Tarea de Venezolanos
Tarea de Venezolanos
Tarea de Venezolanos
Un total de 431.966 venezolanos han ingresado a Perú en los últimos dos años huyendo de la crisis
política y humanitaria en su país y, de ellos, casi 95.000 han obtenido el Permiso Temporal de
Permanencia que les permite trabajar legalmente en el país.
El sondeo de Ipsos, publicado por el diario El Comercio, reveló que el hecho de que los
venezolanos migrantes estén dispuestos a trabajar por un menor salario en Perú es uno de los
principales motivos para el rechazo a su masiva llegada.
De otro lado, un 37 % de capitalinos considera que la migración venezolana es positiva porque nos
presenta como un país solidario (36 %), porque son amables y ofrecen un buen trato (31 %), pero
también porque "hay gente dispuesta a trabajar a menor precio" (15 %).
La encuesta mostró que el rechazo a los venezolanos es mayor (62%) en los sectores
socioeconómicos más bajos por la aparente competencia laboral.
Asimismo, un 72 % de limeños dijo haber tenido contacto con algún venezolano residente en Perú
en los últimos seis meses y el 58 % escuchó comentarios discriminatorios contra estos ciudadanos.
El sondeo de Ipsos fue aplicado del 12 al 14 de septiembre a una muestra de 510 personas en
Lima, con un nivel de confianza de 95 % y un margen de error de 4,34 %.
Impacto psicológico
Karen Pérez
Nuestro país afronta en la actualidad un fenómeno migratorio muy complejo, con una cifra que
supera los 300,000 inmigrantes venezolanos a escala nacional. Existen diferentes motivos por los
que las personas inician procesos de esta naturaleza, pero el principal factor son las razones
económicas. Los inmigrantes salen de sus países en busca de “mejores condiciones de vida para
ellos y para sus familias”.
Esta creciente migración está originando un shock cultural tanto para el emigrante como para las
personas del país de acogida. Por eso es urgente generar y promover políticas con mayor
sensibilidad humana en los órganos del sistema social, con un enfoque de inclusión y adaptación
sociocutlural e intercultural.
En los hechos, el país afronta una crisis psicosocial, una de cuyas manifestaciones es la “lucha
desinformada” entre los pobladores peruanos y los migrantes venezolanos. Ello genera
sentimientos de xenofobia y provoca rechazo, exclusión, discriminación e incluso miedo.
Entendamos que el costo psicológico de la migración es muy alto. Implica desintegración familiar,
cambio de ocupación, pérdida de estatus profesional, separación, adaptación a nuevos valores y
costumbres, entre otros aspectos relevantes.
El ajuste de esta adaptación causa problemas emocionales y afectivos, como el conocido estrés
‘aculturativo’ o síndrome de Ulises que, con el tiempo, si no es atendido, puede generar
desórdenes mentales en las personas vulnerables, como estrés psicosocial, aislamiento social, baja
autoestima, duelo psicológico, depresión y ansiedad, fobias, violencia familiar, etcétera.
En ese sentido, es necesario brindar apoyo social para reducir este estrés crónico y prevenir el
deterioro social. Consideremos que la salud mental del inmigrante es un factor importante para
una adecuada integración a la sociedad que lo acoge.
La crisis política y socioeconómica que atraviesa Venezuela ha provocado que 2.3 millones de
personas emigren y busquen una mejor calidad de vida. En ese contexto, el Perú se ha convertido
en uno de los principales destinos para miles de venezolanos. Nuestros especialistas analizan el
impacto de esta migración.
El éxodo que sufre Venezuela está en nuestro día a día. De acuerdo con las cifras más recientes
brindadas por Migraciones, 385 mil ciudadanos venezolanos han ingresado al país escapando de
una situación que, a estas alturas, ya es un drama social. “En Venezuela hay una crisis política que
ha provocado una serie de problemas en el acceso a derechos básicos, como alimentación y salud.
Como en cualquier parte del mundo, esto provoca que la gente vaya saliendo”, explica la Mg.
Cécile Blouin, docente del Departamento de Derecho e investigadora del Instituto de Democracia y
Derechos Humanos de la PUCP (IDEHPUCP).
Destino Perú
La realidad en Venezuela traía consecuencias que, para la Mg. Blouin, tenían que ser previsibles.
“Llama la atención que en la región nadie se haya preparado. Eso se hubiera podido saber desde
hace años. Las personas no pueden seguir en un país donde no tienen qué comer, no tienen cómo
llevar a sus hijos a la escuela porque tampoco hay transporte. Fue totalmente previsible y no va a
bajar mientras siga la misma situación”, indica la investigadora y agrega lo preocupante que es, de
acuerdo con las noticias, que cada país esté tomando decisiones totalmente diferentes. “La
reflexión, para proponer y ser positivos, es que los fenómenos migratorios permiten mirarte como
sociedad. Todas las propuestas que hagas tienen que ser planteadas como sociedad, en su
conjunto, y ese es el reto”, destaca.
Asimismo, Blouin explica que, en toda migración, quienes primero se movilizan son los grupos
con mayor poder adquisitivo. Pero en el caso de Venezuela, la situación viene cambiando
aproximadamente desde marzo: “La última información que tengo es que están llegando
caminando desde Tumbes. Ya no tienen ni para pagar el pasaje de bus. En Tumbes venden sus
laptops o celulares en un mercado informal que se ha formado y viajan a Lima. Antes venían
hombres solos, ahora lo hacen familias. Es un panorama concreto donde tenemos, en promedio,
dos mil entradas diarias”.
Para la Dra. Tania Vásquez, socióloga por la PUCP e investigadora del Instituto de Estudios
Peruanos (IEP), la migración venezolana, por sus motivaciones, tiene características que la
identifican. “Como en otras migraciones en condiciones de vulnerabilidad, se realiza por tierra y se
asientan en uno de los países de la ruta para recoger fondos para seguir el viaje. Exploran qué les
brinda este hogar temporal para ver si siguen y están evaluando estratégicamente las condiciones
de su movimiento y sus ventajas relativas. La idea de migrar al Perú se da como un tránsito para
dirigirse hacia los países del cono sur”, explica.
Seguridad jurídica
En una lectura de la realidad, desde el año pasado, el Perú otorgó a los ciudadanos venezolanos
que ingresaban al país el Permiso Temporal de Permanencia (PTP), un documento de regulación
migratoria que permite que ellos puedan residir y trabajar en el Perú durante un año, con la
posibilidad de acceder después a la calidad migratoria especial. Hasta el momento, cerca de
setenta mil venezolanos cuentan con PTP.
En ese sentido, es necesario aclarar que el PTP, si bien acredita una situación regular, tiene sus
limitaciones. “El acceso a derechos y a servicios en el Perú, como en otros países, está vinculado a
cierta documentación, como el DNI, para los nacionales, y el carné de extranjería, para los
foráneos”, indica Cécile Blouin. Esto desmiente el mito relacionado con un supuesto acceso
directo al Sistema Integrado de Salud (SIS) por parte de los venezolanos asentados en nuestro país.
“Nadie en el Perú puede afiliarse automáticamente, excepto ciertas categorías que se aplican sin
importar la nacionalidad. Por ejemplo, las mujeres embarazadas”, explica la investigadora del
IDEHPUCP.
Sin embargo, todos los intentos por regularizar la situación de los venezolanos entran en conflicto
con las características de un mercado laboral como el nuestro. De acuerdo con la Organización
Internacional para las Migraciones, el 85% de los ciudadanos venezolanos en el Perú encuestados
no tienen contrato de trabajo.
Es allí donde la situación de vulnerabilidad se hace más evidente. “Están ganando menos del
sueldo mínimo y trabajando más. Los empleadores son poco escrupulosos y hay poca fiscalización.
Es el terreno perfecto para que las personas venezolanas puedan sufrir abusos. Entonces
encontramos condiciones laborales contrarias a la normativa nacional, que pueden llegar a niveles
de explotación, maltratos y trata de personas que implica una privación de los derechos y de la
libertad”, señala la docente del Departamento de Derecho.
Otro de los desafíos que se plantea es la situación de los niños y cómo el sistema educativo en el
país los recibe. “El problema es que si no tienen los certificados escolares puede ser un problema
para escolarizarlos y que puedan seguir sus estudios. No estamos hablando del perfil de cualquier
niño migrante porque puede que haya caminado mucho desde muy lejos, que lleve días de viaje,
que no haya ido a la escuela desde hace meses y que tenga una carga psicológica muy fuerte”,
refiere Cécile Blouin.
Mirada económica
Además, para el docente, la crisis se agrava por una situación: “Es una economía muy intervenida,
muy controlada y cerrada, y con pocas capacidades de importar. Por eso, el desabastecimiento
que vemos en los medios de comunicación”.
En ese sentido, Rodríguez señala que el reto es grande y habría que apelar a la cooperación
internacional porque se necesitan recursos. “¿Qué pasará con quienes no consigan trabajo? Sus
condiciones podrían ser tan precarias que podrían necesitar atención”, finaliza.
Por su parte, para el Dr. Mario Tello, docente del Departamento de Economía, hay cierta
percepción en los países que reciben migrantes y que se replica en el Perú. “Desde el punto de
vista del trabajador peruano, sea con grado profesional o no –que obviamente va a tener un
equivalente con el inmigrante– no es una buena noticia la migración de venezolanos al Perú
debido a que la mano de obra de afuera la ven como una competencia. Eso es parte del efecto
migratorio y pasa cuando un peruano va a Estados Unidos, por ejemplo”, dice.
Pero para el docente, desde el punto de vista de la economía, el efecto puede ser mínimo debido,
en primer lugar, al tamaño de la fuerza laboral del Perú. “Estamos hablando de 16 millones de
trabajadores en el país y los venezolanos representan un bajo porcentaje. Si uno compara los
flujos migratorios del Perú hacia los países ricos, como Estados Unidos, los porcentajes son mucho
mayores”, dice.
El otro motivo, y el más importante para Tello, es el modelo de desarrollo que tenemos que no
genera empleo: “Tenemos un modelo económico donde, de cuatro trabajadores, tres son
informales. En esta situación, los venezolanos aumentan la oferta de mano obra marginalmente y
ocasionan esta percepción negativa de la gente. Pero independientemente de las migraciones,
nosotros ya tenemos un problema en el mercado laboral, dado que el crecimiento no genera
mucho empleo formal, lo que crea, por obvias razones, el trabajo informal. Que vengan
venezolanos, que son menos del 4%, no tiene mayor impacto, pues el problema sigue siendo el
mismo. Si los migrantes venezolanos tuvieran las mismas características que el peruano, como el
acento, nadie se daría cuenta de las migraciones”.
Finalmente, para Tello, la competencia, en general, sea de productos o de trabajo, es buena para
la economía. “Entre más competencia exista, es mejor porque enseña a las empresas, a los
factores productivos y a la mano de obra a competir. Nos impulsa a hacer mejor nuestro trabajo y,
por lo tanto, vamos a mejorar la productividad. Y eso tendrá un efecto positivo en la economía”,
explica.
Fronteras
Hay voces en el Perú que piden que se limite el ingreso de venezolanos al país. Al respecto, la
docente Cécile Blouin es clara: cerrar las fronteras no funciona. “Es una falsedad. Igual las
personas llegarían de forma irregular y eso es terrible”. Sin duda, las referencias e imágenes sobre
las migraciones en condiciones inhumanas abundan en el mundo.
En ese sentido, para Blouin, la posición que ha asumido el Perú es la correcta. “Obviamente
plantea desafíos, pero ese es el camino. Si tomas otro, igual las personas venezolanas no van a
dejar de salir de su país. ¿Cómo pretendes que dejen de salir si no tienen qué comer?”, declara.
Por su parte, Tania Vásquez también opina que la labor que viene cumpliendo el Estado en las
fronteras no debería ser minimizada. “Esto permite que la migración sea organizada y que haya
menos situaciones irregulares. Pero este control tiene que ser ejercido con una conciencia de
recepción y sentido de ciudadanía hacia las personas que se están moviendo, y que no ponga al
otro en una categoría cerrada de intruso”, explica. La socióloga añade que “hay una correlación
entre gobiernos conservadores con una acción o voluntad política de controlar más y desarmar
procesos migratorios. Esto puede pasar todavía en nuestro país”.
Pero, para Vásquez, más allá de los análisis, las migraciones van a continuar. “Tenemos que asumir
esa realidad, que no va a retroceder, y administrarla de una forma más humanitaria y estratégica,
no llevarse por las imágenes, tanto muy positivas como muy negativas, de una realidad que tiene
muchas dimensiones”, enfatiza.
Por otro lado, no podemos negar una mirada empática ante un reflejo que nos acerca y asemeja.
“No sé si con la misma intensidad, porque hay que tomar en cuenta variables, como la
vulnerabilidad, la conflictividad o que se rompan un conjunto de seguridades en las personas, pero
también hay un momento crítico que moviliza a los peruanos hacia el exterior desde los años 80.
Luego ves cómo a finales de los 90 comienza a crecer y el proceso se extiende en Estados Unidos,
España, Italia y Japón, y a países de la región, como Chile y Argentina. Compartimos con los
venezolanos esa experiencia para resolver problemas de sobrevivencia”, finaliza.