Las Filosofías Políticas Contemporáneas

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DIFERENCIADO FILOSOFÍA POLÍTICA

IV MEDIO

FILOSOFÍAS POLÍTICAS CONTENPORÁNEAS (PARTE 1)

NOMBRE:
CURSO:
INTRODUCCIÓN:
Nuestra época ha sido testigo del surgimiento de los modelos más
controversiales y opuestos en el ámbito de la Filosofía Política. Por
mencionar un ejemplo, en esta época encontrar el pensamiento de
autores tan relevantes y diferentes como Marx y Stuart Mill.
En esta guía revisaremos las teorías que han marcado el curso de los
acontecimientos políticos y sociales de los últimos 200 años de
nuestra historia.

Fundamentos filosóficos del capitalismo en el siglo XIX


El liberalismo económico es una doctrina del capitalismo que empezó
a desarrollarse durante la Ilustración y que acabó siendo completada
por Adam Smith y David Ricardo. Es una corriente que se opone al
socialismo y al dirigismo, por lo que aboga por una mínima
interferencia por parte del estado en las relaciones económicas que
existen entre individuos, clases o naciones.
En 1776, Smith publicó su obra Una investigación sobre la naturaleza
y causas de la riqueza de las naciones (o simplemente La riqueza de
las naciones), después de más de diez años de trabajo,1 por la cual
es considerado por muchos especialistas el padre de la Economía
Política. Esta obra representa el intento por diferenciar la economía
política de la ciencia política, la ética y la jurisprudencia.
Según la tesis central de La riqueza de las naciones, la clave del
bienestar social está en el crecimiento económico, que se potencia a
través de la división del trabajo y la libre competencia. Según esta
tesis, la división del trabajo, a su vez, se profundiza a medida que se
amplía la extensión de los mercados y por ende la especialización.
Por su parte, Adam Smith considera la libre competencia como el
medio más idóneo de la economía, afirmando que las contradicciones
engendradas por las leyes del mercado serían corregidas por lo que él
denominó "la mano invisible" del sistema.
J. Stuart Mill
¿Puede haber democracia si el pueblo no está educado para
salvaguardarla? ¿Es necesario que los gobiernos promuevan la
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formación moral de su ciudadanía? ¿Por qué es importante la libertad


en un régimen democrático? ¿Y cómo se combina eso con un sistema
representativo, donde solo unos pocos nos gobiernan? John Stuart
Mill (1806-1873) fue uno de los primeros pensadores en tratar estos
asuntos. Pensador precoz, político liberal, filósofo y escritor, fue una
de las mentes más preclaras de su tiempo. Evolucionando desde el
utilitarismo clásico hacia una revisión «perfeccionista» del mismo,
Stuart Mill ofrece interesantes respuestas a los dilemas clásicos sobre
el buen gobierno y la representación. Respuestas que han tenido una
gran influencia en la teoría política posterior y que edificaron una
concepción del ser humano como un ser capaz de conseguir un
desarrollo armónico sobre la base de una sociedad libre y educada.
El utilitarismo ético de John Stuart Mill parte de una visión empirista
del conocimiento que continúa la tradición de autores como David
Hume respecto de su teoría del conocimiento: Al estar nuestro saber
fundado en la experiencia, no podemos esperar llegar a un
conocimiento absoluto ni aspirar a que éste se extienda, más allá de
la sensibilidad, a entidades metafísicas como Dios o el alma.
Stuart Mill trató de defender una concepción de la vida política
caracterizada por la libertad individual, con un gobierno más
responsable y una administración eficiente, libre de prácticas
corruptas.

A continuación, leamos algunos extractos de Stuart Mill y luego los


analizaremos:
Texto 1: “La sociedad puede ejecutar, y ejecuta, sus propios
decretos; y si dicta malos decretos, en vez de buenos, o si los dicta a
propósito de cosas en las que no debería mezclarse, ejerce una
tiranía social más formidable que muchas de las opresiones políticas,
ya que, si bien de ordinario no tiene a su servicio penas tan graves,
deja menos medios de escapar a ella, pues penetra mucho más en
los detalles de la vida y llega a encadenar el alma”
John Stuart Mill, Sobre la libertad

Texto 2: “A fin de ilustrar más completamente el error de negarse a


oír a determinadas opiniones porque nosotros, en nuestro propio
juicio, las hayamos condenado, será conveniente que fijemos la
discusión en un caso concreto; y elijo, preferentemente, aquellos
casos que son menos favorables para mí, en los cuales el argumento
contra la libertad de opinión, tanto respecto a la verdad como a la
utilidad, está considerado como el más fuerte. Supongamos que las
opiniones impugnadas son la creencia en Dios y en la vida futura, o
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algunas de las doctrinas corrientes de la moralidad. [...] Pero debe


permitírseme observar que no es el sentirse seguro de una doctrina
(sea ella cual sea) lo que yo llamo una presunción de infalibilidad.
Esta consiste en tratar de decidir la cuestión para los demás, sin
permitirles oír lo que pueda alegarse por la parte contraria. Y yo
denuncio y repruebo esta pretensión igualmente cuando se refiere a
mis más solemnes convicciones. Por positiva que pueda ser la
persuasión de una persona no sólo de la falsedad, sino de las
consecuencias perniciosas de una opinión —y no sólo de estas
consecuencias pernicionsas, sino para adoptar expresiones que
terminantemente condeno de su inmoralidad e impiedad—, si a
consecuencia de este juicio privado, aunque esté apoyado por el
juicio público de su país o de sus contemporáneos, prohíbe que esa
opinión sea oída en su defensa, afirma quien tal haga, su propia
infalibilidad. Y esta presunción, lejos de ser menos reprensible o
peligrosa, por tratarse de una opinión que se llama inmoral e impía,
es más fatal en este caso que en cualquier otro.

John Stuart Mill, Sobre la libertad

El anterior es un texto de referencia respecto al derecho a la libertad


de expresión, una libertad que Stuart Mill defiende, a pesar de
nuestra convicción en la falsedad o inmoralidad de ciertas ideas. Su
condena y la persuasión respecto a su error no permiten el paso a su
prohibición, aún contando en contra de ella el apoyo de una mayoría
de la opinión pública. Sólo desde la reprobable presunción de
infalibilidad, o la creencia en que nuestras convicciones no están
sujetas a error posible, cabe el supuesto de la prohibición. Como se
puede comprobar en otros pasajes, Stuart Mill cree en el poder de la
razón y el diálogo como medio para la superación de los errores: si
una opinión verdadera es censurada, se está negando la oportunidad
de subsanar el error; si la opinión prohibida es errónea, se impide al
ser humano esa percepción más viva de la verdad que sucede en su
contraste con el error.

ACTIVIDAD: Lee, reflexiona y contesta en tu cuaderno

Imaginemos que nos encontramos en un debate en televisión en el que todos los interlocutores
expresan sus convicciones con educación y desde el respeto personal. ¿Crees que sería
legítimo que, en cierto momento, el coordinador llegase a cortar la palabra a alguno de los
participantes al considerar que su opinión es inadmisible? Justifica tu postura.

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