LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

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LA VISTA, EL TACTO (de Octavio Paz)


A Balthus

La luz sostiene —ingrávidos, reales—
el cerro blanco y las encinas negras,
el sendero que avanza,
el árbol que se queda;

la luz naciente busca su camino,
río titubeante que dibuja
sus dudas y las vuelve certidumbres,
río del alba sobre unos párpados cerrados;

la luz esculpe al viento en la cortina,
hace de cada hora un cuerpo vivo,
entra en el cuarto y se desliza,
descalza, sobre el filo del cuchillo;

la luz nace mujer en un espejo,
desnuda bajo diáfanos follajes
una mirada la encadena,
la desvanece un parpadeo;

la luz palpa los frutos y palpa lo invisible,
cántaro donde beben claridades los ojos,
llama cortada en flor y vela en vela
donde la mariposa de alas negras se quema:

la luz abre los pliegues de la sábana
y los repliegues de la pubescencia,
arde en la chimenea, sus llamas vueltas sombras
trepan los muros, yedra deseosa;

la luz no absuelve ni condena,
no es justa ni es injusta,
la luz con manos invisibles alza
los edificios de la simetría;

la luz se va por un pasaje de reflejos
y regresa a sí misma:
es una mano que se inventa,
un ojo que se mira en sus inventos.

La luz es tiempo que se piensa.


KATIA LEYENDO (de Ramón Cote Baraibar)

Katia leyendo.
Balthus

No existe mayor placer en la vida
Katia, que espiarte

en las tardes de los sábados
cuando en tu cuarto lees solitaria

ese libro de pastas amarillas.

Por cada página que pasas
deslizas como un gato angora

las plantas de tus pies sobre la alfombra,
mientras tus piernas que suben

que bajan que se encogen que se estiran
van descorriendo poco a poco tu falda,

milímetro a milímetro,
hasta aproximarse peligrosamente a tu sexo,

a tu bahía secreta, a tu pócima mágica,
a tu jardín incluso por ti desconocido.

No existe otro placer en la vida
como éste, Katia, de los sábados

cuando espiándote detrás de una pared
esperamos el momento en que reconozcas

que la edad de la inocencia
ha llegado a su fin,

que por todo tu cuerpo una serpiente
te ofrece la más tentadora de las manzanas

y decidas entonces desnudarte y descubrir
con tus dedos y ante nuestros ojos

esa llama oculta que arde de deseo,
y mires desafiante con pavor y placer

el mundo al que ahora perteneces.



(del poemario "Colección privada" Ed: Visor)



RETRATO DE UNA NIÑA "Balthus: Thérèse, 1938. Metropolitan Museum, New York" (de Joan Margarit)


Balthus
Thérèse, 1938





Parado frente al cuadro, el viejo mira
una sobre la otra, estas piernas desnudas
y este rostro infantil de la experiencia.
Abandonándose en la silla, ella
no muestra ni un indicio de sonrisa.

El hombre siente que, desnudo y rosa,
puede salvarle el interior del muslo.
Algún cuento infantil se está quemando
frente a él, a la izquierda, como un charco
venenoso hacia el cual la niña mira
por no mirarle a él, horrorizado
por la maternidad y la lujuria.





(del poemario "Casa de misericordia". Ed: Visor)

LA CALLE (de Stephens Dobyins)

LA CALLE.    Baltasar Klossowski Balthus

Cruza la calle el carpintero con una tabla dorada
sobre el hombro, como carga con su vida.
De blanco atuendo, débil sólo ante la tentación,
está construyendo otro muro que lo proteja.

La niña golpea una y otra vez la díscola pelota roja
con su raqueta azul. Tiene que enseñarle las reglas
a que deben atenerse las pelotas, y se enfurece
al ver que le lanza una mirada lasciva y un guiño.

La pareja oriental desearía danzar así siempre: girando 
por una calle concurrida, con la mano de él tomándola
de la cintura mientras ella se deja caer y la música 
(Ravel, Bizet...) se eleva desde los adoquines.

La novicia se aleja canturreando. Ha visto
a la salvación del mundo dormida en su cuna,
que cuelga de un árbol. El canto de la muchacha
crea la luz del sol, crea la brisa que mece la cuna.

Al panadero se le ha ocurrido a medias una idea y se yergue 
como un pilar a la espera de otra. Ve harina cayendo como nieve
y cubriendo a la gente, que intenta andar, luego gatear y al final 
se transforma en redondas rebanadas de pan blanco.

En brazos de su cruel madre va el viejo bebé,  durante años
protagonista de películas mudas. Quiere explicar que en el autobús
lo recogieron confundiéndolo con otro, pero no encuentra palabras,
y otra vez tendrá que soportar que en casa le den un baño horrible.

El trabajador visionario se imagina un gran salón y se sube
al estrado a perorar: adónde va el sol de noche, adónde
las moscas en invierno... mientras una atenta multitud 
de perros y gatos se agolpa en silencio para escucharlo.

Nueve personas ajenas entre sí que miran
sólo lo que tienen delante, y no ven
que en esta callejuela sus prójimos dan
vueltas en círculos exactamente diferentes,

exactamente iguales: idénticas vidas iniciadas a solas,
transcurridas a solas, concluidas a solas,
aisladas como puntos en el firmamento,
como estrellas en el inmenso espacio negro.


(Traducción de Leandro Wolfson)

ASÍ NACE EL FASCISMO (Cristina Peri Rossi)

En el campo de concentración
de la sala de música o ergástula
la fría, impasible profesora de guitarra
(ama rígida y altiva)
tensa en su falda el instrumento:
mesa los cabellos
alza la falda
dirige la quinta de su mano derecha
hacia el sexo insonoro y núbil
de la alumna
abierta como la tapa de un piano.

Ejecuta la antigua partitura
sin pasión
sin piedad
con la fría precisión
de los roles patriarcales.



Así sueñan los hombres a las mujeres.
Así nace el fascismo.




Del Poemario "Las musas inquietantes", Ed: Lumen
Cuadro: "La lección de guitarra" de Balthus