Bellas Artes
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LA CATEDRAL DE CANARIAS
Y EL MÉTODO AD QUADRATUM
POR
J. R. WOLFSON-HARO
RESUMEN
ABSTRACT
1
J. HERNÁNDEZ PERERA, Los Arquitectos de la Catedral de Las Palmas,
Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, 1998. Todas las
referencias a Actas Capitulares son a las transcritas en esta obra.
2
Todo lo que afirmo sobre los tres proyectos de la Catedral de Cana-
rias y la secuencia del avance de la obra, que Hernández Perera presenta
3
El tema fue tratado, entre otros, por Poussin en dos de sus cuadros.
4
Tan alto es el número de procesos, que podemos aplicar el Teorema
del Valor Medio y el Teorema Fundamental del Cálculo Integral al gráfico
número de procesos/tiempo.
nes el SOI. El clima de terror en que viven los maestros del si-
glo XVI es así el mismo del siglo XV. En 1526 comenzarán las
quemas en Canarias, y el acoso sistemático de la población, dic-
tando el Santo Oficio de la Inquisición en sus Edictos de Fe qué
se debía creer, pensar y hablar; y ordenando a la población de-
latar cualquier desviación, incluso dentro del ámbito familiar,
bajo la amenaza de cohecho, o delito de «fautor».
1:1, 1:2, 1:3, 1:4, 1:5, 1:6, 1:7, 1:8, 2:3, 2:5, 2:7,
3:4, 3:5, 3:7, 3:8, 4:5, 4:7, 5:6, 5:8, 6:7 y 7:8.
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Para demostrar estos asertos, tan opuestos a nuestro racionalismo
científico moderno, he necesitado más de cien páginas en la Tercera Parte
de En Clave de Hermes. Un largo texto de reducción al absurdo en el que
acorralo nuestra resistencia moderna a admitir que otros hayan pensado
distinto sobre cuestiones técnicas, e interpretado la realidad con «progra-
mas» diferentes de los nuestros. Creo haber dado argumentos suficientes
para convencer al más escéptico, y aclarado (nada original en ello) por qué
las edificaciones góticas, a pesar de esa estática mítica absurda, son esta-
bles y están ahí, algunos de ellos desde hace unos ochocientos años.
6
C. G. JUNG, Psicología y Alquimia, Barcelona, Plaza y Janés, p. 39, lo
menciona sin siquiera percatarse del pitagorismo de este «axioma». Es di-
fícil estar de acuerdo con Jung en todo lo que afirma sobre el 3, el 4, la
Alquimia y sus platónicos «arquetipos del alma». Si todo lo que afirma de
los arquetipos fuese cierto, entonces la alquimia y el pitagorismo pertene-
cerían al genotipo, no al fenotipo, de la especie, y las mutaciones en los
arquetipos del «alma» que propone tendrían una base genética. El proble-
ma es más bien lo que atribuye a sus arquetipos, elementos culturales ad-
quiridos y por tanto históricos y fenotípicos.
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Los números pitagóricos son 10: 1, 2, 3, ... 10. Cada uno de
ellos tiene un simbolismo específico. E igual que en el platonis-
mo, el 1 y el 2 representan en el pitagorismo dos principios, el
Uno y el Todo. Pero a diferencia del platonismo, en cuya
numerología el 1 (el bien) y el 2 (la díada infinita) representan
el bien y el mal, dos principios incompatibles, en el pitagorismo
hermético representan dos principios complementarios y relacio-
nados. El Uno «evidentemente» contiene el Todo, puesto que de
el 1 «surge» el 2, el 3 y todos los demás números. El 3 y el 4
son Azufre y Mercurio. El 6 es el número de la generación. El 7
es Hermes Trismegistos. El 8 es Mercurio Sófico. El 10 es el
número de la Piedra Filosofal, la suma de los cuatro números
de la primera tetraktys. Puede que el 9 simbolice la vera prima
materia alquímica. Aunque el 5, por mediación del pentágono,
tiene un papel crucial en la reconstrucción de la planta de la
primera iglesia basilical, no he podido encontrar la clave de su
significado dentro de los esquemas iconográficos, aparte de la
«filia» que uniría a Mercurio-Azufre en la relación 3:4. La dia-
gonal de un rectángulo de lados 3 y 4 unidades mide cinco
unidades, las dos diagonales suman 10. El método ad qua-
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y los lados de esos cuadrados está dada por la razón 1:√ 2, co-
nocida como medida cierta en la teoría de la arquitectura góti-
ca. La configuración geométrica que hemos obtenido no es to-
davía la del corpus diamantinum, sino la del Pentáculo del Edén,
u, alef, la primera letra del alfabeto hebreo, fig. 02. Si fuera el
único símbolo relacionada con la Kabbalah en los esquemas
iconográficos podría tratarse de una coincidencia geométrica,
pero he encontrado al menos otros dos símbolos cabalísticos
más, bien explícitos dentro de las trazas geométricas ad qua-
dratum, teniendo en cuenta que dos triángulos superpuestos es
el símbolo hermético del primer artículo de la tabula smaragdi-
na, el credo hermético, y no necesariamente una Estrella de
David. El corpus diamantinum, el símbolo principal ad quadra-
tum, va a surgir por tanto de un símbolo cabalístico. Alquimia
y Kabbalah quedaban así en correspondencia para los maestros
rosacruces de esta catedral.
Rotando ahora los tres cuadrados obtenemos la configura-
ción geométrica oculta que he identificado como el corpus
diamantinum de la Alquimia. En su interior «se encuentran» los
cuatro elementos, como afirman los alquimistas medievales en
«lapis noster est ex quattor elementis», nuestra piedra está hecha
de los cuatro elementos; o en «in aurum sunt quattor elementa
in aequali proportione aptata», que hace iguales las proporcio-
nes de los cuatro elementos en el oro (filosófico) de los alqui-
mistas, el otro tema de la Alquimia, con el diamante, desde el
Timeo de Platón.
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FIGURA 9.