Federalismo y Relaciones Provinciales
Federalismo y Relaciones Provinciales
Federalismo y Relaciones Provinciales
EL ESTADO FEDERAL
Así decimos que el federalismo es aquella forma de Estado en la cual el poder se descen-
traliza territorialmente en entidades políticas autónomas e independientes una de otra, pero que
delegan la soberanía en un gobierno central. El Estado federal es el modo que adopta la subes-
tructura orgánica en relación con la forma de Estado. En tal sentido, el federalismo es el género
que califica todo el funcionamiento institucional del Estado, más allá de que en la realidad se
verifique o no el programa normativo.
Surge de nuestra Constitución Nacional que en su artículo primero afirma: “la Nación Ar-
gentina adopta para su Gobierno la forma Representativa, Republicana y Federal”.
Se opta entonces por un sistema Federal, donde cada Estado miembro es una entidad polí-
tica autónoma, es decir tiene el poder de darse su propia constitución y leyes, y elegir sus autori-
dades; distinto del sistema unitario donde serían meras divisiones administrativas.
Las provincias son los Estados miembros que integran nuestra federación.
Las provincias son las unidades autónomas e indestructibles que componen el Estado
(preámbulo), con capacidad de gobernarse según las normas establecidas por si mismas, confor-
me a las condiciones fundamentales determinadas en la C.N. (arts. 5 y 123), y con las atribucio-
nes que no han delegado al gobierno federal (art 121).
Son las unidades o los estados miembros que componen nuestra federación, y las existen-
tes en 1853 son anteriores al Estado federal. De su condición de entidades políticas preexistentes
a la organización constitucional surge la indestructibilidad de aquellas, que no pueden ser supri-
midas ni puede ser alterado su territorio sin el consentimiento de sus respectivas legislaturas (Art.
13, C.N.)
Así podemos decir que las provincias son las unidades políticas- iguales e indestructibles-
de la federación que se organizan autocéfala y autónomamente, de acuerdo con las atribuciones
establecidas en la Constitución Nacional.2
-Son unidades iguales: la igualdad surge de la representación uniforme que ostentan las provin-
cias en el Senado; sin embargo, la Constitución admite la posibilidad de la desigualdad de pode-
res provinciales si ellas se lo hubieran reservado por pactos especiales al tiempo de su incorpora-
ción; fue lo que aconteció con la Provincia de Buenos Aires, el 11 de noviembre de 1859, cuando
celebró con la Confederación Argentina el Pacto de San José de Flores (Art. 31 y 121 C.N.)
-Son autocefalas: eligen todos sus gobernantes y demás funcionarios de provincia sin interven-
ción del gobierno federal (art. 122).La intervención federal es un remedio de excepción y transi-
torio que solo tiene por fin garantizar la autocefalia provincial.
Elementos constitutivos
Los elementos constitutivos del Estado Provincial son Territorio, Población, y Poder. To-
do estado necesita para su nacimiento y evolución que se territorio se encuentre habitado por per-
sonas. Este conjunto de personas se denomina población, y es el elemento humano de los Esta-
dos.
1
Zarini, Juan Helio. Derecho constitucional-Ed. Astrea, Bs. As., 1999.
2
Quiroga Lavié, Humberto; Derecho Constitucional Argentino, Ed. Rubinzal-Culzoni, Bs. As., 2001
Las personas que conforman la población de nuestro país se llaman habitantes y se divi-
den en: argentinos (nativos o naturalizados) y extranjeros.
Bidart Campos define el poder como la capacidad, competencia o energía de que el Esta-
do dispone cumplir su fin. El poder es la potestad que tiene el Estado para regir la convivencia de
quienes residen en su territorio.
Definimos anteriormente a las provincia como unidades autónomas que conforman el Es-
tado federal, y previo analizar los efectos de dicha condición, es necesario distinguir en términos
generales los concepto de soberanía, autonomía y autarquía.
Gregorio Badeni1 afirma que el concepto de soberanía no es independiente, sino que alude
a una cualidad propia del poder estatal: supremo, ilimitado, absoluto, indivisible, perpetuo e im-
prescriptible. A una cualidad sin cuya existencia, con todas las características atribuidas, no es
posible verificar la presencia de un Estado. Si el poder no es soberano, no habrá propiamente un
Estado sino alguna otra especie de organización global.
En síntesis el concepto de soberanía define y tipifica al poder del Estado como la superio-
ridad frente a todo otro poder social que se desenvuelve en el ámbito del Estado y que ejercen los
diversos grupos sociales que integran el elemento humano de la organización policía global. A
ello se añade la independencia de ese poder del Estado frente a cualquier voluntad externa de la
organización estatal. El poder soberano del Estado es independiente en el ámbito externo y su-
premo en el ámbito interno. Pero la titularidad de ese poder, en lo que atañe a su ejercicio, y por
imposición de la idea política dominante en la sociedad generada por el movimiento constitucio-
nalista, corresponde al grupo humano que integra el Estado, el cual lo hace en forma directa o por
medio de sus representantes que conformen el gobierno.
La autonomía es la potestad que tiene una entidad para dictar normas jurídicas de carácter
general, que son obligatorias e ineludibles en su ámbito jurisdiccional.
1
Badeni, Gregorio. Tratado de Derecho Constitucional, Tomo I. Ed. La Ley, Bs. As. 2006
Esa subordinación acarrea, necesariamente, que las normas jurídicas resultantes del ejer-
cicio del poder autónomo estén condicionadas, en orden a su validez, a su adecuación a las nor-
mas jurídicas provenientes del poder soberano.
Es derivada cuando su conformación obedece al ejercicio del poder soberano que delimita
su contenido y extensión, quedando facultado para introducirles las modificaciones que estime
pertinentes. Tal es la situación que presentan las regiones en un Estado unitario.
En esta relación con la soberanía, el poder autónomo es el poder propio de una entidad,
originario o derivado, para sancionar normas jurídicas y regirse por ellas, dentro de los límites
establecidos por el poder soberano. Ese poder lo entes autónomos para dictar sus propias normas
jurídicas no siempre se limita al ámbito legislativo propiamente dicho. Cuando se trata de una
autonomía originaria, también se extiende sobre un poder constituyente derivado, o de segundo
grado, que le permite, a dicha entidad, determinar la conformación y contenidos de su propia or-
ganización.
Así como la autonomía es un concepto que describe una realidad de envergadura política
inferior a la soberanía, la autarquía representa un fenómeno similar frente a la autonomía. Su je-
rarquía política es inferior al de la autonomía porque se limita a la potestad de administrarse a sí
mismo.
La Autonomía provincial
Las provincias, como entidades preexistentes a la ley suprema constituyeron el Estado fe-
deral (la República Argentina), para lo cual renunciaron a su soberanía, delegando una porción
definida de sus poderes. Siguieron existiendo como entidades políticas autónomas, reservándose
el remanente de dichos poderes como integrantes del Estado federal.
Por eso nuestra C.N. establece un reparto o distribución de competencias entre gobierno
federal (nacional) y los gobiernos provinciales (locales), que se ajusta a lo preceptuado por el art.
121 de la ley suprema “Las provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitución
al Gobierno Federal, y el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo de
su incorporación”, según la cual las provincias conservan todo el poder no delegado por esta
constitución al gobierno federal.
Los Estados miembros son solo autónomos, lo que significa que las provincias eligen sus
autoridades y crean su propio derecho, esto ultimo con ciertas limitaciones. Nuestras provincias
no pueden separarse unilateralmente de la federación (carecen de derecho de secesión), ni anular
por su propia voluntad las decisiones tomadas por los órganos del gobierno federal (carecen de
derecho de nulificación).
Dijimos que como entidades autónomas, las provincias se dan sus propias institucio-
nes locales. Al respecto la Constitución Nacional establece: Art. 5º.- “Cada provincia dictará
para sí una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo con los prin-
cipios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional; y que asegure su administra-
ción de justicia, su régimen municipal, y la educación primaria. Bajo de estas condiciones el
Gobierno federal, garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus instituciones” y Artícu-
lo 123.- “Cada provincia dicta su propia constitución, conforme a lo dispuesto por el art. 5°
asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden institucio-
nal, político, administrativo, económico y financiero”.Y se rigen por ellas según Artículo
122.- “Se dan sus propias instituciones locales y se rigen por ellas. Eligen sus gobernadores,
sus legisladores y demás funcionarios de provincia, sin intervención del Gobierno Federal”.
Crean su propio derecho marco de la supremacía federal Articulo 31.- “Esta Consti-
tución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados
con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada pro-
vincia están obligadas a conformarse a ellas, no obstante cualquiera disposición en contrario
que contengan las leyes o constituciones provinciales, salvo para la provincia de Buenos Ai-
res, los tratados ratificados después del Pacto de 11 de noviembre de 1859”.
La autonomía no puede ser restringida por el Estado federal, salvo que su ejercicio afecte
a la supremacía de la Constitución Nacional, cuyo caso procederá la intervención federal en los
términos del Artículo 6º CN o la declaración de inconstitucionalidad por los jueces. La Corte ha
sostenido que el Estado federal no controla la validez de una constitución provincial, ni la validez
de los actos provinciales cuando actúa como poder público, ni el acierto o conveniencia con que
las
Este reparto de competencias, si bien por un lado busca el equilibrio coordinado con una
adecuada participación y respeto de las autonomías, significa también una manera de limitarse
mutuamente en le marco de las facultades que los órdenes se reservan, implicando en este sentido
un impedimento o una inhibida participación de un orden en le ámbito del otro y viceversa.
Es mediante la relación de coordinación que se deslinda las competencias propias del Es-
tado Federal y del las Provincias. Para ello el derecho comparado sigue distintos sistemas:
El Articulo 121 de nuestra Constitución establece que, “ Las provincias conservan todo
el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno Federal, y el que expresamente se hayan
reservado por pactos especiales el tiempo de su incorporación”. De este modo vemos que el sis-
tema adoptado es el primero.
Haciendo una interpretación de éste artículo se entiende que la delegación del poder es
hecha por las Provincias “a través” de la Constitución, como instrumento originario de formación
y estructura de la Federación. En opinión de Alberdi, esta delegación surge “de la necesidad que
tienen las Provincias de formar y componer un solo estado para el gobierno y administración de
ciertos objetos y ramos que no podrían conducir aislada y parcialmente sino con daño y menos-
cabo de cada una”.1
1
Alberdi, Juan Bautista, “Elementos de Derecho Público y Provincial” Página 15.
Cabe recordar que si bien estos poderes son “solamente” los delegados, en su ámbito, son
supremos (Art.31 CN), es decir que las diversas facultades que competen a la Nación según el
texto constitucional son, en la medida en que su ejercicio surja de éste, supremas respecto de los
órdenes provinciales. Esta calidad de por sí redimensiona las facultades delegadas o limitadas.
En lo que se refiere al Gobierno Interno, el Estado Nacional tiene las siguientes faculta-
des:
En materia de hacienda:
Provee a los gastos de la Nación con los fondos del tesoro nacional (art.4).
Legisla sobre los derechos de exportación e importación (art. 75 inc.1).
Contrae empréstitos (art. 75 inc.4).
Establece un banco federal (art.5 inc.6).
Arregla el pago de la deuda interior y exterior (art. 75 inc.7).
Fija su presupuesto (art.75 inc.8).
Otorga subsidios a las provincias (art. 75 inc.9).
En materia de Justicia:
El articulo 75 Inc. 32 de la CN establece que el Congreso puede hacer todas las leyes y
reglamentos que sean convenientes para poner en ejercicio los poderes mencionados en los distin-
tos incisos del mismo articulo, y todos los otros poderes concedidos por la Constitución al Go-
bierno de la Nación Argentina. Nos encontramos frente a los llamados poderes implícitos del
Gobierno Nacional.
Sucede que la Nación además de los poderes delegados, tiene atribuciones para poner en
ejercicio éstos, con lo que ensancha la esfera de su competencia, desdibujándose la línea que
marca lo que pertenece a la Nación y a las provincias.
No se trata de una nueva fuente de poder frente al margen del texto constitucional, sino de
los instrumentos necesarios para alcanzar los objetivos genéricos propuestos en éste. Cualquier
facultad específica,”lleva consigo el reconocimiento de la facultad incidental de elegir medios o
instrumentos para hacer efectivas esas tareas”.
Respecto al tema la Corte dijo: “que esta cláusula no acuerda ningún poder que no estu-
viera ya acordado por otras normas de la Constitución y sólo tiene por objeto resolver cualquier
duda respecto a la autoridad del Congreso de elegir medios” (fallos 108-24, 121-205).
Dado que en principio, el art. 121 CN establece la regla que lo delegado es Nacional y lo
reservado de las Provincias, éstos últimos poderes no esta enumerados en forma detallada en la
Constitución. Son los que hacen a su autonomía en su doble dimensión económica y política.
Ahora bien, los poderes inherentes a cada uno de los órdenes de gobierno son consecuen-
temente prohibidos al otro.
El articulo 126 específica detallada y concretamente las atribuciones cuyo ejercicio veda
a las provincias. Así no pueden:
Facultades concurrentes:
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Según expuso la CSJN en fallo 137:212, considerando 5º: “Son las realizables tanto por la
Nación como por las Provincias y constituyen en nuestro caso una gran fuente de donde habrá de
nutrirse la relación federal”.
El ejercicio de los poderes concurrentes supone la cooperación entre los dos órdenes de
gobierno, ya que éstas atribuciones “puestas exclusivamente en manos del Gobierno de la Nación
son un peligro para el régimen federal, más bien se estaría estimulando al unitarismo”.
1) Sostiene que la competencia Federal es la que debe imponerse en virtud del artículo 31
de la Constitución, que establece la supremacía Constitucional.
2) Sostiene que se debe priorizar el interés general, así, siempre que exista una contradic-
ción, efectiva e indisoluble, no debe ceder aquel poder que ostente una clara y real finalidad de
bienestar general. Diciendo que la propia Constitución al establecer la inalteridad de sus princi-
pios, derechos y garantías hacer prevalecer la razonabilidad, que sin dudas se debe anteponer a
cualquier resolución que decididamente pueda priorizar del orden federal.
En el caso concreto quien decide es el Poder Judicial, a través de la Corte Suprema de Jus-
ticia de la Nación, que en más de una oportunidad se inclinó a favor de una u otra postura según
podemos observar en los siguientes fallos:
A favor de la primera:
Fallo 239:343 “Sociedad Anónima Jiménez Vargas Hnos. c/ Provincia de Mendoza” dijo
la Corte: “ para que resulte incompatible el ejercicio de los dos poderes, no es bastante que el uno
sea el de crear o proteger y el otro de imponer o destituir…, sino que es menester que haya re-
pugnancia efectiva entre esas facultades al ejercitarse …, en cuyo caso y siempre que la atribu-
ción se haya ejercitado por la autoridad nacional dentro de la Constitución , prevalecerá el pre-
cepto federal por su carácter de ley suprema”.
A favor de la segunda:
Fallo 263-437, dijo la Corte: “Es cierto que en tanto los poderes de las provincias son ori-
ginarios e indefinidos, los delegados al Nación son definidos,…estos últimos no han de conside-
rarse muñidos de todos los medios y posibilidad de instrumentación indispensables para la con-
secución de los fines para los cuales se instituyeron tales poderes, en tanto éstos se usen conforme
a los principios de su institución. De no ser así, aquellos poderes resultarían ilusorios y condena-
dos al fracaso por las mismas provincias que los otorgaron. De aquí que las supra mencionadas
facultades provinciales no pueden amparar una conducta que interfiera en la satisfacción de un
interés público nacional, ni justifiquen la prescindencia de la solidaridad requerida por el destino
común de la nación toda.
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Estas facultades son idénticas a las que surgen del artículo 75 Inc. 18, toda vez que al dis-
poner que se debe proveer al progreso de la ilustración, a lo conducente, a la prosperidad del país
y al adelanto y bienestar de todas las provincias, por su parte el inciso 19 introduce otros aspectos
como ser, el progreso económico, desarrollo humano y la generación de empleo, educación y
ciencia. Conformando con todo ello un marco de concurrencias.
Artículo 41 CN, que se refiere a la protección del medio ambiente y del pa-
trimonio natural y cultural, donde ala Nación le corresponde dictar los presupuestos
mínimos de protección y a las Provincias, dictar normas complementarias.
Art. 42 CN, es el que se presenta con respecto a la protección y defensa de
usuarios y consumidores. En este caso, la Nación deberá mediante la legislación esta-
blecer “…procedimientos eficaces para la prevención y solución de conflictos y los
marcos regulatorios de los servicios públicos de competencia nacional, previendo la
necesaria participación de las asociaciones de consumidores y de usuarios y de las
provincias interesadas, en los organismos de control”.Es decir, que esta facultad na-
cional se vuelve de ejercicio concurrente por voluntad de las provincias, toda vez q és-
tas podrán participar de los organismos de control, si están interesadas.
Las atribuciones legislativas relativas a la identidad y derechos de los pue-
blos indígenas (Art. 75 inc. 17).
Imponer contribuciones indirectas. ( Art. 75 inc. 2 )
Facultades Compartidas:
Esta terminología viene del hecho de que se necesita la presencia de los dos centros de
poder para concretar el ejercicio efectivo de la atribución de que se trate. Estas facultades no de-
ben confundirse con las concurrentes, por que las compartidas reclaman para su ejercicio una
doble decisión integratoria: del Estado Federal y de cada provincia participante.
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