viernes, 17 de noviembre de 2017

Noviembre


Las noches frías de noviembre, dejan salir los demonios.
Se ven en el monte alto, en la madrugada de la luna nueva.
Embisten sin compasión a corazones debilitados.
En guerra consigo mismo, a la soledad atados,
que se ven en el abismo y ya no pueden soñar.
Observa el búho en el olivo, se oculta para cazar
y para no ser cazado, que es un mundo despiadado,
no se puede relegar.
Canta el cautivo en gritos ocultos por la libertad,
vuela cerca la esperanza y alarga su mano.
Combate, lucha, pelea y no la llega a alcanzar.
El rocío de la mañana que moja sus pies desnudos,
lo alimenta, lo protege, mientras el sol ennoblece
se calienta con la hoguera y no deja que se apague
que no se arrimen las fieras.

Julio Valverde Lute

sábado, 9 de septiembre de 2017


 Un fragmento del guión de la nueva serie El Reto. Una huida hacia adelante.

Seguimos trabajando!!
Pura vida...






Viendo las rocas pude fijarme, como reflejan un halo de luz de efímera y falsa felicidad,
la cascada que la antecedía, fue preludio de la implosión de mi cuerpo dentro del suyo.
Mi alma negra, se reflejaba en las aguas mansas de la mirada acusatoria de tu quimérica verdad.
 Los demonios se apoderaron de mí y yo de ellos, fusionándonos en la realidad de la elegida oscuridad.
Todo se acaba cuando la esperanza levita fuera de tu ser.
El miedo se apoderó de mí y con él la cobardía y con ella llego la ira, de quien no se reconoce.
Solo veo monstruos en los espejos. La vergüenza del olvido de quién fui, me hace pensar que nunca fui quien me creí,
y ahora que navego a la deriva, sin rumbo, ni timón, con las velas recogidas.
¡Aclamo al viento!, no termine de hundir los despojos que flotan en la superficie del negro océano de mi último tiempo.
Volátil la vida en cuerpo. Cansado de seguir luchando, sin más remedio que sobrevivir,
volví al refugio de mi cobarde soledad. Aceptando que no sé amar y nadie supo amarme.
Nadie me amó creyéndome, confiándome. Nadie me regaló el amor de la libertad, del libre pensamiento y del modo de vivir.
¡Abandono!, en busca del refugio de mi pusilánime cueva de la soledad. Donde el tiempo pasa lento pero no duele. Donde nada es glamuroso, ni especial, ni te adulan, ni nadie te viene a dar.
Donde no hay magia, ni hadas, ni hermosas brujitas que se mean en el
zaguán.
Pero nada duele porque nada existe, solo el tiempo que deja de serlo, porque ya no es importante.
Permítanme mis ángeles o demonios que me guardan mi dignidad, que más daño no me pueda procesar.
Permítanme esconderme donde nadie me ve; ni me molesten, ni yo pueda molestar.
Déjenme marchar al menos, como el guerrero que un día fui, para que pueda llorar en mi destierro, donde los elefantes deciden descansar.

A quien lo intentó. Aunque no lo consiguiera, sé que es amor. No siempre supe valorar lo que no viene de la pura verdad.
¿A quién le importa la verdad?… Imbécil de mí, nadie paga precios más alto que quien la defiende.  
Ya mi cuerpo no me atiende, ya busco tus ojitos de olivar verde.