El Asilo Diplomatico

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EL ASILO DIPLOMATICO

Las organizaciones de refugiados tienen una larga historia histórica.


Fue establecido como un refugio religioso para proteger a los criminales. Al
principio se pretendía dar prioridad a los delincuentes comunes y no a los
políticos, porque se los consideraba los más graves, aquellos contra quienes
la ira del gobernante no tenía obstáculos. En cambio, con la reforma se
produjo el proceso inverso: El refugio para delincuentes comunes
desapareció, sustituido por un refugio para políticos perseguidos por sus
ideas. En la antigüedad, en la Edad Media y posteriormente, los templos eran
lugares de refugio, pero hoy en día sólo el territorio de un estado extranjero
se considera un lugar de refugio.

Con base en la tesis del carácter extraterritorial de las embajadas y


misiones de Grocio, se cree que el asilo diplomático es consecuencia del
asilo otorgado por un territorio extranjero, por lo tanto, una persona
perseguida es considerada refugiada no solo si logra escapar. a territorio
extranjero, pero también si logra escapar a territorio ajeno. También si
obtiene asilo en una oficina de representación o embajada de un país
extranjero. Hoy se puede decir que el derecho de asilo diplomático para las
personas perseguidas políticamente no es una institución reconocida por el
derecho internacional universal básico.

El asilo diplomático se basa en la inviolabilidad de las misiones


diplomáticas y puede definirse como la protección que un Estado brinda
temporalmente en el territorio de la misión diplomática a personas de otros
países que llegaron allí en situaciones de emergencia y enfrentaron
represión. por razones políticas o ideológicas; Hasta tal punto que, a pesar
de la barbarie y del fanatismo infundado que hasta el día de hoy han anulado
todo tipo de acuerdos y convenciones internacionales, la observancia
universal constituye la garantía indispensable de la paz y la seguridad, del
orden público y de la justicia, de las embajadas y, a veces, incluso de los
consulados. a menudo se convierten en un lugar de protección para
personas de todas las clases y orígenes que huyen de la persecución debido
a la represión o posiblemente a una masacre.

Las embajadas y otras representaciones diplomáticas de diversos


países e incluso, en situaciones a menudo dramáticas, sus buques de guerra
y aviones militares, se convierten así en la última esperanza. Miles de
personas de todas las edades, géneros, condiciones e ideologías obtienen la
vida, la integridad personal y la familia a través de un refugio inmediato pero
trascendente bajo la protección de la inmunidad jurídica y el derecho a la
inviolabilidad en la materia y la forma es generalmente aceptado en casos
extraordinarios. y también en situaciones extremas, provocando repetidas y
ruidosas disputas en torno a la controvertida, pero al mismo tiempo eficaz
institución del asilo diplomático o su forma asimilada de asilo marítimo o
aéreo.

El asilo tiene su origen en las instituciones jurídico religiosas judías,


griegas y romanas; ofrecía un refugio inviolable ante el riesgo inminente de
persecución y sanción jurídica, política y religiosa. En un principio, el que
buscaba asilo en el templo pretendía evitar la justicia humana, que
evidentemente le será parcial, y acceder a la justicia divina que será
inefablemente equitativa y bondadosa. A partir de entonces el derecho de
gentes ha vivido la evolución del concepto, adaptándolo, adecuándolo y
fortaleciéndolo en la medida en que han cambiado las circunstancias
internacionales que lo rodean.

Aunque la institución del asilo, protegida por un marco único de


privilegios, existe desde hace siglos, el asilo extraterritorial todavía tiene
buena reputación o cae dentro del alcance generalmente aceptado de un
micro territorio específico de los iberoamericanos se llamó asilo diplomático,
o incluso a través de esta simple práctica, a menudo de origen humanitario,
entendida como refugio temporal en misiones diplomáticas al amparo del
habitual principio de inviolabilidad, retirada total de las misiones diplomáticas
del país donde se produce la persecución de personas o grupos cuyas vidas
se desarrollan, el derecho a la libertad o a la integridad está grave e
injustificadamente amenazado.

El asilo diplomático está actualmente limitado a América Latina, donde


debido a las preocupaciones sobre la inestabilidad política en algunos
países, se ha convertido en una norma positiva a través de la ratificación de
muchas Convenciones Interamericanas. Esta es, por supuesto, la única
institución internacional regional totalmente vinculante entre los respectivos
Estados socios de la Convención sobre Asilo Diplomático, concluida en
Caracas el 28 de marzo de 1954, suscrita y actualmente vigente entre
Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití,
México, Panamá y Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y
Venezuela.

Sin embargo, el alcance limitado del asilo diplomático ordinario se


puede encontrar incluso en América Latina, donde el único acuerdo
internacional mencionado sobre esta materia, adoptado en la X Conferencia
Interamericana celebrada en Caracas (Venezuela), y en vigor desde el 29 de
diciembre de 1954 no ha sido firmada por países importantes como Chile,
Colombia, Bolivia o Cuba, razón por la cual nuestra doctrina siempre, sin
dudarlo, ha considerado la institución de tutela en cuestión como una mera
costumbre regional iberoamericana.

De hecho, el nivel actual y secular de cumplimiento del asilo


diplomático en América Latina, incluidos aquellos países sudamericanos que
no han firmado la mencionada Convención sobre Asilo Diplomático, firmada
en Caracas el 28 de marzo de 1954, se entenderá mejor si se presta
atención. Llama la atención el hecho evidente de que Chile, Colombia,
Bolivia y Cuba habían firmado previamente la anterior Convención sobre
Refugiados firmada en La Habana el 20 de febrero de 1981, por lo que, de
no haber habido denuncia, dicha organización externa de asilo seguiría allí
con plena vigencia, lo que, como ya se mencionó, prueba el hecho de que
sus normas fueron observadas incluso durante las graves vicisitudes
políticas acaecidas en el último tercio del siglo XX en algunos de estos
países.

Pese a que la gran mayoría de los Estados rechaza la institución


iberoamericana del asilo diplomático, reaccionando contra esa gran
extensión de la inviolabilidad de la Misión diplomática, autorizan con
fundamento en la misma de aceptación universal, el refugio temporal por
razones humanitarias en circunstancias extremas, o excepcionales, en los
que la vida o la integridad de las personas sufran un inminente peligro.

El asilo diplomático configurado pues como mera práctica humanitaria


unilateral por parte del sujeto internacional otorgaría, o como expresión
fáctica concreta de una previa costumbre internacional regional o inclusive de
un singularizado acuerdo internacional, se asienta sobre ese amparo
temporal y material inicial, otorgado a personas en peligro y arbitrariamente
perseguidas, prestado en un local diplomático bajo la cobertura formal de la
universal aceptación del principio de la inviolabilidad diplomática, que
aparece así como su obligado presupuesto de carácter normativo.

En las manifestaciones materiales del asilo diplomático estamos ante:


un refugio provisional por parte de la legación diplomática de una persona
que así lo solicita por motivos variados tales como persecución política o
peligro concreto para su integridad o vida, de modo que el Estado titular de la
Misión diplomática puede otorgar o denegar la solicitud de asilo, pero
mientras se espera a su tramitación y resolución se suele acoger al
solicitante en la embajada por motivos primordialmente humanitarios.

El acogimiento siquiera provisorio, del individuo arbitrariamente


perseguido, en los locales de las correspondientes embajadas como
manifestación inicial del asilo diplomático cuyo otorgamiento comporta
además un sucesivo éter procedimental que comienza con su permanencia
más o menos prolongada en su interior, y concluye con su traslado seguro a
un final Estado de acogida territorial, que inclusive puede no coincidir con el
inicial sujeto internacional otorgarío del refugio en su legación, obliga además
a examinar tanto qué se entiende por urgencia a dichos efectos, como si
dicho análisis se realiza unilateralmente o no por el Estado de acogida.

Así, la urgencia habrá de entenderse no sólo en los casos de


persecución por una multitud enfurecida o por tribunales revolucionarios de
factor irregularmente constituidos, sino también en períodos de alteración
política o anormalidad constitucional y, desde luego, cuando el régimen
establecido en el Estado receptor, es decir, aquél donde radique la
Representación diplomática de acogida, no esté legitimado
democráticamente o, en cualquier caso, no garantice los derechos humanos
aunque haya tranquilidad social, pues en estas situaciones siempre hay un
riesgo latente de persecución por motivos o delitos políticos.
BIBLIOGRAFIA

ACCIOLY, Hildebrando: “Algunas consideraciones sobre o asilo diplomático e


o asilo territorial”. EN: Estudios de Derecho Internacional. Homenaje al
Profesor Camilo Barcia Trelles. Universidad de Santiago de Compostela,
1958, Pp.283-289.

DIEZ De Velasco Vallejo, Manuel: “El derecho de asilo diplomático en la


Convención de Caracas de 1954”. EN: Estudios de Derecho Internacional.
Homenaje al Profesor Camilo Barcia Trelles. Universidad de Santiago de
Compostela, 1958, Pp.291-305.

MORAL RONCAL, Antonio Manuel: El asilo diplomático en la Guerra Civil


española. Madrid, Editorial Actas, S.L., 2001.

REDONET YLOPEZ-DORIGA, Luis: Nacimiento del derecho de asilo. Madrid,


Imprenta Vda. e hijos de Jaime Ratés, 1928.

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