Ahora
que -después de tantos meses de especulaciones, debates e incertidumbre- hemos
visto cómo la falsa alarma sobre el supuesto fin del mundo no ha hecho sino
enmudecer las interpretaciones de
lo que para muchos era el Apocalipsis más previsible, quisiera hacer una pequeña
reflexión sobre una de las herencias culturales más enriquecedoras de la
antigua civilización maya: El Popol Vuh.
Si
bien los mayas resaltaron por su exactitud cronológica, su numeración
vigesimal, sus códices y sus cálculos astronómicos, lo cierto es que sus obras
literarias resplandecen con el mismo fulgor que el de su legado arqueológico.
La
literatura maya nos ha heredado 3 grandes obras: El Chilam Balam, El Popol Vuh
y El Rabinal Achi. Todas ellas
pertenecen a los quichés de Guatemala, a quienes se les atribuye el más grande
tesoro mitológico de los pueblos prehispánicos.
Pese
a las controversias que giran entorno al origen del Popol Vuh (se cree que fue escrito por un indio quiché a principios
del siglo XVI, entre otras posibles vías), lo cierto es que en él se refleja un
imaginario único y revelador que da cuenta de una cosmovisión llena de símbolos
y revelaciones. A principios del siglo XVIII, el libro fue descubierto por el
padre Francisco Ximénez en un convento erigido por los frailes dominicos en
Guatemala. A partir de ese momento, el Popol
Vuh no tardaría en traducirse al español y, décadas más tarde, en darse a
conocer en otros puntos de Europa.
En
nuestros días, los mayas han estado presentes entre nosotros, más por nuestro
afán mediático de un supuesto Apocalipsis, que por un diálogo y un intento de
comprensión cultural.
Nuestras
ideas sobre el progreso y la competencia nos dirigen hacia un espejismo que nos
está costando el agotamiento de los recursos naturales y una desigualdad social
tan lamentable como infundada. Nos empeñamos en adjudicar el fin de nuestro
mundo a los conocimientos de grandes civilizaciones, en vez de hacer caso a su
riqueza artística y a lo que la propia naturaleza nos está murmurando.
Cuando
uno lee el Popul Vuh, inmediatamente
cree entrar en una esfera sagrada. La historia sobre el origen del mundo, la
creación de diversos animales, la conformación carnal del hombre a partir del
maíz, la importancia del juego de pelota, la explicación de ciertos fenómenos
naturales y las diversas peripecias entre los dioses, hacen de esta obra una
fuente enigmática que no sólo ha influido en grandes obras literarias (como en El Aleph de Borges), sino que ha dejado
un testimonio sobre una de las Teogonías más fascinantes de la literatura
universal.
Desde
mi punto de vista, uno de los aspectos que más llaman la atención de este libro
es su "impronta de oralidad". Existen dos teorías sobre el carácter oral de la
obra: la primera, aquella que sostiene que las narraciones eran transmitidas de
boca en boca a través de diversas generaciones hasta que por fin resultaron en
una obra escrita; y la segunda, aquella que opina que la obra permanecía en pinturas
jeroglíficas que los sacerdotes interpretaban y compartían a la comunidad. Sea cual sea la teoría verdadera, es evidente que esta
característica es por demás visible, ya que pareciera que el propio libro nos hablara
con una frescura y una soltura vivas. Por momentos, nos hace recordar a la
estructura de ciertas canciones infantiles, gracias a las fórmulas de repetición
que nos hipnotizan como si un anciano nos cantara al oído. También son muy
frecuentes los paralelismos de ideas y frases, así como la reiteración de
nombres propios, tal y como Georges Raynaud (traductor del Popul Vuh al francés) nos lo puntualiza.
El
título “Popul Vuh” ha sido traducido al castellano como “El libro del Consejo”
o “El libro de la Comunidad”. Creo
que en la actualidad deberíamos poner más atención en el origen y el legado
maya que en las interpretaciones sobre su calendario; más énfasis en el
concepto de renovación espiritual que en el de un final apoteósico.
Aunque ya hace muchos años que leí esta obra, ahora veo en ella ciertos conceptos
que nos resultarían mucho más provechosos como sociedad que cualquier falsa
propaganda para los turistas apocalípticos y los llamados “precaucionistas”. Conceptos
como: comunidad, comunión con la
naturaleza, respeto al universo, renovación de nuestra visión sobre el mundo,
oralidad, el juego, lo tribal, el diálogo con el pasado, preservación de valores
universales y la transmisión de imaginarios.
Finalmente,
si atendemos a que -de acuerdo con los mayas- el hombre fue hecho de maíz, la
enseñanza principal sería proteger nuestra propia carne: hacer de la tierra
nuestro propio cuerpo y cuidarlo de esta devastación. Hay que dialogar con nuestros diversos orígenes en vez
de apostar por un cataclismo del que sólo nosotros estamos siendo los únicos
responsables.
que cool
ResponderEliminarUn saludo rossi, y muchas gracias por tu lectura!
EliminarMuy interesante articulo.
ResponderEliminar¿Que les parece el libro de "Enseñanzas Sceretas del Popol Vuh"?
http://www.samaelgnosis.net/popol_vuh/index.html
Hola, muchas gracias por la lectura! No he leído el libro que me recomiendas, le echaré un vstazo, un saludo!
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