Estás ahí, inmóvil en tu pequeña jaula de luz. Estás atrapada en un tiempo sin nombre, en una fecha con olor a infancia. Te hablo desde mi silencio y siento que me escuchas. Te cubro con la blanca seda de mi mirada y recojo tus ojos que perforan la noche. En tu carita se asoma el rostro de una manzana brillante, una fruta que refleja la esencia de tu pasado dormida en un caballo de plata. Pequeña flor en blanco y negro, afinado espejismo recién nacido en mis días, a ti desencadeno estas palabras como un loco que desangra su voz en la nieve. A ti vengo discreto como el vapor y su fuego invisible. A ti ofrezco las huellas de este instante en los que tu imagen siembra filamentos de luz para hacer nacer la flor invisible que ostenta el universo.
o. pirot
11/09/2011