Eco - L.pulido - Carlos Rusell.
Eco - L.pulido - Carlos Rusell.
Eco - L.pulido - Carlos Rusell.
Carlos E. Russell:
Memoria diaspórica nacional y
crítica de la nación panameña
Notas | Bibliografía
En efecto, ninguna de estas preguntas y críticas son desconocidas por los post-
colonialistas, post-nacionalistas y transnacionalistas.2 No obstante, no deja de ser
pertinente preguntarse si en la modernidad del estado-nación las recreaciones más
audaces e interesantes de la representatividad del estado-nacional no provendrán
precisamente de las experiencias diaspóricas y transnacionales, críticas, que oscilan
en la relación central/marginal que negocia permanentemente la inclusión en el
discurso de nación de la experiencia transnacional. La pregunta es, en este caso, si la
transnacionalidad es única y exclusiva de la diáspora, si la transnacionalidad no
puede ser el fundamento de un estado-nacional que, además, es “periférico”,
“dependiente” económicamente y está “ocupado” militarmente –para hablar con el
lenguaje de los dependentistas.3 Es a partir de aquí que la experiencia panameña
como estado-nación que surge en la modernidad capitalista en los prolegómenos del
siglo XX, precisamente para “favorecer las comunicaciones ultramarinas a través de
su territorio” (Castillero Calvo 18),4 nos ofrece un buen ejemplo de los conflictos y
negociaciones culturales dentro de las fronteras y entre las fronteras de la nación.
Esta fuerte inmigración a las ciudades terminales ya permitía a finales del siglo XIX
y principios del XX que un Belisario Porras, un liberal colombiano-panameño,
ensayista, escritor y presidente, nacido en los Santos, una provincia panameña
marcada por su historia colonial, escribiera dos cuentos –El Orejano (1882) y Carta
a un Amigo (1904)– que serían textos fundacionales de lo que yo llamaría la nación
romántica panameña (Sisnett 1962), porque ya Porras comienza a definir la
panameñidad en contraposición a la Ciudad de Panamá y Colón, una nación
panameña que encontraría en el pueblo interiorano –su religión y tradición católica y
su sangre hispana– una formulación primeriza de los nacionalistas culturales que en
la década del veinte terminan articulándose con el texto fundacional de la Academia
Panameña de la Lengua (Alfaro en Boletín de la Academia, 1969). En esta
articulación de la nación que excluye a los negros (solo integra a los indígenas) se
hace hincapié en la tradición hispana, católica, el castellano, en fin, en el folklore
nacional, criollo, cuya impronta es campesina, rural, minifundista. Hasta en la
novelística el negro, ya sea colonial o antillano,7 está excluido del amor (Sommer
1990) y solo aparece por ejemplo ya sea como un torcido y fiel negro
en Crisol (Fábrega 1936) o como un violador tanto en “Todo un conflicto de
Sangre”de Rogelio Sinán (1947) como en Gamboa Road Gang de Joaquín Beleño
(1951), clásicos de la literatura panameña. Esta sistemática exclusión del negro y su
cultura, mismo cuando aparece como objeto sexual de deseo en Escenas de la Vida
Tropical de Korsi (1934), fue concomitante con el rechazo de las ciudades de
Panamá y Colón, al ser ciudades del turismo, del comercio, del vicio, de la
prostitución, del alcohol, de la Zona del Canal y del gringo, ya sea como marine o
como aventurero (Pulido Ritter, 2006). Sin embargo, esta exclusión que iba
acompañada simultáneamente por una inclusión del negro, no dejaba empero de
estar marcada, como lo señaló Carlos Guillermo Wilson, por los estigmas que lo
acompañaban como su anti-patriotismo (por trabajar y vivir en la Zona del Canal),
por su calidad de extranjero a la cultura nacional (por ser protestante y hablar en
inglés) y por ser perezoso y sumiso (1975).
¿Se podría hablar de una memoria nacional en la diáspora, es decir, de una memoria
nacional diaspórica? Si se parte del criterio que Panamá, como sociedad
transnacional, es el resultado de múltiples inmigraciones diferentes en determinados
momentos históricos –el ferrocarril, el Canal Francés, El Canal Americano–
entonces la memoria nacional está cruzada por esos movimientos espaciales,
geográficos y culturales, especialmente, por la diáspora afro-caribeña, una diáspora
que en Panamá ha tenido y tiene su peso cultural y político, a pesar que bajo la
alfombra asimilacionista no se reconoce lo particular de esta presencia en las
Ciudades de Panamá y Colón que sigue conectada en la memoria, por el
bilingüismo, la música y la comida con el Caribe. El asimilacionismo panameño que
ha sido dirigido bajo el impulso nacionalista del conflicto con los Estados Unidos, ha
significado en el terreno cultural el corte con respecto a la inclusión y la promoción
de la presencia afro-caribeña en el país o, mejor dicho, no ha terminado de aceptar el
carácter transnacional de la cultura del país, muy bien representado por ejemplo en
la música con los calipsonians Lord Cobra y Lord Panamá, la cantante de jazz
Violeta Green y el compositor Víctor Boa, y por los jóvenes del reaggetón de la
Ciudad de Colón. Y hoy día, por supuesto, la presencia afro-caribeña en Panamá ya
no solo se define en las fronteras del estado-nacional sino que se expande a los
Estados Unidos por la fuerte inmigración, especialmente, hacia Nueva York, donde
la conexión con Panamá se renegocia con la re-apropiación de los símbolos que
habían sido y son claves en el nacionalismo panameño, como las fiestas patrias, las
bandas de guerra y la pollera.
Es de aquí que An Old Woman Remembers... (1995), Carlos Russell trabaja sobre
esta problemática transnacional de un espacio nacional donde la memoria de la
diáspora negocia directamente su inclusión en la representatividad de la nación, más
allá del asimilacionismo de una nación fracturada, cuyos intelectuales buscan una
unidad discursiva de identidad nacional, cuando la abuela narradora del monólogo,
después de referirse a la pérdida de la ciudadanía de los antillanos –UNDESIRABLE
RACE– a causa de la constitución de 1941, dice: “Can you imagine! Black folks...
the people whitout wich them never woulda have been a railroad or a canal Unh”
(13). Efectivamente, se desprende del “them” a quién se está refiriendo, a una
comunidad de nacionales que, si bien no desconoce el trabajo y el aporte de los
negros caribeños, no termina de aceptarlo en su representatividad de nación. En esta
pieza de teatro que Russell define como una prose-poetry hybrid monologue (ver
prefacio), él instruye que lo que mejor se adapta a los diferentes niveles
entrecruzados de la memoria, la historia y la representación es la hibrida prosa
poética del monólogo. Y en esta hibridez tanto formal como de contenido se atrapa
la transnacionalidad de la memoria de la nación por un acto de crítica y recreación
de la historia panameña a partir de 1850 con la construcción del ferrocarril.
“This country has been good to me / I`ve seen people come, and good people go /
You see / I tell you / we old people get ahead / of ourselves / We forget thinks
quickly / I forgot about the Ecuadorians and the Salvadoreans / and the Chiny people
them / all of them play a part ...” (16)
Y desde aquí se levanta un puente con los chinos, otro grupo inmigratorio en
Panamá, que no necesariamente ha sido integrado en la idea de nación, grupo que
también fue excluido por la constitución del 41 de su condición panameña como
una raza amarilla que pertenece al grupo de la inmigración prohibida (1941:
artículo 23).11 La abuela en la narración re-crea en su memoria la presencia china, su
suicidio colectivo, el opio, la hortaliza, elementos de la memoria nacional y colectiva
que son parte de la transnacionalidad del país. Es así que también cuando la abuela
dice all of them play a part la memoria de la nación es interpelada por el impulso de
jolting their memories (ver prefacio), pues es un olvido que afecta a todos e, incluso,
hasta a la propia diáspora afrocaribeña, especialmente, a los jóvenes y, por lo tanto,
la abuela refiriéndose a sus nietos que han nacido en Panamá, dice:
“Young folks got to be part of something/ them know nothing `bout the island... /
what me can`t understand for the love of Jehovah / is those folks/ who lived on the
Canal Zone/ through all that gold and silver business/ and who still today love Uncle
Sam.. ./ time is passing me by/now me have great grandchildren / some of them I
don`t understand .. .they don`t want to speak English/ the name is Griffith or
Blackman/ and they don´t speak English/ that`s stupid! / Them should speak two
language!/ Me hear them say all kind of things... / about forgetting where we came
from / and all that.” (15)
En este pasaje se revela el olvido de una joven generación que, por un lado, deja de
hablar en inglés y, por otro lado, pierde su relación con las antillas. Y de hecho, en
esta llamada “integración” de esta generación, se pierde el carácter transnacional del
país, cuyas élites intelectuales, literarias y políticas no han querido aceptar. En otras
palabras, en el interior de la frontera nacional ha habido una homogenización, un
oscurecimiento lingüístico y cultural –para no decir racial– de la inmigración en
general y de la presencia antillana, negra, en particular.
Siguiendo esta misma línea descrita arriba, el trabajo ensayístico de Russell, como se
puede observar en The Last Buffalo (1995), se incrusta en el centro de la memoria
nacional recordándole su carácter transnacional, aunque no su hibridez racial o su
“mestizaje”, a una nacionalidad que habría de negarle a los antillanos y a los negros
su presencia en la nación. Es de aquí que Russell, a diferencia de otro intelectual
panameño, de origen negro de las antillas francesas, Armando Fortune, no se
imagina en su ensayo una hibridez racial y cultural como estrategia cultural,
simbólica y política al plantear éste la idea de la cultura panameña como
un sancocho.12 Y sirva comparar a Russell con Fortune para apreciar mejor la
posición del primero. En efecto, para Fortune esta metafórica relación con un plato
popular para definir la cultura panameña le parece mucho más panameña que la idea
de Panamá de ser un Crisol de Razas en la cual los negros y, mucho menos, los
negros antillanos han participado en la representación de la nación. 13 La idea
del Crisol de Razas de Panamá está muy unido a la representación de las clases
medias profesionales, de poetas cuyos versos son escaleras “para obtener una
posición burocrática” (Laurenza, 1931: 49), los comerciantes y la presentación
turística del país y, por esta razón, piensa Fortune que la metáfora del sancocho
representaría mejor a la nación panameña. Y la metáfora del sancocho es una
estratégica formulación de Fortune para incrustar al negro dentro de una
nacionalidad panameña que se elabora en una sociedad racista, en la cual los mismos
poetas negros de “origen” colonial se ven obligados como Federico Escobar (1861-
1912) a disculparse por el color de su piel: “También negro nací; no es culpa mía /
El tinte de la piel no me desdora / pues cuando el alma pura se conserva / el color de
azabache no deshonra.” (Miró, 1972: 167)
Por otra parte, Russell, por su posición más polémica en su ensayo The Last
Buffalo hace resaltar el carácter excluyente de una nacionalidad romántica,
hispanista y etnocéntrica. Fortune es también consciente de esta exclusión,
construida en el transcurso de la República y, por ello, apela a la metáfora
del sancocho, pero Russell está menos dispuesto a negociar una hibridez racial o
cultural, sino se parte del criterio de la presencia afrocaribeña con una exigencia de
visibilidad y, sobre todo, en la incrustación de la memoria nacional de los grupos
tradicionalmente dejados sin voz, como el antillano. De aquí que para Russell el
lugar de la memoria en la narración de la nación no puede elaborarse sin la presencia
antillana y por eso en An Old Woman Remembers la narración parte del punto de
partida de esta inmigración del Caribe, Jamaica, cuando los botes salen del puerto
llevando a los trabajadores al Istmo centroamericano, especialmente, a su hermano
Alonzo (que termina muriendo bajo un alud de tierra que se desprende del
famoso Culebra Cut) y al padre de su vástago Norman. La mujeres y los niños
quedan atrás, bawling, y solo la narradora retrospectivamente se dice a sí misma “I
have to be strong”, porque está embarazada de uno de los trabajadores. Pero
precisamente aquí, donde la narradora nos cuenta entrecruzadamente una historia
familiar de varias generaciones y la historia del país desde la construcción del Canal
Francés, es que vemos también una negociación racial y social, híbrida, pero no
dictada como en Fortune por el destino histórico de Panamá de ser recipiente de
varias culturas y razas, sino determinada por las circunstancias de una inmigración
que estaba sobre todo compuesta de hombres y que, cuando llegan a Panamá, por la
ausencia de sus mujeres, se emparentan o se unen con la Paña Gial (5). Y eso pasa
con Norman, el padre de su hijo Teddy, nombrado en honor al presidente americano,
a pesar que ella había querido llamarlo George, de acuerdo al rey Inglés, revelándose
así por otra parte el movimiento político y cultural que se realiza en la región. Él
logra traer a su mujer, la abuela que narra, pero Teddy se queda en la isla dos años
con la hermana de la abuela que se llama Ambrozine. Al término de cinco años llega
la abuela a Panamá y descubre, para su dolor, que su Norman tiene una Paña
Gial que bring a Black pickney (8) y le cuenta que aquél was the father (9). A partir
de aquí ella hace otro descubrimiento al reconocer de que “the Spanish gial wasn`t
vex / She was the “querida” / and I was the “esposa”... / she was contented to be the
second woman / God! Thinks was strange in Panama”! (9).
No obstante, en Panamá, antes de salir hacia los Estados Unidos, Russell vivió a
partir de su niñez en diferentes barrios y ciudades en Panamá: en el Chorrillo, en la
Boca (sector de negros en la Zona del Canal), Colón y, finalmente, en Río Abajo, un
barrio de la ciudad de Panamá donde vivieron predominantemente negros antillanos,
después de ser obligados a abandonar la Zona del Canal. Durante su niñez y la
adolescencia, Russell estuvo en escuelas de las ciudades de Panamá, Colón y la Zona
del Canal. A pesar que el mismo Russell se relacionaba más con sus amigos negros
por hablar en inglés e, incluso, “no me atrevía acercarme románticamente a una
muchacha latina por temor a que me despreciaría” (Entrevista: 2), no hay que saltar
el hecho de que termina graduándose en el Instituto Nacional, dato importante
porque en esta escuela se articuló el nacionalismo panameño tanto en la educación
como en la política desde su fundación en 1907.23 De aquí han salido profesores,
ministros, presidentes, militares, embajadores, escritores, en fin, aquí se reclutaba a
la élite política, intelectual y cultural del país hasta finales de la década del sesenta.
Y la generación de Russell vivió intensamente los conflictos políticos por la
recuperación del Canal de Panamá y el término de la presencia militar, política y
administrativa de los Estados Unidos en el país. Fue una generación beligerante que
se ubicó entre el rechazo de los tratados Filós Hynes en 1947 y la firma de los
tratados Remón-Eisenhower en 1955.
Pero aquí precisamente en este plantel escolar, Carlos Russell dejó de escribir sus
primeras redacciones y poemas en español. El autor recuerda que, en la clase de
redacción, la profesora de español desconfiadamente le aprobó una redacción
preguntándole si él la había escrito: “¡no creía que un antillano escribiera tan bien en
español!”.24 De hecho, la lengua materna de Russell era el inglés y a través de su
padrastro, que también hablaba español, accedió a la literatura europea e inglesa. Y
su madre, nacida en Panamá, “ya como adulta iba a la escuela para mejorar, ella
diría aprender, su español” (Entrevista a Russell: 1). Es así que por la socialización
familiar, escolar y espacial, él se movió y creció en diferentes ambientes y realidades
que se cruzaban en la Ciudad de Panamá y Colón. En la Zona del Canal, donde le
tocó vivir cuando tenía ocho años, dice:
La Zona del Canal, que era una especie de socialismo autoritario, una utopia social
derivada del protestante americano Edward Bellamy, se había instituido como un
sistema de castas con el sistema de Gold Roll y Silver Roll, el cual establecía
rígidamente la escala de salarios y la utilización de servicios por la raza (Knapp
1984). En los textos de Russell se hace referencia a este sistema, por ejemplo, en An
Old Woman Remembers la abuela socarronamente dice: “The only time we had gold/
was when we put it in we mouth.” (10) Es aquí también que el lugar de la memoria
nacional, aunque sea recogida por una voz no articulada en el discurso de la nación,
puede obviar algunos detalles que, si bien no desvirtúan lo asumido por la voz
narrativa-literaria, no deja tampoco de plantear preguntas sobre este sistema de Gold
and Siver Roll, por ejemplo, cuando en una serie de artículos periodísticos reunidos
por A. E. Osborne (Supervisor of Instruction, Canal Zone Colored Schools)
reproduce una entrevista de uno de los pioneros, Mr. Arthur B. Kinnimouth, de la
educación de los negros en la Zona del Canal “there was a time, he recalls, when
West Indian teachers were carried on the gold roll and receive gold coins just as
other gold employee”. (Westerman, 1949: 13)
“A principios de los años 40 –quizás 42 o 43– mi madre se casó con el señor Elmer
S. Smith y nos mudamos a Río Abajo en las afueras de la ciudad. Me matricularon
en la escuela República de Chile nr. 2 que en aquel entonces quedaba en la
‘Exposición’, si mal no me acuerdo hoy es parte del ministerio de Relaciones
Exteriores. Relato parte de esta historia en ‘this is me’, ya que tuve que tener un
‘acudiente’ que residía en ‘Panamá’ para poder asistir a la escuela. Esa era la
práctica. Los negros de la Zona tenían que probar que no Vivían en la Zona para
poder asistir a la escuela. Lo curioso es que la señora que vivía en Calidodia –cerca
de lo que fue en aquel entonces– la corregiduría de Calidonia se llamaba Beulah
Kennedy.” (3).
“Hoy por ahora encuentro una contradicción psicológica –creo que ese es el término
apropiado– ya que durante aquellos años en las cuales vivíamos bajo el jugo racista
de los Estados Unidos y sus prácticas de ‘gold and silver’ roll, el trato de los policías
que nos correteaban cuando íbamos a Balboa a coger mangos ya que los de la La
Boca no eran de la misma calidad –eran en su mayoría los que denominábamos Cow
Titty, senos de vaca, y los de Balboa eran de calidad y escuchábamos a nuestros
abuelos hablar de lo que ocurría en Panamá y la ira que ellos tenían en contra de
Arnulfo Arias y su categorización del antillano como raza de inmigración prohibida
y por ende inferior, sin embargo, esos sentimientos nunca se convirtieron en ‘odio’ a
los americanos. Detestábamos lo que vivíamos pero nos identificábamos con sus
valores económicos y políticos. Si no fuera así la inmigración hacia los EE.UU. no
hubiera sido tan grande. Otro ejemplo que subraya esta contradicción es que en las
películas de ‘vaqueros’ cuando los gringos eran atacados por los indios, nosotros
veíamos a los indios como los ‘enemigos salvajes’ y esperábamos la llegada del
ejército para salvarlos. Después, durante la guerra de Corea, muchos de los jóvenes
zoneítas, se enlistaron en el ejercito norteamericano. En parte, buscando escaparse
del racismo tanto en Panamá como en la Zona. Sin embargo, si ‘odiaran’ a los
gringos no creo que defenderían con sus vidas los intereses de los que odiaban. En
inglés se explicaría como a ‘love-hate’ relationship.” (2)
No es una memoria que excluye las fisuras y de aquí su particularidad con respecto a
la memoria del estado-nacional, le grand-recit, de una memoria que no reconoce la
fractura del espacio nacional, solo a condición de plantear la agenda nacionalista–
romántica que abre el espacio para la exclusión. Es de aquí que la memoria nacional
de Russell, cruzada por la transnacionalidad y la diáspora, pero, además, intervenida
por su concepción política del mundo, se mueve en un espacio que incluye esa
historia en la transnacionalidad, pues conecta varios fenómenos globales de la
modernidad: el Caribe, Nueva York, la diáspora afrocaribeña y Panamá con el
Canal. En esta conectividad de una memoria diaspórica marcada por la dispersión y,
simultáneamente, por la pérdida, que la memoria que proyecta un network de
relaciones espaciales, humanes y culturales, una memoria que termina narrando
desplazamientos, auges económicos, ruinas y transferencias económicas, estaciones
de una diáspora que se mueve en y entre las fronteras de los Estados Nacionales y,
mostrando la porosidad de esas mismas fronteras, re-crea ciudades y países, rutas de
esa diáspora:
“No tuvimos mucha relación directa, excepto mediante cartas, con las antillas. Sin
embargo, teníamos familia en jamaica. Mi abuelo mandó a uno de sus hijos a
Jamaica, lugar de origen de su esposa. Él provenía de Bárbados. Hoy tenemos
familia en Jamaica. Algunos de ellos se mudaron después a New York y al Canadá.
También tenemos familia en Cuba ya que las familias antillanas buscaron allí
trabajo, ya sea por el ferrocarril o la coseca de caña. Se dispersaron por la región.
Estoy seguro que tenemos en Bárbados pero no los conozco. El apellido materno
‘Codrington’ es muy popular en Bárbados. Que yo sepa nunca pensaron volver a la
antillas ya que para ellos la situación económica era mucho mejor en Panamá.
Acuérdese que ellos dejaron las antillas y con sus ‘remesas’ pudieron ayudar a los
que se quedaron atrás. (An Old Woman Remembers) Hay una canción ‘Colon Boy’
en Jamaica que habla de la situación.” (Entrevista: 2)
“I pray god give me a few more years! / I want see if this generation / gwain get
some sense in it head / I hope so! / If not, I am just gwain sit here / and rock myself
in this rocking chair/till the Lord come and get me!” (25)
Bibliografía
Arriba
Alfaro, Ricardo J., 1969: “Primeras gestiones del Dr. Ricardo J. Alfaro para la
creación de la Academia”, en: Boletín de la Academia Panameña de la
Lengua, tercera época, núm. 4, diciembre.
Bhaba, Homi K., 1994: The Location of Culture. London and New York: Routledge.
Brice Laporte, Roy Simon, 2000: “Jamaican Contribution to the Construction of the
Panama Canal: A Circum-Caribbean Overview”, en: West Indian Participation in
the Construction of the Panama Canal. Publication of the Proceedings of
Symposium held at the University of the West Indies Mona. Jamaica: Latin-
American Caribbean Centre (LACC), 13-25.
Fábrega, José Isaac, 2002: Crisol. Panamá: Edición Conmemorativa del Centenario
de la República.
Insanally, Annete y otros, 2006: Regional Footprints (The Travels and Travails of
Early Caribbean Migrants). Jamaica: Latin American-Caribbean Centre (LACC).
Knapp, Herbert and Mary, 1984: Red, White, and Blue Paradise (The American
Canal Zone in Panama). San Diego, London, New York: Harcourt Brace
Jovanovich Publishers.
Newton, Velma, 2006: “The Origin of Colon Man: Jamaican Emigration to Panama
in the Nineteenth Century”, editores Annete Insanally, Mark Clifford y Sean Sherif.
Regional Footprints (The Travels and Travails of Early Caribbean Migrants).
Jamaica: Latin American-Caribbean Centre (LACC) y the University of West Indian
(UWI), 52-67
Parascandola, Louis J., 1998: Winds can wake up the dead. An Eric Walrond
Reader. Detroit: Wayne State University Press Detroit.
Parascandola, Louis J., 2005: “Look for me all around you” Anglophone Caribbean
immigrants in the Harlem Renaissance. Detroit: Wayne State University Press.
Pulido Ritter, Luis, 2006: “Baltazar Isaza Calderón: el tamiz españolista contra el
cosmopolitismo neocolonial”, en: Revista Panameña de Política. Julio-Diciembre,
Núm. 2. Panamá: Editora Libertaria (Ediliber).
Pulido Ritter, Luis, 2008: Filosofía de la Nación Romántica (seis ensayos sobre el
pensamiento intelectual y filosófico en Panamá, 1930-1960. Panamá: Editorial
Mariano Arosemena, Instituto Nacional de Cultura (INAC).
Russell, Carlos, 1976: Miss Anna`s Son Remembers. Brooklyn, N.Y: Published by
Bayano Publications Inc.
Russell, Carlos, 1995: The Last Buffalo (Are Panamanians of Caribbean Ancestry
an Endangered Species?). Conquering Books, L.L.C.
Russell, Carlos, 1995: An Old Woman Remenbers... (The Recolected History of West
Indians in Panama 1855-1955). A Prose-poetry Monolog. Brooklyn, New York:
Caribbean Diaspora Press Inc.
Sinán, Rogelio, 1982: “Todo un conflicto de Sangre”, en: Cuentos de Rogelio Sinán.
2a Edición. San José: Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA).
Notas
Arriba
vuelve 1. Shalini Puri en The Caribbean Postcolonial (2004) discute desde una
posición marxista la construcción de discursos híbridos y nacionalistas de los estados
nacionales del Caribe y América Latina. Parte del supuesto, contrario a los
estudiosos pos-nacionalistas, de que la nación no ha muerto y afirma que la agenda
transnacional, que ella comparte, que es la experiencia humana y de sociedades que
no pueden reducirse en las fronteras de los estados nacionales, es pobre si sigue
negando la continuidad de los estados nacionales aunque su poder vaya declinando
(6).
vuelve 5. Velma Newton señala, sin embargo, que ya para esta época habían
querellas y conflictos entre panameños y jamaicanos después de las horas laborales,
causados primeramente por el resentimiento de los trabajadores panameños por el
influjo creciente de los jamaicanos (2006: 77).
vuelve 7. En Panamá se hace una diferencia entre el negro colonial que vino con la
colonia como esclavo, que habla y tiene patronímicos españoles, y el antillano, que
provino de las antillas para la construcción del ferrocarril y el Canal.
vuelve 8. La constitución de 1941 le quitó la ciudadanía panameña a los hijos de los
antillanos y los chinos nombrándolos como razas de inmigración prohibida (artículo
23). Cinco años después, en 1946, aquella constitución fue derogada y la ciudadanía
panameña re-establecida a los hijos de los antillanos.
vuelve 9. Si bien la Zona del Canal, un territorio de 1,432 Km. cuadrados que
cruzaba la geografía del territorio nacional estaba bajo administración
norteamericana, era territorio panameño y, por ende, los que allí nacían “deberían”
recibir la nacionalidad panameña por el ius solis.
vuelve 10. Cantón en su obra describe la dificultad que tenían los niños antillanos
para que fueran aceptados en las escuelas panameñas, tanto en Colón como en
Panamá. entre la década del veinte y el 50. Por lo tanto, se crearon escuelas privadas,
orientadas en inglés y con textos ingleses, por ejemplo, según Russell, Doll
Book y Royal Reader, para atender la demanda de niños por escolarizarse de la
comunidad de panameños de origen antillano.
vuelve 11. Además, pertenecían a este grupo de inmigración prohibida, aparte de los
negros cuyo idioma original no era el castellano, las razas originarias de la India,
Asia Menor y el Norte de África. Con respecto a los inmigrantes de raza prohibida
del Asia Menor, la constitución piensa realmente en los judíos.
vuelve 12. El sancocho es una sopa que se prepara a fuego lento con ingredientes
basados en vegetales, carnes y raíces que se le van agregando poco a poco. El
sancocho, como término, se encuentra en un pasaje del Don Quijote. Y a partir de
este termino, entonces, Fortune elabora una idea de la nacionalidad panameña: “Este
sancocho es símbolo de la formación del pueblo panameño.” ... “Panamá es, ante
todo, una cazuela abierta” ... “El pueblo panameño ha tenido, como el sancocho,
elementos nuevos. Es, pues, un un conglomerado heterogéneo de diversas gentes,
razas y culturas que se agitan, alternan, entremezclan y disgregan en un mismo
hervidero social y que en esencia ha dado por resultado una mixtura rica y bien
aderezada, que ya tiene un carácter propio de creación. Panamá es, por tanto, un
pueblo mestizo en donde, desde su descubrimiento, siempre ha existido el mestizaje
de raza, el mestizaje de cultura y el mestizaje de cocinas” (Fortune, 1993: 295).
vuelve 13. Aquí es pertinente señalar que Roque Javier Laurenza en su crítico
ensayo leído en el Instituto Nacional Los poetas de la Generación
Republicana (1933) realiza tempranamente una crítica a esta ideología de Panamá
como Crisol de Razas.
vuelve 14. El autor, para quien la lengua es el primer transmisor de cultura, interpela
a la comunidad de afro-caribeños que también dominen el francés, aparte del español
(32).
vuelve 15. Por otra parte, conciente de esta problemática de la lengua en una
sociedad fragmentada como la panameña, Westerman apela en 1949 que en la Zona
del Canal los niños aprendan español en la escuela primaria para que les sirva como
insturmento de trabajo y que se familiaricen con el lenguaje de su país de nacimiento
(7).
vuelve 16. Entre uno de los mejores exponentes en Panamá de esta posición
hispanista se encuentra Baltazar Isaza Calderon (Pulido Ritter, 2006)
vuelve 21. Bayano fue un negro cimarronero del siglo XVI en Panamá.
vuelve 25. Cuando a Russell le pregunté qué era un Niap y Cuaty, él me respondió
así: “Eso si me causa risa ya que subraya la laguna generacional entre nosotros.
‘Niap’ es la moneda que se usaba en Panamá cuyo valor era de dos centavos y
medio. Por ende se denominaba en Español un ‘medio’ Uno iba al chinito y pedía ‘
medio recao verde y un cuartillo de sal’. Cuaty es el cuartillo –otra moneda. Cuatro
cuartillos hacian un ‘real’ –cinco centavos– un ‘nicle’ en el argot popular. Valía un
centavo y medio. ¡Ay paisa!....¡como corre el tiempo!”