3

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

3- IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LOS EVANGELIOS Dicho lo anterior voy a aclarar unas cuestiones

respecto a los evangelios para poder comprender mejor la predicación y la persona de Jesús. En la época
post pascual, es decir, después de la Pascua, (muerte y resurrección de Jesús) cuando los discípulos
comenzaron a predicar sobre la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, se escribieron muchos
evangelios, se estima que puede haber hasta 100 o más. Lo que ocurrió fue que, en determinado
momento de la historia, el cristianismo primitivo (no la Iglesia) decidió Cerrar el canon del Nuevo
Testamento, y redujo la cantidad de libros a 27, quedando dentro del Nuevo Testamento, solo 4
evangelios llamados canónicos4 . El resto de los evangelios que se escribieron son conocidos como
evangelios apócrifos5 . Recientemente también se han encontrado otros escritos que se descubrieron a
mediados del siglo XX. Esos textos no se sabían que existían, por tanto, no pueden considerarse ni
canónicos porque el canon está cerrado, ni apócrifos, porque no se conocía de su existencia, a esos
escritos se les conoce como escritos del mar muerto6 . La siguiente cuestión por aclarar es que de los
cuatro evangelios canónicos el primero que se escribió fue el de Marcos aproximadamente hacia el año
70 después de Cristo. Marcos es el evangelio más corto, solo cuenta con 16 capítulos. Pero originalmente
este evangelio concluía en el capítulo 16 versículo 8. Después de ese versículo encontramos un subtítulo
que reza “Breve conclusión del evangelio” y dicha conclusión comienza en el versículo 9 hasta el 20. Por
tanto, este evangelio tiene dos conclusiones, pero la conclusión original es la del capítulo 16 del versículo
1 hasta el 8. La segunda conclusión que va del versículo 9 al 20 es un añadido posterior para justificar las
apariciones del resucitado y el envío a evangelizar. Por tanto, aunque en nuestras biblias, el evangelio de
Marcos esté colocado en segundo lugar, no significa que fue el segundo evangelio en escribirse, la
posición que los libros tienen en las biblias no determina necesariamente el momento histórico en el
que se escribieron. En el caso de Mateo cuenta con 28 capítulos, Lucas tiene 24 capítulos y Juan 21. De
esto se desprende otra cuestión importante, a saber, que el evangelio de Marcos sirvió de base, al
menos para Mateo y Lucas. Por eso a estos tres evangelios se les conoce como evangelios sinópticos.

Dicho lo anterior, podemos afirmar que, para conocer a Jesús, es indispensable conocer los evangelios,
porque en ellos se narra su vida, sus enseñanzas, la pasión, muerte y resurrección, pero no debemos
perder de vista que esas narraciones son posteriores a los hechos, con lo cual, entramos a una cuestión
muy importante, a saber, la cuestión de la interpretación del contenido de los relatos evangélicos. Acá
surgen algunas preguntas que son cruciales para nuestro conocimiento y nuestra fe. ¿Deben
comprenderse de forma literal los relatos evangélicos? ¿Lo que narran los evangelios realmente ocurrió,
así como está en los escritos? ¿Necesitan los evangelios ser interpretados con la ayuda de las ciencias
sociales? Para responder estas preguntas, debemos tener en cuenta qué tipo de escritos son los
evangelios. No sin antes tener en cuenta algunos conceptos centrales. Los evangelios son los escritos del
Nuevo Testamento que nos revelan el Misterio de Dios a través de la persona de Jesús de Nazaret. La
palabra Evangelio es griega y significa “Buena Noticia”.

Los cuatro libros fueron escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Aunque los cuatro nos anuncian el
mismo mensaje, la forma de transmitirlo es diferente, pues cada uno de ellos dirige su escrito a
cristianos con cultura, mentalidad y tradiciones diferentes. Los evangelistas supieron adaptar de este
modo el mensaje cristiano tanto a personas que provenían del judaísmo, y conocían perfectamente las
Escrituras que hablaban de la llegada del Mesías, como a aquellos otros que lo desconocían. Los
Evangelios no son biografías de Jesús, aunque en ellos encontremos hechos y acontecimientos históricos
de su vida. Cuando lo hacen es para dar soporte a la doctrina que están proclamando. El objetivo final de
los Evangelios es la fe en Jesucristo. Por qué se afirma que los evangelios no son biografías de Jesús, en
primer lugar porque cuando se escribe una biografía, se procura recoger la mayor cantidad de datos
relacionados con la vida del personaje sobre el que se escribe, segundo porque la mayoría de estudiosos
de la vida de Jesús afirman que con los datos que se encuentran en los evangelios sería imposible
redactar una biografía de Jesús, ya que son muy pocos los datos de su vida que se narran en los
evangelios, y por último, como lo afirma el mismo evangelio de San Juan en su primera conclusión
“Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en este
libro. Estas han sido escritas para crean que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios. Crean y tendrán vida por su
nombre”. Jn 20, 30-31. Y en la segunda conclusión del mismo Juan se insiste en este aspecto, “Jesús hizo
también otras muchas cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para
tantos libros”. Jn 21, 25.

Por otra parte, cuando uno lee el evangelio de Marcos y el de Juan se da cuenta que omiten el
nacimiento y la infancia de Jesús, mientras que Mateo comienza narrando la genealogía de Jesús, es
decir nombra sus antepasados, luego cuenta el nacimiento y unos breves datos de cuando Jesús era niño
(la huida a Egipto, por ejemplo, y en el capítulo 3, ya aparece Jesús adulto iniciando su misión. En el caso
de Lucas, este evangelio está dedicado a un tal Teófilo, y el mismo evangelista se encarga de explicar, que
otros han escrito sobre Jesús y que él también ha investigado los hechos. Lc 1, 1- 4. Se narra la
anunciación, el nacimiento y unos episodios de su infancia. De igual forma es hasta el capítulo 3 cuando
Jesús aparece ya adulto para que Juan lo bautice. Por el contario Marcos inicia contando la vida de Jesús
ya siendo un adulto, lo mismo que Juan. Por estas razones no se pueden considerar a los evangelios
biografías de Jesús. Después de explicar todo lo anterior, el lector puede preguntarse con toda propiedad
lo siguiente: ¿Qué son entonces los evangelios? A lo que responderé lo siguiente:

a) Los evangelios, son fuentes históricas.

Si nos acercamos a los evangelios como fuentes históricas que son, les hemos de plantear la siguiente
pregunta: ¿qué testimonio histórico nos ofrecen? Es decir, de todo lo que nos cuentan sus relatos, ¿qué
pasó y por qué ocurrió así? Los evangelios no pueden ser considerados sin más como obras históricas, en
el sentido de que todo lo que cuentan haya sucedido tal como nos lo cuentan. Sin embargo, los
evangelios nos dan un testimonio sobre la historia de Jesús. Ahora bien, ese testimonio es sospechoso si
lo consideramos desde un punto de vista estrictamente histórico. Quien haya leído los evangelios con
detenimiento se habrá percatado de las múltiples contradicciones que encierran. No voy a aludir a las
contradicciones que tenemos en los relatos de la resurrección y las apariciones, que son ingentes, sino a
cuestiones bien obvias y concretas. Sólo dos ejemplos. En el evangelio de Juan, Jesús muere en un día
distinto del de los otros evangelios, los sinópticos. En los evangelios sinópticos, Jesús celebra la última
cena el día de la Pascua y muere al día siguiente; mientras que, según el evangelio de Juan, cuando los
judíos llevan a Jesús al pretorio, éstos no quisieron entrar para no contaminarse y poder así comer la
Pascua (Jn 18,28). Ellos iban a celebrar la cena pascual después de que Jesús hubiera muerto en la Cruz.
O sea, que, en los evangelios sinópticos, por un lado, y en Juan, por otro, se trata de dos días distintos.
Un segundo ejemplo: la lista de los antepasados cercanos de Jesús, según el evangelio de Mateo (1,1-
16), no coincide casi en ningún nombre con la lista de los antepasados de Jesús según el evangelio de
Lucas (3,23-38).

b) Los evangelios, son obras literarias.

A los evangelios podemos acceder, además, como a obras literarias que son, para comprender su
mensaje, gustar sus valores artísticos, que los tienen, y abordar los problemas literarios que presentan.
Por «problemas literarios» entiendo una serie de preguntas que nos podemos plantear. Entre ellas, las
siguientes: ¿Quiénes son sus autores, habida cuenta de que ninguno de los evangelios está firmado?
Esos autores ¿fueron testigos oculares de lo que cuentan?; ¿cómo se explican entonces las
contradicciones?; ¿o dispusieron de fuentes anteriores a ellos?; ¿de cuáles?; ¿cómo utilizaron esas
fuentes?; ¿para qué lectores escribían?; ¿con qué intención los escribieron?; ¿en qué medida los
destinatarios de su obra influyeron en la elaboración?

c) Los evangelios, son textos teológicos.

Los cristianos siempre han considerado los evangelios como unos escritos que le transmitían una palabra
autoritativa, es decir que posee autoridad, sobre su fe. Leerlos como la norma de nuestra fe es una
tercera forma de acceder a ellos. La pregunta que en ese caso les dirigimos a los evangelios es: ¿qué
mensaje nos dan sobre nuestra fe y, por tanto, sobre nuestra vida? Evidentemente, los tres criterios
indicados están relacionados entre sí, aunque esa relación puede plantearse y resolverse de maneras
diversas. No obstante, quiero hacer notar dos ideas sobre esta relación. Su mensaje teológico es un
aspecto de su mensaje literario; o, dicho de otro modo, su mensaje teológico se identifica con su
mensaje literario en cuanto éste es leído en la fe de la Iglesia. Sólo percibimos la palabra sobre nuestra fe
que nos transmiten los evangelios si los leemos con el mismo Espíritu con que han sido escritos, siendo
capaces, al mismo tiempo, de aplicarles todo el instrumental metodológico lingüístico a nuestro alcance.
Por otro lado, el mensaje sobre nuestra fe que nos transmiten los evangelios tampoco es independiente
de la historia ocurrida y en ellos testificada. Los evangelios nos transmiten la historia de Jesús, pero no la
pura historia de Jesús, sino la historia de Jesús que ha desvelado su sentido. La «pura historia», como la
«pura realidad», no existe ni en el caso de Jesús ni en ningún otro. La historia y la realidad son siempre
historia y realidad interpretadas. Los evangelios nos transmiten la historia de Jesús interpretada por la
comunidad creyente, y el creyente ve en esa interpretación el testimonio de la misma interpretación de
Dios acerca de esa historia.

También podría gustarte