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19 de diciembre de 2008

La Puerta


Con legañas en los ojos, A. se levantó de la cama, despertado por llamadas al móvil y los incesantes llamadas de su novia y, como tenía que ir a clase, no podía quedarse remoloneando un rato más en la cama. Se levantó para darse una ducha antes de salir, pero su novia no se lo permitió, recordándole que necesitaba el termo lleno para poder ducharse ella, porque esa misma tarde saldría de viaje un par de días, dejando sólo a A., y tenía que prepararse para la travesía dándose una ducha bastante larga. Él declinó la idea de la ducha, muy necesaria ya, pero por hacer el favor no discutió en ningún momento, volviendo a la cama para descansar esos minutos que ya no perdería en la ducha.

Tiempo después, Ella entró en la habitación de A., para pedirle otro favor. Sin embargo, la respuesta recibida fue una indiscreta, pero inesperada, flatulencia por parte de él. Corriendo, y asqueada por el pedo, salió de la habitación, vociferando, y dando un sonoro portazo, dejando cerrada a cal y canto, la puerta. Segundos después trató de volver a la habitación, sin embargo, la puerta no se abría. Todas los intentos de abrirla por parte de ella no obtuvieron ningún resultado. A., desde el otro lado, se reía a la vez que confiaba en abrir la puerta, él pensaba que no quedaría encerrado, no caería esa breva. Pero la puerta no estaba por la labor. Después de innumerables tirones, tan vigorosos como ineficaces, A. se empezó a preocupar. la puerta no cedía, y en unos minutos tenía que salir de la casa preparado, pero aún estaba sin ni siquiera haber podido lavarse la cara.

Su novia se empezó a preocupar. Él trató de tranquilizarla, no pasa nada, saldré en un momento. Intentó buscar por la habitación alguna herramienta para desmontar el picaporte. Sólo poseía un destornillador pequeño, y adecuado, para los tornillos de la puerta, ya que el resto de herramientas se encontraban fuera de la habitación. A. Desmontó el picaporte, y una vez hecho se dio cuenta de que nada podía hacer por ese camino, la puerta había ganado esa batalla, pero no ganaría la guerra. El tiempo se había acabado, tenía que salir para ir a clase, y la puerta maldita no se podía abrir. Su novia salió a avisar a los profesores que estaban en la casa de al lado, explicando la situación en la que se encontraban, y estos visitaron la casa de A. para intentar ayudar a abrir la puerta. Pero A., después de haber sopesado destruir la puerta cual Jack de El Resplandor, ya había optado por una apuesta más conservadora, y barata a posteriori, usando unas seguetas guardadas en la caja de herramientas, estratégicamente pasadas por debajo de la puerta, y usadas para cortar el pasador de la puerta. Sabía que iba a tardar un tiempo, pero con el problema de las clases solucionado, sólo le quedaba comenzar a cortar el pasador, protegiéndose las manos con lo que encontrase y teniendo mucha paciencia.

Casi dos horas después, A. seguía en la habitación. Con el brazo cansado de moverlo arriba y abajo para cortar el pasador, ya tenía planes para comer mantecados por si no salía de la habitación para comer, tenía sed, y, lo peor de todo, que su novia se iba a ir unas horas después, y él no se podía quedar encerrado en la habitación, haciendo sus necesidades en un cubo y pidiendo comida al telepizza recogido por el balcón. No era una situación viable. Entonces, la puerta cedió. El pasador fue completamente cortado, liberando a A. . La puerta había sido derrotada. Todos respiraron tranquilos, fueron felices, comieron empanada, y su novia se fue esa tarde, pero dándose una ducha corta.


Moraleja: Dúchate cuando quieras, pero no te tires un pedo junto a tu pareja.
han visitado la Luna conmigo. Este blog no hace apología del comunismo ni de la URSS.
¡Gracias por la visita, Camarada!
¿Y si los soviéticos hubiesen llegado a la luna? v2 por Lukas ThyWalls. Con la tecnología de Blogger.