2 Bachillerato. Tema 10. La Poesia Posterior A 1936

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 8

Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato.

Curso 2017-18

TEMA 10.
LA POESÍA ESPAÑOLA POSTERIOR A 1936: TENDENCIAS, RASGOS
PRINCIPALES, AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS

1. LA POESÍA DURANTE LA GUERRA CIVIL (MIGUEL HERNÁNDEZ). LA


POESÍA DE LOS AÑOS CUARENTA: POESÍA ARRAIGADA (LUIS
ROSALES) Y DESARRAIGADA (DÁMASO ALONSO)

Una figura de anclaje entre las generaciones del 27 y el 36, que


desarrolla la mayor parte de su obra poética durante la contienda, es Miguel
Hernández (Orihuela, Alicante, 1910), poeta del amor, del dolor y del pueblo,
“genial epígono” del 27, a cuyos poetas admiró y con los que comparte la
magistral combinación de tradición y modernidad, y es, a la vez, punto de
referencia insoslayable para la poesía “humanizada” de posguerra. Su estilo
poético se caracteriza por la forma auténtica y apasionada de expresar su
mundo humano y doméstico, lo cual lo aleja de la frialdad de la vanguardia;
destacan, además, la originalidad de sus metáforas, creadas a partir de un
lenguaje inmediato y familiar, y el dominio de la métrica tradicional (sonetos,
octavas reales, romances, serventesios, etcétera). Su poesía gira en torno a
temas universales: la vida y su manifestación suprema, el amor; la muerte,
siempre al acecho; el compromiso político y la lucha por la justicia social. La
obra de Miguel Hernández puede dividirse en las siguientes etapas ligadas a
su biografía:

 Primera etapa: tras algunos poemas poco relevantes, publica una


primera obra de estilo gongorino, Perito en Lunas (1934), escrita en octavas
reales, influida por el 27 y en la que se mezclan metáforas tradicionales e
imágenes vanguardistas. En El rayo que no cesa (1936), donde se inicia su
madurez artística, sobresalen los sonetos y las variaciones de la pasión
amorosa. Temas como el destino y la muerte destacan en la impresionante
“Elegía a Ramón Sijé”.

 Segunda etapa: su compromiso político durante la guerra queda


plasmado en Viento del pueblo (1937), en el que la poesía de combate,
escrita con un lenguaje directo y propagandístico, convive con la
preocupación social en poemas como “El niño yuntero”. En esta etapa
combina el verso libre y la métrica tradicional. Con El hombre acecha (1939)
hace referencia a su desencanto ante la tragedia de la guerra y el
sentimiento de haber sido vencido.

 Tercera etapa: a ella corresponden los poemarios escritos en prisión.


El Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) supone la cima poética
del autor, donde va desgranando temas como el amor, la libertad y la difícil
situación de su familia, con un lenguaje intenso y depurado que se apoya en
estrofas muy breves. Su dramática situación personal y la cercanía de la
muerte dotan a esta obra de fuerza y autenticidad.

El fin de la Guerra Civil da comienzo a la dictadura y a una dura


posguerra marcada por la pobreza, la censura – que nos mantiene aislados y
hace que la cultura permanezca ajena a la europea – y el exilio de muchos
intelectuales. A partir de los años cuarenta la poesía lírica se encuentra con
1
Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato. Curso 2017-18

un panorama de silencio, dolor y muerte impuestos por un conflicto que había


durado tres años. Difícil era entonces asumir el papel de poeta en un país
destrozado, tanto material como espiritualmente. Algunos poetas de las
generaciones del 98 y del 27 estaban muertos (Unamuno, Machado, Lorca),
otros expatriados (Guillén, Alberti, Cernuda, Salinas...) y otros obligados al
silencio (Dámaso Alonso, Aleixandre...). El campo de la lírica quedaba así
yermo.

Además de dos tendencias minoritarias (el grupo “Cántico” y el


postismo, neobarroca una y heredera del surrealismo la otra) 1, las primeras
corrientes poéticas de posguerra, que muestran su preocupación por los
temas humanos, se fragmentarán en dos tendencias fundamentales: la
poesía arraigada y la poesía desarraigada. Estos nombres, asignados por
Dámaso Alonso, implican dos maneras distintas de analizar y vivir el
momento histórico.

A la poesía arraigada pertenecen casi todos los autores de la


generación del 36 que permanecieron en España y que se identifican con el
régimen franquista, aunque posteriormente se distancien de él. Nacidos en
torno a 1910, estuvieron vinculados a las revistas Garcilaso y Escorial,
dirigidas respectivamente por José García Nieto y Dionisio Ridruejo. En la
primera se publicaban poemas de corte tradicional, con Garcilaso de la Vega
como símbolo del equilibrio y recuperación de los valores del imperio español.
Las características principales de esta corriente son:

 Una visión del mundo distanciada de la realidad del país. Los


poetas se cobijan en una existencia agradable y ordenada que vuelve la vista
a lo doméstico y familiar, al paisaje, al amor, a las cosas bellas... Manifiestan
una religiosidad armónica en la que Dios, como elemento fundamental de
orden, les aporta serenidad y confianza.

 Una métrica clásica que refleja ese espíritu equilibrado; por ello
retoman estrofas y composiciones clásicas, sobre todo el soneto.
Posteriormente, la mayoría de ellos utilizará el verso libre.

Poetas “arraigados” son Luis Rosales, cuya obra “La casa


encendida”, de 1949) ha sido considerada una de las mejores de nuestra
lírica; Leopoldo Panero (“Escrito a cada instante”, 1949), Luis Felipe
Vivanco (“Continuación a la vida”, 1949) o Dionisio Ridruejo (“En la
soledad del tiempo”, 1944).

Opuesta a la corriente anterior, tanto temática como formalmente, la


poesía desarraigada es una mirada existencial que expresa la
desorientación y el caos de la vida humana. Estos poetas se reúnen en torno
a una serie de revistas, como Espadaña, dirigida por Victoriano Crémer y
Eugenio de Nora. Características principales de esta tendencia, influida
por M.Hernández, son:

1
El postismo (postsurrealismo) se debió a Carlos Edmundo de Ory. Con él domina la escena poética un arte lúdico, social y antiacadémico que
consagraron poetas como J.E.Cirlot y Ángel Crespo. De otro lado, en Córdoba aparece en 1947 la revista y el grupo Cántico, que propugna una
poesía intimista, sensual y neobarroca, encabezada por poetas como Pablo García Baena o Ricardo Molina.

2
Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato. Curso 2017-18

 Un sentimiento de angustia y desesperación ante las


circunstancias. Dios no es ya un símbolo de equilibrio y serenidad, sino la
única posibilidad de salvación del hombre, arrojado a un mundo absurdo, por
lo que se dirigen a él increpándole y mostrándole su sufrimiento. Años
después el abandono del ámbito personal para solidarizarse con los demás
sentará las bases de la poesía social.

 El estilo se torna desgarrado, casi violento; esto se refleja en la


utilización de un lenguaje coloquial brusco y duro; la métrica tradicional se
sustituye a veces por el verso libre y el versículo, que dejan mayor libertad
para la manifestación de la angustia existencial.

A esta corriente pertenecen autores de diferentes épocas y


procedencias: Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre (“Sombra del
paraíso”, 1944), como representantes de la Generación del 27, junto a poetas
más jóvenes como Gabriel Celaya (“Movimientos elementales”, 1947) y
Blas de Otero (en poemas como “Hombre”), que evolucionarán
posteriormente hacia la poesía social. Otros autores son: Carlos Bousoño,
Eugenio de Nora, Ramón de Garciasol, Victoriano Crémer, José Luis
Hidalgo o Josefina Rodríguez.

Cabe destacar un poemario de Dámaso Alonso que lo identifica


plenamente con esta corriente tras la poesía pura de su etapa anterior. Se
trata de Hijos de la ira (1944), libro que supone un grito terrible contra la
injusticia y el sufrimiento humanos, en el que se pide a Dios que dé sentido a
una vida dominada por el caos. El lenguaje es agresivo, con una combinación
de símbolos y metáforas que configuran imágenes alucinantes. Poemas
emblemáticos son “Mujer con alcuza”, que clama contra la injusticia y la
suerte de los abandonados, o “Insomnio”, donde se ve un Madrid poblado de
cadáveres reales y simbólicos en versículos que expresan una enorme
desazón.

2. LA POESÍA SOCIAL DE LOS AÑOS CINCUENTA: GABRIEL CELAYA Y


BLAS DE OTERO2

Durante los años cincuenta las circunstancias sociales y políticas


empiezan a cambiar gracias al reconocimiento internacional del régimen de
Franco y la ayuda económica de otras naciones, que traerá consigo un
incipiente desarrollo industrial y una mayor apertura de las costumbres. En
este nuevo contexto sociopolítico se crea la necesidad de dar testimonio de la
situación de España a través de la literatura de compromiso. Es así que a
mediados de la década surge un nuevo concepto de poesía, alejado tanto de
la expresión de la intimidad de los poetas arraigados como de las angustias
existenciales de los desarraigados. El poeta se convierte en testigo de su
época y utiliza su palabra para cambiar el mundo, tomando partido ante
las circunstancias sociopolíticas españolas. Partiendo, pues, de la poesía
“desarraigada” se ha pasado a la “poesía social”. Según Celaya, un poeta no

2
José Hierro también es un ejemplo de esta poesía directa en el que la identidad personal, el paso del tiempo y la derrota son temas
fundamentales de unos poemas que él mismo llamaba a veces “reportajes” (Quinta del 42, Cuanto sé de mí). Aunque igualmente comprometida
moralmente, desarrolló más tarde una lírica más imaginativa y fantástica (Libro de las alucinaciones) o más íntima y humorística (Agenda).

3
Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato. Curso 2017-18

puede ser neutral, por ello, los mismos que en la década anterior gritaron
contra el dolor y manifestaron su angustia, a partir de 1950 denunciaron la
marginación, el paro, la falta de libertad, y exigieron la justicia y la paz para
España, una patria amada y rota que se convertiría en protagonista de sus
versos: Victoriano Crémer, Eugenio de Nora, José Hierro, Ramón de
Garciasol, Celaya, Blas de Otero...
La publicación en 1955 de Cantos Iberos, de Gabriel Celaya, y Pido la
paz y la palabra, de Blas de Otero marcará el comienzo de esta tendencia,
que llega hasta los años sesenta. Las características de la poesía social
son:

 Un lenguaje inmediato y desnudo de recursos retóricos, a veces


cercano al prosaísmo y al panfleto, que se distancia de preocupaciones
estéticas. Los poetas se dirigen “a la mayoría”, de ahí la pretensión de
claridad y el tono coloquial. Se valora más el contenido que el aspecto formal,
sin desmerecer los valores poéticos de la lengua cotidiana.

 El paso del yo (existencial, personal) al nosotros (social y colectivo)


en un intento de crear una conciencia solidaria que proteste por la injusticia
social.

 El tema de España, tratado desde una perspectiva con tintes políticos.


De ello pueden dar cuenta algunos títulos: Que trata de España (Otero),
Tierras de España (Garciasol), Canto a España (José Hierro), Dios sobre
España (Bousoño), etc.
El poeta más importante fue, sin duda, Blas de Otero (1916-1979). En
su primera etapa, cultivó una poesía desarraigada y existencial, con un
lenguaje tenso y violento, quebrado por continuos encabalgamientos en un
ritmo muy marcado y original, sobre todo en los sonetos. Es una poesía,
estremecedora por su tono desgarrado, que se centró en la búsqueda
angustiosa de Dios, del amor y del sentido de la existencia humana, como se
aprecia en “Ángel fieramente humano” (1950) y “Redoble de conciencia”
(1951).

Más tarde, se convirtió en una de las figuras más representativas de la


poesía social. Se aleja de lo personal para volverse solidariamente hacia lo
colectivo. Utiliza un lenguaje coloquial y sencillo, en un intento de llegar
“a la inmensa mayoría”3. A esta segunda etapa pertenecen obras como Pido
la paz y la palabra (19554), preocupada por los hombres que
desasosegadamente viven y mueren sin encontrar la paz para sus almas ni la
felicidad para sus cuerpos. Pero el poeta, ante tanto sufrimiento, no se siente
vencido: “Yo soy un hombre literalmente amado / por todas las desgracias – y
gracias tan grande la esperanza”, nos dice en otro poema.

Finalmente, en lo que podríamos llamar tercera etapa, iniciada a


mediados de los sesenta, intenta recuperar la palabra poética del prosaísmo
en el que había caído. Retorna a lo íntimo y utiliza básicamente el verso libre,
3
Recuérdese el lema de Juan Ramón en su ideal de poesía pura, liberada de lo anecdótico humano: “a la minoría, siempre”.
4
En los libros siguientes, En castellano (1959) y Que trata de España (1964), más irónico, en el que incluye estrofas de la tradición popular
castellana, sigue dirigiendo su poesía a la inmensa mayoría y a la patria que lo vio nacer.

4
Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato. Curso 2017-18

el versículo y algunos recursos del surrealismo. A esta etapa pertenecen


Hojas de Madrid (1968-1979) y un libro en prosa, Historias fingidas y
verdaderas, de voluntad experimentalista.

Cabe señalar como rasgos destacables en su lengua poética la


sintaxis abrupta, los abundantes recursos fónicos (aliteraciones,
paronomasias), las reiteraciones, el uso de antítesis y oxímoron, los juegos de
palabras, el uso del léxico popular y, en particular, el uso transgresor del
lenguaje literal.

Gabriel Celaya defendió una poética de extrema sencillez y


transparencia, de defensa de la solidaridad humana (Tranquilamente
hablando, Las cartas boca arriba, Cantos iberos). Aunque es bien famoso su
verso “la poesía es un arma cargada de futuro”, también buscó, en ocasiones,
territorios más experimentales (Los espejos transparentes, Lírica de cámara).

3. LA POESÍA EN LOS SESENTA Y PRIMEROS SETENTA: LA


GENERACIÓN DEL 50 Y LOS NOVÍSIMOS O GENERACIÓN DEL 68

Hacia 1955 comienzan a percibirse algunos cambios en el panorama


político español. El despegue económico y la elevación del nivel de vida en
los años sesenta provocan una actitud de conformismo social que hace que
los poetas comprometidos de los cincuenta pierdan la esperanza en la poesía
como instrumento para cambiar la realidad. Por otra parte, los poetas más
jóvenes muestran cierto cansancio de la poesía social, a la que reprochan su
excesivo prosaísmo y la ausencia de lo personal en sus poemas. Este nuevo
grupo de poetas, nacidos entre 1924 y 1936, comienza a publicar a finales de
la década de los cincuenta. Es la llamada generación del 50.

Son los llamados “niños de la guerra”, que vivieron la contienda en su


niñez o adolescencia, por lo que este tema estará también presente en su
obra. Son Ángel González (1925), Jaime Gil de Biedma (1929-1990), José
Ángel Valente (1929-2000), Francisco Brines (1932), Claudio Rodríguez
(1934-1999). Éstos y otros (Carlos Barral, José María Valverde, Félix
Grande, Caballero Bonald, José Agustín Goytisolo, Carlos Sahagún,
Antonio Gamoneda, Eladio Cabañero, etc.) han sido recogidos en ciertas
antologías bajo el rótulo de grupo poético o generación de los años 505.

No parece muy apropiado hablar de “grupo”: en nada se parecen el


lenguaje cotidiano y directo de J. A. Goytisolo, el intelectual y simbolista de
Valente o Gamoneda y el clasicista impregnado de surrealismo de Claudio
Rodríguez. No obstante, es indudable que presentan rasgos comunes, indicio
de que la poesía se orienta por nuevos derroteros. Se observan en ellos las
siguientes características:

 Una preocupación fundamental por el hombre, por los problemas


éticos, sociales, existenciales e históricos que enlaza con el “humanismo
existencial”, aunque en este caso huyen de todo tratamiento patético.
5
Tal denominación parece poco acertada porque, si bien comienzan a escribir en los cincuenta, su poesía marcará, sobre todo, la década
siguiente, cuando alcanzarán su madurez creadora, coincidente con el agotamiento del realismo social.

5
Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato. Curso 2017-18

“La finalidad de la poesía, como la de todo arte – señala Claudio Rodríguez –


consiste en revelar al hombre aquello por lo cual es humano, con todas sus
consecuencias”. Cabe señalar el magisterio de Antonio Machado, y la
influencia de Cernuda, V. Aleixandre, Leopoldo Panero o Luis Rosales.

 Su inconformismo frente al mundo en que viven, aunque se muestran


más escépticos que los poetas sociales. Les debemos la consolidación de una
poesía de experiencia personal.

 De acuerdo con ello, sus temas se caracterizan, en buena parte, por un


retorno a lo íntimo: el fluir del tiempo, la evocación nostálgica de la
infancia, lo familiar, el amor y el erotismo, la exaltación de la amistad como
valor universal... La anécdota realista es el punto de partida para mostrar sus
propias vivencias, y comunican sin pudor su intimidad, a veces teñida de un
escepticismo dolorido.

 En cuanto al estilo, rechazan por igual el patetismo de la poesía


desarraigada y el prosaísmo de los poetas sociales. El estilo es
conversacional, antirretórico, pero hay detrás una exigente labor de
depuración y de concentración de la palabra. Sin embargo, no les tientan las
experiencias vanguardistas: se quedan en un tono cálido, cordial,
compensado con un frecuente empleo de la ironía. Normalmente hay
ausencia de estrofas y rimas; prefieren una estructura “narrativa” en el
poema, y usan mucho las reiteraciones y los paralelismos. Introducen el
léxico urbano, con coloquialismos y prosaísmos de clara intención irónica.

De entre los títulos publicados por estos autores podemos destacar Don
de la ebriedad (1953), de Claudio Rodríguez; Salmos al viento (1958), de
J.A.Goytisolo; La memoria y los signos (1966), de J.A.Valente; Tratado de
urbanismo (1967), de Ángel González; Poemas póstumos (1968), de Gil de
Biedma.

Hacia mediados de la década de los sesenta vuelve a cambiar el rumbo


de la poesía española. Un grupo de jóvenes poetas, nacidos entre 1939 y
principios de los cincuenta, manifiesta una actitud de ruptura con la estética
anterior. Se han formado en una situación de mayor apertura internacional,
por lo que han podido leer la obra de escritores extranjeros y están influidos
por los medios de comunicación de masas. Son los llamados novísimos,
cuyos planteamientos estéticos son los dominantes desde 1966 hasta 1975.

Se dan a conocer a través de la antología de José Mª.Castellet “Nueve


novísimos poetas españoles” (1970), título que da nombre a la generación.
Son Leopoldo María Panero, Pere Gimferrer, Manuel Vázquez
Montalbán, Vicente Molina Foix, Ana María Moix, Félix de Azúa,
Antonio Martínez Sarrión, José María Álvarez y Guillermo Carnero. A
éstos habría que añadir otros como Antonio Colinas, Luis Alberto de
Cuenca o Luis Antonio de Villena, que participan de algunos de los rasgos
de los novísimos. Otra fecha importante es 1966, año de publicación de Arde
el mar, de Pere Gimferrer, libro que marca la ruptura con las poéticas
anteriores.

6
Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato. Curso 2017-18

Los novísimos no creían que la poesía pudiera cambiar la realidad y


rechazaron conceptos tan extendidos como compromiso, testimonio y
solidaridad. Adoptaron, pues, una actitud formalista. Características de la
poesía “novísima” son:

 Deseo de ruptura con la poesía anterior: se oponen al estilo


“realista” y se alejan de posturas éticas o sociales.

 Modelos poéticos muy variados: recuperan la vanguardia (el


cubismo, el surrealismo, a través de Aleixandre y los postistas...), pero
también les influyen el simbolismo francés, el modernismo y los poetas
ingleses contemporáneos.

 Exhibicionismo cultural: introducen elementos temáticos


provenientes de mitologías exóticas y decadentes (en la línea modernista) o
de la cultura de masas (el cine, la televisión, el rock, las novelas policíacas, la
publicidad, los cómics, las revistas de modas, la música pop, etc.). Los medios
de comunicación de masas se convierten en referente cultural y fuente de
nuevos mitos populares. Los poemas se llenan de nombres de ciudades, de
descripciones de vestidos, fiestas, mitos orientales o clásicos, y mitos
contemporáneos (Marilyn, Bogart, Che Guevara, Kennedy, etc.). Asimilan,
pues, una mitología frívola o vuelven a temas y asuntos de otras épocas, de
origen cultural e histórico, por lo que también se les llama culturalistas.

 Experimentación lingüística: buscan una expresión poética


llamativa, caracterizada por un lenguaje rico y barroco. Practican la escritura
automática, que evita el discurso lógico, con una disposición gráfica original o
la supresión de los signos de puntuación, y emplean técnicas como el collage:
extensas citas preceden al poema o se incorporan a él versos completos de
otros autores, letras de canciones, frases publicitarias, textos de manuales de
instrucciones... Este uso de la intertextualidad, en ocasiones excesivo, hace
del poema un objeto metaliterario, cargado de referencias culturales.
Además, alternan un lenguaje exuberante de imágenes visionarias con otras
técnicas, como la métrica culta del modernismo, pero tampoco abandonan el
tono coloquial de algunos poetas de la generación anterior.

Los novísimos de la tendencia culturalista y surrealista son Pere


Gimferrer: Arde el mar, La muerte en Beverly Hills (1968); Guillermo
Carnero: Dibujo de la muerte (1967), El sueño de Escipión (1971); Antonio
Colinas: Sepulcro en Tarquinia (1975), Astrolabio (1979)) y Luis Alberto de
Cuenca: Elsinore (1972), Scholia (1975).

En la tendencia más coloquial, irónica y crítica destacamos a


M.Vázquez Montalbán: Una educación sentimental (1967); Coplas a la
muerte de mi tía Daniela (1973), A la sombra de las muchachas sin flor
(1973), Praga (1982) y Leopoldo María Panero: Así se fundó Carnaby
Street (1970), Teoría (1973).

Tras los novísimos, la poesía española ha seguido derroteros muy


variados. Entendida como expresión de la experiencia personal, instrumento

7
Lengua y Literatura II. 2º de Bachillerato. Curso 2017-18

de comunicación o forma de conocimiento, se ha ido nutriendo de muchos de


los autores que durante la larga posguerra hicieron evolucionar el género.

También podría gustarte