Guía N°2 - La carta como género literario

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

Liceo Bicentenario Marta Narea Díaz.

Unidad Técnico Pedagógica


Antofagasta
Depto. De Lenguaje y Comunicación

Taller de Literatura
Guía N°2
Unidad 2: Transformemos experiencias reales Contenido(s): Textos no literarios
- Epístola
Objetivo(s): OA 6 - Producir textos y otras Indicador(es) de Evaluación:
producciones que den cuenta de sus reflexiones -Reconocen los propósitos explícitos e implícitos del
sobre sí mismos y sobre diversas temáticas del texto
mundo y del ser humano, surgidas de las -Analizan textos con el fin de identificar elementos
interpretaciones de las obras leídas, de sus característicos del género
trayectorias de lectura personales y de los
criterios de selección para estas.
Nombre Profesor: Pablo Cepeda Niño Nombre Asignatura: Taller de Literatura

Nombre Estudiante: Fecha:

Ítem I: Lee el siguiente fragmento y completa el cuadro a continuación


1
Nick:
Ya no recuerdo la última vez que alguien me escribió una carta. Probablemente fue mi padre a
mediados de los noventa, cuando yo estudiaba letras en París y el email era cosa de iniciados.
Esta mañana alguien de la editorial me ha entregado tu sobre y me llevé una grata sorpresa. No
sabía que tipos como tú recordaban lo que era tener un lápiz en la mano y menos aún pisar una
oficina de correos. Gracias por el gesto y las palabras de halago por mi último libro.
Me preguntas dónde vivo y si puedes venir a dejarme en persona tu poemario. Claro que sí. No
soy muy experta en poesía, pero leo cualquier cosa si me atrapa. Conozco tu nombre, tu obra,
pero reconozco que no te he leído. Por tu remite me di cuenta de que somos vecinos (verás mi
dirección exacta en el reverso de este sobre).
Te adelanto que vivo en una antigua comunidad a la que llaman quinta porque antes era la casa de
campo de la familia Castillo Velasco. La quinta tiene un portón negro y queda a pocos pasos de
Simón Bolívar con Vespucio, a dos cuadras del Cine Hoyts. Las casas tienen letras y dan a un
parque extenso, con cancha de baby fútbol, árboles (damascos, nogales), 30
quincho y una piscina comunitaria. Llámalo un oasis en medio del martilleo inmobiliario. Como
sabrás, tengo dos hijos. Ambos hombres. Uno morochito, el otro rubiecito. Es probable que uno de
los dos te abra la puerta cuando llegues, ya que la paso encerrada en mi escritorio del segundo
piso, a veces con los audífonos puestos.
Me dices que no tienes teléfono. ¡Sorprendente! Entonces llega cuando quieras, hay un timbre y
está para eso: para que alguien lo toque. Si por alguna razón no estoy, deja tu libro en portería o
vuelve, como quieras.
Kim
P.D. Cuéntame más de ti, ¿a qué te dedicas aparte de soñar despierto?
Liceo Bicentenario Marta Narea Díaz.
Unidad Técnico Pedagógica
Antofagasta
Depto. De Lenguaje y Comunicación
¡Que tengas un buen día!
2
Kim:
Escribirte me ronda hace poco menos de un mes. La nueva pieza de la casa de mi madre en la que
vivo tiene el baño junto al cuarto solitario donde quedan la cama, la mesa para el computador, la
tele y el mueble donde ir dejando los libros. Allí leo los tuyos religiosamente, cincuenta páginas
por noche. Luego salgo a la biblioteca y leo cincuenta páginas de Douglas Adams, un autor de
parodias de ciencia ficción. El resto del tiempo me la paso haciendo abdominales, trotando, me-
ditando, fumando y pensando en tonterías. Duermo pésimo. Por eso soy capaz de recordar lo que
acabo de soñar (anoche soñé que finalmente decidía ponerme el uniforme de poeta para un talk
show de chv conducido por Sebastián Piñera).
Pero mi vigilia ha progresado. Antes era muy aburrida; ahora, al recibir tu carta, está completa y se
me termina olvidando qué soñé. Posiblemente cuando llegue a viejo lo único que tenga sean los
libros y los sueños, como en aquel cuento que escribiste sobre tu padre.
Estoy resfriado y la mañana de ayer comencé a tomar antibióticos. Como no me está permitido
beber alcohol, anoche ingerí un montón de café. Como no pude dormir, terminé de leer tu último
libro de cuentos.
Lo más seductor de una escritora, más allá de que se trate de una mujer impresionante o una
lunita inca impresionante o una Kim impresionante, consiste en su habilidad para los cuentos. Los
cuentos, inclusive más que los poemas, transforman a los escritores en músicos. Nada nos
transporta igual de fácil y directo al formato disco, a la imaginación del videoclip, que un libro de
relatos. Y si son buenos, incluso la verdad se libera, se redime, ante el talento, ante el oficio, ante
el rock... Uno se enamora más.
Creo que el valor de la literatura y de tu libro radica en mantener en pie los mitos que valen la
pena: la inmortalidad del alma, la futilidad del odio, que todo tiempo pasado fue mejor, que hablar
es sólo hablar, que la música nos salvará la vida y que nos debemos por entero al amor de alguien.
Me preguntas por mi vida. Mi existencia se repliega y extiende sin que yo haya ganado jamás un
aproximado superior a ciento cincuenta lucas. La mayor cantidad de plata que he visto (200) fue
cuando me compraron la Wii para mi cumple hace ya varios años. Mi ex solía despedirse diciendo
«besitos», reprochando el beso/peso que gastaba yo en ella, que era bastante poco. Pero soy un
pobre-millonario, pues, como tantos otros poetas, tengo un «excelente» gusto musical, y nací en
una generación con youtube.
Crecí en La Florida, un barrio que se ha ido achicando. Antes, cuando era niño, mi padre subía el
cerro y volvía a la casa con animales. Tuve un conejo, una tortuga de tierra, una araña, una gallina,
un pato, un gato, una perra y una serpiente.
Ahora los hijos son dos, como los tuyos. Y no son humanos: Tito, el tortugo, la Yuliyi, mi perra.
¿Te han dicho que tienes naricita de delfín?
Nick
Liceo Bicentenario Marta Narea Díaz.
Unidad Técnico Pedagógica
Antofagasta
Depto. De Lenguaje y Comunicación
3
Nick:
Te mentiría si te dijera que esta carta es una respuesta a la tuya.
Te escribí antes, no mucho antes de tu visita. En esa otra carta que no alcancé a mandarte y ahora
reproduzco sólo a medias, te decía, entre otras cosas, que eres la única persona que le ha puesto
nombre a mi nariz.
¿De dónde sacaste que me parezco a un delfín? A mis cuarenta y tres años he conocido algunos
hombres creativos, pero ninguno tan detallista como tú. Mi exmarido, que es un famo so artista
muy valorado en la bolsa, nunca reparó en mi cara. De hecho, no creo que sea capaz de dibujarla.
Lo peor de verte el otro día, cuando al fin viniste a dejarme tu libro (del cual ya te hablaré con más
detalle), fue despertar al día siguiente pensando en ti. Pensaba en ti, rogando que en algún
momento el pensamiento se detuviera y ya pudiera hacer mis cosas: cocinar, leer, echarme una
siesta, ordenar los juguetes de los niños.
Los sábados mis hijos se van con su padre, y como es mi único día libre en la semana, lo concentro
en escribir. Estoy intentando darle forma a una novela autobiográfica sobre mi infancia en el exilio.
A veces dudo si seguir, primero porque la moda de las narraciones de la dictadura me tiene
hastiada, y segundo porque no sé si uno deba escribir sobre todo o, peor, sobre cualquier cosa.
Por escrito todo adquie-re una importancia que me molesta. Darle tanto brillo a la propia niñez es
traicionarla un poco. Me recuerda a esa frase de Salinger que dice: «nunca le cuentes nada a
nadie». La infancia no sólo es un tesoro que sería mejor dejar en su escondite; es quizás el único
período en nuestra vida en el cual nuestro ego está dormido. ¿Para qué despertarlo? Contra este
tipo de dilemas lucho cada sábado.
Mi plan, como te decía, era recibir tu libro, convidarte un vaso de jugo, conversar veinte minutos
en el parque y desearte una linda tarde. Las cosas salieron de otra manera. ¡Qué arrebatados
fuimos! Lo quisimos hacer todo y al mismo tiempo.
No suelo terminar en la cama con escritores jóvenes que me visitan para regalarme sus obras
maestras. Por lo general les pido que los dejen en portería. A la mayoría no los leo (no por
soberbia, sino por olvido, flojera, etcétera). Me pasa con la nueva-nueva narrativa chilena que me
aburre o me irrita. Especialmente la escrita por hombres... es tan políticamente correcta, por no
decir temerosa, asexuada, infantil. ¡Sufren por tan poco! Como si escribir consistiera en salir ileso
en lugar de meter el dedo donde más duele.
Como sea, a la mañana siguiente, al ver tu jockey en mi velador, me dije: ¿por qué tan grunge?
¿Por qué tan hombre? ¿No puede tener un jockey más neutro, más afeminado, como todos los
veinteañeros de hoy? Algo de una banda llamada Coffee Table, por ejemplo. Luego por supuesto
que me acerqué al jockey, lo olí y me lo puse. Hice aseo con él puesto, repasando algunas de
nuestras acrobacias eróticas.
Todo, incluso tu insistencia por escribir esa misma noche «La historia de mi culo» (¿algo
precipitado, no crees?), me pareció delicado y romántico.
Liceo Bicentenario Marta Narea Díaz.
Unidad Técnico Pedagógica
Antofagasta
Depto. De Lenguaje y Comunicación
Esa misma tarde me mandaste esa canción, «Crash Into Me», de un músico que no
conocía, viniste a recoger tu jockey (¿no lo habrás dejado a propósito?) y lo primero que hiciste en
cuanto te abrí la puerta fue levantarme del suelo y abrazarme.
Sólo un hombre francés (si bien recuerdo que me dijiste que el apellido de tu abuela es Mongard)
sería capaz de tal atrevimiento. Luego me dijiste que me adorabas y me pediste un café. ¿Quién
mierda hoy en día habla de amor en el umbral de una puerta y al segundo encuentro?
Tomé tu sinceridad brutal como una victoria de ese hombre desprolijo pero verdadero que estaba
esperando. Intenté resistirme, hacer un llamado a la sensatez/adultez/ lecciones de vida
aprendidas, repetirme que eras un poeta hipersensible y definitivamente intenso, pero fallé.
No sé cuánto duró ese abrazo que nos dimos, Nick.
Kim
P.D. Tus poemas son una maravilla. No puedo hilar más adjetivos que ese, por ahora.
Transcribo mi favorito, esperando poder memorizarlo pronto: No sé desde cuando/ Que cada vez
que aparece/ Un arbolito/ Un poste/ Un matorral/ Mientras camino por la calle/ Me doy cuenta/
De improviso/ Que es un alien/ O un perro/ O una madre con su niño/ Y cuando me doy cuenta/ El
alien/ El perro/ Y la madre/ Desaparecen/ Dejando un arbolito/ Un poste/ Y un matorral/ Como si
nada.

CRÍTERIO ¿Cumple o no Evidencias textuales


el requisito?
Alternancia entre la primera y
segunda persona gramatical

Expresiones de la vida personal o


intima de los personajes

División explícita del paso del tiempo


(fechas, horas, etc)

Uso de recursos literarios y retóricos


variados, como figuras literarias
(metáfora, hipérbole, comparación,
personificación, etc)

Mayor efecto de verosimilitud, ya


que
se presenta como un discurso
espontáneo, no destinado a
publicarse.

Estructura dialógica
Liceo Bicentenario Marta Narea Díaz.
Unidad Técnico Pedagógica
Antofagasta
Depto. De Lenguaje y Comunicación

También podría gustarte