Hirsch - Qué Es La Globalización
Hirsch - Qué Es La Globalización
Hirsch - Qué Es La Globalización
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Joachim Hirsch
Quisiera hacer algunos comentarios generales sobre esta conferencia. Su tema general es bastante amplio e
involucra relaciones muy complejas. Ello significa que no es posible tratar, en forma más o menos extensa, toda
la problemática implicada en el tema. Por esto tengo que limitarme a presentar sólo algunos aspectos
fundamentales así como abordar algunas cuestiones importantes. Debo prescindir de muchos detalles; en
ocasiones también de justificaciones minuciosas y, sobre todo, de una más amplia exposición de las bases
teóricas de mi argumentación.
El concepto de “globalización” está hoy en día muy generalizado, independientemente de los puntos de vista
políticos y teóricos que se adopten. Simultáneamente, son muy variadas las formas en que el fenómeno no es
interpretado. Para unos contiene una promesa de un mundo mejor y más pacífico; para otros, en cambio, se
vincula con la idea de un caos global. Como siempre, la definición depende de las posiciones teóricas y políticas
asumidas. En esta primera sesión trataré de desarrollar un concepto de la globalización justificado teóricamente.
Con ello espero establecer las bases para tratar, al final, esta cuestión en la dimensión de una política
democrática bajo las actuales condiciones sociales.
Veamos primero lo relacionado con la “globalización” en la conciencia de la vida cotidiana. En el mundo de las
apariencias, la “globalización” representa cosas muy variadas: Internet, coca-cola, televisión vía satélite, IBM,
libre comercio, correo electrónico, triunfo de la “democracia” sobre el “consumismo”, “tratado de libre
comercio”, telenovelas de Hollywood, Microsoft, catástrofes climáticas, acaso también la Organización de las
Naciones Unidas y las intervenciones militares “humanitarias” realizadas bajo su nombre. Estos son sólo
algunos ejemplos.
La “globalización”, es, así, algo más que un concepto científico.
De cierta manera, hoy en día es un fetiche. Es decir, la palabra se utiliza con frecuencia sin ser entendida en
detalle, significando muchas veces lo opuesto, pero teniendo algo en común: describe algo así como un poder
oculto que agita al mundo, que determina toda nuestra vida y que nos domina cada vez más. Sea como sea,
prácticamente no existe en la actualidad un problema social, ninguna catástrofe y ninguna crisis, que no pudiera
ser relacionada con la globalización”. Al mismo tiempo, se enlazan con ello tremendas esperanzas en un mundo
unido, seguro, pacífico; hasta se considera la posibilidad de un “gobierno democrático mundial”. Es también
bastante amplia la red de conceptos ideológicos relacionados con la globalización, es, así, algo más que un
concepto científico. De cierta manera, hoy en día es un fetiche. Es decir, la palabra se utiliza con frecuencia sin
ser entendida en detalle, significando muchas veces lo opuesto, pero teniendo algo en común: describe algo así
como un poder oculto que agita al mundo, que determina toda nuestra vida y que nos domina cada vez más. Sea
como sea, prácticamente no existe en la actualidad un problema social, ninguna catástrofe y ninguna crisis, que
no pudiera ser relacionada con la globalización”. Al mismo tiempo, se enlazan con ello tremendas esperanzas en
un mundo unido, seguro, pacífico; hasta se considera la posibilidad de un “gobierno democrático mundial”. Es
también bastante amplia la red de conceptos ideológicos relacionados con la globalización: se habla del mundo
como de una “aldea global”, de una “sociedad mundial” o aun de una “sociedad popular”.
Sin embargo, la creencia en la formación de una “sociedad mundial”, pacífica y humana, es desmentida por
todas las experiencias prácticas: proliferan tanto las guerras entre naciones como las guerras civiles; se
profundizan las divisiones sociales tanto dentro de las sociedades particulares como también a nivel
internacional; el racismo, el nacionalismo y el “fundamentalismo” parecen devenir cada vez más peligrosos y se
despliegan movimientos de migración en masa, que frecuentemente se topan con fronteras herméticamente
cerradas, no solamente aquella entre México y Estados Unidos.
En medio del enredo de significados, ideologías y esperanzas, la tarea del análisis científico es explicar con
mayor claridad lo que debe entenderse por “globalización” en tanto fenómeno sociopolítico, ubicar sus orígenes
y determinar sus consecuencias a largo plazo.
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Publicado en Globalización, capital y Estado. México: UAM-X, 1996, pp. 83-93.96
Esto no es muy simple ya que se trata de relaciones complejas entre factores técnicos, económicos, políticos e
ideológico-culturales. Como ya se mencionó, sólo es posible una auténtica explicación de los conceptos en el
marco de una amplia teoría de la sociedad y su desarrollo. Me refiero al tipo de análisis materialista histórico
del capitalismo que se encuentra en la tradición marxista. De acuerdo con mi forma de ver las cosas, este marco
teórico ofrece una posibilidad única para dar respuesta detallada a la pregunta sobre los orígenes y el significado
de la “globalización”.
Estos desarrollos son muy evidentes. No obstante, nos queda la pregunta acerca de si se trata de algo realmente
nuevo, si asistimos a una modificación histórica de carácter cualitativo del capitalismo, o si solamente se siguen
desarrollando las tendencias que siempre han determinado de por sí su desarrollo. Sea lo que fuera, hay que
recordar que el capitalismo es un sistema global desde su origen. Ya desde sus comienzos estuvo estrechamente
vinculado con el colonialismo y, desde el siglo XIX, el imperialismo pertenece a sus características
estructurales decisivas. ¿Es entonces la “globalización” algo más que un concepto de moda, es decir, se trata de
una categoría histórico-analítica?
Si se desea aclarar esta cuestión habrán de buscarse los orígenes del desarrollo actual. Y es evidente que para
esto las explicaciones tecnológicas, políticas y culturales son insuficientes. La globalización se refiere, en
esencia, a un proceso económico. La pregunta será entonces, si y de qué manera asistimos a una modificación
estructural histórica del capitalismo que le da a esta forma social un rostro y un significado completamente
distintos.
Para ello será necesario echar un vistazo al desarrollo del capitalismo en el presente siglo. Este desarrollo podría
entenderse como una sucesión de crisis estructurales. Al comienzo del siglo, en los años treinta, se desencadenó
una crisis económica mundial precedida por una serie de movimientos revolucionarios, ellos mismos
relacionados con la Revolución de Octubre en Rusia. La solución para esta crisis consistió en implantar un
modo de acumulación y regulación que se distinguía fundamentalmente del anterior. Denominamos fordismo a
ese nuevo modo de acumulación y regulación. El fordismo creó las condiciones para un mejoramiento
estructural de la rentabilidad del capital en escala mundial. Esto, por otra parte, tuvo como premisas
levantamientos y revueltas sociales y desplazamientos de las fuerzas políticas, sobre todo la fracasada
revolución socialista en occidente, la exitosa revolución rusa, la segunda Guerra Mundial y el fascismo. De ahí
provino la posición dominante en la esfera internacional de Estados Unidos, que hizo posible hacer
hegemónico, en la región occidental del mundo, su modelo social y económico, en conflicto con el socialismo
estatal soviético.
Permítaseme resumir brevemente las características del capitalismo fordista.
Característico ante todo es la imposición de una estrategia de acumulación que descansaba en una producción
taylorista en masa con una fuerte expansión del trabajo asalariado a expensas de la producción tradicional
agrícola y artesanal; también se impuso un modelo de consumo masivo. Con ello, el capital transitó hacia la
ampliación sistemática del mercado interno. Esto significó que el consumo de la clase trabajadora pasaría a ser
él mismo parte del proceso de reproducción del capital. Como consecuencia de este desarrollo se produjo una
extensa y profunda capitalización de la sociedad en su conjunto a tal grado que las formas tradicionales de la
producción de subsistencia, por ejemplo, la producción casera, fueron desplazadas por mercancías producidas
sobre bases capitalistas, y las relaciones sociales adquirieron, en su conjunto, una forma comercial en una
medida considerable.
La implantación de este nuevo modo de acumulación estaba vinculado al establecimiento de una forma de
regulación política y social que se caracterizaba por un alto grado de dirección económica, por una expansión de
la política estatal de crecimiento, ingreso y ocupación y por el reconocimiento de los sindicatos y la
institucionalización política de compromisos de clases en el marco de estructuras corporativas. De especial
significado era también la expansión paulatina del Estado de bienestar, que no sólo representó un importante
mecanismo de integración política de los asalariados en el marco de la confrontación con el “comunismo”, sino
también un apoyo determinante para el modelo fordista de consumo masivo.
La integración de la clase trabajadora en el modo de acumulación fordista, la implantación de nuevas
tecnologías de producción y las formas de organización del trabajo, así como el nuevo modo de regulación
política, sirvieron por un tiempo para progresos bastante importantes en la producción, con altas tasas de
ganancia y un crecimiento económico relativamente constante. Por primera vez en la historia del capitalismo
parecía realizable la unión de un creciente ingreso masivo con una enorme ganancia del capital. El fordismo de
las dos décadas siguientes a la segunda Guerra Mundial parecía una “Edad de Oro” del capitalismo.
Simultáneamente, esto fue la base para una extensa reforma política relacionada con la posibilidad de moldear
democráticamente y de “civilizar” al capitalismo. Todo esto constituyó la base decisiva de la efectividad de los
partidos políticos reformistas de tipo socialdemócrata.
El fordismo puede considerarse en conjunto como un sistema global. Al fordismo de las metrópolis le
correspondió, en cierta manera, uno “periférico”. La estrategia de sustitución de importaciones, que
predominaba durante este tiempo en la periferia capitalista, se puede valorar como ensayo, también aquí, para
crear gradualmente estructuras económicas y sociales fordistas, semejantes a aquellas de las metrópolis
capitalistas desarrolladas.
Entre tanto el fordismo quedó organizado en esencia bajo una forma estatal nacional. En su centro estaba la
expansión de los mercados internos sobre la base de una amplia intervención estatal y de compromisos de clases
institucionalizados. Esto hacía posible una regulación estatal nacional relativamente independiente de las
condiciones socioeconómicas sobre el tráfico de dinero y, con ello, de las condiciones para los controles de
capital a través de las fronteras. En todo el mundo se coordinó este sistema de economía “nacional” mediante
una red de organizaciones internacionales. Ganaron importancia especial las instituciones del sistema
Bretón.Woods, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En la regulación del sistema monetario
internacional y en la coordinación de los sistemas monetario nacionales. Este sistema fue apoyado y garantizado
por Estados Unidos sobre la base de su absoluta superioridad económica. El dólar estadounidense se convirtió
políticamente en el dinero regulador mundial.
Esta “época de oro” del capitalismo no duró realmente mucho tiempo. En los años setenta se originó una nueva
crisis económica mundial, la cual persiste hasta nuestros días. El motivo puede entenderse en esencia en el
marco de la lógica propia de las tecnologías tayloristas y los procesos de trabajo existentes. Al no poder elevar a
voluntad las ganancias del capital, se volvió a estancar el proceso de acumulación y crecimiento. Las reservas
de productividad que se encontraban en el proceso de producción taylorista y fordista demostraron ser
completamente limitadas. La forma de regulación del Estado de bienestar se orientaba cada vez más hacia un
conflicto de intereses por las ganancias del capital. Así aparecía la crisis del fordismo como si fuera una crisis
del Estado de bienestar.
En efecto, parecía como si la base económica del capitalismo del Estado de bienestar empezara a tambalearse.
La compatibilidad de la ganancia del capital y el bienestar colectivo llegó a su fin. Y con esto se desvanecieron
también las bases para los compromisos entre las clases sociales, que era una de las características del fordismo.
Este proceso no sólo fue válido para los centros capitalistas sino que afectó –en parte tardíamente, pero a fin de
cuentas con mayor fuerza igualmente a los países de la periferia. Como agravante de la crisis del régimen
fordista internacional se mostró una mayor internacionalización de la producción y una influencia creciente de
los consorcios multinacionales. También por lo anterior, las bases de las formas de acumulación y regulación
con orientación nacional estatal dirigidas hacia el desarrollo del mercado interno, quedaron enterradas cada vez
más.
Si se tiene presente esta correlación histórica, entonces podrá determinarse con mayor precisión lo que significa
“globalización”: la decisiva estrategia del capital como solución a la crisis del fordismo; es decir, que la
liberalización radical del tránsito de mercancías, servicios, dinero y capital debe ser la condición previa de la
renovada racionalización sistemática del proceso de trabajo en la producción capitalista, y ello, a la vez, está
vinculado con la destrucción del compromiso fordista de clases y de sus bases institucionales. En forma
esquemática todo esto significa:
Primero, la implantación de tecnologías y procesos de trabajo que prometen al capital un amplio y renovado
impuso de racionalización, es decir, una revolución tecnológica para la apertura de nuevos mercados y fuentes
de ganancias. Lo cual indica que la imposición de nuevas tecnologías no es de ninguna manera el origen y la
causa sino la finalidad de la globalización.
Segundo, el desplazamiento del reparto social del ingreso a favor del capital, la desintegración del Estado social
y la destrucción de los compromisos sociales que se basan en él.
Tercero, que el capital internacional se traslade de un lugar a otro sin considerar las fronteras nacionales para
aprovechar las mejores ubicaciones de producción a costos favorables y en el marco de una combinación de las
redes de empresas de amplia cobertura mundial (worldwide sourcing).
Todas estas transformaciones en el modo capitalista de regulación y acumulación presuponen una reforma
radical de estructuras sociales y políticas. La primera meta de la globalización fue destruir los intereses sociales
institucionalizados y la estructura de compromisos implicados en la forma de regulación fordista.
La globalización no es un proceso económico sencillo, ni tampoco señala una “lógica” inevitable del capital,
sino que es una vasta estrategia política. Esta estrategia se impuso esencialmente por el capital
internacionalizado, en coordinación con los gobiernos neoliberales que, a consecuencia de la crisis, llegaron al
poder. La política económica de liberalización y desregulación tiene como meta crear las condiciones políticas
institucionales adecuadas para una transformación en la correlación de fuerzas de las clases, tanto nacional
como internacional; he aquí la condición para la reorganización técnica de la producción capitalista. Esto
conduce al cambio estructural y funcional de los Estados que los lleva a una incapacidad total para llevar
adelante una regulación social y una política de bienestar en la forma tradicional. El neoliberalismo dominante
desde los años setenta otorga la legitimación ideológica de esta estrategia capitalista para superar la crisis.
Con esto queda contestada la pregunta formulada: la globalización actual es en esencia un proyecto capitalista
en la lucha de las clases. No es un mecanismo económico “objetivo” ni menos un desarrollo político cultural
propio, sino una estrategia política. Lo que podemos derivar de la globalización es, en todos los sentidos, la
vigencia del viejo capitalismo, es decir, una sociedad de clases se basa en la explotación del trabajo vivo.
Al mismo tiempo, sin embargo, se trata de una forma completamente nueva de capitalismo, con relaciones de
clases radicalmente modificadas, con un nuevo significado de política y un papel completamente distinto del
Estado. Por eso mismo el capitalismo globalizado está lejos de establecer una nueva y estable “Edad de Oro”
que se caracterice por un enlace armónico de bienestar social, paz y democracia. Es mucho más previsible que
los antagonismos y contradicciones inherentes al capitalismo tengan una nueva forma de expresión.
Comentarios finales
La globalización del capitalismo cambia el mundo profundamente, sin que con esto desparezcan las relaciones
capitalistas de dominación y explotación. De cierto modo hasta las ha intensificado en diversos aspectos,
incrementando asimismo los conflictos derivados de las mismas. La globalización no es un acontecimiento o
expresión natural de una lógica “objetiva”, sino un proceso impuesto y reñido políticamente. Los cambios
vinculados con la misma, motivan a que las categorías políticas y económicas fundamentales deban ser
reflexionadas de nueva cuenta. Esto es válido tanto para el concepto de Estado como para el de clases, nación o
democracia.
Sobre todo, debemos partir de que ya no son aplicables algunas estrategias tradicionales de la izquierda política.
Lo que esto significa en lo particular trataré de exponerlo en las próximas sesiones