LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

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DESPUÉS DEL BAÑO, MUJER SECÁNDOSE (de Irene Sánchez Carrón)



Después del baño, mujer secándose
(Degas)
 

Se consumen de fiebre mis pinceles
dando forma a tu roja cabellera,
y tu nuca desnuda hecha de cera
no acierta a mirar mis ojos fieles.

Resbalo por tu espalda y por tus hombros
que no envuelve la túnica de sueño
y en tus curvas despéñase mi empeño
de levantar belleza con escombros.

Te miro desde cerca y tú te escapas
cual diosa retirándose a su templo
ajena a la mirada que en ti atrapas.

Me angustia no poder entrar más dentro,
y retirar la tela con que tapas
el misterio del cuerpo que contemplo.







(del poemario”Porque no somos dioses”)

WOMAN BATHING IN A SHALLOW TUB (de Enrique Lihn)

La bañera
(Degas)


























Desnudar al desnudo
fue lo que hizo Degas
Venus Anadiomena que paseaba su triunfo
de óleo en óleo por los Salones Oficiales
sintió que ese maestro de los malos modales
descorría el telón lindamente pintado
de su cuerpo, negándole la propiedad de ser
Alcanzó a ver con horror mientras sus ojos
se descorrían
el nacimiento de Venus en una bañera:
algo muy diferente al excitante pudor
de la pose en que un cuerpo
y la ansiedad del voyeur se responden:
son una cita uno de la otra
Lo que el cuerpo tiene de ciego y que se espesa
cuando se lo sorprende por el ojo
de la cerradura
eso vio por el ojo de Degas, la ofendida:
una burguesa que se lavaba groseramente los pies.

DEGAS: EN LA SOMBRERERÍA (de Adam Zagajewski)


La sombrerería
(Degas)

Los sombreros, calados de una luz
que afina sus trazos, son inocentes.
Una joven se ocupa del trabajo.
Arboledas y arroyos ¿dónde están?
¿Dónde la risa sensual de las ninfas? 
Este mundo está hambriento y cualquier día 
irrumpirá en esta habitación cómoda.
Le bastan ahora los embajadores
que anuncian: yo soy el ocre. Yo el Siena,
yo soy como la ceniza, el color
del espanto. En mí naufragan los barcos.
Yo soy el color azul, soy muy frío,
podría llegar a ser despiadado.
Yo soy el color del morir,
tengo mucha paciencia.
Yo soy el púrpura (casi invisible),
me quedo con triunfos y desfiles.
Yo soy el verde, soy sensible,
vivo en fuentes y en hojas de abedules.
La joven de hábiles dedos no puede
oír las voces, porque ella es mortal.
Piensa en el domingo, en su cita
con el hijo del carnicero,
que tiene ásperos labios
y grandes manos
manchadas de sangre.



(del poemario "Tierra de fuego"  Ed: El acantilado)