79 Clase02

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02 Una aproximación a la perspectiva de género

Itinerario

Reflexionar desde el género

Como trabajamos en la Clase 1, todas las personas estamos inmersas en un orden social con un
sistema de creencias que define roles, atributos y comportamientos diferenciados para las
masculinidades y las femineidades, así como pautas que marcan las relaciones
relaciones entre ambos.

Las formas de actuar, pensar y sentir en tanto varones y mujeres se constituyen a partir de marcas
culturales definidas social e históricamente, y son aprendidas a través de los procesos de
socialización que transcurren y vivenciamos en lo
loss diferentes entornos de los que formamos parte:
la familia, la escuela, el club, instituciones de salud, el Estado, mercado de trabajo, y los medios de
comunicación, entre otros.

Fuimos socializados/as y educados/as en estos valores y estereotipos a través


travé de distintas
instituciones desde la más temprana infancia. Por ejemplo, mediante la transmisión de mandatos
tales como que el juego con las muñecas, “la casita” o el uso de “la cocinita”, son propios de las

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nenas, y el juego con la pelota, los autitos, los
los bloques o la construcción, les corresponden a los
nenes. La escuela debe constituirse como un espacio en el cual estos mandatos puedan relativizarse
y se abran más posibilidades para que tanto niños como niñas puedan participar y sostener diversas
experiencias
iencias de juego y exploración.

Estas cuestiones también se manifiestan en la vida adulta, cuando, por ejemplo, ciertas carreras,
profesiones y empleos se visualizan como más adecuadas para un género que para otro. Si bien hoy
es posible percibir indicios de cambios a favor de mayores niveles de participación de las mujeres
en espacios extra-domésticos
domésticos o de formación educativa, también nos encontramos con entornos y
roles en los cuales parecen no haber ocurrido cambios que favorezcan una mayor equidad e
intercambio
tercambio en las responsabilidades del ámbito doméstico.

Veamos un ejemplo:

La siguiente investigación analiza el ejercicio de la medicina desde una perspectiva de género.

Un estudio reciente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) muestra el
constante proceso de “feminización” de las profesiones abocadas a la salud y la presencia de
brechas salariales entre varones y mujeres.
De dicha investigación se concluye que son cada vez más las mujeres que completan carreras
médicas y, una vez empleadas, ganan menos que sus colegas médicos, además de tener
menos acceso a puestos de decisión en sus ámbitos laborales. El estudio explica que
qu en los
últimos años se produjo una “feminización” de la profesión de la medicina, a partir de un
aumento significativo y constante de la cantidad de médicas graduadas. Mientras que en
1980 las mujeres representaban el 20 por ciento del sector, en 2016 al
alcanzaban
canzaban casi el 52
por ciento. Son mayoría, además, en el total de estudiantes de la carrera, un fenómeno que
se extiende, sin excepciones, en las principales universidades de todo el país.
Sin embargo, este cambio no se tradujo en una mejora en la inserción
inserción laboral ni en sus
condiciones de trabajo. Las médicas enfrentan los mismos obstáculos que trabajadoras de
otros sectores laborales: cobran menos que sus pares —con
con una brecha salarial que ronda el
20 por ciento—,, se concentran en las especialidades co
con
n menor rango de ingresos, y
asociadas con atributos definidos culturalmente como femeninos, vinculados con el cuidado
materno–infantil.
infantil. Además, tienen menor acceso a puestos de decisión en instituciones
hospitalarias, ministerios, asociaciones profesionales
profesionales e incluso, en el ámbito académico.
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Fuente: “Género
Género en el sector salud: feminización y brechas laborales
laborales”.
”. Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD). Abril de 2018.

Aproximándonos a la perspectiva de género

El concepto “perspectiva de género” surge del ámbito académico a partir de las teorías feministas.
Su significado ayuda a superar los patrones colectivos que reproducen discriminaciones,
estereotipos y distintos tipos de violencias hacia las mujeres. Esta perspectiva también nos ayuda a
pensar y colabora en la adopción de pautas de organización social basadas en el respeto y en la
valoración positiva e igualitaria de las diferencias entre las personas.

En tanto herramienta analítica, la perspectiva de géner


género
o devela la desigualdad y la subordinación
entre los géneros. Por ejemplo, las mujeres han tenido oportunidades desiguales a las de los
varones en el acceso a la educación, la justicia y la salud. Aún hoy para muchas mujeres las
posibilidades de desarrollo siguen siendo desparejas e inequitativas.

En la medida en que la perspectiva de género nos permite analizar más profundamente la realidad
social, podemos pensarla como unos “anteojos” que nos permiten ver más claramente los
mecanismos sociales que hacen que
ue las diferencias entre los varones y las mujeres se transformen
en desigualdades.

Desde el lugar que cada persona y cada institución tienen se puede realizar un aporte para
transformar las desigualdades de género existentes. Para ello es preciso asumir el
e desafío de
desaprender algunas pautas culturales e inaugurar otras que promuevan la igualdad entre las
masculinidades y las femineidades.

¿Cómo actúan los estereotipos de género?

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Los estereotipos de género se montan sobre un dato biológico, esto es, so
sobre
bre el sexo asignado al
momento del nacimiento. Este hecho hace que muchas características de los varones y las mujeres
se presenten como “naturales” e inmodificables.

Veamos cómo operan los estereotipos de género con un ejemplo concreto: se argumenta que,
que
debido a la capacidad biológica de la mujer para gestar, parir y amamantar, son ellas quienes
“naturalmente” deben limpiar la casa, lavar la ropa, cocinar y cuidar de las hijas e hijos. Este
razonamiento no toma en consideración que esa “naturalización”, al igual que todas las
características atribuidas a los géneros, constituye un producto cultural, no un aspecto “natural”.

Al mismo tiempo, la definición de los atributos para las masculinidades y las femineidades responde
a un particular estado de las re
relaciones
laciones de poder entre los géneros, caracterizado por la
desigualdad. La expresión de esta desigualdad se manifiesta en todos los ámbitos en donde
interactúan las personas: en las relaciones de pareja, en la reproducción y la crianza de los niños y
niñas, en la familia, en el trabajo, en la comunidad, en los ámbitos de participación política, en el
Estado, etc.

Resumiendo:
● Ninguna de las características atribuidas a lo femenino y a lo masculino son
inmutables. Cambian a través del tiempo y de una sociedad a otra.
● La atribución de diferencias en relación a lo masculino y lo femenino conlleva
una jerarquización, es decir, una distribución desigual de poder que se
expresa en cada aspecto de la vida social.
● Hacer visible el carácter cultural e histórico de aquello que se nos ha
presentado como natural e inmutable para mujeres y para varones es
fundamental para develar el conjunto de factores que han contribuido a
estructurar relaciones desiguales de poder entre unos y otras.
● Por último, es importante comprender que las desigualdades de género se
profundizan cuando a ellas se suman otras inequidades como las de clase,
etnia o edad.

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Los estereotipos de género en acción

Antes de continuar, las y los invitamos a ver el siguiente video producido por el
Canal Encuentro:

https://www.youtube.com/watch?v=ebyxL1QFL9o

Los estereotipos de género condicionan y avalan muchas formas de discriminación. En la medida en


que las representaciones sociales no admiten variaciones y se usan para evaluar el comportamiento
y la forma de ser de la totalidad de las personas que integra
integran
n los grupos de masculinidades y
femineidades, estas representaciones dejan de ser aspectos singulares para convertirse en
estereotipos de género.

Históricamente se espera que los varones sean fuertes, valientes, duros, competitivos, dominantes,
agresivos, protectores, proveedores. Con respecto a las mujeres, lo deseable es que sean delicadas,
sensibles, cariñosas, frágiles, cuidadoras, fieles, serviciales, sumisas. Es preciso reflexionar
críticamente sobre estos estereotipos para proponer maneras más democ
democráticas
ráticas y equitativas en
las construcciones de las masculinidades y las femineidades.

Roles y ámbitos diferenciados

Estos estereotipos se han ido estableciendo a partir de las adjudicaciones diferenciadas de roles,
cualidades y espacios para los géneros que, a su vez, tienen un valor social distinto. La esfera
pública ha estado asociada a la masculinidad, y en ella se destacan los roles relacionados con el
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trabajo asalariado y la conducción política de la sociedad. Por su parte, el espacio privado se ha
vinculado
inculado con la femineidad, y se caracteriza por los roles más vinculados al cuidado de las demás
personas, a las “tareas domésticas” sin remuneración, tal como se menciona en el estudio del
PNUD que presentamos anteriormente.

La vigencia de esta particular


ar configuración estructural aún puede advertirse, por ejemplo, al
observar que si bien las mujeres se incorporan cada vez más al mercado laboral (propio de la esfera
pública), no por ello dejan de ser vistas como las responsables del mundo privado. Es dec
decir, a la
jornada laboral de las mujeres se le sigue sumando la jornada de trabajo doméstico. A esto se lo
denomina “doble jornada de trabajo”.

La inserción diferenciada de roles y espacios para varones y mujeres, responde a la lógica de la


división sexual del trabajo, es decir a la atribución de actividades y responsabilidades
diferenciadas en función del sexo.
sexo Como producto de esta división, las mujeres estuvieron
durante mucho tiempo ausentes de los espacios públicos de participación y decisión, y vieron
limitadas sus oportunidades de desarrollo personal y del ejercicio de la ciudadanía.

En el ámbito doméstico se desarrolla el trabajo reproductivo que es indispensable para la


supervivencia y el bienestar cotidiano de las personas. La crianza de hijas e hijos, la alimentación, el
cuidado de la salud, la vestimenta y el apoyo afectivo de quienes componen el espacio privado son
algunas
unas de las acciones involucradas en este tipo de trabajo.

Por su parte, a las actividades propias de la esfera pública se les asigna un valor económico. Dentro
de este ámbito se desarrolla el trabajo productivo,
productivo, que es aquel que se compone de actividades
realizadas tanto por varones como por mujeres a cambio de un pago o salario. Implica formación,
conocimientos especializados en función de la rama en donde se ejerza la actividad, como así
también vínculos que van por fuera del espacio privado de la famili
familia.

Veamos otro ejemplo...

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Analicemos los resultados de otra investigación que pone de manifiesto algunas inequidades
entre los géneros:
Durante la 19º Reunión Regional de la OIT que se realizó en la ciudad de Panamá en octubre
de 2018, la investigadora María Arteta, especialista en género de la OIT, sostuvo que “el actual
modelo de cuidados perpetúa la desigualdad de género
género”.
”. En esa reunión se presentaron los
resultados de un estudio en el cual se sostiene que, en América Latina, las mujeres realizan el
73,5 por ciento del trabajo de cuidado no remunerado, y en promedio dedican 2,8 veces más
tiempo que los hombres a esas tareas,
tareas, que no suelen ser reconocidas como trabajo. En la
región, el 42,4 por ciento de las mujeres en edad laboral declararon que no estaban
disponibles o que no buscaban trabajo debido al trabajo no remunerado. Los hombres en las
mismas condiciones son solo el 5,2 por ciento.
Desde esta perspectiva, las tareas no remuneradas como el cuidado de niños y adultos
mayores representan un obstáculo para la calidad del trabajo de las mujeres, ya que afectan a
la cantidad de horas que pueden estar empleadas y, por llo
o tanto, limitan sus ingresos. En otras
palabras, existe la brecha salarial porque hay desigualdad en el hogar.
Como una de las conclusiones resulta, entonces, que el trabajo de cuidados no remunerado
constituye la principal barrera para la participación de las mujeres en los mercados laborales y
una de las principales problemáticas de las estructuras laborales y distributivas
latinoamericanas.
Fuente: “Care
Care work and care jobs. For the future of decent work
work”. OIT, Ginebra, 2018.

Para cerrar este apartado, es importante tener presente que los ámbitos público y privado son
espacios donde se ponen en juego las relaciones entre las personas. No son espacios separados
sino en permanente relación, donde se establecen jerarquías y valora
valoraciones
ciones sobre mujeres y
varones y sobre las actividades que realizan.

Las expresiones de la masculinidad

La masculinidad es una construcción social y cultural que varía según las sociedades y los diferentes
momentos históricos. Existen distintas apropiaci
apropiaciones
ones de lo que se considera masculino y propio de
los varones; diferentes maneras de vivir la experiencia masculina. Es por eso que tenemos que

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hablar de masculinidades en plural. Debemos tener presente la variabilidad también en el género
masculino.

La expresión
presión singular de la masculinidad se referencia para convalidar o para proponer alternativas
con un modelo de masculinidad dominante. Este modelo socialmente aceptado presenta una
definición de la masculinidad que enfatiza los aspectos negativos, actuali
actualizando
zando estereotipos como
por ejemplo que un hombre “verdadero” no tiene que llorar, que no debe demostrar afecto hacia
otros hombres y sí, en cambio, estar siempre dispuesto para la conquista amorosa. Para este
modelo, el ejercicio de la masculinidad supon
supone
e poner en juego un poder que ubica a esa
masculinidad en un nivel superior de la jerarquía genérica.

En este sentido, la experiencia masculina dominante está atravesada por vínculos de competencia,
rivalidad y agresividad hacia otras formas de expresión masculina. Las demostraciones de cariño y
afecto entre hombres siempre están sospechadas de ser algo impropio para este género.

Sostener este modelo de masculinidad dominante implica consecuencias negativas para las
mujeres y también para los propios hombres, en la medida que implica descuidar aspectos
como la expresión sin violencia de las emociones y sentimientos o la promoción d
de vínculos
basados en la confianza y el diálogo. En su lugar, el control asume un papel central en las
relaciones con las demás personas. También este modelo enfatiza la autosuficiencia, y no
considera la posibilidad de equivocarse; se piensa que no se nec
necesita
esita de nadie o que nadie
hace las cosas mejor que uno.

Esta forma de vinculación con las demás personas y con uno mismo acompaña la socialización
masculina desde la infancia. Desde el modelo de masculinidad dominante se enseña que es
correcto expresar el enojo o la rabia agrediendo a otras personas, y no se po
pone
ne el mismo empeño
para enseñar la expresión de otras emociones, como el amor, la tristeza, la pena, la impotencia, el
miedo, el erotismo, o la culpa, entre otras.

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Muchas veces se cataloga a un niño o a un adolescente como “problemático” o “violento” sin
advertir que ese estereotipo contribuye más a sostener que a eliminar un comportamiento
violento. Es importante corrernos de las etiquetas y pensar cómo llegó esa persona
pe a estar
en esa situación y qué se podría hacer para proponerle alguna alternativa más positiva.
Además, frecuentemente esas etiquetas hacen que las personas que las portan se vean
excluidas de participar de actividades o acciones no violentas.

La masculinidad dominante y los vínculos

Respondiendo a la lógica del modelo de masculinidad que se privilegia socialmente, el grupo de


pares suele reproducir códigos y pautas de sociabilidad vinculadas con el riesgo y la violencia.

El lugar privilegiado de reunión


eunión de la masculinidad suele ser fuera de lo doméstico. Recordemos
que el espacio público es el ámbito que tradicionalmente le está asignada, en contraposición con el
ámbito privado, establecido para la femineidad. Esos lugares suelen estar atravesados por
relaciones de competencia y disputas de poder. La socialización diferencia fuertemente por género,
y, por distintos motivos, expone a situaciones de violencia a niñas, niños, adolescentes y personas
adultas. Este modelo de masculinidad favorece la expr
expresión del machismo.

El machismo puede ser definido como el conjunto de prácticas, actitudes, discursos, usos y
costumbres que justifican la desvalorización de las mujeres, ya sean niñas, adolescente o
adultas. La violencia física es una de sus expresiones más extremas.

El machismo no solo se expresa en conductas y actitudes extremas y visibles. También tiene


expresiones que suelen ser más difíciles de identificar y que se conocen como micromachismos, es
decir, aquellas manifestaciones más sutiles, que suelen pasar inadve
inadvertidas,
rtidas, y que reflejan y
perpetúan actitudes discriminatorias. En este sentido, los micromachismos son funcionales al
mantenimiento de las desigualdades entre los géneros.

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Los micromachismos asumen la forma de comentarios, acciones y formas de interacción que
implican desigualdad de poder o desvalorización de las mujeres. Muchos de estos
comportamientos no suponen intencionalidad, mala voluntad ni planificación deliberada,
sino que son dispositivos
tivos mentales, corporales y actitudinales incorporados y automatizados
en el proceso de “hacerse hombres”, como hábitos de acción/reacción frente a las mujeres.
Algunos ejemplos de esto son los chistes degradantes y sexuales, o explicar algo a alguien —
generalmente
eneralmente un hombre a una mujer
mujer—de
de una manera considerada como condescendiente
o paternalista. Otra expresión de micromachismo es la no implicación de los varones en las
tareas domésticas o familiares porque “ellas saben más (o mejor) que nosotros”.

Otras
ras conductas que pueden ser clasificadas como micromachismos pueden ser la realización de
fotografías o grabaciones sin consentimiento, los contactos físicos indebidos, el arrinconamiento, o
expresiones sobre los cuerpos de las mujeres. La vigencia de estas
estas actitudes colabora con el
sostenimiento de un modelo de masculinidad que reproduce privilegios en lugar de ponerlos en
cuestión, aun cuando pueden implicar también un alto costo en términos de salud y de calidad de
vida para los propios hombres.

La violencia en el contexto doméstico

Una de las formas que adopta la violencia de género es la que tiene lugar en el ámbito doméstico,
doméstico
entendiendo como tal no solo el espacio físico de la casa u hogar, sino también aquel delimitado
por las interacciones en contextos
xtos privados. Así, quedan incluidas las relaciones de noviazgo, las de
pareja (convivientes o no) y los vínculos entre aquellos/as que han dejado de serlo.

La reflexión sobre la violencia de género en el contexto doméstico implica considerar las pautas de
socialización y crianza, en clave de género, de cada integrante del grupo doméstico. Esas
trayectorias se complejizan al considerar también la historia de la pareja y el papel que en esa
historia ha tenido y tiene la reproducción o no de las concepciones tradicionales de género.

En este sentido, romper con la naturalización y el silenciamiento que contribuyen a justificar y


perpetuar situaciones de violencia de género en los grupos familiares (y en el resto de los

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contextos), es muy importante para la con
construcción
strucción de una respuesta institucional frente a estas
situaciones de vulneración de derechos.

La Ley 26.485 de protección integral de las mujeres

La violencia de género tiene su raíz en la desigualdad y la jerarquía entre los géneros. Se trata de
una problemática que afecta la dignidad de las personas, por lo que constituye una vulneración a
los derechos humanos básicos. La violencia de género es un problema del conjunto de la sociedad;
no se trata de un problema aislado de una mujer o de una pareja, o que se limita al espacio
doméstico. El carácter social de la violencia de género nos interpela y nos convoca a todos y todas a
la hora de construir una respuesta.

En este sentido, en el año 2009, el Congreso de la Nación sancionó la Ley Nº 26.485 de “Protección
Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en todos los ámbitos en
los que desarrollen sus relaciones interpersonales”,
interpersonales”, conocida también como Ley de protección
integral de las mujeres.

Ley Nº 26.485 de “Protección Integral para prevenir, sancionar y erradic


erradicar
ar la violencia contra
las mujeres en todos los ámbitos en los que desarrollen sus relaciones interpersonales”

Esta normativa busca hacer efectivo el principio de igualdad considerando las situaciones de
vulnerabilidad vividas por las mujeres en función de su condición de género. Para cumplir con este
propósito esta norma incorpora la perspectiva de género para ent
entender
ender esta particular expresión
de la violencia. También incluye distintos ámbitos —además del doméstico—,, en los que puede
ocurrir una situación de violencia, y rescata el derecho básico de las mujeres a vivir una vida sin
violencia.

Algunos aspectos importantes de la Ley 26.485

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La Ley 26.485 garantiza todos los derechos reconocidos por la Convención para la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés); la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (o Convención de
Belem do Pará), la Convención sobre los Derechos del Niño; la Ley 26.061 de Protección Integral de
los Derechos de los Niñas, Niños y Adolescentes (con especial énfasis en los derechos referido
referidos a
garantizar una vida libre de violencia y sin discriminaciones); el derecho a la salud, la educación y la
seguridad personal; la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial; el respeto a la
dignidad; el acceso a la justicia de las mujeres
mujeres en situación de violencia; la igualdad de derechos,
trato y oportunidades entre mujeres y varones y, el derecho a gozar de medidas integrales de
asistencia, protección y seguridad.

A través de su implementación se procura visibilizar, prevenir y erradicar


erradicar las violencias a las que
están sometidas las mujeres por el solo hecho de pertenecer al género femenino, en todos los
ámbitos donde desarrollan su existencia y no solo en el doméstico.

Esta ley constituye un mecanismo de acción positiva que apunta a erradicar las discriminaciones y
violencias que sufren las mujeres y niñas. Esto significa que el Estado nacional reconoce la
existencia de desigualdades estructurales y habilita la implementación de políticas públicas para
erradicar las discriminaciones y equiparar a las mujeres y hombres, tal como lo establece el artículo
2 de esta normativa.

Siguiendo con la idea de que la desigualdad se expresa en todos los ámbitos sociales, en el artículo
7, inc. D de la ley se dispone transversalizar la perspectiva de género en las instituciones. De esta
manera se propician relaciones de género más equitativas que, a su vez, fortalecen el sistema
democrático.

El concepto de violencia de género que formula la ley

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En el artículo 4, la ley define la violencia contra las mujeres como ““toda
toda conducta, acción u
omisión que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el ámbito
privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libert
libertad,
ad, dignidad, integridad
física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal.
Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes. Se considera
violencia indirecta toda conducta, acción, omisión, disposición,
disposición, criterio o práctica
discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón.
varón.”

Según esta definición, la violencia puede tomar la forma de una acción concreta, es decir, algo que
se hace y que produce un daño, como por ejemplo dar un golpe, insultar, ridiculizar, etc. Pero
también puede manifestarse al no hacer algo —lo que se llama violencia por omisión—,
omisión por
ejemplo, cuando en un centro de salud se niegan a brindarle a una mujer métodos anticonceptivos,
que por derecho le corresponden, o cuando en una comisaría se niegan a tomar una denuncia.

A su vez, la violencia puede ser directa o indirecta. La violencia directa es aquella que afecta a una
mujer en particular, por ejemplo, cuando es discriminada en una búsqueda laboral por ser madre,
estar embarazada, o por su apariencia física. La violencia indirecta es la que afecta a las mujeres
mujer en
tanto grupo social, como colectivo de personas, por ejemplo, cuando una empresa de construcción
toma la decisión de no contratar mujeres por el prejuicio de considerar que no sirven para ese
trabajo. En ese caso no se afecta a una mujer en particular
particular, sino a todas.

Además, la violencia puede ser ejercida en el ámbito privado, es decir, en espacios donde las
mujeres mantienen vínculos familiares y/o domésticos. Pero también incluye a la violencia que
puede ser ejercida en el ámbito público: en la escue
escuela,
la, en el trabajo, en un hospital, en una
comisaría, en los juzgados, en espacios de recreación, deportivos y culturales, entre otros. Esta
decisión de incluir el ámbito público es una consecuencia de aplicar la perspectiva de género.

Tipos y modalidades de violenc


violencia hacia las mujeres

En el artículo 5, esta ley define cinco tipos de violencia contra las mujeres: física, psicológica, sexual,
económica-patrimonial
patrimonial y simbólica. Además, en el artículo 6, señala seis modalidades que

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comprenden todos los ámbitoss donde las mujeres desarrollan su existencia: doméstica,
institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica, mediática.

Es importante aclarar que, si bien la ley implica un gran avance al identificar de manera separada
los tipos de violencia
cia y los ámbitos en los que se ejerce, todos estos tipos de violencia están
siempre en interacción, por lo que una acción violenta tiene consecuencias en más de un aspecto
de la vida de una persona. Por ejemplo, la violencia física produce alteraciones psicológicas;
ps la
violencia económica es también psicológica (ya que incide en la autoestima y la autonomía de las
mujeres), y la violencia sexual es, además, física y psicológica. Por otra parte, la violencia psicológica
sostenida en el tiempo tiene efectos en la salud, por ejemplo, al facilitar la aparición de
enfermedades orgánicas y otras repercusiones en el cuerpo.

Los tipos de violencia hacen referencia al aspecto de la vida de quien la sufre que se ve dañado por
ella, mientras que las modalidades se re
refieren
fieren a los ámbitos donde éstas se presentan.

La ley distingue tipos y modalidades para facilitar su comprensión, pero en general los primeros
suelen presentarse en forma simultánea. Por esta razón no se trata de clasificaciones excluyentes,
sino todo lo contrario: la violencia doméstica (modalidad) puede ser física, psicológica, sexual o
patrimonial (tipos); la violencia laboral (modalidad) puede ser psicológica o sexual (tipos), y así en
todos los casos.

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Tipos de violencias
Física La que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de
producirlo, y cualquier otra forma de maltrato o agresión que afecte su integridad
física.

Psicológica La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba


el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones,
comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenazas, acosos,
hostigamiento, restricción, hu
humillación,
millación, deshonra, descrédito, manipulación,
aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante, exigencia de
obediencia, sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono,
celos excesivos, chantaje, ridiculizació
ridiculización,
n, explotación y limitación del derecho de
circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la
autodeterminación.

Sexual Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso
genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida
sexual o reproductiva, a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o
intimidación, incluyendo
ndo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones
vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución
forzada, explotación, esclavitud, acosos, abuso sexual y trata de mujeres.

Económica La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos o


Patrimonial patrimoniales de la mujer, a través de: a) la perturbación de la posesión, tenencia o
propiedad de sus bienes; b) la pérdida, sustracción, destrucción, retención o
distracción indebida de objetos, instr
instrumentos
umentos de trabajo, documentos personales,
bienes, valores y derechos patrimoniales; c) la limitación de los recursos
económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de los medios
indispensables para vivir una vida digna; d) la limitación o control de sus ingresos,
así como la percepción de un salario menor por igual tarea, dentro de un mismo
lugar de trabajo.

Vínculos saludables para prevenir la violencia de género


Simbólica La que, a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos,
transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones
sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.

Modalidades de violencias
violenc
Ejercida por un integrante del grupo familiar, independientemente del
espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la
integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad
reproductiva y el derecho al pleno d
desarrollo
esarrollo de las mujeres. Se entiende
Violencia doméstica por grupo familiar el originado en el parentesco, sea por consanguinidad o
por afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o
noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, no siendo requisito
la convivencia.

Aquella realizada por los/as funcionarios/as, profesionales, personal y


agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución pública, que
tengan como fin retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres tengan
Violencia acceso a las políticas públicas y eje
ejerzan
rzan los derechos previstos en esta ley.
institucional Quedan comprendidas, además, las que se ejercen en los partidos
políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, deportivas y de la
sociedad civil.

Aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo públicos o


privados, o que obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso,
estabilidad o permanencia en el mismo, exigiendo requisitos sobre estado
Violencia laboral
civil, maternidad, edad, apariencia ffísica
ísica o la realización de test de
embarazo…

Violencia contra la Aquella que vulnere el derecho de las mujeres a decidir libre y
libertad responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los
reproductiva nacimientos, de conformidad con la ley 25.673, de creación del Programa

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Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable.

Aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos


reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un
Violencia obstétrica
abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales.

Aquella publicación o difusión


difusión de mensajes e imágenes estereotipadas a
través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera
directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes,
injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra las dignid
dignidad
Violencia mediática
de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y
niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad
de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la
desigualdad o generadores de violencia contra
co las mujeres.

A partir de lo expresado en esta ley sobre tipos y modalidades, es importante tener presente que
los diferentes tipos de violencia pueden estar presentes simultáneamente en los diversos espacios
descritos. A modo de ejemplo, en la moda
modalidad
lidad de violencia doméstica podemos encontrar todos
los tipos de violencia descritos.

La violencia de género en las parejas entre adolescentes

El desarrollo que hemos compartido hasta acá nos permite comprender mejor y analizar
contextualizadamente la problemática de la violencia de género en el noviazgo durante la
adolescencia. Cabe aclarar que, a los fines de este curso, adoptaremos una consideración
conside inclusiva
del término noviazgo o pareja, abarcando todas aquellas modalidades de relaciones más o menos
estables o reconocidas como tales. Con ese concepto se engloba los vínculos que, aunque sean más
o menos duraderos o reconocidos, tienen un cierto
ciert margen de continuidad.

Por otro lado, hacemos extensiva nuestra exposición a relaciones de pareja entre personas del
mismo sexo o conformadas por diferentes identidades sexuales (gays, lesbianas, transexuales, etc.)
en tanto y en cuanto se reproduzcan een
n ellas las mismas pautas de jerarquía y de abuso de poder
Vínculos saludables para prevenir la violencia de género
del sistema patriarcal. Los modos de ejercicio de los roles de género (por ejemplo, demostrar
mayor autoridad en la pareja, algo tradicionalmente asociado a los varones) no siempre están
determinados
os por el sexo biológico sino por quiénes los asumen y los ejercen en sus relaciones.

Cuando nos referimos a violencia o maltrato en el noviazgo hablamos de aquellas modalidades


de vinculación dentro de parejas adolescentes que, por acción u omisión, implican abuso de
poder, la instalación paulatina de maniobras de dominación y de control sobre la otra persona
y, consecuentemente, la restricción de derechos y la producción de daños para quien los
padece.

Los modos de concebir las relaciones de pareja o amorosas no son solo un hecho individual, ya que
la vivencia del amor se entreteje con la identidad de género, la orientación sexual, la edad, la clase
social y otras dimensiones sociales, económicas y cultu
culturales
rales que requieren ser problematizadas
para comprender la trama con la que se entreteje la violencia de género en la adolescencia.

Entre adolescentes, la importancia atribuida a las primeras experiencias de acercamiento suele ir de


la mano con la ubicación
n de las mismas en un lugar central en la propia vida, con la intensificación
del mundo emocional, y con creencias y prácticas que magnifican el lugar otorgado a ese nuevo
vínculo. En este sentido, muchas veces, durante la adolescencia se recrean esas formas
form del amor
totalizantes que promueven posiciones complementarias y dependientes que pueden favorecer
situaciones de violencia de género.

Las violencias o los modos abusivos de relación que padecen las adolescentes en sus vinculaciones
amorosas son también una expresión de la violencia de género. Por lo tanto, es importante aclarar
a qué nos referimos con este concepto.

La violencia de género refiere a todo daño físico, psíquico o moral (o de cualquier otro tipo) a
una mujer o un grupo de mujeres, por su condición de género. Se produce a partir de una
relación desigual de poder en la que el agresor tiene más poder que qui
quien
en sufre la violencia.
Este tipo de violencia se apoya en los estereotipos y pautas culturales que refuerzan las

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desigualdades entre los géneros, como por ejemplo el machismo.

Para cerrar esta clase

Cuando hablamos de violencia contra las mujeres o de género, nos referimos a todas las formas
mediante las cuales se intenta perpetuar el sistema de jerarquías impuesto por esa cultura
patriarcal. Se trata de una violencia estructural que se dirige hacia llas
as mujeres con el objeto de
mantener o incrementar su subordinación al género masculino.

Por su parte, la perspectiva de género es una herramienta que permite profundizar el análisis
social, en la medida que incorpora las relaciones de poder entre los géne
géneros.
ros. Además, destaca que
esas relaciones son construcciones sociales que se van modificando de acuerdo a las épocas
históricas, y que atraviesan todo el entramado social.

La violencia hacia las mujeres entendida como una problemática social habilita a las instituciones a
que contribuyan a su erradicación y prevención promoviendo relaciones más equitativas entre los
géneros.

Comprender la compleja trama de factores que generan y permiten el sostenimiento y la


reproducción de la violencia nos permite visualizar
visualizar los posibles ámbitos desde los cuales se requiere
pensar y diseñar propuestas para su abordaje. En este sentido, trabajar los modelos de vinculación
en la adolescencia es un desafío impostergable.

La escuela puede jugar aquí un rol preponderante al pen


pensarse
sarse y posicionarse como un actor clave
en la destitución de muchos de los basamentos culturales de la problemática, por ejemplo,
poniendo en cuestión los estereotipos de género atribuidos tanto a los varones como a las mujeres.

En síntesis, se trata de hacer visibles pautas de relación que replican inequidades, mutuas
dependencias y vulneración de derechos. Simultáneamente, la ESI busca promover y construir
consenso en torno a las expresiones de las identidades y a los estilos de relación que operan en

Vínculos saludables para prevenir la violencia de género


sentido de ampliar los recursos personales y las vivencias saludables. Sobre estos propósitos
trabajaremos en las dos siguientes clases.

Material de lectura

Tarducci, M. y Zelarallan, M. (2016). Nuevas historias: género, convenciones e instituciones. En


Fink, N. y Merchan, C. (compiladoras).
(compiladoras). Ni una menos desde los primeros años.
años Educación en
géneros para infancias más libres.
libres La Juana Editores y Chirimbote.

Bibliografía de referencia

Badinter, E. (1993). XY. La identidad masculina


masculina. Madrid: Alianza.

Connell, R. (1997). La Organización Social de la Masculinidad. En Olavarría, J. y Valdés, T. (1997).


Masculinidad/es. Poder y Crisis
Crisis. Santiago de Chile: Isis Internacional/FLACSO.
ternacional/FLACSO.

Kaufman, M. (1995). Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias del poder entre
los hombres (pp. 123- 146). En ARANGO, L. G., LEÚN, M. y VIVEROS, M. (compiladoras).
Género e identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino
masculino.. Bogotá:Tercer Mundo.

Ley Nacional Nº 26.485 (2009) de “Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en todos los ámbitos en los que desarrollen sus relaciones
interpersonales”

Créditos

Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Secretaría de Innovación y Calidad Educativa.


Ministerio de Educación,
ción, Cultura, Ciencia y Tecnología.

Cómo citar este texto:

Vínculos saludables para prevenir la violencia de género


Programa Nacional de Educación Sexual Integral (2019). Clase 2: Una aproximación a la perspectiva
de género. Curso: Vínculos saludables para prevenir la violencia de género. Ministerio de
Educación,
ción, Cultura, Ciencia y Tecnología.

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