Hacía unos añitos que Robert Redford no se ponía tras las cámaras, exactamente desde Leones por corderos, un film con un gran contenido político y con el rostro de Tom Cruise como reclamo principal. Las críticas fueron más bien tibias y el público no respondió en masa, no era precisamente una película muy comercial. Y ahora, cuatro años después, vuelve a la carga como realizador con otra obra con contenido político y una visión no excenta de crítica sobre uno de los hechos más importantes en tierras yanquis, que no fue otra que el juicio por el asesinato de Abraham Lincoln.
La conspiración (The conspirator, 2010) cuenta el juicio realizado a Mary Surrat, madre de una de las personas que conspiraron contra Lincoln. Un joven abogado, antiguo combatiente unionista en la guerra civil, será el encargado de defenderla muy a su pesar, pues desde el principio la cree culpable. No obstante, al ver las irregularidades que se cometen en la causa, empezando por el tribunal militar, pondrá un mayor ahínco para obtener justicia.
Sin duda lo que más llama la atención de La conspiración no son unos efectos especiales espectaculares, ni movimientos de cámara imposibles, sino su historia y forma (y la valentía) de contarla. El ojo de Redford es siempre certero, mostrándonos desde los prolegómenos del juicio hasta su final todos los acontecimientos sin edulcorante alguno para atraer a más público; ni aparece ondeando la bandera estadounidense gracias a un viento propicio (el típico primer plano visto tantas veces en la saga Spiderman, por ejemplo), ni hay sitio para el patriotismo barato que venden tantos filmes hollywoodienses, sino que narra una injusticia de principio a fin, y todo ello con unos personajes que se mueven en una escala de grises, nada de santos y diablos. Es esa la mayor virtud y el gran logro de esta octava película del realizador de El río de la vida, que, ciertamente, no sé cómo la habrán acogido sus patriotas conciudadanos, pero que muchos de estos deberían verla para saber un poquito más sobre su historia.
La que fuera la hermosa princesa prometida del conocido film ochentero, Robin Wright (
Forrest Gump), pone su maduro y aún hermoso rostro a Mary Surrat; su trabajo,
muy contenido,
es impecable, el de una madre que intenta proteger a su hijo a la vez que procura salvarse a sí misma. James McAvoy, al que hemos visto en películas de acción como
Wanted, y en brillantes adaptaciones de
tebeos y de
novelas, da vida a Frederick, un abogado con muchas dudas pero de sentido de la justicia enraizado. Secundan Tom Wilkinson (
La deuda), como el senador que delegó la labor de defender a Mary; Kevin Kline (
El último show), cuyo personaje está más interesado por una venganza rápida que por otra cosa; Evan Rachel Wood (
Across the Universe) es Anna Surrat, la abnegada hija de la acusada; y la televisiva Alexis Bledel (
Las chicas Gilmore) es la querida de Frederick. El reparto es más amplio, hay otros buenos intérpretes, como el irlandés Colm Meaney (
Un ciudadano ejemplar), pero mejor dejo de nombrar para no aburrir más de la cuenta.
No es de esos films que atraen a multitudes, no viene precedida por una megacampaña de marketing, pero no cabe duda de que La conspiración es una gran película que merece mucho la pena de ver, ya que recrea unos hechos históricos más que relevantes para la historia de EEUU, y que no deja, a mí entender, en buen lugar las bases desde las cuales se ha construido el imperio estadounidense, aunque claro, pocas naciones no tienen una viga en el ojo.
LO MEJOR:
-Robin Wright y James McAvoy.
-El guión y la dirección.
LO PEOR:
-Nada.
¿Quién debería verla?
A quien guste el cine de corte clásico y de juicios disfrutará especialmente.