La Editorial Piel de Zapa recuperó en el 2012 en una cuidada
edición “La habitación de Jacob” de Virginia Woolf, un regalo para lectores y
amantes de esta obra de Miss Woolf que era imposible encontrar en librerías.
La novela se aleja de sus dos obras anteriores para mostrarnos
un relato modernista que gira en torno a la figura de Jacob. Un joven tan
apuesto como torpe, tímido como distante. Algo engreído. Adicto a la lectura,
menos a Shakespeare, ya que no es capaz de terminar ninguna de sus obras. Amigo
de sus amigos. Un retrato de Jacob que nos irán desgranando de manera imprecisa
las diferentes miradas que durante su juventud se van posando en él.
El joven tenía los labios apretados. La
mirada baja, puesto que estaba leyendo. Todo en él era firme, pero joven,
indiferente, inconsciente…
Durante toda la lectura uno tiene la sensación de ver a Jacob a través
de una ventana. A veces de manera más nítida, otras una simple figura que se
asoma por ella un momento.
Y serán las miradas de diferentes mujeres, las que nos muestren
sus percepciones sobre él. Estas miradas vienen intercaladas por unos magistrales y
detallados cuadros de los diferentes escenarios por los que vive o circula
Jacob. Narrados con una sensibilidad y sensación de vacío insondable que solo
Virginia Woolf es capaz de plasmar.
Las farolas de Londres
sostienen la oscuridad como puntas de bayonetas al rojo vivo. El toldo amarillo
se hunde y se hincha en los cuatro postes. Los pasajeros del coche de correos
que entraban a toda velocidad en el Londres del siglo dieciocho miraban a través
de las ramas sin hojas y veían cómo llameaba tras ellas.
Solo hacia el final de la obra, Jacob, parece querer tomar
parte en su propio retrato, relato y abre esa ventana. Pero incluso
entonces lo hace de manera somera. Será durante su viaje a Italia y Grecia.
Hay un personaje latente y principal durante toda la obra: la ausencia. Una ausencia tan despiadada como la que deja una habitación vacía
para siempre. Y más cuando se trata de una persona demasiado joven como fue el hermano de Virginia, como es Jacob. Habitación con ese doloroso desorden de alguien que piensa volver en cualquier momento.