miércoles, 30 de abril de 2008

Koninginnedag - Día de la Reina

Como cada 30 de abril desde hace un porrón de años, Holanda celebra el Koninginnedag, cuyo origen fue la celebración del cumpleaños de la reina Juliana (la reina anterior). La soberana actual, Beatrix, cumple años en enero, pero claro, hacer celebraciones al aire libre en Holanda por esas fechas es prácticamente imposible. Así que, como la fecha coincide con la de su coronación, se sigue celebrando este día. Lo primero a destacar es que hoy es fiesta (y mañana como es la Asunción, también), así que en Utrecht las celebraciones empiezan a las seis de la tarde del día 29 y para los más atrevidos se alarga toda la noche y el día siguiente (esto no es igual en todo el país, vamos, que en algunas ciudades empieza la noche antes, pero en otras se celebra sólo el día 30). Nosotros ya no estamos para esas cosas y, además, el clima no está acompañando mucho (que yo he vuelto helada), así que hemos salido tan sólo a dar un voltio. En todos los monumentos de "altura" (torres y demás) del país ondean las banderas de Holanda y la Casa de Orange (casa real holandesa), los escaparates de las tiendas se tiñen con los colores de la bandera (rojo, azul y blanco) o el naranja (de la casa real). Hay gente que se lo curra mucho, y otros que piensan que poniendo los precios en naranja han cumplido y se ven así como bastante más cutres.
La familia real, casi al completo, visitan cada año un pueblo o ciudad diferente, donde se organizan juegos, concursos, conciertos y demás parafernalia cultural (o semi, en algunos casos).



A mí personalmente lo que más me gusta de este día es el Vrijmarkt (un rastro, vaya), costumbre que arranca de 1981 y que consiste en que los vecinos de algunos barrios sacan a la puerta de su casa todaaaaaaaaaaas esas cosas que vamos acumulando con el paso de los años y que muchas veces no sabemos qué hacer con ellas, ni porqué las hemos comprado (es más, ni porqué oscuro motivo las conservamos!) y montan puestos al estilo más friki que os podáis echar a la cara. Yo en mi vida he visto tanta mierda junta. También es cierto que si madrugas y te vas fijando mucho (pero muchooooooo) puedes encontrar alguna cosa interesante (objetos antiguos, muebles también más viejos que Matusalén pero todavía bonitos y en buen estado y cosas de ese estilo).













Algunas imágenes del mercado y de cómo colocan los puestos a las entradas de sus casas.

















Tazas, platos, vasos, cafeteras, ordenadores más viejos que Bill Gates, ropa (sobre todo de niños), comics, revistas, zapatos, objetos de decoración rescatados de la prehistoria, bizcochos, cakes, muffins, libros... todo eso y mucho más son los objetos que uno se va encontrando a lo largo del paseo.




Muchos son los que salen semidisfrazados y el naranja se convierte en el color predominante: desde el que sólo lleva una prenda de este color al que va que parece pariente de Naranjito. El miedo al ridículo se queda en casa, guardado bajo siete llaves. Nuestros "bichines" de compañía tampoco se libran, aunque este estaba bien gracioso. Estos dos son los que me han parecido más originales.


















Los niños disfrutan haciendo de pequeños vendedores ambulantes, montando concursos para sacarse unos eurillos o, para mí la que se llevó este año la palma, montando un chiringuito donde, presuntamente, te adivinan el futuro. Para los más peques hay una parte especial reservada y allí junto con sus mamás venden antiguos juguetes, libros ya leídos, puzzles y peluches que les han acompañado durante un corto periodo de tiempo. También los hay que venden raciones de bizcocho, o muffins o café o zumo, o refrescos. Desde hace algunos años no está permitida la venta de alcohol (imaginad que antes sí era posible y a precios casi irrisorios, por lo que las tajadas del personal eran de campeonato). Nos encontramos hasta un puesto con múltiples variedades de café, entre las que se incluía el Nespresso. Al Cloney no le vimos. Una pena.






















Hay música en vivo casi en cada rincón, desde grupos que tocan en escenarios semiprofesionales, a nenes que, aprovechando esas aburridísimas clases de música a las que los envían sus padres, deciden sacar algo de provecho tocando algún instrumento en plena calle. Algunos son francamente malos, todo hay que decirlo, pero le ponen tanto entusiasmo que casi hasta te dan ganas de aplaudirles. Claro que después te arrepientes, no les vaya a dar por seguir tocando sin fin. Aparecen DJ,s como setas en otoño, hay fiesta en cada bar. Otros se buscan la vida haciendo juegos, como el típido de ponerte a disposición de que alguien, a cambio de unos euros pueda tirarte huevos a la cara, o los dardos, o conseguir sacar la manzana del cubo sin cogerla con las manos. La imaginación es libre y cada uno aporta su grano de arena.
























Para que os hagais una idea del cotarro que se monta, deciros que se calcula que serán entre trescientos mil y cuatrocientos mil las personas que se acerquen a Utrecht para disfrutar de este día. Depende, como casi siempre, del tiempo. Decían ayer en las noticias que se calcula (estos holandeses hacen cálculo de todo) que en este día se mueven en el país unos doscientos cuarenta millones de euros!! Otra de las cifras escalofriantes (que a mí me da pavor) es la de la basura que dejan tras de sí los festejos. Han calculado que serán unas ochenta y cinco toneladas, sólo en esta ciudad. Y es que no sólo las calles de la ciudad se llenan de gente, sino que también los canales acogen innumerables grupos que prefieren pasarse el día navegando por la ciudad y compartiendo ese espacio acuático con personal sanitario y policía, que también patrullan por allí.


















Hay quienes, siendo menos originales o más vagos, no se deciden a poner un puesto en el que vender esas cosillas de las que quieren desprenderse. Y piensan que es mejor idea tirarlas a los canales, u otros que pasan de recoger lo que no han vendido y lo dejan tirado en plena calle (en su calle, para ser exactos). Gilipollas hay en todas partes. Cada año me sigue sorprendiendo que al día siguiente todo amanezca limpio, como si no hubiese tenido lugar esta especie de batalla campal. También puede verse como "otra forma de reciclar", pues en lugar de tirar todos esos trastos a la basura, siempre aparecerá alguien a quien le resulten útiles y esté dispuesto a pagar por ellos. Con lo cual, además de evitar llenar contenedores (que para eso ya estarán los restos de botes y botellas sembrados por la calle), se ganarán unos eurillos para comprar más mierda que vender el año próximo.


Ah, por cierto, se me olvidaba. Nosotros compramos dos juegos para la Play, en muy buen estado y a muy buen precio. Originales, por supuesto. Uno de ellos llevaba el Costillo buscándolo más de un año y no lo encontraba en ningún sitio.


Me encanta este día!!!

lunes, 28 de abril de 2008

Desidia



Por abandono, dejadez o apatía. Porque la desgana, el desinterés, o mi galbana se unen a mi ya famosa gandulería y juntas constituyen una holgazanería sin igual. Quizás porque mi inactividad e indolencia se han transformado con el paso de los años en una inmensa pereza, poltronería sin par, muestra de la vagancia extrema o de una incomprensible dejación, dignas de estudio todas ellas. O a lo mejor se trata sólo de tedio. No sé.



Probablemente influye mucho que no me gusta nada (pero nada) andar, pues no sé hacerlo y, cada vez que me decido, salgo y parece que voy a apagar algún fuego o algo y corro, corro, corro y mis pies se resienten y mi ánimo se desinfla y ya no lo vuelvo a intentar hasta que no me queda más remedio.


















Sea como fuere, el caso es que a tres minutos de casa se encuentra el Wilhelminapark, que me encanta, que consigue relajarme (a mí, que soy un espidifén en un vaso de coca-cola). Me encanta este sitio. Sin embargo, sólo me acuerdo de él y hasta me decido a acercarme cuando tenemos visitantes por varios días y, entre otras cosas de la ciudad, me apetece mostrarles este oasis en el asfalto.


El Wilhelminapark abrió sus puertas en 1898. Es de un tamaño considerable y hasta consta (como no podría ser de otra manera en un país donde la bicicleta constituye una parte más del cuerpo humano) de canal bici de ida y vuelta, ruta habitual de muchas personas en su cotidiano ir y venir del trabajo, o de los estudiantes que circulan por allí casi en manadas (que digo yo que ese trecho del camino a veces será demasiado tentador y, tal vez, si yo tuviese que atravesar el parque a diario para ir a otro sitio, seguramente la mayor parte de los días no llegaría a destino, porque me espatarraría, literalmente, en el césped y aquí paz y después gloria). Alrededor del parque, en lo que constituye uno de los barrios más selectos de la ciudad de Utrecht (así como uno de los más caros), se aglutinan un puñado de villas y casas señoriales que le dan un toque de cuento de hadas fabuloso. Las diferentes tonalidades verdes del parque contrastan con las de las casas, dibujando una imagen de postal. Uno de esos lugares en los que, encontrándote casi en el centro de la ciudad, la sensación es de estar en plena campiña. Una gozada para los sentidos.


Dentro del parque podemos encontrar una hermosa casona con techos de paja (techumbre similar a la de las pallozas gallegas o bercianas) que actualmente es un restaurante. Aunque más bien parezca la entrañable morada de una pareja de prícipes salidos de un cuento de los hermanos Grimm. Su historia comienza a principios del siglo XIX cuando se instaló allí un melksalon, lugar en el que no se servían bebidas alcohólicas y sólo era posible disfrutar de refrescos, leche o batidos. En la actualidad es uno de los restaurantes más chics y caros de la ciudad. Como anécdota contaros que el chef propietario, poseedor de estrellas Michelín en otros negocios, lleva años anhelando la concesión de una para este, sin que hasta la fecha (y hasta donde llega mi conocimiento) lo haya conseguido.


A cada paso te encontrarás con patos y gansos que harán las delicias de algunos y la pesadilla de otros, no tan amigos de las aves. A mí me encanta verles meterse en el agua y, en particular, disfruto viendo a las mamás seguidas por su inmensa prole de hijitos, enseñándoles a vivir. Como si fuera tan fácil!

Tengo o no tengo delito por no ir cada día?

Niews

Esto va a ser un minipost, una entrada mini, un avance informativo para los que habéis seguido con tanta pasión el crecimiento de mis bolitas mágicas y para aquellos más incrédulos que habían pensado que la historia era inventada, dejo aquí constancia de lo floridas y hermosas (aunque no tienen olor, que ya sabemos que nada ni nadie es perfecto. Ni siquiera yo) que han amanecido hoy. Como podéis, se han abierto ya prácticamente todas las bolitas. Y además, la imagen de la última adquisición para el jardín, un colgador monísimo (con la imagen de un gato, como no podría ser de otra forma en este mundo gatuno en el que vivo) que nos regalaron (e instalaron) ayer. Y es que poco a poco esto va tomando forma.

Coleccionista

Alguna vez he dejado ya constancia de lo poco paciente y constante que soy. Nunca he podido coleccionar nada durante mucho tiempo. Me aburro bastante rápido de las cosas (ya me estoy sorprendiendo de llevar dos meses en el mundo blogueril con un ritmo más o menos constante, que no diario como me gustaría). No consigo concentrar mi pasión en un objeto (o varios del mismo tipo) en concreto.

He tenido la típica de búhos (qué original que soy, madre!) y conseguí atesorar unos cuantos, tantos que les tengo hasta manía; y es que todooooooo el mundo me regalaba búhos, pues sabían que los coleccionaba y me gustaban. Todavía recuerdo (hoy con estupor) un cumpleaños en el que recibí muchísimos regalos y todos y cada uno de ellos tenía algo que ver con el bichejo este en cuestión: que si uno de adorno y ya, que otro que era una cajita, otro que era una hucha, otro portada de una libreta... Así llegué a tener de prácticamente cada rincón de España, incluso algunos búhos extranjeros.

Tuve la época de los posavasos, que también me duró lo suyo, aunque no fue tan fructífera, pues normalmente eran los mismos en cada bar (y yo coleccionar cosas absurdas, vale, pero repetidas no!), o más sosos que Marichalar. De mi estancia en Mallorca recuerdo, entre otras cosas, que conseguí varios posavasos chulísimos, que me gustaban muchísimo y que todavía andarán por algún rincón de mi cuarto en España.


Cuando chiquitita me encantaba coleccionar monedas. Y no es que yo fuese avara, no, no, nada más lejos que Cuenca!! Pero me encantaba atesorar monedas (los billetes me hacían menos gracia) y las contaba y recontaba un día sí y otro también. Y mi Madre, muerta de risa, me preguntaba si por contarlas tantas veces pensaba que iban a reproducirse. No llegué tampoco a la cúspide de la colección, pues sigo a años luz de la cuenta bancaria de Botín (que, por cierto, hablando de todo un poco y como el Pisuerga pasa por Valladolid, ya me gustaría saber qué coño hacía una avioneta cargada de drogas aterrizando en una finca suya).


He coleccionado amantes y los he tenido irrepetibles: altos, bajos, rubios, morenos, pseudopelirrojos, con barba, con perilla, con bigote, afeitaditos, imberbes, de pelo largo, corto, rasta... Con esa colección terminé (qué remedio, si pretendo que me devuelvan lo mismo!) cuando conocí al Costillo. Esta colección, en concreto, merecería página web aparte pero, como suele decirse, en este aspecto, como en otros tanto, valgo más por lo que callo que por lo que digo.


Hace años (me estaré haciendo vieja que de todo me parece que han pasado siglos) me dio por las postales de publicidad (las de lugares enviadas por alguien todavía me chiflan y, desde luego, conservo todas y cada una de las que me han enviado a lo largo de los tiempos... y no son pocas). Eran como un imán que perseguía con ojo avizor. Era entrar a un local y, como las tuviesen, arramplaba con una de cada, que ya en casa haría el proceso de selección de las que me iba a quedarme. Incluso tiré de amistades para tener de otros países. Me he ido desprendiendo de ellas (en ocasiones regalándoselas a alguien que hoy sé las merecía, pues habían sido mi pequeño tesoro durante un período de mi vida), pero hay algunas que he querido conservar porque me siguen transmitiendo las mismas emociones que en su día, porque me relajan o me atraen sus colores, o su originalidad. Por razones varias, el caso es que sigo atesorando unas pocas. Hoy quiero compartir con vosotros una de las que más me gustan (llamadme cursi si queréis), pero creo que da una imagen romántica, sensual y entrañable del mundo gay, no siempre bien tratado ni en la imagen ni en la palabra, lo que en mi opinión, ha llegado a hacer pensar a mucha gente que todo gay tiene que ser, en consecuencia, una "loca" que, por supuesto!!, anda siempre en algún cuarto escaso de luz. Patético.


Ahora mismo no colecciono nada, pero aún así cuando veo una de esas postales publicitarias, no puedo evitarlo y tengo que llevármela a casa. La mayoría, bien es cierto, terminan en el container de papel para reciclar. Con el resto, quizás, algún día haga algo. Quizás.


Pstt. Perdonad la calidad de la imagen, pero he tenido que fotografiar la postal (obvio, no iba a poner esta en el blog).

La foto es de Peter Knutson. Y la postal me vino desde la fría Suecia. Quién lo diría viendo lo cálida que es la imagen, no?

sábado, 26 de abril de 2008

Evolución

La paciencia no es algo que podáis encontrar entre mis virtudes que, por otra parte, son bastante escasas (aunque haberlas, como las meigas, hailas). Odio esperar, y que me esperen. Además, soy bastante caprichosa, por lo que cuando quiero algo, lo quiero AHORA MISMO YA!


Con las flores me sucede lo mismo. Lo que pasa es que a ellas les da igual que les cante o les baile. Observan inalterables mis pataleos cuando no veo avances. Les traigo al pairo, vamos. Ellas crecen a su ritmo. Eso sí, como hemos tenido días bastante buenos y, al estar a principio de "temporada" todavía estoy emocionada y me acuerdo de regarlas y quitarles las malas hierbas y eso (impaciente-caprichosa-desastrosa... quién da más?), pues parece que han acelerado, metido el turbo incluso, y desde el post en el que os hablaba del jardincillo (no hace tantos días) ha habido evoluciones destacables, incluso memorables, pues creo que por fin!! este año un arbolito rescatado de la Abuela del Costillo va a darnos la sorpresa!

La buena mujer falleció hace ya unos años y el arbolito (que son dos en uno, y del que ya os he hablado) quedó ahí todo triste. Lo cierto es que nadie se ocupó de él. Un día que estaban aquí mis Padres, Mamá me preguntó a ver por qué no le prestaba atención al arbolito en cuestión. Y yo, con cara así como de pócker, le dije, pues básicamente porque está muerto. Y ella: muerto, no, está seco y falto de alguien que le eche una manita de vez en cuando. Y yo, pues anda, por darte el gusto lo regaremos y le pondré un poco más de tierra y fertilizante y eso (conste que lo hice sólo por darle el gusto, porque en mi fuero interno estaba más que convencida de que el árbol estaba más muerto que Tutankamon). En fin, desde esa interesante conversación han transcurrido la friolera de tres años. El arbolito no sólo no estaba muerto (que estaba de parranda, jaja) (qué razón tienen siempre las madres, la mía por lo menos), sino que uno de ellos empezó a dar flores, preciosas y con un olor divino de la muerte, oiga.

El otro crecía y crecía y ha alcanzado una altura considerable, pero de ahí no salía. El caso es que el otro día lo descubrí lleno de bolitas. Le hice foto, claro. Esta mañana cuando he salido a echarles un vistazo, hete aquí que algunas de las bolitas han empezado a abrirse y tienen todo el aspecto de ser florecillas, diminutas, pero flores al fin y al cabo. Y me ha hecho tanta ilusión (o casi) como si me hubiera tocado un pellizco en la loto.














El castaño de indias que hace mis delicias (y protege mi intimidad de vecinos indiscretos) está lleno de brotes. Igual que los laureles, que han escogido también esta primavera para sorprendernos y se han puesto preciosos. En fin, que con tantas novedades me ha apetecido dejar constancia de esta evolución floral para la posteridad. Porque, como podéis ver por aquí, han sido muchas las plantas (y no pongo todas para no aburrir) que han querido alegrarme la primavera dedicándome sus mejores galas, o intentándolo, cuanto menos.














Esto me lo ha regalado Bart y queda monísimo.
Mueve las alas con el viento y hace destellos muy chulos.
Milagrosamente, Snake todavía no se ha tirado sobre él.


Y, digo yo, que a lo mejor este año las plantas se muestran tan generosas porque me he echado un ayudante de quitarse el sombrero. Es verme trabajar con las plantas y ya puede estar escondido en el mismísimo Infierno que ya aparece Mr. Snake a colaborar, cuanto menos con su dulce compañía. Un lujazo trabajar así.

Spaanse margaritas




Esta mañana, tras hacer las compras de rigor y aprovechando que hace un día fantástico (de esos que seguramente no tendremos en agosto, que por estas tierras el tiempo anda bastante revolucionado y hace un poco lo que le peta), nos fuimos al mercado de flores. Lo hay cada sábado, aquí, al ladito de casa, pero una es vaga (como ya he reiterado en estas páginas), amén de olvidadiza, y casi siempre me acuerdo de ir desde que ya no son horas, porque estarán recogiendo o se habrán ido ya la mitad. En fin, un desastre. El caso es que hoy sí que nos hemos acordado y para allá que nos hemos ido.
A mí me encanta ir al mercado porque nunca he visto tanta variedad de flores como aquí. Además, me chifla como las ponen todas juntitas, como haciendo un manto de colores interminable. Que, claro, me gustaría ponerlo así en casa, pero tendría que hacer una inversión en toda regla para "arramplar" con todos los pequeños tiestos del tendero y plantarlos en casa, y que me quedaran igual de tupidos y hermosos. Una locura. Así que me voy conformando con menos.
Dimos unas cuantas vueltas, echando un vistazo general para ver qué había y qué nos apetecía más comprar para los espacios de relleno que me quedaron el otro día (esperemos que al final no quede demasiado lleno porque en esto, como en todo, me llevan más los ojos que la barriga). El caso es que vimos muchos tipos que nos gustaban, pero terminamos decidiéndonos por pensamientos minúsculos en varios colores, para la cestita de madera y "margaritas españolas" para la jardinera. Vosotros, que seréis seguramente más listos ycon más mundo que yo, quizás las conozcais. Yo, en mi vida, he visto este tipo de margaritas en España. Vamos, que a mí me dicen "margarita" y me imagino pues eso, la de la manzanilla, pequeñita, y con las hojas blancas y el centro amarillo. La de ir deshojando a ver si "nos quiere o no nos quiere". Pero nunca las había visto en estos colores. Y me encantan. Había también en naranja, pero no nos gustaba el contraste que hacía con las otras, así que de esas no cogimos.
Los Pensamientos...
como los míos, "revoloteaos"
Qué os parece el resultado?

jueves, 24 de abril de 2008

El "libro chico"

Ayer fue el día del libro (yo, como siempre, con mis noticias de última hora).

Muchos fueron los blogs que hablaron de ello. Yo, que me considero más bien poca cosa a la hora de escribir, decidí no poner nada y dedicarme a leer lo escrito por otros. Valeeee, también podéis pensar que una es vaga y que, para más inri, no va sobrada en imaginación. Lo asumo.



Dik Bruynesteyn

Aloys Oosterwijk

Willy Linthout

Willy Lohmann

Minck Oosterveer


Aunque no tengan dedicado un día al año, como los libros, y desde la perspectiva de alguien que reconoce no saber dibujar la “o” con un canuto ni ser un derroche de imaginación, los cómics me merecen la consideración de arte.


Ole Comoll Christesen

Adri van Kooten y aquí.

Peter Snejbjerg

Simon Spruyt

Además de todas las virtudes que os he ido relatando, la constancia brilla por su ausencia en mi persona. Me entusiasmo fácilmente con las cosas, pero así como me vienen se van y dejan de interesarme al poco tiempo. Nunca he podido ser “fiel” a un hobby, seguir con la misma colección de cosas durante mucho tiempo, juntar toda mi paciencia para ir acumulando tesoritos que me hagan feliz sólo con contemplarlos.

Lewis Trondheim

Lecctr

Hein de Kort

Mark Hendriks

El Costillo es muy diferente. Es un auténtico fanático de los cómics. Y por eso, de vez en cuando nos largamos (porque yo a eso de viajar y salir y ver cosas me apunto sin que me tengan que insistir mucho) a alguna feria que otra. Estos lugares son otro mundo. Para empezar, me sorprende la cantidad de gente con “facilidad” para dibujar. Las jornadas maratonianas de los autores firmando sus obras y, especialmente, de los dibujantes haciendo lo propio pero no sólo estampando su firma sino dejando un pedacito de alma en cada dibujo que regalan a sus seguidores. A veces las colas son interminables, como sucede cada vez que Gradimir Smudja se deja caer por estos lares. Este hombre merecería un blog para él solo. Me encanta su forma de dibujar, sus cómics son chulísimos y además, podría pasarme horas y horas viéndole trabajar. Que parece que sólo hace líneas y cuando menos lo esperas, zas!, ahí aparece la forma de alguno de sus personajes. Cuando le vimos por primera vez (y después de hacer una cola cuya longitud prefiero olvidar), por ser española nos dibujó un hermoso Quijote que aún me tiene sin aliento.


Gradimir Smudja, con nuestro Quijote
Post sobre el autor, en blog español


Jeroen Steehouwer

Kristof Spaey


El ‘especialista”, como digo, es el Costillo, así que mi función en las ferias se resume a marujear todo lo que puedo y algo más (en estos sitios, además de cómics y todo lo que tiene que ver con ellos, puedes encontrarte con personajes reales que parecen haber escapado del papel), observar cómo dibujan los diferentes artistas, hacerles fotos cuando nos están dibujando algo para nosotros, buscar (casi siempre sin éxito) esa joyita especial que necesita el Costillo para terminar aquella colección y que es sumamente difícil de encontrar, que está descatalogado y que sólo hay diez ejemplares en el universo.... Y no sólo en perfectas condiciones, no, no, sino que además voy soñando con que el precio no será desorbitado y haré de mi chico el hombre más feliz del mundo. Aunque sólo sea por unos momentos. De ilusiones vive el tonto los cojones, que dicen en mi tierra.

Oliver Paques

Martin Lodewijk.
Post interesante en español, aquí.
Dejo para el final dos joyas, una por su aspecto de playboy y al otro porque ha sido el único dibujante español que me he encontrado por estos lares. Por cierto, tanto él como su hermana son encantadores y a él es un placer verle dibujar.

Hanco Kolk

Francisco Ruizgé

Desde autores consagrados a jóvenes talentos, pasando por peques que acompañan a sus padres y se entretienen aprendiendo a dibujar o haciendo puzzles o simplemente observando el trabajo de los dibujantes, no siempre apreciado en su justa medida. Me encanta cuando vamos a ferias donde hay muchos niños, no porque les tenga un aprecio especial, que no es el caso, sino porque me parece interesante que a los peques les enseñemos algo diferente a las consolas (que tienen su punto, pero dejan de ser constructivas cuando se convierten en el centro, en la única diversión). Mejor que aprendan a leer, a dibujar, a imaginar, a soñar..., no?
Después de haber disfrutado de todos estos "monstruos" en acción, la única pena que me queda es no haber podido ir a la Feria del Cómic de Barcelona, y es que allí estaba mi adorado Quino, el papá (entre otras mil maravillas) de Mafalda.