Parcial de Perez y Civetta - Problemas
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CONTEMPORÁNEA
AÑO: 2018
DESARROLLO
Breve historia
El Pueblo de La Toma es una comunidad originaria de la Ciudad de Córdoba quienes, antes
de la llegada de los españoles a América, ya habitaban esta zona. En su momento, los
comechingones ocupaban un territorio mayor al que concentra hoy la ciudad. En un principio
donaron tierras para uno de los principales cementerios del momento, el San Jerónimo. Por
otra parte, el pueblo era llamado de esa forma porque la intendencia de Córdoba utilizó un
pequeño grupo de esta comunidad para llevar agua a las quintas como mano de obra barata.
Estos no se dedicaban solo a llevar agua sino que, un cierto número de ellos, ocuparon
cortaderos de ladrillos fabricando tejas y sacando arena del río. Con el paso de los años, el
pueblo aborigen fue siendo desplazado y poco a poco fueron ubicándose en barrios aledaños
hasta que, para el centenario de Juan Bautista Alberdi (1910), el Concejo Deliberante aprobó
que el pueblo de La Toma pase a llamar Barrio Alberdi.
El paso de los años no provocó la desaparición de estos, pero la historia y los mestizajes
hicieron que los habitantes se fueran desplazando. En 2008 el Instituto de Culturas
Aborígenes realizó una investigación que buscaba descendientes de Comechingones, y como
resultado 8 familias se reconocieron como tales y constituyeron una comunidad. En total
suman más de 300 personas, pero sólo un pequeño porcentaje de ellos milita por la causa.
A principios del 1900, en esta casa que hoy se encuentra abandonada, vivía el curaca
Villafañe, representante de la comunidad originaria del territorio que hoy ocupa el barrio
Alberdi y sus alrededores. “Curacas” es como el pueblo comechingón llama a los jefes y jefas
de familia: cada grupo familiar tiene uno, que luego se junta con el resto para elegir al curaca
mayor de toda la comunidad. Según cuentan, Villafañe prestó su casa al Gobierno para que la
policía se estableciera ahí con el fin de garantizar mayor seguridad a la zona. Además de esto,
los Comechingones ocupaban varias manzanas alrededor de la casona, incluso extendiéndose
hasta Alta Gracia.
Ahora toda la energía de la comunidad está puesta en recuperar la casona. En 2016,
presentaron al Gobierno de Córdoba una reseña histórica del lugar y desde ese momento han
pasado por distintas dependencias del gobierno sin tener ninguna respuesta. Por eso ahora
realizan encuentros y festivales en la casa, como una manera pacífica de reclamar. “Para
nosotros es muy importante, porque la comunidad no tiene un espacio físico donde reunirse.
Además, esta casona para nosotros sería reafirmar nuestra identidad como pueblo nación
Comechingón. Por eso es tan importante la devolución de la casona y del árbol que tenemos
ahí, que es un símbolo de los aborígenes comechingones. Una vez que recuperemos la casa
va a haber un cambio” comenta Hugo Acevedo, tataranieto del último curaca.
Para poder hacer cumplir las garantías estatales y las políticas públicas del Estado, hacia el
pueblo La Toma, se tornan necesarias instancias burocráticas que administran a la población.
Se instalan estos dispositivos burocráticos que contribuyen, por cierto, a este concepto de
biopolítica, el cual hace alusión a la nueva forma de control social, es decir, de los
acontecimientos propios de la vida en la población como cuerpo social, pasan a estar sujetos a
las prácticas de los organismos de poder, el Estado interviene las formas en que se hace
posible la vida. Queda materializada esta afirmación al describir estos dispositivos de control,
que pretenden administrar de alguna manera la población indígena. Estos dispositivos
burocráticos corresponden a distintas organizaciones, programas y políticas de bienestar
social y conservación cultural específica, destinadas a tratar las materias indígenas.
Siguiendo con estos conceptos, el Estado utiliza diversos organismos que a la vista de todos
aparentan ser afines a las pretensiones de las comunidades indígenas pero terminan por ser
puentes que unen a los gobernantes con sus objetivos de invisibilizar a aquellos que puedan
complicar el normal desarrollo del sistema. En la mayoría de los casos, aquellas que integran
estos organismos, no son conscientes de que son útiles al sistema capitalista, aunque las
intenciones de estos sean las mejores para con los pueblos aborígenes.
Tomando estos conceptos de Foucault, podemos ver cómo las lógicas capitalistas se
contraponen a las formas de vida de la mayoría de los pueblos aborígenes (incluyendo a los
Comechingones) donde el individualismo y el sujeto autónomo es lo que se pretende
establecer en el modelo de sociedad. Los pueblos ancestrales están más sujetos a
colectivismos donde no se privilegia la propiedad privada ni la lógica empresarial gobernada
por la mano invisible del mercado, sino un esquema más grupal y solidario entre aquellos que
conforman la comunidad. De esta manera, el poder político intenta desarticular de manera
minuciosa a todos aquellos que se opongan al orden del sistema vigente.
Nada más en el año 2017, a raíz del caso de Santiago Maldonado, donde se visibilizó hacia el
resto de la sociedad la lucha del pueblo Mapuche, se comenzaron a dar a la luz otras luchas
de pueblos aborígenes. En el caso del Pueblo La Toma, tan solo unos pequeños párrafos
ocupaban una nota sin mayor relevancia en información que mencionaba a los
comechingones con sus protestas, sumado a otros portales que, a pesar de darle gran
importancia al caso, no poseen los recursos para concientizar y llegar a las grandes masas.
Ante esta falta de interés de los medios, el Estado y el resto de la sociedad (por la cuestión
que sea), y a pesar de que la lucha sigue en pie, se torna cada vez más posible la desaparición
“física” de esta cultura, lo que en definitiva, de concretarse, sólo significaría un logro para las
organizaciones estatales, en conjunto con el mercado empresarial, con sus fines de
producción y reproducción capitalista, y logrando generar a ese sujeto autóctono del que
habla Foucault para el dominio de las masas. En conclusión, sería sacarse una molestia de
encima para imponer su sistema de gobierno.
“En la historia, hasta hoy, ha habido procesos de invisibilización, física y cultural y negación
de la presencia de aborígenes en la Ciudad de Córdoba; tan efectivo han sido estos procesos
que cuando preguntas a un cordobés acerca de los aborígenes piensan en el pasado, en otra
provincia u otro país y piensan en otros.” como afirman Pol Zayat y Marcela Ferrer Eureka,
hay aborígenes en Córdoba.
Remontándonos un poco más en la actualidad, logramos ver no solo patrones similares en las
formas de dominio sino, además, invisibilización de estos pueblos aborígenes por parte del
Estado, y que se da a grandes escalas, por lo menos en nuestro país. Una doble acción del
gobierno, la administración o la segregación, el “dejar morir” podríamos decir para hacer
introducción concreta a la biopolitica en el análisis. De esta manera detectamos el caso más
relevante de la actualidad que es el de los Mapuches en la zona patagónica luchando por
tierras expropiadas por sectores afines al poder. Y en menor magnitud podemos observar
también a los Comechingones que, si bien no están de acuerdo con los métodos de lucha de
los Mapuches, poseen similares reclamos justos donde los organismos de poder, a pesar de
que una ley ampare a los pueblos indígenas, hacen caso omiso a esta para poder satisfacer
fines personales.
Considerando que el Estado es un “soporte para las tecnologías”, que en el caso de Argentina
era una burguesía liberal conservadora que por muchas etapas de su historia hizo morir a
grandes comunidades indígenas, utiliza técnicas como la aseguración para que cualquier
problema sea reducido en cuanto a su efecto a la totalidad de la población. El gobierno
buscará una herramienta como lo es la seguridad social que le da una sutil pero efectiva
forma de administración de los sujetos. Justamente estas organizaciones que llevan adelante
la lucha podrían ser formas de control al ser reconocidas por el gobierno y en muchos casos
darle entidad. El reconocimiento de la personería jurídica también son modos, creemos, de
darle administración a estas fuerza, porque si bien implica que el gobierno cede poder
también puede adquirirlo en otra forma, en el control con el sistema de identidad.
“En 2007, 2008 reapareció la comunidad de Pueblo La Toma, con personería jurídica, todo;
salieron en la televisión los siete curacas de la comunidad de ese momento. Entonces le digo
a mi madre: “Mirá, algo tenemos que ver con esa gente. Yo tengo ganas de ir a hablar para
saber, para ver que…”. Se para y me dice: “Si vos vas a hablar con esa gente, no me pises
más acá”. Con los problemas de ella, la discriminación, el maltrato por ser aborigen, guardó
su identidad y así pudo ser parte de esta sociedad. Por eso es que me mandó a una escuela
católica y trató de resguardar mi identidad, para que no sufriera los daños que ella había
sufrido. Pero bueno, mi madre murió en 2009 y a los seis meses empecé a buscar, hasta que
en 2010 pude reconocerme y empezar a ser parte de la comunidad del Pueblo La Toma.”
De esta manera, citamos nuevamente a Mbembe que escribe: “Para el racista, ver a un negro
es no ver que él no está ahí, que no existe y que no es más que el punto de fijación patológico
de una ausencia de relación.” De esta manera comparamos lo antes mencionado sobre el ex
gobernador de Córdoba quien negaba la existencia de estas comunidades aborígenes, y es que
no hay nada más excluyente y despectivo que negar al otro y, peor aún, negar la identidad del
otro. Esto llegado a tal punto que obligue a una madre a negar su propia identidad y la de su
hijo por regulaciones del sistema que impulsan al individuo a despegarse de sus raíces solo
por tratar de sobrevivir a la exclusividad que pretenden los altos cargos de poder.
Entendemos, por otra parte, que esto se trata de una lucha de poder simbólico haciendo
alusión a la idea de campo social que propone Bourdieu. En términos económicos, no
juzgaremos en profundidad si la entrega de una casa abandonada a un grupo que la reclama
como suya significaría una pérdida para el Estado, ya que no conocemos el valor económico
que este último le da, pero sabido es por ejemplos concretos que Alberdi es un espacio
pensado para la ampliación de un centro comercial de la ciudad que para su lógica capitalista
sí puede llegar a tener una valor de importancia. Por ello, creemos que el otorgamiento del
espacio generaría una fuente de poder para aquellos que lo consigan porque, como toda lucha
y conquista social, por el motiva que fuera, concluiría en un empoderamiento por parte de la
sociedad. Mientras más poder posea estos, más difícil se vuelve manipularlos y asegurarse su
dominio, aunque no hay que dejar de pensar que la voracidad del gobierno siempre buscará
establecer “la mejor forma de las cosas”. Vemos, por tanto, que la situación implica un deseo
fuerte del Estado a no ceder y un anhelo más fuerte quizá de los comechingos por resistir a
esta operatoria.
Por otra parte, como describe Mbembe, los procesos de racialización tienen los motivos de
identificar a estos grupos para precisar los límites en los cuales pueden circular e incluso
expulsarlos por cuestiones de “seguridad social”. Acá nos detenemos porque como venimos
analizando, hay dos cuestiones que se abren: en primer lugar es cierto que se trata de agrupar
a estos para hacerlos funcional al sistema; y en segundo lugar el motivo de eliminación
funciona de diversas maneras que pueden ir desde el encarcelamiento, el destierro o, como
analizamos anteriormente, negarles su existencia.
Tampoco se trata de eliminar su existencia física, sino de hacer vivir a ese individuo
desarraigado de sus bases culturales que lo ponen en estado que genera “peligro” a las
pretensiones de otros. Lo que se busca es que sigan viviendo pero el sistema cultural
impuesto por el capitalismo para generar mano de obra que derivaría en una nueva fuente de
explotación ya que, si bien estos podrán trabajar y ganarse la vida, será más difícil para ellos
conseguir altos cargos de poder en cuestiones laborales por motivos de estigmatización no
sólo de la clase gobernante, sino también por gran parte de la sociedad.
Indagar la cuestión de la cultura comechingón desde la perspectiva de gobierno es importante
pues hay puntos de inflexión para notar algunas técnicas no poco comunes hoy en la
“conquista” gubernamental de las culturas ajenas disidentes. Para esto debemos volver al rico
texto de Zayat y Ferrer sobre la situación en Cordoba. En la introducción los autores dicen:
“Hoy parece haber “buenos vientos”, la nueva Ley de Educación Nacional y la Provincial
reflejan tal presencia, los nuevos diseños curriculares de la formación docente de la
Provincia de Córdoba, expresando políticas públicas concretas de la Dirección General de
Educación Superior prescriben la temática en espacios curriculares concretos y hasta
prevén una orientación en interculturalidad y bilingüismo en los profesorados de primaria
e inicial. De todos modos no podemos dejar de observar que, si bien la nueva ley
provincial aborda (aunque sea sesgadamente) la interculturalidad no explicita el presente
comechingón” (Zayat y Ferrer; pag. 12) . Nos da mucho favor este dato que nos aportan los
autores, sobre todo su crítica al último de la cita ya que lo primero es de saberse.
Consideramos que todavía esta diferencia cultural es tenida en cuenta por el gobierno, que ya
no le importa las críticas sobre su mal accionar pasado sino que ahora se interesa en que estos
grupos puedan, mediante habilidades literarias, la importante influencia del lenguaje ya
nombrado, las sensibilidades artísticas, la conciencia de riesgo, la adquisición de ciertas
técnicas de auto-gobierno, el ideal prudencialista que les “invita” a insertarse en el sistema
para su aseguración presente y futura, ser civilizados a la orden de los intereses próximos del
gobierno.
Para concluir aclaramos que trabajo desde la perspectiva del gobiernos nos resultó afortunado
en el caso de la reivindicación de Pueblo La Toma pues vemos allí lógicas claras de acción
gubernamental aunque también otras poco claras que quedaran para el análisis. Somos
conscientes de los grandes esfuerzos de la Mesa del Pueblo La Toma, el ICA y otros
organismos para posicionarse en esta lucha y “escapar” de ese rizoma estructurado por el
sistema capitalista pero, como ya dijimos antes, la administración gubernamentalidad
renovará sus técnicas cada vez que sea necesario en pos de sus intereses
Bibliografía
- Mbembe Achille. 2016. Crítica de la razón negra. Buenos Aires: Futuro anterior / NED
ediciones. Cap. 1. El sujeto de la raza
- https://latinta.com.ar/2018/05/pueblo-la-toma-originarixs-cordoba/