Folclore y Nacionalismo en Los Cantos Es
Folclore y Nacionalismo en Los Cantos Es
Folclore y Nacionalismo en Los Cantos Es
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Resumen
Este trabajo aborda la relación entre folclore musical y nacionalismo en Argentina que se
produjo a comienzos de siglo XX, a partir del análisis de los Cantos escolares de Leopoldo
Corretjer. Estas partituras pertenecen a la Colección Digital Biblioteca Criolla del Instituto
Iberoamericano de Berlín (Alemania), reunidas por Robert Lehmann-Nitsche en el entre-siglos,
consisten en canciones para piano y voz que poseen una filiación compositiva académica y al
mismo tiempo remiten al folclore. Además, se examinan los cambios significativos en la
educación escolar, durante la primera década del siglo XX, a través de otras fuentes
documentales. Se propone una reflexión que sopesa la situación de la enseñanza de la música
en el ámbito escolar y la preocupación por la conformación de una identidad nacional.
Folk and Nationalism in the Cantos escolares by Leopoldo Corretjer at the Beginning of
20th Century in Argentina
Abstract
This paper deals with the relationship between folk music and nationalism in Argentina, which
took place at the beginning of the 20th century, through the analysis of Leopoldo Corretjer’s
Cantos escolares. These scores belong to the Colección Digital Biblioteca Criolla of Ibero-
American Institute in Berlin (Germany), collected by Robert Lehmann-Nitsche in the inter-
century, and consist of songs for piano and voice, that have an art compositional affiliation
and, at the same time, refer to folklore. In addition, significant changes in school education
during the first decade of the 20th century are examined through other documentary sources.
A reflection is proposed that weighs the situation of the teaching of music in the school
environment and the concern for the conformation of a national identity.
ocurre que existen al menos dos formas de concebir la idea nacional o, dicho de
otro modo, dos formas de “nacionalismo” (entendiendo por nacionalismo la
ideología del estado-nación): un nacionalismo constitucionalista y otro
culturalista. El primero, el constitucionalista dice que la identidad nacional se
define por pertenecer y adscribir a un mismo conjunto de leyes fundamentales
El proceso que significó la búsqueda de una identidad nacional desde esa perspectiva
culturalista entre fines de siglo XIX y principios del siglo XX, apeló al folclore para construir
un ideal de argentinidad, en el que estuvieran muy firmemente expuestas las costumbres, la
lengua, las prácticas culturales, la música, etcétera. El folclore fue, así, una caja de herramientas
para forjar la consolidación del ser nacional. Fue por ello por lo que, durante esas primeras
décadas, la ciencia del Folclore sirvió como marco conceptual para construir una identidad
nacional. Ana María Dupey explica claramente el fenómeno:
Entre los elementos folclóricos adoptados para la constitución del ser nacional la figura del
gaucho fue decisiva. Se trataba de un sujeto asociado al trabajo rural, que ponía en riesgo su
vida en la lucha por la independencia y ofrecía su voz para la literatura. Uno de los elementos
de la construcción de esa figura también comprendía la música. Melanie Plesch (2008) lo
desarrolla al remarcar que el gaucho proporcionó su canto, su instrumento (la guitarra) y sus
danzas. Según subraya Dupey (2019), las prácticas y valores asociados al folclore, en general,
y al gaucho, en particular, se difundieron a través del sistema escolar (mediante la enseñanza
de las costumbres y personajes rurales), los medios de comunicación (por las publicaciones y
más tarde los programas de radio dedicados al género gauchesco) y otros eventos culturales
(como los desfiles de centros tradicionalistas, la conmemoración del Día del gaucho, el Día de
la tradición, etc.).
Coincidentemente con esta perspectiva, Oscar Chamosa afirma que “En la Argentina y
América Latina los primeros estudios folclóricos también coincidieron con la formación del
estado-nación en un contexto de capitalismo dependiente y de predominio ideológico
positivista” (2012, p. 27). Ahora bien, en el caso particular de la Argentina, la búsqueda por
una identidad del ser nacional estaba mediada por características especiales por “las olas
sucesivas de conquista, colonización y apropiaciones territoriales” (Chamosa, 2012, pp. 27-
28). Ello se evidencia en una invisibilización de los pueblos originarios al tiempo que la mezcla
racial desde la Conquista hasta el siglo XX parecía haberse diluido. Como ejemplo, Chamosa
(2012) señala que, en el contexto del centenario, José Ingenieros describía en su libro
Para los grupos dirigentes de la población nativa, ese criollismo pudo significar
el modo de afirmación de su propia legitimidad y el modo de rechazo de la
presencia inquietante del extranjero. Para los sectores populares de esa misma
población nativa, desplazados de sus lugares de origen e instalados en las
ciudades, ese criollismo pudo ser una expresión de nostalgia o una forma
sustitutiva de rebelión contra la extrañeza y las imposiciones del escenario
urbano. Y para muchos extranjeros pudo significar la forma inmediata y visible
de asimilación, la credencial de ciudadanía de que podían muñirse para
integrarse con derechos plenos en el creciente torrente de la vida social (Prieto,
1988, pp. 18-19).
En la caracterización del nacionalismo musical son, al menos, tres los factores que deben
estar presentes: una intención por parte del compositor, la recepción de la obra como un
símbolo cultural y la “inspiración” del autor con elementos de la cultura popular (Plesch, 2008).
En síntesis, dentro de la producción poético-musical de manifestaciones folclórica y de
tradición oral abundaban las décimas, coplas y romances, que formaban parte de esa cultura
popular integrada, además, por el arte de los payadores, el circo criollo, el sainete, el tango,
etcétera. Ese repertorio convivió con músicas de tradición académica como la ópera, la zarzuela
y el repertorio sinfónico, a las que se unieron esas otras músicas de fusiones de rasgos populares
y académicos. Ninguna de ellas incluía a los niños como una audiencia específica. Solo a través
de la enseñanza escolar y su búsqueda normalizadora comenzó a aparecer un repertorio cuyo
principal receptor fuera el mundo infantil.
Los cantos que se destinen para la enseñanza en esta forma deben ser muy
fáciles, cortos y sencillos; debiendo estar comprendida la entonación de dichos
cantos en los límites de las dificultades que puedan abarcar las cinco primeras
Siendo el canto uno de los medios más eficaces para la difusión de las ideas y
sentimientos de la humanidad, se recomienda muy especialmente a los señores
profesores pongan escrupuloso esmero en la elección del asunto y de las
palabras de las canciones, prefiriendo aquellas que más convengan al estado
intelectual limitado de los alumnos de los primeros grados. Deben preferirse
ante todo los asuntos o temas patrióticos y los que se refieran a la moral, al
progreso, a las ciencias y a las artes, etc. (Consejo…, 1911, pp. 10-11).
Este programa llegaba entonces para ocupar un vacío pedagógico que la enseñanza de la
música padecía. En concomitancia con la situación crítica que presentaba el informe arriba
mencionado, un año antes salía a la luz una publicación en el Monitor de educación común,
firmada por Mariano A. Barrenechea,12 que ofrecía una mirada detractora sobre la situación de
la enseñanza de la música en las escuelas:
Hace ya muchos años que se agregó a los programas de las escuelas primarias
la enseñanza del canto y de la música, sin que este hecho haya producido hasta
hoy los resultados naturales o los beneficios que se esperaban … El cuerpo de
maestros especiales está formado, en su mayor parte, con ex alumnos de los
conservatorios de la capital, y casi todos son personas muy pobres. … Pero la
enseñanza de la música en los conservatorios de la capital es tan deficiente y tan
absorbente que estos maestros carecen de instrucción general, y fuera de un
conocimiento sumario y mnemónico de la teoría y del manejo mediocre de un
instrumento que conquistaron en pesadas horas y largos años de práctica, están
absolutamente desprovistos, no diremos ya de ideas generales y nociones de
humanidades, pero hasta de los más necesarios conocimientos. (Barrenechea,
1910, pp. 502-503)
Esta extensa cita detalla que su principal crítica estaba puesta en el cuerpo docente,
caracterizado como deficiente y falto de instrucción, y una asociación prejuiciosa entre la
pobreza de los maestros y su capacidad de enseñanza. Aunque la falta de herramientas
pedagógicas parecieran ser un problema fundamental, Barrenechea también se refería a
cuestiones metodológicas:
Más adelante en su crítica, continuaba: “Otro defecto, el más esencial quizá, es que se
desconoce el objeto fundamental de esta enseñanza, cuando se hace aprender a los niños “de
oídas” algunos cantos patrióticos o no” (Barrenechea, 1910, p. 505). De allí que en su propuesta
incluyera: “la Dirección debe disponer que en la escuela el maestro no “enseñe cantos”, sino
que “enseñe a cantar”” (Barrenechea, 1910, p. 505).
Este proyecto iba acompañado de una negativa sobre el repertorio elegido, en particular,
proponía “proscribir, como una fundamentalísima medida de higiene, los cantos que con el
título de “Cantos escolares” se han introducido para pervertir el gusto de los niños y hacerles
perder el sentido general de la música” (Barrenechea, 1910, p. 507). Si bien se desconoce con
exactitud a qué obras hacía referencia, el profesor de estética, los caracterizaba como “un
conjunto de inepcias poéticas y tonterías musicales” (Barrenechea, 1910, p. 507).13
Una evaluación pedagógica holística excede los objetivos de este trabajo, tan solo pretendo
notar el contexto educativo que acaecía cuando se editaron los cantos escolares compuestos
por Leopoldo Corretjer. Todos estos argumentos en contra de qué y cómo se dictaba la
educación musical en las escuelas fueron contemporáneos a la circulación de esas partituras,
aunque no se hayan conseguido datos de cómo se difundieron ni cuál fue su alcance de estas.
El marco regulatorio de la enseñanza artística permite adentrarse ahora en el análisis de las tres
series de cantos escolares.
Santos Vega es una de las más importantes obras de Obligado, que estudió el propio
Lehmann-Nitsche (Cortina, 1941, p. 8). La obra fue compuesta entre 1872 y 1877, aunque
ingresó a la imprenta en 1881, excepto el canto tres, que se adicionó en la edición de París, en
1906. Se trata de un poema dividido en cuatro cantos y para esta canción, Corretjer escogió
cuatro de las ocho décimas del primero —“El alma del payador”—. Una clave del poema es la
imagen de “una sombra doliente”, que es la forma en que aparece el protagonista envuelto en
cierto misterio. Ello se ratifica con la utilización de imágenes auditivas y visuales.
Precisamente “sombra” es el sustantivo mediante el que se refiere al gaucho, al cantor y poeta:
“La melancólica sombra”, “Llega la sombra callada”. No es un cuerpo, sino una silueta cuya
importancia radica en las apariciones. Asimismo, la pampa aparece como el escenario perfecto
en relación con el misterio del protagonista. El comienzo del poema marca el momento
crepuscular que instala el halo de misterio y en ese escenario transcurre el vagar del
protagonista y sus apariciones, todo enmarcado en tensiones de luces y sombras. El carácter
poético, el uso de figuras retóricas y su adjetivación no coinciden con esos cantos infantiles
“fáciles, cortos y sencillos” que proponía el Consejo Nacional de Educación en aquella época;
por el contrario, la letra resulta un lenguaje complejo y enrevesado para la memoria de un niño.
Figura 1.
Compases 40 a 42 de “Santos Vega
El tema de esta obra pertenece al grupo de leyendas dentro de la obra de Obligado (Cortina,
1941) y es uno de los mitos más famosos del folclore en América del Sur. La densa descripción
de su letra remite a un viaje de carros por el campo y la aparición de la luz mala. Esta consiste
en una luz brillante al ras del suelo. La explicación científica que se ha dado sobre el mito se
basa en un fenómeno lumínico, que es una fosforescencia, producto de la descomposición de
materias orgánicas sobre el terreno. El lenguaje de este canto relata desde un lenguaje culto un
mito de gran circulación en la época, propio de la vida rural, aunque no parece atender a aquel
pedido del Consejo de un esmero en la elección de las palabras.
A diferencia de la obra antes examinada, su estructura musical (Intro. – A – B – Inter. 1 – C
– Inter. 2 – D – Inter. 3 – E) carece de repeticiones. La introducción puede percibirse como un
aire de vidalita —género de la música tradicional folclórica. Con marcados cambios de compás,
el compositor emplea recursos musicales cuyas características ofrecen la posibilidad de
representar sonoramente una idea del texto literario. Un ejemplo se observa, en la melodía, al
comienzo de A (anacrusa del compás 9), la figura de semicorchea y fusa junto a las cuatro
Figura 2.
Compases 5 a 12 de “La luz mala”
Este mismo efecto se repite en D, con el mismo agrupamiento de figuras y la letra acompaña:
“Es el alma de un hermano / que desterrada del cielo / solitaria y sin consuelo / vaga errante
por el llano”. La melodía presenta una mayor cantidad de saltos de quintas y, en pocos casos,
sextas, aunque sigue siendo un perfil ondulante, con un ámbito de novena (do3-re4). En este
caso, se observa también, el amplio ámbito utilizado que dista de las instrucciones para una
clase de música ya mencionadas. El primer interludio permite un cambio de carácter, entre la
descripción de las primeras dos estrofas (primera y tercera del texto original) que remiten al
andar por el camino y la aparición de la luz en la tercera estrofa (cuarta del original). Otro caso
de esa búsqueda por emplear recursos musicales que pueden ser asociados al texto de la poesía,
es en el compás 25 a 28 en el que el mismo agrupamiento de seis corcheas, negra con puntillo
y negra, se repite, pero con un descenso de tercera de las primeras tres corcheas y de quinta en
la segunda negra con puntillo para reforzar el hundimiento de las ruedas en el terreno:
“Haciendo áspero ruido / hunden las ruedas pesadas”. Ello está acompañado de la indicación
“con abandono”. Asimismo, la aparición de la “luz mala” está inmediatamente seguida por un
cambio de modo (SolM – Solm).
Figura 3.
Como en el caso anterior, cuesta imaginarse cómo poder llevar adelante una clase de música
en la que se pretendiera enseñar a los niños este canto, que no sigue ninguna de las indicaciones
que se le sugerían al maestro para cumplir su tarea.
En su partitura, este canto aparece dedicado a: “Al esclarecido poeta argentino Doctor Don
Rafael Obligado”. Su letra pertenece a las últimas tres décimas del cuarto canto “La muerte del
payador” de Santos Vega. Como su título indica, el canto desarrolla la muerte y es en él en que
“la payada simboliza la lucha del alma criolla con el espíritu europeo, y aquélla es derrotada
por el progreso personificado en el Diablo, que se llama, significativamente, Juan Sin Ropa”
(Cortina, 1941, p. 9). La primera estrofa (decimosexta décima del canto original) anticipa la
acción “Santos Vega se va a hundir” y finalmente en las últimas dos décimas el yo lírico
describe la caída del payador frente a la figura de Juan Sin Ropa. Este última representa al
Diablo y, en un sentido figurado, la idea de progreso. Estas características poéticas no
coinciden con un lenguaje “sencillo y fácil” que debían tener los cantos.
La estructura del canto respeta la siguiente secuencia: Intro. – A – Inter.1 – B – Inter.1 – C
– parte de B – Inter.1 – Coda. A diferencia de los otros dos cantos analizados, el interludio
instrumental se repite tres veces siempre de la misma manera. Un dato también diferente con
respecto a las piezas anteriores es la indicación de tiempo de pericón en la segunda parte de la
introducción. Además, en A, a partir de la segunda frase (compás 16), presenta una figuración
de corchea con puntillo, semicorchea, corchea con puntillo y semicorchea en la mano izquierda
del acompañamiento que cierra cada una de las frases y se repite hasta el final de la sección.
Figura 4.
Compases 13 a 17 de “La muerte del payador”
El ritmo armónico de este canto tiene mucho más movimiento que las otras dos obras, una
serie de progresiones y modulaciones develan el perfil académico que tenía Corretjer para la
composición. Al igual que en “La luz mala”, en este canto hay también una búsqueda por
evocar musicalmente lo que está ocurriendo en la letra. Es el caso en el que el yo lírico anuncia
la muerte de Santos Vega. La melodía ejecuta las notas más graves del ámbito total (do3) y las
dos manos del piano la acompañan también en el registro más grave de toda la pieza (do0) con
nota repetida. La melodía del canto, al igual que las otras obras, es silábica y se desarrolla en
un ámbito de oncena (la2-re4) con un perfil ondulado.
Figura 5.
Compases 44 a 48 de “La muerte del payador”
Corretjer recurre a un poema culto de la literatura gauchesca para instruir a los niños con
personajes del mundo rural, en el que hay un especial énfasis en el payador, la guitarra con sus
cuerdas y su canto.
A modo de conclusión
En sintonía con la consolidación del ser nacional de principios de siglo XX, los Cantos
escolares de Corretjer revelan la instancia normalizadora de un imaginario de identidad
nacional construida alrededor de la figura del gaucho y del payador, de su instrumento y su
canto. Difundidas a través de partituras —el único sistema de registro y codificación en aquella
Referencias bibliográfica
Partituras
1
En la página del instituto se lee: “El Instituto Ibero-Americano (IAI) tiene una colección de literatura popular de
Argentina y del resto de la región de La Plata, única en el mundo. Esta colección contiene alrededor de 2.500
publicaciones del año 1870 hasta el año 1940. Los materiales contienen sobre todo textos primarios en verso. La
colección tiene su origen en la Biblioteca Criolla del antropólogo alemán Robert Lehmann-Nitsche (1872-1938)
que trabajó en Argentina, e incluye un corpus de más de 2.000 publicaciones relacionadas temáticamente. En
1939 fue adquirida por el IAI”. Recuperado de https://www.iai.spk-berlin.de/no_cache/es/proyectos-financiados-
por-terceros/proyectos-terminados/drittmittelprojekte/83.html.
2
Las otras tres partituras son obras sueltas (monográficas) que corresponden a “El abanico” (habanera) de
Eduardo Sánchez de Fuentes, “La ausencia” (romance) de Tomás G. Ortiz y “La japonesa” (zamacueca) de autor
sin identificar.
3
Me refiero aquí con “folclore” a músicas populares, algunas de carácter anónimo, que circulaban en un medio
rural y a las que se les atribuían un origen desconocido o remoto.
4
El proyecto de ley fue presentado por el Senador por la Provincia de Buenos Aires, el Dr. Manuel Láinez en
septiembre de 1905 en su Cámara y se sancionó en octubre de ese año. Esta ley autorizaba al Consejo Nacional
de Educación a establecer, en las provincias que lo solicitasen, escuelas primarias, mixtas y rurales, de acuerdo
con la tasa de analfabetismo. Su importancia radica en el cierre del proceso de conformación del Sistema de
Instrucción Pública Centralizado Estatal iniciado unas décadas antes.
5
Más adelante, el autor señala: “Fue así como desde el estado (en especial mediante la educación pública y el
servicio militar obligatorio) y desde la sociedad civil (agrupaciones políticas, asociaciones civiles y religiosas,
clubes sociales y deportivos, etc.) se montó un vasto y capilar dispositivo nacionalizador” (Terán, 2015, p. 105).
6
Sobre la figura de Lehmann-Nitsche cf. García y Chicote (2008).
7
Sobre este tema, Chicote amplía: “El criollismo fue entendido como degradación de los valores criollos, se
plasmó en miles de folletos y hojas sueltas que inundaron el mercado e impactó negativamente en la cultura letrada
en la medida en que se erigía como una práctica masiva que no podía ser controlada por los escritores de la elite
y el aparato cultural que ellos representaban” (2016, p. 129).
8
“El 17 de noviembre de 1919 el periodista Constancio C. Vigil edita el primer número de la revista infantil
Billiken, la más antigua de habla hispana. La revista organizó sus contenidos de modo tal que interactuara con la
escuela, aportando artículos y secciones temáticas fijas sobre temas que pudieran resultar de utilidad directa para
los alumnos en sus trabajos escolares, pero sobre todo material gráfico, fotografías, dibujos y unas “figuritas” que
se volvieron clásicas, capaces por un lado de atraer e interesar a los niños, y por el otro de servir para láminas y
carpetas de estudio. En este sentido, tradicionalmente, la revista siguió siempre el calendario escolar, sobre todo
el relacionado con la historia argentina, dedicando la tapa y los artículos principales a los hechos y personajes
históricos más importantes: Revolución de Mayo, Declaración de la Independencia en la Argentina, Invasiones
Inglesas, Cruce de los Andes, Domingo F. Sarmiento, José de San Martín, Manuel Belgrano, según el momento
del año en que se celebraban las fiestas relacionadas” (Cazaux, 2010, p. 146).
9
Si bien existieron varios antecedentes desde fines de siglo XIX, no fue sino hasta 1924 que se redactó la primera
declaración de derechos del niño (Declaración de Ginebra), de carácter sistemático, cuya autora fue Eglantyne
Jebb (fundadora de Save the Children).
10
Sitio de la Encuesta Nacional de Folklore de 1921. Recuperado de https://inapl.cultura.gob.ar/noticia/encuesta-
nacional-de-folklore-de-1921/
11
La misma autora, más adelante en su texto, amplía: “En música, el nacionalismo es un movimiento que
comienza en la segunda mitad del siglo XIX, caracterizado por un pronunciado énfasis en elementos nacionales.
Está basado en la idea de que la obra del compositor debe expresar elementos nacionales y étnicos, especialmente
en su uso de melodías folclóricas y ritmos de danzas de su país, y en su selección de escenas de la historia o vida
de su país como temas para óperas y poemas sinfónicos” (Kuss, 1998, p. 135).
12
Mariano Antonio Barrenechea (1884-1949) realizó estudios en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de
la Universidad de Buenos Aires (UBA), trabajó como crítico musical en Diario Nuevo y La Nación y colaborador
literario de El Diario. (Gabrieli de Luna, 1985). Asimismo, se desempeñó como profesor titular de Estética en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (1922-1930) y fue el “principal exponente argentino en el campo de la
estética de la música” (Ibarlucía, 2017, p. 66). Además de su labor docente, ocupó varios cargos de carrera
diplomática (Gabrieli de Luna, 1985).
13
Más adelante en su crítica agregaba: “Somos de opinión, desde que la melodía y la armonía poseen un sentido
universal, que se coleccionen como textos musicales de estos cantos necesarios, aquellas piezas de canto de los