alimentação vegetariana preserva a
qualidade do meio-ambiente, que deixa de estar sujeito à pressão da produção de animais destinados
ao consumo humano; as religiosas, que constituem a mais antiga motivação persistente, ainda hoje
presente em algumas correntes religiosas orientais, entre as quais o Jainismo e certas correntes
budistas. Entre os cristãos, os Adventistas do 7º dia recomendam o vegetarianismo e respeitam as
restrições alimentares indicadas no Levítico. Por fim, as razões éticas, focalizadas nas formas de vida
animais: a alimentação vegetariana é a única que permite evitar a crueldade para com os animais, já
que, por abstinência do consumo da sua carne, deixa de ser necessário o seu abate e a sua exploração.
82
Em defesa do vegetarianismo
2
Em Portugal, deu-se o aparecimento um novo partido nas anteriores eleições, o PAN –Partido
pelos Animais e pela Natureza- entendendo-se Animais e cito o manifesto do dito movimento
político, “todos os seres sencientes” ou seja, capazes de ter sensações boas ou más, de dor ou de prazer.
Assim, há “animais humanos” e “animais não humanos”, numa linguagem inspirada nas filosofias
pró-direitos dos animais que adotam, entre os seus princípios, o vegetarianismo e o veganismo.
83
Paula Barata Dias
Hesíodo (2005) Teogonia, Trabalhos e Dias, Ferreira, ( J.R., Pinheiro, A.E. trads) Lisboa.
3
Há pontos de contato entre estas duas narrativas das origens, que passam pela partilha das
4
84
Em defesa do vegetarianismo
5
Teog. Vv. 556: “Desde então, a raça dos homens que habita a terra queima aos imortais os
ossos brancos, sobre altares fumegantes”.
6
Veja-se em Vernant, J.-P., (1980) “Théorie générale du sacrifice et mise à mort dans la
thusia grecque”, Le sacrifice dans l’Antiquité, Vandoeuvres-Genève, 1-22 a interpretação do
sacrifício como uma forma de contrato entre a comunidade e os deuses.
85
Paula Barata Dias
“Como alimento, começava o dia com mel. Ao jantar, comia pão de milhete, cevada
ou ervas, cruas e cozidas. Só raramente comia carne das vítimas; e nem todas as partes
do animal eram aceites. Quando permanecia nos santuários das divindades, só comia
o necessário para acalmar a fome e a sede. Para sossegar o apetite, comia sementes
de papoila e de sésamo [...] flores de jacinto, folhas de malva, ou papas de cevada e
de ervilha. Contra a sede, tomava o miolo do pepino, e sumo de uvas, extraindo as
sementes, flores de coentro, sementes de malva. (35) dizia ele que esta dieta tinha
sido ensinada a Hércules por Deméter, quando foi enviado para os desertos da Líbia;
Assim conservava o seu corpo numa condição permanente, nem ora saudável, ora
doente, nem ora gordo, nem ora magro. Assim, ele não estava mais inclinado ao prazer,
nem derrubado pela dor, e nunca ninguém o viu exaltante ou lamentoso. Quando
Pitágoras sacrificava aos deuses, não usava uma profusão ofensiva ('i.e. sangue') mas
só oferecia pão de cevada, bolos e mirra; tudo menos animais, a não ser, talvez, galos
e porcos. Quando descobriu o teorema de que o quadrado da hipotenusa de um
triângulo reto era igual aos quadrados dos lados que formavam o ângulo reto, diz-se
que sacrificou um boi. Mas o mais certo é que esse boi fosse feito de farinha".
86
Em defesa do vegetarianismo
pela comunhão da vida”7. Mas permitia que os iniciados ainda pouco perfeitos
pudessem comer carne, estando contudo absolutamente interditos o coração
e o cérebro dos animais. As motivações de Pitágoras fundamentavam-se
numa ética cívica: abster-se de carne tornava os homens menos predispostos
à violência, e o que fosse incapaz de sacrificar uma vida animal menos ainda
atentaria contra um seu semelhante.
Diógenes Laércio, autor da primeira metade do séc. III, problematizou o facto
de se atribuir a Pitágoras a prática da alimentação carnívora fornecida aos atletas,
alegando que este talvez fosse um outro Pitágoras, já que o Filósofo tinha proibido
a matança de animais para alimentação porque queria habituar os homens à
simplicidade da vida, adaptada a uma alimentação acessível e que dispensasse o fogo,
como é a baseada no consumo de vegetais e legumes. Esta dieta promovia agudeza
de espírito e saúde física. Confirma também a rejeição dos sacrifícios sangrentos.
Assim, Pitágoras só prestava culto a Apolo de Delos, pois trigo, cevada e bolos de
queijo eram as oferendas admitidas neste santuário8. Também nos transmitiu o
conhecido episódio, recolhido em Xenófanes, que serve de fundamento da crença
pitagórica na reencarnação: ao ver um cão a ser maltratado, pede que interrompam
os maus tratos, porque nos latidos reconhecera a voz de um amigo querido9.
Note-se, contudo, que Pitágoras considera que o animal deve ser poupado porque
transporta consigo a alma de um amigo, não porque possua por si um estatuto ou
qualidades que tornem tal comportamento incorreto.
A popularidade de Pitágoras entre os filósofos antigos produziu uma
literatura de sentenças atribuídas ao Filósofo, em alguns casos alvo de
interpretação literal, em particular nos círculos religiosos e místicos tardios. Mas
a interpretação alegórica foi a preferida pelos neoplatónicos: assim, Hiérocles
de Alexandria (séc. V) deixou os seus Crisa Epe “Palavras de Ouro”, setenta
e uma sentenças de Pitágoras colhidas em Plutarco, interpretando-as num
sentido ético, afastadas do concretismo alimentar. Foi um autor muito popular
enquanto divulgador da obra de Pitágoras, interpretando alegoricamente o
condicionamento alimentar vegetariano presente nas máximas pitagóricas
e validando, intrinsecamente, o valor metodológico, diríamos, ascético (no
sentido em que promovia a dieta enquanto exercício para o progresso espiritual)
da dieta vegetariana: ou seja, esta era a adequada ao homem elevado porque
não só o afastava das paixões e dos vícios, das doenças do excesso, como o
7
Iâmblico, VP 6: 30-32; o passo comentado VP 6,24.
8
Diógenes Laércio, De Clarorum Philosophorum Vitis, Dogmatibus et Apophthegmatibus …
VP, 8, 12; 20; 23. Grant, R. (1980) “Dietary laws among Pythagoreans, Jews, and Christians”,
Harvard Theological Review, 73, (1,2), 299-310, em especial pp. 299-302 “these passages show
that conflicts over dietary laws existed within Pythagorean circles and that old dietary ordinances
were preserved, usually in allegorical form."
9
Diógenes Laércio, 8, 20.
87
Paula Barata Dias
10
Schibli, Hermann S. (2002). Hierocles of Alexandria. Oxford University Press. Hiérocles
tornou-se um autor muito popular na Idade Média e no Renascimento como transmissor da
doutrina pitagórica. Sentenças de Pitágoras deixadas por Hiérocles: “Não comas o coração”;
abstém-te de feijão” ou seja, "abstém-te dos alimentos que causam flatulência"; abstém-te da
participação democrática" 18.Não comas peixe de barbatanas negras”. Ou seja, não tenhas por
companhia homens de má reputação. 19. “Nunca comas ruivo”. Ou seja, evita o rancor. 20. “Não
comas a matriz dos animais”. Ou seja, evita tudo o que conduz à procriação. 21. “Abstém-te
de comer a carcaça de animais”. Ou seja, não comas alimentos deteriorados 22. “Não comas
animais” Ou seja, não tenhas por companhia homens que não se regem pela razão”. 23. “Põe
sempre sal na mesa”. Ou seja, faz sempre uso da justiça nos teus julgamentos.
11
Quédraogo, A. P. (2000) “De la secte réligieuse à l’utopie philantropique. Genèse sociale du
végétarisme ocidental”, Annales HSS, 4, 825-843. Sobre Böhme, ver 826-827; sobre Club e Newman,
respetivamente, 839, 840. Cf. p. 843: “les premières formes du végétarisme ocidental moderne se
sont transformées depuis leur apparition au XVIIéme siècle jusqu’à la veille du premier conflict
mondial. Toutefois, sous queque forme qu’elles présentent, les diferentes variantes du végétarisme
ont en commun de préscrire des normes sociales et morales de l'activité humaine, qui procèdent de
la volonté de definir et de fixer un statut du corps conforme à leurs représentations de la pureté”.
12
Op. cit., p. 836-834. O Iluminismo chegou a produzir a interpretação de que a vitória do
cristianismo no fim do mundo antigo arrastara a humanidade para o não repúdio do consumo
da carne e do sangue, encetado entre os homens de espírito nobre do mundo antigo. A aceitação
acrítica da alimentação carnívora estava assim facilitada pelo rito eucarístico, e a centralidade
que o sacrifício do corpo e sangue de Deus assumira na história e no rito religioso.
88
Em defesa do vegetarianismo
13
Neste sentido, quando o vegetarianismo abandona a preocupação estrita com o consumidor
e a desloca para o que é consumido, evolui coerentemente para o veganismo, comportamento
alimentar e social que implica a rejeição da carne, mas também do leite, dos ovos, do vestuário
feito de pele ou do pelo dos animais, etc.
14
Dombrowski, D. (1984) “ Vegetarianism and the argument from marginal cases in
Porphiry” Journal of the History of Ideas, 45, 151-143. Dombrowski , D. (1984) The Philosophy of
Vegetarianism, University of Massachusetts Press. Nesta obra fundamental, Daniel Dombrowski
traça a história do pensamento vegetariano, concedendo um lugar cimeiro a Porfírio de Tiro.
15
Porfírio, (Acerca da renúncia à Carne como alimento, 4), cita uma Lei de Drácon (621 a.C.):
(nossa tradução) “Que os deuses e os heróis do país sejam publicamente cultuados de acordo
com as leis deixadas pelos nossos antepassados; e que sejam também adorados em culto privado
de acordo com as possibilidades de cada um, com o uso de palavras auspiciosas, as primícias das
colheitas e bolos. Esta lei ordena que a divindade seja venerada com as ofertas dos primeiros
frutos usados pelo homem e bolos feitos da melhor farinha de trigo.”
16
Porfírio de Tiro é um filósofo neo-platónico pagão da segunda metade do séc. III, educado
em Atenas, Constantinopla e Alexandria na proximidade de meios cristãos. Foi comparado a
89
Paula Barata Dias
Juliano, pela sua vontade indómita de rejeitar o cristianismo numa altura em que este se havia
tornado dominante entre os intelectuais. Escreveu um extenso tratado Contra os Cristãos, em que
revela conhecimento aturado da Bíblia, a ponto de rebater as incongruências temporais e espaciais
e o do texto fundador da nova doutrina, o AT e o NT. Não deixa, por isso, de ser curioso que por
vias diferentes, a pluralidade religiosa do mundo antigo sofria propostas de revisão que, por vezes,
convergiam nos seus argumentos: Porfírio mostrava a vacuidade dos sacrifícios como forma de
honrar os Deuses e Clemente de Alexandria (II-III d.C.) fazia o mesmo com a sua Exortação,
Pedagogo e Miscelânea. Foi comum, entre as primeiras reações pagãs ao advento do cristianismo, a
acusação de que se tratava de um culto cruel, sangrento, em que se chegava a praticar o canibalismo.
17
Porfírio de Tiro, 3, 19 (ed. cit., ver bibl.).
90
Em defesa do vegetarianismo
18
Porfírio de Tiro, 2, 5-33-100.
91
Paula Barata Dias
92
A Propósito das Proibições Alimentares do Levítico
Luís Lavrador
(Escola de Hotelaria e Turismo de Coimbra)
1
Bíblia Sagrada 2001: 164.
93
Luís Lavrador
"…Deste-lhe domínio sobre as obras das tuas mãos, tudo submeteste a seus
pés: rebanhos e gado, sem excepção, e até mesmo os animais bravios; as aves do
céu e os peixes do mar, tudo o que percorre os caminhos do oceano" (Sl 8,7-9).
Talvez por causa de tudo isto o salmista teve o ensejo de proferir ainda
mais estas palavras:
"Das tuas altas moradas regas as montanhas; com a bênção da chuva sacias
a terra. Fazes germinar a erva para o gado e as plantas úteis para o homem,
para que da terra possa tirar o seu alimento: o vinho, que alegra o coração do
homem, o azeite, que lhe faz brilhar o rosto, e o pão, que lhe robustece as forças"
(Sl 104,13-15).
"Comerás o pão com o suor do teu rosto, até que voltes à terra de onde foste
tirado…" (Gn3,19).
94
A Propósito das Proibições Alimentares do Levítico
2
C. Neves, 2008: 132.
3
A etimologia de sanctus.
4
M. Douglas, 1991.
95
Luís Lavrador
96
A Propósito das Proibições Alimentares do Levítico
e as cabras. Como se sabe, esta doença constitui mais perigo para as pessoas
do que a triquinose. Na realidade, o antraz poderá conduzir à morte, ao passo
que, com a triquinose, raramente isso acontece.
No entanto, não estão proibidos pelo Levítico os animais portadores de
antraz. Por tal razão, Harris defende que não são as motivações higiénicas que
fundamentam as restrições do Levítico. De acordo, ainda, com este autor, os
israelitas proibiam o consumo de carne de porco por uma questão de "estratégia
ecológica saudável" (1974: 41). Isto porque os porcos são animais que não
se adaptam à aridez do deserto, nem tão pouco adoptam vida de rebanho.
Embora as condições ecológicas fossem desfavoráveis, se aquele povo quisesse
criar uma pequena vara, Jawé não autorizaria, na medida em que desejava
preservar o seu povo da gula, excesso a evitar e que crescia com o saborear
suculenta carne de porco.
Voltemos novamente a Douglas e às suas interpretações. Esta pensadora
baseia as suas posições no pressuposto de que as regras alimentares são alegorias
de virtudes e vícios. Se Deus é o criador de todas as coisas e se quer para o
Homem o melhor, por que havia de instituir regras tão severas, a ponto de
nem autorizar sequer que se tocasse em certos animais? "É mais provável que
estas leis sagradas tenham sido decretadas em nome da justiça, para acordar em
nós pensamentos devotos e para formar o nosso carácter" (1991: 63). Ao citar
o Professor Stein (1957) a propósito das interpretações de Fílon acerca das
prescrições dietéticas podemos ler: "Os peixes com barbatanas e escamas, que
são admitidos pela Lei, simbolizam a resistência e o autocontrolo, ao passo que
os peixes interditos se deixam levar pela corrente, incapazes de resistir à força
do rio. Os répteis que serpenteiam, arrastando-se pelo ventre, simbolizam as
pessoas que se entregam à satisfação das suas paixões e dos seus desejos cúpidos.
Ao contrário, os animais que rastejam, mas que têm patas para saltar são puros,
pois simbolizam o sucesso que coroa o esforço moral" (M. Douglas,1991: 64).
No estudo Ao Sabor da Bíblia, efectuado para dissertação de Mestrado,
em 2010, e publicado em 2011, sintetizaram-se estas e outras opiniões5. Aí,
começou por se afirmar que, para o povo judeu, a comensalidade se revestia
de um enorme significado e solenidade religiosa. Aquele povo mantinha
acesa a chama relacional, no centro da mesa do quotidiano e sobre a mesa
do altar, encontrando-se ambas no mesmo patamar de importância. Sobre
elas, somente se colocavam os alimentos que tornavam o Homem puro e
o conduziam nos caminhos até Deus. Como a integridade do culto jogava
um papel decisivo na religião da comunidade judaica, um qualquer dos seus
membros estava impedido de se abeirar do altar ou da mesa da refeição,
caso estivesse manchado pela impureza. Como já se disse, o que estaria em
5
L. Lavrador, 2011: 136-149.
97
Luís Lavrador
98
A Propósito das Proibições Alimentares do Levítico
a outros povos do Médio Oriente, os quais comiam apenas a carne dos animais
que criavam. Somente os animais que viviam a condição doméstica se ofereciam
a Deus, sendo esta, a fonte essencial da sua pureza.
Mesmo assim, tornava-se possível comer carnes não sacrificáveis, prática
que colocava na mão dos sacerdotes a decisão sobre as que poderiam ser ou
não comestíveis. Daqui resoltou a compilação da lei que só permitia que se
comessem os animais que morfologicamente fossem parecidos com os que se
sacrificavam. Assim, os sacerdotes estabeleceram um sistema de classificação
mais complexo, mas que os fiéis compreendiam facilmente. Aos altares
conduziam-se as melhores rezes, as mais gordas e sem qualquer defeito.
Neste aspecto, o hibridismo ou outras peculiaridades evidentes tornavam
o animal impróprio para Deus, disciplina cultual que se transferia também
para a mesa judaica. De tal maneira assim era, que os judeus consideravam
esses animais impuros, logo, não se serviam deles nas suas refeições.
Além disso, havia outras duas proibições de carácter alimentar importantes:
uma tinha que ver com a interdição de comer o sangue dos animais, a outra
com a proibição de cozer cabrito no leite de sua mãe. Quanto à primeira, a
razão principal pelo qual se não podia comer é sempre a mesma, como se pode
confirmar em (Gn 4,10; Job 16,18; 2Mac 8,3):
"o sangue é a vida, não simplesmente a vida mortal, mas em algum sentido a
essência espiritual da criatura, homem ou besta".
99
Luís Lavrador
100
A Propósito das Proibições Alimentares do Levítico
Bibliografia
101
Índice de autores e obras
Alceu 7. 5: 53
Fr. 333 Voigt: 18 7. 8: 53
Fr. 335 Voigt: 18 8. 6. 10: 73
Fr. 342 Voigt: 18 Apuleio
Fr. 346 Voigt: 18 Apologia
Fr. 366 Voigt: 18 39, 2: 77
Álcman O Burro de Ouro
Fr. 17 PMG: 12 4, 13,15: 60
Alexandre Cómico 7, 24, 13: 60
Fr. 47 K. –A: 22 Aristófanes: 21
Fr. 24 K. –A: 22 Acarnenses
Fr. 115 19-23 K. –A: 22 186-202: 21, 22
Fr. 178. 4-6 K. –A: 22 Aves
Anacreonte 524-9: 14
Fr. 24, 33 Gentili: 18 Cavaleiros
Anaximandro 85-124: 20
Fr. 42-54: 14 811-14: 19, 62
Antífanes Cómico 1007: 19
Fr. 50 K.-A: 13 As Mulheres no Parlamento
Fr. 170 K. –A: 12 14-15: 20
Fr. 201 K.-A: 13 137: 20
Apício 153-155: 20
De Re Coquinaria: 70 225-228: 20
2. 4: 73 As Mulheres que celebram as
3. 4. 3: 73 Tesmofórias
6. 6: 72 393: 20
6. 8. 4: 73 418-22: 20
103
Índice de autores e obras
630-1: 20 Cratino
735-7: 20 fr. 176 K. –A.: 19
Lisístrata Cícero
186-208: 20 Contra Verres
Paz 2.3. 68: 76
236-54: 20 2.5.33: 76
Pluto Clearco
1004 fr. 23 K. –A: 12, 19 Fr. 87: 52
Vespas Damoxeno Cómico
1219-1248: 32 Fr. 2 K.-A: 21
Aristofonte Demócrito de Abdera
fr. 9.8 K: 22 República dos Atenienses: 31
Aristóteles: 37 Deuteronómio
Política 1255 b 22-27: 45, 46 10, 8-9: 93-100 (passim)
Arquéstrato de Gela: 17, 25-32 Dífilo
(passim); 49-56 (passim) Fr. 42 K. –A: 19
Hedypatheia Diógenes Laércio
Fr. 10.7-8-S.: 13 Vida de Pitágoras
Fr. 27-50: 36 8, 12: 87
Fr. 32.5: 42 8, 20: 87
Fr. 46. 14 Donato
Fr. 60. 13-5: 14 Comentário a Terêncio Os dois irmãos
Ateneu de Náucrates/naucratis 5. 8. 29: 76
Deipnosophistai Énio: 77
3.109b-115a: 12 Epicuro
3.113a: 38 Fr. 30 K.-A: 19
4.137 e: 19 Ephippo Cómico
7. 23. 1e: 52 Fr. 13.5 K.-A: 14
7. 326 e: 38 Eubulo Cómico
10. 442 b: 19 Fr. 2 4 K. A: 14
11. 504 a-b: 31 Êxodo: 95
11. 782a: 31 1. 2: 92
14.647 c: 38 4. 22: 100
14.648 b: 38 13. 15: 95
134d-137c: 25 19. 24-34: 95
Bato Ferécrates
Fr. 4.7 K.-A: 22 Fr. 26 K.: 19
Crates Fr. 113: 21
Fr. 16 K. A.: 21 Fr. 137 K. –A: 21
104
Índice de autores e obras
Filémon Horácio
Fr. 82. 24-26 K.-A: 21 Sátira 2. 2: 73
Galeno Sátira 2. 4: 76
De Alimentorum Facultatibus: 57-67 Sátira 2. 3: 76
(passim) Sátira 2. 6: 76
Génesis: 84 Sátira 2. 7: 76
4: 85, 93 Sátira 2. 8: 76
1, 20-25: 94 Iâmblico
3,19: 94 Biografia de Pitágoras
6: 94 6. 30-32: 86
Heródoto: 11 Isaías: 84
Hesíodo 65, 25: 84
Teogonia: 26 Juvenal
114-115: 84 Sátira 4. 140-142: 73
520-600: 26, 84 Levítico: 93-102 (passim)
Trabalhos e Dias Nicómaco Cómico
41: 12 Fr. 1 K –A: 21, 36, 45
589: 20, 26 Nicofonte
Hiérocles de Alexandria Fr. 21 K.-A: 22
Palavras de Ouro 18-23: 87 Ovídio
Hiponax Fastos
Fr. 26 West: 17 6. 169-186: 77
Homero: 84 Petrónio
Il. 4. 340-348: 16 Satyricon 26, 7: 58
Il 8. 161-163: 16 Platão: 27, 36, 37, 40, 41
Il. 8. 185-190: 16 O Banquete 187 e: 27
Il. 9. 203: 16 Górgias
Il. 9. 222: 16 264 b: 43, 44
Il. 11.631: 20, 38 462 b-466 a 3:
Il. 11. 771-779: 28 462 c 7: 41
Il. 12. 310-321: 16 463 b 1: 42
Il. 17. 243-251: 16 463 b 3-4: 41
Il. 20, 83-85: 16 463 d 2: 42
Od. 3. 456: 15 464 c 7: 42
Od. 9. 196: 16 464 d 3-4: 42
Od. 10. 234: 20, 38 464 d 7: 42
Od. 12. 325-332: 17 501 a 7-501 b: 41
Od. 14. 418-450: 15 518b: 25
105
Índice de autores e obras
106
Índice de de termos alimentares
107
Índice de de termos alimentares
Estômago: 13 Maçã: 14
Etnos: 12 Malva: 12
Farinha: 86, 89 Mão:13
Fava: 19 Marisco: 14
Fígado de cabrito: 73 Mexilhão: 13
Fígado de carneiro: 73 Molho (ius): 37, 51, 72, 73, 78
Fígado de frango: 73 Myssotos (peixe): 18
Fígado de lebre: 73 Néctar: 15
Figo: 14 Nêspera: 14
Focinho: 14 Nozes: 14
Frango da Numídia: 73 Orelha: 13
Frangolim da Jónia: 14 Ostra: 13, 73
fruto seco: 14, 17 Ouriço do mar: 13
Galinha: 13 Ovelha: 13, 15, 28, 63
Ganso: 29 Ovelha de Verão: 18
Garum: 71, 75 Ovos: 14
Glaukos (peixe): 13 Panis Siligineus: 70
Gorrião (pássaro): 14 Pantera: 71
Grão de bico: 26 Pão: 12
Grão: 26, 30 Pão de trigo: 70
Hypogastria (barriga): 51 Papa: 19, 74, 86
Intestinos: 13 Papafigo (pássaro): 14
Javali: 30 Pato: 14
Kreas: 29 Peixe: 12, 13, 16, 19, 20, 21, 25, 27, 30,
Lagosta: 13 35, 36, 37, 49, 50, 51, 52, 63, 73, 77,
84, 88, 94, 96, 97
Lavagante: 13
Peixe miúdo (aphuê): 52
Leão: 60
Pepino do mar: 13
Lebre: 14, 18, 73, 87
Perdiz: 14
Lebre de Outono: 13
Perna: 13
Legumes: 12, 16, 17, 82, 84, 87
Phake (papa): 12
Legumes grelhados: 14, 18
Pinhão: 14
Leitão de Outono: 18
Pistacho: 14
Leite: 82, 89, 95, 99
Polvo: 13
Lentilha: 12
Pomba: 13, 29
Leopardo: 60
Pombo torquaz: 14
Levedura: 12
Porco: 12, 13, 15, 19, 28, 30, 58, 59, 60,
Liquamen: 75
65, 75, 86, 91, 96, 97, 99
Lombo: 13
Pramnio (vinho): 16, 20
Lula: 13
Pulmentarium: 74
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Índice de de termos alimentares
Puls: 74
Rola: 14
Queijo: 14, 17, 29, 37, 50, 82, 87
Raposa de Outono: 18, 62
Romã: 14
Salsichas à moda da Lucânia: 73
Serpente: 64, 65, 95, 97
Sobremesa: 14
Sombria (pássaro): 14
Ta hephthopolia (carnes cozidas): 13
Tentilhão: 14
Thrion (receita culinária): 12
Torta: 12, 19
Trigo: 12, 664, 70, 87, 89
Urso: 60
Vaca: 13, 96
Verduras: 12, 19
Vinagre: 12, 37, 75
Víscera: 13, 75
109
Índice temático
Índice temático
Acetaria: 75 Circeios: 73
Adriano: 72 Clearco: 52
Afrodite: 43 Clemente de Alexandria: 90
Aitia: 41, 43 Clibanus: 53
Ájax: 16 Colher: 19
Alcibíades: 18 Comédia Nova: 21
Alexandre o Grande: 96 Comensalidade: 27, 29, 97
Alexandria: 57, 64, 73, 89 Cozer (ἕψειν): 50, 53, 78, 99
Almofariz: 20 Crísipo de Tiana: 38
Anatólia: 25 Cristianismo: 39, 78, 88, 89, 90
Antropofagia: 59 Crítias (Constituição dos Lacedemónios): 44
Apoikiai: 30 Deipnon: 28, 29, 31
Apolo: 87 Deméter: 86
Arne: 16 Demétrio de Falero: 25
artos (ἀρτόσιτος) Diálogo socrático: 36, 40, 42, 43
Assar (ὀπτᾶν): 28, 50, 53 Dioniso: 26, 75
Atena: 26 Egímio (nome de pasteleiro): 38
Ática: 20 Egipto: 27, 64, 65
Automatos bios: 21 Emporia: 30
Beócia: 13 Ensopar (διεῖναι): 51
Braseiros: 50, 52 Entrouxar: 50
Cácio: 73 Epidauro: 16
Calendário gastronómico: 17 Episteme ἐπιστεμέ: 41, 43, 45
Cena: 72, 73, 78 Eranos: 27
Censura culinarum: 72 Esmagar (τρίβειν): 49
Chutrai (utensílio): 52 Esparta: 12, 15, 21
Ciclopes: 16, 26 Estratocles: 25
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Índice temático
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Índice temático
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Volumes published in the Hvmanitas Svpplementvm
Collection
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13. José Augusto Ramos, Maria Cristina de Sousa Pimentel, Maria do Céu
Fialho, Nuno Simões Rodrigues (coords.), Paulo de Tarso: Grego e Romano,
Judeu e Cristão (Coimbra, Classica Digitalia/CECH, 2012).
14. Carmen Soares, Paula Barata Dias (coords.), Contributos para a história da
alimentação na antiguidade (Coimbra, Classica Digitalia/CECH, 2012).
116
Pretende-se, com esta colectânea de estudos, contribuir para o acesso às mais
antigas raízes do nosso património alimentar, fundadas nas grandes culturas
antigas do Mediterrâneo de que o homem ocidental é herdeiro. Oferece-se,
desta forma, tanto ao público em geral como ao académico, uma oportunidade
de reflexão e de conhecimento sobre a Alimentação na Antiguidade enquanto
realidade indelevelmente modeladora do que somos hoje.