CPISInformePrematMoral
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1. INTRODUCCIÓN 3
2. METODOLOGÍA 5
3. UNA MIGRACIÓN INCIERTA 6
4. EL SISTEMA DE PROTECCION Y LAS OPORTUNIDADES DE LOS JÓVENES 8
5. LA DISCRIMINACIÓN COMO EJE: FAMILIA, CALLE Y FUTURO 10
6. DE LAS VIOLENCIAS VIVIDAS A LAS VIOLENCIAS SENTIDAS 17
7. EL RACISMO Y SUS VIOLENCIAS 19
8. Y LAS JÓVENES…. 25
9. DE LA EMANCIPACIÓN A LA EDUCACIÓN, ¿CAMINO HACIA DÓNDE? 28
10. CONCLUSIÓN 30
11. RECOMENDACIONES 32
12. BIBLIOGRAFÍA 33
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1. INTRODUCCIÓN
El objetivo del proyecto “Rassif por la protección transnacional de los derechos de los menores
migrantes”, que cuenta con financiación de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo, del
Ayuntamiento de Barcelona y del Ayuntamiento de Santa Coloma, es contribuir a la garantía de los
derechos de los menores migrantes marroquís respondiendo a los retos que suscita su movilidad
transnacional y mejorando la respuesta colectiva en la protección de sus derechos durante sus
itinerarios migratorios.
A lo largo de la colaboración, entre 2021 y 2022, entre los proyectos TRANSGANG (Universitat Pompeu
Fabra) y RASSIF (Casal dels Infants), nació la voluntad de contribuir y mejorar la labor de intervención
social con colectivos de jóvenes migrantes solos en Tánger y en Barcelona. La intención del grupo de
investigadores TRANSGANG era complementar el enfoque transnacional del proyecto de RASSIF y
acompañar al Casal y a sus socios, en la búsqueda de sinergias entre profesionales y entidades
sociales de ambas orillas, para mejorar la protección de los derechos de los migrantes marroquíes
solos, tanto en Marruecos como en Cataluña. El informe “Entre la Hogra y el Karama: Jóvenes
Fronterizos y Procesos Migratorios” (Sánchez-García, Premat, Hansen & Feixa, 2022) sintetizó el
recorrido de ese año y medio de trabajo a partir de un trabajo etnográfico en Tánger y en Barcelona, y
de un proceso formativo transnacional con educadores sociales de ambas orillas. Dicho informe
pretendió aportar algunos elementos para comprender qué consecuencias se estaban dando, para
dichos menores-jóvenes, tanto de factores sociales, legales e institucionales que generaban una
vulneración de sus derechos.
Esta nueva fase del proyecto RASSIF (2022-23), permite la colaboración del Casal dels Infants con el
grupo de investigación JOVIS.com (Universitat Pompeu Fabra), en continuidad con el objetivo general
de seguir contribuyendo a buscar los mecanismos para garantizar los derechos de los menores
migrantes marroquís, y para responder a los retos que suscita su movilidad transfronteriza. De
manera específica, se pretende mejorar la respuesta colectiva en la protección de los derechos de
los/as menores migrantes marroquís durante sus itinerarios migratorios. Por este motivo, hemos
propuesto a los propios jóvenes como protagonistas para que inicien un proceso de investigación-
acción. Partiremos tanto de la voz y la percepción que tienen los jóvenes de su realidad y de su
contexto, pero también de todo aquello que concierne a los educadores, a los profesionales y a las
entidades que deben comprender el contexto de esos jóvenes para proponer vías que reduzcan las
carencias en la atención de los menores y de los jóvenes. Nos proponemos priorizar el uso de
metodologías participativas que permitan a estos dos actores sociales convertirse en protagonistas de
la construcción del conocimiento y de la transformación de sus realidades.
Trabajamos desde la antropología transformadora, implicada y colaborativa, que propone dar a los
protagonistas un papel activo en la investigación e investigar con y junto a éstos desde el compromiso
social, para poder modificar aquellas situaciones que generan desigualdad social, siendo la
investigación-acción participante nuestro instrumento de trabajo. Por otro lado, se ha trabajado
desde una perspectiva transnacional, la formación y el debate entre los diferentes profesionales, para
poder acabar concretando los ejes estratégicos prioritarios a desarrollar conjuntamente con los
jóvenes. El impulso de este proyecto está dirigido a que sean los educadores y profesionales los que,
mediante la formación transnacional en métodos de investigación y de participación, generen nuevas
propuestas y sean capaces de implementar y liderar procesos que empoderen a los jóvenes y que
construyan alianzas entre los jóvenes y las instituciones que los acompañan.
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Nuestra voluntad es poder construir un espacio de trabajo común, que surja del mismo proceso
participativo. Tienen que ser gradualmente espacios de trabajo consolidados que sean y potencien la
vez alianzas, se construyan objetivos comunes. De esta manera sean paraguas para impulsar
procesos y espacios formativos consolidados y a la vez transnacionales. Nuestra voluntad ha sido
transformarse en un observatorio capaz de acompañar, detectar y supervisar esas nuevas y
permanentes realidades que se modifican y que reclaman una protección y una alianza por parte de
todos/as los actores sociales. Por ello, se ha formado un grupo motor que acompañe el proceso y que
acabe definiendo sus propios objetivos.
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2. METODOLOGÍA
Desde el equipo JOVIS, entendemos la metodología como una manera de organizar la investigación
“con el propósito de resolver o transitar los problemas sociales y, simultáneamente, con problemas
científicos relacionados, diferenciar e integrar el conocimiento de diversas disciplinas de conocimiento
científico y social” (Jahn, Bergmann, & Keil, 2012, p. 26-27). En el caso de Rassif, la metodología tiene
dos vertientes: en primer lugar, para la investigación y evaluación del proyecto; y, en segundo lugar,
una apuesta por modelos formativos que aporten metodologías participativas para la gestión de
buenas prácticas en el trabajo con menores migrantes.
Hemos trabajado desde metodologías participativas, para poder definir los objetivos generales y
específicos. Se han organizado tres espacios de investigación, uno por cada territorio y, en cada uno
de ellos, se ha intentado profundizar sobre los diferentes momentos del proceso migratorio. Para ello
hemos organizado parejas de investigadores joven-educadores que intentaron en su recorrido,
descubrir, analizar y organizar una modesta investigación de campo que les permitiera comprender el
proceso migratorio que han vivido y las consecuencias que tiene para ellos y sus familias.
Desde Casablanca y la entidad adherida hemos trabajado y profundizado en el origen del proceso
migratorio, en Tánger lo hicimos desde el tránsito y en Barcelona desde el destino. Se han organizado
dos parejas por cada territorio, que indagaron conjuntamente mediante diversas metodologías:
observación participante, auto etnografía, entrevistas en profundidad, historias de vida y procesos
participativos. Iniciamos el proceso a partir del conocimiento mutuo y el establecimiento de objetivos
comunes. Trabajaron desde la idea y con la finalidad de crear un espacio común de trabajo entre
educadores, jóvenes y académicos.
Con conocimiento, comprensión y participación, proponemos un modelo mejorado para gestionar los
derechos de estos jóvenes, generando un diálogo entre Tánger, Casablanca y Barcelona. Es una
propuesta y una metodología de sensibilización, acción y participación porque la investigación tiene
que ser un instrumento para reflexionar, cambiar y mejorar la vida de los jóvenes y la intervención
como instrumento de transformación.
Se tomó la decisión de poner el foco de nuestro recorrido sobre la vulneración de los derechos
humanos de niños y jóvenes. Se quiere reivindicar la dignidad de éstos y la equidad en el acceso a los
recursos y oportunidades. Para ello, es preciso huir de una mirada etnocéntrica, por eso nos obliga a
incorporarnos en los contextos de vulneración y discriminación, y a tener que aceptar las diferencias y
las diversidades interseccionales, donde la heterogeneidad acaba teniendo peso. En definitiva,
hablamos de narrativas, diálogos, subjetividades, relaciones conflictivas y construcciones identitarias
que tienen la llave de modificar y cambiar buena parte de quiénes son y que quieren ser los jóvenes
en su recorrido vital.
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3. UNA MIGRACIÓN INCIERTA
Para poder debatir sobre las migraciones, en un contexto transnacional, estamos obligados a analizar
y reflexionar sobre las políticas migratorias que se están llevando a cabo en este momento en los
países europeos. El análisis nos deja algunas evidencias, y sobre todo en el contexto de estos jóvenes
que migran solos y es la deshumanización, la invisibilidad y la asignación de etiquetas que acabara
definiendo quienes son o quienes pueden llegar a ser. Todo este fenómeno es limitante de las
opciones relacionadas con el acceso a la ciudadanía. En un cuadro de posibles oportunidades es
evidente que la regularización y poder obtener papeles se inicia al cruzar la frontera, y está inscrita al
éxito. Además, la mayoría de las veces es un recorrido que puede durar muchos años. Experiencia
versus proceso que tiene enormes dificultades, puede ser largo, está lleno de violencias y
seguramente tendrá grandes impactos a lo largo de la vida. Es a partir de aquí que queremos iniciar
nuestra reflexión.
Es evidente que las desigualdades económicas entre Marruecos y España son notables. Son las faltas
de expectativas en origen, que impulsa hacia la movilidad social interna y transnacional,
especialmente en las familias desfavorecidas. Las experiencias laborales en origen suelen ser y tienen
unos mecanismos relacionados con la explotación de las personas. La expulsión de mano de obra
adolescente saca al mercado laboral marroquí parados no cualificados, siendo una puerta de salida
para la juventud precarizada (Zeraoui y Martín, 2006). Es un hecho, que el cierre de las fronteras de la
Unión Europea hacia la población adulta podría haber potenciado las migraciones infantiles
autónomas, los cuales, a corto plazo debido a las leyes de protección del menor a nivel internacional,
tienen menos probabilidades de expulsión.
Es importante comprender cómo fundamental que, en las sociedades magrebíes, el islam y la familia
son formas homogéneas, autoritarias y con un modelo adulto céntrico de entender la pertenencia, la
producción y el desarrollo personal y social, categoría que impone un conflicto de intereses y deseos,
con una parte de los jóvenes que buscan y son expulsados a zonas fronterizas o márgenes sociales
(García y Sánchez-Montijano, 2018). Las migraciones, como alternativa, les proponen pasar a otros
mundos, a veces contradictorios con el origen, pero que a la vez los pone en condiciones estructurales
hacia un futuro deseado y desconocido a la vez. Mundo que conlleva inseguridad económica,
fragilidad, falta de expectativas y accesibilidades para planificar trayectorias futuras y que los lleva
muchas veces hacia situaciones de marginalización. Pero donde finalmente, en un contexto de
oportunidades, es importante entender el viaje como un rito de paso para cambiar hacia un mundo
que pueda ayudar a desarrollar un proyecto para el futuro.
En origen se tiene claro que las opciones de futuro son pocas, y ya forma parte de las historias de vida
y de las expectativas de los jóvenes el pensar en migrar. Muchos de estos jóvenes tienen planificado la
marcha hacia España y luego hacia el resto de Europa. El debate de fondo que se plantean estos
muchachos, es entre el no-futuro y el mantenerse en un sistema familiar y económico que también lo
expulsa. Es en ese contexto donde el riesgo forma parte de su quehacer y es el lugar y la manera de
obtener oportunidades. Los propios jóvenes no acaban de comprender el que y el cómo de ese riesgo
que los lleva al mar, a la búsqueda de atravesar las fronteras. El riesgo surge dónde la perdida ya
existe, donde las oportunidades han desaparecido y dónde la familia y la comunidad ya no protege.
“Es cierto que sí que hay chicos que sí que no sabía lo que les estaba esperando, hay
muchos que saben que puede salir mal la jugada, pero la pregunta es: ¿Qué es lo peor que me puede
pasar? ¿vivir en la calle? Lo estoy viviendo ya.” (SEM3-EDUTA)
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La emigración en Marruecos es una emigración consciente que busca otros derechos y al final se
convierte en un proyecto de vida. Es un proyecto que se hereda, se transmite y es sobre todo
masculino. Y en el caso de las chicas, cuando sucede, casi siempre se invisibiliza. Es sobre todo la
vulnerabilidad y la exclusión en origen la que obliga a tomar la decisión y asumir los riesgos, los
derechos están en el fondo del camino y es ese camino que hay que escoger. Pero el desconocimiento
no está en aquello que sucede en relación a los derechos, sino más bien comprender aquello que
sucede en destino.
El contexto y la situación de las migraciones infantil/juvenil vienen determinados por las fronteras y
por la existencia de un sistema de protección al menor y su tutela correspondiente, siendo estos dos
parámetros los que determinan las estrategias e itinerarios de los menores. Existen pocos datos
fiables, primero por el hecho de ser migración ilegal y luego porque las competencias de la tutela y
asistencia de los menores está descentralizada por Comunidades Autónomas que tienen diversas
formas de analizar y contabilizar las migraciones juveniles. También decir que es un fenómeno
también invisibilizado en Marruecos por las autoridades y que solo recientemente la administración
parece más abierta a pensar en ello.
Tanto en Europa como en Marruecos, el eje de las políticas públicas pasa desde el sistema de
educación en Marruecos a las políticas de migración y acogida en Europa. En Europa, al joven no se lo
ve cómo una oportunidad de mejora colectiva, pero en Marruecos tampoco en el mismo momento
que está empobrecido, en la calle y con importantes dificultades de acceso a la cobertura de sus
necesidades. Los jóvenes ven en la migración la salida en poder vivir otras cosas que no tienen que
ver con quedarse en su país. La intervención profesional o los espacios de coordinación se centran en
las consecuencias de esos procesos de expulsión, pero la necesidad perentoria pasa por las políticas
de protección de la infancia en marruecos y las migratorias y de acogida en Europa.
La migración de personas de Marruecos hacia Europa ha sido más o menos constante desde hace casi
un siglo, sobre todo a partir de la Primera Guerra Mundial. Durante los años 80, el perfil del migrante
era el del hombre que trabajaba en el campo de forma estacional, pero con las políticas de
reagrupación familiar, el fenómeno pasa de ser temporal a una migración de instalación, llegando a
su máximo durante la década de los 90. Al final de estos años, empiezan a llegar los primeros
Menores No Acompañados provenientes de Marruecos (Trajectoires, 2018).
PROCEDENCIA/EDAD
<12 2.2%
Marroc 33,7%
13 anys 1,7%
Ucraïna 10,0%
15 anys 7,8%
17 anys 58,1
El marco legal que ampara a estos jóvenes es diverso, ya que dependen de los tratados de derechos y
leyes internacionales, pero en última instancia están sujetos a las leyes nacionales o locales, siendo
estas a veces contradictorias y plurales. En un nivel macro se encuentra la Declaración Universal de
Derechos Humanos (1948), documento que inspira un conjunto de leyes durante las siguientes
décadas.
Una de las repercusiones de esta declaración son las observaciones extraídas a partir de la
Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas de 2005, en las cuales se define a los
menores no acompañados como aquellos que están separados de ambos padres y otros parientes y
no están al cuidado de un adulto al que, por ley o costumbre, incumbe esa responsabilidad. Esta
observación se basa en diferentes principios, como por ejemplo la no discriminación, la búsqueda del
interés superior del niño, así como su supervivencia, desarrollo y participación, la no devolución y la
confidencialidad.
De igual manera, en la Directiva 2008/115/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de Europa, se
reconoce que es legítimo que los Estados miembros hagan retornar a los nacionales de terceros
países en situación irregular, siempre y cuando existan sistemas de asilo justos y eficientes que
respeten plenamente el principio de no devolución. Las directivas 2003/9/CE de 27 de enero de 2003 y
2013/ 33/UE de 23 de junio de 2013 y la Directiva 2008/115/CE de 16 de diciembre de 2008 establecen
los derechos a la representación legal para los menores no acompañados solicitantes de asilo y a ser
retenidos o detenidos el menor tiempo posible, así como a ser retornados con garantías seguras. Por
último, el Consejo de Europa (2010) trata el fenómeno de la migración de menores no acompañados
basándose en evitar la migración peligrosa y el tráfico de menores, garantizar la protección del niño y
encontrar soluciones duraderas basadas en el interés superior del niño (Caritas au Maroc, 2016).
En Marruecos, en el artículo 513 del Código Procesal Penal se define la protección al menor de 16
años en situación precaria y se explica el procedimiento en caso de que el juez de menores lo
entienda necesario, es decir, el retorno con sus padres o tutores o el ingreso en una institución
pública o privada de protección a la infancia. En los centros de protección a la infancia marroquíes,
son diversos los problemas que generan fugas y prevenciones versus desconfianzas según las
concepciones que tienen los menores.
Por otra parte, la situación en la frontera se ve caracterizada por el "refoulement à chaud” (expulsión
en caliente), es decir, el retorno a Marruecos de todas las personas extranjeras que hayan cruzado la
frontera, independientemente de su edad. Estas prácticas entraron en vigor en la legislación española
en 2015, aunque son contrarias a los tratados y al derecho internacional (Caritas au Maroc, 2016), ya
que se caracterizan por la negación del acceso de las personas migrantes a los procedimientos
debidos y sin que puedan impugnar este acto a través de un recurso judicial.
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Las personas migrantes son expulsadas sin la debida protección ni garantías. Además, estas
devoluciones incluyen el abuso de poder y fuerza por parte de los cuerpos de seguridad y la violación
a los Derechos Humanos, en especial al derecho a la vida y al derecho a la no devolución (Amnistía
Internacional, 2022).
Uno de los principales destinos de los menores no acompañados marroquíes es Barcelona. En 2010 y
en 2017 se producen dos llegadas significativas de estos jóvenes, y según cifras de la DGAIA, durante
el primer semestre de 2017 se atendieron de media a 50 menores cada mes (Trajectoires, 2018). En
Cataluña, el año 2018 se llega al máximo de atención a menores no acompañados. Según la DGAIA,
ese año había 3.450 menores registrados. Estas cifras han bajado hasta los 2.061 actuales, de los
cuales un 94% son varones y un 33’7% del total son marroquíes. Además, más de la mitad de los
menores tienen 17 años. Las últimas cifras publicadas son del mes de agosto de 2022, en el cual
llegaron 223 jóvenes menores no acompañados al territorio catalán.
El 11 de septiembre de 2001, atentado de las Torres Gemelas en New York, se produce un hecho
histórico que marcará un antes y un después en muchos aspectos globales, pero sobre todo en la
concepción del mundo árabe y la gestión de las fronteras. Es entonces cuando empieza el auge de la
migración de menores marroquíes a España, ya que, por un lado, una parte la sociedad española
rechaza a los trabajadores marroquíes, y por otro, Marruecos ordena frenar la salida de inmigrantes
desde sus fronteras para no significarse como país de entrada de musulmanes a Europa. Las familias
alientan a los niños a migrar a Europa, ya que su minoría de edad y la ausencia de autoridad parental
dificultan su expulsión o retorno (Trajectoires, 2018).
De todo ello se detecta que las necesidades más perentorias son el comprender y analizar cuál es el
papel tanto en Marruecos cómo en Barcelona de las instituciones como de los profesionales en definir
y construir la acogida y el acompañamiento en relación a los jóvenes, teniendo en cuenta sus
especificidades y necesidades. En el caso de Europa sobre todo se centra en el papel y la relación
existente entre derechos-recursos y papeles de regularización. En Marruecos por el contrario se
centra en los modelos educativos y el acompañamiento a la vida adulta. Es en ese análisis dónde
podremos comprender cuales son las fronteras para poder acceder a las oportunidades.
“No hay muchas iniciativas. No puedes estudiar, no puedes pedir una ayuda, sin documentación”
(GM1-EDBCN).
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5. LA DISCRIMINACIÓN COMO EJE: FAMILIA, CALLE Y FUTURO
Los jóvenes si se los analiza, observa y comprende sus experiencias desde lo racial y el género queda
evidenciado las formas de exclusión y desigualdad, mostrándonos el sistema hegemónico y
dominante actual. Las discriminaciones llevan sin tener en cuenta al individuo hacia procesos de
fragmentación social, que se prevé que aumentarán las desigualdades y se ampliará a amplios grupos
humanos. Por todo ello, no pretendemos enumerar todas las desigualdades posibles, sino estudiar
las manifestaciones e identidades que son determinantes en cada contexto y cómo los individuos se
apropian para poder construir un significado que les de nombre.
Comprender los mecanismos de exclusión estructural para los jóvenes que deciden migrar y cómo
estos generan estrategias de resistencia o respuesta a las dificultades que se van encontrando y
sufren, es fundamental. Es en cada contexto, donde se nos permite comprender las diferentes
políticas y las respuestas institucionalizadas de las políticas, que contrastan en los dos países
marruecos y Cataluña, en la atención y desarrollo de dichas realidades. Bush y Ayeb (2012), dicen que
se entiende la marginalidad como un proceso por el cual algunas actitudes, ideologías, valores,
prácticas, discursos y creencias están «excluidos» de la esfera pública. Es decir que múltiples grupos
humanos están en la periferia de los beneficios económicos, políticos y culturales hegemónicos.
Aquellos procesos de marginalización que se está dando en el mundo árabe, tiene que ver también
con el desarrollo del capitalismo en la región y que tiene como consecuencia un debate entre jóvenes
y otros grupos sociales en relación con dicho desarrollo y sus proyectos de vida.
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Es en esta mirada sobre las discriminaciones, donde la familia se comprende como un elemento clave
a la hora de analizar los procesos migratorios de estos jóvenes: en algunos casos, son alentados por la
familia para migrar como proyecto colectivo que permite y supone un ascenso socioeconómico. En
otros casos, la migración se ve motivada por la expulsión del joven del núcleo familiar por razones
varias, provocando situaciones de vulnerabilidad, desprotección y exclusión del menor. También se
debe indicar que interfieren otras razones que provocan el deseo de migración a Europa que son: un
éxodo rural histórico hacia las ciudades, la precariedad femenina y el abandono de los niños
(Trajectoires, 2018), así como la sensación de una movilidad social interna inalcanzable (Rodríguez
García, 2016).
El papel de la familia en el sistema de protección, si nos situamos en el caso europeo, pasa por el
estado, pero cómo ya hemos señalado la mayoría de edad rompe ese binomio ya que es dónde los
jóvenes pierden la potestad de protección y pasan a ser nuevamente “extranjeros”. En Marruecos la
familia juega un papel crucial en la protección de los menores y en el acceso a oportunidades, por
tanto, en el momento que un joven pierde la familia no solo pierde las oportunidades sino también el
acceso a los derechos. La familia y la cultura o la religión tendrían que ser el espacio de los derechos
para muchos de los menores, pero estas disputan con la pobreza, la exclusión o la violencia. El apoyo
de la familia, para recuperar dichas oportunidades pasa por Europa y para ello hay que ir a la calle. Es
la relación familia-calle-migración, donde acaba siendo y dándose una triangulación de la propia
exclusión y son en esos tres espacios dónde se acaba constituyendo la rueda de la marginación.
El dolor por la madre, la familia, por la frustración de una sociedad que no cambia y por la falta de
futuro entra a formar parte de las dinámicas internas de estos jóvenes. El debate que viven estos
jóvenes se sitúa entre la resistencia a esas discriminaciones y ser a la vez víctimas de la violencia. Es
ahí donde los jóvenes se cuestionan entre quedarse o pasar la frontera a toda costa. Existen pocas
alternativas, ya están expulsados del propio sistema y ya lo único que queda es saltar al mar.
La relación con la familia en la distancia genera miedo e inseguridad de no cubrir las expectativas y
romper con lo poco que da dignidad en relación con el pasado y al futuro. El tema de los papeles
impone mucha presión en la vida de los jóvenes. Y eso sitúa a este en un círculo sin salida, donde el
dolor y el miedo son los principales protagonistas.
“Yo por ejemplo no hablo mucho, porque me empiezan a preguntar por papeles. Me da miedo
hablarles porque me van a preguntar. Eso es muy jodido, es un problema muy grande…Me da miedo
hablarles porque me van a preguntar... claro, tú lo querías hacer bien pero no es culpa tuya que el
estado español ponga unos requisitos” (GM2-JOAB)
El futuro acaba tomando un papel primordial para dichos jóvenes, el esfuerzo, la valentía y el riesgo.
Para ello el trabajo, la vivienda y la estabilidad son respuestas difíciles de obtener en Europa. El deseo
y las ganas mueven las voluntades de estos chicos, ven en la formación una nueva oportunidad que
dará autonomía y un fin para conseguir aquello que buscan: el éxito y las oportunidades La
emancipación se percibe desde una perspectiva de dignidad y la búsqueda es saber quién da esa
dignidad.
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En Europa y en concreto en Barcelona el debate es otro, la educación está relacionada con el futuro, la
diversidad, la inclusión y finalmente los derechos. Por ello la educación vista como oportunidades,
futuro, trabajo, casa y pareja... El hecho que los jóvenes abandonen el origen en la búsqueda de ese
futuro donde la perdida de los espacios de relación, la familia de protección y los recursos con
oportunidades acaba llevándolos a esa frontera que acaba definiendo quienes son.
“La burbuja de todos los problemas que empiezan ahí, nada más llegar a la meta.
Problemas de documentación y discriminación” (GM2.-ABBC)
Los factores que expulsa a los jóvenes a la calle y a migrar, está relacionado con problemas
estructurales, pobreza, marginación, violencia familiar, etc. Problemas que no están relacionados con
ellos, pero son ellos los que tienen que asumir las consecuencias y asumir que es responsabilidad
suya.
“Hay muchos factores que pueden hacer la impresión de que el chico lo ha escogido,
pero en la realidad, no” (SEM-Vid).
La culpa, el dolor y el estigma inmoviliza al joven y se encuentra incapaz de hacer cosas para modificar
el destino. Pero también es un dolor que vive el profesional que no tiene respuesta a esa violencia
institucional que vive el joven. Al final está la frontera y es allí donde la violencia toma forma y donde
los derechos suelen ser vulnerados y que el cruzar es donde se siente el dolor y donde la frustración y
la búsqueda del sueño se topa con un muro sin salida. La violencia a veces ella misma es invisible y no
consigue transformarse y se convierte en una frontera donde los jóvenes acaban siendo
encarcelados. Sobre todo, en la cabeza, la obsesión y el no sentir el dolor en el cuerpo. Por ello cruzar
el estrecho al final se convierte en el primer triunfo y la primera opción a pesar de los riesgos. La
frontera y la valentía acaban siendo el camino necesario para conseguir los objetivos Las familias son
observadoras de esa violencia y la pregunta es poder comprender si en esa violencia ellos participan,
la ven o la obvian. El alejarse de la familia o al no ser apoyada por esta es al final una pérdida de la
familia, hecho muy traumático en la vida de estos jóvenes. La violencia en el interior de la familia se
convierte en un rechazo, un deseo de huir y de ruptura total.
“A mí me sorprende que los chicos que reciben malos tratos de los padres los consideren muertos,
en muchas ocasiones se van borrando estos malos tratos, sobre todo la figura de la madre, en los
momentos más duros acaban acordándose de ella. En casos de maltrato eso produce un malestar
psicológico que acaba generando un malestar muy difícil. Eso es lo que me he encontrado yo.
Cuando pasa el tiempo y tienen aquí condiciones más duras, a eso vuelven, por eso me sorprende
que digan que están muertos los padres.” (GM2-ABBC)
En Marruecos, la familia es la escuela como espacio de socialización, es el camino de aquello que son
o quieren ser. Es en ese debate sobre el futuro y las oportunidades que la familia puede ofrecer,
donde se establece una parte del conflicto y la violencia que hereda el menor. Pero muchas veces al
final se quedan solos y cuando descubren esa pérdida buscan recuperar a la madre. El ideal de la
familia es clave en el sentimiento de pérdida, y seguramente desde las propias palabras de los chicos
es algo irrecuperable.
Uno de los elementos claves es que la violencia y la jerarquía en la familia no son percibidas de la
misma forma que en Europa. La violencia está institucionalizada, está aceptada e incluso está
recomendada en un marco de estructura familia. La educación está basada en el castigo o en el
premio. Y la escuela es una extensión de ese modelo familiar. La calle era o es la vía de escape y
donde se busca una respuesta o solución a esa violencia intrafamiliar y a esa violencia escolar.
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La familia para los jóvenes no es vivida muchas veces como inclusiva, no generando un espacio de
diálogo. Las nuevas redes son claves para las oportunidades, pero la perdida de la familia es la
perdida de la infancia, y la no recuperación de un proyecto para el futuro. Sin embargo, los jóvenes no
solo hablan de esos mecanismos de violencia que viven, sino también de las violencias que viven sus
madres a nivel simbólico, psicológico y sobre todo la falta de reconocimiento social. El aislamiento de
la madre al final forma parte también de aquello que ellos quieren huir. La madre, la violencia, la
familia y el futuro como transgresión en un mundo globalizado donde occidente y Europa se convierte
en el modelo de libertad. La palabra y la dignidad se contradicen con el control muchas veces
sustentado por las instituciones. Es en ese espacio donde ellos, los jóvenes, comprenden que el
silencio y la invisibilidad son el factor distintivo de la marginación y la exclusión.
Las respuestas institucionales son sobre todo relacionadas con la acogida, con la protección, pero no
con el diálogo y la interconexión. Es la palabra, el poder nombrar lo que se vive, el elemento distintivo.
El hecho de migrar no solo es por tanto la pérdida del origen, sino también es la perdida no calculada
de la pertenencia, la identidad y la dignidad. Se cree que si se marcha fuera se obtendrá derechos en
Europa que permitirá recuperar la inclusión y el papel que la familia propone para poder ser adulto.
Los propios jóvenes indican de forma clara la indignación que genera la falta de oportunidades, pero
sobre todo la conciencia que en esa humillación se da una rabia acumulada por el estigma que viven
cotidianamente. Y es allí donde se los recrimina y se les exige tener que recuperar esa dignidad con la
llegada a Europa y con el éxito del proceso migratorio.
El estigma en las calles de Marruecos pasa por la clasificación, la recriminación y el control hacia estos
jóvenes que no son nadie. Su estancia en la calle es la muestra de la no respuesta de su familia o de
ellos mismos de no haber cumplido con los mecanismos de inclusión, la duda o la sospecha pasa a
formar parte de quienes son y cómo son. La recuperación de la dignidad pasa por la marcha hacia
fuera y por tanto la no recuperación de lo de adentro y que forma parte de su historia de vida. En
Marruecos el estigma juega un importante papel de exclusión, y sobre todo un no acceso a los
mínimos de los derechos al sistema sanitario, recursos, etc.
“Sí que nos cansamos, sobre todo cuando tengas que caminar, el autobús no quiere parar para
dejarte subir, por tu aspecto sucio. Tienes que caminar unos largos caminos, te cansas" (GM2-
JOCAS).
La imagen pasa a tener un papel crucial, las bambas Nike y la huida permanente del acoso de la
policía o los guardias de seguridad, lleva a la soledad, las autolesiones y es en la imagen y en las redes
dónde el triunfo y el reconocimiento adquiere un papel relevante. El coche, la ropa y la imagen son
finalmente el resultado de aquello que está sucediendo. A veces Europa y los servicios o centros que
atienden a estos jóvenes no son conscientes de ese conflicto de clase e intergeneracional que hay
detrás de la imagen y su proyección de cómo se ve las migraciones en Marruecos.
La discriminación de clase es un hecho que marca buena parte de las decisiones, pero también el
debate que se da con el país de origen, el triunfo, los logros y las migraciones que llevan al ascenso
social. No podemos dejar de obviar que detrás de eso hay un sufrimiento que esa discriminación
genera, sobre todo por la falta de mirada del otro. La imagen no es un fenómeno de Europa hacia
Marruecos sino de Marruecos hacia ellos mismos, la imagen de los barrios hacia fuera. El intento de la
ciudad de expulsar a los pobres acaba convirtiéndose en una burla hacia los chicos.
“El bullying que sufren los pobres por parte de los ricos, hay mucha gente que se siente rica o con
recursos que intentan burlarse de los niños en situación de calle o con mal aspecto, es una forma de
discriminación” (GM1-JOTA)
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La calle al final es el eje de la discriminación en origen y en destino. La calle no es una opción, y son
punzantes y discriminatorios los insultos y la incomprensión de los otros como el uso de la palabra
“chemkar” (drogadicto) para calificarles. No solo es la violencia vivida y recibida sino también ver con
sus propios ojos los privilegios de los otros/as.
“Yo sentía que mis derechos habían estado violados cuando yo veía a los niños con sus padres
que jugaban en la calle donde los padres que atendían a sus niños en la puerta de las escuelas”
(GM1-JOTA)
La discriminación no solo pasa por la edad, el género o el color de piel. La discriminación pasa por la
incomprensión del comportamiento y funcionamiento cotidiano en la vida de los jóvenes. La
invisibilidad, la falta de reconocimiento y la deshumanización es la respuesta a ello y se convierte en la
estrategia para fomentar dicha discriminación. La solidaridad en este caso es puntual y la ayuda
reactiva y por tanto la soledad y el aislamiento se convierten en los ejes claves de las situaciones que
viven los jóvenes en su cotidiano.
El educador/a es observador de todo este proceso y lidia entre la exclusión, el silencio y la empatía
hacia historias que no pueden imaginar. Comprender la violencia que genera la discriminación y
convertir la exclusión en un contexto con el cual lidiar es un elemento clave para los profesionales. La
vulnerabilidad como cotidiano, y la vulnerabilidad cómo confianza. Ser referentes y no poder escuchar
el dolor y el sufrimiento. Las limitaciones generan mucho dolor en los profesionales, dificulta la
comunicación y nos encadena a una relación educativa complicada. Pero, además, delante de esta
complejidad de situaciones y limitaciones, no existe ni se ha estructurado un sistema claro a nivel
institucional para la ayuda a los jóvenes. Se detectan problemáticas y se promueven reacciones y
propuestas de atención por parte de las instituciones que tiene una función más de atención de
urgencias, que de una intervención a largo plazo. La dimensión transnacional del sistema genera
miradas contradictorias, pero a la vez una voluntad común que atiende una situación y un contexto
relacionado con una migración internacional de gran impacto.
Las políticas públicas intentan trabajar o incidir sobre aquellas situaciones que generan el estigma
que viven estos jóvenes, tanto en Cataluña cómo en Marruecos. La elaboración de proyectos o
servicios comunitarios intentan incidir en políticas de empoderamiento, prevención y búsqueda de
atender las discriminaciones y las consecuencias del estigma tanto en Marruecos cómo en Cataluña.
Los recursos son el elemento clave de dicha intervención, especialmente en Marruecos donde los
recursos son escasos, pero también la debilidad del modelo de intervención y la falta de proyecto
común que se convierte la atención a estos jóvenes en un problema de derechos. La falta de
cobertura y de protección en derechos básicos para estos jóvenes, contextualizados de diferente
manera en Marruecos y Barcelona, y que se concreta en el no acceso a la vivienda, a la educación, a la
protección por parte de los padres, etc. Finalmente, la desprotección de los derechos se transforma
en un problema individual y que incide en la vida del joven con una responsabilidad y un dolor en
relación al origen, pero también en un fracaso individual que solo puede ser gestionado por el joven.
Estamos hablando de una violencia estructural que se identifica con fenómenos no solamente
particulares sino también de la familia y la comunidad. La violencia pone a la familia como una
entidad, pero también a la comunidad que muchas veces y en el caso de Casablanca es un ejemplo,
donde no solo las drogas sino también la explotación de los niños por parte de los comercios y el
sector público sitúa a los menores en un debate público y comunitario sobre sus propios fracasos.
Como y de qué manera se toma la decisión y la opción de acceder a la calle.
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Cómo y de qué manera se puede tomar la decisión desde una mirada crítica, cuáles son los elementos
que hace que el niño pueda comprender y entender el fenómeno estructural de dicha violencia y las
consecuencias que tienen dichas decisiones. Se trata de conocer en que espacios se puede hablar y
generar debates, tanto con la sociedad civil como con las instituciones. Y acaban siendo las entidades
sociales en Europa y en Marruecos, que se convierten en los únicos interlocutores que promuevan un
debate sobre la violencia que viven los jóvenes y la vulneración de derechos.
La calle cómo espacio de conflicto, pero también de solidaridad incondicional, donde la liquidez de las
relaciones obliga a la interdependencia entre ellos, sobre todo por la enorme cantidad de situaciones
de discriminación y confrontación. Los jóvenes en la calle buscan ese espacio seguro, donde se tienen
que llevar la mochila que llevan, pero protegidos. El no reconocimiento de sus derechos les obliga a
seguir un camino que no queda aquí, sino que tiene su fin en otros destinos tales como Holanda,
Bélgica, etc. El problema en el trato hacia esos niños muestra el no reconocimiento de esos niños en
sus deseos y potencialidades, la construcción de los prejuicios con violencia física y simbólica que
muestra una infancia en situación de abandono.
“Sobre las soluciones es muy difícil hablar porque hay mucho que hacer, y no solo está la
humillación, sino la discriminación, la desigualdad, la injusticia, ausencia de derechos
fundamentales, los niños no viven sus etapas de vida, donde podemos hablar de niño adulto porque
algunos se fueron de casa a los 12 años, 14, 11, 9 o 7. Y cada etapa que no salta le deja traumas…”
(GM·-EDUMJA)
Se incide en que estos jóvenes viven una falta de libertad de opinión y/o expresión de sus deseos y
voluntades, en el contexto de los espacios comunitarios. Los procesos migratorios no permiten o no
dan alas a que estos jóvenes puedan encontrar espacios de expresión pública sobre quienes son o
quieren ser. El consumo y la imagen pública pareciera la salida o la salvación hacia un espacio de
expresión que topa con la invisibilidad, la discriminación y el estigma. Las redes, en este contexto, se
convierten en un mecanismo a analizar y comprender. Europa y también marruecos les ofrece a
través de las redes una gran cantidad de consejos y estrategias para poder migrar, y son las redes que
al final los acompaña en el contacto y en la ausencia de la soledad, la compañía, el triunfo y al final el
futuro.
El final de todo este camino es recuperar la familia y por tanto hacer desaparecer la soledad. Detrás
de todo ello hay un conflicto intergeneracional en origen y en destino, la inocencia de los adultos y la
criminalización de los jóvenes lleva a estos hacia un camino sin salida. El adulto siempre lleva la razón
y la culpa se traslada al joven. Las categorías que construyen los adultos tanto en origen como en
destino tienen siempre que ver con la marginalidad y la exclusión.
Al final es el propio estigma que constituye la vida de los jóvenes, estructura el menosprecio, la
violencia y las decisiones institucionales de cómo intervenir con ellos. La escucha desde el mundo
social confronta a los educadores hacia un espacio con pocas respuestas y muchas angustias. El
fracaso o no de las migraciones depende del estatus social en origen y de la capacidad del joven para
enfrentar dicha realidad. Solo el que migra podrá transformar y vivir dichos cambios.
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“Nunca imaginé que viviría en la calle ¿por qué razón será? ¿Por qué no tengo a mi madre y a mi
padre, porque me junte con malas personas o porque dios me escogió para vivir así? ¿porque yo no
tengo mantas, cama y mi madre me tapa con la manta por la noche? ¿porque no tengo un padre a
quien le beso la mano y me dice que dios te bendiga, anda vete a la escuela? ¿voy a seguir mi vida
así? La gente me insulta, los padres alejan a sus niños de mi ¿por qué les asusto? Sé que doy miedo,
pero no estoy conforme con mi situación. ¿sabéis ahora quién soy? Yo aquel que le moja la lluvia y
vosotros cubiertos en casa…. Yo soy un niño, soy el que malvive sin que nadie se preocupe por él. Yo
les pido nada, que no sea pensar en mí y hacerme sentir como uno de vosotros". (VID2-JOT)
Sin embargo, la calle es un espacio común de toda la comunidad donde se dan interacciones y un
niño que está en la calle puede acabar siendo en un niño de la calle. La calle es de todos/as vecinos y
vecinas, y es un lugar de derechos y de consensos colectivos. La calle no es una opción, sino que viene
dado a partir de las decisiones que toman, sin opciones de elegir. Y muchas veces quedan
aprisionados allí. En la calle hay que esconderse de la policía, porque es en esa relación donde se
pierden casi todos los derechos. Se buscan rincones y el miedo y la búsqueda de lugares seguros se
acaba convirtiendo en la finalidad última. En la calle a veces los protegen y a veces les pegan, no se
sabe cuáles son los criterios, pero está claro que es una violencia basada en el control. No saber lo
que te encontrarás hace muy difícil su vida en las calles.
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6. DE LAS VIOLENCIAS VIVIDAS A LAS VIOLENCIAS SENTIDAS
La violencia vivida durante el proceso migratorio es un hecho para la mayoría de jóvenes. Sobre todo,
se detectan situaciones de violencias físicas que declaran los propios jóvenes que migran solos (en un
50% las chicas y en un 62% los varones), las cuales están relacionadas con violencias psicológicas
como los insultos racistas o las amenazas de agresión físicas o sexuales. Muchos de ellos, han vivido a
lo largo del proceso de transición migratoria situaciones de robo de bienes personales y en el caso de
las chicas, casi la mitad han declarado que han sufrido violencias sexuales (Le Clève et Peyroux, 2018).
La información que se da en las diferentes bibliografías sobre los menores migrantes marroquís es
que en los diferentes contextos de las rutas migratorias son los lugares donde se ha dado la mayor
cantidad de violencia (45% de casos) hacia ellos, pero también lo son las ciudades marroquíes como
Rabat, Casablanca o Tánger, siendo no solo los robos sino también los insultos. Se dan como causas
que pueden explicar las violencias, las dificultades para atravesar regularmente las fronteras, el
racismo y la discriminación de género, pero también las relaciones jerárquicas en el seno de la
comunidad. En definitiva, los factores estructurales que hacen perenne la violencia.
Estos jóvenes viven y han vivido violencias cotidianas en sus experiencias migratorias, y estas son una
muestra de la violencia estructural que se conectan con elementos institucionales, políticos,
simbólicos (Bourgois, 2005). Deben enfrentar cambios políticos, sociales y culturales, en su sí y hacia
sus países de origen y a la vez desafían el control fronterizo y el orden social establecido en los países
de destino. Relacionar la juventud con la violencia es reflexionar el concepto como categoría
sociológica para comprender el mundo. Es evidente que no es un fenómeno homogéneo y está
cruzado por variables de clase, género y origen etc. La violencia es una disputa de capital simbólico,
según Bourdieu, y que apunta a la adquisición de más poder social que permite construir verdades.
La aplicabilidad de valores en las reglas sociales y en los comportamientos colectivos tiene que ver
con la capacidad del individuo de ser producto de una sociedad, y en el caso de estos jóvenes su
traspaso fronterizo los sitúa en un cambio de perspectiva. Los grupos de jóvenes se les designa
clasificaciones que son usadas colectivamente y que tiene detrás toda una serie de valoraciones tanto
en cómo se han socializado y puede ser positivo o negativo. Lo que se valora es cómo los jóvenes
efectúan sus relaciones y que aspectos se dan en ellas relacionándolos con la violencia. La violencia a
veces se valoriza socialmente y por eso, en ciertas situaciones conflictivas u otras (relaciones de
género), los mismos asumen conductas y comportamientos violentos: la violencia genera violencia. Y
usarla es un grado de pertenencia y valentía.
Las relaciones debilitadas a nivel comunitario entre las personas y grupos sociales llevan a una mayor
construcción de estigmas, discriminaciones, conflictos y finalmente violencia. Y es allí donde se
polariza y se busca las relaciones de poder de unos sobre otros. A veces las solidaridades, dentro de
los grupos más débiles, forma parte de una estrategia de protección. Por tanto, el campo de la
violencia tiene sus propias reglas y significados. Incorporamos el tema de consumo de inhalantes,
cánnabis y otros entre los jóvenes de calle tanto en marruecos cómo en Barcelona, porque resulta un
eje clave para comprender la relación que el propio consumo establece con la violencia. Es evidente
que la dependencia o abuso continuado de sustancias inhalables en la infancia, produce efectos
perjudiciales a nivel físico o psicológicos sobre todo en la adolescencia (National Institute of Drug
Abuse-NIDA, 2011).
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La OMS (2002) define la violencia como el uso intencional de la fuerza física o el poder como amenaza
o real contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad que causa o puede causar daño
psíquico, discapacidad o privación del desarrollo. La violencia y en la misma medida el consumo de
drogas está relacionada con la carencia de habilidades necesarias para afrontar situaciones
estresantes con las que se encuentra el individuo. Pero otras interpretaciones relacionan el consumo
de drogas con la depresión, que se muestra con autolesiones y está bajo los efectos de los inhalantes.
(Gallego et al., 2006). Pero también, es determinante comprender que el acto del consumo de drogas
es una conducta agresiva, que, dada la afectación física, se convierte en autolesión y por tanto quizás
a más largo plazo en autodestrucción (Achaval y Cols, 1986). La droga y las adicciones es una muestra
a una problemática social que no tiene respuesta. Y eso en la calle se hace visible.
El hecho que la violencia esté relacionado con la fuerza y el uso del poder, tanto a nivel físico cómo
psicológico de un grupo sobre otro, teniendo diversas formas de expresión que pasa por la injusticia,
el abuso, la humillación, etc. Se suele pensar que la violencia siempre se ejerce de un grupo en
relación con otro y en el caso del consumo de drogas, se interpreta como un acto de debilidad o
diversión, pero en realidad son actos de auto violencia, en la que los mecanismos de poder y fuerza se
ejercen sobre el propio instinto básico de conservación de cada individuo (Puche Gutiérrez, 2009).
Pero no es la función del consumo de inhalantes, es también un espacio dónde de forma grupal se
expresan elementos lúdicos de provocación o protesta, inclusive identitarias o rituales Lucchini (1999),
que muchas veces se confronta al control social de los diferentes mecanismos del estado.
Otro de los elementos claves de prácticas de violencia son el número desproporcional de paradas en
la calle por identificación policial y cacheos en Cataluña. La percepción policial en España es que los
árabes o marroquíes delinquen más que los españoles. Para ello se construyen toda una serie de
teorías que explican de diferente manera el fenómeno: desde asignar razones psico-sociológicas, el
etiquetaje cómo profecía que se auto cumple, el control social dado por el debilitamiento de los
vínculos sociales, etc.
Lo cierto que lo que entra en debate son las razones micro-macro que se inserta en la propia
conservación de la violencia Bourdieu (1998), la violencia estructural o sistémica, el empobrecimiento,
la exclusión y la estigmatización que padecen estos jóvenes marroquís que migran solos y que se
refleja en experiencias de violencias cotidianas en sus vidas. Según Riches, citado en Ferrándiz y Feixa,
2005 la violencia se ha convertido en un instrumento elemental para la práctica de la interacción
social, la violencia se debe interpretar como una estrategia social y de sociabilidad. Al final se usa con
la función de que los vínculos sociales no se rompan, se use el poder y se aplique el control. No
podemos separar la dominación y la violencia y es el control de los otros que se usa tanto de la
violencia declarada y descubierta cómo en una violencia simbólica y encubierta. La violencia
estructural está inmersa en una violencia sistémica que nos acerca a un orden socioeconómico y de
globalización. Pero es en esa relación entre violencia y juventud, donde se categoriza al joven como
constructor de situaciones violentas y que los expulsa a una violencia gratuita (Ferrándiz y Feixa, 2005)
impulsando una cultura de la violencia.
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7. EL RACISMO Y LAS VIOLENCIAS
Por todo ello tenemos que hablar de los estereotipos cómo mecanismo utilizado en cualquier proceso
de socialización de todas las culturas y sociedades humanas. El estereotipo en ese proceso
constitutivo acaba conformando ideas e impresiones de la manera que tenemos de representar el
mundo. Los estereotipos son inevitables, porque los seres humanos los utilizan cómo una forma de
interpretar las diferentes realidades y es al final lo que nos permite definir al otro. Convirtiéndose en
un saber colectivo válido de cada momento y época histórica.
El otro diferente que construye el estereotipo tiene diversas y múltiples connotaciones según género,
cultura, religión, etnia, edad y clase social. La forma de construirse el estereotipo hacia dentro del
grupo humano como hacia afuera nos permite comprender los mecanismos de estratificación y en
definitiva de discriminación del diferente. El estereotipo además juega un papel fundamental en las
construcciones identitarias y entra en conflicto en la dicotomía del nosotros frente a ellos.
Muchos de los conflictos entre diferentes grupos humanos/países/genero, etc. toman formas muchas
veces concretas a partir del racismo/colonialidad como forma y respuesta a ella. Es por eso que en
muchas ocasiones esa dicotomía viene determinada por el color de la piel, pero también por prácticas
sociales, por prácticas étnicas y lingüísticas o rasgos religiosos o culturales. En definitiva, se racializan
cuerpos haciendo algunos superiores y otros inferiores y determinando esa ubicación como zonas de
ser y no ser en la que están ubicados los seres humanos.
El racismo en España está muy relacionado con las clases sociales y con la llegada de grupos de
personas que se ubican en ciertos territorios y dónde se han ido construyendo todo un imaginario
relacionado con la delincuencia, especialmente en el caso de los jóvenes migrantes solos. Los actos de
violencia racista hacia jóvenes migrantes, acaban siendo un acontecimiento que no se enmarca
dentro de actos racistas sino mecanismos de control hacia esos colectivos. En definitiva, el racismo y
la xenofobia son la expresión de una situación sin salida del modelo social y político predominante y
con una crisis institucional sobre las desigualdades sociales.
La existencia de dos formas de expresión del racismo: abierto o manifiesto, sutil o encubierto nos
muestra una doble cara de la misma realidad (Pettigrew y Meertens, 1995). El racismo tiene varías
características y no solo existe en el color de la piel, también se expresa a través de características
identitarias y la religión. En Tánger y en Barcelona se expresan de forma diferente y los mecanismos
específicos serán los que tendremos que profundizar, en función de cómo se construye la relación
con el otro. Y también viniendo determinado por la movilidad de los grupos humanos, que en el caso
marroquí puede tener orígenes históricos del campo a la Ciudad, pero sobre todo por la llegada de
comunidades subsaharianas que buscan el paso a Europa. En todo caso no hay un racismo invariable,
sino el racismo tiene un espectro muy amplio de situaciones.
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Una de las características del racismo es que es sutil y acaba calando, pero también configurando
buena parte de las relaciones humanas. Se suelen amplificar las emociones positivas o negativas
hacia las persones migrantes, tomándola como amenazas y amplificando las diferencias de valores,
creencias, hábitos, idioma y la defensa de las tradiciones.
Por otra parte, tenemos el racismo institucional, que parte de ordenamientos legales, forma y
prácticas desde el mundo profesional, así como el ordenamiento y organización de los mismos
servicios que acaba perjudicando a algún grupo específicamente. El racismo institucional a veces no
tiene intención o propósito racista pero las consecuencias generan de forma velada mecanismos de
discriminación (Aguilar y Buraschi, 2012) y es en el caso de menores donde toma una forma
consustancial dado que estos dependen absolutamente de ello.
Las migraciones de jóvenes solos están estrechamente relacionadas con los ciclos económicos del
sistema-mundo capitalista y el equilibrio entre una ideología universal (derechos de la infancia) y la
ideología racista (variabilidad en los controles de frontera, normativa en extranjería, etc.) y estos son y
serán los elementos fundamentales en el situar a estos jóvenes en zonas de no ser. En el caso de
estos niños y jóvenes marroquíes migrantes solos, el estigma creciente que difunden los medios de
comunicación los vincula con el consumo de drogas y conductas delictivas o violentas, con violaciones
a chicas u ocupaciones a viviendas. Modificando de ser menores protegidos a extranjeros ilegales,
desempleados o” moros peligrosos” en empleo precario, usuarios de drogas, etc. Pero es diferente en
Tánger, dónde pasa el estigma a otra dimensión mucho más relacionada a un conflicto
intergeneracional que a un mecanismo racista al menos con los niños de origen marroquí que viven
en la calle. Esa frontera de vulnerabilidad, relacionada con el empleo, las frágiles relaciones y la
exclusión relacionada al acceso a la participación, pone a estos jóvenes en el foco de los discursos
racistas e islamófobos.
La construcción mediática de los menores migrantes Fiedenberg (1963) se percibe cómo un problema,
al ser hiper-visibilizados nos muestra la preocupación o los miedos de ciertos sectores económicos y
de poder que de los propios chicos. Es ahí que las instituciones y los medios acaban promoviendo la
etiqueta o los estigmas de esos colectivos cómo delincuentes o violentos. Está claro que los
mecanismos de clasificación de los otros, los diferentes, los desconocidos están determinados por el
uso de espacios diferenciados, pero también por la no-convivencia. Esta no relación lleva a la
construcción de visiones preconcebidas, estigmatizadas y esquemáticas. A menudo, la presencia de
los jóvenes en los espacios pone en alerta a la seguridad pública y a los mecanismos de comunicación
colectivos. Por lo tanto, la presencia de niños de la calle se acaba convirtiendo en un debate colectivo.
Es un hecho que a partir de la construcción de esos significados sociales que asocia a la juventud con
el sentimiento del miedo y por tanto degradación. La relación de violencia, miedo y juventud se acaba
convirtiendo en un discurso muy relacionado con los discursos de odio hacia ese colectivo.
Una de las formas más insidiosas de racismo es la islamofobia, que impregna los cimientos del
pensamiento sociológico occidental. Antes de profundizar sobre ello sería necesario indicar que se
debe diferenciar entre un comportamiento y una ideología racistas (Todorov, 1991). A partir del
fenotipo del otro y con la creación de una raza imaginaria, es decir el racismo se basa en el prejuicio y
no en la raza. Por tanto, los mecanismos que usa el racismo son tan transferibles a Marruecos cómo
en Barcelona.
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Centrándonos en el fenómeno de la islamofobia, el atentado del 11S genero un fenómeno que ya se
estaba dando y que permitió ser consolidado con la construcción de un enemigo común al occidental.
Se construye un enemigo único e indivisible el “Oriente Medio” y los conflictos que generan un
terrorismo que ataca a occidente y que está vinculado con el fundamentalismo islámico. Era una
creencia que no surgía de nuevo, sino que estaba arraigada en las sociedades occidentales. La
islamofobia se ubica en una perspectiva histórico racial y que se ubica por tanto en los pueblos no-
europeos (árabes-musulmanes). Parte desde una perspectiva colonial en buscar la inferiorización del
islam en procesos históricos que surgen en el siglo XV.
Con la islamofobia el viejo discurso racista biológico fue derrotado políticamente y reemplazado por
un discurso racista culturalista, y de esta manera se descarta del vocabulario la palabra raza. Se
centra sobre todo en la mirada de inferiorización de las costumbres, creencias, comportamientos o
valores de un grupo. Actualmente, la retórica racista dominante es la de los estudiosos de la cultura
religiosa que utilizan la islamofobia como su principal forma de combatir a los árabes.
La llegada escasa de chicos menores migrantes que vienen solos a Europa, aun siendo poco
significativa, se considera un problema público. En algunos momentos, se plantea que han
desbordado a los servicios y de esta manera construirlos cómo un colectivo que sufre y vive buena
parte de los ataques racistas y de la construcción de los discursos de odio. A muchos de ellos se los
relaciona con colectivos radicalizados y en muchos momentos autores y responsables de atentados
terroristas, tanto en países de origen como en destino.
Esa relación entre la policía, los papeles y el control social, pero también la respuesta a las
necesidades de la familia acaba siendo un camino con pocas respuestas y que genera enorme
violencia en el joven. En el caso de los jóvenes en Europa esa desprotección no tiene un lugar de
seguridad y protección. La policía a su vez cada vez que los para en el espacio público ayuda y da
apoyo a la construcción de estigmas. La violencia que utilizan es incluso física y la falta de apoyo y
sobre todo la falta de papeles los deja muy vulnerables. La imagen de la policía como aquel que le
puede ayudar o acercar a los recursos, al menos en España se contradice con el discurso racista y
estigmatizador que viven los jóvenes. En todos los casos se los acusa de degradar la ciudad, de
romper con la convivencia. Resulta difícil para el joven comprender dicha complejidad y siente “hogra”
(humillación) con más fuerza y violencia.
En este caso el estigma hace que los vecinos/vecinas y las propias instituciones se aplique una ley
contra esos niños y se usa la ley del más fuerte y es la fuerza física que acaba definiendo esa relación.
Tanto en Marruecos cómo en España la desprotección es total, aunque las instituciones busquen
mecanismos para disminuir esas situaciones. No hay respuesta a esa violencia y mucho menos
mecanismos de protección. No tenemos sitios donde ubicarlos, y no podemos evitar los estigmas y las
violencias que generan dichos estigmas.
El chico vive ese doble dolor, el dolor por sufrir esa violencia y el dolor por encontrarse en un espacio,
sin capacidad de moverse y tener opciones para poder desarrollarse personal y colectivamente como
grupo. La violencia aumenta cuando emigras, el racismo se convierte en cotidiano y la falta de
alianzas que te den cobertura en la familia y en la comunidad te sitúa en una violencia mucho más
dura y difícil de afrontar. El racismo y las violencias son cotidianas y a la vez estructurales y a veces
para los propios chicos son difíciles de describir y delimitar. Sin embargo, esas violencias no forman
parte de aquello que entienden, discuten o hablan esos jóvenes a lo largo de su proceso. Tiene que
ser silenciado e invisibilizado ya que el estigma ya vivido y el estigma de futuro tiene demasiado peso,
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“Lo digo, como inmigrante que soy, vivís más violencia siempre en un país que no es el tuyo.
Es lamentable pero el racismo es algo cotidiano, en cosas muy insensibles, y lo vives, hay un plus,
siempre que emigras hay un plus de violencia” (GM3-EDUBCN).
El acceso a la ciudadanía, a los recursos y a las nuevas identidades en Europa está condicionado por la
frontera, pero también por el derecho al tránsito. Al final en cada uno de los movimientos que los
jóvenes hacen está determinado el recorrido y el enfrentamiento que el estado y la ultraderecha en
Europa impone. Es luchar contra los sueños y aceptar la frontera como estancia definitiva. Vivir la
discriminación fuera de la ley, vivir el racismo se convierte en una frontera difícil de transitar. La
discriminación y el racismo no pueden ser mostrados y es el dolor y la rabia que constituye la nueva
realidad de esos, que solamente podrán mostrar una mentira.
Aparte del racismo para muchos de estos jóvenes se le suma la soledad, la pobreza. Pero cuando ellos
describen sus situaciones lo que más les determina es la soledad, que ha sido y es un impacto no
esperado y no planificado. No poder hablar y explicar sus experiencias, así como no poder encontrar
espacios para el diálogo, los sitúa a estos en la obligación de tener que dialogar con la violencia de la
ignorancia y la estigmatización que acaba definiendo sus vidas. La rabia muestra la falta de
comunicación y la esperanza en la otra parte el final del deseo de futuro.
En definitiva, lo que se debate es que cuando la expulsión del propio sistema existe, por ser joven, por
ser pobres o por lo que sea, la frontera se convierte en una oportunidad. Por ello los jóvenes se
mueven entre fronteras y en ellas buscan los espacios donde perciben que pueden adquirir
seguridad. Las estrategias se desarrollan, pero la pobreza y la exclusión no desaparece y allí es donde
el joven se encuentra atrapado. Y no es la información o su falta lo que les juega una mala jugada sino
es el no poder cuestionar o cuestionarse aquello que les está sucediendo. La soledad se intenta paliar
con la imagen pública a través de las redes o de los bienes, pero en la otra parte del camino está la
autolesión y las drogas como contraparte a las no respuestas. O también en el caso de Marruecos el
abuso hacia los otros a través de las violaciones convierte la violencia en algo que se silencia pero que
permite en esos espacios vulnerados y vulnerables obtener poder, privilegios y sobre todo protección.
Obtener la palabra, poder explicar lo que se ha vivido no forma parte de la historia, todo se convierte
en silencio. A veces la cultura podría ser una oportunidad de expresión, de acercamiento y/o de
ruptura, pero mayoritariamente se transforma en racismo. Las nuevas formas de racismo,
mayoritariamente vuelve a aislar al joven en ese espacio solitario. Al final lo que buscan los jóvenes es
ese lugar dónde se puede dar una expresión de aquello que quieren conseguir y aquello que han
pasado, pero no pueden expresar.
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El racismo en España pasa por la mirada del otro, y los estigmas creados. En realidad, el racismo lo
que busca es la invisibilización y la deshumanización del joven. El cual acaba siendo negado y
invisibilizado delante de los otros y donde el discurso de odio acaba tomando el mando y las riendas
de aquello que se decide colectivamente hacia esos jóvenes.
“…no los ven como adolescentes los ven como migrantes, el silencio, las miradas, no son de los
nuestros, en las manifestaciones, en los discursos políticos, sobre los menores, sobre lo que dicen
los medios de comunicación…… como afectan en la convivencia, es contradictorio que no queremos
que estés aquí, te estamos exigiendo que te integres…” (SEM-TAED)
En gran medida son las conductas que producen los estereotipos y prejuicios son los que bloquean
las relaciones y generan violencia e impide poder desarrollar otras propuestas. Al final el miedo se
arraiga allí y se busca desesperadamente alguien en quien confiar.
Pero lo que más sorprende a los jóvenes es que nadie quiere saber el sufrimiento que genera el
aislamiento, escuchar las experiencias vividas. Al final la vuelta a la familia, como espacio de
seguridad, volver a vincular con el padre o la madre se convertirá en aquella necesidad perentoria.
Por ello, la figura del héroe para poder mostrar a la familia se convierte en una necesidad prioritaria.
La violencia en origen, que se da muchas veces verbal pero también física por parte de la comunidad
o de algunos grupos policiales pasa a ser una violencia física y verbal en destino, y la mayoría de las
veces el inicio de la construcción de los estigmas que ubicara al joven en un espacio aislado y violento.
Las violencias de control por parte de la policía se dirigen más hacia los hombres jóvenes, en vez las
violencias sexuales se dirigen más hacia las chicas.
Muchos jóvenes, en origen, dicen que la violencia que se da en el espacio doméstico y familiar hace
que muchos de ellos decidan marchar de casa. Pero es en el espacio de la frontera donde el miedo, el
error y el fracaso se ponen en juego. Es también en el acceso a la vivienda en destino que también se
perciben muchas situaciones de violencia.
Los jóvenes, en sus descripciones sobre la violencia, lo describen cómo el dolor que genera la
separación, las situaciones de deshumanización y sobre todo la injusticia. Y en todo ello se da una
humillación que lleva como desenlace la hogra, que acabara determinando su tristeza y a veces la
necesidad de aguantar. El enorme rechazo social que acaba constituyendo su decisión vital, les
reclama el volver a recuperar a la madre. Cada obstáculo se convierte en un sufrimiento y se va
acumulando la rabia que es al final la que acaba haciendo de maestra de ceremonia de las reacciones
y las decisiones. Pero también en la fuerza que gira a esos chicos hacia el destino. Las violencias al
final se distribuyen entre la familia, la escuela y las instituciones. Es un recorrido y/o un itinerario que
se convierte en un callejón sin salida y un camino sin retorno.
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También las drogas representan el dolor, pero también juega un papel de invisibilidad, de valentía
ante aquello que se está viviendo y a la vez muestra la pobreza… Al final en todos estos mecanismos
de afrontamiento está el estigma. Pero la calle es una oportunidad, es un espacio de aprendizaje, el
grupo ayuda a la solidaridad a la autodefensa y a la creatividad. Y es también en la calle donde se
adquiere valentía. Y en todo este proceso han perdido la infancia
“… siempre notas que se inclina a la niñez, vuelve a vivirla, sea a través los juegos
y todo lo que ha pasado le estaba alejando de todo lo que debía vivir como niños” (GM3·EDUMMO)
La vida de los niños en situación de calle, inclusive aquellos que están con sus familias, en las escuelas
o en la institución, están rodeados de situaciones de violencia. La calle no deja paso a la intimidad y
genera fragilidad permanente.
24
8. Y LAS JÓVENES….
Tal como se expuso en el primer informe de Rassif, es necesario incorporar un enfoque transversal de
la categoría de género, con el objetivo de poder entender y analizar mejor los procesos de tránsito y
los contextos en los cuales viven los y las jóvenes migrantes. Aunque el porcentaje de chicos es
abrumador respecto al de las chicas migradas, hay ciertas características de la migración femenina
que son interesantes para tener en cuenta.
Empezando por el lugar de origen, es necesario contextualizar sobre el modelo de género que se da
en el contexto marroquí. En Marruecos, las historias del movimiento de la emancipación de la mujer y
del movimiento independentista han ido de la mano: la lucha por los derechos de las mujeres se
entendió como una muestra del nacionalismo marroquí. Desde el año 1956, cuando se dio la
independencia del país, las mujeres marroquíes han alcanzado grados de emancipación y
participación ciudadana que no son comunes en otros países del mundo árabe e islámico (Benlabbah,
2008).
Aun así, en esos años se aprueba la Moudawana o Código del Estatuto Personal (1957), basado en la
Chari’a o Ley Islámica, que consolida las desigualdades en el núcleo familiar y somete legalmente la
mujer al hombre (Benlabbah, 2008). Las mujeres marroquíes se ven sujetas a unas leyes que no dan
respuesta ni a sus necesidades ni a las demandas que venían haciendo desde la década de los
cuarenta. Estas demandas vienen dadas por la ubicación geográfica del país como puerta hacia
Europa, del acceso a los medios de comunicación y de la emigración, es decir, factores que han
abierto a las personas de Marruecos a otras culturas y formas de vida (Ajaaouani, 2012). A causa de la
presión de diferentes grupos de la sociedad marroquí, en 1993 se produce una primera y limitada
revisión del Código de Estatuto Personal, pero es en 2004 cuando se hace una gran reforma en este,
hecho que se consolida como histórico por la participación tanto de hombres como mujeres y por el
fin de la concepción del texto como algo sagrado e inalterable (Benlabbah, 2008).
En el Discurso Real de octubre de 2003, el rey Mohamed VI afirma que debe considerarse como una
ley destinada a toda la familia que obedece a dos preocupaciones: luchar contra las injusticias que
viven las mujeres y proteger los derechos y la dignidad de los niños. Además, se incorporan algunas
medidas importantes como la corresponsabilidad de ambos progenitores en el seno familiar, se
dificulta la práctica de la poligamia y establece como obligatorio el consentimiento de la mujer en el
pacto matrimonial (Benlabbah, 2008). Aun así, aún hay muchos aspectos que faltan para poder
considerarla como un marco legal moderno y democrático de hecho una propuesta de reforma está
encima de la mesa del gobierno actual y de la agenda de las entidades feministas.
Existe una violencia realizada hacia las mujeres y las carencias que plantea Moudawana del 2004 son
múltiples. En el caso de los jóvenes atendidos por las instituciones de protección a la infancia, el
modelo de género tradicional que ha asociado a las mujeres al ámbito privado y a los hombres al
espacio público, se ve modificado forzosamente por la precariedad económica (Terrón Caro y Cobano-
Delgado Palma, 2009). El caso más común es la pérdida o abandono del padre, situación que obliga a
las mujeres a asumir el rol de mantenimiento de la economía familiar accediendo a puestos de
trabajo precarios, rompiendo el modelo que las relega a cuidadoras del hogar. Otras veces, es la falta
de empleo generalizada la que provoca que los hombres no puedan cumplir con los roles de género
establecidos, es decir, no pueden mantener a su familia, circunstancia que puede derivar en
situaciones de violencia doméstica, alcoholismo o drogadicción en incluso el abandono del hogar
(Rassif 1). Por lo tanto, aunque durante mucho tiempo las mujeres marroquíes han estado relegadas a
las funciones maternales y domésticas, actualmente es común que accedan al mercado laboral y
enfrenten diversas tareas, ya sea por deseos de emancipación o por necesidad económica de
manutención familiar (Solano Miras y Santos Bailón, 2002).
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La concepción de la mujer como esposa y cuidadora del hogar se opone categóricamente a la mujer
“de la calle”, es decir, aquellas mujeres sobre todo niñas que viven explotación sexual y que recurren a
ella como método de supervivencia. Estas prácticas son consideradas como una mancha en el honor
familiar, y se legitiman los castigos y la marginación hacia ellas. La explotación sexual es la “mujer de
la calle”, en contraposición a la mujer que se queda en casa (Carmona Benito, 2007). Por lo tanto,
aquellas chicas que viven o que viven situaciones de explotación sexual en la calle, son víctimas
cotidianas de violencias, desigualdades sociales e injusticias, por el hecho de habitar y usar espacios
que rompen con el modelo de género tradicional de la sociedad marroquí.
En este sentido, la diversidad cultural y religiosa a la hora de entender los modelos de género
provocan serias dificultades en los contextos fronterizos, como por ejemplo en la ciudad de Tánger.
La estigmatización impulsa situaciones de discriminación por parte de las instituciones, pero también
dentro de las comunidades. Esta situación provoca la vulneración de los derechos de los menores y
un limitado acceso a las posibles oportunidades de futuro, especialmente a las chicas.
Además de las situaciones de violencia, en los barrios marginales de las ciudades fronterizas la
población tiene escaso acceso a los recursos básicos como agua, electricidad, transporte, sanidad o
educación. La principal preocupación es asegurar la alimentación propia y de la familia (Ajaaouani,
2012). Las chicas en muchos casos, que viven en la calle, pueden llegar a adoptar el rol de madre de
un grupo de jóvenes, aunque para ello adoptan formas corporales propias de la masculinidad, con el
objetivo de defenderse de los posibles peligros exteriores, según pudimos observar.
Aunque el porcentaje de chicas menores sin referentes en el territorio que migran a España es muy
reducido en comparación a los chicos, su tránsito posee características distintivas. Por ejemplo, en las
estrategias de cruce de la frontera tienden a esconderse bajo un camión o dentro de una maleta, por
tanto, son pocas las chicas que cruzan la valla a Ceuta y Melilla. Además, estas chicas son más
vulnerables a ser víctimas de trata y de explotación sexual; incluso en algunos casos la prostitución
forma parte del camino hacia Europa (Garaikoetxea, 2019).
Cuando llegan a Cataluña, estas chicas no son detectadas por la DGAIA tan rápidamente como los
chicos, ya que muchas veces mienten sobre su minoría de edad para poder trabajar. Así pues, muchas
chicas marroquíes sin referentes en el territorio catalán están fuera de los circuitos de protección a la
infancia: sólo el 25 % llegan a la DGAIA, las otras son acogidas por familias españolas o marroquíes, en
las cuales denuncian la explotación laboral en las tareas domésticas a la que se ven sometidas
(Quiroga, 2008). Cuando llegan a Europa, en el caso concreto de las menores con las que el Proyecto
Rassif ha trabajado en Barcelona, las experiencias vividas y la percepción que la sociedad del país de
acogida tiene de ellas son diferentes a las de los chicos.
El estigma visible de uso del hiyab y la discriminación constante es un hecho cotidiano. Como la
sociedad española se rige por un modelo de género patriarcal, también se reproduce la idea de que
son los chicos los que cometen los delitos, pero ese estigma no recae tan fuerte en las menores. Así
pues, cuando los y las menores llegan a España, entran en un mundo de significados y de modelos
relacionales distintos a los del país de origen, hecho que puede impactar de muchas maneras en las
jóvenes.
Con relación a las migraciones de jóvenes, la transgresión con relación a los derechos entra en un
debate complicado y duro con la cultura y con algunos elementos claves de las relaciones
comunitarias y culturales de la sociedad marroquí, y en este caso está relacionada con la sexualidad,
la honra familiar, etc.
26
Por ello las decisiones pasan por el hermano, marido, etc. pero son ellas y las madres las que al final
en una búsqueda del empoderamiento intentan buscar diversas estrategias que al final rompen con
la concepción tradicional de la función de las mujeres. Es un hecho que en el caso de las chicas que al
final migran solas hay una ruptura con el modelo tradicional y su rol de la mujer en las estrategias
comunitarias.
“Hay niñas que están emigrando contra la voluntad de la familia, buscan abrir camino,
una vida mejor... no es lo mismo para chicos que para chicas, en el caso de ellas tienen que romper
más tabús en origen“ (SEM1-EDUTA).
El propio fenómeno migratorio, y todo lo anteriormente especificado sobre violencias, drogas, calle,
etc. hacen que las familias sean mucho más reticentes en apoyar o promover un proceso migratorio
de las chicas. Si el proceso y el pase por la calle ya generan una estigmatización del grupo familiar, en
el caso de las chicas el consumo de drogas se ve y visualiza cómo una humillación para dicha familia.
El dolor y la confrontación que genera en la familia y en la comunidad acaba llevando en algunos
casos a un mayor uso por parte de las chicas de dicho consumo. Afrontar la migración femenina
acerca al tema de la libertad del consumo, de la sexualidad y pone a las jóvenes en una situación de
transgresión importante. El consumo de drogas por parte de las jóvenes genera insulto, pero también
genera rechazo, expulsión. Igualmente es un fenómeno que se dirige hacia las chicas, pero también
hacia jóvenes que proponen una opción de diversidad sexual o homosexualidad-lesbianismo de
forma pública.
“Igual que aquí, si alguien ve a dos marroquíes, a un chico y a una chica, fumando porros, a la chica
la van a insultar, le van a decir de todo. Van a faltarle al respeto porque si fuma porros es una chica
de la calle, si fuma tabaco, también.” (GM3-JOBCH)
Pero en todos los casos cuando se habla de las jóvenes que pasan por la calle a diferencia de los
chicos no hay una vuelta atrás. El estigma y la humillación que vive la familia lleva a una expulsión
extrema y un proceso de no regreso. También porque la calle y sus violencias lleva en muchos casos a
embarazos que transgrede las propias leyes islámicas sobre el matrimonio y los hijos dentro del
matrimonio. El rechazo familiar es extremadamente grande, y es un camino sin retorno, ya que en
muchos casos la perdida de la familia es definitiva. La emigración las deja solas y las sitúa en los
conflictos existentes en el propio proceso.
“Ellas han dejado de ser parte de la familia y ese dolor lo arrastran mucho, es muy difícil de
gestionar. A veces solo por el hecho de migrar, no hace falta que haya embarazo por medio. (SEM2-
EDUBCN)
La vulnerabilidad de las chicas en la calle hace que en muchos casos puedan abusar de ella. Su
historia se convierte en una historia de sufrimiento. Pero siempre el origen del sufrimiento y el
desplazamiento tiene que ver con el origen y con la violencia dentro del entorno familiar. Sin
embargo, salvo en ciertas situaciones no se percibe que la mujer sufra violencia ya que son las redes
colectivas de mujeres que protegen de dichas violencias. Sin embargo, consideran que no es un
fenómeno alieno o diverso a aquello que sucede en el resto del mundo. Sin embargo, muchos de los
participantes del estudio indican que los chicos reciben más violencia y las jóvenes mucho más de la
pareja, padres o familia.
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9. DE LA EMANCIPACIÓN A LA EDUCACIÓN, ¿CAMINO HACIA DÓNDE?
La educación y la formación tanto para las poblaciones infantiles como para las juveniles tienen una
enorme significatividad a nivel de la formación personal en la vida del futuro de estos. Una de las
carencias mayormente detectadas en los jóvenes y niños marroquíes que deciden migrar a Europa, es
la falta de formación, y oportunidades que han vivido en el espacio escolar marroquí. La escuela, para
muchos jóvenes, es la oportunidad de “ser alguien digno” y dejar de ser ignorante pudiendo acceder a
ese éxito personal y profesional que les dará la opción de ser ciudadanos participativos y con
oportunidades. Propuesta que en Europa a vista permite ese ascenso social, entendido entre otras
cosas como el acceso a la educación y a la salud cómo un elemento clave de los derechos de los
individuos. Por ello la “obligatoriedad social” (Tenti Fanfani, 2007) que exige la escuela, si la cruzamos
con la fragmentación social, vemos un problema que reclama una redefinición de los procesos
formativos. El ingreso e incorporación de aquellos jóvenes que debido al estigma y las oportunidades
estaban destinados a otros campos de producción y/o han sido expulsados del sistema productivo, se
encuentran con una escuela que no estaba preparada para estos fallos del sistema.
Tanto Marruecos como España está afrontando enormes problemas educativos que se ha convertido
en un tema de debate social e institucional. En el caso de Marruecos la falta de actualización de los
currículos, la inmovilidad de los métodos de enseñanza o la falta de evaluación que acaban pasando
factura. “El programa para el desarrollo de las Naciones Unidas” coloca a Marruecos en el número 126
entre 177 países en cuanto al desarrollo de las personas; la enseñanza escolar, etc. En España las
dificultades de adaptación y de crear un modelo adaptado con relación a jóvenes migrantes, pero
sobre todo en poder estructurar buenos mecanismos de inclusión y de acceso a las oportunidades.
El sistema educativo del Reino de Marruecos, se basa en los principios y valores de la fe islámica. Con
la finalidad en formar ciudadanos virtuosos, moderados, tolerantes y abiertos al conocimiento
científico, predicando valores sagrados, la fe en Alá, el amor a la patria y el compromiso con la
monarquía constitucional. Esto entra en debate con todos los acuerdos firmados a nivel internacional
y con la presión de modernización del estado marroquí. Aquello que propone la escuela está
relacionado con el deseo comunitario, institucional y de la familia, pero muchas veces la inversión en
políticas educativas o la distribución en ofrecer oportunidades equitativas está muy lejos de ser cierto.
El debate entre la identidad y el futuro se entremezclan con los discursos juveniles y la de sus
referentes adultos de “ser alguien en la vida”, y para ser alguien hay que hacer algo. Para ello la
educación juega un papel crucial y la concepción que tengan las familias y los iguales tienen un papel
fundamental: y en definitiva lo que se juega es la dignidad del trabajo, el reconocimiento como
ciudadanos y construir una familia y un futuro. Lo que se pone a debate es lograr superar las
condiciones de vida actual, evitar la precariedad laboral y afrontar las dificultades.
La educación está íntimamente ligada a la emancipación, a la inclusión y a los derechos. Sin embargo,
esta no siempre está adaptada a las necesidades de estos jóvenes y del contexto transnacional y
global del futuro y oportunidades que puedan llegar a obtener.
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La precariedad, la globalización, la búsqueda de un mercado con oportunidades acaba definiendo las
decisiones de estos jóvenes. Pero cuando sabes lo que quieres o puedas llegar a querer en la vida,
puede surgir detrás de esa decisión un gran debate entre las expectativas y los deseos que están
enormemente influenciados por el funcionamiento de los sistemas mundo y sus mecanismos de
exclusión. Mecanismos que son vistos, percibidos y vividos por los jóvenes en el momento de tomar
las decisiones. Es un debate personal y colectivo que tiene el joven con su origen y con su futuro. La
independencia económica implica la posibilidad de alcanzar un nuevo estatus, una nueva solvencia
dando continuidad o transformando sus vidas. La educación por tanto es la apuesta de preservación y
acumulación de capitales sociales y culturales (Bourdieu, 2008).
Por tanto, la falta de debate entre la lógica educativa y la productiva, ha intentado soliviantar con la
aparición del FP o con los cursos subvencionados (en el caso de España) y apoyados por la
cooperación (en el caso de marruecos) para atender a aquellos jóvenes con problemas de desempleo
y con el deseo que se tiene a partir de las entidades de apoyar hacia una equidad que permita a esos
jóvenes acceder a las oportunidades. La formación en un oficio topa con la demanda del mercado y
su temporalidad, sobre todo hacia este grupo humano que en un caso puede estar expulsado de las
oportunidades del sistema educativo (Tánger) y en el otro ser extranjero (Cataluña).
Los debates existentes en los centros de protección de menores es acompañar a esos jóvenes hacia
una emancipación exitosa, papel que con anterioridad jugaba la familia, pero teniendo como
exigencia incorporar la cobertura de sus necesidades más urgentes: formarse, conseguir papeles y
trabajo. Las trampas legislativas, en el caso del joven migrante se vuelve especialmente delicada con
relación a su situación legal, lo cual se vuelve determinante en relación a la inclusión e integración y el
acceso a los derechos más básicos. Donde las teorías del racismo cultural (Grosfoguel, 1999), donde el
joven se convierte en aquel no-ciudadano situado en la zone de non-être (Fanon, 1967) acaba
configurando la realidad.
29
10. CONCLUSIÓN
En este documento hemos pretendido acercarnos a las personas, y en concreto a los jóvenes, a ellos y
ellas, en su mayoría chicos, pero también chicas, que desde la valentía deciden cruzar el mar para
poder llegar y conquistar un nuevo mundo. Pero en ese paseo por sus vivencias y experiencias, o
mejor dicho supervivencias, descubrimos muchas situaciones de desigualdad. Todas ellas construidas
a partir de la expulsión que padecen en origen, en un momento clave de su tránsito de la infancia
hacia la vida adulta.
La historia empieza en el mismo momento en que el menor decide que para tener oportunidades de
acceder a un futuro mejor tiene que atravesar una frontera. La frontera como espacio simbólico, la
frontera como rito de paso, la frontera como lugar, donde no hay un inicio ni hay una salida. La
frontera cómo lugar o como no lugar que hay que construir, que se tiene que explicar y donde los
jóvenes tienen que abocar buena parte de sus valentías, pero también todas sus vulnerabilidades. La
frontera está llena de violencia y es al final el lugar de control, donde se construyen buena parte del
estigma y donde la deshumanización, la invisibilidad y las etiquetas toman forma.
Nuestra historia empieza en la infancia, en el barrio, en la familia, en las violencias cotidianas, dónde
detrás hay violencias estructurales. Nuestra historia empieza en la calle, en aquellas relaciones
colectivas, en los espacios donde se hace familia, imagen pública dónde el niño o joven se muestra o
muestra qué es o quiere ser. Nuestra historia es la historia de las violencias cotidianas y su
contraparte que son los derechos. Una historia que busca salidas, que encuentra estrategias y que
sobre todo reivindica derechos. La migración es una decisión individual y colectiva, que obliga a
intermediar entre mundos diferentes pero similares a la vez.
Los cambios familiares y comunitarios en origen determinan buena parte de esas decisiones, pero
también los cambios estructurales, globales y geopolíticos a nivel mundial. Preguntarnos qué se busca
y qué no, y dónde lo encontramos, se topa con todos estos cambios sistémicos que al final deja a los
jóvenes en una fragilidad y una desprotección con pocas respuestas.
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Es en este complejo mecanismo dónde vemos una triangulación en la relación familia-calle-migración,
que debate y se confronta con el papel de las instituciones y los derechos internacionales en la que
todos los actores no acaban de encontrar una respuesta a la desprotección de la infancia. La violencia
y la soledad toman protagonismo en esta historia y muchas veces se quedan sin respuesta: el dolor
por la madre, la perdida de la familia y el dolor físico con las autolesiones que se producen en la calle,
pero también el dolor y humillación que experimentan por parte de las fuerzas del orden y a veces de
sus iguales, son parte de su nueva historia.
Afrontar el racismo por parte de todos los agentes sociales se convierte en una batalla muy difícil, en
gran parte por los antecedentes históricos, por las polarizaciones actuales y por la enorme dificultad
que pueden encontrar los jóvenes de recuperar un papel social en destino, rompiendo estigmas y
rumores. Y sobre todo luchando contra esa rabia que genera la discriminación y la marginalización. Se
trata de establecer espacios de encuentro, dialogo y de construir nuevas historias y narrativas que
modifiquen la historia son y serán parte de esas experiencias. Volver a sentirse alguien, estar en
espacios de reconocimiento, se convierte en el eje prioritario de sus experiencias, romper con la
violencia de la calle y de la frontera o finalmente de la extranjería, y sobre todo también la violencia
por ser chicas, menores y migrantes. La cultura, la calle, la frontera y el racismo se han convertido en
un camino sin salida para muchos de estos jóvenes.
Desde el proyecto RASSIF queremos resignificar, valorar y dar nombre a muchos de estos jóvenes que
luchan por encontrar la dignidad y el futuro. Y sobre todo establecer esa dimensión transnacional,
organizada e interrelacionada que da sentido al origen, tránsito y destino.
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11.RECOMENDACIONES
Impulsar un modelo de mediación y participación en los barrios y en las redes sociales, para
visibilizar y empoderar a los jóvenes del contexto vecinal y mediático de cara a modificar la imagen
pública de estos.
32
12. BIBLIOGRAFÍA
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