Ud 8. El Vitalismo de Friedrich Nietzsche
Ud 8. El Vitalismo de Friedrich Nietzsche
Ud 8. El Vitalismo de Friedrich Nietzsche
EL VITALISMO DE
FRIEDRICH NIETZSCHE
1. INTRODUCCIÓN
El pensamiento de Nietzsche parte de una crítica feroz a la filosofía occidental, por tener esta un
carácter dogmático. Nietzsche pone en el siglo V a. C. el inicio de la crisis del espíritu griego y la decadencia
de Occidente. El pueblo griego antiguo aceptó las dos dimensiones básicas de la realidad, y las expresó con
el culto a Apolo y a Dionisos, representando Apolo la individuación, la forma, el mundo como una totalidad
ordenada y racional, y Dionisos la vida en sus aspectos oscuros, instintivos, irracionales, biológicos. La
grandeza del mundo griego arcaico estribaba en armonizar ambos principios. Con el inicio de la decadencia
occidental, con Sócrates y Platón, los griegos ocultan esta faceta inventándose un mundo racional, el
desprecio al mundo de lo corporal y la fe en la razón, identificando lo dionisíaco con el no ser y la irrealidad.
La degeneración de la cultura por la filosofía griega triunfó en la cultura occidental con el ascenso de la
moral judeocristiana y el monoteísmo, pervirtiendo de raíz el mundo occidental. Así, la decadencia del
espíritu griego antiguo supuso el triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisíaco.
La filosofía occidental se basa en el platonismo, que defiende la existencia de las cosas como son
(mundo inteligible) frente a como parecen ser (mundo sensible). Platón construye un mundo ultraterreno para
poder explicar este, ya que nuestro mundo está compuesto por apariencias. Según Platón, todo no puede ser
cambiante porque si no, el mundo sería contradictorio, absurdo y sin sentido. Si no hay verdades absolutas,
objetivas, a las que podamos llegar por medio de la razón, entonces no podríamos ponernos de acuerdo
acerca de nada, qué es lo bueno y qué es lo malo, sino que cada uno tendría su propia idea de lo que es el
bien. Para vivir en sociedad tiene que haber unos acuerdos mínimos, unos códigos de conducta y unas leyes
comunes a todos, y para que esto sea posible tiene que haber verdades objetivas en las que basarse a la hora
de razonar. Y como en el mundo que percibimos por medio de los sentidos no encontramos estas verdades,
sino solo diferentes opiniones, Platón postula “otro mundo” con el que asegurar estas verdades objetivas que
configuran lo que él llama “mundo de las ideas” al que se accede por la razón.
Pero para Nietzsche no existe la objetividad pura, sino que todo es relativo. Solo existe este mundo,
cambiante y finito, en el que todo tiene un principio y un final. El resto son ficciones que sirven de consuelo
para débiles. Y todo es relativo porque toda teoría, idea o creencia depende siempre de un sujeto que la
defiende y la construye; las teorías no existen independientemente de los seres humanos, sino que son una
invención suya. Y si el ser humano inventa teorías es por una razón: para comprender el mundo, el cual nos
choca y asusta. La necesidad de explicar el mundo, de darle un sentido, de entender cómo funciona proviene
de un miedo previo, el miedo a lo desconocido. De ahí que tengamos que dar una explicación a las cosas, una
razón, porque nos asusta que el mundo no tenga sentido y nos asusta movernos en él sin conocimiento.
1
2.1. La crítica a la moral
Las normas morales sirven para determinar qué está bien y qué está mal y proporcionan a una
sociedad unas reglas claras de comportamiento para poder convivir en relativa armonía. Pero para Nietzsche,
la moral está en contra de la vida y sus instintos, es antinatural. Es una forma de controlar a los individuos y
someterlos para que sigan los dictados de otros, que se benefician de que la mayoría de la sociedad siga una
serie de normas. Es la mentalidad del rebaño. La contradicción está entre el querer y el deber; el deber
implica siempre una prohibición y toda prohibición está en contra de los deseos, instintos, impulsos, etc. Esta
represión constante provoca en última instancia odio, rechazo y resentimiento hacia la vida.
La moral, por medio del miedo, nos obliga a reprimir nuestros deseos. Pero si algo caracteriza a la
vida es el deseo. Desear cosas, sentir atracción por lo que nos rodea, nos hace sentirnos vivos. Por lo que
negar nuestros deseos es negar la vida y, por tanto, a nosotros mismos.
Según Nietzsche, el bien y el mal en sí, absolutos, no existen, sino que son relativos. Nietzsche cree
que no soportamos los cambios, nos da miedo el hecho de que todo lo que existe llega un momento en que
deja de existir, de que todo está sometido a nacimiento y destrucción y por eso inventamos un mundo distinto
a este, un mundo sin cambios, sin muerte, sin violencia en que lo bueno sea eterno y lo malo no exista. Pero
esta es una ficción propia de ingenuos, ignorantes y débiles. Así, solo los fuertes pueden aceptar la vida tal y
como es y querer vivirla.
La metafísica occidental tiene un presupuesto básico: la creencia en otra realidad, que da sentido al
mundo. Defiende la teoría de los dos mundos de Platón: sensible e inteligible. Sin embargo, de este otro
mundo no tenemos experiencia, es un invento producto del miedo, un consuelo para los débiles. La
separación entre el mundo real y el aparente implica una valoración moral: es un juicio negativo, este mundo
es malo, impuro, despreciable. Pero para Nietzsche no existe esta dualidad entre apariencia y realidad o
verdad, sino que solo existe el devenir (cambio constante, creación/destrucción, nacimiento/muerte, etc.).
Aquí encontramos la influencia de Heráclito: “Todo cambia, nada permanece”.
Podemos encontrar tres tesis básicas en las que resumir la metafísica tradicional:
2) Realismo/objetivismo. La creencia en que hay un mundo verdadero más allá del aparente, de que
hay verdades absolutas, objetivas, más allá de las apariencias (de lo que percibimos a través de los sentidos).
Esta tesis es complementaria a la anterior.
Pero para Nietzsche esta contraposición entre apariencia y realidad es una ilusión. Los sentidos no nos
engañan, porque el engaño implica que haya algo que sea verdad. Y para él no hay verdades objetivas, es
simplemente una ilusión del ser humano para tranquilizar su conciencia, al percibir caos y desorden en el
mundo. Según Nietzsche, esto no es más que producto del miedo, miedo que da lugar a ideas débiles, que
2
debilitan nuestros impulsos vitales, impidiéndonos ser felices. Todo es devenir, constante cambio y lo mejor
es aceptarlo y actuar en consecuencia.
3) Dualismo/Teoría de los dos mundos. Tenemos la intuición de que las cosas son de una manera y
no de otra. Esto es lo que provoca la razón en nosotros, el entender que las cosas siguen una lógica. Y a partir
de esta intuición suponemos que existen una serie de verdades absolutas. Pero ellas no las percibimos a
través de nuestros sentidos, por lo tanto, tienen que estar en otra parte que no sea el “mundo de los sentidos”.
Esto es lo que Platón llama “mundo de las ideas”, otros “la mente de Dios” que es la que da estabilidad al
mundo, etc. Se trata de otro mundo compuesto por verdades, a las que se puede acceder por medio de la
razón.
Pero para Nietzsche, si inventamos otros mundos, es porque este no nos satisface plenamente. Si
nuestro mundo fuera tal y como quisiéramos, no tendría sentido inventar otros. Si rechazamos el mundo, es
por miedo y debilidad, si buscamos las razones de las cosas, el sentido de lo que nos pasa es porque lo que
nos pasa nos desagrada, porque no estamos conformes con lo que tenemos.
Así, los grandes conceptos (verdad, bondad, Dios, etc.) son creaciones del ser humano impulsado por
el deseo de querer más de lo que se tiene. Podemos decir que el ser humano es un ser creativo, crea sus
propias ficciones o fábulas que lo hagan feliz. El problema es que el ser humano olvida que estas ficciones
son creación suya. De ahí la visión artística (creativa) de la vida. Para Nietzsche lo que define al ser humano
no es la razón, sino los deseos, emociones, impulsos e instintos y todo lo demás se comprende a partir de
estos.
La ciencia ordena la realidad mediante teorías, leyes, relaciones, etc. Pero haciendo esto lo que se
hace es reducir la realidad a una serie de ideas; ahora bien, la realidad es algo más que teorías y leyes. La
realidad es fuerza, impulsos, caos, poder, deseo, en definitiva, algo irracional. Por eso, la ciencia, al igual que
la filosofía, nunca conseguirá su objetivo: comprender la realidad en su totalidad.
La ciencia y la razón matan lo mejor de la vida: las emociones, sentimientos, el amor, el arte, el sexo,
la risa, por medio de absurdas normas. Cuando intentamos racionalizar los sentimientos, es como si los
matáramos. Si todo fuera lógico y racional, todo sería frío y vacío, nada merecería la pena. Si la vida merece
la pena es porque es irracional según Nietzsche. Pero Nietzsche no ataca la ciencia en sí, sino la forma de
entenderse en su época (mecanicismo), la pretensión de reducirlo todo a leyes mecánicas, a un orden
matemático absoluto.
Esta expresión hace alusión al creciente abandono de la visión religiosa cristiana del mundo en la
cultura europea a partir del Renacimiento, fenómeno que se conoce como “secularización de la cultura”.
Supone la sustitución progresiva de la idea de Dios, como “sentido” del mundo, respaldo de la autoridad
establecida, garante del orden moral, etc., por otras ideas como la razón, el progreso, la humanidad.
A partir de aquí Nietzsche afirma que la “muerte de Dios” supone la muerte de todos los valores
absolutos. Al negar la existencia de ese mundo supraterrenal, absoluto e inmutable, lo único que nos queda
es este, nuestro mundo cambiante. Por tanto, todo valor absoluto deja de tener sentido, puesto que todo en
este mundo es cambiante y relativo. La muerte de Dios abre dos posibilidades al ser humano: un
empobrecimiento del hombre con un ateísmo superficial y un desenfreno moral, y esto es lo que Nietzsche
llamó “el último hombre”; o la otra posibilidad, la proyección consciente de nuevos ideales creados por el
hombre: “el superhombre”.
3
4. EL NIHILISMO Y SUS FORMAS
El nihilismo no es una doctrina filosófica como tal, sino más bien un movimiento histórico: una
forma de ver el mundo y de actuar hacia la que se dirige Occidente. Occidente se dirige hacia el nihilismo,
nos dice Nietzsche. Se representa por medio de la frase “Dios ha muerto”, la cual es una metáfora: significa
que los grandes ideales (entre ellos la idea de Dios) en los que había creído Occidente empiezan a perder
importancia, se convierten en nada (“nihil”, del latín, significa “nada”). Así, lo que se había considerado
como verdadero se convierte en nada. Todo lo que hasta ahora había dado sentido a nuestras vidas no es
nada, puesto que la vida no tiene un sentido determinado, no es racional.
1) Aspecto negativo. Alude a la esencia del platonismo y del cristianismo (los dos se basan en nada).
La esencia del platonismo (mundo suprasensible, las ideas, la verdad) y del cristianismo (Dios, el paraíso en
el otro mundo, etc.) es una gran nada, son ilusiones, ficciones. El nihilismo negativo es una característica de
la tradición y la cultura occidentales.
Desde el nihilismo podemos dirigirnos a una nueva concepción de la vida y del hombre: el hombre
como creador de valores finitos, cambiantes, aceptando la vida totalmente. Así, hay que tener una voluntad
afirmativa (afirmación de la vida) que nos conduzca a una vida activa y creadora.
5. LA VOLUNTAD DE PODER
El ser, la realidad, es una pluralidad de perspectivas, la realidad no tiene una forma de ser, sino que
tiene muchas caras, es “poliédrica”. La vida, la realidad se puede entender de muchas maneras, tantas como
individuos hay. Hay pluralidad de religiones, ideologías, códigos morales, culturas, etc. Por eso, cuando solo
se afirma una como verdadera, las demás se apartan al plano de la apariencia, de la falsedad. Lo importante
no es si una idea es verdadera o falsa, sino si favorece o perjudica, si fortalece o debilita. Lo que uno llama
verdad es solo una perspectiva que se ha impuesto por la costumbre.
Para Nietzsche la vida es voluntad de poder, de fuerza, de energía, capacidad de hacer cosas, de
querer ser más de lo que se es, instinto de superación. El poder es siempre el “poder hacer cosas”, es
actividad, fuerza. El poder está en todas partes, desde la planta, que lucha por crecer y sobrevivir teniendo en
contra los elementos, hasta los seres humanos. Toda la realidad es un conjunto de relaciones de fuerzas y
energía, luchando entre sí por hacerse más grandes.
La voluntad de poder nos lleva a la transvaloración de todos los valores: en vez de apostar por
valores absolutos, excluyentes, hay que apostar por valores terrenales, vitales, positivos (que afirmen las
cosas de este mundo, el único existente) y cambiantes. Solo este tipo de valores reflejarán la vida y la
afirmarán. Esto lleva al fortalecimiento de la alegría de vivir, la alegría como motor de la vida.
4
6. EL ETERNO RETORNO
El devenir (constante fluir o transformación de las cosas), hace que todo se vuelva a repetir
eternamente. Todo se vuelve a combinar de la misma manera que ya se combinó innumerables veces. Por
ello hay que amar la vida de tal forma que se quiera volver a vivirla, desear que nuestra vida se repitiera
eternamente. El amor a la vida es lo que hace que el ser humano pueda superarse a sí mismo. El odio y la
tristeza inmovilizan, debilitan, el amor y la alegría ponen en movimiento, fortalecen al individuo.
El eterno retorno es una extraña idea que en Nietzsche es posible entenderla como una metáfora,
como simple afirmación de la vida: amar tanto la vida de tal forma que uno quiera que se repita tal y como
ha sucedido. Si vivir implica pasar por todo lo que he pasado, lo acepto y digo “¡Sí!”. No solo quiero seguir
viviendo, sino que me gustaría vivir tal y como lo he hecho, ya que los errores y sufrimientos forman parte
de la vida.
La mayoría de intérpretes de Nietzsche coinciden en afirmar que para él sería una especie de actitud
del individuo ante la vida: no se trata tanto de que el eterno retorno ocurra como de querer que ocurra, vivir
como si fuera real. Nietzsche es relativista, no cree en verdades ni valores absolutos, entonces la mejor forma
de pensar es aquella que ensalza la vida y en este sentido, no podemos encontrar una teoría que afirme más la
vida que la del eterno retorno.
7. LA IDEA DE SUPERHOMBRE
Con el término “superhombre” Nietzsche se refiere a la persona capaz de generar su propio sistema
de valores, identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder. El superhombre
de Nietzsche es el individuo libre y creador, que está dispuesto a superarse continuamente, que es ajeno a
convenciones y ataduras morales, religiosas o ideológicas que impidan el libre desarrollo de su
espontaneidad y sus instintos (moral de señores). Los valores del cristianismo son contrarios a esto:
resignación, culpa, conformismo, la vida como castigo y sufrimiento (moral de esclavos).
Para Nietzsche el hombre no es más que un puente hacia el superhombre. La idea de superhombre no se
identifica ni con una clase social privilegiada ni con una raza. Se reconoce a partir de su conducta moral:
1) Rechaza la moral de esclavos: mansedumbre, cobardía, castidad, obediencia... Frente a ella defiende
una “moral de señores”: creadora, activa, fuerte.
2) Rechaza la conducta gregaria: la moral de rebaño, la conducta de los que siguen a la mayoría, a
líderes, a lo establecido.
3) Crea valores: los valores son invenciones de los seres humanos. Otros siguen las modas, lo que la
mayoría impone. El superhombre crea su propia “moda”, sus propios valores.
4) Vive en la finitud: asume que todo es finito, que todo tiene un principio y un final. No cree en
ninguna realidad trascendente, ni en Dios, ni en el destino, raza, nación o estado. Solo cree en el
sentido de la vida que él mismo crea.
5) No huye del dolor: sabe que con el sufrimiento se aprende, se hace uno fuerte, se supera a sí mismo.
6) Ama la intensidad de la vida, la alegría, la salud, el amor, el sexo, la belleza.
7) Es contrario al igualitarismo, ama la diferencia.
En Así habló Zaratustra Nietzsche habla del camino hacia el superhombre tras la muerte de Dios. Lo
llama “las tres metamorfosis del espíritu”:
1) El camello. Es el que obedece ciegamente. Se arrodilla y recibe la carga de las obligaciones sociales,
de la moral de esclavos.
2) El león. Es el nihilista que rechaza los valores tradicionales, se rebela y los ataca, pero es incapaz de
crear nuevos valores.
3) El niño. Es el que vive libre de prejuicios, se toma la vida como un juego que él mismo crea.
5
El niño representa el superhombre: valora la vida y las virtudes del poderoso: la salud, el placer, las
pasiones, la victoria…, está más allá del bien y del mal pues crea sus propios valores sin seguir los valores
tradicionales, es fiel a la tierra y no acepta un “más allá”, vuelve a concentrar lo apolíneo y lo dionisíaco,
vuelve a ser vida y lucha de fuerzas.
Crear valores nuevos tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear, eso
sí es capaz de hacerlo el poder del león. Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello,
hermanos míos, es preciso el león. Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni
siquiera el león ha podido hacer? ¿Por qué el león tiene que convertirse todavía en niño? Inocencia es el niño,
y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo
decir sí. Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el
camello en león, y el león, por fin, en niño.
Nietzsche, F: Así habló Zaratustra, “De las transformaciones”
6
RELACIÓN DE LA FILOSOFÍA DE PLATÓN CON LA
FILOSOFÍA DE NIETZSCHE
Para Nietzsche, la razón que ha dado lugar a la metafísica idealista es producto de una
inversión de valores que debe a su vez ser invertida de nuevo: aquellos que sienten resentimiento
ante la vida, que no pueden aceptar su aspecto negativo y cambiante rompieron el equilibrio entre
vida y concepto (entre lo dionisiaco y lo apolíneo), para generar una imagen del mundo en la que
lo conceptual se convertía en lo más real, negando lo instintivo, lo cambiante, el deseo, etc.
Estas formas de entender la moral son calificadas por Nietzsche de patologías, sobre todo
por su valoración negativa de lo corporal, lo sensible y lo instintivo-sexual. Es una moral
contranatural que se opone a los valores vitales que permiten al ser humano desarrollar sus
capacidades. Los valores propios de la vida se convierten en Nietzsche en los valores morales. Lo
instintivo, lo que favorece a la vida, la satisfacción de lo corporal, son los únicos criterios de
validez moral.
** *
Por último, podemos destacar algunos rasgos comunes a ambos autores. En primer lugar, el
estilo literario: un estilo poético que cuida los aspectos estéticos, expresado mediante el uso de
metáforas, alegorías, etc. como recursos didácticos. Por otro lado, la defensa del sentido
aristocrático de la existencia, aunque desde perspectivas muy diferenciadas: en el caso de Platón
se trata de una aristocracia del conocimiento (el bueno es sabio) y en el caso de Nietzsche de una
aristocracia de los creadores de nuevos valores (los que se reafirman, moral de señores). Por último,
la crítica a la democracia, como sistema político, y a los igualitarismos: para Platón es un mal
régimen político, porque gobiernan los que no saben. Mientras que para Nietzsche, que critica la
cultura occidental, es una muestra de la moral de esclavos al tomar unos valores e intentar
aplicárselos a todos negando la voluntad de poder y su creatividad.