Ana Martin,+1232 06
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Este artículo pretende aportar algunas
reflexiones sobre estas actividades, conscientes de que no existe aún pers-
pectiva histórica suficiente y que, de hecho, en muchos iugares, induido
España, es una actividad no concluida todavía.
Para realizar este ejercicio de valoración, es necesario en primer lugar
recordar aigunos elementos fun9arr:t~ª1_~0 de carácter económico
como ético, que caracterizan a\l;deuda externa & los países del llamado
¿ercer Mundo. Para hacerlo de 'manera gráftcafsintética vamos a destacar
o ' cinco cons1aefaciones, que creemos resultan imprescindibles para compren-
o der este problema.
o
N
o El contexto
-
lQ
~
Q)
-o Consideración 1. El sobreendeudamiento externo de los países pobres
-·-
o
Q)
..e
constituye uno de los principales obstáculos para su desarrollo y una de las
principales causas de la persistencia de la pobreza en los mismos.
-
~
:::s
Q)
-o
V)
,cu
E1 conjunto de los países llamados en
desarrollo tiene una deuda externa total de unos dos billones de dólares. Los
continentes más afectados en términos absolutos son l':,.mérica Latina y .l1i.sia,
:::s con el 36 y el 26 por 100 respectivamente. Sin embargo es África donde las
~ consecuencias Je la <leuda se aprecian con más claridad: la <leuda total Je
r;I)
Q)
-o África subsahariana es equivalente al 81 por 100 de su Producto Interior
~ Bruto; en conjunto el continente gasta cuatro veces más en el pago de la
e
L-4 deuda externa de lo que invierte en salud y, por ejemplo, en Mozambique el
Q)
~ servicio anual de la deuda duplica los gastos en educación en un país donde
><
Q) el 70 por 100 de la población es analfabeta.
~
-o El impacto de la deuda en el Sur es enorme y sus costes son tanto socia-
:::s
Q)
les como económicos y financieros. Por un lado, los países pobres altamente
-o
-
endeudados presentan tasas de mortalidad infantil, enfermedad, analfabetis-
~ mo y malnutiición más altas que otros países en desarrollo, según el
V Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Si el dinero
-o de la deuda se invirtiera en desarrollo humano, tres millones de niños po-
e
·-
'º
~
r;I)
Q)
:::s
drían superar los cinco años de edad y se evitarían un millón de casos de mal-
nutrición (Informe sobre el desarrollo humano, 1997).
Desde el punto de vista financiero, el fuerte endeudamiento implica un
u alto riesgo para la comunidad internacional a la hora de invertir en un país.
~
..,_;¡ De esta forma, los países pobres están prácticamente excluidos de los mer-
620
cados financieros internacionales. El PNUD estima que en la década de los
ochenta los tipos de interés para los países pobres fueron cuatro veces más
altos que para los países ricos, debido a su menor grado de solvencia y a las
previsiones de una depreciación de la moneda nacional. Además, los países
muy endeudados sufren enormes presiones para obtener divisas destinadas a
pagar el servicio de su deuda y comprar productos esenciales de importación.
Las Instituciones Financieras utilizan su influencia para obligarlos a aceptar
políticas de ajuste estructural y de estabilización. Aunque su fin es el de esta-
bilizar las economías eri crisis e impulsar su crecimiento, haciéndolas más
competitivas, la auténtica realidad es que las políticas de ajuste provocan en
su aplicación efectos sociales muy negativos.
En general, se estima que existen unos cincuenta países (1) (la mayoría
africanos) severamente afectados por el problema de la deuda y para los que
resulta imposible pensar en un desarrollo humano sin resolver antes esta
losa.
621
que se llamaron etrodólares. E] segundo efecto del alza del precio del petró-
leo es la recesión q ' duce en los países consumidores y que provo-
ca una reducción en las demandas de dinero que impide canalizar los petro-
dólares. Se vuelve entonces la vista al Sur y se decide prestar, por primera vez
en la historia de manera significativa, cantidades importantes de dinero a los
países del llamado Tercer Mundo, muchos de ellos recién independizados y
con enormes necesidades de inversión y capital. La enorme oferta de dinero,
el bajísimo interés existente, incluso negativo en algunas ocasiones en tér-
minos reales y la garantía pública de la que gozaban todas las operaciones
o provocaron una enorme demanda de préstamos que fue atendida, en ocasio-
o nes, de manera poco responsable por los acreedores sin suficientes garantías
o
N de viabilidad. Por su parte los deudores eran en su mayoría gobiernos no
o democráticos que invirtieron los recursos en gastos superfluos, operaciones
-
td
(o::S militares y programas poco prioritarios para el desarrollo social y económico
Q,) de sus países.
-o A principios de los años 80 la administración norteamericana decide
-·-
..e
o
Q,) modificar su política económica elevando los tipos de interés para poder
financiar su creciente déficit público. Los tipos de interés anual de los bonos
-
~
-o
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Q,)
V"'l
,Q.,
del Tesoro pasan del 11,5 por 100 en el 79 al 20 por 100 a principios del año
82. Las consecuencias internacionales de la medida no se hacen esperar, lo
que provoca un nuevo contexto económico internacional, especialmente des-
favorable para aquellos países del Tercer Mundo que habían decidido endeu-
::::s
~ darse durante los años anteriores: incremento del tipo de interés en el mer-
ti)
Q,) cado internacional (la mayoría de los créditos se habían contraído a tipos de
-o interés variable); apreciación del dólar norteamericano (la mayoría de los
(o::S
e::
$..¡
préstamos habían sido contratados en dólares); recesión en el comercio inter-
.....
Q,) nacional (las divisas necesarias para el pago del servicio de la deuda se obte-
::-<
Q,)
nían a través de las exportaciones); deterioro de los términos de intercambio
(o::S entre las materias primas y los productos manufacturados.
-o En definitiva, las condiciones cambiaron notablemente, pues había que
:::s
Q,)
pagar más dinero en concepto del servicio de la deuda (por el aumento de los
-o
-
-o
(o::S
Q,)
d
tipos de interés), la moneda en la que había que pagar costaba más (por la
apreciación del dólar), era más difícil obtener esos dólares (por el descenso
del comercio mundial) y, además, cobraban menos por las ventas que reali-
622
Toda esta historia pone de manifiesto, como por otro lado es evidente si
se rechazan los análisis maniqueos y simplistas, que en un problema tan
complejo como el de la deuda externa las responsabilidades no son sólo de
una parte, sino que existe una responsabilidad compartida entre los diferen-
tes «actores».
623
El resultado es que la deuda no ha parado de crecer a pesar de que los
gobiernos del Sur gastan enormes cantidades en el pago del servicio. La
deuda total de los países en vías de desarrollo pasan de 1.15 2 billones de
dólares en 1986 a 1.985 en el año 96 (un crecimiento de 5,67 por 100 anual)
a pesar de que durante ese período se pagaron 1.628 billones de dólares en
concepto del servicio de la deuda.
Consideración 4. Las dificultades para solucionar el problema de la
deuda externa tienen mucho más que ver con la falta de voluntad política
que con las complicaciones técnicas que son claramente superables.
o
o
o
N LA gran pregunta que surge en muchas
o personas que conocen estos datos es ¿por qué no se ha encontrado aún una
-
td
~ solución justa a este problema? La respuesta más habitual remite a compli-
V caciones y dificultades de orden técnico: el riesgo moral (el problema de las
-o soluciones que premien a los que menos esfuerzo han hecho y castiguen a los
-·-
o
..e
V
::s
que cumplen); las dificultades para controlar el destino que se da a los fon-
dos liberados (para evitar, por ejemplo, que el dinero que se perdona no es
-~
-o
V
c-r,
-:..(l.,
utilizado en compra de armas); el riesgo que asumen los deudores de ser
penalizados por el sistema financiero internacional (nadie va a querer pres-
tarles más pues, son socios poco fiables) y en general todas las complicacio-
nes onerativas v estrictamente técnicas aue conlleva cualauier ooeración de
- i- - - - - J - J. J. .l.
::s
o... alivio de deuda.
e,:¡
V
Todas estas razones son ciertas, pero daramente insuficientes para justi-
-o ficar la ausencia de soluciones reales. Las razones más profundas nos remiten
~
e a la falta de voluntad política existente por parte de los gobiernos (deudores
~
y acreedores) y las instituciones internacionales. Cuando la presión de la opi-
.....
V
;:.< nión pública internacional se ha hecho mayor, como ha ocurrido en los últi-
V
~
mos años con las campañas Jubileo 2000, se encuentran soluciones, aún
-o incompletas, pero que muestran cómo las dificultades técnicas son clara-
::s
V mente superables. Por ejemplo, la iniciativa HIPC (Highly Indebted Poor
-o
-
-o
~
d
Countries), especialmente en su segunda versión aprobada en Colonia por el
G-7 reconoce un hecho fundamental: para una serie de países la deuda
,
acrua1 1 •
es s1mp1emente 1mpagao1e
. 1 1 •
y es necesario 1 • 1 1
reaucma • 1
nasta unos mve1es
de sostenibilidad, lo cual invalida el argumento de que se trata de contratos
·-'º.::s....
e,:¡
V
que hay que cumplir sin más consideraciones. Otro ejemplo interesante son
las iniciativas de conversión de deuda externa por desarrollo que diversos
u países han puesto en marcha, y de manera muy particular Suiza. Son pro-
~ gramas que combinan la condonación de deuda con la utilización de una
~
624
parte de los recursos (dependiendo del nivel de pobreza y de endeudamien-
to de cada país) liberados en proyectos de desarrollo social. También estas
iniciativas logran romper el argumento de que no es controlable el uso de los
fondos liberados.
En definitiva, tanto la teoría como la experiencia histórica muestran que
cuando existe una voluntad política, se pueden encontrar soluciones capaces
de superar las complicaciones técnicas que existen. Por ello, resulta impres-
cindible lograr aunar las voluntades necesarias para que se dé un impulso
suficiente por parte de los responsables políticos y económicos.
Consideración 5. Desde un punto de vista ético, la cuestión de la deuda
exige soluciones que respeten la vida en dignidad de todos los hombres.
Desde la lógica cristiana del amor la situación actual resulta simplemente
inaceptable.
LA deuda externa es un tema complejo
desde el punto de vista moral. Por un lado, con carácter general, se puede
afirmar que las deudas deben ser devueltas, pues son pactos que deben ser
cumplidos. Sin embargo, por otro lado, es una cuestión que afecta a los dere-
chos humanos, a la dignidad de las personas y al bien común.
Hemos visto que la deuda externa es un obstáculo peligroso para el
desarrollo humano, porque fuerza a los países más pobres del mundo a usar
sus escasos recursos para pagar su deuda en lugar de invertirlos en el bie-
nestar de su población, particularmente en la lucha contra la pobreza. Los
costes humanos, sociales y económicos de la deuda son especialmente graves
para los grupos de población más vulnerables, por eso desde el criterio de
justicia social la deuda es un problema que debe ser resuelto de manera
urgente.
También las condiciones en las que la deuda fue contraída tienen conse-
cuencias desde el punto de vista ético. Tanto los deudores (gobiernos no
democráticos) y acreedores (bancos preocupados por obtener rendimiento en
un contexto de exceso de liquidez) son los corresponsables de una desastro-
sa política de endeudamiento y de gestión de los créditos, que en la mayoría
de las ocasiones no repercutieron en el desarrollo económico y social de los
países y particularmente en la atención de las necesidades de la gente más
cd
pobre. :a
Así mismo, los intentos de resolver el problema de la deuda hasta el ·-
u
momento puede ser considerados insuficientes e inadecuados desde una pers-
pectiva ética. La desproporción de poder entre acreedores y deudores, la -<ª
imposición de condiciones económicas universales a los países pobres, la
625
adopción de medidas que tienen por principal objetivo garantizar el pago del
servicio de la deuda, la falta de generosidad por parte de los gobiernos occi-
dentales y la escasa preocupación de muchas administraciones del Sur por las
condiciones de vida de la población más pobre de sus propios países son ele-
mentos para considerar que, desde un punto de vista moral, se debe exigir
un nuevo enfoque del problema de la deuda externa.
La deuda externa debe ser situada, en última instancia, en el marco de
las relaciones internacionales y de la situación de subordinación en la que
viven las economías de los países del Sur dentro de la estructura económica
o internacional. Mientras el crecimiento macroeconómico de los países más
o ricos y de algunas naciones emergentes alcanza cotas muy elevadas, una
o
("'.I buena parte del mundo en vías de desarrollo pasa por una situación huma-
o na catastrófica. Las injusticias que genera el sistema económico mundial
-
•d
c,:S
-e
<l)
abren una gran brecha entre éstos y los que quedan excluidos de los proce-
sos de crecimiento y hace que las desigualdades también crezcan dentro de
t • , 1 • 1
los propios pa1ses empooreciaos.
-·-
o<l)
...o
Si desde una perspectiva económica es necesario encontrar medidas que
permitan resolver la acumulación de una deuda que es impagable; si desde
-
~
-o
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<l)
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,q,,,
un punto de vista estrictamente ético la deuda obliga a una reflexión en pro-
fundidad que considere las consecuencias que ésta tiene sobre la vida de
muchos seres humanos, analizado desde la perspectiva cristiana del amor
univcn,al t iuLu11diLiuuc1.l 1c;:,ultt1 a~u u1ás üigente la búsqueda de soluciones
::s
Q.¡ efectivas: Jesús nos presenta a un Dios que perdona siempre, que no se cansa
r;I)
<l) nunca de perdonar y nos recuerda cómo este perdón incondicional y perma-
-o nente que recibimos de Dios nos capacita y nos obliga a perdonar: si a ti per-
c,:S
e
$-4
donan una millonada, foo vas a perdonar tú a los otros? (Mt 18, 23-25) o
.....
<l) foo vas a ser capaz de perdonar siete veces si a ti te están perdonando seten-
><
<l)
ta veces siete? (Mt 18, 21-22).
c,:S Una mirada cristiana, por tanto desde el amor «que perdona sin límites»
-o (Co 13), al problema de la deuda nos lleva a una interpelación inmediata
::s
<l)
sobre cómo la organización de las cosas en nuestro mundo puede generar
-o
-V
-o
~
e
injusticias y nos obliga revisar nuestro estilo de vida personal valorando las
consecuencias que tiene sobre los más desfavorecidos.
·-::s
'º
.....
r;I)
<l)
La campaña
626
en general de los cristianos, para lograr una solución justa y duradera a este
problema. Para mantener la brevedad conservaremos el esquema del epígra-
fe anterior, presentando las ideas, en este caso, bajo la forma de reflexiones.
627
Reflexión 2. La campaña ha permitido el trabajo coordinado tanto
nacional como internacionalmente por parte de muchas organizaciones cris-
tianas y ha permitido crear redes informales de grupos y personas preocu-
padas por la dimensión política de la fe y las causas estructurales de la
injusticia.
-
td
c:,:S
muchos de ellos se han sumado decenas de organizaciones, con lo que resul-
Q,)
-e, ta imposible aventurar una cifra global del número de grupos e instituciones
-·-
o
Q,)
..e
que han participado en ia campaña. En cualquier caso, se trata de una de las
primeras iniciativas en las que organizaciones cristianas han hecho efectivo
el eslogan de globalizar la solidaridad, aprovechando las ventajas tecnológi-
-
~
-o
:::s
Q,)
en
,v
cas y económicas que la globalización ofrece.
En muchos casos y lugares la campaña de la deuda ha sido la excusa para
que grupos que comparten una misma fe y unas mismas inquietudes se
conozcan, colaboren y pueda iniciarse un camino de trabajo conjunto. El teji-
:::s
~ do social asociativo, muy débil en nuestro país, está además enormemente
en
Q,) fragmentado y atomizado, exceptuando quizás al sector de cooperación
-o internacional. Las organizaciones sociales católicas no escapan a estos pro-
c:,:S
e
$-4
blemas de división y descoordinación. Por eso la campaña de la deuda ha
~
Q,) aportado un elemento de alto valor que ojalá perdure más allá de la propia
><
cu campaña y que, de hacerlo, logrará revalorizar aún más su importancia.
c:,:S
'"O
:::s
Q,)
R.eflexión 3. La campaña ha logrado establecer alianzas significativas
-e
-
con grupos no creyentes y ha permitido que la Iglesia aparezca con un men-
t,:1
saje de actualidad y contenido social en la celebración del jubileo.
Q.)
-o
e PARA muchos cristianos existía una cier-
·-
'ºen
~
Q,)
:::s
ta prevención y riesgo ante el enfoque que pudiera tener la celebración del
Jubileo. Se podía temer un cierto alejamiento de los problemas actuales a los
u que se enfrenta la humanidad, perdiendo la oportunidad de presentar la
C':S
,-..:¡ actualidad y vigencia de la Buena Noticia de Jesús. La movilización en torno
628
a la cuestión de la deuda en el marco del Jubileo le ha dado a éste un impor-
tante contenido social. No se trata aquí de hacer una valoración global de la
celebración jubilar, sólo queremos destacar el hecho de que recuperar la tra-
dición del pueblo de Israel de perdonar las deudas en los años jubilares, ha
resultado muy positivo para que esta celebración se muestre preocupada por
problemas actuales y graves para una parte significativa de la humanidad.
En el contexto español, y europeo en general, de secularización de la
sociedad existe el riesgo de que para muchas personas la Iglesia se convierta
en una institución poco o nada relevante. La presencia pública de institucio-
nes católicas defendiendo los derechos e intereses de los pobres, como ha
mcedido en la campaña de la deuda, se convierte para muchos ciudadanos
~n un signo esperanzador.
629
Nada de esto sirve como excusa para proseguir en la ruta trazada por
esta iniciativa: encarar asuntos complejos sin eludir la dimensión estructural,
combinando el rigor técnico con la perspectiva ética y cristiana, promovien-
do la sensibilización, fortaleciendo el trabajo conjunto de las instituciones
católicas y de éstas con otras en una escala mundial. El reto está ahí y la cam-
paña de la deuda ha iniciado el camino. No lo dejemos a medio recorrer.
o
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