Introducción - Rabello
Introducción - Rabello
Introducción - Rabello
Buenos Aires,
Lumen Humanitas
Hoy, la infancia y la adolescencia asumen una pluralidad de caras. Tenemos aquella que se muestra
aparentemente sumisa, cuando los niños y adolescentes, respondiendo a las exigencias escolares, se sientan,
de mal o buen grado, en los bancos de las escuelas para adquirir los conocimientos que la cultura valora.
Vestidos con sus uniformes, cargando para aquí y para allá las pesadas mochilas que estropean su columna
vertebral, allí van ellos, niños y niñas, incorporando los modos obedientes y disciplinados de aprender y sacar
buenas notas de estudiar y pasar de año, ¡de ser como los adultos, algún día!
Tenemos otra cara, la que, en los intervalos de las actividades exigidas, se sumerge durante horas frente al
televisor, el video juego, la computadora o los pinballs. Otra pedagogía se instala: la televisión, que por medio
de imagen y sonido, de la seducción estética, de la provocación y estimulación sensible, golpea y golpea en
temas de actualidad: la violencia, el amor, la sexualidad, la amistad, la traición, el deseo, el lucro, el éxito.
Hay, aún, otra cara de la adolescencia y la infancia de nuestros días: niños y adolescentes, nacidos en una
familia, considerada como "pertenecientes" a esa familia, se encuentran, paradójicamente, cada vez más
solitarios, restringidos casi exclusivamente a la convivencia con sus pares, mientras sus padres están casi
siempre ocupados en sus propias vidas, en ganar dinero, en sobrevivir, no perder tiempo. Y, cuanto más
recomiendan "los especialistas" el diálogo entre padres e hijos, más difícil de efectivizar parece.
O, también tenemos niños y adolescentes separados de su propia familia, que habitan las calles de grandes
ciudades, buscando monedas para sobrevivir, expuestos a los vejámenes del desinterés, la indiferencia y el
abandono.
Y así, si continuamos viendo otras tantas caras de la infancia y la adolescencia de hoy, vemos surgir aquella
que se torna crecientemente consumidora voraz de objetos y cosas, los que, disfrazado como la última
novedad del planeta, disparan el deseo de consumo. Niños y adolescentes, entonces, ya no son los mismos. Se
transformaron para asumir posiciones inusitadas: de congéneres considerados inocentes e ineptos, niños y
adolescentes se convirtieron en compañeros llamados a participar en la realidad orgiástica del consumo y los
placeres...
Si la infancia y la adolescencia tienen hoy muchas caras, si la infancia y la adolescencia, hoy están sometidas
a una diversidad de condiciones que determinan su condición de ser plural, tal hecho nos confronta con la
manera tradicional de pensar quién es el niño, quién es el adolescente y que los particulariza frente al adulto.
Hoy se agudiza el sentimiento que la infancia y la adolescencia, escapan a las formulaciones teóricas que,
durante tiempo, pudieron aclarar y orientar quiénes son los niños y los jóvenes, que necesitan y cómo tratarlos
adecuadamente. Así, las teorías psicológicas y educacionales que habían nutrido las prácticas de cuidado,
educación y orientación de niños y jóvenes no siempre pueden dar cuenta de una variedad de situaciones que
son específicas de nuestra época contemporánea. Parece que el conocimiento disponible para entender la
condición del niño y del adolescente en el mundo de hoy se bloquea a la vista de nuevos aspectos de nuestra
realidad social y material: el consumo en masa, la vida en una gran ciudad, la soledad en la multitud, la
expansión de la comunicación por los medios de comunicación, la tecnificación y la informatización de
nuestra cotidianidad y así sucesivamente.
En verdad, se modifican las condiciones en que el niño y el adolescente conviven con los otros, y construyen
su mundo interno y el mundo de sus relaciones sociales. Se modifica, también, el modo como el niño y el
joven son afectados por la realidad material y social de la contemporaneidad. Pensándolo bien, podríamos
preguntarnos: ¿el niño y el adolescente de hoy son diferentes de los de algunas décadas atrás? ¿En qué radica
esta diferencia? ¿Acaso nosotros, adultos, podemos comprenderlo, dado que niños y jóvenes están siendo
formados por condiciones de existencia tan diferente de las vigentes en la época de nuestra niñez?
Este libro pretende contribuir al debate y discusión de las cuestiones de la infancia y la adolescencia en la
época contemporánea. Se parte de la idea de que los modelos de pensamiento y comprensión sobre quién es el
niño, quién es el adolescente y que los distingue como tal, parecen insuficientes frente a lo inusitado que la
sociedad nos presenta. Por ejemplo, hemos pensado al niño como miembro constituyente de una familia, más
aún, como necesitado de una familia para poder ser educado y "ser alguien en la vida" más tarde. Pero
sabemos que esa familia, tal como la imaginamos, con padre, madre y hermanos es cada vez más ausente de
nuestras prácticas cotidianas. Sea porque las madres salen a trabajar, sea porque los matrimonios duran
menos, sea porque los niños tienen menos hermanos, sea porque huyen de la casa para intentar una nueva vida
en la calle. Así, aunque las teorías psicológicas y educacionales todavía enfatizan el lugar primordial de la
familia, esta ha perdido el lugar que, en principio, sería el suyo, de derecho, pero ya no de hecho. Algunos
estudios (citados en Attili, 1987) muestran, por ejemplo, que niños de un año de edad pasan tanto tiempo en
interacción con su hermano como con sus madres. 1 El hecho es que, cada vez más, los niños están o más solos
o conviviendo más con sus pares. La figura del adulto, sea el padre, la madre o cualquier otro, se está tornando
en un hecho raro. Muchas veces, la literatura sobre el tema está orientada por criterios moralizantes que, en
general, refuerzan un modelo de familia que, para una enorme cantidad de niños, ya no forma parte de su vida
cotidiana. En vez de eso, podemos preguntarnos: ¿Cuáles son las consecuencias, para los niños, de gozar cada
vez menos de la convivencia con los padres, madres y otros adultos? ¿Cómo se ha compensado esta ausencia?
Tales preguntas deben ser respondidas para que puedan producirse nuevas comprensiones sobre los niños y
adolescentes de hoy.
Así como el ideal de la familia (padre, madre y hermanos juntos) fundamentó una noción de niño, legitimando
una forma de entender cómo éste debía venir al mundo y como debía ser educado, por otro lado prevaleció la
concepción de que el niño debía ser "educado", "socializado" o incluso "disciplinado", en la medida en que no
tenía habilidades, desempeño y comportamientos adecuados. Este tipo de concepción de infancia alude a la
incapacidad del niño frente al adulto, descalificando la manera en que aprehende el mundo que lo rodea. En
consecuencia, tal perspectiva sobre la infancia deniega su función de coparticipación, y de recreación de la
cultura, que el niño efectivamente tiene. Sobre todo, hace parecer natural, evidente y obvia la posición de
desventaja política, cultural y jurídica que es atribuida al niño y al joven por el adulto, institucionalizando
dispositivos y prácticas que legitiman la desigualdad entre los grupos etarios.
Las condiciones de vida actuales establecen nuevos parámetros para la relación entre el adulto y
niño/adolescente, realineando las posiciones que, en general, habían predominado entre estos pares, tales
como la de educador y educando, la de experimentado e inexperto, maduro e inmaduro, respectivamente.
Alejado de la convivencia con el adulto, hoy más que algunas décadas atrás, en casa, viendo solitario la TV, o
en bandas de pares que deambulan por las calles, los shoppings, los lugares de juegos y divertimentos, el niño
y el joven transitan estos espacios estableciendo su inserción en el modo de vida urbano.
Contemporáneamente, niños, jóvenes y adultos circulan en espacios cada vez más diferenciados y
compartimentados,2 haciendo posible que nuevas sociabilidades se configuren dentro de esos espacios. De
este modo, la estructuración del espacio urbano no sólo refleja, sino que también determina esas
sociabilidades emergentes. Los espacios libres en la calle, antes usados para que los niños y jóvenes jugasen,
ahora se encuentran ocupados por los autos, parados o en movimiento. La calle pierde así el lugar donde la
expresión colectiva de lo lúdico -a través de los juegos entre los niños- encontraba refugio. Era también el
lugar, más allá del foro privado del hogar, donde niños y jóvenes eran reconocidos por otros adultos, por los
comerciantes locales, por los ociosos habituales, y los habitantes del barrio que estaban por allí haciendo
compras. El niño y el adolescente, expulsados de la calle, principalmente en los barrios centrales de las
grandes ciudades, se van a restringir a espacios cerrados para convivir con sus amigos y, tal vez, algunos
pocos adultos. En estos espacios cerrados, cambia, también, la naturaleza de un juego del niño.
Parece razonable decir que el peso atribuido a la actividad de ver TV, está relacionado con la reducción de
oportunidades de juego al aire libre, que hoy ya no son posibles para la mayoría de niños y adolescentes que
viven en las grandes ciudades. Ver TV implica insertarse en otras redes simbólicas de subordinación cultural.
Así, compitiendo con la "autoridad" y la "experiencia" paterna y materna, la "nueva" pedagogía de los medios
de comunicación de masas entra en el hogar. Sin embargo, la relación entre el niño y los medios masivos se
distancia del modelo pedagógico de educación familiar, el que “recuerda” siempre al niño y al joven su
posición estructural de sumisión. Los mass media pedagogizan, pero no apelando a la autoridad y la tradición,
sino apelando al consumo y a la fascinación de la mirada. De esta manera, los niños y adolescentes se
convierten en compañeros e interlocutores de los medios, y se establece así, con esta tutoría invisible, un tipo
de relación distinta de la configurada por la relación padre/madre e hijo/hija. Esta ocupación creciente del niño
por la TV, condición socio-histórico y cultural reciente, no sólo compite y cuestiona los modelos pedagógicos
vigentes de la familia y de la escuela: instaura nuevas percepciones y reconocimientos que el niño puede hacer
respecto de sí mismo, de los otros y del mundo que lo rodea.
Los conocimientos que hoy tenemos sobre el niño y el adolescente, en su mayoría establecidos por teorías
psicológicas y educacionales, reflejan las condiciones históricas y sociales de principio del siglo XX, que
dieron origen a estas nuevas teorías. 3 Tal contribución ha marcado el inicio de estudios, investigación y
consideraciones que se han producido sobre la infancia y adolescencia. Sin embargo, vemos que, al final del
siglo XX, otras demandas socio-culturales y otros cuestionamientos se han impuesto y urge producir nuevas
reflexiones. En este sentido, se ha producido una transformación en las determinaciones políticas, históricas y
culturales que condicionan la naturaleza de las cuestiones psicológicas sobre la infancia y la adolescencia.
Dentro de esta perspectiva, parece importante estar atentos a las señales de los nuevos tiempos en el que están
insertos niños y adolescentes, en otras condiciones de cultura e historia que producen una niñez y una
juventud diferente de las de principios del siglo XX.
En este libro, se pretende explorar de qué modos se producen hoy la infancia y la adolescencia, en las
condiciones de la cultura contemporánea.
Analizar la cultura contemporánea desde la perspectiva de cómo modela y produce la subjetividad del joven y
del adolescente no es tarea fácil. En primer lugar, porque es necesario preguntarse de modo diferente, o
atreverse a plantear otras cuestiones, tomando distancia de la manera en que se acostumbra entender a los
jóvenes y niños. A lo largo del siglo XX, se hizo un verdadero inventario de "quién es el niño" basado en lo
que puede hacer (y cómo), y en lo que todavía no puede realizar, en tanto relato legitimado por el argumento
universalizante del progreso/desarrollo/maduración de la trayectoria de cada sujeto humano. Como
problematización paradigmática, ésta todavía es la tradición hegemónica en el área de estudios sobre la
infancia. Pero lo inusitado de la cultura contemporánea nos coloca frente a una intensa y extensa
complejización de las condiciones de vida, de manera tal que se vuelven preponderantes otros relatos, cuyos
enfoques puedan dar cuenta de la multiplicidad y lo contradictorio de la experiencia humana en el final del
siglo. Por ejemplo, es común hoy observar a padres que se embelesan al ver a su hijito/a tratando con la
computadora, cuando muchas veces ellos mismos no saben hacerlo. La actitud de embeleso es a veces,
acompañada de una idealización: "los niños hoy en día son más inteligentes que los de mi época"… Sin
embargo, lo que parece estar en juego, antes incluso de verificar si los niños de hoy son más o menos algo
(inteligentes, capaces, etc.), es como el lugar social del niño y el adolescente de hoy ya no está sujeto a una
única posición -la de subordinación por su supuesta falta de saber o inexperiencia-, como lo fue durante
mucho tiempo en la historia de la infancia. Al contrario, el lugar social del niño de hoy lo coloca frente a
posiciones diversas y, a veces contradictorias; él es al mismo tiempo el que no sabe, y por eso mismo tiene
que ir a la escuela, y por otro lado, él sabe más que sus propios padres, cuando, por ejemplo, trata
excelentemente con la computadora y con otros gadgets de la tecnología contemporánea.
En segundo lugar, es difícil analizar la cultura contemporánea, porque nos faltan, muchas veces, conceptos y
nociones que puedan expresar la especificidad de la naturaleza de la experiencia en la contemporaneidad. Así,
este proceso dentro del ámbito científico es penoso y complicado, pero análogo a la necesidad con que cada
generación inventa códigos para poder decir lo que sienten y piensan. Por ello, el lenguaje y los conceptos
también tienen que ser "inventados" en la actividad científica. Sobre todo, pensando en la complejidad de la
experiencia contemporánea, se hace necesario, también, reconocer que la imposibilidad de describir y analizar
la experiencia desde la perspectiva de una sola área disciplinar del conocimiento. De esta forma, la
multidisciplinariedad sería el camino que se ha de seguir en el intento de comprender el mundo
contemporáneo que nos rodea, que también consiste en un aprendizaje, porque a lo largo de este siglo se
fortaleció principalmente las diferencias entre disciplinas y la distancia que mantenía separado y único.
Este libro constituye un esfuerzo para pensar la cuestión de la infancia y la adolescencia fuera de los límites
estrictos de una única área de conocimiento. Así, los artículos reunidos en este compendio transitan por áreas
constituidas disciplinariamente como, por ejemplo, la psicología, el psicoanálisis, la sociología que forman
parte del campo más general de las ciencias humanas y sociales. La perspectiva que anima a los artículos se
inserta en los estudios sobre la articulación entre la cultura contemporánea y la producción de la subjetividad,
donde la tradición teórica que inspiró las discusiones que dieron origen a este texto es la de la crítica a la
cultura, promovida principalmente por la Escuela de Frankfurt. Aun pensando que muchas de las
concepciones frankfurtianas pueden o deben ser cuestionadas, nos parece que los trabajos desarrollados en la
primera mitad del siglo por T. Adorno, Max Horkheimer, W. Benjamin, H. Marcuse, entre otros, todavía
guardan para nosotros una actualidad y un sentido extraordinarios.
El artículo “Una teoría de la infancia en la contemporaneidad” cuestiona las nociones de infancia y desarrollo
humano que fueron fundamento de la psicología científica a partir del inicio del siglo XX. Las demandas
creadas por el proceso de racionalización de las sociedades originaron condiciones propicias para un
determinado tipo de concepción de la infancia, que todavía hoy prevalece, pero está desactualizado frente a las
inusitadas condiciones de la realidad contemporánea. En el artículo “Consumo e infancia barbarizada:
¿elementos de la modernización brasileña?”, se analiza cómo el proceso de modernización de la sociedad
brasileña, junto con los avances del capitalismo de consumo, va a propiciar condiciones de producción de una
infancia no exactamente moderna, pero "barbarizada". El análisis de la cultura contemporánea es retomado;
mas adelante, en el ámbito de lo que el psicoanálisis puede aportar para entender el malestar contemporáneo.
En el artículo “Sublimación y cultura de consumo: notas sobre el malestar de la civilización”, García alude a
una cuestión fundamental: en la sociedad de consumo, ¿vivimos una forma de predominio de la civilización
en detrimento de la experiencia singular del sujeto? En este sentido, podríamos preguntarnos si la cultura del
consumo consiste en una forma de totalitarismo del fin del milenio. Luego, la contemporaneidad es analizada
desde perspectivas diversas.
En los artículos “Tiempo de lo instantáneo: la ahoridad”, “Estetización del cuerpo: identificación y
pertenencia en la contemporaneidad”, “La ciudad, el niño y el joven: ¿des-mapeo cognitivo o desarticulación
social?, y “Espacio urbano y transformaciones de la subjetividad del niño y del adolescente”, los autores se
dedican a temas específicos de la cultura contemporánea: el tiempo, el cuerpo y el espacio urbano. Así,
inmersos en una cultura en la que la velocidad y la obsolescencia de la experiencia se hacen presentes, donde
se hace anodino el arraigo a territorios definidos y conocidos se convierte en, niños y adolescentes buscan otra
forma de construcción de la identidad, donde el cuerpo aparece como fundamental dentro de la lógica
comunicativa e integrativa de la cultura de consumo contemporáneo. Por otro lado, las construcciones de
identidad contemporánea apuntan, también, en la dirección de radicalización de lo individual, donde el sujeto
apenas se reconoce en la apoteósica realización de los dictámenes de la cultura de consumo, dando lugar a
una disminución del malestar entre sujeto y cultura. Esta es la tesis presentada en el artículo de Darriba y
Castro, “Construcciones de la identidad y la búsqueda de la felicidad en la cultura de consumo”.
En “La infancia en tiempos de megabytes”, Belli analiza otro aspecto de lo cotidiano actual: la tecnificación y
cómo ésta se impone modelando las expectativas y los deseos, tanto de los niños, como sus padres.
Finalmente, “La infancia y el consumismo: resignificando la cultura” nos presenta una reflexión sobre la
infancia en tanto potencial de alteridad, aun inserta en los procesos homogeneizadores de la cultura
contemporánea.
Los artículos, en su conjunto, ejercen la crítica sobre la cultura contemporánea, sin que eso redunde en la
negativización radical de la cultura en la que todos nos forjamos. En este sentido, esta obra viene a intensificar
el debate actual sobre el estatuto de la crítica en la contemporaneidad.
Este libro es el resultado de las reflexiones y discusiones que se instalaron en el marco del proyecto de
investigación interinstitucional "Subjetividades contemporáneas: la infancia y la adolescencia en la cultura del
consumo". Varios grupos de niños y adolescentes fueron observados y entrevistados durante el proyecto. Se
pretendió obtener una diversidad socio-cultural de grupos de niños y adolescentes residentes en el municipio
de Río de Janeiro y municipios vecinos. Así, por ejemplo, quisimos incluir niños y adolescentes que: fuesen a
escuelas públicas, privadas, o estuviesen fuera de la red escolar; viviesen en la zona sur, zona norte, zona
oeste y Bajada Fluminense; viviesen con sus familias, en instituciones o en las calles. Dos instituciones
académicas trabajaron integradamente en este proyecto, con la conducción de dos investigadoras: la profesora
Lucía Rabello de Castro, que lidera el grupo que trabaja en el Instituto de Psicología de la Universidad Federal
de Rio de Janeiro, y la profesora Solange Jobim e Souza, que lidera el grupo que trabaja en el Departamento
de Psicología de la PUC-Río. Alumnos de grado y posgrado (maestría y doctorado) forman parte de los dos
grupos. Este compilado de artículos presenta básicamente el trabajo desarrollado en la UFRJ. Sin embargo, la
reflexión y la discusión conjuntas, que el trabajo interinstitucional posibilitó, ampliado sobremanera los
horizontes de lo que finalmente se desarrollo en esta obra. Por ello queremos agradecer a Solange Jobim e
Souza y para el grupo de PUC- Río, principalmente, Ana Beatriz Frischgesell, Adriana Cerdeira, Beatriz
Andreiuolo, Luciana Becker Sander, Luciana Lobo Miranda, María Celina Morais Pires, Maria Florentina A.
Camerini y Sandra Silva Marques, quienes fueron nuestros interlocutores. También agradecemos a la Prof.
Claudia Amorin García, quien actuó como consultora de este proyecto de investigación.
1 Estos estudios no son brasileños, sino principalmente norteamericanos e ingleses (Lawson & Ingleby 1974;
Abramovitch et al., 1980; Dunn & Kendrick, 1982; Dunn, 1983), pero supongo que la situación en Brasil no
debería ser diferente. Algunas evidencias indirectas proveen, por ejemplo, investigaciones que intentan dar
cuenta de los motivos de ingreso al jardín maternal (Belli, 1996), en ellas se demuestra que incluso para las
madres que no trabajan la convivencia de los niños con sus compañeros es valorizada hasta el punto de
volverse un objetivo educativo para el niño de preescolar.
2 Urie Brofenbrenner (1983), psicólogo norteamericano, señala al respecto que cada vez más la sociedad
tiende a segmentarse en estratos socio-etarios. Esto significa que la distribución de los bienes culturales,
materiales y simbólicos, así como el acceso a ellos, tiende a ser desigual según criterios de edad (más allá,
naturalmente, de otros como clase social, etnia), promoviendo así una distancia cada vez mayor entre estos
estratos, así como institucionalizando las desigualdades que surgen de ello.
4 La Escuela de Frankfurt (expresión que denomino a un movimiento de intelectuales –y después una teoría
social-, reunidos inicialmente en el Instituto para la Investigacion Social) fue fundada en esa ciudad alemana
en 1924. Entre sus representantes estaban Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, Walter Benjamin, Herbert
Marcuse, Leo Lowenthal. Su preocupación principal era la crítica radical frente a los grandes cambios
culturales y políticos del mundo moderno.