TFG - Sardo Javier

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SEMINARIO FINAL DE

GRADO ABOGACIA

CUANDO EL ESTADO REVICTIMIZA: EL PROBLEMA JURIDICO DE


PRUEBA EN EL CASO RIVERO.

Corte Suprema de Justicia de la Nación (2022) “RIVERO, Alberto y otro s/abuso


sexual – art. 119 3° párrafo y violación según párrafo 4to. art. 119 inc. e”. Sentencia del
03 de marzo de 2022.

TEMATICA: CUESTIONES DE GENERO

ALUMNO: JAVIER ENRIQUE SARDO

DNI: 20.523.988

LEGAJO: VABG10604

TUTORA: MIRNA LOZANO BOSCH

FECHA DE ENTREGA: 26 JUNIO 2022

AÑO 2022
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Sumario. I. Introducción – II. Premisa fáctica, historia procesal y resolución del Tribunal
– III. Análisis de la ratio decidendi de la sentencia – IV. Análisis y Comentarios. –
IV.a. La doctrina de la Arbitrariedad - IV.b. La amplitud probatoria – IV.c. La duda
razonable o una razón para dudar – IV.d. Postura del autor. V. Conclusiones – VI.
Referencias bibliográficas - VI.a. Doctrina – VI.b. Legislación – IV.c. Jurisprudencia

I. Introducción
En los últimos años distintos actores sociales vienen pugnando por prevenir y
erradicar la violencia contra la mujer, en cualquiera de sus manifestaciones,
acompañando estas iniciativas con acciones concretas, jurídicamente hablando,
mediante convenciones internacionales y legislación nacional. Sin embargo, siguen
existiendo conductas muy arraigadas en algunos estamentos que se resisten a efectuar
ese cambio de mirada sobre la problemática planteada.
Como prueba de ello, en el fallo sometido a análisis “RIVERO, Alberto y otro
s/abuso sexual – art. 119 3° párrafo y violación según párrafo 4to. art. 119 inc. e”, el
tribunal cimero debió intervenir ante la errónea interpretación y aplicación por parte de
las instancias inferiores, de principios convencionales receptados por nuestra Carta
Magna y leyes internas ante estos casos, lo que evidenció un problema jurídico de
prueba en cuanto a la valoración del testimonio único y el informe sicológico de la
víctima, resultando una sentencia absolutoria del imputado, confirmada en la instancia
casatoria .
La relevancia de sus análisis deviene de la autoridad que lo dicta, la gravedad
del hecho y el contexto en que se desarrolló, sentando jurisprudencia que debe ser
tenida en cuenta por jueces y tribunales cuando dirimen en sus estrados delitos
cometidos en el contexto de violencia de género, más aún cuando los perpetradores son
agentes del Estado victimizando a mujeres privadas de la libertad.

II. Premisa fáctica, historia procesal y resolución del tribunal


Los hechos de la causa involucraron a E. M. D. G. quien estando detenida en el
Escuadrón 16 – Clorinda – de Gendarmería Nacional, entre los meses de setiembre y
octubre de 2015, fue abusada sexualmente por A. R., quien desempeñándose como jefe
de guardia, la accedió carnalmente y la obligó a practicarle sexo oral, a la vez que fue
amedrentada por C. S. A. D., quien también se encontraba detenida en el mismo lugar
para que no se opusiera a esos abusos.
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Así las cosas, la causa fue elevada a juicio donde la fiscalía y la querella
coincidieron en solicitar el juzgamiento de A. R. por los delitos de abuso sexual
gravemente ultrajante reiterado (cinco hechos) y abuso sexual gravemente ultrajante con
acceso carnal (tres hechos), misma conducta delictiva le atribuyeron a C. S A. D. en
calidad de partícipe necesaria.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Formosa, no coincidió con la parte
acusadora y absolvió al imputado como autor material de los delitos, basándose en que
las contradicciones de la víctima durante sus distintos relatos en el derrotero de la causa,
dejaban dudas sobre su credibilidad.
Idéntica decisión adoptó el Tribual respecto de C. S A. D. ya que al no dar por
probado los hechos, mal podría haber participado en su comisión.
La querella interpuso Recurso de Casación contra la sentencia absolutoria y la
Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal lo rechazó, entendiendo que la
sentencia fue debidamente fundada, coincidiendo a la vez con los argumentos dados por
el Tribunal.
Esto motivó que el Defensor Público Coadyuvante de la Defensoría General de
la Nación a cargo del Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de
Delitos, y la Defensora Pública Coadyuvante y Coordinadora de la Comisión sobre
Temáticas de Género de la Defensoría General de la Nación, por la parte querellante,
interpusieran recurso extraordinario ante la CSJN, solo contra la absolución de A. R.
La decisión unánime del máximo Tribunal, haciendo suyos los argumentos del
Procurador General de la Nación ante la CSJN, fue hacer lugar a la queja, declarar
procedente el recurso extraordinario, dejar sin efecto la sentencia y volver los autos al
tribunal de origen para que dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a lo expuesto.

III. Análisis de la ratio decidendi de la sentencia


Al resolver el problema jurídico de prueba, el Procurador General de la Nación
ante la CSJN, expresó su acuerdo con los fundamentos de los apelantes en cuanto a que
el análisis de las pruebas se basó en una valoración parcial y aislada, contradiciendo
pautas establecidas en normas internas y convenciones internacionales como la
Convención de Belén Do Pará, citando su Art 7 en cuanto a que los Estados parte deben
adoptar políticas para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y
abolir leyes o modificar prácticas jurídicas que respalden o toleren esa violencia .
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Su línea argumental tuvo en cuenta la dificultad de las mujeres para denunciar


cualquier tipo de abuso y de probar esos hechos, mencionando el Art 16 la ley 26.585
donde establece que se debe garantizar a la mujer en cualquier procedimiento judicial o
administrativo, entre otros derechos, la amplitud probatoria para acreditar los hechos
denunciados.
Apoyó estos dichos en lo sostenido por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en adelante CIDH, en cuanto que la agresión sexual se caracteriza por
producirse en ausencia de otras personas más allá de la víctima y agresor o agresores, y
que no se puede esperar la existencia de pruebas gráficas o documentales, por ello la
declaración de la víctima constituye una prueba fundamental y que dichas agresiones la
víctima no suele denunciar por la estigma que esto conlleva, a la vez que la CIDH tiene
dicho que las declaraciones brindadas por las víctimas de violencia sexual se refieren a
un momento traumático de ellas, cuyo impacto puede derivar en determinadas
imprecisiones al recordarlos, lo cual no significa que sean falsas o que los hechos
relatado carezcan de veracidad.
El Procurador entendió que tanto, el Tribunal Oral como el a quo, no tuvieron
en cuenta esos criterios para la correcta valoración de la prueba ya que cuestionaron la
confiabilidad del testimonio de la víctima por las diferencias en sus declaraciones sobre
la cantidad de veces que fue obligada a practicar sexo oral al acusado, lo cual es
contrario a los precedentes que citó, manifestando también que menospreciaron lo
declarado sobre la cantidad de veces que fue accedida carnalmente, a pesar que en este
caso no tuvo discrepancias.
Siguiendo con su análisis, también cuestionó que se dudara de lo dicho por la
víctima por las palabras utilizadas para contarle a otro detenido sobre las agresiones
sufridas – acoso- y el supuesto desenfadado despliegue de artes de seducción para con
él, ya que al decir de la CIDH no es necesario que la calificación que la mujer le dé a los
hechos coincida con la definición jurídica.
Al respecto manifestó que ese argumento convalidado por el a quo fue
construido sobre un estereotipo según el cual una mujer desenfadada en sus expresiones
o comportamientos sexuales con una persona, no podría proceder con timidez al
referirse a hechos de violencia sexual de los que fue víctima, citando a la CIDH en su
informe sobre “Acceso a la justicia para mujeres víctimas de violencia” en el sentido
que patrones socioculturales discriminatorios pueden dar como resultado una
descalificación de la credibilidad de la víctima durante el proceso penal en casos de
violencia y una asunción
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tácita de su responsabilidad por su forma de vestir, ocupación laboral, conducta sexual,


relación o parentesco con el agresor, lo que se traduce en inacción de fiscales, policías y
jueces ante denuncias de hechos violentos y que esto puede afectar negativamente la
investigación de los casos y la valoración de la prueba subsiguiente.
También cuestionó que se pusiera en duda el aprovechamiento del agresor ante
la situación de vulnerabilidad en que se encontraba la víctima al sugerir la posibilidad
de que esta hubiese dado su consentimiento, ya que tuvo otras oportunidades de
comunicar los agravios sufridos, pasando por alto que las agresiones sexuales son actos
traumáticos que la víctima suele no denunciar para no ser estigmatizada.
Por otro lado, el Procurador cuestionó la valoración sesgada y parcial de otros
elementos de prueba, como el testimonio de otra detenida dando cuenta que el acusado
ingresaba a la celda de la víctima en horas de la noche con la excusa de llevar agua y se
quedaba unos diez minutos y que ésta le comentó que tenía algo con el agresor, ya que a
su modo de ver, se debió valorar en conjunto con el resto de las constancias de la causa,
como que no había razón alguna para esos ingresos nocturnos, contraviniendo leyes y
reglamentos establecidos al respecto, como las Reglas Mínimas para el tratamiento de
reclusos de Naciones Unidas” que dispone en los establecimientos mixtos, que ningún
funcionario de sexo masculino ingresará a la sección femenina sin ser acompañado por
un personal también femenino.
Finalmente cuestionó el examen fragmentario y aislado del informe sicológico
de la víctima realizado por el a quo al alegar que en esa entrevista hizo referencia a
abusos sufridos en su infancia lo que impedía considerar si los síntomas constatados
fueron consecuencia de los hechos objeto del proceso, lo cual se contradice en el
mentado informe donde la profesional hizo constar que exhibía signos de ansiedad y
angustia que se manifestaban en llanto ante tópicos vinculados a hechos que se
investigaban en la causa, manifestando sentimientos de temor, angustia y ansiedad y
presencia de flashback, por lo que según la interpretación del Procurador, el informe
aludía a hechos de la infancia y también de los sometidos a investigación y cuestionó
que no se valoró si era posible y en este caso relevante determinar si esas
manifestaciones fueron producto de los abusos antiguos o de los recientes.
Sobre el estado de duda invocado por el Tribunal y el a quo, citó jurisprudencia
en cuanto que no puede ser una pura subjetividad sino derivarse de una minuciosa,
racional y objetiva evaluación de los elementos de prueba en su conjunto y que la
invocación de incertidumbre sobre los hechos no impide obtener mediante un detenido
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análisis de toda la prueba el grado de convencimiento necesario para formular una


condena, ampliando el concepto “más allá de toda duda razonable” que no es
simplemente una duda posible o imaginaria, sino una duda basada en la razón, por lo
que a su entender el fallo apelado no es una derivación razonada del derecho vigente
con arreglo al caso y por tal no es acto jurisdiccional válido.

IV. Análisis y comentarios


En la resolución del problema jurídico de prueba planteado por los apelantes,
los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de manera unánime,
adhirieron a los fundamentos del Procurador General de la Nación, quien se valió de
conceptos y recomendaciones formuladas en convenciones que conforman el corpus
juris internacional, y que son citadas por tribunales regionales para la solución de los
casos traídos a su consideración, a la vez que receptados en nuestro ordenamiento
jurídico interno como fuentes normativas.
Partiendo de considerar la arbitrariedad de la sentencia absolutoria, se explayó
sobre criterios para la valoración de la prueba, especialmente en cuanto al testimonio
único de la víctima en un contexto de violencia de género, y el alcance del concepto de
duda razonable.

IV.a. La doctrina de la arbitrariedad


El remedio tomado por la Corte para analizar, y en este caso dejar sin efecto,
una sentencia absolutoria, ha sido cuestionada por muchos juristas y doctrinarios, desde
su primera aparición donde el máximo Tribunal sostuvo que una sentencia que no fuera
fundada en ley “da lugar a recursos ante esta Corte en los casos extraordinarios de
sentencias arbitrarias, desprovistas de todo apoyo legal, fundadas tan solo en la voluntad
de los jueces” (Rey vs Rocha, 1909); hasta la actualidad, especialmente en cuanto a la
procedencia y mérito del recurso para que el Tribunal cimero se aboque a su revisión,
como la última ratio del sistema jurídico, que busca garantizar la defensa en juicio y el
debido proceso, como condición para que las sentencias sean fundadas y constituyan
una derivación razonada del derecho vigente con aplicación a las circunstancias
comprobadas de la causa (Sánchez B, 2020).
Cabría preguntarse cuál es el significado que la Corte le asigna al término
arbitrariedad, por qué una sentencia es tachada de arbitraria e intervenida mientras que
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otros recursos extraordinarios invocados por la misma causal con el simple mecanismo
del Art 280 del CPCC son rechazados sin más.
A decir de Carrió (citado por Pitlevnik, 2014) la doctrina de la arbitrariedad
vendría a conformar un mecanismo no previsto por la ley 48 en su Art 14, para habilitar
la intervención de la Corte, a la que denomina el cuarto inciso, lo cual lleva sostener que
mientras la ley permite revisar sobre “qué” deciden los jueces, la doctrina de la corte se
centra en “cómo” deciden.
Sin embargo, un exceso en el uso de este instituto abriría un amplio abanico de
casos y causas para la posible intervención de la Corte que colisionaría con lo sostenido
por una cortesana, en disidencia, en el precedente “Carrera”, al señalar:
Que, frente a lo expuesto, corresponde poner de resalto una vez más que

la tacha de arbitrariedad de sentencia cuyo conocimiento asume esta

Corte tiene carácter excepcional y que no le corresponde sustituir a los

jueces de la causa en temas de prueba y de derecho común que son

propios de estos, salvo que hubieran incurrido en desaciertos u omisiones

de gravedad extrema. (CSJN, 2016, p. 24)

Idéntico argumento fue esgrimido por la Corte Suprema de Justicia de la


Nación (2022) para desestimar por inidóneo el recurso de queja en “Aagesen”,
agregando que la doctrina de la arbitrariedad no convierte a la Corte en un tribunal de
tercera o cuarta instancia ni debe ser invocada para solucionar cuestiones que son
competencia de los tribunales, salvo que se demuestre un notorio desvío de la ley
aplicable o una total ausencia de fundamento que impidan considerar a la sentencia
como el acto jurisdiccional garantizado por la constitución.
Pero no todos los miembros de la Corte son contestes con el uso,
indiscriminado o excepcional, de esta doctrina, así lo expresó desde que integró el
máximo Tribunal la Dra. Argibay (2008), sosteniendo que la decisión de usar este
instituto para intervenir en algunas causas la vuelven en sí misma arbitraria, al no estar
claro cuando se aplica y cuando no, observándose que subyace como, prácticamente, la
única razón para aceptar el recurso que los jueces inferiores han hecho una
interpretación de la ley distinta a la sostenido por la Corte.
Más allá de los esfuerzos aportados por la doctrina para tabular algunas
causales posibles de arbitrariedad, como la de Carrió (citado por Pitlevnik, 2014),
relacionados al
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fundamento normativo, de hecho, la correspondencia entre ambos y la conclusión o los


efectos de la decisión, algunos códigos procesales incluyen en su articulado la
posibilidad de recurrir o impugnar sentencias condenatorias o absolutorias por
“aplicación errónea de la ley”, “carecer de motivación suficiente o fuera contradictoria,
irrazonable o arbitraria”, “omitir valoración de prueba decisiva” o “errónea valoración
de una prueba”, tal el caso de los artículos 311 y 312 del nuevo Código Procesal Penal
Federal; como así también fundar el recurso de casación por “inobservancia o errónea
aplicación o interpretación de la ley” o “arbitrariedad”, según el Art 289 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación.
En sintonía con la doctrina analizada, en el marco convencional internacional
incorporada a nuestro cuerpo normativo interno, la Convención de Belem Do Pará
establece como deber de los Estados parte el actuar con la debida diligencia para
prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer, por lo que el
incumplimiento de este mandato es utilizado por la Corte para aceptar la procedencia
del recurso extraordinario y abocarse a la revisión de sentencias, manifiesta o
presuntamente, arbitrarias.

IV.b. La amplitud probatoria


Este es un principio especialmente recogido por la Ley de Protección de
Integral a las Mujeres, al establecer para todos los organismos del Estado, en la faz
judicial o administrativa, la obligación de garantizar a las mujeres una serie de derechos
y garantías, entre ellos, a la amplitud probatoria para acreditar los hechos denunciados,
teniendo en cuenta las circunstancias especiales en las que se desarrollan los actos de
violencia y quiénes son sus naturales testigos (Art 16, Inc. i, Ley 26.485).
En la causa “Leiva”, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (2011), en el
voto la Dra. H. de Nolasco, señala especialmente esta normativa tanto para acreditar los
hechos como para resolver un fallo en tal sentido.
Al respecto, en el Dossier Nro. 1 “Jurisprudencia y Doctrina sobre Violencia
Sexual” (2017), al referirse a la valoración probatoria, la Unidad Fiscal Especializada en
Violencia contra las Mujeres (UFEM), citando jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en el precedente “Rosendo Cantú vs México”,
señala que las particularidades propias del delito de violación hacen que muchas veces
no existan pruebas gráficas o documentales o testigos para acreditar el hecho, por lo que
resulta fundamental el testimonio de la víctima.
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En ese sentido la Cámara Federal de Casación Penal (2013) en la causa


“Nadal” sostuvo que fundar una sentencia en los dichos de un único testigo no viola el
principio de razón suficiente si se ha valorado toda la prueba conforme la sana crítica
racional.
En la misma línea, en la causa “Alvez”, la Cámara Nacional de Casación de
Capital Federal (2018), en el voto del Dr. Sarrabayrouse, citando el precedente “Juncos
Posetti”, expresa que es posible condenar con la declaración de un testigo, para lo cual
la sicología brinda técnicas para valorar la confiabilidad de una testimonial a partir de la
exactitud del testimonio, entendido como la correspondencia entre lo sucedido y lo
representado en la memoria; y la credibilidad del testigo, es decir, la correspondencia
entre lo sucedido y lo relatado, pero ésta depende de otros factores relacionados con la
memoria que pueden alterarlos y modificarlos, pero que aunque resulte inexacto, el
testimonio igualmente puede ser creíble.
El Tribunal mencionado ut supra, en la causa “Segovia” (2020), conforme a los
precedentes “La Giglia”, “Roumieh”, “Mejía Mendoza” y “Florentín”, el Dr.
Sarrabayrouse señala que las dificultades probatorias en la investigación de casos de
violencia de género o abusos sexuales, no implica soslayar los principios básicos del
proceso penal o el estándar de prueba que lo rige, sino extremar los recaudos para lograr
una investigación completa y profunda, mediante una valoración integral de la prueba
colectada en la causa y conforme la particularidad de cada caso, merced a la correcta
interpretación del Art. 16, Inc. i y Art. 31 de la Ley 26.485.
Al respecto vale mencionar que la Cámara Federal de Casación Penal (2014)
en el voto del Dr. Borinsky, recoge el principio de la amplitud probatoria en la causa
“V. R. F.” al considerar improcedente el sobreseimiento de un imputado por un hecho
de abuso sexual contra su esposa otorgado por el a quo, resaltando que el testimonio de
la víctima estuvo respaldado por otras diligencias obrantes en la causa, como la pericia
sicológica y constancias de atención médica en el hospital, encuadrando el caso
conforme la Ley de Protección Integral de las Mujeres.
A nivel regional, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2011), en su
Informe “Acceso a la justicia de mujeres víctimas de violencia sexual en Mesoamérica”
señala como un obstáculo para el juzgamiento y sanción de estos delitos, entre otros, la
primacía reconocida a la prueba física y testimonial y la baja credibilidad otorgada a las
víctimas y sus familias cuando intentan colaborar en la investigación.
Del mismo modo, el mencionado Tribunal regional, citando el caso
“Fernández Ortega y otros Vs. México”, destaca “el valor probatorio de la declaración
de la víctima
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en un caso de violencia sexual, aún y cuando existan imprecisiones en su relato sobre


los hechos” (CHID, 2011, p. 27), ya que es común observar estas divergencias cuando
las víctimas se refieren a estas situaciones.

IV.c. La duda razonable o una razón para dudar


El concepto de duda razonable está asociado al principio del in dubio pro reo
receptado por el Art 18 de la CN, y es tomado por la Corte en el precedente “Carrera”
como una garantía insoslayable de que ninguna persona será condenado sin juicio
previo y será considerada inocente mientras no exista la certeza necesaria de los jueces
para quebrar ese principio basado en las pruebas colectadas e incorporadas a la causa,
las que valoradas por el magistrado serán la razón de su decisión. (CSJN, 2016)
Idéntica jerarquía ostenta este principio incluido en convenciones regionales,
como en el Art 14.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Art 8.2
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en virtud del Art 75, Inc. 22 de
nuestra Carta Magna.
Mucho han discutido los juristas, dogmáticos y operadores judiciales, sobre la
dicotomía entre condenar a un inocente o dejar libre a un culpable y es allí donde la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia mexicana introduce el concepto de
motivación, de justificación, de fundar la decisión, a contrario sensu de la íntima
convicción, ya que no basta con que el juez diga que no le creyó al testigo o que la
prueba no es suficiente o concluyente, sino que tiene que decir por qué, ya que al
conocer el razonamiento para llegar a esa determinación ésta podrá ser conocida y por
tanto recursada. (Bárcena, 2014).
Sin embargo, para Laudan en ¿Es razonable la duda razonable? (citado por
Borzi) sostiene que este concepto es oscuro, incoherente y carente de confiabilidad y
por lo tanto injusto, criticando su uso en los tribunales del common law, proponiendo
criterios más objetivos vinculados a la prueba colectada en el expediente. (Borzi, 2015)
En nuestra jurisprudencia local, la Cámara Nacional de Casación de Capital
Federal (2018), el Dr. Sarrabayrouse, citando los precedentes “Taborda”, Marchetti” y
“Castañeda Chávez” en la causa “Alvez”, nos indica que por duda razonable debe
entenderse duda razonada o justificada razonadamente, lo que equivale a carente de
arbitrariedad, donde la consistencia de esa duda debe contrastarse con los argumentos
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para condenar, mientras que la hipótesis condenatoria con su deficiencia para vencer la
presunción de inocencia y la consiguiente absolución.
El Tribunal colegiado mencionado ut supra en autos “H.S.A.”, el Dr.
Sarrabayrouse sostuvo que los fundamentos del Juez deben ser explicados para eliminar
otras hipótesis alternativas posibles y que sean aceptadas por un tercero, como una
medida de protección no solo para el imputado sino para toda la sociedad, ya que
cualquiera puede ser acusado o sospechado de haber cometido un delito. (CNCCF,
2016).
En otro orden, acertadamente la Corte derriba el planteo esgrimido por el
Tribunal de Juicio y la Alzada respecto la posibilidad planteada en cuanto al
consentimiento de la víctima para fundar la duda, respecto lo cual la Corte Penal
Internacional (2000) establece en la Regla 70 de las Reglas de Procedimiento y Prueba,
que el consentimiento no se puede inferir por sus palabras o conductas ya que la fuerza,
amenaza, coacción o aprovechamiento coercitivo del entorno pone en duda su
genuinidad.
En ese sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Informe
“Acceso a la justicia para mujeres víctimas de violencia sexual en Mesoamérica”
(2011), citando el caso “Favela Nova Brasilia Vs. Brasil”, resalta que la violación de
una mujer detenida o bajo custodia de un agente del Estado resulta especialmente grave
y reprochable dada la situación de vulnerabilidad de la víctima y el abuso de poder del
agente.

IV.d. Postura del autor


Si bien la intervención de la Corte a partir del fallo “Casal” (2005), instaló el
derecho de todo condenado a recurrir su sentencia y que un Tribunal superior revise los
fundamentos conforme la doctrina de la arbitrariedad y según lo establecen Tratados y
Convenciones internacionales, se aprecia pertinente y necesario que de la misma manera
lo haga cuando el apelante es la acusación o la querella ante un fallo absolutorio del
imputado, como ha sucedido en el fallo sometido a análisis, pues esto contribuye al
correcto acceso a la justicia de las mujeres víctimas de violencia en contexto de género
establecido en diversos instrumentos internacionales, como la Convención de Belén Do
Pará en cuanto al deber de los Estados de actuar con la debida diligencia para prevenir,
investigar y castigar la violencia contra la mujer.
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De esta manera los cortesanos al fallar por unanimidad, conforme lo señalado


por el Procurador General, siguiendo jurisprudencia propia y regional, marcaron el
sentido y la interpretación que debe darse a instrumentos y conceptos allí vertidos, y que
no son tomados en cuenta por tribunales orales, cámaras de apelaciones y Tribunales
Superiores de provincias a la hora de valorar el plexo probatorio y motivar sus
sentencias. Al resolver el problema jurídico de prueba, especialmente en cuanto
el testimonio único de la víctima, que en el contexto de los hechos y junto a otros
elementos probatorios existentes en la causa, debe ser considerado como una prueba de
cargo fundamental al momento de decidir, la Corte señala de manera contundente el
sentido que tienen esos conceptos no valorados por los jueces inferiores, como la
amplitud probatoria
para investigar estos delitos señalada en la Ley de Protección de Integral a las Mujeres.
Es por ello que la fundamentación particularmente grave, no solo de un tribunal
colegiado (Tribunal oral) sino también de la alzada al coincidir con aquel, para absolver
al imputado invocando la duda razonable por las contradicciones de la víctima, no tiene
sustento ya que la Corte Interamericana de Derechos Humanos destaca, aunque
impreciso, el valor probatorio del testimonio de la víctima.
También resulta oportuno destacar lo acertado de la decisión de la Corte
poniendo especial énfasis en que el perpetrador del abuso fue una agente del Estado,
que tenía bajo su custodia a la víctima, era su “carcelero”, con todo el poder que esa
situación le otorga, y que fuera señalado por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en el Informe “Acceso a la justicia para mujeres víctimas de violencia sexual
en Mesoamérica” (2011), por lo que debe ser especialmente tenido en cuenta a la hora
de merituar la prueba y fundar la decisión.
Especial mención merece el correcto reproche de la Corte al fundamento del
sentenciante al sostener un posible consentimiento de la víctima como eximente de
responsabilidad, ya que a las razones dadas por el Procurador para derribar esta
posibilidad, vale agregar que la violencia, además del dolo y el error, configuran un
vicio de la voluntad que mediante fuerza e intimidación causan la nulidad del acto,
según lo señala el Art. 276 del Código Civil y Comercial de la Nación, sea este un acto
jurídico o de libre disposición del cuerpo.

V. Conclusiones
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Luego de analizar el fallo y habiendo compilado doctrina, jurisprudencia y


normativa relacionada al problema de prueba, planteado como el problema jurídico
resuelto por el tribunal, resulta pertinente destacar los siguientes conceptos como más
relevantes:
 La Doctrina de la Arbitrariedad tiene carácter excepcional y aplica para suplir
defectos realmente graves de fundamentación o razonamiento que impidan
considerar a la sentencia como un acto jurisdiccional válido.
 En los delitos sexuales no suele haber pruebas gráficas, documentales o
testimoniales para acreditar el hecho, por lo que resulta fundamental el testimonio
de la víctima.
 En delitos cometidos en contexto de violencia de género es posible condenar con la
declaración de un único testigo, destacando el valor probatorio del testimonio de la
víctima, aunque ésta resulte imprecisa, ya que no es inusual observar estas
divergencias al evocar estas situaciones traumáticas.
 Por duda razonable debe entenderse duda razonada o justificada razonadamente, lo
cual equivale a carente de arbitrariedad.
 La investigación de estos delitos debe ser completa, amplia y profunda, mediante
una valoración integral y correcta interpretación de la prueba colectada en la causa
y conforme la particularidad de cada caso.
 La violación de una mujer detenida o bajo custodia de un agente del Estado resulta
especialmente grave y reprochable dada la situación de vulnerabilidad de la víctima
y el abuso de poder del agente.
 En ese sentido, sería prudente preguntarse hasta qué punto los miembros del poder
judicial son contestes con estos conceptos normativos, jurisprudenciales y
doctrinarios, tanto nacionales como regionales, a la hora de intervenir y decidir en
casos relacionados a hechos de violencia contra las mujeres, por lo que debería
considerarse profundizar las capacitaciones a los operadores judiciales en ese
sentido, tal como lo establece la Ley Micaela
 Finalmente, así como todo condenado tiene derecho a que su sentencia sea revisada
por una instancia superior, sería conveniente que se legislara idéntica posibilidad
para las víctimas de violencia de género ante una sentencia absolutoria de su
agresor, para que no sea solo una cuestión posibilitada por la jurisprudencia o de
algunos códigos de procedimientos.
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VI. Referencias bibliográficas

VI. a. Doctrina

Argibay, C (2008) La balanza de la justicia (O como aprendí a desconfiar de la doctrina


delaarbitrariedad).
https://www.academia.edu/43949825/Argibay_arbitrariedad
Bárcena, A. (2014) Fragmento del programa #YaLoDijoLaCorte en el que se analiza
Que es la duda razonable? en relación al derecho de presunción de inocencia.
https://www.youtube.com/watch?v=nVxM20NBlhw
Borzi Cirili, F (2015) Estándar de prueba suficiente. Revista de Derecho Penal y
Criminología. http://www.saij.gob.ar/federico-borzi-cirilli-estandar-prueba-
suficiente-dacf160600-2015-09/123456789-0abc-defg0060- 61fcanirtcod?
&o=24&f=Total%7CFecha%7CEstado%20de%20Vigencia%5 B5%2C1%5D
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Pitlevnik, L. (2014) El análisis de Carrió sobre arbitrariedad de sentencia. Abeledo
Perrot. https://www.academia.edu/37115984/El_an%C3%A1lisis_de_Carri
%C3%B3
_sobre_arbitrariedad_de_sentencia
Sánchez Brígido, R. (2020) La doctrina de la arbitrariedad de las sentencias de la
Corte Suprema y el problema de los hechos. https://vimeo.com/481754836
Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (2017) Dossier 1.
Jurisprudencia y doctrina sobre violencia sexual.
https://www.mpf.gob.ar/ufem/files/2017/08/UFEM_Dossier-1.pdf

VI. b. Legislación

Ley 48 (1863) Jurisdicción y competencia de los Tribunales Nacionales. Honorable


Congreso de la Nación.
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/115000-
119999/116296/texact.htm
14

Ley 17.454 (1967) Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable


Congreso de la Nación (BO 07/11/1967).
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-
19999/16547/texact.htm#5
Ley 23.054 (1984) Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San
José de Costa Rica). Honorable Congreso de la Nación Argentina (BO
27/03/1984). http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/25000-
29999/28152/norma.htm
Ley 23.179 (1985). Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la Mujer (CEDAW). Honorable Congreso de la Nación
Argentina (BO 03/06/1985). https://bit.ly/3hUUpbW
Ley 23.313 (1986) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Honorable
Congreso de la Nación Argentina (BO 13/05/1986)
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/20000-
24999/23782/norma.htm
Ley 24.430 (1994) Constitución Nacional Argentina. Honorable Congreso de la
Nación (BO 10/01/1995).
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0- 4999/804/norma.htm
Ley 24.632 (1996). Convención Internacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará). Honorable
Congreso de la Nación Argentina (BO 09/04/1996). https://bit.ly/2L8f8Nz
Ley 26.485 (2009) Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones
interpersonales. Honorable Congreso de la Nación Argentina (BO
14/04/2009). http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/150000-
154999/152155/norma.htm
Ley 26.994 (2014) Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la
Nación Argentina (BO 08/10/2014).
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-
239999/235975/norma.htm
Ley 27.063 (2014) Código Procesal Penal Federal. Honorable Congreso de la Nación
(BO 09/12/2014).
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-
239999/239340/norma.htm#54
15

Ley 27.499 (2019) Ley de Capacitación obligatoria en Género. Honorable Congreso


de la Nación (BO 10/01/2019).
https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-27499-318666/texto

VI. c. Jurisprudencia

Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de Capital Federal,


Sala 2 (2016). “H. S. A. s/Recurso de Casación.
https://www.pensamientopenal.com.ar/fallos/45357-duda-razonable-alcances
Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de Capital Federal,
Sala 2 (2018). “ALVEZ, Leandro Martín s/Recurso de Casación”.
https://www.pensamientopenal.com.ar/fallos/46578-testigo-unico-
credibilidad-duda-razonable-inmediacion
Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional de Capital Federal,
Sala 2 (2020). “Segovia, Abel Jorge s/ recurso de casación”.
https://www.mpf.gob.ar/direccion-general-de-politicas-de-
genero/files/2021/06/12.-Reg.-n%C2%B0-2096.2020-Segovia_.pdf
Cámara Nacional de Casación Penal, Sala II (2013) “NADAL, Guillermo Francisco
S/ Recurso de Casación”. https://www.mpf.gob.ar/direccion-general-de-
politicas-de-genero/files/2020/10/Fallo-3-Nadal-Guillermo-Francisco-2.pdf
Cámara Nacional de Casación Penal, Sala IV (2014). “V.R.F. s/ Recurso de
Casación”.
https://s3.amazonaws.com/public.diariojudicial.com/documentos/000/049/79
8/000049798.pdf
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2011) Acceso a la justicia para
mujeres víctimas de violencia sexual en Mesoamérica.
https://www.oas.org/es/cidh/mujeres/docs/pdf/MESOAMERICA%202011%2
0ESP%20FINAL.pdf
Corte Penal Internacional (2000) Las Reglas de Procedimiento y Prueba.
http://hrlibrary.umn.edu/instree/S-iccrulesofprocedure.html
Corte Suprema de Justicia de la Nación (1909) “Rey, Celestino M. c/Rocha,
Alfredo y otro”. https://constitucionweb.blogspot.com/2011/04/rey-v-rocha-
fallo- historico-de-la-corte.html
16

Corte Suprema de Justicia de la Nación (2005) "Recurso de hecho deducido por la


defensa de Matías Eugenio Casal en la causa Casal, Matías Eugenio y otro s/
robo simple en grado de tentativa Causa N° 1681C".
http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-
autonoma-buenos-aires-casal-matias-eugenio-otro-robo-simple-grado-
tentativa-causa-1681-fa05000322-2005-09-20/123456789-223-0005-0ots-
eupmocsollaf
Corte Suprema de Justicia de la Nación (2011) “LEIVA, María Cecilia S/homicidio
simple”. http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-
autonoma-buenos-aires-leiva-maria-cecilia-homicidio-simple-fa11000141-
2011-11-01/123456789-141-0001-1ots-eupmocsollaf#
Corte Suprema de Justicia de la Nación (2016) “Recurso de hecho deducido por la
defensa de Fernando Ariel Carrera en la causa Carrera, Fernando Ariel
s/causa N° 8398”. https://jurar.com.ar/wp-content/uploads/2020/09/Fallo-
Carrera- Fernando-CSJN.pdf
Corte Suprema de Justicia de la Nación (2022) “Recurso de hecho deducido por la
querella en la causa Aagesen, Haydee Margarita y otro s/ querella”.
https://sjconsulta.csjn.gov.ar/sjconsulta/documentos/verDocumentoByIdLin
ksJSP.html?idDocumento=7749011&cache=1652284247052
Corte Suprema de Justicia de la Nación (2022) “RIVERO, Alberto y otro s/abuso
sexual – art. 119 3° párrafo y violación según párrafo 4to. Art. 119 inc. e”.
http://www.saij.gob.ar/corte-suprema-justicia-nacion-federal-ciudad-
autonoma-buenos-aires-recurso-hecho-deducido-causa-rivero-alberto-otro-
abuso-sexual-art-119-3-parrafo-violacion-segun-parrafo-4to-art-119-inc-
fa22000005-2022-03-03/123456789-500-0002-2ots-eupmocsollaf?

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