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CORTE SUPREMA SEGUNDA SALA PENAL TRANSITORIA

DE JUSTICIA RECURSO DE NULIDAD N.° 373-2017


DE LA REPÚBLICA LIMA
PODER JUDICIAL

Delito de feminicidio.

Sumilla
Los hechos, se subsumen al delito de feminicidio en el
contexto de discriminación, conforme al elemento
constitutivo del tipo penal básico, prescrito en el 4 del artículo
108-B del Código Penal. Esto se apoya en el análisis de
pruebas y los argumentos expuestos, que son suficientes para
enervar la presunción constitucional de inocencia del
recurrente y rechazar los motivos de su impugnación. La
determinación de la pena no resulta ser proporcional a las
circunstancias de la comisión del hecho; por lo que, debe ser
reducida de manera proporcional y razonable.

Lima, veinticinco de abril de dos mil dieciocho

VISTOS, los recursos de nulidad interpuestos


contra la sentencia de 26 de agosto de 2016, emitida por la Segunda Sala
Especializada en lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel (Colegiado A), de la
Corte Superior de Justicia de Lima, -páginas 1151 a 1162-: i) por la defensa de José Luis
Salas Santiago, el extremo que lo condenó como autor del delito contra la vida el
cuerpo y la salud en la modalidad de feminicidio en agravio de Ana Carolina Valle
Hernández; y, ii) el representante del Ministerio Público, el extremo del quantum de
la pena impuesta a José Luis Salas Santiago como autor del mencionado delito y
agraviada a veinticinco años de pena privativa de libertad.

De conformidad en parte con el señor Fiscal Supremo en lo Penal.


Interviene como ponente la señora Jueza Suprema Pacheco Huancas.

CONSIDERANDO

HECHOS IMPUTADOS
1. Se atribuye a José Luis Salas Santiago, que el 20 de agosto de 2013, a las 20:30
horas aproximadamente, en circunstancias que el encausado junto a su
compañero de trabajo de la empresa de transportes Soyus S.A., Saúl Alejo De la
Cruz Cullanco bebían licor corto en el parque PIP a la altura de la cuadra 3 de la
avenida México-La Victoria, el encausado llamó a su pareja, la agraviada Ana

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Carolina Valle Hernández, quien acudió a dicho lugar, y ésta llamo a su amiga
Nancy Quillas Prieto; posteriormente concurrieron todos al inmueble del
encausado ubicado en jirón Huancavelica N° 580, departamento 501-Cercado de
Lima, donde siguieron libando licor y bailando, el encausado lo hacía con Nancy
Quillas Prieto y Saúl Alejo De la Cruz Cullando con la agraviada; es así que el
encausado mantuvo relaciones sexuales con Nancy Quillas Prieto, lo que fue visto
por la agraviada, quien llevó a Saúl Alejo De la Cruz Cullando a un cuarto
acondicionado donde también mantuvieron relaciones sexuales. El encausado al
ver la escena le llamó la atención a su compañero de trabajo, y a la agraviada
por su condición de mujer, le propinó un golpe de puño en el rostro, e insultó por el
acto de infidelidad, para después botar a su compañero fuera de su casa como a
las 23:30 horas aproximadamente y proseguir golpeando a la agraviada en el
rostro, hasta que cayó inconsciente en el suelo, procediendo a cubrirla con una
frazada; luego, procedió a descansar al costado de Nancy Quillas Prieto.

Al día siguiente, cerca de las 8:00 horas aproximadamente, Nancy Quillas Prieto al
observar huellas de golpes en el rostro de la agraviada, le reclamó al encausado
por tales hechos, tratando de reanimar a la agraviada porque aun respiraba, pero
no obtuvo respuesta; por lo que procedió a retirarse del inmueble. Al encontrarse
solo el encausado con la agraviada quien estaba inconsciente, la ahorcó,
asfixiándola.

Posteriormente, luego de pretender el apoyo de Nancy Quillas Prieto y Saúl Alejo


De la Cruz Cullanco para desaparecer el cadáver pasado el mediodía; el
encausado adquirió una bolsa de rafia grande donde introdujo el cadáver de la
agraviada cubriéndola con una frazada; y, cerca de las 22:00 horas del día 21 de
agosto de 2013, se dirigió hasta el Puente Atocongo donde abordó un vehículo de
transporte interprovincial “El Cañetano” con destino a Cañete. Al llegar a dicho
lugar abordó un taxi con su carga hasta la entrada de la Mina Mil Po, altura del
kilómetro 176 de la Panamericana Sur, caminando por espacio de 2 horas hacia
la cima de un cerro, al llegar, escarbó un hoyo de 70 centímetros, en el cual
enterró el cuerpo de la agraviada, para luego retornar a Lima.

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CALIFICACIÓN DEL DELITO MATERIA DE CONDENA


2. El delito de feminicidio, tipificado en el numeral 1, del primer párrafo del artículo
108-B del Código Penal1, prescribe que: “Será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de quince años el que mata a una mujer por su condición de
tal, en cualquiera de los siguientes contextos: 1. Violencia familiar; (…)”.

Este tipo penal, debe ser abordado siguiendo la doctrina legal en cuanto a la
definición y estructura típica del delito de feminicidio, establecida en los
fundamentos 28 al 51, del Acuerdo Plenario N.° 01-2016/CJ-116, de 12 de junio de
2017.

ARGUMENTOS DE LA SENTENCIA IMPUGNADA


3. El Colegiado Superior sustentó la sentencia condenatoria bajo los siguientes
argumentos:

a) Se acreditó la materialidad del delito con Informe Pericial N.° 5022-13-


DIREJCRI-PNP-DIVINEC/DINSP, que da cuenta donde fue encontrado el
cadáver de la agraviada; y el con el Informe Pericial de Necropsia Médico
Legal N.° 002874-2013, de 29 de agosto de 2013, que da cuenta que la causa
de muerte de la agraviada fue por asfixia.
b) Se probó la responsabilidad penal del encausado José Luis Salas Santiago
con las declaraciones testimoniales de: i) Saúl Alejo De la Cruz Cullanco, en
etapa preliminar –páginas 48 a 54-, en etapa de instrucción –pagina 282- y
ante el plenario, ii) Nancy Quillas Prieto, en etapa de preliminar –página 59- y
de instrucción –página 599-; iii) Ana María Hernández Palomino (madre de la
agraviada), iv) María del Rosario Valle Hernández y v) Mery Ann Natalhie
Valle Hernández (hermanas de la agraviada); que fueron persistentes y
coherentes al narrar la forma y circunstancias de los hechos anteriores y
posteriores al ilícito.
c) En cuanto a la pena impuesta, se tuvo en cuenta la forma y circunstancias
de la comisión de los hechos, las condiciones personales, cultura, costumbres,

1
Artículo incorporado por el artículo 2, de la Ley N.° 30068, de 18 de julio de 2013.

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y carencias sociales, además de la circunstancia de tener antecedentes


penales, ello acorde con las funciones preventivas y protectoras de la pena.
Hizo uso del sistema de tercios, establecido por Ley N.° 30076, y de la
jurisprudencia vinculante establecida por esta Corte Suprema en el R.N. N.°
2860-2006-Ancash.

EXPRESIÓN DE AGRAVIOS
Agravios expuestos por el sentenciado José Luis Salas Santiago.
4. Reclama en su recurso de nulidad, –páginas 1166 a 1180–, lo siguiente;
i) Vulneración del derecho a probar y del derecho de defensa, porque los
testigos de parte, no fueron debidamente citados por el Colegiado. Y la
lectura de sentencia se dio sin presencia del recurrente ni de su abogado
de libre elección, lo que vulneró su derecho a no ser condenado en
ausencia previsto en el artículo 139 numeral 2 de la Constitución Política del
Perú.
ii) En la acusación no se señaló el monto de la reparación civil y tampoco se
ha especificado la condición de los sujetos involucrados en la violencia
familiar (cónyuges, convivientes, ascendientes, descendientes, etc.).
iii) Vulneración al derecho de defensa, porque se condenó al recurrente por el
delito de feminicidio en contexto de violencia familiar entre convivientes,
pese a haberse probado que el encausado y la agraviada solo eran
enamorados, no convivientes.
iv) Se ha vulnerado el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales,
porque la sentencia tiene una motivación aparente, porque existe
atipicidad respecto al delito de feminicidio en el contexto de violencia
familiar entre convivientes.
v) Finalmente, alega que el Informe Pericial de Necropsia no fue ratificado en
juicio oral, por lo que se vulneró el principio de inmediación del Colegiado.

Agravios expuestos por el representante del Ministerio Público.


5. Reclama en su recurso de nulidad, –páginas 1188 a 1195–, que la pena impuesta al
sentenciado, no es proporcional a la comisión del delito. Se debió tener en cuenta

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los factores fijados en los artículos 45, 45-A y 46 del Código Penal. Solicita el
incremento de la pena impuesta al sentenciado.

FUNDAMENTOS DEL SUPREMO TRIBUNAL


6. El punto de partida para analizar la sentencia de mérito, es el principio de
impugnación limitada que fija los límites de revisión por este Supremo Tribunal; en
cuya virtud, se reduce el ámbito de la resolución, únicamente a las cuestiones
promovidas en el recurso aludido, las que configuran, en estricto, la denominada
competencia recursal del órgano de alzada.

7. En el caso, existen dos impugnaciones, la de la defensa de José Luis Salas


Santiago, que cuestiona su condena; y, la del representante del Ministerio Público
que cuestiona el quantum de la pena impuesta al mencionado encausado. En
ese contexto a fin de mantener un orden en la redacción, se dará respuesta en
primer término a los agravios expuestos por la defensa técnica de Salas Santiago,
que reclama su absolución o la nulidad de la sentencia, para luego responder los
motivos de impugnación del representante del Ministerio Público.

8. Delimitado lo anterior, debemos indicar en primer lugar, que el principio de


presunción de inocencia, se configura en tanto regla de juicio y desde la
perspectiva constitucional, como el derecho a no ser condenado sin pruebas de
cargo válidas, lo que implica que exista una suficiente actividad probatoria,
realizada con las garantías necesarias, referida a todos los elementos esenciales
del delito y que de la misma quepa inferir razonablemente los hechos y la
participación del acusado en ellos, conforme lo recalca la doctrina consolidada
de esta Suprema Instancia, mediante el Acuerdo Plenario N.° 2-2005/CJ-1162.

Al respecto, este Tribunal Supremo analizará si las premisas fijadas en la sentencia,


se han estructurado sobre la base del material probatorio y la decisión es válida.
Así se garantiza al condenado el ejercicio material de su derecho reconocido
internacionalmente a la revisión de la sentencia condenatoria por un Tribunal

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de 30 de setiembre de 2005.

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Superior, conforme al numeral 5 del artículo 14 del Pacto Internacional de


Derechos Civiles y Políticos y el numeral 6 del artículo 139 de la Constitución Política
del Perú.

9. En este caso, el Tribunal de instancia tiene por probados los hechos atribuidos al
recurrente por delito de feminicidio; básicamente, porque el material probatorio
incorporado al proceso, lo vincula al fijarse prontamente de la forma y
circunstancias de cómo le dio muerte a Ana Carolina Valle Hernández y como la
conducta de Salas Santiago se subsume en el tipo penal de feminicidio.

10. La defensa del sentenciado, reclama que existe vulneración al derecho a


probar a no ser condenado en ausencia, vulneración al derecho de defensa,
vulneración el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales,
inobservancia al debido proceso y vulneración al principio de inmediación.

11. En primer término, respecto a la materialidad del delito, está probado con la
prueba científica incorporada al proceso. Así, aparece del punto “IV. Apreciación
Criminalística”, del Informe Pericial N.° 5022-13-DIREJCRI-PNP-DIVINEC/DINSP, de
fecha 28 de agosto de 2013, -páginas 123 a 132-, que el cadáver de Ana Carolina
Valle Hernández, fue encontrado enterrado a una profundidad de 70 centímetros,
a 33 metros de la carretera de penetración al lugar conocido como Asociación de
Frutales de Topara, situado a 10 kilómetros de la Panamericana Sur, en sentido de
circulación de sur a norte, en el distrito de Cañete.

En el Informe Pericial de Necropsia Médico Legal N.° 002874-2013, de 29 de agosto


de 2013, -páginas 372 a 381-, practicado a la agraviada, por los médicos legistas
Sonia María Fernández Tavares y Daniel Alejandro Cavero Soto, se concluye como
diagnóstico de muerte, “Asfixia mecánica”, como agente causante “agente
constrictor cervical”, además como datos preliminares se consigna: “Cadáver
femenino en avanzado estado de putrefacción, con signos de asfixia y lesiones
traumáticas en cabeza-cuello, y tórax- miembros superiores y miembros inferiores”.

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Informe ratificado en etapa de instrucción por los mencionados médicos legistas –


páginas 509 a 511-.

12. Frente al primer reclamo de la defensa, referido a la vulneración al derecho a


probar. Este derecho, forma parte del derecho de defensa, prescrito en el numeral
14 del artículo 139 de la Constitución Política del Estado, que prescribe: “El principio
de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del proceso (…)”, e
instrumentos internacionales -artículo 8, numeral 2, literal c, de la Convención
Americana de Derechos Humanos, que señala: “Durante el proceso, toda persona
tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas,(…) c)
concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la
preparación de su defensa”, y el Código de Procedimientos Penales, en el numeral
2, del artículo 72, prescribe: “2. Durante la instrucción el Juez actuará las diligencias
que sean propuestas por las partes, siempre que resulten pertinentes, conducentes
y útiles, dentro de los límites de la Ley”.

Alega la defensa que se vulneró el mencionado derecho porque las testigos de


parte, Norma Malpartida Núñez, Elizabeth Gina Valle Tarazona y Nataly Patricia
Quispe Ari, (compañeras de trabajo de la agraviada), no fueron debidamente
citadas por el Colegiado. Este reclamo no es cierto en su totalidad. Ello porque en
páginas 1028 a 1029, aparece la cedula de notificación para la concurrencia a
juicio oral de Norma Malpartida Núñez, notificación que fue recibida por
Guillermina Núñez –ver página 1040-; asimismo, se emitió la cedula de notificación
a Elizabeth Gina Valle Tarazona, –ver página 1030 a 1031-, a la dirección “Pasaje
sin nombre Mz. F7, lote 30, urbanización Angamos-Ventanilla-Callao”; sin embargo
la misma fue rechazada por el servicio de mensajería porque faltaban datos –ver
página 1090-; no obstante, la dirección consignada fue la misma que señaló la
testigo a nivel policial –ver páginas 43 a 44-.

Frente a ello se tiene que, conforme se verifica de la sesión de audiencia de 17 de


agosto de 2016, -páginas 1079 a 1087-, el representante del Ministerio Público,
incorporó al debate, mediante su lectura, las declaraciones preliminares de Norma

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Malpartida Núñez, Elizabeth Gina Valle Tarazona y Nataly Patricia Quispe Ari; sin
embargo, la defensa solo se limitó a acotar que estas “no generan convicción”; sin
mayor argumentación al respecto. Por lo que, motivo no se estima.

13. Por otro lado, también reclama el recurrente, vulneración al derecho de


defensa y al no ser condenado en ausencia. Sostiene que la lectura de sentencia
se dio sin presencia del recurrente ni de su abogado de libre elección. Al respecto,
no se verifica tal vulneración, ello porque el recurrente fue asistido por un abogado
defensor de su libre elección durante todo el desarrollo del juicio oral, -ver sesiones
de audiencia de páginas 1002, 1043, 1079, 1096 y 1108-; siendo que en las sesiones
en las que su abogado de libre elección no concurrió, el Colegiado Superior, le
designó un abogado de oficio, a fin de cautelar su derecho de defensa, y
reprogramó las audiencias a solicitud del recurrente -ver páginas 993 y 995-, lo que
permite afirmar que su derecho fundamental de defensa, estuvo plenamente
garantizado y cumple con los estándares de garantía en su efectividad.

14. Abona, la tendencia jurisprudencial de esta Suprema instancia al respecto, el


R.N. N.° 4040-2011-Lima3, en su fundamento jurídico cuatro, ha señalado que: “(…)
debe tenerse en cuenta que si un procesado ha cumplido con asistir a todas las
audiencias del contradictorio, ha ejercido cabalmente su derecho de defensa,
con interrogatorios y pruebas, su abogado ha efectuado sus alegatos finales e
incluso el mismo procesado ha realizado su autodefensa, entonces, la audiencia
final en la que se cumplirá con la lectura de las cuestiones de hecho y la
sentencia, representa simplemente un acto de notificación de la decisión
adoptada, lo que se puede hacer en presencia o no del acusado, pues tal
situación no afecta en modo alguno el derecho de defensa del procesado (…)”.

En esa misma línea el Tribunal Constitucional en la Sentencia N° 003-2005-PI/TC, -


fundamentos jurídicos 167 y 169-, también ha precisado que el derecho a no ser
condenado en ausencia garantiza en su faz negativa que un acusado no pueda
ser condenado sin que antes no se le permita conocer y refutar las acusaciones

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De 29 de noviembre de 2012.

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que pesan en su contra, así como que no sea excluido del proceso en forma
arbitraria. En su faz positiva, el derecho a no ser condenado en ausencia impone a
las autoridades judiciales el deber de hacer conocer la existencia del proceso, así
como el de citar al acusado a cuanto acto procesal sea necesaria su presencia
física. No estamos frente a un supuesto de condena en ausencia o contumacia
cuando el acusado no ha sido ajeno a la existencia del proceso, tampoco ha sido
rebelde a participar en él, conociendo de la existencia del proceso.

En el caso, la defensa hizo valer su derecho de defensa tal y conforme aparece


de las sesiones de audiencia indicadas anteriormente. El recurrente hizo uso de la
defensa técnica y defensa material en audiencia de 24 de agosto de 2016
–páginas 1108 a 1113- donde se puso en conocimiento al recurrente y a la defensa
técnica que el día 26 de agosto de 2018, se dictaría sentencia. El mencionado día,
ni el procesado ni su abogado defensor, asistieron a la lectura de sentencia a ello,
no se verifica alguna constancia o justificación para su inconcurrencia; por ello, no
se vulneró su derecho a no ser condenado en ausencia; por lo que su motivo no se
ampara.

15. Uno de los motivos de agravio de la defensa, se refiere a la vulneración del


principio de inmediación toda vez que el Informe Pericial de Necropsia no fue
ratificado en juicio oral. Al respecto, el principio de inmediación exige que sea el
Juez quien acceda la prueba a través del contacto directo con dichos elementos.

En el caso, el Informe Pericial de Necropsia Médico Legal N.º 002874-20136, de 29


de agosto de 2013 –páginas 372 a 381- practicado a la agraviada, por los médicos
legistas Sonia María Fernández Tavares y Daniel Alejandro Cavero Soto, se
concluye como diagnóstico de muerte, “Asfixia mecánica”, como agente
causante “agente constrictor cervical”. Además, como datos preliminares se tiene
que se trata de “Cadáver femenino en avanzado estado de putrefacción, con
signos de asfixia y lesiones traumáticas en cabeza-cuello, tórax- miembros
superiores y miembros inferiores”.

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Se trata entonces, de un informe pericial que se practicó por los dos médicos
legistas del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público. Es en base al examen
del cadáver de la agraviada Ana Carolina Valle Hernández, que por demás está
decir, que fue hallado el 28 de agosto de 2013, a las 17:30 horas, en un
descampado denominado Asociación Los Frutales de Topara-Cañete, según
Informe Pericial N.° 5022-13-DIREJCRI-PNP-DIVINEC/DINSP -páginas 123 a 132- fue
puesto a disposición del Instituto de Medicina Legal, en Lima, el 29 de agosto de
2013 a la 1:00 horas, es decir se trata de una diligencia de carácter urgente dada
las circunstancias de los hechos y el estado en que se encontraba el cadáver.

16. Es cierto lo que señala el recurrente en su impugnación, que el citado informe


pericial no fue objeto de ratificación. Sin embargo, supuestos como el invocado,
ha sido resuelto por la doctrina jurisprudencial asumida por esta Corte Suprema en
el Acuerdo Plenario N.º 2-2007/CJ-116, referido a que “el derecho de defensa, en
los casos como el de arriba descritos, no se desnaturaliza ni se lesionan los
principios de inmediación, contradicción y oralidad. El examen pericial, no es
condición ineludible de la pericia como medio de prueba válido, valorable por el
Juez del juicio. En consecuencia, su no actuación no es causal de nulidad de la
sentencia” –ver fundamentos jurídicos 8 Y 9 del Acuerdo Plenario mencionado-.
Además, conforme se advierte de autos la defensa no ha cuestionado el
contenido del mencionado Informe Pericial de Necropsia, mediante una pericia
de parte o similar. Su quinto motivo de impugnación no se ampara.

17. El recurrente también reclama como motivo, la vulneración del derecho de


defensa. Su reclamo lo vincula en primer lugar al hecho que en la acusación no se
ha especificado la condición de los sujetos involucrados en la violencia familiar
(cónyuges, convivientes, ascendientes, descendientes, etc.), y tampoco se señaló
el monto de la reparación civil. Respecto a esto último, se tiene el Dictamen N.°
251-2014 –páginas 746 a 756- en el que se especifica en el punto “V. Pena y
Reparación Civil Solicitada (…) solicita el pago por parte del acusado de ochenta
mil nuevos soles a favor de los herederos legales de la agraviada, por concepto de
reparación civil”. Dictamen Fiscal, que fue puesto en conocimiento del recurrente,

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conforme se verifica de la cedula de notificación N.º 9013-2015-SP-PE, -página 765-


; lo que revela que su reclamo no tiene fundamento objetivo, ni jurídico.

Ahora, en cuanto a que en la acusación fiscal no se especificó la condición de los


sujetos involucrados en la violencia familiar (cónyuges, convivientes, ascendientes,
descendientes, etc.), se tiene el Dictamen N.° 201-2016 –páginas 946 a 950- que
integra el Dictamen Fiscal ya citado, en donde se sustenta la circunstancia de
violencia familiar y tipifican la conducta del recurrente en el numeral 1, del primer
párrafo del artículo 108 –B del Código Penal, es decir feminicidio en el contexto de
violencia familiar. En tal sentido, lo que alega el recurrente tampoco es
amparable, porque fue integrado por el Ministerio Público y la reparación civil ya
se había solicitado en el primer dictamen. Por ello, no existe la vulneración que
invoca; sin embargo, se analizará en los numerales siguientes el contexto de
violencia familiar. En ese sentido, no se vulneró el derecho de defensa del
recurrente pues se cumplió con el principio de imputación necesaria y el
encausado tuvo conocimiento oportunamente de los mencionados dictámenes,
siendo asistido por defensa técnica de su elección. El segundo motivo no se
estima.

18. Finalmente, respecto al tercer y cuarto motivo, están vinculados en estricto a la


tipicidad de los hechos, específicamente a la circunstancia del vínculo entre
recurrente y agraviada el que solo sería de una relación de enamorados y no eran
convivientes; sin embargo, se le condenó al recurrente por matar a la agraviada,
por su condición de mujer en el contexto de violencia familiar -numeral 1 del
artículo 108-B del Código Penal- en una relación de convivencia.

19. Al respecto, el tipo penal de feminicidio es un tipo penal especial. La doctrina


legal en cuanto a su descripción típica, ha sido desarrollada en el Acuerdo
Plenario N.° 01-2016/CJ-116, de 12 de junio de 2017, y señala lo siguiente:
Fundamento 32, en relación al sujeto activo: “Solo los hombres pueden cometer
este delito, entendiendo por hombre o varón a la persona adulta de sexo
masculino. En el fundamento 35, respecto al sujeto pasivo establece: “La

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conducta homicida del varón recae sobre una mujer. Ella es igualmente la titular
del bien jurídico tutelado -vida humana- y objeto material del delito (…)”.

Asimismo, en el fundamento 40, señala el comportamiento típico, consiste en que:


“La conducta típica del sujeto activo varón, es la de matar a una mujer por tal
condición. (…). En el contexto de un derecho penal de acto, el feminicidio debe
implicar una actividad homicida del agente que produzca la muerte del sujeto
pasivo mujer”, y el fundamento 46, señala: “(…) es un delito doloso”.

También, el referido Acuerdo Plenario en su fundamento 56, señala: “(…) la


violencia puede haberse traducido en intentos anteriores de darle muerte, de
agresiones físicas, sexuales o psicológica”.

20. Conviene señalar que respecto al vínculo que exige el tipo penal y que es
materia de cuestionamiento, no existe discusión respecto a la relación de
enamorados -al momento de los hechos- que existió entre el encausado José Luis
Salas Santiago y la occisa Ana Carolina Valle Hernández. Tal como lo ha
reconocido el recurrente en etapa de instrucción –páginas 465 a 474- y ante el
plenario –ver sesión de audiencia de 15 de agosto de 2016, página 1043-. El
reclamo que hace el recurrente en esta instancia, es que no han sido convivientes
y no se configura el contexto de violencia familiar; al respecto la ley N.º 273064,
vigente a la fecha a los hechos definía a la violencia familiar como: “[…] cualquier
acción u omisión que cause daño físico o psicológico, maltrato sin lesión, inclusive
la amenaza o coacción graves y/o reiteradas, así como la violencia sexual, que se
produzcan entre: a) Cónyuges; b) Ex cónyuges; c) Convivientes; d) Ex convivientes;
e) Ascendientes; f) Descendientes; g) Parientes colaterales hasta el cuarto grado
de consanguinidad y segundo de afinidad; h) Quienes habitan en el mismo hogar,
siempre que no medien relaciones contractuales o laborales; e i) Quienes hayan
procreado hijos en común, independientemente que convivan o no, al momento
de producirse la violencia”.

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Publicada el 15 de julio de 2000.

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En esa línea, para evaluar lo que alega, debe tenerse en cuenta la información
brindada por el entorno familiar y amical de la accisa Ana Carolina Valle
Hernández, que dan cuenta de las circunstancias tensas y discriminatorias entre el
encausado y la agraviada.

21. Así, las testimoniales de Norma Malpartida Núñez, Elizabeth Gina Valle Tarazona
y Nataly Patricia Quispe Ari, compañeras de trabajo de la agraviada, manifestaron
coincidentemente a nivel preliminar, que la occisa, en su momento, les había
manifestado, que el encausado –su enamorado- la agredía verbal y físicamente;
además dichas agresiones eran constantes y casi siempre por celos. Estas
declaraciones fueron introducidas al debate mediante su lectura por el
representante del Ministerio Público en audiencia de 17 de agosto de 2016 –ver
páginas 1079 a 1087-.

También, en el plenario, las testigos María del Rosario Valle Hernández y Mery Ann
Natalhie Valle Hernández, hermanas de la agraviada occisa, manifestaron, la
primera, de ellas que el día de los hechos vio salir a su hermana,
aproximadamente a las 10 de la noche y quien estaba discutiendo por el teléfono;
agrega, que no conocía a la pareja de su hermana, solo sabía que era “Salas”
pero luego la agraviada le dijo que éste era chofer de la empresa –Soyuz, en la
que trabajaba- y le dio su nombre completo. Agrega que éste le gritaba a su
hermana por teléfono y que su hermana, vía telefónica, le daba explicaciones de
todo a él, además se ponía nerviosa cuando le pedía conocerlo. La segunda
señaló que cuando su hermana discutía con el encausado a veces hasta la hacía
llorar, la hostigaba. Refiere, que 3 o 4 días antes de los hechos su hermana llegó
con las piernas moreteadas y al preguntarle qué pasó le dijo que se había caído, y
al insistirle se quedó callada.

Ahora, si bien es cierto, la relación entre la agraviada occisa y el sentenciado


habría sido de enamorados y no convivientes; sin embargo, por todo lo narrado se
evidencia las circunstancias de violencia de género de parte del sentenciado
contra la agraviada, no solo físicas, sino también verbales y psicológicas; ello, es

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compatible y se refleja sobremanera en los hechos descritos y que son materia de


acusación.

22. Ahora, si bien conforme a ley, a la fecha de los hechos la violencia familiar
debió darse en el supuesto de relaciones de convivientes entre la agraviada
occisa y el sentenciado, y no solo de enamorados; sin embargo, el concepto de
violencia familiar, como es este caso ya ha sido superado en la doctrina y
normatividad vigente nacional e internacional, como es la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer,
(Convención de Belem do Para), ratificada por el Perú, mediante Resolución
Legislativa N.° 26583, el 25 de marzo de 1996, y que define en su artículo 1, que:
“Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la
mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte,
daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito
público como en el privado”; y en los literales a) y b) del artículo 2, establece: “Se
entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y
psicológica: a) que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en
cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya
compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros,
violación, maltrato y abuso sexual; b) que tenga lugar en la comunidad y sea
perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso
sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en
el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de
salud o cualquier otro lugar, […]”.

23. En ese contexto, se verifica que conforme a los antecedentes ya señalados y


las circunstancias que existían entre la víctima y el victimario; la presencia de actos
de violencia o amenazas, violencia de género, se dio en un evidente contexto de
un trato desigual y discriminatorio a la víctima por ser mujer. Es decir, es un
conjunto de circunstancias que analizadas con la conducta concreta atribuida al
imputado y a las pruebas incorporadas, dan cuenta que efectivamente estamos

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frente al delito de feminicidio en el contexto de discriminación –numeral 4 del


artículo 108-B del Código Penal-.

24. Ciertamente, de cara al conjunto de elementos probatorios incorporados al


proceso, se constata la desigualdad en la relación que tenía el recurrente con la
agraviada; en estricto, porque conforme a la descripción de los hechos el
encausado mantuvo relaciones sexuales delante de la agraviada y con la amiga
de ésta –que no ha sido negado por el recurrente-. No obstante, cuando la
agraviada hizo lo propio con el testigo Saúl Alejo de la Cruz Cullanco, que era
amigo del encausado, éste último reaccionó de manera violenta solamente
contra la agraviada; mientras que con el testigo y amigo De la Cruz Cullanco, solo
atinó a botarlo de su domicilio. En esas circunstancias, le propinó a la agraviada
golpes de puño hasta dejarla inconsciente en el piso, para posteriormente regresar
a dormir con la testigo Nancy Quillas Prieto, amiga de la agraviada. Evidenciando
un total desprecio por la integridad y la vida de la agraviada; para luego
continuar la relación sexual con la amiga de ésta.

25. Conforme a lo expuesto, en este caso es aplicable el artículo 285-A del Código
de Procedimientos Penales y los Acuerdos Penales N.º 1-2005/ESV-22, de 30 de
septiembre de 2005; y, N.º 4-2007/CJ-116, de 16 de noviembre de 2007; ello,
porque no existe afectación alguna al recurrente, pues el cuadro fáctico es el
mismo, no ha variado; y estuvo garantizado plenamente el derecho de defensa
del encausado durante todo el proceso penal, conforme al principio de
contradicción. En el mismo sentido, el bien jurídico protegido no ha variado y se
trata de los mismos hechos durante todo el proceso penal; además el contexto de
discriminación se encuentra en la misma categoría jurídica que el contexto de
violencia familiar –es decir en el mismo primer párrafo del artículo 108-B del Código Penal-.

26. En ese sentido, corresponde reconducir la tipificación del contexto en el que se


dio el delito de feminicidio, siendo lo correcto el numeral 4 del artículo 108-B del
Código Penal, que prescribe “Cualquier forma de discriminación contra la mujer,
independientemente de que exista o haya existido una relación conyugal o de

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convivencia con el agente”. Ello, además porque la violencia de género es uno


de los abusos más generalizados de los derechos humanos, cuya expresión más
extrema es el feminicidio.

Al respecto, el Sistema de Protección Universal de los Derechos Humanos a través


del artículo 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
define la violencia contra las mujeres como: “(…)todo acto de violencia basado
en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un
daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas
de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se
producen en la vida pública como en la vida privada”.

27. Es de relievar, lo expuesto por esta Corte Suprema en el R.N. N.º 2585-2013-
Junín5, que “(…) la categoría jurídica de feminicidio abarca muchos supuestos, al
punto que se habla de tipos o clases de feminicidio. Así, tenemos el íntimo, que se
produce cuando la víctima tiene o tenía una relación íntima, familiar, de
convivencia o afín, actual o pasada con el homicida. El feminicidio no intimo se da
cuando la víctima no tiene o no tenía algún tipo de relación de pareja o familiar
con el agresor; y el feminicidio por conexión cuando la mujer muere en la línea de
fuego de un hombre que pretendía dar muerte o lesionar a otra mujer”6.

28. Conforme a lo expuesto, el análisis de pruebas y los argumentos expuestos, son


suficientes para enervar la presunción constitucional de inocencia del recurrente.
En consecuencia, es de aceptar el factum acusatorio y determinar la
responsabilidad penal y vinculación positiva de José Luis Salas Santiago, con los
hechos materia de acusación por el delito de feminicidio, en agravio de Ana
Carolina Valle Hernández. Debiendo resaltar que la imputación normativa se
mantuvo a lo largo del proceso, lo que ha permitido que el encausado pueda

5
De 3 de abril de 2014, fundamento jurídico 4.
6
Citando a Salinas Siccha, Ramiro, en Gaceta Penal 2012-2013/tomo 36, junio 2012. Derecho Penal Parte
Especial: “Delitos comunes /análisis/el delito de parricidio en el Perú luego de la Ley Nº 29819: ¿y el delito de
feminicidio?

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plantear su tesis de defensa; por lo que, la desvinculación respecto al contexto en


el que se dio el feminicidio no le genera indefensión alguna.

RESPECTO A LA DETERMINACIÓN DE LA PENA IMPUESTA.


29. “La determinación judicial de la pena es el procedimiento técnico y valorativo
que se relaciona con aquella tercera decisión que debe adoptar un Juez Penal.
[…] la misma que se hará en coherencia con los principios de legalidad, lesividad,
culpabilidad y proporcionalidad (artículo II, IV, V, VII Y VIII del Título Preliminar del
Código Penal), bajo la estricta observancia del deber constitucional de
fundamentación de las resoluciones judiciales…”7.

En cuanto a este punto, la representante del Ministerio Público cuestiona que la


pena impuesta al sentenciado no resulta proporcional estando al bien jurídico
protegido, vida, por lo que el reproche penal debe ser mayor.

30. Conforme a ello, la determinación de la pena debe respetar los ámbitos


legales referidos tanto a la configuración de la pena básica -definida como la
configuración del marco penal establecido por el tipo legal y las diferentes normas
que contienen las circunstancias modificativas de la responsabilidad genéricas,
sean agravantes y/o atenuantes-, como al establecimiento de la pena concreta o
final -que es el resultado de la aplicación de los factores de individualización
estipulados en los artículos 45 y 46 del Código Penal, siempre dentro del marco
penal fijado por la pena básica y a partir de criterios referidos al grado de injusto y
el grado de culpabilidad-.

Así, la determinación de la pena no es más que una teoría sobre los factores
relacionados con el injusto y la culpabilidad que configuran el significado
comunicativo del hecho concreto8.

7
Acuerdo Plenario N.° 1-2008/CJ-116, Asunto: Reincidencia, Habitualidad y Determinación de la Pena,
fundamentos 6 y 7.
8
FEIJOO SÁNCHEZ, Bernardo. Individualización de la pena y teoría de la pena proporcional al hecho. En:
Indret. Revista para el Análisis del Derecho. Barcelona. Enero, 2007, página 9.

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31. Ahora, estando a que la estructura de redacción del tipo penal previsto en el
artículo 108-B del Código Penal, establece penas solamente en su extremo mínimo.
Así, en el primer párrafo (entiéndase tipo base), prescribe una pena no menor a 15
años de pena privativa de libertad, el segundo y tercer párrafo (entiéndase
agravantes), establece una pena de 25 años de pena privativa de libertad y
cadena perpetua, respectivamente.

En esa línea, este Tribunal Supremo, ha establecido con carácter de vinculante, los
fundamentos jurídicos tercero y cuarto del R.N. N.º 2860-2006-Ancash, respecto a
supuestos en que un solo tipo penal contiene la figura base y la agravada,
habiéndose señalado solo la pena mínima, el límite máximo de dicha figura típica
está delimitada por el extremo mínimo de la figura agravada siguiente. Así, en el
caso la pena abstracta sobre la que se aplicara el sistema de tercios al recurrente
será no menor de 15 ni mayor de 25 años de pena privativa de libertad.

32. Determinado lo anterior, los presupuestos para fundamentar y determinar la


pena que prevé el artículo 45, del Código Penal, se encuentran el grado de
cultura del acusado -secundaria completa-, carencias sociales –persona trabajadora con
ingresos económicos-. Además, en el caso, el encausado cuenta antecedentes
penales por el delito de hurto agravado –página 296-; no obstante, la pena
impuesta fue con el carácter de condicional por tanto no es aplicable la figura de
la reincidencia y a la fecha de los hechos contaba con 39 años de edad, es decir,
no es un agente con responsabilidad restringida.

33. En el caso, según el sistema de tercios, y la forma y circunstancias de la


realización del hecho, los medios empleados y los daños ocasionados; la pena a
imponer deberá estar circunscrita en el tercio superior. Es decir, entre 21 años y 8
meses a 25 años de pena privativa de libertad.

34. En esa línea de análisis, lo que es objeto de cuestionamiento por la


representante del Ministerio Publico, respecto a que se debe aumentar la pena en
base al artículo 29 Código Penal, que establece una pena máxima general para

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todos los delitos de 35 años de pena privativa de libertad; no es coherente con lo


expuesto en el numeral 32 de la presente Ejecutoria Suprema, en la línea de la
jurisprudencia vinculante en esta instancia, respecto a la forma como opera la
determinación e individualización de la pena, en casos como el que es materia de
análisis. En consecuencia, no es de aplicación el mencionado artículo 29 del
Código Penal. Por lo que, el motivo no se ampara.

35. Así también, este Supremo Tribunal considera que en virtud a los principios de
proporcionalidad y razonabilidad, la pena debe ser disminuida, en atención a los
fines de prevención especial de la pena. Al respecto, nuestro código se inscribe en
la línea de una teoría unificadora preventiva9, pues la pena sirve a los fines de
prevención especial y general; así también lo ha precisado la sentencia del
Tribunal Constitucional: “las teorías preventivas, tanto la especial como la general,
gozan de protección constitucional directa, en tanto y en cuanto, según se verá,
sus objetivos resultan acordes con el principio-derecho de dignidad, y con la doble
dimensión de los derechos fundamentales; siendo, por consiguiente, el mejor
medio de represión del delito, el cual ha sido reconocido por el Constituyente
como un mal generado contra bienes que resultan particularmente trascendentes
para garantizar las mínimas condiciones de una convivencia armónica en una
sociedad democrática” 10.

36. Apoyan este razonamiento, las precarias condiciones personales y sociales del
sentenciado, además, su nivel de instrucción –secundaria completa-; todos estos son
elementos que permiten razonablemente concluir que los fines de la pena, en
tanto preventiva y resocializadora, se cumplirían en un tiempo menor al
establecido en la sentencia materia de alzada; en consecuencia, conforme a los
fundamentos expuestos, la pena impuesta debe reducirse, correspondiéndole
veinte años de pena privativa de libertad.

9
Claus Roxin, Derecho penal-Parte general, TI, Fundamentos. La estructura de la teoría del delito. Trad. Diego
Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal, Madrid, Ed. Civitas, 1997, página 95.
10
Sentencia recaída en el expediente N.° 0019-2005-PI/TC, de 21 de julio de 2005.

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DECISIÓN

Por estos fundamentos, declararon: HABER NULIDAD en la sentencia de 26 de


agosto de 2016, emitida por la Segunda Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos en Cárcel (Colegiado A), de la Corte Superior de Justicia de
Lima -páginas 1151 a 1162- que condenó a José Luis Salas Santiago, como autor del
delito contra la vida el cuerpo y la salud en la modalidad de feminicidio en el
contexto de violencia familiar, en agravio de Ana Carolina Valle Hernández; y
REFORMÁNDOLA condenaron al citado sentenciado, como autor del delito contra
la vida el cuerpo y la salud en la modalidad de feminicidio en el contexto de
cualquier forma de discriminación contra la mujer, independientemente de que
exista o haya existido una relación conyugal o de convivencia con el agente, en
agravio de Ana Carolina Valle Hernández; HABER NULIDAD en la citada sentencia
en el extremo que le impuso veinticinco años de pena privativa de libertad por el
referido delito y agraviada; y REFORMÁNDOLA le impusieron veinte años de pena
privativa de libertad, la misma que con el descuento de carcelería que viene
sufriendo desde el 7 de septiembre de 2013 –página 224- vencerá el 6 de
septiembre de 2033; NO HABER NULIDAD en lo demás que contiene; y lo
devolvieron.

S. S.

HINOSTROZA PARIACHI

FIGUEROA NAVARRO

NÚÑEZ JULCA

PACHECO HUANCAS

CEVALLOS VEGAS

IEPH/GMAP

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