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Delito de feminicidio.
Sumilla
Los hechos, se subsumen al delito de feminicidio en el
contexto de discriminación, conforme al elemento
constitutivo del tipo penal básico, prescrito en el 4 del artículo
108-B del Código Penal. Esto se apoya en el análisis de
pruebas y los argumentos expuestos, que son suficientes para
enervar la presunción constitucional de inocencia del
recurrente y rechazar los motivos de su impugnación. La
determinación de la pena no resulta ser proporcional a las
circunstancias de la comisión del hecho; por lo que, debe ser
reducida de manera proporcional y razonable.
CONSIDERANDO
HECHOS IMPUTADOS
1. Se atribuye a José Luis Salas Santiago, que el 20 de agosto de 2013, a las 20:30
horas aproximadamente, en circunstancias que el encausado junto a su
compañero de trabajo de la empresa de transportes Soyus S.A., Saúl Alejo De la
Cruz Cullanco bebían licor corto en el parque PIP a la altura de la cuadra 3 de la
avenida México-La Victoria, el encausado llamó a su pareja, la agraviada Ana
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Carolina Valle Hernández, quien acudió a dicho lugar, y ésta llamo a su amiga
Nancy Quillas Prieto; posteriormente concurrieron todos al inmueble del
encausado ubicado en jirón Huancavelica N° 580, departamento 501-Cercado de
Lima, donde siguieron libando licor y bailando, el encausado lo hacía con Nancy
Quillas Prieto y Saúl Alejo De la Cruz Cullando con la agraviada; es así que el
encausado mantuvo relaciones sexuales con Nancy Quillas Prieto, lo que fue visto
por la agraviada, quien llevó a Saúl Alejo De la Cruz Cullando a un cuarto
acondicionado donde también mantuvieron relaciones sexuales. El encausado al
ver la escena le llamó la atención a su compañero de trabajo, y a la agraviada
por su condición de mujer, le propinó un golpe de puño en el rostro, e insultó por el
acto de infidelidad, para después botar a su compañero fuera de su casa como a
las 23:30 horas aproximadamente y proseguir golpeando a la agraviada en el
rostro, hasta que cayó inconsciente en el suelo, procediendo a cubrirla con una
frazada; luego, procedió a descansar al costado de Nancy Quillas Prieto.
Al día siguiente, cerca de las 8:00 horas aproximadamente, Nancy Quillas Prieto al
observar huellas de golpes en el rostro de la agraviada, le reclamó al encausado
por tales hechos, tratando de reanimar a la agraviada porque aun respiraba, pero
no obtuvo respuesta; por lo que procedió a retirarse del inmueble. Al encontrarse
solo el encausado con la agraviada quien estaba inconsciente, la ahorcó,
asfixiándola.
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Este tipo penal, debe ser abordado siguiendo la doctrina legal en cuanto a la
definición y estructura típica del delito de feminicidio, establecida en los
fundamentos 28 al 51, del Acuerdo Plenario N.° 01-2016/CJ-116, de 12 de junio de
2017.
1
Artículo incorporado por el artículo 2, de la Ley N.° 30068, de 18 de julio de 2013.
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EXPRESIÓN DE AGRAVIOS
Agravios expuestos por el sentenciado José Luis Salas Santiago.
4. Reclama en su recurso de nulidad, –páginas 1166 a 1180–, lo siguiente;
i) Vulneración del derecho a probar y del derecho de defensa, porque los
testigos de parte, no fueron debidamente citados por el Colegiado. Y la
lectura de sentencia se dio sin presencia del recurrente ni de su abogado
de libre elección, lo que vulneró su derecho a no ser condenado en
ausencia previsto en el artículo 139 numeral 2 de la Constitución Política del
Perú.
ii) En la acusación no se señaló el monto de la reparación civil y tampoco se
ha especificado la condición de los sujetos involucrados en la violencia
familiar (cónyuges, convivientes, ascendientes, descendientes, etc.).
iii) Vulneración al derecho de defensa, porque se condenó al recurrente por el
delito de feminicidio en contexto de violencia familiar entre convivientes,
pese a haberse probado que el encausado y la agraviada solo eran
enamorados, no convivientes.
iv) Se ha vulnerado el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales,
porque la sentencia tiene una motivación aparente, porque existe
atipicidad respecto al delito de feminicidio en el contexto de violencia
familiar entre convivientes.
v) Finalmente, alega que el Informe Pericial de Necropsia no fue ratificado en
juicio oral, por lo que se vulneró el principio de inmediación del Colegiado.
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los factores fijados en los artículos 45, 45-A y 46 del Código Penal. Solicita el
incremento de la pena impuesta al sentenciado.
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de 30 de setiembre de 2005.
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9. En este caso, el Tribunal de instancia tiene por probados los hechos atribuidos al
recurrente por delito de feminicidio; básicamente, porque el material probatorio
incorporado al proceso, lo vincula al fijarse prontamente de la forma y
circunstancias de cómo le dio muerte a Ana Carolina Valle Hernández y como la
conducta de Salas Santiago se subsume en el tipo penal de feminicidio.
11. En primer término, respecto a la materialidad del delito, está probado con la
prueba científica incorporada al proceso. Así, aparece del punto “IV. Apreciación
Criminalística”, del Informe Pericial N.° 5022-13-DIREJCRI-PNP-DIVINEC/DINSP, de
fecha 28 de agosto de 2013, -páginas 123 a 132-, que el cadáver de Ana Carolina
Valle Hernández, fue encontrado enterrado a una profundidad de 70 centímetros,
a 33 metros de la carretera de penetración al lugar conocido como Asociación de
Frutales de Topara, situado a 10 kilómetros de la Panamericana Sur, en sentido de
circulación de sur a norte, en el distrito de Cañete.
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Malpartida Núñez, Elizabeth Gina Valle Tarazona y Nataly Patricia Quispe Ari; sin
embargo, la defensa solo se limitó a acotar que estas “no generan convicción”; sin
mayor argumentación al respecto. Por lo que, motivo no se estima.
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De 29 de noviembre de 2012.
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que pesan en su contra, así como que no sea excluido del proceso en forma
arbitraria. En su faz positiva, el derecho a no ser condenado en ausencia impone a
las autoridades judiciales el deber de hacer conocer la existencia del proceso, así
como el de citar al acusado a cuanto acto procesal sea necesaria su presencia
física. No estamos frente a un supuesto de condena en ausencia o contumacia
cuando el acusado no ha sido ajeno a la existencia del proceso, tampoco ha sido
rebelde a participar en él, conociendo de la existencia del proceso.
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Se trata entonces, de un informe pericial que se practicó por los dos médicos
legistas del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público. Es en base al examen
del cadáver de la agraviada Ana Carolina Valle Hernández, que por demás está
decir, que fue hallado el 28 de agosto de 2013, a las 17:30 horas, en un
descampado denominado Asociación Los Frutales de Topara-Cañete, según
Informe Pericial N.° 5022-13-DIREJCRI-PNP-DIVINEC/DINSP -páginas 123 a 132- fue
puesto a disposición del Instituto de Medicina Legal, en Lima, el 29 de agosto de
2013 a la 1:00 horas, es decir se trata de una diligencia de carácter urgente dada
las circunstancias de los hechos y el estado en que se encontraba el cadáver.
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conducta homicida del varón recae sobre una mujer. Ella es igualmente la titular
del bien jurídico tutelado -vida humana- y objeto material del delito (…)”.
20. Conviene señalar que respecto al vínculo que exige el tipo penal y que es
materia de cuestionamiento, no existe discusión respecto a la relación de
enamorados -al momento de los hechos- que existió entre el encausado José Luis
Salas Santiago y la occisa Ana Carolina Valle Hernández. Tal como lo ha
reconocido el recurrente en etapa de instrucción –páginas 465 a 474- y ante el
plenario –ver sesión de audiencia de 15 de agosto de 2016, página 1043-. El
reclamo que hace el recurrente en esta instancia, es que no han sido convivientes
y no se configura el contexto de violencia familiar; al respecto la ley N.º 273064,
vigente a la fecha a los hechos definía a la violencia familiar como: “[…] cualquier
acción u omisión que cause daño físico o psicológico, maltrato sin lesión, inclusive
la amenaza o coacción graves y/o reiteradas, así como la violencia sexual, que se
produzcan entre: a) Cónyuges; b) Ex cónyuges; c) Convivientes; d) Ex convivientes;
e) Ascendientes; f) Descendientes; g) Parientes colaterales hasta el cuarto grado
de consanguinidad y segundo de afinidad; h) Quienes habitan en el mismo hogar,
siempre que no medien relaciones contractuales o laborales; e i) Quienes hayan
procreado hijos en común, independientemente que convivan o no, al momento
de producirse la violencia”.
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Publicada el 15 de julio de 2000.
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En esa línea, para evaluar lo que alega, debe tenerse en cuenta la información
brindada por el entorno familiar y amical de la accisa Ana Carolina Valle
Hernández, que dan cuenta de las circunstancias tensas y discriminatorias entre el
encausado y la agraviada.
21. Así, las testimoniales de Norma Malpartida Núñez, Elizabeth Gina Valle Tarazona
y Nataly Patricia Quispe Ari, compañeras de trabajo de la agraviada, manifestaron
coincidentemente a nivel preliminar, que la occisa, en su momento, les había
manifestado, que el encausado –su enamorado- la agredía verbal y físicamente;
además dichas agresiones eran constantes y casi siempre por celos. Estas
declaraciones fueron introducidas al debate mediante su lectura por el
representante del Ministerio Público en audiencia de 17 de agosto de 2016 –ver
páginas 1079 a 1087-.
También, en el plenario, las testigos María del Rosario Valle Hernández y Mery Ann
Natalhie Valle Hernández, hermanas de la agraviada occisa, manifestaron, la
primera, de ellas que el día de los hechos vio salir a su hermana,
aproximadamente a las 10 de la noche y quien estaba discutiendo por el teléfono;
agrega, que no conocía a la pareja de su hermana, solo sabía que era “Salas”
pero luego la agraviada le dijo que éste era chofer de la empresa –Soyuz, en la
que trabajaba- y le dio su nombre completo. Agrega que éste le gritaba a su
hermana por teléfono y que su hermana, vía telefónica, le daba explicaciones de
todo a él, además se ponía nerviosa cuando le pedía conocerlo. La segunda
señaló que cuando su hermana discutía con el encausado a veces hasta la hacía
llorar, la hostigaba. Refiere, que 3 o 4 días antes de los hechos su hermana llegó
con las piernas moreteadas y al preguntarle qué pasó le dijo que se había caído, y
al insistirle se quedó callada.
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22. Ahora, si bien conforme a ley, a la fecha de los hechos la violencia familiar
debió darse en el supuesto de relaciones de convivientes entre la agraviada
occisa y el sentenciado, y no solo de enamorados; sin embargo, el concepto de
violencia familiar, como es este caso ya ha sido superado en la doctrina y
normatividad vigente nacional e internacional, como es la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer,
(Convención de Belem do Para), ratificada por el Perú, mediante Resolución
Legislativa N.° 26583, el 25 de marzo de 1996, y que define en su artículo 1, que:
“Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la
mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte,
daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito
público como en el privado”; y en los literales a) y b) del artículo 2, establece: “Se
entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y
psicológica: a) que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en
cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el agresor comparta o haya
compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros,
violación, maltrato y abuso sexual; b) que tenga lugar en la comunidad y sea
perpetrada por cualquier persona y que comprende, entre otros, violación, abuso
sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en
el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de
salud o cualquier otro lugar, […]”.
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25. Conforme a lo expuesto, en este caso es aplicable el artículo 285-A del Código
de Procedimientos Penales y los Acuerdos Penales N.º 1-2005/ESV-22, de 30 de
septiembre de 2005; y, N.º 4-2007/CJ-116, de 16 de noviembre de 2007; ello,
porque no existe afectación alguna al recurrente, pues el cuadro fáctico es el
mismo, no ha variado; y estuvo garantizado plenamente el derecho de defensa
del encausado durante todo el proceso penal, conforme al principio de
contradicción. En el mismo sentido, el bien jurídico protegido no ha variado y se
trata de los mismos hechos durante todo el proceso penal; además el contexto de
discriminación se encuentra en la misma categoría jurídica que el contexto de
violencia familiar –es decir en el mismo primer párrafo del artículo 108-B del Código Penal-.
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27. Es de relievar, lo expuesto por esta Corte Suprema en el R.N. N.º 2585-2013-
Junín5, que “(…) la categoría jurídica de feminicidio abarca muchos supuestos, al
punto que se habla de tipos o clases de feminicidio. Así, tenemos el íntimo, que se
produce cuando la víctima tiene o tenía una relación íntima, familiar, de
convivencia o afín, actual o pasada con el homicida. El feminicidio no intimo se da
cuando la víctima no tiene o no tenía algún tipo de relación de pareja o familiar
con el agresor; y el feminicidio por conexión cuando la mujer muere en la línea de
fuego de un hombre que pretendía dar muerte o lesionar a otra mujer”6.
5
De 3 de abril de 2014, fundamento jurídico 4.
6
Citando a Salinas Siccha, Ramiro, en Gaceta Penal 2012-2013/tomo 36, junio 2012. Derecho Penal Parte
Especial: “Delitos comunes /análisis/el delito de parricidio en el Perú luego de la Ley Nº 29819: ¿y el delito de
feminicidio?
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Así, la determinación de la pena no es más que una teoría sobre los factores
relacionados con el injusto y la culpabilidad que configuran el significado
comunicativo del hecho concreto8.
7
Acuerdo Plenario N.° 1-2008/CJ-116, Asunto: Reincidencia, Habitualidad y Determinación de la Pena,
fundamentos 6 y 7.
8
FEIJOO SÁNCHEZ, Bernardo. Individualización de la pena y teoría de la pena proporcional al hecho. En:
Indret. Revista para el Análisis del Derecho. Barcelona. Enero, 2007, página 9.
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31. Ahora, estando a que la estructura de redacción del tipo penal previsto en el
artículo 108-B del Código Penal, establece penas solamente en su extremo mínimo.
Así, en el primer párrafo (entiéndase tipo base), prescribe una pena no menor a 15
años de pena privativa de libertad, el segundo y tercer párrafo (entiéndase
agravantes), establece una pena de 25 años de pena privativa de libertad y
cadena perpetua, respectivamente.
En esa línea, este Tribunal Supremo, ha establecido con carácter de vinculante, los
fundamentos jurídicos tercero y cuarto del R.N. N.º 2860-2006-Ancash, respecto a
supuestos en que un solo tipo penal contiene la figura base y la agravada,
habiéndose señalado solo la pena mínima, el límite máximo de dicha figura típica
está delimitada por el extremo mínimo de la figura agravada siguiente. Así, en el
caso la pena abstracta sobre la que se aplicara el sistema de tercios al recurrente
será no menor de 15 ni mayor de 25 años de pena privativa de libertad.
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35. Así también, este Supremo Tribunal considera que en virtud a los principios de
proporcionalidad y razonabilidad, la pena debe ser disminuida, en atención a los
fines de prevención especial de la pena. Al respecto, nuestro código se inscribe en
la línea de una teoría unificadora preventiva9, pues la pena sirve a los fines de
prevención especial y general; así también lo ha precisado la sentencia del
Tribunal Constitucional: “las teorías preventivas, tanto la especial como la general,
gozan de protección constitucional directa, en tanto y en cuanto, según se verá,
sus objetivos resultan acordes con el principio-derecho de dignidad, y con la doble
dimensión de los derechos fundamentales; siendo, por consiguiente, el mejor
medio de represión del delito, el cual ha sido reconocido por el Constituyente
como un mal generado contra bienes que resultan particularmente trascendentes
para garantizar las mínimas condiciones de una convivencia armónica en una
sociedad democrática” 10.
36. Apoyan este razonamiento, las precarias condiciones personales y sociales del
sentenciado, además, su nivel de instrucción –secundaria completa-; todos estos son
elementos que permiten razonablemente concluir que los fines de la pena, en
tanto preventiva y resocializadora, se cumplirían en un tiempo menor al
establecido en la sentencia materia de alzada; en consecuencia, conforme a los
fundamentos expuestos, la pena impuesta debe reducirse, correspondiéndole
veinte años de pena privativa de libertad.
9
Claus Roxin, Derecho penal-Parte general, TI, Fundamentos. La estructura de la teoría del delito. Trad. Diego
Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal, Madrid, Ed. Civitas, 1997, página 95.
10
Sentencia recaída en el expediente N.° 0019-2005-PI/TC, de 21 de julio de 2005.
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DECISIÓN
S. S.
HINOSTROZA PARIACHI
FIGUEROA NAVARRO
NÚÑEZ JULCA
PACHECO HUANCAS
CEVALLOS VEGAS
IEPH/GMAP
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