Doloras - Ramon de Campoamor

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DOLORAS Y POEMAS
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y

I
EXMO. S. D. R.\MÓN DE CAMPOAMOk
DOLORAS

Y POEMAS
DON RAMÓN DE CAMPOAMOR
De la Academia Española

CON UN PRÓLOGO POR

DON ELÍAS Z ERO LO

Tomo I. — DOLORAS
Décimánona edición

parís
librería de garnier hermanos
6 — CALLE DES SAIXTS-PÉRES —6
1892
Es propriedad

N0V3 1972

'7 0FT0^^!^
CAMPOAiMOR

De cuantos escritores han enriquecido con sus pro-


ducciones la literatura española contemporánea, uno de
los que más ha ocupado la crítica es el insigne autor de

las Dolaras y de los Pequeños Poemas. Algunos volú-

menes se podrían hacer con los juicios y análisis de sus


obras publicados en revistas y periódicos y al frente de

las numerosas ediciones de las mismas.


Bien ha merecido nuestro autor tal cantidad de tra-

bajos críticos, algunos recientes, por más que desde

hace ya mucho tiempo sea por todos reconocido el

mérito incuestionable de su obra poética y especial-

mente de sus Doloras y Pegúenos Poemas. Pues aunque


él mismo lo dude, creyendo que sus ideas políticas más

ó menos conservadoras puedan empecer á las simpatías

de una gran parte de los lectores, es lo cierto que


todos, blancos y negros, ahos y reconocen y
bajos,

admiran sus privilegiadas dotes : es un poeta profundo


á la vez, que ha logrado formar escuela.
y popular
Suele dejarse arrebatar el vulgo por unos cuantos
VIH CAMPO AMOR

golpes de efecto y algunos pensamientos intencionados


ó atrevidos, sobre todo si halagan las ideas generosas
que por lo regular constituyen sus aspiraciones, asi

como aplauden los doctos lo sutil del ingenio y la

riqueza de la forma y la delicadeza y originalidad de los

pensamientos; pero si ambos, el vulgo y los críticos,

coinciden en reconocer por largos años el mérito de un


autor, es que el sentimiento y el análisis, el corazón y
la cabeza hallan sus producciones humanamente perfec-

tas. Campoamor ha tenido la suerte, para regocijo de

las letras patrias, de vivir lo bastante para ver plena-


ipente confirmado este juicio : el más alto galardón á

que puede aspirar un escritor.

Pero además del público español, existe al otro lado

del Océano el que compone la gran familia hispano-


americana, que habla nuestro idioma, que lee — y por
cierto más de lo que se cree — nuestros autores más
estimados y que, juez imparcial, sabe conceder el pre-

mio de honor á los que á él se hacen acreedores.

Público que, apartado de nuestras contiendas políticas,"

nada influyen éstas en sus juicios; aunque no le sean

indiferentes, como tampoco á nosotros las suyas, que


por algo pertenecemos á la misma familia. Allí unen en
un mismo aplauso los nombres esclarecidos de Cánovas
del Castillo y Pi y Margall, Menéñdez Pelayo y Caste-
lar, Emilia Pardo Bazány Valera, Pereda y Pérez Gal-
CAMPOAMOR IX

dos, por no citar otros, y allí tiene en fin Campoamor


entusiastas admiradores, allí es también popular. Por lo

demás, nadie niega seriamente en España el talento al

que de veras lo tiene, sean cuales fueren sus ideas poli-

ticas ó religiosas. No es éste defecto que tenemos los

españoles; el que si tenemos, y en grado heroico, es


el de considerar nuestros hombres inferiores á muchos

extranjeros, sin duda porque éstos, por regla general, no


olvidan hacer el articulo para la exportación, como si se

tratase de recomendar una pomada contra la cal-

vicie.

Mas la abundancia de estudios críticos y esta opinión


general sobre las obras de Campoamor, ponen en serio

apuro al que llega tarde á la liza, sin armas bien tem-


pladas, y entra en ella como á la fuerza más que por
espontáneo gusto.
Tendrialo y grande el autor de estas líneas si algo

nuevo supiese decir del poeta más original de España;


no siendo así, ha de limitarse á pasar ligera revista á

las críticas más notables que de las obras de Cam-


poamor tenga á mano : hará como un inventario de

opiniones ajenas.

Pero antes no estarán demás someras noticias biográ-


ficas de nuestro autor.
CAMPOAMOR

Nació Exmo. señor don Ramón de Campoamor y


el

Campoosorio en Navia, provincia de Oviedo, á 24 de


setiembre del año 18 17.

Joven aún y después de hacer algunos estudios de


humanidades, pasó á Madrid en donde emprendió la

carrera de medicina, casi á la par que comenzó á dar á

conocer su genio poético en algunos salones particu-


lares y en El Liceo y otros círculos literarios.

Parece que luego abandonó la Medicina; y la Litera-

tura, la Filosofía y la Política ocuparon su claro talento.


Don Ramón ha estudiado mucho y estudia siempre; es
uno de los españoles que más leen y lee y estudia de
todo. Hará como unos seis años tuvieron los alumnos

de Química de la Escuela de Farmaci-a de Madñd el

honor de verle entre ellos, siguiendo cttmo el inás

estudioso escolar las lecciones del Profesor; y hay

quien dice que pasa largas horas en un laboratorio des-


tilando jugos y haciendo experimentos. Extraña á la

verdad ver á nuestro insigne poeta escribiendo una


dohra mientras destila la retorta; pero no está solo en

esto de heterogéneas aficiones. Recordemos al inge-

niero Echegaray produciendo, tal vez entre el trazado

de un puente y la memoria técnica de una fábrica, esas

obras dramáticas que tanto dan que hacer á la crítica

por sus maravillosas bellezas y grandes lunares.


En lo que sin duda se ha ocupado y se ocupa más
CAMPOAMOR XI

Campoamor es en los estudios filosóficos. Prueba de


esto algunos de sus libros y, puede decirse, todos

ellos, que es dificil encontrar trabajo suyo, por ligero

queá primera vista parezca, que no se halle informado


por tales estudios.

Fruto de sus aficiones políticas fueron, entre otras


producciones, los artículos publicados en El Estado^ en

polémica con Castelar sobre la fórmula del progreso;

artículos reunidos más tarde en un volumen, del cual

se ha hecho segunda edición '.

Ha sido varias veces gobernador de Provincia, direc-

tor general, consejero de Estado, diputado á Cortes, etc.

Milita, como ya se ha indicado, en el partido conserva-

dor, según él mismo dice' porque el hecho revolu-

cionario le es «c insoportable por lo antiestéticamente

con que se suele realizar. » No podemos resistir á la

tentación de recordar al insigne poeta los siguientes

versos de su dolora Las dos linternas

Y es que en el mundo traidor

Nada hay verdad ni mentira;

1 Polémicas con la Democracia ; segunda edición aumentada.

2 Prólogo á los Pequeños Poemas, edic. de English y Gras,


Madrid, 1879. Precioso estudio leído en el Ateneo de Madrid y
en el cual el autor desenvuelve los fundamentos de su doctrina
literaria.
XII CAMPOAMOR

Todo es según el color

Del cristal con que se mira.

Un crítico de notable ingenio, que dice muchas ver-


dades aunque á veces lo haga muy en crudo, y cuyos
trabajos tanto se leen, dice que nuestro autor es con-

servador por broma, la broma más pesada de las

su3'as'. Quizá tenga razón el crítico: don Ramón no


puede ser conservador de veras; ó por lo menos cuesta
trabajo tenerlo por tal después de leer sus dolaras,
y
más aún, después de conocerle personalmente. Lo que
es indudable es que la disciplina de partido, y cuenta

que la del conservador tiene fama de rigurosa, no le

impide llamar las cosas por su nombre. Dicese que en

cierta ocasión, á alguien que le preguntaba por qué dis-

trito había salido diputado, contestó : por Romero


Robledo^. Y así era efectivamente.

En 1862 ingresó Campoamor en la Academia Espa-


ñola de la Lengua.
Fara que el lector conozca mejor al hombre, trans-

1 Los poetas en el Ateneo; por Clarín (D. Leopoldo Alas).


Artículos publicados en la hoja literaria del diario El Día,
abril, 1884.

2 Ministro de la Gobernación entonces y amigo muy que-


rido de don Ramón.
CAMP0.1.M0R xm

cribiré el magnifico retrato que de él hizo en la Revista

Contemporánea el malogrado Revilla en uno de sus ini-.

mitables bocetos literarios'. «Los que por ventura


no conozcan personalmente á Campoamory juzguen al

hombre por el poeta, quizá se imaginarán que el autor

de las Dolaras es un personaje fúnebre y desesperado,

de luenga barba, romántica melena y mirada fatal, devo-


rado por los pesares, amargado por la duda y sumido
en negra melancolía, fruto de agitada y tormentosa
existencia. Nada menos exacto. Ese escéptico impla-

cable tiene todo el plácido aspecto de un creyente. Es


un hombre de edad madura, más bajo que alto, grueso

y bien conservado, de mirada franca y leal, de frente


espaciosa y serena, cuya boca no está plegada por
el amargo rictus del dolor, sino por la más bona-
chona de las sonrisas; cuya cabeza corona blanca

'cabellera, que nada tiene de romántica, y cuyo rostro,


agraciado y simpático en su conjunto, rodean unas

blancas patillas de bolsista, que antes le dan expresión


de acaudalado y satisfecho banquero, que de melenudo

y tétrico poeta. En ese cuerpo, que casi parece el de un


epicúreo, se alberga una alma bondadosa y dulce, un

I Éste y otros excelentes trabajos se encuentran coleccio-


nados en el libro publicado por el Ateneo de Madrid con e]

titulo de Oirás de D. Mamtel de la Revilla, Madrid, 1883.


XIV CAMPOAMOR

carácter franco y jovial, un corazón sencillo, candido,

casi infantil, y una poderosa inteligencia. Y


alma y esa

ese cuerpo viven sin pesares profundos, en medio de

todas las satisfacciones del amor propio satisfecho, de

los goces de la familia y de los atractivos del comfort.

La suerte de ese escéptico pesimista, que de todo


reniega, la envidiarían más de cuatro creyentes.
Revilla agrega, que una de las manías de don Ramón,
consiste en enfadarse con todos los que no dan el

nombre de doloras á las composiciones en que lo

imitan.

Veamos ahora al escritor y sus obras. Citaré á la

ligera, antes de tratar de las doloras y pequeños poe-


mas, sus demás producciones.
En prosa ha publicado, además de la ya citada Polé-
micas con la Democracia, El Personalismo, Lo Absoluto,
La filosofía de las leyes, Elldeismo; su discurso de recep-

ción en la Academia de la Lengua, La Metafísica limpia,


jija y da esplendor al lenguaje, etc., etc.
De obras dramáticas, con las cuales no siempre
obtuvo los favores del público, tal vez por su carácter
predominantemente subjetivo, pueden citarse Dies Ira,

Cuerdos y locos. El Palacio de la Verdad, El Honor, etc.

Obras suyas son también El drama Universal,


CAMPOAMOR .ÍV

excelente poema esmaltado de innumerables bellezas,

el poema Colón, la Epístola Necrológica de D. Luis

González Bravo, leída en la Academia, y un tomo de


Pensamientos. De poesías sueltas, epístolas, fábulas y

cantares, tiene copiosa colección, que no debe dejar de


leer el que quiera admirar el flexible talento del gran

humorista.

Pero lo que le coloca sobre todo en primera línea

entre los más eximios poetas españoles, lo que consti-

tuye sólido pedestal de su gloria, son las doloras y


pequeños poemas.

¿Qué es una dolora?


El mismo autor la define en carta' al conde de
Revillagigedo, que dice así

« Mucho agradezco las lisonjeras expresiones con


que califica usted las últimas producciones que he te-

nido el honor de someter á su buen juicio, y con el

mayor placer voy á dar á usted algunas explicaciones

sobre la palabra dolora.

» Dice usted que no le agrada el término dolora,


porque como no le halla ninguna etimología, nada

I Prólogo de la primera edición.


XVI CAMPOAMOR

revela á su razón, y que, por consiguiente, no tiene


para usted más mérito que el de cualquier otro sonido
informe.

» Antes de contestar á esta observación, quiero en-


terar á usted del género de poesía al cual aplico yo la

palabra en cuestión.

» Hace tiempo que deseaba ensayarme en una clase

de composiciones en las cuales, así como en una semilla

van contenidas todas las partes de un árbol, se reuniesen

los principales atributos de la poesía lírica, uniendo la

ligereza con el sentimiento y la concisión con la impor-



tancia filosófica. Como sucede generalmente, la ejecu-'

ción no ha correspondido á la belleza del tipo que me


había forjado en la mente; pero esto importa poco,
pues si yo no he hecho más que formular de un modo
imperfecto el pensamiento que acabo de indicar, otro
vendrá detrás que más dichosamente reduzca á práctica
lo que yo he tenido la desgracia de dejar sólo expuesto

£n teoría.

» Me dice usted que yo no he trazado ninguna senda


nueva, pues ya ha habido escritores que en algunas de

sus poesías reunieron las cualidades que yo creo indis-

p ensables para constituir la dolara.

» Efectivamente, algunas de las poesías ya escritas

pertenecen por su concepto y por su expresión á esta


clase de composiciones ; y sin pretender yo haber des-
CAMPOAMOR XVII

cubierto ninguna idea perdida en los abismos del pen-

samiento humano, lo único que me he propuesto al

escribir las Doloras ha sido reducir á sistema un género


de poesía en el cual algunos autores sólo se han ensayado
inconexa é incidentalmente. Creo que la poesía, por muy
selecta que se ostente en sus formas exteriores, siempre
debe tender á agrandar el catálogo de verdades conoci-

das; y fundado en esta creencia, he escrito estas Dolo-


ras, que, aunque sean muy imperfectas, se pueda decir
de ellas para que sirva de base para su definición ulte-
rior : — Que deben ser unas composiciones ligeras en

su forma, y en las cuales indispensablemente tiene

siempre que presidir un pensamiento filosófico.

» Ésta es la historia del género de poesía.


«Volvamos ahora á la historia de la palabra.— «; Qué
signifi,ca dolora? » — me pregunta usted en primer el

párrafo de su carta. Respuesta — Significa una com-


:

posición poética, en la cual se debe hallar unida la lige-

reza con el sentimiento, y la concisión con la importancia

filosófica. — « ¿ Y por qué significa eso ? » — vuelve


usted á preguntar, suponiendo con acierto mi contes-
tación. Respuesta : Porque yo quiero que lo signifique.

» Hay un argumento que no tiene réplica, y se lo

voy á presentar á usted porque resulta en mi abono. —


Ó la dolora es un género nuevo de poesía, ó no- lo es.

Si lo es, la palabra que signifique ese género tiene que


XVIII CAMPOAMOR

ser nueva enteramente; y en este caso, poco le debe


importar á nadie que la palabra pertenezca al reino ani-

mal, vegetal ó mineral, etc.; y si no lo es, tampoco hay


nada perdido, pues cualquiera tiene derecho para dar á
las dolaras un segundo bautismo, aplicándolas el nombre
del género de poesía conocido al cual crea que perte-
necen.
)) Después de dicho lo que antecede, me parece

superfino todo cuanto se pudiera añadir sobre este par-

ticular.

» Á pesar de todo, no dejaré la pluma sin hacerme


cargo del fundamento que usted cree que yo he tenido

para introducir esta malaventurada palabra. (Y á propó-

sito, el asunto no merecía que un ingenio como el de


usted se ocupase tan detenidamente en una cuestión

tan insignificante.) — « Yo bien comprendo, dice usted,

que á unas composiciones que, por muy ligeras que


sean, por su tendencia filosófica siempre producen en

el alma cierta clase de dolor, con un fiíndamento bas-


tante plausible se las pueda llamar dolaras. » — Ya sabe
usted que todos los que hemos respirado en nuestra

niñez el purísimo aire de nuestras montañas, en gene-

ral no sabemos más que decir la verdad, y por lo mismo


me perdonará usted que le exprese con franqueza que

la razón no me parece demasiado concluyeme, aunque,


si á usted le gusta, me daré por muy servido con que
CAMPOAMOR XIX

esa explicación satisfaga en parte sus escrúpulos lite-

rarios.

» Últimamente concluye usted diciendo : — « ¡


Es
imposible que la historia de esa palabra, aun cuando
usted no quiera darme noticia de su verdadera etimo-

logía, no tenga su origen en los misterios de su cora-

~c'«/ » — Protesto contra la tendencia de esa observa-

ción insidiosa, y reclamo el derecho que indisputable-


mente me asiste para abroquelar mi alma tras el ante-

mural del silencio, poniéndola al abrigo de las inopor-

tunas observaciones que pretende usted hacer con su

adorable suspicacia.

» Sin embargo, á pesar de que los secretos de

cierta clase, hasta procuro yo olvidarlos para no darme


razón de ellos ni á mi mismo, la venialidad del senti-

miento que usted procura sorprender en el fondo de


mi corazón, me autoriza para que diga á usted cuatro

palabras al oído sobre este asunto exclusivamente per-

sonal.

» Por consiguiente, bástala vista. Sólo me resta su-

plicar á usted por el respeto que me inspira su talento,

y por la amistad que sus inequívocas muestras de afecto

han despertado en mi corazón, que jamás haga usted


á nadie partícipe del secreto que piensa confiarle á

usted su amantísimo paisano y verdadero amigo,

que le quiere entrañablemente. — Campoamor. »


XX CAMPOAMOR

Vese pues que la dolora es una composición en la cual

se deben hallar unidas la ligereza con el sentimiento y la

concisión con la importancia filosófica. No puede ser más


clara la definición del nuevo género poético. Y, sin

embargo, pocos son los críticos que al tratar de la do-


iora han dejado de definirla; aunque algunos no hayan
hecho otra cosa que barajar algunas palabras, para venir
á decir, poco más ó menos, lo mismo. Pero bien se

comprende tal empeño en estudiar y desentrañar el

sentido de dichas composiciones, fijando su verdadero

alcance y tendencias : no á humo de pajas se han rego-


cijado con ellas y las han aprendido de memoria dos
generaciones.

La dolora, dice don R. de Federico, es una « com-


posición intencional, género mixto de anacreóntica y epi-

grama, un juguete, en su maliciosa ingenuidad inquie-


tante para las conciencias tímidas, que con los años ha
ido adquiriendo madurez y se presenta hay con ropón

filosófico^. » Y observa el marqués de MoUns : « Yo


tengo para mí que tales poesías, sencillas como la ana-

creóntica, ligeras como el madrigal, picantes como el epi-

grama, no están empapadas en el vino de los banquetes


como la anacreóntica, ni perfumadas de tomillo y mejo-

I Prólogo de la sexta edición.


CAMPOAMOR XXI

rana como el madrigal, ni salpimentadas de mostaza

como el epigrama; pero que conmueven como la oda,

describen como el idilio y corrigen como la sátira" ».

Y escribe Ruiz Aguilera después de analizar las ante-

riores definiciones : « la dolora es una composición


poética en la cual debe hallarse constantemente unida á un

sentimiento melancólico, más ó menos acerbo, cierta im-


portancia filcsófica^ y>. Viene luego Laverde Ruiz y
dice que « es una composición didáctico-simbólica en
verso, en que armonizan el corte ligero y gracioso del
epigrama, y el melancólico sentimiento de la endecha, la

exposición rápida y concisa de la balada y la intención

moral ó filosófica del apólogo ó de la parábola'^ ». Y, en


fin, Revilla, considerando la dolora como la forma más
adecuada de la Úrica en nuestros días, la define : « una
composición poética de forma épica ó dramática y de
fondo lir-ico que en tono á la vei ligero y melancólico, expresa

un pensamiento trascendental 4 » y en otra parte > hace

la misma observación que : entre las doloras suele haber

r Cita de Ruiz Aguilera en el prólogo de la octava edición.


2 Prólogo de la octava edición.

3 Juicio crítico de las Doloras (décima edición).


4 Obras de D. Manuel de la Revilla, pág. 68.

5 Principios generales de Literatura, Madrid, 1884, pág. 313.


XXII CAMPOAMOR

algunas puramente épicas, y otras verdaderamente dra

maricas.

Todas estas definiciones coinciden en el fondo; y


aunque la del autor parece menos concreta que otras de

las citadas, es, sin embargo, la que más satisface. Si

como dijo Revilla la dolora es la forma más adecuada


de la lírica en nuestros — afirmación que me parece
días

un tanto absoluta — necesario que no sea estrecho


es el

molde en que ha de fundirse.

Por lo que respecta á los pequeños poemas también es


el autor el que nos da más clara definición, diciendo

que ha « querido dar forma á unas composiciones que

reuniesen todos los géneros poéticos, desde el epi-

grama y el madrigal, hasta la oda y la epopeya '. »

Y añade que su procedimiento « que será bueno ó


malo, pero que en él es idiosincrásico, ...es hacer de

toda poesia un drama, procurando basar este drama


sobre una idea trascendental y que pueda universali-

zarse ». Afirma luego « que es menester poner las

ciencias al servicio del arte, agrandando su esfera con


esa magnifica irrupción de ideas, de frases y de giros

que en forma de literatura prosaica, de filosoña y de

I Prólogo á £os Pequeíws Poemas, ya citado, pág. XI.


CAMPOAMOR XXIII

ciencias naturales, van elevando cada vez más el nivel

del espíritu humano. »

Compréndese que si genios menos poéticos que el

de Campoamor toman al pie de la letra sus preceptos,

han de caer en graves errores y descaminos, arrastrados


por la tendencia docente. De esto se halla libre el in-

signe poeta que, como dijo Revilla « ha sabido dar á la

doctrina docente una aplicación recta, y, reconociendo

que la poesía no enseña ni puede enseñar, hase cuidado

de vestir su pensamiento con formas originales y


bellas para que de esta suerte sea atractivo y se difunda

»
y popularice.

En cuanto á la manera cómo siente y se expresa

nuestro poeta, veamos lo que ha dicho la crítica.

El señor Menéndez Rayón, en la Advertencia á las

eruditas notas con que ha ilustrado las Doloras, se


expresa asi : « Es Campoamor un poeta de mucha va-
riedad, pero poco propenso por carácter á la morbidez

y á la blandura; describe con exactitud y concisión,

narra con naturalidad y dialoga con energía; pocas


veces peca por el argumento cuando no se inclina á la

paradoja ; en la invención y composición es sobrio, y


sus cuadros tienen una terminación feliz y bien gra-
duada, el estilo es á menudo más nervioso que fluido,
XXIV CAMPOAMOR

severo y cortado más que dulce y rítmico, y sus perio-


dos, concisos en demasía á veces, le quitan riqueza,

abundancia y número ; pero si los versos no alcanzan

siempre todas estas cualidades, sobresalen en cambio


por el brío y por la sentencia. «

«El estilo de las doloras, según Ruiz Aguilera, no


se confunde con el de ninguno de nuestros poetas.

Hablando de ellas uno de sus prefacistas, dice con mu-


chísimo acierto : « El nuevo género se distingue por
»una originalidad picante; esta cualidad suele rayaren

» lo peligroso ;
pero en Campoamor tiene aplicación el

» canon del derecho marítimo : el pabellón cubre siempre

» la mercancía, y el pabellón es en nuestro autor el

» estilo. » Y es tan propio y peculiar, que quien haya


leído algunas doloras con el nombre de Campoamor al

pie, leyendo después otras del mismo anónimas, puede


asegurarse que no las atribuirá á nadie más que á él. Si

Campoamor se hubiese presentado con su libro como


un filósofo ceñudo, hipocondriaco y gruñón, el lector

más intrépido no hubiera podido pasar de las primeras

páginas ; tantas y tan grandes son las tesis que en estas

composiciones se plantean y desenvuelven ; pero están


pérfidamente seductora su frase, su elegancia en el decir

es, en general, de tan buen tono ; sorprende de tal modo,


ya con la desenfadada causticidad de sus profundos apo-
tegmas, de sus epigramas, de sus agudezas huraorísti-
CAMl'ÜAMOK XXV

cas, de SUS irónicas genialidades, cruelmente amables,


ya con rasgos de ternura, casi siempre amarga, á la

manera de Heine, que verdaderamente juega con el

corazón del lector. El retruécano, el concepto y la antí-

tesis — tres elementos exteriores de su manera — que


en otro autor serían insoportables, yo los perdonaría

en éste por el modo que tiene de usarlos, si mi perdón


sirviese para que en lo sucesivo no fuera tan pródigo de

ellos. »

« Por lo que á nosotros toca, dice Laverde Ruiz,

después de transcribir las opiniones de Menéndez


Rayón y de Ruiz Aguilera, no sólo le perdonamos
sus paradojas, antítesis, conceptos y retruécanos, sino
que, por regla general, se los aplaudimos, pues con-

tribuyen notablemente á la energía y claridad de su

estilo, sin menoscabo de la naturalidad, ni aun de la

sencillez, haciendo que las ideas hieran vivamente la

imaginación de los lectores y se graben de un modo


indeleble en su memoria. Quizá no haya existido un
poeta más feliz en el empleo de las mencionadas formas
de expresión, lo cual proviene, sin duda, de la exacta

correspondencia que las mismas guardan con la índole

de su ingenio y con la naturaleza de los argumentos

sobre que escribe, tanto que, despojado de ella, nos


parecería menos propio y natural su estilo. »

Y Revilla escribe : « El alma y la vida del hombre


b
XXVI CAMPOAMOR

individual y hombre colectivo, consideradas bajo los

aspectos que más pueden interesar al filósofo, he aquí


el único objeto de la inspiración de Campoamor. —
Original en sumo grado, pocos poetas le aventajan en

ingenio para escoger asuntos, y en fantasía para darles

las más peregrinas é inusitadas formas. Esta condición

explica uno de sus maj'ores méritos : el de saber con-

vertir en materia poética los más abstrusos problemas


de la ciencia; el de conmover é interesar con asuntos

abstractos, difícilmente compatibles con las exigencias

del estro poético; el de haber sabido crear una poesía


didáctica y trascendental, por todo extremo amena y
deleitable. Gracias á él, todos los problemas de la filo-

sofía moderna, todos los sistemas más abstractos, desde

el idealismo subjetivo de Kant hasta el idealismo tras-

cendental de Schelling, han podido tener en el arte poé-

tico la expresión que les es posible; gracias á él, la

poesía ha expresado los más profundos y levantados

pensamientos y ha difundido entre las gentes menos


cultas las más importantes enseñanzas. »

Y para concluir, pues no acabaría nunca si hubiera


de citar á todos los críticos que han tratado de la mate-

ria, Clarín, tal vez el campeón más esforzado de los que

tiene en España la — no me
escuela naturalista ó realista
gusta reñir por cuestión de palabras — ha dicho Cam- : «

poamor, un gran poeta, nuestro mejor poeta, es el que


CAMPOAMOR XXVI)

emprende en la lírica, en el género que parece á mu-


chos idealista por naturaleza, el camino de la nueva
vida literaria, el que baja á los abismos de la sociedad

á conversar, como Cristo con los publícanos, con pre-

sidiarios y rameras y esto sin mengua de los santos fue-


;

ros de la verdad y sin mengua de las inmaculadas alas


de la poesía. » En otra parte escribe, que Campoamor
es el único poeta español, del cual se pueda decir que,
en cierto sentido, en el de la sinceridad lírica y la pene-

iración psicológica, se acerca al naturalismo. Referíase el

autor de La Regenta, muy oportunamente, al poema


Los Buenos y los Sabios, pero no cabe duda que puede
extenderse tal opinión á otras muchas obras de nuestro
poeta, sin que por esto pueda calificársele de natura-

lista; como así mismo puede decirse que es el poeta


español que escribe obras más humanas sin embargo

del idealismo que machas veces las cubre con amplio


ropaje.

Pues bien, este innovador, este revolucionario — en


literatura, por supuesto, — que se distingue por la ori-

ginalidad; este gran poeta, nuestro mejor poeta, fué

acusado de plagio hace algunos años; cuando ya hacía


muchos que se le consideraba como el poeta original
por excelencia. Campoamor se defendió elocuente-
XXVm CAMPOAMOR

mente y con mucha originalidad de tal acusación, y Valera


demostró en interesantes y eruditas disquisiciones que
si se consideraba á Campoamor como plagiario era pre-

ciso tildar con la misma nota á todos los grandes poetas

antiguos y modernos.

Algún critico ha hecho la observación de que Cam-


poamor había abierto este juicio contradictorio, para

probar, por comparación con los demás poetas, que él

era el escritor más original del mundo.


Tema es éste de los plagios muy socorrido de ciertos
críticos; cualquiera se figuraría, al verlos detenidos pa-

cientemente rebuscando la paternidad de cada frase ó

pensamiento secundario, que no son literatos sino

polizontes. No se debe censurar á un escritor el uso de


pensamientos ya expresados por otro si les ha dado
forma más bella y expuesto con mayor claridad. ¡ Cómo
si fuera cosa fácil decir algo nuevo ! A este propósito

dice uno de los críticos más estimados, el señor Cañete '

« Ni la originalidad ni la verdad son patrimonio


exclusivo de ningún ingenio, por grande que sea.

Todas las verdades, todos los caracteres, todas las

I Escritores españoles é hispano-americanos, por D. Manuel


Cañete. duque de Rivas. El D.' D. Joaquín de Ol-
El
medo : Madrid, 1884 (Colección de Escritores Castellanos)^
pág. 74-75-
CAMPOAMOR XXIX

pasiones, hasta la idea de todas las formas expresivas

existen más ó menos vagamente en el mundo espiritual

y son del dominio de todos los hombres. El que tiene


bastante fuerza en si mismo para descubrirlas y formu-

larlas apropiándose lo que le conviene, usa de un derecho,


tanto más legitimo, cuanta mayor sea la parte de vida propia

que comunique a los elementos ajenos de que se apodere...

Lo que importa en esta materia no es saber si se ha


tomado algo de otro, sino si se ha tenido la habilidad de

asimilárselo... Todos los plagios del mundo juntos

serán ineficaces para lograr que pensamientos extraños

arraiguen y florezcan en una cabeza estéril. Por el con-


trario, hasta reproduciendo á veces cosas ajenas se

puede llegar á la originalidad, si se les presta el fuego


invisible que las reviste de aquel inapreciable matiz
signo seguro de belleza. » Lo mismo ha dicho Cánovas
del Castillo no sé en donde : nadie tiene como suyo sino

lo que ha dicho como nadie.

Fáltame espacio para avalorar este trabajo con algunos


trozos de las obras de nuestro poeta, que á la vez sir-

vieran como prueba de las opiniones emitidas. Casi me


alegro; así tendrá el lector que ocurrir á la colección

inestimable de Dolorasy Poemas : hágalo, y no le pesará

si acaso busca algo más que versos armoniosos.


XXX CAMPOAMOR

Por mi parte confieso que tengo grandísima prefe-


rencia por las poesías de Campoamor al compararlas

con obras análogas; y diré por qué, aunque sea una


herejía literaria. Yo casi no puedo leer una composi-
ción algo extensa sin que los dedos de plomo del sueño
cierren mis párpados; ¡sólo Dios sabe cuánto me
cuesta pasar la vista por una larga tirada de versos de

los que nada dicen! Y esto me sucede con buenos poe-


tas, con muchos de los mejores — de los malos no
hablemos, — clásicos ó románticos, idealistas ó huma-
nos, de la generación actual ó de la anterior y hasta con
los del siglo de oro. Y si he de seguir diciendo lo que
siento, creo que á muchos les pasa lo mismo con esas

listas de adjetivos armoniosos. Con la poesía de Cam-


poamor no me sucede así, porque me dice algo, porque
sus versos van llenos de ideas, porque Campoamor,
como ha dicho un vate ilustre ' dando á entender la

misión de todo poeta, no canta como el pájaro en la

seva, extraño á cuanto le rodea y siempre lo mismo.


Cuidado que yo no niego la belleza de esa poesía pla-

teresca que tanto priva, ni de esa otra que parece catálo-


gos de bazar en verso : es cuestión de gusto' y de gustos

no hay nada escrito.

I Níiñez de Arce.
CAMPO AMOR XXXI

Si alguna persona, empezada la lecmra de este


trabajo, ha tenido bastante paciencia para llegar hasta

estas últimas lineas, perdone lo tosco del engarce de la

obra en gracia de las limpias aguas de las piedras pre-

ciosas que en él van engastadas.

E. Zerolo.

Farís, setiembre de 1885.


DOLORAS

PRIMERA PARTE

COSAS DE LA EDAD

que corriendo, Lucía,


SÉ Tras criminales antojos,
Has escrito el otro día
Una carta que decía :

— Al espejo de mis ojos. —


» Y aunque mis gustos añejos
Marchiten tus ilusiones,
Te han de hacer ver mis consejos
Que contra tales espejos
Se rompen los corazones.

I
CAMPOAMOR

» ¡Ay! ¡No rindiera, en verdad.

El corazón lastimado
Á dura cautividad,
Si yo volviera á tu. edad,
Y lo pasado, pasado

» Por tus locas vanidades,


¡
Que son, oh niña, no miras
Más amargas las verdades.
Cuanto allá en las mocedades
Son más dulces las mentiras

B ¡Y que es la tez seductora

Con que el semblante se aliña,


Luz que la edad descolora
Mas ¿no me escuchas, traidora?
(¡Pero, señor, si es tan niña!...) » —
II

« Conozco, abuela, en lo helado


De vuestra estéril razón,
Que en el tiempo que ha pasado,
Ó habéis perdido ó gastado
Las llaves del corazón.

» Si amor con fuerzas extrañas


Á un tiempo mata y consuela,
DOLORAS

Justo es detestar sus sañas;


Mas no amar, teniendo entrañas,
Eso es imposible, abuela.

» ¿Nunca soléis maldecir

Con desesperado empeño


Al sol que empieza á lucir,

Cuando os viene á interrumpir


La felicidad de un sueño?

¿Jamás en vuestros desvelos


»

Cerráis los ojos con calma


Para ver solas, sin celos,
Imágenes de los cielos
Allá en el fondo del alma ?

» ¿Y nunca veis, en mal hora.


Miradas que la pasión
Lance tan desgarradora,
Que os hagan llevar, señora,
Las manos al corazón ?

» ¿Y no adoráis las ficciones


Que, pasando, al alma deja
Cierta ilusión de ilusiones?...
Mas ¿no escucháis mis razones?

( Pero, señor,
¡ si es tan vieja !. .
.) »
CAMPOAMOR

III

— No entiendo tu amor, Lucía.


— Ni yo vuestros desengaños.
— Y es porque la suerte impía
Puso entre tu alma y la mía
El yerto mar de los años.

Mas la vejez destructora


Pronto templará tu afán.
— Mas siempre entonces, señora,
Buenos recuerdos serán
Las buenas dichas de ahora.

— Triste
¡ es el placer gozado
— Más triste es el no sentido
Pues yo decir he escuchado
Que siempre el gusto pasado
Suele deleitar perdido.

— Oye á quien bien te aconseja.

— vuestra
Inútil es riña.
— Siento mal. — No me aqueja.
tu
— (¡Pero, señor, tan si es niña!...^
— (¡Pero, señor, si es tan vieja!...')
DOI.ORAS

II

GLORIAS DE LA VIDA

¡ Al fuego, cartas de adorados seres,


Por quien la sangre derramé viviendo
Arded á impulsos de esa luz, y ardiendo,
Con vos se extinga mi fatal pasión.
¡Ved cuál la gloria de sus dulces rasgos
Se lleva el aire en fútiles despojos !

¡No su partida lamentéis, mis ojos;


Oiue humo las glorias de la vida son !

¡Al fuego, signos que sin fe trazaron


Falsas mujeres que adoraba ciego
Victoria, Octavia, Inés. . . ¡
al fuego ! ¡ al fuego
¡ Maldita sea mi fatal pasión
« i
Nadie en el mundo como yo te adora ! » —
¡Arda á su vez la que tan bien mentía!
¡Ay! ¡quién, tal gloria al poseer, diria
Que humo las glorias de la vida son!
CAMPOAMOK

¡Al fuego, enigmas de infernal sentido!

i
Digno sepulcro el desengaño os presta
¡
Cuan bien mi madre me alejaba en ésta
Del torpe error de mi fatal pasión
« ¡ Huye — dice — el amor, porque su gloria
Es pacto vil de la ilusión de un día,

Y ai fin verás, alma del alma mía.


Que humo las glorias de la vida son! »
DOLORAS

III

VENTAJAS DE LA INCONSTANCIA

Después de amarla, olvídala, que el cielo

La inconstancia al amor le dio en consuelo.

(Patricio M. de Rayón.)

¡Ay! anoche te escuché


(El que escucha oye su mal),
Cuando á otro hombre, por tu fe.

Le jurabas te eternaL
¡Imprudente!
Nadie quiere eternamente;
Que pase un mes y otro mes,
Y me lo dirás después.
Aunque nuestro amor fué extraño.
Ya no lloro
Ni mi engaño ni tu engaño
Pues no ignoro,
Que la inconstancia es el cielo
One el Señor
Abre al fin para consuelo
A los mártires de amo;
CAMPOAMOR

Después, ¡ingrata! ¿qué hiciste?


¿Fué el ruido de un beso aquél?
Bien te oí cuando dijiste :

— « No hice otro tanto con él. » —


¡Ay, Victoria,
Cuan frágil es tu memoria
Ruega á Dios que siempre calle

Aquella fuente del valle...

Si me engañas, ya antes, ducho,


Te engañé;
Porque aunque me amabas mucho.
Yo bien sé,
Que la inconstancia es el cielo

. Que el Señor
Abre al fin para consuelo
Á los mártires de amor.

Por último, ¡horrible paso!


Dijiste, al partir, de mí :

— « Es un. . . )) — ¡ Ah Mas, ! por si acaso,


Lo dije yo antes de ti.

Sí, gacela;

Aquí, el que no corre, vuela;


Lo que tú hoy de mí, yo ayer
Dije de ti á otra mujer.
Que los seres en amores
Adiestrados,
Todos son engañadores
DOLORAS

Y engañados;
Pues la inconstancia es el cielo

Que el Señor
Abre al fin para consuelo
A los mártires de amor.

Adiós. Te juro leal,


Por el que nació en Belén,
Que nunca te querré mal.
Si no te quise muy bien.
Conque, adiós.
Navia y julio á veintidós.

Hoy por mí, y por ti mañana.


¡Tal es la doblez humana !

Si te ama algún importuno,


Ó imprudente
Llegases tú á amar alguno,
Ten presente
Que la inconstancia es el cielo

Que el Señor
Abre al fin para consuelo
Á los mártires de amor.
CAMPOAMOR

.IV

LOS SOLLOZOS

Si á mis sollozos les pregunto adonde


La dura causa está de su aflicción,
De un ay que ya pasó, la voz responde
! :


i

— « De mi antiguo dolor recuerdos son. »

Y alguna vez, cual otras iníelice,


Que sollozo postrado en la inacción,
De otro ¡ay! que aun no llegó, la voz me dice
— « De mi dolor presentimientos son. « —
¡Ruda inquietud de la existencia impía!
¿Dónde calma ha de hallar el corazón.
Si hasta sollozos que la inercia cría.

Presentimientos ó memorias son...?


DOLORAS

V
QUIEN VIVE, OLVIDA

Que Ja dicha, si es colmada,


Si nada turba el contento.

Suele trocarse en tormento;


Porque cansa al corazón
Siempre una misma pasión,
Siempre un mismo sentimiento.

(El conde de Revillagigedo.)

EL

¡Cuánto amor, Adela mía,


Aquí un día
Me juraste y te juré

ADELA

Por cierto que fué en noviembre,


Y en diciembre
Me olvidaste y te olvidé.
la CAMPOAMOR

ÉL

Allí grabé con pasión


La expresión
De que vivir es amar.

ADELA

Bajo expresión tan traidora,


Graba ahora
Que vivir es olvidar.

ÉL

Aun por ti mi amor se inflama.


Porque el que ama
Nunca olvida, si ama bien.

ADELA

No hagas de tu amor alarde.


Que, aunque tarde,

A gran amor gran desdén.

ÉL

Entre estas ramas, ¡ay triste!

Me dijiste :

— « No te olvidaré jamás. » —
DOLORAS 13

ADELA

No acerté, en mi error profundo,


Que en el mundo,
Quien más vive, olvida más.

ÉL

¿Cuándo con locos extremos


Volveremos
Á amar con tan ciego ardor?

ADELA

Nunca, pues ya hemos sabido


Que el olvido

Sigue, cual sombra, al amor.

ÉL

¡Tiempos felices aquellos

En que, bellos,
Vivir era idolatrar!

ADELA

¡Quién entonces (¡pena fiera!)


Nos dijera

Que vivir es olvidar!


14 CAMPOAMOR

VI

LAS DOS ALMAS

— ¿Adonde vas, alma mía,


Hacia ese mundo perdido?
—Á ser alma de un nacido
La Omnipotencia me envía.

Y tú, alma mía, ¿ qué vuelo


Sigues, ganando la altura?
— Dejo á uno en la sepultura,
Y voy caminando al cielo.

— Puesto que subes, hermana,


Y te mundo,
hallo al bajar al
Dime si es... —
Un caos profundo.
Que llaman cárcel humana.

Prosigue, y no tan altiva,


Hermana, bajes ahora;
DOLORAS J5

Porque vas, siendo señora,


A ser del hombre cautiva.

Que en él, con rumbo perdido.


Sigue en loco devaneo.
Cada potencia un deseo,
. Y un gusto cada sentido.

Pues de ansia de goces lleno.


Busca el oído armonía.
El paladar ambrosía,
É impúdico el tacto, cieno.

Así sus gustos sin calma


Van los sentidos gozando.
Mientras que á merced, flotando.
Va de los suyos el alma.

Y en rumbos tan desiguales,


Y tan contrarios vaivenes.
Si el alma delira bienes.

Acosan al cuerpo males.

Y amando el cuerpo la tierra,

Y el alma adorando al cielo.

Siempre están, en su desvelo,


Carne y espíritu en guerra.
l6 CAMPOAMOR

— Pues si ya, el cielo ganando.


Dejaste cárcel tan fiera,

¿Por qué al aire, compañera,


Vas esas lágrimas dando ?

— Porque ha}^ hermana, en el suelo


Seres que también se adoran,
Y que, al dejarlos, se lloran.

Como al dejar los del cielo.

— Si el cielo que dejo escalas,


Y al mundo voy que tú dejas,
Llevemos, pues, tú mis quejas
Y yo tu llanto, en las alas.

Y al mundo adonde me alejo.

Cuando le muestre tu llanto,


Muestra mis ayes en tanto
Al cielo hermoso que dejo.

Y ya que fatídico arde

De mi cautiverio el día,
Con Dios queda, hermana mía.
— Hermana mía. El te guarde. —
DOLORAS 17

VII

NO HAY DICHA EN LA TIERRA

De niño, en el vano aliño.


De la juventud soñando,
Pasé la niñez llorando
Con todo el pesar de un niño.
Si empieza el hombre penando
Cuando ni un mal le desvela,
¡Ah!
La dicha que el hombre anhela,
¿Dónde está?

Ya joven, falto de calma.


Busco el placer de la vida,
Y cada ilusión perdida
Me arranca, al partir, el alma.
Si en la estación más florida
l8 CAMPOAMOR

Ko hay mal que al alma no duela,


¡Ah!
La dicha que el hombre anhela.
¿ Dónde está ?

La paz con ansia importuna,


Busco en la vejez inerte,

Y buscaré en mal tan fuerte


Junto al sepulcro la cuna.
Temo á la muerte, y la muerte
Todos los males consuela.
¡Ah!
La dicha que el hombre anhela^
¿Dónde está?...
DO LO RAS 19

VIII

LA VIRTUD DEL EGOÍSMO

Si anoche no estuve, Flora,


Á adorar tu talle hermoso,

Es porque soy virtuoso,


Y me da sueño á deshora.
¡Pecadora!
Ya le contaré á tu madre
Que, porque amo mi quietud
Y salud,

Dijiste hoy á mi compadre


— ^^ ¡Qué egoísta es la virtud! » —
¿Como he de ir con fe no escasa
Á ver tus ojos serenos.
Sihay cien pasos por lo menos
Desde mi casa á tu casa?
Y ¿qué pasa
Al hallarnos frente á frente?...
20 CAMPOAMOR

¿Qué?... tú mientes sin guarismo;


Yo lo mismo.
El no ir, por consiguiente,
¿Es virtud ó es egoísmo?

Verbi gratia, el otro día,


Al verte de mi amor harta,
Puse un bostezo de á cuarta
Entre un « paloma » y un « mía. »
Es falsía

La de bostezar amando;
Mas si hoy, con más pulcritud
Y quietud.
No he ido á amar bostezando,
¿Fué egoísmo ó fué virtud?

Desde hoy no vuelvo á tu edén


Á tomar, Flora, el sereno :

Si es por egoísmo, bueno,


Y si es por virtud, también.
Sí, mi bien.
Esto haré por mi salud.
Aunque diga tu cinismo
Que es lo mismo
La gloria de la virtud
Que el triunfo del egoísmo.
DOLORAS

IX

PROPÓSITOS VANOS

Niiuca te tengas por seguro en


esta vida.

(Kempis, lib. I, cap. xx.)

— Padre, pequé, y perdonad


Si en mi amorosa contienda,
Se lleva el viento, á mi edad,
Propósitos de la enmienda.

EL CONFESOR

— ¡
Siempre es viento

Á esa edad un juramento!


¿Qué pecado es, hija mía?
22 CAMPOAMOR

LA PENITENTA

— El mismo del otro día,


Y aunque es el mismo, id templando
Vuestro gesto,
Pues dijo ayer, predicando,

Fray Modesto,
Que es inútil Ja más pura
Contrición,
Si abona nuestra ternura
Flaqueras del cora:(ón.

Ayer, padre, por ejemplo,


Tocó á misa el sacristán,

Y en vez de correr al templo


Corrí á la huerta con Juan.

EL CONFESOR

— ¡Triste don.
Correr tras su perdición ! . .

LA PENITENTA

— Sí, señor, mas don tan vil.

De mil, lo tenemos mil.


No hay niña que a amor no acuda.
Más que á misa
Que el diantre, á todas, sin duda.
DOLORAS 23

Nos avisa
Que es inútil ¡a más pura
Contrición^
Si abona nuestra ternura
Flaque:^as del corazón.

La verdad, tan poco ingrata,


Con Juan estuve en la huerta,
Que, como él mirando mata,
Huí de él como una muerta.

EL CONFESOR

— i
Dulcemente
Fascina así la serpiente

LA PENITENTA

— ¡ No lo extrañéis, siendo el pecho


De masa tan frágil hecho
Si voy, cuando muera, al cielo

(Que lo dudo).
Ya contaré que en el suelo
Nunca pudo
Sernos útil la más pura
Contrición,
Si abona nuestra ternura
Plaqueas del cora:^ón.
24 CAMPOAMOR

Y mañana, ¿ qué he de hacer,


Padre, al sonar la campana,
Si él me dice hoy, como ayer,
« ¡Vuelve á la huerta mañana ! » —
EL CONFESOR

— ¡ Ay de vos
¡Antes Dios y siempre Dios!

LA PENITENTA

— Es cierto, mas entre amantes,


No siempre suele ser antes.
Y, en fin, si de ser cautiva
Me arrepiento,
O me absolvéis mientras viva,
Ó presiento
Que es ifiútil la más pura
Contrición,
Si abona nuestra ternura
Flaque:^as del cora^n.
I) ÜLoRAS

X
LA CIENCIA DE LA VIDA

Amargando tu existencia.

De tu coraión en daño,
Ya te enseñará esta ciencia
El libro de la experiencia,

Página del desengaño.


(E. Florentino Sanz.)

Seguid; veremos á qué luz impura


Del porvenir el caos se ilumina.

£L AGORERO

— Mas ¿quién, desengañado, no adivina


De la vida el horóscopo fatal ?

Siempre en mi ciencia se predicen bienes.

¡
Dios los da hombre por amor profundo
al

Después se augura un mal, porque en el mundo.


Tarde ó temprano es infalible el mal.

— Seguid.
26 CAMPOAMOR

EL AGORERO

— Si á un triste le auguráis su estrella,


Algún placer le auguraréis mintiendo;
Que, aunque nuestro hado es espera?' sufriendo,

La esperanza, aun sufriendo, es celestial.

Y si su suerte predecís acaso


Á los que mira compasivo el cielo,

Hacedles ver que, en la orfandad del sucio,


Tarde ó temprano es infalible el mal.

— Seguid.
EL AGORERO

— Sabréis mi dolorosa ciencia


Si grabáis en la mente con empeño,
Que es el bien, por ser bien, sueño de un sueño.
Que el mal, sólo por serlo, es inmortal.
Que nunca falta una ilusión gloriosa
Que alegre una existencia maldecida,
Y que en la paz de la más dulce vida,
Tarde ó tempraiw es infalible el mal. —
DOLORAS 27

XI

VANIDAD DE LA HERMOSURA

Á OCTAVIA

Ni amor canto, ni liermosura.


Porque ésta es un vano aliño,
Y además,
Aquél una sombra oscura.

OCTAVIA

— ¿No es más que sombra el cariño?


— Nada más.
Esas flores con que ufana
Tu frente se diviniza,
Ya verás
Cuál son ceniza mañana.
28 CAMPOAMOR

OCTAVIA

— ¿Nada más son que ceniza?


— Nada más.
Y en tu contento no escaso,
¿Qué dirás que es un contento,
Qué dirás ?

OCTAVIA

— ¿Nada más que viento acaso?


— ¡Nada más, niña, que viento,
Nada más!

En la edad de las pasiones,

Á vueltas de mil enojos.


Hallarás
Aire, sombras é ilusiones :

¡Nada más, luz de mis ojos.

Nada más! ... —


DOLORAS 29

XII

VIVIR ES DUDAR

Si vivir no es dudar, prenda querida,


Decidme, en mal tan fuerte,
¿ Es el fin de esta vida nuestra muerte,
Ó es la muerte el principio de otra vida ?

Porque es nuestra existencia


Turbio fanal de inescrutable esencia;
Pues cual luz mortecina,
Sólo bordes de sombras ilumina.

Siguiendo la esperanza,
Quien la alcanza una vez, frágil la alcanza
Si el aire sombra hiciera,
Como la sombra de los aires fuera.

Lloramos la partida

De ésta que vuela inconsolable vida,


2.
JO CAMPOAMOR

Y es en la humana suerte
La vida el pensamiento de la muerte.

Nuestros pérfidos cantos


Preludios son de venideros llantos;
Que es del dolor la puerta
La que el gozo al pasar nos deja abierta.

Hl mayor bien gozado


Jamás es grande hasta que ya es pasado;
Pues sólo en la memoria
Es grande, al parecer, la humana gloria.

Y en tan vil confusión, prenda querida.


Nadie sabe inquirir, en mal tan fuerte.
Si es el fin de esta vida nuestra muerte,
O es ¡a muerte el principio de otra vida...
DOLORAS 31

XÍII

PODER DE LA BELLEZA

¡Me caso! Yo, que odio eterno


Siempre profesé á este paso,
Como á un paso del infierno.
Ya candidamente tierno...
¿Podréis creerlo? ¡me caso!

Y pues ya amo á una mujer


(Siento decir que no miento),
Justo es que cante, y lo siento,

De la helle:(a el poder.

Yo, que amante meritorio


Llevé en España mi ardor
De un jolgorio á otro jolgorio.
Haciendo el don Juan Tenorio
Con doncellas de labor,

Hoy mi indómita cabeza


A un vu^o al lin se somete
52 CAMPO AMOR

Aquí dio fin el saínete. ..

; Oh poder de ¡a belleza !

Yo, que canté á cualquier hora


« No me da pena maldita
Si tu pecho i: o me adora;
Que la mancha de una inora
Con otra blanca se quita,»

Peno por una mujer,


Y (aparte) rabio de celos.

;Á tanto se extiende, cielos,

De la bel!e:<^a el poder

Yo, que amé en la edad florida

Cada cien días á ciento,

\ Ya hace un mes que mi querida


Es aliento de mi vida,
Es la esencia de mi aliento!

Un mes en mí de terneza
Es de treinta años emblema;
Es la vida... es el poema
Del poder de la bellexa,

¡
Con mi triste casamiento
(Mis ex-amadas, mi ex-gloria),
Ya nos arrebata el viento
Tanto amor que ha sido historia»
Tanta historia que fué cuento
DOLORAS 33

Mas tüdo es sueño, á mi ver,

En esta vida traidora


Sólo es real, á cuartos de hora.
De la belle:^a el poder.

¡Ya no os daré cantilenas.


Jugando al toma y al daca,
Pelo, anillos ni cadenas.
Ni tantas cosas, tan buenas
Para hacer nidos de urraca!

Y á fe que es necia flaqueza


Qué, ganando mil ventajas.

Sólo estribe en zarandajas


El poder de la belleza.

Pues me caso, Satanás


Haga á mi esposa, ó Dios la haga.
No pedir cuentas de atrás;
Pues si el que la hace la paga..,

i
Santo Cristo de Candas 1

Si expiación llega á haber.


Siendo, cual la muerte, fuerte,
Es horrible, cual la muerte.
De la belleza el poder.

¡Dios! á quien ofendo impío.


Dad á tanto error disculpa;

Perdonad mi desvarío
34 CAMPOAMOR

¡Por mi culpa, padre mío;


Por mi grandísima culpa!

No os venguéis de quien si empieza


Cantando la palinodia,

Loa en tono de salmodia


El'poder de la bclle:(a.

Desde hoy mis glorias de amante


Se concretarán, Dios mío,
Á tener en adelante
Una mujer que me espante
Las moscas en el estío.

No extrañéis que cual placer


El no ver moscas os nombre,
Que á tal punto humilla al hombre
De la belleza el poder.

Hoy mi pecho, en conclusión,


Pide perdón y perdona
Á cuantos fueron y son...
Desde Lisboa á Pamplona,
Desde Sevilla á Gijón.

Y hoy, en fin, mi bien empieza,


Ó empieza mi mal acaso :

De cualquier modo, ¡me caso!


¡Victoria por la belleza!
DOLORAS 35

XIV
TODO SE PIERDE

Rosa, ¿conque perdiste


La flor encantadora
Que la noche te di de tu partida?
Aunque la cosa es triste...
La flor vaya en buen hora,
Si fué sólo la flor, Rosa, perdida;
Mas esto me convida
(Perdona) á que recuerde
Que en el mundo, mi bien, todo se pierde.

Todo se pierde, ¡
ay ti iste

De tu frente, antes pura,

¡Baja, y verás con lágrimas tus ojos!


Ya indócil se resiste
Al corsé tu cintura;
Sube al cuello después, y... ¡ay, qué despojoo!
El ver seco da enojos,
CAMPOAMOR

Árbol que fué tan verde.


/ Todo se pierde, si, todo se pierde

De este pecho, tuyo antes,


Perdí un día la llave,

Y cuanto en él guardé, perdí con ella;


Ilusiones amantes,
Toda la villa sabe
Que para ti guardaba, Rosa bella.

Mas, ¡ cuan tarde mi estrella

Hizo que al fin recuerde


Que todo (¿no es verdad?), todo se pierde!

I Qué fué de tu hermosura ?


I Qué fué de mi terneza ?
De a flor que te di, dime ¿qué ha sido?
Perdióse la flor pura,
Lo mismo que (
¡ oh tristeza !

Mi amor y tu hermosura se han perdido.


En el mundo es sabido
Que, sin que uno se acuerde,
/ Todo se pierde! ¡
oh Dios !
/ iodo se pierde
DOLORAS 37

XV
LA COMPASIÓN

— Niña, ¿por qué, desvelada.


Suspiras con tal empeño?
— El por qué, madre, no es nada-
Sólo me siento hostigada
Por las quimeras de un sueño.

— El rostro, niña, sepulta

En la holanda, que el espanto.


Viendo las sombras, se abulta.
— Así derramaré, oculta
Entre sus pHegues, mi llanto.

— Pronto, la noche ahuyentando,


Llamará el alba á la puerta.
— Pues vendrá en vano llamando;
Que si ahora duermo soñando.
Después soñaré despierta.
3
CAMPOAMOR

— ¡Ay, que si el mundo ve ya


De una niña el mal profundo.
Que es amor en decir da
— Pues sus razones el mundo
Para decirlo tendrá.

— ¿Y en qué livianas razones

Estriba el mal que te aqueja ?


— En unas tristes canciones
Que, de una á lira los sones.

Alzaba un hombre á mi reja.

Entré afligida en el lecho,


Quedé traspuesta, y entonces
Sonó un ruido á poco trecho,
Que ¡cuál llagaría el pecho.
Cuando ablandaba los bronces

Desperté á oirle, y la lira

No alegró la soledad;
Y ahora mi pecho suspira,
No sé si porque es mentira,
Ó porque no fué verdad.

— Mas ¿quién alzó las querellas ?

— Soñé que era un peregrino.


¡Ay de las tristes doncellas.

Si al proseguir su camino
Puso los ojos en ellas!
DOLORAS 39

— ¿Un peregrino, alma mía,


Cantaba en llanto deshecho ?

— Y soñé que era el que un día


Buscó albergue en nuestro techo
Por la tormenta que hacía.

Nieves y cierzo arrostrando,


Húmedos ya sus despojos,
Vino á la puerta llamando
Y yo se la abrí, mostrando
La compasión en los ojos.

— ¿De cuándo acá se te alcanza


Recordar tal desacuerdo ?

— Dejadme en mi bienandanza
¡Bella será una esperanza,
Pero es muy dulce un recuerdo !

Aun me ocupa la memoria.


Cuando la lumbre cercando,
Entre ilusiones de gloria,
Una historia y otra historia
Me fué, amorosas, contando.

Siempre en ellas se moría


Uno que á su ingrato bien
Como á sus ojos quería;
Mas no me contó que había
Hombres ingratos también.
40 CAMPOAMOR

Dióme, con chistes discretos


Conchas, cruces y regalos,
Y mágicos amuletos,
Que por instintos secretos
Daban pavor á los malos.

Y los gustos de la vida

Me ponderaba halagüeño.
En plática tan sentida,

Que, cual si fuese beleño^


Me iba dejando adormida-

Y mi amante pesadumbre
Prosiguió astuto aumentando.
Hasta que el postrer vislumbre
Débil lanzando la lumbre.
Se fué la sombra espesando...

— ¿Por qué entonces de su fuego


Remora no fué tu calma ?

— Creí sus perfidias luego,


Porque acompañó su ruego
Con un suspiro del alma.

— ¿Y fuiste, al rayar el día.

Su niña,
ruta, á inquirir?
— En vano fui, madre mía;
Ya el sol derretido había
La nieve que holló al partir.
DOLORAS 41

Corriendo desalentada
Fui de lugar en lugar...
— ¿Y qué hallaste, -desgraciada?
— Al cabo de ia jornada
Hallé el placer de llorar.

— ¿Cuál genio, en tan triste día,

Á escuchar su frenesí.
Más ciega que él te impelía?
— La compasión, madre mía...
— Y.. . ¿quién la tendrá de ti ?
42 CAMPOAMOR

XVI
CORTA ES LA VIDA

Paróse, una voz sentida


Cierto viajero escuchando,
Y vio un ave que, rendida
Al pie de un árbol, piando
Triste exhalaba la vida.

Y al ver que, al árbol querido


Mirando desde la grama,
Alzaba el postrer gemido
Hacia la flexible rama.
Que era el sostén de su nido

— « He aquí — dijo en su sorpresa

La imagen de la fortuna :

Vagando sin ley alguna,


Al fin hallamos la huesa
Al mismo pie de la cuna. » —
DOLORAS 43

Y alejándose al momento,
Por templar su mal no escaso,
Añadió en su pensamiento :

— « ¿Cuánto las separa? — ¡Un paso!


— -: Y qué media entre ambas ? ¡Fietilof»
44 CAMPOAMOR

XVII

VIRTUD DE LA HIPOCRESÍA

No eres más sanio porqiie te

alaben, ni más vil porque te

desprecien. Lo que eres, eso

eres.

(Kempis, lib.ii, cap. VI.)

Ya he visto con harta pena


Que ayer, alma de mi ahiia.
Mandaste colgar, Elena,
De tu balcón una palma.

Y, ó la palma no es el título

De una candidez notoria,


Ó no es cierto aquel capítulo

En que habla de ti la historia.

Pues dicen que hoy imprudente,


Después que la palma vio.
.DOLORAS 4S

Riéndose maldiciente
Cierto galán exclamó :

— « Mal nuestra honradez se abona


Si nuestras virtudes son
Cual la virtud que pregona
La palma de ese balcón. » —
Bien te hará entender, Elena,
Esta indirecta cruel.
Que ya es pública la escena
Que pasó entre Dios, tú y él.

Pues, al mirarte, embebido,


Dice entre sí el vulgo ruin :

— « Ya hay alientos que han mecido


Las flores de ese jardín. » —
Mas tú niega el hecho, Elena,
Porque en materias de honor,
Antes, el Código ordena,
Ser mártir aiie confesor.

Aunque á hablar de ti se atrevan.

Siempre será necio intento


Dudar de honras que se llevan

Palabras que lleva el viento.

3-
4Ó CAMPOAMOR

Da al misterio la verdad
Que la virtud, en su esencia.
Es opinión la mitad,
Y otra mitad apariencia.

Palma ostenta, pues es uso ;


Que, aunque mentir no es prudente,
Por algo Dios no nos puso
El corazón en la frente.

Nada á confesar te venza,


Que engañar por el honor.
Es en los hombres vergiicn:;^a,

Y en las mu]txts pudor.

Y si tu honor duda implica,


No dudes que hay mil que son
Cual la virtud que publica
La palma de tu balcón.
DOLORAS 47

XVIII

EL CONCIERTO DE LAS CAMPANAS

(para música)

Por un nacido allí imploran,


Y aquí por un fmterto lloran :

Cuando allí tocando están


¡Din don, din dan!
Tocan aquí en bronco son :

¡Din dan, din don

Allí un vivo, y aquí un muerto.


A tan monstruoso concierto,
Labrando mis goces van,
¡Din don, din dan !

Su tumba en mi corazón :

¡Din dan, din don


48 CAMPOAMOR

¡Ay, cuan falsamente unida


Va con la muerte la vida
¡Qué inútil es nuestro afán
¡Din don, din dan !

¡Qué breves las dichas son


¡Din dan, din don I
DOLO RAS 49

XIX
GLORIAS POSTUMAS

A DON NICOMEDES PASTOR DÍAZ, CON MOTIVC DE


LA FALSA MUERTE DE UNA AMIGA

Aun el pesar me asesina


De cuando aquí por muy cierto
Se dijo de Carolina
Que (¡Dios nos libre!) había muerto.
El que menos,
Con ojos de espanto llenos,
« ¡Cuánto lo siento! », exclamaba..,
Pero ninguno lloraba.

El que se muere, Pastor,


Ó se ausenta,

Es cero que olvida amor


En su cuenta.
Los que esperan fe en muriendo,
¡Cuánto yerran!
Bueno ó malo, á lo que entiendo,
Al que se muere lo cníicrran.
so CAMPOAMOR

No hay ser que, al « ¡Dios le perdone ! »

Con que hace muerto un regalo,


al

Si es su enemigo, no entone
El Libera nos á malo.
Cantan esto
Los que no aman, por supuesto;
Porque los que aman muy bien,
Dicen Requiescat... Amén.
:

Al que ama y no ama, igual pena


Le acomete,
Exceptuando alguna escena
De saínete.
Premio dan y reciben
igual
Los que quieren,
Ya olvidando á los que viven,
Ya enterrando á los que mueren

Cuando más, los muy leales

Nos recomiendan á Dios


Con dos misas de á seis reales;

Total, cuartos ciento dos.


Y aun dos misas
No son del todo precisas,
Pues con una solamente
Cubre un hombre el expediente..»

¿Para qué, ansiando, vivimos


Entre lloro,
Y adquirimos y adquirimos
DOLORAS St

Oro y oro...
Si al fin un deudo allegado,
Sin gemir,
Entre un mal lienzo hilvanado
Nos enterrará al morir?

« Con tu ausencia y veinte reales,

Un duro mi pecho gana. »

Así calcula sus males


Nuestra condición humana.
¡Maldición
Sobre tan vil condición !

¿No hay más deudos ni parientes


Que las muelas y los dientes ?
¡Ay ! di á tu amiga, Pastor,
Que, si muere.
De nadie gloria ni amor
Nunca espere
Pues llenando el ataúd
Do le encierran.
Con amor, gloria y virtud,
!Al que se muere lo entierran I
52 CAMPOAMOR

XX
VIVIR MURIENDO

Vivit, et est vita tiescius ipsa siue,

(Ovidio.)

Al nacer me recibieron
La vida y la muerte en brazos;
Y al ver tan opuestos lazos,
Con torva faz prorrumpieron :

— « ¿Qué buscas aquí, perdida? »


Dijo á la vida la muerte.
— « ¿Nació para ti, por suerte?
Dijo á la muerte la vida.

— Dios, mi
« á eterna morada, »
Responde aquélla, « le envía. »
— Soy, para
« entrarle en la mía, »

Dice ésta, « de Dios enviada. »

— « Pues vuelva al seno de Dios,


Y su justicia decida
Si es de la muerte ó la vida, » —
Claman á un tiempo las dos.
DOLORAS 33

Y haciendo, audaz cada una,


Presa en el mísero infante,
Lleno de llanto el semblante .

Me levanté de la cuna.

Entre ambas camino incierto,


Dudando mi fantasía
Si antes de nacer, vivía,

Ó si es que, al nacer, he muerto.

Los que en la vida fui dando


Desde mis pasos primeros.
Cual dados en sus linderos
Los fué la muerte contando.

Camino, y en mal tan fuerte.

La mente desvanecida,
Nombra desvelo á la vida,

Y llama sueño á la muerte.

Ponen, con locos empeños,


Mis sufrimientos á prueba.

Desvelos, si el sol se eleva,

Si se alzan las sombras, sueños.

Y así van el alma mía


Sueño y desvelo asediando,
Uno tras otro pasando.
Como la noche y el día.
54 CAMPOAMOR

Si de la vida, por suerte,


El breve término dejo.
Conmigo doy sin consejo
En el confín de la muerte,

Y á veces tan dulces lazos


Forman la muerte y la vida,

Que una en otra confundida.


Van una de otra en los brazos,

¿Si en mi ataúd, por fortuna,


Daré mi primer vagido,
O por fortuna habrá sido
Lecho de muerte mi cuna ?

Si he muerto al nacer, por suerte,


¿A qué me asedia la vida?
Y si ésta aun no está cumplida,
¿ Por qué me sigue la muerte ?

¿A dónde, en tan ciego abismo,


Voy tras de ensueños que adoro.
Tanto, que entre ellos ignoro

Si sombra soy de mi mismo ?

Sacadme ya, Dios clemente.


¡

De un abismo tan horrendo,


O eternamente muriendo,
Ó viviendo eternamente
DOLORAS 55

XXI
NADA DE NADA. — NADA POR NADA

Por cosas de este mundo


Nunca te apures.
Que no hay mal que no acahe,

Ni bien que dure.

(Cantar.)

— Nada me importa. — Al sentimiento extraño,


Ni en el bien gozo, ni en los males peno ;

Si ahogo en el « no importa » el propio daño,


Sepulto en un « ¡paciencia! » el daño ajeno.
Esperando mi mal, mi bien engaño
Paso lo malo en aguardar lo bueno;
Y así, el alma en sí misma sepultada.
Da d habido y por haber — nada de nada.

— Me es todo igual. — Nada el placer me importa,


Ni al hosco aspecto del dolor me irrito.

Si el mal la senda de mi vida acorta.


Prorrumpo sin rencor : — Estaba escrito.
^6 CAh[POAMOR

Cuando sus iras mi destino aborta,


— Buen semblante á mal tiempo, — me repito;

Y así, cerrando á la pasión la entrada,


Grabé en mi corazón — Nada pomada. :

— Nada me importa. — Que daré no ignoro


Sepulcro al bien y al mal en mi indolencia.
Sé que mi amor han de curar, si adoro.
El tiempo, el gusto, otro placer, la ausencia.

La presunta ilusión templa mi lloro;


Amarga mis delirios la experiencia;
Y de afectos en lid tan encontrada,
Es lema de mi íe :
— Nada de nada.
— Me es todo igual. — Como insaciable hiena
Me hiere el desengaño carnicero,
Pero en mi herida, sin placer ni pena.

Sepulcro doy al universo entero.

¡
Oh vida inútil, de pesares llena

¡
Oh estéril mundo, donde el bien no espero
Pues os debo esta fe desesperada,
— Nada de nada — os doy ; — nada por nada.
DOLORAS 57

XXII
VAGUEDAD DEL PLACER

— « Al que antes cumpla su anhelo,


Logrando la dicha extrema
De dar á su sien diadema
Hecha de luces del cielo. »

Así una turba ligera


De niños baja diciendo,
Tocadas del Iris viendo
Las aguas de una pradera.

Siguen elmonte esquivando,


Y crece su empeño loco.
En tanto que, poco á poco,
Va el Lis su luz mensiuando.
58 CAMPOAMOR

Y cuando de su ornamento
Creían la sien orlada.
Vieron su luz disipada
Como fantasma en el viento.

— ¿ Cómo es ? — desde el monte erguido


Preguntan cuantos los miran;
Y alzan los ojos, suspiran,
Y les responden : — ¡Ya es ido! —
— ¡Mentira! — bajan diciendo
Los que ven clara su lumbre,
Y en tanto ganan la cumbre,
Mustios los otros subiendo.

Porque sus lindos reflejos

Son, al tocarlos, ficciones.

Cual son de cerca ilusiones


Las que venturas de lejos.

El Iris, siempre inconstante,


Se va mostrando inseguro,
Á los que bajan, oscuro,
Y á los que suben, brillante.
DOLORAS 59

— ¿Cómo — en ronco
es? alarido

Gritan los antes burlados;


Y los de ahora, extasiados.
Tristes responden : — / Ya es ido!! -

— ¡Mentira! — dicen bajando


Los que poco antes mintieron;
Y á los de abajo se unieron
Prestos el monte esquivando.

III

Juntos con pueril anhelo


Se abitan con ansia ardiente,
Corriendo de fuente en fuente.
Tras los matices del cielo.

Y todos, dando á cual más


Gusto á su pecho anhelante.
Unos gritan — ¡Adelante!
:

Y los de adelante — ¡Atrás!


:

Y así, sin orden ni guia,


Aquí y alH discurrieron,
Y ni allí ni aquí le vieron,
Y en todas partes lucia.
6n CAMPOAMOR

Y al verle desvanecido,
Con más vergüenza que enojos,
Vueltos al cielo los ojos,

Exclaman todos : — ¡Ya es ido!!!

IV

Así en eterno cuidado,


Aquí y allí nuestro intento
Corre fugaz por el viento
Tras un placer nunca hallado.

Que el hombre, en su desacuerdo.


Llama, al verle en lontananza.
Si es delante, una esperanza,
Y si es detrás, un recuerdo.

Y aun no marcó en su sentido


El gusto una vana huella.
Cuando, imprecando su estrella,

Suspira y dice : ¡
Ya es ido !
DOLORAS 6l

XXIII

ÚLTIMAS ABJURACIONES

¡Voy á morir! Prenda del cuma mia,


Este el centón de mis quimeras es;
Leed, leed, y de la gloria impía
De tanto error abjuraré después.

EL HIJO {leyendo)

— « Cuna de rosas, al nacer, hallamos. »

EL PADRE

/ Mentira ! Abrojos al itacer nos dan.

EL HIJO

— « Rosas, la vida al comenzar, hollamos, a

4
02 CAMPOAMOR

EL PADRE

— ¡Falso ! Los pies por entre abrojos van.

¡Voy á morir! Las bárbaras memorias


Que el fin amargan de mis horas ved :

¡
Cúmulo abyecto de entrañables glorias!
Leed, por Dios, y escarmentad; leed.

EL HIJO

— « Su vida el hombre de ilusiones puebla. »

EL PADRE


— / Ay ! Necio error á la ilusión llamad.

EL HIJO

— « Huye la edad de la razón cual niebla. »

EL PADRE

— ¡Horror! ¡Pasad, horas sin fin, pasad!

j
Voy á morir I De nuestra vida escasa,
Pasa en engaños la primer mitad;
La otra mitad en desengaños pasa :

¡Nunca olvidéis esta cruel verdad!


DOLORAS 63

EL HIJO

« ¡
Triste es dejar del mundo la presencia ! »

EL PADRE

¡Mundo, os doy ledo mi postrer adiós!

EL HIJO

« Perece el bienestar con la existencia. »

EL PADRE

¡ Muerte, del hombre el bienestar sois vos!


64 CAMPOAMOR

XXIV

QUIEN MÁS PONE, PIERDE MÁS

Es la constancia una estrella

Oiie á otra hi:( más densa muere,


Pues quien más con ella quiere,

Menos le quieren con ella.

Este refrán que te canto,


Tiene, amor mío, tal arte,

Que su verdad á probarte


Con una conseja voy.

Fué una niña de quince años


El duende de esta conseja,
Y aunque la niña 3'a es vieja.
Aun dice entre angustias hoy :
DOLORAS 6s

Que es la constancia una estrella


Que á otra lux_ más densa muere,
Pues quien más con ella quiere,
Menos le quieren con ella.

Tuvo la niña un amante


Á quien, idólatra, un día,
— Te he de querer — le decía —
Hasta después de morir.

Y si con Dios avenida,


Corta mi aliento la muerte,
Dejaré el cielo por verte. —
Tal dijo, sin advertir

Que es la constancia una estrella


Que á otra lu:^ más densa muere,
Pues quien más con ella quiere,
Menos le quieren con ella.

Murió la niña, y cumpliendo


De su antiguo amor los gustos,
Dejó el país de los justos,
Y al mundo el vuelo tendió;

Y cuando alegre á su amante


Con alas de ángel cubría.
66 CAMPOAMOR

— ¿Ves cuál dejé — le decía —


El cielo por ti ? — Mas, ¡
oh

Que es la constancia una estrella


Que á otra lu:^ más densa muere.
Pues guien más con ella quiere,
Menos le quieren con ella.

Durmió el ángel á su lado;


Y, de otra esfera anhelante,

Sus alas cortó el amante


Y en ellas al cielo huyó.

Y al encontrarse la niña
Víctima de un falso trato,

Llorando vio que el ingrato,


Subiendo al cielo cantó :

Es la constancia una estrella


Que á otra lu:{ más densa mucre,
Pues quien más con ella quiere.
Menos le quieren con ella.
DOLORAS 67

XXV
ADIÓS PARA SIEMPRE

Á CAROLINA

Porque no infiel juzguéis á mi memoria,


Aunque os digo por siempre al huir de vos,
La eternamente lamentable historia
\'^ais á escuchar de mi primer adiós.

« Era una niña, como vos, afable.


Lozana, y pura y celestial cual vos. »
¡
Quién, al dejar á un ser tan adorable,
Podrá decirle : ¡Para siempre adiós!

« Partí... y la fama me contó su muerte. »

¡ Guárdeos el cielo de su suerte á vos


Y al recordar su abominable suerte.
Dejad que os diga: ¡Para siempre adiós!

Pues siempre, herido de dolor tan fiero.

Desde aquel día, como ahora á vos,


Á cuantos seres con el alma quiero,
¡Adió<:, les digo, para siempre adiós!
68 CAMPOAMOR

XXVI
BENEFICIOS DE LA AUSENCIA

Agur, Irene; hasta cuándo,


No te lo podré decir;
Por Dios que al verme llorando,
Ganas me dan de reir.

Quién creyera,
¡

Flor de mi natal ribera,


Que si lloro á los dos pasos,
xMe reiré á los tres escasos
Esto me recuerda, Irene,
Que algún día
Leí contigo una Higiene
Que decía
Que, conforme á la experiencia
De un doctor,
Es íin bálsamo la ausencia
One cura males de amor.
DOLORAS 69

Ya te escribiré, mi bien,
Cuantas penas me atormenten,
Aunque, á ojos que no ven,
Cora^^ones que no sienten.
¡Qué infinito

Será tu amor... por escrilo!

Mas dice santo Tomás


Que ver y creer, y no más.
Este refrán no te corra.
Advirtiendo
Que el tiempo todo ¡a horra,
Y sabiendo
Que, conforme á la experiencia
De un doctor.
Es un bálsamo la ausencia
Que cura males de amor.

— i
Qué yertas son las francesas !

Te diré todos los días;
— ¡Qué heladas! — si son inglesas,
Y si italianas, — ¡
qué frias !

Y entretanto
Mil y mil serán mi encanto.
jAy, cubren tanta ficción
Las alas del corazón
Hermosa Irene, ten calma;

(i Por qué lloras?

No llores, prenda del alma,


70 CAMPOAMOR

Pues no ignoras
Que, conforme á la experiencia
De un doctor.
Es un bálsamo la ausencia
Que cura males de amor.

Parto por fin, ya amanece;


Adiós, alma de los dos;
Ruega á Dios que no tropiece
Por esos mundos de Dios.
Si hoy te adoro

Con la obstinación de un moro.


Tal vez me ablande mañana
El fuego de otra cristiana.
Si, que aunque amor es
este cierto,

¡Ay! presumo
Que el amor de un ido ó un muerto.
Siempre es humo;
Pues, conforme á la experiencia
De un doctor,
Es un bálsamo la ausencia
Que cura males de amor.
DOLORAS 71

XXVII

EL AMOR INiMORTAL

¡ Atrás ! que ya los altares

Velan las sombras profanas;


Y al vulgo de estos lugares,
Lo llaman á sus hogares
Con su oración las campanas.

¡Atrás! y no en loco tema


Traigas, revuelta en la falda,

Símbolo de tu fe extrema,
Esa florida guirnalda
De tus amores emblema.

Torna, loca, á tu alquería,

Porque si bien lo contemplo,


Es necio, por vida mía.
Dejarme así cada día
Lleno de hierbas el templo.
CA.'II'OAMOR

— He de ver su sepultura,
Pese á sus iras crueles, .

Pues bien nos predica el cura


Que nunca el Dios de la altura

Cierra su casa á los fieles.

— Así te azucen traidores


Alguna vez sus mastines.
Por tus ofrendas de amores,
Los dueños de los jardines

En donde robas las flores,

Y pues que en tal desacierto


Sigues con cordura poca,
Quédate ahí; y ten por cierto
Que gana muy poco un muerto
Con la oración de una loca. —
¡
Cuitada, que en su quebranto
No halla en la tierra consuelo,
Lo busca en el cielo santo,
Y sordo también el cielo

Las puertas cierra á su llanto!

Huye, niña, que á esa puerta.


Entre nocturnos reflejos.

Pareces ya de una muerta


La sombra que vaga incierta
Llorando gustos añejos.
DOLORAS 7?

Huye, que de amor ajena,


Como á imagen de la muerte.

Llamándote el alma en pena,


De horror la comarca llena

Cierra las puertas al verte.

¡
Pobre loca, que en su intento,
Sin que de su afán se corra,
Ama con ardor violento
Memorias que el tiempo borra.
Cenizas que lleva el viento

¡Oh, muy loca es quien no ha oído.


Porque escarnecerla puedan.
Que en este mundo fingido
Sólo pagan con olvido
Á los que van, los que quedan I
74 CAMPOAMOR

XXVIII

BUENAS COSAS MAL DISPUESTAS

EPÍSTOLA Á EMILIA
(sátira contra el género humano)

Verdadera miseria es vivir en la


tierra. Cuanto el hotnhe quiere ser
más espiritual, tanto le será más
amarga la vida; poi-que siente me-
jor, y ve viás claro los defectos de la
corrupción humana.
(Kempis, lib. I, cap. xxii.)

INTRODUCCIÓN

Del hombre, Emilia, las virtudes canto,

Aunque al hombre al cantar, siempre sin calma,


Cayendo está sobre mi risa el llanto.

Dicen que Ueva la moral la palma


Con el físico el alma comparando;
Mas tan ruin como el cuerpo tiene el alma.
DOLORAS 75

Perdonad mi opinión los que llamando


Al hombre la mejor de las conquistas,

Un culto le rendís; ¡culto nefando!

Hablo con vos, ilusos moralistas;


Con vos, factores de virtudes, hablo,
Que en el hombre miráis cosas no vistas.

Vos, alzando un aurífero retablo,


Ponéis al hombre en preeminente nicho.
Siendo digno de altares como el diablo.

Vos, que le amáis por bárbaro capricho,


Sois, su hipócrita instinto disculpando,
Más hipócritas que él : lo dicho, dicho.

'
Vos, al hombre en vosotros adorando.
Vivís, amantes de vosotros mismos,
La humanidad falaces incensando.

¡ Huid, con tan revueltos silogismos,


Á la luz con que alumbro, temerario,
Del corazón los múltiples abismos

Derrocad por pudor vuestro escenario,


Ó, agitado á mi voz el pueblo, arguyo
Que os romperá en la frente el incensario.
76 CAMPOAMOR

Mas ya de vos, sin ahuyentaros, huyo,


Porque altivo desprecio á los histriones,

Y en santa paz mi introducción concluyo

Cuando, cual don de sus mejores dones.


Dios hizo al hombre, le adoptó por hijo,
Y en su afán le colmó de bendiciones.

Y en cuanto al hombre su Señor bendijo,


— Si ennobleces con esto tu existencia.
Serás mi ser más predilecto, — dijo.

Y en prueba de inmortal munificencia,


Echó á sus pies con paternal contento
La fe, el amor, la gloria, la conciencia,
El honor, la virtud, el sentimiento.

EL SENTIMIENTO

¿Qué dirás que hizo el hombre, aun inocente,


Al verse de virtudes opulento?
(No te rías, Emilia.) Lo siguiente :

Al sentimiento se acercó al momento,


Y echando al corazón en hora mala.
Se colocó en la piel el sentimiento.
DOLORAS 77

La aprensión, vive Dios, no fue tan mala.


Porque en su alma el dolor jamás se ceba,
Pues siempre fácil por su piel resbala.

Así el dolor de la más triste nueva.


Si un aire se lo trae, cuando pasa,
Otro aire, cuando pasa, se lo lleva.

Y así el alma, en sentir, es tan escasa,


Cuando antes por la piel el sentimiento
Con ímpetus brutales no traspasa.

¡Ay! ¡Por eso se olvidan al momento


El muerto padre, que á llorar provoca.
La ausencia de un amigo, y de otros ciento 1

Y así al alma en su fondo nunca toca.


La lumbre de unos ojos que se inflaman.
El regalado aliento de una boca.

Y por eso nunca oye á los que le aman.


Cuando, con voces de dolor gimiendo.
Del corazón contra las puertas llaman.

Y solamente con la piel sintiendo.

El hombre vil con corazón vacío


(De golpes y estocadas prescindiendo)^
Sólo le afectan el calor y el frío.
78 CAMPO A MOR

¿Lo has oído, bien mío?


/ Sólo le afectan el calor y el frío.

II

LA CONCIENCIA

El hombre, por su infamia ó su inocencia,


Se puso en el estómago, y no es broma,
La aususta
*& cualidad de la conciencia.

Por su conciemia el hambre á veces toma,


Y por eso en el hombre nadie extraña
Que su deber olvide porque coma.

¡ El alma enciende en implacable saña


Ver la conciencia á la opresión expuesta
De un atracón de trufas y Champaña

¡ En alta voz mi corazón protesta


Contra esta rectitud del hombre fiero.

Puesto que de él la rectitud es ésta

I Quién espera en la fe de un caballero,


Si otro contrario regaló su panza
(Hablo siempre en metáfora) primero ?
DOLORAS 79

¿Quién verá sin impulsos de venganza


Que un cuarterón de... (cualquier cosa) inclina

De la justicia la inmortal balanza?

j
Mísera humanidad, á quien domina
Ya de una poma la frugal presencia,

Ya el aspecto vulgar de una sardina!

Jamás un noble escucha con paciencia


Que llame á su despensa, algún ricacho,
General tentación de la conciencia.

¿ Á qué alma sin doblez no causa empacho


Ver que el hombre, honrosísimas cuestiones
Las reduce á cuestiones de gazpacho ?

Decid, ¡oh diplomáticos varones!


Los muchos tratos que hacen y deshacen

Pechugas de perdices y pichones.

El hambre ó el interés deshacen ó hacen


Cuanto ofrece aumentar nuestra opulencia,
Pues como dicen los que pobres nacen
« El hambre es quien regula la conciercia. »

Añade á tu experiencia :

Que el hambre es quien regula la conciencia.


í:> CAMPO A MOR

III

EL HONOR. — LA VIRTUD

Virtud y honor, Emilia, y no te asombre,


Puso el hombre en la lengua^ y por lo mismo
T>Q honor y de virtud tanto habla el hombre.

De su virtud y honor el heroísmo


Pondera altivo, hablando y más hablando,
Silogismo añadiendo á silogismo.

Siempre alhombre más vil verásle alzando


Un pedestal donde su honor se ostente,
Las frases con las frases combinando.

Rico ó pobre, el mortal eternamente


Llama á su honra el amor de sus amores;
¡Maldito charlatán, y cuánto miente!

Jamás á la virtud faltan loores

De las doncellas en la linda boca.


Cráter que el mayo coronó de flores.

Hay tanta lengua que el honor evoca,


Que, ya ofuscada mi razón, no explico
Si á risa, á llanto, ó á indignación provoca.
DOLORAS

Perpetuamente en expresiones rico,

¡Qué hermoso fuera el hombre si tuviese


Las entrañas tan bellas como el pico

En general, si hay uno que os confiese


Que es la virtud su solo patrimonio.
Bien podéis exclamar : « ¡Qué pobre es ése! »

Ó buscad de su honor un testimonio


Veréis que por dos cuartos... {y son caras)
Su honra y su virtud se las vendió al demonio.

Pues como dijo el padre Notas-Claras


(Que era un fraile mu}' sabio, por más mengua)
— Salvo alguna excepción (que son muy raras),
No hay honor ni lirtui más que en la lengua. —
¿Lo has entendido? ¡Oh mengua!
/ No hay honor ni virtud más que en ¡a lengua !

IV

EL AMOR

¿Qué hizo el liombre,— dirás, EmiHa bella,


— Con la llama de Amor? — ¡ Av! ! el idiota

La torpe sangre se inflamó con ella.

5-
82 CAMPOAjMOR

Y así, de amor si el huracán azota,


Por sus entrañas circulando ardiente,
El torpe incendio á los sentidos brota.

Lleva el amor su antorcha diligente

Por aldeas, por villas y por plazas.

De nación en nación, de gente en gente.

Diablo es amor de angelicales trazas


Que, estirpes con estirpes confundiendo.

Las razas asimila con las razas.

Ora hacia el lecho conyugal corriendo.


De alta estirpe pervierte al tronco honrado
De un ruin árbol el germen ingiriendo.

Ora, en traje modesto disfrazado,


La inocencia sorprende en la cabana,
De mirtos y de rosas coronado.

Ya con infame ardor montando en saña,


La augusta luz de la imperial diadema
Con niebla eterna el deshonor empaña;

Y en el furor de su ilusión extrema,


Con vil incesto ignominiosamente
El santo hogar donde nacimos quema.
DOLORAS 85

Pasa, gozada una pasión ardiente,


¡Oh fútil brillo de la gloria humana!
Como todos los goces, de repente.

Y hasta los fuegos que tu pecho emana,


Mañana acabarán, Emilia mía;
¡Sí, Emilia mía; acabarán mañana!

más seguro amor que el cielo envía,


El
Entre el montón de los recuerdos vaga,

•Después que pasa un día y otro día.

¡
Es triste que el amor, que tanto halaga,
Se extinga, no apagándolo, en pavesas,
Ó en cenizas se extinga, si se apaga

Mas, pese á las promesas más expresas.

Muere el amor más tierno confundido


Entre cartas y dijes y promesas.

Y á llegar fácilmente reducido


Al término infalible de la muerte.
En ceniza ó en pavesas convertido.
Fuego es amor que en aire se convierte.

Advierte, Emilia, advierte


¡Fuego es amor que en aire se convierte!
84 CAMPOAMOR

LA VE. — LA GLORIA

La bribonada, Emilia, ó la simpleza.


Cometió el hombre de poner fe y glorla.
Donde está la locura, en la cabeza.

Por eso en nuestra mente transitoria


La fe, que muchos con placer veneran,
Es tan fútil cual rápida memoria.

Y aunque se indignen los que en ella esperan,


Lo. gloria es sueño; ¡oh! sí, simple embeleso,
Sombra, ilusión, ó lo que ustedes quieran.

¡
A. cuánto exceso arrastra, á cuánto exceso,
Ese tropel de imágenes que crea
La propiedad fosfórica del seso!

¡ Por la gloria el mortal llegar desea


Á la inmortalidad! ¡Nombre rotundo!
¡Buen lugar para el tonto que lo crea!

Por hfe, en este piélago profundo.


Mil cosas aguardamos tras la losa;
¡Oh esperanza dulcísima del mundo 1
DOLORAS 8S

Y sólo por la gloria^ — Aquí reposa, —


Grabamos en sonoras expresiones,
— Don Fulano de Tal, auE fué tal cosa.

Y por más que en tan vagas emociones


Su existencia malgasta con empeño
(Su destino es correr tras de ilusiones),

Gloria y fe para el hombre son un sueño.

No lo olvides, mi dueño :

/ Gloria y fe para el hombre son un sucFw I

conclusión

Ya que mi atroz prolijidad lamentas,


Voy, Emilia, á decir, per consiguiente,
Lo que es el hombre en resumidas cuentas

Ahoga el interés primeramente


Su honor y su virtud, su fe y su gloria;

Y conjrío y calor tan sólo siente.

En fin, porque ya abrumo tu memoria,


De las virtudes lloraré la ausencia,
Pues mi pasión por ellas te es notoria.
86 CAMPOAMOR

¡Fe, sentimiento, amor, honra y conciencia,


Pues se os desprecia, abandonad el suelo.
Ensueños de mi candida inocencia!

¡Tornad, fuentes del bien, tornad el vuelo.


Para castigo de la humana gente,
Á vuestra patria natural, el cielo

i
Gloria y virtud yo os juro tiernamente
!

Que, al alejaros, desgarráis atroces


El corazón donde os guardé inocente.

¡Huid á mi pesar, huid veloces,


Leves emblemas del orgullo humano.
Sonoros ecos de proscritas voces

¡Adiós! Y, por dar fin, besóos la mano,


Pues ya me llena de mortal despecho
La convicción de que predico en vano.

Que á ahogar el hombre sus virtudes hecho.


Sólo le han de afectar, á pesar mío
(Por Dios, que este final desgarra el pecho).
Calor, hambre, interés, amor ó frío...

Apréndelo, bien mío :

¡Calor, hambre, interés, amor ó frío!...


DOLORAS 87

XXIX
¡AY DEL aUE NACE Ó MUERE!

— ¡Adiós por siempre, hijo del alma mía!


Un triste anciano al espirar clamaba;

Y el tierno infante que su sien besaba,


— ¡Adiós por siempre! — el infeliz decía.

Vertió el viejo la lágrima postrera,


Y vertió la primera el niño en tanto
Y confundidas última y primera,
Símbolo fueron de su igual quebranto.
¿Cuál lágrima, decid, en mal tan fuerte,
Del corazón brotó más dolorida ?
¿ La del que el mal primero halló en la vida,
Ó la de aquel que un bien halló en la muerte ',
8S CAMPOAMOR

XXX
HISTORIA DE UN AMOR

Pero, si alcanza lo que deseaba,


siente luego pesadumbre por el re-
viordimiento de la comiencia que
siguió á su apetito...

(Kempis : Imitación de Cristo,


libro I, cap. vi.)

DESEO

— Román, tu ciencia es incierta;


Me ha dicho quien bien lo sabe

Que es la pureza una llave


Que abre del cielo la puerta.

— Victoria, por Dios, ahora


De la juventud gocemos,
Porque, después que espiremos,
Lo que ha de pasar se ignora.
DOLORA5 89

— No gozo por no penar.


— Pues es igual, á mi ver,

Gozar para padecer


Que padecer por gozar.

Si Dios nos cierra su gloria,


En el infierno, algún día,
Será inmortal, alma mía.
De este placer la memoria.

Porque un recuerdo tan fuerte.

De tan grande bienandanza.


Traspasa, cual la esperanza.
Los limites de la muerte.

Hoy mis deseos coronas


Del favor más soberano,
Con esta trémula mano
Que en tu embriaguez me abandonas.

Deja que en ansia tan loca


Una mi frente á tu frente,

Porque me ahoga el ambiente


Que no perfuma tu boca.

Pon en tu blando extravío,


Para calmar mis antojos,
Tus ojos junto á mis ojos.
Tu corazón junto al mío.
90 CAMPOAMOR

II

PLACER

Es imposible, Victoria,
Que haya un tormento
Que me haga olvidar la gloria

De este momento.
No ;
quien dicha tan cumplida
Á ver llegó,
Ni en la eternidad la olvida.
— / Ay, no ! ¡ Ay, no ! —
Mi ser de tu ser recibe
Mutuos placeres;
Y, pues uno en otro vive.
Nuestros dos seres.
En tan dulce parasismo,
¿No es cierto, di,
Que son partes de un ser mismo
— ¡Ay, sí! ¡Ay^sÜ-

Si cuestan horas serenas


Penas sin cuento,
Vale un infierno de penas
Este momento.
Di si en tu \artud pasada
Tu alma encontró
DOLORAS 91

Satisfacción más coimada.


— / Ay, no ! ¡ Ay, no ! —
Modera tu ardor, querida,
Por un instante.
Que no ha}^ deleite en la vida
Más adelante...
— ¡Román! — La muerte
¡Victoria!
Á mí — y á mí
— Hállenos ¡ay! de esta suerte.
— ¡Ay, ¡Ay, — si! si!

III

HASTÍO

¡Pasó! La hicl de un repugnante hastío.


Ya en tu indolencia paladeando vas;
Jamás mi fe te pagará, bien mío.
Ese rubor que devorando estás.
— ¿Jamás?
— ¡Jamás!
¡Pasó! Yo he abierto el insondable abismo
Do tu inocencia sepultando irás :

El placer es verdugo de sí mismo ^


Jamás el gusto sin dolor verás.
— Jamás?
;

— ¡Jamás!
92 CAMPOAMOR

¡Pasó! Por culpa de un fugaz contento


Siendo ludibrio de ti misma estás :

Ya el puñal de un atroz remordimiento


¡Perdón! jamás lejos de ti verás.
— I Jamás ?

¡Jamás, paloma sin candor, jamás!...


DOLORAS 93

XXXI
PORVENIR DE LAS ALMAS

A R..., EN LA MUERTE DE SU HIJA.

Si de vuestra hija fué estrdla


Dar tan niña el alma á Dios,

i
Ay, feliz mil veces vos!
¡Dichosa mil veces ella!

Pues ya huella
Las celestiales alturas,

No halle en vos nunca lugar


El pesar,
Porque para almas tan puras
Morir es resucitar.

¿Para qué lloráis perdida


Esa prenda de amor tierno.
Si por un lugar eterno

Dejó un lugar de partida?


94 CAMPOAMOR

Si es la vida
Caos de dudas y penas,
¿Quién la muerte, al que bien quiere.
No prefiere.
Si el que vive, vive apenas,
Y resucita el que muere?

Siempre, llena de consuelo.


Viendo á un ser puro sin vida,
La multitud, de fe henchida,
Prorrumpe : — ¡ Angeles al cielo !

Ni ¿ á qué duelo
Es mostrar, cuando la carga
De la existencia maldita
Dios nos quita.
Si tras de una vida amarga,
Muriendo se resucita ?

No dé á vuestra alma afligida


La más leve pesadumbre
Esa negra incertidumbre
Del más allá de la vida.

Si es mentida
La fe de ulterior solaz,
Al menos, los que viviendo
Van gimiendo,
En otro mundo de paz
Resucitarán muriendo.
DOLORAS 95

Ya habita, aunque el desconsuelo


Os haga implacable guerra,
Un triste menos la tierra,

Y un dichoso más el cielo.

De su vuelo
Iréis vos, muriendo, en pos,
Si á Dios dais en implorar
Sin cesar.
Pues para justos cual vos
Morir es resucitar.
96 CAMPOAMOR

XXXII
TODOS SON UNOS

Voy á contaros la historia


De una entrañable pasión,
Aunque se haga, a su memoria,
Pedazos mi corazón.

Que hay historias que, aunque pasan,


Por siempre, á nuestro despecho,
Los ojos en llanto arrasan,

Y ayes arrancan del pecho.

Pues siempre entre las pasiones


Hay una á cuyos reveses
Se agostan las ilusiones

Como al estío las mieses.


COLORAS 97

Cuento ki historia querida


De esa pasión desgraciada
Que, aunque amarga nuestra vida,

Sin ella la vida es nada.

Pues tras de ese amor tan tierno,


Siempre queda en la memoria

Todo el dolor del infierno,


Todo el placer de la gloria.

No hay mortal afortunado.


Para quien la triste idea
De un buen querer mal pagado.
Eterno dogal no sea.

Si la mujer con rigores


Paga tan tiernos quereres;
Si es tan cruda en sus amores.
Hombres, / lo que son mujeres!

II

Pues cuento de amor historias.


Copiaré letra por letra
El libro en que sus memorias
Grababa la hermosa Petra.
6
CAMPOAMOR

Después de amar con locura.


Tuvo de morir la suerte
Que hay males que sólo cura
El bálsamo de la muerte.

Petra, cual dije al principio,


Su historia dejó al mundo hecha,
Y en ella hasta el menor ripio

Es para el alma una flecha.

Pues no hay sensible lectora


Que, al repasar sus anales.
Si á todo llorar no llora,

No exclame : — Aquí de mis males. —


Pues llega en ella á hacer ver.
De su ciencia en testimonio.
Que es un ángel la mujer,
Y que es el hombre un demonio.

Y después que al hombre injuria


Con frases por el estilo.
De este modo el ángel-furia
Coge de su historia el hilo :

— Que no hay en hombres contemplofe

(Prosigue la hermosa Petra),


— Y son de buen ejemplo, esto
Pablo, Juan, Luis, Diego... — etcetra.
DOLORAS 99

De esta manera injuriando


Sigue nombres tras de nombres,
Y al fin concluye exclamando
Mujeres, ¡lo que son hombres!

ÍII

Si á los dos sexos igualo.

Es porque infiero con pena


Que, si hombre algo malo,
es el
Es la mujer no muy buena.

Donde las toman, las dan,

Asienta un refi:án de amor;


Y cual dice otro reñ'án,
A un picaro, otro mayor.

A buena fe, mala fe;

Á un adelante, un arredro;
Quien más mira menos ve;
Tan bueno es Juan como Pedro.

Con cuyos versos, acaso


Probar á los hombres plugo
Que el que es víctima en un paso.
En otro paso es verdugo.
100 CAMPOAMOR

Por eso sé que, al que falso

Á una mujer asesina,


Le han de servir de cadalso

Las rejas de otra vecina.

Y la que dice — no quiero, —


Cuando amor la canto amante.
Sé que amará á otro coplero.
Aunque epitafios la cante.

Porque ésta es la ley más triste

Que impone amor justiciero :

« Cuando quise, no quisiste,

Y ahora que quieres, no quiero. »

Pues hombre y mujer son seres


Con fe igual y varios nombres,

Hombres, ¡lo que son mujeres!

Mujeres, ¡lo que son hombres!...


DOLORAS loi

XXXIII

PROXIMIDAD DEL BIEN

En el tiempo en que el mundo informe estaba,


Creó el Señor, cuando por dicha extrema
El paraíso terrenal formaba,
Un fruto que del mal era el emblema,
Y otro fruto que el bien simbolizaba.

Del miserable Adán al mismo lado


El Señor colocó del bien el fruto;
Pero Adán nunca el bien halló, ofuscado,
Porque es del hombre mísero atributo
Huir del bien, del mal siempre arrastrado.

El fruto que del mal el símbolo era


Puso Dios escondido y muy lejano;
Pero Adán lo encontraba donde quiera,
Abandonando en su falaz quimera.
Por el lejano mal, el bien cercano.
CAMPOAMOR

¡Ah siempre el hombre en su ilusión maldita


!

Su misma dicha en despreciar se empeña,


Y al seguirla tenaz, tenaz la evita,
Y aunque en su mismo corazón palpita,
¡Lejos, muy lejos, con afán la sueña !...
DO LO RAS

XXXIV
PLACERES TRISTES

Que te admire no es justo,


Si á bostezar empiezas.

La turba que á admirarte va al teatro.

¿Quién ha de ver con gusto.


Que pertinaz bostezas
Una vez, y otra vez, y tres y cuatro ?

¡ Ay, prenda que idolatro.

Ahora sé, á pesar mío.


Que es el placer la fuente del hastío !

Si el ver tantos galanes


Tu bostezo provoca,

I Qué harás cuando estés sola, Rosalía ?


No juzgué, voto á Sanes,
Tan inmensa esa boca
Que ha poco me llamaba : « vida mía. »
¡ Cuánta razón tenía
Quien dijo sabiamente
Que son los goces del hastío ftmite !
104 CAMPOA.MOR

En tus ojos serenos


Hoy se ve una zozobra
Que ya la bilis de tu madre exalta.
¿Qué echas de más ó menos?
¿ Es tu madre quien sobra?
¿ Soy yo (¡ quiéralo Dios !) lo que te falta ?

¿Por qué el dolor te asalta?


¿ Será cierto, bien mío,
Que es el placer la fuente del hastío ?

Desde... (ya tú me entiendes),


Yo también, Rosalía,
Con honda pena ¡ay de mí triste! lidio.

¡
Cómo en rubor te enciendes !

¡Llora, sí, vida mía.


Después de tanto amor, tanto fastidio i

Lloremos (pese á Ovidio),


Aunque mi amor lo siente.

I One son los goces del hastío fuente!

Si el placer que gozamos


Nuestras almas abisma
En un fiero dolor que nos devora,
Tras la virtud corramos,
Pues tan sólo á sí misma
Eternamente la virtud se adora.
Oh, mal haya la hora
¡

En que aprendí, bien mío,


Que es el placer la fuente del hastío I
DOLORAS 105

XXXV
LA DICHA ES LA MUERTE

; Sarcasmo ruin de la suerte


Para el alma dolorida,
No ver hermosa la vida,
Sino al dintel déla muerte]
(E. Florentino Sanz.)

— ¡Niño ! á quien guarda el maternal cuidado.


Pues que mi pecho tras la dicha va,
Tal vez la dicha encontraré á tu lado.

LA MADRE

— ¡ Llorando el niño entre mi seno está :

Id más allá!.,.

II

— ¡
Hermosas ! solo, en extranjera tierra,

Prestadle dicha á quien tras ella va.

Pues tantas dichas vuestro amor encierra.


I06 CAMPOAMOR

LAS HERMOSAS

— ¡
Triste del ser que idolatrando está :

Id más allá !

IIT

— ¡Magnates! hoy vuestra piedad imploro;


Loco mi pecho tras la dicha va
Si el oro da la dicha, prestadme oro.

LOS MAGNATES

— ¡ Ved que amagándoos el puñal está :

Id más allá!

IV
— ¡ Ancianos ! presa de infernal batalla
Mi pecho en pos de la ventura va,
¿Ni al borde mismo de la tumba se halla?

LOS ANCIANOS

^ ¡Ni al borde mismo de la tumba está :

Id más allá !

FIN DE LA PRLMERA ¿POCA,


SEGUNDA PARTE

XXXVI
LA OPINIÓN

A MI Q.UEUIDA PRIMA, JACINTA WHITE DE LLANO,


EN LA MUERTE DE SU HIJA.

¡Pobre Carolina mía!


¡Nunca la podré olvidar !

Ved lo que el mundo decía


Viendo el féretro pasar :

Un clérigo. — Empiece el canto.

El doctor. — i
Cesó el sufrir

El padre. — Me ahoga llanto


¡
el 1

La madre. — Quiero morir


¡
I
io8 CAMPO A MOR

— ¡Qué adornada!
ÜJt muchacho.
Un — ¡Era muy
joven. bella!

Una — ¡Desgraciada!
ino^a.

U)ia — vieja. ¡Feliz ella!

— Duerme en paz! — dicen buenos.


¡
los

— Adiós — dicen demás.


i
! ios

Un — ¡Uno menos!
filósofo.

Un — Un ángel más!
poeta. ¡
DOLORAS 109

XXXVII
¡QUIÉN SUPIERA ESCRIBIR!

— Escribidme una carta, señor Cura.


— Ya sé para quién es.
— ¿Sabéis quién es, porque una noche oscura
Nos visteis juntos? — Pues,
— Perdonad; mas... — No extraño ese tropiezo.
La noche... la ocasión...

Dadme pluma y papel. Gracias. Empiezo :

Mi querido Ramón :

— i Querido ?. . . Pero, en fin, ya lo habéis puesto. .

— Sino queréis... — :Sí, sí!


— ¡Qué triste estoy! ¿No es eso ? — Por supuesto,
— ¡Qué t lisie estoy sin til

v.
CAMPOAMOR

Una coníoja, al empegar me viene...


— ¿ Cómo sabéis mi mal?..
— Para un viejo, una niña siempre tiene
El pecho de cristal.

¿Qué es sin ti el mundo! Un valle de amargura.


I Y contigo? Un edén.
— Haced la letra clara, señor Cura;
Que lo entienda eso bien.

El beso aquel que de marchar á punto


Te di. .. — ¿ Cómo sabéis ?. .

— Cuando se va y se viene y se está junto.

Siempre... no os afrentéis.

Y si volver tu afecto no procura,


Tanto me harás sufrir...
— ¿ Sufrir y nada más ? No, señor Cura,
¡
Que me voy á morir

— ¿Morir? Sabéis que ¿ es ofender al cielo...


— Pues, sí, señor, ¡morir!
— Yo no pongo morir. — ¡
Qué hombre de hielo
¡Quién supiera escribir!
DOLOKAS III

II

i
Señor Rector, señor Rector! en vano
Me queréis complacer,
Si no encarnan los signos de la mano
Todo el ser de mi ser.

Escribidle, por Dios, que el alma mía


Ya en mí no quiere estar;
Qiie la pena no me ahoga cada día.,.

Porque puedo llorar.

due mis labios, las rosas de su aliento.

No se saben abrir

Que olvidan de la risa el movimiento


Á fuerza de sentir.

Que mis ojos, que él tiene por tan bellos,


Cargados con mi afán.
Como no tienen quien se mire en ellos,
Cerrados siempre están.

Que es, de cuantos tormentos he sufrido.


La ausencia el más atroz;
Que es un perpetuo sueño de mi oído
El eco de su voz...
ii: CAMPOAMOR

Que siendo por su causa, el alma mía


¡ Goza tanto en sufrir ! . .

Dios mío, ¡ cuántas cosas le diría

Si supiera escribir!...

III

EPILOGO
— Pues señor, ¡bravo amor! Copio y concluyo
A don Ramón... En fin,

Que es inútil saber para esto arguyo


Ni el griego ni el latín.
DOLORAS 113

XXXVIII
AMAR AL VUELO

A LA NMXA ASUNCIÓN DE ZARAGOZA Y DEL PINO.

Así niña encantadora,


Porque tus gracias no roben
Las huellas que el tiempo deja,

Juega como niña ahora,


Como niña cuando joven,
Como joven cuando vieja.
Por mis muchos desengaños.
Te ruego, Asunción querida.
Que ames mientras tengas vida
Como amas á los seis años.
Justamente, de ese modo;
Amando desamorada;
Así, no queriendo nada.
114 CAMPO AMOR

Esto es, queriéndolo todo;


Anhelante y sin anhelo,

Ya resuelta, ya indecisa,
Pasa de la risa al duelo,
Pasa del duelo á la risa

Así, de prisa, de prisa


Todo al vuelo, todo al vuelo.

II

Sé amorosa y nunca amante


Lleva á la vejez tu infancia;
Sé constante en la inconstancia,

Ó en la inconstancia constante;
Que en amor creen los más duchos.
Contra los que son más locos.
Que en vez de los pocos muchos,
Valen más los muchos pocos
Y cuando tu labio bese,
Que formule un beso insápido,
Inerte, estentóreo y rápido...

Pues, así, lo mismo que ese.

Nunca beses como loca.


Besa como una loquilla;
Jamás jamás en la boca.
Siempre, siempre en la mejilla;
Ten presente que la abeja,
DOLORAS 115

Queriendo entrañar la herida,


La desventurada deja
Entre la muerte la vida.

III

¡ Si ! si lo mismo que hoy eres


La hermosa entre las hermosas,
Ser, mientras vivas, quisieres
Dichosa entre las dichosas.

Tal ha de ser tu divisa :

Amar muy poco y de prisa,


Como hacen las mariposas;
Aunque no importa realmente
Q.ue ames infinitamente,
Si amas infinitas cosas.

IV

Son tan cuerdos mis consejos,


Que me atreveré á jurarte
Por mis ojos que, aunque viejos,
Aun, Asunción, al mirarte.
Aspiran á ser espejos.
Que aplicando estos consejos
Á mi vejez, todavía
Il6 CAMPOAMOR

Pienso curar, hija mía,


De mi corazón las llagas

Llagas ¡ ay ! que no tendría,


Siyo hubiera hecho algún día
Lo que te aconsejo que hagas.

Para ver si es verdadero

Lo que un apóstol revela,


— Que lo fijo es pasajero.
Que sólo es real lo que vuela, —
Tiende el rostro, hermosa niña,
Como ese cielo sereno,
Ya al cielo, ya á la campiña,
Y verás de una mirada
Que es lo más rico ó más bueno
Lo que vuela ó lo que nada.
Como la espuma en los mares.
En el cielo los fulgores.

El incienso en los altares,


En los árboles las flores.

Los celajes en el viento.

En el viento los sonidos.


La vida en nuestros sentidos,
Y en la vida el pensamiento.
DOLORAS 117

VI

Sigue el plan á que te exhorto,


Amando al vuelo; hazte cargo
Que el viaje es largo, ¡muy largo!,
Y el tiempo corto, ¡muy corto!...
Sé ligera, no traidora;
Sopla el fuego que no abrasa;
Quiere, como el que no quiere;
Sea siempre como ahora,
Tu llanto, nube que pasa.
Tu risa, luz que no muere;
Ama mucho, mas de modo
Que estés siempre enamorada
De un cierto todo que es nada.
De un cierto nada que es todo.
Si ríes, olvida el duelo;

Si lloras, pasa á la risa


Asi.., de prisa, de prisa;
Todo al vuelo, todo al vitelo.
IlS CAMPOAMOR

XXXIX
EL BESO

Mucho hace el que amicho ama.


(Kempis, lib. I, cap, XV.)

Me han contado que al morir


Un hombre de corazón,
Sintió, ó presumió sentir,

En Cádiz repercutir
Un beso dado en Cantón.
¿Que es imposible, Asunción?..
Veinte años hace que di
El primer beso ¡ ay de mí
De mi primera pasión..,
¡Y todavía, Asunción,
Aquel frío que sentí
Hace arder mi corazón ]
DOLORAS 119

II

Desde la ciega atracción,

Beso que da el pedernal,


Subiendo hasta la oración,
Último beso mental.
Es el beso la expansión
De esa chispa celestial
Que inflamó la creación,
Y que en su curso inmortal
Va de crisol en crisol

Su intensa llama á verter


En la atmósfera del ser
Q_ue de un beso encendió el sol.

III

De la cuna al ataúd
Va siendo el beso, á su vez,

Amor en la juventud,
Esperanza en la niñez.
En el adulto virtud,
Y recuerdo en la vejez.

IV
¿Vas comprendiendo, Asunción,
Que es el beso la expresión
CAMPOAMOR

De un idioma universal
Qiie, en inextinto raudal,
De una en otra encarnación
Y desde una en otra edad,
En la mejilla es bondad,
En los ojos ilusión,
En la frente majestad,
Y entre los Xzh'ios pasión!

¿Nunca se despierta en ti

Un recuerdo, como en mí,


De un amante que se fué?..,
Sime contestas que sí.
Eso es un beso, Asunción,
Que en alas de no sé qué,

Trae la imaginación.

VI

¡Gloria á esa oscura señal


Del hado en incubación,
Que es el germen inmortal
Del alma en fermentación,
Y á veces trasunto fiel

De todo un mundo moral;


Y si no, dígalo aquél
DOLORAS

De entre el cual y bnjo el cual

Nació el alma de Platón 1

VII

¡
Gloria á esa condensación
De toda la eternidad,
Con cuya tierna efusión
Á toda la humanidad
Da la paz, la religión;
Con la cual la caridad
.
Siembra en el mundo el perdón;
Himno á la perpetuidad,
Cuyo misterioso son.
Sin que lo oiga el corazón,
Suena en la posteridad!

VIII

¿Vas comprendiendo, Asunción?


Mas por si acaso no crees

Q.ue el beso es el conductor


De ese fuego encantador
Con que este mundo que ves
Lo ha animado el Criador...
Prueba á besarme, y después
Un beso verás cómo es
CAMPOAMOR

Esa copa del amor


Llena del vital licor

Que en el humano festín,


De una en otra boca, al fin
Llega, de afán en afán,
Á tu boca de carmín
Desde los labios de Adán.

IX

Prueba en mí, por compasión,


Esa clara iniciación
De un oscuro porvenir;
Y entonces, bella Asunción,
Comprenderás si, al morir.
Un hombre de corazón
Habrá podido sentir
En Cádiz repercutir
Un beso dada en Cantón.
DOLORAS 123

XL
LO aUE ES ETERNO

DEDICADA AL CONDE DE SAN LUIS CON MOTIVO


DE LA FUNDACIÓN DEL TEATRO ESPAÑOL.

LA INTELIGENCIA

Pasan un y cien, el tiempo pasa


siglo

Como Escita que mata á la carrera;

Verdugo y creador, en cuanto impera.


Lo humilde encumbra, y lo soberbio arrasa.

La vida el tiempo á cuanto existe tasa,


Mas, siempre inútil, su guadaña fiera

Sobre el grande Platón, era tras era,

Con excusado afán pasa y repasa.


124 CAMPOAMOR

Y es que la idea que en los cielos flota,


Fija cual Dios, como de Dios esencia,
Del tiempo móvil la guadaña embota.

Por eso, al declinar de la existencia,


De entre las ruinas de los mundos brota.
Crisálida inmortal^ la inteligencia.

II

LA VIRTUD

Penélope es el tiempo, que hoy se afana


En destejerla vida ayer tejida;
No hay en el mundo edad que un sol no mida.
Ni hay un sol que resista á algún mañana.

Sólo del tiempo en la extensión lejana


Sobrenada de Sócrates la vida;
Que es bella espuma la virtud, salida

Del océano de la vida humana.

Yes que de la virtud el santo anhelo


Burla del tiempo la eternal victoria.

Sobre cuanto hay mortal alzando el vuelo.

Por eso, como esencia de la gloria.

Va cual perfume embalsamando el cielo

Sagrada eflorescencia de la historia.


DOLORAS 12)

III

EL TEATRO

El tiempo, ese Saturno cuya saña


Se goza en devorar sus creaciones,
Jamás en sus sangrientas irrupciones
Tu templo arrasará, gloria de España.

No estirpará del tiempo la guadaña


Ese estadio de heroicas acciones;
No se extingue la voz de los Platones,
Ni el brillo de los Sócrates se empaña.

Cuando tu obra inmortal al mundo asombre,


Mostrando ejemplos de virtud y ciencia.
Glorioso entre ellos sonará tu nombre.

¡ Ah ! ¡ dichoso el que adhiere su existencia


Á la virtud, perpetuo bien del hombre,
Y á la eterna verdad, la inteligencia I
126 CAMPO AMOR

XLI

FUENTE INAGOTABLE

A MI AMIGO DON TEODORO GUERRERO

¡Amé una vez, y dos, inmensamente,


Y tres... y acaso más !

¡ Del corazón la inextinguible fuente


No se agota jamás

¡
Magnífico está el baile ! ¡
Encantadora
Se halla prendida así

Resumen de la vida en una hora


Es la existencia aquí.

¡
Mirad qué hermosa está !
i
Si no la miro
Siquiera en ilusión.
Falta una cosa al aire que respiro!...
/ Otra ve:(, corazón !
DOLORAS 127

11

Mientras bailamos ¡ay! el tiempo vuela..


Pero ¿qué hemos de hacer?
La vida humana al fin sólo es la tela
De que se hace el placer.

Allí va. ¡No, no va! ¡Mi pensamiento,


De su imagen en pos,
Aquí y alH, en la tierra y en el viento,
La crea, como Dios!

¡Maldito corazón, que nunca cesa


De mudar y querer;
La carne de mi espíritu es hoy esa,

Como otra ha sido ayer

¡Ira del cielo! Como nunca tierna.

Baila con otro... ¡Oh Dios!


¡La breve vida á veces es eterna!
Ya va un instante... dos...

¡Ni una mirada de su amor merezco!


Van cuatro... seis... ¡Pardiez!

¡Cuando ella no me mira me aborrezco!


Van ocho... nueve... diez...
128 CAMPOAMOR

¡Y once van ya! ¿la eternidad entera


Tarda tanto en pasar?...
¡Oh, cuánto gemiría, si pudiera
Gemir sin respirar!

Vamos como ella, á enloquecer con esa,


Y con ésta también...
— ¡Divmo! Concepción. — ¡Bravo! Teresa.
¿ Que si vas bien ? ¡
Muy bien

No quisiera más días de contento,


Mercedes, por quien soy,
Q.ue de besos te dan de pensamiento.
Cuantos te miran hoy. —
¡ Huyamos de ella, huyamos, alma mía
¿ Cómo huir ? ¡
maldición
Si exceptuando su amor, todo me hastía?
¡Otra vei, cora^n!

III

¡
En baile ! ¡
Vedla como siempre hermosa I

— iQnQ estoy muy triste, Inés?


Tú no entiendes mi pena, eres dichosa.
¿Que es porque no amo? ¡Pues!
DOLORAS 129

Te se h.i subido, Inés, con el contento


Al rostro el corazón;
Y eso no es, vive Dios, el sentimiento
Eso es la sensación.

¡ En baile !
¡
En baile ! — Tu semblante augura
Castidad y salud;
Bien dicen, Asunción, que la hermosura
Es casi una virtud.

¿Quién hoy, responde, tus encantos labra?

¿ Dices que es la pasión


Ventura que deshace una palabra?
(¡Cruel! ¡Tiene razón!)

IV

(¡Allí pasa otra vez! Mas no; es mi anhelo


Que se lo forja así...)
— ¿Que en qué pienso, Leonor, mirando alcielo?
¿Qué he de pensar? En ti.

¿Quién besará, mi bien, labios tan bellos?...


Mas perdona, Leonor;
Quise decir : poner el alma en ellos...

¡Bendigo tu pudor!
no CAMPOAMOR

Cuando te vi, cruzó por mi cabeza


Un pecado venial...
¿ Si habrán dicho por ti que es la belleza

Demonio temporal ?

Tu pupila, esa entrada de los cielos.


Me llena de embriaguez;
No eres mía, Leonor, y tengo celos.

¿ Que es envidia ? Tal vez.

— ¡ Bella música, á fe ! ¡ Cuál corresponde


Su acento á mi pasión ! . .

Esto lo oí con ella no sé dónde...

¡ Siempre ella, corazón

¡
Qué sufrir ! — Luz, no sufras ; es el modo
De que sufran por ti;

Una mujer que me lo cuenta todo.

Me lo ha contado así... —
Pasó el baile y la noche. ¡ Con el día
Ya vendrá otra embriaguez ! . .
¿Dónde la muerte está de esta agonía ?...

¡Otrave:;^, corazón I ¡ay! ¡Otrave:{_!


DOLORAS 131

XLII

¡MÁS!... ¡MÁS!...

¿ Piensas satisfacer tu apetito ?


Pues 110 lo akaniards.
(Kempis, lib. I, cap. xx.)

Brindemos por Salomón,


Que con tan cuerdo saber
Nos pinta la condición
Del alma de la mujer.
Ved, por ejemplo, á Leonor,
Que ya del Rhin á merced,
Ve girar en derredor
Los frescos de la pared,
Y cansada de gozar,
Aunque no harta de sentir,
Llena de pasión quizás,
Y sin quizás, de elixir,
T32 CAMPOAMOR

Sentiéndose derrumbar
Á una postrer libación,
¡ Oh insaciable corazón
Aun dice en sueños: ¡Más!... ¡Más!.

II

¡
Más !
¡
Más suprema
! explosión
Del pensar y del sentir,

Misteriosa evocación
De un oscuro porvenir,
Prolifica emanación
Que entre gozar y sufrir,
En eléctrica ascensión
Corre en eterna espiral
De eslabón en eslabón
Una cadena inmortal.
¡ Más ! divina aspiración
Á otra trasfiguración.
Como así nos lo hacen ver,
En perpetua evolución.
Las gramas con germinar,
Las flores con florecer.
Los frutos con madurar,
Los árboles con crecer;
Y en su anhelo de llegar
Á más alto porvenir,
DOLOR AS

Cuanto siente, con sentir,

Llega como hombre


el d amar;
Y el hombre, supremo ser,

De todo infinito en pos.


Con pensar y con querer
Sube á arcángel, y además
Llega hasta embeberse en Dios.
¡Más! alma mía. jMás!... ¡Más!,

III

¡Rhin! El más, en conclusión,


Es el anhelo eternal
De toda la creación.
Siendo en fuerza desigual.
En la materia, atracción,
Tendencia en el vegetal.

En lo vital, sensación,

Pensamiento en lo humanal :

Más, como alma, es religión;

Como espacio, inmensidad;


Como cuerpo, corazón;
Como tiempo, eternidad;
Y entre amar y florecer.
Entre pensar y sentir
A un fin aspira mejor.
Cuanto fué, y es, y ha de ser,
134 CAMPOAMOR

Ya fruto, ya árbol, ya flor.

¡Elixir! ¡Más elixir!

¡Brindis!... al más de Leonor.

IV

¡Más de todo! ¡Venga Rhin!


¡Más aire! Abrid el balcón,
Y veremos la extensión
De esa Australia celestial,
Cuyas islas de coral
Las piedras miliarias son,
Con que el principio sin fin
Marca la imaginación
De ese insondable caudal,
De esa eterna sucesión.
Que no tienen fin jamás.
Tiempo y espacio, expresión
Del más, del último más!...

¡ Rhin ! ¿ Más en el tiempo qué es ?


Contad un día y un mes.
Luego un siglo, después mil;
Siglos de siglos después
DOLOKAS 135

Con k cabeza febril


Por siglos multiplicad;
Y después que acumuléis
Á toda una eternidad,
Si no amengua vuestro ardor
Jamás, jamás y jamás.
Aun acumular podéis
Cien eternidades más.
Del postrer jamás al fin...

¡Siempre más! ¡Gloria á Leonor,


Rhin, Ganimedes, vicis Rhin!...

VI

¡Rhin, Rhin! como en la evasión


Del tiempo que se nos va.
También se halla en la extensión
más allá.
Ese eterno
Sumad un mundo, dos, tres,

Y cuatro, y mil, y un millón


Y mil millones después,
Y hallaréis, en conclusión.
De vuestras sumas al fin.

Del postrer mundo al través.

Siempre otro mundo detrás...

j Rhin, Ganimedes, más R hin ! . .

¡Más!. . . ¡mucho más!!. . ¡mucho más!!!.


136 CAMPOAMOR

XLIII
COSAS DEL TIEMPO

Pasan veinte años ; vuelve él,

Y al verse, exclaman él y ella :

( — ¡Santo Dios! ¿y éste es aquél?...)


( — ¡Dios mío! ¿y ésta es aquélla?...)

XLIV
ENGAÑOS DEL ENGAÑO

— ¡Cuánto creía en ti, cuánto creía!


— Te juro que, aunque soy inocente.
infiel,

— ¿No pensabas amarme eternamente?


— Yo lo pensaba así, querida mía.

De mi error en disculpa, este letrero


Sobre mi tumba dejaré grabado :

c< Perdónale al infiel que te ha engañado.


Porque á sí mismo se engañó primero. » —
DOLORAS IJ7

XLV
TODO ESTA EN EL CORAZÓN

La reina que enloquecía


Por don Felipe el Hermoso,
La tumba al ver de su esposo,
— ¡Todo está allí!! —
se decía.

Sus restos exhumó un día,


Mas nada allí vio ; y así.
En vez del — todo está allí, —
Desde tan triste ocasión.

Señalando al corazón.
Decía : — ¡
Todo está aquí !

8.
CAMPO A.MOR

XLVI
^'dUÉ ES AMOR?

Cual es cada uno en lo interior,

tal ju:^ga lo defuera.

(Kempis, lib. XI, cap. iv.)

Dudando, Enriqueta, tu pura inocencia,


Si amor, que aun no sientes, es dicha ó dolor,
Pretendes que diga mi amarga experiencia,
¡Feliz, pues lo ignoras! ¿qué cosa es amor?

¡Alzad de las tumbas, y al par de la brisa

Cruzad, bellas sombras, dejando el no ser!


La Estuardo, Francisca, Lucrecia, Eloísa,
¡Dementes sublimes! decid ¿qué es querer?

— Querer,un misterio, — comienza la Estuardo,


Que á dos funde en uno, partiendo uno en dos.
-;Qué son tus amores, amor de Abelardo?
Infierno de dichas y cielo sin Dios.
DoLoRAS 139

No amar siendo amada, prosigue, no es vida; —


No ser nunca amante ni amada, es no ser;
Querer, el infierno, no siendo querida;
Mas, siendo querida, la gloria es querer. —
¡Perdona, oh perpetuo pudor de la historia,

Perdona á mi musa, si evoca en tropel


Los nombres que fueron escándalo ó gloria :

Cleopatra, la Cava, Teresa, Raquel

Dejad los sepulcros, falange divina.

Tomando á mi acento las íormas de ser


Elena, Artemisa, Judith, Mesalina,
¡Honor ó vergüenza! decid (i
qué es querer?

Decidme si es fiebre que el alma envenena,


O sólo un deleite que se une al pudor
Semíramis, Safo, Niñón, Magdalena,
¡
Falsarias eternas !
¿ qué cosa es amor 1

Teresa la santa, más bien la divina,


— Amor — — junta ternura y deber.
dice
— Amar es — Mesalina —
replica la vil
Hallar el descanso, cansando el placer.

— Amor pierde — dicen la Cava y Elena —


La fe y patria siempre, los goces jamás.
— Es — dice gimiendo de amor Magdalena —
Gozar mucho, y luego llorar mucho más. —
CAMPoAMoR

Y Safo, con fiebre de amor que no espera,


— Morir por quien ama — prorrumpe — querer. se es
— Es — responde Lucrecia altanera —
cierto, :

Morir por quien se ama, si se ama el deber.

— Vivir en la mente — prosigue Artemisa —


De aquel que amó mucho, y amó porque sí.

— Vivir siempre en — murmura otro, Eloísa.

Semíramis — Vivir otro en mí.


dice :

— Hablar con — de amor el aire ! satisfecha,

¡
i

Mal haya su boca ! prorrumpe Niñón :



Amores sin crimen, son sueños sin fecha;
Pasión que no afrenta, no es digna pasión. —
¡
En fin ! ¿ halla el que ama la gloria ó el infierno ?

¡Aquí las perjuras! ¡Las fieles aquí!


Decidme, en resumen, lo que es ese eterno

Deseo que miente, mintiéndose á sí.

— ¡Morir! — dice Safo. Francisca — ¡el incesto!

Teresa, — aquel místico amor del amor — !

Judith y Lucrecia, — gozar con lo honesto !



— — Raquel, —
j

Cleopatra, ¡ la orgía ! ¡
el pudor !

¡Silencio! así al mundo volvieron demente;
Aun dudan hoy locas, más locas que ayer.
Si amor da delicias, ó si es solamente
Perder la ventura buscando el placer.
DOLORAS 141

¡
Huid ! falsas dueñas de todos los dueños
Que el mundo anegaron en llanto por vos,
Que hacéis de la vida ya un sueño de sueños.
Que hacéis de la carne ya un monstruo, ya un dios.

¿Amor en vosotras es todo ó no es nada.


Verdad ó mentira, virtud ó placer?
¡
Odiosa falange del mundo adorada.
Pues sois siempre un caos, ¡
tornad al no ser

¡ Maldito aquelarre de diosas, que ignora


Si amor cura ó mata, si afrenta ó da honor
— Ya oíste, Enriqueta; si sabes, ahora
Responde tú misma: ¿qué cosa es amor? —
142 CAMPOAMOR

XLVII

LAS DOS GRANDEZAS

Uno altivo, otro sin ley,

Así dos hablando están :

— Yo soy Alejandro el rey.



—Y 3^0 Diógenes el can.

— Vengo á hacerte más honrada


Tu vida de caracol.
¿Qué quieres de mí ? — Yo, nada
Que no me quites el sol.

— Mi poder... — Es asombroso,
Pero á mí nada me asombra.
— Yo puedo hacerte dichoso.
— Lo no haciéndome sombra.
sé,

— Tendrás riquezas sin tasa,

Un palacio y un dosel.
DÜLOKAS 143

— ¿Y para qué quiero casa


Más grande que este tonel ?

— Mantos reales gastarás

De oro y seda. — ¡Nada, nada!


¿No ves que me abriga más
Esta capa remendada ?

— Ricos manjares devoro.


— Yo con pan duro me allano.
— Bebo Chipre en copas de
el oro.
— Yo bebo agua en mano. el la

— Mandaré cuanto mandes. tú


— ¡Vanidad de cosas vanas!
¿ Y á unas miserias tan grandes
Las llamáis dichas humanas ?

— Mi poder á cuantos gimen,


Va con gloria á socorrer.
— ¡La gloria! capa del crimen
Crimen sin capa ¡el poder!

— Toda la tierra iracundo


Tengo postrada ante mí.
— Y eres el dueño del mundo,
(i

No siendo dueño de ti.''


144 CAMPO A.MOR

— Yo sé que, del orbe dueño,


Seré del mundo el dichoso.
— Yo sé que tu último sueño
Será tu primer reposo.

— Yo impongo á mi arbitrio leyes.


— Tanto de
; blasonas?injusto
— Llevo vencidos cien reyes.
— Buen bandido de coronas
¡

— Vivir podré aborrecido,


Mas no moriré olvidado.
— Viviré desconocido.
Mas nunca moriré odiado.

— ¡Adiós! pues romper no puedo


De tu cinismo el crisol.
— Adiós! ¡ Cuan dichoso quedo.

¡

Pues no me quitas el sol !

Y al partir, con mutuo agravio,


Uno altivo, otro implacable,
— ¡Miserable! dice sabio; el

Y Rey dice — Miserable


el : ¡
1
DOLORAS M-;

XLVIII

ACHAQ.UES DE LA VEJEZ

No confies, ni estribes :ohre


la caña bucea, porque ¡oda carne
es heno y toda su gloria caerá
como su flor.

(Kempis, lib. XI, cap. vil.)

Si no me ataran los pies


La gota, y la que no lo es,
Contigo iría hasta el fin
De ese encantado jardín.
¡Rompamos la marcha, pues!
Ea, á la una, á las dos,
Á las... ¡por vida de Dios '

Tenme, no me caiga, Inés.


I4Ó CAMPOAMOR

II

i
Ah !
i
cómo enciende de amor
De tus ojos el color;
Elmismo con que Rafael
Xos pinta la caridad
Á su dulce claridad,
Cien vueltas á este verjel

Diera de buen grado, Inés;


Mas ¿ qué importa maldición ¡

Que me arrastre el corazón,


Si me flaquean los pies ?

III

¡
Bien ! De nuevo tu beldad
Nueva extensión da á mi ser,

Y de mi primera edad
Ya casi siento el placer;
Inés, ¡
qué felicidad

Si ahora á mi voluntad
Igualase mi poder!
Ya di un paso. ¡Vuelve á mí.

Fuego de mi corazón.
De ese éter universal
Donde en deliquio inmortal
De expansión en expansión
DOLORAS 1-17

Toda la vida vertí


Otro paso. ¡Bien! ¡Muy bien!
Como el de Venus, también,
Inés, tu talle español
Arrastra á cuantos lo ven,
Subiendo de sol en sol
Derechos hasta el Edén.
¿Ves? Ya me siento ascender;
Demos la vuelta hasta el fin
De este encantado jardín;
¿Á ver como marcho, á ver?
¿Dices que tiemblo? ¡No... no ..

Es que la tierra, cual yo.


Vibra también de placer 1

¿Oyes? ¡Cuan bien con su amor


Celebra ese ruiseñor
Nuestro epitalamio actual!...
Pero, por vida de tal,

Que á los tres pasos, Inés,


Del exceso del sentir
Se me van algo los pies...

Y además, al percibir

Cómo me hiela el sudor,

Ya comienzo á presentir
Que ese inocente cantor
Á la entrada del Edén,
En vez de este mutuo amor,
Acaso ¡fatalidad!
148 C AMPO AMO :i

Está cantando más bien


Mi unión con la eternidad

IV

¡Ay, Inés! ¡
no puedo más I

Pongamos al viaje fin.

Aquí estoy bien, y además


Siempre está donde tú estás
El oasis del jardín.
¡
Gracias, mi esposa! ¡
Tú aun crees
Que este corazón senil
No es un árbol sin calor,
Cuando con tan tierno amor
Mi mano coges, Inés,
Con el mismo aire gentil
Con que se coge una flor I

j
Ay ! ignora tu bondad,
Como ignoró mi ilusión,
Que es inútil la beldad
Cuando ya en el corazón
Queda sólo la razón,
Flor de la esterilidad!

Sentémonos, pues, aquí,


A las puertas del Edén
Y mientras maldigo así
Este cuerpo baladí,
Perdona el error de quien
DOLORAS M9

Se está muriendo por ti.

Muriéndome, Inés, jsí! ¡sí!

Por eso creyendo voy


Que evaporado ya soy
Errante espectro de mí.

Mas si no alcanzo al honor


De dar dos vueltas ó tres,
No es por falta de valor,
Como tú sabes, Inés;
Tan solamente ¡oh dolor!
Por estos malditos pies.
No puedo entrar, como ves,
En el templo del amor.
Y ya que has llegado á ver
Que para poder entrar
Sólo me falta tener
Los pies que me han de llevar,

Te prometo, hermosa Inés,


Que en cuanto yo tenga pies.
En ti, por ti y para ti
Iré hasta el templo que ves,
Y alguna vez más allá...

¿Dices que ahora? ¡Ay de mí!


La voluntad está aquí;
Mas ¿y los pies? ¡Ahí está!!..^
150 CAMPOAMOR

XLIX

SUFRIR ES VIVIR

A MI QUERIDO AMIGO DON EDUARDO BUSTTLLO

Maldiciendo mi dolor,
Á Dios clamé de es^a suerte :

— Haced que el tiempo, Señor,


Venga á arrancarme este amor
Que me está dando la muerte.

Mis súplicas escuchando,


Su interminable camino
De orden de Dios acortando.
Corriendo, ó más bien, volando,
Como siempre el tiempo vino.

Y — voy tu mal á curar —


Dijo; y cuando el bien que adoro
DOLORAS 151

Me fué del pecho á arrancar,


Me entró un afán de llorar
Que aun, de recordarlo, lloro.

Temiendo por mi pasión


Penas sufrí tan extrañas.

Que aprendió mi corazón


Que una misma cosa son
Mis penas y mis entrañas,

Y feliz con mi dolor,


Gritó mi alma arrepentida
— Decid al tiempo, Señor,
Que no me arranque este amor,
Que es arrancarme la vida. —
CAMPOAMOR

LOS DOS ESPEJOS

En el cristal de un espejo
Á los cuarenta me vi,
Y hallándome feo y viejo,

De rabia el cristal rompí.

Del alma en la trasparencia

Mi rostro entonces miré,


Y tal me \i en la conciencia.

Que el corazón me rasgué.

Y es que, en perdiendo el mortal


La fe,juventud y amor,
¡
Se mira al espejo, y. mal . .

¡
Se ve en el alma, y. . . peor
DOLORAS 153

LI

LA FE Y LA RAZÓN

A DON NICOMEDES MARTÍN MATEOS

La reina de Suecia un día,

Recibiendo gravemente
Lección de filosofía,

Á Descartes le decía
Con gravedad lo siguiente

— Lleváis, maestro, al exceso


De mi ignorancia la fe

Pienso, luego soy; no es eso :

Pienso, luego seque sé.

Ya veis que empiezo á dudar,

Como vos, para creer,


Pero antes de comenzar.

9-
154 CAMPOAMOR

Decidme ¿es : ser el pensar?


¿Acaso el ser es saber?

No os alteréis; con paciencia


Probaré que vuestra ciencia
Puede resumirse así

Yo soy lo que ts. Consecuencia :

No hay verdad en la experiencia,

Ni dicha fuera de mí,


Pues que saca la conciencia
Fe, dicha y verdad, de sí.

¿Mi deducción no es probada?


Sin duda, pues la acomodo

A vuestra tesis sentada :

Yo soy sólo el ser; de modo


Que si es mi conciencia todo,
Todo lo demás es nada.

¡
Oh maldito escepticismo
¿No estáis viendo, hombre inhumano,
Que con atroz ateísmo
Lanza vuestra impía mano
Á Dios y al mundo á un abismo,
Siendo el pensamiento humano
De sus juicios soberano,
Y único juez de sí mismo?
DOLORAS 1)5

¡
Horrible es la ciencia, sí,

Que hasta de la fe el consuelo


Mata, pues juzgando así,

Si existe Dios en el cielo,

Sólo es porque existe en mi

¡
Maestro ! vuestra opinión
Que es ilusión confesad,

Y si no es una ilusión.

Mi mente es la autoridad;
La dicha es mi corazón
Soy lo que es; y en conclusión,
Mi verdad es la verdad.
Mi razón es la razón. —

II

Descartes, después de oir


Á su alumna en aquel día,
De tristeza que tenía
Se puso el pobre á morir,
Y así muriendo decía :

— ¡Ay! ¿qué puedo conocer,


Gran Dios, si ignoro yo mismo
Si es igual pensar v ser ?
I Cómo salvaré el abismo
156 CAMPOAMOR

Que hay entre el ser y el saber?


¿Dónde estás, razón que adoro?
¡Valedme, adorada fe!

¿ Cuál es la verdad que exploro ?


Ya sé que soy : bien, ¿ y qué ?
¡Nada Excepto ! el sé que sé,

Todo lo demás lo ignoro.

¡
Noble razón !
\
santa fe
¿Eternamente estaré
Entre una y otra en suspenso ?
No hay duda pienso que pienso,
:

Mas lo que pienso no sé.

¿ Será verdad que mi ciencia


Va del ateísmo en pus,
Y que, sin fe ni experiencia,
No existe más ley de Dios
Que la ley de la conciencia?

¡Grande es mi error, pese á tal!

¿ y después ?
Soy porque pienso;
Después ya no hay bien ni mal,
Pues cada hombre entonces es
Centro del mundo moral.

¿Y cómo ha de hallar el alma


En este mundo quietud,
DOLORAS 1)7

Sin virtud que dé la calma,


Sin fe que dé la virtud ?

¡
Sacadme, Dios de bondad.
De esta eterna confusión!
¿Mi verdad es la verdad?
¿ Mi razón es la razón ?

III

Cuando Descartes murió


Cristina del sé que sé
Las consecuencias sacó^
Yá Monaldeschi mató;
Dio á su trono un puntapié;
Su religión abjuró;
Y al fin refugio buscó
En la católica íe.

Tal fué su historia. De suerte


Que, de cuanto hay aburrida,
Yendo hacia la eterna vida
Que no muere con la muerte,
El célebre sé que sé
Dio al olvido, y de este modo
Halló la ciencia en la fe,
Ultima verdad de todo.

Y próxima ya á llegar
Á aquel último momento
158 CAMPOAMOR

En que engañar el pesar


Es nuestro solo contento,
Decía con humildad,
Pidiendo al cielo perdón :

— Recibe, Dios de bondad,


xMi postrera confesión;

Es la fe mi autoridad.
Es el mal mi corazón :

i
No es mi verdad la verdad
¡No es mi razón la razón!
DO LO RAS 159

LIl

LAS CREENCIAS

Deja todas las cosas traiisilcrias,

busca las eternas. ¿Que es todo lo

temporal sino engañoso?

(Kempis, lib. m, cap. i.)

Queriendo un re}^ discutir

Las creencias, llama gente


De Ocaso, Sur, Norte, Oriente,
Tanto que puedo decir
Que está allí el mundo presente.

II

BELLEZA

El Rey su noble cabeza


Cortés inclina hacia el suelo,
l6o CAMPOAMOR

Abre la sesión, y empieza :

— Se discute la Belle:^a,
Raro presente del cielo.

— Es lo negro Li hermosura, —
Dice uno de negra tez.
Otro blanco — Es la blancura.:

— Lo — un indio murmura;
azul,

Y un chino — amarillez. : la

— clama uno. — No
Si tal, tal, -

Gritan otros replicando.


Dice un griego — Es — : lo ideal.

Un francés — La gracia andando.


:
-

Un inglés— Lo :
— original.

Queda el Rey meditabundo.


Siguen los demás sus huellas,
Y piensa :
— En creer me fundo
Que si hay en él cosas bellas,
Xo hay tipo bello en el mundo. —
Pausa. A tan locos extremos
Calla el concurso. Y después
Dice un sabio :
— Según vemos.
La belleza no es loque es.

Sino que es lo que queremos, —

Fijada asi la cuestión,


Pregunta otro sabio : — ¿Qué es
DOLORAS i6l

La belleza, en conclusión,
Si lo feo en un lapón
Es lo bello de un inglés?
'O'

Nadie á esto respuesta da


El gran Rey calla y suspira,
Y dice : — Acabemos ya;
La belleza sólo está
En los ojos de quien mira. —
III

GLORIA

Nueva expectación. Después


Prosigue el Rey :
— Discutamos
Si nuestra Gloria sólo es
El Gólgotha, en que dejamos
Los primeros treinta y tres.

— De Bruto indignación,
es la

— Es de César grandeza. la

— La vanidad en acción.
— Toda humana simpleza,
la

Fundida en una ilusión.

— Placer de extraordinario.
lo
— Humo que despide luz.
— Luz que despide un osario.
102 CAMPOAiMOR

— Dicha de llevar la cruz

A la cumbre de un calvario.

— Gloria grandeza pequeña.


¡
!

— Dolor que canta una trompa.


— Verdad de todo que sueña. el

— Bazar en que hombre enseña el

De su miseria la pompa.

— Espacio que un aire llena.


— Abrir tumbas con espada. la

— Morir viviendo en escena.


— Es un néctar que envenena,
— Es darlo todo por nada. —
No viendo sino locura
En duda tan espantosa.
Con la más honda amargura,
— La gloria
¡

el gran Rey murmura,
!

¡Poca cosa, poca cosa! —

IV

JUSTICIA

— ¿Qué es justicia, y dónde se halla?


Dice el Rey. A nombre tal.
Se alzan grandes y canalla.
DOLORAS 163

Gritando unos : — ¡La metralla !


-
Diciendo otros : — puñal!
¡El

— La justicia es el humor.
— Lo justo es la autoridad. —
Los grandes :
— Es la bondad. —
Los reyes : — Es el rigor. —
El pueblo :
— Es la libertad.

— Es — dicen los escogidos

Que al bueno el que es malo tema.


Y exclaman los oprimidos :

— La justicia es este lema


¡ Desdichados los vencidos !

Á tan discorde rumor


Dice alto el Rey — Basta ya —
: ¡ !

Y en voz baja : — Pues, señor,


Todo espectáculo está
Dentro del espectador. —

VIRTUD

Sigue el Rey con emoción,


Pero con noble actitud
— ¿La virtud es ilusión
I64 CAMPO A.MOR

¿Es prueba una buena acción


De que hay tipo de virtud? —
Y
un sabio —
Hay virtud cumplida,
:

Responde —
si hay quien se atreva

Á obrar siempre como deba;


Mas ¿ puede haber en la vida
Juicio que esté á toda prueba ? —
De este sabio á la opinión

Se adhiere otro sabio más :

— ¿Qué es virtud, en conclusión,


Si hay puntos donde jamás
Resiste nuestra razón?

— La virtud — dice un pagano -


Es el placer que va unido
AI beüo ideal humano.
— La virtud — dice un cristiano —
Es el deseo vencido.

Y exclama la juventud :

— La virtud no es la fortuna. —
Alo cual la multitud
Dice : — Mas, sin duda alguna.
La fortuna es la virtud. —
Y un hombre que irracional
Toma por ciencia el desdén.
DOLORAS 165

Dice : — Regla general :

Dudad cuando os hablen bien;


Creed cuando os hablen mal.

— Es — Es
tristeza. el contento.
— Es sufrir. — Es la salud. —
Y un epicúreo opulento
Prorrumpe: —
¡Virtud! ¡virtud!
Cuestión de temperamento. —
Á este axioma el Rey. — No hay tal, —
Á replicar se apresura;
— La virtud es inmortal;
Si el mundo es un cenagal,
Buscadla siempre en la altura. —
VI

RELIGIÓN

Una tras otra ilusión

Mirando desvanecidas,
— Veamos la Religión, —
Dijo el gran Rey, ya caídas
Las alas del corazón.

Uno :
— Es — Y otro — Es conciencia.
fe. :

— Es lo eterno. — Es no el ser.

— Es fuerza. — Es benevolencia.
l66 CAMPO AMOR

— Es de Coníucio la ciencia.

— Es de Mahoma el placer.

— —
Silencio ! el gran Rey profiere,

¡

La religión viendo hollada ;

Creer sólo en lo que agrada,


Es todo lo que se quiere,
Y lo que es todo no es nada.

¡Inútilmente traidora.
Dardos la impiedad te lanza.

Religión^ que el mundo adora.


Fuente de nuestra esperanza.
De esta virtud que no llora

¡ Nunca el alma racional


Podrá creer que eres un sueño.
Bálsamo de todo mal,
Luz á través de la cual
Todo en el mundo es pequeño !

VII

Calló, y á una cortesía


Que hizo al pueblo el Rey de pie,

Todo el concurso aquel día,


Creyendo lo que creía.

Por donde vino se fué.


DOLORAS 167

Lili

AMOR Y GLORIA

Sobre arena y sobre viento


¡

Lo ha fundado el cielo todo


Lo mismo el mundo del lodo,
Que el mundo del sentimiento.
De amor y gloria el cimiento
Sólo aire y arena son.
¡Torres con que la ilusión
Mundo y corazones llena,

Las del mundo sois arena,


Y aire las del corazón
i68 CAMPOAMOR

LIV

NUNCA OLVIDA QUIEN BIEN AMA

Ya que este mundo abandono,


Antes de dar cuenta á Dios,
Aquí para entre los dos,

Mi confesión te diré :

— Con toda el alma perdono


Hasta á los que siempre he odiado
¡Á ti, que tanto te he amado,
Nunca te perdonaré
DOLORAS 169

LV
TODO ES UNO Y LO iMlSMO

(Axioma de Schdlino.)

A MI AMIGO EL MARQUÉS DE MOLÍNS

PRIMERA PARTE
A LO IDEAL POR LO REAL

Juan amaba tanto á Luisa,


Como á Luis quería Juana;
Y aunque me exponga á la risa

De la multitud liviana,
Diré que su simpatía
Rayaba en tales extremos,
Cual la que tener podemos,
10
I70 CAMPOAMOR

Tú á tu esposa, y yo á la mía.
Sí, Marqués, no os cause espanto
El que ponga frente á frente
Su encanto con nuestro encanto
Pues podéis creer firmemente
Qiie, aunque no se amasen tanto,
Se amaban inmensamente.

II

Mas la muerte, esa tirana


Que siempre el mal improvisa.
Llevándose á Juan y á Juana,
Solos dejó á Luis y á Luisa.

III

Llorando la mala suerte


De los dos que se murieron,
Los vivos casi estuvieron

Á las puertas de la muerte.


¡
Siempre á nuestra vida humana
Es otra vida precisa
Así Luis quedó sin Juana,
Como al perder á Juan Luisa,
Sin que nadie amenguar pueda
Las lágrimas ¡ ay ! que llora,
DOLÜRAS 171

Como se queda el que queda,


Cuando al que se va se adora.

IV

Desde entonces, poco á poco,


Tan loca ella como él loco,
Por cuantos sitios frecuentan,

Marchan con pasos inciertos,

¡ Tan tristes ! ¡ tan pensativos ! . .

Qiie parece que alimentan


Las almas de los dos muertos
Los cuerpos de los dos vivos.
Y al verlos tan sólo atentos
A su ventura ilusoria.
Sombras de dos pensamientos
Q.ue alumbran desde la gloria,
Llama la gente liviana.
Sirviendo al vulgo de risa,
— La loca por Juan — á Luisa,
Y á Luis — el loco por Juana. —

V
¡Luisa feliz, que en un duelo
Toda su delicia encierra,
Cual ángel que por la tierra
172 CAMPOAMOR

Cruza de paso hacia el cielo!

Sueña, sueña, ángel hermoso,


En tu dicha malograda;
Porque la dicha soñada

¡ Es un sueño tan dichoso ! . .

¡Dichoso Luis! Sus tormentos,


En su ensueño delicioso.
Trueca en bellas ilusiones;

Lo que es horrible, en hermoso;


La realidad, en visiones;
Días de angustia, en momentos.

i
Una y mil veces dichoso
Aquel que sus sensaciones
Transfigura en pensamientos!

SEGUNDA PARTE

Á LO REAL POR LO IDEAL

Riogar con cierto misterio


En un cierto cementerio
Una sombra se divisa;
Es que por Juan reza Luisa.
Otra sombra que hay cercana,
DOLORAS 17}
— _ j

Es Luis que ruega por Juana.


Se lamentan los dos vivos
Por sus muertos respectivos
Con corazón tan ardiente,
Que al mirarse frente á frente,
Dicen la una y el uno :

— ¡Qué importuna! — ¡Qué importuno!


Y Luis huyendo de Luisa,
Y Luisa de Luis huyendo,
Se marchan, casi corriendo,

Y corren, casi de prisa.

II

En el mismo cementerio,
Y con el mismo misterio,
Se hallan los dos otro día,
Y mientras Luisa exclamaba :

— Cuando mi amante vivía,


Le hallaba donde le hallaba,
Y hoy, que en la tumba me espera,
Su sombra está donde quiera, —
Lanzando quejas amantes.
Dice Luis del mismo modo :

— Si todo estaba en ti antes.


Ahora tú estás en todo. —
Y esta vez menos esquivos,
Ó de agradarse más ciertos,
174 CAMPOAMOR

Después de orar por los muertos,


Se hablaron algo los vivos.

III

Desde entonces los amantes


Dijeron, siempre con fuego,
Una larga oración antes,
Y un corto diálogo luego
Mas consignar bien importa
Que, después de algunos días.

Se fueron haciendo cargo


Que la oración ya era corta,
Y el diálogo era ya largo.

IV

Saliendo del cementerio,,


Mas ya sin ningún misterio,
Se miraron otro día.

Diciendo, quién lo creería


— Es buen mozo — Pues
¡

¡
! ¡ es bella
— ¡Pero aquél! — Ay! ¡Pero ¡
aquélla!,

Y ella de amor suspirando,


Y Luis aun de amores loco.
Ya no corren, van marchando;
Pero marchan poco á poco.
DOLORAS I7S

V
Así el buen mozo y la bella,

Al promediar la semana,

¡Oh fidelidad humana!


— ¡Se parece á Juan? — dice ella;
Y dice —
él : ¡
Parece Juana !

(¡Pobres Juana y Juan!) Dicho esto,
Uno con otro se junta,
Haciéndolo él, por supuesto,
En honor de la difunta

Y ella admitiéndole al lado,


Con temor aun no fingido,
Pues si el vivo era ya amado,
Aun el muerto era querido. .

VI

Mas era tal la insistencia


De su enamorada mente
En dar á su amor presente
De su muerto amor la esencia,
Que su alma, siempre indecisa,
Piensa que mira realmente
En Luis, de Juan la presencia;
La sombra de Juana, en Luisa;
Y es que nuestro sentimiento,
176 CAMPOAMOR

Por arte de encantamiento,


Haciendo cuerpo la idea,

Y lo ya muerto existente,
Transfigura eternamente
Lo que ama en lo que desea.

VII

En conclusión; cuando se aman


Con un amor verdadero,
Así mutuamente exclaman;
— ¡ Como á él y por él te quiero
— ¡
Te amo como
á ella y por ella

Y buen mozo y la bella.


así el

Fingiendo vivo lo muerto,


Y haciendo falso lo cierto,
Que eran los muertos creían,
Creyendo lo que querían;
Y desde entonces, el duelo
Trocando todos en risa,

Luisa á Luis, y Luis á Luisa,


Después de aquella semana
Se prestan mutuo consuelo;
Creyendo que Juan y Juana
Harán lo mismo en el cielo.
DOLORAS 177

LVI
EL SEXTO SENTIDO

Viendo en el mundo el Señor


Desorden por donde quiera,
Quiso darle un director
Y dijo de esta manera :

— Cinco sentidos di al hombre,


Y no me entiende jamás.
Daré á un ser que al mundo asombre
Un sexto sentido más.

Quiero hacer al mundo don


De un hombre de alma gigante,
Grande cual la religión.

Como la gloria brillante.

Fe y saber broten sus labios

Cual brota el verano flores,


178 CAMPOAMOR

Más docto que los más sabios,


Más bueno que los mejores.

De la humana criatura
Cese el eclipse moral.
¡Salve á mi mejor hechura! —
Dijo, y nació Blas Pascal,

II

Al ver pasar su existencia,


Ya meditando, ya orando,
Con mucha fe y más paciencia,
Dice un hombre meditando :


¡Oh Dios! Cuanto más comprendo,
Menos soy yo comprendido;
¡
Qué cilicio es tan horrendo,
El don de un sexto sentido!

Si bestia al hombre llamé.


Los ángeles murmuraron;
Cuando ángel le apellidé.

Las bestias me calumniaron.

Mi talento y su talento
No están de acuerdo jamás.
ó quítame el pensamiento,
Ó dáselo á los demás.
DOLOKAS 179

Hallo sus deseos locos,


Sus pensamientos informes.
Sus remordimientos pocos.
Sus sensaciones deformes.

Con lo porvenir sostienen


De lo presente el afán;
j Porvenir ! ¡ sombras que vienen
¡Presente! ¡sombras que van!

Da fe el hombre á su provecho,
Y cree sólo en su interés;
Y el que ve el mundo al derecho,
Dice que lo ve al revés.

¡
Señor ya á tan hondo anhelo
!

Mi corazón se rindió
Enfermo de mal del cielo. —
Dijo Pascal, y enfermó.

III

Entre oración y oración.


Entre llorar y gemir,
A un hombre un santo varón
J-é" ayuda así á bien morir

- \ Cuántos afanes perdidos


En crear tan noble hechura!
l8o CAMPOAMOR

Para los cinco sentidos,


El tener seis es locura.

De gozar, el mundo ahito,

Fijo sólo en lo presente,


Ni sospecha lo infinito,

Ni la eternidad presiente.

¡
Qué condición tan menguada
Mezcla el hombre de alma y lodo.

Para lo infinito es nada,


Si para la nada es todo.

De orgullo y de envidia llenos,


Cual siempre, dejan atrás.

Los muchos que saben menos,


Al uno que sabe más.

Para el mundo, que sin fe

Presume mucho y ve poco.


Es necio el que menos ve,
Y el que ve más es un loco.

¡Pascal! pues con santo anhelo


Te mata del cielo el mal,
Vuélvete á tu patria el cielo ! . . .

Dijo, y murió Blas Pascal.
DOLORAS

LVII

LOS DOS PECADORES

Tú pecas porque me adoras,


Y yo peco por gozar;
Y en tan diverso pecar,
Yo río cuando tú lloras.
¡Maldigo mis dulces horas,
Y bendigo tu tormento
Podrá tu remordimiento
Llevarte á un dichoso estado :

¡Yo sí que soy desdichado,


Que peco y no me arrepiento!

II
CAMPOAMOR

LVIII

MUERTOS aUE VIVEN

Á MI HERMANO POLÍTICO DON JOSÉ MARÍA VAI.DÉS,


EN LA MUERTE DE SU HIJA GUILLERMINA

Con tierna melancolía


Van á una niña á enterrar,
Y el padre, al verla pasar.

Dice llorando : — ¡Hija mía!


j La pierdo cuando aun vivía
Con dela fe la ilusión!... —
Mas se templó su aflicción
Mirando al cortejo, y viendo
Tantos que, sin fe viviendo
Llevan muerto el corazón.
DOLORAS 183

LIX

LAS DOS LINTERNAS

Á DON GUMERSINDO LAVERDE RUIZ

De Dlógenes compré un día


La un mercader.
linterna á
Distan la suya y la mía
Cuanto hay de ser á no ser.

Blanca la mía parece


La suya parece negra;
La de él todo lo entristece;
La mía todo lo alegra.

Y es que en el mundo traidor


Nada hay verdad ni mentira
Todo es según el color

Del cristal con que se mira.


l84 CAMPOAMOR

II

— Con mi linterna — él decía


No un hombre entre los
hallo seres.

¡Y yo, que hallo con la mía


Hombres hasta en las mujeres!

Él llamó, siempre implacable,


Fe y virtud teniendo en poco,
Á Alejandro, un miserable,
Y al gran Sócrates, un loco.

Y yo ¡crédulo! entretanto,
Cuando mi linterna empleo.
Miro aquí, y encuentro un santo;
Miro allá, y un mártir veo.

¡ Sí 1 mientras la multitud
Sacrifica con paciencia
La dicha por la virtud,

Y por la fe la existencia,

Para él virtud fué simpleza;


Elmás puro amor, escoria;
Vana ilusión la grandeza,
Y una necedad la gloria.
DOLORAS 185

¡Diógenes! mientras tu celo


Sólo encuentra sin fortuna,
En Esparta algún chicuelo,
Y hombres en parte ninguna,

Yo te juro por mi nombre


Que, con sufrir el nacer,
Es un héroe cualquier hombre^
Y un ángel toda mujer.

III

Como al revés contemplamos


Yo y él las obras de Dios,
Diógenes ó yo engañamos.
¿Cuál mentirá de los dos?

¿ Quién es, en pintar, más fiel,

Las obras que Dios crió ?

El cinismo dirá que él.

La virtud dirá que yo.

Y es que en el mundo traidor


Nada hay verdad ni mentira :

Todo es según el color

Del cristal con que se mira.


l86 CAMPOAMOR

LX
EL MAYOR CASTIGO

Cuando de Virgilio en pos


Fué el Dante al infierno á dar,
Su conciencia, hija de Dios,
Dejó á la puerta al entrar.

Después que á salir volvió,


Su conciencia el Dante hallando.
Con ella otra vez cargó,
Mas dijo así suspirando :

— Del infierno, en lo proñindo,

No vi tan atroz sentencia


Como es la de ir por el mundo
Cargado con la conciencia. —
nOLORAS kS?

LXI

USICAS QUE PASAN

Todas Jas cosas pasan, y iú

cotí ellas.

(Kempis, lib. XI, cap. i.)

MI QUERIDO AMIGO DOX FACUNDO GOSl.

¡ Música !
— i
Qué aliento dan,
Y qué esperanzas sin fin,

El re-tin-tín del clarín.


Del tambor el ra-ta-plán
¡Ya aproximándose van!
¡Tambor y clarín resuenen!

¡
Cuál la esperanza entretienen
¡Cómo el corazón abrasan!
Estas músicas que pasan,

¡ Oué alegres son cuando vienen!


CAMPOAMOR

II

¡
Música ! — i
Conforme avanza
Ya el tambor ó ya el clarín.

Causa aliento el re-tin-tin,

Da el ra-ta-plán esperanza!

¡ Se aleja... y ya en lontananza,
Más bien que gozoso afán,
Tristeza sus ecos dan!
¡ No hay bien seguro en el mundo
j
Qué lúgubres son, Facundo,
Las músicas que se van

III

¡Ay! ¡Ni al principio ni al fin.

Nos dan á algunos ardor


El ra-ta-plán del tambor.
Del clarín el re-tin-tín!

¡Tu esplín, Facundo, y mi esplín.

Para músicas están


¡Poco nuestro antiguo afán
Las músicas entretienen.
Ni cuando alegres se vienen,
Ni cuando tristes se van!
DOLORAS 1F9

LXII

EL CAFÉ

k MI AMIGO DON ENRIQUE SAAVEDRA, MARQUÉS DE AUÑÓN.

¡ Café !
— Tal es la cuestión :

;Hizo Cabanís tan mal


Al decir que es la razón
Fruto de una digestión
De la masa cerebral?
Sin ir más lejos, Marqués,
¿ Cómo me podrás negar
Que el rico café que ves,
O es cosa que piensa, ó es
Materia que hace pensar?
i
Gloria á ese vital licor,
Epiritu material;
O. si os parece mejor,
190 CAMPOAMOR

Materia espiritual;
Incomprensible hacedor
De una dicha artificial

Secreto elaborador
De un frenesí racional
¡Yo no extrañaré, pardiez.
Que su semilla al probar
Las aves alguna vez,
En deliciosa embriaguez.
Hablen en vez de cantar

Otra taza y otra


j !
¡
!
—Á fe

Que asegura con razón,


No sé quién ni sé por qué,
Ni recuerdo en qué centón.
Que en cada grano el café

Lleva un sabio en embrión...


Yo quiero ser sabio... ¿oís?
Dadme sabiamente, pues.
Una taza, y dos, y tres...
¡Marqués! ¡querido Marqués!
¿Tendrá razón Cabanís?

II

¡Café! ¡y más café! — ¡


Ven, tú,

A dar á mi sangre ardor.


DOLORAS 191

Del sueño infalible bu;


Maná que oxida el dolor;
Bálsamo á cuya virtud
Mi prematura vejez
Siempre recobra otra vez
La alegría y la salud

Admiraos y escuchad :

Por descubrir del café


El solo la propiedad,
Sin duda tan sabio fué
El diablo en la antigüedad
¿Decís que no? — Pues yo sé
De un sapientísimo autor
Que dice y prueba que fué
De Numa el legislador
La ninfa Egeria, el café;
Y añade, poco después.
Que fué este noble licor
De Sócrates, sabio autor.
El genio, diablo ó lo que es.
De modo, caro xMarqués,
Que con este talismán
Han vuelto el mundo al revés^
Del uno al otro confín,
Sócrates, Numa y Satán,
Y cuantos brujos, en fin.
Han sido, son y serán.
192 CAMPOAMOR

Esto es lo cierto. Y si no,

¿ Quién como el café marcó


De la fortuna el vaivén,
Y á Napoleón arrastró
Hoy al mal, mañana al bien ?
I Que quién tal cosa creyó ?

Todos, y á más creo yo
Que ya feliz, ya infeliz.
Acaso una gota más
Le dio el triunfo de Austerliz,
Y una de menos quizás
Le hizo huir en Waterló.
Y aun pienso otra cosa, y es
Que obedeciendo. Marqués,
Á la rara propiedad
De un café de calidad,
Gaje de algún holandés,
Corriendo en la inmensidad
Benito Espinosa, en pos
De una infinita verdad.

Lanzó esta inmensa impiedad


— Dios es todo, y todo es Dios.

¿ Tengo ó no tengo razón ?


Pues antes de concluir,
Todavía vais á oir

La más extraña opinión


Que muchas veces á herir
Viene mi imaiíinación :
DOLORAS 193

Y es que llego á presumir,


¿ Si será el café ese ser
Que en una edad y otra edad
Siempre aspira á comprender
La mísera humanidad?
¿No es cierto, Padre Voltaire?
Marqués de Auñón, ¿no es verdad:

III

¡
Café ! ¡
café f
y más
¡ café
Ahitadme de ese elixir.

Pasto de almas sin el cual


Fuera el humano existir

Casi un sueño vegetal,


Pues en eléctrico ardor.

En el ser más baladí


Hace del afecto amor,
Y del amor frenesí...

¡ Ah !
j
que caiga sobre ti

Del orbe la bendición.


Del alma sabroso pan.
Borrachera de ilusión,
A cuya mágica acción
Es un Etna el corazón,
Es la cabeza un volcán!
¿Y quién no honrará el poder,
194 CAMPOAMOR

Marqués de Auñón, de un licor


Que hasta hace alegre el dolor,
Que hace más vivo el placer,
Que da al brazo más vigor,
Á la mente inmensidad,
Á los ojos claridad,
Al corazón más amor,
Y alas á los mismos pies...

Tanto, que, como tú ves,


No echo á volar por un tris?...

¡Marqués! ¡querido Marqués!


¿Tendrá razón Cabanís?
DOLORAS '95

LXIII

DRAMAS DESCONOCIDOS

Cuando el pueblo á Ótelo vio


Que, matando á la que adora,
Dice : —
Muera la traidora,
Que el alma me asesinó, —
Tu rostro el color perdió
Llorando el fin de la bella;

Yo de él pensando en la estrella,

Dije mirándote : — ¡Infiel!

¡ Si no te mato como él,

Me asesinaste como ella ¡



iq6 CAMPO A MOR

LXIV
LA METExMPSICOSIS

Hallé una historia, lector,


En un viejo pergamino.
Donde prueba un sabio autor
¡ Ay! que el variar de destino
Sólo es variar de dolor.

II

FLOR

— Flor, primero abandonada


Entre unas hierbas broté.
Envidiosa y no envidiada.
Sin ver sol me marchité.
Llorando y sin ser llorada.
'

DOLORAS 197

BRUTO
— Á bravo alazán subí,
Y de victoria en victoria.
Tras mil riesgos, conseguí
Para mi dueño la gloria,

Y la muerte para mí.

PÁJARO
— Ave después, hasta el llanto

Dios me condenó á expresar


Con las dulzuras del canto :

Canté, sí, mas canté tanto,


Que al fin me mató el cantar.

MUJER
—Mujer, y hermosa, nací;
Amante, no tuve fe
Esposa, burlada fui

Lo que me amó aborrecí,


Y me burló lo que amé.

SABIO

— Hombre al fin, ciencia y verdad


Buscando en lid malograda,
Fué desde mi tierna edad.
Io8 CAMPOAMOR

Mi objeto la inmensidad,
Y mi término la nada.

DICTADOR
— En mí, cuando César fui.

Su honor la gloria fundó.


Siempre — vine, vi y vencí; —
Adopté un hijo, ¡ay de mí!
Creció; le amé y me mató.

HOMBRE
— La escala transmigradora
De mis cien formas y modos
Vuelvo ya á bajar; y ahora
Un hombre soy, que, cual todos,
Vive, espera, sufre y llora. —

III

Después de saber, lector.


La historia del pergamino,
¿Qué importa ser hombre ó flor

¡Ay si el variar de destino


!

Sólo es variar de dolor?


DOLORAS 199

LXV
LAS DOS TUMBAS

¡Cuan honda, oh cielos, será,


Dije, mi tumba mirando.
Que va tragando, tragando.
Cuanto nació y nacerá

Y huyendo del vil rincón


Donde al fin seré arrojado,
Los ojos metí espantado
Dentro de mi corazón.

Mas cuando dentro miré,


Mis ojos en él no hallaron
¡Ni un ser de los que me amaron.
Ni un ser de los que yo amé!

Si no hallo aquí una ilusión,

Y allí sólo hallo el vacío,

I
Cuál es más hondo, Dios mío.
Mi tumba, ó mi corazón?...
200 CAMPOAMOR

LXVI
LA COMEDIA DEL SABER

A M[ AMIGO DON TOMÁS RODRÍGUEZ ?UBÍ.

(Asunto, lo que es verdad.


Gradas de curiosos llenas.

Lugar de la acción, Atenas.

Época, en la antigüedad.)

(Gran pausa. — Escena primera.


Como el que se duerme andando.
Sale Heráclito llorando,
Y dice de esta manera :)

— ¡
Ay mi ciencia es bien menguada,
!

Pues nada en el mundo sé;

Si sé que hay Dios, es porque


De nada no se hace nada.
DOLORAS 201

Respeto la autoridad,

Que es de los inicuos valla...


— ¡
Falso ! — (grita la canalla),
(Los nobles dicen :) — ¡Verdad
Heráclito :
— Yo imagino
Que es la autoridad de un rey
Poder que la humana ley
Saca del poder divino.

No hay más dicha que el deber


Todo aquel que hombre se llama
Dará por honra la fama,
Y el poder por el saber.

Dad á los buenos honores,


Y castigo á los demás...
(Aqui le silban los más,

Y le aplauden los fnejores.)

Nuestra vida debe ser


Por nuestras faltas llorar,

Meditar y meditar,
Creer y siempre creer.

(Rumores. — Después quietud.)


Herácuto : —
En conclusión,
La justa moderación
Da saber, paz y virtud.
CAMPOAMOR

II

(Gime Heráclito, y á poco


Sale Demóciüto y mira,
Y al ver que el otro suspira,
Se echa á reir como un loco.)

(Segundo acto. — El pueblo está

Casi cortés, de callado.)


Heráclito : — ¡Desgraciado!
Demócrito :
— ¡Ja! ¡ja! ¡ja!

Heráclito :
— Es duelo todo.
Demócrito : — Todo juego.
es

Heráclito : — El alma fuego.


es

Demócrito :
— El alma lodo. es

(Calla Heráclito y murmura :)


— ¡ Todo en la vida es miseria
(Y Demócrito :) ¡Es materia —
Todo en el mundo, y locura

Materia sin albedrío


Son Dios, el hombre y el bruto;
El átomo es lo absoluto j
Lo único real el vacío.
DOLORAS 203

Filósofos, que en el mundo


Buscáis lo cierto, ¡apartad!
Si existe, está la verdad
Dentro de un pozo profundo.

Es del alma universal


Parte nuestra alma también...
(Muchos, casi todos :) — ¡
Bien
(Y pocos, muy pocos :) — ¡
Mal

Demócrito : — Un torbellino
De átomos en movimiento
Son Dios, la vida, el contento.
La justicia y el destino.

Cuanto existe en derredor.


De lo que existía se hace
Y hasta el hombre crece y nace
Cual nace y crece una flor.

Y así, lo que ha de existir

Nacerá de lo existente.

•Pueblo! goza en lo presente,


Y olvida lo porvenir.

(Risa. — Aplauso general.)


Demócrito : — En conclusión,
204 CAMPOAMOR

El alma es la sensación :

El placer es la moral. —

— Vivir, es creer y pensar


(Dice Heráclito gimiendo.)
(Y Demócrito rieíido :)

— ¡Vivir!... sentir y gozar. —


(Llanto y risa. — El cielo, en tanto,
Sigue su curso imparcial.
Pues hasta el fin, le es igual
Nuestra risa ó nuestro llanto.

Y uno y otro concluyendo.

Queda un bando y otro bando,


Con Heráclito llorajido.
Con Demócrito riendo.

Y asi, pensando en pensar


Si ha de llorar ó reir.

Ve el homhre su vida huir


Entre reir y llorar.)

III

(Ruido. — Dudas. — Desencanto.


Sale en el acto tercero
DOLORAS 20S

SÓCRATES, cual dice Homero


Riéndose bajo el llanto.)

SÓCRATES :
— Sin ton ni son
Riñe aquí un loco á otro loco;
¿ No veisque entre mucho y poco
Está la moderación?

La fe del uno es menguada;


Grande es del otro la fe
Yo sólo una cosa sé,
Y es que sé que xo sé nada.

Conócete, debe ser


De nuestra ciencia el abismo;
Quien se conozca á sí mismo
Sabrá cuanto hay que saber.

Para la ciencia, rehacías


Las plebes... (El pueblo iodo
Lo silba aquí de tal modo,

Que Sócrates dice :) — ¡


Gracias

Siempre el pueblo soberano


Revela al hombre imparcial
La presencia universal
De un universal tirano.

12
2o6 CAMPOAMOR

(Nueva silba. — Sensación.)


SÓCRATES : — De mi alma rey,

Sólo obedezco á la ley


Que Dios puso en mi razón.

(Ruge la chusma indig'nada.)


SÓCRATES : — Y de tal modo.
Que el hombre es centro de todo,

Y todo ante el hombre es nada.

Sólo hay un Dios... (Gran rumcr


Entre la vil multitud.)

SÓCRATES : — Dios de virtud,

Del bien y lo bello autor.

Á un Dios sólo, fe tributa

Un corazón como el mío...


(Y el pueblo grita :) — Á ese impío,
¡La cicuta! ¡la cicuta!

(Y mientras del pueblo el celo

Lo arrastra á tan mala suerte,

SÓCRATES dice :) — j
La muerte
¡
Última bondad del cielo !

(Y asi, no alegando excusa,
No salva esta vida ruin,
Que, cual la hiél, le da fin

Un vaso de S ir acusa.
DoLoRAS 207

¿Quién fnejor su juicio emplea?


¿El sabio ó el pueblo homicida?
Si el sabio, ¡gloria á la vida
Si el pueblo, ¡maldita sea!)

IV

(Acto cuarto. — Se alborota


La plebe á Diógexes viendo
Ta:^a y linterna trayendo.
La alforja y la capa rota.

Al ejnpe^ar iracundo
DiÓGENES silba á los tres.

Como le silba después

Á DiÓGENES todo el mundo.)

DiÓGENES. — Pruebo que es vana


Toda regla de razón,
En este sueño en acción
Que llamamos vida humana.

oi á preguntaros me atrevo
; De quién antes se origina.
El huevo de la gallina,
Ó la sallina del huevo ? —
208 CAMPOAMOR

(Todos tres su menosprecio


Le hacen á Diógexes ver,

Y ¿^te hace á Jos tres saber


Su desprecio hacia el desprecio.)

DiÓGENES : — Nada hay formal;


Esta vida es una gresca
Tragi-cómico-burlesca,
Jocoso-sentimental.

No hay ninguna cosa cierta,

Más que son vuestras locuras


Escenas de criaturas
Junto á una tumba entreabierta.

El pensar, creer y sentir.


No es sentir, creer ni pensar;

Eso se debe llamar


Nacer, crecer y morir.

Si apHco aqui mi linterna,


Ni con un hombre tropiezo.
¡La vida! eterno bostezo,
Si no es una falta eterna.

i
Mundo ! esfuerzos sin deberá-
Virtudes sin religión;
Puntos de honor sin razón,

Y crímenes sin placer.


DOLORAS 209

(Los unos prorrumpen :) — ¡ Fuera !

(Los otros exclaman :) — ¡ Bravo


(Y todos gritan al cabo,

Éstos:) — j
Viva !
— (Aquellos:) — ¡
Muera !

(Yo al ver á todos, me río.

Pues llorar no puedo ya:


¡ Dónde el depósito está

De las lágrimas, Dios mío/)

(El pueblo á la conclusión

Muestra, al partir tristemente.


Aire de duda en la frente,
Y angustia en el corax^ón.)

(Dice éste al irse :) — j Á pensar!


(Y aquél murmura :) — ¡
Á sentir !

(Uno :) — Á ¡
reir !
¡
Á reir

(Y otro :) — Á ¡
llorar !
¡
Á llorar

(Resumen : — ¿Qué es el vivir?


— Sentir, Otro: — Creer.
uno.
Éste: — Creer y saber.
Y aquél : — Nr creer ni sentir.
CAMPOAMOR

¿Qué eí el mundo? — Lo que vemos.


¿Y el — Lo que
saber? se ignora. —
Y ¿qué Dios? — Lo que
es se adora. -
¿Y virtud? — Lo que queremos. —
Y aunque más el pueblo alcanza
Con su VIRTUD-ARMONÍA,
Con su FE-SABIDURÍA
Y con su DIOS-ESPERANZA,

Los sabios al escuchar,


Ignora el pueblo qué hacer,
Si ha de dudar ó creer

Si ha de reír ó llorar.)

FIN DE LA SEGUNDA ÉPOCA


TERCERA PARTE

LXVII

LA VERDAD Y LAS MENTIRAS

Á FERNANDO ÁLVAREZ Y GUIJARRO.

Cuando por todo consuelo,


Un sacerdote, al nacer.
Nos dice en nombre del cielo :

— Polvo es, y polvo ha de ser, -

Dicen, en coro armonioso,


El pecho de gozo lleno,
La nodriza :
— Será hermoso — ;

Y la madre :
— Será bueno —
¡ !
CAMPOAMOR

Y luego, allá en lontananza.


Gritan en acorde son :

— ¡ Será feliz !
— la esperanza;
Y— ¡ será rey ! — la ambición.

Y yendo el tiempo y viniendo,


Aquí, lo mismo que allá,

La religión va diciendo :

— ¡
Polvo es, y polvo será !

Con vanidad y codicia.
Dicen, sin reir jamás :

— ¡Será un Creso! — la avaricia;

Y el — Será más —
orgullo :
¡
!

Y exclaman con fiero acento

De todo saber en pos


— Será Homero !
— el sentimiento

¡

Y la razón :
— ¡
Será Dios !

Y en tanto la religión,

Al morir, como al nacer,


Repite :

No hay remisión
¡ Polvo es, y polvo ha de ser !

DOLORAS 213

LXVIII

LA AMBICIÓN

Á un monte una vez subí,

Y de cansado me eché
Mas luego que lo bajé,

De confiado caí.

¡Déjame, ambición, aquí


Hasta morir descansando
¿ Qué ganaré
ambicionando,
Si cuanto más suba, entiendo
Que me he de cansar subiendo,
Y me he de caer bajando ?
2ii CAMPOAxMOR

LXIX
LOS GRANDES HOMBRES

De Yuste en el santuario,
Carlos Quinto, Emperador,
Valientemente al calvario

Subiendo de su dolor,

Ver su entierro determina,


Cual resuelto capitán.
Doblado como la encina
Rota por el huracán.

Ya en el ataúd metido
Como en lecho sepulcral.
Cayó cual león herido
Que lleva el dardo mortal.

Y al tiempo en que se cayó,

Mirándole de hito en hito


Una vieja murmuró :

— ¡
Qué feo y qué viejecito !
-
DOLORAS 21$

Y cuando la multitud
Cree que el grande Emperador
Está, más que en su ataúd,
Sepultado en su dolor,

Él, frunciendo el entrecejo,


Y fijo en tan vana idea.

Dice : — ¿ Qué soy feo y viejo ?

¡Ella sí que es vieja y fea! —


I Qué le importará al cuitado
Más bello ó más joven ser,

Si esas cosas ya ban pasado


Para nunca más volver ?

Del Díes irce el rumor


Ya consternaba el ambiente,
Y aun dice el Emperador :

— ¡
Habrá vieja impertinente !
-

Mientras el canto bosqueja


Todo el horror de aquel día,
Al Rey la voz de la vieja

El corazón le roía.

Y es cosa particular,

No pueda un varón tan fuerte


Una burla despreciar,
Él, que desprecia la muerte.
2l6 CAMI'OAMOR

Don Carlos siente iracundo


El corazón hecho trizas,
Y el canto prosigue : — ¡El mundo
Se convertirá en cenizas !

La vieja, del funeral

Oye entretanto el solfeo.


Como diciendo Sí tal, : —
Muy viejecito y muy feo, —
Y airado su Majestad
Sigue ;
— ¡Bruja del infierno! —
Y el canto — Por
:
j tu bondad
Líbrame del fuego eterno !

Calla el coro ; alza el semblante
Pálido el Emperador,
Surgiendo allí semejante
A la estatua del dolor;

Y cuando el monje imperial


Vuelve á su celda apartada.
Mostrando algo de fatal

En su frente devastada.

Por todo su ser refleja


Santa humildad, puro amor;
Tan sólo miró á la vieja
Con humos de Emperador,
DOLORAS 217

LXX
LOS RELOJES DEL REY CARLOS

Carlos Quinto, el esforzado,


Se encuentra asaz divertido
De cien relojes rodeado,
Cuando va, en Yuste olvidado.
Hacia el reino del olvido.

Los ve delante y detrás


Con ojos de encanto llenos,
Y los hace ir á compás.
Ni minuto más ni menos.
Ni instante menos ni más.

Si un reloj se adelantaba.
El imperial relojero
Con avidez lo paraba,
Y al retrasarlo exclamaba :

— Más despacio, ¿majadero! —


1}
2l8 CAMPOAMOR

Si Otro se atrasa un instante,


Va, lo coge, lo revisa,

Y aligerando el volante.
Grita — ¡Adelante, adelante,
:

Majadero, más aprisa! —

Y entrando un — Qué día, ¿ tal ?

Le preguntó el confesor.
Y el relojero imperial
Dijo : — Yo ando bien, señor;
Pero mis relojes mal.

— Recibid mi parabién, —
Siguió el noble confidente
— Mas yo creo que también,
Si ellos andan malamente,
Vos^ señor, no andáis muy bien.

¿ No fuera una ocupación


Más digna, unir con paciencia
Otros relojes, que son.
El primero el corazón,
Y el segundo la conciencia? —
Dudó el Rey cortos momentos,
Mas pudo al fin responder :

— Sí más ó menos sangrientos.


¡ !

Sólo son remordimientos


Todas mis dichas de ayer.
DOLORAS 219

Yo, que agoto la paciencia

En tan necia ocupación,


Nunca pensé en mi existencia
En poner el corazón
De acuerdo con la conciencia. —
Y cuando esto profería.
Con su tic-lac lastimero,
Cada reloj que allí había
Parece que le decía :

— ¡Majadero! ¡Majadero!...
— ¡Necio! — prosiguió, — al deber
Debí unir mi sentimiento.
Después, si no antes, de ver
Que es una carga el poder.
La gloria un remordimiento. —
Y los relojes sin duelo
Tirando de diez en diez,
Tuvo por fin el consuelo
De ponerlos contra el suelo
De acuerdo una sola vez.

Y añadió : — Tenéis razón :

Empleando mi paciencia
En más santa ocupación,
Desde hoy pondré el corazón
De acuerdo con la conciencia. —
CAMPOAMOR

LXXI

LO QUE HACE EL TIEMPO

A BLANCA ROSA DE OSMA.

Con mis coplas, Blanca Rosa,


Tal vez te cause cuidados,
Por cantar
Con la voz ya temblorosa,
Y los ojos ya cansados
De llorar.

Hoy para ti sólo hay glorias,

Y danzas y flores bellas

Mas después,
Se alzarán tristes memorias,
Hasta de las mismas huellas
De tus pies.
DOLORAS

En tus fiestas seductoras,

¿ No oyes del alma en lo interno

Un rumor,
Que lúgubre á todas horas,
Nos dice que no es eterno
Nuestro amor ?

¡Cuánto á creer se resiste

Una verdad tan odiosa


Tu bondad
Y esto ¡fuera menos triste,

Si no fuera, Blanca Rosa,


Tan verdad

Te aseguro, como amigo.


Que es muy raro, y no te extrañe.
Amar bien,
Siento decir lo que digo
Pero, ¿quieres que te engañe
Yo también?

Pasa un viento arrebatado,


Viene amor, y á dos en uno
Funde Dios
Sopla el desamor helado,
Y vuelve á hacer, importuno,
De uno, dos.
CAMPOAMOR

Que amor, de egoísmo lleno,


Á su gusto se acomoda
Bien y mal;
En él hasta herir es bueno,
Se ama ó no ama, aquí esta toda
Su moral.

¡Oh! ¡qué bien cumple el amante.


Cuando aun tiene la inocencia,
Su deber!
Y i
cómo, más adelante,
Aviene con su conciencia
Su placer

;Y es culpable el que, sediento,

Buscando va en nuevos lazos


Otro amor?
i
Sí ! culpable como el viento
Que, al pasar, hace pedazos
Una flor.

¿ Verdad que es abominable


Que el corazón vagabundo
Mude así.

Sin ser por ello culpable,


Porque esto pasa en el mundo
Porque sí ?
DOLORAS 225

Se ama una vez sin medida,


Y aun se vuelve amar sin tino

Más de dos.
¡ Cuan versátil es la vida
¡ Cuan vano es nuestro destino,
Santo Dios!

Él lleve tu labio ayuno


Á algún manantial querido
De placer.
Donde dichosa, ninguno
Te enseñe nunca el olvido
Del deber.

Siempre el destino inconstante


Nos da cual vil usurero
Su favor :

Da amor primero 3^ no amante ;

Después mucho amante, pero


Poco amor.

Tranquila á veces reposa,


Y otras se marcha volando
Nuestra fe.

Y esto pasa, Blanca Rosa,


Sin saber cómo_, ni cuándo.
Ni por qué.
224 CAMPOAMOR

Nunca es estable el deseo,


Ni he visto jamás terneza
Siempre igual,
Y¿ á qué negarlo ? No creo
Ni del bien en la fijeza,
Ni del mal.

Este ir y venir sin tasa,


Y este moverse impaciente.
Pasa así,

Porque así ha pasado y pasa,


Porque sí, y ay solamente
¡ !

Porque sí.

¡ Cuan inútil es que huyamos


De los fáciles amores
Con horror,
Si cuanto más las pisamos,
Más nos embriagan las flores

Con su olor!

El cielo sin duda envía


La lucha á la tormentosa
Juventud
Pues, ¿ qué mérito tendría
Sin esfuerzos, Blanca Rosa,
La virtud ?
DOLORAS

¡Ay! un alma inteligente,


Siempre en nuestra alma divisa
Una flor,

Que se abre infaliblemente

Al soplo de alguna brisa


De otro amor.

Mas dirás :
— ¿Y en qué consiste
Que todo á mudar convida? —
¡
Ay de mí
En que la vida es muy triste...

Pero aunque triste, la vida


Es así.

Y si no es amor el vaso
Donde el sobrante se vierte
Del dolor.
Pregunto yo :
— <;
Es digno acaso
De ocuparnos vida y muerte
Tal amor ? —
Nunca sepas, Blanca Rosa,
Que es la dicha una locura^
Cual yo sé
Si quieres ser venturosa,
Ten mucha fe en la ventura,
Mucha fe.
13-
226 CAMPOAMOR

Si eres feliz algún día;

¡ Guay, que el recuerdo tirano


De otro amor
No se filtre en tu alegría,
Cual se desliza un gusano
Roedor

Tú eres de las almas buenas.


Cuyos honrados amores
Siempre son
Los que bendicen sus penas,
Penas que se abren en flores
De pasión.

Con tus visiones hermosas.


Nunca de tu alma el abismo
Llenarás,
Pues la fuerza de las cosas
Puede más que Hércules mismo,
Mucho más !...
¡

Si huj-e una vez la ventura,


Nadie después ve las flores

Renacer
Que cubren la sepultura
De los recuerdos traidores
Del ayer.
DOLORAS 227

¿Y quién es el responsable
De hacer tragar sin medida
Tanta hiél ?

¡La vida esa es la culpable


! ¡

La vida, sólo es la vida


Nuestra infiel.

La vida, que desalada,


De un vértigo del infierno
Corre en pos :

Ella corre hacia la nada;

¿ Quieres ir hacia lo eterno ?

Ve hacia Dios.

¡Sí! corre hacia Dios, y Él haga


Que tengas siempre una vieja
Juventud.
La tumba todo lo traga

Sólo de tragarse deja


La virtud.
228 CAMPOAMOR

LXXII

FIN Y MORAL DE LA ILÍADA

Después que Troya fué, severa Esparta,

Muerto su Re}^, de liviandades harta,


Á Rodas sin piedad desterró á Elena,
Donde la ahorcó celosa Polixena.
Pero antes que el honor del sexo bello

Como un cisne al morir doblase el cuello,


La dijo así el verdugo : — ¿ Por ventura.
Quieres más que la dicha tu hermosura ?

La Reina, que tu mal tanto desea.


Te dejará vivir si te haces fea;
Ponte estas hierbas sobre el rostro, hermosa,
Y siendo horrible, vivirás dichosa.
¿No vale más ser fea afortunada.
Que hermosa, y por hermosa desdichada ? —
Calló el verdugo y suspiró ; mas ella,
Prefiriendo el no ser á no ser bella,
DOLORAS 229

Cogió el dogal y se lo ató de suerte,


Que, á su belleza fiel, se dio la muerte;
Y más que vivir fea y venturosa,
Prefirió ser ahorcada, siendo hermosa.
210 CAMPOAMOR

Lxxin
LA CIENCIA NUEVA DE VICO

A un cierto maestro vi

En cierto pueblo explicar


Á varios niños, á mí,
Y al sacristán del lugar;

Y recuerdo, aunque era un chico,


Que comenzó de esta suerte :

— Ved ciencia nueva de Vico


:

Nacimiento, vida y muerte.

Círculo de toda historia,


Renacer tras de acabar
Fábula, entusiasmo, gloria,
La muerte, y vuelta á empezar.
DOLORAS 251

Así, ya unida, ya rota.


Sigue esta rueda fatal,

Sin que se turbe una nota


Del concierto universal.

Allá el Egipto entreveo;


Vida, gloria, senectud,
Reyes — Pastores — Proteo. —
Cambises; la esclavitud.

¡
Cielo de dichas y penas
Llega la Grecia, Atención! j

Los Argos — Esparta — Atenas. —


Filipo ; la humillación.

Mudando nombres y nombres,


En rápido movimiento
Rodando van pueblos y hombres
Cual hojas que arrastra el viento,

j
Fenicia ! Ved á Sidón,
La reina antigua del mar.
Cartago — Pigmaleón. —
Nabuco, y vuelta á empezar.

Dioses — Héroes — Invenciones.


Así, abyectas ó gloriosas.
Van, como veis, las naciones.

Los hombres, pueblos y cosas.


2?2 CAMPOAMOR

j
Roma ¡
Tras su edad divina,
Por César llega á Tiberio.

Numa — Catón — Mesalina, —


Reyes — República — Imperio.

Pasan así en raudo giro,


Y en perpetua evolución,
Alejandro, como Ciro,
Como César, Napoleón. —

II

Y al ver que de nuevo empieza


Su incesante torbellino.
Poniéndonos la cabeza
Cual la rueda de un molino,

— O vuestro Vico es un tonto,


Ó yo no sé qué pensar, —
Dijo al maestro de pronto
El sacristán del lugar,

— No es gran mérito el zurcir

La historia de esa manera;


Nacer, crecer y morir;
Eso lo sabe cualquiera.
DOLORAS 233

Pese á vuestros pareceres,


¿No valdría mucho más
Decir á todo : Polvo eres,

Y en polvo te volverás?

Mira el maestro al que cree


Llegar de Vico á la altura,
Como quien dice — Este : ( lee

Los libros santos del cura. —

Y en su silencioso afán,
Que esto imagina se infiere :

( — Dice bien el sacristán,


Todo lo que nace muere. —
Y murmuró : ( — De manera
Que mi ciencia está de más.
Si un libro santo cualquiera
Enseña esto y mucho más, —
Y — ¡niños! — prorrumpió,
al fin,

— Después de círculos tantos.


Podréis saber más que yo
Leyendo los libros santos.

Pues hoy por ellos me explico


Cómo puede ser que sea
Mucho más sabio que Vico
El sacristán de una aldea. —
234 CAMPOAMOR

LXXIV
LA HISTORIA DE AUGUSTO

Á Ovidio empieza á leer


Su historia el Emperador,
Pues dice que quiere ser,

Cual César^ autor y actor.

Hombre sin Dios y sin ley,


Que de su provecho en pos,
Pérfido antes, se hace rey,
Necio después, se hace Dios

En su historia disculpaba
Sus faltas candidamente.
Cosas que Ovidio escuchaba
Con el rubor en la frente.
DOLORAS 2?5


¿Verdad que al mundo hará honor
La que llamo era Juliana? —
Dijo á Ovidio, el salteador
De la libertad romana.

Con un dictamen muy justo


Quiso Ovidio honrar su labio;
Porque al fin perdona Augusto,
Después que se venga Octavio.

Y— francamente^ señor, —
Dijo, de modestia lleno,
— Si sois bueno como actor,
Como autor no sois tan bueno. —
— Ó — con altivo semblante
Replicó Emperador
el

— Que soy muy buen comediante,


Pero muy mal escritor. —
Selló el Rey su augusto labio.
Calló Ovidio, no sin susto,
Pues siempre al fin venga Octavio
Los disimulos de Augusto.
2j6 CAMPOAMOR

II

Cayó Ovidio en el desliz

De llamar, poco después,


Á Livia, la Emperatriz,
« Ulises con guardapiés. »

Tuvo el Rey por ofensivo


Este madrigal tan bello.
Tomando esto por motivo
Para vengarse de aquello.

Y á Ovidio desterró Augusto


De la Circasia á un rincón.
Como buen tirano, injusto;
Falso, cual buen histrión.

III

Muriendo Octavio inmortal.


Entre grandes dignos de él.

Les pregunta así : — Qué tal

Representé mi papel? —
<{
DOLORAS 257
í

Y contesta Ovidio á Octavio


Desde la orilla del Ponto :

— Representó como un sabio


Lo que pensó como un tonto.

Murió Octavio, el iracundo;


Pereció Augusto, el sagaz
El que dio la paz al mundo,
Ya ha dejado al mundo en pa^

Conque^ ¿qué tal? Lo repito


Con más razón que despecho
Has hecho muy bien lo escrito,
Y escrito mal lo que has hecho.

Doy al mundo el parabién.


¡Falso ! aun preguntas ¿qué tal?
Como cómico, muy bien;
Como emperador, muy mal.
238 CAMPOAMOR

LXXV
ANTINOMIAS DEL GENIO

Sentado indolentemente,
Cierta noche de verano,
Con una pluma en la mano
Y una luz frente por frente.

Está Napoleón Primero


Sumando con mucho afán,
Puesto á un lado aquel gabán,
Y á otro lado aquel sombrero.

Suma, de intento, muy mal.


Entre espantado é iracundo.
Todas las muertes que al mundo
Costó su gloria imperial.
DOLORAS 239

Y cuando ya á traslucir

Llega una cifra espantosa.


Se lanza una mariposa,
Sobre la luz á morir.

Su muerte próxima, al ver


Sintió el héroe compasión;
Que al fin, aunque Napoleón,
Era un hijo de mujer;

Y con benévola calma


La separó dulcemente.
Pues los que matan la gente
Pueden también tener alma.

El, que carne de cañón


Pudo á los hombres llamar.
Ve á un insecto peligrar.
Con pena en el corazón.

Ni ella cede, ni él se para,


Y con la intención más terca.
Cuanto más ella se acerca.

Tanto más él la separa.

Tal vez el Emperador


Lloraba de sufrir tanto,

Si él pudiera tener llanto

Para el ajeno dolor.


240 CAMPOAMOR

¡
Ay! una vida tan ruin.
¿No había de enternecer
Al que acababa de hacer
Del universo un botín?

¡ Y luego la coalición

Dirá que no era perfecto


El que en salvar á un insecto
Funda un sueño de Colón!

Sigue la lucha emprendida


Entre él y ella, y de esta suerte.

Mientras busca ella la muerte,


Le da Napoleón la vida.

Y así el empeño siguió


Por ambos con frenesí;
La mariposa en que sí,
Y Napoleón en que no.
La salva al fin, y — ¡victoria!
Exclama con alegría
El que hacía y deshacía
Á cañonazos la historia
¡Victoria! ¡Victoria, pues!

¡ Dios inmenso ! ¡ Dios inmenso


¡De esa acción suba el incienso
Hasta tus divinos pies!
DOLORAS 241

Aquella alma generosa


Que vertió de sangre un mar,
¡Cuánto luchó por salvar
La vida á una mariposa

¡Que alguno de tal bondad


Cuente á la Francia la gloria

Luego la Francia á la historia,


Y ésta á la posteridad !

Y tú, ciega multitud.


Pobre carne de cañón.
Di por él : — ¡ Oh compasión,
Tú eres sólo la virtud 1

U
242 CAMPOAMOR

LXXVl

LAS DOLORAS

A DOÑA JUANA BARRERA DE CAMPOS.

¿ Conque una buena dolora


Me pides, Juana, tan llena
De candor?
Tal vez tu inocencia ignora
Qiie será, si es la más buena,
La peor.

¿Te he de alabar, fementidoj,

Desventuradas venturas
Que gocé,
Y amores que he aborrecido
É inagotables ternuras
Q.ue agoté ?
DOLORAS 243

Perdona si en mis doloras


Siempre mi pecho destila

La ansiedad
De unas sombras vengadoras
Que asaltan mi no tranquila
Soledad.

Jamás en ellas escrito

Dejaré, imbécil ó loco.


El error
De que el bien es infinito,
Ni que es eternotampoco
El amor.

Bueno es que, aunque terrenales.


Nuestras venturas amemos;
Pero ¡ah!
Bienes de acá son mortales,
¡ La dicha y el bien supremos
Son de allá

¡
Qué inconsolables cuidados
Da el ver, desde la rendida
Senectud,
Los tesoros disipados
De la por siempre perdida
Juventud!
244 CAMPOAMOR

Qué manantial tan ecundo


i

De engañosas esperanzas
Es amor!
j
Qué doctor es tan profundo
En útiles enseñanzas
El dolor!

¡
Cuan ciego el amor, cuan ciego,
Falta al deber más sagrado
Y es de ver
¡
Cómo al amor faltan luego
Los que primero han faltado
Al deber!

¡ Pérfido amor, y cuál huye


Tras los primeros momentos
Del ardor!
¡
Santa amistad, que concluye
Por cumplirlos juramentos
Del amor!

¡
Siento á fe que esta dolora
Hiera, Juana, tu ternura!
Mas ya ves
Que toda dicha de ahora
Es siempre la desventura
De después.
DOLORAS 245

Por eso, olvidado, quiero


Ya sólo el eterno olvido
Esperar,
Aunque del mundo en que espero.
Más siento el haber venido
Que el marchar.

Hasta de mí, el pensamiento


Hastiado, y arrepentido
Del vivir,

Huye cual remordimiento


Que del crimen cometido
Quiere huir.

Aunque, de dolor ajenos.


La vida ven placentera
Los demás,
Si la despreciara menos,
Yo acaso la aborreciera
Mucho más.

Deja ya, corazón mío.


Cuanto encuentras deleitable.
Sin saber
Que al gozar, mueres de hastío^
Galeote miserable
Del placer.

14.
246 CAMPOAMOR

La vida Cuan fácil fuera


¡ !
i

Sus más aciagos momentos


Soportar,
Si en el pecho se pudiera

Algunos remordimientos
Enterrar!

Mas ay ¡ 1 Juana encantadora,


¡ Cuál de espanto retrocede
Tu candor,
Al mirar que esta dolora.
Si es buena, tampoco puede
Ser peor!

Y es que derramo sincero


De mi dolor la medida
Sin querer.
Siempre que las aguas quiero
De mi soñolienta vida
Remover.

Ya, cual todo penitente


En el lodo derribado
Por su cruz,
Me ag-ito impacientemente
Por revolverme hacia el lado
De la luz.
DOLORAS 247

Yo antes vivir anhelaba,


Mas lioy morir sólo fuera
Mi ilusión,

Si estuviese como estaba


El día de mi primera
Comunión.

¡
Juana ! el respeto adoremos
Que aun nos liga complaciente
Al deber,
Y los lazos desatemos
Que habrá el tiempo tristemente
De romper.

I Á qué esperar á mañana


En dejar esto, y de aquello
En huir.
Si aunque tú lo sientas, Juana,
Lo que no dejemos, ello

Se ha de ir?

Al fin, de tu santo celo


Las huellas de buena gana
Sigo fiel.

Cuando va el perfume al cielo,

Todo lo que siente, Juana,

Va con él.
248 CAMPOAMOR

Ya en mi inútil existencia

Sólo el ímpetu modero


Del dolor,
Con paciencia y más paciencia,
Ese valor verdadero
Del valor.

Y hoy que humilde, si antes tierno.


Sus culpas el alma mía

Va á expiar,
¡Perdóname, Dios eterno!
¡ Entonces ¡ ay ! no sabía
Sino amar!

Ya en nada inmutable creo


Más que en Dios omnipotente;
Y también
En que engaña mi deseo
Por llevarme más clemente
Hacia el bien.

¡ Sí ! me lleva al bien cumplido


Que busco cual nunca, fuerte.
Pues ya sé

Que, aunque todo me ha vencido.


Hoy venceré hasta la muerte
Con la fe.
DOLORAS 249

Y adiós, Juana, que extasiado,


Del supremo bien que anhelo
Voy en pos.
¿ Quién será el desventurado
Que sólo mirando al cielo

No halle á Dios ?...


>50 CAMPOAMOR

LXXVII
LA GRAN BABEL

A DON RAFAEL CABEZAS

Refiere el vulgo agorero


Que de los cantos del mundo.
El tarará fué el primero,
Y el tururú fué el segundo.

Y hay quien cree que estos sonidos


De tururú y tarará,
Son los últimos gemidos
Que una lengua al morir da.

Oye, y al fin de esta historia,


¿Dichosos, Rafael, los dos,
Si al perder la fe en la gloria.
Aun nos queda la de Dios
DOLORAS 2U

II

Á un romano un caballero
Regaló un pájaro un día
Que, lo mismo que un Homero,
Voces del griego sabía.

Y es fama que el patrio idioma


Charloteaba con tal fuego,
Que al pájaro toda Roma
Le llamó el último griego.

Si con preguntas la gente


Le importunaba quizá,
Respondía impertinente
El pájaro : — Tarará.

— ¿ Qué es tarará? — preguntó


Lleno el romano de celo.

Soñó un sabio y contestó :

— ¿ Tarará? Patria del cielo. —


Que á un sueño, hambrienta de fama.
Se agarra la tradición.

Como un náufrago á la rama


Prenda de su salvación.
252 CAMPOAMOR

Después de mucho aprender.


Ni al cabo de la jornada
Llegó el romano á saber
Que tarará no era nada.

Sólo por presentimiento


Pudo asegurar un día,
Que era el pájaro del cuento
El que más griego sabía.

Y es que sin duda perece.


Cual lo mezquino también,
Hasta aquello que merece
De Dios y la historia bien.

III

Pues dando á esta historia cima.

Refiere otra tradición


Que siendo virrey en Lima
Nuestro conde de Chinchón,

Le regalaron un día
Un loro experto en historia.
El solo eco que existía
De la peruviana gloria.
DOLORAS 253

— ¿Quién fué, le prci^unta el Conde,


— El primer rey dol Perú ? —
Habla el loro, y le responde
En ronca voz : — Tururú.
— Sabremos qué frase es
I ésta ? —
Dice á un sabio el español.
Sueña el sabio y le contesta
— ¿ Tururú? Patria del sol. —
El pobre sabio aquí miente,
Cual mintió iluso el de alia :

¿Quién renuncia fácilmente


A la ilusión que se va ?

Toda lengua y toda gloria,


Cumplida ya su misión,
Se tiende sobre la historia
Como un fúnebre crespón.

Pues lo mismo aquí que allá.


En Roma y en el Perú,
Como el griego á un tarará,
Llegó el inca á un tururú.

¡ Paciencia ! en queriendo el cielo

Nuestras glorias eclipsar.


No nos deja más consuelo
Que el consuelo de llorar.
154 CAMPOAMOR

IV

Muy pronto, Rafael, quizá.


Por más que de ello te espantes,

Cual Homero un tarará,


Será un tururú Cervantes.

¡
Cuánto los hombres se humillan
Viendo el eclipse total

De estas estrellas que brillan

En nuestro mundo moral!

¡ Ay ! esta lengua en que está


Brillando un vate cual tú,
¿Dará fin en tarará,
Ó acabará en tururú?

Corre el tiempo, 3^ confundido


Lo grande con lo pequeño,
Juntos en perpetuo olvido
Los une un perpetuo sueño.

Mas tú, cual yo, á Dios alaba,


Pues ya sabemos los dos,
Que allí donde todo acaba
Es donde comienza Dios.
DOLO RAS 2SS

LXXVIII

TODO Y NADA

— ¡Cuánta dicha! y ¡cuánta gloria!'


Dije, entre humillado y fiero,

Leyendo una vez la historia


Del emperador Severo.

Y cuando á verle llegué


Subir á rey desde el lodo,
— Yo en cambio, — humilde exclamé,
No nada, y nada
fui todo. — es

Mas con humildad mayor.


Vi que al fin de la jornada
Exclamó el Emperador :

— Yo fui todo, y todo es nada. —


2j6 CAMPOA.\(OR

LXXIX
LOS DOS CETROS

1860

A 3. A. R. EL PRINCIPE DE ASTURIAS.
(DON ALFONSO XII.)

Vine un convento á heredar,


Y al mismo convento, anejo
Un templo á medio arruinar,
Donde hallé un santo muy viejo
Encima de un viejo altar.

Cogí un bastón que tenía


De caña el santo bendito,
Y dentro un papel había
Que, por don Pelayo escrito,
De esta manera decía
DOLORAS 257

II

— Escucha, lector, la historia

Del postrer rey español,


Y amengüen su gloria,
á los que
Les ruego que hagan memoria
Que hay manchas hasta en el sol.

Meses anduve cumplidos


Del rey don Rodrigo en pos,
Desde el día en que, vendidos,
Fuimos en Jerez vencidos
Los del partido de Dios.

Hallé al fin al rey de España


Al pie de este santuario,
Llevando un cetro de caña.
Pobre pastor solitario,

Rey de una pobre cabana.

Y al verme, casi llorando,

Rodrigo habló de esta suerte


— Por que te estaba esperando,

No me hallo ya descansando
En los bracos de la mutrte.
2S8 CAMPOAMOR

Llegué aquí desesperado,


Cuanto mi trono se vio

Por traidores derribado...


¡ Dios les haya perdonado
Como les perdono yo!

Dssde entonces, entre fiares,

Vagando por los oteros,

Recuerdan á mis dolores


El cetro, amigos traidores.
La caña, mansos corderos.

Tú, elegido por 7ni amor


Y mi heredero por ley.

Escoge aquí lo mejor


Entre este cetro de rey
Y esta caña de pastor.

Sé humilde ó grande. Yo ahora


Me quedo á ejercer contento
La virtud que el cielo adora,
Que es el arrepentimiento.
Que en la sombra re^^a y ¡lora. —
Dijo, y siguiendo el destino
De su alegre adversidad,
Lleno de un fervor divino,
DOLORAS 259

Tomó Rodrigo el camino


De la eterna soledad.

Yo, Pelaj'o^ es doy la historia


Del postrer rey español,
Y á los que amengüen su gloria,
Les ruego que hagan memoria
Que hay manchas hasta en el sol.

¡ Dios eterno !
¿ y de estas flores
He de dejar los senderos.
Recordando á mis dolores
El cetro, amigos traidores.
La caña, mansos corderos?

Sí que aunque mi alma cansada


¡ !

Tomarla de buen grado


El arado por la espada,
Tomo por ti, patria amada.
La espada en vez del arado.

Parto, y lo escrito, al marchar,


Con la caña al santo dejo.
Caña que á mí vino á dar
Cuando hallé aquel santo viejo
Encima de un viejo altar.
26o CAMPOAMOR

Y he aquí por que suerte extraña


Del rey don Rodrigo, así

Han llegado cetro y caña,


Grande el cetro al rey de España,
Y humilde la caña á mí.

III

Á vos, Príncipe y Señor,


Desde la cuna rodeado
De todo humano esplendor,
Os escribo ésta, sentado
Sobre unas hierbas en flor.

Vinimos por suerte extraña


Á un rey á heredar los dos.
Vos su cetro, y yo su caña;
Vos el cetro real de España,
Yo el que humilde llevó Dios.

Cansancio ó tedio espantoso


El cetro os dará algún día;
La caña, más venturoso,
Al menos ¡
ay ! os daría
En la oscuridad reposo.
DOLORAS 261

Yo, en vez de rey desdichado.


Seré un dichoso pastor,
Pues ya el mundo me ha enseñado
Que, entre el cetro y el cayado.
El cayado es lo mejor.

¡
Cuánto seréis bendecido
Desde mi humilde rincón.
Cuando os lleven perseguido,
La calumnia, si vencido;
Si vencéis, la adulación

Cuando 3-0 ande indiferente


Por el monte ó por el llano,

A vos os dirá la gente,


— ¡Rey débil! — si sois clemente;
Si justiciero, — ¡tirano!

¡
Cuál será vuestro cuidado,
Mientras que todo, Señor,
Yo lo olvidaré, olvidado.
En mi trono recostado
De humildes hierbas en flor!

Noble, cual vuestra Nación,


A vuestra madre imitad,
En cuyo real corazón,
262 CAMPO A MOR

Se aman justicia y perdón.


Se abrazan dicha y verdad.

Y Dios, para bien de España,


De su gracia os dé el tesoro.

Dado en mi pobre cabana;


Yo, el rey de cetro de caña^
Á mi Rev de cetro de oro.

FIN DE LA TERCERA ÉPOCA


CUARTA PARTE

LXXX
LOS DOS MIEDOS

Al comenzar la noche de aquel día,

Ella, lejos de mí,


— ¿Porqué te acercas tanto? — me decía-
— ; Tengo miedo de ti —
!

II

Y después que la noche hubo pasado.


Dijo, cerca de mí
— ¿Por qué te alejas tanto de mi lado?
¡
Tengo miedo sin ti I

264 CAMPOAMOR

LXXXI
LA ÚLTIMA PALABRA

Cuando yo con el alma te quería,

¿ Quién presumir pudiera


Que á despreciar ¡
infame ! llegaría

En ti
y por ti la humanidad entera?.
DOLOR AS 265

LXXXII
Á REY MUERTO REY PUESTO

El principio de toda tentación


es no ser uno constante...
(Kempis, lib. [, cap. xn.)

Murió por ti ; su entierro al otro día


Pasar desde el balcón juntos miramos;
Y espantados tal vez de tu falsía
En tu alcoba los dos nos refugiamos.
Cerrabas con terror los ojos bellos.
El requiéscat se oía. Al verte triste,

Yo la trenza besé de tus cabellos,


Y— ¡traición! ¡sacrilegio! — me dijiste.

Seguía el de projundis y gemimos...


El muerto y el terror fueron pasando...
Y al ver luego la luz, cuando salimos,
— ¡
Olió vergüenza !
— exclamaste suspirando.
Decías la verdad. ¡Aquel entierro !

¡El beso aquel sobre la negra trenza!...


Después ¡la oscuridad de aquel encierro!...
¡Sacrilegio! ¡Traic-ión! ¡Miedo! ¡Vergüenza!
266 CAMPO AMOR

LXXXIII
HASTÍO

Sin el amor que encanta,


La soledad de un ermitaño espanta.
¡
Pero es más espantosa todavía
La soledad de dos en compañía
DOLORAS 267

LXXXIV
LAS DOS COPAS

Le dijo á Rosa un doctor :

— « Se curan de un modo igual


Las dolencias en amor,
En y en moral.
higiene
Yo, aunque el método condene,
»

Lo dulce en lo amargo escondo :

Esta copa es la que tiene


Dulce el borde, amargo el fondo.
» Y por si quiere esa boca
Cumplir una vez mi encargo.
Tiene esta segunda copa
Dulce el fondo, el borde amargo.
» Dios, sin duda, así lo quiso,
Y esto siempre ha sido y es :

Tomar lo amargo es preciso.


Bien antes ó bien después. » —
2Ó8 CAMPO AMO II

II

Rosa luego, de ansia llena,

Dice en su amoroso afán :

— « Mezclados cual dicha y pena


Lo dulce y lo amargo van.
» Merced á doctor tan sabio,

Ve, aunque tarde, mi razón,


Que aquello que es dulce al labio
Es amargo al corazón.
» Yo, que hasta el postrer retoño
Agosté en mi edad primera
Brotar no veré en mi otoño
Flores de mi primavera.
» Fui dejando, por mejor,
Lo amargo para el final,

Y esto, según el Doctor,


Sabe bien, mas sienta mal.
» Cumpliré una vez su encargo :

Tú, copa segunda, ven.


Pues tomar antes lo amargo,
Si sabe mal, sienta bien.
»
i
Oh, cuan sabio es el Doctor
Que cura deun modo igual
Las dolencias en amor.
En higiene v en moral! »
DoLoRAS 269

LXXXV
MAL DE xMUCHAS

I Qué mal, Doctor, la arrebató á la vida?-


Rosaura preguntó con desconsuelo.
— Murió, Doctor, de una
dijo el caída.
— Pues ¿de dónde cayó? — Cayó del cielo.

LXXXVI
BODAS CELESTES

Te vi una sola vez, sólo un momento;


Mas lo que hace la brisa con las palmas
Lo hace en nosotros dos el pensamiento;
Y asi son, aunque ausentes, nuestras almas
Dos palmeras casadas por el viento.
270 CAMPOAMOR

LXXXVII
LAS DOS ESPOSAS

Sor Luz, viendo á Rosaura cierto día


Casándose con Blas,
— Oh, qué esposo tan bello se decía,
¡
!

Pero el mío lo es más


¡
!

Luego en la esposa del mortal miraba
La risa del amor,
Y, sin poderlo remediar, ¡lloraba
La esposa del Señor!
DOLORAS 271

LXXXVIII

CONVERSIONES

Brotó un día en Rosaura el sentimiento


De su primer amor, y en el momento
Volando un ángel, con fervor divino,
Para guiarla al bien del cielo vino.
Mientras un diablo del infierno, ardiendo,
Para arrastrarla al mal, llegó corriendo.
Ante Rosaura bella,

Ángel y diablo, enamorados de ella,

Divinizado el diablo se hizo bueno,


Y el ángel se impregnó de amor terreno
Y al ser transfigurados de este modo,
Por voluntad del que lo puede todo,
Fué el ángel al infierno condenado,
Y el diablo al cielo fué purificado.
¿De qué gracia y malicia estará llena
Mujer que con mirar salva ó condena?
272 CAMPO A MOR

LXXXIX
MEMORIAS DE UN SACRISTÁN

Dos de abril. — Un bautizo. — ¡Hermoso día!

El nacido es mujer, sea en buen hora.


Le pusieron por nombre Rosalía.
La niña es, cual íu mr.dre, encantadora.
Ya el agua del Jordán su sien rocía;
Todos se ríen, y la niña llora.
Cruza un hombre embozado el presbiterio

Mira, gime y se aleja : aquí hay misterio.

IT

Á unirse vienen dos de amor perdidos.


El novio es muy galán, la novia es bella.
¿Serán en alma como en cuerpo unidos?
DOLORAS 273

Testigos, primas de él y primos de ella.

En nombre del Señor son bendecidos.


Unce el yugo al doncel y á la doncella.
Dejan el templo, y al salir se arrima
Un primo á la mujer, y él á una prima.

III

¡Un entierro! ¡Dichosa criatura!


¿Fué muerto, ó se murió? Todo es incierto.
Solos estamos sacristán y cura.
¡Cuan pocos cortesanos tiene un muerto!
Kacer para morir es gran locura.
Suenan las diez. La iglesia es un desierto.
Dejo al muerto esta luz, y echo la llave.

Nacer, amar, morir : después... ¡quién sabe!


CAMPOAMOR

xc
EL ANÓNIMO

Sobre la tumba de ella escribió un día


— ¡ Por darte vida á ti, me mataría !

Y al otro día, por autor incierto.
Con lápiz al final se vio añadido :

— Si ella hubiese vivido,


Ya de hastío tal vez la hubieras muerto.
DOLORAS 27)

XCI

NUEVO TÁNTALO

Hay un rincón maldito en el infierno


Desde el que, en vaga y celestial penumbra,
Para aumentar el sufrimiento eterno,
Otro rincón del cielo se columbra.
¿Por qué de mi alma el tenebroso invierno
La hermosa luz de tu semblante alumbra.
Si es mirarse en tus ojos retratado
Hacerle ver el cielo á un condenado ?
276 CAMPOAMOR

XCII •

EL ALMEZ

Junto á este mismo almez, á Rosa un día


Hice votos de amarla eternamente.
Se está oyendo en el aire todavía
De mi acento el rumor.
¿Por qué siento, mis votos olvidados.
Esclavo de otra fe, nuevos ardores ?
Pasa eltiempo de amar y ser amados,
Mas no pasa el amor.

II

Otro día, á Rosaura encantadora


Al pie del mismo almez juré lo mismo,
Y recuerdo que, entonces, como ahora,
Cantaba un ruiseñor.
DOLORAS 277

Pasó el tiempo, y los nuevos ruiseñores


Vinieron d cantar á otra hermosura :

Porque se van amados y amadores,


Pero queda el amor.

III

Después, al pie de este árbol, iie sentido,


Extático mirando á Rosalía,
Momentos de emoción, en que he perdido
Para siempre el color

¡ Ay! ¿Pasarán, como pasaron antes,


Si no el amor, las almas que lo sienten?

jSí !
¡
que es siempre, siendo otros los amantes.
Uno mismo el amor

IV

Almez, á cuyo pie tanto he adorado;


De amores, que aun vendrán, altar querido;
Que enciendes, recordando mi pasado.
De mi sano;re el ardor...
Tú morirás, cual muere nuestra llama,
Y otro árbol nacerá de tu semilla.
Porque aunque es tan fugaz todo lo que ama.
Es ^,terno el amor.
16
278 CAMPOAMOR

V
Y cuando el mundo al fin sea extinguido
Y se oiga en las regiones estrelladas
Del orbe entero el último crujido
En inmenso fragor,
Dios de nuevo la nada bendiciendo,
De ella hará otros almeces y otros mundos,
E irá un hervor universal diciendo :

— ¡Amor! ¡amor! ¡amor!...


DOLORAS 279

XCIII

¡ASÍ!

— Mira hacia allá. Tu eléctrica mirada


r;Por qué se clava con ardor en mi?
¡Es mi pecho un volcán! ¡muero abrasada!
¡
No me mires así !

II

— Mira hacia acá. Tus ojos inconstantes


Ya no se clavan con ardor en mí;
Si he de vivir, mírame así... como antes...

Fíjate bien : ¡así! —


CAMPOAMOR

XCIV
EL ALMA EN VENTA

Así con Satanás Julio habló un día :

- ¿Quieres comprarme el alma? — Vale poco.


- Tan sólo por un beso la daría.

-Antiguo pecador, ¿te has vuelto loco?


-¿Lacompras?— No.— ¿Porqué?— Porque ya es mía
DOLORAS í.?!

xcv
EL OJO DE LA LLAVE

No te ocupes en cosas ajenas,


ni te entremetas en las cosas de
los mayores.

(Kempis, lib. I, cap. xxi.)

A LOS aUINCE ANOS

Dos hablan dentro muy quedo;


Rosa, que á espiar comienza,
Oye io que le da miedo,
Ve lo que le da vergüenza.
Pues, ¿qué hará que así le espanta
Su amiga á quien cree una santa?
Ko sé qué le da sonrojo.
Mas... debe ver algo grave
Por el ojo,

Por el ojo de la llave.

Ib.
282 CAMPOAMOR

El corazón se le salta
Cuando oye hablar, y después
Mira... mira... y casi falta
La tierra bajo sus pies.

¡Ay si ya á vuestra inocencia


!

No desfloró la experiencia,
No miréis por el anteojo
Del rayo de luz que cabe
Por el ojo.

Por el ojo de la llave.

Desde que á mirar empieza,


De un volcán la ebullición

Sube á encender su cabeza.


Va á inflamar su corazón.
Claro; el ser que piensa y siente,
Siempre, cual ella, en la frente.

Tendrá del pudor el rojo

Cuando de mirar acabe


Por el ojo.

Por el ojo de la llave.

De aquel anteojo á merced


Mira más... y más... y más...
Y luego siente esa sed
Que no se apaga jamás.
Mas, ¿ qué ve tras de la puerta

Que tanto su sed despierta?


DOLORAS 2S5

¿Qué? Que á pesar del cerrojo.


Ve de la vida la clave
Por el ojo,

Por el 0)0 de la llave.

Haciendo al peligro cara,


Ve caer su ingenuidad
La barrera que separa
La ilusión de la verdad.
Pero ¿qué ha visto, señor?
Yo sólo diré al lector
Que no hallará más que enojo
Todo el que la vista clave
Por el ojo.

Por el ojo de la llave.

Siguen sus ojos mirando


Que habla un hombre á una mujer,
Y van su cuerpo inundando
Oleadas de placer.
Su amiga de gracia llena,
¿No es muy buena? ¡ah! ¡sí, muy buena!,
¿Pero hay alguien cuyo arrojo
De ser mirado se alabe
Por el ojo.

Por el ojo de la llave?


284 CAMPO A MOR

II

A LOS TREINTA ANOS

Mas, quince años después, Rosa ya sabe


Con ciencia harto precoz,
Que el mirar por el ojo de la llave
Es un crimen atroz.

Una noche de abril á un hombre espera


La humedad y el calor
Siempre son en la ardiente primavera
Cómplices del amor.

Húmeda noche tras caliente día...

Rosa aguarda febril.

¡
Cuánta virtud sobre la tierra habría
Si no fuera el abril

Y como ella ya sabe lo que sabe.


Después que el hombre entró.
De hacia el frente del ojo de la llave
Cual de un espect;o huyó.

Y cuando al lado de él, junto á él sentada,


En mudo frenesí
DOLORAS 285

Se hablan ambos de amor, sin decir nada,

Rosa prorrumpe así

— ¿El ojo de la llave está cerrado?

¡
Ay hija de mi amor!
Si ella mirase, como yo he mirado...
Voy á cerrar mejor.
2cS6 CAMPOAMOR

XCVI
MIS LECTURAS

/ Después de Job, para templar mi enojo


Leo cantos de Byron con ardor;
Pero, espantado de los dos, arrojo
Si á Job con pena^ á Byron con horror.

Entre un vil muladar y un negro infierno


Me quita éste la fe, y aquél la calma

Y al fin, entre el antiguo y el moderno,


Prefiero el Job del cuerpo al Job del alma.
DOLORAS ^ 287

XCVIl

A...

No doy los tristes pensamientos míos


Por tus sueños ligeros y rosados.
Porque, á cráneos vacíos,
Prefiero corazones disecados.
2S3 CAMPOAMOR

XCVIII

LO DE SIEMPRE

Un galán la adoraba,
Y ella reía, mientras él lloraba.

II

Después de cierto día,


Mientras ella lloraba, él se reía,
DOLORAS 289

XCIX
TEJER Y DESTEJER

Gracias á ti, he caído


En el horrible estado
De olvidar cuanto puedo lo pasado,
Y despreciar después cuanto no olvido.

•\

"7
CAMPOAMOR

LA VIUDA Y EL FILÓSOFO

Ella — Muerto mi
: me matará pena.
bien, la

Él :
— Ay cuánto envidia dolor mi
¡
! ¡ ese hastío
Ella :
— Urna mi corazón de polvo
¡ es llena
El : — Mi pecho un sarcófago es vacío.
Ella :— No hay tan como mi
suerte cruel suerte
— ¡Dichosa que amó y ha
i

Él : la amada! sido
Ella :— Hoy en mi corazón
¡
muerte reina la
Él : — ¡En mío peor, reina nada
el es la
DOLORAS 29:

Para querer á un rico, que es un necio,


Por pobre me entregaste al abandono.
Si ha sido por codicia, te desprecio
Si ha sido por amor... j te lo perdono!

CU
NO HAY VIDA SIN TI


¿Por qué quieres saber, Ana querida,
En qué vive mi espíritu ocupado?
Después que mi cariño has despreciado,
Me ocupo sólo en despreciar la vida.
292 CA.MPOAM0R

CÍÍI

ELLOS Y ELLAS

Se quieren dos; y él y ella


De amor, ó de bondad, el pecho lleno.
Mientras él nos pregunta — ¿es bella, es bella ?-

Ella va preguntando : — ¿es bueno, es bueno?


DOLORAS 293

CIV

EL AMOR Y LA FE

AL PIE DEL RETRATO DE QUINTANA, EN EL ÁLBUM DE


LA SEÑORA CONDESA DE ANTILLÓN.

Jamás cantó la fe ni los placeres,

Pero probó su musa soberana


Que no son ilusiones los deberes,
Ni el patriotismo una palabra vana.
Mas, no adorando a Dios ni á las mujeres,

¿ Cómo amaba y creía el gran Quintana ?


Yo, exceptuando el amor, nada deseo.
Si suprimís á Dios, en nada creo.
294 CAMPOAMOR

cv
CUESTIÓN DE NOMBRE

De una hermosa pagana la existencia

Salvó un cristiano, y, con fervor divino,


La pagana dio gracias al Destino
Y el cristiano alabó la Providencia.
DOLORAS 29S

CVI

EL GAITERO DE GIJÓN

A MI SOBRINA GUILLERMINA CAMPOAMOE Y DOMÍNGUEZ.

Ya se está el baile arreglando.


Y el gaitero ; dónde está ?

— Está á su madre enterrando,


Pero enseguida vendrá.
— Y ¿vendrá — Pues ¿qué ha de hacer?
?

Cumpliendo con su deber


Vedle con la gaita... pero,
¡Cómo traerá el corazón
El gaitero,
El gaitero de Gijón
296 CAMPOAMOR

II

j Pobre! ¡Al pensar que en su casa


Toda dicha se ha perdido,
Un llanto oculto le abrasa
Que es cual plomo derretido
Mas, como ganan sus manos
El pan para sus hermanos,
En gracia del panadero,
Toca con resignación
El gaitero.
El gaitero de Gijón.

ni

¡ No vio una madre más bella

La nación del sol poniente!...

j
Pero ya una losa, de ella

Le separa eternamente !

¡Gime y toca ! ¡Horror sublime I

¿Vías, cuando entre dientes gime.


No bala como un cordero.
Pues ruge como un león
El gaitero,
El gaitero de Gijón.
DOLORAS 297

IV

La niña más bailadora,


— ¡
Aprisa ! — le dice — ¡
aprisa

Y el gaitero sopla y llora.


Poniendo cara de risa.

Y al mirar que de esta suerte


Llora á un tiempo y los divierte,
¡
Silban, como Zoilo á Homero,
Algunos sin compasión
Al gaitero,
Al gaitero de Gijónl

Dice el triste en su agonía,


Entre soplar y soplar :

— ¡
Madre mía, madre mía,
Cómo alivia el suspirar
Y es que en sus entrañas zumba
La voz que apagó la tumba;
¡
Voz que, pese al mundo entero.
Siempre la oirá el corazón
Del gaitero.
Del gaitero de Gijónl

^1
298 CAMPOAMOR

VI

Decid, lectoras, conmigo :

¡
Cuánto gaitero liay asi

Preguntáis ¿
por quién lo digo?
Por vos lo digo, y por mí.
¿No veis que al hacer, lectoras,
Doloras y más doloras.
Mientras yo de pena muero,
Vos las recitáis, al son
Del gaitero.
Del gaitero de Gijón?...
DOLORAS 299

CVII

LOS EXTREMOS SE TOCAN

Mientras la abuela una muñeca aliña


Y, haciéndose la niña, se consuela;
Haciéndose la vieja, usa la niña
El báculo y la cofia de su abuela.
300 CAMPOAMOR

CVIII

LA CONDICIÓN

Al regresar del otero.


Lleno de gozo y cariño
Les dio á una niña y un niño
Dos pájaros un cabrero.
Dándole un beso primero,
La niña al suyo soltó
Al pájaro que quedó
No se le pudo soltar.

Porque el niño, por jugar.


El cuello le retorció.
DOLORAS 301

CIX
LAS TRES NAVIDADES

Colgó un zapato Luz con blanca mano


En la noche de Reyes al sereno.
Pasó, haciendo de rey, Ana su tía,

Y, al despertar niña muy temprano.


la

Viendo de dulces el zapato lleno.


Se puso colorada de alegría.

II

Puso Luz su zapato á la ventana


En la noche de Reyes con recato.
Pasó un rey, que era un joven de alma pura,
Y Luz, al despertar por la mañana.
Encontrando una flor en el zapato
Se puso colorada de ternura.
302 CAMPOAMOR

III

Ya es Luz una mujer; mas suele ahora


El zapato colgar lo mismo que antes
Y un Creso, que en poder no hay quien lo venza,

Pasa haciendo de rey, y ella á la aurora


Al ver lleno el zapato de brillantes.
Se pone colorada de vergüeñ:<^a.
DOLORAS 303

ex
CUESTIÓN DE FE

Ya el amor los hastía

Y hablan de astronomía
Y en tanto que él, impío.
Llama al cielo el vacío,

¡Ella, con santo celo.

Llama al vacío el cielo!

CXI
AMOR AL MAL

Por más que me avergüenza, y que lo llorO;


No te amé buena, y pérfida te adoro.
304 CAMPOAMOR

CXII

VERDAD DE LAS TRADICIONES

Vi una cruz en despoblado


Un día que al campo fui,
Y un hombre me dijo « Allí
:

Mató á un ladrón un soldado. »

II

Yoh pérfida tradición


¡

Cuando del campo volví,


Otro hombre me dijo : « Allí—
Mató á un soldado un ladrón. »
DOLORAS 305

CXIIl

MAL DE AMOR

¡Ya no tengo esperanza


De que acabe jamás la pena mía,
confianza
Pues al perder en ri mi ^

te tenía
Ko he perdido el amor que
506 CA.NfPOAMOR

CXIV

LA NOCHE-BUENA

Son hija y madre ; y las dos


Con frío, con hambre y pena,
Piden en la Noche-Buena
Una limosna por Dios.

II

— Hoy los ángeles querrán -

La madre á su hija decía,


— Que comamos, hija mía,
Por ser Noche-Buena, pan. —
DOLORAS 30/

III

Y al anuncio de tal fiesta,

Abre la madre el regazo,


Y sobre él á aquel pedazo
De sus entrañas acuesta.

IV

Al pie de un farol sentada.


Pide por amor de Dios...
Y pasa uno... y pasan dos...
Mas ninguno le da nada.

V
La niña con triste acento
— Pero ¿y nuestro pan ? — decía,
— Ya llega — le respondía
La madre... y ¡llegaba el viento!

VI

Mientras de placer gritando


Pasa ante ellas el gentío,
La niña llora de frío,

La madre pide llorando.


308 CAMPOAMOR

VII

Cuando otra pobre como ella

Una moneda le echó,


Recordando que perdió
Otra niña corno aquella.

VIII

— Ya nuestro pan ha venido —


Gritó la madre extasiada...
Mas la niña quedó echada,
Como un pájaro en su nido.

IX

¡Llama... y llama!... ¡Desvarío!


¡Nada hay ya que la despierte :

Duerme; está helando, y la muerte


Sólo es un sueño con frío

X
La toca. Al verla tan yerta,
Se alza ; hacia la luz la atrae,
Se espanta, vacila... y cae
Á plomo la niña muerta.
DOLORAS 309

XI

Del suelo, de angustia llena,


La madre á su hija levanta.
Y en tanto un dichoso canta :

— jEsta noche es Noche-Buena I.


510 CAMPOAMOR

cxv
LAS BUENAS PECADORAS

Después de días de tormentas llenos


Te vi en misa rezar con santa calma,
Y dije para mí : — a Del mal el menos;
Da el cuerpo al diablo, pero á Dios el alma. »
DOLORAS 3:1

CXVI
LA LEY DEL EMBUDO

De su honor en menoscabo,
Faltó un esposo á su esposa;
Ella perdonó amorosa,
Y el público dijo : — ¡Bravo!
Faltó la mujer al cabo.
Harta de tanto desdén,
Y el falso esposo ¿ también
Perdonó á la esposa ? No :

El esposo la mató,
Y el público dijo :
— ¡
Bien!
12 CAMPOAMOR

CXVII

ROGAD Á TIEMPO

Marchando con su madre, Inés resbala,

Cae al suelo, se hiere, y disputando


Se hablan así después las dos llorando :

— ¡Si no fueras tan mala!... — No soy mala.


— ¿Qué hacías caer?... — ¡Iba rezando!
al
DOLORAS jij

CXVIII

HERO Y LEANDRO

Á Hero Leandro adoraba,


Y, por verla, enamorado
El Helesponto cruzaba
Todas las noches á nado.

II

Y, según la fama cuenta,


Hero una luz encendía
Que en las noches de tormenta
De faro al joven servía.

i8
514 CAMPOAMOR

III

Una noche á Hero, cansada


De mirar hacia Bizancio,
Rendida, aunque enamorada,
La hizo dormirse el cansancio.

IV

Y esto su amor no mancilla,


Pues todas, lo mismo que Hero,
Tienen el cuerpo de arcilla

Aun teniendo alma de acero.

Y lo más triste es, que apenas


La pobre Hero se durmió,
Cuando un aire desde Atenas
La luz, soplando, apagó.

VI

Viendo él la luz apagada.


Sintió aquel olvido tanto,
Que maldiciendo á su amada,
Abrasó el mar con su llanto.
DOLORAS 3I)

VII

Y queriendo, ó sin querer,


De pena se dejó ahogar,

Sin que él pudiese saber


Si le ahogó el llanto ó la mar.

VIII

Lo cierto es que al desdichado,


Al rayo del sol primero,
La tormenta le echó, ahogado,
Al pie de la torre de Hero.

IX

Y cuando muerto le vio,

Hero, cual Leandro fiel.

Se arrojó al agua y murió.


Como él, por él, y con él.

X
¡
Que ellas, fuertes en amar
Y flacas en resistir,

Si duermen para esperar.


Despiertan para morir!
3l6 CAMPOAMOR

CXIX
GUARDAS INÚTILES

Ya anocheció: ¿quieres que hablemos, Lola,


Aquí, á solas los dos ?
La que es buena, señor, nunca está sola.

Pues está con su madre ó está con Dios.

II

Lola, ¿ es verdad que un día os encontraron


Solos, allí, á los dos?
Eso es porque aquel día se quedaron
Mi madre en casa y en el cielo Dios.
DOLORAS 317

cxx
CONTRASTES

¡ Mucho le amaste y te amó


¿Recuerdas por quién lo digo?
Era tu amante }' mi amigo.

¡Amaba, sufrió... y murió!


Cuando su entierro pasó,
Todos te oyeron gemir.
Mas yo, Inés, al presentir
Que lo habías de olvidar.
Sentí, viéndote llorar,
La tentación de reír.

II

Al año justo ¡oh traición!


Al baile fui de tu boda,
3l8 CAMPOAMOR

Y allí, cual la villa toda.


Vi el gozo en tu corazón.
; Y el muerto? ¡En el panteón!
¡ Ay ! ¡ cuando olvidada de él

Á otro jurabas ser fiel.


Yo, al verte reir, gemí,
Y dos lágrimas vertí
Amargas como la hiél

III

Primero amor : ¡ luego olvido


Aquí tienes explicado"
Por qué en el baile he llorado
Y en el entierro he reído.
¡ Siempre este contraste ha sido
Ley y
del sentir el pensar
¡Por eso no hay que extrañar
Que, quien lee en lo porvenir,
Vaya á un entierro á reir
Y acuda á un baile á llorar!
DOLORAS 319

CXXI
UN CIELO EN EL INFIERNO

Quiero morir contigo, si el destino


Nos ha de conducir á aquel infierno
En que, unidos en raudo torbellino,
Se dan Paolo y Francesca el beso eterno.
320 CAMPOAMOR

CXXII

DOS LIBROS DE MEMORIAS

LO ESCRITO EN EL LIBRO DE EL

Así se hace uno querer.


¡ Cuánto gusto á aquella fatua
Con mis posturas de estatua
Miro... y mira... al fin, mujer.
Escribe para hacer ver
Que tiene las manos bellas.

¿Se va ? Pues sigo sus huellas,


Porque prueba su rubor
Que ya está muerta de amor.
Ésta es como todas ellas.
DOLORAS 321

II

LO ESCRITO EN EL LIBRO DE ELLA

Aquel don Juan de parada


Pone para enternecerme
Los ojos como quien duerme.
Cree el muy necio que me agrada,

Qué osadía en la mirada


i

¡
Qué modos tan importunos
Me voy, me voy hay algunos
;

Que, amantes dignos de algunas,


Creen que todas somos unas
Porque ellos todos son unos.
322 CAMPOAMOR

CXXIII

EL GRAN PROTEO

Porque amaste en tres años á tres hombres,


¿Te juzgas una infiel? No, vida raía.

El amor se transforma, y no varía;


Un mismo amor puede tener mil nombres.
DOLORAS 32}

CXXIV
LO aUE SE PIENSA AL MORIR

Cree b vulgar opinión


Que el alma de un moribundo
Piensa, más que en este mundo.
En Dios y en la salvación.

Oye, Leonor, la canción


Qiie hirió el pensamiento mío
Ai son del eco sombrío
De mi funeral campana :

— « Cucú, cantaba la rana,


Cucú, debajo del río.

II

Partiste, y del sentimiento

En cama enfermo caí.



524 CAMPOAMOR

Y cuando á exhalar por ti

Iba ya mi último aliento,


Embargó mi pensamiento.
En vez de tu amor y el mío.
Este cantar tan vacío
Que oí de niño á mi hermana
— « Cucú, cantaba la rana,

Cucú, debajo del rio. »

III

Y como todo el que olvida


Es de salud un dechado,
Después que te hube olvidado
Volví otra vez á la vida.

Aun vivo muerto, querida.


Pensando con hondo hastío
Que tú, en vez del canto mío,
Oirás, al morir, mañana
— « Cucú, cantaba la rana,

Cucú, debajo del río. »

IV

¿k qué tan grande inquietud


Para llenar la memoria
De tantos sueños de gloria,
De amor y de juventud,
DOLORAS 325

Si, al llegar al ataúd,


Podrán tu pecho y el mío
No oír más que el tema frío
De esta canción de mi hermana
— « Cucú, cantaba la rana,

Cucú, debajo del río? «

í9
326 CAMPOAMOR

cxxv
LOS PROGRESOS DEL AMOR

Así un esposo le escribió á su esposa :

— «Ó vienes, ó me voy. ¡ Te amo de modo


Que es imposible que yo viva, hermosa.
Un mes lejos de ti

Mi amor es
¡
tan profundo, tan profundo,
Que te prefiero á todo, á todo, á todo!... » —
Y ella exclamó : — « No hay nada en este mundo
Que él quiera como á mi! » —

II

Mas pasan unos meses, y la escribe :

— « ¡
Qué hermoso debe estar nuestro hijo amado
¡Sólo él, él sólo, en mis entrañas vive!
Piensa en él más que en ti.
DOLORAS 327

Su cuna se pondrá junto á mi cama.


No hay cielo para mí más que á su lado. » —
Y ella prorrumpe : — « ¡ Es que, el ingrato, ya ama
Al hijo más que á mí ! » —

III

Después de algunos años la escribía :

— « Espérame. Ya sabes lo que quiero


Mucho orden, mucha paz y economía.
¿Estás? Yo soy así.
Cierra el coche ; me espanta el reumatismo.
Avísale que voy al cocinero. » —
Y ella pensó : — « Se quiere ya á sí mismo
Más que al hijo y que á mí ! » —
328 CAMPOAMOR

CXXVI
EL ÚLTIMO AMOR

Ve un hombre amante á una mujer muy bella

Mas, por fatal disposición del hado.


Ella es más joven, y él

Calla su amor, porque le apartan de ella

Treinta años, en que el triste ha derramado


Un mar de llanto y hiél.

II

Qué pasa luego ? Nada. Que entre tanto


¿

Que ella un amor inmenso, aunque tardío.


Mira en él con piedad.
Por la parte de allá del mar de llanto,

« ¡Adiós — dice — último sueño mío,


él

Hasta la eternidad! »...


DOLORAS 329

CXXVII

VENUS SACRATÍSIMA

Una estatua de Venus Citerea


Vio un Abad en un huerto abandonado
La vistió, y con fervor
Llevándosela al templo de una aldea,
Transformó aquella afrenta del pasado
En virgen del pudor.

¡ Grande impiedad ! La diosa que en Oriente


Se hace adorar porque al desnudo ostenta
Su hermosura carnal.
Cubierta con un velo, en Occidente
Encantando á los fieles, representa

La belleza moral
330 CAMPOAMOR

¡
Hondos misterios de la fe que ignoro
Se deja Venus contemplar sin velo,
Y es ideal lo real.

Mas se cubre después con seda y oro,


Y Venus pasa del Olimpo al Cielo,

Y es lo real ideal.
DOLORAS 331

CXXVIII
UNA CITA EN EL CIELO

—«En la noche del día de mi santo »

(Á Londres me escribiste)
« Mira la estrella que miramos tanto
La noche en que partiste. »

Pasó la noche de aquel día, y luego


Me escribiste exaltada :

— « Uní en la estrella á tu mirar de fuego


Mi amorosa mirada. » —
Mas todo fué ilusión; la noche aquella,
Con harta pena mía.
No pude ver nuestra querida estrella...

Porque en Londres llovía.


332 CAMPOAMOR

CXXIX
ROSAS Y FRESAS

Porque lleno de amor te mandé un día


Una rosa entre fresas, Juana mía,
Tu boca, con que á todos embelesas.
Besó la rosa sin comer las fresas.

II

Al mes de tu pasión, una mañana


Te envié otra rosa entre las fresas, Juana;
Mas tu boca, con ansia^ y no amorosa.
Comió las fresas sin besar la rosa.
DOLORAS 355

cxxx
EL GRAN FESTÍN

De un junco desprendido, á una corriente


Un gusano cayó
Y una trucha, saltando de repente,
Voraz se lo tragó.

Un martín-pescador cogió á la trucha


Con carnívoro aíán
Y al pájaro después, tras fiera lucha.
Lo apresó un gavilán.
Vengando esta cruel carnicería.
Un diestro cazador
Dio un tiro al gavilán, que se comía
Al martín-pescador.
Pero ¡ ay ! al cazador desventurado
Que al gavilán hirió,

19-
334 CAMPOAMOR

Por cazar sin licencia, y en vedado,


Un guarda lo mató.
Á otros nuevos gusanos dará vida
Del muerto la hediondez.
Para volver, la rueda concluida,
A empezar otra vez.

II

¿Y el amor? ¿Y la dicha? Los nacidos,


¿ No han de tener más fin

Que el de ser comedores y comidos


Del universo en el atroz festín?...

FIN DE I
A CUARTA ÉPOCA
QUINTA PARTE

CXXXI
LA LEY DEL HAMBRE

Corre la madre al motín,


Adonde el rencor la llama,
Dejando un niño en la cama
Bello como un serafín;

Niño que al ver junto al lecho


De una Virgen el retrato,
Que da alegre y sin recato
Á un niño Jesús el pecho.
336 CAMPOAMOR

Con hambriento frenesí


Ansioso á la Virgen toca
En los pechos y en la boca,
Como diciendo : « ¡
á mí, á mí ! »

Pero, aunque con vivo anhelo


El niño el pecho pedía.
La Virgen se sonreía
Más impasible que eí cielo.

Y mientras la madre hiere

Gritando : « ¡
muera el tirano ! y>

Y hambrienta y puñal en mano


Lucha y lucha, y mata y muere.

El niño, exánime y yerto,


Hunde el dedo en el papel,
Gime airado, tira de él.

Rasga el cuadro, y cae muerto,

¡ Así, venciendo á los dos


Del hambre la dura ley.
Ella, inicua, mata al Rey,
Y él, impío, rasga á Dios
DOLORAS 337

CXXXII
LO QUE ES EL OLIMPO

¿ Qué es el Olimpo ? — Para el niño un juego


De de músicas y
pájaros, — flores.

¿Qué para
es joven? — Lupanar de amores,
el

Eterna forma Elíseo


del — griego.

¿Qué para hombre — Para hombre ciego


es el ? el

Es un templo de glorias y de honores;


Y el viejo se lo finge en sus dolores
Como un rincón de paz y de sosiego. —
Y el viejo ya senil, ¿en qué convierte
Del Olimpo la espléndida morada ? —
En un no ser, que es menos que la muerte.
¡Así la infancia y la vejez helada

Van cambiando el Olimpo de esta suerte


En ñores, en. amor, en pa:^, en nada!
358 CAMPOAMOR

CXXXIII

LOS TRES GUARDAPELOS

La madre de mi amor, que está en el cielo.


Cuando era niño aún, como un tesoro
Llevaba en un hermoso guardapelo
Cabellos míos del color del oro.

II

Otra mujer, que con el alma toda


Me quiere, tan leal como hechicera,
Aun guarda desde el día de mi boda
Un rizo de mi obscura cabellera.
DOLORAS 359

III

i
Ay ! j como nadie, por horror al frío,

Quiere hoy tocar de mi cabeza el hielo.

Ya sólo para ti, cabello mío,


Mi sepulcro será tu guardapelo
540 CAMPOAMOR

CXXXIV
VIAJE REDONDO

Á LA IDA

Parte el buque, v lo bate inútilmente


La tempestad. ¿Porqué?
Porque al ir, la tormenta es impotente
Contra el genio y la fe.

Sobre el buque los pájaros cayeron


Cansados de sufrir.

Los hombres, sin piedad, se los comieron


Salió el sol, y ¡ á vivir!

¡
Qué hermoso es el principio de la vida
¡
Sentir, creer, triunfar !

jUn viaje, en buque nuevo, es á la ida

Un festín sobre el mar!


DOLORAS 341

II

Á LA VUELTA

Nada, á la vuelta, á resistir alcanza


Los ímpetus del mar.
¡Sin juventud, sin fe, sin esperanza.
Es inútil luchar

De pedazos del buque haciendo naves,


Y ansiando otro festín,

En cómoda actitud vieron las aves


El naufragio hasta el íin

Y haciendo ellas después lo que antes vieron,


Con un hambre voraz
Las aves álos hombres se comieron...
Y todo quedó en paz
j
542 CAMPOAMOR

cxxxv
CABALLOS Y CABALLEROS

Cercado un francés quedó,


Pero, escapando ligero
El caballo, al caballero
De los prusianos salvó.
De éstos el corcel huyó
Con tanto ardor y constancia,
Que el francés con arrogancia,
Después que pasó el rastrillo.
Desde su propio castillo.
Libre gritó : —
Viva Francia
¡

II

Sitiado por hambre, v fiero

Destrozándolo á sablazos.
DOLORAS 343

Se fué comiendo á pedazos


Al caballo el caballero.
— ¿Al que lo salvó primero
Lo pudo él matar después ? —
¡ Sí !
¡
por un vil interés

Hacen mil gentes que callo


Lo que hizo con su caballo
El caballero francés
344 CAMPOAMOR

CXXXVI

LA INSURRECCIÓN DEL AGUA

Una fuente de un valle en Santa Elena


Ve correr Napoleón,
Cierto día de invierno en que la pena
Le atrofia el corazón.

— « Como yo — murmuró — que impenitente


Caeré en el ataúd,
Aspirando á ser mar vive esta fuente
En perpetua inquietud. » —

Y una pobre aguadora que le oía,

Contestó á Napoleón
— « El agua con su eterna rebeldía
Huye de la opresión.
DOLORAS 345

¿ Cómo, señor, el agua de las fuentes

Tranquila podrá estar,


Si la arrastran, en tierra las pendientes.
Los vientos en el mar ? » —
Sintiendo un frío que le llega al alma.
Dice el héroe : — «Es verdad :

Buscando el agua en su nivel la calma,


Busca la libertad.

La insurrección del agua de esta fuente


No se podrá calmar
Hasta que halle cabida suficiente
En la extensión del mar.

Con los diques que alzó mi tiranía

He faltado al deber,
Y trajo, en vez del orden, la anarquía
Mi omnímodo poder.

¡Si! ¡sí! ¿Pese á mi nombre, no es la historia

Una vieja locuaz.

Cuando dice que el mundo, antes que gloría.


Pide á los dioses paz. » —
Y terminó diciendo : — «En el planeta.

La loca humanidad,
Como esa agua que corre, estará quieta
Cuando esté en libertad. » —
540 CAMPOAMOR

j Y al pensar que ha llevado el desconcierto


Al mundo su poder,
Con la cara más lívida que un muerto
Mira el agua correr !...
'
DOLORAS 347

CXXXVII

LA FE DE LAS MUJERES

Qerto monte por su altura


No dejaba ver el mar
Desde la casa del cura
De un luear.

Para ampliar el horizonte.


Con un cuento baladí
Trasportó el cura aquel monte.
— ¿ Cómo ? — Así
— «A las que una piedra — dijo
Lleven de aquel monte, Dios
Les dará á algunas un hijo,

Y á otras dos. » —
348 CAAIPOAMOR

Hubo mujer diligente


Que se llevó de una vez,
No una piedra solamente.
Sino diez.

Con fe rubias y morenas


Fueron al monte á buscar
Más hijos-piedras que arenas
Tiene el mar.

Despojando grano á grano


Las niñas el monte aquel.
Lo pusieron con el llano
Á un nivel.

Perdió así el monte su altura,


Y al fin vino á resultar
Que desde casa del cura
Se vio el mar.

i
Como cree con las entrañas
Toda mujer, cuando cree,
Trasporta hasta las montañas
Con la fe
DOLORAS 349

CXXXVIII

EL SOL PERDIDO

Un sabio, á cuya hija fué la muerte


De la cuna á arrancar,
Como sabio, á lamadre de esta suerte
La quiere consolar

— « ¡Oh, qué inmenso dolor! ¡ esas estrellas


Que ves resplandecer.
Circundaban á un sol más grande que ellas

Que se ha apagado ayer!

¡
Cuántos hijos y padres sin consuelo
Habrán muerto quizás
En ese sol que se perdió en el cielo
Para siempre jamás! » —
20
3)0 CAMPOAMOR

II

Mirando con desprecio al firmamento


Mientras el padre habló,
— «¿ Qué le importa tu ciencia al sentimiento ?
La madre replicó :

Si hoy falta en el espacio de una estrella
El pálido arrebol.
La cuna de tu hija está sin ella
Como el cielo sin sol.

No hay locura mayor que la locura


De querer comparar
Un sol con aquel ser cuya hermosura
Al cielo fué á alegrar.

¡
Ha muerto un sol, mas de la niña bella
Al invencible imán,
En el espacio azul, al paso de ella.
Mil soles brotarán.

¡Ay! ¡desde el día en que sus labios fríos

Quedaron sin color,

No habrá sol que á los tuyos ni á los míos


Les devuelva el calor 1
DOLORAS 351

Ya esta cuna vacía nos condena


j

Á eterna soledad ! . . . » —
Y el sabio murmuró con honda pena :

— a ¡Es verdad! ¡Es verdad! » —

TU

j
É implorando los padres sin fortuna
La clemencia de Dios,
Se abrazaron, cayendo ante la cuna
De rodillas los dos!
352 CAMPOAMOR

CXXXIX
EL BUEN EJEMPLO

Dejó un proyectil perdido,


De una batalla al final,

Junto á un asistente herido,


Medio muerto d un oreneral.

Mientras grita maldiciente


El general :
— « ¡Voto á brios!... »
Resignado el asistente

Murmuraba : — « ¡
Creo en Dios ! »

-
Callan, volviendo á entablar
Este diálogo al morir :

— ; Tú qué haces, Blas ? — ¿ Yo ? Rezar.


¿Y vos, señor? — ¡Maldecir'
DOLORAS 533

¿Qiiiénte enseñó á ornr? — Mi madre.


- La mujer toda es piedad.
- ¿Y á vos á jurar? — Mi padre.
- Claro, siendo hombre... — ¡Es verdad!

— Rogad, señor, como yo.


— Eso tarde para mí.
es

Yo no porque no.
creo...

Tú, por qué crees


¿
— 'Porque } sí.

— Ya liay buitres en derredor


Que nos quieren devorar.
— ¡ Son los ángeles, señor,

Que nos vienen á salvar !


Y ambos decían verdad.


Pues á menudo se ve
Que halla buitres la impiedad
Donde halla ángeles la fe.

— ¡Adiós, señor! — ¿Dónde vas?


— Voy — ¿Dónde
allí... es allí?
—Á — ¿Y
la gloria. .. dejas, Blas,
A tu general aquí ?
354 CAMPOAMOR

No me dejes, mal amigo.


— Pues venga esa mano. — Ten;
Y aunque dudé, iré contigo
Creyendo en tu Dios también. —

Y así, cuando ya tenían


Una misma fe los dos,

Abrazados repetían
El « ¡
creo eií Dios ! » « ¡ creo en Dios ! »

Y como era ya un creyente,

Pasó, lo que es natural,


Que, abrazado á su asistente.

Subió al cielo el general.

FIN DE LA aUINTA ÉPOCA


Índice

Pág.

Prólogo vii

DOLORAS

PRIMERA PARTE
I. Cosas de la edad i

II. Glorias de la vida 5

III. Ventajas de la inconstancia 7


IV. Los sollozos 10
V. Quien vive olvida 11
VI. Las dos almas 14
VIL No hay dicha en la tierra 17
VIII. La virtud del egoísmo 19
IX. Propósitos vanos 21
X. La ciencia de la vida 25
XI. Vanidad de la hermosura 27
XII. Vivir es dudar 29
XIII. Poder de la belleza 31
XIV. Todo se pierde 35
XV. La compasión 37
XVI. Corta es la vida 42
XVII. Virtud de la hipocresía 44
XVUI. El concierto de las campanas 47
XIX. Glorias postumas 49
XX. Vivir muriendo 52
XXL Nada de nada, nada por nada 55
XXII. Vaguedad del placer 57
XXIII. Últimas abjuraciones 61
XXIV. Quien más pone pierde más 64
356 IXDICE

Pág.

XXV. Adiós para siempre 67


XXVI. Beneficios de la ausencia 6ti

XXVII. El amor inmortal 71


XXVIII. Buenas cosas mal dispuestas .... 74
XXIX. ¡Ay del que nace ó muere! 87
XXX. Historia de un amor 88
XXXI. Porvenir de las almas 93
XXXII. Todos son unos gó
XXXIII. Proximidad del bien loi
XXXIV. Placeres tristes 103
XXXV. La dicha es la muerte 105

SEGUNDA PARTE
XXXVI. La opinión 107
XXXVII. Quién supiera
¡
escribir ! 109
XXXVIII. Amar al vuelo 113
XXXIX. El beso 118
XL. Lo que es eterno 123
XLI. Fuenie inagotable 126
XLII. ¡Más!... ¡Más! 131
XLIII. Cosas del tiempo 136
XLIV. Engaños del engaño 136
XLV. Todo está en el corazón 137
XLVI. ¿Qué es amor? 138
XLVII. Las dos grandezas 142
XLVIII. Achaques de la vejez 145
XLIV. Sufrir es vivir 150
L. Los dos espejos . . . 152
LI. La Fe y la Razón 153
LII. Las creencias 159
Lili. Amor y gloria 167
LIV. Nunca olvida quien bien ama 168
LV.
LVI.
Todo es uno y lo mismo. .... 169
El se.\to sentido 177
ÍNDICE 357

Pig-

LVII. Los dos pecadores i8i


LVIII. Muertos que viven ». • •
182
LIX. Las dos linternas 183
LX. El mayor castigo 186
LXL Músicas que pasan 187
LXIL El café 189
LXIIL Dramas desconocidos 195
LXIV. La metempsicosis 196
LXV. Las dos tumbas 199
LXVL La comedia del saber 200

TERCERA PARTE

LXVIL La verdad y las mentiras 211


LXVin. La ambición 215
LXIX. Los grandes hombres 214
LXX. Los relojes del rey Carlos 217
LXXL Lo que hace el tiempo 220
LXXIL Fin y moral de la Iliacla 228
LXXIII. La ciencia nueva de Vico 230
LXXIV. La historia de Augusto 234
LXXV. Antinomias del genio 238
LXXVL Las doloras 242
LXXVÍL La gran Babel 250
Lxxvm. Todo y nada 255
LXXIX. Los dos cetros 256

CUARTA PARTE
LXXX. Los dos miedos 265
LXXXL La liitima palabra 264
LXXXIL Á rey muerto, rey puesto 265
LXXXIH. Hastío 266
LXXXIV. Las dos copas 267
LXXXV. Mal de muchas 269
5S8 índice

Pág.

LXXXVI. Bodas celestes 269


LXXXVII. L* dos esposas 270
LXXXVIII. Conversiones 271
LXXXIX. Memorias de un sacristán 272
XC. El anónimo •
. . . . 274
XCI. Nuevo Tántalo 275
XCII. El almez 276
XCIII. i
Asi !
279
XCIV. El alma en venta 280
XCV. El ojo de la llave 281
XCVI. Mis lecturas 286
XCVII. A 287
XCVIII. Lo de siempre 288
XCIX. Tejer y destejer 289
C. La viuda y el filósofo 290
CL 291
en. No hay vida sin ti 291
CIIL Ellos y ellas 292
CIV. El amor y la fe 293
CV. Cuestión de nombre 294
CVI. El gaitero de Gijón 295
CVII. Los extremos se tocan 299
CVin. La condición 300
ClX. Las tres Navidades 301
ex. Cuestión de fe 303
CXL Amor al mal 303
CXn. Verdad de las tradiciones . . . , .
304
CXIIL Mal de amor 305
CXIV. La Noche-buena 306
CXV. Las buenas pecadoras. ..... 310
CXVL La ley del embudo 311
CXVIL Rogad á tiempo 312
CXVIII. Hero y Leandro 313
CXIX. Guardas inútiles 316
CXX. Contrastes 317
índice 359

Pig.

CXXI. Un en el infierno
cielo 319
CXXII. Dos de memorias
libros 320
CXXIII. El gran Proteo 322
CXXIV. Lo que se piensa al morir 323
CXXV. Los progresos del amor 326
CXXVI. El último amor 328
CXXVII. Venus Sacratísima 329
CXXVIIl. Una cita en el cielo 331
CXXIX. Rosas y fresas 332
cxxx. El gran festín 333

QUINTA PARTE
CXXXI. La ley del hambre 335
CXXXII. Lo que es elOlimpo 337
CXXXIII. Los tres guardapelos 338
CXXXIV. Viaje redondo 340
cxxxv. Caballos y caballeros 342
CXXXVI. La insurrección del agua 344
CXXXVII. La fe de las mujeres 347
CXXXVIII. El sol perdido 349
CXXXIX. El buen ejemplo 352

París. — Imprenta de Garnier hermanos.


o

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