Las 100 mejores canciones de Charly García

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Las 100 mejores

canciones de
Charly García
De "Inconsciente colectivo" a “Kill My
Mother”: himnos generacionales, standards
de fogón y delirios conceptuales de un
ícono del caos
 POR ROLLING STONE
Argentina
Foto: Alfredo Sanchez - Archivo

MAYO 14, 2023

Este artículo fue publicado originalmente en la edición #207


de Rolling Stone Argentina, en junio de 2015.

Para definir el ranking “Las 100 mejores canciones de Charly García”


Rolling Stone convocó un panel de expertos conformado por músicos,
productores y periodistas con un conocimiento profundo sobre la obra de
García. A cada uno se le pidió que eligiera los diez mejores temas de la
carrera del artista, desde Sui Generis hasta la actualidad. A partir de
esos resultados, sumando sus propios aportes, los editores de RS
elaboraron esta lista.
La tapa de la revista #207 de Rolling Stone Argentina, junio de 2015

1. “Inconsciente colectivo” (Yendo de la


cama al living, 1982)
Como standard de fogón y gospel de la transición democrática,
“Inconsciente colectivo” es una canción desfasada de su sonido
primordial, melodía y letra disueltos en un estado de ánimo que conjuga
el miedo y los sueños de libertad de una época. Al escuchar “Nace una
flor, todos los días sale el sol”, lo primero que resuena en la mayoría es
Mercedes Sosa, esa especie de voz en off de la conciencia musical
argentina. Pero hay que volver a la grabación original del tema, la que
cerraba el debut solista de Charly García de 1982. Tras la separación de
Serú Girán, García relanzaba su carrera convertido en una celebridad
nacional. Las expectativas eran enormes. Yendo de la cama al
living (que se publicaría en tándem con Pubis angelical, la banda de
sonido de la película de Raúl de la Torre) tenía que ser también una
reinvención. Después de grabar todas las pistas entre los estudios ION y
Panda, Charly y el técnico Amílcar Gilabert se sentaron a escuchar el
material. Había algo que no funcionaba. Y aunque no podía definir qué
era, Charly optó por descartar todo y empezar de nuevo. “Esa decisión
fue una pegada”, dice Gilabert ahora.

En comparación con su obra previa, el Charly solista ostentaba un sonido


“más racional, no tan cargado de cosas, donde los silencios funcionaban
también como notas musicales”, en palabras de Gilabert. “Inconsciente
colectivo” era un inédito de la época de Bicicleta (1980) que Serú tocó en
sus shows del Coliseo de diciembre del 81. Era una balada sobre la vida
nueva y las fuerzas oscuras, y tenía una resonancia política innegable.
Charly en otro momento genial de lo que podríamos llamar intimidad de
masas. “Encontré una forma de hacerlo que me gustó”, le dijo a Claudio
Kleiman en Expreso Imaginario, en noviembre del 82. “Tiene una cosa
eléctrica que se repite todo el tiempo, como una especie de mantra, y por
otro lado la melodía es casi folk.” El baterista Willy Iturri, ejecutor de la
base minimalista (proto trip-hop), fue el único músico que participó de la
grabación además de Charly, que se cargó el resto de los instrumentos.
“El arreglo nos costó muchas vueltas manzana alrededor de Panda”,
recuerda Iturri. “Hacíamos una toma, no nos conformaba y salíamos a
caminar para hablar de qué estaba fallando.” Si nos abstraemos del
contexto-país, de su impronta psicobolche, y penetramos en la materia
sonora de la grabación, es llamativo ver cómo esta marcha fantasmal de
pop moderno se convirtió en un himno para patios de escuela, en el tema
más versionado del catálogo de García. Algo así como el “Imagine” del
rock argentino.

2. “Viernes 3 AM” (La grasa de las


capitales, 1979)
La balada opresiva, sin estribillos ni entrelíneas, que una noche Charly
escribió en diez minutos, como Bob Dylan con “Blowin’ in the Wind”. De
hecho, la grabó mientras improvisaba melodía y letra de punta a punta en
el estudio, y el piano y una de las voces (después la dobló) de esta
iluminación a deshoras quedaron en la mezcla final. Es el espejo roto de
“No te dejes desanimar”, el tema de autoayuda de La Máquina de Hacer
Pájaros, y fue censurado por la dictadura por “incentivación al suicido”,
un incidente que quedó en el olvido pero que por entonces contribuyó
para agigantar su impacto. En “Viernes 3 AM” las cosas terminan mal:
ante la perspectiva de un fin de semana insoportable como parábola de
vacío ideológico, el protagonista acaba con su vida porque “no puede
más”. “‘Viernes 3 AM’ tiene un error”, reconoce Charly. “Dice ‘bang, bang,
bang’. Nadie puede pegarse tres tiros. Con el primero ya se mató.” En la
versión que aparece en La grasa de las capitales no participa David
Lebón, pero sí lo hace el bajo angustiado de Pedro Aznar, quien reveló
que “cada vez que la ensayábamos no podía evitar llorar”. Una confesión
que eleva todavía más a este réquiem de aires tangueros y genialidad
instantánea.
3. “Los dinosaurios” (Clics
modernos, 1983)
Joe Blaney, el productor de Clics modernos, cuenta que, mientras Charly
grababa “Los dinosaurios” en Nueva York, algunos amigos argentinos
que presenciaban la sesión se largaron a llorar a mitad del tema. El
poder de conmoción de este clásico abrazó a todo un país justo cuando
la democracia volvía a respirar, y era lógico que el cancionero argentino
se llenara de referencias a la dictadura. El aporte de García estaba a
años luz de la mayoría e impactaba por su realismo y el uso de frases
simples como “los amigos del barrio pueden desaparecer”. Sólo esa línea
bastaba para remitir y explicar un tiempo atroz. Lo más extraño, y eso
también habla muy bien de García, es el modo que ha tenido de
desligarse de los análisis que provocó la letra: “Juro que cuando la
escribí no pensé en los militares… La letra tenía más que ver con el
sentimiento de ausencia que se produce en uno cuando pierde algo,
desde un amor hasta el cepillo de dientes”, señaló el autor a Rolling
Stone. Esa declaración, incorrecta y genial, potencia el valor poético de
una canción que dejó de pertenecerle hace mucho. La intro del
sintetizador, la melodía titilante en el piano, los arreglos vocales de fondo
y la guitarra intermitente de Larry Carlton fluyen en un manifiesto elevado
sobre la verdad y la memoria.

4. “Yendo de la cama al living” (Yendo de


la cama al living, 1982)
La carrera solista de Charly García empieza con un desperezamiento,
una especie de gemido estirado sobre unas notas de bajo y una
percusión programada en una máquina de ritmos Roland TR-808.
Después, un slide show de escenas lujosas y decadentes parecen hablar
sobre alguien que puede tener todo menos amor. Era 1982, Serú Girán
se estaba separando y a Charly le había llegado el momento de ser
solista mientras Argentina estaba en guerra con Gran Bretaña por las
Islas Malvinas. Su debut en solitario se editó en agosto de 1982 y “Yendo
de la cama al living” era su primer tema y el que le daba título al disco. El
ritmo constante y aletargado del track destilaba el clima de asfixia y
paranoia que se había vivido en Buenos Aires, pero tenía un origen
doméstico. Charly había encontrado a su hijo Migue escuchando una y
otra vez el comienzo de una canción de Serú Girán. Cuando cambiaba el
ritmo, la rebobinaba y volvía a escuchar esa parte. “Me acerqué a
preguntarle si la parte que venía no le gustaba, y me dijo que para él los
temas tenían que tener sólo una parte”, contó Charly. “Gracias a él
entendí que muchas veces la música se complica demasiado, como si no
se pudiera, digamos, gozar… Entonces hice Yendo de la cama al living, y
eso le gustó.”

5. “Canción para mi muerte” (Vida, 1972)


Charly García compuso “Canción para mi muerte” durante su fugaz paso
por la conscripción, donde insultó a un teniente, mintió diciendo que tenía
un soplo en el corazón para zafar y terminó en un hospital militar
escribiendo la canción. “Me sentía muy mal por unas anfetas que me
había tomado. La cabeza me daba vueltas, pensaba que era mi fin”,
contó años después. “En diez minutos, mientras todo el hospital estaba
durmiendo, compuse el primer éxito de Sui Generis.”

“Canción para mi muerte” se convirtió en el primer hit masivo del rock


nacional desde “La balsa”, y su temática, ligada a los conflictos y sueños
de la adolescencia, atraería por primera vez a un público más joven. Pero
el single con “Canción” (y “Amigo vuelve a casa pronto” en el lado B)
como adelanto del debut de Sui, Vida, significó –además del arribo de un
nuevo grupo y un compositor fundamental del incipiente movimiento de
rock argentino–, la aparición de un sonido folk-rock acústico con pocos
precedentes.En la grabación, producida por Billy Bond, participó, entre
otros, el guitarrista Claudio Gabis. “A mí me dio la oportunidad de tocar
en un estilo de folk-rock que no había utilizado hasta ese momento”, dice
Gabis ahora. “Aún hoy, cuando la escucho me emociono.”
6. “Desarma y sangra” (Bicicleta, 1980)
“Qué canción tan bella, dios mio”, dice Mercedes Sosa en un video,
conmovida, después de grabar “Desarma y sangra” para el
disco Cantora. Fito Páez, que la grabó en su disco Moda y pueblo, la
definió como “una de las más hermosas de la música argentina de todos
los tiempos”. Charly la compuso en parte cuando tenía 12 años y,
aunque el primer vinilo de los Beatles editado en Argentina ya lo había
transformado para siempre, esos acordes de piano estaban influidos por
su formación clásica. En 1980, cuando Serú Girán iba a grabar Bicicleta,
su tercer disco, Charly escuchó a Tayda, el hijo de David Lebón,
cantando “Blanca Navidad”, un villancico infantil que le recordó aquel
viejo tema. Esa misma noche se sentó al piano y lo terminó. La letra
combina imágenes bellas y punzantes: “Tu tiempo es un vidrio/Tu amor
un faquir, mi cuerpo una aguja/Tu mente un tapiz”. “La música es clásica,
pero no la hice para demostrar nada, aunque es cierto que la toco para
demostrar que puedo tocar así”, contó Charly. “Cuando hice la letra me
acuerdo que pensé en lo del faquir y en algo alegórico… Pensé en
alguien víctima de la Inquisición y en ese clima de sanguijuelas y tortura.
¡Hasta pensé en Houdini escapando y mirando alrededor!”

7. “Nos siguen pegando abajo (pecado


mortal)” (Clics modernos, 1983)
Unos meses después de su debut solista con Pubis angelical / Yendo de
la cama al living y un show multitudinario en el estadio de Ferro, García
viajó a Nueva York en busca de nuevos sonidos. Por esos días, la vuelta
de la democracia estaba cerca y él pensaba que tenía que devolverle al
rock la cuota de esparcimiento que alguna vez había tenido. Alquiló un
loft, compró instrumentos y máquinas de ritmos, y comenzó a escribir la
letra y las líneas instrumentales de “Pecado mortal” (ése era el nombre
original que no sería aceptado en los registros de Sadaic). Para la
grabación en los míticos Electric Lady Studios, de Jimi Hendrix, contrató
al productor que venía de grabar con The Clash, Joe Blaney. “Grabamos
‘Nos siguen pegando abajo’, y se armó”, escribió García en RS 107. El
tema que abre Clics modernos encendió la llama del pop electrónico y
enfrentó al rock nacional con el futuro: nunca antes se había usado una
batería electrónica Roland TR-808 en la música argentina. Pedro Aznar,
que estaba en NY tocando con Pat Metheny, grabó coros y un bajo
maravilloso. La frase de guitarra, a cargo de Larry Carlton, alcanza un
grado de efectividad emocional altísimo.

8. “Eiti-leda” (Serú Girán, 1978)


Hay algo urgente en “Eiti-leda” y su vocación sinfónica, que invoca las
necesidades tempranas de Charly en el contexto político de los años 70.
La libertad, el sexo, las sustancias prohibidas, la música como agente de
cambio. Es el “A Day in the Life” de Serú Girán, en el que García es John
y Paul en la misma canción, pidiendo todo eso que quiere, germinando
belleza donde florecía paranoia. En un principio se llamó “Nena”, y puede
escucharse en Adiós Sui Generis 3, de 1975. Tres años después abrió el
debut de Serú, pero encontró su mejor forma en No llores por mí,
Argentina, el disco en vivo de 1982, energizada por el sonido de la
época, Steely Dan y la brillantina de All That Jazz. Fue escrita para Nito,
y pese a la incomodidad de Charly para cantarla, sobrevivió con
variaciones mínimas, como si nunca se hubiera animado a reescribirla
por temor a alterar su equilibrio molecular. “Este tema lo hice a los 17
años, con una melodía más o menos. La letra es mala”, dijo en el Colón
dos años atrás, antes de emprender su última versión conocida. El final
(“el invierno fue malo y creo que olvidé mi sombra en un subterráneo”)
apunta al corazón y da en el blanco, aunque Charly no piense lo mismo.

9. “Promesas sobre el bidet” (Piano


Bar, 1984)
En 1999 en el Estadio Obras, antes de la sección instrumental de
“Promesas sobre el bidet”, un Charly García con la cara plateada
exclamaba: “¡Qué temazo!” En pleno brote Say No More, el artista volvía
a maravillarse espontáneamente ante una de las composiciones más
bellas y en apariencia simples de su repertorio, una balada llena de aire
(esa suspensión del tiempo previa al estribillo) grabada quince años
antes, en la época de su relación con la brasileña Zoca. Charly parece
sentir una debilidad por este hit del disco Piano Bar, de 1984. En “Los 20
mandamientos” que apuntó en 2007 para el diario Página/12, un breve
catálogo de conceptos y ocurrencias sobre el arte de escribir y componer
canciones, le dedica el punto 10, y es el único pasaje del texto en el que
menciona una composición propia: “Para hacer un tema como ‘Promesas
sobre el bidet’ hace falta una brasilera divina y un bidet. Y son cosas que
no están al alcance de todos”. En el registro en video de las sesiones
de Piano Bar, un disco grabado en directo en los estudios ION (y luego
mezclado en Electric Lady, en Nueva York), se puede ver cómo Charly
llega al final del tema repitiendo a los gritos el “de acuerdo” de la letra
hasta casi terminar llorando.

10. “Rezo por vos” (Parte de la


religión, 1987)
A mediados de la decada del 80, la sociedad creativa entre Charly García
y Luis Alberto Spinetta no sólo venía a derrumbar una supuesta
dicotomía dentro del rock argentino, sino también a contrarrestar un
lapso de oscuridad en la vida de Charly. Aquel acercamiento, que
inicialmente pretendía ser de compañía y contención, decantó en la idea
de un disco conjunto que incluyó 30 horas de grabación en los estudios
Moebio, pero que jamás llegó a concretarse. “Rezo por vos”, una de las
canciones que sobrevivieron al proyecto –con el clásico arpegio de
guitarra en Re y un estribillo agudo cargado de épica–, inmortaliza el
clima tempestuoso del universo privado de Charly con tono religioso.
Además arrastra un extraño antecedente: durante su presentación en
vivo en el programa Cable a tierra, conducido por Pepe Eliaschev, se
incendió el departamento de Charly –asustando al mismo Spinetta por la
coincidencia con la línea “…y quemé las cortinas y me encendí de
amor…”–, cargando la canción con una mística espesa que se reprodujo
durante su regrabación, en Panda para Parte de la religión. “Cuando nos
poníamos a hacer ese tema se bajaban las luces del estudio”, recuerda
el ingeniero Mario Breuer. “Lo rodeaba una fuertísima intensidad.”

11. “Confesiones de invierno”


(Confesiones de invierno, 1973)
El tema que da título al segundo LP de Sui Generis es interpretado sólo
por Charly García. “Era algo que viví entre ‘Canción para mi muerte’ y el
segundo LP”, contó. “Antes nunca había caído preso, recién en esa
época me empiezan a llevar.” Edificada en torno a un Re Mayor
arpegiado, “Confesiones” es un folk semiautobiográfico de cinco estrofas
que se despliegan como capítulos de una novela: un joven protagonista
que, naufragando a la deriva, va preso y termina en el manicomio. La
canción rápidamente adquirió un carácter emblemático contra la
represión policial: en Adiós Sui Generis el público estalla en un aplauso
cuando Charly canta aquello de “la fianza la pagó un amigo, las heridas
son del oficial”

12. “Cuando ya me empiece a quedar solo”


(Confesiones de invierno, 1973)
Confesiones de invierno, el segundo disco de Sui Generis, da inicio a una
etapa más compleja y ornamentada para el dúo devenido en cuarteto.
“Cuando ya me empiece a quedar solo”, el primer track, fue compuesta
por Charly sin ningún instrumento a mano, mientras vivía en una pensión
con María Rosa Yorio. El bandoneón de Rodolfo Mederos y la voz
aflautada de Nito Mestre musicalizan la historia de un hombre caído en
desgracia. En un gesto progresivo, la canción se exalta con una estrofa
veloz y la voz rasposa de Charly, para volver luego a sumergirse en una
melancolía flotante y arrabalera.

13. “Canción de Alicia en el país” (Bicicleta, 1980)


La influencia de Lewis Carroll en la cultura rock se remonta a la
psicodelia, pero nadie había utilizado de un modo tan político el
imaginario de Alicia en el país de las maravillas como lo hizo García en
este clásico de Serú Girán, una de las alegorías más contundentes sobre
la dictadura argentina. Compuesta para una obra de teatro, “Canción de
Alicia en el país” es una suite dramática donde el autor apenas disimula
que su verdadera intención es hablar de la censura y el terrorismo de
Estado. Hay algo operístico en el diseño de la pieza, y los cambios de
tono en la voz de Charly (del suave falsete inicial al rugido de imágenes
oscuras) puntúan un relato que se deforma al calor de la violencia que
late detrás del espejo.

14. “No llores por mí, Argentina” (No llores por mí


Argentina, 1982)
Aunque luego fue notablemente retocado en estudio, No llores por mí,
Argentina es el álbum que condensa el sonido en vivo de Serú. Es el
adiós en público del grupo, que a la vez despide una manera de hacer
las cosas: Pedro Aznar lo grabó con el pasaporte en la mano, a punto de
viajar para sumarse al Pat Metheny Group, y no es casual que empiece
con esta canción que funciona como evidente adelanto del Charly que se
vendría. Más directo, más provocador, más real. Menos excesivo. Una
ironía rockera contra la dictadura en clave New Wave a la que apenas le
hizo falta esta versión en vivo para pasar a la historia como la
instantánea de un momento de quiebre.

15. “El fantasma de Canterville”


(Porsuigieco, 1976)
Charly Garcia toma de Oscar Wilde el título de uno de sus temas más
contestatarios y censurados, que León Gieco haría popular. Folk rock de
resonancia dylaniana, fue grabado en el álbum Porsuigieco, colaboración
entre García, León y Raúl Porchetto. Pero, a último momento, en el
contexto represivo del 76, “El fantasma…” fue reemplazado por “Antes de
gira”. Sin embargo, hubo una tirada inicial de vinilos que incluía el tema,
sin consignarlo en la tapa ni en el sobre interno. Gieco en 1976, con la
letra suavizada, para su álbum El fantasma de Canterville. También hay
una temprana versión en vivo de Adiós Sui Generis (1975), pero editada
muchos años más tarde.
16. “Demoliendo hoteles” (Piano Bar, 1984)
El inicio del período salvaje, con un canto de guerra que describe de
dónde venimos, subraya algunos traumas y deja un interrogante ante el
voluntarismo desmedido de la primavera democrática. La apertura
de Piano Bar es la síntesis más acabada del concepto de reacción,
después del clic moderno nada podía ser igual y el gesto crudo de la
canción es el modo de contradecir a todos. El disco está grabado
íntegramente en vivo, no hay segundas tomas y todo suena urgente y
despojado. “Demoliendo hoteles” funcionó como el campo de prueba
para confirmar el aguante de la banda integrada por los GIT, Fito Páez y
Daniel Melingo. También incluye la frase generacional del disco, la
irrefutable “yo que nací con Videla”.

17. “Rasguña las piedras” (Confesiones de


invierno 1973)
En 1973, Charly Garcia vivia con Maria Rosa Yorio en una pensión que
quedaba en Aráoz y Soler, en Palermo, donde lo único que la pareja
tenía era una guitarra, un colchón de dos plazas y un equipo de música
en el que escuchaban Artaud de Spinetta y The Dark Side of the
Moon de Pink Floyd. Una tarde, María Rosa salió a comprar algo al
almacén y cuando volvió, Charly ya tenía listo el gran himno de fogón del
rock argentino. En la grabación del tema, producido por Billy Bond, le
sumaron una respiración asfixiada al comienzo. “La idea del tema era
expresar las ganas que uno tiene de sacarse de encima las lacras de la
sociedad”, le dijo Charly a RS. “Y también las propias debilidades, los
empecinamientos o los clichés negativos que cada uno lleva adentro.”

18. “Cerca de la revolución” (Piano Bar, 1984)


Otro de los puntos altos de un álbum casi perfecto, “Cerca de la
revolución” fue de los primeros temas compuestos para Piano Bar, a
partir de una secuencia de acordes inspirada por el hit “Venus”, de
Shocking Blue. Un García idealista pero desencantado ve el horizonte
siempre lejano de la revolución, y palpa los límites de la democracia: “Y
si mañana es como ayer otra vez, lo que fue hermoso será horrible
después, no es sólo una cuestión de elecciones…”. Se enfrenta a una
realidad que lo supera (como el protagonista de “Street Fighting Man”),
pero redobla la apuesta con un llamado a la acción que se volvería parte
de la marca García: “Pero si insisto, yo sé muy bien te conseguiré”.
Guyot sorprende con un solo de guitarra improvisado.

19. “Yo no quiero volverme tan loco” (Yendo de la


cama al living, 1982)
Este tema, al igual que “Inconsciente colectivo”, iba a formar parte del
quinto álbum de Serú Girán, que no llegó a grabarse por la partida de
Aznar y la separación del grupo. Nació como un adrenalínico rock New
Wave bajo el título “Pena en mi corazón”, y fue interpretado por Serú en
sus recitales en el Coliseo del 81, con García en la viola eléctrica.
Reaparece en Yendo… como un rock midtempo en la línea Petty-
Springsteen, y tal vez de ahí la elección de León Gieco como cantante
invitado. Grito de rebeldía juvenil de Charly ante una sociedad pacata y
reprimida (“No me importa si soy un bandido/Voy pateando basura en el
callejón”), contiene una frase genial que se volvió eslogan popular: “La
alegría no es sólo brasilera”.

20. “Pasajera en trance” (Tango, 1986)


Alojados en alguna parte del Gramercy Park de Nueva York, Charly y
Pedro Aznar (que venía de terminar su aventura con el Pat Metheny
Group) se encerraron a grabar con instrumentos y una portaestudio (el
grabador de casete que revolucionó la forma de componer en los 80). De
aquellas vacaciones en cautiverio nació esta notable canción narcótica:
un fresco digital, cadencioso y maquinal a la vez, que describe un estado
psiquiátrico que está en trance permanente, donde la noción de lo real
parece perdida hasta nuevo aviso. En los años 90, García la rescató para
su mítico MTV Unplugged, y en los últimos tiempos solía tocarla en vivo
junto a Gustavo Cerati, fan confeso de una de las melodías más
misteriosas e inspiradas de Charly.

21. “No soy un extraño” (Clics modernos, 1983)


“No soy un extraño” sintetiza de un modo magistral esa sensación de
cambio que atravesaba Charly García en la época de Clics modernos: la
necesidad de sentirse otro sin importarle lo que se esperaba de él tras
haber sido gigante con Serú Girán. Canta como susurrando entre
máquinas de ritmos, mientras la guitarra de Larry Carlton enhebra la
melodía y se acerca el momento en el que en su confesión levanta el
tono: “Desprejuiciados son los que vendrán, y los que están ya no me
importan más”, cantaba un Charly que buscaba escapar a esos
“carceleros de la humanidad” que exigían que se mantuviera dentro de
su molde musical. Su cabeza estaba llena de nuevas ideas, de ganas de
experimentar, y fueron muchos los que condenaron esta convicción de
seguir siendo vanguardia.

22. “Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris”


(Vida, 1972)
“Charly me mostraba alguna linea melódica o yo le contaba alguna idea,
y así comenzaba el juego”, dice Carlos Piegari, miembro original de Sui
Generis y autor de la letra de esta canción, la fábula triste de un hombre
apegado a la moral represiva del viejo mundo. Nito Mestre y García
llenan el estribillo de crispación cuando cantan: “¿De qué sirvió cuidarte
tanto de la tos?/No tomar más de lo que el médico indicó/Cuidar la forma
por el qué dirán”. “El tema representa el típico destilado adolescente
donde la muerte y la melancolía mórbida nos fascinan”, explica Piegari.
“Además recién me había mudado al barrio de Recoleta y me
obsesionaba el cementerio”.

23. “No bombardeen Buenos Aires” (Yendo de la


cama al living, 1982)
Motivada por Malvinas, es una de las letras esenciales del García de los
80. El sinsentido de la guerra queda expuesto en versos como “los jefes
de los chicos toman whisky con los ricos/mientras los obreros hacen
masa en la plaza”, en alusión a Leopoldo Galtieri. La filosa ironía de
Charly muestra también el miedo de la clase media porteña (de él
mismo) a que la guerra llegara a la ciudad (“¡No bombardeen Barrio
Norte!”). “El tema habla del terror y de cuando sentís que se viene una
mano re negra y aparentemente está todo bien”, explicó. El montaje es
casi teatral, con cameos de personajes, voces en off y coros que
refuerzan o contestan a la voz principal.

24. “Buscando un símbolo de paz” (Parte de la


religión, 1987)
Con la idea de superar un año de oscuridad, Charly quiso darle a Parte
de la religión un impacto instantáneo (“Es un disco post-depresión,
renacentista”, dijo), tanto en el beat sostenido de las baterías como en la
potencia de la voz, que se proyecta con autoridad sobre los instrumentos.
“Buscando un símbolo de paz”, un funk con samplers y percusiones
grabadas por Don Chacal en Río de Janeiro, cristaliza la búsqueda de un
confort espiritual imposible. La canción termina de definirse en el puente
con la voz de Paula Toller (de Kid Abelha, una de las bandas más
vendedoras en la historia de Brasil) y en el solo de guitarra final de David
Lebón como único rastro de su paso por las sesiones en Panda.

25. “No me verás en el subte” (Cómo conseguir


chicas, 1989)
Invitado por Charly García y el productor Joe Blaney, un día después de
la primera edición del festival Amnesty Internacional, realizada en River
en 1988, el violinista de Peter Gabriel, Shankar, grabó un set de cuerdas
en los estudios ION. Durante esa misma sesión, García compuso en un
piano la música de “No me verás en el subte”. “Grabamos los dos solos,
el domingo, contra reloj porque él tenía que irse a las nueve de la noche”,
dijo García en una entrevista. “Vino con su doble violín, tomó unos tecitos
y salió una cosa alucinante.” La letra final, escrita desde la mirada de una
adolescente que sufre por un affaire amoroso subterráneo, surge de una
historia que le venía dando vueltas en la cabeza desde hacía tiempo.

26. “Hablando a tu corazón” (Tango, 1986)


Como “Rezo por vos”, “Hablando a tu corazón” es el fruto maduro de un
árbol que Charly García y Luis Alberto Spinetta plantaron juntos, pero
que luego cada uno custodió por separado. Contó García: “Con Luis
componíamos juntos, la gente nos veía en la calle comprando masitas y
nos hacía sentir mucho poder. Nos asustamos y por eso no hicimos un
disco juntos, porque se incendió el departamento”. (Mientras presentaban
el proyecto en televisión, la casa de García se prendió fuego.) Fue,
originalmente, una canción en inglés influida por el sonido de la época,
como un juego de aproximación tecno-pop a las grandes ligas
internacionales. Se volvió hit cuando García la revivió con Aznar en
Nueva York, para eternizar su visión de la neurosis de los 80.

27. “Bancate ese defecto” (Clics modernos, 1983)


“Un mensaje hecho durante la Argentina militar pero que se puede
adecuar a esta Argentina”, dijo García en el Luna Park del 83, antes de
tocar este tema que cerraba el lado A de Clics. “El mensaje es: si tenés
la nariz grande, hacé algo con ella y no te encojas.” La leyenda del origen
de esta composición, entonces, tiene la impronta de la autoayuda: la
epifanía adolescente del artista al descubrir que podía usar a favor la
extraña pigmentación de su bigote. Maestro en el arte de mezclar lo
público y lo privado en épocas de represión, Charly reivindica aquí la
imperfección y fustiga la moda creciente de la cirugía estética, sobre una
base que podría ser un puente entre los años progresivos y la New
Wave. El final es casi ambient, con García exhalando la palabra “rara”
como un hechicero freak.

28. “Cómo mata el viento norte” (La Máquina de


Hacer Pájaros, 1976)
Luego de la última función del Adios Sui Generis, Charly regresó a su
casa caminando: “Esa noche terminé solo en mi departamento. Cuando
se hicieron las 8 de la mañana bajé y me compré dos grabadores
National. Jugando, haciendo grabaciones de un grabador sobre otro,
compuse ‘Cómo mata el viento norte’”, reveló. El tema más folk del debut
de La Máquina de Hacer Pájaros es una referencia al pasado y también
el comienzo de una nueva etapa: el sintetizador espacial en la intro
plantea una conexión cósmica; en la letra se respira esperanza mientras
viejos aliados (Nito Mestre y María Rosa Yorio) adornan los coros y
Charly los despide con la frase “mi pequeña almita baila de alegría…”.

29. “Cinema verité” (Peperina, 1981)


Charly versus Charly en una de las páginas más metafísicas de la
discografía de Serú Girán. Una melodía monumental como hoja de ruta,
la introspección como ambientación natural. “Cinema verité” es Charly
García en su papel de observador lúcido del mundo sentado al piano, “la
máquina de mirar” (una frase que es un guiño al eslogan de un programa
de televisión de la época llamado Videoshow), como el voyeur que relata
el encuentro entre un ricachón y su cortesana en la playa, mientras
reflexiona a media voz. “Yo nací para mirar lo que pocos pueden ver”,
advierte Charly en un pasaje de la letra (una de sus frases más
simbólicas), embistiendo suavemente contra la superficialidad del mundo
cuando todos parecen ocupados en sus cosas.

30. “Hipercandombe” (Películas, 1977)


Los ritmos que utilizaba La Máquina de Hacer Pájaros están basados en
las letras, modus operandi que intentaba romper con la estructura
monolítica del rock 4×4. “Hipercandombe” se inscribe en esa lógica:
velocidad máxima, encastre perfecto y una mezcla de tango-candombe-
rock que no tiene antecedentes. La banda parece hamacarse dentro de
esa licuadora de métricas y arreglos musicales, una exhibición de
cualidades que se perfecciona mientras el relato escalofriante de García
va ganando terreno. La letra habla de la paranoia urbana en tiempos de
dictadura (“No hay esperanza en la ciudad”), un exilio interno (“Cubrís tu
cara y tu pelo también”) y la certeza del espanto (“Y si te asusta este
canto final”).

31. “La grasa de las capitales” (La grasa de las


capitales, 1979)
Mucho antes de los programas que analizan “el rol de los medios”, Charly
García hizo una radiografía exacta de la frivolización de la prensa.
“Estaba podrido de todas esas revistas tipo Gente, que eran tan caretas,
y pensamos esa tapa”, afirmaba Charly sobre esa portada conceptual de
Serú. En 1979, en plena dictadura, el disco abre con un coro –con aires
de Queen– que pregunta “¿Qué importan ya tus ideales?”, y da lugar a
una bajada de línea sin precedentes en el rock local sobre la fama, la
transa, la gente careta y todo eso que ya “no se banca más”. Entre
guiños a Chick Corea y a Weather Report, la producción incluye un
efecto de fritura grabado en la cocina de su casa por el ingeniero Amílcar
Gilabert.

32. “Tu vicio” (Influencia, 2002)


Un pop/rock satírico marca el pulso de García en modo autorreferencial
(“¿Por qué no me dejás, si es que soy tan sólo un vicio?”). Como un
músico que se transforma en un hábito insalubre para sus fans y
sobrevive a la etapa 3×1 de Say No More (grababa tres días y dormía
uno), García necesitaba un hit que, después de varias temporadas de
sequía, volviera a llevarlo a las radios. Las voces de García, que grabó
casi todo lo que se escucha (piano acústico, Wurlitzer, guitarras, bajos,
sintes, baterías y vocoder), se doblan y desdoblan entre sonidos lo-fi y hi-
fi, lo que le da a la canción un carácter enfermizo. El proceso de
grabación, denominado por él como “maravillización”, incluyó también
una versión gospel de un minuto.
33. “Tango en segunda” (Pequeñas anécdotas
sobre las instituciones, 1974)
“Escribi ‘Tango en segunda’ contra [el productor] Jorge Álvarez, esa parte
que dice: ‘A mí no me gusta tu cara…’. El tenía algunos pecadillos, como
su very special forma de entender la distribución del dinero, y en ese
momento asumió el papel de censor”, señaló Charly García a ROLLING
STONE, en alusión a modificaciones que sufrieron algunas letras y a la
decisión de Jorge Alvarez de no incluir “Botas locas” y “Juan Represión”.
Para llenar esos huecos, García compuso nuevos temas en donde toda
su inquina tenía un solo destinatario. La letra es densa y acompaña
perfectamente la atmósfera espectral que crean los sintetizadores. Es el
primer acercamiento de Charly al tango y también un guiño a Astor
Piazzolla.

34. “No te dejes desanimar” (Películas, 1977)


A casi 40 años de su edición, la letra de “No te dejes desanimar” puede
parecer una canción de autoayuda, pero para los que la escucharon en
tiempo real significó un manual de supervivencia urbana. Con un fondo
musical victoriano que pinta el paisaje de la canción, los arreglos de
cuerda pertenecen a Carlos Cutaia y también buena parte de la
composición. El tema es una especie de “Eleanor Rigby” ciudadano y
absolutamente arriesgado en la complejidad de sus cambios de ritmo:
“Siempre me pareció muy loca, porque va de lo barroco a lo
contemporáneo”, define Cutaia ahora. “Todo era un bajón, lo único que
queríamos era tirarle buena onda a la gente. Pero tampoco íbamos a
hacer cualquier cosa. Había un deleite musical en La Máquina.”

35. “Filosofía barata y zapatos de goma” (Filosofía


barata y zapatos de goma, 1990)
Con el corazón en la mano. la canción que titula al disco en el que Charly
se mira a sí mismo más y mejor, es una carta abierta a Marisa Zoca
Pederneiras, su mujer durante más de quince años, que un buen día
juntó sus cosas y partió. Se conocieron a fines de los años 70 en Brasil,
cuando García se había instalado en Buzios con Serú Girán y Zoca
trabajaba como camarera en un bar, y estaban juntos desde entonces.
“En este torbellino donde nada importa, me sentí aliado y te perdí”, se
confiesa García, que también pide perdón retroactivo, sin esperar
respuesta: “No vi tu alma y quería tus venas”. Sobre el final, las voces
superpuestas de Lolita Torres son señales fantasmales de un adiós
definitivo.

36. “No me dejan salir” (Clics modernos, 1983)


Este himno del destape democratico se monta sobre un beat de
discoteca y el sampleo del grito característico de James Brown. La
estructura de la canción es peculiar. Por un lado, parece un encastre de
estribillos diversos, incluyendo el “estoy verde, no me dejan salir” que
funciona como primer verso y leitmotiv; contiene uno de los riffs más
reconocibles de la obra de García, pero también una secuencia de
arpegios complejísima. Charly canta sobre la claustrofobia en un estado
de celebración confusa. El videoclip es una síntesis del imaginario
contracultural post-dictadura: un Charly estilo Duque Blanco se planta
delante de una troupe de transformistas y músicos de su banda, entre los
que se destaca un joven Fito Páez recién llegado de Rosario.

37. “Ojos de videotape” (Clics modernos, 1983)


“Este es el único tema lento de Clics modernos y trata sobre alguien que
está haciendo una valija mientras otro está mirando todo el día un
televisor.” Así presentaba Charly “Ojos de videotape” en diciembre de
1983 en el Luna Park. Como el cierre de La grasa de las capitales con
“Canción de Hollywood”, García resuelve la despedida con una melodía
cinematográfica y el efecto gradual que anticipa las últimas escenas
protegido por una frase definitiva: “El mundo gira al revés mientras miras
esos ojos de videotape”. La Roland TR-808 marca el pulso por donde el
piano y la guitarra parecen disolverse. Los discos se escuchan
completos, y tratándose de García, ese viejo axioma adquiere un
carácter obligatorio.

38. “No voy en tren” (Parte de la religión, 1987)


Construido sobre un golpe de redoblante sumergido en un efecto reverb
y disparado con una máquina de ritmos SP12 por el baterista Fernando
Samalea, “No voy en tren” es un tema de pop corrosivo y tensamente
bailable cargado con un severo sentido autobiográfico. Entre una gama
de teclados brillosos que chillan como cornetas y riffs de guitarras que
son los cimientos de su estructura, la canción (que resultó uno de los
cortes de mayor rotación del disco Parte de la religión) destila la clásica
arrogancia de García, como si a través de un par de líneas –”Porque no
hay nadie que mi piel resista”, “No necesito a nadie alrededor”– estuviera
intentando trazar un abismo con el resto de la humanidad.

39. “Fanky” (Cómo conseguir chicas, 1989)


Los primeros cinco segundos del riff adictivo –a cargo del Negro García
López– con el que arranca el tema remiten a El Mundo de Antonio
Gasalla. En 1989, García le cedió la canción a su amigo Gasalla para
que la usara en la cortina del programa que estaba por comenzar.
Después de “No toquen”, “Fanky” fue elegido como el segundo single de
Cómo conseguir chicas. Ese mismo año, cuando Charly la tocó en la
presentación del disco en el Gran Rex, el actor devolvió gentilezas y
subió al escenario caracterizado como uno de los personajes del ciclo.
Es uno de los tantos temas que demeó en inglés (“I can’t get your love,
show me how to do it”) y, por pedido del productor Joe Blaney, reescribió
la letra en el estudio.

40. “Para quién canto yo entonces” (Pequeñas


anécdotas sobre las instituciones, 1974)
La idea de Charly era incluir una versión musicalizada de El Manifiesto
Comunista en Instituciones. Por sugerencia de la producción desechó la
idea y, en cambio, se permitió dosis de incorrección popular (“Para quién
canto yo entonces si los humildes nunca me entienden”). El tema que
cierra el disco es lo más cercano al Sui Generis de Vida y Confesiones:
sin sintetizadores y con la armónica de Gieco abriendo el campo folk. La
letra original que por suerte no llegó al disco se permitía sus berrinches
adolescentes: “Y yo canto para usted, señor del reloj del oro. Sé que a
usted nada lo hará cambiar pero quiero que se entere que su hijo no lo
quiere”.

41. “Raros peinados nuevos” (Piano Bar, 1984)


Luego de asistir a un show en el CBGB y sentirse un poco ridiculo,
Charly decidió cortarse el pelo y afrontar la grabación de Clics modernos
más a tono con la moda. “El pelo era lo más importante en Nueva York”,
confesó luego y ahí empezó a tomar forma uno de los temas clave de
Piano Bar: el título de la canción se convirtió en un rótulo para definir una
década y la imagen del enfermero García invirtió la carga del especialista
(aviador) por la del ayudante leal. Un poquito de amor, algo de razón y el
estímulo del silencio sugiere la letra, casi un manual para mejorar el
humor. Por debajo, una melodía circular que el tiempo transformó en un
llamado a la acción.

42. “Ah, te vi entre las luces” (La Máquina de Hacer


Pájaros, 1976)
La irrupción definitiva de Charly García en el rock progresivo encuentra
en el disco debut de La Máquina su lapso más puro y espeso. “Ah, te vi
entre las luces”, el fascinante epílogo de once minutos que cierra aquel
trabajo, demuestra a qué se refería el compositor con eso de ser “los Yes
del subdesarrollo”: este melodrama que se anuncia con la voz de García
camuflada entre sintetizadores, órganos y un melotrón es también una
metamorfosis imparable y tempestuosa, llevada por una línea de bajo
maestra y las guitarras soberbias de Gustavo Bazterrica. Editada en
1976, previo al éxodo brasileño de Charly, parece ser la narración trágica
de un país que se sumerge en su etapa más oscura.

43. “San Francisco y el lobo” (La grasa de las


capitales, 1979)
Esta es una de las mejores muestras del trabajo colaborativo entre
Charly y David Lebón, que proporcionó algunos de los mejores
momentos de Serú Girán. La música es de Lebón, una balada folk con
reminiscencias clásicas, y la letra, abierta a múltiples interpretaciones, es
de García. Está probablemente inspirada en un poema de Rubén Darío,
quien a su vez imaginó una segunda parte para la famosa leyenda de
San Francisco de Asís y el lobo de Gubbio. La continuación (tanto de
Darío como de García) incluye a un lobo que vuelve a la selva, herido por
la maldad humana. La canción está interpretada por David en acústica y
voz, a la manera de McCartney en “Blackbird” (el tema que inspiró la
música de Lebón para esta canción).

44. “Quizás, porque” (Vida, 1972)


“Yo hacía canciones a los 17 años y hablaba de cosas que no sabía”,
contó Charly García en una entrevista en 2013. “No había estado nunca
con una mujer, por ejemplo, e hice ‘Quizás, porqué’.” Grabado en 1972
en el primer disco de Sui Generis, Vida, el tema es uno de los
inolvidables clásicos de fogón registrados por el dúo. Sobre los arpegios
de una guitarra acústica y el contrapunto de la guitarra eléctrica de
Claudio Gabis (entonces parte de La Pesada del Rock & Roll), Charly
compone una canción de amor imaginaria, con una letra inocente,
conmovedora y casi murmurada, mientras de fondo las notas bluseras de
la guitarra de Gabis resquebrajan sutilmente la puesta en escena de esa
fantasía adolescente.

45. “Perro andaluz” (La grasa de las capitales,


1979)
Más allá de la ironía filosa que caracteriza La grasa de las capitales, el
segundo álbum de Serú también está atravesado por la paranoia, la
soledad y el desengaño. “Perro andaluz” es la historia de un amor que
está por acabarse, contada por un García iluminado que juega con la
simbología del perro faldero y cita al visionario Luis Buñuel. En la
simpleza musical del arranque de la canción y en su instrumentación
jazz-progresiva, el público reencontró al compositor que más extrañaba,
después de algunas críticas que habían aparecido luego del lanzamiento
del primer disco de la banda, en el que se había “complejizado” de más.
La única alteración es el ensamble que García hace en la mitad, que son
fragmentos de un viejo tema compuesto en su adolescencia.

46. “Instituciones” (Pequeñas anécdotas sobre las


instituciones, 1974)
El tercer disco de Sui Generis inicia su recorrido contra los estamentos
establecidos con esta mirada crítica contra la institución familiar y la idea
de que la barbarie en realidad empieza en casa. “Instituciones”, la
canción, es una versión más de choque que la inocente “Aprendizaje”,
una mirada sagaz sobre las imposiciones sociales y el machismo
imperante en una Argentina que cree seguir en los tempranos 60. Charly
utiliza su arsenal de sintetizadores recién adquiridos para resaltar planes
más sinfónicos: Yes, Genesis y Emerson Lake & Palmer figuran entre
sus influencias. También Bertolt Brecht como modelo para encender
señales de alerta y esbozar con tono teatral el estado de las cosas, sin
apelar al panfleto o la protesta inocua.

47. “Cuchillos” (Say No More, 1996)


En un proceso de grabación caótico (nadie sabe con certeza cuál es la
toma que habrá quedado en el disco), hay muchas posibilidades de que
la voz que se escucha en “Cuchillos” –un tema de amor agónico
dedicado a Mercedes Sosa– haya sido registrada en la bañera de La
Diosa Salvaje bajo el concepto de caos organizado en el que vivía García
por esos días. “Eran las 6 AM y me dijo que quería grabar en la ducha”,
recuerda Guido Nisenson. “Tuve que tirar varios cables desde la consola
para que pudiera escuchar las bases mientras cantaba.” Para el
productor Joe Blaney, los teclados vagos y libres, casi tocados como si
fuera un músico de jazz, y la voz apasionada, hacen de este tema una de
las mejores canciones de la discografía de García.

48. “Mientras miro las nuevas olas” (Bicicleta,


1980)
Con jactancia, ironía y conservadurismo Charly saludaba a la naciente
New Wave. Puro poder de síntesis para unir a Elvis, el Club del Clan y
explicar el movimiento cíclico del rock, pero también para ubicar a Serú
Girán en un nuevo contexto. La reacción es un rocanrol refinado basado
en juegos vocales, guitarras cargadas y certeros cambios de ritmo.
“Algunos se sintieron tocados porque abrazaron vehementemente la New
Wave. Y sí, la canción habla de la New Wave, de The Knack: yo digo que
la había visto antes, porque tenía muchos puntos en común con Palito
Ortega y el Club del Clan”, le contó Charly a RS. La letra original incluía
una mención a Billy Bond, que finalmente fue reemplazado por el nombre
de Jolly Land.

49. “Piano Bar” (Piano Bar, 1984)


“La idea salió imaginándome grandes valores del tango, pero en el futuro:
con todos nosotros ahí”, le dijo Charly al periodista Sergio Marchi para su
libro No digas nada. “Todo el ambiente con pelucas, y tomando tragos
exóticos de colores verdes y rojos. Y cada vez que se muera uno, poner
un busto, por ejemplo hacer transfusiones de sangre para los que están
muy reventados.” A la descripción se suman el fantasma de Carlos
Gardel y el ambiente narcotizado entre las brumas del tango y los nuevos
aires dark-rock, pero por sobre todo es la exaltación de un limbo secreto,
el cabaret marginal de los rockeros que permanece intacto y sigue
batiendo lo que sucede afuera, mientras “las chicas tienen un lugar
donde viven esas cosas que asombran”.
50. “Chipi Chipi” (La hija de la lágrima, 1994)
Charly ya tenía terminado La hija de la lágrima, su séptimo disco solista
con desarrollo de ópera rock, cuando los ejecutivos de Sony le pidieron
que agregara una canción con ADN de hit para soltar como corte de
difusión. García obedeció y en unos pocos minutos compuso “Chipi
Chipi” (su nombre original era “La canción sin fin”), ese éxito instantáneo
que sobresale como en 3D dentro de un álbum cargado de lapsos
instrumentales con altas dosis de experimentación. Junto a la voz y la
guitarra de María Gabriela Epumer –que había ingresado en reemplazo
de Hilda Lizarazu y el Negro García López–, Charly alcanza una pieza
pop irrompible al mando de su piano, jugando con las intensidades y
destilando un fuerte aroma a nostalgia.

51. “Por probar el vino y el agua salada” (La


Máquina de Hacer Pájaros, 1976)
El placer y el castigo mueven las intenciones de Charly en uno de los
momentos cumbres del debut de La Máquina. Folk y progresivo a la vez,
‘Por probar…’ muestra el costado sutil del quinteto revelado en la guitarra
acústica de Gustavo Bazterrica y en la voz de García, mucho más seguro
en su rol de cantante. La letra funciona como un relato antiguo en donde
la crisis y el poder sugieren conexiones con el primer año de la dictadura
de Videla (‘Los cucús lloran, los diarios no salen jamás’). Pero, más allá
de las alegorías, hay conexiones con ‘El rey lloró’ de Los Gatos y una
idea de liberación en días difíciles para arrebatos de rebeldía.

52. “Seminare” (Serú Girán, 1978)


Editada en el album debut de Serú Girán, ‘Seminare’ surgió durante unas
vacaciones de Charly García y David Lebón en Buzios, antes de que
formaran la banda. Con la melodía de una ópera que García había
escrito en la secundaria, esta frágil balada cantada por Lebón (se iba a
llamar ‘La calle de la sensación’) gravita sobre el piano de Charly, que
entra sigiloso y va aumentando la intensidad hasta explotar con un moog
progresivo al estilo Emerson, Lake & Palmer, junto a los arreglos de la
Filarmónica de Los Angeles. La frase ‘esas motos que van a mil, sólo el
viento te harán sentir’ termina por decretar la épica amorosa de un
clásico absoluto.
53. “Peperina” (Peperina, 1981)
La aplastante respuesta de Charly García a una simple reseña que
Patricia Perea, una periodista cordobesa, escribió sobre un concierto de
Serú Girán. Lo que en realidad molestaba a García era que Perea
trabajaba y salía con Daniel Grinbank, su representante, con quien
García mantuvo una relación históricamente conflictiva. Corría el final de
la dictadura, y la ironía se extendió a los mecanismos de censura de la
época, aplicando un molesto ruido sobre la palabra ‘huevos’. “Con el
‘biiip’ quisimos demostrar lo grosera que puede ser la censura a nivel
auditivo. Como una gracia zappiana”, dijo García. Una historia de amor,
ironía y odio como punto de partida de una canción tan grande como su
leyenda.

54. “El show de los muertos” (Pequeñas anécdotas


sobre las instituciones, 1974)
El horror que impuso la Triple A inspiró el clima dark que domina varios
momentos de Instituciones. Eran tiempos de lucha armada y terrorismo
de Estado, un teatro de operaciones dantesco que García desmenuza
con rigor documental y gracia onírica. ‘El show de los muertos’ es un
blues psicodélico, colgado y espacial, armado con las preguntas de los
inocentes (‘¿Cuántas veces tendré que morir para ser siempre yo?’) y la
inclemente mueca de un sicario (‘Que duerme tranquilo después de
asesinar sin saber y ríe en su casa’). Uno de los mejores retratos de
época que por su poder atemporal brilló en Puerto Madero durante el
multitudinario concierto de 1999, e integra el disco en vivo Demasiado
ego.

55. “No te animas a despegar” (Piano Bar, 1984)


Originalmente conocida como ‘via muerta’ esta canción es Charly
hablándole directamente a Fabiana Cantilo, y aunque refleja un problema
de adicción de la cantante, también invoca un amor que por esos días
permanecía en los brazos de Fito Páez. Más allá de las alusiones y los
destinatarios, ‘No te animás a despegar’ es un trip-hop adelantado y una
de las interpretaciones más emocionantes de García. Algo de ese clima
puede verse en el video del tema registrado en las sesiones de Piano
Bar-, primero aparece García dirigiendo la iluminación con movimientos
de brazos. La intensidad crece en la guitarra de Pablo Guyot y en las
contorsiones de Charly ante cada nota hiriente.

56. “Siempre puedes olvidar” (Filosofía barata y


zapatos de goma, 1990)
La obra maestra de Filosofía barata... no fue escrita: adoptó su forma
circular en tiempo real, con García sentado al piano en su búnker de
Barrio Norte, desangrándose por la partida de Zoca, y Fabiana Cantilo
conduciendo la energía y la desolación del momento. Como ya había
sucedido con otra joya en colaboración como ‘A punto de caer’, incluida
en Cómo conseguir chicas, García comparte autoría con Fabi y
encuentra a su aliada perfecta en el delicado arte de capturar atmósferas
para solidificarlas en música sin fecha de vencimiento. De paso,
profundiza en una materia que lo obsesiona desde que descubrió
‘There’s a Place’, de los Beatles: las armonías vocales poco
convencionales, hipnóticamente perfectas.

57. “Loco, ¿no te sobra una moneda?” (Billy Bond


and The Jets, 1978)
Una zapada de precalentamiento -con cierto aire tanguero y de oda a
Pappo- que podría ser una postal sonora de la bohemia porteña en los
70, se convirtió en el inédito más preciado para los fans de García. Serú
Girán lo tocaba durante su estadía en Brasil, en las sesiones de estudio.
Billy Bond, productor del primer disco del grupo, cuando vio que iba a
quedar afuera del álbum, le pidió a García que se lo cediera para su
proyecto Billy Bond & The Jets. “Serú estaba en mutación, en otro estilo”,
dice Billy. “El virtuosismo individual de David, Pedro y Moro, junto al
talento compositivo de Charly, les daba la oportunidad de hacer una
música diferenciada que exigía un estilo más sofisticado y elaborado.”
También lo grabaron Los Enanitos Verdes y Fito Paéz.

58. “Lunes otra vez” (Confesiones de invierno,


1973)
Si en 1984, en ‘Lunes por la madrugada’ Miguel Abuelo cantaba sobre un
outsider que salía de noche a caminar por la ciudad vacía con una
excitación desesperada, la mirada sobre la ciudad de Sui Generis a
comienzos de los 70 parecía más triste e inofensiva. Charly y Nito
componían una viñeta de costumbrismo folk, armonías vocales y una
producción de guitarras casi country, que veía el comienzo de la semana
como el minuto cero del loop de alienación en el que vivía la sociedad de
la generación de sus padres. ‘Sobre el bosque gris veo morir al sol, que
mañana sobre la avenida nacerá’, cantaban a dúo. Aunque las letras
mantenían la inocencia de Vida, el segundo álbum del grupo mostraba el
crecimiento de Charly en la composición de esas óperas de folk acústico.

59. “De mí” (Filosofía barata y zapatos de


goma 1990)
El yin-yang según Charly García la dualidad de las cosas aplicada a su
propia personalidad, que puede transformarlo en el hombre más
estimulante del mundo o en ése al que por momentos conviene evitar.
Charly avisa, y el que avisa no traiciona: salvo que su mirada ‘esté en
otro lugar’, podemos contar con él para lo que sea. Una disculpa pública
que además marca territorio. Un tiempo después, Mercedes Sosa
recogió el guante: grabó ‘De mí’ en ese disco extrañísimo que fue ‘Alta
fidelidad’, y desde entonces la incluyó en su repertorio. ‘Fue mi amiga, mi
madre y mi novia’, dijo Charly sobre Mercedes, la voz más poderosa de
la Tierra que hizo suya esta plegaria de amor y redención.

60. “Asesíname” (Rock and roll yo, 2003)


Una máquina de ritmos, un par de efectos FX sobre un colchón de
teclados, un riff épico y la participación en el clip de los protagonistas de
Resistiré (Celeste Cid y Pablo Echarri), la telenovela más vista de
Argentina de ese año, pone al single de Rock and roll yo en boca de
todos. Después de varios años al borde del abismo, la usina creativa de
García parece estar intacta. Pero el tema es sólo un chispazo de lucidez
en un disco desparejo. En época de secuestros express y asaltos con
toma de rehenes, García decía que no quería vivir con la puerta cerrada
como en el film Brazil y pedía que lo asesinaran por amor (‘Por darte lo
que di, me transformé en un souvenir’). En los segundos finales, recita
‘You Never Give Me Your Money’, de los Beatles.

61. “La sal no sala” (La hija de la lágrima, 1994)


Mientras grababa en ION una especie de ópera rock conceptual, Charly
una noche llamó por teléfono a Juanse para invitarlo a las sesiones.
“Atendí el llamado y al rato pasó a buscarme una limusina”, recuerda el
ex Ratones Paranoicos. Cuando llegó, Charly había ambientado el pasillo
del estudio con unas luces de colores y se encerraron en la cabina de
control con el Zorrito Von Quintiero en bajo y Fernando Samalea en
batería a componer una canción al mismo tiempo que la grababa,
obligándolos a improvisar sobre un boceto mínimo y dándole al track un
espíritu de zapada. “Sé que a Charly no le gusta que le llenen la música
de solos así que fui muy discreto”, dice Juanse, que también canta en el
tema. “La línea de guitarra son notas simples que le dan personalidad a
la canción.”

62. “Tu amor” (Tango 4, 1991)


Completando una trilogía de discos a duo -después de la edición de
Tango y Radio Pinti-, Charly García y Pedro Aznar abrían esta entrega
con ‘Tu amor’, canción que rápidamente se transformaría en su último
gran éxito juntos. En aquel entonces, Charly venía de atravesar una
internación por problemas de adicciones en Estados Unidos (los dibujos
que ilustran la portada fueron parte del trabajo durante su terapia), y el
encuentro creativo con Aznar sonaba a renacimiento. La canción, de una
pulcritud pop mucho más cercana al perfil del bajista, es una pieza de
intensidad luminosa en donde la dupla se luce intercambiando estrofas a
lo Lennon & McCartney sobre una melodía redonda y pegadiza.

63. “Aprendizaje” (Confesiones de invierno 1973)


“En confesiones de invierno yo me habia hecho medio hippie, tenía el
pelo muy largo, me habían empezado a pasar cosas”, contó Charly en
una entrevista, contrastando ese segundo set de canciones con la
ingenuidad de las composiciones de Vida. Por esos días, con Nito tenían
24 años y, cada vez que la policía los detenía en la calle, les cortaba el
pelo y terminaban en un calabozo. Charly había empezado a salir con
María Rosa Yorio y, a la tarde, mientras sus suegros dormían la siesta y
ella iba al colegio, él se quedó en el cuarto y compuso este standard que
iba a viralizarse en las clases de música de todos los colegios primarios.
Charly y Nito armonizan sus voces y cantan como negándose a crecer
dentro de esta sociedad.

64. “Rap del exilio” (Piano Bar, 1984)


Charly tuvo un coqueteo con el Rap en La Grasa de las Capitales, pero
con esta canción se metió de lleno, y medio de casualidad, con un estilo
que lo había hechizado en Nueva York. Al abordar la grabación de Piano
Bar, García juntó en los estudios ION a su banda formada por los futuros
GIT y un joven Fito Páez en teclados. El baterista Willy Iturri, recuerda:
“Hacer Piano Bar fue una locura. Grabábamos todos en la misma sala, y
en una de esas zapadas al Portugués Da Silva se le ocurrió poner REC
mientras Charly improvisaba la letra y nos dirigía, por eso en un
momento se oye: ‘¡Sigue el groove, Willy Iturri!’” Años más tarde García y
Aznar producirían un disco de rap con Enrique Pinti en el que también
participaron unos recién fundados IKV.

65. “Parte de la religión” (Parte de la religión, 1987)


La canción que le da nombre al cuarto disco solista de Charly García
dispara una temática -la de la búsqueda de la calma espiritual y la fe- que
se trasluce de manera intermitente durante toda la obra. Grabada casi
por completo en Buenos Aires, salvo por la batería acústica de Fernando
Samalea (que se registró en Electric Lady, Nueva York), la canción se
introduce con aroma multiétnico -entre flautines, percusiones, sitar y
teclados pomposos- mientras García sobrevuela las diferentes religiones
a través de un puñado de personajes, con ironía y una aguda mirada
cinematográfica. “Es una mirada a los distintos traumas, que al final se
rompen cuando ella se desnuda y se pudre todo”, dijo García.

66. “Cómo me gustaría ser negro” (Moro-


Satragni, 1983)
Tras la disolución de Serú Girán, el baterista Oscar Moro se alió con Beto
Satragni -que venía de Spinetta Jade- para un proyecto en conjunto que
experimentó un breve recorrido y dejó un solo disco. Aquel material,
editado en 1983, cuenta con la participación de figuras como Lebón,
Spinetta y el propio García, que aportó este tema algo perdido de su
catálogo. ‘Cómo me gustaría ser negro’, que ya acostumbraba a tocar en
vivo previo a la edición de Yendo de la cama al living, condensa el sonido
progresivo de la época, con bases graves y cambiantes, y teclados que
se disparan al cielo como haces de luz, mientras García suelta un texto
de ironía filosa durante el último suspiro del gobierno militar.
67. “Botas locas” (Pequeñas anécdotas sobre las
instituciones, 1974 -censurado-)
‘Botas locas’ es uno de los dos temas (el otro es ‘Canción para mi
muerte’) inspirados en el breve paso de García por el servicio militar. Se
trata de un folk acústico, que en realidad está bastante despegado
musicalmente del elaborado clima de Instituciones (eso revela que había
sido compuesto tiempo antes), donde Charly ejerce su fino sentido de la
ironía a través del absurdo, criticando en este caso al Ejército (una de
sus frases clave es ‘si ellos son la patria, yo soy extranjero’). El tema,
junto a ‘Juan Represión’ -probablemente los dos más explícitos-, quedó
afuera del álbum Instituciones, pero Charly se las ingenió para
contrabandear una estrofa en ‘Zapando con la gente’, de Adiós Sui
Generis.

68. “Superhéroes” (Yendo de la cama al


living, 1982)
Después de reencontrarse para grabar 20/10, el exitoso álbum de Mestre
en solitario, Charly y Nito volvían a coincidir en un estudio -a siete años
de la disolución de Sui Géneris- para grabar el segundo track de Yendo
de la cama al living. En esta canción de esencia nostálgica sostenida por
un ritmo azucarado de samba -disparado por una caja de ritmos TR-808-
la prosa de García incita al movimiento en medio de un paisaje militar en
plena decadencia (‘No pasa nada, nadie pasa/Sólo una banda
militar/Desafinando el tiempo y el compás’), mientras la clásica
pregnancia vocal del dúo parecía avanzar en terreno desconocido, entre
teclados y sintetizadores brillantes como rasgos de una nueva era.

69. “Sólo un poquito no más” (Filosofia barata y


zapatos de goma, 1990)
La clase de estribillo que el público de García nunca se cansó de aplaudir
a partir de sus conciertos de comienzos de los 90. un año después de la
salida de Filosofía barata…, García fue internado por primera vez en
medio de un escándalo público y mediatizado que lo alejó temporalmente
de los escenarios. A su regreso, ‘Sólo un poquito no más’ ya se había
transformado en un verdadero himno. La estrofa en inglés está
coacheada por Joe Blaney y es apenas una excusa para dar paso al coro
de chicas, las ‘New York Blondes’ (que en realidad son Hilda Lizarazu y
Fabi Cantilo), a quienes Charly asegura haber visto en un viaje, en plena
fantasía gardeliana.

70. “Estaba en llamas cuando me acosté” (Say No


More, 1996)
El primer track de Say no more -un disco que propone un desarrollo
mucho más caótico y experimental que La hija de la lágrima, su
antecesor-, encuentra su disparador en Todo lo que hacemos sin saber
por qué, el libro de Robert Fulghum que García recibió de manos de un
musicoterapeuta durante su reciente internación por adicciones. ‘Estaba
en llamas cuando me acosté’ es la respuesta que encuentra el
protagonista cuando le preguntan por qué se le había incendiado su
casa; García -ironizando sobre sus años de excesos- utiliza esa línea
para construir una canción densa y oscura, con bases rotas y
orquestaciones melodramáticas, como si fuera el hall de entrada a su
vida turbulenta.

71. “Marilyn, la cenicienta y las mujeres”


(Películas, 1977)
La temática cinematográfica de películas incluye un drama femenino con
Marilyn Monroe en el rol estelar. No es una elección casual: Charly es
fanático del Hollywood de los 40 y 50, y Billy Wilder es uno de sus
directores favoritos. ‘Con la pollera blanca flotando en el viento la
ves/Sobre los subterráneos había nacido’, dice la letra en clara alusión al
clásico La comezón del séptimo año. La cita conduce al conflicto de la
canción: la fama, su costo y las mujeres como objeto. Todo encerrado en
una sinfonía cambiante que empieza con los primeros acordes del
standard ‘Somewhere over the Rainbow’ e incluye guitarras pesadas y un
coro de niños bautizados como ‘Los desamparados de Once’.

72. “El tuerto y los ciegos” (Pequeñas anécdotas


sobre las instituciones, 1974)
El mito griego de Casandra sirve para elaborar otro ataque contra el
productor Jorge Alvarez. La sacerdotisa poseía el don profético y también
la desgracia de que sus dichos no fueran tenidos en cuenta. García
utiliza la leyenda casi sobre el fin de la grabación de Instituciones y
construye una perfecta miniatura de dos minutos: el violín mágico de
Jorge Pinchevsky impone aires gitanos para una canción de
incomprensión, venganza y mucha belleza. Varios años más tarde su
autor reconocería que “Instituciones es mejor como salió que como
hubiera sido con las letras originales…”. El tiempo le dio la razón a
Alvarez, que salvó al dúo de un suicidio en público en los últimos y
tormentosos días del gobierno de Isabel Perón.

73. “No se va a llamar mi amor” (Piano Bar, 1984)


Con una estética casi opuesta a la de clics, este hit de Piano Bar es una
muestra de la explosión de energía de ese disco grabado en vivo en el
estudio, mayormente en primeras tomas, con un grupo extraordinario
(Guyot, Iturri, Toth, Páez). Un García en estado de gracia aprovecha un
contratiempo ocasional (Sadaic no aceptaba dos canciones con el mismo
título y rechazó el original ‘Mi amor’) para convertirlo en leitmotiv: ‘Estás
prohibida… no te puedo amar… mi amor, no se va a llamar’. Con un
estribillo reiterativo, apoyado en la machacante batería de Iturri, Charly -
que también se hace cargo de la guitarra acústica- lanza un pedido que,
convencidos por la casi palpable urgencia del tema, los programadores
harían realidad: ‘Pásenlo en la radio’.

74. “Necesito tu amor” (Parte de la religión, 1987)


El primer track de Parte de la religión, elegido para abrir los shows de la
gira presentación del disco, resuena como un gran pedido de ayuda.
Después de una introducción tensa y marcial junto a la batería cruzada
de Fernando Samalea, las guitarras cristalinas y una línea de bajo
Rickenbaker tocadas por el propio García arrastran la canción hasta
liberarla en un estribillo poderoso y catártico. Como un gesto que se
repetirá a lo largo de todo el disco, Charly propone acá un cambio
sustancial en relación a sus trabajos anteriores: su voz -registrada en
Nueva York “con micrófonos cuadrados del año 40 al estilo Frank
Sinatra”, según detalló García-, se proyecta en un primer plano definitivo,
subrayando un texto de amor ardoroso y desesperado.

75. “Mr. Jones o pequeña semblanza de una familia


tipo americana” (Confesiones de invierno, 1978)
Antes del punk, Garcia destila su hiperacida visión antisistema en un
furibundo rock & roll de… ¡1′40!, con David Lebón en bajo y guitarra
eléctrica, y Juan Rodríguez en batería. La vida de la ‘familia tipo
americana’ del título se ve imprevistamente interrumpida cuando la
esposa de Mr. Jones le clava un hacha en la cabeza a su suegra porque
‘puso mal la mesa’. Finalmente, la familia entera es encarcelada, ante la
incredulidad del propio Mr. Jones, que aparece al final quejándose
porque lo llevan al destacamento (‘¡Si somos una familia muy normal!’).
Un relato de violencia familiar en clave de sátira, y uno de los momentos
más eléctricos de Sui Generis.

76. “Alguien en el mundo piensa en mí” (Say No


More, 1996)
Dentro del esquema anarquico que controló la concepción total de SNM,
un disco atravesado por un concepto de creación incontinente y sin plan
definido, ‘Alguien en el mundo piensa en mí’ aparece como el único lapso
pop-rock dentro de tanto experimento. Por un momento, Charly García
asume las oscuras aristas de su personalidad intempestiva y tormentosa
con un estribillo de tono esperanzador y optimista, mientras su banda -
con Mario Serra en batería, María Gabriela Epumer en guitarra, Rinaldo
Rafanelli en bajo, más un sinfín de overdubs entre armónicas, teclados y
efectos- logra elevarlo, llevándolo hacia un plano conmovedor y
haciéndolo brillar como un cristal perdido en medio del barro.

77. “Necesito” (Vida, 1972)


Si ‘Canción para mi muerte’ abre el disco debut de Sui Generis con un
rasgueo tímido y cierta melancolía por el futuro, el segundo track tiene un
pulso mucho más urgente y vital. Después de una introducción con
Charly García sentado al piano y Nito Mestre tocando la flauta traversa,
el dúo empieza a modelar a la mujer perfecta para sus vidas con un
romanticismo absolutamente infantil, repartiéndose a dúo versos que
describen sus cualidades: ‘Que limpie mi cabeza/Que cocine guisos de
madre, postres de abuela y torres de caramelo’. “Le habíamos puesto
tachuelas a los mazos del piano para que tuviera ese sonido de cowboys,
de piano”, recuerda el baterista Francisco ‘Paco’ Prati. “Eso le daba a
cada tecla una fuerza particular, un sonido más metálico.”
78. “El rap de las hormigas” (Parte de la
religión, 1987)
En medio de un cronograma de grabación dividido entre Buenos Aires,
Rio de Janeiro y Nueva York como mapa de ruta de Parte de la religión,
‘El rap de las hormigas’ fue la única canción que tuvo su corte final en
Brasil, con la inclusión de Os Paralamas do Sucesso en una sola toma
de bajo, batería y guitarra. El tema, que Charly compuso durante su
estadía en una casa de campo junto a Fabiana Cantilo, exhala una lírica
histérica en busca de un éxodo feliz mientras por lo bajo vibra con
presencia el ‘Hollyday on ice’ -un banco de sonidos de Emulator que se
usó casi para la totalidad del disco-, disparando un gran número de
sampleos entre explosiones, silbatos, tambores y maracas, dándole al
tema un inédito vuelo carioca.

79. “Qué se puede hacer salvo ver películas”


(Películas, 1977)
El bajo de José Luis Fernandez cita a Steely Dan en el comienzo (‘Rikki
Don’t Lose that Number’) y la cadencia manda con la guitarra latina de
Bazterrica antes del ascenso a la montaña rusa de compases. “La
música es mía y la letra es de Charly”, dice el tecladista Carlos Cutaia.
“El tema tiene partes que están en 9×8, compases muy difíciles. Moro, un
genio total: abordaba la complejidad rítmica con una justeza
impresionante.” Esta pequeña sinfonía del segundo y último disco de La
Máquina incluye un diálogo del film argentino Casa de muñecas. El tema
se completa en la imagen de tapa del disco: los músicos salen del cine
Gran Rex, que anuncia la proyección de Trama macabra de Alfred
Hitchcock.

80. “Anhedonia” (Cómo conseguir chicas, 1989)


La gira de Parte de la religión, en 1988, había sido muy desgastante. Al
año siguiente, mientras Argentina comienza a vivir el ocaso de la era
alfonsinista, Charly García compone algunas de las canciones de amor
denso que formarían parte de Cómo conseguir chicas, una obra
conceptual que, según él, tiene como eje los derechos de la mujer. El
título del tema que abre el Lado B del álbum remite a uno de los
principales síntomas de la depresión: un trastorno psiquiátrico que
consiste en la incapacidad de experimentar placer (‘El tiempo vuelve a
pasar, pero no hay primavera en Anhedonia. El tiempo vuelve a llorar’).
‘Anhedonia’ podría ser el prólogo de la era caótica y oscura de Say No
More, que García atravesará durante la década siguiente.

81. “Reloj de plastilina” (Filosofía barata y zapatos


de goma, 1990)
La historia de su vida en modo existencialismo autorreferencial. ‘Fui lo
que creí, soy lo que está pasando’, canta García para enunciar una de
sus frases más inspiradas, ésas que lo encumbran como un letrista
enorme, carnalmente consciente. ‘Reloj de plastilina’ es un shock de
vitalidad, el clásico que no abrazó a las masas (el gran hit de Filosofía
barata… fue el cover de The Byrds ‘Me siento mucho mejor’) pero que
todo fan de Charly atesora en su ranking personal. ‘Una vez creí que
nada iba a pasarme’, ironiza en el comienzo de este energizante llamado
al desorden que desafía el paso del tiempo y a todo lo que se interpone
entre la vida en sociedad y las libertades individuales.

82. “Bienvenidos al tren” (Confesiones de


invierno, 1973)
En el segundo track de confesiones de invierno, Sui Generis asimila
varias tradiciones icónicas del rock & roll: folk de cantina, solo de
armónica, un héroe en fuga y la fantasía hippie de tomarse un tren hacia
la libertad. Grabado en ocho canales y con una producción que potenció
la fuerza acústica del grupo, el crecimiento de Sui Generis se nota sobre
todo en la construcción instrumental de los temas y el entretejido de las
guitarras. ‘Recoge tus cosas y largo de aquí’, canta Nito Mestre, al
comienzo de la canción, y es una invitación a abandonar las obligaciones
grises de la vida en sociedad en busca de aventuras existenciales. León
Gieco, que acababa de terminar su disco debut, grabó la armónica.

83. “A punto de caer” (Cómo conseguir


chicas, 1989)
Fabiana Cantilo quería repetir la historia de ‘Siempre puedes olvidar’, la
canción que había hecho con García una trasnoche mientras lo visitaba
en su casa, y al mismo tiempo que grababa algunas voces para Cómo
conseguir chicas le propuso hacer otro tema juntos. “Fabi empezó a
zapar melodías mientras Charly iba metiendo unas armonías bellísimas.
Fue muy emotivo ver eso”, dijo Hilda Lizarazu en una entrevista. García
tomó algunos fragmentos de esas grabaciones, metió una guitarra de
doce cuerdas, le pidió a Claudio Gabis que agregara un solo y le dio
forma a una letra esperanzadora. Por momentos la voz de García parece
elevarse hasta el cielo (‘Salta y sé feliz. Intentá. Para qué fingir’) sobre
una base de batería inalterable y un colchón de teclados y sintes.

84. “Boletos, pases y abonos” (La Máquina de


Hacer Pájaros, 1976)
La primera aproximación de García a su eterno conflicto con la fama:
“Pronto en esta ciudad me van a nombrar ciudadano legal, como vos.
Soy el hijo de todos y el amante también”, dice la letra de un funk
anodino, peleador y de rítmica matemática. En la segunda parte el tema
se transforma, según señala ahora Carlos Cutaia, “en un rocanrol genial,
con una energía que te sostenía en el aire”. Cutaia tocó ahí el Hammond
y el melotrón, dando lugar a uno de esos duelos de tecladistas con
Charly y explorando fronteras hasta ese momento desconocidas para el
rock argentino. En esa empatia se sostenían los “Yes del subdesarrollo”,
una banda construyendo catedrales de sonido en el año del golpe.

85. “El karma de vivir al sur” (Parte de la


religión, 1987)
Para trazar la arquitectura general de Parte de la religión, Charly había
grabado junto al ingeniero de sonido Mario Breuer una serie de maquetas
que se terminaron respetando casi de manera exacta en la versión final.
‘El karma de vivir al sur’ sobrevive completa de aquel primer boceto,
salvo por la sustracción de un pasaje instrumental grabado con un
sintetizador por Nito Mestre. Sostenida por un clima sigiloso construido
en detalle, entre un piano, una guitarra reverberante y samples de
flautas, la canción está dedicada a su hijo Migue, por entonces un chico
con quien Charly había vuelto a convivir después de mucho tiempo. “Está
hecha para mi hijo”, dijo. “Pero en realidad puede servir para hablar de
cualquier amor.”

86. “Canción de dos por tres” (Yendo de la cama al


living, 1982)
Como una de las piezas mas tenues y melancólicas de Yendo de la
cama al living, ‘Canción de dos por tres’ condensa la atmósfera espesa
del fin del gobierno militar y la Guerra de Malvinas con tono manso pero
agobiante. ‘Ya no quiero vivir así, repitiendo las agonías del pasado’,
canta Charly sobre una orquestación ligera construida en soledad por un
piano de inflexiones arrabaleras, notas de un Moog Opus 3, una línea de
bajo eléctrico y una pesada base de batería programada. El único aporte
externo corre por cuenta de Spinetta, que registra un solo de guitarra
volador procesado con una Roland GR-300, en una coda instrumental
que recuerda a la sociedad entre García y David Lebón en Serú Girán.

87. “Necesito un gol” (Say No More, 1996)


‘Necesito un gol’ fue compuesta por García a mediados de los 80 y
retomada diez años después para Say No More junto a Andrés
Calamaro. “Fundamentalmente, la hicimos una noche en la casa de
Charly, en aquellas Basement Tapes urbanas”, recuerda Calamaro.
Como un verdadero experimento de copy-paste registrado en una
portaestudio de cuatro canales, la versión final conserva las pistas de voz
originales junto a las nuevas del dúo, creando una atmósfera confusa,
entre un bandoneón de Samalea, el bajo de Rinaldo Rafanelli, y un sinfín
de efectos y conversaciones superpuestas. Después, el proceso contó
con una segunda etapa en Madrid donde Charly siguió sumándole
overdubs, transformándola en un abigarrado collage sonoro.

88. “No toquen” (Cómo conseguir chicas, 1989)


La grabación de como conseguir chicas, dice el productor Joe Blaney,
fue una pesadilla. “Todo resultó ser un gran comienzo, pero Charly
estaba en un estado muy tóxico y no durmió durante tres días.” García
quería grabar un disco con todas las letras en inglés, pero Blaney
pensaba que muchas canciones iban a perder sentido y enseguida
desactivó la idea. Para la versión final de este tema de atmósfera punk
que abre el disco, y que unos años antes había registrado con el nombre
‘No token (No cospel)’ en un demo que todavía puede escucharse en
YouTube, García reemplazó una parte de la letra original que decía
‘estoy muerto, estoy muerto, no toquen’ por otra frase que terminaría
cambiándole todo el sentido, ‘están muertos, están muertos, no me
toquen’.

89. “Say No More” (Say No More, 1996)


El nombre surge de una frase que pronunció Paul McCartney en la
película Help!, de los Beatles, y se transforma en sello, icono, concepto,
logo (SNM) y canción dark de un alma torturada. García quiere
convertirse en un artista conceptual y reencarna en un personaje que
merodea entre Dalí, Prince y Keith Richards. En 1995, casi al mismo
tiempo que Spinetta graba el disco doble con Los Socios del Desierto,
García entra en La Diosa Salvaje para darle inicio ala era Say No More.
“Las dos frases que más recuerdo de esa época son: ‘Mirá cómo hago
mierda este tema’, y ‘Dame un canal más y arreglo todo!’, dice Guido
Nisenson, ingeniero de sonido. “Y era así, literalmente. Había canciones
hermosas, tocadas en el piano, que las hacía mierda.”

90. “Zocacola” (Cómo conseguir chicas, 1989)


La cadencia del canto en portugués de Herbert Vianna, voz y guitarra de
Os Paralamas (que ya habían grabado ‘El rap de las hormigas’ en Parte
de la religión), contraponiéndose con la de Charly a lo largo de todo el
tema, endulza una fábula de desencuentros amorosos (‘Ella busca en los
jazmines, él la busca en la ciudad. Ella sueña encontrar, él intenta soñar
pero ella no está’). Inspirado en Zoca, la musa de ‘Promesas sobre el
bidet’ y la que en Parte de la religión daba vueltas a la heladera
buscando un símbolo de paz, Charly le pone letra a un tema lleno de
romanticismo que venía tocando desde hacía seis años en una versión
instrumental, acelerada un tempo más que la versión que aparece en el
disco.

91. “Rock and roll yo” (Rock and roll yo, 2003)
El problema no eran el sexo y las drogas, sino el rock & roll. Todas las
canciones de García, de alguna manera, empiezan con un “yo” a modo
de lenguaje. “Me gustan el riff, la estructura de la canción y la
interpretación. Hay una cita al tango antes del final: pongo un sello de
porteñidad al rock & roll mío”, dijo García a Rolling Stone acerca del tema
que eligió como una de las diez canciones preferidas de su discografía.
Entre el caos organizado de la etapa de grabación de Say No More y la
búsqueda de perfección sonora en Influencia, un riff poderoso se
retuerce a lo largo de una letra en modo autorreferencial (‘Este es mi rock
and roll yo’) con la voz de García, que parece cantar desde una caverna.

92. “Ruta perdedora” (Películas, 1977)


La canción tiene sonido ambiente: el aullido nervioso de una moto Honda
500 (a cargo del productor Oscar López) se mezcla con el ruido molesto
de unas bocinas. Es la ciudad en carne viva y el mapa de operaciones de
‘Ruta perdedora’. Aunque parezca un típico arranque pianístico de
García, la música pertenece al bajista José Luis Fernández, y es quizás
uno de los temas más impregnados de la veta progresiva de La Máquina
de Hacer Pájaros: la variedad de arreglos y el crescendo del final no
hacen otra cosa que traducir en sonido una fuga hacia adelante y a toda
velocidad. En 1977, Charly le contó a la revista Pelo que la letra trataba
de explicar “que el rock no es un paraíso, puede ser todo lo contrario:
una ruta que va a cualquier lado”.

93. “Curitas” (Filosofía barata y zapatos de


goma, 1990)
La canción que nunca va a amenizar un fogón, cuyo punto de partida es
eso que le pasa a Charly cuando no consigue sacarse a Zoca de la
cabeza y no puede ni quiere dormir. ‘Ya no soy mí’, escupe
nerviosamente, desoyendo todas las leyes semánticas, entre otras
crudas confesiones de madrugada: ‘Todo el mundo tiene penas, pero yo
ya extraño hasta tus problemas’. ‘Curitas’ es funk filoso en estado de
insomnio, comandado por el bajo de Fernando Lupano, la precisión de
Fernando Samalea, las guitarras del Negro García López y las
castañuelas de Lolita Torres. Los arreglos de vientos sintetizados traen
información del futuro, como la melodía de ‘Kurosawa’ (incluida luego en
La hija de la lágrima).

94. “Lo que ves es lo que hay” (El aguante, 1998)


La grabación de el aguante, en un estudio de Madrid en 1997, se produjo
en un clima que Claudio Gabis, guitarrista invitado, recuerda como una
‘celebración dantesca’. Bajo un estado tóxico y siguiendo un criterio que
ninguno de sus músicos podía comprender, García superpuso capas de
sonido y después armó la versión final de los temas cortando y pegando
frases, acordes y texturas que terminaron dándole forma a un collage
sonoro. Basado en el ‘constant concept’, heredado de SNM, grabó este
tema que había demeado diez años antes con la letra en inglés para
Cómo conseguir chicas. La voz escabrosa de García se multiplica a lo
largo de casi ocho minutos de un tema dylanesco que sobre el final
parece convertirse en un delirio deforme.
95. “Fantasy” (Cómo conseguir chicas, 1989)
La palabra Fantasy, en un tema que remite a cierta paranoia y García
repite varias veces, no figuraba en el demo que grabó en ION. A la hora
de meter las voces, García mantuvo la métrica original y reemplazó las
partes que decían ‘no sé muy bien quién soy’ por ‘Fantasy es ilusión’.
“Cuando llegamos a la mezcla en Nueva York, Charly estaba inseguro
con el sonido y quiso reemplazar un par de canciones con fragmentos
que habían quedado de Parte de la religión”, dice el productor Joe
Blaney. “Así lo hicimos y fue un gran error. Creo que él se dio cuenta
después.”

96. “Transformación” (Kill Gil, 2010)


Aunque no logra superar la canción original de casi siete minutos (que
canta a dos voces con David Lebón en Será ‘92), este tema que podría
ser un guiño a La metamorfosis de Kafka tiene su versión menos
armoniosa en Kill Gil, dos décadas después. La letra, explica Lebón,
surgió de las peleas internas durante el regreso de Serú (‘Cada vez que
trates de matar, quizás estés matando a quien te trata bien’). En un video
de las sesiones de Kill Gil, Charly pide alterado que termine en fade out,
sin más falsetes ni corcheas, “del cincuenta por ciento a la nada”.

97. “Dos, cero, uno (transas)” (Clics


modernos, 1983)
En diciembre de 1982, la presentación de Yendo de la cama al living en
Ferro era sponsoreada por la marca de jeans Fiorucci y desataba una
fuerte polémica entre los fans de García, que lo acusaban de haberse
vendido al mercado. Al año siguiente, ‘Dos, cero, uno (transas)’ ironizaba
sobre su supuesta conversión en tercera persona (‘El se cansó de hacer
canciones de protesta y se vendió a Fiorucci’; ‘Un día volverá a las
fuentes, no creo que pueda dejar de protestar’), tan sólo a bordo de un
piano espaciado y una percusión afro.

98. “Las increíbles aventuras del Señor Tijeras”


(Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, 1974)
Como Tommy, ‘Señor Tijeras’ incluye un desarrollo dramático de ópera
rock, uso y abuso de sintetizadores y falsetes, y un desenlace con visos
premonitorios: ‘Te veré en 20 años en televisión, cortada y aburrida, a
todo color’. La original decía: ‘Yo detesto a la gente que tiene el poder de
explicar lo que es bueno y lo que es malo también, sólo el pueblo, mi
amigo, es capaz de entender’.

99. “El amor espera” (Influencia, 2002)


Después de varias temporadas en el infierno (Say No More y El
aguante), García intenta reinventarse como artista conceptual y
reencarna con mirada de vampiro en la portada de un disco grabado
entre Circo Beat y ‘la cama de Charly’. El golpe del bombo punk rock del
comienzo de ‘El amor espera’ es el preludio de un tema de ánimo
cambiante (‘Yo me hago el muerto para ver quién me llora, para ver
quién me ha usado’) que había estrenado dos años atrás en Mendoza, la
noche anterior a saltar del noveno piso de la habitación de un hotel.

100. “Kill My Mother” (El aguante, 1998)


En una sola toma, García grabo en Madrid ocho minutos y medio de una
canción gloriosa, con sabor a venganza, dedicada a su madre, Carmen
Moreno, de la que está distanciado desde que decidiera internarlo a la
fuerza en una clínica psiquiátrica (en 1995 se sacó el apellido materno).
“El tema es una especie de patchwork aleatorio, lleno de planos
superpuestos”, dice Claudio Gabis. “Y, en medio de todo eso, reconozco
mi guitarra.” Casi al final de la canción, García introdujo un fragmento de
‘Positively 4th Street’, de Bob Dylan.

Lista de votantes y método del ranking: Alejandro Pont Lezica


(Empresario/productor), Alfredo Rosso (Periodista), Amilcar Gilabert
(Ingeniero de sonido/Productor) Andrés Calamaro (Músico) Andy
Cherniavsky (Fotógrafa), Antonio Gasalla (Actor), Bobby Flores
(Conductor/musicalizador), Daniel Grinbank (Empresario), Femando
Samalea (Músico), Francisco Bochatón (músico), Gustavo
Santaolalla (Músico/Productor), Hilda Lizarazu (Música/Fotógrafa),
Joe Blaney (Ingeniero de sonido/productor), José Palazzo
(Empresario), Juan José Quaranta (Iluminador/empresario), Juan
Manuel Cibeira (ejecutivo discográfico), Juan Rodríguez (Músico Sui
Generis), León Gieco (Músico), Lisandro Aristimuño (Músico),
Manuel Moretti (Músico Estelares), Mario Breuer (Ingeniero de
sonido/productor), Palito Ortega (Músico), Pipo Cipolatti (Músico),
Pipo Lernoud (Poeta/Periodista), Richard Coleman (Músico), Rinaldo
Rafanelli (Músico La máquina de hacer pájaros/Polifemo), Sergio
Marchi (Periodista), Sergio Pujol (Periodista), Tweety González
(Músico/Productor) y Willy Iturri (Músico)

Producción y textos: Claudio Kleiman, Pablo Plotkin, Juan Morris,


Oscar Jalil, Juanjo Carmona, Juan Barberis, Nicolás Miguelez y
Bruno Larocca.

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