Un fragmento del guión de la nueva serie El Reto. Una huida hacia adelante.
Seguimos trabajando!!
Pura vida...
Viendo las rocas pude fijarme, como reflejan
un halo de luz de efímera y falsa felicidad,
la cascada que la antecedía, fue
preludio de la implosión de mi cuerpo dentro del suyo.
Mi alma negra, se reflejaba en las
aguas mansas de la mirada acusatoria de tu quimérica verdad.
Los demonios se apoderaron de mí y yo de
ellos, fusionándonos en la realidad de la elegida oscuridad.
Todo se acaba cuando la esperanza
levita fuera de tu ser.
El miedo se apoderó de mí y con él
la cobardía y con ella llego la ira, de quien no se reconoce.
Solo veo monstruos en los espejos. La
vergüenza del olvido de quién fui, me hace pensar que nunca fui quien me creí,
y ahora que navego a la deriva, sin
rumbo, ni timón, con las velas recogidas.
¡Aclamo al viento!, no termine de hundir
los despojos que flotan en la superficie del negro océano de mi último tiempo.
Volátil la vida en cuerpo. Cansado
de seguir luchando, sin más remedio que sobrevivir,
volví al refugio de mi cobarde
soledad. Aceptando que no sé amar y nadie supo amarme.
Nadie me amó creyéndome, confiándome.
Nadie me regaló el amor de la libertad, del libre pensamiento y del modo de
vivir.
¡Abandono!, en busca del refugio de mi
pusilánime cueva de la soledad. Donde el tiempo pasa lento pero no duele. Donde
nada es glamuroso, ni especial, ni te adulan, ni nadie te viene a dar.
Donde no hay magia, ni hadas, ni
hermosas brujitas que se mean en el
zaguán.
Pero nada duele porque nada existe,
solo el tiempo que deja de serlo, porque ya no es importante.
Permítanme mis ángeles o demonios
que me guardan mi dignidad, que más daño no me pueda procesar.
Permítanme esconderme donde nadie me
ve; ni me molesten, ni yo pueda molestar.
Déjenme marchar al menos, como el
guerrero que un día fui, para que pueda llorar en mi destierro, donde los elefantes
deciden descansar.
A quien lo intentó. Aunque no lo
consiguiera, sé que es amor. No siempre supe valorar lo que no viene de la pura
verdad.
¿A quién le importa la verdad?… Imbécil
de mí, nadie paga precios más alto que quien la defiende.
Ya mi cuerpo no me atiende, ya busco
tus ojitos de olivar verde.