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TERCERA PARTE:
LA DIMENSIÓN ÉTNICA
DE LA COHESIÓN SOCIAL

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LA CUESTIÓN INDÍGENA Y LA COHESIÓN SOCIAL
DURANTE EL PRIMER PERONISMO. (1943-1955)

Enrique Mases
(GEHISo-Universidad Nacional del Comahue)

INTRODUCCIÓN

El intento de resolución de la cuestión indígena por parte del Estado


nacional significó en la práctica la aplicación de diferentes políticas
destinadas a la incorporación efectiva de los restos de las comuni-
dades indígenas al cuerpo social y político de la nación. Dichas ini-
ciativas desde una concepción liberal positivista estuvieron ligadas
a dos fenómenos concomitantes que impactaron fuertemente sobre
éstos. Uno primero que tuvo que ver con una asimilación forzosa
la que implicó la desestructuración de sus formas organizativas an-
teriores y la modificación forzada de sus hábitos, costumbres, y por
el otro el inicio de un fuerte proceso de homogeneización cultural
que devino a la postre en una creciente invisibilización que con
ciertas características se prolongaron en el tiempo.
Este escenario mutó significativamente con la llegada del primer
peronismo pues las políticas desarrolladas por este –ya no desde una
visión liberal–, plantearon una clara ruptura respecto a la conducta
seguida por los gobiernos anteriores.
A partir de estas consideraciones previas nos interesa, en este
capítulo, analizar cuáles fueron las medidas tomadas en los primeros
gobiernos peronistas en cuanto, no solo a resolver la cuestión indí-
gena, sino además a intentar reforzar la cohesión social a partir de
incluir a los indígenas dentro del escenario político, social y laboral.
Completando esta introducción nos interesa advertir que si bien
la “cuestión indígena” abarca a la totalidad de las comunidades que
pueblan el territorio argentino nuestro análisis se centrará funda-
mentalmente en el espacio pampeano-patagónico.

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ENRIQUE MASES

ESTADO Y MUNDO INDÍGENA EN LA ETAPA PREVIA 1880-1943

Desde la campaña militar de Roca y hasta la llegada del peronismo


no hubo por parte de los gobiernos que se sucedieron una política
unívoca respecto del destino final que debían tener los indígenas re-
ducidos, y cual debía ser la forma más adecuada de integración. Por
el contrario, las diferentes soluciones ensayadas cabalgaron sobre
las necesidades del momento y, como señalara Estanislao Zeballos,
nadie se preocupó desde la esfera oficial por concebir y aplicar una
política integral que contemplara el destino final que deberían te-
ner los indígenas sometidos.
De esta manera, durante toda de esta etapa tanto la problemática
como los problemas de los indígenas reducidos fueron pasando de
ministerio en ministerio, de despacho en despacho, según quiénes
en la esfera gubernamental se ocuparan de sus “destinos”. Este cam-
biante escenario se repite en los ámbitos legislativos y a lo largo del
período estudiado los indígenas aparecen como objetos principales
de un espectro muy amplio de leyes, las más contradictorias entre
sí. Abarcan desde las que dispusieron hacerles la guerra y aniquilar-
los, pasando por los que promovían la organización en colonias y
cedían tierras, hasta que, en pos de la modernidad, los incorporan
al mercado de fuerza de trabajo garantizándoles, en teoría, derechos
y obligaciones como a cualquier trabajador.
Sin lugar a dudas, las políticas llevadas adelante por los presi-
dentes Nicolás Avellaneda y Julio A. Roca acabaron con un aspecto
de la cuestión indígena, el que tenía que ver con la ocupación del
espacio y con la desaparición de las fronteras interiores. Pero en lo
referente al destino final de los indígenas el conflicto no se resolvió
y, contrariamente, la ausencia de una política global expresada en
una ley general que contemplara la situación del indígena sometido
acentuó la gravedad del problema.
De esta forma en los últimos años del siglo xix y en las primeras
décadas del siglo xx, el Ministerio de Guerra y Marina, el de Agri-
cultura y el de Interior fueron alternativamente los encargados de
llevar adelante las políticas estatales en relación con las comunidades
indígenas.

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En 1916, por decreto del entonces presidente Victorino de la


Plaza se crea la Comisión Honoraria de Reducciones de Indígenas
un organismo dependiente de la Dirección General de Territorios
Nacionales que tendría la misión de fijar de ahí en adelante las rela-
ciones con las comunidades indígenas. El objetivo era coordinar las
políticas hacia el indígena en una sola institución estatal con poderes
de fiscalización sobre las entidades privadas y religiosas.
Sin embargo, recién en 1927, durante la vigencia de los gobiernos
radicales se firma el decreto reglamentario que pone en funciona-
miento dicha Comisión la que además de llevar adelante las acciones
ya señaladas también ampliará su campo de acción administrando
dos colonias de aborígenes situadas en los territorios nacionales de
Chaco y Formosa denominadas respectivamente: Napalpi y Barto-
lomé de Las Casas.
No obstante el importante papel que la Comisión Honoraria
cumplió en la gestación de estas iniciativas gubernamentales, su ca-
pacidad real de intervención en las cuestiones que afectaban la vida
de la población indígena continuó siendo muy débil y limitado. En
un intento de remediar esta situación y acentuar la presencia de esta
agencia estatal en los territorios nacionales se nombran una serie de
delegados indígenas los cuales van a intentar cumplir una serie de
objetivos que iban desde resguardar a la población indígenas de los
abusos, hasta viabilizar ante las autoridades de turno los reclamos
de éstos. Subsidiariamente también cumplen con otro objetivo no
explicito pero presente en la estrategia de muchos funcionarios y es
aquél que tiene que ver la desestructuración de los antiguas formas
de organización indígena como eran los cacicatos ya que su presencia
y accionar resultan una competencia difícil de sobrellevar por los
loncos de cada comunidad.
Paradójicamente, estos delegados van a tener más éxito con este
segundo objetivo que con aquellos explícitos por lo cual habían
sido nombrados ya que la falta de recursos materiales para cumplir
su cometido pero fundamentalmente la escasa predisposición de las
autoridades a atender los reclamos representaron dificultades serias
para que, los delegados de las comisiones honorarias, pudieran de-
sarrollar adecuadamente la labor encomendada.

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De la misma manera, las controversias que se suceden a lo largo


del periodo entre los que propugnan el acceso a la tierra del indí-
gena tutelado por la Iglesia o el Estado y los que impugnan dicho
método aparecen como relevantes en distintos escenarios, donde
confrontan alternativamente miembros de la iglesia católica y el Es-
tado representado por legisladores de distintas procedencias políticas
o funcionarios del mismo gobierno con miradas controversiales,
como lo sucedido en los años treinta cuando se enfrentan quienes
conducen la Comisión Honoraria de Reducciones de Indígenas con
gobernadores territorianos y funcionarios de otras agencias estatales.
En síntesis, aun cuando las comisiones honorarias destinadas a
la protección de la población indígena de los territorios nacionales
desarrollaron una labor legislativa bastante intensa desde la década
del 30, ello no implicó transformaciones notorias en sus condicio-
nes de vida. Por el contrario, los procesos de proletarización de la
población indígena, debido a la expulsión de las tierras donde se
asentaban, sumados a las exacciones sufridas de parte de los comer-
ciantes rurales, los llamados bolicheros tendieron a intensificarse a lo
largo de este periodo provocando su aislamiento y degradación en
sus condiciones de vida.
Al mismo tiempo, y también a lo largo de este periodo, aparece con
cierta uniformidad una serie de discursos que formulan funcionarios
y parlamentarios en los que invariablemente se proclama la igualdad
en términos de condiciones laborales y derechos políticos con los
otros trabajadores y ciudadanos que componen la sociedad civil.
Sin embargo, esta uniformidad discursiva encierra en la práctica
algunos contrasentidos ya que en cada proyecto de legislación laboral
que se propone mejorar las condiciones de los trabajadores siempre
aparece un capítulo dirigido al trabajo indígena, lo que presupone
que en la práctica esa igualdad que se declama no es tal. De la misma
manera, también en el plano del ejercicio pleno de la ciudadanía
aparecen algunas limitantes generadas por el difícil acceso a los be-
neficios materiales y a los derechos políticos que si goza el resto de
los habitantes que componen la nación.
Esta situación se mantiene casi inalterable hasta la irrupción del
peronismo.

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EL MUNDO INDÍGENA Y EL PERONISMO (1943-1955)

Sin lugar a dudas, la irrupción del peronismo en la política nacional


plantea, respecto de la cuestión indígena, una disrupción en cuan-
to al escenario anterior. Aunque persisten en un primer momento
algunas continuidades materializadas en la sobrevivencia de cier-
ta visión liberal en un discurso que señala como objetivo civilizar
al indígena y en la permanencia de algunas instituciones creadas
en la etapa anterior como la Comisión Honoraria de Reducciones
Indios, una institución claramente estructurada desde una concep-
ción tutelar, la ruptura se hace evidente a partir de las respuestas
dadas por el Estado a la demanda en torno de la cuestión indígena.
En este sentido, debe señalarse que las políticas desarrolladas por el
peronismo respecto de la cuestión indígena significó una clara dis-
rupción respecto a la conducta seguida por los gobiernos anteriores.
Esta nueva mirada sobre la problemática indígena se vio eviden-
ciada en una serie de acciones efectivizadas primeramente en un
reordenamiento de las agencias públicas destinadas a llevar adelante
las políticas dirigidas al mundo indígena. Así, a partir de 1943 la Di-
rección Nacional del Trabajo (DNT) delegó parte de sus funciones
en los territorios nacionales a la Comisión Honoraria de Reducciones
de Indios. Esto es significativo porque sugiere el reconocimiento de
que una alta proporción de las personas afectadas, en los territorios
nacionales, serían indígenas. Ese mismo año la Comisión Honoraria
fue incorporada a la recién creada Secretaría de Trabajo y Previsión
(STyP), presidida por el coronel J.D. Perón. Finalmente a principios
de 1946 la Comisión Honoraria fue reemplazado por la Dirección de
Protección al Aborigen, dependiente de la misma secretaría.
Estas iniciativas fueron importantes en términos de la institu-
cionalización de la cuestión indígena, a la vez que completaban la
vinculación entre “problema indígena” y “problema laboral” que se
pronunciaba desde principio de siglo. En efecto, como hemos visto,
mucho de los debates que se dieron en esos años en el Congreso
Nacional se centraban en la condición del indio como trabajador,
generalmente a propósito de las reformas laborales impulsadas por
los funcionarios liberales reformistas y legisladores socialistas. De

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todas las modalidades posibles de asimilación del indio a la sociedad


“nacional”, se enfatizaba la “integración” a través del mercado laboral.
Como sostiene Diana Lenton:

“este concepto del indígena como ‘trabajador-indígena’ se ha ido


incorporando en el discurso de tal manera que muchos legislado-
res se refieren a los indios llamándolos directamente ‘obreros’ o
‘trabajadores’ de tal o cual región o establecimiento, y enfatizan su
condición de clase explotada, por sobre otras cualidades tradicio-
nalmente atribuidas a la raza”.1

Igualmente, conviene advertir que el concepto de trabajador im-


plica en la mirada de las autoridades de la agencia laboral una de-
finición más amplia que va más allá del actor que está sujeto a una
relación salarial y abarca también a los fiscaleros tenedores precarios
de terrenos de propiedad del Estado, a los denominados intrusos
ocupantes ilegales de predios de propietarios absentistas e incluso
a los miembros de las comunidades indígenas que no alcanzaron a
ser desestructuradas. Pero también es necesario señalar que el obje-
tivo principal iba más allá de las relaciones laborales. Se procuraba
que el accionar de la STyP fuera un instrumento apto, no sólo para
llevar adelante una acción reparadora respecto de las arbitrariedades
sufridas por la población indígena, sino también para la integración
de los pueblos originarios a un colectivo más amplio –el “pueblo”,
la “Nación organizada”–, que sería el logro que en definitiva legiti-
maría las políticas gubernamentales.
Para ello, el gobierno nacional llevó adelante una serie de inicia-
tivas que tendieron a modificar la mirada que el Estado había tenido
anteriormente sobre los indígenas y a delinear un nuevo escenario
político social con el pleno reconocimiento de las comunidades
indígenas
Una de ellas quedó plasmada en la nueva Constitución Nacional
de 1949 donde aparece modificado el artículo 67 particularmente

1
Diana LENTON: Los indígenas y el congreso de la nación Argentina 1880-1976. En
Naya. Org. Ar. Noticias de Antropología y Arqueología. Año 2 n.º 14. Junio de 1997.

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el inciso 15 que fijaba, en la constitución de 1853, entre otras atri-


buciones del congreso el de “Proveer a la seguridad de las fronteras;
conservar el trato pacífico con los indios, y promover la conversión de
ellos al catolicismo”.2 Mientras que en la nueva Carta Magna desa-
parece toda alusión a los indígenas equiparando a éstos al resto de
los ciudadanos argentinos.
Otra iniciativa importante, que tiene que ver con éstos objetivos,
es el reconocimiento formal de las comunidades indígenas a partir de
su inclusión en las líneas programáticas del Segundo plan Quinquenal.
En efecto, en la sección destinada a establecer los principios para la
organización del pueblo se insertaba el siguiente párrafo “la población
indígena será protegida por la acción directa del Estado mediante la incor-
poración progresiva al ritmo y nivel de vida general de la Nación”,3 con
lo cual se reafirmaba la intención del gobierno peronista de integrar al
indígena al resto de la sociedad. Incluso va a ser el propio presidente
Perón quien se pronuncie al respecto señalando que:

“Y en tal llamado está incluido el indio; el indio que es el pri-


mer proletario de América y la primera víctima del imperialismo
extranjero; el indio que de hoy en adelante es un argentino más,
con iguales obligaciones y derechos. Así lo establece el 2.º Plan
Quinquenal en el capítulo relativo a la Organización del Pueblo”.4

Como bien señala José Marcillese en esta reflexión:

“Perón equipara al indígena con el trabajador, según él ambos


fueron objeto de una explotación similar, aunque en diferentes
momentos, por lo que se justifica incluirlo dentro de la planifica-
ción que regulará la conformación de la “Nueva Argentina”.5

2
Arturo Enrique, SAMPAY. Las Constituciones de la Argentina (1810-1972). EUDEBA,
Buenos Aires, 1972, p. 379.
3
2° Plan Quinquenal. Buenos Aires, Subsecretaría de Informaciones, 1953.
4
Carlos, ABREGU VIRREIRA. La protección del aborigen. 2.° Plan Quinquenal,
Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, Buenos Aires, 1953, p. 22
5
José MARCILLESE. Las políticas del primer peronismo en relación con las comunidades
indígenas. Andes, 22, 2011, p. 5.

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En definitiva, tal como afirma Daniel García Delgado, el discurso


peronista hizo que: “los excluidos o menos preciados fueran reivindi-
cados y considerados parte de la identidad nacional, rescatándose este
nuevo estatus en expresiones como las referidas “a la dignidad de los
trabajadores”, al pueblo como “lo mejor que tenemos”, o a la resigni-
ficación de “los cabecitas negras” en “los descamisados”, etc.” 6 Y en
la construcción de este nuevo y particular discurso los indígenas
ocupaban un lugar significativo.
Ahora bien, si el interés del gobierno nacional era llevar adelante
estos objetivos de reparación histórica de los agravios sufridos por
la población aborigen, luego el papel que debía cumplir la agencia
estatal encargada del tema indígena era mucho más significativo
que lo que había sido hasta esos momentos, por lo que entonces
necesariamente debía ser reformulado su antiguo rol y estructura
y reemplazado por otro con mayor poder de decisión y recursos.
La justificación de este cambio ya lo adelantaba una nota aparecida
en el Boletín del Ministerio de Trabajo de mayo de 1944. Allí, a raíz
de la visita de un grupo de aborígenes araucanos que concurrieron
a la Secretaría de Trabajo y Previsión para peticionar de que se les
reconocieran los derechos que desde lejanos tiempos tenían para
ocupar el campo Atraico, en Ingeniero Jacobacci, en el Territorio
Nacional de Río Negro, se reflexionaba sobre la necesidad de contar
con un organismo capaz de resguardar los intereses indígenas.

“La multiplicidad de las tareas y de los problemas sometidos a


la consideración de la Secretaría de Trabajo y Previsión, evidencia
la necesidad de que determinadas dependencias del antiguo De-
partamento Nacional de Trabajo, sean reformadas o bien se creen
organismos más adecuados a los fines que deben llenar.
Así se puso de manifiesto la escasez de los medios con que con-
taba la Comisión de la Reducción de Indios para la consideración
y solución de los problemas derivados de la especial situación de
los aborígenes, los más argentinos entre los argentinos, que en su

6
Daniel, GARCIA DELGADO. Raíces cuestionadas: La tradición popular y la democra-
cia. Buenos Aires, CEAL, 1989. Biblioteca Política n.º 246 p. 119.

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propia tierra no encuentran campo para el desarrollo de sus pací-


ficas actividades.
Luego de conversaciones entre funcionarios de este organismo y
de la Dirección de Tierras del Ministerio de Agricultura, se palpó
la necesidad de crear un organismo de previsión, destinado a pro-
teger la suerte de los aborígenes, como medida previa a la satisfac-
ción de las demandas de los mismos”.7

Estas transformaciones institucionales también se vieron acompa-


ñadas por una serie de leyes y decretos que brindaron a los funcio-
narios de diferentes carteras ministeriales los instrumentos jurídicos
necesarios para la aplicación de tales medidas. En tal sentido resul-
taron claves para la población indígena la sanción de decretos como
el n.º 9568/45 ya que a través de sus diferentes artículos marcaba
una nueva impronta del Estado respecto a la cuestión indígena.
En efecto, el artículo 7° señalaba que la Comisión Honoraria
de Reducciones de Indios dependiente de la Secretaría de Trabajo y
Previsión adoptaría las medidas necesarias tendientes a incorporar al
aborigen a la vida civilizada, facilitándole, además, los elementos de
trabajo mencionados en el Artículo 17 de la Ley 4.167, quedando a su
cargo la colonización indígena a que se alude en ese mismo Artículo.
El artículo 8.º especificaba que la Secretaría de Trabajo y Previsión
someterá anualmente a la aprobación del Poder Ejecutivo, con inter-
vención del Ministerio de Hacienda, los planes de colonización que
corresponden a la Comisión Honoraria de Reducciones de Indios.
Y finalmente el artículo 9.º, tal vez el más importante para los
intereses de los pobladores indígenas, determinaba que:

“En lo sucesivo no podrán dejarse sin efecto las reservas indí-


genas existentes en los territorios nacionales, ni reducirse ningu-
na superficie de tierra fiscal, ocupada o explotada por indígenas,
hasta la fecha del presente decreto, cualquiera fuese su título de
ocupación, sin el informe previo y favorable del Estado Mayor del

7
En Boletín de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Mayo de 1944. Año 1 n.º 1. 15
Decreto Ley n.º 9.658/45. Dirección de Tierras. Boletín Oficial, 7 de mayo de 1945.

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Ejército y Comisión Honoraria de Reducciones de Indios. Cuan-


do la superficie ocupada por indígenas estuviere ubicada dentro de
la zona de fronteras que determina el decreto ley 15.385 de junio 13
de 1944 deberá recabarse informe circunstanciado y fundado de la
Comisión Nacional de Zonas de Seguridad”.8

Con el mismo espíritu de favorecer los intereses indígenas estaban


dirigidas una serie de instrucciones que se les proporcionaban a los
funcionarios de distintas jerarquías encargados de la aplicación de
aquellas políticas. En ellas se remarcaba que el objetivo del pero-
nismo era lograr la reparación de la situación de marginación a la
que habían sido relegados los indígenas desde la finalización de las
campañas militares.
En sus observaciones al personal de las reparticiones públicas
para la correcta aplicación de la normativa vigente, el ministro de
Asuntos Sociales del territorio de Río Negro, Salvador Kossman,
planteaba que:

“La autoridad interviniente deberá ajustar el procedimiento que


se le encomienda, a lo establecido en el Art. 9 del Decreto-ley n.º
9658/45, cuando se trate de invasores, asegurando el derecho del
autóctono con relación al blanco, toda vez que ese es el verdadero
espíritu de la ley de la materia”.9

Respecto de los casos de condonación de deudas, acordadas por la


Dirección General de Tierras o de reclamos interpuestos en su mo-
mento por los indígenas, el ministro indicaba que se debía respetar
el derecho de ocupación sin cargo, de acuerdo a lo que establecía
el Art. 7° del Decreto n.º 133457/42, cuya parte pertinente especi-
ficaba que:

8
Ibídem.
9
Instrucciones que deben consultarse, relativas a disposiciones sobre protección del
aborigen. Nota del Ministro de Asuntos Sociales Salvador A Kossman. En Archivo
Histórico de la Provincia de Río Negro. Ministerio de Asuntos Técnicos. Dirección
Nacional de Migraciones. Dirección de Protección del Aborigen. Año 1948. Expe-
diente Letra D. n.º 5268.

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“Los aborígenes que sean favorecidos con la aplicación del pre-


sente decreto, tendrán derecho a títulos precarios de ocupación,
sin cargo, en las tierras que se reserven para esos fines, pudiendo
la Dirección de Tierras en aquellos casos en que sea aconsejable,
exigir pagos de porcentajes mínimos de las deudas a los que se
encontraren en condiciones de contratar”.10

Completaban estas indicaciones las sugerencias respecto a la con-


ducta a seguir en el caso de surgir invasores en perjuicio de los pri-
meros ocupantes indígenas. Los mismos deberían ser notificados,
que se seguirían estas actuaciones, a fin de establecer el aspecto legal
por el que habían sido desalojados los indígenas que las ocupaban
junto a sus familias, dejando constancia de las actuaciones.
Como corolario de estas instrucciones el ministro Kossman,
insistía sobre los objetivos perseguidos por el gobierno peronista en
lo referente a la población indígena:

“Interesa de manera muy especial a este Departamento, llevar


al convencimiento general que será tarea irrenunciable el asegurar
la más estricta justicia en los reclamos de los aborígenes, como
asimismo evitar que sean molestados en su tranquila radicación.
Es tiempo, ya, de terminar con el abuso en perjuicio del
indígena.
No debe olvidarse en ningún momento, que en estas instruc-
ciones está implícita la política proteccionista que anima a este
Ministerio”.11

Estas instrucciones se completaban con otras provenientes del pro-


pio gobierno nacional en las que se indicaban que debían suspen-
derse las demandas e intimaciones de pago por vía judicial contra
aborígenes insolventes.
Los cambios en el abordaje de la cuestión indígena no se agota-
ron solo en el plano de las instituciones estatales y las herramientas

10
Ibídem.
11
Ibídem.

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jurídicas. Desde la perspectiva de los indígenas del sur del territorio,


el peronismo representó un vuelco importante de la situación en
la que se encontraban durante las décadas previas. Mientras que la
aplicación del Estatuto del Peón (1943) modificó las condiciones de
vida de los indígenas contratados en estancias u otras unidades pro-
ductivas, las prioridad que el peronismo dio al uso productivo de los
recursos rurales –reflejadas a través del lema “la tierra para el que la
trabaja”– permitió a los indígenas ocupantes de tierras fiscales con-
seguir la protección del Estado para resistir los desalojos promovidos
por estancieros y comerciantes del ámbito rural. Entre los años 1945
y 1955 se produjo un fuerte incremento de la cantidad de reclamos
formulado por parte de los indígenas a diversas reparticiones del
Estado. El gobierno nacional con una de sus principales banderas, la
defensa de los derechos sociales, motivó rápidamente a la población
indígena la que elevó a las autoridades sus viejos y nuevos conflictos
mantenidos con otros sujetos del mundo rural. En su mayor parte se
trataba de litigio por el derecho al uso de las tierras fiscales existentes
en el territorio, aunque no era inusual que esas denuncias sirvieran a
los indígenas demandantes para referirse a algunos otros problemas
que contribuían a mantener en la marginación a los pueblos origina-
rios. Por ejemplo desde el paraje Chorroy Ruca, el indígena Alberto
Cayupán escribió en 1947 una carta al general Perón en la exponía la:
“sed de justicia de orfandad legal” de los pobladores indígenas de varias
localidades rionegrinas, causadas porque “…suelen ser perseguidos por
la policía bravas y la justicia lugareña por la anacrónica organización
que rige en la actualidad muchas veces al servicio del capital absorbente
de ciertos potentados de la Patagonia”.12 Es interesante observar como
esta misiva permite comprobar, el marco de referencias políticas en
el que los pobladores indígenas planteaban sus demandas las cuales
no estaban limitadas necesariamente al espacio más inmediato. En
su carta, Cayupán se presentaba a si mismo y a todos los pobladores
indígenas de su zona como argentinos cuyos derechos debían ser
reconocidos y defendidos por las autoridades.

12
Archivo Histórico Río Negro. Secretaría de Trabajo y Previsión. Reducciones de In-
dios. Exp. n.º 64647, f. 1.

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“Es necesario de que una vez… por todas, que al autóctono no


se lo persiga ni se lo humille como desgraciadamente ocurre aún
en nuestros días; también la raza nuestra forma parte integrante
del país y en consecuencia se merece el respeto y la consideración
debida. Tener estabilidad y estipulación al trabajo licito y honesto;
amparados en la justicia y la equidad es el deber primordial del
Estado y de la Sociedad. Muchos son los que critican al nativo
como así también al gaucho, está considerado por un valor negati-
vo para el progreso y por ende para la Sociedad, apreciaciones que
no comparto bajo ningún concepto, y en el supuesto que así fuere,
la culpa no es de mi raza, sino que permanecieron sepultados en
el olvido; no se cumplió con la obligación de encauzarlo por el
sendero del bien y del respeto y no lo hicieron. Perdóneme mi Ex-
celencia que entrega su atención en estos modestos conceptos que
esbozo, pues es obra de mi espíritu argentinista y condolido de mi
raza indígena que sufre y es perseguido”.13

Pero la mayor cantidad de demandas consistieron principalmente


en disputas por el acceso a las tierras fiscales. Esas causas demues-
tran que los pobladores indígenas, en su carácter de ocupantes de
tierras fiscales, tenían un fuerte interés en impedir los procesos de
privatización de la tierra pública que se concretaban con la exten-
sión de los alambrados montados por estancieros y comerciantes
del territorio. En la mayoría de ellas, la resolución se orientaba en
un sentido favorable a la población indígena lo que no hacía más
que fortalecer el vínculo identitario de grandes sectores de aquella
con el peronismo. Sin dudas las políticas impulsadas por el peronis-
mo en relación a los indígenas representaron una transformación
muy importante en el imaginario colectivo y político de los pobla-
dores originarios.
No fue únicamente en lo relativo a los conflictos suscitados
por el acceso a las tierras fiscales donde el peronismo expresó su
voluntad política de responder a las necesidades de la población
indígena. También las medidas orientadas al control de precios de

13
Ibídem, F. 1-iv

315 5

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los bienes de consumo representaron una modificación importante


en el sur del territorio pues los comerciantes locales acostumbraban
a elevar arbitrariamente los precios de los artículos consumidos por
los pobladores rurales.
Uno de estos casos se produjo en 1953, cuando Nazario Chico,
el delegado territorial de la Dirección Nacional de Protección al
aborigen, denunció a varias casas comerciales de Maquinchao y
de Los Menucos por no respetar las normativas impuestas por el
gobierno peronista sobre la actividad comercial. La demanda plan-
teada por el delegado Chico se fundaba en los reclamos que varios
indígenas de la zona expresaron contra las prácticas empleadas por
los comerciantes rurales. Con el propósito de “… poder evidenciar
las maniobras deshonestas a la que están habituados”.14, el delegado
Chico se abocó a la recolección de pruebas que pudieran demostrar
lo anterior. Entre ellas se contaban las libretas de crédito de varios
indígenas en las cuales podía observarse que los comerciantes no
marcaban los precios de las mercaderías ni tampoco se ajustaban a
los precios oficiales. Por otra parte, las libretas carecían de cualquier
talonario que pudiera servir de comprobante de los pagos efectua-
dos por los compradores y deudores, aumentando de tal modo el
poder del comerciante. En las últimas líneas de la nota que dirigía
al director general de la Dirección de Protección del Aborigen, el
delegado Chico señalaba que los casos que ponía en conocimiento
eran sólo una parte de todos los existentes:

“Si nos hemos dirigido al señor Director por los motivos que
antecede es a fin de que Ud. nos pueda asesorar en todos cuantos
sea necesario, puesto que hay tantos otros casos similares que co-
rresponde poner en mano de las autoridades, debido a que la gran
mayoría de los aborigen están manejados en las mismas condicio-
nes como está por los comerciantes de los Territorios”.15

14
Archivo Histórico. Río Negro. Justicia Letrada. Exp. n.º 5414, 1953, f,1
15
Ibídem, f. 1.

5 316

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LA CUESTIÓN INDÍGENA Y LA COHESIÓN SOCIAL DURANTE EL PRIMER...

La respuesta que se dio desde la Dirección Nacional de Protección


del Aborigen dejaba ver bien que, para los funcionarios del go-
bierno peronista, los indígenas constituían parte integrante de la
sociedad y por ende de la ciudadanía argentina, siendo innecesario
elaborar leyes especiales para la población indígena. Por lo tanto, se
hacía saber al delegado Chico que:

“… para que sirva de norma para las gestiones que realizan los
aborígenes, se les recuerda que por la Constitución Justicialista,
los indígenas tienen iguales derechos y obligaciones que los demás
ciudadanos argentinos y por lo tanto deben ampararse en las leyes
comunes”.16

La perspectiva de los indígenas no parecía ir en un sentido diferen-


te, No demandaban una legislación especial; pero si sus acciones
estuvieron orientadas a lograr su integración a la ciudadanía argen-
tina. Así lo entendía en enero de 1950 Ignacio Arias un indígena de
Ñorquinco, quien luego de varios años de frustradas gestiones para
obtener la concesión de una mina de carbón que había descubierto,
decidió hacer llegar sus demandas a la propia Eva Duarte expresán-
dose de la siguiente forma:

“Desearía que esa Evita Duarte de Perón como pronunciado


para ayuda de los pobres tal como yo me encuentro, quisiera inter-
venir a mis ayuda para esclarecer a mis asunto de mina indígena I.
Arias las vaya a Río Negro –dichas minas se encuentra en gestiones
a la Protección del aborigen; el principal motivo de esta solici-
tud es de aberme encontrado tan pobre escaso de recurso de toda
especie. Decearía que dicha minas se arreglara apecuniariamente
o por lo menos que me otorgase un préstamo así para poder tra-
bajar; o por lo menos esclarecer definitivamente esa posibilidad.
Ruégole a Evita Duarte de Perón intervenir en ayuda de humilde
siudadanos”.17
16
Archivo Histórico Río Negro. Justicia Letrada. Exp. n.º 5414, 1953 f. 3.
17
Archivo Histórico Río Negro. Justicia Letrada. Exp. Ministerio de Trabajo y Previ-
sión, n.º 17213, 1950. F, 1v.

317 5

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ENRIQUE MASES

En definitiva, lo que todos estos casos permiten observar es que


los indígenas no fueron actores pasivos en el desarrollo de las políticas
que el gobierno peronista adoptó en relación a aquellos, sino que se
mostraron muy activos frente al nuevo panorama de oportunidades
políticas que abrió dicho movimiento. Reconocieron el cambio
de condiciones y actuaron planteando sus demandas al gobierno
nacional, adhiriendo al nuevo partido gobernante al mismo tiempo
que mantenían su identidad étnica.

“Ha llegado a la redacción del diario una comisión de aboríge-


nes del interior del territorio, pidiendo y reclamando al gobierno
tierras para poder trabajar y subsistir.
Llegaron a la mesa del Territorio luciendo en sus pechos la efigie
de Perón y Evita”.18

Este proceso de inclusión y a la vez de adscripción política da senti-


do al éxito del peronismo en el territorio que se ve plenamente co-
rroborado con los resultados electorales de 1951 donde, en el norte
de la Patagonia, conquista una abrumadora victoria siendo amplias
y concluyentes las ventajas que obtiene en las áreas rurales. Este
último aspecto es relevante por cuanto la inclusión social y política
de las masas rurales –mayoritariamente indígena– opera como ver-
dadera novedad en este escenario.

ALGUNAS REFLEXIONES FINALES

La llegada del primer peronismo marcó un cambio importante en


el accionar del Estado, respecto a las comunidades indígenas en el
sur del territorio, teniendo en cuenta al escenario anterior. Y este
cambio se da, a partir de acciones concretas que cumplieron con el
objetivo primero de incluir a estos dentro del campo social y labo-
ral en el mundo rural. Pero al mismo tiempo, el gobierno peronista,
mostró una marcada voluntad para integrar a los indígenas a una

18
Periódico El Territorio. Neuquén, año XX n.º 8882 21 de abril de 1950, p. 1.

5 318

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LA CUESTIÓN INDÍGENA Y LA COHESIÓN SOCIAL DURANTE EL PRIMER...

comunidad de mayor alcance que sus parcialidades, con acciones


reparadoras que se aplicaron desde, el ámbito legislativo pasando
por las instituciones creadas al efecto y donde la Secretaría de Tra-
bajo y Previsión cumplió un rol significativo que fue más allá de la
regulación en las relaciones entre capital y trabajo. Su fuerte pre-
sencia en el escenario rural y la efectiva resolución de los diferentes
conflictos en los que los indígenas se sentían agraviados marcó una
nueva impronta respecto de la presencia estatal en ese ámbito terri-
torial. Incluso esta inédita relación entre el Estado y la población
rural indígena en el espacio pampeano patagónico trascendió los
marcos de las reivindicaciones materiales para avanzar en la cons-
trucción de una identidad política.
En definitiva, los gobiernos justicialistas visualizan, en toda esta
etapa al indígena como un actor más dentro del mundo del trabajo
y por lo tanto como un ciudadano pleno de la Nueva Argentina.
En cierto modo parece posible entender que el peronismo repre-
sento el momento de incorporación definitiva de los indígenas a la
comunidad social y política nacional, interpretándolos como una
parte integrante de la ciudadanía argentina.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Carlos ABREGU VIRREIRA: La protección del aborigen. Buenos Aires, 2° Plan


Quinquenal, Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, 1953.
Juan A. DOMINGUEZ: “La Comisión Honoraria de Reducciónes de Indios en
cumplimiento de su deber”. Comisión Honoraria de Reducciones de Indios
Publicación n.º 4. Buenos Aires, Ministerio del Interior, 1936.
Daniel GARCÍA DELGADO: Raíces cuestionadas: La tradición popular y la demo-
cracia. Buenos Aires, CEAL, 1989.
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2000.
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de 1997. PDF

319 5

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ENRIQUE MASES

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del país. Santa Fe, UNL, 2003.
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en el sur del territorio 1884-1930. Buenos Aires, Prometeo, 2010.
—, y Lisandro, GALLUCCI: La travesía de los sometidos. Los indígenas en el Te-
rritorio de Río Negro, 1884-1955. En Martha, RUFFINI y Rodolfo, MASSERA
(eds.): Horizontes en perspectiva. Contribuciones para la historia de Río Negro
1884-1955. Carmen de Patagones, Puerto Madryn, Fundación Ameghino-Le-
gislatura de Río Negro, 1997.
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Juan C. TORRE y Elisa PASTORIZA: La democratización del bienestar, en Juan
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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA
FRENTE A LA DESARTICULACIÓN SOCIAL PERUANA

Isabel Cristina López Eguren


Pontificia Universidad Católica, Perú
Osmar Gonzales Alvarado1
Biblioteca Nacional, Perú

Polémica y polemista; pensadora social que recibió su instrucción


en su propia casa; mujer que afirmaba que el lugar de la mujer era
el doméstico; de formación conservadora desafió como mujer inte-
lectual el statu quo oligárquico al participar en el espacio público y
defender a los indios; habló del mundo sin haber salido de su casa
sino hasta cumplidos los 20 años de edad; se definió como neutral

Dora Mayer

1
Los autores agradecen los comentarios y sugerencias de Jerjes Loayza, que ayudaron a
mejorar este artículo.

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

en términos políticos pero colaboró en un periódico fascista; jamás


se casó y proclamó un amor que nunca se concretó; de origen ale-
mán su mayor preocupación intelectual y moral fue la situación
en la que vivían los millones de indígenas de los Andes. Así fue
Dora Mayer, quien más allá de sus contradicciones se constituyó
en una figura central del debate intelectual peruano de las primeras
décadas del siglo xx. Tuvo una prolongada vida y aún se le recuer-
da tanto por haber contribuido a legitimar (en contra de su ideas,
paradójicamente) el papel público de la mujer de su tiempo como,
sobre todo, por su tenacidad en la defensa de los derechos de los
indios.
Santiago Giraldo, un importante abogado y diputado puneño
defensor de los indios, director de la revista que dirigía titulada pre-
cisamente El Indio, le pide a Mayer unas líneas autobiográficas que
incluyen una foto, que rescatamos para este artículo:

El Indio año 1, n.º 1, 18 de diciembre de 1903, p. 3

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

Dora Mayer vivió 91 años, y a lo largo de su prolongada existencia


abordó diferentes temas (tuvo preocupaciones filosóficas,2 se acercó a
la teosofía,3 escribió sobre la educación,4 sobre el tema de la mujer,5
por supuesto sobre el problema indígena, el panorama internacional,
entre otros), variando sus puntos de vista e incorporando nuevas
preocupaciones. Por esta razón, y para organizar mejor nuestra
exposición, hemos dividido este artículo en las siguientes secciones
que nos permitirán seguir el rastro de las ideas de Mayer sobre la
cohesión social y la construcción de la nacionalidad peruana. Estas
etapas son las mencionamos a continuación.
En primer lugar, y necesariamente, ubicamos el tiempo de La
Asociación Pro-Indígena (1909-1916), en la que se destaca el papel
que tuvo Mayer, quien fue fundamental en la difusión de su labor por
medio de la palabra escrita (por la publicación El Deber Pro-Indígena)
y hablada (por las conferencias que organizó). Luego abordamos las
colaboraciones de Mayer en Amauta (1926-1927), presentando las
principales ideas que nuestra autora imprimió en la más importante
revista del Perú, aun cuando con explícitas diferencias ideológicas con
José Carlos Mariátegui. En tercer lugar, analizamos brevemente lo que
podemos llamar la seducción del fascismo (años 30), discutiendo qué
tipo de intelectual era Mayer y las posiciones ideológicas que tuvo con
relación a diferentes proyectos políticos, especialmente el fascismo. En
cuarto lugar, exponemos las propuestas que Mayer presentó en diferentes
encuentros indigenistas, así como sus reflexiones sociológicas finales

2
Joel ROJAS: “Estudio Preliminar. Los espectro de Dora Mayer”, en Dora Mayer. El sol
que disipa las nubes. Textos esenciales. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú.,
2018.
3
Op. cit.
4
Especialmente, destacando la obra de mujeres como Juana Alarco de Dammert o
Elvira García y García, por ejemplo.
5
Rojas afirma que “es posible denominar a Mayer una precursora del feminismo pe-
ruano, un feminismo maternal por cierto”. op. cit., p. 33. En efecto, Mayer defiende la
igualdad jurídica entre la mujer y el varón, pero asimismo que el mundo del trabajo no
es el propio de la mujer, sino el doméstico, y que si bien debe educarse, es la responsa-
ble de preservar el matrimonio, base de la vida social. Sorprendentemente, Mayer no
aprueba el voto femenino, porque considera que al entrar al espacio público, la mujer
puede desentenderse del matrimonio. Sobre el feminismo, Mayer afirma: “El feminismo
es admisible si se le considera, no como un fin, sino como un medio de conquistar una
perfección mayor para la mujer del hogar” (“La moral femenina”, 1911).

323 5

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

(décadas 40 y 50) para establecer los cambios y constantes que exhibe a


la luz de una realidad nacional e internacional distinta a la de los años
de la Asociación Pro-Indígena; esta es la etapa final de la vida de Mayer
en la que, desde una explícita posición, religiosa y moral, da una nueva
mirada a los problemas que siempre le obsesionaron, especialmente
el del indio y el de la nacionalidad. Finalmente, presentamos nuestras
conclusiones sobre las propuestas de Mayer, la cohesión social y la
desarticulación de la sociedad peruana.
En Mayer no solo es importante por lo que observa sino también
desde dónde lo hacía. En efecto, al mirador que construye se basa
en tres externalidades: como mujer intelectual dentro de una socie-
dad oligárquica que excluía o marginaba a las mujeres del espacio
público; como extranjera, pues había nacido en Alemania, pero
escribía desde su peruanidad construida como mujer arraigada; e
indigenista, defendiendo a quienes siendo históricamente la base de
la nacionalidad habían sido sometidos y discriminados por un orden
político y económico funcional a los intereses de la minoría criolla.
Estos “puestos de observación” que había construido Mayer la
colocaban en las orillas de la “sociedad integrada oligárquica”, pero
dentro de una sociedad amplia desarticulada. Precisamente, todo lo
que no estaba dentro de ese núcleo “oficial” era, en el discurso y la
organización social, lo nacional. Lo no integrado era lo mayoritario
y lo histórico; en otras palabras, lo indígena constituía la base de la
memoria histórica y de la identidad particular de la nación peruana.
Políticamente, el derrotero de Mayer fue complejo. Luego de
su indigenismo en los albores del siglo xx, se acercó (personal, no
ideológicamente) de manera breve al gran pensador marxista José
Carlos Mariátegui, para muy rápidamente tomar distancia de sus
propuestas, que Mayer consideraba sovietizantes. En los años trein-
ta, Mayer se acercó al fascismo representado por el partido Unión
Revolucionaria, que tuvo vida efímera. Posteriormente, y ya sin la
influencia de sus primeros años, Mayer continuaría con sus artículos
y libros sobre diversos aspectos de la vida nacional en un contexto
mundial desgarrado por la Segunda Guerra Mundial, tomando
partido en contra del nazismo, y manteniendo su preocupación
vertebral: la del indio.

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

En este texto, a partir del seguimiento de algunas de sus princi-


pales obras, rastreamos las ideas de Mayer sobre la desarticulación
social y la no integración de la nacionalidad peruana, y exploramos
sus planteamientos de solución frente a esa realidad.

BREVE ESBOZO BIOGRÁFICO DE UNA MUJER INTELECTUAL

Dora Mayer, nacida en Hamburgo (Alemania) el 12 de marzo de


1868, llegó al Perú de la mano de sus padres el 14 de abril de 1873,
desembarcando en el puerto del Callao (en donde se avecindaría
durante prácticamente toda su vida), es decir, seis años antes del
estallido de la guerra del Pacífico (1879-1883) con Chile, cuyas con-
secuencias devastadoras pudo observar y analizar gracias a su inte-
ligencia precoz. Algunos años después del infausto episodio bélico,
Mayer procesaría en sus escritos, y desde su posición de peruana
arraigada (en numerosas oportunidades se refería a “nosotros los
peruanos”), las secuelas sociales y políticas de la guerra, que exhibió
las carencias y debilidades que hacían evidente la falta de cohesión
social en el Perú y que requerían soluciones urgentes. Si algo carac-
terizaba a la sociedad peruana de entonces era la extrema fragmen-
tación, seña principal de una república que no había sido capaz
de forjar ciudadanos plenos e instituciones sólidas que sirvieran de
pilares de la nacionalidad. El abuso de los poderes locales contra
los campesino-indígenas y el privilegio de las élites económicas, se
fundamentaban, entre otras razones, en el llamado “racismo bio-
lógico” −que consideraba que las personas tenían características na-
turales inmodificables socialmente que los ubicaban en diferentes
escalas de la vida social−, y en la adaptación de modelos foráneos
sin tomar en cuenta la especificidad de la realidad nacional.
La infancia que Mayer vivió en el Perú, su patria por adopción,
es un recuerdo que mantendría presente a lo largo de su vida.
Los padres de Dora, en tanto inmigrantes alemanes, trataron de
adaptarse al medio que los acogió. En el caso de su padre, Anatol
Mayer, contador y administrador de profesión, fue menos difícil.
Lo contrario fue en cuanto a su madre Matilde, cuya adaptación

325 5

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

fue mucho más complicada debido a su carácter poco sociable e


introvertido; prefería permanecer en su hogar, salvo en ocasiones
muy especiales. Dora amaba las esporádicas salidas acompañando
a su padre en las que podía tener oportunidades de interactuar con
otras personas y conocer algo de la ciudad.
Este aislamiento de Dora con su entorno social hizo que transcu-
rriera su infancia en absoluta y completa soledad. En sus Memorias6
cuenta que cierta vez, cuando tuvo ocasión de ir al mercado, sintió
el impulso de entablar amistad con otras niñas de su edad, pero que
al verlas descalzas y sin zapatos pensó que no se veían presentables.
Este pensamiento ya empezaba a marcar una diferencia entre su
vida familiar y doméstica y su entorno social, que sería uno de
los ejes de sus reflexiones sobre la realidad peruana. Por otro lado,
cuenta Mayer que su madre tenía una especial manera de vestirse
muy tradicional y que a ella misma vestía dentro de sus particulares
parámetros, supervisando con la costurera la ropa que debía ponerse
y que no era la usual en su tiempo, pudo percatarse de que la gente
la miraba con extrañeza.
Desde muy niña, Mayer denotaba gran agudeza en la observación
de lo que ocurría a su alrededor, más aún cuando ella provenía de
un origen cultural muy diferente del que podía ver en la inmediatez
de su vida. En su calidad de inmigrante, se iría convirtiendo a muy
temprana edad en una espectadora de la sociedad peruana desde
fuera, desde la vitrina, pero buscando siempre ser parte de ella.
Don Anatol fue un admirador del presidente Ramón Castilla, a quien
pudo observar en su gestión como presidente de la República. En efecto,
don Anatol había estado en el Perú a mediados del siglo xix cuando Castilla
abolió la esclavitud en 1854 y prohibió el tributo indígena, medidas que
impactaron en el padre de Dora. Es así que, por medio de los ojos de su
padre, Mayer comenzaría a tomar nota de la falta de cohesión social en
el Perú, y no es difícil imaginar que se formaría en ella una consciencia
crítica de las diferencias sociales existentes en la sociedad peruana. Desde
su mirada externa e íntima a la vez los hechos que observaba la obligaban

6
Dora MAYER: Memorias. (1951-1952). 3 volúmenes. Lima: Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos, 1992.

5 326

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

a preguntarse por un universo social complejo del cual se sentía parte y


al cual se adhirió y aferró desde sus sentimientos hasta su incursión en
la vida pública y política peruanas.
Dora fue educada cuidadosa y privadamente bajo el modelo ale-
mán hanseático7 en cuanto a sus orígenes y tradiciones culturales del
norte de ese país. Su hogar fue su claustro hasta la juventud, alrededor
de los veinte años de edad. Es decir, no participó de la educación
institucional formal, por lo que se le considera una autodidacta que
en años posteriores se constituiría en una de las figuras intelectuales
más importantes de Lima, centro de la vida cultural peruana. Las
primeras revelaciones de su inquietud por el debate público y los
problemas sociales aparecieron en las páginas de El Comercio en no-
viembre de 1900, diario en el que colaboraría de manera recurrente.
Por otro lado, en 1907, aparecerían esas reflexiones sobre la realidad
social, el debate intelectual (leyó a Herbert Spencer y el positivismo,
al cual se adhirió) y los avances científicos (se interesó por las ideas
darwinistas) en el volumen con el título de Escritos sociológicos y
editado por el Consejo Provincial del Callao. Evidentemente, no se
trataban de artículos sociológicos estrictamente hablando, pues la
disciplina recién se profesionalizaría en el Perú hacia mediados del
siglo xx, pero sí de reflexión sobre temas sociales. Mayer emergería
entonces como una importante pensadora social.
Estos serían los inicios de la larga y prolífica vida intelectual
de Dora Mayer, quien se convertiría en una de las referencias del
debate público. Su entusiasmo y devoción por las ideas la llevaron a
impulsar varias publicaciones, algunas de las cuales financió, además
de proponer temas de discusión de interés nacional. Mayer fue una
prolífica difusora de la palabra escrita y una promotora tenaz de la
defensa del indio. Moriría el 7 de enero de 1959.

7
Proveniente del norte de Alemania. Actualmente, Hamburgo es considerada como
ciudad libre y Hanseática.

327 5

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

LA ASOCIACIÓN PRO-INDÍGENA

Para evaluar en su debida importancia el papel de la Pro-Indígena es


necesario, antes, conocer el contexto social de principios del siglo xx en
el Perú, en el que el indígena estaba sometido bajo relaciones sociales
serviles…

que no se condecían con los planteamientos liberales. Estaban


basadas en formas productivas premodernas, como la servidumbre
indígena en las extensas y tradicionales haciendas de la sierra y
en los domicilios de la clase alta urbana, y la semiesclavitud indí-
gena en las zonas de selva dedicadas a la explotación del caucho.
Las relaciones serviles también se hacían presentes en sistemas de
reclutamiento de trabajadores indígenas por coacción o engaño
(por ejemplo, el enganche) en las modernas haciendas agroexpor-
tadoras de la costa y en la minería de exportación. Tal situación
se veía facilitada por la relativa autonomía de las regiones frente
al poder central. Pero también por un Estado que, si bien se vol-
vía menos patrimonial, no incorporaba en su modernización a las
mayorías indígenas, postura justificada en la ideología del racismo
científico.8

La Asociación Pro-indígena inició su vida institucional en 1909,


durante el primer gobierno de Augusto B. Leguía (1908-1912), fun-
dada en Lima por el filósofo de ascendencia china, Pedro S. Zulen,
quien por ese entonces era un estudiante de la Facultad de Letras
de la Universidad Mayor de San Marcos. La Asociación fue creada,
según sus propios términos, por la preocupación en el bienestar y
la protección de la raza fundamental peruana. Conformaban esta
organización personalidades de la época como el senador Joaquín
Capelo, ingeniero y sociólogo; Emilio J. Lissón, arqueólogo; el pa-
dre Vitaliano Berroa, expárroco de Arica; Emilio Sequi, Director
de la Voce di Italia; Aurelio Denegri, ingeniero; y la propia Dora
8
Margarita ZEGARRA: “Dora Mayer, los indígenas y la nación peruana a inicios del
siglo xx”, en Anuario de Estudios Americanos, vol. 66, núm. 1, enero-junio, 2009,
Sevilla, p. 255.

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

Mayer. La Junta Directiva de la Asociación realizó sesiones ininte-


rrumpidas hasta el año 1915 todos los días viernes de cada semana.9
En un acápite de sus estatutos señala como uno de los fines de
la Asociación lo siguiente:

g) promover por medio de debates públicos y certámenes el es-


tudio de todas las cuestiones relativas al mejoramiento de la raza
indígena, gestionando ante los Poderes del Estado todo aquello
que tienda a protegerla y, especialmente a facilitar su desarrollo,
físico, moral e intelectual, y disminuir su mortalidad.

Mejorar, gestionar, proteger y facilitar el desarrollo de la “raza in-


dígena”. Más adelante, Mariátegui colocaría el tema indígena en
términos económicos ligándolo al tema de la propiedad de la tierra,
conclusión fundamental, pero no se debe desdeñar la influencia de
la Pro-Indígena en su manera de entender el tema del indio, pues
las ideas tienen un proceso de recepción, crítica y criba que es me-
nester tener en cuenta.
La labor de propaganda y difusión de la Pro-indígena fue muy
intensa y se desarrolló por medio de diversos periódicos limeños como
La Prensa, La Crónica y El Comercio, en los que además de publicar
artículos de opinión orientados a sensibilizar a la opinión pública sobre
el estado de abandono y dominación de los indígenas, se difundían
denuncias de los abusos que cometían los poderes locales en contra
del habitante de las comunidades campesinas. La Asociación publicó
anales durante tres años mientras tuvo un órgano propio (El Deber
Pro-Indígena, de 1912 a 1916, y que la propia Mayer financió y organizó
múltiples conferencias (que se divulgaban en dicha publicación) de
destacadas personalidades de la vida intelectual de la época, como
los miembros de la generación del novecientos (especialmente Víctor
Andrés Belaunde, quien después sería el fundador del pensamiento
socialcristiano en el Perú, y José de la Riva Agüero, después baluarte
del pensamiento conservador).

9
Dora MAYER: El Indigenismo. II Congreso Interamericano del Cusco, Callao, 1949.

329 5

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

La propia Mayer, desde las páginas de El Deber Pro-Indígena,


arremetió contra aquellos intelectuales limeños (como Clemente
Palma) que, a propósito de la rebelión de Rumi Maki (1915),10 apro-
vechaban la ocasión para hacer escarnio de los indios (“La sátira
en su lugar”, de 1916) señalando que esa burla era síntoma de una
patología más profunda que había que analizar y desterrar. Además,
puso en el debate el papel del capital extranjero (sobre todo la Cerro
de Pasco Mining Company) en la explotación del indio (“El Estado
de la causa”, 1912), continuando la opresión ejercida por gamonales
y militares.
Todo lo mencionado contribuyó a crear una corriente de opi-
nión pública favorable a solucionar el llamado problema del indio,
en lo que Mayer cumplió un papel destacadísimo, pues fue ella en
realidad quien mantuvo vigente a la Asociación. La labor de la Pro-
Indígena fue tan importante que no se podría entender el papel de
la siguiente generación, la del Centenario de la Independencia, es
decir, la de José Carlos Mariátegui, quien estableció los límites de
la Asociación, a saber, su mirada legalista y filantrópica. Como sa-
bemos, la generación del Centenario observó el problema indígena
desde el mirador económico y político, con posiciones ideológicas
claramente establecidas.
Según explicaría la propia Mayer en 1949,11 es decir, unas décadas
posteriores al cese de la Pro-Indígena, la premisa era que los civilizados
culturizaran a los indígenas de la puna porque “nuestro indio merece
ser fundamento sólido de nuestra peruanidad”.12 En este terreno de
ideas, Mayer se interpela sobre el sujeto civilizador: ¿el europeo puede
ofrecer ejemplos de virtud moral?, en su concepto, no. Como anota
Joel Rojas,13 para Mayer la moral es una ciencia de la felicidad, no
10
Rumi Maki fue el seudónimo que adoptó el oficial del ejército, Teodomiro Gutiérrez
Cuevas, que significa ‘Mano de piedra’). Gutiérrez, que desempeñó el cargo de prefec-
to en varias localidades, siempre defendió al indígena de los abusos de los hacendados.
En 1915 encabezaría una rebelión campesina en el departamento altiplánico de Puno,
la que, con apoyo del ejército, los hacendados pudieron derrotar. En 1916 capturaron
a Gutiérrez Cueva y la justicia lo condenó a 20 años de cárcel por sedición y traición
a la patria. Logró fugar sin ser recapturado; su figura adquirió un aura de misticismo.
11
Op. cit.
12
Op. cit., p. 6.
13
ROJAS, op. cit., p. 29.

5 330

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

puede existir esta sin valores morales, y eso es lo que no encuentra


en el civilizador europeo luego de las dos guerras mundiales. Por
otra parte, nuestra autora critica el servicio militar obligatorio y el
“deporte embrutecedor”, siempre en contra del indio. “El deporte
en la escala en la que actualmente se practica ya no es gimnasia sino
anticipo de batallones del ejército; aunque arranque a los hombres
de los bebedores los aleja a la vez de las bibliotecas y vulgariza los
modales”.14 El espacio del indio “necesitaba de más visión que la
ofrecida por el estrecho horizonte de su cuna primitiva”15 y crear
una conciencia de cada individuo de “educar al hombre atrasado, a
fin de que pueda defender sus derechos personales y convertirse en
un ciudadano”.16
Lo que sustenta Mayer en las líneas reseñadas es muy importante,
pues alude a una idea fundamental: que el indio debe ser ciudadano,
es decir, un peruano con igualdad de deberes y derechos refrendados
y resguardados por el Estado. La condición de ciudadanos debería
contribuir a terminar con la marginación no solo con la mayor
porción demográfica del país, sino con la población culturalmente
más importante del Perú. En este sentido, integrar es reivindicar y
así construir la nacionalidad.

LA COLABORACIÓN EN AMAUTA

En 1919 Leguía iniciaría su largo segundo gobierno, llamado el on-


cenio (1919-1930), que impulsó la modernización capitalista por
medio del capital estadounidense, así como un periodo de auge del
debate intelectual e ideológico, que tuvo al periodismo como su
espacio privilegiado.
José Carlos Mariátegui había entablado una cordial relación
con Pedro Zulen, y también conoció a Mayer. Luego de su regreso
de Europa en 1923 y ya habiendo fundado la revista Amauta, Ma-
riátegui decidió rendir homenaje a Zulen (quien había fallecido en
14
MAYER, op. cit., p. 7.
15
Op. cit., p. 8.
16
Op. cit., p. 9.

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

1925) y a la Pro-Indígena. Para ello pidió a Mayer que colaborara en


Amauta haciendo un recuento histórico resaltando la importancia
de la Asociación. Es así que a partir de setiembre de 1926 (en el
primer número de Amauta) y hasta diciembre de 1927, la firma de
Mayer apareció en las páginas de tan importante publicación. Nunca
fueron grandes amigos ni eran coincidentes en sus puntos de vista
ni ideologías, pero Mariátegui respetaba sinceramente la figura de
Mayer, incluso la invitó a asistir a las tertulias que se realizaban en
el llamado Rincón Rojo, en la casa de Mariátegui.
Uno no puede dejar de experimentar un sinsabor al leer líneas
posteriores a su presencia en Amauta cuando Mayer acusaba a Ma-
riátegui de querer sovietizar a los jóvenes intelectuales reunidos en
su propio hogar, además de insinuar que gozaba de cierta protección
gubernamental que le permitía hacer circular Amauta a pesar de que
otras publicaciones sufrían la censura oficial. (Su posición crítica al
leguiísmo se puede conocer en los dos tomos de su El oncenio de
Leguía 1933-1934). Algo o mucho tendría que ver en estas críticas las
opiniones de Mariátegui con respecto a la visión de la Pro-Indígena
que ya hemos mencionado.
El primer artículo de Mayer en Amauta gira efectivamente sobre
la importancia que representó la Pro-Indígena (“Lo que ha significado
la Pro-Indígena”, en Amauta núm. 1, setiembre de 1926), rescatando
la figura de Zulen, de quien se había enamorado protagonizando
ella una de las historias más comentadas de la vida intelectual pe-
ruana. Zulen fue insistente en afirmar que nunca hubo una relación
sentimental, pero aun así, Mayer insistió en lo contrario y firmaba
sus escritos como Dora Mayer de Zulen después de que muriera el
filósofo; incluso, sacó a la luz un libro en el que reseñaba su rela-
ción amorosa,17 lo que produjo reacciones de diverso tipo entre los
intelectuales de la época.
Pero para el tema que nos preocupa desarrollar en estas líneas, se
debe destacar que Mayer, en esta primera colaboración en Amauta,

17
Dora MAYER: Zulen y yo. Testimonio de nuestro desposorio ofrecido a la humanidad,
Lima: Imprenta Garcilaso, 1925. También véase: José ADOLPH: Dora. (1989). Lima,
Peisa, 1989. María Carla del Pilar ATENCIO VERGARA: “Estudio crítico sobre el
caso de exposición de correspondencia íntima y debate público entre los intelectuales

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

afirma algo que se encuentra en comunicación directa con una tesis


expuesta por Manuel González Prada en cuanto a la autorredención
del habitante andino. El escritor ácrata había sostenido que “el indio
se redimirá merced a su esfuerzo propio, no por la humanización de
sus opresores”;18 por su parte, Mayer decía que “ya era tiempo que
la raza misma tomara en manos su propia defensa”, y que no podrá
encontrar su salvación si no tomaba esa decisión en sus manos. Según
estas líneas, habría una conexión de pensamiento entre lo sostenido
por González Prada, la labor de la Pro-Indígena y, obviamente, la
propia Mayer. Sin embargo, hay que precisar que Mayer también
manifestó, simultáneamente, otra posición, contraria, y más apegada
a los objetivos de la Pro-Indígena, al señalar que hay que rescatar a
la raza indígena de su “horrible destino”, y que tiene que ser guiada
hacia alturas morales (El indígena y su derecho, de 1929). De cualquier
manera, para Mayer la unidad nacional pasa necesariamente por la
redención del indígena hasta convertirlo en ciudadano peruano.
Lejos de Mariátegui, de González Prada y también de Luis E.
Valcárcel (autor del mesiánico Tempestad en los Andes) quien pro-
pondría una revolución indígena anti-occidental, Mayer no propone
una hecatombe social, pues considera, dentro de la propia acción
y fines de la Pro-Indígena, que el esfuerzo de debería orientar en
adecuar las normas legales y crear conciencia en los otros sectores
sociales y culturales de la legitimidad del reclamo de los indígenas
por ser parte de la vida nacional.
Por otra parte, Mayer también defendía a las razas asiáticas,19 se
autoidentificaba como asianófila, encontrándoles virtudes dignas de
imitar (“Los estudios del dr. Ángel M. Paredes sobre sociología ame-
ricana”, Amauta n.º 2, octubre de 1926), tema sobre el cual volvería
en su artículo “América para la humanidad” (Amauta n.º 9, mayo de

Dora Mayer y Pedro Zulen en los diarios El Comercio, La Prensa y la publicación


El Deber Pro Indígena en 1916”. Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC),
2017, Lima (http://hdl.handle.net/10757/623349).
18
Manuel GONZÁLEZ PRADA: “Nuestros indios”, escrito en 1904 y publicado en
1908. Mayer reconocería algunas décadas más tarde: “…he tenido la efervescencia de
Gonzales Prada”.
19
Es representativo su libro La China silenciosa y elocuente, de 1924. Además, colaboró
en la publicación de la comunidad china llamada Oriental.

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1927). En general, en el pensamiento de Mayer, y confrontando el


pensamiento sostenido por las élites latinoamericanas gobernantes,
es muy nítida su empatía con las despectivamente llamadas “cultu-
ras muertas”, como la de los hindúes, chinos, negros y japoneses. Y
desde el plano nacional, evidentemente, con la del habitante andino.
Para nuestra escritora, las poblaciones de estas culturas “primitivas”
serán las capaces de garantizar su “independencia y respeto mutuo”,
oponiéndose con éxito al poder que amenaza desde el norte. Enfren-
tándose a las opiniones prevalecientes entonces, defendía el papel que
esas razas cumplían en la conformación de la nacionalidad peruana.
Negaba las posturas elitistas y racistas de intelectuales (como Alejan-
dro Deustua, Clemente Palma, Javier Prado y Ugarteche, Francisco
García Calderón, entre otros) que consideraban que las poblaciones
de las culturas subordinadas estaban condenadas a desaparecer, y
que su presencia no hacía ningún bien a la nacionalidad. El racismo
científico moldeado por el positivismo en boga, legitimaba el esquema
de discriminación étnica, aunque se debe subrayar que el positivismo
no fue homogéneo, como lo expresan las ideas de la propia Mayer.
Otros temas que Mayer abordó en Amauta fueron la participación
de Estados Unidos como mediador para solucionar los conflictos
posguerra entre Perú, Chile y Bolivia (“La formula Kellogg”, Amauta
núm. 5, enero de 1927), lo que sin tapujos llama el imperialismo
yanqui (“Frente al imperialismo yanqui”, Amauta, núm. 6, febrero
de 1927) y las relaciones entre constitución de naciones y religión
en la que sería su última colaboración “amautista”: “El problema
religioso en Hispano América” (Amauta, núm. 10, diciembre de
1927). El siguiente párrafo ejemplifica perfectamente la forma de
interpretar este tema por parte de Mayer:

... hemos nacido peruanos, y nuestro deber inherente es para


con el Perú. Nuestra mirada tiene la obligación de no extraviarse
sobre Europa y Estados Unidos, sino de concentrarse sobre el indio
de la tierra patria [...] El alma del indígena es dueño de estas sierras
y de estas montañas. No debemos exponerla al torrente arrollador
de una civilización completamente extraña y fuertemente robus-
tecida en lejanos climas. Si así la expusiéramos al choque mortal,

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

seríamos, los espíritus dirigentes en el Perú, semejantes a los hijos


de Jacob que vendieron a Josef a los egipcios (p. 61).

Mayer se siente peruana y escribe como tal, según se colige de las


líneas reproducidas. En este sentido, se preocupa por la unidad na-
cional del Perú, y lo hace partiendo de una identificación religio-
sa que rápidamente se extiende hacia el análisis de una situación
económico-política internacional. Como señala Katalin Jancsó:

Según ella, los americanos con la ayuda del protestantismo in-


tentan disolver la unidad de los países del Centro y Sud América.
Está convencida de que la lengua y la cohesión de la religión son
los únicos medios que quedan para los latinoamericanos como de-
fensa moral ante el mercantilismo norteamericano […] Insta la
unidad también porque le preocupa la suerte de los indígenas de
América Latina que aún más están a la merced de los norteame-
ricanos. Advierte que los norteamericanos sólo acechan al indio
porque necesitan sus brazos, su fuerza, su trabajo. Además es aún
más alarmante que el Perú (y Sudamérica) no tenga ninguna fuer-
za propia como para defenderse y proteger a sus habitantes. Es
más, todos los progresos visibles dependen del capital y los bancos
norteamericanos.20

En 1929, Mayer lanza su muy importante libro El indígena y su dere-


cho que es una reflexión socio-jurídica sobre la Reforma del Código
Civil hacia fines del gobierno de Augusto B. Leguía que planeaba
convertir al indígena en propietario individual yendo en contra de su
historia y su tradicional organización comunitaria. Mayer hace una
defensa de la vida comunitaria del habitante andino reconociéndola
como base de la nacionalidad peruana, lo que la enfrenta a las po-
siciones hegemónicas dentro de las élites políticas y académicas de
entonces. Esta posición la ratifica Mayer en 1930 cuestionando una
propuesta del Poder Judicial, que dejaría legalmente desprotegidas

20
Katalin JANCSÓ: “Dora Mayer en Amauta”, en Humanidades y Lenguas Modernas,
2012, n.º 15, p. 62. De https://www.academia.edu/13044091/Dora_Mayer_en_Amauta.

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

a las comunidades indígenas atentando contra la ancestral forma de


organización social de los habitantes andinos.21
Entre otras cosas, Mayer destaca que la comunidad indígena
tiene una gran cohesión, que es lo que le da vida y permanencia;
en contraste, lo da a entender, la nacionalidad está profundamente
desarticulada y esa falta de cohesión se debe explicar porque no ha
incorporado al indio, que tiene la característica fundamental de
la vida colectiva. De esta manera, tenemos, por un lado, a la raza
aborigen mayoritaria y comunitaria, base de la historia y cultura
peruanas, excluida de la vida nacional; y por el otro lado, la sociedad
oficial, la criolla y urbana, que la desprecia. Asimismo, Mayer niega
enfáticamente que el indio esté en decadencia al igual que la raza
china, contradiciendo a sus enemigos. Señala además que es un ser
normal que “solo aguarda la llegada de los socorros rescatadores” y
que es la base de la vida comunal o democrática. Finalmente, confiesa
que desconfía del movimiento indigenista al considerar que no será
de ninguna ayuda al indio. Por ejemplo, sostiene que Mariátegui
confunde sovietismo con indigenismo; en contraste, la labor de la
Pro-Indígena sigue estando presente en Mayer como su referencia
paradigmática en cómo abordar el problema indígena.
Es muy clara la preocupación de Mayer con respecto a la falta
de cohesión social en el Perú. Asimismo, ya no mira solamente al
interior del país en cuya realidad la mayoría indígena no es parte
real de la nacionalidad, sino que ahora incluye el aspecto externo,
el internacional, que alerta sobre el peligro que significa el “impe-
rialismo yanqui”.

LA SEDUCCIÓN DEL FASCISMO. LOS AÑOS 30

El año 1930 sería muy importante en la historia peruana, y los suce-


sos que ocurrieron en ese año marcarían procesos políticos e ideo-
lógicos que tendrían una amplia influencia en los años posteriores.

21
Dora MAYER: Un debate importantísimo en el Patronato de la Raza Indígena. Lima,
1930.

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En efecto, Mariátegui moriría el 30 de abril, inmediatamente


después, Eudocio Ravines fundaría el Partido Comunista del Perú,
y Víctor Raúl Haya de la Torre el Partido Aprista (20 de setiembre).
Asimismo, el 22 de agosto el presidente Augusto B. Leguía había
sido derrocado en un golpe de Estado auspiciado por el civilismo y
ejecutado por el comandante Luis M. Sánchez Cerro, quien instaló
una Junta Militar de Gobierno que dirigió al país desde el 27 agosto
de 1930 hasta el 1 de marzo de 1931.
Para el año 1931 se convocaron a elecciones generales, teniendo
como principales candidatos al propio Sánchez Cerro (por la Unión
Revolucionaria) y a Haya de la Torre (por el emergente aprismo).
Ganó el primero y el APRA pasaría a la oposición desde los espacios
institucionales en un momento de graves conflictos sociales y políticos.
Si bien es cierto que Sánchez Cerro comandó, desde diciembre, un
gobierno autoritario, nacionalista y represor, contó con gran respaldo
popular, por lo que algunos analistas sostienen que encarnó un popu-
lismo conservador.22 Proliferarían entonces los perseguidos políticos:
no solo leguiistas, también apristas y comunistas. Todos los hechos
mencionados abrirían una nueva etapa en la vida política peruana.
Especialmente sería el aprismo quien combatiría al sanchezcerrismo
en una lucha sin cuartel que concluiría en la guerra civil en 1932.
Luego, el 30 de abril de 1933 un militante aprista acabaría con la vida
de Sánchez Cerro, adviniendo un gobierno militar (del general Óscar
R. Benavides) con las mismas características autoritarias.
Sin su líder, la Unión Revolucionaria pasaría a ser dirigida por el
abogado Luis A. Flores, adoptando la ideología del fascismo italiano.
Su órgano de expresión sería la revista Crisol.23
En este escenario de enfrentamiento y de ruptura con la historia
reciente anterior, Dora Mayer, que no fue una izquierdista, y menos
radical, como ya hemos visto, siempre mantuvo una clara sensibi-
lidad social en cuanto a los problemas nacionales, a los que buscó

22
Manuel CASTILLO OCHOA: “El populismo conservador. Sánchez Cerro y la
Unión Revolucionaria”. en Alberto ADRIANZÉN: Pensamiento político peruano
1930- 1968. Lima, Desco, 1990.
23
Tirso MOLINARI: El fascismo en el Perú. La Unión Revolucionaria, 1931-1936. Lima:
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2009.

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

entender desde el lado de las poblaciones desposeídas y marginadas


y en contraposición a las élites conservadoras de su tiempo. Por ello,
sigue extrañando a los analistas su identificación con el autoritarismo
representado por el coronel Luis M. Sánchez Cerro y el partido Unión
Revolucionaria (el urrismo), el portaestandarte de las ideas fascistas.
Cierto es que el de Mayer no fue el único caso. Otro contertulio
de Mariátegui, Abelardo Solís, quien había realizado importantes
análisis sobre el problema agrario (Ante el problema agrario, de 1928),
también había sido seducido por las ideas fascistas. Es posible que el
respaldo popular que registró Sánchez Cerro, él mismo integrante
del Perú mestizo-indio, llevara a Mayer a depositar su confianza en
él, además de la amistad que mantenía con Solís.
Para Tirso Molinari y Susana Aldana, la autonomía intelectual de
Mayer se expresaba como ambigüedad política,24 la propia Mayer se
definía como neutral políticamente hablando. También es probable
que su figura como intelectual, en tanto pensadora social general,
le permitiría ir colocándose en un lado o en otro del espectro del
debate sin mayores conflictos ideológicos. También es cierto lo que
señalan estos autores, que Mayer no tenía salidas políticas claras ante
los problemas que analizaba, que mostraba una evidente ambigüedad
política…

[n]o frente a los ideales de justicia social, de equidad y de indige-


nismo y otros que suscribía sino frente a la concreción política de
los mismos. Pero es que Dora Mayer no es clara en cuanto a las sa-
lidas políticas. Su rechazo al gamonalismo, su rechazo al poder de
los enclaves mineros explotadores del obrero de origen campesino,
su rechazo a la tiranía –corrupta– de Leguía, etc., no suponía al-
ternativas políticamente definidas en cuanto revolución socialista,
democracia radical o dictadura autoritaria. Más bien su paulatina
y tajante distancia frente al comunismo y su contundente recha-
zo al aprismo viabilizarán, sus simpatías con el sanchecerrismo y
su colaboración periodística con el fascismo urrista en el cual, sin

24
Tirso MOLINARI y Susana ALDANA: “El periplo intelectual de Dora Mayer: del
indigenismo a su –lado oscuro–”, en Yuyaykusun, 2010, n.º 2.

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

embargo, no consta ninguna huella de adhesión orgánica. Posi-


ción que es bastante ambigua, así como ambigua fue su posterior
actitud frente al nazi-fascismo al que criticará moralmente pero
también avalará políticamente por –sus inicios–.25

Joel Rojas, refuta la tesis de Molinari y Aldana señalando que Ma-


yer no tuvo opiniones de admiración sobre Sánchez Cerro (“no era
un genio”, decía), pidió clemencia para el asesino del presidente
e identifica al fascismo con el comunismo, al que censuraba con
vehemencia. Todos estos elementos, señala Rojas, indicarían que
Mayer no fue una pensadora fascista.26
Es verdad que Mayer no fue una militante orgánica del urrismo
fascista, pero dejó su marca en dicha tendencia política, especialmente
en el órgano de difusión del urrismo, Crisol. El 25 de abril de 1934
apareció en sus páginas un extenso artículo de Mayer en el que ana-
liza la coyuntura política. Se muestra decepcionada de los partidos,
pues señala que solo buscan su beneficio egoísta sin pensar en el bien
de la nación. Son cuatro las fuerzas políticas “fundamentales” que
identifica: leguiístas, cerristas, civilistas y comunistas. Al APRA lo
excluye tajantemente por oportunista y personalista. No es extraño,
pues fue el aprismo, con Víctor Raúl Haya de la Torre a la cabeza,
quien disputó las elecciones por la presidencia de la República, y
fue el APRA el señalado como el culpable del asesinato de Sánchez
Cerro en 1933.
Leguía, acusa Mayer, hizo un gobierno para los ricos y extranjeros
aumentando la distancia entre los adinerados y los pobres. Fue Sán-
chez Cerro el que lo derrocó en 1930 en medio de la crisis capitalista
internacional y de convulsiones sociales. Su gobierno, dice Mayer,
fue para los pobres, además de patriota:

Alrededor de la personalidad definida de Sánchez Cerro se for-


ma el cerrismo o sea la adhesión de los verdaderos peruanos a una
figura que encierra ideales ausentes en los demás conductores que

25
Op. cit., p. 333.
26
ROJAS, op. cit., pp. 32-33.

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

actúan en la política del país. El cerrismo se opone al antipatriotis-


mo de los comunistas y la fastuosidad de los leguiistas que pueden
acabar de sacrificar al país y a las masas a un delirio de grandeza.27

Lo quisieron los trabajadores, las clases populares, sostiene Mayer,


pero aun así, hubo entre las propias clases “menesterosas” quienes
lo despreciaron por su color de piel y por ser un hombre sencillo:
“¡Es el colmo!”, exclama.
No cabe duda que jugó a favor de la simpatía de Mayer por Sánchez
Cerro, la propia figura de este, de marcado origen indígena. También
señala que la crisis del cerrismo en solo 17 meses se explica porque la
mayoría de ex leguiistas se sumó al gobierno de Sánchez Cerro para
seguir lucrando, desprestigiándolo en consecuencia. Para la escritora
es muy importante el socavamiento desde adentro del propio gobierno
por parte de infiltrados, lo que explicaría su debacle. Complementa-
riamente, acusa a la propaganda comunista que ha envenado a tantos
peruanos. En conjunto: “Apra, comunismo y leguiismo son iguales en
perseguir fines económicos y no morales, únicamente el cerrismo de
los cerristas de corazón contiene un idealismo patrio y una aspiración
que no se confunde con ambiciones desorbitadas”.28
Hay en estos argumentos de Mayer, un trasfondo moral: idealismo
patrio, crítica al egoísmo, necesidad de querer al prójimo. De esta
manera, para resolver los problemas nacionales, Mayer se desliza desde
una preocupación social presente en los tiempos de la Pro-Indígena
hacia los temas morales, preocupada en la necesidad de bondad de
las personas y colectividades.

LOS ENCUENTROS INDIGENISTAS Y LAS REFLEXIONES


SOCIOLÓGICAS FINALES

En el XXVII Congreso de Americanistas realizado en Lima en 1939,


Mayer presentó su tesis “Americanismo autóctono”29 (redactada el
27
MOLINARI y ALDANA, op. cit., p. 346.
28
Op. cit., p. 347.
29
Dora MAYER: Estudios sociológicos de actualidad, Callao, 1950.

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

21 de agosto de 1939), en el que vuelve a reflexionar sobre la legisla-


ción tutelar indígena, señalando en primer lugar, el error de Simón
Bolívar de querer convertir al indígena en propietario individual,
vuelve a sus críticas a Mariátegui ya reseñadas y reivindica el trabajo
de la Pro-Indígena de la cual el Patronato de la Raza Indígena le-
guiista sería un sucedáneo. Subraya que la patria “le debe cariño al
indio” y que la importación de otros modelos extraños (“europeís-
tas”, “sajones”) no contribuyen a mejorar su situación.
En un apartado, Mayer cuestiona asimismo, y muy temprana-
mente, el plan de hacer migrar a los indígenas a la costa, porque “no
puede ser justo sacar al núcleo más legítimo de la Raza fuera de su
medio y su clima natural, y disolver en consecuencia todo su sistema
social, sus antiguos arraigos y la conciencia o subconciencia de su
historia”.30 Recordemos que a mediados del siglo xx se produjo el
trasvase demográfico de los Andes a la costa, especialmente a Lima,
que modificó radicalmente el panorama social del Perú. “El indio
no es un niño; es simplemente un campesino que marcha con otro
ritmo que el hijo de la ciudad”, concluye.31
En 1940 se realizó en Pátzcuaro (México) el Primer Congreso
Indigenista Interamericano que daría a luz al Instituto Indigenista
Interamericano. (En el Perú se formaría, recién en 1946, el Instituto
Indigenista Peruano cuyos objetivos eran conocer la realidad indígena
y fomentar políticas estatales en su favor). Pero lo más importante
era la finalidad política que perseguía, cual era que Estados Unidos
consolidara a su favor el frente americano de cara a la guerra contra
el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial (1940-1945). Este
contexto sería fundamental para entender el debate realizado en esos
años sobre el problema indígena.
En el mencionado Congreso, Mayer presenta su tesis, “El valor
de la raza indígena” (escrita el 19 de febrero de 1940). En este texto se
pregunta si existe una Raza indígena, contestando afirmativamente
pero advirtiendo que eso no impide mestizajes, relevando que es
un motivo de orgullo para los países de la región. Por eso critica al

30
Op. cit., p. 106.
31
Op. cit., p. 111.

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intento “civilizador” que el explotador (se refiere tanto a los españoles


como a los europeos y sajones) después de haber explotado al indio
ahora lo quiere reformar, educar y modernizar. Con firmeza, Mayer
sentencia: “El gamonalismo y la intromisión extranjera han tratado
de acabar con la autonomía de la raza autóctona, expresada en sus
antiguas organizaciones comunales”.32 Finalmente, Mayer considera
que la “civilización europea” ha perdido fe y moralidad y que, por el
contrario, el indio y su cultura tienen “sentido de infinito”.
En El Indigenismo: II Congreso Interamericano del Cuzco, de 1949,33
vuelve sobre los temas que le son recurrentes. Acerca de la influencia
extranjera en el país, señala que en la conquista española existía un
fundamento pernicioso sobre ella, que después advendría el tiempo de
la elegancia francesa y que ahora predomina una modernidad sajona.
“La influencia extranjera es casi total en el Estado y sobre todo en las
ciudades de nuestro país. La arquitectura, el idioma, la vestimenta,
la movilización, la legislación, las diversiones, todo es europeo”.34
Mayer advierte que la sociedad peruana es una civilización ex-
tranjerizada. En el caso del contingente africano sus aportes se han
disuelto (en sentido contrario a lo ocurrido en los Estados Unidos
en donde, por causa del racismo y los enfrentamientos entre blancos
y negros, se han conservado mayores tradiciones de su origen como
la comida, los bailes y cánticos). En el caso de los asiáticos menciona
Mayer que no han sido absorbidos en lo absoluto a nuestro naciona-
lismo, y que sus integrantes conservan gran parte de sus costumbres
y tradiciones. Con respecto a la culturización de la raza indígena
peruana propone que en las distintas regiones rurales debería ser
llevada a cabo por humanistas nacionales o extranjeros para construir
la tan ansiada ciudadanía nacional.
En cuanto a la influencia positiva de extranjeros en el Perú,
Mayer es cuidadosa en sus juicios. Menciona la labor del Servicio
Cooperativo Peruano Norte-Americano de Educación y de su
revista, El nuevo educador, que tenía como uno de sus objetivos
el levantamiento del “standard de vida material e intelectual de la
32
Op. cit., p. 90.
33
MAYER, (1949).
34
Op. cit., p. 10.

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

raza indígena más puramente conservada en regiones perdidas de


la república”,35 bajo cuyo programa se consideraba el mejoramiento
de la vivienda, higienización y enseñanza sanitaria, alfabetización,
preparación de la madre en la crianza, ampliación del horizonte in-
telectual de hombres, mujeres y niños.36 Pero advierte nuestra autora
que sobre los planes idealistas y filantrópicos priman muchas veces
los intereses egoístas y no idealistas. Frente a ello, Mayer sugiere que
para eliminar la admiración de los modelos extranjeros se tendría que
demoler los patrones estereotipados de los mismos que pervierten e
impiden el nacimiento de una nueva civilización “sobre la base de
una instrucción parcamente elemental debe levantarse una filosofía
pedagógica peruana”37
Es significativo señalar que el factor inmigración es importante
para Mayer. Manifiesta que el Perú carece de una gran densidad de
población por lo que sería imprescindible contar con colonias de
inmigrantes y contacto con colonias que se encarguen de reclutar
agricultores y civilizar las zonas inhóspitas del territorio tal como
ocurrió en Norte América. Es decir, la culturación por contacto de
la raza indígena y darles un sentido de pertenencia y esperanza en el
futuro; “cada raza aún la de mérito más desconocido, trae un aporte
de perfeccionamiento a la humanidad”.
Mayer da cuenta de que en Lima se concentra la mayor cantidad
de inmigrantes transatlánticos y de extranjeros de todas las provincias
del Perú, lo que produce un desbalance en la producción y el consumo
de los bienes básicos de vida; sin dejar de mencionar el crecimiento
incontenible de la burocracia en la capital: “…el ideal social sería un
labrador que tuviera cultura para adorno de su personalidad y no para
medio de vida”,38 arguye en otras palabras que todo ello es progreso.
Con respecto a la religión, Mayer afirma que todas las cultu-
ras y pueblos han desarrollado un credo o religión de una u otra
forma en mayor o menor grado. No es posible pensar que el ser
humano nunca se ha inspirado en pensar el origen de su existencia

35
Op. cit., p. 11.
36
Loc. Cit.
37
Op. cit., p. 12.
38
Op. cit., p. 17.

343 5

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

y la trascendencia de la misma. Por ello, señala la importancia de la


religión porque “todas las grandes religiones son culturizadoras”39 y
no deberá quitársele y dejar al indio sin su religión.
No obstante las ideas (innovadoras o tradicionales) vertidas por
Mayer para la construcción de la nacionalidad peruana, esta fue,
como lo es hoy, una tarea irresuelta, que resolverla implica vincular
estrechamente al individuo con el Estado y las políticas sociales que
este último debe llevar a la práctica, y que no deben quedar solo en
el discurso.
Si el libro que acabamos de reseñar Mayer lo culmina con la
sección dedicada a la religión, el siguiente, que sería el último de
su autoría, que es la reunión de sus artículos bajo el título Estudios
sociológicos de actualidad (1950),40 inicia sus páginas con el mismo tema
reproduciendo pasajes bíblicos advirtiendo que el mundo se dirige
hacia el mal (tengamos en cuenta que los recuerdos de la Segunda
Guerra Mundial están frescos). Este sería el nuevo otero desde el que
Mayer observaría los problemas sociales, nacionales o internacionales.
Rechaza lo que llama “las revueltas políticas” porque están car-
gadas de odio y porque impiden la construcción nacional.41 Opta,
como siempre lo había hecho, por las reformas, pues la humanidad
requiere de reflexión. Mayer tiene como referencia lo que significó
el nazismo en la reciente conflagración mundial. La lucha, deber
ser, dice, para que se alcance “la luz de la razón”. Descarta el papel
positivo que supuestamente encarnaría el caudillo para una nación,
por el contrario, sostiene que la solidez estriba en sus ciudadanos.
El Perú buscó al primero olvidándose de los segundos, sentencia.
Rescata el patriotismo como amor, y señala que cuando se forma
de hostilidad y beligerancia distorsiona lo que es el verdadero sen-
timiento patriótico. Critica el afán de enriquecimiento sin medida
del capitalista, advirtiendo que la felicidad y la riqueza no son equi-
valentes. La consecuencia es una materialización de la humanidad,

39
Loc. Cit.
40
Curiosamente, el primer y último libro de Mayer se llevan el título de “estudios
sociológicos”.
41
Dora MAYER: Estudios sociológicos de actualidad. Colección de artículos, Callao, 1950.

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

una descomposición social mundial. En el trasfondo de su argu-


mentación, Mayer evidencia una posición moral, como lo expresan
las siguientes palabras:

No hemos de restaurar lo viejo durante una pausa entre guerra


y guerra; debemos construir algo distinto de lo pasado en nuestros
territorios y en nuestros corazones. Precisa un examen general de
conciencia, una vasta revisión de métodos egoístas. Los reyes ac-
tuales del mundo, el Dinero y el Odio; deben ser destronados, y
la Sinceridad debe quitar a la Hipocresía los libros de enseñanza.42

Esta última etapa del pensamiento de Mayer nos presenta un desli-


zamiento de las ideas de reformas sociales a la fe en cierto mandato
divino, en donde prevalecerán finalmente, los buenos sentimientos
de amor al prójimo, erradicando el egoísmo y la avaricia.

CONCLUSIONES

Dora Mayer es ante todo una pensadora social general que critica
la política de las élites que no mostraron interés en dar forma a
la nacionalidad peruana, especialmente porque no incorporaron al
indio con las características culturales y organizativas que porta-
ba. El sociólogo francés Emile Durkheim había desarrollado desde
su perspectiva positivista, en su libro La división social del trabajo
(1893), el concepto de cohesión social, señalando que esta reque-
ría de una dimensión moral, es decir, “de un sistema de normas
y valores que regulara las bases y desarrollo de las interacciones y
contratos entre los individuos”.43 De esta manera, la expansión de
ciertos valores emblemáticos en una sociedad moderna compuesto
por individuos indicaba el grado de integración social.

42
Op. cit., p. 32.
43
Minor MORA SALAS: Cohesión social: balance conceptual y propuesta teórico metodo-
lógica. México: Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social,
2015, p. 17.

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

Mayer conocía la obra durkheimiana, como en general mostraban


.los positivistas peruanos de fines del siglo xix y principios del xx,
y desde esa óptica entendía que la nacionalidad peruana no estaba
conformada, pues estaba muy lejos de haber podido construir un
sistema de normas y valores válidos para toda la sociedad y legitima-
dos por todos los peruanos que la integraban, es decir, no existían
aquellos símbolos emblemáticos necesarios que pudieran unificar
a la nacionalidad. Por esta razón, entre otras, Mayer era aguda en
mostrar una dualidad desgarradora: cohesión al interior de la co-
lectividad indígena en sus comunidades, pero desarticulación de la
nacionalidad. Las razones las encontraba en la postración a la que
habían sido sometidos los indígenas por parte de quienes ejercieron
la política, sea los poderes locales, nacionales o extranjeros.
Durante el tiempo de la Asociación de la Pro-Indígena, Mayer
abogaba por una solución legal y comprensiva hacia el habitante
andino, aunque con los años reemergería el sentido religioso y mo-
ral aprendido en su hogar durante sus primeros años de vida y que
teñiría sus propuestas de reforma, pero siempre pensando a favor del
indio. Por otra parte, Mayer sería insistente en que las soluciones al
tema del indio y a la no existencia de la nacionalidad no se podrían
encontrar en la aplicación de experiencias foráneas, así hayan sido
exitosas, sino que ellas debían surgir de la propia realidad peruana.
Finalmente, en Mayer no se encuentran propuestas de solución
radicales, por el contrario, fue opuesta a las propuestas ideológicas
y políticas que abogaban por la revolución, como el socialismo y
el aprismo. Consideraba que ambas alternativas destruirían más
que construirían la nacionalidad. Para Mayer la solución era la
aplicación de reformas pero tomando en cuenta principalmente la
experiencia tradicional, organizativa, culturalmente ancestral de los
indios peruanos, a los que se sumarían las razas despreciadas por
Occidente. Esto es importante, pues Mayer era europea (alemana),
pero orientó su sensibilidad intelectual hacia la comprensión de lo
que en su tiempo se llamaban las “razas inferiores”, discurso que ella
criticaba con severidad.
En resumen, nos dice Mayer que no puede haber nacionalidad
sin contar con el indio como su elemento principal, en ese sentido,

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DORA MAYER: LA INTELECTUAL INDIGENISTA FRENTE A LA...

no habla de asimilación como otros autores de su tiempo, sino que


se refiere a la cultura andina como el punto de origen y de identidad
de la nación peruana.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

José ADOLPH: Dora, Lima, Peisa, 1989.


María Carla del Pilar ATENCIO VERGARA: “Estudio crítico sobre el caso de
exposición de correspondencia íntima y debate público entre los intelectuales
Dora Mayer y Pedro Zulen en los diarios El Comercio, La Prensa y la publica-
ción El Deber Pro Indígena en 1916”, Lima, Universidad Peruana de Ciencias
Aplicadas (UPC), Lima (http://hdl.handle.net/10757/623349), 2017.
Manuel CASTILLO OCHOA: “El populismo conservador. Sánchez Cerro y la
Unión Revolucionaria”, en Alberto ADRIANZÉN (ed.): Pensamiento político
peruano 1930- 1968, Lima, Desco, 1990.
Katalin JANCSÓ: “Dora Mayer en Amauta”, Humanidades y Lenguas Modernas,
15. https://www.academia.edu/13044091/Dora_Mayer_en_Amauta, 2012.
Dora MAYER: Zulen y yo. Testimonio de nuestro desposorio ofrecido a la huma-
nidad, Lima, Imprenta Garcilaso, 1925.
—, Un debate importantísimo en el Patronato de la Raza Indígena, s/n, Lima, junio, 1930.
—, El Indigenismo. II Congreso Interamericano del Cusco, s/n, Callao, 1949
—, Estudios sociológicos de actualidad. Colección de artículos, s/n, Callao, 1950
—, Memorias. (1951-1952), 3 volúmenes, Lima, Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, 1992.
Tirso MOLINARI: El fascismo en el Perú. La Unión Revolucionaria, 1931-1936,
Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2009.
Tirso MOLINARI, y Susana ALDANA: “El periplo intelectual de Dora Mayer:
del indigenismo a su ‫ލ‬lado oscuro‫”ތ‬, Yuyaykusun, 2, 2010, pp. 331-357.
Minor MORA SALAS: Cohesión social: balance conceptual y propuesta teórico
metodológica, México, Consejo Nacional de Evaluación de la Política de De-
sarrollo Social, 2015.
Joel ROJAS: “Estudio Preliminar. Los espectro de Dora Mayer”, en Dora Mayer.
El sol que disipa las nubes. Textos esenciales, Lima, Fondo Editorial del Con-
greso del Perú, 2018.

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ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN Y OSMAR GONZALES ALVARADO

Margarita ZEGARRA: “Dora Mayer, los indígenas y la nación peruana a inicios


del siglo xx”, Anuario de Estudios Americanos, 66/1, 2009, pp. 251-288.

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA
DEL INDIGENISMO EN EL PERÚ DE AÑOS VEINTE A 19691

Juan Martín Sánchez


Departamento de Sociología, Universidad de Sevilla
Red Interindi

Desde las primeras décadas del siglo xx hasta los años setenta, el
Perú fue uno de los países de América Latina (por tanto, del Mun-
do) con un movimiento indigenista más amplio y potente, desde
las propuestas estéticas más estrechas a los proyectos de acción po-
lítica más ambiciosos. Ese indigenismo plural y cambiante no se
desarrolló en el vacío social, cultural o político, sino que formó
parte de la conflictiva y nunca acabada construcción de la nación
peruana como orden social y político deseado.2 Quienes, en una u
otra forma, estaban construyendo el indigenismo, discutían entre
si y litigaban contra otras posiciones intelectuales y políticas, como
eran los restos del civilismo, el modernismo leguista, el tradiciona-
lismo hispanista o los discursos, más o menos racista, futuristas o
reaccionarios, contrarios al papel de los “indios” en la formación
de la nación peruana. Pese al tono muy crítico sobre el indigenis-
mo teórico, administrativo, jurídico o eclesiástico que Mariátegui
esgrimía en el capítulo “El problema del indio”, de su famoso libro
Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, en el epígra-
fe dedicado al indigenismo dentro del capítulo “El proceso de la
1
Este trabajo se ha desarrollado dentro de los proyectos de investigación: “Formas y re-
presentaciones de la cohesión social. Una perspectiva histórica a partir de experiencias
sudamericanas. 1860-1930”, HAR2015-65564-R, dirigido por Ricardo González Lean-
dri y “Los reversos del indigenismo: socio-historia de las categorías étnico-raciales y
sus usos en las sociedades latinoamericanas” HAR2013-41596-P, dirigido por Laura
Giraudo. Agradezco a las colegas Nuria Sala, Laura Giraudo, Pilar González, Patricia
Zárate y los colegas Ricardo González, Raúl Hernández, Martin Breuer y Gustavo
Prado, por sus apoyos durante el tiempo de discusión y trabajo
2
Norbert LECHNER: La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado,
Madrid, CIS, 1986.

349 5

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

literatura”, sí veía esas confrontaciones estéticas del indigenismo


literario de los años 1920 como parte de una lucha política por
situar a los indios, como sustento sociológico, y a lo indio, como
fundamento historio, en el centro de la nacionalidad. Esas varias
confrontaciones, internas y externas, configuraron el indigenismo
que estudiamos desde la historia y la sociología, una realidad que
no decayó, como a veces se sostiene, desde los años de 1940, sino
que transitó desde el relumbrón de los grandes intelectuales (Ma-
yer, Mariátegui, Valcárcel, Tello, Uriel García, Sirivichi, Sánchez,
etc.) al menos deslumbrante hacer de los académicos y sus institu-
ciones (Weis, Monge, Matos Mar, Arguedas, Martínez, Vázquez, el
Museo de Etnología y Antropología, el Instituto Indigenista Perua-
no, el Instituto de Estudios Peruanos, etc.). El conjunto conforma
la historia de un campo social de poder3 con gran repercusión en la
representación colectiva que propios y extraños se hacen del Perú,
y con cierta, aunque menor, incidencia en la aplicación de políticas
estatales para una sociedad más integrada y solidaria.
En la historia de ese campo indigenista apenas aparecen referencias
explícitas a la noción durkheimiana de cohesión social, pero sí las pre-
ocupaciones por dar fundamentos sociales, económicos, culturales y
políticos a una sociedad que sea capaz de cohesión nacional hacia dentro
y fuera del Perú. Además, esos debates y proyectos se dieron en diálogo
polémico con el desarrollo de las humanidades y las ciencias sociales en
Perú y en otros países de América y de Europa. La aportación clave del
indigenismo en ese amplio debate fue su éxito en recalificar el “carácter
especial” de los indígenas y convertirlo en signo de autenticidad, resis-
tencia, adaptabilidad y futuro, con lo que aquellos indios, la idianidad
que diría Uriel García,4 deviene en la materia social e histórica para
culminar el tránsito de sociedades dispersas y tradicionales a sociedades
integradas y nacionales, lo que suponía alcanzar la soberanía moderna.
Este sentido evolutivo de la historia, que involucra las dimensiones

3
Sobre la aplicación de la noción de “campo social” de P. Bourdieu al indigenismo,
Laura GIRAUDO y Juan MARTÍN-SÁNCHEZ: La ambivalente historia del indige-
nismo. Campo interamericano y trayectorias nacionales 1940-1970, Lima, IEP, 2011.
4
José Uriel GARCÍA: El nuevo indio, Lima, Universidad Inca Garcilaso de la Vega,
2011 (1930).

5 350

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

socioeconómicas y “espirituales”5 de los indígenas como integrantes


de lo indígena y la nación, es lo que equipara el proyecto indigenista
con el planteamiento sociológico de la cohesión social.
En 1943, Jorge Basadre publicó un breve ensayo de reflexión
histórica con gran repercusión en el debate intelectual más allá de
los círculos académicos. Se trataba de La promesa de la vida peruana.
En el mismo, se defiende un sentido progresivo y progresista en la
historia del Perú, que atraviesa la organización social de los Inkas,
la colonia hispana, la emancipación y la República. Al hablar de
América como lugar del paraíso y de la utopía, resumía:

En cada uno de los países de América, este sueño es el de la


Emancipación política, aislada y loca quimera inicialmente, reali-
dad de sangre, lodo y lágrimas más tarde. Pero no se trataba sim-
plemente de cortar la sujeción política a España. La Independencia
fue hecha con una inmensa promesa de vida próspera, sana, fuerte
y feliz. Y lo tremendo es que aquí esa promesa no ha sido cumplida
del todo en ciento veinte años.6

En el párrafo consecutivo, que tratar sobre la fundación del Perú,


Basadre proyectaba:

EL Perú moderno (lo hemos dicho muchas veces) debe a la épo-


ca pre-histórica la base territorial y parte de la población; de la
época hispánica provienen también la base territorial, otra parte de
la población y el contacto con la cultura de Occidente; y la época
de la Emancipación aporta el sentido de la independencia y de la
soberanía. Mas en esta última etapa, madura asimismo un elemen-
to sicológico sutil que puede ser llamado la promesa”.7

5
Según que texto se lea, a finales del siglo xix y primera mitad del siglo xx, es muy fre-
cuente la referencia al “espíritu”, junto a la “cultura” o la “civilización”. Hay también
una constante referencia al “sentimiento” y a la “psicología” colectiva, todo lo cual no
significa desconocimiento de lo material y lo socioeconómico.
6
Jorge BASADRE: La promesa de la vida peruana, Lima: Augusto Elmore, Editor,
1990, p. 5. La primera edición fue publicada el año 1943, en la Revista Historia n.º 3,
que el propio Basadre dirigía.
7
Ídem.

351 5

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

Estos dos párrafos enlazan dos epígrafes distintos, uno sobre América
y otro sobre Perú, y con ellos Basadre ordenaba, no la más o menos
larga historia del Perú, sino el tiempo histórico de la sociedad nacio-
nal peruana; es decir, el sentido de la contemporaneidad republicana.
En esta edad contemporánea, se solapan los proyectos del progreso
social, de las revoluciones, de la integración, de la creciente comple-
jidad, y es en la edad en que la sociedad aparece como fundamento y
experiencia de sociabilidad compartida. En su ensayo, Basadre discu-
tía las bases socio-históricas de esa sociedad posible y problemática:
la igualdad proclamada y la desigualdad practicada en empresas eco-
nómicas, prejuicios raciales, recelos regionales, etc.; la legitimidad de
las élites democráticas y la precipitación de los caudillos y las riquezas
malavenidas; la exigua y dispersa población y la emergencia de las
masas que formarán el pueblo peruano; la esperanza de la soberanía y
las desilusiones de la desidia y la derrota.
Todas estas dicotomías, con sus modulaciones nacionales, las
podemos encontrar en los discursos intelectuales y sociológicos
sobre las sociedades europeas desde mediados del siglo xix hasta
la Segunda Guerra Mundial. El concepto de cohesión social, que
propuso Durkheim en su tesis sobre La división del trabajo social,
cataliza esos muchos debates sobre la aparición de las sociedades
contemporáneas y su proyección en el tiempo. La cohesión social no
hace referencia a un mero conjunto de rasgos sociales susceptible de
ser operacionalizados en un esquema de indicadores estadísticos, sino
a los procesos por los que las sociedades se construyen y transforman
desde estructuras más simples y estables a otras más complejas y
dinámicas. El concepto supone las descripciones de los fenómenos
sociales, desde los rituales religiosos hasta el delito y su sanción o
la formación de nuevas corporaciones profesionales, pero es, sobre
todo, un concepto normativo y narrativo que prefigura la evolución
de esa nueva realidad colectiva distinta a las personas y sus relaciones
parciales, eso que solemos llamar sociedad.8

8
El uso, desarrollo y crítica del concepto de cohesión social es amplísimo, la base de
datos Sociological Abstract ofrece más de 35.000 referencias.

5 352

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

Desde este punto de vista, el concepto de cohesión social inte-


gra los siguientes aspectos: a) las descripciones de hechos sociales
susceptibles de observación empírica (estadística o casuística), como
la evolución demográfica y su distribución, la diferenciación eco-
nómica, el mercado de trabajo y la asalarización, la distribución de
rentas, la movilidad geográfica y social, la escolarización, etc.; b) las
consideraciones de valor más o menos sistematizadas en esquemas
normativos, fundamentalmente respecto de la universalización de
los derechos y obligaciones de pertenencia, como la ciudadanía y el
derecho, pero también sobre la moral civil, la sociabilidad y la exten-
sión del sentimiento de “comunidad”; c) las ideas sobre la evolución
histórica y el cambio social que definen un modelo narrativo, con
etapas, sucesiones, herencias, rupturas, proyecciones, etc., modelo
que suele tener un sentido evolutivo desde lo simple y primario a lo
complejo y civilizado; y d) la defensa, muchas veces explícita pero
no siempre, de una posición desde la que se hacen y comparan las
descripciones, la valoraciones y las narraciones, posición que imbrica
las relaciones sociales e históricas con las perspectivas ideológicas y
las académicas y con las trayectorias vitales, profesionales y políticas.
Durkheim escribía desde los conflictos de la III República francesa,
mientras construía un futuro profesional, académico e intelectual,
y Basadre desde la madurez del historiador profesional, en un Perú
en permanente tensión entre la esperanza de la vida moderna y la
dificultad de integran un pasado disruptivo y heterogéneo9 en el
futuro de una sociedad más solidaria. Ambos, como tantos otros,
estaban preocupados por un estudio de las sociedades que vinculara
las características socioeconómicas (la división del trabajo en sentido
amplio) con los sentimientos de pertenencia y solidaridad mutua,
y deducir de ese vínculo las posibilidades de “felicidad” colectiva.10
La historia del indigenismo participa de esta trayectoria contem-
poránea de América, Europa y el Perú. Aunque propusieran objetos de
9
Heterogéneo hace referencia a la composición que integra orígenes distintos y desigua-
les, un calificativo muy usado en las descripciones de las sociedades latinoamericanas.
10
Merton entendía que, para Durkheim, la división del trabajo y la similitud de las
consciencias eran las fuentes de la vida social, aunque esa doble fuente se transforma-
ba mutuamente a lo largo del proceso histórico, de ahí la importancia de tener bue-
nas etnografías de los momentos históricos en comparación. Robert K. MERTON:

353 5

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

estudio y acciones políticas circunscritas a cierta localidad, país o región


latinoamericana, el indigenismo siempre fue internacionalista en sus
redes de formación y debate y en el desarrollo institucional de su campo
de poder. Ya fuera en el circuito Buenos Aires-La Paz-Cuzco-Lima, tan
relevante para la eclosión intelectual de los años 1910 y 192011, o la red
auspiciada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) o el
Instituto Indigenista Interamericano (III), más relevantes en los años
1930 a 1960, los vínculos intelectuales, políticos y burocráticos fueron
decisivos y se los puede hallar en las referencias bibliográficas y los
agradecimientos, en las cartas, en los legislaciones, en las instituciones
de enseñanza e investigación, en los presupuestos y en los directorios
de las burocracias nacionales e internacionales.
Por ambiguo que parezca, el proyecto indigenista de reivindicar
a los indígenas como fundamento ancestral de las nuevas naciones
americanas, se desarrolló como parte de la tensión contemporánea,
que el concepto de cohesión social cataliza, sobre la permanente
transición hacia una mayor complejidad social. En estas páginas,
analizo esta ambigüedad12 que la pregunta por la cohesión social pone
de manifiesto en el indigenismo peruano, la de cumplir la promesa
de una sociedad moderna, cohesionada y solidaria, revitalizando lo
autóctono y ancestral; y lo hago a partir de dos proyecciones: en
primer lugar, la delimitación discursiva del indigenismo como campo
de poder intelectual, profesional y político; y, en segundo lugar, la
implementación de proyectos experimentales de estudio y cambio
social que tuvieron lugar en Perú entre 1950 y 1974.

LAS RETÓRICAS DE LA PROMESA INDIGENISTA

Como subrayaba Basadre, en la contemporaneidad republicana, los


países americanos se enfrentan con el tremendo reto de construir
“Durkheim’s Division of Labor in Society”, American Journal of Sociology, vol. 40, n.º
3 (nov., 1934), pp. 319-328.
11
Elizabeth Kuon ARCE et al.: Cuzco-Buenos Aires: Ruta de Intelectualidad Americana
(1900-1950), Lima, Universidad de San Martín de Porres, 2008.
12
Laura GIRAUDO y Juan MARTÍN-SÁNCHEZ: La ambivalente historia del
indigenismo…

5 354

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

sociedades, si no cohesionadas, al menos coherentes con las promesas


de libertad, igualdad y soberanía dentro y fuera de las nuevas repú-
blicas, una coherencia que las realidades socioeconómicas, culturales
y políticas cuestionaban constantemente. A finales del siglo xix, en
Perú esas cuestiones apuntaban a tres problemas: la constitución de
un estado, con su correspondiente elite política, capaz de integrar y
defender el territorio y su población; la modernización económica y
social, gestionando sus múltiples conflictos; y el despliegue de una
cultura nacional con capacidad de reintegrar los diversos pasados en
una misma historia de futuro. El indigenismo busca dominar este
último problema y desde ahí orientar las soluciones a la cuestión so-
cial y a la constitución política. Tanto es así, que en sus primeras
décadas fue en el ámbito estético-cultural en el que se estableció el
combate y la primera definición del indigenismo como campo social
autónomo, algo que, como ya se apuntó, supo ver y promover José
Carlos Mariátegui pese a su propio planteamiento centrado en la pro-
piedad de la tierra y el imperialismo capitalista. ¿En qué consistía esa
disputa estética de los indigenistas? En defender una posición socio-
histórica entendida como sensibilidad y sentimiento de continuidad
en la identidad y en la historia, posición desde la que promover otra
narrativa y otra integración territorial y social, en la que la Sierra y lo
indígena ocuparan el centro de la nación.
López Lenci13 ha mostrado la confluencia, dentro del nuevo pe-
riodismo cultural de las primeras décadas del xx, entre las estéticas
vanguardistas y la construcción de un discurso nacionalista desde
fuera de, incluso contra, Lima (Arequipa, Puno, Trujillo, Cusco). Las
innovaciones editoriales, en torno a revistas y periódicos locales con
distribución nacional y en algunos circuitos internacionales, agru-
paron a jóvenes intelectuales críticos con el orden cultural existente
al que ellos mismo pertenecían por origen social. En el diagnóstico
13
Yazmín LÓPEZ LENCI: “La creación de la nación peruana en las revistas culturales
del Cusco (1910-1930)”, Revista Iberoamericana, vol. LXX, n.º 208-209, julio-diciem-
bre 2004, 697-720; y “Las vanguardias peruanas: la reconstrucción de continuidades
culturales.” Revista De Crítica Literaria Latinoamericana, Año XXXI, n.º 62. Lima-
Hanover, 2do. Semestre de 2005, pp. 143-161. También los diversos trabajos de José
Luis RÉNIQUE han mostrado el mismo desarrollo, que sintetiza en su libro Imagi-
nar la nación. Viajes en busca del “verdadero Perú” (1881-1932), Lima, IEP, 2015.

355 5

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

de ese orden cultural, encontraban que civilistas y liberales, antes,


y el leguismo vigente, entonces, habían fracasado frente a los retos
de romper con el centralismo limeño, con el poder de los hacen-
dados, con el estancamiento de las provincias y con la renovación
espiritual de la patria; criticaban el modernismo extranjerizante y el
tradicionalismo vicario de la cultura colonial, pues ambos aspectos
impedían la revitalización de una cultura y una historia autóctona,
algo que sí encontraban en el mundo indígena, más o menos “puro”
o amestizado. López Lenci pone el énfasis en la creación de grupos
generacionales y locales relacionados por la labor editorial, las refor-
mas universitarias y la creación de nuevas instituciones de estudio
y divulgación científica y cultural. Con ello describe la formación
del campo cultural peruano al inicio del siglo xx, tanto en temas y
formas como en instituciones y redes.
El libro de José Uriel García, El nuevo indio, es un buen ejemplo de
ese posicionamiento estético con proyección descriptiva, normativa y
narrativa. Como Valcárcel en Tempestad en los Andes, pero de manera
menos profética y más orgánica, amplia y acabada, García señalaba, en
el prólogo de 1930, que se propuso un ensayo “para un punto de vista
sobre la sierra y sobre sus valores históricos […] para buscar el predo-
minio del impulso creador y libre en el devenir de sus pueblos sobre
la mecánica del movimiento físico. Se busca al hombre no a la raza”.14
Al igual que Valcárcel y tantos otros, García no desconocía las rea-
lidades sociales, ambientales, médicas, jurídicas, económica, etc., que
caracterizaban a los indígenas en término sociológicos, pero no era esa
la posición elegida para su proyecto, pues correspondía a otros en otros
momentos hacer esa descripción de los hechos que diera fundamento a
su planteamiento.15 García apostaba al comentario estético de los paisajes
y sus habitantes, reivindicando la emoción y la vitalidad que, mediante
adaptaciones sucesivas, tramaría la historia de la nación peruana. Nos
habla de los apus, del ayllu, del altiplano, los valles, los ríos, su vegetación
y su fauna, del anti (el bosque amazónico), el cunti (el territorio quechua),
el kolla (el altiplano aymará en torno al Titikaka) y el chincha (“que cae

14
José Uriel GARCÍA: El nuevo indio…, p. 30.
15
Ibídem, p. 34.

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

al mar”), de las aldeas y las chicherías, de la música y el arte, de las per-


sonas como tipos humanos estilizados hasta el estereotipo. Apenas hay
referencias precisas sobre haciendas, comunidades, pueblos, relaciones
económicas o políticas, prefiere la alusión y el relato del ejemplo. Hay una
tesis central, según la cual la propia evolución histórica constituye una
narración vinculante, normativa, desde la fundación ancestral, a-histórica,
de los primeros pobladores cuyas adaptaciones culturales emergen del
paisaje, hasta la revelación del presente nuevo. En esa narrativa, se rompe
constantemente con el biologicismo racialista, con el linaje sanguíneo
y sus fenotipos, incluso con los localismos más restringidos a los que
califica de razas por ser espíritus cerrados, sanguíneos y sin proyección; y
reivindica el mestizaje como adaptabilidad, fundamentalmente espiritual
pero también social en el trasiego y las ocupaciones de la Sierra. A esa
adaptabilidad autóctona y resistente García la llama indianidad, que sería
el fundamento del nuevo indio y que daría continuidad histórica entre
las civilizaciones autóctonas el Perú y América y la gran transformación
hacia sociedades nacionales modernas.
Sin la pesadez ni el racionalismo empirista del Discurso sobre el
espíritu positivo de Augusto Comte, lo cierto es que García reproduce
un esquema de evolución social equivalente:, el estadio fetichista y
politeísta de los primeros pobladores esparcidos por la gran naturaleza
de los Andes, las primeras culturas teológicas y su centralización orgá-
nica en el período Inka, a la irrupción de la conquista y el misticismo
de la Colonia, la transición emancipatoria y la República, hasta llegar
al comienzo de un nuevo espíritu más real y propio que supere los
problemas acumulados. Pero García introduce dos elementos ajenos al
esquema comtiano que resultan centrales en el discurso indigenista: las
disrupciones externas que desplazan el curso de esa historia natural, ya
fuera la conquista o las intervenciones desde la costa, y la reconducción
original y adaptativa que la indianidad, primitiva o elevada16, hace de
los aportes que traen esas disrupciones.17 En palabras de García:

16
Ibídem, p. 121
17
Un análisis de este modelo narrativo-histórico en la novela indigenista en Antonio
CORNEJO POLAR: “La novela indigenista: una desgarrada consciencia histórica”,
LEXIS, vol. IV, n.º 1, julio 1980.

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

Lo que fue para el indio el triunfo de su historia, el “inkario”


es hoy su pretérito realizado y aún vencido y, por tanto, fracasa-
do. Fue el “inkario” el que pereció en la conquista, no el pueblo
indígena, no su impulso indianista. El pueblo creador del mito
andino, de la forma arquitectónica, de la mística, está allí inmerso
en la América renovada desde la conquista. Y junto a él estamos
sus vástagos impelidos por el mismo sentimiento de la tierra que
la hemos hecho nuestra. Somos tan indianos como los Apus. Sólo
que nuestra indianidad es otra porque se remozó desde 1492 y se
renueva constantemente desde cuando América rompió hacia el
mundo sus fronteras cerradas y simples.18

El libro de García constituye un ejemplo del posicionamiento in-


digenista que trata de incorporar en sus descripciones y prescrip-
ciones una retórica más que una certeza sociológica, una retórica
teatral, escenificada en los paisajes y las situaciones, pero no es un
mero estilo costumbrista, pues incorpora un esquema de evolu-
ción histórica que sirve como narración política. Como muestra
López Lenci, García participaba de una nueva red de intelectuales,
artistas, políticos e instituciones de diverso tipo. Su libro era una
apuesta en esa red por definir la cuestión indígena como fractura
permanente en la cohesión social; el problema que justificaba la
constitución de un campo cultura y político propio que postulaban
esos primeros indigenistas. Más allá de si El nuevo indio fue o no
el texto más relevante en esa configuración inicial del indigenismo
peruano –estatus al que podría aspirar Tempestad en los Andes, de
Valcárcel, o, con importantes modulaciones, Siete ensayo de inter-
pretación de la realidad peruana, de Mariátegui–, sí es un libro que
ayuda a delimitar, por contrastes internos y exclusiones externas, la
posición indigenista.
En 1930, el indigenismo peruano había alcanzado cierta madu-
rez y afectaba a la representación colectiva del país, desde aspectos
iconográficos y literarios, hasta jurídicos y políticos, al tiempo que
la conflictividad social en los departamentos del sur seguía su curso

18
José Uriel GRACIA: El nuevo indio…, p. 121.

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

con momentos álgidos de insurrección y otros de expectativas,


mientras las acciones populares se cruzaban con la propaganda y
la movilización política.19 Tras una visita de seis meses entre 1931 y
1932, el mexicano Moisés Sáenz comentaba que “Probablemente
no hay otro país en América donde la preocupación por el indio o,
cuando menos, por las cuestiones indígenas, sea más profunda y más
extendida que en el Perú”.20 En plena transición entre el gobierno de
Leguía y la Constitución de 1933, Sáenz presentaba un amplio retrato
del Perú, desde su perspectiva integracionista y con los elementos
intelectuales de la época, en el que eran claras la fuerza del debate
intelectual y la ambición de las medidas legales en torno a la cuestión
indígena.21 Sáenz no ponía al Perú como modelo de integración de los
indígenas en la nación, pues sus observaciones apuntaban en sentido
contrario, ni asumía, sin críticas, el posicionamiento indigenista que
representaban obras como El nuevo indio, pero sí usaba lo mucho
que leyó, discutió e indago en su estancia, con varios viajes por el
interior y el sur del país, como campo de prueba para la nueva es-
trategia indigenista, en la que el problema de la tenencia de la tierra
y las relaciones de servidumbre fueran asuntos vertebradores. En
el balance de esa estrategia “neoindianista” que encontró en Perú,
Sáenz hacía suyo buena parte del planteamiento socioeconómico de
Mariátegui y criticaba, con énfasis, a las actuaciones legales, educa-
tivas o económicas que partían de un indio “extrasocial” y menor
de edad, por reproducir las mismas concepciones prejuiciosas y los
mismos estigmas que decían combatir, pero también se distanciaba
de Mariátegui al considerar que caía en reduccionismo económico.
Igualmente, pese a recrearlas en muchos momentos de su libro,
criticaba el exceso estético y los planteamientos moralistas. Citaba y
alababa la obra de Uriel García, pero criticaba su afán por crear una
terminología que “a más de confusa, puede ser engañosa”.22
19
Una interpretación histórica del periodo en la Sierra que abunda en el argumento en
Alberto FLORES GALINDO: Los rostros de la plebe, Barcelona, Crítica, 2001.
20
Sáenz 1933: 278.
21
Las Constituciones peruanas de 1920 y 1933 son las primeras en reconocer explícita-
mente los derechos y autonomías de las comunidades indígenas.
22
Moisés SÁENZ, Sobre el indio peruano. México: Secretaría de Educación Pública.
1933. p. 299.

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

Sáenz también escribió un ensayo, pero en un sentido distinto


al de García, más cercano al informe sociológico con orientación
política. Hasta cierto punto, quería hacer explícito un proceso
social que aparecía diluido en la retórica más estética. En un pasaje
de su libro Sobre el indio peruano, se refiere a la donación de niños
y niñas indígenas, de pocos años, como servidumbre a las familias
acomodadas de los pueblos o ciudades, un fenómeno muy extendi-
do. La descripción es detallada y dramática, recordando situaciones
bien conocidas en Europa en el siglo xix y parte del xx. Al final del
epígrafe Sáenz concluye:

Es claro que esta práctica contribuye a la incorporación del indio,


pero véase a qué costo: La familia indígena se ha deshecho, los vín-
culos del hogar han desaparecido, el hijo se vuelve contra los suyos
y se convierte en su peor enemigo, el blanco se acostumbra a tener
esclavos a su servicio y los hijos de la casa crecerán viendo la ve-
jación diaria que reciben los niños siervos a manos de sus padres,
llegando a formarse la idea de que aquellos infelices son seres infe-
riores a los que también ellos tienen derecho de humillar.23

Sáenz, y los indigenistas en general, contaba con un futuro “cier-


to” dentro de un esquema de historia evolutiva, incluso antes de
la teoría de la modernización, y en ese futuro estaba una sociedad
moderna, mestiza, urbana, industrial, en la que los “indios” se inte-
grarían como distinción nacional y americana o se disolverían entre
las clases bajas y populares, entre la pobreza y la marginación. El
gran problema estaba en el tremendo costo humano de ese proceso,
hasta cierto punto, inevitable. Por ello apelaba a un indigenismo
basado en una suerte de sociología política, tal cual los reforma-
dores de los países desarrollados habrían construido una economía
política para explicar y actuar. Sáenz mantenía el mismo esquema
indigenista en el que entraba García o Mariátegui, pero cambiaba
elementos del discurso hacia un el proyecto indigenista menos retó-
rico y más pragmático. En la explicación-justificación de su viaje de

23
Ibídem, p. 117.

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

investigación sobre el problema indígena y los indigenismos Perú,


equivalente al desarrollado en el Ecuador y en Guatemala, Sáenz
apuntaba todo un programa de investigación aplicada, de conoci-
miento para la acción política, incluso de saber dentro de esa acción
política, que concretará en textos posteriores y que será el marco de
referencia fundamental del indigenismo interamericano:

El punto de vista en que me he colocado en este estudio, ha de


ser evidente para quien lea, pero no sale sobrando que lo aclare
desde el principio, para evitar posibles confusiones. Este libro no
es un tratado de etnología ni pretende estudiar al natural como
espécimen antropológico; tampoco es una historia: no aspira a ser
un tratado de sociología. No es lo primero, porque yo no soy un
antropólogo ni etnólogo; además, tengo la creencia de que sobran
ya los estudios que hacen del indio un objeto de curiosidad cien-
tífica, candidato a la vitrina de un museo, tema para monografía
de estudiosos o para la discusión en un congreso de americanistas.
Historia no ha querido ser, porque de hurgar en crónicas ingenuas
ya deberíamos estar saciados, y porque es tiempo sobrado ya para
que los republicanos de América hagamos nuestras propias cróni-
cas indianas. He querido entrar al terreno sociológico, eso sí; pero
estos apuntes no pueden ser un tratado, porque tengo para mí que
nos faltan datos para escribir un tratado de sociología indoameri-
cana. Este libro y los semejantes de la serie que he escrito, recogen
y organizan algunos datos que puedan más tarde, al ser completa-
dos y esclarecidos, llevarnos a formulaciones sociológicas de mayor
alcance. Son notas para los colegas de América, compilaciones de
datos que andan dispersos, una aportación modesta a la bibliogra-
fía sociológica indoamericana, tan pobre y dislocada.24

Sáenz buscaba reorienta el esfuerzo del indigenismo peruano den-


tro del amplio debate interamericano, promoviendo un campo de
discusión que involucrara a los actores más relevantes para la vida
nacional de todos los países del continente con el objetivo expreso

24
Moisés SÁENZ, Sobre el indio peruano…, pp. XIV y XV.

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

de acordar un discurso político (legitimación de acciones políticas)


más allá de la casuística local o nacional. En ese entonces, se están
construyendo los marcos ideológicos y las redes sociales que poco
después sustentarían la institucionalización del indigenismo intera-
mericano, en la que Sáenz y sus colegas peruanos tendrían un gran
protagonismo.

LAS PRAGMÁTICAS DEL PROBLEMA INDIGENISTA

Las retóricas indigenistas tuvieron, aún, un gran desarrollo desde


los años cuarenta en adelante, en la literatura, el arte y la repre-
sentación nacional, pero el curso del campo indigenista se estaba
distanciando de esa apuesta estético-cultural y se adentraba en la
trama burocrática del Estado peruano y la cooperación interna-
cional. Desde los años veinte, se habían desarrollado en el Perú
diversos servicios públicos para la protección de los “indios”, como
la Sección de Asuntos Indígenas en el Ministerio de Fomento y
Obras Públicas, 1921, o el Patronato de la Raza Indígena, 1922, ins-
tituciones que tenía representantes en los departamentos del sur,
pero apenas pasaban de las mediaciones paternalistas puntuales, sin
capacidad para realizar buenos diagnósticos de la situación social
y menos para promover políticas ambiciosas. No quiere decir esto
que no existiera interés al respecto en los gobiernos peruanos, pero
el estado peruano no tenía capacidad fiscal, administrativa o poli-
cial, ni autonomía política suficiente, para llevar a cabo una política
indigenista amplia e integral que supusiera la reforma de las estruc-
turas sociales en la Sierra ni de su imbricación con el centralismo
de Lima. Mientras desarrollaba esos aspectos fundamentales para la
eficacia política, participaba del creciente interés por el “problema
indígena” que se extendía por toda América. Fue el delegado guber-
namental del Perú, Edgardo Rebagliati,25 en la primera Conferencia

25
He encontrado poca información sobre este abogado, diplomático, periodista y prin-
cipal promotor de la primera ley de seguro social en el Perú, pero destaca temprano
interés por el arte y la literatura indigenista, identificando en la misma una cultura
autóctona con la que engrandecer la nación peruana, algo que dejó por escrito en

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

del Trabajo de Estados Americanos miembros de la OIT, celebrada


en Santiago de Chile en 1936, quien promovió la resolución con
la que este organismo internacional inició su ascendente política
indigenista. También fue el Perú uno de los países en tener una re-
presentación más amplia y activa en el primer Congreso Indigenista
Interamericano celebrado en Pátzcuaro, México, en 194026. Y en el
Perú tuvieron sede algunos de los experimentos indigenistas más
importantes del siglo xx.
En esta fase en construcción, la relación del indigenismo con los
problemas de la cohesión social se hizo más directa y pragmática.
Ya no serían las editoriales culturales las que urdirían la trama de
instituciones y discursos, sino las revistas profesionales, los informes
técnicos y los proyectos de investigación. El recorrido del propio Luis
E. Valcárcel dibuja bien esa trayectoria, desde el radicalismo india-
nista a participar en la fundación del Instituto Indigenista Peruano
(IIP)27 en 1946 y del Instituto de Estudios Peruanos (IEP)28 en 1964.
Los números 1 y 2 de la revista Perú Indígena,29 órgano de difusión
del IIP, recogen bien estas transiciones hacia la nueva pragmática
indigenista, en la que la “promesa” de la vida nacional en torno a la
indianidad autóctona se proyecta como un “problema” de investi-
gación en pos de un plan de reformas sociales. En los contenidos y
las firmas que aparecen en estos números se ven los efectos del paso
Edgardo REBAGLIATI: “Un ideario vernáculo”, Mundial: revista semanal ilustrada
(Lima, Perú), vol. 6, n.º 261, jun. 12, 1925.
26
Laura GIRAUDO: “Un campo indigenista transnacional y ‘casi profesional’: la aper-
tura en Pátzcuaro (1940) de un espacio por y para los indigenistas”, en Laura Giraudo
y Juan Martín-Sánchez: La ambivalente historia del indigenismo…
27
Sobre la fundación y primeros años del IIP, Osmar GONZALES: “El Instituto Indi-
genista Peruano: una historia por conocer”, en Laura Giraudo y Juan Martín Sánchez:
La ambivalente historia del indigenismo… No tenemos un archivo administrativo del
IIP ni una colección integrada de sus publicaciones y proyectos, aunque muchos de
estos si están disponibles en diversas bibliotecas del Perú. Esta falta de archivo, sí ha
sido, en parte cubierta, por la Colección Especial Carlos Monge Medrano disponible
en la Biblioteca central de la PUCP en Lima, que recoge la documentación personal
e institucional del que fuera el director del IIP desde 1950 hasta agosto de 1959.
28
Sobre el IEP, Martín TANAKA (ed.): 50 años pensando el Perú: una reflexión crítica. El
Instituto de Estudios Peruano, 1964-2014, Lima, IEP, 2014. Dentro de este libro, son es-
pecialmente importantes aquí, los capítulos de Jürgen Golte y de José Luis Rénique.
29
Para una revisión de esta revista: Elba MUÑOZ, Clara CÁRDENAS y Alicia CÉS-
PEDES: Instituto Indigenista Peruano. Índices y resúmenes de ‘Perú indígena’ y ‘Perú
integral’, Lima, OIT-CIAT, 1983?

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

de un gobierno democrático a otro militar autoritario, sin embargo


los diversos discursos y las editoriales mantienen cierto consenso
resumido en los siguientes dos párrafos de la editorial del número
uno de Perú Indígena:

El denominado ‘problema indígena’ es, en realidad, la suma


de una compleja serie de conflictos de todo orden que afectan a
sectores de población colocados en bajo nivel social con todas las
consecuencias que trae consigo la lucha económica, agravada por
prejuicios de raza y cultura. Tales conflictos adquieren mayor volu-
men en aquellos países en que dichos sectores alcanzan un porcen-
taje considerable de la población total, (nuestro país entre ellos).
[…] No son satisfactorios los resultados, si se exceptúan conta-
dos éxitos. Todavía muchos millones de hombres padecen de in-
justicia, incomprensión y falta de simpatía de las gentes de otras
razas, clases y culturas. De otro lado, el acelerado mestizaje impre-
cisa, día a día, los conceptos, siendo más difícil identificar al ‘indio’
y definir ‘lo indio’. Entramos, y vale la pena hacerlo francamente,
en un estadio de efectivo conocimiento, que solo podrá ser alcan-
zado por sistemáticas investigaciones de carácter etnológico, esto
es, comprendiendo todos los aspectos de la vida rural, que es vida
india en los países en que los núcleos aborígenes son más densos y
más persistentes. El estudio científico del hombre y de la sociedad
india es previo y fundamental, antes de proponer soluciones ‘gene-
rales’ o abstractas y, por lo tanto, ineficaces.30

La historia del indigenismo peruano subsiguiente a este editorial


estuvo fuertemente marcada por los proyectos internacionales de
investigación y cooperación, algo que ya había sido muy relevan-
te en los años treinta y cuarenta31, y que se hicieron estructura-
30
IIP: “Editorial”, Perú Indígena, n.º 1, Lima, 1948, pp. 3-4.
31
Por su significación, tres proyectos tuvieron gran interés durante esas décadas: la
encuesta que Moisés POBLETE TRONCOSO realizó, por mandato de la OIT, en el
Perú en 1936 y publicada en la serie “Estudios y documentos” con el título Condiciones
de vida y de trabajo de la población indígena en el Perú, Santiago de Chile, OIT, 1938
(se trata de un magnifico informe que recoge una muy amplia variedad de situaciones
y espacios en que participaban los indígenas peruanos, bastante alejado de la retórica

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

les en los años cincuenta y sesenta. El propio IIP era parte de esa
internacionalización institucional del indigenismo pero, con esca-
so presupuesto y poco personal, siempre dependió de la vitalidad
que le ofrecían los dos proyectos fundamentales en esas décadas: el
proyecto Perú-Cornell en Vicos y el Plan Indigenista Andino de la
ONU-OIT.
El proyecto de la Universidad de Cornell para realizar un ex-
perimento de antropología aplicada en la hacienda de Vicos, en el
centro del Callejón de Huaylas, departamento de Ancash, fue enviado
por Alán Holmberg (profesor de antropología cultura en Cornell y
director del proyecto) al IIP el 18 de septiembre de 1951 y ampliado
el 2132. El 25 del mismo mes Carlos Monge, director del IIP, firmaba
la carta donde informaba al primero de la aceptación del proyecto
y el inicio de conversaciones para su puesta en marcha33. Estas co-
municaciones se mantendrían por más de una década, ya fuera para
resolver cuestiones administrativas, como los visados necesarios para
los investigadores estadounidenses y sus familias, sobre presiones
políticas para la compra-venta de la hacienda y su transmisión a los
indígenas que trabajaban en ella en relaciones de “servidumbre”,
para informar sobre los avances y sus publicaciones, sobre las visitas
de personalidades, como el senador estadounidense Bob Kennedy,
y sobre nuevos convenios de formación de las nuevas generaciones
de antropólogos peruanos. El discurso que Holmberg desarrollaba
en aquella memoria del 21 de septiembre de 1951 se mantuvo como
marco de referencia general, por más que el desarrollo del proyecto

algo esencialista del futuras resoluciones de la OIT); la participación del Perú, con
delegados oficiales e intelectuales destacados en el Congreso Indigenista de Pátzcuaro
y la formación del Instituto Indigenista Interamericano; y la expedición científica al
Huallaga, en 1948, del Instituto de la Hilea Amazónica de la UNESCO (agradezco a
Nuria Sala la información sobre esta expedición).
32
Colección Carlos Monge Medrano (CCMM), IIP, E 09.020, Holmberg, Allan Ri-
chard: Proyecto presentado por el profesor de antropología de la Universidad de Cor-
nell de Estados Unidos dr. Allan Holmberg al presidente del Instituto Indigenista
Peruano”, Lima 1951-9-18, 6 folio, folder III. Y IIP, E09.023, Holmberg, Allan Richard,
Estudios de aculturación en el Callejón de Huaylas. Lima 1951-9-22, 7 folios, folder III.
33
CCMM, IIP, E 09.024, Monge Medrano, Carlos Carta de Carlos Monge Medrano
dirigida a Allan Holmberg sobre el proyecto de antropología aplicada promovido por
la Universidad de Cornell en el Perú. [aprobación del proyecto por el IIP en sesión de
24 septiembre 51], Lima, 1951-9-25, 1 folio, folder III.

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

fuera revelando múltiples contradicciones34. En síntesis, se trataba


del reciclaje funcionalista del discurso sobre la transición entre co-
munidad y sociedad, entre tradición y modernidad, en el que la meta
era gestionar dicho tránsito hacia una plena integración social de la
población indígena, tanto para mejorar sus condiciones de vida y
reducir los altos costos de la transición, como para lograr la buscada
cohesión social de la sociedad peruana. El objetivo era desarrollar
un experimento que permitiera generalizaciones y conclusiones
válidas para saber cómo lograr esa cohesión social. La presentación
de Holmberg es elocuente al respecto:

Es una verdad innegable que la moderna revolución industrial


rápidamente difundiéndose hasta en los rincones más remotos del
mundo. El impacto de la moderna tecnología, debido al interés de
los gobiernos, la colaboración técnica de las Naciones Unidas y la
labor de las industrias privadas ha dejado pocas áreas no influen-
ciadas por este movimiento revolucionario. Este hecho es de gran
significado para una nación como el Perú porque mientras de un
lado hace esfuerzos para incrementar su economía, por otro lado
tiene su gran población indígena, cuyo modo de vida y sistema de
valores contrastan profundamente con los de una moderna socie-
dad industrial.”35

También el Plan Indigenista Andino (PIA) participó de ese mar-


co general sobre la gestión del tránsito desde las comunidades tra-
dicionales de indígenas rurales, hasta las sociedades modernas de
ciudadanos en proceso de urbanización. El PIA36 fue promovido y
34
Sobre el proyecto Vicos se han publicado muchos análisis, ya durante su desarrollo
como posteriormente. Aunque en una perspectiva postmodernista algo farragosa, el
trabajo más completo y crítico es el de William STEIN: Vicisitudes del discurso del
desarrollo en el Perú: una etnografía sobre la modernidad del Proyecto Vicos, Lima, Sur,
2000. Más reciente y con mayor diversidad de puntos de vista, en Ralph BOLTON,
Tom Greaves y Florencia Zapata (eds.), 50 años de antropología aplicada en el Perú.
Vicos y otras experiencias, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 2010.
35
CCMM, IIP, E 09.023..., folio 1, folder III.
36
Sobre el papel de la OIT y la ONU en el indigenismo posterior a la segunda Guerra
Mundial hay una amplia y experta bibliografía que no podemos resumir aquí. Ade-
más, la calidad y digitalización de los archivos institucionales ofrece una detallada
documentación del proceso. Hasta cierto punto, sorprende la relevancia que estos

5 366

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

liderado por la OIT dentro de la ONU, desde su diseño inicial, en


1951, durante su aplicación y hasta su paulatina disolución entre los
diversos planes de integración de las poblaciones indígenas de los
países afectados (Perú, Bolivia y Ecuador principalmente) durante
la segunda mitad de los años sesenta y primeros años de 1970. En
el mismo se combinaron las estrategias de los estados nacionales
dependientes que buscaban modernización y autonomía política y
económica, con el desarrollo de los nuevos organismos internacio-
nales de la post-guerra mundial inmersos en la difícil gestión de la
Guerra Fría. Más que un estudio experimental de los procesos de
aculturación que suponía la introducción de tecnologías moder-
nas en comunidades tradicionales, como fue el proyecto Vicos, el
PIA buscaba ofrecer herramientas organizacionales para la gestión
global del proceso de modernización; es decir, gestionar el transito
macro-social desde las solidaridades tradicionales a las modernas
instituciones de las sociedades desarrolladas que ya estaban en mar-
cha y en rápida expansión (mercados, industrialización, sanidad,
educación, ciudadanía, etc.). La dimensión indigenista del plan se
justificaba en la tesis de que las condiciones de vida de la población
indígena eran inaceptables, contrarias a la justicia social, y, sobre
todo, impedían el desarrollo propio, endógeno, de esas poblacio-
nes, convertidas en tremendas rémoras para el conjunto de la socie-
dad. Así, la atención estaba focalizada sobre la formación de capital
humano (salud, educación, competencias técnicas, incorporación a
mercados), pero sin desmarcarse del marco indigenista general, in-
cluso agudizando algunos de sus elementos culturalistas o esencia-
listas más destacados, en especial todo aquello que tuviera que ver
con la continuidad histórica pre-conquista europea y con el vínculo
de los indígenas a las tierras que ocupan y a los modos ancestrales
de producción y vida colectiva. Esto suponía mantener una fuerte

organismos adquirieron en la política doméstica de los países latinoamericanos y en


la definición de la cuestión indígena. Para el PIA en particular, es una buena referen-
cia la tesis doctoral de Jason GUTHRIE: The International Labor Organization and
the social politics of development, 1938-1969, University of Maryland, 2015; o Martin
BREUER: “El Programa Indigenista Andino en la prensa: Imágenes de lo indígena y
la cooperación internacional para el desarrollo (1953-1965)”, Nuevo Mundo Mundos
Nuevos [En ligne], Débats, mis en ligne le 14 juin 2018.

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

tensión entre los esfuerzos por la modernización integradora y la


protección de la identidad indígena tradicional. Es la tensión que se
manifiesta entre la aplicación del PIA en temas de colonización de
la selva, formación laboral, introducción de tecnología industriales,
programas de salud, etc., y el sentido proteccionista de la legislación
internacional que la propia OIT estaría promoviendo desde media-
dos de los años cincuenta.
Algo muy importante en estos proyectos es que se planteaban
explícitamente los problemas de compatibilidad entre objetivos
políticos y científicos, entre los alcances micro y macro, y entre los
niveles nacional e internacional. Y se lo planteaban en el formato del
“experimento”, tratando de contrastar los modelos de observación e
interpretación, así como de formar a los expertos y a las instituciones
de los estaba aplicando y que deberían continuar con la labor indige-
nista de manera autónoma en el futuro próximo. Habían cambiado
las retóricas del movimiento indigenista de los años treinta y se ha-
bían ajustado más a su institucionalización como campo profesional
fuertemente internacional y académico. Con todo, la promesa de
una sociedad compartida, solidaria, diversa y capaz de sustentar a las
personas y a la nación, que postulaba Basadre en su ensayo de 1943,
seguía vinculando a estos proyectos de la modernización con aquel
discurso en pos del Perú autóctono y próspero.
El nacimiento, 1964, y primer desarrollo del IEP, hasta la segunda
mitad de los 1970, estuvieron marcados por la evaluación sistemática
de esa concepción de la modernización como experimentos sucesivos
y encadenados que se desarrolló en las décadas centrales del siglo xx,
pero también por la reactualización de aquella promesa de una nación
propia. Entre las actividades de investigación de esos primeros años
destaco la que diseñaran y dirigieran Matos Mar y White bajo el título
“Proyecto de Estudio de Cambios en Pueblos Peruanos” y que dio pie
a una intensa producción de publicaciones y de relaciones personales
e institucionales con un gran efecto en el pensamiento social perua-
no de los años setenta a los noventa. Al revisar el primer informe de
aquel proyecto, publicado en 1966, a dos años de haber comenzado,
encontramos el esfuerzo por acomodar la gran trayectoria histórica
dentro del nuevo formato de investigación social empírica por medio

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

de cuestionarios y etnografías. También se plantearon la incorporación


de la propia investigación a la construcción de las ciencias sociales en
Perú, con la contratación y formación de estudiantes e investigadores
jóvenes, como necesaria creación de instituciones de conocimiento
que dieran autonomía cultural y política al país. Así, las hipótesis y
los objetivos del proyecto se peguntaban por las condiciones sociales
en la que ocurría o se bloqueaba la creación de conocimientos y de
cambios sociales autóctonos o inducidos desde el exterior en las áreas
rurales del Perú. Pero al mismo tiempo, el proyecto se formulaba y
desarrollaba como modelo de construcción del propio IEP. Y aun-
que la cuestión indígena se eludía en los planteamientos teóricos y
metodológicos iniciales, surgía a poco que se iniciaba el estudio de
la población rural y sus distinciones étnicas, económicas, políticas y
culturales. En realidad, esa elusión en el planteamiento y su reaparición
en el desarrollo de la investigación, se pueden leer como un síntoma
o como una especie de historia invertida de indigenismo: en éste, la
atención en el indígena como fundamento de la nación era la premi-
sa retórica fundamental, pero que luego se diluía en las actuaciones
prácticas de modernización social; por su parte, en el proyecto del
IEP, el planteamiento científico inicial más general sobre cambio social
en la sociedad rural, en el que lo indígena no aparecía como variable
explicativa, era reabierto por la presencia de aquella indianidad que
apuntara Uriel García y que volvía a insertar el proceso de integración
social en la gran evolución histórica que dibujaran los indigenistas
de los años veinte y treinta. De este modo, el IEP vivió, como pocas
otras instituciones, las tensiones de la promesa y el problema que los
indigenismos inscribieron en la cuestión indígena con su retórica
nacionalista y su pragmática reformista.
El Gobierno Revolucionario de la Fuerzas Armadas, como se hacía
llamar el gobierno comandado por el general Juan Velasco Alvarado
desde octubre de 1968, inició, con la reforma agraria de junio de 1969,
un nuevo estilo, retórico y pragmático, sobre la cohesión social del
Perú que cerraba el ciclo iniciado en la segunda década del siglo xx.37
37
La bibliografía sobre el gobierno militar es muy extensa y recientemente ha añadido
algunos títulos de interés pero sin grandes reinterpretaciones. Para una impresión ge-
neral de lo que aquí presento, valen dos trabajos míos: Juan MARTÍN-SÁNCHEZ:

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

FIN DE ETAPA: LA ELUSIVA COHESIÓN DEL CAMBIO INDIGENISTA

En los años cincuenta y sesenta, los rasgos de la sociedad de llegada


en aquel modelo de historia natural que definían las claves de la co-
hesión social, eran realidades que se podían observar empíricamente
y, así, compararlas con las sociedades que aún no habían culminado
el proceso. Eran las décadas de la Teoría de la Modernización, de
los planes quinquenales del socialismo real, de la educación y la
salud como procesos de construcción de la nueva sociedad, y de las
revoluciones culturales. Las ciencias sociales, desde la economía a
la psicología social, la antropología para sociedades colonizadas y la
sociología para sociedades independientes, reivindicaban el papel
del asistente experto, de la producción de saberes e instrumentos
para la política, fuera ésta la de la guerra o la de la reconstrucción
y el desarrollo, incluso para la revolución o para evitar que ésta
ocurriera. Karl W. Deutsch lo resumía con claridad durante un co-
loquio de investigadores sobre el cambio social en el que el los pro-
yectos Vicos y de Metodología de la Universidad de Cornell atrajo
una gran atención. Desutsch decía:

As cultural and social change moves countries from tradition-


alism to modernity, and economic change moves them from stag-
nation in poverty to self-sustaining economic growth, so political
change moves their governments, their administrations and their
entire political systems from low levels of capability to substan-
tially higher ones. Modernization is politicization. Its progress de-
pends in substantial part on political inputs and services, and it
produces in turn a substantially enlarged political sector in the life
and the institutions of the country.38

La revolución peruana: ideología y práctica política de un gobierno militar, 1968-1975,


Sevilla, CSIC-Universidad de Sevilla, 2002; y, más específico, “Indigenismo bifronte
en el gobierno peruano de Velasco Alvarado: continuidad y alternativa, sierra y sel-
va”, en Laura GIRAUDO y Juan MARTÍN-SÁNCHEZ. La ambivalente historia del
indigenismo, pp. 191-250.
38
Karl W. DEUTSCH: “Toward a Theory of Power and Political Structure”, p. 61 en
Hollis W. Peter, ed., Comparative Theories of Social Change. Ann Arbor, Michigan:
Foundation for Research on Human Behavior, 1966.

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

Los conceptos de cohesión social, como los de integración social,


de inclusión y exclusión, de pertenencia, de solidaridad, de inter-
vención, de política pública o policy, que dicen los británicos, están
en esa historia sedimentaria de experiencias y expectativas, pero his-
toria de personas con obligaciones respecto del pasado y del futuro.
En los proyectos que patrocinó la Universidad de Cornell o la OIT
en Perú durante los años cincuenta y sesenta, encontramos el uso
que personas y organizaciones hicieron de los conceptos como par-
te de la pragmática de sus trabajos. En ese uso, el afán por unir los
objetivos políticos y las observaciones positivas de la realidad mos-
traba una historia de tensión y huidas hacia adelante, que podemos
encontrar en las vidas de algunos de sus protagonistas, como Mario
Vázquez y Alán Holmberg en el proyecto de Vicos, Pedro Weis y
Héctor Martínez en el IIP y el PIA o José Matos Mar y William
White en el IEP.
Un momento ejemplar, para observar y discutir sobre estos procesos
de constante reconstrucción de los pasados y los futuros colectivos,
fue el vivido en el IEP durante la presentación y debate de la novela,
aún indigenista, Todas las sangres de José María Arguedas. En aquella
celebre reunión,39 los sociólogos, antropólogos, filósofos, literatos,
críticos, etc., discutieron, sin muchas posibilidades de acuerdo,
sobre el encaje de las representaciones literarias, retóricas, en las
condiciones sociales del Perú y en sus posibles vías de desarrollo. Era
como si el análisis microsociológico de aquel debate, sirviera como
metáfora del desarrollo macrosociológico que había vivido el Perú
y el indigenismo peruanos, desde las retoricas movilizadoras hasta
la pragmática de las reformas burocráticas.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Elizabeth Kuon ARCE et al.: Cuzco-Buenos Aires: Ruta de Intelectualidad America-


na (1900-1950), Lima, Universidad de San Martín de Porres, 2008.

39
Guillermo ROCHABRUN (ed.): La mesa redonda sobre “Todas las sangres” del 23 de
junio de 1965, Lima, IEP, 2000.

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JUAN MARTÍN SÁNCHEZ

Jorge BASADRE: La promesa de la vida peruana, Lima: Augusto Elmore, Editor,


1990, p. 5. La primera edición fue publicada el año 1943, en la Revista Historia,
n.º 3, que el propio Basadre dirigía.
Ralph BOLTON, Tom GREAVES y Florencia ZAPATA (eds), 50 años de antro-
pología aplicada en el Perú. Vicos y otras experiencias, Instituto de Estudios Pe-
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Martin BREUER: “El Programa Indigenista Andino en la prensa: Imágenes de lo
indígena y la cooperación internacional para el desarrollo (1953-1965)”, Nuevo
Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Débats, mis en ligne le 14 juin 2018.
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histórica”, LEXIS, vol. IV, n.º 1, julio 1980.
Karl W. DEUTSCH: “Toward a Theory of Power and Political Structure”, p. 61
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Alberto FLORES GALINDO: Los rostros de la plebe, Barcelona, Crítica, 2001.
José Uriel GARCÍA: El nuevo indio, Lima, Universidad Inca Garcilaso de la Vega,
2011 (1930).
Laura GIRAUDO y Juan MARTÍN-SÁNCHEZ: La ambivalente historia del indige-
nismo. Campo interamericano y trayectorias nacionales 1940-1970, Lima, IEP, 2011.
—, “Un campo indigenista transnacional y ‘casi profesional’: la apertura en Pátz-
cuaro (1940) de un espacio por y para los indigenistas”, en Laura Giraudo y
Juan Martín-Sánchez: La ambivalente historia del indigenismo…
Osmar GONZALES: “El Instituto Indigenista Peruano: una historia por conocer”, en
Laura Giraudo y Juan Martín Sánchez: La ambivalente historia del indigenismo…
Jason GUTHRIE: The International Labor Organization and the social politics of
development, 1938-1969, University of Maryland, 2015;
INSTITO INDIGENISTA PERUANO: “Editorial”, Perú Indígena, n.º 1, Lima,
1948, pp. 3-4.
Norbert LECHNER: La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado,
Madrid, CIS, 1986.
Yazmín LÓPEZ LENCI: “La creación de la nación peruana en las revistas
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208-209, Julio-Diciembre 2004, 697-720
—, “Las vanguardias peruanas: la reconstrucción de continuidades culturales.” Re-
vista De Crítica Literaria Latinoamericana, Año XXXI, n.º 62. Lima-Hanover,
2do. Semestre de 2005, pp. 143-161.

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LA COHESIÓN SOCIAL: RETÓRICA Y PRAGMÁTICA DEL INDIGENISMO...

Juan MARTÍN-SÁNCHEZ: “Indigenismo bifronte en el gobierno peruano de


Velasco Alvarado: continuidad y alternativa, sierra y selva”, en Laura GIRAU-
DO y Juan MARTÍN-SÁNCHEZ. La ambivalente historia del indigenismo,
pp. 191-250.
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1975, Sevilla, CSIC-Universidad de Sevilla, 2002.
Robert K. MERTON: “Durkheim’s Division of Labor in Society”, American Jour-
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Elba MUÑOZ, Clara CÁRDENAS y Alicia CÉSPEDES: Instituto Indigenista Perua-
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Moisés POBLETE TRONCOSO: Condiciones de vida y de trabajo de la población
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Edgardo REBAGLIATI: “Un ideario vernáculo”, Mundial: revista semanal ilustra-
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José Luis RÉNIQUE: Imaginar la nación. Viajes en busca del “verdadero Perú”
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William STEIN: Vicisitudes del discurso del desarrollo en el Perú: una etnografía
sobre la modernidad del Proyecto Vicos, Lima, Sur, 2000.
Martín TANAKA (ed.): 50 años pensando el Perú: una reflexión crítica. El Instituto
de Estudios Peruano, 1964-2014, Lima, IEP, 2014.

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AUTORES

LAURA CARUSO

Doctora en Historia (UBA); Magister en Historia (IDAES-


UNSAM). Investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investiga-
ciones Científicas y Técnicas (CONICET). Coordina el Núcleo de
Historia Social y Cultural del Mundo del Trabajo (CEHHA-IDAES),
donde se desempeña como docente de grado y posgrado. Entre sus
últimas publicaciones se encuentra el libro A Conexão OIT-América
Latina: Problemas regionais do trabalho em perspectiva transnacio-
nal, compilado con Andrés Stagnaro y Norberto Ferreras en 2018 y
los artículos “The ILO as a domesticating arena: Argentinian trade
unions and worker’s representations at the ILO on the first half of
the 20th Century”, en coautoría con Andrés Stagnaro, y “La huelga,
el carnaval y los comicios: el mundo del trabajo portuario en Bue-
nos Aires y la configuración de una comunidad obrera, verano de
1904”,en Historia Crítica 73, 2019.

SABINA DI MARCO

Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos


Aires (UBA). Master en Sociología por la École des Hautes Études
en Sciences Sociales de Paris (EHESS). Investigadora del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y
investigadora-docente de la Universidad Nacional de General Sar-
miento (ICI-UNGS). Se especializa en temas de socio-historia de
las categorías laborales y sobre cuestión social y cuestión ambiental
desde una perspectiva socio-histórica. Sus investigaciones se han
publicado en capítulos de libro y en numerosos artículos en revistas
argentinas e internacionales.

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MIGUEL ÁNGEL NOVILLO

OSMAR GONZALES ALVARADO

Sociólogo. Doctor en Ciencia Social por El Colegio de México.


Profesor de distintas universidades y coordinador de la Maestría
de Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Como funcionario ha sido director técnico de la Biblioteca Nacional
del Perú. Actualmente, es el secretario académico del proyecto “El
proceso de la independencia peruana desde el Bicentenario” en la
Universidad Ricardo Palma. Es autor de más de veinte libros espe-
cialmente sobre sociología de intelectuales, sociología del libro y de
sociología política. Sus más recientes publicaciones son Billinghurst,
combatiente del desierto salitrero; La presencia judía de la izquierda
peruana; con el politólogo argentino Antonio Camou Revolución
exilio y democracia (Universidad de La Plata).

PILAR GONZÁLEZ BERNALDO DE QUIRÓS

Doctora en Historia por la Universidad de la Sorbona y habilitada


para la dirección de investigaciones por la Universidad de Paris-Paris 7.
Profesora titular de historia latino-americana. Es miembro del labo-
ratorio “Mundos Americanos” EHESS-CNRS y miembro de Con-
vergences Migrations, Institute del Colegio de Francia. Ha dirigido
el laboratorio ICT de la Universidad de Paris y se ha desempeñado
como secretaria general de AHILA. Es miembro correspondiente de
la Academia Nacional de la Historia de Argentina. Desde la publi-
cación de su libro Civilidad y política en los orígenes de la nación
argentina (Paris 1999, Bs As, 2001, Los Angeles-California, 2006)
sus trabajos han privilegiado una aproximación socio-cultural de la
política. Sus investigaciones actuales exploran las conexiones entre
migraciones, circulación de saberes sobre lo social y desarrollo del
derecho internacional. Entre sus últimas publicaciones se encuen-
tran: Les savoirs-mondes. Mobilités et circulation des savoirs du Moyen
Âge au XXIe siècle, (en colaboración con Liliane Hilare-Pérez) 2015;
Regulación social y regímenes de bienestar en América latina, siglos
XIX-XXI; “Representaciones de la cohesión social. Argentina, Chile

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AUTORES

y Perú, Siglos xix y xx, Estudios Sociales, 57, (2), (en colaboración
con Ricardo González Leandri), 2019.

RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI

Doctor en Sociología (UCM). Investigador científico del Insti-


tuto de Historia-CSIC. Especialista en historia social y cultural del
Cono Sur americano, con especial dedicación a Argentina. En los
últimos años ha desarrollado una línea de investigación orientada
al estudio de la articulación histórica entre experiencias, lenguajes
y conocimientos en los procesos de impulso a la cohesión social.
Ha publicado en forma reciente: La cuestión social y sus itinera-
rios de difusión a través de publicaciones periódicas argentinas,
Global South Press (en colaboración con Juan Suriano) 2017;
“Representaciones de la cohesión social. Argentina, Chile y Perú
Siglos xix y xx, Estudios Sociales, 57, (2), 2019 (en colaboración
con Pilar González Bernaldo de Quirós) y el volumen colectivo
Narrativas de la cohesión social en publicaciones periódicas del Cono
Sur americano, 1900-1940, Editorial Polifemo, (en colaboración con
Armando Minguzzi), 2019.

ISABEL CRISTINA LÓPEZ EGUREN

Estudiante de historia en la Pontificia Universidad Católica del


Perú y en la Universidad Católica Argentina. Ha trabajado en la
Biblioteca Nacional y en el Ministerio de Educación del Perú, en-
tre otras instituciones. Actualmente está desarrollando un estudio
sobre la familia del poeta simbolista peruano José María Eguren
desde los momentos previos a la independencia hasta el presente.
Colabora en diarios peruanos y en diversas revistas como Pacarina
del Sur, Libros Peruanos, Yuyaykusun y Fénix. Revista de la Biblioteca
Nacional del Perú.

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MIGUEL ÁNGEL NOVILLO

PABLO MADDALENA

Profesor de Historia. Magíster en Historia por el Instituto de


Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín
(IDAES-UNSAM). Allí realizó su tesis de posgrado “Los saberes
estatales en Argentina: el camino a la sanción de la ley de accidentes
de trabajo de 1915”. Actualmente estudia los efectos de la imple-
mentación de las políticas de prevención de los riesgos laborales en
Argentina. Ha publicado artículos sobre política social en revistas
nacionales y extranjeras.

DANIELA MARINO

Doctora en Historia por El Colegio de México (2006). Profesora


de Investigación Científica en el Posgrado en Historia y Etnohis-
toria de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (INAH
México) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel
II. Acreedora al Premio a la Investigación Histórica sobre República
Liberal GASTÓN GARCÍA CANTÚ 2006, del INEHRM. Sus
publicaciones más recientes son: “El Asesor Jurídico, una revista
popular de jurisprudencia en vísperas de la Revolución (México,
1907-1909)”, Caravelle. Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien
n.º 112, (2019), Universidad de Toulouse; Daniela Marino y Ana
Teruel, “Reformas estatales y estructuras indígenas. Los derechos de
propiedad en México central, norte de Argentina y sur de Bolivia,
1810-1910”, Boletín Americanista, Universidad de Barcelona, n.º 79,
año LXIX: 2, 2019.

IVÁN DARÍO OLAYA PELÁEZ

Doctorando en Historia y Civilizaciones Comparadas, Universidad


Diderot-París 7. Docente de de la maeria civilización latinoamericana
del siglo xx en la Universidad Sorbonne Nouvelle-Paris 3. Entre sus
últimas publicaciones puede citarse: La selección del inmigrante “apto”:

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AUTORES

leyes migratorias de inclusión y exclusión en Colombia (1920-1937),


Revista Nuevo Mundo, Mundos Nuevos, (10/12/2018).

KARINA INÉS RAMACCIOTTI

Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Investigadora independiente


del CONICET en la Universidad Nacional de Quilmes, lugar don-
de también es profesora titular de Historia Social. Es autora de La
política sanitaria del peronismo (2009, Biblos) y, junto con Carolina
Biernat, de Crecer y multiplicarse: la política sanitaria materno infantil
argentina (1900-1960) (2013, Biblos). Sus publicaciones más recientes
son: Derroteros del Cuidado (2019, Ediciones UNQ); Mujeres, saberes
y profesiones Un recorrido desde las ciencias sociales (2019, Biblos) y Los
accidentes de trabajo en perspectiva histórica (2019, Ediciones UNGS).

FRANCISCA RENGIFO

Francisca Rengifo: PhD en Historia, Pontificia Universidad


Católica de Chile (2008), es investigadora del Centro de Estudios
de Historia Política de la Universidad Adolfo Ibáñez y profesora de
la Escuela de Gobierno de dicha universidad. Su línea de trabajo
aborda los procesos estatales y las políticas públicas de educación,
seguridad social e igualdad de género, estudiando la relación entre la
familia y el Estado, los derechos civiles de la mujer y el matrimonio,
así como la extensión de los derechos sociales desde las políticas
estatales hacia los hogares.

JUAN MARTÍN-SÁNCHEZ

Licenciado en sociología y ciencias políticas por la Universidad


de Granada, tiene una maestría en sociología política por el Instituto
Mora-UNAM de México y es doctor en sociología y ciencias polí-
ticas por la UNED. Sus principales temas de investigación quedan

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MIGUEL ÁNGEL NOVILLO

enmarcados por los estudios sobre sociedad y política en América


Latina contemporánea, la representación política y la sociohistoria
de las categorías y políticas de identificación étnica en América
Latina. Entre otras publicaciones: La revolución peruana: ideología y
práctica política de un gobierno militar, 1968-1975, Sevilla 2002; Perú
28 de julio: discurso y acción política el día de Fiestas Patrias, 1968-1999,
Sevilla-México 2002; (con Laura Giraudo) La ambivalente historia
del indigenismo. Campo interamericano y trayectorias nacionales 1940-
1970, Lima, 2011.

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este libro se terminó de imprimir
en el mes de septiembre de 2020

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