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NEUROSIS OBSESIVA – Mazzuca
En el obsesivo el deseo se presenta como imposible.
En cuanto a la dialéctica del amo y del esclavo hace una distinción con la histeria: La histérica busca un amo para dominarlo, para hacerlo desear, para hacerle producir saber. A diferencia del obsesivo que se presenta como habiéndolo ya encontrado. Lacan especifica el lugar prevalente de la demanda del Otro en la neurosis obsesiva. El obsesivo ya ha encontrado un amo ante quien es esclavo y puede ser demandado, y con eso goza. En la neurosis obsesiva el deseo se presenta como imposible. Implica el alejamiento de los lugares y momentos de las situaciones en que el deseo está en juego. Podemos verlo en todos los obstáculos que genera el obsesivo ante el deseo: en sus limitaciones, obstáculos, postergaciones, restricciones que llegan hasta la paralización. La imposibilidad siempre apunta a lo real. La histeria acentúa la vertiente del deseo que es el deseo como deseo del Otro, el lugar del Otro como lugar del deseo. La neurosis obsesiva acentúa la otra vertiente del deseo, la vertiente del objeto, del deseo que estructuralmente destruye al Otro. En el obsesivo queda puesta en primer plano la oposición del deseo del sujeto con el deseo del Otro. El obsesivo hace del objeto de su deseo un absoluto y se lo impone al Otro (la manera insistente de pedir en los niños por ejemplo). La imposibilidad del deseo se traduce en lo manifiesto de muy diversas formas. Por ejemplo la oscilación del deseo en el obsesivo, Freud lo veía en los síntomas en donde en un primer tiempo se afirma una acción y en un segundo tiempo se la deshace, también en la postergación continua podemos reconocer esas idas y venidas. En algunos momentos el obsesivo se deja llevar por su deseo pero cuando se va acercando a la situación en que podría llegar a cumplirse, el deseo se esfuma, desaparece. Esta oscilación sucede porque el deseo destruye este lugar del Otro. Sin embargo, el lugar del Otro es esencial porque el deseo es siempre el deseo del Otro. El obsesivo destruye el deseo del Otro y entonces su deseo se desvanece. Destruido el Otro, destruido el deseo. Si ustedes se fijan bien, el obsesivo es alguien que vive pidiendo permiso. Esta temática de prohibición y autorización del amo se articula con la demanda, que es otra de las formas de imposibilidad, en tanto que el deseo queda reducido allí a la demanda. El obsesivo entonces quiere que le pidan para convertir ese pedido en objeto de su deseo. Podemos decir que en vez de deseo de deseo hay deseo de demanda, incluida la castración, porque el obsesivo se imagina que el Otro demanda su castración; de ahí la impotencia del obsesivo. La cuestión de la imposibilidad del deseo en el obsesivo está conectada también con la continua postergación del acto. Ya que vivir en un mundo de significantes tiene que ver con los actos, no hay otro cumplimiento del deseo. El cumplimiento del deseo es siempre el cumplimiento de los actos.