La Argumentación
La Argumentación
La Argumentación
La argumentación es una práctica discursiva que tiene como propósito defender una postura o una opinión y disuadir al
otro de la propia. Para ello emplea razonamientos (argumentos) lógicos, conscientes, demostrables.
Se trata de un ejercicio común en ámbitos de confrontación de ideas, como los parlamentos nacionales, los debates
públicos o las negociaciones. Se considera saludable para la convivencia democrática y para la pluralidad de opiniones,
ya que permite el contraste apasionado de ideas, en lugar de recurrir a la violencia.
Características de la argumentación
En líneas generales, todo ejercicio de argumentación cumple con las siguientes características:
Estructura de la argumentación
La argumentación no consiste en el manejo libre de las premisas, sino que se apega a ciertas estructuras para resultar
eficaz. Así, debe constar de:
Tipos de argumentaciones
Según su capacidad de persuasión. Esto es, según qué tanto convenzan al otro, podemos hablar de argumentos
débiles (fáciles de rebatir), argumentos sólidos (difíciles de rebatir) o argumentos irrefutables (imposibles de
rebatir).
Según su validez formal. O sea, según se adapten o no a un modelo de lógica riguroso, podemos diferenciar
entre argumentos válidos e inválidos.
Según su contenido. Es decir, según el tipo de argumentos que proponen, podemos distinguir entre diversas
tendencias, enmarcadas en categorías de tipo social y cultural que pueden variar, pero que a grandes rasgos
son:
Tópico de la existencia. Aquellas cosas presentes se prefieren siempre a las inexistentes. Por ejemplo: “Yo
también amo el cine, pero hoy no hay función”.
Tópico de la utilidad. Aquello útil y productivo se prefiere siempre a lo inútil u ocioso. Por ejemplo: “No
sigas perdiendo el tiempo con eso, si no lo vas a lograr”.
Tópico de la moralidad. Aquello que se ciñe a las ideas tradicionales de bien y mal, es preferible a lo que no.
Por ejemplo: “Una señorita de su casa no debería andar tan tarde por la calle”.
Tópico de la cantidad. Aquello más abundante es preferible a lo escaso. Por ejemplo: “Mejor llévate el
vestido azul, ese color se está usando mucho”.
Tópico de la calidad. Aquello que se valora como de mejor calidad, es siempre preferible a lo otro. Por
ejemplo: “Prefiero comprar un solo pantalón, pero que sea de buena marca”.
Por otra parte, también es usual distinguir entre los tipos de argumentos a los que se puede echar mano durante una
argumentación. Algunos de ellos son:
Argumentos deductivos. Parten de premisas seguras o probables y extraen de ellas conclusiones válidas, yendo
siempre de lo general a lo particular.
Argumentos inductivos. Parten de lo específico para marchar a lo general, asumiendo la probabilidad y con
menor margen de certidumbre.
Argumentos abductivos. Parten de premisas inciertas y aisladas, pero obtienen de ellas una conclusión
probable, aunque inverificable.
Argumentos causales. Parten de la vinculación de una premisa y otra a partir de las leyes de causa y efecto.