Hasta Cuando Con Los 5 Sentidos

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¿Hasta cuándo con los cinco sentidos?

Hace como un mes llegó a mi casa un libro que inspiró la


escritura de este artículo. El libro, dirigido a niños y niñas,
se titula ¨Cinco sentidos son¨ y como ustedes podrán
preveer habla de los cinco sentidos, para que los más
pequeños vayan integrando los canales sensoriales que
los comunican con el mundo. Así, en palabras simples y
mediante imágenes explicativas, los niños comprenden
que hay partes de su cuerpo que les permiten conectarse
con el mundo. La pregunta es sencilla ¿Son realmente cinco nuestros sentidos?

Me parece importante destacar que encuentro fascinante que desde pequeños


nos vayamos relacionando con nuestro cuerpo, entendiendo que hay canales que
son un puente hacia el mundo… millones de receptores ubicados en los ojos,
oídos, papilas gustativas, piel y nariz, ávidos de información por transducir…
millones de ondas físicas y químicas que finalmente se convertirán en el lenguaje
de nuestro sistema nervioso: potenciales de acción que viajan de neurona en
neurona en redes sincronizadas que de manera asombrosa se traducen en
consciencia ¡Qué rico el sabor de este helado! ¡Qué intenso ese olor! ¡Ráscame la
espalda por favor! Ahhhh! qué delicia!

No obstante, y he aquí mi queja formal y profunda, me parece inaudito que desde


hace tanto tiempo sólo se hable de los cinco sentidos como si fueran los únicos
canales sensoriales que poseemos. Es más, mucha gente habla del sexto sentido
como la intuición. Y esto es complejo, porque nos estamos quedando con la mitad
de la foto desde pequeños, puesto que fuera de esta imagen se quedan los
puentes hacia el propio cuerpo que son, el sentido propioceptivo y el sentido
vestibular ¿Será que el hecho de que tengan nombres tan raros los ha hecho
quedar marginados de las narrativas infantiles? o es que la atención está tan
puesta en lo externo que hemos perdido de vista lo interno.

Lo complejo es que no sólo a los niños y niñas se les omiten estos sentidos a
través de los libros, son muchos los adultos que aún no están familiarizados con
estos canales sensoriales. En mi caso, me enteré de ellos en la universidad y
cuando comencé a estudiarlos ¡aluciné!. Muchas veces me tocó presentarlos a
distintas audiencias y particular sorpresa me causó que incluso en audiencias de
educadores, para algunos estos sentidos seguían siendo un enigma. Lo sé,
tenemos el mal hábito de esperar que los profesores sean maestros de todas las
artes, pero ¿No es el estudio del cuerpo un tópico fundamental para quienes se
formen en educar seres humanos? ¿O también les corresponde la imagen
cortada?

Estos sentidos, el vestibular y el propioceptivo, son los sistemas sensoriales que


nos relacionan con nuestro cuerpo vivo en el espacio (al especificar vivo me
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refiero al cuerpo en movimiento) y junto al sentido del tacto son, a diferencia de los
otros sentidos, sistemas sensoriales que no pueden estar ausentes en un 100%,
es decir todos y cada uno de los seres humanos procesa día a día ingentes
cantidades de estímulos propioceptivos y vestibulares. Claramente no todos
procesamos la información de la misma forma e incluso hay quienes requieren
apoyo para modular estos input sensoriales (de ahí los trastornos de
procesamiento sensorial) pero ciertamente, no podemos tener ceguera
propioceptiva o vestibular. A diferencia de los otros sentidos que sí pueden estar
ausentes, son los casos de la ceguera, anosmia, ageusia o sordera.

Veamos entonces, qué hay en esta caja de pandora, cuáles son los sentidos que
hemos estado excluyendo todo este tiempo.

El sentido propioceptivo, recibe y procesa la información


referente a la longitud y tensión de todos y cada uno de los
músculos de nuestro cuerpo (¡Uau!) y también la
compresión o distensión en las articulaciones. Es decir,
cada vez que movemos un pie los receptores
propioceptivos le están informando al sistema nervioso
central qué sucede con nuestras extremidades (brazos y
piernas) y el tronco. Esto nos permite tener consciencia de nuestro cuerpo en el
espacio. Es gracias a estos complejos receptores que cuando tenemos los ojos
cerrados sabemos perfectamente en qué posición están nuestros brazos, nuestras
piernas, etc. Así, somos conscientes que somos cuerpo, que habitamos espacio
en el espacio.

También podemos mapear ese espacio para relacionarnos efectivamente con él,
de esta manera podemos saber cuánto tenemos que agacharnos para pasar por
una puerta pequeña, o cuánto estirar el brazo para tomar un vaso, esto gracias a
que esta información procesada en conjunto con información visual nos permite
desarrollar lo que se conoce como esquema corporal: una representación cerebral
de nuestro cuerpo en el espacio.

No está demás mencionar que existe un flujo dinámico de información, por una
parte la información propioceptiva viaja por vías que se dirigen al Sistema
Nervioso Central nutriendo y permitiendo la formación del esquema corporal entre
otros, pero también ésta información almacenada le servirá al individuo para idear
y planear estrategias motoras como sustrato sensorial. Esto, nos permite
hipotetizar que aquel que tenga más experiencias sensoriales y motoras, nutrirá
con mayor complejidad su esquema corporal y tendrá, como consecuencia, mayor
posibilidad de experimentar con su cuerpo, puesto que tendrá una mejor conexión
con éste y el espacio que él habita. Por ello, podríamos educir que no será lo
mismo que un niño pequeño pase sus primeros años entre el coche, la silla nido y
el andador… a que pase sus primeros años descubriendo su cuerpo a través del
movimiento intencionado, explorando el mundo desde el suelo. Las consecuencias
probables no sólo se traducen en un repertorio motor más amplio, sino también en
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las relaciones espaciales coordinadas que luego serán necesarias por ejemplo,
para la lectoescritura.
Por otra parte, el sentido vestibular, sistema
sensorial ubicado en el oído interno, va a
nutrir al Sistema Nervioso Central con
información referente a los movimientos de la
cabeza en el espacio y su relación con la
gravedad. Sus receptores, de bellísima
complejidad, le informan al sistema nervioso
central de las aceleraciones y movimientos
de la cabeza en los distintos planos de
movimiento. Este sistema sensorial está
implicado en varios reflejos que permiten la
orientación de la cabeza y cuello en el espacio, así como una vía eferente (que
sale de ahí) y activa la musculatura antigravitatoria, es decir, los músculos que nos
permiten mantener nuestro cuerpo contra la gravedad, estos músculos se ubican
principalmente (pero no exclusivamente) en la cara posterior de nuestro cuerpo,
por ende, el sentido vestibular está muy conectado con la postura, la postura que
nos permite por ejemplo, mantener la cabeza fija para observar el pizarrón cuando
estamos sentados, permitiendo mantener la atención.

Ahora bien, el mundo y la información que nos rodea nos invita a conectarnos
siempre con lo externo y enfocarnos esos canales de comunicación… los ojos y
oídos como reyes de la fiesta. El artículo de hoy buscar cambiar el foco de esa
atención a conectarnos con el cuerpo mismo y dejar descansar los, muchas veces
sobre estimulados, cinco sentidos.

Ojalá pudiéramos cambiar ese foco de atención también en la educación


preescolar y escolar, evitando que las salas donde los más pequeños pasan gran
parte del día parezcan circos de estimulación visual y nos atrevamos a sacar esas
sillas pequeñas que esclavizan los cuerpos de nuestros niños y niñas para
promover el movimiento, la danza y el juego sensoriomotor, es por ello que se
vuelve urgente fomentar los espacios dedicados al juego al interior de jardines,
escuelas y plazas públicas. Somos cuerpo ante todo. Nuestro cuerpo se nutre del
movimiento con sentido, con intención. En relación a ello, comparto
profundamente lo planteado hace más de 50 años por Moshe Feldenkrais
¨Aprender el movimiento de manera fácil y graciosa: es más importante de lo que
se piensa¨ Ese aprendizaje necesita de adultos conscientes para manifestarse,
necesita tiempo y necesita espacios… necesita que nosotros mismos, los
¨grandes¨, nos reconectemos con nuestros cuerpos, quizás por ahí está la clave.

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