Audiencias Interactivas.

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La cultura de la colaboración ¿Audiencias interactivas?

La “inteligencia colectiva” de los fans mediáticos


En 1980 y 1990: las audiencias eran activas, críticamente conscientes y exigentes. La audiencia interactiva no
es autónoma: sigue operando de la mano de las poderosas industrias mediáticas.
La nueva cultura participativa se está configurando en la intersección de tres tendencias:

1-Las nuevas herramientas y tecnologías permiten a los consumidores archivar, comentar, apropiarse y volver
a poner en circulación los contenidos mediáticos;
2-una gama de subculturas promueven la producción mediática del “hazlo tú mismo”, un discurso que
condiciona el uso de esas tecnologías por parte de los consumidores; y

3-las tendencias económicas que favorecen los conglomerados mediáticos horizontalmente integrados
fomentan el flujo de imágenes, ideas y narraciones a través de múltiples canales mediáticos los unos con los
otros, con los textos mediáticos y con los productores mediáticos. La audiencia interactiva es más que un
concepto de mercadotecnia y menos que una “democracia semiótica”.

La inteligencia colectiva

“La cosmopedia” podría surgir cuando los ciudadanos se vuelven más conscientes de las potencialidades del
nuevo entorno mediático. Lévy ve que la sociedad contemporánea está atrapada en un momento de
transición, cuyas consecuencias todavía ignoramos, pero que posee enormes capacidades de transformación
de las estructuras existentes de conocimiento y de poder. Lévy traza una fértil distinción entre grupos sociales
orgánicos (familias, clanes, tribus) y grupos autoorganizados (tales como las comunidades virtuales de la red).

Vincula el surgimiento del nuevo espacio de conocimiento a la desaparición de las constricciones geográficas
en la comunicación, al declive de la lealtad de los individuos a los grupos organizados, y a la disminución del
poder de los estados-nación para imponer la lealtad exclusiva de sus ciudadanos. Los miembros pueden
cambiar de una comunidad a otra a medida que varían sus intereses y necesidades, y pueden pertenecer a
más de una comunidad al mismo tiempo. No obstante, se mantienen unidos mediante la producción mutua y
el intercambio recíproco de conocimientos.

Las comunidades de fans en línea bien podrían ser algunas de las versiones más plenamente desarrolladas
de la cosmopedia de Lévy, extensos grupos autoorganizados centrados en torno a la producción y el debate
colectivos, así como a la propagación de significados, interpretaciones y fantasías en respuesta a varios
artefactos de la cultura popular contemporánea. Las comunidades de fans definen desde hace tiempo su
pertenencia mediante afinidades más que ubicaciones. Los mundos de los fans eran comunidades virtuales,
comunidades “imaginadas” e “imaginativas”, mucho antes de la introducción de las redes informáticas.

Si los fans fueron los principales lectores de la literatura de ciencia ficción, constituían tan sólo una pequeña
fracción de la audiencia televisiva. El mundo de los fans de Star Trek sirvió de modelo a otras comunidades de
fans para la creación de foros para debatir interpretaciones, redes para difundir obras creativas y canales para
presionar a los productores.

Lévy distingue entre conocimiento compartido (que se refería a la información conocida por todos los
miembros de una comunidad) e inteligencia colectiva (que describe el conocimiento disponible para todos los
miembros de una comunidad). La inteligencia colectiva expande la capacidad productiva de una comunidad,
toda vez que libera a los miembros individuales de las limitaciones de su memoria y faculta al grupo para
obrar de acuerdo con un banco más grande de conocimientos. Como escribe Lévy, en una comunidad de
conocimientos “nadie lo sabe todo pero todos saben algo, todo el conocimiento reside en la humanidad”.

Lévy contrasta su ideal de “inteligencia colectiva” con la imagen distópica de la “mente colmena” donde se
suprimen las voces individuales. Lejos de exigir conformidad, la nueva cultura del conocimiento se alivia con
las múltiples modalidades del saber.
Cómo cambiaron los ordenadores el mundo de los fans

Para Lévy, la introducción de las redes informáticas de alta velocidad constituyó un punto de inflexión
epistemológico en el desarrollo de la inteligencia colectiva. El nuevo entorno digital aumenta la velocidad de
comunicación entre los fans, dando lugar a lo que Matthew Hills denomina el “mundo de los fans justo a
tiempo”.

Los fans internacionales se quejan a menudo de una desventaja adicional, pues su primera experiencia de los
episodios queda destripada al aprender demasiado en las discusiones en línea.
Los medios digitales alteran asimismo el alcance de la comunicación.
Un nuevo cosmopolitismo, consistente en compartir conocimiento a escala global.

A medida que se agranda la comunidad y se reduce el tiempo de reacción, el mundo de los fans se va
tornando tanto más efectivo como plataforma para el activismo de los consumidores. Los fans pueden
movilizar rápidamente los esfuerzos de la gente para salvar programas o protestar contra desarrollos
impopulares.

Este incremento en la visibilidad y centralidad cultural tiene sus ventajas y sus inconvenientes para una
comunidad acostumbrada a hablar desde los márgenes. La velocidad y frecuencia de la comunicación puede
intensificar los vínculos sociales en la comunidad de fans. El mayor alcance del mundo de los fans puede
hacer que éstos se sientan alienados con respecto al creciente número de forasteros que ingresan en su
comunidad. Esta rápida expansión desborda cualquier esfuerzo por socializar a los nuevos miembros.

Lévy describe un proceso pedagógico mediante el cual una comunidad de conocimiento desarrolla una serie
de estándares éticos y expresa objetivos compartidos. Incluso a una escala mucho menor que la aldea global
de Lévy, los mundos de fans suelen tener dificultades para lograr un consenso semejante. Lévy parece
presuponer un perfecto equilibrio entre los mecanismos de producción de conocimiento y de mantenimiento
de afiliaciones.

Sin embargo, McDonald y Baym sugieren una tensión constante entre estos dos objetivos, que puede
desembocar en una crisis, ya que el número de miembros de las listas se ha multiplicado de la mano del
crecimiento exponencial de los abonados a la red.

Las redes informáticas han transformado asimismo la producción de los fans.

Las tecnologías digitales han posibilitado también nuevas formas de producción cultural de los fans. Al irse
generalizando los aparatos de vídeo, los fans reeditaban series de secuencias creando vídeos musicales y
empleando música popular para encapsular las emociones a menudo inexpresadas de los
personajesfavoritos..

La cultura del conocimiento frente a la cultura de la mercancía

Lévy distingue cuatro fuentes potenciales de poder (movilidad nómada, control del territorio, propiedad de las
mercancías y dominio de conocimiento) y sugiere un complejo conjunto de interacciones y negociaciones
entre ellas. Las culturas del conocimiento alterarán progresivamente los modos de operar de la cultura de la
mercancía.

En las nuevas franquicias mediáticas se crean espacios para la participación y la improvisación. Las obras de
culto antes se descubrían, ahora se crean y se diseñan conscientemente para provocar las interacciones de
los fans. “los receptores de la obra abierta están invitados a cubrir los huevos, a elegir entre posibles
significados y a afrontar las divergencias entre sus interpretaciones”.

Para ser comerciales, los nuevos productos culturales tendrán que provocar y recompensar la producción
colectiva de significados mediante elaboradas historias del pasado de los personajes, enigmas no resueltos,
información adicional y expansiones extratextuales del universo del programa.

Para muchso productores mediáticos, todavía aferrados a la vieja lógica de la cultura de la mercancía, el
mundo de los fans representa una pérdida potencial del control sobre su propiedad intelectual. La industria de
grabación definió explícitamente el caso como una oportunidad de “educar” al público en lo tocante a los
derechos de propiedad intelectual corporativa, evitando así la “piratería” futura.
En la integración horizontal de la industria del entretenimiento (y la lógica de sinergia emergente) depende de
la circulación de las propiedades intelectuales por los canales de difusión. La promoción transmediática
presupone un espectador más activo, capaz de seguir estos flujos mediáticos y dispuesto a hacerlo.

Estas estrategias de mercado promueven un sentido de afiliación a los mundos de ficción y su inmersión en
ellos. La industria mediática explota estos intensos sentimientos mediante la comercialización de artículos
complementarios, desde camisetas hasta juegos, con promesas de propiciar un nivel más profundo de
implicación en los contenidos del programa.

De las interferencias a los blogs


..

La estética del “hazlo tú mismo” recobró el aliento en la década de 1980 cuando los rockeros punks, los
activistas homosexuales y las feministas de la tercera ola, entre otros, adoptaron los fanzines fotocopiados,
las pegatinas, las insignias y las camisetas como vehículos de expresión cultural y política. Estos grupos
reconocieron pronto el potencial radical de la cinta de vídeo para la contravigilancia y adoptaron la “revolución
digital” como una prolongación de movimientos precedentes encaminados a la democracia mediática”.

Dery se extralimitó al describir todas las formas mediáticas del “hazlo tú mismo” como “interferencia”. Estas
nuevas tecnologías soportarían y sostendrían un abanico de proyectos culturales y políticos diferentes, unos
declaradamente críticos, otros más celebradores, pero todos ellos reflejaban un deseo público de participar en
los medios en lugar de limitarse a consumirlos.

Quienes practican la interferencia cultural quieren dejar de participar en el consumo mediático y promover
una concepción puramente negativa y reactiva de la cultura popular. Por otra parte, los fans ven las
potencialidades no explotadas en la cultura popular y quieren ampliar la participación de la audiencia.

La cultura de los fans es dialógica más que perturbadora, afectiva más que ideológica, y colaboradora más
que contenciosa. Quienes practican la interferencia cultural desean “interferir” en los medios dominantes,
mientras que los furtivos quieren apropiarse de sus contenidos, e imaginan un estilo de cultura popular más
democrático, receptivo y diverso. Los interferidores quieren destruir el poder mediático, mientras que los
furtivos quieren participar en él.

Las nuevas tecnologías mediáticas han alterado profundamente las relaciones entre productores y
consumidores mediáticos. Tanto los interferidores culturales como los fans han logrado una mayor visibilidad
al utilizar la red para la creación de comunidades, el intercambio cultural, la distribución cultural y el activismo
mediático.

La vieja retórica de oposición y captación presuponía un mundo donde los consumidores tenían poco poder
directo para configurar los contenidos mediáticos y donde existían enormes barreras para entrar en el
mercado, mientras que el nuevo entorno digital expande su capacidad de archivar, comentar, apropiarse de, y
volver a poner en circulación los productos mediáticos.

Lévy describe un mundo donde la comunicación popular no es una perturbación momentánea de la


transmisión corporativa, sino el modo rutinario de funcionar del nuevo sistema mediático.

Tal vez, más que hablar de interferidores culturales, podríamos hablar de blogueros. El término “blog” es una
abreviatura de “Web log” (diario en la red), una nueva forma de expresión personal y subcultural que implica el
resumen y la vinculación con otros sitios. Estos blogueros se han convertido en importantes intermediarios
populares, facilitadores, no interferidores, de la transmisión. El blogging describe un proceso de comunicación,
no una posición ideológica.

Los blogueros toman las riendas del conocimiento, posibilitando la navegación exitosa por y entre estas
culturas del conocimiento emergentes. En una era marcada tanto por la expansión del alcance corporativo de
la cultura e la mercancía como por la importancia emergente de las culturas del conocimiento populares, la
mejor forma de ejercer hoy en día el poder del consumidor puede consistir en los blogs, y no tanto en la
interferencia de las transmisiones mediáticas

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