Un poema de Antonio Machado
El crimen fue en Granada
I
El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni dios te salva!
Muerto cayó Federico
-sangre en la frente y plomo en las entrañas-.
… Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada…
II
El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
-Ya el sol en torre y torre; los martillos
en yunque –yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
“Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban…
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!”
III
Se le vio caminar…
Labrad, amigos,
de piedra y sueño, en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
Antonio Machado nació en Sevilla el 26 de julio de 1875 y murió, al sur de Francia, el 22 de febrero de 1939, hoy domingo, hace, exactamente, 70 años, por lo cual recuerdo uno de sus poemas más citados, aún más cuando la justicia en España ha vuelto por Federico García Lorca y las muertes que ocasionó la guerra de Franco contra la República. Machado es un poeta sereno y muy sensible. “Yo voy soñando caminos/ de la tarde”, dice en uno de sus libros grandes, Soledades; “Vosotras, las familiares,/ inevitables golosas,/ vosotras, moscas vulgares/ me evocáis todas las cosas”, dice, a pesar del modernismo que le toca, en otro poema cantado por Serrat. Y mil versos más (“Anoche cuando dormía/ soñé ¡bendita ilusión!”) que sonarán por estos días.
I
El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni dios te salva!
Muerto cayó Federico
-sangre en la frente y plomo en las entrañas-.
… Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada…
II
El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
-Ya el sol en torre y torre; los martillos
en yunque –yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
“Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban…
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!”
III
Se le vio caminar…
Labrad, amigos,
de piedra y sueño, en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
Antonio Machado nació en Sevilla el 26 de julio de 1875 y murió, al sur de Francia, el 22 de febrero de 1939, hoy domingo, hace, exactamente, 70 años, por lo cual recuerdo uno de sus poemas más citados, aún más cuando la justicia en España ha vuelto por Federico García Lorca y las muertes que ocasionó la guerra de Franco contra la República. Machado es un poeta sereno y muy sensible. “Yo voy soñando caminos/ de la tarde”, dice en uno de sus libros grandes, Soledades; “Vosotras, las familiares,/ inevitables golosas,/ vosotras, moscas vulgares/ me evocáis todas las cosas”, dice, a pesar del modernismo que le toca, en otro poema cantado por Serrat. Y mil versos más (“Anoche cuando dormía/ soñé ¡bendita ilusión!”) que sonarán por estos días.
Un saludo, Isaias. Escribeme
ResponderEliminarMarco T. Aguilera
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