TFG - Jofre Camila
TFG - Jofre Camila
TFG - Jofre Camila
Carrera: Abogacía
Año: 2021
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I. Introducción
“Debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta,
basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a
la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado” OEA. (1994). Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer,
Convención de Belém do Pará Belem do Pará, Brasil.
En Argentina, los casos de violencia hacia las mujeres van en constante
aumento. Siguiendo el relevamiento del Observatorio de Femicidios de la Defensoría
del Pueblo de la Nación, en el primer semestre del 2021 han ocurrido 137 femicidios, 82
niños y niñas quedaron sin su madre. Un 20% de estas muertes podría haber sido
evitado de haber funcionado correctamente los mecanismos de protección de las
víctimas porque habían realizado la denuncia previamente. Ante la desprotección del
Estado frente a esta problemática creciente, también es elevado el número de casos en
que la víctima de violencia de género en su afán de escapar de la situación de violencia
en la que se encuentra sumergida va más allá de lo permitido y toma finalmente la
posición de agresora de su propio agresor.
Los legisladores, en un esfuerzo por mitigar las consecuencias de esta
problemática siguen incorporando normas de derecho. Por su parte, los magistrados
cada vez más van dictando sentencias con perspectivas de género, consagrando así
amplia jurisprudencia. Pero, a pesar de que Argentina cuenta con numerosa legislación
que tiene como objeto la protección de derechos de las mujeres y que indica la correcta
resolución de conflictos de este tipo, no siempre es tenida en cuenta por los tribunales
inferiores por lo que es indispensable la actuación del Máximo Tribunal. Es importante
tener en consideración que en el año 2018 se sancionó la Ley Nacional N° 27.499,
conocida como Ley Micaela, la cual estableció la capacitación obligatoria en género y
violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública,
entre los que se encuentran los operadores jurídicos del Poder Judicial de la Nación.
Con todos los avances legislativos y las sentencias que a diario incorporan la
perspectiva de género, existen todavía instancias judiciales que abordan casos de
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Belem Do Pará (Art 1°) y la Ley Nacional N° 26.485 (Arts 4°,5° y 6°). Por último,
destacó la similitud de las circunstancias del caso con las del precedente Leiva.
Fallos:334:1204
Pese a lo relatado con anterioridad, la Cámara de Casación declaró
improcedente la impugnación contra la condena por considerar que al alegar legítima
defensa, el recurrente reeditó el planteo basado en una distinta y subjetiva valoración de
los hechos y pruebas, sin asumir la refutación de los argumentos por los cuales se
rechazó anteriormente; además señaló que en base a una evaluación razonada de la
prueba rendida en el debate se determinó la materialidad del hecho y la autoría de la
imputada que eliminó la legitimidad en su accionar y que si bien no podía descartarse
una situación de hostigamiento tampoco se pudo acreditar una agresión que le
permitiera actuar como lo hizo y no de otro modo cuando podría haberlo hecho.
La defensa de la imputada presentó un recurso de inaplicabilidad contra la
decisión antes reseñada, y además un recurso de nulidad, los cuales fueron ambos
rechazados. Ante esto, se presentó un recurso extraordinario fundando sus agravios en la
doctrina de la arbitrariedad de la sentencia. Planteó que el a quo omitió tratar un agravio
federal medular, relativo a la falta de jurisdicción del Tribunal de Casación, en tanto el
fiscal en esa instancia dictaminó a favor del recurso presentado por la defensa y que, por
ello la decisión que lo rechaza lesionó los principios del debido proceso, defensa en
juicio e imparcialidad. Por otra parte, cuestionó la caracterización de la relación entre R
y S como de agresión recíproca, tal y como lo hizo el Tribunal de mérito y el Tribunal
de Casación, así como también la Corte Provincial actuando en contradicción con lo
dispuesto por la Convención Belem do Pará y la Ley Nacional N° 26.485 de Protección
Integral de la Mujer. La defensa cuestionó también que los tribunales inferiores
desatendieron la doctrina del precedente Leiva, la cual estableció que en un contexto de
violencia de género al apreciar los presupuestos de la legítima defensa, los jueces deben
seguir el principio de amplitud probatoria consagrado en los artículos 16° y 31° de la
Ley Nacional N°26.485. En suma, consideró que su asistida, víctima de violencia de
género, actuó en legítima defensa. Al respecto sostuvo en primer lugar que una
discusión de pareja no configura una provocación suficiente que pueda justificar más
violencia o vedar la posibilidad de defensa; en segundo lugar, que las agresiones y
lesiones previas acreditaban la ventaja física de S sobre la verdadera víctima del caso;
en tercer lugar que para rechazar la agresión ilegítima, su asistida utilizó el único medio
a su alcance, a saber, un cuchillo que se encontraba sobre la mesa. También expuso la
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defensa que el corte con el cuchillo fue la acción requerida para que cese la agresión por
parte de su ex pareja, existiendo entonces una proporción entre el bien agredido y la
lesión necesaria para su protección. Por último, reclamó que los tribunales que
intervinieron con anterioridad incumplieron la obligación de revisión amplia de la
condena conforme lo establecido en el precedente Casal. (Fallos: 328:3399)
El Procurador General de la Nación hizo un análisis sobre las circunstancias por
las que la defensa interpuso el recurso extraordinario, sosteniendo que por los
antecedentes y circunstancias queda probado el contexto de violencia contra la mujer.
Agregó, que la Corte IDH ha señalado ya en diversos precedentes que la investigación
penal en casos de supuestos actos de violencia contra la mujer debe incluir la
perspectiva de género. En sentido concordante, el Procurador indicó, teniendo en
cuenta la recomendación general n°1 del comité de expertas del MESCEVI, incorporar
un análisis contextual que permita comprender que la reacción de las víctimas de
violencia de género no puede ser medida con los estándares utilizados para la legítima
defensa en otro tipo de casos donde no existe violencia de género, en tanto la violencia
contra la mujer tiene características específicas que deben permear en el razonamiento
judicial. Además, expuso que la persistencia de los estereotipos y la falta de aplicación
de la perspectiva de género podían llevar a valorar de manera inadecuada el
comportamiento de la imputada.
Finalmente, y siguiendo la doctrina de los precedentes Strada, y Di Mascio,
consideró el Procurador que el recurso extraordinario interpuesto era procedente. Por su
parte, el Máximo Tribunal, atendiendo los fundamentos y conclusiones del mencionado
declaró procedente el recurso extraordinario y dejó sin efecto la sentencia apelada para
que vuelvan los autos al tribunal de origen para que, por quien corresponda, se dicte un
nuevo pronunciamiento. (Fallos: 308:490, 311:2478)
pero en otra parte de la sentencia dice que las heridas fueron producto de dos acciones.
Es por todas las circunstancias valoradas y argumentadas que el Procurador estima
procedente el recurso extraordinario, al tratarse de una sentencia arbitraria y que no se
ajusta al derecho vigente ni aplica la perspectiva de género como señala la Corte IDH
que se debe aplicar en los supuestos como el analizado, donde la violencia contra la
mujer está presente.
El Mecanismo de seguimiento de la Convención Belem Do Pará (MESCEVI),
citado por el Procurador en el fallo bajo análisis, recomienda:
Incorporar un análisis contextual que permita comprender que la
El cimero tribunal ha acogido los fundamentos del procurador para hacer lugar
al recurso, dejar sin efecto la sentencia apelada ordenando que vuelvan los autos al
tribunal de origen para que se dicte un nuevo pronunciamiento.
La legítima defensa es una figura del derecho penal que funciona como una
causa de justificación eximiendo de culpabilidad al autor de un hecho típico y
antijurídico. Al respecto, el Código Penal en su Artículo 34 inc. 6 define a la legítima
defensa estableciendo los requisitos de agresión ilegítima, necesidad racional del medio
empleado para impedirla o repelerla y falta de provocación suficiente por parte del que
se defiende para que sea aplicable.
Sostuvo Leonardi respecto a la mencionada que:
El instituto de la legítima defensa y sus requisitos fueron pensados y
“Si como parte de los datos del contexto se revelan las verdaderas
(MESCEVI 2018 p. 4)
Requerir que quien se defiende use sólo la defensa necesaria para repeler
V. Postura de la autora
Es destacable mencionar el análisis pormenorizado del fallo en este caso hecho
por el Procurador y compartido por el Tribunal. A pesar de tratarse de cuestiones de
hecho y de prueba, en las que no puede conocer el Tribunal Superior, en este caso la
arbitrariedad de la sentencia era manifiesta.
Es oportuno señalar la importancia del juzgamiento bajo la óptica de la
perspectiva de género atribuida por el tribunal al tratamiento de estos casos
penosamente cotidianos. La decisión de remitir el fallo al tribunal de origen es acertada
ya que sigue el camino marcado por las leyes vigentes respecto a la temática. Sin
embargo, parece necesario mencionar el hecho de que por la prueba rendida y
presunciones a favor de la imputada, y ante la arbitrariedad manifiesta y probada de los
Tribunales inferiores, la Corte pudo absolver a la imputada al analizar el instituto de la
legítima defensa con perspectiva de género, resolviendo sobre el fondo de la cuestión.
Esto teniendo en cuenta la similitud con antecedentes jurisprudenciales como el caso
Leiva. A pesar de esto, la Corte decidió que la imputada pasara nuevamente por un
proceso judicial, haciéndole revivir la situación traumática como pudo haber sido la
golpiza recibida, el miedo a que terminara con su vida y la consecuente lesión a su ex
pareja.
La tarea de la Corte en este caso cumplió con lo requerido por los estándares
internacionales, pero considero que teniendo en cuenta la magnitud de las consecuencias
del fenómeno de la violencia contra la mujer pudo haber ido más allá sumando algo
valioso y necesario a la jurisprudencia, evitándole a la víctima pasar nuevamente por un
proceso judicial ante la evidente causal de justificación.
VI. Reflexiones finales
A lo largo del trabajo se hizo un análisis del fallo CSJ 733/2018 - R, C. E. s/
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa n° 63.006 del Tribunal de
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Casación Penal, Sala IV, donde pudimos analizar el recorrido que tuvo que hacer la
acusada, víctima de violencia de género, para conseguir justicia. La mujer fue
condenada por lesiones que le produjo a su ex pareja al momento de defenderse de una
golpiza propiciada por él. En primera instancia la mujer es juzgada sin perspectiva de
género, donde el tribunal perpetuó con su actuar un estereotipo de género negativo
respecto de la acusada. No siguió las recomendaciones de instrumentos internacionales
que marcan el abordaje correcto en estos casos respecto de la amplitud probatoria. Fue
vulnerado el principio in dubio pro reo, ya que el tribunal no pudo descartar en su
totalidad la configuración de la legítima defensa. Esta situación fue convalidada por las
instancias revisoras del caso. Fue recién cuando llegó a instancias del cimero judicial
que la mujer fue juzgada bajo la óptica de la violencia de género y el instituto de la
legítima defensa fue analizado bajo los principios rectores en el ámbito nacional e
internacional que protegen el derecho de la mujer de vivir una vida libre de violencia.
Es importante en este punto remarcar la necesidad de poner en marcha la tarea
legislativa para que se realice una modificación en la redacción del instituto de la
legítima defensa en el Código Penal en donde se incluya de manera expresa su
aplicación en contextos donde medie la violencia de género y no dejar a la
discrecionalidad de los jueces su aplicación.
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Doctrina
Se registró un femicidio cada 31 horas durante el primer semestre de 2021, (12 de julio
de 2019). Télam. Recuperado de:
https://www.telam.com.ar/notas/202107/561068-observatorio-femicidios-
defensoria-pueblo-primer-semestre-2021-argentina-137.html
Legislación Nacional
Legislación internacional
Jurisprudencia
Considerando:
- DO ROSENKRANTZ
CARLOS ERRAN
—I—
HORACIO ROSAITI
CSJ 733/2018/CS1
11, , C E s/ recurso extraordinario
de inaplicabilidad de ley en causa n° 63.006 del
Tribunal de Casación Penal, Sala ni.
Considerando:
-3-
Recurso extraordinario interpuesto por C. , asistida por el
Dr. Ignacio Javier Costa.
-4-
"R ,C E s/ recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa
nO 63.006"
CSJ 733/2018/CS1
Suprema Corte:
1
La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires desestimó, por
inadmisibles, los recursos de inaplicabilidad de ley y nulidad interpuestos por la
defensa de C E R contra la sentencia de la Sala Cuarta de! Tribunal
de Casación Penal, que rechazó e! recurso de casación deducido contra la condena a
dos años de prisión en suspenso por el delito de lesiones graves, impuesta a la
nombrada por el Tribunal en lo Criminal nO 6 de San Isidro.
Contra esa decisión interpuso recurso extraordinario la defensa, que fue
concedido (fs. 185/205 y 210/211).
II
1. Surge de las actuaciones que a fs. 70/72 el fiscal ante el tribunal de
casación dictaminó a favor del recurso de C R por considerar que actuó
en legítima defensa. Señaló que declaró que era víctima de violencia de género por
parte de P S , padre de sus tres hijos y con quien convivía a pesar de la
disolución de! vinculo de pareja, y que el día de! hecho, como consecuencia de no
haberlo saludado, le pegó un empujón y piñas en e! estómago y la cabeza, llevándola
así hasta la cocina; allí ella tomó un cuchillo y se lo asestó en e! abdomen, luego salió
corriendo y fue a la casa de su hermano, que la acompañó a la policía. R dijo
que no quiso lastimarlo, pero fue su única forma de defenderse de los golpes.
~
"
con dolor espontáneo y a la palpación en abdomen y miembros inferiores (piernas),
y que refirió dolor en el rostro, sin observar lesiones agudas externas. Sostuvo que el
tribunal valoró en forma absurda el informe, para restarle entidad a la agresión de
S e inferit la mendacidad de la nombrada en tanto refirió golpes en la cabeza
que no fueron corroborados. Recordó el fiscal que la violencia de género, incluso la
física, no siempre deja marcas visibles, aunque en el caso se constataron lesiones y
R manifestó dolor en todas las zonas donde dijo que recibió golpes. Estimó
que el tribunal fue arbitrario porque aunque tuvo por probado que fue golpeada por
S y descalificó el testimonio del nombrado por exagerado y mendaz, negó
que constituyera violencia de género, en contradicción con lo dispuesto por la
Convención Belem do Pará y la ley 26.485. Por último, destacó la similitud de las
circunstancias del sub judice con las del precedente ''Leiva'' (Fallos: 334:1204) en
tanto la imputada era víctima de violencia de género y había actuado en legítima
defensa.
2. La cámara de casación declaró improcedente la impugnación contra la
condena por considerar que: i) al alegar legítima defensa, el recurrente reeditó el
planteo basado en una distinta y subjetiva valoración de los hechos y pruebas, sin
asumir la refutación de los argumentos por los cuales se lo rechazó; ii) la afirmación
de la materialidad del hecho y la autoria de R fue corolario de una razonada
evaluación de la prueba rendida en el debate, entre otros, los testimonios de la
victima y de la hija de ambos, que desterró cualquier pretensión de legítimidad en el
accionar de su madre; iii) si bien no debía descartarse alguna situación de
hostigamiento, no pudo afirmarse con certeza una agresión de S aR
que le permitiera comportarse como lo hizo cuando "podría haber actuado de otra
forma"; iv) ninguno de los nombrados resultó creJ.ble para los juzgadores.
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''R ,e E s/ recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa
nO 63.006"
CS] 733/2018/CS1
III
En el recurso extraordinario la defensa fundó sus agravios en la doctrina de
la arbitrariedad de sentencia.
Planteó que el a quo omitió tratar un agravio federal medular, relativo a la
falta de jurisdicción del tribunal de casación en tanto el fiscal ante esa instancia
dictaminó a favor del recurso de la defensa y que, por ello, la decisión que lo
rechazó lesionó los principios ne procedat iudex ex officio y contradictorio, y las
garantías de debido proceso, defensa en juicio e imparcialidad, máxime en el sistema
que rige en la jurisdicción, que es acusatorio en todas las etapas del proceso.
Explicó que en razón del excesivo rigor fo=al con que la Suprema Corte
provincial examina la admisibilidad de los recursos, articuló las dos vias disponibles
en el ordenamiento procesal y consideró que, al menos, el agravio federal invocado
debió ser tratado en el marco del recurso de nulidad porque implicaba una lesión
directa a los articulas 168 y 171 de la Constitución local; tal omisión -agregó- dio
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ongen a una nueva causal de arbitrariedad por defecto en la consideración de
extremos conducentes para la solución del litigio.
Por otra parte, cuestionó la caracterización de la relación entre R y
S como de "agresión recíproca" que hizo el tribunal de mérito -y
convalidaron la casación y la Corte provincial- por colisionar con lo dispuesto por la
Convención Belem do Pará (art. 1°) Y la ley 26.485 de "Protección Integral de la
Mujer" (arts. 4°, 5° Y 6°). Expuso que se acreditó que desde hacía tres años R
suma golpes y agresiones por parte de S , como surgía de la denuncia de fs.
103 incorporada por lectura, y que esa circunstancia imponía la consideración de los
hechos a la luz de la normativa citada. Observó que si se probó que la mujer era
golpeada por su ex pareja y que lo denunció; que dependia de él para su sostén y el
de sus hijos, y se constató que sumó lesiones el dia del hecho, no podia negarse -
como se hizo- que estuviera inmersa en una relación de violencia de género, aun
cuando se aceptare que las agresiones eran mutuas. Adujo que la incomprensión de
la problemática de la violencia contra la mujer hizo que los tribunales cayeran en
prejuicios, v.gr. no creer su relato, considerar que provocó la agresión o que pudo
poner fin a la violencia por otros medios (abandono del hogar).
Puso de resalto que para el tribunal S no fue sincero y que diversos
testimonios, incluido el de la hija de ambos, corroboraron los dichos de R . La
menor desmintió la versión de S ; dijo que nunca vio a su madre pegarle a su
padre; por el contrario, la vio tirada en el piso y a su padre golpearla en las "piernas
con patadas y piñas y en la panza también". Las testigos S P ,G
M YF R declararon que vieron a R golpeada, las últimas,
además, presenciaron maltrato verbal. El tribunal descartó a los testimonios por
falta de precisión de la fecha de los hechos; la defensa impugnó la exigencia por ser
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"R ,e E s/ recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa
nO 63.006"
es] 733/2018/eS1
contraria a las reglas de la sana critica, sin perjuicio de lo cual señaló que sucedieron
en e! curso del 2010 y 2011. Mayor objeción dirigió a la re!ativización de la
declaración de M por ser "otra mujer que se dice golpeada", por entender
que ello demuestra la incomprensión del fenómeno de la "violencia contra la
mujer".
Por otra parte, cuestionó la determinación del hecho. Los jueces no creyeron
la versión de S ni la de R y concluyeron que se trató de "otra de sus
pe!eas" sobre la base de que el primero, luego de un corte en una de sus muñecas, se
envolvió con una toalla y enfrentó a R . y ella "como anticipándose a un
trágico desenlace" resguardó a sus hijas, "ordenándoles que no salgan de su
habitación". Sin embargo -resaltó la defensa- en otro tramo de la sentencia y en
forma contradictoria, pusieron en duda la existencia de la toalla, negaron el
desdoblamiento de la acción y afirmaron que una sola causó las dos lesiones de
S ; además, tampoco explicaron cuándo R sufrió las lesiones
constatadas. En tales condiciones -afirmó e! recurrente- correspondía aplicar el
principio favor rei.
También rechazó el reclamo de! tribunal de "algo más" para tener por
acreditada la violencia, por desatender la doctrina del precedente ''Leiva'' (Fallos:
334:1204) que estableció que en un contexto de violencia de género, al apreciar los
presupuestos de la legítima defensa, los jueces deben seguir el principio de amplitud
probatoria consagrado en los artículos 16 Y 31 de la ley 26.485. Destacó que el 13 de
mayo de 2010 R denunció que fue golpeada por su ex pareja -aunque no
instó la acción penal por sentir culpa y depender materialmente de! agresor- y que
los funcionarios provinciales incumplieron sus obligaciones de asesoramiento y
asistencia a la victima de violencia de género establecidas por la normativa citada.
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En suma, estimó que su asistida, victima de violencia de género, actuó en
legítima defensa. Al respecto sostuvo que: i) la discusión de pareja no configura una
provocación suficiente que pueda justificar los golpes o vedar la posibilidad de
defensa; ii) las agresiones y lesiones previas acreditaban la ventaja física de S:
sobre R a la vez que fundamentaban su temor por su integridad; iii) para
fi:enar la agresión ilegítima su asistida utilizó el único medio a su alcance: "agarró e!
cuchillo que estaba sobre la mesa y tiró e! manotazo hacia S ", quien "no paró
de pegarle hasta que recibió e! corte"; iv) e! corte en el estómago fue la acción
requerida de acuerdo a la intensidad de la agresión; v) existe proporción entre el bien
agredido y la lesión necesaria para su protección -en ambos confluían la salud y la
vida-o
Por último, se quejó porque los tribunales intervinientes incumplieron la
obligación de revisión amplia de la condena conforme lo establecido en e!
precedente "Casal" (Fallos: 328:3399).
IV
Si bien V.E. ha señalado que las resoluciones por las cuales los superiores
tribunales de provincia deciden acerca de la procedencia o improcedencia de los
recursos extraordinarios de carácter local que se interponen ante ellos no son, en
principio, revisables en la instancia de! articulo 14 de la ley 48, y la tacha de
arbitrariedad a su respecto es especialmente restrictiva (de! dictamen de la
Procuración General, al que remitió la Corte Suprema en Fallos: 327:5416 y Fallos:
307:819; 308:174, entre otros), la regla puede ceder, con fundamento en la doctrina
de la arbitrariedad, ante supuestos de excesivo rigor formal susceptibles de
menoscabar la garantía de defensa en juicio y e! debido proceso legal (de! dictamen
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"R , e E s/ recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en causa
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CSJ 733/2018/CS1
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hacen excepción a esa regla sobre la base de la doctrina de la arbitrariedad, toda vez
que con ésta se tiende a resguardar la garantia de la defensa en juicio y el debido
proceso, al exigir que las sentencias sean fundadas y constituyan una derivación
razonada del derecho vigente con aplicación de las circunstancias comprobadas de la
causa (Fallos: 331:1090).
Asimismo, en el sub judice se ha omitido considerar elementos relevantes de
aquella naturaleza, a la luz de la normativa federal aplicable.
V
Bajo tal criterio, las características del caso imponen, según lo veo, la
necesidad de abordar detalladamente diversos aspectos de aquel carácter que surgen
de las actuaciones y de la sentencia de mérito, para fundar adecuadamente la
conclusión a la que se arribará por considerar que fueron omitidos al resolver la
impugnación de la defensa.
Al ingresar a esa tarea, observo que, en efecto, el tribunal de juicio descartó la
legítima defensa alegada y tuvo por probado que R agredió con un arma
blanca a S , causándole una herida en su mano izquierda y en su abdomen,
lesiones que fueran calificadas como graves.
Los jueces no creyeron la versión de ninguno de los dos y concluyeron que
se trató de "otra de sus peleas".
R declaró que S le pegaba; en el año 2010 se animó a
denunciarlo y se fue a la casa de su hermano pero a los tres meses regresó porque
allí sus hijos carecían de comodidad. La golpiza fue presenciada por la madre y las
hermanas de S , pero no intervinieron; sí lo hicieron dos personas que "lo
sacaron, él me tenía en el suelo, pateándome". Refirió que a una madre del colegio
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de su hija le había contado que era golpeada porque la vio marcada. Además de la
agresión ya referida, dijo que sufrió otras, verbales y físicas y que S , que es
epiléptico, luego de pegarle se descomponía. El día del hecho que aquí se investiga,
cuando llegó a la casa luego del trabajo, no lo saludó y comenzaron a discutir; él le
pegó un empujón y piñas en la cabeza y el estómago y así la llevó hasta la cocina,
donde tomó un cuchillo que estaba sobre la mesada; dijo que "sólo le pegué un
manotazo", ''lo corté porque me estaba pegando y fue lo que tenía más a mano que
agarré", salió corriendo y fue a la casa de su hermano, que la acompañó a la policía.
Declaró que sus hijas menores estaban en la habitación y no pudieron observar lo
sucedido y ante la discusión comenzaron a llorar. Agregó que "nunca antes me
defendí, porque le tenía miedo. Esta vez me defendí porque pensé que me iba a
matar, porque me pegaba y me pegaba".
El tribunal sostuvo que la falta de concordancia entre la entidad de la golpiza
y las lesiones corroboradas, restaban credibilidad a los díchos de R ya que dijo
que sufrió "piñas en la cabeza" pero no refirió dolor ní se constataron hematomas
en el rostro.
Según lo aprecIO, la valoración es arbitraria. No ha sido objeto de
controversia que en 2010 R denunció a S por haberla golpeado y que
se fue de su casa. La testigo G M declaró que la vio golpeada dos
veces, la primera -precisamente- cuando abandonó el hogar y se fue a la casa de su
hermano; incluso S reconoció que se fue y luego regresó. Dado que R
entonces no instó la acción penal por el delito de lesiones leves (art. 72, ine. 2°, del
Código Penal), no se inició el proceso correspondiente.
Sin perjuicio de ello, cabe poner de resalto que la Ley de Protección Integral
de las Mujeres nO 26.485 -que se aplica en todo el país, excepto las disposiciones
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procesales que se indican- en su artículo 4° define a la violencia contra las mujeres
como la acción u omisión, que de manera directa o indirecta, en el ámbito público o
privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad,
integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, o su seguridad
personal. En lo que aquí interesa, abarca a la violencia doméstica que es la ejercida
por un integrante del grupo familiar, originado en el parentesco por consanguinidad
o afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos, esté o no
vigente la relación y haya o no convivencia (art. 4°). La ley garantiza todos los
derechos reconocidos, entre otras normas, por la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención Belem do
Pará), a la integridad física y psicológica; a recibir información y asesoramiento
adecuado; a gozar de medidas integrales de asistencia, protección y seguridad, entre
otros (art. 3°) y establece que los tres poderes del Estado, nacional o provincial,
adoptarán las medidas necesarias, entre otras, la asistencia en forma integral y
oportuna de las mujeres que padecen cualquier tipo de violencia, asegurándoles el
acceso gratuito, rápido, transparente y eficaz en servicios creados a tal fin (art. T).
La falta de instancia de la acción penal no exceptúa el cumplimiento de obligaciones
como las referidas, las cuales fueron soslayadas respecto de R ; en ese orden
cabe recordar que el artículo 7°, inciso b), de la citada Convención establece que es
deber de los Estados Partes actuar con la debida diligencia no sólo para investigar y
sancionar la violencia contra la mujer, sino también para prevenirla.
Por otra parte, en su artículo 16, inciso i), la ley 26.485 dispone que en
cualquier procedimiento judicial o administrativo, además de los ya reconocidos, se
le garantizará a la mujer el derecho a la amplitud probatoria para acreditar los hechos
denunciados, teniendo en cuenta las circunstancias especiales en las que se
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CSJ 733/20l8/CSl
desarrollan los actos de violencia y quiénes son sus naturales testigos. En sentido
concordante, e! Comité de Expertas de! Mecarusmo de Seguimiento de la
Convención de Belem do Pará (MESECVI o CEVI), responsable del análisis y
evaluación de! proceso de implementación de la Convención en los Estados Parte
ha recomendado, en e! marco de la alegación de legítima defensa en un contexto de
violencia contra la mujer, la adopción de los estándares que la Corte Interamericana
de Derechos Humanos ha desarrollado para otro grupo de casos, en lo que aquí
interesa, entender que la declaración de la víctima es crucial, y que la ausencia de
evidencia médica no disminuye la veracidad de los hechos denunciados y tampoco la
falta de señales físicas implica que no se ha producido la violencia (Recomendación
General del Comité de Expertas del MESECVI (nOl) Legítima Defensa y Violencia
contra las Mujeres, publicada en
http://www.oas.org/es/mesecvi/docs/RecomendacionLegitimaDefensa-
04b67-868228919b-160275653).
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s declaró que la discusión comenzó porque R no lo saludó; que
ella reconoció que queria pelear y le indicó a su hija mayor que llevara a su hermana
al dormitorio y "ahi agarra un cuchillo y empieza a tirar cuchilladas, me corta la
mano"; tomó una toalla para defenderse y como sus hijos lloraban les dijo "no pasa
nada, es un enojo de mami" mientras levantaba las manos, ocasión en que "me pega
el cuchillazo con la mano izquierda en el abdomen pero el primer corte fue con la
mano derecha y después cambió el cuchillo a la izquierda". A preguntas que se le
formularon "ratificó que R le asestó la puñalada en su estómago con la mano
izquierda pese a ser diestra". Dijo que el hecho fue presenciado por su hija mayor y
negó haber agredido a R ese dia o con anterioridad, sólo reconoció insultos
reciproco s y discusiones por dinero o por el trato a sus hijos; agregó que en 2010 la
nombrada le pegó con un palo en la cabeza, tuvo convulsiones y fue internado.
Expuso el tribunal que "la comprensión y tranquilidad" con que S
narró el suceso no convenció sobre su sinceridad; tampoco sus explicaciones
relativas a la conducta de R , "tan artificial fue la tolerancia y serenidad con
que se pronunció que delató cuanto menos, su exageración". Agregó que "su
supuesta actitud ante el agresivo requerimiento de R sobre su parrilla" fue
desmentida por su madre. Todo ello, condujo a los jueces a parcializar la
credibilidad del testimonio y los persuadió de que "intentó ocultar lo que realmente
ocurrió", que su rol no fue "tan estático o pasivo" como declaró.
En tales condiciones, más aún en virtud de las normas específicas que rigen
para los casos de violencia contra las mujeres, frente a las versiones opuestas de
R yS sobre lo sucedido, el tribunal no podia descartar con certeza la
causa de justificación alegada. Es oportuno recordar al respecto que en el precedente
de Fallos: 339:1493, V.E. sostuvo que frente a hipótesis de hechos contrapuestas, en
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el derecho procesal penal el in dubio pro reo y la prohibición de non fiquet le imponen al
juez inclinarse por la alternativa fáctica que resulta más favorable al imputado. Ello
es así, sin perjuicio de los aludidos elementos de convicción que favorecen la
alegación de la defensa, como la valoración de los que a continuación se referirán en
igual sentido.
En esa dirección, la madre de S , que vivía en la casa de adelante,
declaró que no presenció los hechos; que R decía que su hijo le pegaba pero
ella no escuchó nada; y que una vez "se dieron una buena garroteada y ahí lo mandó
al hospital". Sus hermanas refirieron una pelea anterior en la cual R le pegó
con un palo, tuvo convulsiones y fue al hospital. Con relación a ese episodio, el
tribunal de juicio sostuvo que no se corroboró la internación. Cabe indicar que,
respecto de la mayor de ellas, ordenó la remisión de copias para investigar la posible
comisión del delito previsto en el artículo 275 del Código Penal porque en el debate
rectificó sus dichos en sede policial y reconoció que no presenció los hechos del sub
judice.
Los jueces también señalaron que si R era qUlen golpeaba como
afirmaban los familiares de S , resultaba inexplicable que no la hubieran
denunciado y pretendieran que lo visitara cuando fue la causante de su internación y
que, por el contrario, intentaran contenerla y prometieran ayudarla para que el
nombrado abandonara la casa familiar. Según lo aprecio, la situación inversa, esto es,
que era S quien golpeaba a R " sena una explicación plausible para esa
conducta de los familiares, tal como fue alegado por la defensa, sin obtener
respuesta adecuada por parte de los tribunales revisores.
La hija mayor de R y S , por su parte, recordó que ese dia su
madre le dijo "andá a la pieza con tu hermanita" y "cierren la puerta y quédense ahí
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y ella la cerró", "escuché gritos y golpes"; "cuando mi abuela abrió la puerta para
llevarnos a la casa de ella, dijo que mi mamá había matado a mi papá y también que
mi papá estaba en el hospital. Por un momento creí que era cierto y pero por otro
lado no". La abuela paterna las encontró gritando y llorando "porque teníamos
miedo porque escuchamos gritos y nos asustamos", y a preguntas que se le hicieron
aclaró que tenían miedo de los dos y que "no vi nada en las manos de mamá, ni
tenía nada". Agregó que una vez "mi papá había tirado a mi mamá al piso y la
golpeaba en las piernas con patas y piñas y en la panza también. Esa sola vez lo vi a
mi papá pegándole a mi mamá, pero nunca vi que mi mamá le pegara a mi papá.
Había discusiones pero tanta violencia no. No me acuerdo si antes de esto alguna
vez mi papá estuvo internado en el hospital".
Si bien los jueces no negaron que la niña vio a su padre golpear a su madre,
hicieron hincapié en "el temor que también sentía respecto de la acusada y la
posibilidad de creer que ésta le hubiera quitado la vida a S , mientras descarta
la permanente situación de hostigamiento que la defensa pretendió en su alegato, no
la presenta a R como ajena a toda agresividad ni violencia".
Observo que la menor declaró que vio a su padre golpear a su madre y no la
situación inversa, y que el día del hecho cuando le indicó que se encerrara en el
dormitorio, no tenía nada en las manos, dato que coincide con lo declarado por
R en punto a que tomó el cuchillo de la mesada cuando la pelea se trasladó a
la cocina. Desmintió a su padre ya que negó haber presenciado la pelea; y que haya
creído en la posibilidad de que su madre lo hubiera matado no puede desconectarse
del hecho de que fue su abuela quien se lo dijo y que había escuchado gritos y
golpes, pero no se puede inferir, a partir de los dichos de la niña, que R haya
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sido antes violenta con S , cuando precisamente dijo todo lo contrario: "nunca
vi que mi mamá le pegara a mi papá".
El tribunal estimó que "los elementos arrimados han resultado estériles para
acompañar el pretencioso alegato de la defensa", enumeró las pruebas omitidas que
-a su criterio- podrian haber demostrado la problemática que indicara la lectura
sugerida por la defensa del precedente ''Leiva'' (Fallos: 334:1204) o la Convención
Belem do Pará, y recordó que el principio de contradicción le impedía recabar tales
pruebas. Estimó que las testigos propuestas por la defensa no suplían tal déficit
porque hicieron referencia a dos episodios de violencia -diferentes al de la denuncia
de fs. 103- sin precisar la fecha y por "la subjetividad propia" de quien dijo haber
padecido un sometimiento similar.
U na de ellas, E S , madre de una compañera de colegio de la hija de
R , declaró que en 2011 la vio golpeada dos veces y que le había reconocido
que le pegó su ex pareja. Su hermana F R , YG M " qUlen
dijo que sufrió maltratos, la vieron golpeada dos veces y presenClaron agresión
verbal. La falta de precisión relativa a las fechas no implica que los golpes no hayan
existido y la condición de víctima de violencia tampoco per se mengua el valor del
testimonio.
El tribunal de juicio también consideró la declaración del médico que
concluyó que la lesión en la muñeca de S era un signo de defensa y que junto
con la del abdomen, pudieron haber sido producidas por una sola herida de arma
blanca; y la confrontó con sus dichos, según los cuales, tras el corte en la muñeca, se
defendió con una toalla, cuya existencia no pudo acreditarse. Por su parte, R
dijo que no causó la lesión en la mano porque "sólo le pegué un manotazo" en
referencia a la herida producida en el abdomen con el cuchillo. También le pareció
15
ilógico a los jueces que -según S - se colocara frente a R y levantara las
manos, a menos que "su rol no haya resultado tan estático o pasivo" como declaró.
Dado que para el tribunal ninguno de los dos brindó una explicación creíble sobre la
herida de la muñeca, sostuvo que una sola acción causó las dos lesiones, máxime
cuando ambos coincidieron en que tras el acometimiento pe=anecieron inmóviles
y luego salieron de la casa. Según lo aprecio, la versión de R , en punto a que
dio una sola cuchillada, se aproxima más a la explicación del médico.
Los jueces hicieron mérito de que R hirió a S con su mano
izquierda pese a ser diestra y sostuvieron que ello "evidencia que no estaba en sus
planes terminar con la vida de S ;". Así consideraron "las deficiencias que
cualquier diestro tiene a la hora de manipular un elemento con su mano izquierda, la
falta de precisión que ello implica y la escasa habilidad y que tampoco se utilizó con
la fuerza idónea para provocar una herida más profunda que permitiera provocar
una lesión de mayor envergadura". El dato que R , siendo diestra, haya herido
aS con su mano izquierda, que se valoró a los fines de descartar la figura del
homicidio, indicaría, en el contexto de la situación, una reacción frente a una
agresión, que ella explicó al afi=ar que "fue lo que tenía más a mano que agarré".
Expresó el tribunal su convicción de que "el vínculo entre victima y
victimario respondia a una relación basada en agresión recíproca, en la cual los
insultos y los golpes no se encontraban ausentes ni resultaban privativos de uno
sobre el otro". Sin menoscabo del principio de inmediación, aprecio que los
elementos de convicción descriptos, no sustentan razonablemente la afi=ación de
que la agresión física haya sido recíproca.
En ese sentido, concluyeron los jueces que "estaban protagonizando otras de
sus peleas. Solo ello puede explicar que, frente al corte que R le habría
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ocasionado en una de sus muñecas, éste decidiera tomar una toalla para defenderse
representando una suerte de pelea 'tumbera' con facas y trapos, y hacerle frente al
punto tal de arrinconar a su agresora y permanecer a una distancia aproximada de un
metro. Solo ello puede explicar que, como anticipándose a un trágico desenlace,
R resguardara a sus hijas ordenándoles que no salgan de su habitación. No se
logró acreditar que R haya sido victima de violencia de género", "si bien no
descreo que haya recibido golpes de su marido (lo que asimismo surge de la
denuncia de fs. 103 /vta. incorporada al juicio por lectura) tampoco descarto que
haya hecho propia la ley del Talión" (fs. 38 vta./39).
En este punto observo que, la sentencia es contradictoria ya que tuvo por
cierto que fue una sola acción la que produjo las dos lesiones (en la muñeca y
abdomen) y luego afirmó que primero se produjo el corte de la muñeca, a raiz del
cual S tomó una toalla (cuya existencia, además, puso en duda) para
defenderse, y después la herida en el abdomen. En ese orden, V.E. ha señalado que
es arbitrario y corresponde dejar sin efecto el fallo en el que se advierte
contradicción (Fallos: 311:608; 323:2900) y ese defecto también abona el criterio que
vengo postulando, pues fue igualmente omitido por el a quo al resolver sobre la
admisibilidad del recurso local intentado por la defensa.
Asimismo, en tanto tuvo por cierto que R había recibido golpes por
parte de S , esa premisa indicaba que el sub judice debía examinarse a la luz de
la normativa específica sobre la violencia de género, que fue indebidamente
soslayada. En cuanto a que no podía descartarse que "haya hecho propia la ley del
Talión", al margen de la falta de pertinencia de la expresión en el derecho vigente,
esa consideración exhibe la incertidumbre del tribunal sobre la posibilidad de que la
conducta de R haya respondido a una agresión.
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También adujo el tribunal que le correspondía a qUlen alegaba legítima
defensa demostrar la concurrencia de sus extremos porque no se trató de un caso en
que esa causal de justificación se presume iuns tantum, ni surgía en forma clara y
evidente de la prueba. Destacó que la hija declaró que R les ordenó que
permanecieran en la habitación cerrando la puerta, detalle que juzgó "determinante
pues acredita sin mas que R quiso mantener a las niñas fuera de lo que iba a
ocurrir. Y es justamente tal previsión la que erradica la inminencia de la agresión y
mientras descarta la posibilidad de tener por cierta la falta de provocación suficiente,
evidencia que la pelea que se avecinaba, era cuanto menos esperada o prevista por
e R ". Sin embargo, omitió valorar que cuando R les indicó que
permanecieran en la habitación, su hija mayor no vio que tuviera nada en las manos;
y esa circunstancia, sumada a que tomó el cuchillo de la mesada con su mano
izquierda, siendo diestra, contradice la afirmación de que la pelea se haya presentado
de ese modo.
Sobre la base de que R dijo que "sólo me miraba la mano y veía el
cuchillo con que lo había lastimado, no lo pensé, no lo pensé" y que un vecino vio
luego del hecho su "estado de nerviosismo", los jueces entendieron que no se
configuró el aspecto subjetivo de la causa de justificación. Más allá de que no es
unánime en la doctrina la exigencia de elementos subjetivos conforme a la cual
quien no sepa que se defiende no podría actuar en forma justificada, lo cierto es que
-en las condiciones del sub judice- es razonable considerar que ese aspecto se
presentaba ante los dichos de R en cuanto a que "esta vez me defendí porque
pensé que me iba a matar porque me pegaba y me pegaba". Es oportuno recordar,
no obstante, que YE. ha señalado que la valoración de los hechos o circunstancias
fácticas alcanzadas por el in dubio pro reo incluye también los elementos subjetivos del
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tipo penal y que la falta de certeza también debe computarse a favor del imputado
(Fallos: 329:6019).
Las circunstancias hasta aquí consideradas, permiten advertir, en mi opinión,
que la apelación de la defensa resulta procedente y autoriza a descalificar la sentencia
del a quo, en tanto convalidó arbitrariamente la inadmisibilidad del recurso de
casación local, en pugna con el criterio del precedente de Fallos: 334:1204, invocado
por la defensa.
VI
La conclusión anterior resulta de mayor entidad si se atiende a que los
antecedentes y circunstancias del sub lite lo sitúan en el contexto de violencia contra
la mujer, lo cual involucra los siguientes criterios al momento de evaluar la
justificación que se ha descartado y reclama la defensa.
En efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado en
diversos precedentes que la investigación penal en casos de supuestos actos de
violencia contra la mujer debe incluir la perspectiva de género (conf. casos "Veliz
Franco y otros Vs. Guatemala. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas", sentencia de 19 de mayo de 2014, párr. 188; "Espinoza Gonzáles Vs. Perú.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas", sentencia de 20 de
noviembre de 2014, párr. 309 y ''Velásquez Paiz y otros Vs. Guatemala.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas", sentencia de 19 de
noviembre de 2015, párr. 146).
En sentido concordante, en el documento del Comité de Seguimiento de la
Convención Belem do Pará (CEVI) ya citado, se recomendó incorporar un análisis
contextual que permita comprender que la reacción de las víctimas de violencia de
género no puede ser medida con los estándares utilizados para la legítima defensa en
19
otro tipo de casos, en tanto la violencia contra la mUjer tiene características
específicas que deben permear en el razonamiento judicial. Se expuso allí que la
persistencia de los estereotipos y la falta de aplicación de la perspectiva de género,
podría llevar a valorar de manera inadecuada el comportamiento.
Para la procedencia de la legítima defensa, el artículo 34, inciso 6°, del
Código Penal exige la concurrencia de: a) agresión ilegítima, entendida como la
amenaza de lesión o puesta en peligro de bienes protegídos, que está en curso o es
inminente y es emprendida sin derecho. En el documento referido, se señala que la
violencia basada en el género es una agresión ilegítima definida por la Convención y
que la inminencia debe ser considerada desde una perspectiva de género. Se sostiene
que en las uniones de hecho o derecho, la violencia de género no debe concebirse
como hechos aislados sino en su intrinseco carácter continuo, porque en forma
permanente se merman derechos como la integridad nsica o psíquica. La inminencia
permanente de la agresión, en contextos de violencia contra la mujer, se caracteriza
por la continuidad de la violencia -puede suceder en cualquier momento y ser
detonada por cualquier circunstancia- y su carácter cíclico -si fue maltratada,
posiblemente vuelva a serlo-. En el sub lite, S , quien ya había sido denunciado
por R por lesiones leves, a raíz de una discusión origínada por la falta de
saludo, comenzó a golpearla, agresión que cesó cuando ella lo hirió con la cuchilla
en el abdomen.
El requisito b) del citado artículo 34, esto es, la necesidad racional del medio
empleado, exige que se verifique una situación de necesidad de defensa y que el
medio empleado sea racionalmente adecuado (necesario) para impedir o repeler la
agresión y conlleva una cierta proporción entre la agresión y el medio empleado y
entre el daño que se evita y causa. El principio de menor lesividad no obliga a usar
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medios de dudosa eficacia. El aludido documento del CEV1 señala que este
requisito también se debe evaluar desde la perspectiva de género, que implica
considerar el contexto en que se da la agresión y la respuesta. N o requiere la
proporcionalidad entre la agresión y la respuesta defensiva porque existe una
relación entre la proporcionalidad y la continuidad de la violencia. Se sostiene allí
que la aparente desproporción entre la agresión y respuesta puede obedecer al
miedo de la mujer a las consecuencias por una defensa ineficaz y se subraya que
existe una relación entre la defensa empleada y los medios con que las mujeres
disponen para defenderse. No se requiere la proporcionalidad del medio, sino la
falta de desproporción inusual entre la agresión y la defensa en cuanto a la lesión.
Cabe recordar que en el sub examine R declaró que tomó el cuchillo que estaba
sobre la mesada porque "fue lo que tenía más a mano que agarré", "lo corté porque
me estaba pegando", "me defendi porque pensé que me iba a matar, porque me
pegaba y me pegaba" y "sólo le pegué un manotazo", y que fueron constatadas
diversas lesiones en su cuerpo por la médica que la examinó. Tales circunstancias
debieron ser consideradas por los jueces de la causa en tanto se ajustan
razonablemente a las exigencias contenidas en el requisito b) antes expuestas.
Por último el punto c) de aquella norma penal, exige la falta de provocación
suficiente por parte del que se defiende. Se entiende que es suficiente la que resulta
idónea para provocar la agresión, aunque se trata de un concepto relativo, que debe
referenciarse al caso concreto; y, en ese sentido la falta de saludo y posterior
discusión, no lucen idóneas para provocar una golpiza. Para el CEVI interpretar que
cualquier comportamiento anterior a la agresión es una "provocación" constituye un
estereotipo de género.
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VII
En definitiva, se desprende de los dos apartados precedentes que la defensa
había planteado los graves defectos de fundamentación que exhibía la condena de
R -<:onvalidada por el tribunal de casación- y el a quo dejó sin respuesta sus
atendibles argumentos con invocación de limites formales establecidos en el código
procesal provincial.
En esas condiciones, su decisión se aparta de la doctrina elaborada por el
Tribunal conforme a la cual, si bien los temas vinculados a la admisibilidad de los
recursos locales resultan ajenos a la vía prevista en el artículo 14 de la ley 48 por
revestir carácter netamente procesal, a partir de los precedentes "Strada" (Fallos:
308:490) y "Di Mascio" (Fallos: 311:2478) ha precisado que las limitaciones de orden
local no pueden ser invocadas por los máximos tribunales provinciales para rehusar
el abordaje de las cuestiones federales sometidas a su conocimiento (Fallos:
339:194).
En virtud de ello, considero que corresponde que la Suprema Corte de la
provincia soslaye los limites formales previstos en el código procesal local y trate la
impugnación de la defensa basada en la doctrina de la arbitrariedad de sentencia.
VIII
La procedencia del agravio anterior importa motivo suficiente para invalidar
ese pronunciamiento, por lo que considero innecesario abordar el análisis de los
demás agravios planteados por la defensa.
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IX
En definitiva, opino que el recurso extraordinario interpuesto es procedente
y solicito a v.E. que deje sin efecto la sentencia impugnada y ordene el dictado de
una nueva confonne a derecho.
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