Metantropía AlexandrosComes

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METANTROPÍA

ALEXANDROS COMES
Ψυχῆς πείρατα ἰὼν οὐκ ἂν ἐξεύροιο,
πᾶσαν ἐπιπορευόμενος ὁδόν· οὕτω βαθὺν
λόγον ἔχει.
Ἡράκλειτος ὁ Ἐφέσιος

Los límites del alma, aun recorriendo


todos los caminos, no encontrarás; tan
profunda es su medida.
Heráclito de Éfeso

2
En el presente escrito comenzaré por abordar el tema del bien. Para
empezar la palabra bien, lo que comúnmente se toma por ello, viene de una
extensa genealogía que inicia o que se impone en occidente desde el
judeocristianismo desplazando la moral grecorromana, principalmente
estoica, siendo ésta relativa a un tiempo y una zona geográfica determinadas
contraponiéndose con otras morales que no hacen sino contradecirse unas a
otras, y es que si la moral está constituida por la sociedad todas tendrían
validez, lo que hace que ninguna la tenga. Por tanto, lo que se ejerce no es el
bien, sino la creencia de lo que ello es. Y es que el bien ha de estar
determinado por un proceso racional y cognoscitivo en lugar de lo
establecido por la costumbre, pues hay dos visiones con que comprender el
mundo: el mŷthos 1 y el lógos. 2 La moral basada en este último cambia
radicalmente la visión occidental del bien. Para conocerlo hemos pues de
adentrarnos en las mentes que han escuchado la voz del lógos, los grandes
pensadores que realzaron la razón en las tinieblas del mŷthos. Muchas
escuelas filosóficas como la aristotélica y la estoica equiparaban la virtud
con la felicidad, en contraste con la moral del mŷthos que hace del bien un
mandato absoluto proveniente de una entidad metafísica y que es validada
por filosofías como la de Platón y la de Plotino.3 Por otra parte, tenemos a
Epicuro de Samos y a Aristipo de Cirene que revolucionarían el pensamiento

1
Μῦθος (mŷthos) designa el pensamiento mágico-religioso como cosmovisión.
2
Λóγος (lógos) designa la racionalidad con que vemos, examinamos y formulamos teorías del cosmos.
3
El cristianismo desde sus albores, y en un contexto en que tenía que rivalizar con escuelas filosóficas
paganas tan formidables como la estoica, sustentó su mitología a través de la doctrina platónica en que se
afirma un alma inmortal que puede llegar a acceder a un mundo suprasensible e inmaterial en que habita
el bien en sí que en el cristianismo se identifica con el dios judeocristiano.

3
con algo muy sencillo y hasta obvio: el bien es el placer y el mal es el dolor.
En primera instancia habría que reconocer la veracidad de estos enunciados:
es innegable que desde los albores de la cultura los humanos hemos
comprendido lo que es el mal y lo que es el bien en términos de dolor y placer,
de hecho, hemos erigido esta dicotomía cultural en base a la complejidad que
yace más allá del individuo y de la inmediatez con que percibimos estas
sensaciones, pero ocurre un problema, y es que no todo lo placentero es
bueno ni todo lo malo doloroso. El mismo hedonismo racional epicúreo
reconoce que hemos de tomar decisiones no sólo en base al placer, sino en
tanto a la ausencia de dolor,4 lo que implica que hay placeres que son males.
Existe pues algo más allá del binomio hedonista en la ética, que la funda y
la modela. Si nos remontamos a los albores de estas percepciones
encontraremos el verdadero fundamento de la moral, la objetividad más allá
de la percepción subjetiva con que el filósofo helenístico pretende erigir la
moral, y es que no debemos confundir el significante con el significado, y
éste no es otra cosa sino la vida. Es a través de la vida que nuestra biología
ha decidido qué establecer como placentero o doloroso, es a través de la vida
que desde nuestra biología inconclusa podemos decidir qué es lo bueno y lo
malo aun cuando ello conlleve dolor y placer respectivamente. Mas… ¿qué
significa tal palabra? El filósofo alemán Arthur Schopenhauer define la vida
como la voluntad de autopreservación,5 sin embargo, el querer vivir de un
ser vivo no tendría sentido si concebimos que no se puede desear algo que
ya se tiene, luego si nos fijamos en el comportamiento de los seres vivos
como lo hizo el también filósofo alemán Friedrich Nietzsche nos toparemos
con que la vida busca su continua superación de sí propio. Es lo que él llama
la voluntad de poder. 6 Mas en sólo esto no consiste la vida pues si nos
detenemos a observar el ē̂thos 7 humano nos sorprenderemos con que las
necesidades de autorrealización son de las últimas en satisfacerse, cuando no
nulas. Hay por tanto una jerarquía de necesidades dispuesta en tanto al
cumplimiento de las mismas, como hubo propuesto el psicólogo humanista

4
Epicuro entiende por placer, además de su definición habitual, la ausencia de dolor, lo que se conoce
como placer negativo.
5
Para entender el concepto de voluntad en Schopenhauer habría que comprender sus dos principales
influencias: Immanuel Kant y el pensamiento oriental. Kant exponía que el mundo estaba compuesto de
noúmeno, inaccesible al conocimiento humano (el mundo en sí), y fenómeno, accesible al conocimiento
humano, pues Schopenhauer no deja de usar esta dicotomía, pero las rebautiza como voluntad y
representación y agrega, a raíz de su conocimiento de las upanishads y el budismo, que la voluntad sí
puede ser conocida, sí se puede llegar a rasgar el velo de Maya, siendo ésta una fuerza irracional que
actúa a través de nosotros con el fin de materializarse y preservar su materialidad.
6
Nietzsche se inspira en el concepto schopenhaueriano de voluntad para establecer su arché o principio
fundacional de la realidad que él llamará la voluntad de poder que carecería de un correlativo como en
Schopenhauer o Kant y más bien estaría conformado por cuantos de poder que luchan entre sí para la
continua autosuperación.
7
Ἦθος (ē̂thos) designa el comportamiento, conducta o costumbre.

4
Abraham Maslow. 8 Hay a su vez una clara distinción entre necesidades
inmanentes, de las que sólo nos valdríamos para nuestra supervivencia, y
necesidades trascendentes, que romperían con este maniatar biológico-social
que tanto aflige a la libertad. Si nos fijamos en las necesidades que Maslow
indica que hemos de cubrir para llegar a ésta caeremos en cuenta de que
muchas de ellas, sino todas, son innecesarias más allá de las vitales. Se me
viene a la mente Diógenes de Sinope que desprendiéndose de las necesidades
no naturales e innecesarias se centró en la más trascendente de todas ellas: la
virtud, siendo ésta el vivir de acuerdo a la naturaleza,9 misma tesis que los
estoicos desde Zenón de Citio han heredado directa e indirectamente de
Sócrates. No olvidemos que toda la moral estoica está construida a partir de
la imagen de este filósofo tras haber leído Zenón sobre éste.10 Mas, ¿encarna
el ateniense el vitalismo trascendente que aquí nos ocupa?, y es que éste
habla sobre un conocimiento imprescindible para el hombre: gnō̂thi
seautón,11 aquella inscripción hallada en Delfos que él tanto predicó. Decía
además que el conocimiento que el hombre anhelaba se hallaba dentro de
éste y se declaró ayudante al alumbramiento del mismo. Dícese de Sócrates
que cuando abandonó el oficio de escultor para entregarse a la filosofía
arguyó que no podía pasarse la vida entera sacando una figura humana de un
trozo de piedra mientras los humanos se pasaban la vida entera tratando de
ser un trozo de piedra. En verdad Sócrates dedicó su vida a la voluntad de
autosuperación, mas, de ser así, ¿por qué el vitalista Friedrich Nietzsche
odiaba tanto a dicho pensador? Esto se remonta al último momento de vida
del ateniense, cuando fue sentenciado a beber cicuta por “corromper a la
juventud e inventar nuevos dioses”. Mientras los demás lloraban su partida
Sócrates se mostraba impasible, cosa que inspiró quizá al estoico romano
Séneca cuando corrió la misma suerte.12 Fue en el momento tras beber el

8
La jerarquía de necesidades de Maslow establece que las necesidades se ordenan de más urgentes a más
complejas. Dicha pirámide empieza con las necesidades fisiológicas seguidas de las de seguridad,
afiliación, reconocimiento y por último autorrealización.
9
Diógenes al haber aprendido de su maestro Antístenes la autarquía, del griego αὐτάρκεια, o
autosuficiencia decidió vivir en las calles de Atenas sin mayor posesión que un manto, un báculo y un
cuenco. Un día observó a un niño bebiendo agua con las manos y acto seguido arrojó su cuenco
admitiendo que un niño lo había vencido en sencillez.
10
Dícese que Zenón que tras haber perdido todo en un naufragio se dirigió a un oráculo a buscar consejo
y éste le ordenó que hablara con los muertos por lo que en Atenas tomó un libro y se topó con la figura
impasible de Sócrates.
11
Γνῶθι σεαυτόν (gnō̂thi seautón) traducida comúnmente como «conócete a ti mismo», o más
precisamente «descúbrete a ti mismo», puesto que el conocimiento que se desea no es en tanto a lo que
hemos sido, sino en tanto a lo que seremos tras realizar dicha búsqueda.
12
Se cuenta que Séneca fue acusado falsamente por el emperador Nerón de conspirar contra él y
ordenado a que se suicidase (en realidad, como en el caso de Sócrates, el suicidio era una opción, los
grecolatinos la consideraban más digna que ser ejecutados) cortándose las venas acto que realizo
impasiblemente y cuando los estoicos en la sala se turbaban al verlo él les increpaba que esto era para lo

5
veneno en el que pronunció las siguientes palabras: «Critón, le debemos un
gallo a Asclepio», siendo este dios de la medicina lo que quiso transmitir era
la muerte como cura de la vida, algo inconcebible para Nietzsche. Y es que
tanto el mundo de las ideas platónico como el paraíso cristiano hacen del
mundo sensible, de la vida, algo secundario, algo desdeñable, que no merece
nuestra atención en sí misma, y esta actitud que parecería inocua en un inicio
produjo nada menos que el oscurantismo y, consecuentemente, la
despreocupación e incluso la prohibición de todo anhelo de trascendencia
terrenal o siquiera las imposiciones biológicas más básicas. Parece que algo
así sucedió con Sócrates que, según Aristóteles, era un órfico13 heterodoxo.
Otra posibilidad es que en este diálogo Platón, cuyas ideas concuerdan más
con ello,14 haya puesto sus ideas en boca de su maestro, cosa que no es de
extrañar pues esta práctica la realiza en múltiples diálogos. Pese a todo el
padre de la filosofía occidental no deja de ser un modelo ético en primera
instancia para los cínicos, cuyo desprendimiento de las necesidades
innecesarias, por decir un oxímoron, heredaron. Dícese de Sócrates que
yendo por el ágora y observando todo lo que allí podía adquirir se jactaba de
cuántas cosas no necesitaba. De igual manera el cínico Diógenes, siempre
tan irreverente, al presentársele el hombre más poderoso del mundo en aquel
tiempo, Alejandro Magno, y al preguntarle qué era lo que deseaba de él,
siendo lo que le podía ofrecer aquello que los hombres más ricos de Atenas
no se atrevían ni a soñar, respondió: «que te apartes que me tapas el sol».15
Tiempo después los estoicos harían de Sócrates su modelo ético tanto
directamente como a través de los cínicos; no olvidemos que el maestro de
Zenón, el fundador de la stoá,16 fue Crates de Tebas. Del ateniense heredaron
la actitud impasible frente a la adversidad que ya hemos tratado aquí. Otro
punto importante en la filosofía cínica es la distinción entre nómos,
convención, y phýsis, naturaleza. Hemos de vivir conforme a la naturaleza y

que habían estado preparándose. Esto se entiende sólo conociendo el concepto de ataraxía, del griego
ἀταραξία, que significa la ausencia de turbaciones como lo son las pasiones irracionales.
13
El orfismo era un conjunto de creencias y prácticas religiosas que no se divorciaban de la religión
tradicional griega, sino que las replanteaban y las vivían de manera distinta: a través de un estilo de vida
ascético en pos de la liberación y purificación de las almas atrapadas en la cárcel del cuerpo. Su nombre
se debe al personaje de la mitología griega Orfeo de quien se cuenta que gracias a su excelsa música logró
bajar al hades para rescatar a su amada y que, aunque no lo consiguió, logró conocer los secretos de la
vida después de la muerte.
14
Esto se puede ver en la doctrina platónica heredada del pitagorismo del σῶμα σῆμα (sō̂ma sē̂ma) o
séase el cuerpo como tumba del alma que plantea que el alma divina cayó en el mundo de la materia
apresándose en un cuerpo y que hallará su salvación el día en que éste perezca.
15
Esto se entiende mejor a través del concepto cínico de la parrhēsía, del griego παῤῥησία, que significa
franqueza en el habla y consistía en decir la verdad incluso cuando esto aparentaría ser desventajoso.
16
Ποικίλη στοά (poikílē stoá) designa un pórtico pintado, en este caso específico aquel en que se reunían
los seguidores de Zenón de Citio que, al no ser ciudadano ateniense, no le era otorgado el derecho a
comprar un terreno con la finalidad de fundar una escuela filosófica tal como hizo Platón o Aristóteles.

6
evitar los deseos de las convenciones y esto me lleva a preguntarme: ¿qué es
la naturaleza? Para los estoicos la phýsis está regida por el lógos que
estructura el mundo material en un mundo lógico tanto en sí mismo como
para la razón humana, y es que este lógos que penetra y ordena todas las
cosas no sólo se halla en el macrocosmos, sino también en el microcosmos
humano por lo que mediante el conocimiento de la naturaleza cósmica u
ordenadora se determina la naturaleza humana y por tanto la ética
concerniente a ésta que no será otra cosa sino vivir conforme a la
racionalidad humana y tomar con ello control sobre las pasiones irracionales.
¿Mas está el universo estructurado racionalmente o es el humano el que
racionaliza para comprenderlo? Para descubrirlo imaginemos la cognición
que tiene un perro sobre el universo: el cerebro de éste es distinto al del
humano que tiene tres divisiones evolutivas (una parte instintiva, una
emocional, y otra racional) 17 siendo la más característica la racionalidad
mientras en el canino predominan las emociones por lo que la precepción del
mundo se limita muchas veces a esta capacidad cognoscitiva, muchas veces
insuficiente en contraste con la cognición humana. Ahora parémonos a mirar
el cosmos infinito; ¿no te parece que tal como en la Tierra algún ser rebasará
la cognición del otro dada su capacidad cognoscitiva, y hasta perceptiva,
superior? Luego, ¿qué nos garantiza que los perros no seamos nosotros? Este
planteamiento lo que propone es que el universo muy probablemente rebase
nuestra razón por lo que en lugar de ser un cosmos racional vendría a ser un
cosmos metarracional. Mas, ¿qué asegura que siquiera sea un cósmos? En
griego esta palabra significa orden y es un planteamiento que los primeros
filósofos griegos aceptaron sin cuestionamientos, mas esta afirmación de que
el universo es un orden cognoscible está lejos de ser una obviedad. En
realidad, no es que el universo se adapte a la razón humana; es la razón
humana la que se adapta al universo que el hombre ha venido
conceptualizando para darle un sentido. Basta con darse cuenta que el mundo
de los entes no sería tal sin la cognición humana pues para que los seres
existan hace falta alguien que determine dónde termina una cosa y dónde
comienza otra; para Aristóteles el mundo está compuesto de materia y forma
siendo ambas constituyentes de la realidad,18 lo cierto es que la forma no es
una realidad física, sino que es una realidad psicológica: es en la mente en

17
Este modelo del cerebro lleva por nombre Cerebro tripartito o triúnico y fue propuesto por el
neurocientífico estadounidense Paul MacLean.
18
Esto se explica en su teoría hilemórfica, palabra proveniente de ὕλη (hýlē) que significa materia y
μορφή (morphḗ) que significa forma. Ambas son substancias gracias a las cuales el ente es lo que es y no
otra cosa. Sin embargo, puede existir según esta teoría la forma o inteligencia pura que Aristóteles
identifica con el motor inmóvil y que los filósofos musulmanes y posteriormente los cristianos
identificarían con el dios de Abraham.

7
donde se determinan los límites de la realidad. ¿Qué determina los límites de
mi ser?, ¿por qué ese aire contiguo a mí no es considerado yo si absorberé
éste para oxigenar mis pulmones?, ¿por qué ese río que fluye frente a mí no
es yo si en breve beberé de sus aguas?, ¿por qué aquellos alimentos que
florecen en el huerto contiguo no son yo si pronto habrán de ser ingeridos?
No hay límites claros; las barreras son borrosas. Todo está conformado por
átomos y espacio vacío dirían Demócrito y Leucipo,19 pero no contaban con
que estos átomos que la ciencia moderna había creído identificar estaban a
su vez conformados por espacio vacío y partículas subatómicas a su vez
conformadas de otras partículas subatómicas, y con todo ello no dejamos de
creer en la ilusión de la solidez, sino que estructuramos toda nuestra visión
del mundo material en base a ello. En verdad la naturaleza es caótica; los
límites de un ente se confunden con los de otro como la causa de un hecho
se entremezcla con los efectos de ésta indeterminadamente hasta el infinito.
Tanto el tiempo como el espacio son un cháos que cuales dioses los humanos
hemos combatido mediante el dividir el espacio, que es uno, en multiplicidad
de entes, y el cháos del devenir que es el tiempo en un ser momificado siendo
en realidad una sucesión sin fin, entrelazada e infinita en cuyo transcurso
causa y efecto se identifican lo mismo que efecto y causa haciendo de este
binomio en un plano absoluto, algo obsoleto. Por tanto, la naturaleza del
hombre vendría a ser ordenadora, conceptualizadora o racionalizadora, cosa
que no está lejos de la concepción estoica o aristotélica. Mas es curiosa la
manera en que el cháos es vencido por el humano como en la mitología
griega lo es por los dioses que establecen el orden. Hay en verdad algo de
divino en el uso de la razón que hace del caótico e incomprensible mundo un
lugar en que la divinidad que habita en nosotros pueda vivir. Nuestra visión
del mundo, y por tanto nuestro actuar, ha de estar regido por la razón
ordenadora del «caos cósmico» en que habitamos. No obstante, de no
advertir el humano la naturaleza substancial de las cosas y los seres todo
cuanto estructure lo estructurará incompleta y antropomórficamente, como
no puede ser de otra manera. Estas dos naturalezas que aparentarían ser
contradictorias entre sí no son más que una misma cosa, dos visiones
diametralmente distintas, pero íntimamente unidas. El filósofo de origen
judío Baruch Spinoza que manifestaba: «Deus sive natura»20 hablaba de ésta
a través de sus atributos que se hallaban en un mismo plano monista,21 mas
no en un plano sensible y otro suprasensible como en Platón y las religiones
19
Los atomistas Demócrito y Leucipo plantearon que la materia no podía ser divisible infinitamente por
lo que al partir un determinado objeto llegará un punto en que no se pueda partir más; a eso le
denominaron átomo.
20
«Dios o séase la naturaleza».
21
El monismo plantea que el cosmos consiste de una única substancia que se halla en todos los entes.

8
abrahámicas como la judía cuyos fieles le terminaron por excomulgarlo
debido a estas afirmaciones. Estas afecciones son dos de las tres substancias
que había planteado el filósofo francés René Descartes siendo éstas la res
cogitans y la res extensa, sin contar la res infinita22 que en Spinoza vendría
a ser la única substancia de modo que las dos precedentes serían las maneras
en cómo se comprende ésta. De la misma manera cháos y cósmos serían
caras de una misma moneda siendo el metal del que está forjado una
substancia desconocida tal como lo es el ápeiron 23 de Anaximandro de
Mileto; o en palabras del filósofo chino Lǎo Zǐ: «El Tao que puede ser
expresado no es el verdadero Tao.24 El nombre que puede ser nombrado no
es el nombre eterno». Al admitir que la verdad es en último término
nouménica estamos afirmando que el rasgar del velo de Maia25 es más que
un destino un camino: el camino de la metarracionalidad. En ello consiste el
descifrar el cháos con el fin de ensanchar los angostos paradigmas de nuestro
cósmos. Ello cambia a su vez el paradigma epistemológico pues el
conocimiento entendido de esta manera es más como las cinceladas de un
pincel en el lienzo de nuestras almas; aquel cuadro no es la realidad, sino que
es a partir de ella, en tanto más caótico es, que más se captan sus dimensiones
infinitas. Desde el inicio de la filosofía ha existido un debate fundamental
que marcó no sólo la historia del pensamiento filosófico, sino la historia de
la humanidad y es la discusión entre el ser y el devenir. Heráclito de Éfeso
proponía que todo cambia y nada permanece, 26 y ésta más que ser una
doctrina metafísica como lo hace parecer Platón, era en realidad una doctrina
de la phýsis; por otro lado, estaba Parménides que decía que el movimiento
no existía y que sólo había un ser eterno e inmóvil. Este debate alcanzó a
figuras tan prominentes como Platón o Aristóteles, que propusieron un
mundo dicotómico y la potencia y el acto, respectivamente. Pero no podemos
negar la esencia cambiante de los entes particulares del mundo contingente
tal como expuso Heráclito; el mundo cambia, los entes se corrompen, los
cabellos se tiñen de blanco y todo llega a su fin. Sin embargo, aunque esta

22
La res cogitans estaba identificada con el alma, la res extensa, con el cuerpo y la res infinita con el dios
judeocristiano.
23
Ἄπειρον (ápeiron), literalmente no determinado. En respuesta a su maestro Tales de Mileto que propuso
que el arché era el agua Anaximandro propuso que el principio de todo lo determinado no podía ser a su
vez determinado, sino que debía ser indeterminado.
24
El Tao es la unidad que contiene a dos elementos opuestos, pero complementarios denominados yin y
Yang.
25
En sánscrito Maia significa ilusión y en las filosofías heterodoxas de la India tales como el jainismo o el
budismo o pensamientos ortodoxos que conforman el hinduismo es fundamental romper con ella para
alcanzar el nirvana o despertar y el moksha o liberación.
26
Πάντα ῥεῖ καὶ οὐδὲν μένει (pánta rheî kaì udèn ménei) es una cita que se le atribuye a Heráclito, sin
embargo ésta se extrae de una paráfrasis de Platón en su libro Crátilo y no de los Fragmentos de
Heráclito.

9
visión sea más compleja que la del ser momificado de Parménides y Platón,
sigue perteneciendo a una visión cósmica y ordenada de la realidad. Si bien
es cierto que los entes perecen y cambian, también es cierto que sólo cambian
y perecen en la medida en que son entes particulares separados del resto del
mundo. Ni siquiera yo, ni tú somos entes separados del mundo, el yo se
disuelve cuando vemos más allá de las ilusorias fronteras establecidas por
nuestra biología tal como lo exponía el pensador indio Siddhartha Gautama,
más conocido como el buda. Asimismo, los entes particulares entremezclan
sus fronteras sólo existentes en nuestra psyché al punto en que son
indistinguibles uno de otro, perdiendo su esencia que les hemos dado y
permaneciendo en una unidad junto a ti y a mí, una unidad que no podríamos
apreciar si no es partiendo de seres individuales, pues de lo contrario nos
sería indistinguible y caótico. Esto cambia radicalmente la ética pues si el yo
es una ilusión del cósmos la otredad sería el nuevo yo, el otro perdería sentido
y se disolverían las barreras imaginarias y tribales que hemos erigido sobre
nuestros prejuicios. Como decía Andy Weir en su relato El huevo: «Cada
vez que abusabas de alguien, abusabas de ti mismo. Cada buena acción que
has hecho, te la has hecho a ti mismo». Con esto vamos más allá que la moral
occidental heredera del cristianismo, pues no sólo el prójimo, sino el
extranjero, el ajeno a la tribu, el otro es el que hemos de abrazar cual hermano.
Asimismo, todo ser vivo, el otro radical como lo denominaba el filósofo
francés Jaques Derrida, no nos ha de ser indiferente. Pero ésta no es la única
problemática de la que podemos hablar en tanto al cháos que subyace a
nuestro ordenado mundo pues existe una cuestión que desde los griegos hasta
los indios se ha tratado: el libre albedrío. Los estoicos veían al humano como
un ser ya determinado por el destino que lo único que podía hacer era
desempeñar bien o mal su papel en el teatro de la vida, o como alguien halado
por una carreta cuyas únicas opciones eran correr con ella o tumbarse para
que ésta lo hale. En el otro lado del mundo, más concretamente en la India,
un pensador llamado Makkhali Goshala cuyo movimiento se denominó
Ajivika proponía que a los buenos actos no le seguían buenas recompensas
necesariamente, sino que todo estaba preestablecido por el destino
independiente a las acciones humanas. No podemos negar que existe un gran
influjo del exterior que determina nuestro actuar, de igual manera en nuestro
interior existen pulsiones que determinan nuestros actos, pero con todo ello,
¿somos aún libres? Arthur Schopenhauer hablaba de la Voluntad que
determina el actuar humano de tal manera en que incluso nuestro amor por
nuestra pareja, nuestros hijos, el anhelo de una casa o un trabajo estables no
son sino la Voluntad actuando a través de nosotros para materializarse en un
nuevo ser y preservar esa materialización para repetir el ciclo. Asimismo, el

10
también filósofo alemán Martin Heiddegger hablaba del señorío de los otros,
personas que determinan a la existencia inauténtica que hace lo que se hace,
dice lo que se dice, piensa lo que se piensa, opina lo que se opina como
consecuencia de la negación de su finitud. Es claro que existen en estos
pensadores alemanes una limitación de la libertad del humano, sin embargo,
no es que el hombre no tenga libertad, sino que puede llegar a tenerla.
Asimismo, la libertad del hombre en el mundo de los seres individuales es
una pequeña fracción de la libertad de la totalidad de lo real, también llamado
destino, por lo que ambos conceptos no serían antagónicos, sino que uno no
se entiende sin el otro, puesto que la libertad humana sigue participando de
este destino que al ser mayor que éste termina por limitar, aunque sin
aniquilar, su libertad. Cabe resaltar que estas limitaciones se pueden agrupar
en dos principalmente: biológicas y sociales. Estas son las cadenas que
hemos venido arrastrando a lo largo de nuestra vida y que, sin embargo, no
advertimos. Desde que nacemos nos determina nuestra legua, nuestras
pulsiones, nuestro inconsciente, nuestras ideologías, nuestra religión y todo
lo que venimos absorbiendo con el pasar de los años, pero llega un momento
en el que tenemos que tener algo propio, ese es el comienzo de nuestra
autenticidad. Nietzsche explica en Así habló Zaratustra que el espíritu
humano se torna valeroso frente al deber que la sociedad le ha asignado, pero
a su vez sumiso en su trato para con este. Este estado es insuficiente por lo
que en la desolación el espíritu se torna rebelde pues ansía su libertad y sólo
puede conseguir esto venciendo a la tradición moral que se le había impuesto.
Al conseguirlo el espíritu se torna predispuesto al juego y a la
experimentación libre de prejuicios, se vuelve un artista de sí mismo.27 Así
pues, sólo después de haber criticado lo que creemos que son nuestros
pensamientos y nuestra forma de actuar, que en realidad son las que nos han
impuesto, podemos hallar nuestro ser auténtico que hará que nos
conozcamos a nosotros mismos tal como proponía Sócrates.

27
Nietzsche lo cuenta a través de la figura del camello, el león y el niño, respectivamente.

11

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