Y pienso, el medio ambiente no es solo el bosque amenazado por la construcción masiva, ni aquel lejano glaciar que ha dejado de existir por el calentamiento global, o aquel arrecife de coral que desaparece por el cambio de temperatura del agua.
Cuando consideramos el medio ambiente, a veces, no tenemos en cuenta que es el lugar en el que vivimos, el lugar donde desarrollamos nuestras actividades. Y esos desastres ecológicos mencionados son daños colaterales ocasionados por nuestra descuidada forma de vida.
Cuando vivimos en medio de bloques de hormigón y asfalto de carreteras, olemos al salir del portal el humo de los coches o el hedor de los contenedores de basura, es algo normal, ¿verdad? Yo misma me acostumbré a verlos desde pequeña, lo que ahora son más numerosos que antes. Por suerte, en muchos lugares los hay de recogida selectiva y el servicio de recogida de basuras es más frecuente.
Llegado a este punto me viene a la cabeza que es fundamental que cambiemos nuestras conciencias y los hábitos de vida para poder vivir en ambientes saludables.
Como individuo no puedo hacer más pequeño el agujero de ozono, ni evitar el oscurecimiento del planeta, o resolver el problema del calentamiento global, pero puedo contribuir a que mi entorno más inmediato esté menos contaminado cambiando mis hábitos. Y si encima otros adoptan también estos cambios de hábitos, con toda probabilidad una ciudad saludable es posible. Sueño despierta con ella.
La mayoría de los talleres de sensibilización medioambiental están dirigidos a los niños, pero poco pueden ellos hacer si sus padres no tienen costumbre de reciclar o desperdician agua o usan el coche para cualquier cosa, aunque no sea necesario.
Y no es cuestión de ir juzgando, pues quien más o quien menos, en cuanto a estos temas prefiere mirar hacia otro lado y enzarzarse en debates en los que se culpa a los políticos por no tomar las medidas necesarias, en lugar de observar primero si con los medios que están a nuestro alcance podemos hacer más de lo que hacemos.
La cuestión es ser consciente de que esta no es una manera de vivir respetuosa con el entorno y comprometerse activamente.
Tómate tiempo para dar un paseo por los alrededores de donde vives o donde trabajas/estudias, o simplemente de camino a cualquier sitio. Observa e intenta reflexionar: ¿cómo es el entorno, está limpio, bien cuidado, detectas algún olor desagradable, encuentras algún foco de contaminación? ¿Quién crees que es el responsable? ¿Qué solución aportarías para mejorar tu entorno o de qué manera puedes contribuir a mejorarlo? ¿Te atreverías a tomar alguna medida para mejorarlo?
Requiere compromiso, es verdad, pero el planeta se lo merece, ¡qué menos!, es quien nos acoge.
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