DPyC 7 - Agosto 2020
DPyC 7 - Agosto 2020
DPyC 7 - Agosto 2020
REVISTA DE
DERECHO PENAL
DERECHO PENAL
Y CRIMINOLOGÍA
CRIMINOLOGÍA
rs
DELITOS ECONÓMICOS • CONTRAVENCIONAL •
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES • PROCESAL
PENAL • EJECUCIÓN DE LA PENA
te
DIRECTOR: Año X | Número 7 | Agosto 2020
eu
EUGENIO RAÚL ZAFFARONI
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Th
ISSN: 0034-7914
ISSN: 0034-7914
rs
ISSN: 0034-7914
RNPI: En trámite
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Todos los derechos reservados
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© La Ley S.A. Editora e Impresora
Nota de la Dirección: Las opiniones vertidas en los comentarios firmados son privativas de quienes las emiten.
Se terminó de imprimir en la 1ra. quincena de agosto de 2020, en los talleres gráficos de La Ley S.A.E. e I.,
Bernardino Rivadavia 130, Avellaneda - Provincia de Buenos Aires, República Argentina
REVISTA DE
DPyC
DERECHO PENAL
Y CRIMINOLOGÍA
DELITOS ECONÓMICOS • CONTRAVENCIONAL •
rs
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES • PROCESAL
PENAL • EJECUCIÓN DE LA PENA
te
Director:
eu
EUGENIO RAÚL ZAFFARONI Año X | Número 7 | Agosto 2020
R
n
so
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Th
DIRECTOR David Baigún (Argentina 1926-2015)
Eugenio Raúl Zaffaroni Nilo Batista (Brasil)
Roberto Bergalli (Argentina)
ÁREA PROCESAL Jorge de la Rúa (Argentina 1942-2015)
Miguel Á. Almeyra
Edgardo Alberto Donna (Argentina)
COORDINADORES Luigi Ferrajoli (Italia)
Matías Bailone José Luis Guzmán Dalbora (Chile)
rs
Gabriel Ignacio Anitua Julio B. J. Maier (Argentina)
Sergio Moccia (Italia)
EDITOR RESPONSABLE Francisco Muñoz Conde (España)
Francisco J. Crocioni
te
Esteban Righi (Argentina)
Gladys Romero (Argentina, 1933-2014)
COMITÉ ACADÉMICO
Eduardo Aguirre Obarrio (Argentina, 1923-2011) Norberto Spolansky (Argentina)
Carlos Julio Lascano (Argentina) Juarez Tavares (Brasil)
eu
Lola Aniyar de Castro (Venezuela) John Vervaele (Holanda)
Luis Arroyo Zapatero (España) José Sáez Capel (España)
COMITÉ DE REDACCIÓN
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Gabriel Ignacio Ananitua Juan Manuel Lezcano
Fernando Arnedo Manuel Maroto Calatayud
Javier Baños Juliana Oliva
n
Ricardo Basílico Lorena Padovan
Verónica Bilczyk Jorge Paladines Rodríguez
Marcela Paura
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Marcelo Riquert
Carlos Chiara Díaz
Guido Risso
Melina de Bairos Moura
Cristina Sánchez Henríquez
Javier de Luca
Máximo Sozzo
Horacio Dias Pablo Tello
Matías Eidem Valeria Vegh Weis
Daniel Erbetta
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CON EL AUSPICIO DE
ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA DE DERECHO PENAL Y CRIMINOLOGÍA (ALPEC)
DIRECCIÓN ACADÉMICA
Mónica Pinto
COMITÉ HONORARIO
Agustín Gordillo Cecilia Grosman José Tobías
Aída Kemelmajer Eugenio Bulygin Julio C. Rivera
Alberto J. Bueres Eugenio R. Zaffaroni Nelly Minyersky
Carlos Etala Héctor Alegria Noemí Lidia Nicolau
rs
COMITÉ ACADÉMICO
te
Carlos F. Balbín Carlos Arianna Rafael Mariano Manóvil
Fernando R. García Luis Ugarte Horacio Roitman
Pullés Adriana Wagmaister
Ernesto A. Marcer Filosofía
eu
Guido Santiago Tawil Civil Ricardo Guibourg
Carlos Hernández Rodolfo Vigo
Constitucional Sebastián Picasso
Alberto B. Bianchi Derechos Humanos
Sandra Wierzba Laura Giosa
Roberto Gargarella
Diego Zentner
María Angélica Gelli
R Roberto Saba
Juan V. Sola Penal Ambiental
Internacional Privado Mary Beloff Néstor Cafferatta
María Susana Najurieta Alberto Edgardo Donna Leila Devia
n
Alfredo Mario Soto Daniel Pastor Silvia Nonna
María Elsa Uzal Laboral
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COMITÉ EDITORIAL
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Paula María All Pablo Heredia José Esaín
Nieve Rubaja Lorena Schneider
Luciana Scotti Pamela Tolosa
te
Filosofía
Marcelo Alegre
Claudio Eduardo
eu
Martyniuk
Renato Rabbi-Baldi
Cabanillas
R
Director Editorial Editores
Fulvio G. Santarelli Nicolás R. Acerbi Valderrama
Florencia Candia
n
Jefa de Redacción Elia Reátegui Hehn
Yamila Cagliero Marlene Slattery
so
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ÍNDICE
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te
IN MEMORIAM
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Doctrina
Roque de Brito Alves (1926-2020)
Eugenio Raúl Zaffaroni..................................................................................................................... 5
R
DEBATE JURISPRUDENCIAL
Jurisprudencia
n
JUICIO POR JURADOS
Requisito de unanimidad del jurado. Decisión condenatoria. Stare Decisis. Nulidad del precedente.
so
Disidencia................................................................................................................................................. 11
Doctrina
Mayoría fracturada y precedente horizontal
Santiago Legarre............................................................................................................................... 53
O direito fundamental ao julgamento pelo tribunal do júri no Brasil e o caso Ramos vs. Louisiana
Carlos Eduardo Adriano Japiassú - Ana Lúcia Tavares Ferreira...................................................... 66
rs
“Ramos c. Louisiana” y “Canales c. Neuquén”, ¿mayoría o unanimidad?
Santiago Plou.................................................................................................................................... 128
te
“Canales c. Ramos”: sobre la unanimidad como requisito para la decisión del jurado
Patricio B. Esteban............................................................................................................................ 140
eu
Emmanuel A. Granger....................................................................................................................... 151
El veredicto del jurado debe ser unánime. A propósito del caso “Evangelisto Ramos c. Louisiana”
Yanina Di Blasio................................................................................................................................. 197
n
La exigencia de unanimidad en el juicio por jurado para sentencias condenatorias. Una discusión
so
PROCESAL PENAL
om
Doctrina
Las conductas delictivas que se desprenden del COVID-19 y la competencia de la justicia federal
para entenderlas
Raúl A. Roust..................................................................................................................................... 223
Th
BIBLIOGRAFÍA
Doctrina
Confirmación de la norma y equilibrio en la identidad: sobre la legitimación de la pena estatal
Leandro E. R. Massari........................................................................................................................ 239
Prólogo
Gonzalo Hoyl Moreno........................................................................................................................ 243
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IN MEMORIAM
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te
Doctrina
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te
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Roque de Brito Alves (1926-2020)
Eugenio Raúl Zaffaroni (*)
rs
Falleció Roque de Brito Alves, profesor de de- Aspectos da Nova Parte Geral do Código Penal
recho penal —podemos decir que histórico— Brasileiro (“Boletim”, Universidade de Coim-
de la Universidad Federal de Pernambuco. El bra, 1986); La Responsabilité Pénale des Person-
colega Fernando Alves —que me hizo el favor de nes Morales. Comunication pour le 54ème Cours
te
recordarme algunos de los datos biográficos de International de Criminologie; Constitution and
Roque— me cuenta que, víctima del COVID-19, Criminal Law; Some remarks on the new Brasi-
nos dejó en una mañana soleada el día 13 de ju- lian Penal Law on domestic and familial violen-
nio, día de San Antonio, en que en el nordeste se ce against woman; Contemporary criminality in
eu
conmemoran los festejos juninos, con comidas Brazil (todas conferencias pronunciadas en el
típicas, fogatas y fuegos de artificio, como verda- “Max-Planck-Institut für ausländisches und in-
dera celebración de ese santo y de Juan y Pedro. ternacionales Strafrecht” de Freiburg im Breis-
Se marchó, pues, en día de fiesta. gau, entre 1998 y 2006); etc.
Roque nos lega una importantísima obra es- Roque fue, nada menos que durante cuarenta
crita, producto de un trabajo infatigable de años, defensor público en la capital de su Esta-
investigador y jurista, siempre atento a los mo- do, en la ciudad de Recife, a la que tanto amaba,
vimientos y cambios doctrinarios, permanen- destacándose en esa función principalmente en
temente actualizado e informado. Aquí quedan juicios por jurado, actividad forense que, dadas
om
sus libros: Direito Penal, Parte Geral (8ª ed., Re- las características de estos juicios en Brasil, re-
cife, 2015), Crimes contra a vida (Recife, 2006), quiere dotes particulares que no le faltaban y
Conferências Pronunciadas na Europa (Recife, que trasladaba también a sus intervenciones
2004), Dos Indícios no Processo Penal (Foren- académicas.
se, Rio, 2003), Ciúme e Crime. Crime e Loucura
(Forense, Rio, 2001), Ciência Criminal (Forense, Tuvo la suerte de vivir lo suficiente como para
Rio, 1998), Criminologia (Forense, Rio, 1986), que en sus últimos años se valorasen sus méri-
tos, haciéndolo objeto de numerosos recono-
Th
Advogados do Brasil (por iguales méritos en el síntesis, al servicio de una minoría privilegiada
cincuentenario del golpe de 1964); y muchos del poder económico en perjuicio de los dere-
otros. chos fundamentales del pueblo, de una mayoría
oprimida, debiendo tutelar la dignidad huma-
Hombre de pluma y palabra elegante y de in- na y los valores o bienes jurídicos individuales
quietudes varias, ocupó un sitial en la Academia y sociales. En el Estado constitucional y demo-
Pernambucana de Letras desde 2010, y también crático de derecho, el derecho penal debe ser el
rs
formó parte del Instituto Histórico, Arqueológi- ejemplo mayor y más vivo de que nadie, por más
co e Geográfico Pernambucano, del Instituto dos poderoso que sea, está por sobre la ley y, como
Advogados de Pernambuco y de la Academia de principio mayor, debe garantizar la libertad del
Letras Jurídicas. ciudadano ante el poder punitivo del Estado”.
te
En su última obra —en momentos muy par- Además de todos los méritos que adornaban
ticulares y nada felices de su país— escribió lo su personalidad académica, Roque de Brito
siguiente: “El derecho penal nunca debe ser Alves era, ante todo, una persona singular en el
usado como instrumento o medio político de trato, elegante, amable, bien dispuesto, de una
eu
represión al servicio de una clase dominante, honestidad intelectual y ética absoluta y, por so-
en favor de un grupo que tiene el poder polí- bre todo, un gran y buen amigo incondicional
tico para el mantenimiento de su estatus o, en
R de casi cuatro décadas.
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so
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R Jurisprudencia
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JUICIO POR JURADOS (*) 7. — Es dable decir, dentro de las interpretaciones
posibles de la Sexta Enmienda, que incluye una
Requisito de unanimidad del jurado. Decisión con- protección contra veredictos de culpabilidad
denatoria. Stare Decisis. Nulidad del precedente. no unánimes (voto del Juez Thomas).
Disidencia.
8. — “Apodaca v. Oregon” (406 U.S. 404, 1972), es un
1. — El derecho de la Sexta Enmienda a un juicio precedente y si la Suprema Corte de los Estados
Unidos desea anularlo, debe explicar porque la
rs
por jurado, incorporado por la Decimocuar-
ta Enmienda, requiere un veredicto unánime nulidad es consistente con la doctrina del stare
para condenar a un acusado por delitos graves decisis (voto disidente de los Jueces Alito Ro-
(serious offense). berts y Kagan).
te
2. — El texto y la estructura de la Constitución cla- SC Estados Unidos, 20/04/2020. - RAMOS c. LOUI-
ramente sugiere que el término “Juicio por un SIANA.
jurado imparcial” tiene significado sobre el
contenido y requisitos de este proceso, y uno de [Cita on line: US/JUR/1/2020]
ellos es la unanimidad.
eu
Ramos v. Louisiana
3. — Cuando el poder del Estado para privar de liber-
Certiorari to the court of appeal of Louisiana, fourth
tar a un imputado descansa sobre una errónea
circuit
interpretación del derecho a un Juicio por Jura-
dos, la Suprema Corte de los Estados Unidos no
No. 18-5924. Argued October 7, 2019-Decided April
debería dudar en reconsiderar sus precedentes
20, 2020
(voto de la Jueza Sotomayor).
R
In 48 States and federal court, a single juror’s vote
4. — La doctrina del stare decisis no significa que la
to acquit is enough to prevent a conviction. But two
Suprema Corte de los Estados Unidos nunca
States, Louisiana and Oregon, have long punished
deba anular precedentes erróneos, tal como
people based on 10-to-2 verdicts. In this case, peti-
es el caso del precedente “Apodaca v. Oregon”
n
tioner Evangelisto Ramos was convicted of a serious
(406 U.S. 404, 1972), donde se de-terminó que
crime in a Louisiana court by a 10-to-2 jury verdict.
la Sexta Enmienda crea un derecho a un vere-
Instead of the mistrial he would have received almost
dicto unánime solamente en juicios federales
so
decisión anterior; modificación de los hechos 2016-1199 (La. App. 4 Cir. 11/2/17), 231 So. 3d 44,
desde la decisión anterior; la viabilidad del pre- reversed.
cedente; los intereses de quienes se han basado
en el precedente; y el tiempo del precedente JUSTICE GORSUCH delivered the opinion of the
(voto del Juez Kavanaugh). Court with respect to Parts I, II-A, III, and IV-B-1,
concluding that the Sixth Amendment right to a jury
6. — La pregunta, en el caso, no es si la Constitución trial-as incorporated against the States by way of the
prohíbe los jurados no unánimes. La pregunta
Th
the Sixth Amendment was drafted and ratified. Pos- (d) Factors traditionally considered by the Court
tadoption treatises and 19th-century American legal when determining whether to preserve precedent
treatises confirm this understanding. This Court has on stare decisis grounds do not favor upholding Apo-
commented on the Sixth Amendment’s unanimity daca. See Franchise Tax Bd. of Cal. v. Hyatt, 587 U. S.
requirement no fewer than 13 times over more than __, __. Starting with the quality of Apodaca’s reaso-
120 years, see, e.g., Thompson v. Utah, 170 U. S. 343, ning, the plurality opinion and separate concurring
351; Patton v. United States, 281 U. S. 276, 288, and has opinion were gravely mistaken. And Apodaca sits
uneasily with 120 years of preceding case law. When
rs
also explained that the Sixth Amendment right to a
jury trial is incorporated against the States under the it comes to reliance interests, neither Louisiana nor
Fourteenth Amendment, Duncan v. Louisiana, 391 U. Oregon claims anything like the prospective econo-
S. 145, 148-150. Thus, if the jury trial right requires a mic, regulatory, or social disruption litigants seeking
unanimous verdict in federal court, it requires no less to preserve precedent usually invoke. The fact that
te
Louisiana and Oregon may need to retry defendants
in state court. Pp. 3-7.
convicted of felonies by nonunanimous verdicts who-
(b) Louisiana’s and Oregon’s unconventional sche- se cases are still pending on direct appeal will surely
impose a cost, but new rules of criminal procedure
mes were first confronted in Apodaca v. Oregon, 406
usually do, see, e.g., United States v. Booker, 543 U. S.
eu
U. S. 404, and Johnson v. Louisiana, 406 U. S. 356, in a
220, and prior convictions in only two States are po-
badly fractured set of opinions. A four-Justice plurali-
tentially affected here. Pp. 20-23.
ty, questioning whether unanimity serves an impor-
tant “function” in “contemporary society,” concluded JUSTICE GORSUCH, joined by JUSTICE GINS-
that unanimity’s costs outweighed its benefits. Apo- BURG and JUSTICE BREYER, concluded in Part IV-A
daca, 406 U. S., at 410. Four dissenting Justices recog- that Apodaca lacks precedential force. Treating that
R
nized that the Sixth Amendment requires unanimity,
and that the guarantee is fully applicable against the
case as precedential would require embracing the du-
bious proposition that a single Justice writing only for
States under the Fourteenth Amendment. The remai- himself has the authority to bind this Court to already
ning Justice, Justice Powell, adopted a “dual-track” rejected propositions. No prior case has made such a
incorporation approach. He agreed that the Sixth suggestion. Pp. 16-20.
Amendment requires unanimity but believed that the
n
Fourteenth Amendment does not render this guaran- JUSTICE GORSUCH, joined by JUSTICE GINS-
tee fully applicable against the States-even though the BURG, JUSTICE BREYER, and JUSTICE SOTOMA-
dual-track incorporation approach had been rejected YOR, concluded in Parts IV-B-2 and V that Louisiana’s
so
by the Court nearly a decade earlier, see Malloy v. Ho- and Oregon’s reliance interests in the security of their
gan, 378 U. S. 1, 10-11. Pp. 7-9. final criminal judgments do not favor upholding Apo-
daca. Worries that defendants whose appeals are al-
(c) The best Louisiana can suggest is that all of the ready complete might seek to challenge their nonu-
Court’s prior statements that the Sixth Amendment nanimous convictions through collateral review are
overstated. Cf. Teague v. Lane, 489 U. S. 288. Apodaca’s
om
and V, in which GINSBURG, BREYER, and SOTOMA- at a constitutional convention in 1898. According to
YOR, JJ., joined, and an opinion with respect to Part one committee chairman, the avowed purpose of
IV-A, in which GINSBURG and BREYER, JJ., joined. that convention was to “establish the supremacy of
SOTOMAYOR, J., filed an opinion concurring as to all the white race,” and the resulting document inclu-
but Part IV-A. KAVANAUGH, J., filed an opinion con- ded many of the trappings of the Jim Crow era: a poll
curring in part. THOMAS, J., filed an opinion concu- tax, a combined literacy and property ownership
rring in the judgment. ALITO, J., filed a dissenting opi- test, and a grandfather clause that in practice exemp-
nion, in which ROBERTS, C. J., joined, and in which ted white residents from the most onerous of these
rs
KAGAN, J., joined as to all but Part III-D. requirements (1).
NOTICE: This opinion is subject to formal revision Nor was it only the prospect of African-Americans vo-
before publication in the preliminary print of the Uni- ting that concerned the delegates. Just a week before the
te
ted States Reports. Readers are requested to notify the convention, the U. S. Senate passed a resolution calling
Reporter of Decisions, Supreme Court of the United for an investigation into whether Louisiana was systemi-
States, Washington, D. C. 20543, of any typographical cally excluding African-Americans from juries (2). See-
or other formal errors, in order that corrections may king to avoid unwanted national attention, and aware
be made before the preliminary print goes to press. that this Court would strike down any policy of overt
eu
discrimination against African-American jurors as a vio-
Opinion of the Court lation of the Fourteenth Amendment (3), the delegates
sought to undermine African-American participation on
Supreme Court of the United States juries in another way. With a careful eye on racial demo-
graphics, the convention delegates sculpted a “facially
No. 18-5924
race-neutral” rule permitting 10-to-2 verdicts in order
Evangelisto Ramos, Petitioner v. Louisiana
R “to ensure that African-American juror service would be
meaningless” (4).
On writ of certiorari to the court of appeal of Loui-
Adopted in the 1930s, Oregon’s rule permitting nonu-
siana, fourth circuit
nanimous verdicts can be similarly traced to the rise of
the Ku Klux Klan and efforts to dilute “the influence of
n
[April 20, 2020]
racial, ethnic, and religious minorities on Oregon juries”
JUSTICE GORSUCH announced the judgment of (5). In fact, no one before us contests any of this; courts
in both Louisiana and Oregon have frankly acknowled-
so
join.
a unanimous verdict to convict a defendant of a serious
Accused of a serious crime, Evangelisto Ramos in- offense (7). Louisiana insists that this Court has never
sisted on his innocence and invoked his right to a jury definitively passed on the question and urges us to find
trial. Eventually, 10 jurors found the evidence against its practice consistent with the Sixth Amendment. By
him persuasive. But a pair of jurors believed that the contrast, the dissent doesn’t try to defend Louisiana’s
State of Louisiana had failed to prove Mr. Ramos’s law on Sixth or Fourteenth Amendment grounds; tacitly,
guilt beyond reasonable doubt; they voted to acquit. it seems to admit that the Constitution forbids States
Th
State and district wherein the crime shall have been included a requirement as long and widely accepted
committed, which district shall have been previously as unanimity.
ascertained by law.” The Amendment goes on to pre-
serve other rights for criminal defendants but says Influential, postadoption treatises confirm this
nothing else about what a “trial by an impartial jury” understanding. For example, in 1824, Nathan Dane
entails. reported as fact that the U. S. Constitution requi-
red unanimity in criminal jury trials for serious
Still, the promise of a jury trial surely meant so- offenses (16). A few years later, Justice Story explai-
rs
mething-otherwise, there would have been no reason ned in his Commentaries on the Constitution that “in
to write it down. Nor would it have made any sense common cases, the law not only presumes every man
to spell out the places from which jurors should be innocent, until he is proved guilty; but unanimity in
drawn if their powers as jurors could be freely abrid- the verdict of the jury is indispensable” (17). Similar
te
ged by statute. Imagine a constitution that allowed a statements can be found in American legal treatises
“jury trial” to mean nothing but a single person rub- throughout the 19th century (18).
berstamping convictions without hearing any eviden-
ce-but simultaneously insisting that the lone juror Nor is this a case where the original public mea-
come from a specific judicial district “previously as- ning was lost to time and only recently recovered. This
eu
certained by law.” And if that’s not enough, imagine a Court has, repeatedly and over many years, recogni-
constitution that included the same hollow guarantee zed that the Sixth Amendment requires unanimity. As
twice-not only in the Sixth Amendment, but also in early as 1898, the Court said that a defendant enjoys a
Article III (8). No: The text and structure of the Cons- “constitutional right to demand that his liberty should
titution clearly suggest that the term “trial by an im- not be taken from him except by the joint action of the
court and the unanimous verdict of a jury of twelve
partial jury” carried with it some meaning about the
content and requirements of a jury trial.
R persons” (19). A few decades later, the Court elabora-
ted that the Sixth Amendment affords a right to “a trial
One of these requirements was unanimity. Where- by jury as understood and applied at common law, ...
includ[ing] all the essential elements as they were re-
ver we might look to determine what the term “trial by
cognized in this country and England when the Cons-
an impartial jury trial” meant at the time of the Sixth
titution was adopted” (20). And, the Court observed,
n
Amendment’s adoption-whether it’s the common
this includes a requirement “that the verdict should
law, state practices in the founding era, or opinions
be unanimous” (21). In all, this Court has commented
and treatises written soon afterward-the answer is
on the Sixth Amendment’s unanimity requirement no
so
stone explained, no person could be found guilty of a jury trial is “fundamental to the American scheme of
serious crime unless “the truth of every accusation ... justice” and incorporated against the States under the
should ... be confirmed by the unanimous suffrage of Fourteenth Amendment (23). This Court has long ex-
twelve of his equals and neighbors, indifferently cho- plained, too, that incorporated provisions of the Bill of
sen, and superior to all suspicion” (10). A “‘verdict, Rights bear the same content when asserted against
taken from eleven, was no verdict’” at all (11). States as they do when asserted against the federal go-
vernment (24). So if the Sixth Amendment’s right to
This same rule applied in the young American Sta-
Th
It was against this backdrop that James Madison How, despite these seemingly straightforward
drafted and the States ratified the Sixth Amendment principles, have Louisiana’s and Oregon’s laws mana-
in 1791. By that time, unanimous verdicts had been ged to hang on for so long? It turns out that the Sixth
required for about 400 years (15). If the term “trial by Amendment’s otherwise simple story took a strange
an impartial jury” carried any meaning at all, it surely turn in 1972. That year, the Court confronted these
States’ unconventional schemes for the first time-in exist: Either the Sixth Amendment allows nonunani-
Apodaca v. Oregon (25) and a companion case, Jo- mous verdicts, or the Sixth Amendment’s guarantee of
hnson v. Louisiana (26). Ultimately, the Court could a jury trial applies with less force to the States under
do no more than issue a badly fractured set of opi- the Fourteenth Amendment. Yet, as we’ve seen, both
nions. Four dissenting Justices would not have hesi- bear their problems. In Apodaca itself, a majority of
tated to strike down the States’ laws, recognizing that Justices-including Justice Powell-recognized that the
the Sixth Amendment requires unanimity and that Sixth Amendment demands unanimity, just as our ca-
this guarantee is fully applicable against the States ses have long said. And this Court’s precedents, both
rs
under the Fourteenth Amendment (27). But a four- then and now, prevent the Court from applying the
Justice plurality took a very different view of the Sixth Sixth Amendment to the States in some mutated and
Amendment. These Justices declared that the real diminished form under the Fourteenth Amendment.
question before them was whether unanimity serves So what could we possibly describe as the “holding”
te
an important “function” in “contemporary society” of Apodaca?
(28). Then, having reframed the question, the plurality
wasted few words before concluding that unanimity’s Really, no one has found a way to make sense of
costs outweigh its benefits in the modern era, so the it. In later cases, this Court has labeled Apodaca an
Sixth Amendment should not stand in the way of “exception,” “unusual,” and in any event “not an en-
eu
Louisiana or Oregon. dorsement” of Justice Powell’s view of incorporation
(34). At the same time, we have continued to recogni-
The ninth Member of the Court adopted a position ze the historical need for unanimity (35). We’ve been
that was neither here nor there. On the one hand, studiously ambiguous, even inconsistent, about what
Justice Powell agreed that, as a matter of “history and Apodaca might mean (36). To its credit, Louisiana ac-
precedent, ... the Sixth Amendment requires a unani- knowledges the problem. The State expressly tells us
R
mous jury verdict to convict” (29). But, on the other it is not “asking the Court to accord Justice Powell’s
solo opinion in Apodaca precedential force” (37).
hand, he argued that the Fourteenth Amendment
does not render this guarantee against the federal go- Instead, in an effort to win today’s case, Louisiana
vernment fully applicable against the States. embraces the idea that everything is up for grabs. It
contends that this Court has never definitively ruled
In this way, Justice Powell doubled down on his on the propriety of nonunanimous juries under the
n
belief in “dual-track” incorporation-the idea that a Sixth Amendment-and that we should use this case to
single right can mean two different things depending hold for the first time that nonunanimous juries are
on whether it is being invoked against the federal or a permissible in state and federal courts alike.
so
state government.
III
Justice Powell acknowledged that his argument
for dual-track incorporation came “late in the day” Louisiana’s approach may not be quite as tough as
(30). Late it was. The Court had already, nearly a de- trying to defend Justice Powell’s dual-track theory of
cade earlier, “rejected the notion that the Fourteenth incorporation, but it’s pretty close. How does the State
om
Amendment applies to the States only a ‘watered- deal with the fact this Court has said 13 times over 120
down, subjective version of the individual guarantees years that the Sixth Amendment does require unani-
of the Bill of Rights’” (31). It’s a point we’ve restated mity? Or the fact that five Justices in Apodaca said the
many times since, too, including as recently as last same? The best the State can offer is to suggest that
year (32). Still, Justice Powell frankly explained, he all these statements came in dicta (38). But even sup-
was “unwillin[g]” to follow the Court’s precedents posing (without granting) that Louisiana is right and
(33). So he offered up the essential fifth vote to uphold it’s dicta all the way down, why would the Court now
Th
Mr. Apodaca’s conviction-if based only on a view of walk away from many of its own statements about the
the Fourteenth Amendment that he knew was (and Constitution’s meaning? And what about the prior
remains) foreclosed by precedent. 400 years of English and American cases requiring
unanimity-should we dismiss all those as dicta too?
B
Sensibly, Louisiana doesn’t dispute that the com-
In the years following Apodaca, both Louisiana mon law required unanimity. Instead, it argues that
and Oregon chose to continue allowing nonunani- the drafting history of the Sixth Amendment reveals
mous verdicts. But their practices have always stood an intent by the framers to leave this particular featu-
on shaky ground. After all, while Justice Powell’s vote re behind. The State points to the fact that Madison’s
secured a favorable judgment for the States in Apoda- proposal for the Sixth Amendment originally read:
ca, it’s never been clear what rationale could support “The trial of all crimes ... shall be by an impartial jury
a similar result in future cases. Only two possibilities of freeholders of the vicinage, with the requisite of
unanimity for conviction, of the right of challenge, by describing the “‘essential’” benefit of a jury trial
and other accustomed requisites. ...” (39). Louisiana as “‘the interposition ... of the commonsense judg-
notes that the House of Representatives approved this ment of a group of laymen’” between the defendant
text with minor modifications. Yet, the State stresses, and the possibility of an “‘overzealous prosecutor’”
the Senate replaced “impartial jury of freeholders of (41). And measured against that muddy yardstick,
the vicinage” with “impartial jury of the State and dis- they quickly concluded that requiring 12 rather than
trict wherein the crime shall have been committed” 10 votes to convict offers no meaningful improve-
and also removed the explicit references to unanimi- ment (42). Meanwhile, these Justices argued, States
rs
ty, the right of challenge, and “other accustomed re- have good and important reasons for dispensing
quisites.” In light of these revisions, Louisiana would with unanimity, such as seeking to reduce the rate of
have us infer an intent to abandon the common law’s hung juries (43).
traditional unanimity requirement.
te
Who can profess confidence in a breezy cost-be-
But this snippet of drafting history could just as ea- nefit analysis like that? Lost in the accounting are
sily support the opposite inference. Maybe the Sena- the racially discriminatory reasons that Louisiana
te deleted the language about unanimity, the right of and Oregon adopted their peculiar rules in the first
challenge, and “other accustomed prerequisites” be-
eu
place (44). What’s more, the plurality never explai-
cause all this was so plainly included in the promise of
ned why the promised benefit of abandoning unani-
a “trial by an impartial jury” that Senators considered
the language surplusage. The truth is that we have litt- mity-reducing the rate of hung juries-always scores
le contemporaneous evidence shedding light on why as a credit, not a cost. But who can say whether any
the Senate acted as it did (40). So rather than dwelling particular hung jury is a waste, rather than an exam-
on text left on the cutting room floor, we are much ple of a jury doing exactly what the plurality said it
R
better served by interpreting the language Congress
retained and the States ratified. And, as we’ve seen,
should-deliberating carefully and safeguarding aga-
inst overzealous prosecutions? And what about the
at the time of the Amendment’s adoption, the right to fact, too, that some studies suggest that the elimina-
a jury trial meant a trial in which the jury renders a tion of unanimity has only a small effect on the rate
unanimous verdict. of hung juries? (45). Or the fact that others profess
n
to have found that requiring unanimity may provide
Further undermining Louisiana’s inference about other possible benefits, including more open-min-
the drafting history is the fact it proves too much. If the ded and more thorough deliberations? (46). It seems
Senate’s deletion of the word “unanimity” changed
so
it means to have a jury trial. Taking the State’s argu- the ancient guarantee of a unanimous jury verdict
ment from drafting history to its logical conclusion to its own functionalist assessment in the first pla-
would thus leave the right to a “trial by jury” devoid of ce. And Louisiana asks us to repeat the error today,
meaning. A right mentioned twice in the Constitution just replacing Apodaca’s functionalist assessment
would be reduced to an empty promise. That can’t be with our own updated version. All this overlooks
right. the fact that, at the time of the Sixth Amendment’s
adoption, the right to trial by jury included a right
Th
Faced with this hard fact, Louisiana’s only remai- to a unanimous verdict. When the American people
ning option is to invite us to distinguish between the chose to enshrine that right in the Constitution, they
historic features of common law jury trials that (we weren’t suggesting fruitful topics for future cost-be-
think) serve “important enough” functions to migra- nefit analyses. They were seeking to ensure that their
te silently into the Sixth Amendment and those that
children’s children would enjoy the same hard-won
don’t. And, on the State’s account, we should con-
liberty they enjoyed. As judges, it is not our role to re-
clude that unanimity isn’t worthy enough to make
the trip. assess whether the right to a unanimous jury is “im-
portant enough” to retain. With humility, we must
But to see the dangers of Louisiana’s overwise accept that this right may serve purposes evading
approach, there’s no need to look any further than our current notice. We are entrusted to preserve and
Apodaca itself. There, four Justices, pursuing the protect that liberty, not balance it away aided by no
functionalist approach Louisiana espouses, began more than social statistics (47).
rs
Amendment extends this right to state-court trials. sion on which the Court is evenly split would present
But, it insists, we must affirm Mr. Ramos’s conviction an opportunity for single Justices to overturn prece-
anyway. Why? Because the doctrine of stare decisis dent to bind future majorities. Rather than advancing
supposedly commands it. There are two independent the goals of predictability and reliance lying behind
te
reasons why that answer falls short. the doctrine of stare decisis, such an approach would
impair them.
In the first place and as we’ve seen, not even Loui-
siana tries to suggest that Apodaca supplies a gover- The dissent contends that, in saying this much, we
ning precedent. Remember, Justice Powell agreed that risk defying Marks v. United States (48). According to
eu
the Sixth Marks, when “a fragmented Court decides a case and
no single rationale explaining the result enjoys the
Amendment requires a unanimous verdict to con- assent of five Justices, ‘the holding of the Court may
vict, so he would have no objection to that aspect of be viewed as that position taken by those Members
our holding today. who concurred in the judgments on the narrowest
grounds’” (49). But notice that the dissent never ac-
R
Justice Powell reached a different result only by
relying on a dual-track theory of incorporation that
tually gets around to telling us which opinion in Apo-
daca it considers to be the narrowest and controlling
a majority of the Court had already rejected (and one under Marks-or why. So while the dissent worries
continues to reject). And to accept that reasoning as that we defy a Marks precedent, it is oddly coy about
precedential, we would have to embrace a new and where exactly that precedent might be found.
dubious proposition: that a single Justice writing only
n
for himself has the authority to bind this Court to pro- The parties recognize what the dissent does not:
positions it has already rejected. Marks has nothing to do with this case. Unlike a Marks
dispute where the litigants duel over which opinion
so
This is not the rule, and for good reason-it would do represents the narrowest and controlling one, the par-
more to destabilize than honor precedent. To see how, ties before us accept that Apodaca yielded no contro-
consider a hypothetical. Suppose we face a question lling opinion at all. In particular, both sides admit that
of first impression under the Fourth Amendment: Justice Powell’s opinion cannot bind us-precisely be-
whether a State must obtain a warrant before reading cause he relied on a dual-track rule of incorporation
a citizen’s email in the hands of an Internet provider that an unbroken line of majority opinions before and
om
and using that email as evidence in a criminal trial. after Apodaca has rejected. Still, the dissent presses
Imagine this question splits the Court, with four Justi- the issue, suggesting that a single Justice’s opinion can
ces finding the Fourth Amendment requires a warrant overrule prior precedents under “the logic” of Marks
and four Justices finding no such requirement. The (50). But, as the dissent itself implicitly acknowledges,
ninth Justice agrees that the Fourth Amendment re- Marks never sought to offer or defend such a rule.
quires a warrant, but takes an idiosyncratic view of And, as we have seen, too, a rule like that would do
the consequences of violating that right. In her view, more to harm than advance stare decisis.
Th
Constitution because the vote was not unanimous, the historical meaning of the Sixth Amendment’s
the challenge fails” (53). Where does the convenient jury trial right, this Court’s long-repeated statements
“state court” qualification come from? Neither the that it demands unanimity, or the racist origins of
Apodaca plurality nor the dissent included any limita- Louisiana’s and Oregon’s laws. Instead, the plurality
tion like that-their opinions turned on the meaning of subjected the Constitution’s jury trial right to an in-
the Sixth Amendment. What the dissent characterizes complete functionalist analysis of its own creation for
as Apodaca’s result turns out to be nothing more than which it spared one paragraph. And, of course, five
Justice Powell’s reasoning about dual-track incorpo- Justices expressly rejected the plurality’s conclusion
rs
ration dressed up to look like a logical proof. that the Sixth Amendment does not require unani-
mity. Meanwhile, Justice Powell refused to follow this
All of this does no more than highlight an old truth. Court’s incorporation precedents. Nine Justices (in-
It is usually a judicial decision’s reasoning-its ratio cluding Justice Powell) recognized this for what it was;
te
decidendi-that allows it to have life and effect in the eight called it an error.
disposition of future cases (54). As this Court has re-
peatedly explained in the context of summary affir- Looking to Apodaca’s consistency with related de-
mances, “‘unexplicated’” decisions may “‘settl[e] the cisions and recent legal developments compounds
issues for the parties, [but they are] not to be read as a the reasons for concern. Apodaca sits uneasily with
eu
renunciation by this Court of doctrines previously an- 120 years of preceding case law. Given how unmoored
nounced in our opinions’” (55). Much the same may it was from the start, it might seem unlikely that later
be said here. Apodaca’s judgment line resolved that developments could have done more to undermine
case for the parties in that case. It is binding in that the decision. Yet they have. While Justice Powell’s
sense. But stripped from any reasoning, its judgment dual-track theory of incorporation was already fore-
alone cannot be read to repudiate this Court’s re- closed in 1972, some at that time still argued that it
R
peated pre-existing teachings on the Sixth and Four- might have a role to play outside the realm of criminal
procedure. Since then, the Court has held otherwise
teenth Amendments (56).
(62). Until recently, dual-track incorporation attrac-
B ted at least a measure of support in dissent. But this
Court has now roundly rejected it (63). Nor has the
1 plurality’s rejection of the Sixth Amendment’s histo-
n
rical unanimity requirement aged more gracefully.
There’s another obstacle the dissent must overco- As we’ve seen, in the years since Apodaca, this Court
me. Even if we accepted the premise that Apodaca has spoken inconsistently about its meaning-but no-
so
established a precedent, no one on the Court today is netheless referred to the traditional unanimity requi-
prepared to say it was rightly decided, and stare deci- rement on at least eight occasions (64). In light of all
sis isn’t supposed to be the art of methodically igno- this, calling Apodaca an outlier would be perhaps too
ring what everyone knows to be true (57). Of course, suggestive of the possibility of company.
the precedents of this Court warrant our deep respect
as embodying the considered views of those who have When it comes to reliance interests, it’s notable that
om
come before. But stare decisis has never been treated neither Louisiana nor Oregon claims anything like the
as “an inexorable command” (58). And the doctrine prospective economic, regulatory, or social disrup-
is “at its weakest when we interpret the Constitution” tion litigants seeking to preserve precedent usually
(59) because a mistaken judicial interpretation of that invoke. No one, it seems, has signed a contract, ente-
supreme law is often “practically impossible” to co- red a marriage, purchased a home, or opened a bu-
rrect through other means (60). To balance these con- siness based on the expectation that, should a crime
siderations, when it revisits a precedent this Court has occur, at least the accused may be sent away by a 10-
Th
traditionally considered “the quality of the decision’s to-2 verdict (65). Nor does anyone suggest that nonu-
reasoning; its consistency with related decisions; legal nanimous verdicts have “become part of our national
developments since the decision; and reliance on the culture” (66). It would be quite surprising if they had,
decision” (61). In this case, each factor points in the given that nonunanimous verdicts are insufficient to
same direction. convict in 48 States and federal court.
Start with the quality of the reasoning. Whether we Instead, the only reliance interests that might be as-
look to the plurality opinion or Justice Powell’s se- serted here fall into two categories. The first concerns
parate concurrence, Apodaca was gravely mistaken; the fact Louisiana and Oregon may need to retry de-
again, no Member of the Court today defends either fendants convicted of felonies by nonunanimous ver-
as rightly decided. Without repeating what we’ve al- dicts whose cases are still pending on direct appeal.
ready explained in detail, it’s just an implacable fact The dissent claims that this fact supplies the winning
that the plurality spent almost no time grappling with argument for retaining Apodaca because it has gene-
rated “enormous reliance interests” and overturning under our Constitution today, while leaving questions
the case would provoke a “crushing” “tsunami” of about the reliance interest States possess in their final
follow-on litigation (67). judgments for later proceedings crafted to account for
them. It would hardly make sense to ignore that two-
The overstatement may be forgiven as intended step process and count the State’s reliance interests
for dramatic effect, but prior convictions in only two in final judgments both here and again there. Cer-
States are potentially affected by our judgment. Tho- tainly the dissent cites no authority for such double
se States credibly claim that the number of nonuna-
rs
counting.
nimous felony convictions still on direct appeal are
somewhere in the hundreds (68), and retrying or Instead, the dissent suggests that the feeble relian-
plea bargaining these cases will surely impose a cost. ce interests it identifies should get a boost because
But new rules of criminal procedures usually do, of- the right to a unanimous jury trial has “little practi-
te
ten affecting significant numbers of pending cases cal importance going forward” (75). In the dissent’s
across the whole country. For example, after Booker telling, Louisiana has “abolished” nonunanimous
v. United States held that the Federal Sentencing Gui- verdicts and Oregon “seemed on the verge of doing
delines must be advisory rather than mandatory, this the same until the Court intervened” (76). But, as the
Court vacated and remanded nearly 800 decisions dissent itself concedes, a ruling for Louisiana would
eu
to the courts of appeals. Similar consequences likely invite other States to relax their own unanimity re-
followed when Crawford v. Washington overturned quirements (77). In fact, 14 jurisdictions have already
prior interpretations of the Confrontation Clause (69) told us that they would value the right to “experiment”
or Arizona v. Gant changed the law for searches in- with nonunanimous juries (78). Besides, Louisiana’s
cident to arrests (70). Our decision here promises to law bears only prospective effect, so the State conti-
cause less, and certainly nothing before us supports nues to allow nonunanimous verdicts for crimes com-
R
the dissent’s surmise that it will cause wildly more, mitted before 2019 (79). And while the dissent specu-
disruption than these other decisions. lates that our grant of certiorari contributed to the fai-
lure of legal reform efforts in Oregon, its citation does
2
not support its surmise. No doubt, too, those who
The second and related reliance interest the dissent risk being subjected to nonunanimous juries in Loui-
n
seizes upon involves the interest Louisiana and Ore- siana and Oregon today, and elsewhere tomorrow,
gon have in the security of their final criminal judg- would dispute the dissent’s suggestion that their Sixth
ments. In light of our decision today, the dissent wo- Amendment rights are of “little practical importance.”
so
dure do not normally apply in collateral review (71). tuity rather than ask two States to retry a slice of their
True, Teague left open the possibility of an exception prior criminal cases.
for “watershed rules” “implicat[ing] the fundamental
fairness [and accuracy] of the trial” (72). But, as this Whether that slice turns out to be large or small, it
language suggests, Teague’s test is a demanding one, cannot outweigh the interest we all share in the pre-
so much so that this Court has yet to announce a new servation of our constitutionally promised liberties.
rule of criminal procedure capable of meeting it (73). Indeed, the dissent can cite no case in which the one-
Th
And the test is demanding by design, expressly cali- time need to retry defendants has ever been sufficient
brated to address the reliance interests States have in to inter a constitutional right forever.
the finality of their criminal judgments (74).
In the final accounting, the dissent’s stare deci-
Nor is the Teague question even before us. Whether sis arguments round to zero. We have an admittedly
the right to jury unanimity applies to cases on colla- mistaken decision, on a constitutional issue, an out-
teral review is a question for a future case where the lier on the day it was decided, one that’s become lo-
parties will have a chance to brief the issue and we will nelier with time. In arguing otherwise, the dissent
benefit from their adversarial presentation. That liti- must elide the reliance the American people place in
gation is sure to come, and will rightly take into accou- their constitutionally protected liberties, overplay the
nt the States’ interest in the finality of their criminal competing interests of two States, count some of tho-
convictions. In this way, Teague frees us to say what se interests twice, and make no small amount of new
we know to be true about the rights of the accused precedent all its own.
rs
was harmless. Louisiana does not claim precedent
commands an affirmance. In the end, the best anyone C. Declaration of Rights §IX (1776), in 5 id., at 2787;
can seem to muster against Mr. Ramos is that, if we Pa. Declaration of Rights §IX (1776), in 5 id., at 3083;
dared to admit in his case what we all know to be true Vt. Declaration of Rights, ch. I, §XI (1786), in 6 id., at
about the Sixth Amendment, we might have to say 3753; Va. Declaration of Rights §8 (1776), in 7 id., at
te
the same in some others. But where is the justice in 3813.
that? Every judge must learn to live with the fact he
or she will make some mistakes; it comes with the te- (13) See Ga. Const., Art. IV, §3 (1789), in 2 id., at
789; N. J. Const., Art. XXII (1776), in 5 id., at 2598; N.
rritory. But it is something else entirely to perpetuate
Y. Const., Art. XLI (1777), in 5 id., at 2637; S. C. Const.,
eu
something we all know to be wrong only because we
Art. IX, §6 (1790), in 6 id., at 3264.
fear the consequences of being right. The judgment of
the Court of Appeals is Reversed. (14) See, e.g., Commonwealth v. Bowden, 9 Mass.
494, 495 (1813); People v. Denton, 2 Johns. Cas. 275,
(1) Official Journal of the Proceedings of the Cons- 277 (N. Y. 1801); Commonwealth v. Fells, 36 Va. 613,
titutional Convention of the State of Louisiana 374 (H. 614-615 (1838); State v. Doon & Dimond, 1 R. Charl-
R
Hearsey ed. 1898); Eaton, The Suffrage Clause in the
New Constitution of Louisiana, 13 Harv. L. Rev. 279,
ton 1, 2 (Ga. Super. Ct. 1811); see also Respublica v.
Oswald, 1 Dall. 319, 323 (Pa. 1788) (reporting Chief
286-287 (1899); Louisiana v. United States, 380 U. S. Justice McKean’s observations that unanimity would
145, 151-153 (1965). have been required even if the Pennsylvania Consti-
tution had not said so explicitly).
(2) See 31 Cong. Rec. 1019 (1898).
n
(15) To be sure, a few of the Colonies had relaxed
(3) Strauder v. West Virginia, 100 U. S. 303, 310 (and then restored) the unanimity requirement well
(1880). before the founding. For example, during a two de-
so
Dec. 15, 2016), App. 104. American Colonies, in 1 Select Essays in Anglo-Ame-
rican Legal History 407 (1907). But, as Louisiana ad-
(6) Maxie, App. 82; Williams, App. 104. mits, by the time of the Sixth Amendment’s adoption,
unanimity had again become the accepted rule. See
(7) Under existing precedent and consistent with a Brief for Respondent 17.
common law tradition not at issue here, a defendant
may be tried for certain “petty offenses” without a (16) 6 N. Dane, Digest of American Law, ch. LXXXII,
Th
jury. Cheff v. Schnackenberg, 384 U. S. 373, 379 (1966). Art. 2, §1, p. 226 (1824).
(8) See Art. III, §2. (17) 2 J. Story, Commentaries on the Constitution of
the United States §777, p. 248 (1833).
(9) See J. Thayer, Evidence at the Common Law 86-
90 (1898) (Thayer); W. Forsyth, History of Trial by Jury (18) See, e.g., J. Pomeroy, An Introduction to Mu-
200 (J. Morgan ed., 2d ed. 1875); 1 W. Holdsworth, A nicipal Law §135, p. 78 (1864); J. Tiffany, Government
History of English Law 318 (rev. 7th ed. 1956); Smith, and Constitutional Law §549, p. 367 (1867); T. Cooley,
The Historical and Constitutional Contexts of Jury Re- Constitutional Limitations 319-320 (1868); 1 J. Bishop,
form, 25 Hofstra L. Rev. 377, 397 (1996). Criminal Procedure §897 (rev. 2d ed. 1872).
(10) 4 W. Blackstone, Commentaries on the Laws of (19) Thompson v. Utah, 170 U. S. 343, 351 (1898).
England 343 (1769). See also Maxwell v. Dow, 176 U. S. 581, 586 (1900).
(20) Patton v. United States, 281 U. S. 276, 288 (1930). (35) Gaudin, 515 U. S., at 510; Richardson, 526 U.
S., at 817; Apprendi, 530 U. S., at 477; Southern Union
(21) Ibid. See also Andres v. United States, 333 U. Co., 567 U. S., at 356; Blakely, 542 U. S., at 301-302;
S. 740, 748 (1948) (“Unanimity in jury verdicts is re- Booker, 543 U. S., at 238; Descamps, 570 U. S., at 269;
quired where the Sixth and Seventh Amendments Haymond, 588 U. S., at - (plurality opinion) (slip op.,
apply”). at 6-7).
(22) In addition to Thompson, Maxwell, Patton, (36) See, e.g., Burch v. Louisiana, 441 U. S. 130, 136,
rs
and Andres, see Johnson v. Louisiana, 406 U. S. 356, and n. 9 (1979) (describing both plurality opinion and
369 (1972) (Powell, J., concurring); United States v. Justice Powell’s separate writing); Brown v. Louisiana,
Gaudin, 515 U. S. 506, 510 (1995); Richardson v. Uni- 447 U. S. 323, 331 (1980) (plurality opinion) (descri-
ted States, 526 U. S. 813, 817 (1999); Apprendi v. New bing neither); see also McKoy v. North Carolina, 494 U.
te
Jersey, 530 U. S. 466, 477 (2000); Southern Union Co. S. 433, 468 (1990) (Scalia, J., dissenting) (same). On a
v. United States, 567 U. S. 343, 356 (2012); Blakely v. few occasions we’ve suggested that perhaps Apodaca
Washington, 542 U. S. 296, 301-302 (2004); United Sta- means the Sixth Amendment does not require una-
tes v. Booker, 543 U. S. 220, 233-239 (2005); Descamps nimity at all. See Ludwig v. Massachusetts, 427 U. S.
v. United States, 570 U. S. 254, 269 (2013); United Sta- 618, 625 (1976) (quoting Apodaca plurality); Gaudin,
eu
tes v. Haymond, 588 U. S. __, __-__ (2019) (plurality 515 U. S., at 510, n. 2 (same); see also Holland v. Illi-
opinion) (slip op., at 6-7). nois, 493 U. S. 474, 511 (1990) (Stevens, J., dissenting)
(same). But on another occasion, we suggested that
(23) Duncan v. Louisiana, 391 U. S. 145, 148-150 it could make a difference whether a particular right
(1968). was rooted in the Sixth Amendment’s jury trial gua-
rantee or Fourteenth Amendment due process gua-
(24) Malloy v. Hogan, 378 U. S. 1, 10-11 (1964).
R rantee. See Schad v. Arizona, 501 U. S. 624, 634, n. 5
(1991) (plurality opinion). The dissent contends that
(25) 406 U. S. 404 (plurality opinion).
these cases have “reiterated time and again what Apo-
(26) 406 U. S. 356. daca had established.” Post, at 6 (opinion of ALITO, J.).
More accurately, these “reiterations” have suggested
n
(27) See Apodaca, 406 U. S., at 414-415 (Stewart, J., different things at different times.
joined by Marshall and Brennan, JJ., dissenting) (“Un-
til today, it has been universally understood that a (37) See Brief for Respondent 47; Tr. of Oral Arg. 37-
so
(28) Apodaca, 406 U. S., at 410. question before the Court was whether, in the circum-
stances of the defendant’s case, a trial by eight jurors
(29) Johnson, 406 U. S., at 371 (concurring opinion). in a Utah state court would violate the Ex Post Facto
Clause. 170 U. S., at 351. The Sixth Amendment’s una-
(30) Id., at 375. nimity requirement was unnecessary to the outcome,
and the Utah Constitution required unanimity either
(31) Id., at 384 (Douglas, J., dissenting) (quoting way. Id., at 345.
Th
(32) See, e.g., Timbs v. Indiana, 586 U. S. __, __ (40) In private writings, Madison did explain some
(2019) (slip op., at 3) (unanimously rejecting argu- of the Senate’s objections with his original phrasing of
ments for dual-track incorporation). the vicinage requirement. See 5 Writings of James Ma-
dison 420-424 (G. Hunt ed. 1904) (letters to E. Pend-
(33) Johnson, 406 U. S., at 375-376, and n. 15 (con- leton, Sept. 14 and 23, 1789). But this is little help in
curring opinion). explaining the other changes made in the Senate.
(34) McDonald v. Chicago, 561 U. S. 742, 766, n. 14 (41) 406 U. S., at 410 (plurality opinion) (quoting
(2010); see also Timbs, 586 U. S., at (slip op., at 3) (quo- Williams v. Florida, 399 U. S. 78, 100 (1970), and Dun-
ting McDonald, 561 U. S., at 766, n. 14). can, 391 U. S., at 156).
(42) 406 U. S., at 410-411. Taylor v. Louisiana, 419 U. S. 522, 536 (1975). Ultima-
tely, however, the people themselves adopted further
(43) Id., at 411. constitutional amendments that prohibit invidious
discrimination. So today the Sixth Amendment’s
(44) The dissent chides us for acknowledging the promise of a jury of one’s peers means a jury selec-
racist history of Louisiana’s and Oregon’s laws, and ted from a representative crosssection of the entire
commends the Apodaca plurality’s decision to dis- community. See Strauder, 100 U. S., at 307-308; Smith
regard these facts. Post, at 2-5, 14. But if the Sixth v. Texas, 311 U. S. 128, 130 (1940); Taylor, 419 U. S., at
rs
Amendment calls on judges to assess the functional 527. Relatedly, the dissent suggests that, before doing
benefits of jury rules, as the Apodaca plurality su- anything here, we should survey all changes in jury
ggested, how can that analysis proceed to ignore the practices since 1791. See post, at 16, n. 26. It sounds
very functions those rules were adopted to serve? The like an interesting study-but not one that could alter
te
dissent answers that Louisiana and Oregon eventua- the plain meaning of the Constitution or obliviate its
lly recodified their nonunanimous jury laws in new undisputed unanimity requirement.
proceedings untainted by racism. See post, at 3-4, n.
3. But that cannot explain Apodaca’s omission: The (48) 430 U. S. 188 (1977).
States’ proceedings took place only after the Court’s
eu
decision. Nor can our shared respect for “rational and (49) Id., at 193.
civil discourse,” post, at 5, supply an excuse for leaving
an uncomfortable past unexamined. Still, the dissent (50) Post, at 10-11.
is right about one thing-a jurisdiction adopting a no-
nunanimous jury rule even for benign reasons would (51) Post, at 11-12.
still violate the Sixth Amendment.
(52) Post, at 8.
R
(45) See H. Kalven & H. Zeisel, The American Jury
461 (1966); Diamond, Rose, & Murphy, Revisiting the (53) Ibid. See also post, at 11, n. 6 (KAVANAUGH,
Unanimity Requirement: The Behavior of the Nonu- J., concurring in part) (offering the same argument by
nanimous Civil Jury, 100 Nw. U. L. Rev. 201, 207-208 contending that “[t]he result of Apodaca” means “sta-
(2006). te criminal juries need not be unanimous”).
n
(46) Devine et al., Jury Decision Making: 45 Years of (54) See J. Salmond, Jurisprudence §62, p. 191 (G.
Empirical Research on Deliberating Groups, 7 Psych. Williams ed., 10th ed. 1947) (“The concrete decision
so
Pub. Pol’y & L. 622, 669 (2001); R. Hastie, S. Penrod, is binding between the parties to it, but is the abstract
& N. Pennington, Inside the Jury 115, 164-165 (1983); ratio decidendi which alone has the force of law as
Hans, The Power of Twelve: The Impact of Jury Size regards the world at large”); F. Schauer, Precedent, in
and Unanimity on Civil Jury Decision Making, 4 Del. Routledge Companion to Philosophy of Law 129 (A.
L. Rev. 1, 24-25 (2001). Marmor ed. 2012) (“[T]he traditional answer to the
question of what is a precedent is that subsequent
om
(47). The dissent seems to suggest that we must cases falling within the ratio decidendi-or rationale-
abandon the Sixth Amendment’s historical meaning of the precedent case are controlled by that case”); N.
in favor of Apodaca’s functionalism because a para- Duxbury, The Nature and Authority of Precedent 65-
de of horribles would follow otherwise. In particular, 66 (2008).
the dissent reminds us that, at points and places in
our history, women were not permitted to sit on ju- (55) Mandel v. Bradley, 432 U. S. 173, 176 (1977)
ries. See post, at 15-16. But we hardly need Apodaca’s (per curiam) (quoting Fusari v. Steinberg, 419 U. S.
functionalism to avoid repeating that wrong. Unlike 379, 392 (1975) (Burger, C. J., concurring); see also
Th
the rule of unanimity, rules about who qualified as a Bush v. Vera, 517 U. S. 952, 1001-1002 (1996) (THO-
defendant’s “peer” varied considerably at common MAS, J., concurring in judgment).
law at the time of the Sixth Amendment’s adoption.
Reflecting that fact, the Judiciary Act of 1789-adopted (56) The dissent floats a different theory when it
by the same Congress that passed the Sixth Amend- suggests this Court’s denials of certiorari in cases
ment-initially pegged the qualifications for federal seeking to clarify Apodaca is evidence of Apodaca’s
jury service to the relevant state jury qualification precedential force. Post, at 7. But “[t]he significance
requirements. 1 Stat. 88. As a result, for much of this of a denial of a petition for certiorari ought no longer
Nation’s early history the composition of federal juries ... require discussion. This Court has said again and
varied both geographically and over time. See Hickey, again and again that such a denial has no legal signi-
Federal Legislation: Improvement of the Jury System ficance whatever bearing on the merits of the claim.”
in Federal Courts, 35 Geo. L. J. 500, 506-507 (1947); Darr v. Burford, 339 U. S. 200, 226 (1950) (Frankfurter,
J., dissenting).
(57) R. Cross & J. Harris, Precedent in English Law (73) See Whorton v. Bockting, 549 U. S. 406, 417-418
1 (4th ed. 1991) (attributing this aphorism to Jeremy (2007).
Bentham).
(74) See Stringer v. Black, 503 U. S. 222, 227-228
(58) Pearson v. Callahan, 555 U. S. 223, 233 (2009) (1992).
(internal quotation marks omitted).
(75) Post, at 2.
(59) Agostini v. Felton, 521 U. S. 203, 235 (1997).
rs
(76) Ibid.
(60) Payne v. Tennessee, 501 U. S. 808, 828 (1991)
(internal quotation marks omitted). (77) Post, at 3.
te
(61) Franchise Tax Bd. of Cal. v. Hyatt, 587 U. S. ,
(2019) (slip op., at 17).
(79) See 2018 La. Reg. Sess., Act 722.
(62) McDonald, 561 U. S., at 765-766. SOTOMAYOR, J., concurring in part
eu
(63) Timbs, 586 U. S., at (slip op., at 3). Contrary to Supreme Court of the United States
the dissent’s suggestion, this Court’s longstanding
rejection of dual-track incorporation does not neces- No. 18-5924
sarily imply that the Fourteenth Amendment renders
the entire Bill of Rights applicable to the States. See Evangelisto Ramos, Petitioner v. Louisiana
post, at 17-18. The scope of an incorporated right and
R
whether a right is incorporated at all are two different On writ of certiorari to the court of appeal of Loui-
questions. See Timbs, 586 U. S., at - (slip op., at 2-3) siana, fourth circuit
(“[I]f a Bill of Rights protection is incorporated, there
is no daylight between the federal and state conduct it [April 20, 2020]
prohibits or requires”).
n
JUSTICE SOTOMAYOR, concurring as to all but Part
(64) See n. 35, supra. IV-A. I agree with most of the Court’s rationale, and so
I join all but Part IV-A of its opinion. I write separately,
however, to underscore three points. First, overruling
so
I
(67) Post, at 1, 19.
Both the majority and the dissent rightly empha-
(68) Brief for State of Oregon as Amicus Curiae 13 size that stare decisis “has been a fundamental part
(“In 2018 alone ... there were 673 felony jury trials of our jurisprudence since the founding.” Post, at 12
in Oregon, and studies suggest that as many as two- (opinion of ALITO, J.); see ante, at 20. Indeed, “[w]
thirds of those cases would have had a non-unani- e generally adhere to our prior decisions, even if we
Th
mous verdict”). At most, Oregon says the number question their soundness, because doing so ‘pro-
of cases remaining on direct appeal and affected by motes the evenhanded, predictable, and consistent
today’s decision “easily may eclipse a thousand.” Id., development of legal principles, fosters reliance on
at 12 (emphasis added). judicial decisions, and contributes to the actual and
perceived integrity of the judicial process.’” Alleyne v.
(69) 541 U. S. 36, 60-63 (2004). United States, 570 U. S. 99, 118 (2013) (SOTOMAYOR,
J., concurring) (quoting Payne v. Tennessee, 501 U. S.
(70) 556 U. S. 332, 345-347 (2009). 808, 827 (1991)).
(71) 489 U. S. 288, 311-312 (1989) (plurality opi- But put simply, this is not a case where we cast asi-
nion). de precedent “simply because a majority of this Court
now disagrees with” it. Alleyne, 570 U. S., at 133 (ALI-
(72) Ibid. TO, J., dissenting). Rather, Apodaca v. Oregon, 406 U.
S. 464 (1972), was on shaky ground from the start. That This case, by contrast, threatens no broad upheaval
was not because of the functionalist analysis of that of private economic rights. Particularly when compa-
Court’s plurality: Reasonable minds have disagreed red to the interests of private parties who have struc-
over time-and continue to disagree-about the best tured their affairs in reliance on our decisions, the
mode of constitutional interpretation. That the plura- States’ interests here in avoiding a modest number of
lity in Apodaca used different interpretive tools from retrials-emphasized at such length by the dissent-are
the majority here is not a reason on its own to discard much less weighty. They are certainly not new: Opi-
nions that force changes in a State’s criminal procedu-
rs
precedent.
re typically impose such costs. And were this Court to
What matters instead is that, as the majority rightly take the dissent’s approach-defending criminal-pro-
stresses, Apodaca is a universe of one-an opinion cedure opinions as wrong as Apodaca simply to avoid
uniquely irreconcilable with not just one, but two, burdening criminal justice systems-it would never co-
te
strands of constitutional precedent well established rrect its criminal jurisprudence at all.
both before and after the decision. The Court has long
recognized that the Sixth Amendment requires una- To pick up on the majority’s point, ante, at 23, in
nimity. Ante, at 11, 20-22. Five Justices in Apodaca that alternate universe, a trial judge alone could still
itself disagreed with that plurality’s contrary view of decide the critical facts necessary to sentence a defen-
eu
the Sixth Amendment. Justice Powell’s theory of dual- dant to death. Walton v. Arizona, 497 U. S. 639 (1990),
track incorporation also fared no better: He recogni- overruled by Ring v. Arizona, 536 U. S. 584 (2002). An
zed that his argument on that score came “late in the officer would still be able to search a car upon the
day.” Johnson v. Louisiana, 406 U. S. 356, 375 (1972) arrest of any one of its recent occupants. New York v.
(concurring opinion). Belton, 453 U. S. 454 (1981), hold- ing limited by Ari-
zona v. Gant, 556 U. S. 332 (2009). And States could
R
Moreover, “[t]he force of stare decisis is at its nadir still deprive a defendant of the right to confront her
accuser so long as the incriminating statement was
in cases concerning [criminal] procedur[e] rules that
implicate fundamental constitutional protections.” “reliable.” Ohio v. Roberts, 448 U. S. 56 (1980), abro-
Alleyne, 570 U. S., at 116, n. 5. And the constitutional gated by Crawford v. Washington, 541 U. S. 36 (2004).
The Constitution demands more than the continued
protection here ranks among the most essential: the
use of flawed criminal procedures-all because the
n
right to put the State to its burden, in a jury trial that
Court fears the consequences of changing course.
comports with the Sixth Amendment, before facing
criminal punishment. See Codispoti v. Pennsylvania, III
so
interpretation of the jury-trial right, the Court should because that legacy existed in the first place-unfor-
not hesitate to reconsider its precedents. tunately, many laws and policies in this country have
had some history of racial animus-but also because
II the States’ legislatures never truly grappled with the
laws’ sordid history in reenacting them. See genera-
In contrast to the criminal-procedure context, “[c] lly United States v. Fordice, 505 U. S. 717, 729 (1992)
onsiderations in favor of stare decisis are at their acme (policies that are “traceable” to a State’s de jure racial
in cases involving property and contract rights.” Pay-
Th
Today, Louisiana’s and Oregon’s laws are fully-and serve to define and point out their duty in every par-
rightly-relegated to the dustbin of history. And so, ticular case that comes before them.” The Federalist
too, is Apodaca. While overruling precedent must be No. 78, p. 529 (J. Cooke ed. 1961). In the words of THE
rare, this Court should not shy away from correcting CHIEF JUSTICE, stare decisis’ “greatest purpose is to
its errors where the right to avoid imprisonment pur- serve a constitutional ideal-the rule of law.” Citizens
suant to unconstitutional procedures hangs in the United v. Federal Election Comm’n, 558 U. S. 310, 378
balance. (2010) (concurring opinion).
rs
Kavanaugh, J., concurring in part This Court has repeatedly explained that stare deci-
sis “promotes the evenhanded, predictable, and con-
Supreme Court of the United States sistent development of legal principles, fosters relian-
ce on judicial decisions, and contributes to the actual
No. 18-5924
te
and perceived integrity of the judicial process.” Payne
v. Tennessee, 501 U. S. 808, 827 (1991). The doctrine
Evangelisto Ramos, Petitioner v. Louisiana “permits society to presume that bedrock principles
are founded in the law rather than in the proclivities
On writ of certiorari to the court of appeal of Loui- of individuals, and thereby contributes to the integrity
eu
siana, fourth circuit of our constitutional system of government, both in
appearance and in fact.” Vasquez v. Hillery, 474 U. S.
[April 20, 2020]
254, 265-266 (1986).
JUSTICE KAVANAUGH, concurring in part.
The doctrine of stare decisis does not mean, of
In Apodaca v. Oregon, this Court held that state course, that the Court should never overrule erro-
R
juries need not be unanimous in order to convict a neous precedents. All Justices now on this Court agree
that it is sometimes appropriate for the Court to ove-
criminal defendant. 406 U. S. 404 (1972). Two States,
Louisiana and Oregon, have continued to use non- rrule erroneous decisions. Indeed, in just the last few
unanimous juries in criminal cases. Today, the Court Terms, every current Member of this Court has voted
overrules Apodaca and holds that state juries must be to overrule multiple constitutional precedents. See,
e.g., Knick v. Township of Scott, 588 U. S. __ (2019);
n
unanimous in order to convict a criminal defendant.
Franchise Tax Bd. of Cal. v. Hyatt, 587 U. S. __ (2019);
I agree with the Court that the time has come to Janus v. State, County, and Municipal Employees, 585
U. S. __ (2018); Hurst v. Florida, 577 U. S. __ (2016);
so
founding generation,” Alden v. Maine, 527 U. S. 706, U. S. 36 (2004); Lawrence v. Texas, 539 U. S. 558 (2003);
715 (1999)-wrote that “it is an established rule to abi- Ring v. Arizona, 536 U. S. 584 (2002); Agostini v. Felton,
de by former precedents,” to “keep the scale of justice 521 U. S. 203 (1997); Seminole Tribe of Fla. v. Florida,
even and steady, and not liable to waver with every 517 U. S. 44 (1996); Planned Parenthood of Southeas-
new judge’s opinion.” 1 W. Blackstone, Commentaries tern Pa. v. Casey, 505 U. S. 833 (1992); (1) Payne v. Ten-
on the Laws of England 69 (1765). The Framers of our nessee, 501 U. S. 808 (1991); Batson v. Kentucky, 476
Constitution understood that the doctrine of stare de- U. S. 79 (1986); Garcia v. San Antonio Metropolitan
cisis is part of the “judicial Power” and rooted in Ar- Transit Authority, 469 U. S. 528 (1985); Illinois v. Gates,
ticle III of the Constitution. Writing in Federalist 78, 462 U. S. 213 (1983); United States v. Scott, 437 U. S. 82
Alexander Hamilton emphasized the importance of (1978); Craig v. Boren, 429 U. S. 190 (1976); Taylor v.
stare decisis: To “avoid an arbitrary discretion in the Louisiana, 419 U. S. 522 (1975); Brandenburg v. Ohio,
courts, it is indispensable” that federal judges “should 395 U. S. 444 (1969) (per curiam); Katz v. United States,
be bound down by strict rules and precedents, which 389 U. S. 347 (1967); Miranda v. Arizona, 384 U. S. 436
(1966); Malloy v. Hogan, 378 U. S. 1 (1964); Wesberry the error is a matter of serious concern, provided co-
v. Sanders, 376 U. S. 1 (1964); Gideon v. Wainwright, rrection can be had by legislation.” Burnet v. Corona-
372 U. S. 335 (1963); Baker v. Carr, 369 U. S. 186 (1962); do Oil & Gas Co., 285 U. S. 393, 406 (1932) (Brandeis,
Mapp v. Ohio, 367 U. S. 643 (1961); Brown v. Board of J., dissenting) (emphasis added) (2).
Education, 347 U. S. 483 (1954); Smith v. Allwright, 321
U. S. 649 (1944); West Virginia Bd. of Ed. v. Barnette, In constitutional cases, by contrast, the Court has
319 U. S. 624 (1943); United States v. Darby, 312 U. S. repeatedly said-and says again today-that the doc-
100 (1941); Erie R. Co. v. Tompkins, 304 U. S. 64 (1938); trine of stare decisis is not as “inflexible.” Burnet, 285
rs
West Coast Hotel Co. v. Parrish, 300 U. S. 379 (1937). U. S., at 406 (Brandeis, J., dissenting); see also ante, at
20; Payne, 501 U. S., at 828; Scott, 437 U. S., at 101. The
The lengthy and extraordinary list of landmark ca- reason is straightforward: As Justice O’Connor once
ses that overruled precedent includes the single most wrote for the Court, stare decisis is not as strict “when
te
important and greatest decision in this Court’s his- we interpret the Constitution because our interpreta-
tory, Brown v. Board of Education, which repudiated tion can be altered only by constitutional amendment
the separate but equal doctrine of Plessy v. Ferguson, or by overruling our prior decisions.” Agostini, 521
163 U. S. 537 (1896). U. S., at 235. The Court therefore “must balance the
importance of having constitutional questions deci-
eu
As those many examples demonstrate, the doctrine ded against the importance of having them decided
of stare decisis does not dictate, and no one seriously right.” Citizens United, 558 U. S., at 378 (ROBERTS, C.
maintains, that the Court should never overrule erro- J., concurring). It follows “that in the unusual circum-
neous precedent. As the Court has often stated and stance when fidelity to any particular precedent does
repeats today, stare decisis is not an “inexorable com- more to damage this constitutional ideal than to ad-
mand.” E.g., ante, at 20. vance it, we must be more willing to depart from that
R
On the other hand, as Justice Jackson explained,
precedent.” Ibid. In his canonical opinion in Burnet,
Justice Brandeis described the Court’s practice with
just “because one should avoid Scylla is no reason respect to stare decisis in constitutional cases in a way
for crashing into Charybdis.” Jackson, Decisional Law that was accurate then and remains accurate now:
and Stare Decisis, 30 A. B. A. J. 334 (1944). So no one In “cases involving the Federal Constitution, whe-
advocates that the Court should always overrule erro- re correction through legislative action is practically
n
neous precedent. impossible, this Court has often overruled its earlier
decisions.” 285 U. S., at 406-407 (dissenting opinion).
Rather, applying the doctrine of stare decisis, this
so
Court ordinarily adheres to precedent, but sometimes That said, in constitutional as in statutory cases, to
overrules precedent. The difficult question, then, is “overrule an important precedent is serious business.”
when to overrule an erroneous precedent. Jackson, 30 A. B. A. J., at 334. In constitutional as in
statutory cases, adherence to precedent is the norm.
To begin with, the Court’s precedents on precedent To overrule a constitutional decision, the Court’s pre-
distinguish statutory cases from constitutional cases. cedents on precedent still require a “special justifica-
om
the agreement of the House, the Senate (in effect, 60 the belief that the precedent was wrongly decided.”
Senators), and the President. Both by design and as a Allen, 589 U. S., at __ (slip op., at 9) (internal quotation
matter of fact, enacting new legislation is difficult-and marks omitted). As Justice Scalia put it, the doctrine of
far more difficult than the Court’s cases sometimes stare decisis always requires “reasons that go beyond
seem to assume. Nonetheless, the Court has ordina- mere demonstration that the overruled opinion was
rily left the updating or correction of erroneous sta- wrong,” for “otherwise the doctrine would be no doc-
tutory precedents to the legislative process. See, e.g., trine at all.” Hubbard v. United States, 514 U. S. 695,
Kimble v. Marvel Entertainment, LLC, 576 U. S. 446, 716 (1995) (opinion concurring in part and concu-
456-457 (2015); Patterson v. McLean Credit Union, rring in judgment). To overrule, the Court demands a
491 U. S. 164, 172-173 (1989); Flood v. Kuhn, 407 U. S. special justification or strong grounds.
258, 283-284 (1972). The principle that “it is more im-
portant that the applicable rule of law be settled than But the “special justification” or “strong grounds”
that it be settled right” is “commonly true even where formulation elides a key question: What constitutes
a special justification or strong grounds? (3). In other Ferguson, 163 U. S. 537 (1896), or may be unmasked
words, in deciding whether to overrule an erroneous as egregiously wrong based on later legal or factual
constitutional decision, how does the Court know understandings or developments, see, e.g., Nevada v.
when to overrule and when to stand pat? Hall, 440 U. S. 410 (1979), or both, ibid.
As the Court has exercised the “judicial Power” over Second, has the prior decision caused significant
time, the Court has identified various stare decisis negative jurisprudential or real-world consequences?
factors. In articulating and applying those factors, the In conducting that inquiry, the Court may consider
rs
Court has, to borrow James Madison’s words, sought jurisprudential consequences (some of which are
to liquidate and ascertain the meaning of the Article also relevant to the first inquiry), such as workability,
III “judicial Power” with respect to precedent. The Fe- as well as consistency and coherence with other de-
deralist No. 37, at 236. cisions, among other factors. Importantly, the Court
te
may also scrutinize the precedent’s real-world effects
The stare decisis factors identified by the Court in on the citizenry, not just its effects on the law and the
its past cases include: legal system. See, e.g., Brown v. Board of Education,
347 U. S., at 494-495; Barnette, 319 U. S., at 630-642;
- the quality of the precedent’s reasoning; see also Payne, 501 U. S., at 825-827.
eu
- the precedent’s consistency and coherence with Third, would overruling the prior decision unduly
previous or subsequent decisions; upset reliance interests? This consideration focuses
on the legitimate expectations of those who have re-
- changed law since the prior decision; asonably relied on the precedent. In conducting that
inquiry, the Court may examine a variety of reliance
- changed facts since the prior decision;
R interests and the age of the precedent, among other
factors.
- the workability of the precedent;
- the reliance interests of those who have relied on In short, the first consideration requires inquiry
the precedent; and into how wrong the precedent is as a matter of law.
The second and third considerations together de-
n
- the age of the precedent. mand, in Justice Jackson’s words, a “sober appraisal of
the disadvantages of the innovation as well as those
of the questioned case, a weighing of practical effects
so
It is inevitable that judges of good faith applying the Second, Apodaca causes significant negative con-
stare decisis considerations will sometimes disagree sequences. It is true that Apodaca is workable. But
about when to overrule an erroneous constitutional Apodaca sanctions the conviction at trial or by guilty
precedent, as the Court does in this case. To begin plea of some defendants who might not be convicted
with, judges may disagree about whether a prior de- under the proper constitutional rule (although exactly
cision is wrong in the first placeand importantly, that how many is of course unknowable). That consequen-
disagreement is sometimes the real dispute when ce has traditionally supplied some support for overru-
ling an egregiously wrong criminalprocedure prece-
rs
judges joust over stare decisis. But even when judges
agree that a prior decision is wrong, they may disagree dent. See generally Malloy, 378 U. S. 1.
about whether the decision is so egregiously wrong as
In addition, and significant to my analysis of this
to justify an overruling. Judges may likewise disagree
case, the origins and effects of the non-unanimous
about the severity of the jurisprudential or real-world
te
jury rule strongly support overruling Apodaca. Loui-
consequences caused by the erroneous decision and, siana achieved statehood in 1812. And throughout
therefore, whether the decision is worth overruling. most of the 1800s, the State required unanimous ju-
In that regard, some judges may think that the negati- ries in criminal cases. But at its 1898 state constitutio-
ve consequences can be addressed by narrowing the nal convention, Louisiana enshrined non-unanimous
eu
precedent (or just living with it) rather than outright juries into the state constitution. Why the change? The
overruling it. Judges may also disagree about how to State wanted to diminish the influence of black jurors,
measure the relevant reliance interests that might be who had won the right to serve on juries through the
affected by an overruling. And on top of all of that, Fourteenth Amendment in 1868 and the Civil Rights
judges may also disagree about how to weigh and ba- Act of 1875. See Strauder v. West Virginia, 100 U. S. 303,
lance all of those competing considerations in a given 308-310 (1880); T. Aiello, Jim Crow’s Last Stand: Nonu-
case (5).
R nanimous Criminal Jury Verdicts in Louisiana 16, 19
(2015). Coming on the heels of the State’s 1896 victory
This case illustrates that point. No Member of the in Plessy v. Ferguson, 163 U. S. 537, the 1898 consti-
Court contends that the result in Apodaca is correct. tutional convention expressly sought to “establish the
But the Members of the Court vehemently disagree supremacy of the white race.” Semmes, Chairman of
about whether to overrule Apodaca. the Committee on the Judiciary, Address at the Loui-
n
siana Constitutional Convention in 1898, in Official
II Journal of the Proceedings of the Constitutional Con-
vention of the State of Louisiana 375 (H. Hearsey ed.
so
Applying the three broad stare decisis considera- 1898). And the convention approved nonunanimous
tions to this case, I agree with the Court’s decision to juries as one pillar of a comprehensive and brutal
overrule Apodaca. program of racist Jim Crow measures against African-
Americans, especially in voting and jury service. See
First, Apodaca is egregiously wrong. The original Aiello, supra, at 16-26; Frampton, The Jim Crow Jury,
71 Vand. L. Rev. 1593, 1620 (2018) (7).
om
discrimination against black defendants, victims, and in particular. Pena-Rodriguez v. Colorado, 580 U. S. ,
jurors. In effect, the non-unanimous jury allows back- - (2017) (slip op., at 13-14) (collecting cases).
door and unreviewable peremptory strikes against up
to 2 of the 12 jurors. To state the point in simple terms: Why stick by an
erroneous precedent that is egregiously wrong as a
In its 1986 decision in Batson v. Kentucky, the Court matter of constitutional law, that allows convictions of
recognized the pervasive racial discrimination woven some who would not be convicted under the proper
into the traditional system of unfettered peremptory constitutional rule, and that tolerates and reinforces a
rs
challenges. See 476 U. S., at 85-89, 91. The Court the- practice that is thoroughly racist in its origins and has
refore overruled a prior decision, Swain v. Alabama, continuing racially discriminatory effects?
380 U. S. 202 (1965), that had allowed those challen-
ges. See generally Flowers v. Mississippi, 588 U. S. __ Third, overruling Apodaca would not unduly upset
te
(2019). reliance interests. Only Louisiana and Oregon employ
nonunanimous juries in criminal cases. To be sure, in
In my view, Apodaca warrants the same fate as those two States, the Court’s decision today will inva-
Swain. After all, the “requirements of unanimity and lidate some non-unanimous convictions where the
impartial selection thus complement each other in issue is preserved and the case is still on direct review.
eu
ensuring the fair performance of the vital functions But that consequence almost always ensues when a
of a criminal court jury.” Johnson, 406 U. S., at 398 criminal-procedure precedent that favors the govern-
(Stewart, J., dissenting). And as Justice Thurgood ment is overruled. See Ring, 536 U. S. 584; Batson, 476
Marshall forcefully explained in dissent in Apodaca, U. S. 79. And here, at least, I would “count that a small
to “fence out a dissenting juror fences out a voice price to pay for the uprooting of this weed.” Hubbard,
from the community, and undermines the principle 514 U. S., at 717 (Scalia, J., concurring in part and con-
R
on which our whole notion of the jury now rests.” curring in judgment).
Johnson, 406 U. S., at 402 (Marshall, J., dissenting in
Except for the effects on that limited class of direct-
both Johnson and Apodaca).
review cases, it will be relatively easy going forward for
Louisiana and Oregon to transition to the unanimous
To be clear, one could advocate for and justify a
jury rule that the other 48 States and the federal courts
n
nonunanimous jury rule by resort to neutral and
use. Indeed, in 2018, Louisiana amended its constitu-
legitimate principles. England has employed non-
tion to require jury unanimity in criminal trials for
unanimous juries, and various legal organizations
crimes committed on or after January 1, 2019, mea-
so
nanimous juries-as distinct from its original decision Court’s precedents, new constitutional rules apply on
in the late 1800s to adopt non-unanimous juries-may direct review, but generally do not apply retroactively
have been motivated by neutral principles (or just by on habeas corpus review. See Teague v. Lane, 489 U. S.
inertia). 288, 311 (1989) (plurality opinion); Griffith v. Kentuc-
ky, 479 U. S. 314, 328 (1987). Teague recognizes only
But the question at this point is not whether the two exceptions to that general habeas non-retroac-
Constitution prohibits non-unanimous juries. It tivity principle: “if (1) the rule is substantive or (2)
does. Rather, the disputed question here is whether
Th
defendant’s culpability.” Schriro v. Summerlin, 542 U. In sum, Apodaca is egregiously wrong, it has signifi-
S. 348, 353 (2004). cant negative consequences, and overruling it would
not unduly upset reliance interests. I therefore agree
The second Teague exception does not apply be- with the Court’s decision to overrule Apodaca (10).
cause today’s new rule, while undoubtedly important,
is not a “watershed” procedural rule. This Court has (1) In Casey, the Court reaffirmed what it described
flatly stated that “it is unlikely that any such rules” as the “central holding” of Roe v. Wade, 410 U. S. 113
have “yet to emerge.” Whorton, 549 U. S., at 417 (in- (1973), the Court expressly rejected Roe’s trimester
rs
ternal quotation marks omitted). In “the years since framework, and the Court expressly overruled two
Teague, we have rejected every claim that a new rule other important abortion precedents, Akron v. Akron
satisfied the requirements for watershed status.” Id., at Center for Reproductive Health, Inc., 462 U. S. 416
418, 421 (rejecting retroactivity for Crawford v. Wash- (1983), and Thornburgh v. American College of Obs-
te
ington, 541 U. S. 36 (2004)); see, e.g., Beard v. Banks, tetricians and Gynecologists, 476 U. S. 747 (1986). See
542 U. S. 406, 420 (2004) (rejecting retroactivity for Casey, 505 U. S., at 861; id., at 870, 873 (plurality opi-
Mills v. Maryland, 486 U. S. 367 (1988)); Summerlin, nion).
542 U. S., at 358 (rejecting retroactivity for Ring v.
Arizona, 536 U. S. 584 (2002)); O’Dell v. Netherland, (2) The Court’s precedents applying common-law
eu
521 U. S. 151, 167-168 (1997) (rejecting retroactivity statutes and pronouncing the Court’s own interpreti-
for Simmons v. South Carolina, 512 U. S. 154 (1994)); ve methods and principles typically do not fall within
Lambrix v. Singletary, 520 U. S. 518, 539-540 (1997) that category of stringent statutory stare decisis. See
(rejecting retroactivity for Espinosa v. Florida, 505 U. Leegin Creative Leather Products, Inc. v. PSKS, Inc.,
S. 1079 (1992) (per curiam)); Sawyer v. Smith, 497 U. 551 U. S. 877, 899-907 (2007); Kisor v. Wilkie, 588 U.
S. 227, 241-245 (1990) (rejecting retroactivity for Cald- S. __, __-__ (2019) (GORSUCH, J., concurring in judg-
R
well v. Mississippi, 472 U. S. 320 (1985)); see also Allen
ment) (slip op., at 34-36).
v. Hardy, 478 U. S. 255, 261 (1986) (per curiam) (rejec-
(3) The Court first used the term “special justifi-
ting retroactivity for Batson v. Kentucky, 476 U. S. 79
cation” in the stare decisis context in 1984, without
(1986)); DeStefano v. Woods, 392 U. S. 631, 635 (1968) explaining what the term might entail. See Arizona v.
(per curiam) (rejecting retroactivity for Duncan, 391 Rumsey, 467 U. S. 203, 212. In employing that term,
n
U. S. 145). the Court did not suggest that it was imposing a new
stare decisis requirement as opposed to merely des-
So assuming that the Court faithfully applies Tea-
cribing the Court’s historical practice with respect to
so
deficient for failing to raise a constitutional jury- ment on the stare decisis question.
unanimity argument before today’s decision-or at
the very least, before the Court granted certiorari in (5) To be clear, the stare decisis issue in this case is
this case. Before today, after all, this Court’s prece- one of horizontal stare decisis-that is, the respect that
dents had repeatedly allowed nonunanimous juries this Court owes to its own precedents and the circum-
in state criminal cases. In that situation, the Courts of stances under which this Court may appropriately
Appeals have consistently held that an attorney is not overrule a precedent. By contrast, vertical stare deci-
Th
ineffective for failing to anticipate or advocate for the sis is absolute, as it must be in a hierarchical system
overruling of a constitutional precedent of this Court. with “one supreme Court.” U. S. Const., Art III, §1. In
See, e.g., Walker v. United States, 810 F. 3d 568, 577 other words, the state courts and the other federal
(CA8 2016); United States v. Smith, 241 F. 3d 546, 548 courts have a constitutional obligation to follow a pre-
(CA7 2001); Honeycutt v. Mahoney, 698 F. 2d 213, 216- cedent of this Court unless and until it is overruled by
217 (CA4 1983); see also Steiner v. United States, 940 this Court. See Rodriguez de Quijas v. Shearson/Ame-
F. 3d 1282, 1293 (CA11 2019) (per curiam); Snider v. rican Express, Inc., 490 U. S. 477, 484 (1989).
United States, 908 F. 3d 183, 192 (CA6 2018); Green v.
Johnson, 116 F. 3d 1115, 1125 (CA5 1997). (6) Notwithstanding the splintered 4-1-4 decision
in Apodaca, its bottomline result carried preceden-
For those reasons, the reliance interests at stake in tial force. In the American system of stare decisis, the
this case are not especially substantial, and they do result and the reasoning each independently have
not mandate adherence to Apodaca (9). precedential force, and courts are therefore bound
to follow both the result and the reasoning of a prior TICE ALITO primarily boils down to our different
decision. See Seminole Tribe of Fla. v. Florida, 517 U. assessments of those reliance interests-in particular,
S. 44, 67 (1996); Randall v. Sorrell, 548 U. S. 230, 243 our different evaluations of how readily Louisiana and
(2006) (opinion of BREYER, J.); County of Allegheny Oregon can adjust to an overruling of Apodaca.
v. American Civil Liberties Union, Greater Pittsburgh
Chapter, 492 U. S. 573, 668 (1989) (Kennedy, J., con- (10) As noted above, I join the introduction and
curring in judgment in part and dissenting in part). Parts I, II-A, III, and IV-B-1 of JUSTICE GORSUCH’s
The result of Apodaca was that state criminal juries opinion for the Court. The remainder of JUSTICE
rs
need not be unanimous. That precedential result has GORSUCH’s opinion does not command a majori-
been followed by this Court and the other federal and ty. That point is important with respect to Part IV-A,
state courts for the last 48 years. To be sure, Apoda- which only three Justices have joined. It appears that
ca had no majority opinion. When the Court’s deci- six Justices of the Court treat the result in Apodaca
te
sion is splintered, courts follow the result, and they as a precedent and therefore do not subscribe to the
also follow the reasoning or standards set forth in the analysis in Part IV-A of JUSTICE GORSUCH’s opinion.
opinion constituting the “narrowest grounds” of the
Justices in the majority. See Marks v. United States, Thomas, J., concurring in judgment
430 U. S. 188, 193 (1977). That Marks rule is ordina-
eu
rily commonsensical to apply and usually means that Supreme Court of the United States
courts in essence heed the opinion that occupies the
middle-ground position between (i) the broadest opi- No. 18-5924
nion among the Justices in the majority and (ii) the
Evangelisto Ramos, Petitioner v. Louisiana
dissenting opinion. See United States v. Duvall, 740
F. 3d 604, 610-611 (CADC 2013) (Kavanaugh, J., con-
On writ of certiorari to the court of appeal of Loui-
R
curring in denial of rehearing en banc). On very rare
siana, fourth circuit
occasions, as in Apodaca, it can be difficult to discern
which opinion’s reasoning has precedential effect [April 20, 2020]
under Marks. See also Nichols v. United States, 511 U.
S. 738, 745-746 (1994) (analyzing Baldasar v. Illinois, JUSTICE THOMAS, concurring in the judgment.
446 U. S. 222 (1980) (per curiam)). But even when that
n
happens, the result of the decision still constitutes a I agree with the Court that petitioner Evangelisto
binding precedent for the federal and state courts, Ramos’ felony conviction by a nonunanimous jury
and for this Court, unless and until it is overruled by
so
Rev. 1, 3, 43-51 (2016); Mooney, Remembering 1857, protection against nonunanimous felony guilty ver-
87 Ore. L. Rev. 731, 778, n. 174 (2008). dicts. On this question, I do not write on a blank slate.
As the Court acknowledges, our decisions have long
(8) In Allen v. Hardy, 478 U. S. 255 (1986) (per cu- recognized that unanimity is required. See ante, at
riam), this Court concluded-without briefing or oral 6-7. Because this interpretation is not demonstrably
argument-that Batson would not apply retroacti- erroneous, I would resolve the Sixth Amendment
vely. Under the well-settled Teague principles, there question on that basis.
should be no doubt that today’s decision likewise will
not apply retroactively on collateral review. A
(9) JUSTICE ALITO’s characteristically incisive This Court first decided that the Sixth Amend-
dissent rests largely on his view of the States’ relian- ment protected a right to unanimity in Thompson v.
ce interests. My respectful disagreement with JUS- Utah, 170 U. S. 343 (1898). The Court reasoned that
Thompson, a Utah prisoner, was protected by the 379 (1772); see also 4 id., at 343. Another influential
Sixth Amendment when Utah was still a Territory be- treatise author, Hale, wrote that “the law of England
cause “the right of trial by jury in suits at common law hath afforded the best method of trial, that is possi-
appl[ied] to the Territories of the United States.” Id., ble, ... namely by a jury ... all concurring in the same
at 346. The Court then stated that this right “made it judgment.” 1 M. Hale, Pleas of the Crown 33 (1736)
impossible to deprive him of his liberty except by [a] (emphasis deleted). Such views continued in scho-
unanimous verdict.” Id., at 355; see also id., at 351, 353. larly works throughout the early Republic. See, e.g.,
2 J. Story, Commentaries on the Constitution of the
rs
The Court has repeatedly reaffirmed the Sixth United States §777, p. 248 (1833); 6 N. Dane, Digest of
Amendment’s unanimity requirement. In Patton v. American Law, ch. LXXXII, Art. 2, §1, p. 226 (1824); 2
United States, 281 U. S. 276 (1930), the Court stated J. Wilson, Works of the Honourable James Wilson 349-
that the Sixth Amendment protects the right “that the 350 (1804).
te
verdict should be unanimous,” id., at 288. In Andres v.
United States, 333 U. S. 740 (1948), the Court repea- The uniform practice among the States was in ac-
ted that “[u]nanimity in jury verdicts is required” by cord. Despite isolated 17th-century colonial practices
the Sixth Amendment, id., at 748. And in Apodaca v. allowing nonunanimous juries, “unanimity became
Oregon, 406 U. S. 404 (1972), five Justices agreed that the accepted rule during the 18th century, as Ameri-
eu
“the Sixth Amendment’s guarantee of trial by jury em- cans became more familiar with the details of English
braces a guarantee that the verdict of the jury must be common law and adopted those details in their own
unanimous,” id., at 414 (Stewart, J., joined by Bren- colonial legal systems.” Apodaca, supra, at 408, n. 3
nan and Marshall, JJ., dissenting); see also Johnson v. (plurality opinion). In the founding era, six States ex-
Louisiana, 406 U. S. 356, 371 (1972) (Powell, J., con- plicitly mentioned unanimity in their constitutions.
curring) (explaining views in Apodaca and its compa- See Del. Declaration of Rights §14 (1776); Md. Decla-
R
nion case); id., at 382-383 (Douglas, J., joined by Bren- ration of Rights, Art. XIX (1776); N. C. Declaration of
Rights §IX (1776); Pa. Declaration of Rights, Art. IX
nan and Marshall, JJ., dissenting) (same). We have ac-
cepted this interpretation of the Sixth Amendment in (1776); Vt. Const., Art. XI (1786); Va. Declaration of
recent cases. See Southern Union Co. v. United States, Rights §8 (1776). Four more States clearly referred
567 U. S. 343, 356 (2012); Blakely v. Washington, 542 to the commonlaw jury right, which included unani-
U. S. 296, 301 (2004); Apprendi v. New Jersey, 530 U. S. mity. Ky. Const., Art. XII, §6 (1792); N. J. Const., Art.
n
466, 477 (2000). XXII (1776); N. Y. Const., Art. XLI (1777); S. C. Const.,
Art. IX, §6 (1790). Some States did not explicitly refer
B to either the common law or unanimity. See, e.g., Ga.
so
monstrably erroneous decisions-meaning decisions Constitutions, respondent Louisiana argues that the
outside the realm of permissible interpretation-over omission of an express unanimity requirement in the
the text of the Constitution and other duly enacted Sixth Amendment reflects a deliberate choice. This
federal law.” Gamble v. United States, 587 U. S. __, __ argument fails to establish that the Court’s decisions
(2019) (concurring opinion) (slip op., at 2). There is are demonstrably erroneous. The House of Represen-
considerable evidence that the phrase “trial ... by ... tatives passed a version of the amendment providing
jury” in the Sixth Amendment was understood since that “[t]he trial of all crimes ... shall be by an impartial
Th
the founding to require that a felony guilty verdict jury of freeholders of the vicinage, with the requisite
be unanimous. Because our precedents are thus not of unanimity for conviction, of the right of challenge,
outside the realm of permissible interpretation, I will and other accustomed requisites,” 1 Annals of Cong.
apply them. 435 (1789), but the final Amendment contained no re-
ference to vicinage or unanimity. See Amdt. 6. I agree
1 with Justice Harlan and the Court that “the meaning
of this change is wholly speculative” and that there is
Blackstone-”the preeminent authority on English “no concrete evidence” that the Senate rejected the
law for the founding generation,” Alden v. Maine, requirement of unanimity. Baldwin v. New York, 399
527 U. S. 706, 715 (1999)-wrote that no subject can U. S. 66, 123, n. 9 (1970) (Harlan, J., dissenting); see
“be affected either in his property, his liberty, or his also ante, at 11-12; Letter from J. Madison to E. Pend-
person, but by the unanimous consent” of a jury, 3 W. leton (Sept. 14, 1789), in 1 Letters and Other Writings
Blackstone, Commentaries on the Laws of England of James Madison 491 (1867). There is thus sufficient
evidence to support this Court’s prior interpretation demonstrably erroneous. It is within the realm of per-
that the Sixth Amendment right to a trial by jury re- missible interpretations to say that “trial ... by ... jury”
quires unanimity. in that Amendment includes a protection against no-
nunanimous felony guilty verdicts.
2
II
There is also considerable evidence that this un-
derstanding persisted up to the time of the Fourteenth The remaining question is whether that right is pro-
rs
Amendment’s ratification. State courts, for example, tected against the States. In my view, the Privileges or
continued to interpret the phrase “trial by jury” to Immunities Clause provides this protection. I do not
require unanimity in felony guilty verdicts. The New adhere to this Court’s decisions applying due process
Hampshire Superior Court of Judicature expounded incorporation, including Apodaca and-it seems-the
te
on the point: Court’s opinion in this case.
“The terms ‘jury,’ and ‘trial by jury,’ are, and for ages The Privileges or Immunities Clause provides that
have been well known in the language of the law. They “[n]o State shall make or enforce any law which shall
were used at the adoption of the constitution, and abridge the privileges or immunities of citizens of the
eu
always, it is believed, before that time, and almost United States.” Amdt. 14, §1. At the time of the Four-
always since, in a single sense. teenth Amendment’s ratification, “the terms ‘privi-
leges’ and ‘immunities’ had an established meaning
“A jury for the trial of a cause ... must return their as synonyms of ‘rights.’” McDonald v. Chicago, 561
unanimous verdict upon the issue submitted to them. U. S. 742, 813 (2010) (THOMAS, J., concurring in part
and concurring in judgment). “[T]he ratifying pu-
“All the books of the law describe a trial jury subs-
R
tantially as we have stated it. And a ‘trial by jury’ is a
blic understood the Privileges or Immunities Clause
to protect constitutionally enumerated rights” aga-
trial by such a body, so constituted and conducted. So
inst abridgment by the States. Id., at 837. The Sixth
far as our knowledge extends, these expressions were
Amendment right to a trial by jury is certainly a cons-
used at the adoption of the constitution and always
titutionally enumerated right. See Maxwell v. Dow,
before, in these senses alone by all classes of writers
176 U. S. 581, 606-608 (1900) (Harlan, J., dissenting).
n
and speakers.” Opinion of Justices, 41 N. H. 550, 551-
552 (1860).
The Court, however, has made the Due Process
Clause serve the function that the Privileges or Im-
so
Procedure §761, p. 532 (1866). A widely read treatise As I have explained before, “[t]he notion that a cons-
on constitutional law reiterated that “‘by a jury’ is ge- titutional provision that guarantees only ‘process’
nerally understood to mean” a body that “must una- before a person is deprived of life, liberty, or proper-
nimously concur in the guilt of the accused before a ty could define the substance of those rights strains
conviction can be had.” G. Paschal, The Constitution credulity for even the most casual user of words.” Id.,
of the United States 210 (1876) (capitalization omit- at 811. The unreasonableness of this interpretation
ted). And a volume on the jury trial was in agreement. is underscored by the Court’s struggle to find a “gui-
See J. Proffatt, Trial by Jury §77, p. 112 (1877). ding principle to distinguish ‘fundamental’ rights that
warrant protection from non fundamental rights that
*** do not,” ibid., as well as its many incorrect decisions
based on this theory, see Obergefell v. Hodges, 576 U.
Based on this evidence, the Court’s prior inter- S. 644 (2015); Roe v. Wade, 410 U. S. 113 (1973); Dred
pretation of the Sixth Amendment’s guarantee is not Scott v. Sandford, 19 How. 393 (1857).
I “decline to apply the legal fiction” of due process (1) I also note that, under my approach to sta-
incorporation. Timbs v. Indiana, 586 U. S. __, __ (2019) re decisis, there is no need to decide which reliance
(THOMAS, J., concurring in judgment) (slip op., at 3) interests are important enough to save an incorrect
(internal quotation marks omitted). As a result, I part precedent. I doubt that this question is susceptible
ways with the Court on both its affirmative argument of principled resolution in this case, compare ante, at
about the Fourteenth Amendment and its treatment 22-26 (principal opinion), with ante, at 3 (SOTOMA-
of Apodaca, in which five Justices agreed the Sixth YOR, J., concurring); ante, at 15-17 (KAVANAUGH, J.,
concurring); and post, at 19-26 (ALITO, J., dissenting),
rs
Amendment included a right to unanimity but a diffe-
rent majority concluded that the right did not apply to or in any other case for that matter, see, e.g., Kimble
the States. See ante, at 7-11. v. Marvel Entertainment, LLC, 576 U. S. 446, 457-458
(2015); Lawrence v. Texas, 539 U. S. 558, 577 (2003);
I would accept petitioner’s invitation to decide this Dickerson v. United States, 530 U. S. 428, 443 (2000);
te
case under the Privileges or Immunities Clause. The Planned Parenthood of Southeastern Pa. v. Casey, 505
Court conspicuously avoids saying which clause it U. S. 833, 855-856 (1992).
analyzes. See, e.g., ante, at 3, 7. But one assumes from
(2) Similarly, I express no view on how fundamental
its silence that the Court is either following our due
the right to unanimity is, what other attributes of a cri-
process incorporation precedents or believes that
eu
minal jury are protected by the Privileges or Immuni-
“nothing in this case turns on” which clause applies, ties Clause, what rights are protected in misdemeanor
Timbs, supra, at (GORSUCH, J., concurring) (slip op., cases, or what rights are protected in civil trials.
at 1).
Alito, J., dissenting
I have already rejected our due process incorpora-
tion cases as demonstrably erroneous, and I funda-
R
mentally disagree with applying that theory of incor-
Supreme Court of the United States
aside these consequences and even suggests that the was made of race.” Ibid.; 7 Records of the Louisiana
States should have known better than to count on our Constitutional Convention of 1973: Con- vention
decision. Transcripts 1184-1189 (La. Constitutional Conven-
tion Records Comm’n 1977). The people of Louisiana
To add insult to injury, the Court tars Louisiana and ratified the new Constitution. The majority makes no
Oregon with the charge of racism for permitting no- effort to show either that the delegates to the constitu-
nunanimous verdicts-even though this Court found tional convention retained the rule for discriminatory
such verdicts to be constitutional and even though purposes or that proponents of the new Constitution
rs
there are entirely legitimate arguments for allowing made racial appeals when approval was submitted
them. to the people. The same is true for Oregon’s revisions
and reenactments. Ore. Const., Art. I, §11 (amen-
I would not overrule Apodaca. Whatever one may ded May 18, 1934); Ore. Rev. Stat. §136.450 (1997);
te
think about the correctness of the decision, it has eli- §136.610 (1971).
cited enormous and entirely reasonable reliance. And
before this Court decided to intervene, the decision The more important point, however, is that today’s
appeared to have little practical importance going decision is not limited to anything particular about
forward. Louisiana has now abolished non-unani- Louisiana or Oregon. The Court holds that the Sixth
eu
mous verdicts, and Oregon seemed on the verge of Amendment requires jury unanimity in all state cri-
doing the same until the Court intervened (1). minal trials. If at some future time another State wan-
ted to allow non-unanimous verdicts, today’s decision
In Part II of this opinion, I will address the surpri- would rule that out-even if all that State’s lawmakers
sing argument, advanced by three Justices in the ma- were angels.
jority, that Apodaca was never a precedent at all, and
R
in Part III, I will explain why stare decisis supports re-
tention of that precedent. But before reaching those
For this reason, the origins of the Louisiana and
Oregon rules have no bearing on the broad constitu-
issues, I must say something about the rhetoric with tional question that the Court decides. That history
which the majority has seen fit to begin its opinion. would be relevant if there were no legitimate reasons
why anyone might think that allowing non-unani-
I mous verdicts is good policy. But that is undeniably
n
false (3).
Too much public discourse today is sullied by ad
hominem rhetoric, that is, attempts to discredit an Some years ago the British Parliament enacted a
so
argument not by proving that it is unsound but by law allowing non-unanimous verdicts (4). Was Par-
attacking the character or motives of the argument’s liament under the sway of the Klan? The Constitution
proponents. The majority regrettably succumbs to this of Puerto Rico permits non-unanimous verdicts (5).
trend. At the start of its opinion, the majority asks this Were the framers of that Constitution racists? Non-
rhetorical question: “Why do Louisiana and Oregon unanimous verdicts were once advocated by the
allow nonunanimous convictions?” Ante, at 1. And
om
Consider what it would mean if Apodaca was never including evenhandedness, predictability, and the
a precedent. It would mean that the entire legal pro- protection of legitimate reliance. See, e.g., Gamble v.
fession was fooled for the past 48 years. Believing that United States, 587 U. S. , (2019); Kimble v. Marvel En-
Apodaca was a precedent, the courts of Louisiana and tertainment, LLC, 576 U. S. 446, 455-456 (2015); Payne
Oregon tried thousands of cases under rules allowing v. Tennessee, 501 U. S. 808, 827 (1991).
conviction by a vote of 11 to 1 or 10 to 2, and appellate
courts in those States upheld these convictions based B
on Apodaca (9). But according to three Justices in the
rs
majority, these courts were deluded. Under any reasonable understanding of the con-
cept, Apodaca was a precedent, that is, “a decided
This Court, for its part, apparently helped to perpe- case that furnishes a basis for determining later cases
tuate the illusion, since it reiterated time and again involving similar facts or issues.” Black’s Law Dictio-
te
what Apodaca had established. See Timbs v. Indiana, nary 1366 (10th ed. 2014); see also J. Salmond, Juris-
586 U. S. __, prudence 191 (10th ed. 1947); M. Gerhardt, The Power
of Precedent 3 (2008); Landes & Posner, Legal Prece-
__, n. 1 (2019) (slip op., at 3, n. 1) (Apodaca held dent: A Theoretical and Empirical Analysis, 19 J. Law
“that the Sixth Amendment requires jury unanimity in & Econ. 249, 250 (1976).
eu
federal, but not state, criminal proceedings”); McDo-
nald v. Chicago, 561 U. S. 742, 766, n. 14 (2010) (Sixth Even though there was no opinion of the Court, the
Amendment “does not require a unanimous jury ver- decision satisfies even the narrowest understanding
dict in state criminal trials”); United States v. Gaudin, of a precedent as this Court has understood the con-
515 U. S. 506, 511, n. 2 (1995) (Apodaca “conclude[d] cept: The decision prescribes a particular outcome
that jury unanimity is not constitutionally required”); when all the conditions in a clearly defined set are
R
Schad v. Arizona, 501 U. S. 624, 634, n. 5 (1991) (plu-
rality opinion) (“[A] state criminal defendant, at least
met. See Seminole Tribe of Fla. v. Florida, 517 U. S.
44, 67 (1996) (explaining that, at the very least, we are
in noncapital cases, has no federal right to a unani- bound by the “result” in a prior case). In Apodaca, this
mous jury verdict”); Brown v. Louisiana, 447 U. S. 323, means that when (1) a defendant is convicted in state
330-331 (1980) (plurality opinion) (“[T]he constitu- court (2), at least 10 of the 12 jurors vote to convict,
tional guarantee of trial by jury” does not prescribe and (3) the defendant argues that the conviction vio-
n
“the exact proportion of the jury that must concur in lates the Constitution because the vote was not una-
the verdict”); Burch v. Louisiana, 441 U. S. 130, 136 nimous, the challenge fails. A majority of the Justices
(1979) (Apodaca “conclude[d] that a jury’s verdict in Apodaca expressly agreed on that result, and that
so
need not be unanimous to satisfy constitutional re- result is a precedent that had to be followed in subse-
quirements”); Ludwig v. Massachusetts, 427 U. S. 618, quent cases until Apodaca was overruled.
625 (1976) (“holding” in Apodaca was that “the jury’s
verdict need not be unanimous”); see also Holland v. That this result constituted a precedent follows a
Illinois, 493 U. S. 474, 511 (1990) (Stevens, J., dissen- fortiori from our cases holding that even our summary
ting) (“we have permitted nonunanimous verdicts,” affirmances of lower court decisions are precedents
om
citing Apodaca); McKoy v. North Carolina, 494 U. S. for “the precise issues presented and necessarily de-
433, 468 (1990) (Scalia, J., dissenting) (the Court has cided” by the judgment below. Mandel v. Bradley,
“approved verdicts by less than a unanimous jury,” ci- 432 U. S. 173, 176 (1977) (per curiam). If the Apodaca
ting Apodaca). Court had summarily affirmed a state-court decision
holding that a jury vote of 10 to 2 did not violate the
Consistent with these statements of the governing Sixth Amendment, that summary disposition would
law, whenever defendants convicted by non-unani- be a precedent. Accordingly, it is impossible to see
Th
mous verdicts sought review in this Court and asked how a full-blown decision of this Court reaching the
that Apodaca be overruled, the Court denied those same result can be regarded as a non-precedent (12).
requests-without a single registered dissent (10). Even
the legal academy, never shy about puncturing mis- C
conceptions, was taken in (11). Every-body thought
Apodaca was a precedent. But, according to three of What do our three colleagues say in response? They
the Justices in the majority, everybody was fooled. begin by suggesting that Louisiana conceded that
Apodaca, the precedent, was a mirage. Can this be Apodaca is not a precedent. See ante, at 16-17. This
true? interpretation of the State’s position is questionable
(13), but even if Louisiana made that concession, how
No, it cannot. The idea that Apodaca was a phantom could that settle the matter? What about Oregon, the
precedent defies belief. And it certainly disserves im- only State that still permits nonunanimous verdicts?
portant objectives that stare decisis exists to promote, Oregon certainly did not make such a concession.
On the contrary, it submitted an amicus brief arguing Certainly the lower courts have understood Marks to
strenuously that Apodaca is a precedent and that it apply in that situation (14).
should be retained. Brief for State of Oregon as Ami-
cus Curiae 6-32. And what about any other State that The next question is whether the Marks rule applies
might want to allow such verdicts in the future? So the any differently when the precedent that would be
majority’s reliance on Louisiana’s purported conces- established by a fractured decision would overrule
sion simply will not do. a prior precedent. Again, the logic of Marks dicta-
tes an affirmative answer, and I am aware of no case
rs
Our three colleagues’ next try is to argue that Apo- holding that the Marks rule applies any differently in
daca is not binding because a case has no ratio deci- this situation. But as far as the present case is con-
dendi when a majority does not agree on the reason cerned, this question is academic because Apodaca
for the result. Ante, at 19, and n. 54. This argument, did not overrule any prior decision of this Court. At
te
made in passing, constitutes an attack on the rule most, what the Court had “recognized,” ante, at 6, in
that the Court adopted in Marks v. United States, prior cases is that the Sixth Amendment guaranteed
430 U. S. 188 (1977), for determining the holding of the right to a unanimous jury verdict in trials in fede-
a decision when there is no majority opinion. Under ral and territorial courts (15). Whether the same rule
the Marks rule, “[w]hen a fragmented Court decides applied in state prosecutions had not been decided,
eu
a case and no single rationale explaining the result and indeed, until Duncan v. Louisiana, 391 U. S. 145,
enjoys the assent of five Justices, the holding of the 154-158 (1968), was handed down just four years be-
Court may be viewed as that position taken by those fore Apodaca, the Sixth Amendment had not been
Members who concurred in the judgments on the held to apply to the States.
narrowest grounds.” Id., at 193 (internal quotation
marks omitted). This rule ascribes precedential status The final question is whether Justice Powell’s reaso-
R
to decisions made without majority agreement on the ning in Apodaca-namely, his view that the Fourteenth
underlying rationale, and it is therefore squarely con- Amendment did not incorporate every aspect of the
trary to the argument of the three Justices who regard Sixth Amendment jury-trial right-is a binding prece-
Apodaca as non-precedential. dent, and the answer to that question is no. When, in
the years after Apodaca, new questions arose about
n
The Marks rule is controversial, and two Terms ago, the scope of the jury-trial right in state court-as they
we granted review in a case that implicated its mea- did in cases like Apprendi v. New Jersey, 530 U. S.
ning. See Hughes v. United States, 584 U. S. (2018). But 466 (2000), and Blakely v. Washington, 542 U. S. 296
so
we ultimately decided the case on another ground (2004)-nobody thought for a second that Apodaca
and left the Marks rule intact. As long as that rule committed the Court to Justice Powell’s view that the
stands, it refutes the argument that Apodaca is not right has different dimensions in state and federal
binding because a majority did not agree on a com- cases. And no one on this Court or on a lower court
mon rationale. had any trouble locating the narrow common ground
between Justice Powell and the plurality in Apodaca:
om
Finally, our three colleagues contend that treating The States need not require unanimity to comply with
Apodaca as a precedent would require the Court “to the Constitution.
embrace a new and dubious proposition: that a sin-
gle Justice writing only for himself has the authority For all these reasons, Apodaca clearly was a prece-
to bind this Court to propositions it has already re- dent, and if the Court wishes to be done with it, it must
jected.” Ante, at 16. This argument appears to weave explain why overruling Apodaca is consistent with the
together three separate questions relating to the pre- doctrine of stare decisis.
Th
overrule, it has an obligation to provide an explana- Third, the failure of Justice White (and Justice
tion for its decision. Powell) to take into account the supposedly racist ori-
gins of the Louisiana and Oregon laws should not be
This is imperative because the Court should have a counted as a defect for the reasons already discussed.
body of neutral principles on the question of overru- See supra, at 4-5.
ling precedent. The doctrine should not be transfor-
med into a tool that favors particular outcomes (16). Fourth, it is hard to know what to make of the
functionalist charge. One Member of the majority
rs
B explicitly disavows this criticism, see ante, at 2 (SO-
TOMAYOR, J., concurring in part), and it is most un-
What is the majority’s justification for overruling likely that all the Justices in the majority are ready to
Apodaca? With no apparent appreciation of the irony, label all functionalist decisions as poorly reasoned.
te
today’s majority, which is divided into four separate Most of the landmark criminal procedure decisions
camps (17). criticizes the Apodaca majority as “badly from roughly Apodaca’s time fall into that category.
fractured.” Ante, at 8. But many important decisions See Mapp v. Ohio, 367 U. S. 643, 654 (1961) (Fourth
currently regarded as precedents were decided Amendment); Miranda v. Arizona, 384 U. S. 436, 444
without an opinion of the Court (18). Does the majo- (1966) (Fifth Amendment); Gideon v. Wainwright,
eu
rity mean to suggest that all such precedents are fair 372 U. S. 335, 344-345 (1963) (Sixth Amendment);
game? Furman v. Georgia, 408 U. S. 238, 239 (1972) (per cu-
riam) (Eighth Amendment) (25). Are they all now up
The majority’s primary reason for overruling Apo- for grabs?
daca is the supposedly poor “quality” of Justice
White’s plurality opinion and Justice Powell’s separa- The functionalist criticism dodges the knotty pro-
R
te opinion. Ante, at 19-21. The majority indicts Justice blem that led Justice White to look to the underlying
purpose of the jury-trial right. Here is the problem.
White’s opinion on five grounds: (1) it “spent almost
no time grappling with the historical meaning of the No one questions that the Sixth Amendment incor-
Sixth Amendment’s jury trial right” (19), (2) it did not porated the core of the common-law jury-trial right,
give due weight to the “Court’s longrepeated state- but did it incorporate every feature of the right? Did
it constitutionalize the requirement that there be 12
n
ments that [the right] demands unanimity” (20), (3)
jurors even though nobody can say why 12 is the ma-
it did not take into account “the racist origins of [the]
gic number? And did it incorporate features that we
Louisian[a] and Orego[n] laws” (21), (4) it looked to
now find highly objectionable, such as the exclusion
so
not engaging in a detailed discussion of the original that were incorporated and those that were not. To do
meaning of the Sixth Amendment jury-trial right sin- this, Justice White’s opinion for the Court in Williams
ce he had already done that just two years before in looked to the underlying purpose of the jury-trial
his opinion for the Court in Williams v. Florida, 399 right, which it identified as interposing a jury of the
U. S. 78, 92-100 (1970). In Williams, after examining defendant’s peers to protect against oppression by a
that history, he concluded that the Sixth Amendment “‘corrupt or overzealous prosecutor’” or a “‘compliant,
did not incorporate every feature of the common-law biased, or eccentric judge.’” 399 U. S., at 100 (quoting
right (a conclusion that the majority, by the way, does
Th
U. S. 522 (1975)-another opinion by Justice White- Justice Powell’s view on incorporation is not in har-
that the exclusion of women from jury service violates mony with the bulk of our case law, but the majority’s
the Sixth Amendment? Id., at 531, 533-536 (26). Fifth, point about “recent legal developments” is an exagge-
it is not accurate to say that Justice White based his ration. No subsequent Sixth Amendment decision has
conclusion on a cost-benefit analysis of requiring jury undercut the plurality. And while Justice Powell’s view
unanimity. His point, rather, was that what the Court on incorporation has been further isolated by later ca-
had already identified as the fundamental purpose of ses holding that two additional provisions of the Bill
the jurytrial right was not undermined by allowing a of Rights apply with full force to the States, see Timbs,
rs
verdict of 11 to 1 or 10 to 2. 586 U. S., at (slip op., at 2) (Eighth Amendment’s Ex-
cessive Fines Clause); McDonald, supra, at 791 (plu-
I cannot say that I would have agreed either with rality opinion) (Second Amendment), the project of
Justice White’s analysis or his bottom line in Apodaca complete incorporation was nearly done when Apo-
te
if I had sat on the Court at that time, but the majority’s daca was handed down. See McDonald, supra, at 765,
harsh criticism of his opinion is unwarranted. n. 13.
What about Justice Powell’s concurrence? The ma- While the majority worries that Apodaca is incon-
jority treats Justice Powell’s view as idiosyncratic, but sistent with our cases on incorporation, the majority
eu
it does not merit that derision. Justice Powell’s belief ignores something far more important: the way in
that the Constitution allows the States a degree of fle- which Apodaca is intertwined with the body of our
xibility in the interpretation of certain constitutional Sixth Amendment case law. As I have explained, see
rights, although not our dominant approach in re- supra, at 15, the Apodaca plurality’s reasoning was ba-
cent years, McDonald, 561 U. S., at 759-766, has old sed on the same fundamental mode of analysis as that
and respectable roots. For a long time, that was the in Williams, 399 U. S. 78, which had held just two years
R
Court’s approach. See id., at 759-761. Only gradually
did the Court abandon this “two-tier” system, see id.,
earlier that the Sixth Amendment did not constitutio-
nalize the common law’s requirement that a jury have
at 762-767, and it was not until Duncan, supra, at 154- 12 members. Although only one State, Oregon, now
158, decided just four years before Apodaca, that the permits non-unanimous verdicts, many more allow
Sixth Amendment jury-trial right was held to apply to six-person juries (29). Repudiating the reasoning of
the States at all. Justice Powell’s approach is also not Apodaca will almost certainly prompt calls to overru-
n
without recent proponents, including, at least with le Williams.
respect to the Second Amendment, Justices now in
the majority (27). C
so
Even now, our cases do not hold that every provi- Up to this point, I have discussed the majority’s
sion of the Bill of Rights applies in the same way to the reasons for overruling Apodaca, but that is only half
Federal Government and the States. A notable excep- the picture. What convinces me that Apodaca should
tion is the Grand Jury Clause of the Fifth Amendment, be retained are the enormous reliance interests of
a provision that, like the Sixth Amendment jury-trial Louisiana and Oregon. For 48 years, Louisiana and
om
right, reflects the importance that the founding ge- Oregon, trusting that Apodaca is good law, have con-
neration attached to juries as safeguards against op- ducted thousands and thousands of trials under rules
pression. In Hurtado v. California, 110 U. S. 516, 538 allowing non-unanimous verdicts. Now, those States
(1884), the Court held that the Grand Jury Clause face a potential tsunami of litigation on the jury-una-
does not bind the States and that they may substitute nimity issue.
preliminary hearings at which the decision to allow a
prosecution to go forward is made by a judge rather At a minimum, all defendants whose cases are still
Th
than a defendant’s peers. That decision was based on on direct appeal will presumably be entitled to a new
reasoning that is not easy to distinguish from Justice trial if they were convicted by a less-than-unanimous
Powell’s in Apodaca. Hurtado remains good law and is verdict and preserved the issue in the trial court. And
critically important to the 28 States that allow a defen- at least in Oregon, even if no objection was voiced at
dant to be prosecuted for a felony without a grand jury trial, defendants may be able to challenge their con-
indictment (28). If we took the same approach to the victions based on plain error. See Ore. Rule App. Proc.
Hurtado question that the majority takes in this case, 5.45(1), and n. 1 (2019); State v. Serrano, 355 Ore. 172,
the holding in that case could be called into question. 179, 324 P. 3d 1274, 1280 (2014).
The majority’s only other reason for overruling Oregon asserts that more than a thousand defen-
Apodaca is that it is inconsistent with related deci- dants whose cases are still on direct appeal may be
sions and recent legal developments. Ante, at 21; ante, able to challenge their convictions if Apodaca is ove-
at 2 (SOTOMAYOR, J., concurring in part). I agree that rruled. Brief for State of Oregon as Amicus Curiae
12-13 (30). The State also reports that “[d]efendants de the application of today’s decision on collateral
are arguing that an instruction allowing for non- review.
unanimous verdicts is a structural error that requires
reversal for all convictions, even for those for which Teague applies only to a “new rule,” and the posi-
the jury was not polled or those for which the jury was tions taken by some in the majority may lead to the
unanimous.” Id., at 14. conclusion that the rule announced today is an old
rule. Take the proposition, adopted by three Members
Unimpressed by these potential consequences, the of the majority, that Apodaca was never a precedent.
rs
majority notes that we “vacated and remanded nearly Those Justices, along with the rest of the majority,
800 decisions” for resentencing after United States take the position that our cases established well befo-
v. Booker, 543 U. S. 220 (2005), held that the Federal re Apodaca both that the Sixth Amendment requires
Sentencing Guidelines are not mandatory. Ante, at 23. unanimity, ante, at 6-7, and that it applies in the same
te
But the burden of resentencing cannot be compared way in state and federal court, ante, at 9. Thus, if Apo-
with the burden of retrying cases. And while resenten- daca was never a precedent and did not disturb what
cing was possible in all the cases affected by Booker, had previously been established, it may be argued
there is no guarantee that all the cases affected by that today’s decision does not impose a new rule but
today’s ruling can be retried. In some cases, key wit- instead merely recognizes what the correct rule has
eu
nesses may not be available, and it remains to be seen been for many years.
whether the criminal justice systems of Oregon and
Louisiana have the resources to handle the volume of Two other Justices in the majority acknowledge that
Apodaca was a precedent and thus would presumably
cases in which convictions will be reversed.
regard today’s decision as a “new rule,” but the ques-
These cases on direct review are only the beginning. tion remains whether today’s decision qualifies as a
R
Prisoners whose direct appeals have ended will argue “watershed rule.” JUSTICE KAVANAUGH concludes
that it does not and all but decides-without briefing
that today’s decision allows them to challenge their
or argument-that the decision will not apply retroacti-
convictions on collateral review, and if those claims
vely on federal collateral review and similarly that the-
succeed, the courts of Louisiana and Oregon are al-
re will be no successful claims of ineffective assistance
most sure to be overwhelmed.
of counsel for failing to challenge Apodaca. See ante,
n
at 15-17 (opinion concurring in part).
The majority’s response to this possibility is evasive.
It begins by hinting that today’s decision will not apply
The remaining Justices in the majority, and those of
so
on collateral review under the framework adopted in us in dissent, express no view on this question, but the
Teague v. Lane, 489 U. S. 288, 315 (1989) (plurality majority’s depiction of the unanimity requirement as
opinion). Under Teague, “an old rule applies both on a hallowed right that Louisiana and Oregon flouted
direct and collateral review,” but if today’s decision for ignominious reasons certainly provides fuel for the
constitutes a new procedural rule, prisoners will be argument that the rule announced today meets the
able to rely on it in a collateral proceeding only if it is test. And in Oregon, the State most severely impacted
om
what we have termed a “watershed rule” that implica- by today’s decision, watershed status may not matter
tes “the fundamental fairness and accuracy of the cri- since the State Supreme Court has reserved decision
minal proceeding.” Whorton v. Bockting, 549 U. S. 406, on whether state law gives prisoners a greater oppor-
416 (2007). Noting that we have never found a new tunity to invoke new precedents in state collateral
rule of criminal procedure to qualify as “watershed,” proceedings. See Verduzco v. State, 357 Ore. 553, 574,
the Court hints that the decision in this case is likely to 355 P. 3d 902, 914 (2015) (31).
meet the same fate.
Th
conviction if unanimity had been required. In many during post-arraignment interrogation. The dissent
cases, if a unanimous vote had been needed, the jury did not claim that any defendants had relied on this
would have continued to deliberate and the one or rule, arguing instead that the public at large had an
two holdouts might well have ultimately voted to con- interest “in knowing that counsel, once secured, may
vict (32). This is almost certainly the situation in Ore- be reasonably relied upon as a medium between the
gon, where it is estimated that as many as two-thirds accused and the power of the State.” Montejo, supra,
of all criminal trials have ended with a non-unani- at 809 (opinion of Stevens, J.). This abstract interest,
mous verdict. See Brief for State of Oregon as Amicus
rs
if it can be called reliance in any proper sense of the
Curiae 12. It is impossible to believe that all these ca- term, is a far cry from what is at stake here.
ses would have resulted in mistrials if unanimity had
been demanded. Instead, after a vote of 11 to 1 or 10 to In Citizens United v. Federal Election Comm’n,
2, it is likely that deliberations would have continued 558 U. S. 310 (2010), where we overruled precedent
te
and unanimity would have been achieved. allowing laws that prohibited corporations’ election-
related speech, we found that “[n]o serious reliance
Nevertheless, the plight of defendants convicted interests” were implicated, id., at 365, since the only
by nonunanimous votes is important and cannot be reliance asserted by the dissent was the time and
overlooked, but that alone cannot be dispositive of the effort put in by federal and state lawmakers in adop-
eu
stare decisis question. Otherwise, stare decisis would ting the provisions at issue, id., at 411-412 (Stevens, J.,
never apply in a case in which a criminal defendant concurring in part and dissenting in part). In this case,
challenges a precedent that led to conviction. by contrast, what is at stake is not the time and effort
of Louisiana and Oregon lawmakers but a monumen-
D tal litigation burden and the potential inability to retry
cases that might well have ended with a unanimous
in recent cases in which past precedents were ove-
R
The reliance in this case far outstrips that asserted
verdict if that had been required.
rruled. Last Term, when we overturned two past de-
Finally, in Janus v. State, County, and Municipal
cisions, there were strenuous dissents voicing fears
Employees, 585 U. S. __ (2018), where we overruled
about the future of stare decisis. See Franchise Tax
Abood v. Detroit Bd. of Ed., 431 U. S. 209 (1977), we
Bd. of Cal. v. Hyatt, 587 U. S. __, __ (2019) (BREYER, J.,
n
carefully considered and addressed the question of
dissenting); Knick v. Township of Scott, 588 U. S. __, __
(2019) (KAGAN, J., dissenting). Yet in neither of those reliance, and whatever one may think about the ex-
cases was there reliance like that present here. tent of the legitimate reliance in that case, it is not in
so
all. 588 U. S., __at __ (opinion of KAGAN, J.) (slip op., at Abood, but we noted that most labor contracts are
17). The same was true the year before in South Dako- of short duration, that unions had been on notice
ta v. Wayfair, Inc., 585 U. S. __ (2018), where the dissent for some time that the Court had serious misgivings
did not contend that any legitimate reliance interests about Abood, and that unions could have insisted
weighed in favor of preserving the decision that the on contractual provisions to protect their interests if
Court overruled. Id., at __-__ (opinion of ROBERTS, C. Abood later fell. Janus, supra, at - (slip op., at 44-47)
J.) (slip op., at 1-2). And our unanimous decision in (33).
Th
In Montejo v. Louisiana, 556 U. S. 778, 793-797 Under the approach to stare decisis that we have
(2009), the Court abrogated a prophylactic rule that taken in recent years, Apodaca should not be overru-
had been adopted in Michigan v. Jackson, 475 U. S. led. I would therefore affirm the judgment below, and
625 (1986), to protect a defendant’s right to counsel I respectfully dissent.
(1) See Brief for State of Oregon as Amicus Curiae nunanimous verdicts would be unconstitutional no
1-2. matter what the State’s reasons. So what is the relevan-
ce of the original motivations for the Louisiana and
(2) Both States resist this suggestion. See Brief for Oregon rules? He offers no explanation. He does opi-
Respondent 36-39; Brief for State of Oregon as Amicus ne that allowing such verdicts works to the disadvan-
Curiae 6-8. tage of African-American defendants, but the effect of
various jury decision rules is a complex question that
(3) Among other things, allowing non-unanimous has been the subject of much social-science research,
rs
verdicts prevents mistrials caused by a single rogue none of which the opinion even acknowledges.
juror, that is, a juror who refuses to pay attention at
trial, expressly defies the law, or spurns deliberation. (9) For Oregon, see, e.g., State v. Bowen, 215 Ore.
When unanimity is demanded, the work of preventing App. 199, 168 P. 3d 1208 (2007), rev. denied, 345 Ore.
te
this must be done in large measure by more intensi- 415, 197 P. 3d 1104 (2008), cert. denied, 558 U. S. 815
ve voir dire and more aggressive use of challenges for (2009); State v. Mayo, 13 Ore. App. 582, 511 P. 2d 456
cause and peremptory challenges. See Amar, Rein- (1973). For Louisiana, see, e.g., State v. Hodges, 349
venting Juries: Ten Suggested Reforms, 28 U. C. D. L. So. 2d 250, 260 (La. 1977), cert. denied, 434 U. S. 1074
Rev. 1169, 1189-1191 (1995). (1978); see also State v. Miller, 2010- 718, pp. 42-43 (La.
eu
App. 5 Cir. 12/28/11), 83 So. 3d 178, 204, writ denied,
(4) Juries Act 1974, ch. 23, §17 (replacing Criminal 2012-0282 (La. 5/18/12), 89 So. 3d 119, cert. denied,
Justice Act 1967, ch. 80, §13). See Lloyd-Bostock & 568 U. S. 1157 (2013); State v. McElveen, 2010-0172,
Thomas, Decline of the “Little Parliament”: Juries and pp. 95-96 (La. App. 4 Cir. 9/28/11), 73 So. 3d 1033,
Jury Reform in England and Wales, 62 Law & Con- 1092, writ denied, 2011-2567 (La. 4/19/12), 85 So. 3d
temp. Prob. 7, 36 (Spring 1999); see also Leib, A Com- 692, cert. denied, 568 U. S. 1163 (2013).
R
parison of Criminal Jury Decision Rules in Democra-
tic Countries, 5 Ohio St. J. Crim. L. 629, 642 (2008). (10) See, e.g., Magee v. Louisiana, 585 U. S. __ (2018);
Sims v. Louisiana, 584 U. S. __ (2018); Baumberger
(5) P. R. Const., Art. II, § 11 (establishing “verdict by v. Louisiana, 583 U. S. __ (2017); Jackson v. Louisia-
a majority vote” of at least 9 of 12 jurors). na, 572 U. S. 1088 (2014); McElveen v. Louisiana, 568
U. S. 1163 (2013); Miller v. Louisiana, 568 U. S. 1157
n
(6) ALI, Code of Criminal Procedure §355 (1930); (2013); Bowen v. Oregon, 558 U. S. 815 (2009); Lee v.
id., Comment, at 1027; ABA Project on Standards for Louisiana, 555 U. S. 823 (2008); McIntyre v. Louisia-
Criminal Justice Compilation, Trial by Jury 318 (1974). na, 449 U. S. 871 (1980); Hodges v. Louisiana, 434 U.
so
ignore the very functions those rules were adopted Court’s pattern of denying review in cases presenting
to serve?” Ante, at 14, n. 44. But three sentences la- the question whether unanimity is required in state
ter it answers its own question when it observes that trials is evidence that this Court regarded Apodaca as
“a jurisdiction adopting a nonunanimous jury rule a precedent.
for benign reasons today would still violate the Sixth
Amendment.” Ibid. JUSTICE KAVANAUGH’s defense, (11) D. Rudstein, C. Erlinder, & D. Thomas, 3 Cri-
see ante, at 13-15 (opinion concurring in part), is es- minal Constitutional Law §14.03[3] (2019); W. LaFa-
sentially the same. After reiterating the history recou- ve, J. Israel, N. King, & O. Kerr, 6 Criminal Procedure
nted by the majority, he eventually acknowledges that §22.1(e) (2015); W. Rich, 2 Modern Constitutional
there are “neutral and legitimate” reasons for allowing Law §30:27 (2011).
non-unanimous verdicts and that Louisiana may have
retained a version of its old rule for such reasons. He (12) It is true, of course, that a summary affirmance
also agrees with the majority that a rule allowing no- has less precedential value than a decision on the me-
rits, see, e.g., Comptroller of Treasury of Md. v. Wyn- S. 469 (1989); Bakke, 438 U. S. 265; Gregg v. Georgia,
ne, 575 U. S. 542, 560-561 (2015), but we have never 428 U. S. 153 (1976) (joint opinion of Stewart, Powell,
said the same about decisions on the merits that were and Stevens, JJ.).
reached without an opinion of the Court.
(19) Ante, at 20.
(13) What the State appears to have meant is that
Justice Powell’s reasoning was not binding. See Brief (20) Ante, at 21.
for Respondent 47; Tr. of Oral Arg. 37-38.
rs
(21) Ibid.
(14) See Grutter v. Bollinger, 539 U. S. 306, 321 (2003)
(discussing lower court’s treatment of Justice Powell’s (22) Ibid.
opinion in Regents of Univ. of Cal. v. Bakke, 438 U. S.
(23) Ante, at 13.
te
265 (1978)); Planned Parenthood of Southeastern Pa.
v. Casey, 947 F. 2d 682, 694-698 (CA3 1991) (noting
that “[t]he binding opinion from a splintered decision (24) See, e.g., Andres, 333 U. S., at 748; Thompson,
is as authoritative for lower courts as a nine-Justice 170 U. S., at 351.
opinion,” and concluding based on opinions of Justi-
eu
ce O’Connor that the test for the constitutionality of (25) Five Justices in Furman found that the Eighth
abortion regulations is undue burden), aff ’d in part Amendment imposes an evolving standard of decen-
and rev’d in part, 505 U. S. 833 (1992); Blum v. Witco cy, 408 U. S., at 255-257 (Douglas, J., concurring); id.,
Chemical Corp., 888 F. 2d 975, 981 (CA3 1989); see at 265-269 (Brennan, J., concurring); id., at 309-310
also United States v. Duvall, 705 F. 3d 479, 483, n. 1 (Stewart, J., concurring); id., at 312-314 (White, J., con-
(CADC 2013) (Kavanaugh, J., for the court). curring); id., at 316, 322-333 (Marshall, J., concurring),
and our subsequent cases have done the same.
R
(15) See, e.g., Andres v. United States, 333 U. S.
740, 748 (1948); Thompson v. Utah, 170 U. S. 343, 351 (26) The majority also notes that the Judiciary Act
(1898). of 1789 pegged the qualifications for service on fe-
deral juries to those used in the State in which a case
(16) It is also important that the Court as a whole was tried, ante, at 15, n. 47, but since all States barred
n
adhere to its “precedent[s] about precedent.” Alleyne women, see Taylor, 419 U. S., at 536, it is hard to see
v. United States, 570 U. S. 99, 134 (2013) (ALITO, J., how the 1789 Act can provide a ground for distinguis-
dissenting). If individual Justices apply different stan- hing the common law’s requirement of unanimity
so
dards for overruling past decisions, the overall effects from its insistence that women were not fit to serve.
of the doctrine will not be neutral. Jury practice at the time of the founding differed from
current practice in other important respects. Jurors
(17) Three Justices join the principal opinion in its were not selected at random. “[P]ublic officials called
entirety. Two Justices do not join Part IV-A, but each selectmen, supervisors, trustees, or ‘sheriffs of the pa-
of these Justices takes a position not embraced by por- rish’ exercised what Tocqueville called ‘very extensi-
om
tions of the principal opinion that they join. See ante, ve and very arbitrary’ powers in summoning jurors.”
at 2 (SOTOMAYOR, J., concurring in part) (disavowing Alschuler & Deiss, A Brief History of the Criminal Jury
principal opinion’s criticism of Justice White’s Apoda- in the United States, 61 U. Chi. L. Rev. 867, 879-880
ca opinion as “functionalist”); ante, at 15-17 (KAVA- (1994). And “American trial judges ... routinely sum-
NAUGH, J., concurring in part) (opining that the deci- marized the evidence for jurors and often told jurors
sion in this case does not apply on collateral review). which witnesses they found most credible, and why.”
And JUSTICE THOMAS would decide the case on en- Sklansky, Evidentiary Instructions and the Jury as
tirely different grounds and thus concurs only in the Other, 65 Stan. L. Rev. 407, 454 (2013). Any attempt to
Th
judgment. See ante, at 1. identify the aspects of late 18th-century practice that
were incorporated into the Sixth Amendment should
(18) See, e.g., National Federation of Independent take the full picture into account and provide a princi-
Business v. Sebelius, 567 U. S. 519 (2012); Williams v. ple for the distinction.
Illinois, 567 U. S. 50 (2012); J. McIntyre Machinery, Ltd.
v. Nicastro, 564 U. S. 873 (2011); McDonald v. Chicago, (27) As recently as 2010, prominent advocates ur-
561 U. S. 742 (2010); Shady Grove Orthopedic Associa- ged us to hold that a provision of the Bill of Rights
tes, P. A. v. Allstate Ins. Co., 559 U. S. 393 (2010); Baze applies differently to the Federal Government and the
v. Rees, 553 U. S. 35 (2008); Crawford v. Marion County States. In McDonald, 561 U. S. 742, the city of Chica-
Election Bd., 553 U. S. 181 (2008); Hamdan v. Rums- go and some of its amici argued that, despite our de-
feld, 548 U. S. 557 (2006); Medtronic, Inc. v. Lohr, 518 cision in District of Columbia v. Heller, 554 U. S. 570
U. S. 470 (1996); Richmond v. J. A. Croson Co., 488 U. (2008), States and cities should be given leeway to re-
gulate the possession of a firearm in the home for sel-
fdefense in accordance with the particular needs and (29) See Ariz. Rev. Stat. Ann. §21-102 (2013); Conn.
desires of their citizens. 561 U. S., at 753. Although this Gen. Stat. §54-82; Fla. Rule Crim. Proc. §3.270 (2019);
argument did not prevail, four Justices, some now in Ind. Code §35-37-1-1(b)(2); Utah Code §78B-1-104
the majority, appeared to take that view. See id., at 927 (2019).
(BREYER, J., joined by GINSBURG and SOTOMAYOR,
JJ., dissenting) (observing that “gun violence ... varies (30) The majority arrives at a different figure based
as between rural communities and cities” and arguing on the number of felony jury trials in Oregon in 2018,
see ante, at 22-23, and n. 68, but it does not take 2019
rs
that States and cities should be free to adopt rules that
into account. And since we do not know how many
meet local needs and preferences); id., at 866 (Ste-
cases remain on direct appeal, such calculations are
vens, J., dissenting) (“The rights protected against
unreliable.
state infringement by the Fourteenth Amendment’s
Due Process Clause need not be identical in shape or
te
(31) Under our case law, a State must give retroacti-
scope to the rights protected against Federal Gover- ve effect to any constitutional decision that is retroac-
nment infringement by the various provisions of the tive under the standard in Teague v. Lane, 489 U. S. 288
Bill of Rights”). (1989), but it may adopt a broader retroactivity rule.
Montgomery v. Louisiana, 577 U. S. __, __ (2016); Dan-
eu
(28) See Ariz. Const., Art. 2, §30; Ark. Const., Amdt. forth v. Minnesota, 552 U. S. 264, 275 (2008).
21, §1; Cal. Const., Art. I, §14; Colo. Rev. Stat. §16-5-205
(2019); Conn. Gen. Stat. §54-46 (2017); Haw. Const., (32) Studies show that when a supermajority vo-
Art. I, §10; Idaho Const., Art. I, §8; Ill. Comp. Stat., ch. tes for a verdict near the beginning of deliberations,
725, §5/111-2(a) (West 2018); Ind. Code §35-34-1- a unanimous verdict is usually reached. See generally
1(a) (2019); Iowa Ct. Rule 2.5 (2020); Kan. Stat. Ann. Devine, Clayton, Dunford, Seying, & Price, Jury Deci-
R
§22-3201 (2007); Md. Crim. Proc. Code Ann. §§4-102,
4-103 (2018); Mich. Comp. Laws §767.1 (1979); Mo.
sion Making: 45 Years of Empirical Research on De-
liberating Groups, 7 Psychology Pub. Pol’y & L. 622,
Const., Art. I, §17; Mont. Const., Art. II, §20(1); Neb. 690-707 (2001).
Rev. Stat. §29-1601 (2016); Nev. Const., Art. I, §8; N. M.
Const., Art II, §14; N. D. Rule Crim. Proc. 7(a) (2018- (33) The reliance in this case also far exceeds that in
Arizona v. Gant, 556 U. S. 332 (2009), where the Court
2019); Okla. Const., Art II, §17; Ore. Const. (amended),
n
effectively overruled a decision, New York v. Belton,
Art. VII, §§5(3)-(5); Pa. Const., Art. I, §10 (providing
453 U. S. 454 (1981), that allowed a police officer to
that “[e]ach of the several courts of common pleas search the entire passenger compartment of a car
may, with the approval of the Supreme Court, provide
so
(2019); Wis. Stat. §967.05 (2015-2016); Wyo. Stat. Ann. defendants who cannot be retried due to post-trial
§7-1-106(a) (2019). events.
Th
rs
Juicios por Jurado Federales.
1 Ore.App. 483, 462 P.2d 691, affirmed.
2. — La Sexta Enmienda que garantiza el Juicio por
Jurado, es aplicable a los Estados por la Deci- Mr. Justice White, joined by The Chief Justice, Mr.
mocuarta Enmienda, no requiere que el voto Justice Blackmun, and Mr. Justice Rehnquist, conclu-
te
del jurado sea unánime. ded that:
3. — La Decimocuarta Enmienda no exige que las 1. The Sixth Amendment guarantee of a jury trial,
minorías raciales no sean sistemáticamente made applicable to the States by the Fourteenth (Dun-
excluidas del proceso de selección del jurado; can v. Louisiana, 391 U. S. 145), does not require that
eu
incluso cuando los miembros de las minorías the jury’s vote be unanimous. Pp. 406 U. S. 410-412.
raciales forman parte del jurado, de ello no se
deduce que sus opiniones no sean examinadas (a) The Amendment’s essential purpose of
tan racionalmente por los demás miembros del “interpos[ing] between the accused and his accuser .
jurado como lo sería el caso en virtud de una . . the common sense judgment of a group of laymen”
regla de unanimidad. representative of a cross-section of the community,
4. —
R
La Cláusula de Debido Proceso de la Decimo-
Williams v. Florida, 399 U. S. 78, 399 U. S. 100, is served
despite the absence of a unanimity requirement. Pp.
cuarta Enmienda, si bien requiere que los Es-
406 U. S. 410-411.
tados proporcionen juicios por jurado para de-
litos graves, no incorpora todos los elementos
(b) Petitioners’ argument that the Sixth Amend-
de un juicio por jurado en el sentido de la Sexta
n
ment requires jury unanimity in order to effectuate
Enmienda, y no requiere la unanimidad del ju-
rado (voto del juez Powell). the reasonable doubt standard otherwise mandated
by due process requirements is without merit, since
so
SC Estados Unidos, 22/05/1972. - Apodaca c. Ore- that Amendment does not require proof beyond a re-
gon. asonable doubt at all. Pp. 406 U. S. 411-412.
2. Nor is the Oregon provision inconsistent with the conclusion today with regard to the requirement of
due process requirement that a jury be drawn from a unanimity.
representative cross-section of the community, as the
jury majority remains under the duty to consider the Page 406 U. S. 407
minority viewpoint in the course of deliberation, and
the usual safeguards exist to minimize the possibility I
of jury irresponsibility. Pp. 406 U. S. 378-380.
Like the requirement that juries consist of 12 men,
rs
White, J., announced the Court’s judgment and de- the requirement of unanimity arose during the Midd-
livered an opinion, in which Burger, C.J., and Black- le Ages [Footnote 2]
mun and Rehnquist, JJ., joined. Blackmun, J., filed a
concurring opinion, ante, p. 406 U. S. 365. Powell, J., Page 406 U. S. 408
te
filed an opinion concurring in the judgment, ante, p.
406 U. S. 366. Douglas, J., filed a dissenting opinion, and had become an accepted feature of the com-
in which Brennan and Marshall, JJ., joined, ante, p. mon law jury by the 18th century. [Footnote 3] But, as
406 U. S. 380. Brennan, J., filed a dissenting opinion, we observed in Williams,
in which Marshall, J., joined, ante, p. 406 U. S. 395.
eu
Stewart, J., filed a dissenting opinion, in which Bren- “the relevant constitutional history casts conside-
nan and Marshall, JJ., joined, post, p. 406 U. S. 414. rable doubt on the easy assumption [Footnote 4] . . .
Marshall, J., filed a dissenting opinion, in which Bren- that, if a
nan, J., joined, ante, p. 406 U. S. 399.
Page 406 U. S. 409
Mr. Justice White announced the judgment of the
R
Court and an opinion in which The Chief Justice, Mr.
Justice Blackmun, and Mr. Justice Rehnquist joined.
given feature existed in a jury at common law in
1789, then it was necessarily preserved in the Cons-
titution.”
Robert Apodaca, Henry Morgan Cooper, Jr., and Ja-
mes Arnold Madden were convicted, respectively, of Id. at 399 U. S. 92-93. The most salient fact in the
assault with a deadly weapon, burglary in a dwelling, scanty history of the Sixth Amendment, which we re-
n
and viewed in full in Williams, is that, as it was introduced
by James Madison in the House of Representatives,
Page 406 U. S. 406 the proposed Amendment provided for trial
so
grand larceny before separate Oregon juries, all of “by an impartial jury of freeholders of the vicinage,
which returned less than unanimous verdicts. The with the requisite of unanimity for conviction, of the
vote in the cases of Apodaca and Madden was 11-1, right of challenge, and other accustomed requisites.
while the vote in the case of Cooper was 10-2, the mi- . . .”
nimum requisite vote under Oregon law for sustai-
om
ning a conviction. [Footnote 1] After their convictions 1 Annals of Cong. 435 (1789). Although it passed
had been affirmed by the Oregon Court of Appeals, 1 the House with little alteration, this proposal ran into
Ore.App. 483, 462 P.2d 1 (1969), and review had been considerable opposition in the Senate, particularly
denied by the Supreme Court of Oregon, all three with regard to the vicinage requirement of the House
sought review in this Court upon a claim that convic- version. The draft of the proposed Amendment was
tion of crime by a less than unanimous jury violates returned to the House in considerably altered form,
the right to trial by jury in criminal cases specified by and a conference committee was appointed. That
Th
the Sixth Amendment and made applicable to the Sta- committee refused to accept not only the original
tes by the Fourteenth. See Duncan v. Louisiana, 391 House language, but also an alternate suggestion by
U. S. 145 (1968). We granted certiorari to consider this the House conferees that juries be defined as posses-
claim, 400 U.S. 901 (1970), which we now find to be sing “the accustomed requisites.” Letter from James
without merit. Madison to Edmund Pendleton, Sept. 23, 1789, in 5
Writings of James Madison 424 (G. Hunt ed.1904). Ins-
In Williams v. Florida, 399 U. S. 78 (1970), we had tead, the Amendment that ultimately emerged from
occasion to consider a related issue: whether the Sixth the committee and then from Congress and the States
Amendment’s right to trial by jury requires that all ju- provided only for trial
ries consist of 12 men. After considering the history
of the 12-man requirement and the functions it per- “by an impartial jury of the State and district whe-
forms in contemporary society, we concluded that it rein the crime shall have been committed, which dis-
was not of constitutional stature. We reach the same trict shall have been previously ascertained by law...”
As we observed in Williams, one can draw conflic- convict or acquit by votes of 10 to two or 11 to one.
ting inferences from this legislative history. One pos- Requiring unanimity would obviously produce hung
sible inference is that Congress eliminated references juries in some situations where nonunanimous juries
to unanimity and to the other “accustomed requisi- will convict or acquit. [Footnote 5] But in either case,
tes” of the jury because those requisites were thought the interest of the defendant in having the judgment
already to be of his peers interposed between himself and the offi-
cers of the State who prosecute and judge him is equa-
Page 406 U. S. 410 lly well served.
rs
implicit in the very concept of jury. A contrary ex- III
planation, which we found in Williams to be the more
plausible, is that the deletion was intended to have Petitioners nevertheless argue that unanimity ser-
te
some substantive effect. See 399 U.S. at 399 U. S. 96- ves other purposes constitutionally essential to the
97. Surely one fact that is absolutely clear from this continued operation of the jury system. Their princi-
history is that, after a proposal had been made to spe- pal contention is that a Sixth Amendment “jury trial”
cify precisely which of the common law requisites of made mandatory on the States by virtue of the Due
the jury were to be preserved by the Constitution, the Process Clause of the Fourteenth Amendment, Dun-
eu
Framers explicitly rejected the proposal, and instead can v. Louisiana, supra, should be held to require a
left such specification to the future. As in Williams, unanimous jury verdict in order to give substance to
we must accordingly consider what is meant by the the reasonable doubt standard otherwise mandated
concept “jury,” and determine whether a feature com- by the Due Process Clause. See In re Winship, 397 U.
monly associated with it is constitutionally required. S. 358, 397 U. S. 363-364 (1970).
And, as in Williams, our inability to divine “the intent
R
of the Framers” when they eliminated references to We are quite sure, however, that the Sixth Amend-
ment itself has never been held to require proof be-
the “accustomed requisites” requires that, in determi-
ning what is meant by a jury, we must turn to other yond a reasonable doubt in criminal cases. The reaso-
than purely historical considerations. nable doubt standard developed separately from both
the jury trial and the unanimous verdict. As the Court
II noted in the Winship case, the rule requiring proof of
n
crime beyond a reasonable doubt did not crystallize
Our inquiry must focus upon the function served by in this country until after the Constitution was adop-
the jury in contemporary society. Cf. Williams v. Flo- ted. See
so
rement of unanimity, however, does not materially argument is rooted, in effect, in due process, and has
contribute to the exercise of this common sense judg- been rejected in Johnson v. Louisiana, ante, p. 406 U.
ment. As we said in Williams, a jury will come to such S. 356.
a judgment as long as it consists of a group of laymen
representative of a cross-section of the community IV
who have the duty and the opportunity to deliberate,
Petitioners also cite quite accurately a long line of
Page 406 U. S. 411 decisions of this Court upholding the principle that
the Fourteenth Amendment requires jury panels to
free from outside attempts at intimidation, on reflect a cross-section of the community. See, e.g.,
the question of a defendant’s guilt. In terms of this Whitus v. Georgia, 385 U. S. 545 (1967); Smith v. Texas,
function, we perceive no difference between juries 311 U. S. 128 (1940); Norris v. Alabama, 294 U. S. 587
required to act unanimously and those permitted to (1935); Strauder v. West Virginia, 100 U. S. 303 (1880).
They then contend that unanimity is a necessary pre- [For opinion of POWELL, J., concurring in judg-
condition for effective application of the cross-section ment, see ante, p. 406 U. S. 366.]
requirement,
[For dissenting opinion of DOUGLAS, J., see ante,
Page 406 U. S. 413 p. 406 U. S. 380.]
because a rule permitting less than unanimous [For dissenting opinion of BRENNAN, J., see ante,
verdicts will make it possible for convictions to occur p. 406 U. S. 395.]
rs
without the acquiescence of minority elements within
the community. [For dissenting opinion of Marshall, J., see ante, p.
406 U. S. 399.]
There are two flaws in this argument. One is peti-
te
tioners’ assumption that every distinct voice in the [Footnote 1]
community has a right to be represented on every
jury and a right to prevent conviction of a defendant Ore.Const., Art. I, § 11, reads in relevant part:
in any case. All that the Constitution forbids, howe-
“In all criminal prosecutions, the accused shall
ver, is systematic exclusion of identifiable segments of
eu
have the right to public trial by an impartial jury in the
the community from jury panels and from the juries
county in which the offense shall have been commit-
ultimately drawn from those panels; a defendant may
ted; . . . provided, however, that any accused person,
not, for example, challenge the makeup of a jury me-
in other than capital cases, and with the consent of the
rely because no members of his race are on the jury, trial judge, may elect to waive trial by jury and con-
but must prove that his race has been systematically sent to be tried by the judge of the court alone, such
excluded. See Swain v. Alabama, 380 U. S. 202, 380 U.
R
S. 208-209 (1965); Cassell v. Texas, 339 U. S. 282, 339 U.
election to be in writing; provided, however, that in
the circuit court ten members of the jury may render a
S. 286-287 (1950); Akins v. Texas, 325 U. S. 398, 325 U. verdict of guilty or not guilty, save and except a verdict
S. 403-404 (1945); Ruthenberg v. United States, 245 U. of guilty of first degree murder, which shall be found
S. 480 (1918). No group, in short, has the right to block only by a unanimous verdict, and not otherwise. . . .”
convictions; it has only the right to participate in the
n
overall legal processes by which criminal guilt and in- [Footnote 2]
nocence are determined.
The origins of the unanimity rule are shrouded in
so
We also cannot accept petitioners’ second assump- obscurity, although it was only in the latter half of the
tion -- that minority groups, even when they are re- 14th century that it became settled that a verdict had
presented on a jury, will not adequately represent to be unanimous. See 1 W. Holdsworth, A History of
the viewpoint of those groups simply because they English Law 318 (1956); Thayer, The Jury and its De-
may be outvoted in the final result. They will be pre- velopment, 5 Harv.L.Rev. (pts. 1 and 2) 249, 295, 296
sent during all deliberations, and their views will be (1892). At least four explanations might be given for
om
heard. We cannot assume that the majority of the jury the development of unanimity. One theory is that
will refuse to weigh the evidence and reach a decision unanimity developed to compensate for the lack of
upon rational grounds, just as it must now do in order other rules insuring that a defendant received a fair
to obtain unanimous verdicts, or that a majority will trial. See L. Orfield, Criminal Procedure from Arrest to
deprive a man of his liberty on the basis of prejudice Appeal 34751 (1947); Earalson, Unanimous Jury Ver-
when a minority is presenting a reasonable argument dicts in Criminal Cases, 21 Miss.L.J. 185, 191 (1950).
in favor of acquittal. We simply find no proof for the A second theory is that unanimity arose out of the
Th
notion that a majority will disregard its instructions practice in the ancient mode of trial by compurgation
and cast its votes for guilt of adding to the original number of 12 compurgators
until one party had 12 compurgators supporting his
Page 406 U. S. 414 position; the argument is that, when this technique
of afforcement was abandoned, the requirement that
or innocence based on prejudice, rather than the one side obtain the votes of all 12 jurors remained.
evidence. We accordingly affirm the judgment of the See P. Devlin, Trial by Jury 48-49 (1956); Ryan, Less
Court of Appeals of Oregon. than Unanimous Jury Verdicts in Criminal Trials, 58
J.Crim.L.C. & P.S. 211, 213 (1967). A third possibility is
It is so ordered. that unanimity developed because early juries, unlike
juries today, personally had knowledge of the facts of
[For concurring opinion of BLACKMUN, J., see a case; the medieval mind assumed there could be
ante, p. 406 U. S. 365.] only one correct view of the facts, and, if either all the
jurors or only a minority thereof declared the facts more familiar with the details of English common law
erroneously, they might be punished for perjury. See and adopted those details in their own colonial legal
T. Plucknett, A Concise History of the Common Law systems. See generally Murrin, The Legal Transforma-
131 (5th ed.1956); Thayer, supra, at 297. Given a view tion: The Bench and Bar of Eighteenth-Century Mas-
that minority jurors were guilty of criminal perjury, sachusetts, in Colonial America: Essays in Politics and
the development of a practice of unanimity would not Social Development 415 (S. Katz ed.1971). See also F.
be surprising. The final explanation is that jury una- Heller, The Sixth Amendment 13-21 (1951).
nimity arose out of the medieval concept of consent.
rs
Indeed, “[t]he word consent (consensus) carried with [Footnote 4]
it the idea of concordia, or unanimity. . . .” M. Clar-
ke, Medieval Representation and Consent 251 (1964). See Andres v. United States, 333 U. S. 740, 333 U. S.
Even in 14th-century Parliaments, there is evidence 748 (1948); Maxwell v. Dow, 176 U. S. 581, 176 U. S. 586
te
that a majority vote was deemed insufficient to bind (1900) (dictum). Cf. Springville v. Thomas, 166 U. S.
the community or individual members of the com- 707 (1897); American Publishing Co. v. Fisher, 166 U.
munity to a legal decision, see id. at 335-336; Pluck- S. 464 (1897).
nett, The Lancastrian Constitution, in Tudor Studies
161, 169-170 (R. Seton-Watson ed.1924); a unanimous [Footnote 5]
eu
decision was preferred. It was only in the 15th cen-
tury that the decisionmaking process in Parliament The most complete statistical study of jury beha-
became avowedly majoritarian, see 1 K. Pickthorn, vior has come to the conclusion that, when juries are
Early Tudor Government: Henry VII, p. 93 (1967), as required to be unanimous, “the probability that an
the ideal of unanimity became increasingly difficult acquittal minority will hang the jury is about as great
to attain. See Clarke, supra, at 266-267. For eviden- as that a guilty minority will hang it.” H. Kalven & H.
R
ce in 18th-century America of a similar concern that Zeisel, The American Jury 461 (1966).
decisions binding on the community be taken una-
nimously, see Zuckerman, The Social Context of De- [Footnote 6]
mocracy in Massachusetts, 25 Wm. & Mary Q. (3d ser.)
523, 526-527, 540-544 (1968). For the history of the reasonable doubt require-
ment, see generally C. McCormick, Evidence § 321
n
[Footnote 3] (1954); 9 J. Wigmore, Evidence § 2497 (3d ed. 1940);
May, Some Rules of Evidence -- Reasonable Doubt in
See 3 W. Blackstone, Commentaries *375-376. Four Civil and Criminal Cases, 10 Am.L.Rev. 642, 651-660
so
18th-century state constitutions provided explicitly (1876). (See 69 U.S.L.Rev. 169, 172 (1935).) According
for unanimous jury verdicts in criminal cases, see to May and McCormick, the requirement of proof be-
N.C.Const. of 1776, Art. IX; Pa.Const. of 1776, Art. IX; yond a reasonable doubt first crystallized in the case
Vt.Const. of 1786, Art. XI; Va.Const. of 1776, § 8; whi- of Rex v. Finny, a high treason case tried in Dublin in
le other 18th-century state constitutions provided for 1798 and reported in 1 L. MacNally, Rules of Eviden-
trial by jury according to the course of the common ce on Pleas of the Crown *4 (1811). Confusion about
om
law, see Md.Const. of 1776, Art. III, or that trial by the rule persisted in the United States in the early 19th
jury would remain “inviolate,” see Ga.Const. of 1777, century, where it was applied in civil as well as crimi-
Art. LXI; Ky.Const. of 1792, Art. XII, § 6; N.Y.Const. nal cases, see, e.g., Ropps v. Barker, 21 Mass. (4 Pick.)
of 1777, Art. XLI; Tenn.Const. of 1796, Art. XI, § 6; be 239, 242 (1826); it was only in the latter half of the cen-
“confirmed,” see N.J.Const. of 1776, Art. XXII; or re- tury that the reasonable doubt standard ceased to be
main “as heretofore.” See Del.Const. of 1792, Art. I, § 4; applied in civil cases, see Ellis v. Buzzell, 60 Me. 209
Ky.Const. of 1792, Art. XII, § 6; S.C.Const. of 1790, Art. (1872), and that American courts began applying it
Th
IX, § 6. See also Apthorp v. Backus, 1 Kirby 407, 416- in its modern form in criminal cases. See Common-
417 (Conn. 1788); Grinnell v. Phillips, 1 Mass. 530, 542 wealth v. Webster, 59 Mass. (5 Cush.) 295, 320 (1850).
(1805). Although unanimity had not been the invaria- See generally May, supra.
ble practice in 17th-century America, where majority
verdicts were permitted in the Carolinas, Connecticut, Mr. Justice Stewart, with whom Mr. Justice Brennan
and Pennsylvania, see Williams v. Florida, 399 U. S. 78, and Mr. Justice Marshall join, dissenting.
399 U. S. 98 n. 45 (1970), the explicit constitutional
provisions, particularly of States such as North Caroli- In Duncan v. Louisiana, 391 U. S. 145, the Court
na and Pennsylvania, the apparent change of practice squarely held that the Sixth Amendment right to
in Connecticut, and the unquestioning acceptance of trial by jury in a federal criminal case is made wholly
the unanimity rule by text writers such as St. George applicable to state criminal trials by the Fourteenth
Tucker indicate that unanimity became the accepted Amendment. Unless Duncan is to be overruled, the-
rule during the 18th century, as Americans became refore, the only relevant question here is whether the
rs
Until today, it has been universally understood that I would follow these settled Sixth Amendment pre-
a unanimous verdict is an essential element of a Sixth cedents and revere the judgment before us.
Amendment jury trial. See Andres v. United States,
333 U. S. 740, 333 U. S. 748; Patton v. United States, 281 * See ante at 406 U. S. 369-371 (Powell, J., concu-
rring in judgment).
te
U.S.
eu
R
n
so
om
Th
rs
Th
om
so
n
R
eu
te
rs
Mayoría fracturada y precedente
horizontal
rs
Santiago Legarre (*)
Sumario: I. Introducción.— II. Mayoría, disidencia y niveles de con-
te
currencia.— III. Precedente horizontal y overruling.— IV. Conclusión.
eu
tados Unidos resolvió el caso “Ramos v Louisia- te con el caso sobre aborto “June Medical”, en el
na”, objeto de esta sección especial de La Ley. cual la doctrina del precedente está directamen-
Mucho se comentará acerca del tema de fondo: te en juego (3). Y seguramente también, dichas
la declaración de inconstitucionalidad de las re- definiciones repercutan en nuestra propia Cor-
gulaciones estatales que permitían condenas no te Suprema, siempre atenta a lo decidido por su
unánimes por jurado (1). Hasta “Ramos”, en al-
R par norteamericano.
gunos estados (en Oregón y, hasta hace poco,
también en Louisiana) eran válidos jurados di- Por ello, este comentario se centrará en algu-
vididos, aunque con una mayoría amplia (102 o nos problemas capitales de la doctrina del pre-
111). Como consecuencia de la intervención de cedente abordados en el caso “Ramos”, que se
n
la Corte federal en “Ramos”, toda condena cri- encuentran, al igual que esa doctrina misma,
minal por ofensas graves en los Estados Unidos en el corazón de los sistemas jurídicos perte-
deberá ser precedida del veredicto de un jurado necientes al mundo jurídico del common law.
so
tiene importantes definiciones (y otras tantas fluido por la doctrina del precedente (4).
ausencias de definiciones) en asuntos claves
relacionados con la doctrina del precedente profundamente dividida en lo que hace al tema crucial
judicial (2). Estas definiciones sin duda serán del precedente. Melissa D. DIGRANDE, “Divided Supre-
me Court Rules that State Jury Verdicts for Serious Crimes
Must be Unanimous”, National Law Review, 23/04/2020,
(*) Investigador del CONICET. Profesor de Derecho ver en https://www.natlawreview.com/article/divided-
Constitucional, Universidad Católica Argentina. Profesor supremecourtrulesstatejuryverdictsseriouscrimesmust-
Th
visitante, Louisiana State University. beunanimous, consultado por última vez el 16/05/2020.
(1) También la teoría interpretativa conocida como
“originalismo” brilla por su tratamiento en el caso “Ra- (3) El 4 de octubre de 2019 la Corte Suprema de Esta-
mos” (en especial en el voto mayoritario, con la refe- dos Unidos aceptó tratar en 2020 el certiorari interpues-
rencia, en su parte I, al “original public meaning”). No to en “June Medical Services L.L.C. v. Gee” 905 F. 3d 787
me ocuparé aquí de ella. Remito, entre otras fuentes, al (Quinto Circuito, 2018), un importante caso de aborto
reciente libro de Lee J. Strang “Originalism’s Promise” que involucra cuestiones relacionadas con la doctrina
(Cambridge University Press, 2019) y a su reseña en la Ar- del precedente.
gentina por parte de Alejandro E. Pontel (en prensa en la
revista Prudentia Iuris). (4) Al respecto pueden consultarse los trabajos histó-
ricos recientes de GARAY, tanto en castellano, como en
(2) Como afirma DIGRANDE al comentar el caso inglés. GARAY, Alberto F., “La Corte Suprema y el uso de
“Ramos”, una mirada atenta revela, más allá de asuntos sus precedentes”, LA LEY del 19/11/2019 (LA LEY, 2019-
relacionados con el procedimiento criminal, una Corte F) y “A doctrine of precedent in the making: the case of
rs
reciente (exactamente cuatro días posterior al Hace unas cuantas décadas, la Corte Suprema
estadounidense “Ramos”) sirve como botón de de Estados Unidos comenzó a adoptar un me-
muestra de dicha proliferación. En “Fernández canismo para la formulación de votos y para la
de Kirchner”(5), si bien todos los jueces votaron presentación de sus sentencias, que permite a
te
sustancialmente en el mismo sentido (6), la sen- su vez refinar el concepto de mayoría en cada
tencia presenta tres votos distintos (7). Al lector caso que resuelve y, como un efecto secunda-
le viene la tentación de pensar que se trata sobre rio inevitable, permite también abrir la puerta
todo de una proliferación de egos en pugna (en a fracturas sutiles. Antes de explicar el meca-
eu
un momento pandémico poco oportuno para la nismo, diré que seguramente esta afinación de
manifestación de egos, además). Pues bien, la la punta del lápiz se deba en parte a las impor-
sentencia estadounidense en “Ramos” también tantes consecuencias que tiene la definición
nos presenta (similarmente, en plena pande- de la mayoría de un caso en un país en el cual
mia global) una multiplicación de votos a pri- existe el stare decisis: la doctrina del preceden-
mera vista inexplicable, lo cual trae a mi mente
R te judicial, en sus dos dimensiones, horizontal y
el refrán sabiamente modificado: “Mal de mu- vertical (10). Recordemos que la dimensión ho-
chos consuelos de todos”. El subtítulo de una rizontal del precedente se refiere a la autoridad
nota en el New York Times de la calificada Linda jurídica de un caso pasado para controlar la de-
Greenhouse, a propósito del caso “Ramos”, per- cisión de un caso posterior de un tribunal jerár-
n
mite una lectura entre líneas afín a la que se aca- quicamente coordinado con el que emanó la
ba de insinuar: “[L]os votos separados muestran decisión anterior. Así, en virtud del precedente
so
a los nueve jueces de la Corte de Estados Unidos horizontal, un caso pasado de la Corte vincula
buscando afirmar diversos objetivos” (8). a la misma Corte en el futuro. Mientras que la
dimensión vertical del precedente se refiere a la
the argentine Supreme Court’s case law”, Southwestern autoridad jurídica de un caso pasado para con-
Journal of International Law, 2019, vol. 25, ps. 258/319. trolar la decisión de un caso posterior de un tri-
om
(5) CS, 24/04/2020, “Fernández de Kirchner, Cristina bunal jerárquicamente inferior al que emanó la
s/ acción declarativa de certeza”. decisión anterior. Así, en virtud del precedente
(6) Ello se refleja en las crónicas de diarios habitual-
mente cuidadosos como “La Nación”, que tituló en tapa Case Show Nine Justices Pursuing Agendas Far Removed
que la Corte Suprema había resuelto el caso “por unani- from the Dispute at Hand”, New York Times, 23 de abril
midad”. La Nación, 24 de abril de 2020. Sin embargo, al de 2020. En el texto, Greenhouse agrega que “el puñado
tratarse de tres votos distintos (uno de los cuales se pre- de votos en este caso revela no tanto un tribunal sino a
senta como una “disidencia parcial”), mal podía hablarse nueve individuos que buscan realizar sus propias priori-
Th
de unanimidad. dades, mucho más allá del caso que les tocaba resolver”.
(7) Los jueces Highton, Maqueda y Lorenzetti firman (9) El juez Alito en su disidencia se refirió al voto prin-
un mismo voto; Rosatti y Rosenkrantz votan cada uno cipal en la causa “Ramos” como una “badly fractured ma-
por su cuenta. El voto de Rosatti es presentado como un jority”. Véase la Introducción del voto disidente del juez
“por su voto” y el del presidente de la Corte como una “di- Alito en “Ramos v. Louisiana”, suscripto también por el
sidencia parcial”, mas no resulta claro el porqué de este Chief Justice Roberts y por la jueza Kagan (en todo, me-
tratamiento distinto. Si, por ejemplo, se comparan los nos en su parte final, IIID).
términos de las partes resolutorias de estos dos últimos
votos, se verá que difieren entre sí y difieren, también, de (10) A pesar de la justificación razonablemente discer-
la que adopta la mayoría. nible para las divisiones en partes, ensayada en el texto,
se encuentran afinación y subdivisiones también en las
(8) GREENHOUSE, Linda, “A Precedent Overturned disidencias, como veremos, por ejemplo, en el mismo
Reveals a Supreme Court in Crisis: Separate Opinions in a caso “Ramos”.
rs
ción el propio caso “Ramos”. Tocó al juez (12) la IVB1.
Gorsuch escribir el voto principal. Lo dividió
en cinco partes: I, II, III, IV y V (13). A su vez, De lo anterior se sigue que la parte del razo-
la parte II, tiene dos subdivisiones: A y B. Tam- namiento (en inglés, la “opinion”) del juez Gor-
te
bién se encuentra subdividida la parte IV, en A such que concitó cinco votos (contando el de él
y B. Más aún, la parte IVB, está subdividida en mismo) y, por tanto, se convirtió en mayoría (en
IVB1 y IVB2. inglés “opinion of the Court”), es la contenida en
las partes I, IIA, III y IVB1 (del voto que Gorsuch
Esta filigrana puede gustar o desagradar, pero
eu
propuso a la Corte). El Reporter de la Corte Su-
no responde a un criterio estético (ni tampoco prema, una especie de secretario, que elabora el
académico, como acaso podría parecer). Lo que llamado “syllabus” (un resumen que encabeza
está detrás es un desacuerdo parcial, de alguno toda sentencia, incluida esta) ratifica este en-
de quienes en alguna reunión previa anticipa- tendimiento, al sostener, en la página 1 del caso
ron que concurrirán en general con la propuesta “Ramos”: “El juez Gorsuch emitió la opinion of
del juez Gorsuch.
R the court (el voto mayoritario) respecto de las
De la sentencia surge, por un lado, que los partes I, IIA, III y IVB1.
jueces Breyer y Ginsburg adhirieron íntegra-
La misma presentación documental de la sen-
mente al razonamiento propuesto por el juez
tencia, por parte también del Reporter, ayuda a
n
Gorsuch; y, por otro lado, que dos jueces más
visualizar la mayoría en el caso “Ramos”, pues
estaban dispuestos a sumar sus votos solo a una
en las páginas que corresponden a esas partes
parte del voto propuesto, para transformarlo así
mayoritarias (I, IIA, III y IVB1) del voto del juez
so
volvemos a la opinion of the Court, para retornar glés) desarrolla su peculiar teoría sobre el caso
a la “opinion of Gorsuch J.” en las partes IVB2 y “Apodaca”(22), una teoría que ni Sotomayor ni
V (18). Vaya filigrana (aunque casi escribo “vaya Kavanaugh quisieron suscribir.
locura”, y ahora lo hice). Ahondemos aún más en
el análisis. Le comparto al lector que me llevó muchas
horas, y varios errores (luego subsanados para
La otra cara de la moneda de la identificación beneficio del lector, espero) llegar a las conclu-
rs
de la mayoría en “Ramos” es que las partes IIB siones sintetizadas en los párrafos precedentes,
y V del voto de Gorsuch (es decir, algunas de las que permiten saber qué partes del voto propues-
“partes no mayoritarias del voto”) concitaron la to por el juez Gorsuch concitaron mayoría, cuá-
adhesión de tres jueces (Breyer, Ginsburg y So- les fueron suscriptas en total por cuatro jueces
te
tomayor), así que en total las firman cuatro jue- y cuáles tan solo por tres. ¡Imagínese el lector,
ces (uno menos que una mayoría en una Corte si esto le parece un mal sueño, de qué pesadilla
integrada por nueve jueces); mientras que la estamos hablando cuando de realizar una tarea
parte IVA solo fue firmada por tres jueces (Bre- como esta se trata en ausencia de subdivisiones
parejas! Bienvenido al mundo de la Corte Supre-
eu
yer, Ginsburg y, naturalmente, Gorsuch, el autor
del voto). En todas estas partes, el voto del juez ma argentina, tal como es...
Gorsuch no es mayoritario sino “principal”(19). Pues, a título comparativo, en la Corte Supre-
ma argentina también, existen casos (muchos
Luego de este arduo desmenuzamiento, po-
casos) de desacuerdo parcial (en los conside-
demos entender (con dificultad, cabe recono-
cer) por qué el juez Alito, en disidencia, afirma
R randos), pero la ausencia [por ahora (23)] de
la referida “filigrana” lleva a que en esos su-
que “tres de los jueces que integran la mayoría puestos (que se traducen en la multiplicación
sostienen que el caso “Apodaca” nunca consti- de votos concurrentes) los jueces voten com-
tuyó un precedente obligatorio”(20). Como el pletamente por separado; y, en el mejor de los
mismo juez Alito lo aclara (21), se refiere allí a
n
casos, en su voto digan, antes de comenzar su
la parte IVA del voto de Gorsuch (a la que ad- propio razonamiento, algo así como “el suscrip-
hirieron los jueces Breyer y Ginsburg), que es to comparte tales considerandos del voto del
so
tan solo el voto de una pluralidad de tres; pues juez precedente”(24). De esta manera, se aho-
es allí donde esa pluralidad (“plurality”, en in- rra un poco de papel, tinta y energía, aunque
mucho menos de los que se podría ahorrar si se
Respecto de esta parte IIB nos encontramos, por tanto, adoptara un sistema como el modelo estadou-
frente al voto de una pluralidad de tres jueces. nidense, pues las aludidas remisiones argenti-
nas, cuando las hay, suelen referirse solamente
om
teramente mayoritario, se lo llama a veces “principal”. Al (23) No creo que la ausencia local de la filigrana se
igual que en la Corte argentina, el voto principal figura en deba a que el actual régimen legal para los votos de la
primer término, aunque no sea (o no sea enteramente) Corte Suprema argentina le impida modificar su práctica
el voto de una mayoría. En el voto concurrente del juez o, si hiciera falta, su reglamento. Pero, aunque ese asun-
Thomas en “Ramos” podemos ver (en la nota al pie 1 de to es harina de otro costal y, por si mi creencia estuviera
su concurrencia) como él se refiere al voto del juez Gor- equivocada, parece claro que nada impediría al tribunal
such como “voto principal” (“principal opinion”); idem, solicitar a quien corresponda las reformas que hicieran
la disidencia del juez Alito, parte II.A. falta para un funcionamiento mejor, si así se lo juzgara.
(20) De la Introducción de la disidencia del juez Alito (24) Por ejemplo, en el recordado caso “Arriola”, cinco
en “Ramos v. Louisiana”. de los votos comienzan así: “Que el infrascripto concuer-
da con los consids. 1º a 9º del voto que encabeza este
(21) Véase la parte II de la disidencia del juez Alito en pronunciamiento, que se dan por reproducidos”. Fallos
“Ramos v. Louisiana”. 332:1963 (2009).
distinguirla de una mera concurrencia (todo lo Tanto en “C. H. A.” como en “Arriola” como en
cual podría y debería ser importante de cara a la “Schiffrin” es posible reconstruir coincidencias
doctrina de la “obligatoriedad atenuada” de sus entre los votos concurrentes, e incluso, en algu-
sentencias) (25). nos considerandos, calcos o copias. Cuánto más
fácil sería todo en casos como esos si los jueces
La situación en la Corte argentina ha llegado suscribieran una plataforma común que contu-
a situaciones extremas, rayanas con el absurdo viera todos sus acuerdos, para despegar desde
rs
allí hacia el cielo de las diferencias y los mati-
(especialmente desde el punto de vista visual
ces; una plataforma que fuera más allá de la des-
y práctico). Veamos tres ejemplos célebres, de cripción de los hechos y del iter de la causa; una
décadas recientes. En el caso conocido como plataforma análoga a las partes del voto del juez
te
“C. H. A.” (1991) los nueve jueces que inte- Gorsuch en “Ramos” con las cuales cuatro jue-
graban la Corte Suprema votaron por separa- ces más estaban de acuerdo, de modo que, res-
do (siete en mayoría y dos en disidencia) (26). pecto de ella, hubo mayoría.
Tiempo después, con un tribunal que ya por ley
eu
tenía siete miembros, en “Arriola” (2009) nos en- II.2. Mayoría en cuanto a la resolución
contramos con seis votos, todos concurrentes: Lo dicho hasta aquí sobre el caso “Ramos”,
solamente dos jueces firmaron un mismo voto; que es extensible a toda situación en que se
los otros cinco, votaron por separado, todos en quiera reconstruir el voto mayoritario en una
el mismo sentido (27). En “Schiffrin” (2017) los sentencia compleja, vale solo respecto del ra-
tres jueces que integran la mayoría, en una Cor-
R zonamiento que conduce a la resolución del
te ya con cinco miembros según la ley, votan por caso: lo que, como sabemos, se llama la “opi-
separado (28). nion”. A su respecto, sabemos que en “Ramos”
hubo una mayoría de cinco (aunque limitada a
una parte del voto principal, desenterrada en la
(25) La versión argentina del precedente recibió con-
n
sagración casi oficial en el famoso caso “Cerámica San
sección precedente de esta nota), al lado de la
Lorenzo” [Fallos 307:1094 (1985)] y ha sido recientemen- cual hubo un voto (Thomas, J.) con un razona-
te ratificada en la causa “Farina, Haydée”, sentencia de la miento incompatible con el mayoritario (29); y
so
CS del 26/12/2019. Dicha doctrina ha sido explicada por al lado de ellos, tres votos disidentes, con otro
la doctrina más calificada, que le ha asignado distintos razonamiento incompatible con el mayoritario.
nombres. Entre los libros véanse BIDART CAMPOS, Ger- Es decir que, en lo que al razonamiento hace, la
mán J., “Tratado Elemental de Derecho Constitucional
argentino”, Ed. Ediar, Buenos Aires, 1993, vol. 2, p. 474 y sentencia fue un cinco [5] menos uno [1] menos
GELLI, María A., “Constitución de la Nación Argentina, tres [3].
om
p. 340. Por mi parte, he optado por referirme a la “obli- (29) El voto del juez Thomas en “Ramos” viene califi-
gatoriedad atenuada” de la jurisprudencia de la Corte, cado como “concurring in the judgment”. Como afirma
LEGARRE, Santiago, “Obligatoriedad atenuada de la ju- DIGRANDE, el juez Thomas votó separadamente, a pesar
risprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Na- de coincidir con otros cinco jueces en que la Enmienda
ción”, Ed. Ábaco, Buenos Aires, 2016. Sexta exige de los estados jurados unánimes para críme-
(26) “Comunidad Homosexual Argentina c. Reso- nes serios, porque “no estuvo de acuerdo con el razona-
lución Inspección General de Justicia”, Fallos 314:1531 miento de esos cinco jueces en ninguna de sus partes”.
(1991). El juez Thomas propuso un razonamiento radicalmente
distinto, aunque llegó a la misma resolución: revocar
(27) “Arriola, Sebastián y otros s/ Recurso de hecho”, el fallo de Cámara que había convalidado un jurado no
Fallos 332:1963 (2009). unánime. DIGRANDE, ob. cit.
(28) “Schiffrin, Leopoldo c. Poder Ejecutivo Nacional”, (30) La mayoría (con palabras del juez Gorsuch) re-
Fallos 340:257 (2017). suelve que “se revoca lo decidido por la Cámara de Ape-
rs
Como vimos, al momento en que la Cor-
qué hacer, que acordar (también) por qué ha-
te Suprema de Estados Unidos se abocó a tra-
cerlo. Es más, con frecuencia hay casos toda-
tar “Ramos”, en 2020, el asunto del requisito de
vía más extremos que “Ramos” en los que se
unanimidad en los jurados se encontraba go-
acuerda mayoritariamente qué hacer (el judg-
bernado por un caso de 1972, llamado “Apodaca
te
ment) sin que se llegue a ninguna mayoría res- v. Oregon”, que permitía decisiones de jurados
pecto del razonamiento (la opinion). En lugar no unánimes (34). “Ramos” constituyó, por
de una mayoría, hay dos o más “pluralidades” ello, una oportunidad de revisitar el problema
(plurality opinions) que concurren en un mismo del precedente horizontal: si obliga a la Corte
eu
judgment (32). Ello permite poner en tela de jui- lo decidido en un caso anterior suyo, el alcan-
cio (tanto en el plano horizontal como en el ver- ce de esa obligatoriedad y la incidencia de la
tical) el valor de precedente, la fuerza vinculante materia del precedente en la posibilidad de su
de lo decidido de esa manera: con mayoría de derogación judicial (conocida en inglés como
resolución, pero sin mayoría (sino solo plurali- “overruling”).
dad) de razonamiento.
R Como surge de los distintos votos en “Ramos”,
Este cuestionamiento del valor de tal pre- en los últimos años la Corte estadounidense
cedente fue precisamente lo que ocurrió (en ejerció su potestad de overruling en numerosas
la dimensión horizontal) en el caso “Ramos” oportunidades (35). Lo característico de “Ra-
respecto de “Apodaca”, el caso de 1972 que ha- mos” (y de ahí su importancia) es que, en él, a
n
bía gobernado la situación de la unanimi- diferencia de en esos otros casos, encontramos
dad de los jurados hasta 2020: el voto triple en varios desarrollos teóricos sobre el asunto que
so
ces (con los cuales un quinto juez concurrió solo sostiene el voto triple en “Ramos”, un governing
en el judgment). precedent (41).
Pues bien, el “voto triple” en “Ramos” afir- Como dije, esta teoría sobre “Apodaca”, conte-
ma que “Apodaca” no es un precedente porque nida en la parte IVA del voto triple, no concitó
“usualmente es el razonamiento de una decisión mayoría. Cada uno en su voto concurrente, los
(la ratio decidendi) lo que le permite tener vida y jueces Sotomayor, Kavanaugh y Thomas aplica-
rs
efecto en la disposición de casos futuros”(37). O ron a “Apodaca” lo que podría llamarse la teoría
sea que, según esta posición, para que haya pre- tradicional.
cedente vinculante, debe haber una opinion of
the Court, algo que no ocurrió en “Apodaca”. En En efecto, al analizar “Apodaca” el voto tri-
te
palabras del juez Gorsuch (a las que se sumaron ple se aparta de la posición tradicional en los
dos de sus colegas), “la resolución en “Apoda- Estados Unidos cuando se trata de valorar la
ca” dispuso del caso para las partes en el pleito. eficacia normativa, tanto horizontal como ver-
En este sentido sí es obligatorio”(38). Este es el tical, de un caso anterior en el cual hubo judg-
sentido llamado, tanto en el civil law como en
eu
ment pero no opinion of the Court sino tan solo
el common law, res judicata. Este voto contrasta una o más plurality opinions (votos concurren-
dicho valor de “cosa juzgada” con otro sentido tes) (42). En “Ramos” esta bandera tradicional,
de todo caso anterior (que adquiere valor espe- además de ser confirmada (como acabamos de
cialmente en el common law), sentido ausente, recordar) por los tres jueces que acompaña-
según el voto del juez Gorsuch, en “Apodaca”: ron parcialmente al voto triple, es alzada con
desnuda como está la resolución (judgment of
R vigor por la disidencia de otros tres jueces, se-
the Court) de “Apodaca” de todo razonamiento gún la cual basta un judgment mayoritario para
(opinion of the Court) que la acompañe, “Apo- que haya precedente, aun cuando, evidente-
daca” carece de valor de precedente; es decir, no mente, se vaya a tratar de un precedente más
se proyecta más allá de las partes en el caso en delgado (43). En palabras del juez Kavanaugh,
n
cuestión (39). que en esto compartió la bandera disidente: “En
el sistema americano de stare decisis, el resul-
Así las cosas, según el voto triple no hacía fal-
so
(37) “Ramos”, voto del juez Gorsuch parte IVA, a la que (42) Como muestra la disidencia del juez Alito (nota
adhirieron los jueces Breyer y Ginsburg, con cita de tres 17) existen numerosos (e importantes) precedentes de la
autores de doctrina: SALMOND, SCHAUER - DUXBURY. Corte sin “opinion of the Court”. En un trabajo anterior
Dicho sea de paso, en la nota 57 (que forma parte de la analicé varios ejemplos estadounidenses de mayoría en
“opinion of the Court”), la Corte cita el pionero libro de la resolución sin mayoría en el razonamiento, y me ocu-
CROSS - HARRIS, “Precedent in English Law” (cuarta pé del problema del precedente, horizontal y vertical, en
edición, 1991). estos casos. Al leer ahora la posición de la disidencia y
(38) “Ramos”, voto del juez Gorsuch parte IVA, a la que compararla con la del voto triple, observo que lleva razón
Th
adhirieron los jueces Breyer y Ginsburg. la primera, en cuanto caracterización del statu quo. LE-
GARRE, Santiago, “Poder de policía y moralidad pública”,
(39) Idem nota anterior. Ed. Ábaco, Buenos Aires, 2004, capítulo V.
(40) Sin mucha precisión (ya que alude a “the Court”), (43) Estos precedentes más delgados que se obtienen
Amy Howe resumió la postura de la pluralidad, para el en estos casos son conocidos en la jerga jurisprudencial
prestigioso SCOTUSblog: “[T]he Court does not need to estadounidense como “Marks precedents”, por referencia
overrule “Apodaca”, because it was not established prece- al caso “Marks v. United States”, 430 U.S. 188 (1977), en
dent”. HOWE, Amy, “Opinion Analysis: With Debate Over que se los caracterizó por primera vez. En “Ramos”, son
Adherence to Precedent, Justices Scrap NonUnanimous recordados con vigor por la disidencia del juez Alito, par-
Jury Rule”, ver en https://www.scotusblog.com/2020/04/ te IIC, según la cual el abordaje que el voto triple hizo de
opinionanalysiswithdebateoveradherencetopreceden- “Apodaca” importa un flagrante desconocimiento de la
tjusticesscrapnonunanimousjuryrule/ , visitado por últi- idea consolidada en “Marks” sobre los precedentes “del-
ma vez el 18/05/2020. gados”.
tado (judgment) y el razonamiento tienen cada va o distinta a la anterior en lo que hace a los
uno fuerza vinculante (precedential force) in- presupuestos generales del overruling. El juez
dependiente, y los tribunales están obligados a Kavanaugh, que sí ofrece su propia teoría del
seguir tanto el resultado (judgment) como el ra- stare decisis horizontal en su voto concurrente
zonamiento de una decisión anterior”(44). (inusual, precisamente por ofrecer una teoría
propia (47)), en realidad tampoco difiere del
Por eso, en un contraste notable con el voto tri- esquema teórico habitualmente seguido por la
rs
ple, la disidencia caracteriza a “Apodaca” como Corte Suprema cuando valora si derogar judi-
una longestablished decision (45). Aun cuan- cialmente un precedente. El más franco, en mi
do constituya solamente lo que podría llamar- opinión, en lo que hace a este tema es el juez
se un precedent as to the result (un precedente Thomas y, aunque vote en soledad, su posición
te
en cuanto a la resolución), su respeto implica la refleja la práctica de los últimos años de todos
imposibilidad, en el plano horizontal, de resol- los jueces de la Corte Suprema en materia de
ver lo contrario (en materia de unanimidad de overruling, más allá de cuestiones de palabras y
los jurados) sin overruling. O, en otras palabras, matices poco relevantes (48).
eu
sería necesario darle vuelta expresamente para
poder contradecir lo decidido en “Apodaca”. De El juez Thomas afirma en su voto que el ove-
lo contrario, “it is the law”. rruling es posible siempre que un preceden-
te sea “demostrablemente erróneo”(49). Ello
La disidencia, por cierto, consideró que no es- deja al descubierto qué poco se puede de-
taban dadas las condiciones para que este ove- cir con un alcance general sobre el preceden-
rruling del precedente de 1972 procediera. En
R te horizontal en la Corte Suprema y sobre su
cambio, la mayoría en “Ramos” sostuvo que derogación (50). Pues en concreto distintos jue-
“Apodaca” debía dejarse sin efecto [para afirmar ces tendrán desacuerdos razonables acerca de
lo cual, tres de los jueces que la integran debie- qué constituye un precedente “demostrable-
ron plantearse la hipótesis de que se trate de un mente erróneo”. Puede exigirse, como lo exige el
n
verdadero precedente (46)], y así se resolvió, juez Alito en disidencia (51), que cuando el Tri-
en última instancia, abandonar “Apodaca”, que bunal decide un overruling explique por qué lo
dejó de ser law.
so
Respecto de este asunto el voto del juez Gor- te I, ilustra bien la cantidad de casos en los que la Corte
such adhiere (acompañado por los jueces Bre- ha ejercido últimamente el “overruling” y demuestra que
yer y Ginsburg) a los conceptos tradicionales. Ni todos los jueces actualmente en servicio han ejercido
esta potestad. Es más, o menos como decir “¡nadie se sal-
el voto de la jueza Sotomayor ni siquiera la disi- va!” o “el que esté libre de pecado, tire la primera piedra”.
dencia del juez Alito (a la que adhieren el Chief
Justice Roberts y, en casi todo, la jueza Kagan) (49) Voto del juez Thomas en “Ramos”, “concurring in
tienen pretensiones de aportar una visión nue- the judgment”.
Th
hace; y eso está detrás del adverbio “demostra- que la dispersa confusión que en no pocas oca-
blemente” que usa el juez Thomas. Pero teoriza- siones nos presenta la Corte Suprema argentina.
ciones más allá de eso, como las que se ensayan
en el voto concurrente del juez Kavanaugh, ter- Cabe hacer notar, camino al cierre, el curio-
minan siempre por estrellarse contra una pared. so alineamiento ideológico (aunque algunos lo
En el plano horizontal, la dimensión política llamarían “político partidario”) que presenta la
(en un sentido no partidario del término), acer- sentencia en el caso “Ramos”. La mayoría la in-
rs
ca inevitablemente el precedente a una ley del tegran dos jueces nombrados por el presidente
Trump junto con tres de los jueces más progre-
congreso y el overruling a su derogación por una
sistas de la Corte Suprema, dos nombrados por
nueva ley; más aún cuando el contenido de un
Clinton y una por Obama (en todos los supues-
caso es de Derecho Constitucional (52). Los
te
tos con acuerdo del Senado, como lo dispone la
conceptos vertidos por el juez Brandeis en una Constitución). La otra cara de la moneda es que
famosa disidencia suya de 1932 [citados en “Ra- del lado disidente también encontramos una
mos” por todos lados (53)] mantienen hoy su aparente mezcla ideológica parecida.
eu
validez. Otro cantar es la dimensión vertical del
precedente, donde la materia no debería ser re- Dejé deliberadamente este señalamiento para
levante. Pero ese es un cantar para otro día, aje- el final [aunque la prensa calificada lo ha resaltado
no al caso “Ramos”. por lo alto (54)] para intentar restarle importancia,
porque uno debería poder esperar que el origen
IV. Conclusión político partidario de un juez de la Corte Suprema
R en un país como Estados Unidos (o Argentina, que
Espero haber mostrado que el caso “Ramos” en esto es parecida, constitucionalmente hablan-
tiene una importancia suplementaria, mayor do) no fuera decisivo al momento de interpretar
aún que la relacionada con lo procesal penal y la Constitución. Sin embargo, cabe preguntarse
con la unanimidad en los jurados en los estados si sería de esperar un alineamiento ideológico a
n
de los Estados Unidos; y espero haber mostrado primera vista tan desconcertante como el de “Ra-
también que el caso sirve para refrescar impor- mos”, cuando el día de mañana la Corte Suprema
tantes conceptos, relacionados con la idea de
so
rs
A propósito de su (im)posible repercusión
te
en el Tribunal del Jurado en España
eu
María Pilar Marco Francia (*)
Sumario: I. El caso “Ramos c. Louisiana” de la Corte Suprema
de Estados Unidos.— II. El Tribunal de Jurado en España.—
III. ¿Influencia de “Ramos c. Louisiana” en España?— IV. Bibliografía.
R
I. El caso “Ramos c. Louisiana” de la Corte to básico en el sistema americano de justicia—
Suprema de Estados Unidos en relación con la decimocuarta enmienda, que
garantiza que ningún Estado pueda privar a nin-
La sentencia “Ramos c. Louisiana” guna persona de su derecho a la vida, libertad
n
(20/04/2020) de la Corte Suprema Supremo o propiedad sin un proceso ajustado a derecho
de Estados Unidos, cuyo reciente fallo vamos dentro de su jurisdicción a la protección de las
a analizar brevemente, versa sobre el recurso leyes. Por su parte, la Sexta Enmienda cuando
so
planteado por Evangelisto Ramos, quien fue se refiere a ese derecho al tribunal de jurado im-
condenado a cadena perpetua, sin posibilidad parcial debe interpretarse, tal y como se viene
de libertad condicional, por un delito grave. La haciendo desde el siglo XIV en Inglaterra, como
condena que se recurría se dictó por un Tribu- un veredicto por unanimidad para establecer
nal de Luisiana en un veredicto en el que hubo una condena, decidido por doce de sus pares.
om
corte federal. Únicamente los estados de Luisia- minorías religiosas en la composición de los
na y de Oregón mantenían la posibilidad de ob- jurados.
tener condenas en veredictos en los que no se
diera la unanimidad. Esta cuestión era recurri- Pese a que la Corte Suprema se pronunció
da por Evangelisto Ramos por inconstitucional, sobre el requisito de la unanimidad de la sexta
al entender que dicha condena sin unanimidad enmienda en numerosas ocasiones (trece ve-
vulneraba su derecho a un tribunal de jurado, ces en ciento veinte años), la relevancia de “Ra-
garantizado por la sexta enmienda —elemen- mos c. Louisiana” deriva de su alejamiento de
otra histórica sentencia, “Apodaca c. Oregon”
(*) Profesora de Derecho Penal Facultad de Ciencias (1972). En “Apodaca c. Oregon”, la Corte estaba
Jurídicas y Sociales de Toledo. Universidad de Castilla-La profundamente dividida en dos. Por una parte,
Mancha. Doctora en Derecho. cuatro magistrados opinaban que la unanimi-
dad era esencial, tanto en tribunales federales ción del art. 24 de la Constitución que declara
como estatales (en virtud de las Enmiendas Sex- que todos tienen derecho al Juez ordinario pre-
ta y Decimocuarta), y otros cuatro magistrados determinado por la Ley; y que complementa a
que interpretaban, que había que analizar la los Jueces y Magistrados de carrera con la par-
función de esa unanimidad en nuestra sociedad ticipación directa de los ciudadanos en la tarea
actual, en términos de eficiencia de recursos, de juzgar satisfaciendo las exigencias de los pro-
para evitar jurados que no alcanzasen acuerdo cesos penales.
rs
sobre el veredicto. Así pues, dividida la Corte en
1972, fue el Magistrado Powell quien, adoptan- La competencia del Tribunal del Jurado en
do una posición “salomónica”, decidió el sentir España viene determinada en el art. 1.2 de la
de la Corte, interpretando que, si bien la sexta LOTJ 5/1995, de 22 de mayo, y se circunscribe
te
enmienda requería unanimidad, de conformi- a los siguientes delitos del Código Penal: homi-
dad con la decimocuarta enmienda, esta unani- cidio (arts. 138 a 140), amenazas condicionales
midad tenía que ser aplicada en los tribunales (art. 169.1.), delito de omisión del deber de so-
federales, pero no en los estatales, entendiendo corro (arts. 195 y 196), allanamiento de morada
eu
que un mismo derecho iba a tener significados (arts. 202 y 204), infidelidad en la custodia de
diferentes dependiendo de la naturaleza federal documentos (arts. 413 a 415), cohecho (arts. 419
o estatal del tribunal donde fuera invocado. a 426), tráfico de influencias (arts. 428 a 430),
malversación de caudales públicos (arts. 432 a
La Corte Suprema americana, en “Ramos c. 434), fraudes y exacciones ilegales (arts. 436 a
Louisiana”, en una decisión de 6 votos a favor y 3 438), negociaciones prohibidas a funcionarios
R
en contra, abraza la unanimidad, la diferencia, y (arts. 439 y 440), delito de infidelidad en la cus-
la riqueza de la confrontación de opiniones y de todia de presos (art. 471).
alcanzar acuerdos. Igualmente, rechaza ese cri-
terio de coste-beneficio invocado, y contraargu- El Tribunal del Jurado se compone de nueve
menta en el sentido de que el hecho de que un jurados y es presidido por un Magistrado de la
n
jurado no alcance un veredicto no sería malgas- Audiencia Provincial (art. 2.1, LO 5/1995), ade-
tar recursos, sino que puede ser algo beneficio- más asisten al juicio dos jurados suplentes.
so, ya que los jurados estarían haciendo lo que
so
se les ha pedido, actuar con cautela, con mente Los jurados, tras unas deliberaciones secretas,
abierta, y sopesar sus deliberaciones. pero con votaciones nominales, deben emitir
un veredicto en el que se declaren probados, o
II. El Tribunal de Jurado en España no, los hechos de los que se acusa al procesado.
Además, deberán decidir si este es, o no, culpa-
om
El art. 125 de la Constitución española de 1978 ble. Respecto a la unanimidad, aunque la Expo-
establece que “los ciudadanos podrán partici- sición de Motivos de la LOTJ de 5/1995, indica
par en la Administración de Justicia mediante la que el veredicto por unanimidad sería el más
institución del Jurado, en la forma y con respec- adecuado, asume el criterio del riesgo-beneficio
to a aquellos procesos penales que la ley deter- al que hemos aludido antes, y sin tener referen-
mine”. cia histórica cercana previa, indica que el riesgo
de fracaso sería muy alto para el caso de que no
Th
Este mandato fue llevado a cabo por la ley or- existiera unanimidad. Plantea que podría darse
gánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del obstinación de uno o varios jurados, y descarta
Jurado (en adelante, LOTJ), que desarrolló dicho dicha unanimidad ab initio, pero que se ha con-
artículo, e introdujo en nuestro ordenamiento sagrado en el tiempo, al no arbitrarse posibles
la figura del Jurado popular como órgano juris- modificaciones ulteriores de la ley, pese a dejar-
diccional, estableciendo un sistema de jurado lo apuntado en dicha Exposición de Motivos.
puro y limitando la figura únicamente al pla-
no del proceso penal (Gascón Inchausti, 2019) Así pues, la LOTJ de 5/1995 establece en el
(Gascón Inchausti, 2019). art. 59 (votación sobre los hechos) que para que
un hecho se estime probado, se requieren siete
La Ley del Jurado en su exposición de moti- votos si fuere contrario al acusado; y cinco cuan-
vos señala su existencia como una manifesta- do le fuese favorable. El Pleno de la sala segunda
del Tribunal Supremo, el 13 de marzo de 2013 democrático [55] frente a los jueces [25]. Aun-
adoptó, como Acuerdo de Pleno no Jurisdiccio- que los ciudadanos se mostraban reluctantes
nal (1), un criterio de interpretación del art. 59.1 a participar en un Juicio de Jurado, ya que les
de la LOTJ de 5/1995 para los asuntos en que no disgustaría [24], o les disgustaría mucho [23]
se alcanzase una mayoría de cinco jurados fa- mientras que únicamente les gustaría mucho [3]
vorables a la absolución ni de siete favorables a y les gustaría [16]. A los que no les gustaría parti-
la condena. Este acuerdo estableció como ma- cipar, los motivos principales eran, falta de pre-
rs
yorías necesarias para alcanzar un veredicto en paración [30], la excesiva responsabilidad [19] y
el proceso del jurado, las siguientes: En el caso miedo a equivocarse [9].
de que se quisiera declarar probado un hecho
desfavorable será necesario el voto de, al me- Como hemos visto, aunque de forma muy
te
nos, siete jurados. Si se pretende declarar no breve, el criterio de la unanimidad del Tribunal
probado el hecho desfavorable, son necesarios de Jurado en España está descartado por la LOTJ
al menos, cinco votos. Si no se pudiera alcanzar de 5/1995, que establece las mayorías que se re-
alguna de esas mayorías, no habrá veredicto vá- quieren en sus arts. 59 (complementado por la
eu
lido y habrá que operar en la forma prevista en interpretación que el Tribunal Supremo español
los arts. 63 y 65 de la LOTJ de 5/1995 (supuestos realiza con su Acuerdo de Pleno no Jurisdiccio-
de seis o cinco votos a favor de declarar probado nal de 13 de marzo de 2013) y 60.
el hecho desfavorable). Por último, para decla-
rar probado el hecho favorable será necesario El Tribunal de Jurado se mira con descon-
el voto de cinco jurados. El hecho favorable se fianza en España. Pese a su imposición consti-
considerará no probado por el voto de cinco
R tucional, no parece asentado en nuestra cultura
jurados. De igual forma, en lo que respecta la jurídica, y se tiende, por una parte, a desconfiar
culpabilidad o inculpabilidad del acusado, el del sistema, y por otra, o tal vez a consecuen-
art. 60.2 de la LOTJ de 5/1995 establece la ne- cia de dicha desconfianza, se huye del proce-
cesidad de siete votos para establecer la cul- dimiento cuando se tiene ocasión, por parte de
n
pabilidad, y cinco votos para establecer la los operadores jurídicos, tanto a la hora de cali-
inculpabilidad. ficar, por lo costoso del procedimiento, en tiem-
po y recursos, en delitos como el allanamiento,
so
III. ¿Influencia de “Ramos c. Louisiana” o las amenazas condicionales, como por las du-
en España? das jurídicas que genera que delitos de corrup-
ción sean juzgados por ciudadanos.
La sociedad española en 1992, cuan-
do fue preguntada por el Centro de Con el paso del tiempo nuestra LOTJ, que
om
Investigaciones Sociológicas por su opinión res- precisamente hoy cumple 25 años, y por ende
pecto del futuro Tribunal de Jurado (2) se mos- nuestro Tribunal de Jurado, irá adquiriendo
traba considerablemente “muy a favor” [14] y madurez e implantación social. Tal vez ha llega-
“a favor” [49], mientras que las opiniones “en
do el momento de replantearse, con la reflexión
contra” [13] y “muy en contra” [3] suponían un
que comportan los 25 años de vigor de la nor-
interés de la población en el sistema, indican-
ma, realizar un estudio reflexivo de la normativa
do que preferían ser juzgados en una causa
del jurado, y de su implementación. Una evalua-
Th
Sin embargo, más allá de este deseo, los actua- española. Estudio 2015”, 1992, disponible en:
les momentos de COVID-19, y la crisis que va a http://www.cis.es/cis/opencm/ES/2_banco-
seguir a la pandemia no nos proporcionan unas datos/estudios/ver.jsp?estudio=1007 y http://
perspectivas halagüeñas en la mejora de las ga- www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/
rantías criminales del acusado que supondría la
Marginales/2000_2019/2015/es2015mar_s.pdf
introducción del veredicto por unanimidad, re-
conquistado por la Corte Suprema estadouni- (consultada el 22/05/2020).
rs
dense en “Ramos c. Louisiana”.
GASCÓN INCHAUSTI, F., “Derecho procesal
IV. Bibliografía penal. Materiales para el estudio”, Madrid, 2019.
te
LÓGICAS, “La Justicia ante la opinión pública co Procesal Penal 2018”, Ed. Francis Lefebvre.
eu
R
n
so
om
Th
rs
Ramos vs. Louisiana
te
Carlos Eduardo Adriano Japiassú (*)
Ana Lúcia Tavares Ferreira (**)
eu
Sumario: I. Introdução.— II. A opinião da Suprema Corte sobre o di-
reito ao julgamento pelos pares: conteúdo do direito fundamental.—
III. O conteúdo do direito fundamental de julgamento pelo júri popu-
lar no direito brasileiro: questionamentos e pontos controvertidos.—
R
IV. Considerações finais.— V. Referências.
(*) Catedrático de Direito Penal da Faculdade de Dire- Embora os efeitos da decisão sejam restritos
ito da Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Profes- à jurisdição da Corte, o precedente trata da in-
sor Associado da Faculdade de Direito da Universidade terpretação de previsão constitucional e define
Federal do Rio de Janeiro, Coordenador do Programa de o conteúdo essencial de direito fundamental, de
Pós-Graduação em Direito da Universidade Estácio de Sá forma que pode contribuir para a interpretação
e Vice-Presidente da Association Internationale de Droit das cláusulas constitucionais semelhantes, ten-
Penal (AIDP).
(**) Professora do Programa de Pós-Graduação em Di- do em vista o compartilhamento da origem his-
reito da Universidade Estácio de Sá e Defensora Pública tórica e fundamentos filosóficos e políticos do
no Estado do Rio de Janeiro. instituto.
Assim, a análise da decisão da Suprema Cor- estados, em razão da incorporação pela Décima
te no caso “Ramos vs. Louisina” pode contribuir Quarta Emenda (1).
para o enriquecimento do debate e o devido en-
quadramento teórico da divergência, estabele- Exige-se julgamento por unanimidade -bas-
cendo par”metros de controle e possibilitando a tando, assim, um único voto para impedir uma
produção de um consenso sobre o tema. condenação de acordo com a tradição británi-
ca-, nas cortes federais e nos estados, salvo em
rs
Propõe-se, no presente trabalho, identificar dois, a saber: Oregon e Luisiana.
os pontos de convergência entre a questão apre-
ciada pela Suprema Corte em “Ramos vs. Loui- Em abril de 2020, a Suprema Corte foi insta-
siana” e o debate doutrinário sobre o tribunal do da a manifestar-se sobre o direito ao julgamento
te
júri no Brasil e investigar sobre as possíveis con- por unanimidade, no caso “Ramos vs. Luisiana”,
tribuições do precedente norte-americano para concluindo pela inconstitucionalidade do jul-
a formação de um enquadramento teórico que gamento por maioria, ou seja, entendeu a Corte
permita a formação de um consenso em relação que a garantia do julgamento pelo tribunal do
júri abrange, necessariamente, a unanimidade
eu
às questões debatidas na doutrina brasileira so-
bre o tema. dos votos.
Para tanto, será apresentado, inicialmente, Evangelisto Ramos foi condenado à prisão
um breve apanhado dos principais pontos da perpétua sem livramento condicional pela prá-
opinião da Corte, investigando-se o entendi- tica de um crime grave, por uma Corte no Esta-
R
mento no que diz respeito ao conteúdo do di- do da Louisiana, por maioria de dez votos (2).
reito ao julgamento do acusado por seus pares.
O resultado teria lhe garantido a absolvição
Em seguida, serão expostos sucintamente a caso o julgamento ocorresse perante uma Cor-
atual configuração do instituto no direito bra- te Federal ou em qualquer dos demais estados,
salvo Oregon. Assim, Ramos impugnou a con-
n
sileiro e os pontos controvertidos e questiona-
mentos da doutrina brasileira sobre o tribunal denação, alegando ser uma negação incons-
do júri. titucional do direito ao julgamento pelo júri
so
Ao final, serão apresentadas algumas consi- (1) O texto da Sexta Emenda à Constituição dos Esta-
derações a respeito do tema abordado, extra- dos Unidos dispõe que em todos os processos criminais,
o acusado terá direito a um julgamento rápido e público,
Th
indo-se as conclusões dos questionamentos por um júri imparcial do Estado e distrito onde o crime
propostos inicialmente. tenha sido cometido, segundo previamente estabelecido
em lei. OLIVEIRA, J. P., “Constituição dos Estados Unidos
II. A opinião da Suprema Corte sobre o di- da América”, Wohnrecht, Coimbra, 2015. E-book.
reito ao julgamento pelos pares: conteúdo do
(2) ESTADOS UNIDOS. SUPREMA CORTE, “Ramos vs.
direito fundamental Louisiana” Disponível em https://www.supremecourt.
gov/opinions/19pdf/18-5924_n6io.pdf. Acesso em 25 de
O direito fundamental do acusado ao jul- maio de 2020.
gamento por seus pares foi previsto pela Sex-
(3) O texto da Décima Quarta Emenda dispõe que “To-
ta Emenda à Constituição dos Estados Unidos, das as pessoas nascidas ou naturalizadas nos Etados Uni-
assegurando o direito “julgamento por júri im- dos e sujeitas à sua jurisdição são cidadõaes do Estados
parcial”, tanto nas Cortes Federais, quanto nos Unidos e do Etado onde residem. Nenhum Etado poderá
rs
bavam por reduzir a participação de negros nos
A decisão foi obtida por maioria, porém So- julgamentos do júri.
tomayor, Kavanaugh e Thomas apresentaram
opiniões concorrentes (divergindo quanto à Para reduzir o impacto da participação dos
te
fundamentação da decisão) e Alito proferiu voto negros nas votações do júri e, ao mesmo tem-
dissidente mantendo a condenação de Ramos. po, evitar a acusação de racismo, o estado da
Louisiana teria, segundo a opinião da Suprema
Os principais fundamentos da decisão foram
Corte, optado por Dificultar a participação de
eu
as origens históricas da implementação da regra
afro-americanos nos júris de ouro forma. Com
de votação não un”nime nos estados da Loui-
um olhar aguçado na demografia racial, os de-
siana e Oregon e o conteúdo tradicionalmente
legados da convenção esculpiram uma regra
atribuído à regra da unanimidade pelo Com-
“nominalmente neutra racialmente” permitin-
mon Law, tratados legais e a prática nos estados
do vereditos 10 a 2 para assegurar que a par-
contempor”neos da fundação do país.
R ticipação dos jurados Afro-Americanos fosse
De acordo com a opinião da Corte, o estado insignificante (tradução nossa) (5).
da Louisiana teria afastado a regra da votação
un”nime em uma Convenção Constitucional, A regra do Oregon, por sua vez, teria relações
com a ascensão da Ku Klux Klan na região, re-
n
sultando de esforços para diluir “a influência de
elaborar ou impor qualquer lei que restrinja os privilé-
gios e imunidades dos cindadões dos Estados Unidos...”. minorias raciais, étnicas e religiosas no júri do
OLIVEIRA, J. P., “Constituição dos Estados Unidos da Oregon”.
so
pensável do direito ao julgamento pelo júri e, ao mesmo (5) No original, em inglês: “Seeking to avoid unwan-
tempo, considerar que a Décima Quarta Emenda não ted national attention, and aware that this Court would
torna a garantia inteiramente aplicável aos Estados. Em strike down any policy of overt discrimination against
Ramos v. Louisiana, três Juízes (Gorsuch, Ginsburg e Jus- African-American jurors as a violation of the Four-
tice Breyer) entenderam que Apodaca não tem força de teenth Amendment, 3 the delegates sought to undermi-
precedente, uma vez que a decisão prevalecente foi pro- ne African-American participation on juries in another
duzida exclusivamente pelo juiz Powell, além de ser uma way. With a careful eye on racial demographics, the
decisão excepcional e isolada que se insere em amplo convention delegates sculpted a ‘facially race-neutral’
conjunto de decisões contrárias, produzidas anterior ou rule permitting 10-to-2 verdicts in order ‘to ensure that
posteriormente. Já o Juiz Kavanaugh adotou fundamen- African-American juror service would be meaningless’”.
tação diversa, pressupondo que Apodaca tem força de SUPREME COURT OF THE UNITED STATES, “Ramos vs.
precendente, mas deve ser revertido porque foram pre- Louisiana”. Syllabus. Disponível em https://www.supre-
enchidos os requisitos da doutrina do “stare decisis” para mecourt.gov/opinions/19pdf/18-5924_n6io.pdf. Acesso
a modificação das posições da Suprema Corte. em 25 de maio de 2020.
Embora não haja referência expressa da regra único do Juiz Powell, e não do consenso majori-
de votação un”nime no texto da Sexta Emen- tário dos integrantes do órgão colegiado.
da, a exigência de unanimidade estaria implí-
cita, segundo a decisão da Corte, na previsão A decisão da Suprema Corte estabeleceu, as-
do julgamento pelos pares e vizinhos, sendo sim, que a exigência de votação un”nime integra
requisito imprescindível do julgamento impar- o direito do acusado ao julgamento por um júri
cial pelo júri e, portanto, direito fundamental do imparcial e que esse direito fundamental é opo-
rs
acusado. nível aos estados.
te
anos, quando James Madison redigiu a Sexta
Emenda, em 1791, sendo observada pelo Com- vertidos
mon Law, pela prática dos estados e tratados es-
critos na época da fundação do país, de forma O tribunal do júri brasileiro (6) tem raízes no
modelo francês, justificando-se a sua inclusão
eu
que a cláusula concretizada na emenda incor-
no texto constitucional pelo fundamento po-
porou a longeva tradição, bem como as práticas
lítico de sua criação, como instrumento de “li-
e teorias que a corroboraram.
berdade contra a opressão, a injustiça e a tirania
Além disso, a regra do julgamento un”nime dos soberanos”, verdadeira “essência da demo-
poderia ser encontrada em diversos documen- cracia o julgamento do povo pelo povo”(7).
R
tos e tratados legais editados ao longo do Século
O instituto foi incluído no rol dos direitos fun-
XIX e foi reconhecida em reiteradas decisões da
damentais, no art. 5º, XXXVIII da CR/88, en-
própria Suprema Corte norte-americana, que
contrando-se a disciplina legal do instituto no
teria comentado sobre o tema não menos de tre-
Código de Processo Penal (CPP) (8).
ze vezes em 120 anos.
n
O Tribunal do Júri é composto por um juiz
Por outro lado, os sistemas de não unanimi- togado, ou seja, um juiz técnico que se limi-
dade adotados nos estados da Louisiana e o ta a presidir os trabalhos, e mais vinte e cin-
so
Oregon teriam permanecido em vigor por tan- co jurados que participarão das sessões de
to tempo, apenas em razão do voto único do julgamento, dentre os quais serão sorteadas sete
Juiz Powell, no caso “Apodaca vs. Oregon”, em pessoas para compor o conselho de sentença
1972, no qual foi flexibilizada a regra da votação (art. 447 do CPP).
un”nime em relação aos estados, com base em
om
A lei não estabelece regras específicas para do e influenciado pelos mais diversos motivos”,
a escolha dos jurados, limitando-se a prever a não se podendo atribuir ao julgamento pelo
possibilidade de requisição às autoridades lo- tribunal do júri, segundo parte da doutrina, a
cais, associações de classe e de bairro, entidades mesma segurança jurídica assegurada pelo con-
associativas e culturais, instituições de ensino hecimento científico dos magistrados singula-
em geral, universidades, sindicatos, repartições res técnicos (11).
publicas e outros núcleos comunitários, a indi-
rs
cação de pessoas que reúnam as condições para Dispõe a lei que, na data do julgamento, após
exercer a função de jurado (art. 425 § 2do., CPP). o sorteio dos sete jurados que compõem o Con-
selho de Sentença, vige o princípio da inco-
Além disso, foi prevista a publicação prévia municabilidade entre os jurados e com outras
te
da lista de jurados convocados e a proibição de pessoas, impedindo-se a manifestação de opi-
participação daqueles que tenham integrado o nião sobre o processo, sob pena de exclusão do
Conselho de Sentença nos doze meses anterio- conselho de sentença e multa.
res à publicação (art. 426 § 4do. do CPP).
eu
Embora parte da doutrina sustente a necessi-
A representatividade essencial ao funciona- dade da incomunicabilidade entre os jurados,
mento do tribunal popular é resguardada so- em razão do risco de persuasão, corrupção ou
mente pela vedação expressa de exclusão em indevida influência, tem se observado que pos-
razão de cor ou etnia, raça, credo, sexo, profis- sibilidade de debates entre os jurados permi-
são, classe social ou econômica, origem ou grau tiria uma análise mais rica e aprofundada do
de instrução (art. 436 do CPP).
R caso, servindo como instrumentos de democra-
A escassez de regras de escolha resultaria, tização do processo.
segundo Vasconcelos, na escolha frequente de
O interc”mbio de ideias reduziria, segundo
funcionários públicos, aposentados, militares
Velasco, a fragilidade das decisões caracteriza-
reformados, estudantes, ou donas de casa, de
n
das pela falta de conhecimento técnico e saber
forma que não se garante que o acusado será
efetivamente julgado por sues pares, questio- jurídico, promovendo a maior legitimidade dos
julgamentos produzidos pelos juízes leigos.
so
pelo júri, como observou Fragoso, na medida sigilo. Os jurados poderiam comunicar-se, de-
em que, ao ser escolhido para compor o con- bater e trocar ideias. Após essa fase, votariam
selho de sentença, o jurado automaticamente isoladamente, garantindo-se o necessário sigilo.
passa a ocupar posição de destaque e deixa “de
sentir e atuar como parcela do povo”(10). O julgamento é realizado, como determina a
lei, por votação, a partir de quesitos sobre o fato,
Questiona-se, ainda, a falta de técnica jurídica formulados pelo juiz presidente (art. 483 do
Th
e de independência dos juízes leigos e a “signifi- CPP), e o resultado é obtido por maioria.
cativa potencialidade de o jurado ser manipula-
(11) LOPES JR., Aury, “Direito Processual Penal”, Sarai-
(9) VASCONCELOS, Vinicius Gomes, “Tribunal do Júri va, São Paulo, 2020. E-book. p. 17974. Em sentido diverso
na Justiça Criminal brasileira: Críticas e Propostas de Re- Streck defende que “argumentos como o erro cometido
forma para a Restituição de sua Função de Garantia no por um juiz singular não provoca crise no sistema em
Processo Penal Democrático”, Revista Eletrônica de Dire- razão do que Luhman denomina de “prontidão gene-
ito Processual — REDP, vol. XIII, ps. 903-929. No mesmo ralizada para a aceitação das decisões”, ao passo que as
sentido LOPES JR., Aury, “Direito Processual Penal”, Sa- decisões do Tribunal do Juri sofrem críticas que visam
raiva, São Paulo, 2020, E-book. p. 18995. a descaracterizar o júri como instituição jurídico demo-
crática. Sobre o tema ver. STRECK, Lenio Luiz, “Tribunal
(10) FRAGOSO, Heleno Cláudio, “A Questão do Tribu- do Júri. Símbolos e Rituais”, Livraria do Advogado, Porto
nal do Júri”, Revista Forense, 1961. Alegre, 2001, p. 96.
O modelo de tribunal popular brasileiro ado- razão da expectativa de acesso à justiça que tem
ta o sistema do livre convencimento imotivado, as vítimas (13).
de forma que os jurados são livres para decidir
com base na íntima convicção, podendo o jul- Não foi esse, contudo, o entendimento ado-
gamento basear-se não só nas provas legitima- tado pela Corte, que considerou motivada a
mente produzidas no processo, como também decisão, independente de declaração exteriori-
fatos estranhos ao caso concreto ou até mesmo zada de fundamento. A questão não importaria
rs
em material ilícito. inconvencionalidade, porque, de acordo com a
Corte,
A dispensa de motivação importaria, segundo
Lopes JR., “um retrocesso ao Direito Penal do la falta de exteriorización de la fundamenta-
te
autor”, admitindo-se julgamentos amparados cón del veredicto no vulnera em simisma la ga-
em questões étnicas, socioeconômicas, religio- rantia de motivación. Em efecto, todo veredicto
simpre tiene motivación, aunque como corres-
sas ou na postura do acusado durante a sessão
ponde a la esencia del jurado, no se expressa.
de julgamento.
eu
Pero em veredicto debe permitir que, a la luz de
A dispensa de motivação das decisões do las pruebas y el debate em la audiência, quien
Tribunal do júri implicaria, além disso, a im- lo valora pueda reconstruir el curso lógico de la
possibilidade de controle da racionalidade do decision de los jurados, quienes habrían incu-
julgamento, configurando-se a nulidade das de- rrido em arbitrariedade em el supuesto enque
esta reconstruccíon no fuera viable conforme a
cisões dos jurados, em razão da violação à ga-
R pautas racionales (14).
rantia de fundamentação das decisões judiciais
prevista no art. 93, inc. X da CRFB (12). É preciso observar, porém, que, ainda que se
tenha apontado a questão da violação do direi-
Entretanto a questão é controvertida, como
to ao devido processo, a motivação das decisões
n
demonstra a recente decisão da Corte Interame-
judiciais não foi abordada na perspectiva do di-
ricana de Direitos Humanos (CIDH), no caso “V.
reito fundamental do acusado, prevalecendo, na
R. P., V. P. C. e outros vs. Nicarágua”, de 8 de mar-
so
de forma a assegurar maior segurança jurídica e remete à origem histórica do tribunal popular,
legitimidade aos julgamentos (15). encontrando-se em Barrington, nos comentá-
rios à Magna Charta, de 1766, a racionalidade
Além da falta de motivação, critica-se o mode- que sustenta a exigência.
lo brasileiro, ainda, no que se refere ao número
de jurados que compõem o conselho de sen- De acordo com o comentarista:
tença e o quórum exigido para a decisão.
rs
A unanimidade dos 12 jurados no seu vere-
As decisões são tomadas por maioria de vo- dicto deve ser admitida como uma instituição
tos e o conselho de sentença é composto por singular. - Aparentemente a razão para exigir
apenas sete jurados, possibilitando-se a conde- unanimidade surgiu da compaixão pelo crimi-
te
nação por quatro votos contra três, ou seja, pela noso, que deveria ser julgado, contra o qual, se a
diferença de apenas um voto, hipótese que vio- ofensa deveria ser provada além de toda possi-
laria o princípio constitucional da presunção bilidade de duvida no mais escrupuloso jurado,
de inocência e seu consectário lógico, in dubio
acreditou-se estar errando do ponto de vista da
pro reo.
eu
misericórdia, de forma que um único veto pode
O julgamento por quatro a três não seria com- absolve-lo (16).
patível, segundo Lopes Jr. com a robustez ou
alto grau de probabilidade exigido da sentença É de se notar que a decisão da Suprema Corte
condenatória em razão do princípio constitu- norte-americana em Ramos v. Louisiana ampa-
ra-se justamente na longevidade dessa tradição,
cional da presunção de inocência.
R ainda que não mencione expressamente o prin-
O número deveria ser alterado, como foi argu- cípio da presunção de inocência como funda-
mentado pelo autor, aumentando-se para nove mento da anulação da condenação.
o número de jurados, com a exigência do míni-
A racionalidade da regra de unanimidade
n
mo de seis votos para condenar, ou para onze
jurados, com, no mínimo, sete votos para con- (como garantia de julgamento além da dúvida
denar. do “jurado mais escrupuloso”) fica subjacente
so
rs
a patamares mínimos (18). existência de um núcleo essencial do direito
fundamental ao julgamento pelo júri, assegura-
Todas as críticas e questionamentos ao Tri-
do pela previsão constitucional.
bunal do Júri brasileiro acabam por conduzir a
te
um único ponto de convergência, qual seja, a O alcance da opinião da Corte não se restrin-
necessidade de se identificar o conteúdo do di- ge, assim, à regra de votação, alcançando todos
reito fundamental ao julgamento pelo povo a
os normas legais que regulam o instituto em
partir do qual possam ser estabelecidas regras
desacordo com o conteúdo do direito funda-
eu
mínimas fundamentais que devem orientar a
mental ao julgamento pelo júri.
atuação do legislador na configuração do insti-
tuto. Além disso, a decisão modificou entendimen-
Essa mesma necessidade foi apontada na opi- to firmado no precedente Apodaca, cujos efeitos
nião da Suprema Corte, ao afirmar, na funda- perduraram por décadas sem questionamento,
mentação da decisão.
R estabelecendo, assim, a prevalência do direito
fundamental sobre a segurança jurídica, deven-
Ainda assim, a promessa de um julgamen- do-se levar em consideração que um dos funda-
to por um júri seguramente significou alguma mentos da decisão de anulação do precedente
coisa, do contrário, não haveria razão para es- incorporaram foram as origens históricas e ra-
n
crevê-la. Nem faria sentido declarar os lugares cistas de práticas judiciais dos estados norte-
de onde os jurados deveriam ser retirados se americanos.
seus poderes como jurados pudessem ser li-
so
mitados por estatuto. Imagine-se uma consti- As considerações sobre a Convenção que ori-
tuição que permite que um “julgamento por ginou a norma de não unanimidade no estado
júri” signifique nada além de uma pessoa única da Louisiana demonstram uma orientação da
carimbando condenações sem ouvir nenhuma Corte no sentido de assegurar a efetividade do
prova - mas simultaneamente insistindo que o direito fundamental ao julgamento pelo tribu-
om
jurado solitário vem de um distrito judicial es- nal do júri por meio da garantia de unanimida-
pecífico “previamente estabelecido pela lei (...) de, não só como forma que assegura o respeito à
O texto e estrutura da Constituição claramente
sugerem que o termo “julgamento por um júri have been no reason to write it down. Nor would it have
imparcial” carrega consigo algum significado made any sense to spell out the places from which jurors
sobre o conteúdo e requisitos de um julgamento should be drawn if their powers as jurors could be freely
por júri”(19). abridged by statute. Imagine a constitution that allowed
Th
presunção de inocência, mas como mecanismo tal do acusado ao julgamento imparcial por
de representatividade popular. seus pares não é suficiente, sendo necessário
estabelecer o conteúdo desse direito para que
Trata-se, por conseguinte, de decisão que es- dele sejam extraídos par”metros que permitam
tabelece par”metros a serem observados pelos o controle da atividade legislativa desenvolvida
legisladores em geral na configuração do julga- no estabelecimento das regras de julgamento.
mento do tribunal do júri como direito funda-
rs
mental e mecanismo de participação popular V. Referências
na administração da justiça.
ANITÚA, Gabriel, “Comentarios a la ley de
O entendimento adotado pela Suprema Cor- juicio por jurados de la provincia de Buenos Ai-
te
te norte-americana fornece elementos para res”, Revista Brasileira de Direito, 1, vol. 13, 2017.
elucidação das questões controvertidas e ques-
tionamentos sobre o instituto que ultrapassam BARRINGTON, Daines, “Observations on
as fronteiras nacionais, prestando-se, inclusi- the statutes, chiefly the more ancient, from the
Magna charta to the twenty-first of James the
eu
ve, como referência para fins de eventual con-
trole de constitucionalidade-, tendo em vista o First”, ch. Xxvii. London: W. Boyer, 1766. E-book,
compartilhamento de as raízes históricas, fun- p. 266.
damentos políticos e jurídicos e a convergência
BELTRÁN, Jordi Ferrer, “Sobre el deber de mo-
dos debates sobre o tema.
tivación de las decisiones probatorias y el juicio
por jurados. la sentencia ‘V. R. P., V. P. C. y otros
IV. Considerações finais
R vs. Nicaragua’ de la CorteIDH”, Questio facti. Re-
A identificação de pontos comuns entre as vista Internacional sobre Razonamiento Proba-
controvérsias, críticas e questionamentos susci- torio, 1/2020, ps. 359-382.
tados pela configuração do tribunal do júri no
BRASIL, Constituição da República. Disponí-
n
direito brasileiro e as questões debatidas pela
vel em: http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/
Corte em Ramos v. Louisiana indicam a utilida-
constituicao/constituicaocompilado.htm. Aces-
de da interpretação da decisão da Corte para o
so em 25 de maio de 2020.
so
Em outras palavras, a decisão demonstra que LOPES JR., Aury, “Direito Processual Penal”,
a previsão constitucional do direito fundamen- Saraiva, São Paulo, 2020. E-book.
rs
VILLANUEVA, Carlos M., “El diseño clásico o
anglosajón de juicio por jurados y la violación
SUPREME COURT OF THE UNITED STA- del deber de motivar: un análisis a partir de las
TES, “Ramos vs. Louisiana”. Syllabus. Disponível sentencias de la Corte Interamericana de Dere-
em https://www.supremecourt.gov/opinions/
te
chos Humanos y la Corte Suprema de Justicia
19pdf/18-5924_n6io.pdf. Acesso em 25 de maio de la Nación”, Revista Derecho Constitucional, 1
de 2020. (2019).
eu
R
n
so
om
Th
rs
Marco Antonio Terragni (*)
Sumario: I. Introducción.— II. Los métodos de interpretación.—
te
III. “Costos y beneficios”.— IV. Federalismo.— V. Unanimidad
o mayoría.
eu
Este fallo permite comparar la realidad jurídi- proceso se decidió una cuestión semejante, se-
ca norteamericana con la argentina, a la luz de gún determinado criterio. Ergo, nuestro sistema
la resolución de la Corte Suprema de Justicia de no difiere mayormente del norteamericano —
la Nación en el caso “Canales”(1) acerca de si el del derecho consuetudinario— que solamente
suficiente el voto de la mayoría de los jurados o cambia cuando el envejecimiento de la doc-
es indispensable la unanimidad para condenar
R trina anterior es tan notorio que el stare decisis
deviene ilógico, como se dice en algún lugar de
o absolver.
Ramos v. Lousiana (3), expresando que —ge-
II. Los métodos de interpretación neralmente— se adhiere a la anterior decisión
propia “porque el hacerlo promueve el desa-
n
Se debe partir de la búsqueda del significado rrollo imparcial, predecible y consistente de los
de las palabras de la ley, pero no necesariamen- principios legales, fomenta la confianza en las
te este método inicial es el más importante, sino decisiones judiciales y contribuye a la integri-
so
el teleológico, porque es la finalidad perseguida dad real y percibida del proceso judicial”. Esto,
por la ley lo que interesa lograr a través de la in- sin olvidar que una característica fundamental
terpretación. De todas maneras, lo que la prác- del common law es que cada decisión final de
tica demuestra, es que —lamentablemente en la una corte crea un precedente; en ocasiones, de
máxima importancia. Así, por ejemplo, “McCu-
República Argentina se emplea cada vez más la
om
No es demasiado diferente el sistema argen- los votos (5). Al sancionar la Sexta Enmienda, el
tino. pueblo estadounidense decidió consagrar el de-
recho a un juicio justo, pues no estaba sugirien-
La síntesis de esta primera apreciación es do el tema para futuros análisis de la ecuación
la siguiente: Marchamos en nuestro país, en costo-beneficio, sino estaba buscando asegurar
los Estados Unidos de América, en Alemania y que ellos y los hijos de sus hijos disfruten de la
otros países, hacia un sistema judicial irracio- misma libertad, duramente ganada, la que ellos
rs
nal, empleando el adjetivo en el sentido de que aprovechaban (6)(7).
las resoluciones judiciales pueden llegar a ser el
IV. Federalismo
producto de programas de Informática: puesta
una clave aparecerá en la P.C. la lista del suma-
te
No tiene las mismas características el nortea-
rio de casos semejantes, que exhiban una deci- mericano que el argentino. Allá las Colonias,
sión coincidente, y será suficiente accionar la antes de la independencia, durante la guerra
tecla Enter para que la sentencia esté dictada. para conseguirla e inmediatamente después,
Sin embargo, eso no será posible en el juicio por aspiraron a ser —cada una de ellas— Estados,
eu
jurados en que la absolución o la condena del con todas las potestades de tales; en especial, al
justiciable dependerán siempre de seres que mantenimiento de las relaciones exteriores con
reflexionen y den a conocer el resultado de su sus iguales en el territorio ubicado entre los que
examen. son hoy Canadá y Méjico, y con todos los otros
países extracontinentales. En Argentina, las Pro-
III. “Costos y beneficios”
R vincias Unidas del Río de la Plata no tuvieron —
ni aspiraron— a tal autonomía, salvo la Banda
Los Estados Unidos de América tienen el Oriental por el ímpetu federalista de Artigas, y el
mayor número de presos del mundo. Si los co- Alto Perú, por las derrotas que sufrió el ejército
locaran en un solo lugar formarían la quinta ciu- mandado desde Buenos Aires.
n
dad en el número de habitantes: ¡Nueva York,
Chicago, San Francisco, Los Ángeles y la cárcel! Esta diferencia entre el país del Norte y el
Esto habla a las claras de la indisciplina social nuestro, tiene reflejo en el derecho constitucio-
so
dujo sorpresa enterarse de los que estaban allí ambos países, la última palabra la tiene la Corte
no habían cometido delitos graves, sino varios; Suprema federal: en la materia referida a la apli-
pero como se aplica la fórmula three strikes and
you are out, allí permanecían eternamente. (5) Y no dejar a Ramos en prisión toda la vida, por no
admitir un error judicial.
En alguna parte de “Ramos v. Lousiana” apa-
(6) MUÑOZ NEIRA, ob. cit., p. 328.
rece la locución costos y beneficios refiriéndose
Th
a “Apodaca v. Oregon” diciendo que no preo- (7) La objeción que se puede formular al sistema nor-
cupa que el resultado de no seguir el criterio de teamericano es que no a todos los infractores se les re-
conoce la garantía que supone el juicio por jurados. En
que la mayoría de voto sea suficiente (y con ello su momento la Corte estimó que ninguna conducta pu-
no sobrecargar los sistemas de justicia penal), nible podía considerarse menor para los propósitos del
sino que lo constitucionalmente válido es man- derecho a un juicio por jurados, cuando por su comisión
tener la garantía que supone la unanimidad de estuviera autorizada una prisión de más de seis meses.
Por lo tanto, para el Alto Tribunal algunas contravencio-
nes caen dentro de la categoría de ofensas serias. El límite
bitraria discrecionalidad en las cortes, es indispensable de seis meses no fue producto de la simple inventiva de
que ellas estén obligadas a seguir reglas estrictas y prece- la colegiatura: era la regla en el derecho federal y era la
dentes que sirvan para definir y puntualizar sus deberes situación dominante avanzado el siglo XVIII en tierras
en cada caso particular que ellas deban decidir”, p. 17 y s. norteamericanas.
cación de los principios constitucionales. Con- esencia— el derecho a juzgar en cabeza del pue-
cretamente, en los Estados Unidos, el debate se blo, por considerarlo el sujeto jurídico más apto
plantea entre la supremacía de la Constitución para ponderar la criminalidad de las acciones u
Federal y el mantenimiento de las instituciones omisiones del prójimo, y si —a su vez— se con-
locales. Pero la Declaración de derechos se apli- sidera el veredicto como una conclusión que se
ca contra el Estado federal y contra los Estados asume luego de transitar un proceso deliberati-
locales. La verticalidad es absoluta: los tribuna- vo forjado por una pluralidad de opiniones que
rs
les estatales y los otros tribunales federales tie- expresan apreciaciones en las que se congre-
nen la obligación constitucional de seguir los gan la multiplicidad de género, edades, oficios,
precedentes de la Corte Suprema. experiencias de vida, etc., no luce irrazonable
requerir una mayoría especial de dos terceras
te
V. Unanimidad o mayoría partes de sus miembros para generar la deci-
sión...”.
Este es el meollo de “Ramos c. Lousiana” y
también el de “Canales”. Sigue citando la existencia de “opiniones doc-
trinarias discrepantes que argumentan la con-
eu
El primero cambió el criterio de aceptación veniencia legislativa de adoptar la unanimidad
de la mayoría, que impuso “Apodaca c. Ore- del jurado para los veredictos de culpabilidad,
gon”, y se decidió por la unanimidad. Y la Cor- de ninguna manera alcanza para fundar la in-
te Suprema de Justicia argentina coincidió con constitucionalidad de las disposiciones en aná-
“Apodaca” en el sentido de que una votación no lisis”. Ello es, las del Código de Procedimientos
unánime es suficiente para absolver o condenar.
R Penales de la Provincia del Neuquén y, sigue la
Corte, “no alcanzan a configurar un supuesto de
La diferencia no se reduce solamente a la asimetría tal que permita considerar vulnerado
cuestión matemática del número de los jurados el principio constitucional de igualdad ante la
que votan en un sentido o en el otro, sino que ley o socavada la unidad en materia penal que
n
está en juego la garantía constitucional del de- impera en todo el país por la vigencia de un úni-
bido proceso legal con su protección del estado co código de fondo”.
de inocencia.
so
tado por parte del jurado, es suficiente: “Por tener una postura más decidida o convincente,
lo demás, si el juicio por jurados expresa —en que no siempre seguramente, coincide con las
pruebas. En cualquier tipo de crimen, priman
(8) Agregando la invocación al rechazo a la discrimina- las emociones al juzgar y mayor presión cuan-
ción racial, religiosa o de cualquier orden que signifique do la decisión debe ser una. Siempre aparece
que la opinión de una persona tenga distinto valor que un líder. El que cree tener la certeza. Los demás
la de cualquier otra persona. Un comentario al tema ha generalmente, dejan hacer. Es difícil asumir esa
expresado que en Oregon y Lousiana el relajamiento de responsabilidad. Se deja casi sin objeción que la
la regla de la unanimidad respondió a intereses de su-
premacía racial, con el propósito de permitir condenar a palabra final la tenga el más decidido, ya que de
judíos y afroamericanos, respectivamente, en casos pe- esa manera se liberan los demás, aunque no sea
nales poco sólidos. así en la realidad, de sentirse responsables de
una sentencia. En otras palabras, de esa manera d. Deliberar implica discutir con otros los
no sienten culpa. Es una forma de evitar la res- puntos de vista propios. La regla de la unani-
ponsabilidad personal. midad implica revisar puntos de vista divergen-
tes hasta alcanzar acuerdos. Se debe escuchar a
b. Un tema sumamente importante es el de todos los integrantes del jurado, atender las di-
la duda razonable, pues cualquier juez —un ju- ferencias hasta lograr un consenso. La unanimi-
rado lo es— tiene que estar seguro de que las dad previene que la mayoría decida no escuchar
rs
a las minorías.
pruebas que le hayan aportado el fiscal y el de-
fensor demuestren que el procesado es culpable e. La unanimidad aumenta la calidad de las
o inocente. Si en su espíritu esa convicción no deliberaciones de los jurados.
te
aparece, tiene que decidir —o votar por la ab-
solución—. Así lo dice la lógica, reflejada en las f. El requisito de la unanimidad permite ase-
reglas constitucionales protectoras del principio gurar que la toma de decisiones se produzca sin
de inocencia (9). la existencia de una duda razonable.
eu
g. En el sistema de la mayoría, la discusión so-
c. La unanimidad asegura la máxima delibe-
bre los hechos y la prueba se lleva a cabo con
ración posible, lo cual despeja el riesgo de error menor profundidad, caracterizándose el estilo
judicial. No deja duda acerca de la decisión y es de deliberación por el deseo de lograr la mayo-
tan fuerte el mensaje que no se discute. Le da ría requerida.
potencia y legitimidad social al veredicto.
R Concluyendo: “Ramos c. Lousiana” y no “Ca-
(9) “Un solo voto para absolver es suficiente para evitar nales” es la decisión que se ajusta al mandato
una condena. No se pudo probar la culpabilidad más allá constitucional de ambos países asegurando el
de toda duda razonable”. juicio justo.
n
so
om
Th
rs
Francisco Carrió (**)
te
Sumario: Introducción.— II. La Constitución originaria de los Estados
Unidos. La incorporación del bill of rights. El impacto de la Guerra Civil
y la reconstrucción. La incorporación de derechos de la Constitución
eu
contra los Estados de la Unión. El debate sobre la “incorporación”. De-
rechos incorporados.— III. El contenido de los derechos incorporados
contra los estados. Williams y Apodaca.— IV. Ramos c. Louisiana. Ga-
rantía del juicio por juarados, unanimidad, incorporación de derechos
contra los estados y obligatoriedad del precedente.— V. Posibles im-
R
plicancias de Ramos v. Lousiana hacia el futuro y para el derecho ar-
gentino.
bastante simple: En los juicios por jurados en juicio por jurados; (v) interpretación de las en-
causas criminales, la Constitución exige una- miendas de la reconstrucción; (vi) doctrina de
nimidad en los veredictos condenatorios. Este stare decisis y obligatoriedad de los preceden-
requisito resulta constitucionalmente exigible tes de la Corte Suprema.
tanto en causas tramitadas ante tribunales de
om
los estados, como también lo es ante los tribu- Por ello, antes de empezar a analizar las
nales federales. distintas posturas de la sentencia, quisie-
ra detenerme y comentar un poco la historia
Más allá del resultado y la regla de Derecho constitucional norteamericana y cómo la Corte
en sí, lo que a mí me resulta fascinante del fallo Suprema interpretó a lo largo de los años las di-
son las distintas posturas expresadas en los vo- ferentes cláusulas de la Constitución. También
tos de los jueces que compusieron la mayoría y será clave comprender la interpretación de la
Th
la disidencia. Estos múltiples votos reflejan una Enmienda XIV y tener conocimiento sobre la
doctrina de la incorporación, allí se encuen-
(*) Los conceptos, casos e ideas reflejadas en este ar- tra una de las claves de la sentencia. La otra —
tículo fueron posibles gracias a la oportunidad que tuve
de haber estudiado en los Estados Unidos. Quiero agra-
adelanto— es qué valor tienen los precedentes
decer especialmente a los profesores de Columbia Ale- del Tribunal y cómo estos obligan a la Corte en
jandro Garro y Paul Shechtman, quienes me abrieron las casos posteriores. Finalmente, concluiré este
puertas de Columbia; a mis socios en el Estudio, que me trabajo con el posible impacto que Ramos pue-
permitieron tomarme tiempo libre, y a mi mujer, Agusti- de llegar a tener para el Derecho argentino, ya
na, quien me acompañó a Nueva York.
(**) Abogado (UBA, 2009); LL.M. (L.S.U., 2011). Espe-
que en nuestra Constitución el derecho al jui-
cialización en Derecho Penal (U. T. Di Tella, 2015) y Visi- cio por jurados se encuentra previsto en tres
ting Scholar (Columbia University, 2020). artículos distintos.
II. La Constitución originaria de los Estados mente, los Estados Unidos se formaron cuando
Unidos. La incorporación del bill of rights. trece colonias británicas (2) se declararon inde-
El impacto de la Guerra Civil y la recons- pendientes del Reino Unido y decidieron formar
trucción. La incorporación de derechos su propio país al que llamaron los Estados Uni-
de la Constitución contra los Estados dos de América. Sin embargo, cada estado retu-
de la Unión. El debate sobre la “incorpora- vo para sí ciertas competencias que no fueron
ción”. Derechos incorporados. delegadas al gobierno federal. De hecho, se dice
rs
que el gobierno federal posee competencias li-
Para apreciar la discusión entre los jueces de mitadas y solo tiene autoridad para legislar res-
la Corte Suprema que intervinieron en Ramos pecto de aquellas cuestiones expresamente
creo que es necesario, como punto de partida, delegadas por los estados al gobierno federal.
te
comenzar a analizar cómo es que los derechos Todas aquellas competencias no delegadas son
enumerados en la Constitución federal son apli- retenidas por los estados o por el pueblo (3). En-
cados a los estados que componen la Unión y, tre las competencias retenidas por los estados se
particularmente, cómo esos derechos protegen encuentran las de dictar su legislación general
eu
a los habitantes que residen en esos estados. (leyes civiles, penales, comerciales, laborales),
Comprenderlo es realmente importante porque conservan el poder de policía sobre sus propios
en los Estados Unidos, a diferencia de lo que su- ciudadanos, y se organizan y regien por sus pro-
cede en Argentina (1), no todos los derechos pias instituciones. Por ello es que en los Estados
enumerados en la Constitución resultan auto- Unidos existen cincuenta y dos [52] jurisdiccio-
máticamente aplicables a todas las personas nes con leyes e instituciones propias y distintas
que habitan en los distintos estados que compo-
R entre sí. Cada uno de los cincuenta [50] estados
nen los Estados Unidos. Su aplicación depende- constituye una jurisdicción, el gobierno federal
rá de la jurisdicción donde quieran hacer valer y el Distrito de Columbia (la Capital del país)
ese derecho. No es lo mismo reclamar la pro-
completan la lista.
tección de un derecho constitucional si se está
n
frente a un órgano federal que si se está frente a El texto original de la Constitución de los Es-
una autoridad estadual. tados Unidos, escrita en 1787 y ratificada por
so
selo.
competencias entre los Estados Unidos (el go-
II.1. Organización constitucional de los Esta- bierno federal) y los estados que cedieron com-
dos Unidos antes de la Guerra Civil petencias y formaron la Unión. De esta forma,
se sostiene que la división de poderes entre las
Como es sabido, los Estados Unidos de Amé- distintas ramas del gobierno federal, y la distri-
rica es una república federal conformada por bución de competencias entre el estado federal
cincuenta estados que conservan bastante au- y los estados, fueron diseñadas para crear un
Th
tonomía respecto del gobierno central (al que sistema de frenos y contrapesos que limitaran
me referiré como el gobierno federal). Original- la posibilidad de un gobierno federal tiránico
(principal preocupación de algunos de los pa-
(1) En Argentina desde muy temprano, la Corte Supre- dres fundadores de ese país).
ma dejó en claro que los derechos y garantías mencio-
nados en la Constitución son aplicables al Estado federal (2) Las trece colonias que se independizaron del Reino
como a los gobiernos de provincia. Y cualquier ciuda- Unido y formaron los Estados Unidos son: New Hamp-
dano puede invocar las protecciones de la Constitución shire, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut, New
indistintamente contra actos de funcionarios federales York, New Jersey, Pennsylvania, Delaware, Maryland,
o funcionarios provinciales. CS, “Hileret y Rodríguez c. Virginia, North Carolina, South Carolina y Georgia.
Provincia de Tucumán”, Fallos: 98:20 (1903) y “Pereyra
Iraola c. Buenos Aires” Fallos: 138:161 (1923). (3) Ver Enmienda X.
rs
Constitución; el VI regulaba las deudas de los so agregarle a la Constitución norteamericana
estados contraídas con anterioridad al dicta- un listado de derechos fundamentales. El bill
do de la Constitución, establecía el principio of rights, que consistió en las diez primeras en-
de supremacía nacional y regulaba el modo miendas a la Constitución, estableció una serie
te
en que debían prestarse los juramentos para de derechos individuales tales como el derecho
acceder a cargos públicos; y, finalmente, el a la libertad de expresión, de prensa y profe-
art. VII regulaba cómo era el proceso de ratifica- sar libremente el culto (Enmienda Primera); el
ción de la Constitución por parte de los estados derecho a portar y tener armas (Enmienda Se-
gunda); el derecho a no ser sometido a requisas
eu
(art. IV).
irrazonables y estar seguros en sus domicilios
Muy pocos derechos individuales se inclu- (Cuarta Enmienda); el derecho a ser acusado
yeron en el texto de la Constitución originaria criminalmente luego de un indictment expedi-
[entre ellos la prohibición de la suspensión del do por un Gran Jurado, de no ser compelido a
writ de habeas corpus y la prohibición al Con- declarar contra uno mismo, de que se respete el
greso de dictar bills of attainder (4) y leyes pe-
R debido proceso, y no ser sometido dos veces al
nales ex post facto (5)]. En lo que aquí interesa, peligro de ser enjuiciado más de una vez por un
uno de los pocos derechos previstos en el tex- mismo hecho (Enmienda Quinta); el derecho a
to de la Constitución original fue que los juicios ser juzgado por jurados y derecho a confrontar
de todas las causas criminales serían realizados a los testigos de cargo (Enmienda Sexta), entre
n
por jurados en el estado donde se cometió el otros derechos individuales (9).
delito (6). Volveré más adelante cuando co-
mente Ramos sobre el contenido de este Lo importante aquí es saber que originaria-
so
Constitución original se dedicó a establecer Es decir, una persona solo podía invocar las
cómo funcionaría el Estado federal y cómo este protecciones de la Quinta Enmienda de la Cons-
interactuaría con los estados de la Unión. En ese titución contra la autoincriminación si el proce-
momento se creía que la protección de los de- so penal al que estaba siendo sometido era de
rechos individuales de los ciudadanos de cada jurisdicción federal. Si el juicio criminal era lle-
uno de esos estados correspondía a cada estado vado a cabo dentro de un estado (por ejemplo,
miembro, quien estaría en una mejor posición Nueva York) contra un ciudadano de ese esta-
Th
para garantizar la protección de los derechos in- do, por un delito ordinario, el acusado no po-
dividuales de sus propios ciudadanos. A su vez, día invocar las protecciones de los derechos
también se creía que, si se enumeraban ciertos contenidos en el bill of rights. En este ejemplo
el acusado debía escudarse en los derechos
(4) Un “Bill of Attainder” era un acto de la legislatura o que el propio estado de Nueva York reconocía
parlamento que declaraba a una persona o grupo de per-
sonas culpables de algún delito y los castigaba sin juicio. (8) Este fue el antecedente y principal propósito de la
(5) Artículo I, Sección 9. Novena Enmienda.
(6) Ver Artículo III, Sección 2. (9) No me propongo aquí enumerar cada uno de los
derechos contenidos en el Bill of Rights. El listado es sim-
(7) Ver Preámbulo de la Constitución norteamericana. plemente una enumeración ejemplificativa.
a sus ciudadanos, de acuerdo con las constitu- no federal duró hasta el estallido de la guerra
ción y leyes de ese estado, los cuales solo podían civil (también llamada “guerra de secesión”).
ser interpretados por los tribunales locales. Un La guerra civil enfrentó a los estados del norte
ciudadano de un estado solo podría invocar las —los estados de la Unión— contra los estados
protecciones de los derechos enumerados en el del sur —los estados Confederados—. Los pri-
bill of rights contra el gobierno federal, exclusi- meros pelearon por preservar la Unión, limitar
vamente en las cortes federales y en causas de la expansión de la esclavitud y evitar la secesión
rs
jurisdicción federal. de los estados Confederados. Los Confederados
se rebelaron contra la autoridad federal y pelea-
Así lo explican en un conocido manual para ron por el derecho de los estados rebeldes a ex-
estudiantes de Derecho: “A lo largo de la mayor pandir el sistema de esclavitud que los hombres
te
parte de la historia estadounidense, las protec- blancos ejercían sobre los de raza negra.
ciones constitucionales que se encuentran en
las diez primeras enmiendas a la constitución Luego de una sangrienta guerra que duró en-
federal —generalmente mencionadas como el tre 1861 y 1865, en la que se estima que mu-
eu
bill of rights— eran aplicables solo al gobier- rieron entre 620.000 y 750.000 soldados (12) y
no federal. Ver Barron v. Baltimore, 32 U.S. 243 que culminó con la victoria de los estados de la
(1833). El bill of rights no resultaba aplicable a Unión; los estados derrotados del sur fueron re-
los gobiernos estaduales o a los oficiales de esos admitidos a los Estados Unidos con la condición
estados. Toda vez que la abrumadora mayoría de que ratificaran las Enmiendas XIII, XIV y XV
de las investigaciones penales transcurrían a ni- aprobadas por el Congreso federal y los estados
vel estadual, las protecciones constitucionales
R de la Unión.
de las Enmiendas Cuarta, Quinta y Sexta no re-
sultaban aplicables” (10). La Decimotercera Enmienda (aprobada en
diciembre de 1865) prohibió la esclavitud y la
También debe mencionarse que las protec- servidumbre en todo el país -Sección 1- y por
n
ciones de los derechos individuales solo resul- primera vez otorgó poderes al Congreso para
taban aplicables contra el gobierno; la conducta supervisar su cumplimiento mediante legisla-
particular de las personas no era restringida por ción pertinente —Sección 2—-.
so
cual la Constitución solo restringe a la acción Estados Unidos y del estado donde residen. Nin-
del gobierno se denomina comúnmente como gún estado podrá crear o aplicar ley alguna que
la doctrina de la “acción estatal” (11). menoscabe o limite los privilegios o inmunida-
des de los ciudadanos de los Estados Unidos;
II.2. La Guerra Civil estadounidense y las refor- ningún estado tampoco podrá privar a perso-
mas constitucionales de la reconstrucción na alguna de su vida, libertad o propiedad sin
el debido proceso legal; ni denegarle a ninguna
Th
La idea de que los ciudadanos serían mejor persona dentro de su jurisdicción la igual pro-
protegidos por sus estados que por el gobier- tección de las leyes” (13).
(10) Kamisar, LaFave, Israel, King, Kerr, Primus “Ad- (12) Ver en https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_
vance Criminal Procedure”, West Academic Publishing. Secesión. Visitado el 19/05/2020.
St. Paul, Minnesota, 2019, 15th ed., p. 24.
(13) Enmienda XIV, Sección 1. “All persons born or na-
(11) En Argentina, no existe el requisito constitucional turalized in the United States, and subject to the jurisdic-
de la acción estatal. Los derechos constitucionales son tion thereof, are citizens of the United States and of the
oponibles contra la acción u omisión del Estado, Pro- state wherein they reside. No state shall make or enforce
vincias y Municipios, como también frente a la conducta any law which shall abridge the privileges or immunities
de particulares. Ver CS, “Samuel Kot SRL” Fallos: 241:291 of citizens of the United States; nor shall any state deprive
(1958). any person of life, liberty, or property, without due pro-
rs
nuación, interpretando dicha cláusula fue que En la primera oportunidad que la Corte Su-
la Corte comenzó a proteger derechos funda- prema tuvo para interpretar la Cláusula de Pri-
mentales de todas las personas que habitan en vilegios e Inmunidades cuando resolvió el caso
los Estados Unidos contra la acción de los oficia- conocido como “Slaughter-House Cases” (16)
te
les y gobiernos estaduales (14). (1873) dejó en claro que esa porción de la En-
mienda XIV no sería utilizada para anular el
Me temo que resumí demasiada historia holding de Barron v. Baltimore; por las que las
constitucional en muy poco espacio. Pero el ob- protecciones constitucionales contenidas en el
jetivo de este trabajo amerita que el lector tenga bill of rights seguían no siendo oponibles contra
eu
nociones básicas de derecho constitucional es- los estados.
tadounidense para poder apreciar la discusión
de los jueces en el caso Ramos que —prometo— En los Slaughter-House Cases, la legislatura del
comento más adelante. Estado de de Louisiana concedió un monopolio
para el transporte y faena de ganado en la ciu-
II.3. Interpretación de la Enmienda XIV.
La Cláusula sobre Inmunidades y privilegios y la
R dad de Nueva Orleans a dos compañías. Una de
ellas tendría el monopolio en la ciudad para el
interpretación restrictiva en los Slaughter-House transporte de ganado, y la otra tendría el mono-
Cases polio para su faena en los mataderos de su pro-
piedad. Los carniceros y compañías afectadas
Las causas y consecuencias de la guerra civil
n
accionaron judicialmente contra la concesión
fueron suficientes para demostrar que los esta- del monopolio. Argumentaron que varias de las
dos también podían oprimir a sus ciudadanos y protecciones mencionadas en las Enmiendas de
que se requería de protección federal y consti-
so
legios e Inmunidades (“Ningún estado podrá Pero, la Corte no estuvo de acuerdo con ese
crear o aplicar ley alguna que menoscabe o limite argumento y limitó restrictivamente la interpre-
tación de la Cláusula de Privilegios e Inmunida-
cess of law; nor deny to any person within its jurisdiction des. Primero, la Corte se enfocó en el propósito
the equal protection of the laws”. de las Enmiendas de la Reconstrucción. Con
(14) Utilizo a lo largo de este artículo el concepto de
la incorporación de derechos constitucionales contra los (15) Esta fue la posición del juez Hugo Black. Ver Dun-
estados. Ello se debe a que esa es la terminología utili- can v. Louisiana, 391 U.S. 145, 166 (1968). Disidencia del
zada en el derecho constitucional estadounidense y me Justice Black. Ver nota 15 sobre el concepto de incorpora-
gusta preservar el lenguaje utilizado. El concepto es equi- ción de derechos contra los estados.
valente a que los derechos constitucionales enumerados
en el Bill of Rights son oponibles frente a los estados. (16) 83. U.S. (16 Wall.) 36 (1873).
una interpretación marcadamente restricti- drá privar a persona alguna de su vida, libertad
va dijo que el propósito de las Enmiendas XIII o propiedad sin el debido proceso legal”.
y XIV fue únicamente proteger de sus antiguos
amos a los esclavos liberados y negó expresa- Poniendo el foco sobre el concepto de “liber-
mente que la intención del Congreso y de los es- tad” y “debido proceso legal”, la Corte descubrió
tados al ratificar las Enmiendas XIII y XIV fuera que, por lo menos, ciertos derechos contenidos
la de extender las protecciones constitucionales en el bill of rights eran tan fundamentales que se
rs
del bill of right contra los estados. También, ex- encontraban protegidos contra su menoscabo
presó que la Cláusula de Privilegios e Inmunida- por parte de los estados, porque se encontraban
des de la Enmienda XIV no tuvo como propósito incluidos en el concepto de “libertad” protegi-
proteger a los individuos de la acción estatal de do por la Cláusula del Debido Proceso de la En-
te
los estados y no debería ser utilizada por la Cor- mienda XIV.
te como una herramienta para invalidar leyes
estaduales. La primera vez que la Corte Suprema invocó
las protecciones del bill of rights contra un esta-
do fue en el caso “Chicago, Burlington& Quin-
eu
La Corte Suprema nunca dejó sin efecto en un
caso posterior la extremadamente estrecha in- cy Railroad Co. v. City of Chicago” (17) de 1897.
terpretación de la Cláusula de Privilegios e In- Allí la Corte resolvió que la Cláusula del Debido
munidades de la Enmienda XIV, lo que impide Proceso de la Enmienda XIV impedía a un es-
considerarla (hasta tanto la Corte no anule esta tado expropiar la propiedad de un ciudadano
interpretación) como una fuente normativa que sin una justa compensación (18). Si bien el fa-
R
permita aplicar las protecciones del bill of rights llo de la Corte no mencionó expresamente que
frente a los estados. la Enmienda XIV incorporaba la Cláusula sobre
expropiación de la V Enmienda, ese fue el prin-
Visto el resultado y la escueta interpretación cipal efecto de la decisión.
que la Corte hizo de la Enmienda XIV en los
n
“Slaughter-House Cases”, la Corte buscó nuevas Unos años más tarde, en 1908, en el caso
formas de aplicar el bill of rights a los estados. “Twining v. New Jersey” (19) la Corte expresa-
Para ello echó mano de la Cláusula del Debi- mente reconoció que la Cláusula del Debido
so
caso en la larga lista de precedentes que se ocu- podrían serlo contra los estados. La explicación
pa de esta doctrina constitucional. fue que negar ciertos derechos fundamentales
equivaldría a privar a las personas del debido
II.4. La doctrina de la incorporación de dere- proceso legal.
chos constitucionales mediante la Cláusula del
Debido Proceso de la Enmienda XIV En “Gitlow v. New York” (20) de 1925 por pri-
mera vez en su historia, y conforme al razona-
miento utilizado en “Chicago, Burlington &
Th
rs
de la Enmienda XIV, la cual incorporaba las pro- del Debido Proceso de la Enmienda XIV protege
tecciones de la Primera Enmienda y las extendía derechos fundamentales de los ciudadanos con-
frente a los gobiernos estaduales. “Para los pro- tra violaciones llevadas a cabo por parte de los
pósitos de este caso podemos y debemos asu- estados y sus instituciones. Estos derechos pro-
te
mir que el derecho a la libertad de expresión y tegidos pueden incluir derechos enumerados
de prensa -protegidos por la Primera Enmienda en el bill of rights, pero no todos los derechos allí
contra las acciones del Congreso- se encuentran enumerados se encuentran incorporados frente
entre aquellas protecciones personales funda- al poder de los estados. Solo se encuentran pro-
eu
mentales y libertades protegidas por la Cláusula tegidos aquellos derechos que se incluyen en el
del Debido Proceso de la Enmienda XIV y son concepto del debido proceso legal. Y tratándose
oponibles frente al poder de los estados” (21). de una condena a pena de muerte, la asistencia
técnica de un abogado resulta un derecho fun-
Esta interpretación de la Cláusula del Debido damental que los gobiernos de los estados no
Proceso volvió a ser invocada por la Corte en el pueden restringir.
R
caso “Powell v. Alabama” (22). Allí la Corte re-
solvió que la conducta del gobierno de Alabama II.5. El debate sobre la doctrina de la incorpo-
que denegó a los acusados el derecho a contar ración en la Corte Suprema. ¿Qué derechos del
con la asistencia efectiva de un abogado de- bill of rights se encuentran incorporados contra
fensor en un juicio criminal en el cual fueron los estados?
n
condenados a muerte, resultaba violatoria del
derecho reconocido en la Enmienda Sexta de Una vez que la Corte estableció que la Cláu-
la Constitución, incorporada contra los estados sula del Debido Proceso de la Enmienda XIV
so
por la Cláusula del Debido Proceso de la En- podía ser utilizada como fuente protectora de
mienda Catorce. derechos individuales conta la acción de los es-
tados, se produjo un profundo debate respecto
Powell v. Alabama fue un caso de resonancia de cuáles eran esos derechos fundamentales.
mundial. También conocido como el caso de ¿Se trataban de todos los derechos enumera-
om
los “Scottboro Boys”, involucró a 9 adolescen- dos en las ocho primeras enmiendas del bill of
tes analfabetos negros acusados injustamente rights; o solo algunos de ellos? ¿Existen dere-
de violar a dos mujeres blancas en el estado de chos constitucionales más fundamentales que
Alabama en 1931, mientras viajaban en un tren otros? ¿Quién determina cuáles son más funda-
de mercancías. Los nueve chicos fueron acusa- mentales y por qué metodología?
dos por un grupo de adolescentes blancos que
viajaban en el mismo tren; tras llegar la falsa no- En el seno de la Corte se produjo una tajan-
Th
ticia a las autoridades, el tren fue parado y los te división entre aquellos jueces que creían que
nueve adolescentes negros fueron detenidos, la totalidad de los derechos debían ser incorpo-
pese a ser menores de edad. Tras un proceso rados contra los estados, y aquellos que consi-
judicial caracterizado por los prejuicios y el ra- deraban que solo una selección de los derechos
cismo de los acusadores y del jurado (formado fundamentales debía ser incorporados. El deba-
solamente por blancos), todos los acusados fue- te entre la incorporación total y la incorporación
ron condenados a la pena de muerte. Los acusa- selectiva ocupó gran parte de la jurisprudencia
dos fueron juzgados sin la asistencia técnica de de la Corte entre los años 1940 a 1975. Aún hoy
se discute.
(21) 268 U.S. 652, 666 (1925). Los jueces más conocidos que apoyaron la
(22) 287 U.S. 45 (1932). teoría de la incorporación total fueron los jueces
Hugo L. Black y William O. Douglas (23). Para da” (Palko v. Connecticut, 302 U.S. 319 (1937). El
estos, la historia de la ratificación de la Enmien- juez Frankfurter mencionaba que el debido pro-
da XIV era concluyente para afirmar que el pro- ceso impide aquellas prácticas “que ofenden los
pósito del Congreso y de los estados vencedores cánones de decencia y equidad que se ven refle-
de la guerra civil fue que todas las protecciones jados en las nociones de justicia de los pueblos
y derechos mencionados en el bill of rights — angloparlantes” (Adamson v. California, opi-
oponibles en principio solo contra el gobierno nión concurrente del juez Frankfurter).
rs
federal (Barron v. Baltimore)— fueran también
oponibles frente a los gobiernos estaduales y lo- Los jueces a favor de la teoría de la incorpo-
cales. “Mi estudio de los eventos históricos que ración selectiva argumentaban que no había
culminaron con la adopción de la Enmienda ninguna referencia histórica concluyente sobre
te
XIV me persuaden de que uno de los principales cuál fue el propósito de quienes aprobaron la
objetivos de la primera sección de esa enmien- Enmienda XIV. Negaban que aquel fuera el de
da fue hacer aplicables a los estados las protec- incorporar todos los derechos y protecciones
ciones del bill of rights” (Adamson v. California, del bill of rights contra los estados, y que un cam-
eu
disidencia del Justice Black). bio tan abrupto en la estructura de la Constitu-
ción federal, que implicara repudiar el holding
A su vez, cuestionaban a quienes adoptaban de Barron v. Baltimore, no podía inferirse de los
la posición de la incorporación selectiva argu- motivos de los constituyentes, sino que debía
mentando que esa teoría acordaba a los jueces haber una mención explícita de estos para hacer
(funcionarios no electivos y con cargos vitali- semejante cambio. A su vez, nociones de fede-
R
cios) demasiada discreción al decidir qué dere- ralismo y respeto por la doctrina de stare decisis,
chos eran fundamentales y cuáles no. Permitir aconsejaban otorgarles a los estados un ámbito
esa decisión a los jueces, argumentaban Black autónomo de libertad para que estos pudieran
y Douglas, equivalía a concederles que “deam- probar políticas públicas que beneficiaran a sus
bulen sin rumbo fijo en una vasta área limitada ciudadanos y no encontrarse constreñidos por
n
solo por sus convicciones personales en cuan- un corset rígido de reglas constitucionalmente
to a qué resulta razonable, decisiones que la impuestas.
so
tiva. Entre ellos se puede contar a los jueces que prácticamente todos los derechos del bill
Benjamin Cardozo, Felix Frankfurter, William of rights, con la excepción tres derechos, se en-
Brennan y John Marshall Harlan II. Ellos creían cuentran incorporados y son exigibles contra
que solo ciertos derechos reconocidos en el bill los estados. Los únicos derechos que no se en-
of rights son lo suficientemente fundamentales cuentran incorporados son: 1) el derecho de los
para ser oponibles a los gobiernos estaduales y ciudadanos a no ser obligado a dar refugio a sol-
locales. El juez Carozo escribió que “el proceso dados en sus domicilios —Tercera Enmienda—;
Th
de absorción de derechos del bill of rights por 2) el derecho a ser acusado criminalmente lue-
parte de los estados debía solo incluir aquellos go de un indictment expedido por el gran jura-
derechos cuyos principios de justicia estuvie- do (25) —Quinta Enmienda—; y 3) el derecho
ran tan arraigados en la tradición y conciencia al juicio por jurados en causas civiles —Séptima
de nuestro pueblo para ser considerados funda- Enmienda—.
mentales” y que se pudieran considerar como
“implícitos en el concepto de libertad ordena- (24) Malloy v. Hogan, 378 U.S. 1 (1964).
(25) Hurtado v. California, 110 U.S. 516 (1884). La Corte
(23) Para quienes quieran profundizar en la posición declaró constitucional la práctica del estado de California
de los jueces Black y Douglas, recomiendo leer Adamson de sustituir el indictment expedido por el gran jurado por
v. California, 322 U.S. 46 (1947). una acusación penal por el método de información.
Todos los otros derechos enumerados en el los juicios sean públicos (39); a ser juzgado en
bill of rights han sido incorporados caso por un juicio por jurados en causas criminales (40);
caso por la Corte Suprema. a ser juzgado por un jurado imparcial (41); a ser
anoticiado de las acusaciones en su contra (42);
La siguiente lista menciona todas las decisio- confrontar testigos de cargo (43); obtener por
nes de la Corte que incorporó los derechos enu- medios compulsivos el testimonio de testigos a
merados en el bill of rights contra los estados: favor del imputado (44); ser asistido por un abo-
rs
gado defensor en causas criminales por delitos
- Primera Enmienda: prohibición del esta- cuya excede los seis meses de prisión (45).
blecimiento de una religión de Estado (26);
ejercicio de libertad religiosa (27); libertad de - Octava Enmienda: prohibición contra fian-
te
expresión (28); libertad de prensa (29); liber- zas excesivas (46); prohibición contra penas
tad de asociación (30); petición a las autorida- crueles e inusuales (47); prohibición contra
des (31). multas excesivas (48).
eu
- Segunda Enmienda: derecho a tener y portar Si bien técnicamente Barron v. Baltimore
armas para defensa propia (32). nunca fue dejado sin efecto por la Corte, sus im-
plicancias hoy se encuentran fuertemente redu-
- Cuarta Enmienda: protección ante allana- cidas. Todos los derechos reconocidos en el bill
mientos y requisas irrazonables y necesidad de of rights, con excepción de tres, son aplicables
una orden de allanamiento basada en una cau- tanto contra el estado federal como también
sa probable (33); regla de exclusión de prueba
R contra los gobiernos estaduales y locales.
obtenida en violación de garantías constitucio-
nales (34). III. El contenido de los derechos incorpora-
dos contra los estados. Williams y Apodaca
- Quinta Enmienda: prohibición contra la do-
n
ble persecución penal (35); protección contra la Vimos a lo largo del capítulo anterior que la
autoincriminación (36); protección contra ex- gran mayoría de los derechos previstos en el bill
propiación sin justa compensación (37). of rights se encuentran incorporados contra los
so
Wallace v. Jaffree, 472 U.S. 38 (1985). recho que puede hacerse valer frente al estado
federal? ¿Si el derecho al juicio por jurados de
(27) Cantwell v. Connecticut, 310 U.S. 296 (1940).
la Sexta Enmienda resulta incorporado contra
(28) Gitlow v. New York, 268 U.S. 652 (1925).
(29) Near v. Minnesota, 283 U.S. 697 (1931). (39) In re Oliver, 333 U.S. 257 (1948).
(30) DeJonge v. Oregon, 299 U.S. 353 (1937). (40) Duncan v. Louisiana, 391 U.S. 145.
Th
(31) Hague v. CIO, 307 U.S. 496 (1939). (41) Irvin v. Dowd, 366 U.S. 717 (1961).
(32) McDonald v. City of Chicago, 561 U.S. 742 (2010). (42) In re Oliver, 333 U.S. 257 (1948).
(33) Wolf v. Colorado, 338 U.S. 25 (1949). (43) Pointer v. Texas, 380 U.S. 400 (1965).
(34) Mapp v. Ohio, 367 U.S. 643 (1961). (44) Washington v. Texas, 388 U.S. 14 (1967).
(35) Banton v. Maryland, 395 U.S. 784 (1969). (45) Gideon v. Wainwright, 372 U.S. 335 (1963).
(36) Malloy v. Hogan, 378 U.S. 1 (1964). (46) Schilb v. Kuebel, 404 U.S. 357 (1971).
(37) Chicago, Burlington & Quincy R.R. Co. v. City of (47) Robinson v. California, 370 U.S. 660 (1962); Har-
Chicago, 166 U.S. 226 (1897). melin v. Michigan, 501 U.S. 957 (1991).
(38) Klopfer v. North Carolina, 386 U.S. 213 (1967). (48) Timbs v. Indiana, 586 U.S. (2019).
los estados por la Decimocuarta Enmienda, se Por ejemplo, en Wallace v. Jaffree, 472 U.S. 38
protegen los mismos derechos y de la misma (1985), dijo: “Se encuentra firmemente esta-
forma? ¿Las provisiones del bill of rights incor- blecido en nuestra jurisprudencia constitucio-
poradas se aplican “palo por palo”(49) contra nal que los estados no tienen mayor poder que
los estados? el Congreso de los Estados Unidos para restrin-
gir las libertades individuales protegidas por la
Hasta el caso Ramos no había una respuesta Primera Enmienda”. En Malloy v. Hogan (1964)
rs
concisa y contundente a estas preguntas ya que “Las garantías reconocidas en la Primera En-
si bien el principio era que las protecciones del mienda, la prohibición contra requisas y allana-
bill of rights tenían el mismo contenido si eran mientos irrazonables de la Cuarta Enmienda, y
aplicadas contra el estado federal o contra los el derecho a contar con la asistencia de un abo-
te
estados, había dos grandes expresiones. Las gado defensor de la Sexta Enmienda, son todos
protecciones del juicio por jurados de la Sexta oponibles frente a los estados a través de la De-
Enmienda tenían distinto contenido en dos cir- cimocuarta Enmienda conforme a los mismos
cunstancias: [1] número de personas que inte- estándares que esos derechos son protegidos
eu
graban un jurado; y [2] requisito de unanimidad contra la interferencia del gobierno federal”. A
en el veredicto condenatorio. su vez, también fue clara la Corte que “rechaza-
ba la noción que los derechos aplicados contra
Dependiendo ante qué tribunal un acusado los Estados por la Enmienda XIV consistieran
estaba siendo juzgado (tribunal federal o tribu- en una versión diluida y subjetiva de las garan-
nal estadual) regían distintas reglas. Mientras tías individuales contenidas en el Bill Of Rights”
que en jurisdicción federal se exigía constitu-
R (Malloy). “Una vez que se decide que una ga-
cionalmente que el jurado estuviera compuesto rantía contenida en el bill of rights resulta fun-
por doce [12] ciudadanos y los veredictos con- damental en el esquema de justicia de nuestro
denatorios fueran por unanimidad (50); en ju- pais, los mismos estándares constitucionales re-
risdicción estadual se interpretaba que la Sexta sultan aplicables contra los gobiernos federales
n
Enmienda aplicable contra los estados a través y estaduales” (Benton v. Maryland).
de la Enmienda XIV permitía jurados compues-
tos a partir de seis [6] personas (51) y, tratándo- A pesar de estas definiciones categóricas en
so
resultan aplicables de idéntica forma a los es- expedir sobre la constitucionalidad de una ley
tados como lo eran frente al gobierno federal. procesal penal del Estado de Florida que esta-
blecía que “doce hombres constituirán el jura-
do en los casos donde se quiera imponer la pena
(49) En inglés se utiliza la expresión “Jot for Jot”
capital, mientras que seis hombres constituirán
(50) Thompson v. Utah, 170 U.S. 343 (1898). el jurado en todas las otras causas criminales”.
(51) Williams v. Florida, 399 U.S. 78 (1970). Williams, acusado de robo por el Estado la Flo-
(52) Apodaca v. Oregon, 406 U.S. 404 (1972).
(55) Williams v. Florida, 399 U.S. 78 (1970).
(53) Johnson v. Louisiana, 406 U.S. 356 (1972).
(56) Apodaca v. Oregon, 406 U.S. 404 (1972); y su causa
(54) En inglés: “Dual-track incorporation” conexa Johnson v. Louisiana, 406 U.S. 356 (1972).
rida, presentó una moción para ser juzgado por de seis ciudadanos, siempre y cuando se retu-
un jurado compuesto por doce hombres. Esa viera el requisito de unanimidad en los jurados
moción fue rechazada y fue condenado por el compuestos por seis personas.
jurado de seis. En su apelación extraordinaria
ante la Corte, Williams argumentó que el dere- Dos años después de resolver Williams, la
cho al juicio por jurados protegido por la Sexta Corte se enfrentó a otro caso donde se debatía
Enmienda de la Constitución, y aplicable a los la posibilidad de que las protecciones del bill of
rs
estados a través de la Decimocuarta Enmienda rights tuvieran distinto alcance dependiendo de
(Duncan v. Louisiana), requería que el jurado si eran opuestas al gobierno federal o a los es-
estuviera compuesto por doce personas, como tados. En Apodaca v. Oregon y su caso conexo,
se exige en los procesos penales de jurisdicción Johnson v. Louisiana, se debatió la constitucio-
te
federal [“el jurado garantizado por la Sexta En- nalidad de veredictos no unánimes en juicios
mienda consiste de doce personas, ni más ni por jurados compuestos por doce ciudadanos
menos” Thompson v. Utah, 170 U.S. 343 (1898)]. en casos criminales que no involucraran la pena
capital. En ambos casos los acusados habían
La Corte, a través de la opinión del Justice
eu
sido condenados por veredictos de: i) 11 contra
Byron White, rechazó el argumento y confirmó 1; ii) 10 contra 2 —Apocada—; y iii) 9 contra 3 —
la condena. En la opinión de la Corte (con las di- Johnson—.
sidencias de los jueces Black, Douglas y Mars-
hall) se analizó cuál era el propósito detrás de la Al igual que en Williams, la opinión de la Cor-
protección del jurado y se analizó si el número te fue escrita por el juez White con la distin-
R
de doce era fundamental para ese propósito. La ción de que en ese caso la opinión de la Corte
Corte concluyó que el propósito de la protección fue compartida solo por 4 jueces (White, Burger,
del juicio por jurados era “prevenir la opresión Rehnquist y Blackmun) y el quinto voto lo apor-
por parte del gobierno. Acordándole el derecho tó el juez Lewis Powell, quien solo coincidió en
a ser juzgado por un jurado compuesto por sus el resultado. Cuatro jueces (Brennan, Marshall,
n
pares brindaba al acusado una estimable pro- Stewart y Douglas) votaron en disidencia.
tección contra el fiscal corrupto e intransigente,
o ante la parcialidad y complicidad de un juez Para el voto conjunto de 4 que integraron
so
excéntrico”. Asimismo, “la característica sobre- White, Burger, Rehnquist y Blackmun, la Sexta
saliente de un jurado resulta la interposición en- Enmienda de la Constitución no requería una-
tre el acusado y su acusador del razonamiento y nimidad y resultaban constitucionales los ve-
sentido común de un grupo de personas legas, y redictos condenatorios no unánimes que se
la participación comunitaria y responsabilidad pronunciaban por condenas con las mayorías
om
tizar la protección que se propone la institución rechazada por la Corte en precedentes como
del juicio por jurados. Wallace v. Jaffree; Malloy v. Hogan y Benton v.
Maryland), Powell concluyó que el requisito
El resultado de Williams fue que el contenido de unanimidad solo era constitucionalmente
de la Cláusula del juicio por jurados de la Sex- exigble ante casos que provenían de la jurisdic-
ta Enmienda fuera diferente dependiendo ante ción federal [Thompson v. Utah(57) y Maxwell v.
qué gobierno se hiciera valer. Si se trataba de Dow (58)]. Si los juicios habían sido tramita-
un proceso de jurisdicción federal, la Sexta En- dos ante tribunales estaduales por infracciones
mienda requería que el jurado se compusiera de
doce personas (Thompson v. Utah). En cambio,
si el proceso penal tramitaba ante un tribunal (57) Thompson v. Utah, 170 U.S. 343 (1898).
estadual, alcanzaba con un jurado compuesto (58) Maxwell v. Dow, 176 U.S. 581 (1900).
penales a las leyes de esos estados, el derecho precedentes de la Corte -Apodaca-; todos hu-
al juicio por jurados reconocido por la Sexta bieran votado que se requiere unanimidad para
Enmienda, aplicable a los estados por vía de condenar a un acusado en un juicio por jurados,
la Enmienda XIV, no necesitaba de veredictos sin importar que el juicio proviniera de un tribu-
unánimes. De acuerdo con la posición del juez nal federal o estadual.
Powell, las cláusulas y protecciones del bill of
rights podían tener distintos componentes de- Sin embargo, la existencia de Apodaca como
rs
pendiendo de si el derecho se hacía valer con- precedente fue lo que dividió a los miembros
tra el estado federal (donde se requería de reglas del Tribunal. Los jueces emitieron cinco opinio-
más exigentes) o contra los Estados (donde re- nes distintas. La opinión de la Corte la escribió
sultaban admisibles reglas más laxas). el juez Neil Gorsuch, opinión que fue acompa-
te
ñada en su totalidad por los jueces Ruth Bader
La disidencia cuestionó la idea de la incorpo- Ginsburg y Stephen Breyer. La juez Sonia Soto-
ración dual ya rechazada por la Corte y expresó mayor, compartió solo algunas de las partes de
que precedentes de la Corte habían establecido la opinión de la Corte (no compartió lo dicho en
eu
que la garantía del juicio por jurados prevista la sección IV A de la opinión) y redactó una opi-
en la Enmienda Sexta requería veredictos con- nión concurrente en la que abordó dos temas:
denatorios unánimes (Thompson y Maxwell). obligatoriedad de la doctrina del precedente y
También dijeron que relajar el requisito de una- las razones por las cuales las leyes de los Estados
nimidad se traduce en que una vez que el jura- de Louisiana y Oregon que permitían veredictos
do alcanza el número necesario para condenar, condenatorios no unánimes estaban motivas
R
las opiniones de los jurados que votan por ab- por prejuicios raciales inaceptables. El juez Ka-
solver son ignoradas. Ello debilita el debate y la vanaugh compartió únicamente las secciones I,
deliberación propias de la función del jurado, y II A, III y IV B de la opinión de la Corte, y escribió
los jurados disidentes pierden la chance de con- una opinión concurrente en la que explicó su vi-
traargumentar y convencer a sus pares sobre el sión sobre la doctrina del stare decisis (obligato-
n
acierto de su posición. riedad del precedente). El juez Thomas escribió
un voto individual que solo coincidió con el re-
Williams y Apodaca se convirtieron en dos ex-
so
IV. Ramos c. Louisiana. Garantía del jui- “republicanos” no son categorías rígidas, y es
cio por jurados, unanimidad, incorporación equivocado rotular a un juez de una forma deter-
de derechos contra los estados y obligatorie- minada y pretender que siempre voten en bando.
dad del precedente Gorsuch está rotulado como un juez “conserva-
dor” pero se unieron a su opinión dos jueces ro-
IV.1. Introducción tulados como “liberales” o “progresistas” como
Breyer y Ginsburg. Del mismo modo, Alito quien
Ramos es un caso anómalo si se parte de la es rotulado como “ultraconservador” votó junto
premisa de que todos los miembros de la Corte, con Kagan rotulada la “más liberal” de la Cor-
si tuvieran el problema jurídico ante sí por pri- te. Las etiquetas engañan y si bien resultan có-
mera vez, y no se sintieran constreñidos por los modas para la sociedad y la prensa, no son un
buen termómetro para analizar las convicciones tiró a deliberar. 10 jurados encontraron que la
constitucionales de un juez de la Corte. Fiscalía había logrado probar la culpabilidad
de Ramos y votó por condenarlo. 2 jurados vo-
Hay otra cosa más que quiero destacar de la taron por absolverlo. De acuerdo con las leyes
opinión de la Corte en Ramos: el lenguaje sim- procesales del Estado de Louisiana, se permite
ple y llano de todas las opiniones de los miem- que los veredictos condenatorios del jurado no
bros de la Corte —esto es una práctica común sean unánimes y es admisible un veredicto de
rs
en la jurisprudencia de la Corte Suprema nor- 10-2 (Apodaca v. Oregon y Johnson v. Louisiana).
teamericana—. Esta es una práctica que debe- Luego de ser encontrado culpable por el jurado,
ríamos adoptar en Argentina: que las sentencias Ramos fue sentenciado a prisión perpetua, sin
se redacten en lenguaje simple y que resulten posibilidad de libertad condicional.
te
autosuficientes y entretenidas de leer. Las sen-
tencias de nuestra Corte Suprema, en algunos Ramos apeló su sentencia y la Cámara de Ape-
casos, son redactadas en lenguaje rebuscado; laciones del Estado la confirmó. Ante una nue-
no contienen una buena explicación de los an- va apelación ante la Corte Suprema del Estado
tecedentes del caso; contienen párrafos dema-
eu
de Louisiana, la Corte estadual denegó la ape-
siado largos y utilizan frases en latín que no son lación. Ramos interpuso writ de certiorari cues-
necesarias; comienzan con la palabra “Que” la tionando la constitucionalidad de su condena.
cual por alguna razón todavía no pudimos su- Argumentó que la Constitución de los Estados
perar; y realizan el relato de antecedentes de Unidos, en su Enmienda Sexta, aplicable a los
atrás para adelante, mencionando primero el Estados a través de la Decimocuarta Enmienda,
resultado ante el superior tribunal y de ahí van
para atrás, lo que produce confusión para el lec-
R exige unanimidad en los veredictos condenato-
rios. A su vez, argumentó que los precedentes
tor. Y, fundamentalmente, no existe un diálogo Apodaca y Johnson debías ser dejados sin efecto
entre mayoría y disidencia (ambos parecen es- (overruled).
cribir ignorando la posición antagónica) y los
n
votos concurrentes repiten innecesariamente La Corte concedió el certiorari y la pregun-
conceptos ya tratados en el voto de la mayoría, ta a considerar fue la siguiente: ¿La Enmienda
sin explicar la razón concreta por la que deciden XIV incorpora contra los estados la garantía de
so
fue afirmativa.
precedente. Esta es una práctica que sí debería-
mos evitar. IV.3. Opinión de la Corte redactada por el
juez Gorsuch, para la cual se unieron los jueces
IV.2. Hechos del caso y pregunta por la que Ginsburg y Breyer
la Corte concedió el recurso extraordinario (writ
of certiorari) La opinión de Gorsuch estuvo estructurada
Th
cio por jurados aparece dos veces mencionado juez Lewis Powell aportó el quinto voto median-
en la Constitución: en el art. III, Sección 2, y lue- te una opinión concurrente que no se pronun-
go de vuelta en la Sexta Enmienda. Este doble ciaba “ni con la mayoría ni con la disidencia”
reconocimiento implica que para quienes re- (“the fifth vote from Justice Lewis Powell was
dactaron y ratificaron la Constitución y el bill of neither here nor there”). Su extraña posición era
rights, “la promesa de un derecho al juicio por que la Sexta Enmienda sí exigía unanimidad,
jurados tenía que significar algo” (61). Un dere- pero solo para el estado federal y no para los
rs
cho que se encuentra mencionado dos veces en procesos penales tramitados ante las cortes de
la Constitución no puede ser una promesa vacía los estados pues la garantía tenía distinto con-
de contenido. Tras un repaso histórico del sig- tenido cuando era aplicada contra aquellos. La
nificado público de la garantía del juicio por ju- disidencia de cuatro jueces señaló que una ga-
te
rados, así como de los antecedentes históricos rantía constitucional que había sido incorpo-
del common law, los escritos de Blackstone, las rada contra los estados no podía tener distinto
prácticas de la época colonial, los primeros co- contenido dependiendo contra quién se hicie-
mentaristas de la Constitución de los Estados ra valer. Por tanto, había 5 votos que establecían
eu
Unidos (Nathan Dane y el juez Story) y los co- que la Sexta Enmienda requería unanimidad,
mentarios de la propia Corte Suprema comen- pero también había 5 votos resolviendo que los
tando la garantía en casos anteriores (pero en procesos penales por delitos que no involucra-
dicta) eran contundentes para establecer que ran la pena capital celebrados en los tribunales
la garantía del juicio por jurados adoptada en de los estados no requerían unanimidad. Gor-
such fue muy crítico a lo largo de su opinión res-
la Constitución requiere de veredicto conde-
R pecto de Apodaca y en partícular del voto del
natorio unánime por parte del jurado. A su vez,
tratándose de un derecho fundamental en el es- juez Powell en ese caso.
quema de justicia de los Estados Unidos, se en- En el capítulo III se rechazaron los argumen-
cuentra incorporado contra los estados a través tos de Louisiana argumentando el valor de tener
n
de la cláusula del Debido Proceso de la Enmien- una regla que no requiera unanimidad en el ve-
da XIV (Duncan v. Louisiana). redicto. También rechazó como no concluyente
so
otros 48 estados, ni el gobierno federal y el Dis- la regla de unanimidad del texto sancionado no
trito de Columbia permitían. Con una fuerte es indicativo de que los miembros del Congre-
crítica a la teoría de incorporación dual (“dual- so rechazaran el requisito de unanimidad. Bien
track incorporation”), la mayoría encontró que podría ser que se eliminó la referencia porque
ese método resultaba anómalo y que nunca ha- resultaba superflua ya que el derecho al juicio
bía sido la regla reconocida por la Corte (recuér- por jurados había requerido unanimidad por
dese Malloy, Benton y Wallace v. Jaffree). De este más de 200 años de historia.
Th
v. Board of Education (62), que dejó sin efecto IV.5. Opinión concurrente del juez Kavanaugh
el precedente Plessy v. Ferguson (63). A su vez,
teniendo en consideración que Apodaca había El juez Kavanaugh se unió a la opinión de la
sido un voto dividido de 4-1-4, esa división no mayoría (con excepción de los capítulos II B, IV
había constituido una mayoría de 5, y el voto de A y IV B2) y escribió una opinión concurrente
un juez quien escribió para sí mediante un voto por separado para expresar su postura sobre la
concurrente no podía obligar a la Corte en casos doctrina del stare decisis y explicar cuándo, para
rs
posteriores, más si se trataba de una posición él, es necesario dejar de lado precedentes ante-
constitucionalmente excéntrica. riores del Tribunal.
En la segunda parte del capítulo IV, el juez Tras mencionar que la doctrina del stare de-
te
Gorsuch argumentó que aun concediendo que cisis tiene raigambre constitucional y que re-
la composición de 4-1-4 de Apodaca lo con- sulta parte del poder judicial conferido por el
virtiera en un precedente, ningún juez actual art. III a los tribunales federales, Kavanaugh fue
del tribunal podía defender que estuviera bien categórico al rechazar que la Corte nunca pue-
eu
resuelto y la doctrina de la obligatoriedad del da anular precedentes constitucionales inco-
precedente no puede convertirse en el arte de rrectos. Es más, todos los miembros actuales
ignorar lo que todo el mundo sabe que es co- de la Corte (él es el juez más novato del Tribu-
rrecto (“stare decisis isn›t supposed to be the art nal) en el pasado reciente han resuelto casos
of methodically ignoring what everyone knows en los que se dejó sin efecto precedentes cons-
to be true”).
R titucionales; y algunos de los casos más tra-
cendentes de la Corte a lo largo de su historia
Finalmente, a lo largo de la opinión, el juez implicaron dejar sin efecto precedentes consti-
Gorsuch mencionó que las leyes de Louisiana tucionales mal resueltos. Entre ellos, Obergefell
y Oregon estaban racialmente motivadas y su v. Hodges (64); Citizens United v. Federal Elec-
n
propósito era el de subyugar a los ciudadanos tion Commission (65); Lawrence v. Texas (66);
de raza negra. Ningún otro estado aceptaba ve- Planned Parenthood v. Casey (67); Batson v.
redictos no unánimes y los estados de Louisia-
so
West Virginia Bd. Of Ed. v. Barnette (77); United -El resultado del precedente y si aquel produ-
States v. Darby (78); Erie R. Co. v. Tompkins (79) jo consecuencias indeseadas.
y West Coast Hotel Co. v. Parrish (80). Esta enu-
meración de casos que dejaron sin efecto pre- -La seguridad jurídica de aquellos que confia-
cedentes anteriores demuestra que la doctrina ron y actuaron conforme al precedente.
del stare decisis no resulta intransigente, es falso
que la Corte nunca abandone viejos preceden- -La antigüedad del precedente.
rs
tes.
Tomando estos siete factores en considera-
También distinguió entre precedentes cons- ción el juez Kavanaugh concluyó, junto con el
titucionales y precedentes que interpretan las resto de los jueces que integraron la mayoría,
que Apodaca como precedente constitucional
te
leyes del Congreso y decisiones administrati-
vas tomadas por el Poder Ejecutivo y las agen- debía ser anulado pues ninguno de los factores
cias que de él dependen. Mientras que en el mencionados anteriormente aconsejaba pre-
caso de precedentes que interpretan leyes y servarlo y era un caso que en su momento había
sido muy mal resuelto (“In sum, Apodaca is egre-
eu
decisiones administrativas, la doctrina del sta-
re decisis recomienda no dejar sin efecto pre- giously wrong”).
cedentes que interpretan esas normas porque
un error interpretativo puede ser fácilmente co- IV.6. Voto del juez Thomas, concurrente solo
rregido por nuevas leyes del Congreso o nue- con el resultado
vas decisiones administrativas que dejen sin
El juez Clarence Thomas coincidió en el re-
R
efecto una decisión judicial equivocada. Pero
sultado, pero no coincidió con el razonamiento
tratándose de precedentes de la Corte que in-
utilizado por los otros miembros del Tribunal.
terpretan la Constitución, esa interpretación
constitucional es prácticamente imposible de Thomas, desde hace tiempo (81), sostiene que
revertir pues es extremadamente difícil enmen- la doctrina de la incorporación selectiva me-
n
dar la Constitución. Por ello la doctrina del sta- diante la cual la Corte incorpora contra los esta-
re decisis debe ser más flexible cuando se trata dos las garantías constitucionales mencionadas
de dejar sin efecto precedentes constitucionales en el bill of rights, a través de la Cláusula del De-
so
-La calidad del razonamiento del precedente. cho al debido proceso protege a los ciudadanos
de ser privados de su vida, libertad o propiedad
-La consistencia entre el precedente que se sin que se siga un proceso legal de acuerdo con
quiere anular y el resto del ordenamiento jurí- reglas legales claras y previamente establecidas.
dico. Ello difiere sustancialmente de reconocer “nue-
vos derechos”(82) que es lo que se proponen
-Cambios en el Derecho desde la decisión del
Th
precedente que se quiere anular. (81) McDonald v. Chicago, 561 U.S. 742, 813 (2010),
voto concurrente del juez Thomas.
-Cambios en los hechos y su valoración por
parte de la sociedad desde la decisión del viejo (82) Como por ejemplo de nuevos derechos no enu-
merados en el Bill of Rights: el derecho a la no interfe-
precedente. rencia estatal en los contratos celebrados entre privados,
Lochner v. New York, 198 U.S. 45 (1905); el derecho a la
(77) 319 U.S. 624 (1943). privacidad en las relaciones sexuales, Griswold v. Con-
necticut, 381 U.S. 479 (1965); y el derecho al aborto, Roe
(78) 312 U.S. 100 (1941). v. Wade, 410 U.S. 113 (1973), entre otros. Todos ellos de-
(79) 304 U.S. 64 (1938). cididos por la Corte Suprema estadounidense a partir del
concepto del debido proceso sustantivo de la Cláusula
(80) 300 U.S. 379 (1937). del Debido Proceso de la Enmienda XIV.
quienes defienden la potestad de los jueces de los estados, pero que no lograba convertirse en
proteger derechos no enumerados a través del una anomalía incompatible con una concep-
concepto de “debido proceso sustantivo”. ción de libertad ordenada ni producía resulta-
dos constitucionalmente escandalosos. Otros
Propone incorporar contra los estados las ga- países (Inglaterra, principalmente) abandona-
rantías del bill of rights utilizando la cláusula ron el requisito de unanimidad en los veredic-
que originalmente fue pensada para incorporar tos condenatorios y ello no permite tildarlos de
rs
las protecciones del bill of rights contra los es- racistas, como la mayoría acusó a los Estados de
tados: la Cláusula sobre Inmunidades y Privile- Oregon y Louisiana.
gios de la Enmienda XIV, ignorada por la Corte
desde que se resolvieron los “Slaughter-House La disidencia también cuestionó que la mayo-
te
Cases” en 1873. ría atacara al juez Lewis Powell y se mostró en
desacuerdo con el ataque ad hominem contra
Thomas no se siente constreñido por decisio- un ex miembro del Tribunal.
nes constitucionales pasadas que él cree que
fueron arbitrariamente decididas y no está dis- Apodaca era un precedente válido y debía ser
eu
puesto a aplicar un precedente que se encuentre respetado como tal.
en contradicción con una lectura que él consi-
dere razonable de la Constitución. Para el Justi- V. Posibles implicancias de Ramos c. Lousia-
ce Thomas los “Slaughter-House Cases” fueron na hacia el futuro y para el derecho argentino
mal decididos y, en su momento, la Corte hizo
R
una interpretación arbitraria e irrazonable de la En el plano del derecho constitucional esta-
dounidense las razones que la Corte adoptó en
Cláusula sobre Inmunidades y Privilegios. No
está dispuesto a seguir decisiones que él con- Ramos, principalmente rechazando la teoría
sidera arbitrarias, por más antiguas que sean, y de incorporación dual mantenida en Apodaca
así lo hace saber cada vez que puede en sus vo- por el voto del juez Powell, implicará que en un
n
tos concurrentes que no son apoyados por sus futuro no muy lejano la Corte decida dejar sin
pares. efecto otro precedente constitucional: Williams
v. Florida (1970).
so
respecto.
si es aplicado contra los estados a través de la
IV.7. Disidencia del juez Alito, al que se le unie- Enmienda XIV. Por lo que los jurados de menos
ron el presidente de la Corte Roberts y la juez de 12 ciudadanos en causas criminales, por de-
Kagan litos cuya pena supere los seis meses de prisión,
tienen los días contados.
Los jueces que integraron la disidencia (es
raro encontrar a Samuel Alito y Elena Kagan vo- De este modo, en materia criminal el único
Th
tando juntos en causas donde la Corte vota di- derecho del bill of rights no incorporado será el
vidida) acusaron a la mayoría de bajar la vara derecho a ser acusado por indictment expedido
para anular precedentes constitucionales de la por el Gran Jurado (Quinta Enmienda). Este de-
Corte. De acuerdo con su postura, Apodaca era recho nunca fue incorporado contra los estados
un precedente constitucional que funcionaba y la Corte Suprema en un viejo precedente que
y no se encontraba justificado dejarlo de lado todavía sobrevive, Hurtado v. California(83), ha
pues este no había producido resultados clara- dicho que no está dispuesta a exigirle a los esta-
mente equivocados ni consecuencias incom- dos incorporar a sus procesos el instituto (poco
patibles con una noción razonable de justicia. útil) del Gran Jurado. No creo que la Corte en un
Apodaca era una excepción a la regla de incor-
poración de derechos constitucionales contra (83) 110 U.S. 516 (1884).
futuro cercano —o lejano— busque anular ese naturalización (...), y las que requiera el estable-
precedente. Resultaría un cambio abrupto para cimiento del juicio por jurados” (art. 75, inc. 12,
el sistema procesal penal de los estados como destacado propio).
California que no utilizan al Gran Jurado (84).
“Todos los juicios criminales ordinarios, que
V.1. ¿Cómo la decisión en Ramos puede tener no se deriven del derecho de acusación concedi-
alguna implicancia para el derecho argentino? do a la Cámara de Diputados se terminarán por
rs
jurados, luego que se establezca en la República
IV.a. La Constitución Nacional, desde su tex- esta institución. La actuación de estos juicios se
to originario de 1853/60, previó no una, ni dos, hará en la misma provincia donde se hubiere co-
sino tres veces que los juicios criminales se tra- metido el delito...” (art. 118, destacado propio).
te
mitarán por jurados.
Por distintas circunstancias históricas y de fal-
El derecho al juicio por jurados fue dispuesto ta de apego a las normas nunca hemos cumpli-
en la primera parte de la Constitución, titulada do con este importante mandato constitucional.
“declaraciones, derechos y garantías” de los ciu- Pero lo que es seguro es que quienes redactaron
eu
dadanos (artículo 24); y reiterado en dos opor- y sancionaron la Constitución evidentemen-
tunidades más en la segunda parte, dedicada a te pensaron que ese derecho —mencionado
organizar las competencias y atribuciones de las tres veces— debía significar algo [como seña-
distintas ramas del gobierno federal. El deber de ló el juez Gorsuch en la opinión de la Corte en
establecer el juicio por jurados es mencionado Ramos (85)].
en el art. 75 como una de las atribuciones del
R
Congreso y repetido en el artículo 118, en el ca- Los constituyentes argentinos tuvieron en
pítulo referido a las atribuciones del Poder Ju- cuenta el modelo de enjuiciamiento por jura-
dicial. La inclusión del derecho al juicio por dos previsto en la Constitución de los Estados
jurados por parte de los constituyentes no pudo Unidos que, como vimos está previsto dos veces
en esa Constitución. Nosotros lo mencionamos
n
haber sido más claro. En tres oportunidades dis-
tintas se dijo que el método de celebración de una vez más que los norteamericanos. A lo lar-
los juicios debía ser por jurados. go de las jornadas en las que se reunió la Con-
so
blecimiento del juicio por jurados.” (art. 24, por ejemplo, copiaron la estructura de la Cons-
destacado propio). titución, dividida en tres ramas del gobierno con
poderes limitados y acotados. Y nuestra Sección
“Corresponde al Congreso: (...) Dictar los Có- Tercera de la Constitución, dedicada a consti-
digos Civil, Comercial, Penal, de Minería, y del tuir el Poder Judicial federal, es una copia del
Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unifica- art. III del texto norteamericano.
dos o separados, sin que tales códigos alteren
Th
(84) Tampoco creo que en el futuro inmediato la Corte (85) En Ramos uno de los argumentos del juez Gor-
incorpore contra los estados el derecho al juicio por ju- such es que el derecho al juicio por jurados aparece dos
rados en materia civil, previsto en la Enmienda VII de la veces mencionado en la Constitución norteamericana.
Constitución. Respecto del derecho mencionado en la En la Constitución Nacional aparece tres veces. No se me
Enmienda III, es poco probable que un caso así llegue ocurre otra manera más clara de enfatizar que ese dere-
alguna vez a la Corte Suprema. cho era importante para los constituyentes argentinos.
rs
inocencia del acusado. Claramente, señala ticipación comunitaria en la determinación de
Gorsuch, ese engendro no es el jurado que los la culpabilidad o inocencia de un acusado” (87)
constituyentes quisieron proteger. [Duncan v. Louisiana (88)].
te
En nuestro caso, el ejemplo utilizado por el El jurado tenido en cuenta por nuestros cons-
juez Gorsuch es enteramente aplicable. El Con- tituyentes es el jurado del modelo norteame-
greso no puede regular de cualquier modo la ga- ricano. Compuesto por 12 ciudadanos legos,
rantía del juicio por jurados. Un jurado solitario quienes escuchan primero a la acusación y lue-
eu
que se siente a aprobar con un sello de goma go al imputado (si es que este elige declarar o
las condenas o absoluciones que decidan jue- presentar testigos), que pueden condenar al
ces profesionales no resulta constitucionalmen- acusado únicamente luego de alcanzar una de-
te aceptable. Tampoco lo sería, por ejemplo, un cisión unánime y luego de que la fiscalía pruebe
jurado compuesto por jurados escabinos (86), su culpabilidad más allá de toda duda razona-
como existe en algunos países europeos. Ese fue ble (89). Son jurados que deliberan en forma
no fue el modelo que quisieron seguir nuestros
R secreta, sin la participación de terceros, quie-
padres fundadores. nes se expiden por la culpabilidad o inocencia
del acusado, recibiendo únicamente del juez las
Como alguna vez dijo el Justice Hugo Black instrucciones jurídicas respecto de qué es lo que
escribiendo para la Corte norteamericana: “El dice la ley, pero a asumiendo la responsabilidad
n
derecho al juicio por jurados es concedido a
los acusados con el propósito de prevenir la (87) “A right to jury trial is granted to criminal defen-
opresión por parte del gobierno. Aquellos que
so
de aplicar esas reglas jurídicas a los hechos que -Contratar a un abogado para que ejerza su
tienen frente a sí. defensa.
El acusado en juicio, a su vez, tiene derechos -No ser obligado a declarar contra sí mismo.
constitucionales que deben ser respetados. En-
tre ellos: -Confrontar a testigos de cargo y poder hacer-
les un contra-examen durante el juicio.
rs
-Que se presuma su inocencia hasta no ser
encontrado culpable por un veredicto unánime
expedido por un jurado imparcial compuesto -Contar con un procedimiento eficaz para ob-
por sus pares. tener la comparecencia de testigos.
te
-A ser juzgado dentro de un plazo razonable Ramos es un lindo punto de partida para que,
y expedito. en Argentina, de una vez por todas, empecemos
a discutir cómo implementar el importante de-
-Ser informado del delito por el que se lo
eu
acusa. recho constitucional al juicio por jurados. Ha-
berlo mencionado tres veces en el texto de la
-Poder defenderse en juicio. Constitución no fue hasta ahora suficiente.
R
n
so
om
Th
rs
Análisis de los fallos “Ramos” (EE.UU., 2020)
te
y “Canales” (Argentina, 2019)
Jesica Y. Sircovich (*)
eu
Catalina Pastoriza (**)
Sumario: I. Objeto y alcance del presente trabajo.— II. Relevan-
R
cia de “Ramos” para la Argentina.— III. El caso "Ramos".— IV. Fallo
“Canales”, CS.— V. La razón del antagonismo entre la SCOTUS y la CS.—
VI. Reflexiones finales.
I. Objeto y alcance del presente trabajo adelante, Canales). La Corte argentina determi-
n
nó que no existe un mandato constitucional que
El 20 de abril de 2020 la Suprema Corte de Es- imponga un número determinado de votos para
tados Unidos (en adelante, SCOTUS) resolvió afirmar la culpabilidad de un imputado por par-
so
el caso “Evangelista Ramos vs. Louisana” (en te del jurado. En consecuencia, concluyó que
adelante, Ramos). La mayoría de la Corte resol- las leyes de la provincia de Neuquén que permi-
vió que la Enmienda VI de la Constitución es- ten condenas con jurados no unánimes resultan
tadounidense exige un veredicto unánime de constitucionales.
condena en los casos de delitos graves. En con-
Las constituciones de Estados Unidos y de Ar-
om
“El juicio de todos los delitos, excepto en los ca- Las cláusulas de nuestra Constitución relati-
sos de juicio político, se hará por jurados (...)”. vas al juicio por jurado no son una excepción. El
La Enmienda VI prevé un catálogo de garantías art. 24 que manda al Poder Legislativo a estable-
procesales penales y, entre ellas, establece que cer el juicio por jurados, junto con los anteriores
“en todos los juicios penales el acusado gozará art. 67, inc. 11 (actual art. 75, inc. 12) y art. 102
del derecho a un juicio rápido y público, con un (actual 118), se inspiraron en el art. III, sección
jurado imparcial del Estado y el distrito donde 2, inc. 3º y en la Enmienda VI de la Constitución
rs
se haya cometido el delito (...)”. Pese a esta simi- de los Estados Unidos (2).
litud, las supremas cortes de ambos países lle-
garon a conclusiones antagónicas. A su vez, además, de la inspiración de nues-
tros constituyentes nacionales para el texto
te
El presente trabajo estará destinado a brindar constitucional, la CS, desde sus comienzos, ha
una explicación a dicho antagonismo, justifi- recurrido a la jurisprudencia de la SCOTUS a los
cando la adopción de cada una de esas postu- fines de interpretar la Constitución Nacional en
ras en sus respectivos contextos. Adelantamos diversas oportunidades.
eu
aquella está constituida por la distinta jerarqui- Cómo puede observarse fácilmente de la
zación de los métodos de interpretación de la transcripción de las cláusulas constituciones so-
ley que utilizan ambas supremas cortes. bre juicio por jurados realizadas en el apartado
anterior, ni la Enmienda VI, ni los artículos cita-
En primer lugar, explicaremos por qué pue-
dos de la Constitución argentina, ofrecen defi-
R
de resultar relevante, para el derecho penal ar-
gentino, comparar la decisión de la SCOTUS en
niciones sobre cómo han de ser adoptados los
veredictos del juicio por jurados; esto es, no in-
“Ramos” y la de la CS en “Canales”. En segun- dican si debe exigirse alguna mayoría especial o
do lugar, brindaremos una síntesis del fallo Ra- unanimidad. En ambos casos, son los tribunales
mos. Nuestro análisis estará, principalmente, de justicia, y en última y definitiva instancia, las
n
concentrado en un aspecto puntual (y central) Cortes Supremas en su rol de intérpretes fina-
del fallo de la SCOTUS: el método de interpre- les y guardianas de la Constitución quienes de-
tación adoptado para definir el contenido de la ben dotar de contenido concreto a las cláusulas
so
Enmienda VI de la Constitución de Estados Uni- constitucionales (3). Si las leyes estatales nor-
dos. En tercer lugar, realizaremos una reseña del teamericanas o provinciales argentinas que no
Fallo Canales y, al igual que en el caso Ramos, exigen unanimidad resultan inconstitucionales
concentraremos nuestra atención en identificar o, sí, por el contrario, la Constitución permite a
los métodos de interpretación que guiaron la las legislaturas locales un margen de libertad le-
om
decisión de la CS. En cuarto lugar, ahondaremos gislativo sin que se contraríe la manda constitu-
en la relevancia del método de interpretación de cional es una cuestión objeto de interpretación
la ley escogido y su incidencia en la conclusión constitucional.
a la que se arriba, lo que permite explicar que
dos tribunales distintos hayan llegado a con- III. El caso "Ramos"
clusiones disímiles partiendo de un texto cons-
En los tribunales federales y en todos los es-
titucional similar en lo sustancial. Por último,
Th
bro del jurado en favor de la absolución es su- El análisis del fallo Ramos giró alrededor de,
ficiente para descartar una condena. En otras al menos, tres cuestiones centrales: (i) cuál es el
palabras, la unanimidad en el jurado es un pre- contenido y exigencias del derecho al juicio por
supuesto necesario para arribar a un veredicto jurado previsto en la Enmienda VI; (ii) si ese de-
de culpabilidad en aquellas legislaciones. Por el recho resulta aplicable a todos los estados por
contrario, las leyes locales de Luisana y Oregon igual, de acuerdo con la Enmienda XIV; y (iii) si,
permiten veredictos no unánimes (4). a la luz de la doctrina del stare decisis (7), co-
rs
rrespondía abandonar el mencionado prece-
Evangelisto Ramos había sido acusado de un dente Apodaca. Algunos de los miembros de la
delito grave por el Estado de Luisana. En el jui- SCOTUS, como se verá, dieron especial impor-
cio, diez miembros del jurado consideraron que tancia a los orígenes asociados a la discrimina-
te
la evidencia era suficiente y dos miembros con- ción racial de las leyes de jurados de Luisana a la
hora de analizar su validez.
sideraron que el Estado de Luisana no había lo-
grado probar más allá de toda duda razonable la A continuación, haremos un breve resumen
responsabilidad del acusado, por lo que votaron de las opiniones de la corte. Con el fin de orde-
eu
en favor de la absolución. El resultado fue una nar y esquematizar con claridad la posición de
sentencia condenatoria a prisión perpetua sin los distintos votos, se intentará ordenar la rese-
posibilidad de libertad condicional. ña, siguiendo las tres preguntas cuestiones que
identificamos como centrales en el fallo.
A fin de entender el fallo Ramos, resulta im-
portante tener presente que la SCOTUS ya se
había pronunciado con anterioridad sobre la
R Al hacerlo, pondremos especial atención en
la primera cuestión señalada en el párrafo an-
constitucionalidad de las leyes sobre jurados no terior: cuál es el contenido del derecho consti-
unánimes de Louisana y Oregon en el año 1972 tucional un juicio por jurados y, en particular,
en los fallos “Apodaca c. Oregon”(5) (en adelan- cómo debe definirse. Para ello, ahondaremos
n
te, Apodaca) y “Johnson vs. Louisana”(6) (en en las herramientas de interpretación utiliza la
adelante, Johnson), respectivamente. En ambos SCOTUS para definir los alcances de la Enmien-
casos, la SCOTUS se había pronunciado en favor da VI. En consecuencia, la reseña del fallo esta-
so
to condenatorio del Sr. Ramos fue revocado. (8) Además de estas cuestiones determinantes, como
mencionamos, en la decisión se desarrollaron otras cues-
tiones del derecho estadounidense. Por ejemplo, en la
(4) Conforme surge del fallo “Ramos”, en 2018 Luisana decisión, también se tuvo en cuenta la doctrina del caso
reformó su Constitución e incluyó la exigencia de unani- “Teague” de la SCOTUS sobre la aplicación retroactiva
midad en el veredicto en los juicios por delitos cometidos (o no) de cambios jurisprudenciales sobre normas del
a partir del 1º de enero de 2019. Por su parte, según el proceso penal Otra doctrina analizada fue la de “Marks
voto del juez Alito, Oregon estaba por modificar su siste- vs. United States” vinculada a la obligatoriedad de los
ma y frenó la reforma a la expectativa del resultado de la precedentes. Asimismo, hubo discusión respecto a doc-
decisión de la SCOTUS. trina del “dual track incorporation”. A los lectores que se
(5) “Apodaca vs. Oregon”, 406 U. S. 404. encuentren interesados por estos temas, vale aclarar que
la reseña que realizamos no se concentró en aquellos as-
(6) “Johnson vs. Louisiana”, 406 U. S. 356. pectos.
adhirieron en su totalidad. Por su parte, Soto- cos escritos por reconocidas juristas posteriores
mayor y Kavanagh adhirieron a la solución y a la adopción de la Constitución confirman este
concurrieron, en parte, en los fundamentos. entendimiento. Sobre la base de estas conside-
Como veremos, estos dos jueces no coincidie- raciones, la SCOTUS entendió que, sin lugar a
ron con la negación de Apodaca como prece- duda, el sentido original del término “juicio im-
dente. El juez Thomas adhirió a la solución, pero parcial por jurados” incluía el derecho a vere-
no a los fundamentos. A partir del voto de Go- dictos condenatorios unánimes.
rs
rusch, Ginsburg, Breyer, Sotomayor, Kavanaugh
y Thomas se arribó a la mayoría necesaria para A su vez, la Corte destacó que la jurispruden-
la solución: la condena del Sr. Ramos fue revo- cia ha avalado ese sentido original del término.
cada sobre la base de la inconstitucionalidad del Durante 120 años, la SCOTUS ha establecido 13
te
veredicto no unánime. Hubo tres jueces que vo- veces que la Enmienda VI exige unanimidad. En
taron en disidencia, Alito, Roberts y Kagan, con síntesis, en palabras de la propia corte, se trata
voto del primero. de 400 años de jurisprudencia inglesa y esta-
dounidense en los que se exigió unanimidad.
III.1. Voto de la mayoría de la SCOTUS
eu
(Opinion of the Court) Con relación a la segunda pregunta, la mayo-
ría entendió que no hay dudas que los requisitos
Respecto a la primera pregunta planteada, de la Enmienda VI aplican a los juicios llevados
la mayoría de la SCOTUS reconoció que la En- a cabos en tribunales federales y locales en igual
mienda VI no brinda ninguna especificación medida.
R
sobre qué implica un “juicio con un jurado im-
parcial”. Sin embargo, los jueces sostuvieron Establecida estas cuestiones, la mayoría de la
que la promesa constitucional de un juicio por Corte debía contestar la tercera pregunta y justi-
jurado debía contener algún significado sobre ficar por qué no resultaba aplicable el preceden-
los requisitos de un juicio por jurado. No puede te Apodaca. Aquí es donde no hay coincidencias
n
tratarse de una garantía vacía. Y, en esa senda, en los fundamentos y debemos hacer alusión en
la SCOTUS indicó que, al momento en que se separado al voto del juez Gorusch, Sotomayor,
adoptó la Enmienda VI de la Constitución esta- Kavanaugh y Thomas.
so
tes históricos del requisito de unanimidad. En el análisis histórico de la Enmienda VI, tanto la
ese sentido, señaló que el requisito nació en el Corte Suprema como el Estado de Luisana coin-
siglo 14 en Inglaterra y que fue aceptado como cidieron en que el requisito de unanimidad era
un derecho protegido por el common law. Pos- un derecho en el common law previo a la Cons-
teriormente, ese mismo requisito apareció en titución. La no coincidencia comenzó a partir
las primeras constituciones y cortes de los jóve- de la redacción de la Constitución de Estados
nes estados americanos. La redacción de la En-
Th
Unidos.
mienda VI en 1971 se realizó justamente sobre
la base de aquellos antecedentes. Los miembros Luisana consideró que la historia de la re-
de la SCOTUS destacaron que, al momento en dacción de la Enmienda VI revela la intención
que se redactó la Constitución, los veredictos de los constituyentes de abandonar la exigen-
unánimes eran una exigencia hace ya 400 años. cia de veredicto unánime del common law. En
El razonamiento de la Corte entonces fue que, ese sentido, indicó que la propuesta original de
si el término “jurado imparcial” acarreaba algún Madison incluía expresamente el requisito de
significado, seguramente incluyó un requisito unanimidad. El texto propuesto fue aprobado
histórica y ampliamente aceptado como la una- por la Cámara de Representantes (con modifi-
nimidad. El voto de la mayoría continuó con el caciones leves en otros puntos). Posteriormen-
relato histórico y señaló que los tratados jurídi- te, el Senado eliminó la mención expresa a la
unanimidad. A partir de esta eliminación, el Es- En ese sentido, el juez Gorusch explicó que los
tado de Luisana propuso inferir la intención de cuatro jueces que defendieron la validez cons-
abandonar ese puntual aspecto de la tradición titucional del veredicto no unánime de Luisana
del common law. consideraron que la pregunta real que debía re-
solver la Corte en “Apodaca” era si el requisito
La SCOTUS rechazó esta interpretación. Por de unanimidad cumplía alguna “función” im-
su parte, consideró que este retazo de la histo- portante en la “sociedad contemporánea”. El
rs
ria de la redacción de la Enmienda VI bien po- análisis estuvo basado en un enfoque costos-
dría fundar la inferencia opuesta. La mayoría de beneficios y la conclusión en ese entonces fue
la SCOTUS consideró que es posible entender que, en la era moderna, los costos de la unani-
que el Senado eliminó el requisito de unanimi- midad eran mayores que sus beneficios, por lo
te
dad, junto con otros requisitos, porque resulta- que la Enmienda VI no debía interponerse en el
ban superfluos. La Corte indicó que hay poca camino de Luisana y Oregon.
evidencia que permita elucidar por qué el se-
nado hizo lo que hizo. Sin embargo, en lugar de En primer lugar, Gorusch consideró que el
análisis realizado en Apodaca fue incompleto y
eu
observar las palabras eliminadas, debían inter-
pretar el lenguaje que el Congreso retuvo y los poco riguroso. En ese sentido, señaló otros posi-
estados ratificaron. Y en ese sentido, la mayoría bles beneficios del veredicto unánime que no se
de la SCOTUS insistió: al momento de la adop- habrían tenido en cuenta. Sin embargo, la obje-
ción de la Enmienda VI el derecho a un juicio ción real de Gorusch no fue a la ligereza con la
por jurados significaba un juicio en el cual el ju- que se realizó el análisis, sino al método en sí.
rado emitía un veredicto unánime. La SCOTUS
R El problema fue que los cuatro jueces que con-
consideró que es un hecho indiscutible que al formaron el voto concurrente en Apodaca so-
momento en que se estableció la Enmienda VI metieron la antigua garantía de unanimidad a
el juicio por jurado incluía el derecho a un ve- su propio análisis consecuencialista. Cuando el
redicto unánime. La mayoría entendió que, en pueblo norteamericano decidió incluir ese de-
n
su rol de jueces, no les corresponde evaluar si el recho en la Constitución, no estaban sugiriendo
derecho a un veredicto unánime es suficiente- tópicos para futuros debates de costo-benefi-
mente importante para retener. Por el contrario, cios.
so
un precedente. Sintéticamente, lo que postula- bierno federal o un gobierno local (la doctrina
ron fue que el fallo se compuso de votos frac- del dual track incorporation) ya había sido re-
turados y que carece un razonamiento válido: chazada por la mayoría de la SCOTUS. El propio
cuatro jueces entendieron que la unanimidad Powell habría reconocido esta circunstancia, y,
era una exigencia constitucional y otros cuatro sin embargo, habría afirmado que no estaba dis-
negaron esa exigencia sobre la base de un aná- puesto a seguir los precedentes de la SCOTUS.
lisis costo-beneficio que resulta inválido. Y el Pese a estas cuestiones, el voto del juez Powell
noveno juez que votó en favor de la constitu- fue suficiente para revertir el veredicto conde-
cionalidad basó su voto en fundamentos que no natorio de Apodaca y asegurar un fallo en favor
tienen entidad suficiente para otorgarle valor de del estado de Luisana. Gorusch manifestó que
precedente al fallo. no resulta posible considerar que un único juez
que escribe para sí mismo pueda tener la auto- tas de interpretación distintas que la mayoría en
ridad de vincular a la Corte a proposiciones que este caso no es una razón suficiente para des-
ya había rechazado. cartar el precedente. Lo determinante es que
el precedente resulta irreconciliable con dos
Aún si se aceptase que Apodaca estableció un líneas jurisprudenciales fuertemente estable-
precedente, la doctrina de stare decisis no es ili- cidas antes y después del fallo: la Enmienda VI
mitada. En otras palabras, si bien los preceden- exige unanimidad y el rechazo a la idea de que
rs
tes de la Corte merecen un profundo respeto, el un mismo derecho puede significar dos cosas
stare decisis no constituye un “mandato inexo- distintas en función de si el derecho se invoca
rable”. Esto último, cobra aun mayor relevancia ante gobierno federal o local.
cuando se trata de la interpretación constitu-
te
cional porque resulta prácticamente imposible III.4. Voto concurrente del juez Kavanaugh
corregirla de otra forma que mediante la modi-
ficación de la doctrina judicial emanada de los Kavanaugh adhirió a la solución de la mayo-
fallos. ría, pero emitió su propio voto en cuanto que,
a su entender, “Apodaca” sí tenía fuerza de pre-
eu
III.3. Voto concurrente de la jueza Sotomayor cedente. En su voto brindó su visión particular
sobre cómo la doctrina de stare decisis se aplica
Esta jueza adhirió a la solución y a todos los al caso y por qué resultaba necesario abando-
fundamentos de la mayoría, excepto a la nega- nar aquel precedente. Kavanaugh enumeró los
ción de “Apodaca” como precedente. Sobre ese distintos factores del stare decisis identificados
cuestiones.
R
punto emitió su propio voto y ahondó en tres en los precedentes de la SCOTUS: la calidad del
razonamiento del precedente, la consistencia y
coherencia del precedente con decisiones an-
En primer lugar, afirmó que no solo resulta teriores y posteriores, los cambios legislativos y
permisible abandonar Apodaca, sino que resul- empíricos desde la decisión anterior, la viabili-
n
ta obligatorio. En este punto, indicó que la fuer- dad del precedente, la confianza en la seguridad
za del stare decisis se encuentra en su punto más jurídica de quienes confiaron en el presente y la
bajo cuando están en juego protecciones cons- edad del precedente. El juez sugirió estructurar
so
que los cambios jurisprudenciales que impac- el precedente afectaría de forma significativa las
tan en los procedimientos penales locales ge- expectativas legitimas de quienes confiaron en
neralmente acarrean esos costos y el hecho de el precedente? De esta forma, fundó el abando-
evitarlos no es una razón suficiente para no co- no de Apodaca sobre la base de las respuestas
rregir la jurisprudencia penal. En tercer lugar, a estas tres preguntas. No nos detendremos en
consideró que los sesgos raciales de los orígenes detalle en estas cuestiones porque escapan de
de las leyes de Luisana y Oregon tienen un peso la cuestión relativa a los métodos de interpreta-
Th
muy relevante y la historia se merece de la aten- ción que queremos analizar en el presente co-
ción de la Corte. mentario.
En particular, nos resulta interesante destacar Sin embargo, a los fines del análisis que
que Sotomayor, al argumentar sobre por qué re- pretendemos hacer —qué método adoptó la
sultaba mandatorio abandonar “Apodaca”, indi- SCOTUS para definir el contenido del derecho
có que la crítica no se circunscribía al enfoque constitucional a un juicio por jurados— sí resul-
costo-beneficio adoptado en aquel fallo. En ese ta importante hacer alusión a la respuesta a la
sentido, señaló que, a lo largo del tiempo, no primera de las preguntas en la estructuración
hay acuerdo sobre cuál es el mejor método de que propone Kavanaugh. Según la opinión de
interpretación constitucional. El hecho que los este juez, el precedente Apodaca resulta flagran-
jueces en “Apodaca” hayan utilizado herramien- temente erróneo. Para fundar este punto sostu-
vo que el sentido original y los precedentes de VI se encuentra dentro del marco de interpreta-
la SCOTUS establecen que la Enmienda VI exige ción permisible.
un jurado unánime y que la Enmienda XIV in-
corpora el juicio por jurado de la Enmienda VI En segundo lugar, explicó por qué, a su en-
en el derecho de los estados. Cuando la SCOTUS tender, no debe ser incorporado a los Estados
resolvió “Apodaca”, el fallo ya era un caso atípi- a través de la cláusula del debido proceso de la
co en la historia de la jurisprudencia de la Corte Enmienda XIV, sino por cláusula de privilegios e
rs
y eso se profundizó con el tiempo. Como expli- inmunidades.
ca la mayoría de la Corte, el sentido original de
la Sexta y Decimocuarta Enmienda demuestran III.6. Voto disidente: Alito, Roberts y Kagan
de forma clara que el holding de “Apodaca” es
te
Conforme la opinión disidente, la doctrina
flagrantemente erróneo.
del stare decisis no permitía abandonar el pre-
III.5. Voto concurrente (únicamente en la deci- cedente Apodaca y correspondía confirmar la
sión) de Thomas condena del Sr. Ramos. El voto de la disidencia
eu
fue liderado por el juez Alito y se dividió en tres
Adhiere a la decisión, pero no comparte nin- partes.
guno de los fundamentos del voto liderado
por Gorsuch. El voto de Thomas consta de dos En primer lugar, afirmó que, si bien los orí-
partes. genes de las leyes de Luisana y Oregon resultan
deplorables, aquello no incidía en la respuesta
R
En la primera, explicó que para responder a a la amplia pregunta constitucional que debían
la pregunta sobre si la Enmienda VI incluye la resolver. En ese sentido, indicó que la decisión
protección contra jurados no unánimes, no hay de la SCOTUS no se limitaba a ningún aspecto
necesidad de demostrar cual fue el sentido ori- particular de esos dos estados, sino que la ma-
ginal de la Enmienda VI. Lo relevante es que la yoría sostenía que la Enmienda VI exige unani-
n
interpretación anterior de la SCOTUS ha reco- midad en todos los juicios criminales estatales.
nocido a lo largo del tiempo que la Enmienda La historia sobre los orígenes racistas de las le-
exige unanimidad y dado que no hay razones yes tendría relevancia si no existiese ninguna
so
que demuestren que se trata de una interpreta- razón legítima para defender los veredictos no
ción errónea, la pregunta debe ser resuelta de unánimes, pero ese no es el caso. En esa direc-
acuerdo con esa interpretación. Este juez realizó ción, brindó ejemplos de ordenamientos jurídi-
un repaso de esas decisiones, se preguntó si de- cos y posiciones doctrinarias que defienden la
ben tener el efecto de la doctrina de stare decisis conveniencia de permitir los veredictos no uná-
om
y respondió afirmativamente. Thomas también nimes sin ningún tipo de apelación a razones de
realizó un relato histórico del requisito de la naturaleza discriminatoria.
unanimidad para demostrar que hay suficiente
evidencia de que, desde los inicios, la frase “jui- En segundo lugar, criticó la posición de la ma-
cio por jurados” de la Enmienda VI exigía una- yoría respecto a que “Apodaca” no tenía carácter
nimidad en los veredictos. El juez razonó que, de precedente; y, en la tercera parte de su voto,
dado que los precedentes no se encuentran por explicó por qué la doctrina del stare decisis obli-
Th
fuera del ámbito de interpretación permisible, gaba a los jueces a mantener Apodaca. Sobre
resultan aplicables. Por igual razón, descartó el esto último, criticó cada uno de los argumen-
argumento de Luisana sobre la eliminación del tos que postuló el voto de la mayoría para ata-
requisito de unanimidad en el Senado al mo- car a el razonamiento en Apodaca y ahondó en
mento de la elaboración de la Constitución, en los enormes costos a la seguridad jurídica que
tanto no logró demostrar que los precedentes de implicaba su abandono. En particular, este voto
la SCOTUS que exigen unanimidad son palma- consideró que el precedente de Apodaca ha pro-
riamente erróneos. Sobre la base de la evidencia vocado una enorme y razonable expectativa en
histórica, jurisprudencial, doctrinal y legislativa el precedente e hizo especial hincapié en los
resumida en su voto, concluyó que la interpre- costos y cargas en los tribunales y sistemas de
tación anterior de la garantía de la Enmienda justicia de Luisana y Oregon a partir del “tsuna-
mi” de litigación que afrontarían con el abando- nar a dos imputados sobre la base del voto de
no del precedente. 8 de 12 miembros del jurado. En lo que aquí
interesa, los recurrentes ante la CS efectuaron
A los efectos de nuestro comentario, vale la una serie de cuestionamientos constituciona-
pena detenernos en algunas de las considera- les al Código Procesal Penal de la provincia de
ciones de la disidencia sobre la forma en que Neuquén en el que se establece el procedimien-
la mayoría de la SCOTUS descalificó el razo- to de juicio por jurados que se aplicó en el caso,
rs
namiento en “Apodaca” porque involucran el que fueron rechazados por la CS en su totalidad.
aspecto de análisis que queremos traer en esta
ocasión (cuáles son los requisitos de la Enmien- Nos concentraremos en dos de esos planteos,
da VI y cuál es el método para determinarlo). cuyos tratamientos guardan alguna relación con
te
En primer lugar, remarcó la arbitrariedad del los métodos de interpretación de la ley. El pri-
voto mayoritario al sostener que en Apodaca mero, radicó en sostener que la provincia no
no se analizó el sentido histórico del juicio por tenía facultades para legislar sobre el estable-
jurado de la Enmienda VI, debido a que el juez cimiento del juicio por jurados, debido a que
White —quien encabezó el voto concurrente
eu
ello constituye una facultad federal. El segundo,
en aquel fallo— ya se había dedicado al senti- en que una norma que no requiera unanimidad
do original del término juicio por jurado de la en el veredicto de un jurado resulta violatoria
Enmienda VI en otro antecedente, “Williams vs. de los principios de inocencia e igualdad ante
Florida”. En esa oportunidad, luego de exami- la ley.
nar la historia de la Enmienda, White había con-
R
cluido que ella no había incorporado todas las En primer lugar, la CS determinó “que dentro
características del derecho del common law. La del diseño federal consagrado en la Constitu-
disidencia arguyó que la crítica al enfoque cos- ción Nacional el establecimiento del juicio por
to-beneficio por parte de algunos de los jueces jurados resulta ser una facultad reservada a las
de la mayoría esquivaba el complicado proble- provincias y no una competencia exclusiva del
n
ma que había llevado a los jueces en “Apodaca” Congreso Nacional, como pretendían los recu-
a analizar el objetivo del juicio por jurados. Para rrentes. Para decidir esta cuestión, la CS aten-
brindar una respuesta a esta pregunta, en “Apo- dió, por un lado, a los arts. 24, 75, inc. 12 y 118
so
daca”, el juez White analizó el objetivo de los jui- sobre el juicio por jurados, y, por el otro, a los
cios por jurados: un jurado de pares que proteja arts. 5º, 121, 122, 123 y 126 que establecen el
al acusado de la opresión de un fiscal corrup-
diseño federal de nuestro país y, en particular,
to o de un juez imparcial. La mayoría rechaza
dejan en manos de las provincias la facultad de
este enfoque “consecuencialista” pero no brin-
organizar su administración de justicia.
om
“9) Que, en efecto, la naturaleza del planteo cionamiento en el ámbito federal. La provincia
(...) tiene que ser abordada a partir de dos pre- de Neuquén, al dictar la ley que prevé el juicio
misas básicas de interpretación constitucional: por jurados en los juicios provinciales, lo hizo en
ejercicio de sus facultades reservadas de juris-
“La primera, que “la Constitución, en su con- dicción, no delegadas a la Nación.
tenido de instrumento de gobierno, debe ana-
lizarse en conjunto armónico dentro de la Por otro lado, en el consid. 17 del fallo, la ma-
rs
cual cada parte ha de interpretarse a la luz de yoría de la CS resolvió la cuestión relativa al ve-
las disposiciones de todas las demás (CS, Fa- redicto no unánime, al sostener: “En primer
llos: 167:121; 236:100), pues sus normas, como lugar, corresponde señalar que no existe man-
las de toda ley, deben ser interpretadas de for- dato constitucional que imponga en nuestro país
te
ma coherente, de manera que armonicen entre un número determinado de votos para afirmar
ellas” (Fallos 328:1652 y sus citas, voto del juez la culpabilidad o la inocencia de un imputado
Maqueda). por parte del jurado; a diferencia de la exigencia
de dos terceros de votos que sí estableció para el
“La segunda, recordando que este Tribunal,
eu
veredicto de la culpabilidad en el marco del pro-
desde sus primeros pronunciamientos, jamás cedimiento de juicio político (art. 59) (...).
ha descuidado la esencial autonomía y digni-
dad de las entidades políticas por cuya volun- “Por lo demás, si el juicio por jurados expresa
tad y elección se reunieron los constituyentes —en esencia— el derecho a juzgar en cabeza del
argentinos (...). pueblo, por considerarlo el sujeto jurídico más
R
“10) Que la observancia de estos postulados
apto para ponderar la criminalidad de las accio-
nes u omisiones del prójimo, y si —a su vez—
básicos de interpretación constitucional obliga se considera al veredicto como una conclusión
a reconocer, en primer término, que la Constitu- que se asume luego de transitar un proceso de-
ción Nacional manda al Congreso Nacional pro- liberativo forjado por una pluralidad de opinio-
n
mover el establecimiento de juicio por jurados nes que expresan apreciaciones en las que se
(art. 24) y también le atribuye competencia para congregan la multiplicidad de género, edades,
legislar en materia penal —con la reserva de ju- oficios, experiencias de vida, etc., no luce irra-
so
risdicción provincial— y para dictar las leyes zonable requerir una mayoría especial de dos
que requiere el establecimiento del juicio por terceras partes de sus miembros para generar
jurados (art. 75, inc. 12) y que, al mismo tiempo, la decisión, tal como lo prevé la legislación neu-
establece el juicio por jurados como una forma quina aplicada al presente caso “.
de enjuiciamiento de los casos que son compe-
om
tencia del Poder Judicial de la Nación (art. 118)” “Aunado a ello, a diferencia de lo que se sos-
(el destacado nos pertenece). tiene en la apelación, no puede colegirse que
comprometa la presunción constitucional de
A continuación, la CS recordó que la reserva inocencia por la mera existencia de votos disi-
de jurisdicción provincial fue introducida en la dentes del jurado que adoptó, por mayoría, el
Convención de 1860 con el deliberado propósi- apelado veredicto de culpabilidad. La voluntad
to de impedir que las provincias carecieran de popular puede expresarse mediante una deci-
Th
jurisdicción sobre las materias a las que hacía sión mayoritaria constitucionalmente válida,
referencia los antiguos arts. 67, inc. 11 y 100 (ac- como la del caso en estudio que se encontraba
tuales arts. 75, inc. 1º y 116). conformada por las dos terceras partes del total,
y respetuosa de las exigencias impuestas por el
La CS concluyó, a partir de una interpretación legislador. Ello no conculca nuestra Constitu-
conjunta de los tres artículos referidos al juicio ción Nacional, sino que —por el contrario— la
por jurados, que la Constitución Nacional con- observa (...).
cibió al juicio por jurados como una institución
sustancial para el juzgamiento de los delitos “Finalmente, en cuarto lugar, corresponde
que corresponde conocer al Poder Judicial de afirmar que la existencia de opiniones doctri-
la Nación y le otorgó competencia al Congreso narias discrepantes que argumenten la conve-
Federal en lo relativo a su conformación y fun- niencia legislativa de adoptar otras opciones
procesales distintas a la de la mayoría que exige de la norma. Se trata de un “filtro” a sus resulta-
la ley cuestionada (como —p. ej. la unanimidad dos interpretativos (9).
del jurado para los veredictos de culpabilidad),
de ninguna manera alcanza para fundar la in- En síntesis, en el fallo “Canales” la CS adop-
constitucionalidad de las disposiciones en aná- tó, principalmente, los métodos de interpreta-
lisis” (el destacado nos pertenece). ción gramatical y sistemático. A su vez, realizó
una mención, al pasar, sobre la intención de los
rs
Los parágrafos transcriptos nos permiten constituyentes en 1860 pero no fundó su deci-
analizar las herramientas de interpretación sión sobre esa cuestión, sino que funcionó más
constitucional adoptadas por la CS en el pre- bien como apoyo ulterior a una posición ya to-
sente fallo. Al determinar que el establecimien- mada sobre la base de los otros dos métodos de
te
to de juicio por jurados en la provincia resulta interpretación. A su vez, luego de arribar un de-
ser una facultad reservada de las provincias, los terminado producto interpretativo sobre la base
jueces hicieron expresa mención al método de de los dos métodos de interpretación mencio-
interpretación gramatical y de interpretación nados, hizo uso de la regla de corrección basada
eu
sistemática. A su vez, en un momento hicieron en una interpretación razonable.
alusión a la intención de los constituyentes de
1860 al introducir la reserva de jurisdicción pro- V. La razón del antagonismo entre la
vincial. Sin embargo, esta mención no aparece SCOTUS y la CS
ser el fundamento principal de su conclusión,
sino un argumento adicional. Lo determinante Al comienzo de este trabajo, nos propusimos
R
fue la letra de las cláusulas constitucionales en desentrañar la razón de la existencia de dos pos-
juego, así como los análisis conjuntos de las tres turas tan diferentes sobre cláusulas constitucio-
disposiciones sobre juicio por jurados y las del nales similares. Nuestra intuición es la siguiente:
diseño federal. la diferencia en las soluciones radica, en gran
medida, en los métodos de interpretación adop-
n
Al tratar el agravio relativo a la exigencia o no tados por uno y otro tribunal. En particular, que-
de unanimidad, la CS no especificó cuál era el remos resaltar que existe una jerarquía implícita
método de interpretación que estaba utilizan- entre los distintos métodos de interpretación
so
do. Sin embargo, creemos que la CS adoptó las que es decididamente distinta entre la SCOTUS
mismas pautas de interpretación que ya había (cuyo primer lugar ocupa el método originalis-
señalado al resolver sobre el reparto de compe- ta) y la CS (el originalismo no ocupa, ni ha ocu-
tencias nacionales y provinciales sobre juicio pado, el primer lugar) (10).
por jurados. En primer lugar, hay buenas razo-
om
nes para sostener que utilizó el método grama- Si analizamos el fallo de la SCOTUS en Ramos,
tical: si no surge de la letra de ninguna de las advertimos que el método de interpretación ori-
tres cláusulas constituciones sobre juicio por ginalista es aquel elegido no solo por el voto ma-
jurados alusión alguna a la unanimidad no hay yoritario, sino también por el concurrente (con
porque interpretar que es un requisito. A su vez,
también adoptó una interpretación sistemática, (9) SAGÜÉS, Néstor, “Interpretación constitucional y
alquimia constitucional (el arsenal argumentativo de los
al comparar esas cláusulas con otras que sí de-
Th
rs
voto mayoritario, la concurrencia y la disiden- de ser interpretada solitariamente, desconec-
cia, no consiste entonces en la priorización del tándolas del todo que compone, sino que cabe
método de interpretación originalista (sobre entenderlas integrando las normas dentro de la
ello no hay discordancia), sino sobre la doctrina unidad sistemática de la Constitución, compa-
te
del stare decisis. rándolas, coordinándolas y armonizándolas de
tal forma que haya congruencia y relación en-
En cambio, la CS no adopta el método de in- tre ella. En ese contexto, cada precepto recibe y
terpretación originalista en Canales (si bien no confiere su inteligencia de y para todos los de-
eu
adopta un único método de interpretación, es más” (Fallos 320:875) (13).
claro que no se rige por uno originalista). Estos son únicamente ejemplos de una diver-
sidad de métodos de interpretación que adoptó
En distintos precedentes, nuestra CS ha ad-
la CS a lo largo del tiempo.
mitido que la Constitución permite ser inter-
pretada de distintas maneras, y escogido para
ello diferentes métodos de interpretación (11).
R Resulta importante detenernos, puntualmen-
te, en el lugar que ocupa el originalismo en la
Por ejemplo, en reiteradas ocasiones, utilizó la jurisprudencia de la CS. La Corte ha recurri-
interpretación gramatical, la cual ordena que do en ocasiones a este método. P. ej., en el caso
cuando la letra de la ley no exige esfuerzo de “Rizzo” (14), la CS sostuvo que: “[L]a voluntad
n
interpretación debe ser aplicada directamen- originaria expresada en la Asamblea Consti-
te con prescindencia de otras consideraciones. tuyente compone otra pauta de interpretación
A su vez, dentro de la misma interpretación li- esencial (conf. arg. Fallos, 100:337; 220:689;
so
teral, hay una variante en la jurisprudencia que 333:633)”. En primer lugar, nótese el empleo
ha defendido una interpretación literal “popu- de la palabra “otra”. Se trata de una herramien-
lar” y otra variante una “especializada”. En otras ta posible y válida, pero no la única. En segun-
ocasiones, ha defendido una interpretación vo- do lugar, y aquí yace la importancia de lo que
luntarista basada en la voluntad del legislador queremos demostrar: en otras ocasiones, la CS
om
RELLA, Roberto, “De la alquimia interpretativa al mal- manifestó: “El control judicial de constituciona-
trato constitucional. La interpretación del Derecho en lidad no puede desatenderse de las transforma-
manos de la Corte Suprema argentina”; Thomson Reuters ciones históricas y sociales. La realidad viviente
online 003/013150. Sin embargo, y sin que esto implique
desconocer los potenciales problemas señalados en ese
sentido, en esta ocasión, simplemente tomaremos como sidad de métodos de interpretación empleados por la CS
un punto descriptivo de la realidad de la jurisprudencia a lo largo del tiempo.
argentina y como ese dato de la realidad jurisprudencial (13) SAGÜÉS, ibid.
puede brindar una (probablemente no la única) expli-
cación respecto a la diferencia en las posiciones de los (14) Fallo 334:760, citado en GULLCO, Hernán, “Los
tribunales constitucionales estadounidense y argentino. derechos en la Constitución Nacional. Casos y métodos”,
Ed. Ad Hoc, 2019, 1ª ed., p. 19.
(12) SAGÜÉS, ob. cit. En este trabajo el autor realiza
una compilación de fallos en la que da cuenta de la diver- (15) Fallos 308:2268.
de cada época perfecciona el espíritu de las Sobre la base de esta línea jurisprudencial de
instituciones de cada país, o descubre nuevos la CS (de la cual los fallos citados son solo ejem-
aspectos no contemplados antes, sin que pue- plos) creemos posible concluir que nuestra Cor-
da oponérsele el concepto medio de una épo- te Suprema, a diferencia de la estadounidense,
ca en la que la sociedad actuaba de distinta no suele elegir el método de interpretación ori-
manera (Fallos, 211:162). Esta regla de herme- ginalista a la hora de llenar de contenido a las
néutica no implica destruir las bases del orden cláusulas constitucionales, sino que tiene predi-
rs
interno preestablecido, sin defender la Consti- lección por métodos más dinámicos.
tución Nacional en el plano superior desde su
perdurabilidad y la de la Nación misma para Antes de concluir, cabe destacar otro factor
cuyo gobierno pacífico ha sido instituida (fallo que no resulta posible pasar por alto al tratar
te
citado), puesto que su interpretación autentica de dar cuenta de las razones de las posturas an-
no puede olvidar los antecedentes que hicieron tagónicas de la SCOTUS y la CS: la incorpora-
de ella una creación viva, impregnada de reali- ción de los tratados de derechos humanos, en
dad argentina a fin de que dentro de su elasti- particular de la Convención Americana de De-
rechos Humanos, a nuestra Constitución. La
eu
cidad y generalidad siga siendo el instrumento
de la ordenación política y moral de la Nación jurisprudencia de la Corte Interamericana de
(Fallos: 178:9)”. Derechos Humanos se ha convertido en una
nueva pauta de interpretación para la CS. En tal
En la misma línea, nuestro máximo tribunal sentido, la CS ha reconocido que “a los efectos
afirmó en el también famoso caso “Kot” que “las de resguardar las obligaciones asumidas por el
R
leyes no pueden ser interpretadas solo históri-
camente, sin consideración a las nuevas condi-
Estado argentino en el sistema interamericano
de protección de los derechos humanos, la ju-
ciones y necesidades de la comunidad porque risprudencia de la Corte Interamericana es una
toda ley, por naturaleza, tiene una visión de fu- insoslayable pauta de interpretación para los
turo y esta predestinada a recoger y regir hechos poderes constituidos argentinos en el ámbito
n
posteriores a su sanción (...) Con mayor funda- de su competencia, y que dicho tribunal inter-
mento, la Constitución, que es la ley de las leyes nacional ha considerado que el Poder Judicial
y se halla en el cimiento de todo el orden jurídi- debe ejercer una especie de ‘control de con-
so
co positivo tiene la virtualidad necesaria de po- vencionalidad’ entre las normas jurídicas in-
der gobernar las relaciones jurídicas nacidas en ternas que aplican en los casos concretos y la
circunstancias sociales diferentes a las que exis- Convención Americana sobre Derechos Hu-
tían en tiempos de su sanción” (Fallos 241:291). manos, tarea en la que debe tener en cuenta no
solamente el tratado sino también la interpre-
En otra ocasión, la Corte señaló que: “Si se
om
(Fallos 313:1513) (16). Resulta importante des- gen anglosajón importado a nuestro país por
tacar otro fallo en el que la CS afirmó: “[E]sta la influencia del constitucionalismo norteame-
Corte tiene decidido que no es acertada una in- ricano, no realizó referencia alguna ni a la Cons-
terpretación estática de la Constitución Nacio- titución, ni a la jurisprudencia de la SCOTUS
nal. Porque ello dificulta la ordenada marcha sobre el tema. Por el contrario, sí citó el recien-
y el adecuado progreso de la comunidad na- te caso de la Corte Interamericana de Dere-
cional que debe acompañar y promover la Ley chos Humanos sobre juicio por jurados (“Caso
Fundamental —Fallos 256:588 y otros—” (Fallos V. R. P, V. P.C y otros vs. Nicaragua”, sentencia
264:416). del 8 de marzo de 2018). Esta observación pa-
(16) Fallo citado en SAGÜÉS, ob. cit. (17) Fallo citado en GULLCO, ob. cit., p. 40.
rece corroborar que la incorporación de los tra- Ello nos alerta sobre la importancia no solo
tados de derechos humanos a la Constitución de la técnica en los métodos de interpretación,
Nacional le ha quitado cierta importancia a sino también del rol del juez. Un mismo texto,
la jurisprudencia estadounidense en nuestro interpretado por jueces diferentes, puede lle-
ordenamiento (18).
gar a distintos resultados. No obstante, el anta-
VI. Reflexiones finales gonismo que se crea como consecuencia de la
rs
intervención de distintos jueces puede no ser
Las constituciones nacionales de Argentina y arbitrario.
de Estados Unidos contienen cláusulas simila-
res acerca del juicio por jurados. Mientras que Puede ser que la predilección de la SCOTUS
la Corte Suprema de Estados Unidos, median-
te
por el método de interpretación originalista-
te la utilización del método de interpretación
histórico, se relacione con su tradición de ape-
originalista-histórico, consideró que la consti-
tución de ese país exige la unanimidad en los go al stare decisis, al precedente, al pasado. En
veredictos de culpabilidad de los jurados (Fallo cambio, la predilección de la CS por métodos de
eu
“Ramos”); la Corte Suprema de Argentina, me- interpretación dinámicos pareciera vincularse
diante la utilización de métodos de interpreta- con la “constitución viva” y la modificación de
ción dinámicos (sistemático y gramatical), llegó las normas de acuerdo con los cambios de la so-
a la conclusión contraria: que nuestra constitu- ciedad.
ción no exige la unanimidad en los veredictos
R
de culpabilidad de los jurados (Fallo “Canales”). En definitiva, creemos que las diferencias en
la jerarquización implícita de los métodos de in-
(18) Sobre las consecuencias de la incorporación de terpretación son reflejo también de diferencias
Convención Americana de Derechos Humanos en la ta-
rea de interpretación constitucional por parte de la CS, entre una y otra tradición jurídica: el common
véase: GULLCO, ob. cit., ps. 38-41 y SAGÜÉS, ob. cit. law y el civil law.
n
so
om
Th
rs
Ramos c. Louisiana (*)
te
Ariel I. Saban (**)
eu
Sumario: I. Introducción.— II. El derecho a ser juzgado por un jurado
imparcial.— III. El origen racista de la regla de mayorías.— IV. “Apoda-
ca c. Oregón”, el precedente.— V. la doctrina del stare decisis. ¿Cuán-
do se puede (o más bien, se debe) revisar un precedente?— VI. ¿Y qué
pasará con quienes ya fueron condenados? La doctrina de Teague.—
VII. Unanimidad, debido proceso e inocencia.— VIII. ¿Cuán unánime
R
tiene que ser un veredicto?— IX. Consideraciones finales.
y en el resto del país, en donde se exige del ju- en la consagración del juicio por jurados la exi-
rado una decisión unánime para condenar, las gencia de un veredicto unánime. Así lo entendió
leyes estatales de Luisiana y Oregón se confor-
la mayoría conformada por los jueces Gorsuch,
man con una mayoría calificada. El veredicto de
Ginsburg, Breyer, Kavanaugh, Sotomayor y
Thomas, que concluyó que el derecho al juicio
(*) Fallo también disponible en: https://www.supre- por jurados de la sexta enmienda requiere de un
mecourt.gov/opinions/19pdf/18-5924_n6io.pdf.
Th
veredicto de unanimidad para condenar por de- como sistema de juicio inglés durante el reinado
litos graves y que los Estados no pueden apar- de Enrique III (4).
tarse de esa regla.
Diferente trayectoria le valió al jurado un lu-
II. El derecho a ser juzgado por un jurado gar central en el sistema judicial de los Estados
imparcial Unidos. King explica que son numerosas las ca-
racterísticas propias del derecho y la cultura es-
rs
Es harto conocido el papel fundamental que tadounidense que han dejado su marca en el
se le reserva a los jurados en la tradición jurídica desarrollo del sistema de jurados criminales: la
anglosajona: la sentencia condenatoria que pri- desconfianza hacia el poder judicial, la pasión
va de su libertad a un individuo solo se justifica por los procedimientos abiertos y la constan-
te
en un veredicto de culpabilidad formulado por te exaltación pública de esos procedimientos,
un jurado popular integrado por miembros de la lucha por las injusticias raciales y étnicas, el
la comunidad. El jurado es, como vulgarmente compromiso hacia el sistema de adjudicación
se indica, el encargado de dilucidar los hechos adversarial y la organización federal de gobier-
controvertidos y decidir la verdad (juez de la
eu
no moldearon al sistema actual (5). Ya previo a
verdad), mientras que se reserva al magistrado la Declaración de la Independencia, la Declara-
profesional el control de la legalidad durante el ción de Derechos del Primer Congreso Conti-
proceso (juez de la ley). Su origen, sin embar- nental de 1774 reconocía el derecho al juicio por
go, dista mucho de eso. Lord Devlin ensaña que jurados. Para cuando se llevó a cabo la Conven-
fue llevado a Inglaterra por los reyes norman-
ción Constituyente de Filadelfia del año 1789,
dos como un instituto inquisitivo, destinado a
la recopilación de información con propósitos
R doce estados ya habían sancionado sus propias
constituciones y el único derecho que declara-
administrativos y no de justicia. El jurado era
ban al unísono era el del acusado en una causa
una persona obligada por el Rey a tomar un ju-
criminal a ser juzgado por un jurado. En efec-
ramento previo a brindar un testimonio; de ahí
to, durante la Convención de Filadelfia, ningún
n
proviene su nombre (3).
punto logró tan consistente y pacífico consen-
En el contexto de la alta edad media, era un so entre Federalistas y Anti-Federalistas como
el deseo de proteger la institución del jurado,
so
advirtió que, si el jurado servía para extraer in- la autoridad inglesa durante el período prerre-
formación relevante para reconstruir la verdad volucionario. El caso más paradigmático fue la
histórica de los hechos, entonces podía utilizar- absolución, cuarenta años antes de la indepen-
lo para decidir disputas. Se buscaban vecinos dencia, del editor John Peter Zenger, acusado
con conocimiento del suceso en el pueblo, se de sedición y calumnias por sus publicaciones
les tomaba el juramento y se los interrogaba so- críticas del Gobernador Real de Nueva York (7).
bre cuál de las dos partes tenía derecho a la tie-
Th
rra; quien sumase doce votos a su favor ganaba (4) Ibidem, ps. 8-10.
el pleito. Es ese el origen del juicio por jurados, (5) KING, Nancy J., “The American Criminal Jury”, en
y también de las reglas que sugieren su integra- VIDMAR, Neil, “World Jury Systems”, Oxford University
ción por doce miembros y la necesidad de un Press, Nueva York, 2000, p. 93.
veredicto unánime. La posterior prohibición (6) ALSCHULER, Albert W. - DEISS, Andrew G., “A
por parte del Papa Inocencio III de las ordalías, brief history of the criminal jury in the United States”,
el método de enjuiciamiento predominante en University of Chicago Law Review, 61[3], 1994, ps. 870-1.
la época, significó el establecimiento del jurado
(7) Existe consenso en que las publicaciones de Zen-
ger, si bien eran verdaderas, eran claramente violatorias
(3) DEVLIN, Sir Patrick, “Trial by jury”, Stevens & Sons de las leyes de la época; sin embargo, el jurado lo absol-
Limited, Londres, 1956, ps. 5-6. vió.
rs
Inglaterra, porque el sesgo del jurado era tanto incorporado en contra de los estados a través de
proamericano como antiinglés (8)]. Estas prác- la enmienda catorce. Adicionalmente, los dere-
ticas contribuyeron a precipitar la revolución chos y garantías incorporados contra los esta-
dos por la enmienda gozan de idéntica fuerza y
estadounidense (9), señalándose entre los mo-
te
extensión en el plano estadual que en el fede-
tivos de agravio de la Declaración de la Indepen-
ral. Ergo, si el juicio por jurados contemplado en
dencia que el rey Jorge III privó a las colonias del la Sexta Enmienda requiere de un veredicto de
derecho al juicio por jurados. Quince años des- unanimidad para justificar una condena en una
pués, la Sexta Enmienda prometía al pueblo es-
eu
corte federal, no menos que eso puede ser exigi-
tadounidense garantizarle ese derecho en todas do en una corte estatal.
las causas penales (10).
III. El origen racista de la regla de mayorías
El desarrollo histórico de la institución del ju-
rado juega un papel esencial en la consideración Si el significado del juicio por jurados ha sido
de la Corte. El voto de la mayoría hurga en ese
R unívoco por tantos años, es lógico preguntar-
se cuál es el origen de la desviación. El voto de
pasado para desentrañar cuál era el significado
del juicio por jurados para los convencionales Gorsuch comienza haciendo hincapié en que la
constituyentes. Como apunta el juez Gorsuch, existencia de jurados no unánimes en el esta-
quien lidera el voto, la doble inclusión de la ga- do de Luisiana se remonta a la Constitución de
n
rantía del juicio por jurados en el texto consti- 1898, que explícitamente tenía como objetivo
tucional (11) no puede considerarse una mera promover la supremacía blanca. La inclusión de
declaración vacía de contenido. Es evidente, en ciudadanos negros en los jurados era una preo-
so
un gran número de sus iglesias prendidas fuego. en el proceso penal que consolida la Enmienda
Como resultado de la violencia, la intimidación Sexta se encuentran protegidos contra los esta-
y la manipulación fraudulenta del sufragio, los dos con la misma extensión con la que son goza-
afroamericanos se vieron desincentivados de dos en el plano federal a través de la enmienda
ejercer sus derechos políticos en el Estado (en- catorce (ya sea por la cláusula de debido pro-
tre 1888 y 1898, el número de afroamericanos ceso o por la de inmunidades y privilegios), la
inscriptos en el padrón electoral descendió de pregunta de la Corte surge inevitable: ¿Por qué
rs
128.150 a 12.902). Aprovechando esa falta de re- Luisiana y Oregon resistieron tanto? La respues-
presentación se promovió la sanción de la Cons- ta, dicen, está en un giro que dio la Corte en el
titución de Luisiana de 1898, que tenía como año 1972: “Apodaca vs. Oregon (14).
finalidad terminar con la violencia y el fraude
te
justamente mediante la institucionalización del Ese fallo puso a consideración de la Corte el
racismo (13). planteo que aquí se renueva y el resultado fue
controversial. Cuatro jueces reconocieron que
El infame origen de la regla, sin embargo, es la enmienda contemplaba unanimidad y que los
eu
otro punto de discordia entre los jueces. No por- estados no podían apartarse de ella. Otros cua-
que se niegue su existencia, que se encuentra tro decidieron que no. El voto de la mayoría, en-
más allá de toda duda, sino porque existen di- cabezado por Gorsuch, denuesta el fallo de esos
versas consideraciones acerca del peso que debe cuatro jueces al decir que tomaron un camino
dársele en la solución del caso. Es central, como distinto y, en lugar de analizar la constituciona-
se dijo, en el voto de los jueces Gorsuch, Bre- lidad del veredicto por mayoría, se propusieron
yer y Ginsburg y también en el de Kavanaugh.
R determinar si la regla de unanimidad continua-
Particular énfasis pone en él la jueza Sotomayor, ba cumpliendo alguna función importante en
para quien el origen racista de la norma impor- la sociedad contemporánea, concluyendo que
ta no simplemente porque en efecto existió, sino una revisión actual de la regla demostraba que
porque considera que las legislaturas estatales sus costos eran mayores a sus supuestos bene-
n
no han sido lo suficientemente activas en corre- ficios. Sin embargo, la cuestión fue decidida por
gir ese legado sórdido reemplazándolo por nue- el noveno magistrado, el Juez Powell, quien aco-
vas reglas democráticas. Para Sotomayor, toda gió una tesis intermedia (15). Para Powell, his-
so
regla cuyo origen puede ser rastreado hasta las toria y precedente muestran que el veredicto de
políticas de segregación racial ofenden la cláu- un jurado tiene que ser unánime para condenar,
sula de protección igualitaria. Por el contrario, pero la Enmienda XIV no extiende ese aspecto
la génesis racista de la norma es omitida por el del juicio por jurados a los estados.
juez Thomas en su concurrencia, y para el juez
om
Alito, que encabeza la disidencia, su mención ¿Cuál es, entonces, la doctrina de Apodaca?
es prácticamente una deshonestidad intelec- Consistente con la tradición jurisprudencial de
tual, una retórica ad hominen que busca eludir la Corte, la mayoría del tribunal (los cuatro jue-
la real discusión. El origen racista de la norma es ces de la disidencia más Powell) reconocieron
deplorable, dice Alito, pero en nada contribuye que la sexta enmienda contempla el requisito
a la discusión constitucional que la Corte debe de unanimidad del jurado. Cuatro miembros
resolver. opinaron lo contrario. Sin embargo, uno del
Th
cute que el common law requiere unanimidad un caso particular, y por eso, concluye esa mi-
del jurado para condenar, sino que arguye que noría, tiene fuerza de ley para las partes, más no
el senado deliberadamente quitó ese requisito para borrar de un plumazo la pacífica doctrina
de la Enmienda Sexta, pues la redacción origi- que la Corte ha sostenido a lo largo de su historia
nal lo contenía. Para la mayoría del tribunal, en respecto de la Sexta y Decimocuarta Enmienda.
cambio, la razón por la cual, la mención explí- Aún si se lo considera un precedente (como lo
cita probablemente quedó afuera es una mera hacen seis miembros de la Corte), Apodaca está
rs
economía de lenguaje: en el contexto de finales mal decidido y debe ser revertido. El stare decisis
del siglo XVIII, aclarar que el juicio por jurados no se supone que deba ser el arte de ignorar me-
exigía la unanimidad en el veredicto era redun- tódicamente lo que todo el mundo sabe que es
dante. verdad.
te
Una minoría de jueces (Gorsuch, Ginsburg y Para Alito, en cambio, no cabe duda de que
Breyer) adoptan una postura peculiar respecto Apodaca es un precedente en el sentido que de-
de Apodaca, al decir que es un fallo que no tiene cide un caso y crea una base para la solución de
fuerza de precedente (16). Lo contrario, dicen, futuros litigios sobre la misma cuestión. Es de-
eu
sería admitir la existencia de una muy peligro- cir, Apodaca prescribe el resultado que deberá
sa regla por la cual un solo juez, votando por sí surgir de los planteamientos que reúnan una se-
mismo, tenga la capacidad de sujetar a la Corte rie de condiciones que están claramente defini-
a propuestas ya rechazadas. Tal visión, en lugar das. Estas serían que: (i) cuando una persona es
de brindar la predictibilidad y seguridad jurídi- condenada en una corte estadual; (ii) al menos
ca que persigue la doctrina del stare decisis, la
destruiría. En “Marks vs. United States”(17) la
R diez de los doce jurados votaron por condenar;
y (iii) el acusado plantea que su condena viola la
Corte definió que cuando una decisión se toma constitución por falta de unanimidad en el ve-
de modo fragmentado y no existe una sola argu- redicto, su planteo no prosperará. Esa es la con-
mentación que explique el resultado, la doctrina clusión a la que llegaron la mayoría de los jueces
n
resultante del precedente se halla en la parte an- en Apodaca, resultando en un precedente que
gosta en la que exista una concurrencia mayori- debe ser observado con fuerza de ley hasta tan-
taria. Para este grupo, el camino dual propuesto to un nuevo fallo de la Corte lo revierta. En con-
so
por Powell en Apodaca haría imposible encon- tra de la conclusión a lo que arribaron los jueces
trar esa coincidencia. Cinco jueces creen que el Gorsuch, Ginsberg y Breyer, dice Alito, no hay
juicio por jurados previsto en la enmienda re- antecedentes en la historia posterior a Apoda-
quiere unanimidad del veredicto, cuatro creen ca de jueces del máximo tribunal o cortes infe-
que no y uno cree que la Sexta Enmienda no es riores que hayan tenido problemas en localizar
om
oponible, en su totalidad, a los Estados. la angosta coincidencia que, bajo las directrices
del precedente de “Marks vs. United States”, de-
¿Cuál sería entonces la doctrina resultante de termina la doctrina de Apodaca: que los estados
Apodaca que se debe aplicar en los sucesivos no tienen necesidad de exigir un veredicto uná-
fallos? Para Gorsuch hay dos opciones: o bien nime para cumplir con la Constitución.
la Sexta Enmienda no requiere unanimidad, o
bien la Sexta Enmienda aplica solo parcialmen- V. La doctrina del stare decisis. ¿Cuándo
te a los estados. Ninguna de las dos posiciones
Th
debe ser revertido. El stare decisis es la base de propone que una sistemática correcta requiere
la doctrina del precedente, el contenido del fallo imponer las siguientes consideraciones: (i) la
que se vuelve ley y debe ser respetado en la reso- decisión a revertir no solo debe ser equivocada,
lución de futuros litigios en los que surjan simi- sino que el error debe ser grave, escandaloso;
lares cuestiones. Kavanaugh destaca que el stare (ii) de ella tienen que haber derivado significa-
decisis es fundamental al sistema constitucional tivas consecuencias negativas jurisprudenciales
de gobierno, pero eso no implica que deba la y/o prácticas (legales o en el mundo real, son
rs
Corte no pueda revertir un fallo cuando es erró- sus palabras); y (iii) considerar el impacto en la
neo. Muchos de los fallos más trascendentales seguridad jurídica (afectación de los intereses
de la Corte estadounidense fueron justamente de quienes basaron sus actos en la doctrina del
para corregir errores del pasado, como “Brown precedente). Es decir, básicamente, que la pri-
te
vs. Board of Education” (19), que puso fin a la mera condición impone consideraciones de de-
segregación racial que la Corte había avala- recho sobre la decisión a revertir, mientras que
do, más de medio siglo antes, en el precedente los ítems dos y tres requieren de una evaluación
“Plessy vs. Ferguson” (20) con su doctrina de práctica: constatar que el impacto de la decisión
eu
“separados pero iguales”. haya sido más o menos desastroso y asegurarse
que el remedio no sea peor que la enfermedad.
Señala la mayoría que el stare decisis se en- Esas tres consideraciones, explica, fijan un crite-
cuentra más vulnerable cuando lo que se inter- rio elevado, mas no imposible, para revertir un
preta erróneamente es la Constitución, porque precedente.
el error judicial es prácticamente imposible de
subsanar por otra vía. En cambio, como bien
R Una síntesis de las distintas opiniones que
lo explica el voto de Kavanaugh, la doctrina es concurren en el fallo permite concluir que, con
más sólida cuando lo que se interpreta es una sus matices, existe consenso en la opinión do-
ley. Históricamente, el criterio de la Corte ha minante que el razonamiento de Apodaca es
sido dejar la actualización de un precedente muy errático. El voto mayoritario destaca que en
n
erróneo sobre un estatuto al cuerpo legislativo, él no hubo consideraciones históricas sino un
pero cuando el precedente erróneo versa sobre simple análisis funcionalista, que, además, se
un precepto constitucional, su reparación no es juzga ligero e incorrecto. Destacan también que
so
tan sencilla y solo puede darse por medio de dos cinco jueces rechazaron esa conclusión y que
vías: una asamblea constituyente o un nuevo fa- el resultado final dependió enteramente de la
llo de la Corte. Por eso, se impone ser más dúc- desacertada y solitaria postura del juez Powell,
til con la doctrina en casos de esta naturaleza y quien se negó a seguir los precedentes en mate-
evaluar si la fidelidad al precedente contribuye ria de incorporación. La inconsistencia de la de-
om
más a dañar el ideal constitucional que a con- cisión con los criterios que la Corte ha exhibido,
solidarlo. Cuando la balanza se inclina en favor antes y después de Apodaca, en torno a la Sex-
de la primera situación, el stare decisis tiene que ta y Catorceava Enmienda es también palmaria.
ceder.
El disenso, sin embargo, critica fuertemente
Determinarlo, ciertamente, no es tan senci- esta postura. La Corte precisa de un cuerpo de
llo. El criterio del tribunal es que para revisar principios neutrales que permitan decidir cuan-
Th
precedentes hay que tener en cuenta la calidad do un precedente debe ser revertido, dicen, y
del razonamiento del fallo, su consistencia con evitar así que la doctrina del stare decisis se con-
otras decisiones, los desarrollos legales poste- vierta en una herramienta en favor de intere-
riores y los intereses de aquellos que han ac- ses particulares. Alito destaca que la crítica de
tuado apoyándose en la ley del caso (21). Para la mayoría hacia la calidad del razonamiento de
Kavanaugh, esas guías son confusas. En su lugar, Apodaca se asienta sobre cinco puntos: (i) que
carece de consideraciones históricas sobre el
(19) 347 U.S. 483.
origen de la regla; (ii) no le dio el peso necesario
a los precedente previos de la corte que afirma-
(20) 163 U. S. 537. ban que el derecho a juicio por jurados requiere
(21) Se cita el reciente fallo “Franchise Tax Bd. of Cal. unanimidad; (iii) no tuvo en cuenta los oríge-
vs. Hyatt”, 587 U.S. nes racistas de las normas de Oregón y Luisiana;
(iv) examinaron la función del juicio por jurados la exclusión de las mujeres del jurado como una
y (v) realizaron un liviano análisis de costo be- violación a la sexta enmienda (23), el voto de la
neficio que ni siquiera evaluaba bien sus costos mayoría considera a la exclusión femenina co-
y sus beneficios. rregida por posteriores enmiendas constitucio-
nales (24).
Sobre el primero, destaca que el juez White,
quien escribe el voto de la mayoría en Apodaca, Finalmente, es injusto decir que el razona-
rs
ya había hecho un análisis histórico del juicio miento de White en Apodaca es un simple ba-
por jurados en el caso “Williams vs. Florida”(22), lance de costos y beneficios; lo que hizo fue
del cual concluyó que la sexta enmienda no in- demostrar que lo que la Corte había identificado
corporó todos los atributos que el derecho tenía como el propósito fundamental de la institución
te
bajo el common law. del jurado no se veía afectado al reemplazar la
regla de unanimidad por una de mayorías.
Segundo, y similar al anterior, que los anterio-
res precedentes de la Corte reconocían la una- Por otro lado, también rescata la postura
nimidad como un atributo del common law, y del juez Powell al decir que, aunque carece de
eu
White ya dejaba en claro en Williams su crite- adeptos en la Corte actual, la creencia de que la
rio de que la Sexta Enmienda no incorporaba el Constitución federal permitía a los estados cier-
juicio por jurados tal cual existía en el derecho to grado de flexibilidad en la interpretación de
anglosajón. algunos derechos fundamentales es una doctri-
na que tiene respetables y profundas raíces en
R
Tercero, que como ya se mencionó, el origen
racista de la norma de mayorías en los estados
los Estados Unidos. Para Alito, si bien la postura
de Powell sobre la doctrina de la incorporación
de Luisiana y Oregón es irrelevante a la discu- no es armónica con la jurisprudencia posterior,
sión sobre el contenido de la enmienda sexta. el punto de la mayoría al respecto es exagerado.
Incluso sugiere un doble estándar en los miem-
Cuarto, que el ataque al análisis funcionalis-
n
bros más liberales de la Corte que, a su juicio,
ta (que de la mayoría tampoco comparten los
utilizan un razonamiento en cierto modo similar
jueces Sotomayor y Thomas) desvía la atención
al avalar que las ciudades restrinjan el derecho
so
número de doce jurados? ¿Incorpora la exclu- pone que el derecho a ser acusado por un gran
sión de las mujeres? Lo que hace el juez White, jurado previo al juicio (26) no aplica a los esta-
para Alito, es buscar principios que permitan dos y es doctrina pacífica que nadie critica.
distinguir entre los atributos que fueron in- Respecto de la incidencia que la decisión de
corporados y los que no. Para ello, se buscó el Apodaca ha tenido a lo largo de los años, tal
propósito subyacente de la norma del jurado como se discutirá en una posterior sección, la
(lo que el voto de Gorsuch critica como análi-
Th
tiene en cuenta el origen racista de los jurados unánimes (27) y Oregón está por hacer lo mis-
no unánimes, no sería sorprendente descubrir mo. Sin embargo, el voto mayoritario destaca
que pudieran realmente marcar una diferencia que la incidencia no es menor para aquellos que
negativa en la solución de los casos, especial- aún deban ser juzgados bajo una ley inconstitu-
mente en aquellos en los que participen impu- cional y, principalmente, porque mantener la
tados, víctimas o jurados afroamericanos o de doctrina Apodaca deja abierta la posibilidad a
otras minorías. que nuevos estados adopten reglas de mayoría
rs
en el futuro. En rigor, catorce estados informa-
En cuanto a los legítimos intereses que pue- ron a la Corte que un futuro cambio de la regla
dan verse afectados por el cambio de doctrina, de unanimidad está entre sus consideraciones.
el voto de la mayoría remarca que ninguno de
te
VI. ¿Y qué pasará con quienes ya fueron
los dos estados ha alegado que una decisión condenados? La doctrina de Teague
adversa pudiese ocasionarles disrupciones sig-
nificativas en el plano económico, regulatorio La gran pregunta acerca del alcance del im-
o social, derivando en un aumento importante pacto que la decisión de la Corte pueda tener
eu
de litigios. Tampoco es posible alegar que la re- está dada por saber qué pasará con las perso-
gla de no unanimidad sea una cultura judicial nas que se encuentran cumpliendo una conde-
arraigada. En su lugar, el mayor impacto se cen- na sustentada en un veredicto no unánime, pero
tra en la necesidad de volver a enjuiciar a los ya no cuentan con instancias de apelación pen-
condenados por veredictos no unánimes que se dientes. Para ellos, la única posibilidad de soli-
R
encuentran en instancia directa de apelación, citar un pronunciamiento sobre el caso es por la
vía del habeas corpus, lo que se denomina revi-
que serían unos ochocientos. Nuevas reglas de
sión colateral. Si existe un riesgo de que aquellas
procedimiento penal siempre implican gastos,
personas con condenas firmes ahora recurran
y estos no serían imposibles o desproporciona- masivamente a litigar contra el Estado, enton-
dos. Para Sotomayor, ¿cuando el poder del Esta-
n
ces la ecuación sobre el posible impacto de la
do para privar personas de su libertad se asienta decisión cambia radicalmente. A diferencia de
sobre una interpretación errónea del derecho a lo que ocurre con quienes aún tienen instan-
so
un juicio con jurados, la Corte no puede vacilar cias de apelación pendientes, a quienes el fallo
en reconsiderar o no sus precedentes. La doctri- manda a realizar un nuevo juicio, este interro-
na del stare decisis está en su mayor expresión (o gante queda irresuelto. Aun así, la mayoría des-
cumple más acabadamente su función) cuando liza que, en el contexto de la doctrina resultante
lo que se involucran son derechos de propiedad de “Teague vs. Lane”(28), la preocupación por
una aplicación retroactiva de la regla a las per-
om
encuentran cumpliendo condenas largas im- Ginsberg y Breyer sugieren que no. Kavanaugh
puestas por los estados ataquen sus sentencias, también dice que no aplicaría, ni que habrá
por vía del habeas corpus, cada vez que la Cor- planteos por mala praxis contra aquellos abo-
te hacía un nuevo pronunciamiento en materia gados que hubieren consentido condenas no
constitucional (29). La excepción es cuando unánimes de sus defendidos sin cuestionar
exista una afectación trascendental al debido Apodaca. Los restantes jueces de la mayoría y
proceso, pero la Corte históricamente ha inter- los que integran la disidencia no hacen men-
rs
pretado ello con una vara tan alta que aún no ción alguna sobre esta cuestión. Sin embargo,
encontró ninguna regla que aplique. En rigor, para Alito la exclamación del voto de la mayo-
señalan los jueces, la doctrina de Teague está es- ría de que el requerimiento de unanimidad es
pecialmente diseñada para proteger el interés un derecho sagrado pisoteado por razones des-
te
de los estados en la seguridad de sus decisiones preciables por los estados de Oregón y Luisiana
en juicios criminales. Si el derecho a un jurado provee de combustible a quienes planeen discu-
unánime aplica a los casos ya firmes por medio tir la aplicación retroactiva de la doctrina resul-
de una revisión colateral es un planteo que in- tante de Ramos. Además, justo la jurisprudencia
eu
dudablemente surgirá y deberá ser tratado. Pero de la Corte estatal de Oregón, la más afectada
el voto de la mayoría hace un guiño al sugerir por la decisión, no limita la revisión por vía co-
que esa evaluación tendrá en cuenta el interés lateral de la aplicación de nuevas reglas de pro-
de los estados en la legitimidad final de sus con- cedimiento en beneficio del imputado (30).
denas penales.
VII. Unanimidad, debido proceso e inocen-
R
La disidencia, en cambio, plantea algunas du- cia
das al respecto y critica la contradicción que
implica desestimar la importancia del impac- Quizás, la más célebre máxima de Blackstone
to del fallo y al mismo tiempo diferir este asun- sea aquella que reza que más vale diez culpables
to: mientras la posible aplicación retroactiva de libres que un inocente preso (31). Su contenido
n
la regla siga siendo una posibilidad real, el im- es alegórico, claro está; no puede esperarse sir-
pacto de revertir Apodaca no puede ser mini- va como una fórmula precisa de la cual las re-
mizado. Y si bien es cierto que la Corte ha sido glas del procedimiento penal simplemente se
so
históricamente reticente a reconocer nuevas deduzcan. Pero si exhibe al menos la esencia del
reglas que apliquen de modo retroactivo, no se principio de inocencia, en el sentido que la pre-
puede estar tan seguro de que este caso no sea sunción en favor del acusado debe ser sustan-
la excepción. cial. Uno de los modos en que nos hacemos eco
de ello es a través de la distribución de la carga
om
Dos cuestiones deben traerse a considera- probatoria durante el proceso. El onus proban-
ción. La primera, que la doctrina Teague apli- di es un dispositivo que nos permite distribuir
ca solamente a nuevas reglas. Como parte de el riesgo de error judicial entre la fiscalía y la
la mayoría desconoce fuerza de precedente en defensa; por principio, sabemos que esa distri-
Apodaca, entonces el requisito de unanimidad bución debe ser asimétrica, pero no sabemos
no puede considerarse una regla nueva, sino cuánto (32). La gran incógnita es si el reempla-
simplemente la ratificación de una regla antigua
Th
que fue sistemáticamente desobedecida duran- (30) “Verduzco vs. State”, 357 Or. 553, 355 P.3d 902 (Or.
te ciento veinte años. Ese reconocimiento haría 2015).
inaplicable la irretroactividad propuesta Teague.
(31) BLACKSTONE, Sir William, “Commentaries on
the Laws of England in Four Books. Notes selected from
Segundo, si Apodaca es precedente, hay que the editions of Archibolds, Christian, Coleridge, Chitty,
determinar si existe o no esa afectación sus- Stewart, Kerr, and others, Barron Field’s Analysis, and
tancial al debido proceso que haría que la re- Additional Notes, and a Life of the Author by George
gla fuera aplicable retroactivamente. Gorsuch, Sharwood. In Two Volumes”, J. B. Lippincott, 1893, Fila-
delfia, vol. 1, ts. I & II, p. 356.
(29) MEYER, Linda, “’Nothing we say matters’: Teague (32) ASHWORTH, Andrew, “Four Threats to the Pre-
and new rules”. University of Chicago Law Review, 61[2], sumption of Innocence”, The International Journal of Evi-
1994, p. 424. dence & Proof, 10[4], 2006, p. 248.
zo de la regla de unanimidad por una de mayo- En efecto, la Ley de Justicia Criminal de 1967
rías afecta la presunción de inocencia y, si es así, abolió después de seiscientos años el requisi-
en qué medida. to de unanimidad en Inglaterra y Gales, reem-
plazándolo por una regla de mayoría similar a
En el fallo, el tema no se toca más que muy la que regía en Luisiana y Oregón. Cuando eso
tangencialmente (sobre todo en la crítica a Apo- ocurrió, fue considerado un avasallamiento al
daca). A lo largo de todo del voto de los jueces principio de que la fiscalía tiene el deber de pro-
rs
que concurren en la mayoría existe cierto em- bar la culpabilidad más allá de toda duda razo-
peño por mantener la discusión sobre el prin- nable; fue incluso interpretado como el primer
cipio de inocencia a un lado. La injusticia de la paso en dirección a un camino que llevaría a
regla de mayoría se sugiere, pero no se trata. Las una regla de mayoría simple primero, y final-
te
alusiones son ambiguas. ¿Bajo qué argumento mente a la abolición total del jurado (33). Las
la Corte podría dejar a Ramos en prisión por el discusiones de entonces veían el veredicto de
resto de su vida, si ningún miembro puede afir- mayorías como una herramienta que permi-
mar que el proceso que lo condenó fue respe- tía evitar la incidencia de un jurado corrupto o
eu
tuoso de la Sexta Enmienda ni que ese error de intimidado, o bien como una mera política de
procedimiento hubiera sido inocuo? Tal el in- austeridad que buscaba ahorrarse los costos de
un nuevo juicio sacrificando justicia (34). Alito
terrogante que plantea Gorsuch al final de su
nota que la Convención Constitucional de 1974
voto. Por su parte, Sotomayor sentencia el suyo
en Luisiana que adoptó una nueva regla de ma-
afirmando que la corte no puede ser tímida a
yorías más restrictiva (35), explícitamente men-
R
la hora de corregir sus errores cuando lo que
está en juego es el derecho a evitar ser conde-
cionó como objetivo de la regla la promoción de
la eficiencia en la administración de justicia.
nado a prisión mediante un procedimiento in-
constitucional. Al mismo tiempo, la parte de la Tampoco la regla de unanimidad es un man-
mayoría deja entrever que no existe riesgo de dato pétreo en el resto del universo anglosajón.
n
aplicación retroactiva de lo resuelto en función La República de Irlanda mantiene un jurado de
de Teague, porque eso solo ocurriría si se com- doce miembros, pero acepta condenas de por
probase que la afectación al debido proceso fue veredictos de once votos contra uno, y en Es-
so
que Luisiana y Oregón hicieron en el pasado, el vuelco hacia reglas más laxas ha sido un pun-
sino que establece una nueva ley. Desde ahora to de discusión en todo el universo anglosajón a
en adelante, si algún estado quisiese en un futu- lo largo siglo XX, buscándose el modo de redu-
ro cambiar sus reglas de unanimidad por otras
de mayoría, dice Alito, no podrá hacerlo aún si (33) MAHER, Gerry, “Jury verdicts and the presump-
sus legisladores fuesen ángeles en lugar de su- tion of innocence”, Legal Studies, 1983, ps. 146-158.
premacistas blancos. Por eso los motivos que (34) LLOYD-BOSTOCK, Sally - THOMAS, Cheryl, “The
Th
llevaron a Oregón y Luisiana a adoptar sus leyes continuing decline of the english jury”, en VIDMAR, Neil,
son superfluos para la disidencia; la cuestión “World Jury Systems”, Oxford University Press, Nueva
York, 2000, p. 86.
constitucional planteada es mucho más amplia.
El origen histórico sería importante si no exis- (35) Anteriormente, la mayoría requerida era de 3/4
tiesen otras razones legítimas para considerar (nueve votos) y fue modificada a 5/6.
que los veredictos no unánimes pueden ser una (36) PAKES, Francis J., “Comparative criminal justice”,
buena política. Pero como recuerda Alito, inclu- Cullompton, 2001, Inglaterra, p. 113. También se consi-
so hace años que el Parlamento Británico san- dera que hace regla es posible en Escocia porque, a di-
ferencia de lo que ocurre en Inglaterra, el procedimiento
cionó una ley que dejaba de lado la unanimidad penal escocés ofrece muchas más garantías al imputado.
¿Estaban también ellos bajo la influencia del Ku Ver: LLOYD-BOSTOCK, Sally - THOMAS, Cheryl, ob. cit.,
Klux Klan? p. 86.
cir el número de desacuerdos en el jurado. En cio). Y sea cual fuere ese número, lo verdadera-
Escocia, por su parte, tiene una tradición mucho mente relevante sería poder conocer cuántos de
más larga (37). Aun así, la Corte decidió que ese aquellos condenados que hubiesen sido absuel-
no era el debate que debía darse; incluso, parte tos bajo el requisito de unanimidad eran ino-
de la mayoría fundó su fuerte crítica a Apodaca centes, pare saber si se compadece o no con la
en el hecho de haber asumido esa tarea. En su ratio de error vigente, que lógicamente desco-
lugar, el razonamiento mayoritario de la Corte nocemos (38).
rs
se basó en que los constituyentes consideraban
al jurado como una entidad que debía emitir un Sin embargo, estudios posteriores han critica-
veredicto unánime y que ese fue el criterio de la do las conclusiones de los jueces en “Apodaca
Constitución y también de la Corte hasta que en vs. Oregón” por intuitivas y erradas, demostran-
te
Apodaca se decidió, injustificadamente, lo con- do que existen otros costos asociados a dejar
trario. Para el juez Thomas ni siquiera es necesa- de lado la regla de unanimidad que deben ser
rio probar el significado original del derecho al tenidos en consideración. Hoy existe consenso
juicio por jurados en la sexta enmienda. Lo im- en que las reglas de mayoría traen otros costos:
eu
portante es que existen evidencias de que las in- reducen la amplitud de perspectivas y la pro-
terpretaciones de la Corte sobre el tema previo fundidad de los análisis en las deliberaciones, y
a Apodaca (es decir, la jurisprudencia que co- acallan las voces divergentes y de las minorías
mienza en Thompson y reconoce la unanimidad raciales y étnicas cuando difieren con las de la
del veredicto) no son demostradamente equivo- mayoría. Todo esto, a su vez, lleva a una reduc-
cadas. ción de la satisfacción del propio jurado en la
R deliberación y la reducción en la confianza que
Es muy complejo definir en qué medida la tienen en su propio veredicto, creando decisio-
presunción de inocencia puede verse afecta- nes menos predecibles y precisas (39).
da por el reemplazo del requisito de unanimi-
dad por una regla de mayoría. Intuitivamente, VIII. ¿Cuán unánime tiene que ser un vere-
n
en algo debería afectar, pero ese algo es solo dicto?
intuitivo y, eventualmente, difícilmente cuanti- La búsqueda del sentido histórico del jura-
so
ficable. Otras jurisdicciones (y la propia Corte do incluye, como era de esperar, referencias a
estadounidense en Apodaca) han juzgado que Blackstone y su Comentario a las leyes de Ingla-
el impacto es marginal, y es posible que así sea. terra en el voto de la mayoría, y mención tex-
Los usos indican que ante una falta de acuerdo tual por parte del juez Thomas. Sin embargo,
(digamos, de dos personas del jurado, lo que al- Thomas pícaramente reemplaza el final de su
canzaría para condenar en las reglas de mayo-
om
quier cálculo del impacto sería completamente condena. De esos cinco mil casos, en cien se condenó a
especulativo. Una nítida evaluación de la real un inocente (2%). Ahora supongamos que juzgando los
incidencia de la regla de mayoría implicaría co- mismos diez mil casos bajo una regla de mayoría la can-
nocer la diferencia entre las personas que, al fi- tidad de condenas asciende de cinco mil a cinco mil qui-
nientos. Si en los quinientos casos que se incorporan se
nal del camino, hubiesen sido condenadas bajo condenó de cero a diez inocentes, entonces la variación
esa modalidad, pero absueltas bajo el requisito sería Pareto-eficiente, aunque importaría un incremento
de unanimidad (aún luego de un segundo jui- del error judicial en términos absolutos. Más allá de los
diez casos, el menoscabo al principio de inocencia sería
tanto en términos absolutos como relativos.
(37) Ver, en general: DUFF, Peter, “The Scottish crimi-
nal jury: A very peculiar institution”, en VIDMAR, Neil, (39) BORNSTEIN, Brian - GREENE, Edie. “The Jury Un-
“World jury systems”, Oxford University Press, Nueva der Fire: Myth, Controversy, and Reform”, Oxford Univer-
York, 2000, ps. 249-282. sity Press, 2017, p. 60.
el unánime consenso de doce de sus vecinos e pequeños serían menos propensos a contener
iguales (40). algún miembro díscolo que impida el acuerdo
sobre un veredicto particular. La Corte entendió
Como apunta Alito, cuando la mayoría plan- en Williams que ni la calidad de la deliberación,
tea que Apodaca es inconsistente con la enmien- ni la agudeza del proceso de descubrimiento de
da catorce, ignora cómo el fallo se relaciona con la verdad, ni la representatividad comunitaria
la jurisprudencia de la Corte sobre la Sexta En- en la selección del jurado ni las perspectivas de
rs
mienda. El punto es que la criticada lógica de los miembros minoritarios del jurado a resistir
razonamiento utilizada en Apodaca es la misma la presión de la mayoría se verían afectada (44).
que sirvió al tribunal para dictar, dos años an-
tes y con integración casi idéntica, el precedente La definición de la Corte en el caso “Williams”
te
“Williams vs. Florida”(41). Allí la Corte entendió disparó un tendal de investigaciones en varias
que la garantía constitucional del juicio por ju- disciplinas para determinar si, en efecto, eran
rados no exige a los estados un número fijo de correctas las afirmaciones de la Corte sobre la
ciudadanos para su integración. La integración inocuidad de la reducción del número de jura-
eu
de doce miembros no es más que un acciden- dos podía tener en los juicios. El resultado fue
te histórico y una integración menor no afecta- que la reducción del número de miembros del
ría ni disminuiría las funciones del jurado. Avala jurado trae problemas similares, sino peores, a
la Corte de ese modo la existencia de jurados la flexibilización de las reglas de unanimidad en
de seis miembros previstos en la ley del estado jurados de doce miembros. Jurados más peque-
de Florida para el juzgamiento de delitos gra- ños son menos propensos a incluir una variedad
ves, con excepción de aquellos reprimidos con
R de perspectivas, experiencias y creencias; mien-
pena capital. A diferencia de lo que ocurre con tras que los jurados más grandes tienen más po-
las reglas de mayoría, que Luisiana ya las había sibilidades de representar la diversidad de la
modificado y Oregón se encontraba por hacer- comunidad y la heterogeneidad de su tejido ét-
lo, cuatro estados admiten jurados con una inte- nico y racial. Reducir el tamaño del jurado redu-
n
gración menor a los doce miembros (42). ce su representatividad y jurados más diversos
son más propensos a considerar más hechos y
Que la Corte recibirá reclamos que desafíen la deliberar por más tiempo. También se sostiene
so
doctrina de Williams mediante los argumentos que los jurados más grandes tienen una mejor
utilizados en Ramos es prácticamente una cer- capacidad de neutralizar posiciones de miem-
teza; cómo los resolverá es una incógnita. De bros extremistas; la contracara es la dificultad
momento, la primordial diferencia entre la flexi- mayor para adquirir consenso. Finalmente, otra
bilización del número de integrantes de jurados gran desventaja de reducir el número de jurados
om
midable cuerpo de opinión en favor del gana- crítica que parte de la mayoría dirige al razona-
dor del pleito y la razón por la cual, ese número miento de Apodaca, precedente que se revier-
era doce y no diez, once o trece es posiblemente te. Las consecuencias inmediatas de la decisión
esta por la cual un chelín inglés contenía doce son claras: Luisiana y Oregón deberán cesar de
peniques y exhibe el aborrecimiento de los in- aplicar reglas de mayorías en sus juicios por ju-
gleses por el sistema métrico decimal (46). Sin rados, todas aquellas personas condenadas bajo
embargo, difícilmente pueda sostenerse que el esa modalidad que se encuentren en instan-
rs
número de seis sea, al decir de Devlin, lo sufi- cias de apelación tendrán que ser enjuiciadas
cientemente grande para crear un formidable nuevamente bajo la nueva ley y ningún estado
cuerpo de opinión, y menos aún negar que, si- podrá en un futuro flexibilizar el requisito de
guiendo el razonamiento de la mayoría en Ra- unanimidad del veredicto.
te
mos, el juicio por jurados significaba a los
miembros de la Convención al momento de la Por otro lado, habrá que estar atentos a las
sanción de la Constitución no solo un veredic- discusiones que próximamente derivarán de lo
to unánime, sino uno de doce votos. Incluso, resuelto. En ese sentido, la resolución del futu-
ro pleito en torno a la aplicación de la doctrina
eu
también su reconocimiento jurisprudencial por
parte de la Corte también puede ser hallado en Teague promete ser interesante, aunque no ha-
el precedente Thompson. bría que esperar un resultado novedoso. Como
se dijo, algunos jueces exhibieron guiños de que
Habrá que ver cómo responde la Corte a futu- no existe riesgo de que lo resuelto surta efectos
ros planteos sobre este tema. Es posible que tal retroactivos sobre quienes tienen condena fir-
como ocurrió con Ramos, se eluda la discusión
R ma, aunque es cierto que el grueso del tribu-
funcional que tanto se critica. Por el momento, nal no se pronunció al respecto y los que sí, lo
la única diferencia entre la modificación de una hicieron se encargaron de aclarar que ninguna
regla y la otra está en su ligazón de origen con opinión puede ser final sin la rica contribución
los movimientos supremacistas blancos. Sin previa del debate adversarial. Pero en esa discu-
n
embargo, los efectos de la reducción del número sión la Corte difícilmente pueda rehuirle, como
de jurados son más nocivos para la pluralidad y hizo en Ramos, a un análisis sobre función y
transversalidad social en la composición del ju- desempeño del jurado. No sería posible de otro
so
rado que la propia regla de mayoría: las chances modo concluir que la condena por regla de ma-
de que el jurado se componga de una muestra yoría no constituye una afectación grosera al
representativa del tejido social comunitario se debido proceso con suficiente incidencia sobre
parten al medio cuando su número se reduce de la justicia del juicio que justifique habilitar una
doce a seis (47). instancia de revisión colateral.
om
los estados involucrados, ya tenía un horizonte doce miembros tienen idéntico origen. Al mar-
finito. De todos modos, no es menos cierto que gen de la motivación abiertamente racista en
al hacerlo, el fallo bloquea a futuro la posibili- la flexibilización de la unanimidad del vere-
dad a otros estados de flexibilizar sus reglas de dicto, no hay ninguna otra diferencia de índo-
veredicto. El tribunal llega a su conclusión me- le histórica que permita discriminar a uno del
diante una reivindicación del sentido histórico otro desde la perspectiva impuesta en Ramos, y
del jurado, eludiendo la discusión acerca de su el impacto negativo de la reducción de miem-
naturaleza, propósito y función, más allá de la bros del jurado es igual o posiblemente mayor
al del establecimiento de una regla de mayoría
en un jurado de doce miembros. Como más es-
(46) DEVLIN, Sir Patrick, ob. cit., p. 8. tados contemplan jurados reducidos que reglas
(47) BORNSTEIN, Brian - GREENE, Edie, ob. cit., p. 59. de mayoría, una decisión de la Corte revirtiendo
ese precedente tendría mayor impacto que Ra- también en auxilio de la tendencia que busca
mos. Si por el contrario lo reafirma, será intere- incluir el jurado en sistemas legales que no los
sante conocer sus razones. comprendían (51). Justamente porque el deba-
te funcionalista sobre el jurado existe y guía la
¿Cuándo el voto de la mayoría se pregunta por discusión política sobre el tema es que no puede
qué Luisiana y Oregón resistieron tanto y atribu- soslayarse. A través de ese tipo de discusiones el
ye toda la responsabilidad a Apodaca, se comete jurado ya ha sido puesto en crisis para casos de
rs
una exageración. Si bien es verdad que los pre- terrorismo (52), crimen organizado (53) y vio-
cedentes de Corte que reconocen la unanimi- lencia de género, donde preocupa entre otras
dad y la integración por doce miembros como cosas que la tendencia a lenidad que ocasional-
intrínsecos al derecho a juicio por jurados de la mente se atribuye a los jurados sería aún más
te
sexta enmienda son consistentes y se remon- pronunciada (54). Lejos de haber perdido vi-
tan a finales del siglo XIX, no es menos cierto gencia, la discusión sobre la función del jurado
que históricamente los jueces han interpretado sigue teniendo un papel central.
que el art. III y la sexta enmienda constitucional
gobernaban el procedimiento penal solamen- Tras su estancia en los Estados Unidos, Alexis
eu
te a nivel federal (48). En rigor, no fue hasta fi- de Tocqueville volvió fascinado con los jurados,
nes de los sesenta que el precedente “Duncan distinguiendo su doble función judicial y polí-
vs. Louisiana”(49) reconoció que el derecho a tica. Sobre la primera era escéptico: el jurado
juicio por jurados de la Sexta Enmienda esta- había sido introducido por una sociedad cuasi-
ba protegido contra los estados en función de bárbara (la inglesa del siglo XIII) y adaptarlo a
la cláusula de debido proceso de la enmienda
R
catorce. Fue ese fallo y no la mera casualidad
una comunidad altamente civilizada, con rela-
ciones mutuas entre individuos multiplicándo-
lo que habilitó que, a principio de los setenta, se a extremos impensados, no parecía sencillo.
surgieran inevitablemente discusiones como Pero sería miope verlo simplemente como un
las planteadas en Williams y en Apodaca, que la dispositivo judicial. El jurado es ante todo una
n
Corte de ese entonces (con su integración ya un institución política y eminentemente republica-
poco distinta a la que falló en Duncan) resolvió na cuya contribución a la democracia es tan im-
legitimando el statu quo mediante un análisis portante como la del sufragio universal. No solo
so
la norma. Sin embargo, también es cierto que las personas, esa es su mayor ventaja. Puede
la decisión de la Corte no limita sus efectos al que no sea útil para las partes del litigio, pero es
caso concreto, sino que legisla a futuro y, en altamente beneficiosa para aquellos que tienen
ese sentido, pierde relevancia en un contexto la tarea de decidirlo: es la manera más eficaz de
en el que los debates sobre jurados siguen te-
niendo vigencia, pero la discusión pasa por otro (51) PAKES, Francis J., ob. cit., p. 108.
lado. Argumentos a favor y en contra del juicio
Th
por jurados muchas veces se entrelazan con (52) WEISSELBERG, Charles D., “Terror in the courts:
cuestiones ideológicas y metafóricas, política Beginning to assess the impact of terrorism-related pro-
secutions on domestic criminal law and procedure in the
criminal y eficiencia y la retórica de justicia y USA”, Crime, Law and Social Change, 50[1-2], 2008, ps.
libertad (50). Irónicamente, los mismos discur- 25-46.
sos que se usan para deslegitimarlo se utilizan
(53) CAMPBELL, Liz, “The prosecution of organised
crime: removing the jury”, International Journal of Evi-
(48) KING, Nancy J., ob. cit., p. 95. dence & Proof E., 18[2], 2014, ps. 83-100.
(49) 391 U.S. 145. (54) ELLISON, Louise - MUNRO, Vanessa E., “Getting
to (not) guilty: examining jurors’ deliberative processes
(50) LLOYD-BOSTOCK, Sally - THOMAS, Cheryl, ob. in, and beyond, the context of a mock rape trial”, Legal
cit., p. 90. Studies, 30[1], 2010, ps. 74-97.
educar a la gente que una sociedad puede em- jurados ronda el 3% en los Estados Unidos (57)
plear (55). y quizás sea menor en Inglaterra (58), esfumán-
dose a lo largo del siglo XX tanto su incidencia
El jurado de Tocqueville se fue perdiendo con política como judicial. Pero aún persiste en el
los años, excluyéndoselo de los pleitos de na- inconsciente colectivo su valor simbólico como
turaleza civil y restringiendo la extensión de su intervención ciudadana en el ejercicio jurisdic-
aplicación a casos criminales primero, y luego cional y contralor y freno a la corrupción judi-
rs
mediante el crecimiento desmedido del plea cial (59). El hecho de que continúe conservando
bargaining, verdadera amenaza al debido pro- alta estima en la sociedad ha facilitado la ironía
ceso y la presunción de inocencia (56). Lejos de catalogar a los jurados como una verdadera
quedó la promesa de la Sexta Enmienda de ga- especie en peligro de extinción: altamente va-
te
rantizarle al pueblo estadounidense el juicio por lorados, pero raras veces vistos (60). Por eso,
jurados en toda causa criminal. Se ha calculado el fallo puede verse como una acción en pos de
en las últimas décadas que el porcentaje de ca- la conservación de una especie amenazada: un
sos criminales resueltos mediante un juicio por compromiso a preservar lo que queda de ella,
eu
aunque al menos en lo inmediato, no debamos
esperar un repoblamiento.
(55) TOCQUEVILLE, Alexis de - SPENCER, John C. -
REEVE, HENRY, “Democracy in America” J & H. G. Lan-
gley, 4th ed., rev. and cor. from the 8th Paris ed., 1845, (57) KING, Nancy J., ob. cit., p. 115.
Nueva York, ps. 306-312. (58) PAKES, Francis J., ob. cit., p. 109.
R
(56) La literatura sobre ello es muy profusa. Ver, por
ejemplo: BROCKMAN, Joan, “An offer you can’t refuse:
(59) ALSCHULER, Albert W. - DEISS, Andrew G., ob.
cit., p. 879.
pleading guilty when innocent”, Criminal Law Quarterly,
56[1-2], 2010, ps. 116-134. (60) PAKES, Francis J., ob. cit., p. 121.
n
so
om
Th
rs
Santiago Plou (*)
te
Sumario: I. La doctrina sentada el 20/04/2020.— II. Fundamentos del
fallo.— III. La cuestión en el derecho nacional.— IV. Algunas cuestio-
nes por considerar.— V. Conclusiones.
eu
“Todo juez debe aprender a vivir con el hecho bertad condicional. La defensa de Ramos sostu-
de que cometerá algunos errores; eso viene con el vo, entre otras cuestiones, que el veredicto por
cargo. Pero es completamente distinto perpetuar mayoría resultaba violatorio de la garantía de
algo que todos sabemos equivocados, solo por- unanimidad del jurado consagrada en la Sex-
la unanimidad para la validez del veredicto con- al menos trece (1) veces a lo largo de 120 años
denatorio no solo es necesaria para los tribu- sobre la unanimidad que garantiza la Sexta En-
nales federales en virtud de la Sexta Enmienda mienda para la emisión de un veredicto conde-
de la Carta de Derechos (bill of rights), sino que natorio válido. A su vez, también ha explicado
también se extiende a los tribunales de los es- que la garantía a un juicio por jurados se in-
om
tados menores en orden a la Decimocuarta En- corpora a los Estados a través de la cláusula del
mienda. Es decir, por mandato constitucional, debido proceso contenida en la Decimocuar-
deben garantizar la unanimidad de todos los ta Enmienda (2). Finalmente, respecto de si el
veredictos que juzguen delitos graves, tal como requisito de unanimidad alcanza a los Estados
ya ha sido largamente reconocido en la jurisdic- a través de la Decimocuarta Enmienda o estos
ción federal. conservan la facultad de regular en materia de
mayorías, en 1972 la máxima instancia fede-
Th
Para así resolver, la Suprema Corte de Esta- ral selló la cuestión a favor de esta última en
dos Unidos (SC) hizo lugar al recurso presen- los fallos “Apodaca vs. Oregon (3)” y “Johnson
tado por la defensa del Sr. Evangelisto Ramos. vs. Louisiana (4)”; escenario que se mantuvo
Esta se alzó contra el fallo por el cual se había hasta el dictado del precedente fallo.
condenado al imputado por mayoría de diez
sobre doce votos en un tribunal de jurados del
(1) Ver “Thompson vs. Utah”, 170 U. S. 343, 351; “Patton
Estado de Louisiana. La condena fue a pena de vs. Estados Unidos”, 281 U. S. 276, 288.
prisión perpetua, sin posibilidad de acceso a li-
(2) Ver “Duncan vs. Louisiana”, 391 U. S. 145, 148—150.
(*) Abogado por la Universidad Abierta Interameri- (3) Ver “Apodaca vs. Oregon”, 406 U. S. 404.
cana. Maestrando en Derecho Penal (Universidad de
Buenos Aires). (4) Ver “Johnson vs. Louisiana”, 406 U. S. 356.
En ese tren, en lo que hace específicamente a dad del jurado para condenar por delitos graves,
la materia que nos convoca, la postura del máxi- pues así lo habían establecido las legislaturas
mo tribunal estadounidense ha sido oscilante. locales. Solo dos de ellos escapaban a la regla,
En primer lugar, tuvo oportunidad de pronun- Louisiana y Oregon (8). Y de estos dos, al día de
ciarse en 1899 en el caso “Maxwell vs. Dow (5)”, la fecha solo este último, por cuanto Louisiana
en el que estableció que los Estados están facul- puso fin constitucionalmente a la cuestión en el
tados para regular cuestiones procedimentales, año 2018 al sumarse al criterio general de una-
rs
pero de ninguna manera para alterar la exigen- nimidad para los delitos cometidos a partir del
cia de unanimidad de los veredictos en materia primer día del año 2019.
penal. En segundo lugar, como bien señalamos
precedentemente, en el año 1972 se pronunció II. Fundamentos del fallo
te
en los casos “Johnson” y “Apodaca”, en los cua-
les sostuvo que, si bien el requisito de unanimi- Seguidamente, haremos un breve repaso so-
dad proviene de una tradición histórica y hace bre los principales argumentos adoptados tanto
a un requisito esencial del juicio por jurados, por la mayoría como por la disidencia, para lue-
go pasar a analizar las implicancias del prece-
eu
no puede sostenerse que sea vinculante para
los Estados. Finalmente, en el fallo “Ramos vs. dente en nuestro ámbito nacional. Finalmente,
Louisiana” la Corte vuelve al criterio sentado en realizaremos algunas consideraciones y expon-
“Maxwell” (salvando la disparidad argumental) dremos las conclusiones a las que hemos podi-
al afirmar la exigencia constitucional del requi- do arribar.
sito de unanimidad extensiva a los Estados.
R a) En primer lugar, debemos señalar al juez
Gorsuch como redactor de la opinión de la Cor-
Como sabemos, el precedente “Ramos” vino a
modificar la postura adoptada por la CS en el fa- te en “Ramos” (coincidiendo en parte los jueces
llo “Apodaca”. Allí, una mayoría de cuatro jueces Sonia Sotomayor, Ruth Bader Ginsburg, Stephen
cuestionó que el requisito de unanimidad fuera Breyer y Clarence Thomas Brett Kavanaugh).
n
una garantía constitucionalmente exigible a los Inicialmente, analizó el término “juicio por ju-
estados. A su vez cuatro jueces disidentes sostu- rados imparcial” contenido en la Sexta Enmien-
vieron que la Sexta Enmienda requiere de una- da de la Constitución Federal. Así, sostuvo que
so
nimidad y que esta es totalmente aplicable a los el término implica ciertos requisitos y caracte-
Estados a través de la Decimocuarta Enmienda. rísticas esenciales que lleva consigo la institu-
Finalmente, el juez restante —Lewis Powell—, ción. Hizo alusión, en su mirada originalista, al
con su voto individual y formando mayoría con surgimiento del requisito de unanimidad como
los primeros, adoptó un enfoque de incorpora- un derecho consuetudinario vital en la Ingla-
om
ción de “doble vía (6)”. Si bien estuvo de acuerdo terra del siglo XIV, conservado en las primeras
en que la Sexta Enmienda requiere unanimi- constituciones de los Estados Unidos y ratifica-
dad, sostuvo que la Decimocuarta Enmienda no do por los tratados legales estadounidenses del
hace que esta garantía sea directamente aplica- siglo XIX. Concluyó así, que, si el derecho a un
ble contra los Estados. Ello a pesar del hecho de juicio por jurados requiere unanimidad en una
que el enfoque de incorporación por doble vía corte federal, no requiere menos en una corte
había sido rechazado por la Corte casi una dé- de un estado menor.
Th
así fue aprobada por la Cámara de Represen- te, la saturación de esos tribunales estaduales.
tantes pero que luego el Senado eliminó explí- Sin embargo, sostiene la mayoría, las condenas
citamente esa referencia junto con otras. Sin en esos dos Estados se ubican en el orden de los
embargo, la Corte advierte que con facilidad cientos y seguramente impondrá un costo, pero
se podría arribar a la interpretación opuesta. las nuevas reglas de procedimientos penales ge-
De esta forma, se podría decir que el Senado neralmente lo hacen y a menudo afectan o so-
eliminó la referencia sobre la unanimidad por brecargan el sistema judicial. Ello, en tal caso,
rs
constituir una obviedad y, por lo tanto, fue con- resulta un costo a asumir por la conservación de
siderado un exceso del idioma. El criterio soste- las libertades constitucionales. O como sostu-
nido por el Estado de Louisiana, además, podría vo el juez Kavanaugh en su concurrencia, “es el
resultar peligroso puesto que también así pue- precio a pagar por el desarraigo de esta hierba”.
te
de afirmarse que se eliminaron otros requisitos
esenciales que hacen al juicio por jurados, tal Consiguientemente, un argumento sustan-
como se sostiene sobre la unanimidad. cial, caminó en torno a los orígenes raciales y
discriminatorios que motivaron las leyes de
Seguidamente, respecto del análisis funcio-
eu
Oregon y Louisiana. Sobre esta cuestión, la ma-
nalista, la mayoría alude al costo-beneficio de yoría expresó sus firmes convicciones con re-
la unanimidad. Al respecto sostiene que, por lación a la finalidad de dichas leyes, las cuales
ejemplo, disminuir la tasa de jurados bloquea- habrían encontrado su propósito en la nece-
dos no necesariamente debe ser considerado sidad de mermar la influencia de las minorías
un beneficio. Más bien sería una protección raciales, étnicas y/o religiosas en los juicios
contra enjuiciamientos excesivamente celosos
R por jurados. Así, por ejemplo, una mayoría de
y, por lo tanto, estaría cumpliendo perfecta- 10/12 permitiría desestimar el voto de uno o dos
mente su función. Ese yerro argumental, seña- miembros de esa minoría. En consecuencia, ar-
la la Corte, ya se percibe en “Apodaca”, donde guye la mayoría, resultaría inadmisible avalar la
la mayoría sometió la antigua garantía de una- constitucionalidad de leyes basadas en el único
n
nimidad del jurado a su propia evaluación fun- propósito de establecer la supremacía de la raza
cionalista. El papel de los jueces entonces no blanca, que constituyó una de las trampas de la
estaría destinado a reevaluar si el jurado unáni- era Jim Crow (10).
so
directa intentarán que sus sentencias sean revi- do (la doble vía). Por último, sostienen, no es de
sadas a la luz del criterio aquí sentado. aplicación la regla sentada en “Marks vs. Esta-
dos Unidos (11)”, toda vez que no existe una dis-
Sumado a ello, los casos que estén firmes y
cuyas defensas ataquen colateralmente la con-
(10) Prácticas comúnmente utilizadas para disminuir
dena, deberán resolverse oportunamente en o bloquear la participación de las minorías raciales, ét-
función de la regla establecida en “Teague vs. nicas o religiosas en el ejercicio de sus derechos políticos
Lane (9)”. En esa línea, anular “Apodaca” provo- (v.gr., la división estratégica de los distritos según la con-
caría un aluvión de litigios y, muy probablemen- formación de la demografía racial).
(11) Según la regla Marks, cuando un tribunal frag-
(9) TSEUA, caso “Teague vs. Lane”, 489 U.S. 288, 311- mentado decide un caso y no existe una justificación úni-
312 (1989). ca que explique que el resultado goza del consentimiento
puta de partes sobre qué opinión de “Apodaca” mencionaremos dos cuestiones que considera-
es en la que los jueces concurrentes coinciden mos las más contundentes.
en los terrenos más estrechos, sino que las par-
tes reconocen que el precedente mencionado Por un lado, se objeta la desestimación de la
no dio ninguna opinión de control en absoluto. mayoría respecto del stare decisis y la banali-
zación del carácter de precedente, al sostener
Llegando al final, en lo concerniente al stare que los inmensos intereses de confianza ge-
rs
decisis (12) (regla fundamental en la jurispru- nerados por “Apodaca” no pueden ceder, toda
dencia de la Corte Suprema de Estado Unidos), vez que miles de personas fueron condenadas
la voz mayoritaria entiende que no es un co- y sus apelaciones denegadas durante 48 años
mando inexorable, sino que en determinadas con sustento en tal precedente. Sumado a ello,
te
circunstancias como la que aquí se trata, las de- e independientemente de la abrumadora carga
cisiones pasadas deben ceder. Así, se recono- e incluso colapso de los tribunales, concluye la
ce que para anular un precedente debe haber minoría en torno a que no hay garantía de que
justificación suficiente y una motivación espe- esas personas puedan reintentar sus casos, toda
cial que fuerce tal decisión. De hecho, sostie-
eu
vez que los medios probatorios pueden haberse
ne la juez Sotomayor, la Corte generalmente se frustrado (vgr. los testigos con probabilidad po-
adhiere a sus decisiones anteriores incluso si drían ya no estar disponibles). De esta forma, se
cuestiona su solidez, porque hacerlo promueve cuestiona con severidad la falta de certeza sobre
el desarrollo imparcial, predecible y constante la suerte de aquellos ciudadanos cuyos casos ya
de los principios legales, fomenta la confianza hayan sido juzgados por jurados no unánimes.
sobre las decisiones judiciales y contribuye a
R
la integridad del proceso judicial. No obstante, Por otro lado, se controvierte la cuestión re-
concluye la nombrada, cuando el poder del Es- lativa a los orígenes de las leyes de Oregon y
tado para encarcelar a personas como Ramos se Louisiana. Es que, si bien la disidencia entien-
basa en interpretaciones erróneas del derecho, de que resultan deplorables tales motivaciones
n
la Corte no debe dudar en reconsiderar sus pre- con sustento discriminatorio y segregacionis-
cedentes. ta, esgrime que no podría sostenerse que en el
presente sean esos mismos motivos los que lle-
so
Finalmente, afirma la mayoría, un fallo para ven a los Estados a defender los veredictos por
Louisiana invitaría a otros Estados a relajar sus mayoría. En ese entendimiento, y con sustento
propios requisitos de unanimidad, e incluso en igual criterio, habría que afirmar que el Par-
otras jurisdicciones ya han alzado la voz en el lamento británico, los constituyentes de Puer-
sentido de que valorarían el derecho a experi- to Rico, el American Law Institute y la American
mentar con jurados no unánimes.
om
en cambio, regular la materia únicamente ba- nunciado en igual sentido en el conocido prece-
sados en un análisis funcional de las mayorías?. dente “Taxquet vs. Bélgica (14)”.
Ante todo, cabe señalar que el desarrollo, la Sin embargo, la única alusión que podemos
regulación e implementación del instituto jura- encontrar en “V. R. P., V. P. C. vs. Nicaragua”
dista en la región resulta aún incipiente, sobre sobre las mayorías exigidas en los juicios sus-
todo si lo comparamos con la larga tradición del tanciados por jurados, es la sola mención ejem-
rs
plificadora de los casos de EE.UU. y la provincia
norte. No obstante, se avisora un avance signifi-
del Chaco, Argentina. En dicha mención, se des-
cativo en los últimos tiempos, en Latinoamérica tacan sus legislaciones como las únicas que es-
en general y en nuestro país en particular. Ello, tablecen las facultades de las partes o del juez
te
por supuesto, de la mano de las provincias que para indagar individualmente a los jurados, una
impulsan el instituto, su regulación y puesta en vez dictado el veredicto condenatorio, sobre la
práctica desde sus legislaturas y tribunales loca- efectiva existencia de unanimidad en la deci-
les, puesto que en el ámbito federal las intencio- sión del veredicto (15).
eu
nes parecen ser distintas.
Como vimos, ni de la Convención ni del pre-
III.1. Algunas líneas jurisprudenciales cedente de la Corte IDH sobre la materia po-
demos hallar alguna preferencia por tal o cual
En el plano de la Corte Interamericana de sistema decisional. Ahora bien, llegando al pla-
Derechos Humanos, encontramos un impor- no nacional, nos encontramos con un fallo de la
tante precedente en el caso caratulado “V. R. P.,
R Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS) que
V. P. C. y otros vs. Nicaragua” (08/03/2018). En por primera vez se adentra en el tratamiento del
estos, la Corte IDH se expide sobre un juicio sus- juicio por jurados. Con anterioridad tan solo se
había pronunciado sobre el tópico relacionado
tanciado por jurados en Nicaragua, para cuyo
a la obligatoriedad del Congreso Nacional de
n
tratamiento se tuvo que adentrar en el análisis reglamentar el instituto (16). A su vez, en el cé-
del instituto juradista y su compatibilidad con lebre fallo “Casal” (2005), tan solo se hizo men-
la Convención Interamericana de Derechos Hu- ción del sistema de enjuiciamiento que prevé la
so
rado; a diferencia de la exigencia de dos tercios cumbe a las provincias no importa en sí mismo
de votos que sí estableció para el veredicto de agravio alguno al derecho de defensa ni al prin-
culpabilidad en el marco del procedimiento de cipio de igualdad.
juicio político (art. 59).
Finalmente, la CS sostendrá que la ausencia
“(...) Por lo demás, si el juicio por jurados ex- de expresión de los fundamentos del veredicto
presa —en esencia— el derecho a juzgar en de jurados no impone la inexorable exigencia de
rs
cabeza del pueblo, por considerarlo el sujeto unanimidad. Ello por cuanto, según entiende, la
jurídico más apto para ponderar la criminali- falta de motivación expresa no impide el ejerci-
dad de las acciones u omisiones del prójimo, y cio del derecho de revisión amplia (que puede
si —a su vez— se considera al veredicto como realizarse con base en la congruencia o no entre
te
una conclusión que se asume luego de transitar premisas y conclusión) y, a su vez, dicho requi-
un proceso deliberativo forjado por una plura- sito motivacional fue concebido a los fines de
lidad de opiniones que expresan apreciaciones compensar la debilidad institucional de las ma-
en las que se congregan la multiplicidad de gé- gistraturas profesionales. La fundamentación
nero, edades, oficios, experiencias de vida, etc.,
eu
explícita, entonces, encontraría su razón de ser
no luce irrazonable requerir una mayoría espe- en la obligación de los jueces, como represen-
cial de dos terceras partes de sus miembros para tantes del pueblo —no electivos— en ejercicio
generar la decisión, tal como lo prevé la legis- de un poder del Estado, de rendir cuentas de sus
lación neuquina aplicada al presente caso”(18). decisiones y permitir el control ciudadano. Dis-
tinto es, concluye, cuando el mismo pueblo —
cluye en el sentido de que no puede colegirse
R
Manteniendo tal prisma de análisis, la CS con- representado por los jurados— es el que ejerce
de forma directa la potestad de juzgar.
que se comprometa la presunción de inocencia
por la mera existencia de votos disidentes del ju- De lo hasta aquí estudiado entonces, pode-
rado. Por lo que, según el tribunal, la voluntad mos concluir que la Corte Suprema de Justicia
n
popular puede expresarse válidamente median- no avisora obstáculo alguno. La Constitución
te una decisión simplemente mayoritaria. Nacional permite que las distintas unidades fe-
derativas legislen de forma disímil y regulen ve-
so
Así las cosas, sellado el asunto respecto de la redictos por mayorías, sin más distinción. Ello,
ausencia de indicios constitucionales que incli- concluye la Corte en “Canales”, no conculca el
nen la balanza hacia tal o cual sistema de mayo- principio de inocencia, el derecho de defensa en
rías, la Corte pasa a tratar el agravio relativo a la juicio, el debido proceso o el principio de igual-
afectación del principio de igualdad. dad ante la ley.
om
A tal efecto, afirma que la coexistencia del sis- A la luz de los nuevos parámetros fijados en
tema de mayorías neuquino (8/12) con otras “Ramos vs. Louisiana”, cabe preguntarnos si es
disposiciones legales de provincias que exigen posible un vuelco similar de nuestra CS. Ello,
mayorías distintas —o incluso la unanimidad— en tanto no podemos obviar, la construcción
para convalidar los veredictos de culpabilidad, de nuestro sistema institucional tuvo basamen-
no vulnera aquel principio (art. 16, CN). Ello, to en el sistema constitucional estadounidense.
puesto que las diferencias que existen entre ta-
Th
III.2. Posibles interpretaciones constitucionales menos en sus bases— tuvo una fuerte influencia
del sistema presidencialista y juradista por en-
Llegados a este punto, entonces, resulta im- tonces incipiente EE.UU. No obstante, debemos
perioso hacer un breve reanálisis de la cuestión. reconocer, no menos cierto es que ello no resul-
ta vinculante para el legislador, pues el consti-
Por un lado, podemos afirmar —sin temor a tuyente parece haber dejado librada la elección
equivocarnos y porque también así lo determi- a la inteligencia y discrecionalidad del poder
rs
nó la CS— que la Constitución Nacional nada constituido. En igual sentido se expresa Binder
nos dice —al menos de forma expresa— sobre en este punto, al afirmar que, si bien resulta evi-
alguna opción ejercida por el constituyente res- dente que los constituyentes tuvieron en miras
pecto de un sistema de mayorías o de unanimi- el modelo estadounidense, cierto también es
te
dades para la validez del veredicto de jurados. que ello no tiene efecto normativo (21). Claro
No se logra deducir algo similar de la redacción está entonces, la interpretación histórica nos
de los artículos referidos al instituto, ni en su guiaría hacia el modelo estadounidense, y este
parte dogmática (art. 24) ni en su parte orgánica exige la unanimidad.
(arts. 75, inc. 12 y 118), pues nada surge de su in-
eu
terpretación gramatical o literal, de la exégesis y Asimismo, resta la posibilidad de realizar una
nuda letra de la ley. interpretación sistémica. De esta forma, Cris-
tian Penna propone y sostiene sólidamente una
Sumado a ello, entendemos que una inter- lectura diferente. A criterio del autor, si bien la
pretación analógica que nos lleve a asimilar el exigencia no se encuentra expresamente regu-
R
sistema de mayorías establecido constitucional-
mente para el juicio político con el sistema de
lada en la CN, entiende que podría concluir-
se que la unanimidad es una garantía implícita
mayorías de jurados no parece el camino ade- en virtud del art. 33, CN. Y esto sería así porque
cuado. se trata de una exigencia necesaria para la ple-
na satisfacción de otras garantías inherentes a
n
Ello por dos razones: en primer lugar, porque todo sistema republicano, como la garantía de
dicha interpretación ya ha sido analizada por la deliberación y el principio de defensa. En este
CS en “Canales” y, pese a no haber sido expresa- entendimiento, la deliberación sería un “meca-
so
mente descartada, tampoco fue recogida como nismo colectivo de construcción del veredicto”
guía constitucional. En segundo lugar, porque que se impone como garantía porque no existe
se trata de dos sistemas de enjuiciamiento con un mejor método de “reaseguro de calidad” del
marcadas diferencias, tanto en sus formas como proceso de toma de decisión. La deliberación
en sus fines, y asemejarlos resultaría antojadizo. como garantía y la exigencia de unanimidad
om
No pareciera lógico asimilar la mera destitución como instrumento garantizador de una robusta
de un funcionario público sujeto a juicio políti- deliberación (22).
co con la posibilidad de condenar a una persona
a prisión perpetua por un crimen grave (amén III.3. Un análisis funcional de la cuestión
del sistema de garantías que impera en uno y en
otro). Los estándares de rigurosidad no pueden Por otro lado, amén de la previsión consti-
ni deben ser los mismos en un sistema respe- tucional o no de la exigencia estudiada, resul-
Th
tuoso del Estado de Derecho, menos aun si se ta imperioso realizar un análisis funcional del
llega a dicho puerto por simple analogía. asunto. Para ello, haremos una sucinta mención
de algunos datos empíricos de los que dispone-
Por el contrario, sí podríamos encontrar algún mos sobre el tema.
vestigio o huella que nos oriente en el camino
hacia la correcta inteligencia de la norma si rea- (21) Ver BINDER, Alberto M., “Introducción al derecho
lizamos una interpretación originalista e his- procesal penal”, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 2013, 2ª ed.,
tórica de la CN. Pues, como sabemos, nuestro p. 111.
modelo constitucional tuvo en miras la Consti-
(22) Ver PENNA, Cristian, “Primer paso de la Corte
tución Federal de 1787 y la Carta de Derechos de Suprema de Justicia hacia la consolidación del juicio por
Estados Unidos de América de 1791. Así, resul- jurados”, Revista La Ley: ed. especial: juicio por jurados,
ta claro que nuestro modelo institucional —al Buenos Aires, 26/06/2019, p. 16.
rs
dos a cabo por países con vasta tradición jura- lo que dificulta el cambio de veredicto. De todas
dista. A tal punto ello es así, que incluso la Corte formas, el número de irresolubilidad puede dis-
Suprema de Estados Unidos, para resolver la minuirse si se instruye al moderador para evitar
cuestión sobre el número de jurados necesa- estilos deliberativos negativos o agresivos (24).
te
rios y constitucionalmente válido para la con-
formación el jurado, puso especial atención en De forma similar, otra investigación realizada
los estudios empíricos disponibles por entonces en España con un grupo de 680 sujetos convo-
sobre la materia a decidir (23). cados y pertenecientes a la Comunidad Autó-
noma Gallega llega a resultados similares a los
eu
En esta dirección, en un trabajo realizado por mencionados en los párrafos precedentes. Así,
investigadores de la Universidad de Compostela concluyen que los jurados unánimes conducen
(Galicia, España), en el cual se organizaron ju- a deliberaciones más largas y más centradas en
rados simulados con diferentes composiciones las pruebas y los hechos, pero no por ello más
y mayorías, se comprobó que los jurados de 12 redundantes. Además, se comprobó que los ju-
miembros regidos por la regla de unanimidad
R rados unánimes se guían por un criterio fun-
son los que mejor ejecución presentan. Así, los cional en el que se analizan las dos versiones
jurados unánimes favorecen el cambio de vere- (proinocencia y proculpabilidad) acumulativa-
dicto (con respecto al voto individual y previo mente y se resuelve en función del mayor ajuste.
a deliberar que se les solicitó que hicieran a tal En los jurados mayoritarios, en cambio, decre-
n
efecto), pues se valen de la presión informativa y ce la calidad de la discusión, la deliberación se
normativa para promover el cambio de veredic- acorta y se detiene al alcanzar la mayoría. Se
to y así llegar a la pretendida unanimidad. analiza menos la evidencia y se escucha menos
so
chos y el derecho son más comprensivas, se ob- tivos en particular: la persecución de casos con
serva una participación minoritaria más activa carga probatoria relativamente ambigua (recor-
y, a su vez, mayor satisfacción con sus veredic- demos la discrecionalidad fiscal que opera en
tos. Igual resultado se observó en jurados de 6 EE.UU.) y las acusaciones imputando cargos
miembros con similares reglas, destacando que múltiples (29).
cuando actúan bajo el requisito de unanimidad
el debate es más extenso y se destaca una mayor No es ocioso señalar, a su vez, el traba-
rs
influencia de los disidentes (27). jo llevado a cabo por el Instituto de Estudios
Comparados en Ciencias Penales y Sociales
El citado autor, refuerza su postura nueva- (INECIP) (30). En él, se destaca que, de los 173
mente con relación a la preferencia de la re- juicios por jurados llevados a cabo en los prime-
te
gla de unanimidad, basándose en los estudios ros tres años de funcionamiento del instituto en
empíricos realizados por la “American Bar As- la provincia de Buenos Aires, se registraron tan
sociation” y en las experiencias de simulacro solo tres juicios estancados. Es decir, el número
llevados a cabo en 1983 por Hastie, Penrod y Pen- de jurados estancados alcanzó solo el 1,7%. No
nington (HASTIE, Reid - PENROD, Steven D. -
eu
obstante, debemos remarcar que la unanimidad
PENNINGTON, Nancy, “La Institución del jura- en dicha provincia se encuentra prevista de for-
do en Estados Unidos. Sus Intimidades”. Ed. Ci- ma parcial, como más abajo explicamos.
vitas, Madrid, 1987, ps. 340-341) (28) llegando a
conclusiones similares a las mencionadas. IV. Algunas cuestiones por considerar
un mayor número de jurados estancados o en A priori, cabe recordar, con relación a la regu-
suspenso, ergo, mayor dificultad de arribar a un lación de la exigencia de unanimidad en nues-
veredicto. tro país, cuáles son las legislaciones locales
que la prevén, ya sea de forma plena o parcial.
En tal sentido, se puede hallar un importan- Con parcial hacemos referencia a dos circuns-
te estudio en la materia realizado en Estados tancias: bien cuando se exige unanimidad solo
om
Unidos y patrocinado por el Centro Nacional de para penas perpetuas, o bien cuando se la exige
Tribunales de los Estados (National center for solo por determinado lapso temporal, pasado el
state courts - NCSC) que se basó, en una prime- cual se flexibiliza esta permitiendo alcanzar el
ra etapa, en datos recopilados en los tribunales veredicto por mayoría. En consecuencia, las le-
federales entre 1980 y 1987, y en tribunales es- gislaciones que lo prevén son las relativas a las
taduales entre 1996 y 1998. En la segunda eta- provincias de Mendoza, Entre Ríos, Río Negro,
pa se emplearon datos de diferentes condados Chaco, Buenos Aires y Chubut.
Th
solicite penas que oscilen entre los 3 y 15 años bidamente motivadas de forma expresa por los
de prisión (el número puede variar según la le- jueces, y luego podrán ser ampliamente revisa-
gislación). Ello, puesto que —por lo general— das por otro tribunal con competencia revisora.
establecen el jurado para delitos con penas
superiores a dichos montos y no así para quie- En cambio, en el juicio sustanciado con ju-
nes se les solicite penas menores. No obstante, rados legos, el cual no permite la fundamenta-
dicha ausencia puede comprenderse en orden ción expresa de sus decisiones (31), tolerar la
rs
a nuestra novel experiencia juradista y la nece- disidencia implicaría un peligro indebido para
sidad de iniciarse en la práctica con un orden los derechos del encausado (32). Entonces,
lógico, comenzando por los delitos de mayor al existir disidencia en la valoración de los he-
gravedad. La práctica entonces, con gran pro- chos y la prueba sin motivación escrita ¿cuál es
te
babilidad, irá afianzando la institución y permi- la postura adecuada? Alguien podría aventu-
tiendo que se avance en estas cuestiones, para rar que la adecuada es la mayoritaria, pero “...
lo cual incluso se puedan evaluar sistemas me- el consenso democrático no puede funcionar
nos rígidos en la conformación del jurado (no como criterio de verdad fáctica para fundamen-
tar la legitimidad jurisdiccional; sintéticamen-
eu
así respecto de la unanimidad).
te: el principio de la mayoría, básico para el
Tampoco escapa a nuestra consideración la concepto de democracia, es inidóneo para de-
aparente incongruencia de ciertas legislacio- finir la máxima básica... que preside la labor
nes locales que prevén la unanimidad parcial, judicial” (33). En consecuencia, el hecho de que
es decir, se regula la exigencia solo para los de- más sujetos apoyen tal postura no garantiza su
R
litos que prevén pena de prisión perpetua. De
esta forma, se permiten mayorías reducidas
veracidad, pues, el debido proceso impone la ne-
cesidad de que la respuesta sea cualitativa y no
para delitos que, sin llegar a la perpetuidad, pre- cuantitativa (34). La unanimidad, entonces, im-
vén escalas considerablemente elevadas. Esto pone la obligación de escuchar la disidencia,
no pareciera tener fundamento lógico si enten- confrontar los argumentos y extender el deba-
n
demos la unanimidad en el sentido tratado en te tanto como sea necesario para conseguir el
el presente comentario. Ello, toda vez que, si acuerdo de todos sus miembros. Mientras exista
bien la cantidad de pena varía temporalmente, disidencia en el jurado, entiendo que el princi-
so
el daño real infringido no pareciera ser distinto. pio de inocencia estará en peligro, más de lo to-
De esta forma, se permite una mayor probabili- lerable en un Estado de Derecho.
dad de yerro (al relajar las exigencias) para los
casos en que el fiscal solicite una pena superior En esta dirección, otra cuestión inquietante
a 15 años de prisión sin llegar a la perpetuidad, en mi entender, la encontramos en el agravio
que para los casos en que sí se prevé la prisión realizado por el quejoso en el ya nombrado fa-
om
unanimidad. Como hemos visto anteriormen- dente mirada del Tribunal Superior de Estados
te, la CS, citando el precedente “Balado López”, Unidos.
ha decidido que dicho principio no se ve con-
culcado por cuanto el ejercicio de las facultades Ahora bien, desde la perspectiva histórica
provinciales de administrar justicia no importa estadounidense parece claro que tradicional-
un agravio en sí mismo y, además, no existe una mente el jurado arribó a sus veredictos de ma-
asimetría tal entre las regulaciones locales que nera unánime. No obstante, bien señala Schiavo
rs
afecte las garantías constitucionales. en este punto y comparto, que si bien es posi-
ble sustentar el desapego a la tradición cuan-
Sin embargo, basta un ejemplo para poner do se trata de adecuar una institución a las
en crisis esta lógica argumental. Supongamos exigencias de la sociedad actual, no puede ad-
te
por un momento que la provincia de Buenos mitirse que ese ajuste se realice sacrificando
Aires fija una mayoría de 8/12 para alcanzar el los principios garantizadores de los derechos
veredicto de culpabilidad, mientras que la pro- individuales (35).
vincia de Santa Fe establece la exigencia de una-
La solución, entiendo, tiene origen cons-
eu
nimidad. Así, una persona condenada en San
Nicolás de los Arroyos (Buenos Aires) por una titucional y viene dada por la interpretación
mayoría de 8/12, de haber sido juzgada en Ro- originalista e histórica de las cláusulas constitu-
sario (Santa Fe) habría tenido un 33% más de cionales, debiendo establecerse en consecuen-
probabilidad de resultar absuelta, a tan solo 72 cia la obligatoriedad de la unanimidad como
km de distancia. En consecuencia, en vista de tal garantía esencial del juicio por jurados. Pues,
R
disparidad, creo necesario hallar un equilibrio como hemos visto, es evidente que nuestros
constituyentes tuvieron en miras la Constitu-
entre el federalismo que asegura las autono-
mías provinciales y los derechos fundamenta- ción Federal y la Carta de Derechos de Estados
les de toda persona sujeta a un proceso penal. Unidos al instaurar el instituto. Y estos, han sos-
Sacrificar los derechos individuales en aras del tenido largamente y desde sus comienzos, que
n
federalismo no parece ajustarse a los estándares la exigencia de unanimidad es una garantía
internacionales comprometidos. esencial del juicio por jurados (ahora, a partir
de “Ramos”, extensiva a los Estados). La falta de
so
De otra banda, pero en consonancia con lo previsión constitucional expresa, explica acer-
que venimos relatando, cabe señalar una par- tadamente un sector doctrinal en consonancia
ticular situación que expone la preocupación con la mayoría en “Ramos”, guarda relación con
ciudadana sobre la temática. En el referéndum el largo apego a la tradición que corría especial-
(instituto republicanamente sano previsto pero mente es esos tiempos.
om
tran limitadas por el piso mínimo de garantías locales la decisión de adoptar tal o cual siste-
por ellas establecido al conformar el gobier- ma de mayorías, tropezando tal vez con ciertas
no federal. Por ello, cada gobierno local dic- desigualdades determinadas según el lugar del
ta su Constitución Provincial con arreglo a los hecho. Estas, sin embargo, entiende nuestro
principios, declaraciones y garantías estableci- máximo tribunal, no generan una asimetría tal
dos en la Constitución Nacional (art. 5º, CN). que comprometa o conculque los derechos del
De la misma manera que las provincias se en- encausado.
rs
cuentran constreñidas a garantizar el instituto
Siendo este el camino, librado a las volunta-
juradista (36), también lo están respecto de un
des locales y para el caso que estas opten por re-
requisito esencial de este, la unanimidad. gular el sistema de mayorías no unánimes para
te
evitar los jurados bloqueados y facilitar los vere-
De juzgarse lo contrario, es decir, sostener
dictos (aunque las tasas de bloqueos no lo justi-
una tesis contraria a la que aquí se propicia
fiquen), resulta interesante entonces analizar la
y de mantenerse el criterio “Canales”, entien- variable de algunas legislaciones que establecen
do que recurrir —tal como propone un sector la posibilidad de flexibilizar la exigencia trans-
eu
doctrinal— a una ley marco que fije y unifique currido cierto tiempo. De esta forma, se regu-
determinados requisitos básicos del institu- la la unanimidad como regla, pero se establece
to, podría lesionar seriamente las autonomías la posibilidad de que transcurrido cierto lapso
provinciales. considerable sin alcanzar un veredicto (p. ej.,
cuatro horas), dicha exigencia se relaje aceptan-
Huelga recordar, que de mantenerse el statu
R
quo, quedaría entonces —como bien advirtió la
do uno o dos jurados disidentes. Para ello, tam-
bién se recomienda que sea el mismo jurado el
CS en “Canales”— en poder de las legislaturas que salga de la sala de debate y exponga la difi-
cultad insuperable de alcanzar unanimidad, so-
(36) MAIER, ob. cit., p. 792. licitando entonces su flexibilización.
n
so
om
Th
rs
Patricio B. Esteban (*)
te
Sumario: I. Presentación.— II. ¿La doble vara del in dubio?—
III. La composición variopinta del jurado.— IV. ¿Más legitimidad?—
V. Deliberación y desacuerdos.— VI. Toma de decisiones y el valor
eu
del consenso.— VII. Palabras finales.
momento de la sentencia, eran los únicos dos es- Hale, así como en una larga lista de precedentes
tados que todavía permitían que la declaración que arranca en “Thompson vs. Utah” (1898), re-
de culpabilidad emitida por un jurado popular vocó la doctrina que había sentado en “Apoda-
lo fuese por un número inferior a la totalidad de ca vs. Oregon” y “Johnson vs. Louisiana” (1972,
sus miembros (diez sobre doce). Las alternati- ambos) y declaró que el voto uniforme es una
vas a consideración de la Corte eran, que o bien característica sine qua non de lo que desde
la Sexta Enmienda cuando incorporó la institu- siempre se ha entendido por “jurado popular”
Th
hace poco más de un año resolvió la cuestión de Neuquén; la de diez votos para penas tempora-
modo exactamente inverso a como acaba de ha- les de la provincia de Buenos Aires; la necesidad
cerlo el tribunal estadounidense. En “Canales, de unanimidad en Mendoza, Entre Ríos y Cha-
Mariano s/ homicidio agravado” (02/10/2019) co; los diseños que activan regímenes alternati-
se cuestionaba, entre otras cosas, la constitucio- vos en función del carácter temporal o absoluto
nalidad del régimen de juicios por jurados de de la pena (de nuevo, Provincia de Buenos Aires,
la provincia de Neuquén, donde para dictar un San Juan); y las regulaciones que en principio
rs
veredicto de culpabilidad basta una mayoría de exigen unanimidad pero prevén la suficiencia
ocho votos sobre doce (art. 207 del Cód. Proc. de diez votos si aquella no se alcanza en un pla-
Penal de la provincia). zo de deliberación razonable (Río Negro).
te
Los jueces Lorenzetti, Maqueda y Rosatti (este En principio, nuestra respuesta a la pregunta
último en voto separado), entendieron que no de si a partir de “Ramos” tenemos que repensar
existe mandato constitucional que imponga en el rumbo, sería que no. En primer lugar, como
nuestro país un número determinado de votos se adelantó, la sentencia paga el precio de la co-
para afirmar la culpabilidad o la inocencia por
eu
nocida adicción norteamericana a la interpreta-
parte de un jurado, y sentaron que “si se consi- ción originaria e histórica. Establece de manera
dera al veredicto como una conclusión que se irrefutable que para condenar se ha precisado
asume luego de transitar un proceso deliberati- siempre voto unánime y que esto es lo que “los
vo forjado por una pluralidad de opiniones que redactores” tuvieron en mente, pero, práctica-
expresan apreciaciones en las que se congregan mente ni un solo razonamiento en las 87 pági-
R
la multiplicidad de géneros, edades, oficios, ex- nas del fallo nos explica por qué cabría suponer
periencias de vida, etc., no luce irrazonable re- hoy que una definición por mayoría calificada
querir una mayoría especial de dos terceras resulta inviable (1). En la opinión triunfante de
partes de sus miembros para generar la deci- “Apodaca” había un asomo de interpretación di-
sión”. Finalmente, el Alto Tribunal sentó que la námica, consistente en preguntarse si la regla de
n
coexistencia del régimen de mayorías neuquino unanimidad cumple alguna función importante
con otros sistemas provinciales que exigen pro- en la sociedad contemporánea. Esto fue peyora-
porciones distintas o unanimidad no lesiona el tivamente descripto en “Ramos” como “el fun-
so
recho comparado, pareciera que la sentencia yentes al incorporar el juicio por jurados tenían
del máximo tribunal extranjero sobre un insti- a la vista el modelo anglosajón, pero también
tuto que ha sido la piedra angular de la adminis- se ocuparon de legarnos todo un aparato ins-
tración de justicia en aquel país por más de dos
titucional capaz de resolver estas preguntas de
siglos y medio, y cuya constitución ha servido
acuerdo con argumentos que no se agoten en
de inspiración a la argentina —en general, pero
el mero respeto por las tradiciones. La opinión
particularmente en este punto—, debiera dar-
contraria nos pone a soportar lo peor de dos
Th
La pregunta no solo es importante en sus pro- (1) Lo único en este sentido, es una breve remisión del
pios términos, sino también porque en las dis- juez Gorsuch, en una nota al pie de página, al trabajo de
tintas provincias se vienen generado esquemas HALVEN - SEIZEL, “The American Jury” (1966) y al de
DIAMOND - ROSE - MURPHY, “Revisiting the Unanimity
decisorios de cuño muy variado: la mayoría Requirement: The Behaviour of the Nonunanimous Civil
simple, que por ejemplo basta para condenar Jury” (2006), según los cuales la unanimidad fortalece la
en Córdoba; la mayoría calificada de ocho de calidad de las deliberaciones del jurado.
la pequeña compensación que supone poder como la elección entre un formato anglosajón o
ajustar el modelo de jurado a nuestras necesida- escabinado, la posibilidad del imputado de re-
des. Algo que resulta tanto más difícil de acep- nunciar al jurado, o la cantidad de miembros
tar, si tenemos en cuenta que en el propio Reino que lo componen, no estén facultadas, en cam-
Unido —el país cuyos siglos de antecedentes se bio, para decidir acerca de cómo se integra el
invocan para fundar lo inexorable de la unani- veredicto. De hecho, dado que la Corte Supre-
midad—, son válidas las declaraciones de cul- ma había convalidado en “Williams vs. Florida”
rs
pabilidad por una mayoría especial desde 1974. (1970) la instauración de jurados de seis miem-
bros, uno de los momentos difíciles de la au-
Por otro lado, “Canales” tiene el mérito de re- diencia para Fisher (el abogado de Ramos que
sistir a un vicio muy arraigado, que consiste en argumentó el caso ante la Corte) vino cuando la
te
transformar toda cuestión jurídica opinable en jueza Ginsburg le preguntó: ¿si en ciertos casos
un asunto de raigambre constitucional. No hay el acuerdo de seis mentes basta para un veredic-
dudas de que el juicio por jurados, como garan- to de culpable, por qué no debería ser suficiente
tía del acusado y filosofía liberal de ejercicio de el de diez sobre doce? (3).
eu
poder, nos viene impuesto en la ley fundamen-
tal, y podemos discutir sobre cuánto hay en él II. ¿La doble vara del in dubio?
que toque regular a nivel nación y cuánto tiene
de reservado a las provincias; pero nada en los La primera razón por la que suele preferirse
arts. 24, 75 inc. 12 y 118 sugiere una preferen- el veredicto unánime es que se lo presume más
cia por un sistema de mayorías o de voto úni- compatible con el estándar de certeza positi-
R
co. Una definición por el estilo solo podría venir va y, por lo tanto, con el respeto al principio de
de quien se sienta autorizado a derivarla direc- inocencia. Sin embargo, todos los días en nues-
tamente de la naturaleza del jurado popular; tro país los tribunales legistas dictan por mayo-
ontología a la que se recurre seguido, pero que ría condenas que suponen vencido el estado de
francamente resulta absurdo en una comuni- duda. Como la entendíamos hasta ahora, la cer-
n
dad jurídica donde hasta hace poco, repito, el teza es una condición por predicar de cada con-
único contacto que habíamos tenido con tribu- ciencia individual puesta a evaluar el caso, no
nales legos era mediante experiencias de simu- del número o la sumatoria de inteligencias que
so
predominaban en la Europa Continental (mino- insuficiente (y aún lo serían dos más —10/12—
ría de jueces permanentes y mayoría de jueces ), la conclusión obvia es que el criterio del téc-
accidentales, que deciden por alguna mayoría nico le merece al sistema un grado confianza
de votos), aclaraba que “incluso sería posible y superior que el parecer del ciudadano. Enton-
quizá aconsejable para nuestras prácticas judi- ces ¿en qué habría quedado el principio de igual
ciales una combinación apropiada de esas for- competencia epistémica en materia de determi-
mas de integración de los cuerpos de decisión y nación fáctica, que es el postulado fundamental
Th
de los modos de obtener la decisión”(2). Dejaba sobre el que se asienta todo el esquema de juicio
así explicado el maestro, que el número en la in- por jurados, y que la Corte Interamericana ha re-
tegración y la fórmula para obtener el veredicto, conocido en los siguientes términos: “En defini-
son temas por definir en el ámbito de la política tiva, cualquier tribunal (técnico o popular) debe
legislativa. reconstruir un hecho pasado, para lo cual utili-
za la lógica metodológica que es común a cual-
Por lo demás, resultaría extraño que mien-
tras las provincias pueden resolver sobre cosas
(3) HOWE, Amy, “Argument analysis: Justi-
ces weigh constitutionality of non-unanimous jury
(2) “Derecho Procesal Penal”, Tomo II, Parte General. rule”, 07/10/2019, ver en https://www.scotusblog.
Sujetos Procesales” Ed. Ad Hoc, Buenos Aires, 2013, 1ª com/2019/10/argument-analysis-justices-weigh-consti-
ed., p. 499. tutionality-of-non-unanimous-jury-rule/.
quier persona, pues no depende de que tenga o algo, debiera ser al veredicto de los jueces fun-
no formación o entrenamiento jurídico” (“V. R. cionarios al que se aplique la demanda de una-
P. y otros vs. Nicaragua”, 08/03/2018)? nimidad, no a las conclusiones del pueblo.
Elhart provee la siguiente respuesta: “Los jue- La explicación está en que la permuta entre
ces profesionales expresan sus razones, las ex- unanimidad y redacción de motivos, nació en
teriorizan. Por ello aún por mayoría simple, que épocas donde la fundamentación escrita no era
rs
en el caso de los tribunales colegiados de instan- vista como un paliativo a la debilidad política
cia de juicio alcanza el sesenta y seis por ciento, del magistrado burócrata, sino como una garan-
se abastece la garantía de debido proceso. Por tía incluso más importante que el propio jurado
ello no es trasladable a los tribunales profesio- (una muleta que nos ha acompañado por tan-
te
nales colegiados la cuestión de los porcentua- to tiempo que hemos llegado a quererla tanto o
les con relación en si tales números representan más que a la pierna), y entonces ha terminado
certeza o en otra terminología si superan toda por parecer natural que exijamos algo —como
duda razonable. La cuestión se mantiene solo el veredicto unánime— a cambio de resignarla.
eu
vinculada al voto individual de cada juez. En
cambio, la cuestión, epistemológicamente, es La idea puede rastrearse hasta una cita de
distinta en el juicio por jurados, donde si bien Giovanni Carmignani —que nos llega por
hay deliberación, si bien hay argumentación y Ferrajoli—, y que se suele traer a colación para
fundamentación, dado que dentro del recinto defender el requisito de unanimidad: “No es por
de deliberación los integrantes del jurado exte- lo tanto en el Jury la unanimidad del voto... una
R
riorizan sus posiciones y las discuten, luego solo institución baladí, aparecida por casualidad en-
se pone de manifiesto el resultado de la vota- tre los hombres, y que pueda ser abandonada
ción. Por ello es que estamos ante otro paradig- a capricho, sustituyéndola por el criterio de la
ma. En ese paradigma (el de juicio por jurados, mayoría precisa o por el de los dos tercios. Esta
allende del modelo que se instaure) para alcan- institución es característica esencial del Jury: es
n
zar el estado de más allá de duda razonable hay la fórmula con la cual la ley, que es la única que
dos exigencias en lo que hace al tema aquí en puede y debe decidir sobre la suerte del acusa-
trato: una para cada jurado, que debe estar con-
so
midad—, era muy inferior a la que podía lograr- Como bien se dice en “Canales”, aspiramos a
se con igual porcentual de togados. que el jurado espeje la composición multifor-
me de la sociedad. De aquí deriva el fallo que la
Muchos defensores y aún entusiastas del ju- pluralidad en la integración torna razonable la
rado continúan justificando el requisito de una- no pretensión de unanimidad en el veredicto. Al
nimidad con base en la ausencia de motivación cabo, lo más característico de un grupo huma-
redactada, sin reparar en el origen de esta aso- no heterogéneo son precisamente los diferen-
rs
ciación. Lo que Carmignani hubiera querido dos. Pero si tenemos en cuenta lo que sostuvo la
decir, junto con muchos autores de su tiempo, Corte de Estados Unidos en “Ramos”, la variable
es algo así como: si el legislador va a quitarnos la “diversidad” también puede justificar la conclu-
garantía que supone un fallo escrito por juristas sión contraria.
te
y poner la suerte del acusado en manos de pro-
fanos, lo menos que podemos exigir es que al Incluso la disidencia admitía que la renuncia
momento de condenar estén todos de acuerdo. al veredicto unánime en Louisiana y Oregon te-
nía raíces en lo que se conoce como el sistema
“Jim Crow”; es decir, en el complejo de legisla-
eu
Claramente, no es un punto de vista que po-
damos acompañar hoy. Y no debiéramos acep- ción racista que los estados sureños y del Oes-
tar esta lógica de trueque porque tampoco te pusieron en vigencia tras la Reconstrucción
estamos dispuestos a conceder que, en el pase y hasta bien entrados los años 60 del siglo 20.
de un modelo de juzgamiento al otro, el imputa- La regla de mayorías se adoptó en la Conven-
do haya perdido algo que justifique, a modo de ción Constitucional de Louisiana en 1898, una
compensación, añadir recaudos de los que es-
R semana después de que el Senado abriese una
investigación para determinar si ese estado ex-
tábamos dispuestos a prescindir bajo el sistema
cluía sistemáticamente a los afroamericanos de
de jueces técnicos.
participar en el jurado. Así, dado que cualquier
Más así, cuando el fundamento de las decisio- veda racial expresa hubiera sido anulada por la
n
nes del jurado, si bien no se traduce en una ex- Corte Suprema por ser contraria a la ley de de-
rechos civiles de 1875, convalidar un mínimo de
teriorización de argumentos, puede igualmente
diez votos sobre doce, se presentaba como una
so
Quienes militan desde hace décadas por la Pareciera que entonces, un buen motivo para
instauración del régimen de jurados en nues- que no nos contentemos hoy con nada inferior
tro país, lo hacen adscribiendo al principio de a una decisión unánime, es que la demostración
que el juicio probatorio de una persona no ver- de culpabilidad penal ha de ser resistente al test
sada en derecho es equivalente al del juez pro- del multiculturalismo, la perspectiva de género,
fesional. La cuestión acerca de qué proporción la ideología política, el credo, las diferencias de
de votos afirmativos tenemos por suficiente en
Th
III. La composición variopinta del jurado Este resulta un argumento atractivo, espe-
cialmente, porque tornaría impráctica para la
Otra posibilidad de justificación para la exi- vindicta cualquier estrategia de persecución
gencia de unanimidad puede buscarse en la ex- basada en estereotipos. Sin embargo, el razona-
pectativa de conformación representativa del miento tiene dos defectos. El primero fue seña-
jurado. lado por la mayoría de Apodaca. La garantía de
rs
presencia en cada jurado concreto. Y si no tie-
ne garantizada la presencia, parece irrazonable El trabajo pionero sobre deliberación de jura-
que tenga garantizado el derecho de bloquear dos de Harry Kalven y Hans Zeisel, que se plas-
una decisión en los casos en que sí resulta con- mó en la obra “The American Jury” de 1966, se
te
vocado. había citado en Apodaca para sostener que la
regla de unanimidad no tiene un impacto de-
En segundo lugar, la composición heterogé- cisivo sobre la calidad del debate. No obstante,
nea de la sociedad está lejos de ser la única o si- en las últimas dos décadas vieron la luz algu-
eu
quiera la principal razón por la que diferimos. nas investigaciones que parecen demostrar lo
Las interminables discusiones de sobremesa contrario. Una importante contribución ha sido
con nuestras propias familias; los debates sobre la serie de publicaciones (8) de Seidman Dia-
quién tiene que jugar de titular el domingo (en mond, Vidmar, Rose, Ellis y Murphy a partir
los que difícilmente incidan condicionamientos de lo que se denominó “El Proyecto Arizona”, y
étnicos, religiosos, políticos, económicos o de que comprendió la filmación y análisis de cin-
R
género); todo esto prueba que diferimos porque cuenta deliberaciones de jurados civiles. Igual-
diferimos; diferimos porque un margen irreduc- mente, reconocidos son los escritos de Valerie
tible de desacuerdos es el precio de combinar la Hans (9), profesora de la Universidad de
singularidad de la persona humana con el res- Cornell, que asesoró y participó en varias jorna-
peto a la autonomía de conciencia. Y entonces, das académicas sobre el jurado en nuestro país.
n
si ya por mera estadística vamos a poder encon-
trar entre diez individuos, uno que contradiga lo Partiendo de esta literatura, es común leer
que al resto le parece evidente ¿es razonable im- que los estudios empíricos demuestran que el
so
ocho de los cincuenta estados más las cortes fe- Facultad de Derecho de la UBA, p. 83. La publicación está
derales exigían unanimidad, y la singularidad disponible en http://www.editorial.jusbaires.gob.ar/li-
humana no parece haber sido obstáculo para bro/cargar/116.
alcanzar tazas de encarcelamiento que hacían (7) “Puntualizaciones de la Corte Suprema de Justicia
hablar a Nils Christie de “gulags modernos”. Esto de la Nación sobre el juicio por jurados. Sentencia del 2
sugiere que, si obligamos a seguir debatiendo, de mayo de 2019: causa ‘Canales’”, 09/05/2019, disponi-
ble en www.pensamientopenal.com.ar.
los acuerdos se logran. Profundizamos sobre el
Th
tema en el siguiente apartado. (8) “Juror Discussion during Civil Trials: Studying an
Arizona Innovation”, en Ariz. L. Rev., vol. 45, 2003”; DIA-
IV. ¿Más legitimidad? MOND, Shari - VIDMAR, Neil, “Jury Room Ruminations
on Forbidden Topics”, en Va. L. Rev., vol. 87, 2001; SEID-
Se sostiene comúnmente que el recaudo de MAN DIAMOND, Shari - VIDMAR, Neil - ROSE, Mary
- ELLIS, Leslie - MURPHY, Beth, “Inside the Jury Room:
unanimidad reviste de mayor legitimidad a la Evaluating Juror Discussions During Trial”, Judicature,
sentencia, estimulando el diálogo y la gene- vol. 87, 2003; DIAMOND, Shari S. — ROSE, Mary R. -
ración de consensos. Así lo entiende Gustavo MURPHY, Beth, “Revising the Unanimity Requirement:
Letner, p. ej., para quien “tanto la integración The Behavior of the Non-Unanimous Civil Jury”, Nw. U. L.
tradicional de doce jurados como el veredic- Rev., vol. 100, 2006, entre varias otras.
to unánime, establecen una decisión de mayor (9) “Juzgando al jurado” (1986) y “Jurados Americanos:
calidad, producto de una profunda delibera- El veredicto” (2007).
rs
tica sobre el modo en que cada estudio arriba el número de jurados estancados es mucho ma-
a estas conclusiones. Pero sí resulta importante yor del que se verifica ante las cortes (ha llega-
empezar a identificar con más cautela los lími- do a comprobarse una distancia porcentual de
tes de lo que puede válidamente considerarse 23 a 6.2) (11). La misma autora explica que si
te
demostrado por trabajos de campo. Las reco- una mayoría de personas antes de iniciar la de-
pilaciones de datos pueden ilustrarnos sobre la liberación ha llegado por su cuenta a una prefe-
duración de las deliberaciones en cada caso, o rencia determinada de veredicto, lo más seguro
la percepción de los propios jurados (se les sue- es que esta inclinación se imponga y conquis-
eu
len entregar entrevistas-formulario al cabo del te la totalidad de los votos, sino por la fuerza de
juicio para que califiquen su experiencia). Aho- los argumentos, debido a la presión del grupo o
ra, estas son solo algunas del complejísimo uni- a causa del procedimiento heurístico que asu-
verso de variables con el que operamos cuando me que la opinión de una mayoría sustancial es
emitimos juicios de valor sobre la “calidad del probablemente la correcta.
debate”, “la consideración de las minorías”, o la
“confianza ciudadana”.
R Siendo así, hay que ser cuidadosos con ro-
mantizar el consenso cuando hablamos de un
El razonamiento de que la unanimidad poten- tribunal de jurados, pues queda siempre la duda
cia las deliberaciones consiste en que, al tornar de cuánto más que las buenas razones, habrán
cada voto imprescindible, impide que la mayo- influido la presión de pares, la amenaza de pro-
n
ría se desentienda de las opiniones discordan- longación excesiva de la deliberación, o el man-
tes ni bien ha reunido el número. Sin embargo, dato de una figura de autoridad que imponga el
también para llegar a una supermayoría de diez objetivo de una solución compartida, de modo
so
sobre doce suele hacer falta un intercambio in- que las pocas voces disidentes, sintiéndose im-
tensivo de argumentos. posibilitadas de cambiar la marea, cedan senci-
llamente para amoldarse a la consigna. Si a cada
En el amicus presentado en favor de Evange- tribunal de jueces técnicos lo mantuviésemos
listo Ramos por las profesoras Wydra, Gorod y en un cuarto para que deliberase jornadas en-
om
Zolle en representación del Constitutional Ac- teras hasta alcanzar unanimidad, de seguro que
countability Center, se afirmaba que el costo del también entonces veríamos muchas menos di-
voto unánime, en términos de aumento de jura- sidencias en los fallos, pero nada nos diría esto
dos estancados, es relativamente bajo, pues los sobre la calidad de la decisión.
resultados de diez u once sobre doce son mar-
cadamente excepcionales. Pero si son excepcio- Por otro lado, tengamos en cuenta que ciertas
nales para las cifras de jurado estancado, lo son legislaciones exigen unanimidad también para
Th
igualmente para considerar que una mayoría la absolución (p. ej., Río Negro), propuesta que,
podría avasallar a la minoría sin tomarse el tra- además, cuenta con aval doctrinario (12), por lo
bajo de considerar su punto de vista.
(11) Disertación de DIAMOND, Shari - ROSE, Mary -
Y, además, ¿en qué consiste exactamente MURPHY, Beth, “El proceso de toma de decisión del ju-
el plus de legitimidad que se asocia al sistema rado”, en el marco del II Congreso Internacional de Juicio
“un jurado un voto”? Shari Diamond comenta por Jurados celebrado los días 19, 20 y 21 de noviembre
de 2014, en la Facultad de Derecho de la UBA, p. 22. La
publicación está disponible en http://www.editorial.jus-
(10) Amicus curiae presentado por las profesoras Wy- baires.gob.ar/libro/cargar/116.
dra, Gorod y Zolle en “Ramos vs. Louisiana” en favor del
peticionante, disponible en scotusblog.com/case-files/ (12) ELHART, Raúl “Juicio por jurados. Interrogan-
cases/ramos-v-louisiana/. tes sobre las mayorías exigidas en los veredictos de no
que la posibilidad de una minoría excéntrica o Y a todo esto, tengamos en cuenta que el agre-
recalcitrante que impida arribar a una solución gado de legitimidad que pudiera desprenderse
común podría terminar perjudicando, no solo de una decisión unánime en supuestos en que
las chances de condena, sino, asimismo, al acu- sin ser obligatoria no se hubiera producido —
sado. agregado más bien modesto a nuestro modo de
ver—, tiene que ser suficiente para compensar
Ya el solo hecho de que exista un mecanis- por la posibilidad de bloqueo irracional, esto es,
rs
mo para presentar la condena ante la sociedad tiene que balancear el costo de todos los demás
como un producto más sólido de lo que habría casos en que la unanimidad permite que un
sido de otro modo, supone un problema. A la punto de vista arbitrario pero resiliente, fuerce
defensa seguramente le convendría impugnar una declaración de jurado estancado.
te
un veredicto de culpabilidad dividido, fruto de
la deliberación espontánea y el sufragio libre de Si lo que se buscan son garantías sobre la se-
los jurados. En vez de eso, se la obliga a discutir riedad y el esfuerzo que se invierte en la dis-
un fallo revestido de una credibilidad y un cier- cusión, una herramienta más adecuada que el
acuerdo obligatorio son las cuotas mínimas de
eu
to efecto conclusivo, que se lograron exclusiva-
mente por mandato legal. tiempo, como prescribe el art. 77 de la ley 2364
de la provincia de Chaco, según el cual la delibe-
Aunque luego diremos más sobre el asun- ración del jurado no podrá durar menos de dos
to, creemos que frecuentemente se exagera el horas. También nos parece una alternativa via-
vínculo entre unanimidad y calidad de la deli- ble la que recoge el art. 202 del Cód. Proc. Río
beración. Un jurado puede devolver un vere-
R Negro, que exige en principio unanimidad, pero
dicto unánime en cinco minutos tanto como dispone que, si luego de un plazo razonable no
otro puede discutir largas horas sin ponerse de hubiere acuerdo, el juez instruirá al jurado para
acuerdo. Sabemos a partir de la experiencia co- que retome la deliberación, haciéndole saber
que se aceptará un veredicto con diez votos en
mún, que existe un punto en que la profundidad
n
caso de jurados de doce miembros y seis cuan-
del debate deja de ser proporcional al tiempo
do lo sea de siete.
invertido, y las argumentaciones sencillamente
so
comienzan a repetirse o cambian nada más que Pese a todo, la mejor garantía para una deli-
en la paráfrasis; se trata de una instancia en que beración esforzada no necesitamos buscarla en
cesa el efecto beneficioso del intercambio y, si las variables de modelo o en precauciones adi-
algún acuerdo se logra que no se obtuvo antes, cionales. Ya viene incorporada en la estructura
es gracias al efecto “desgaste”. misma del jurado. En efecto, una de las prin-
om
go la mirada del lego. Pero, aunque parezca una el suficiente tiempo y energía. Desde esta ópti-
contradicción en los términos, el sentido común ca, todo proceso deliberativo que al final deba
raramente es uniforme; si no lo es el saber téc- acudir a un recuento de manos (votación) para
nico de los jurisconsultos, que se presume cien- saldar diferencias, podría verse como un pro-
tífico, sistemático, preciso, etc. cuanto menos yecto de consenso que no logró sus fines, es de-
cabe exigirlo de una epistemología en la que se cir, como un fracaso.
congregan las más variadas fórmulas de razona-
rs
miento y estilos de vida. Si convocamos al sen- Se trataría de una forma peculiar de fracaso
tido común para resolver conflictos, se entiende a la que obviamente nos hemos acostumbrado
que lo convocamos en su forma natural, como y que hemos dejado de sentir como tal debido
lo encontramos en la sociedad, sin pretensiones a que convivimos constantemente con resul-
te
de transformarlo en un constructo monolítico. tados por decisión dividida en un sinnúmero
de foros, como las sesiones parlamentarias, los
Y en igual sentido, tampoco parece acertado tribunales profesionales, las asambleas de sin-
afirmar, como se hace, que los veredictos uná- dicato, los comités académicos, la comisión
eu
nimes fortalecen la confianza del público en la directiva de club, etc. No obstante, cuando esta-
administración de justicia. Primero porque son mos ante un cuerpo de proporciones modestas
las instituciones las que necesitan la confian- (12 miembros) —cuestión que el objetivo “una-
za del pueblo, y siendo que el jurado es justa- nimidad” parezca realista—, y el asunto es lo su-
mente una representación simbólica del pueblo ficientemente grave (determinar la inocencia
aplicando la ley, este no requiere un aval de sí o culpabilidad de una persona), el estigma del
mismo. Pero más importante, la unanimidad
R desacuerdo como indicador de fracaso vuelve a
podría generar precisamente el efecto inverso. cobrar protagonismo y cualquier diferendo de
Si todos conocemos el grado de polémica con opiniones nos resulta inaceptable.
el que convivimos a diario, es decir, sabemos lo
difícil que es confluir en un punto de vista cuan- Y desde algún lugar, parece lógico que se de-
n
do en temas controversiales partimos de ideas fina a una deliberación que arroja un resultado
opuestas, ¿qué podemos pensar de una estruc- no unánime como una tentativa malograda de
consenso ¿Para qué deliberamos sino para acer-
so
mente a los demás” (13). Ahora, una sociedad yor inversión de tiempo y energía ya no suma a
que impone la unanimidad como desenlace la calidad del discurso—, provee la misma legi-
obligado de la deliberación, está diciendo algo timidad que un acuerdo total de voluntades. El
sobre lo que piensa de los desacuerdos. Pun- resultado final “unanimidad/mayoría” es con-
tualmente, está comunicando que los desacuer- tingente y puede depender de muchos factores
dos son algo negativo per se y siempre pasible (la complejidad del asunto, la razonabilidad de
de resolverse si tan solo le dedicamos a la tarea los panelistas, las peculiaridades del entorno
que no siempre son controlables), pero lo que
(13) MARTÍ, José L., “La República Deliberativa. Una importa para evaluar la solidez de la decisión,
teoría de la democracia”, Ed. Marcial Pons, Madrid, 2006, es que se haya agotado el potencial del proceso
p. 24. comunicativo.
Como dijimos, hay varios dispositivos insti- valor de legitimidad política, el principal moti-
tucionales a mano para ayudarnos a alcanzar el vo, es el derecho de cada cual a hacerse oír en
ideal de agotamiento, si se considera que la ven- los procedimientos donde se ponen en juego
taja de que el jurado esté compuesto por jueces sus intereses. En cambio, en el ejemplo del con-
accidentales no basta por sí misma. La fijación senso como garantía de acierto sobre una de-
de cuotas mínimas de tiempo de deliberación terminación fáctica, importa escuchar todas las
parece un recurso sensato. La pretensión de voces porque la conclusión será tanto más fia-
rs
unanimidad inicial sujeta a reemplazo por una ble cuánta más información y maneras de ver el
mayoría calificada si el acuerdo no se obtiene en asunto se hayan considerado.
un plazo razonable, también podría arrojar bue-
nos resultados. En definitiva, muchas pueden En las asambleas de propietarios, lo normal
te
ser las variantes mientras no nos vinculemos a será que el estatuto disponga algún sistema
posiciones esencialistas que pretendan deducir de votación por mayorías. De otra manera, las
de la “naturaleza del jurado” (o de su arquetipo cuestiones demorarían en tramitarse y la ad-
anglosajón), lo que en verdad son elecciones ministración del edificio se volvería impráctica.
Sin embargo, bien puede que, para determina-
eu
más o menos acertadas de política judicial.
das cuestiones, el consenso como valor de legi-
VI. Toma de decisiones y el valor del con- timidad se considere tan deseable y necesario,
senso que justifique una regla de acuerdo obligado. El
resultado sería una norma que fuerce a seguir
Imaginemos dos tipos de sesiones en las que discutiendo hasta lograr un compromiso unáni-
R
un grupo de personas intentan llegar a un acuer- me y gracias a eso el consorcio, a costa de mayor
do. En una, los miembros de un consorcio de tiempo y energía, habría generado una decisión
propietarios debaten acerca de si autorizar o no más robusta, que luego nadie podría dejar de re-
el cobro de expensas extraordinarias para pintar conocer como propia.
la fachada del inmueble. En la otra, un conjunto
n
de científicos se pregunta por el mérito de una Sin embargo, en el encuentro de científicos,
teoría revolucionaria sobre el origen del univer- donde el consenso opera como garantía episté-
so. Para ambos problemas lo ideal sería una de- mica, la regla de acuerdo obligado no reporta-
so
cisión unánime, pero por distintas razones. ría la misma ventaja. El patrón de validación no
es el “acuerdo” en tanto tal, como producto final
En el caso de los propietarios el ideal de una- importante en sí mismo, sino la corresponden-
nimidad, más que asegurar que la solución sea cia entre la declaración de verdad que emite el
“correcta”, tiene que ver con una instancia de va- cuerpo y la realidad objetiva. Aún si una mayo-
om
loración política: si se está resolviendo imponer ría, luego de largas discusiones, logra persuadir
a todos un desembolso adicional y a qué afec- a los disidentes, las menos o más probabilidades
tar ese dinero, el hecho de que algunas de las de que la opinión dominante sea correcta, están
personas que se verán alcanzadas por la deci- regidas por leyes causales o se basan en hechos
sión la consideren errónea o injusta, representa a los que no les interesan los mecanismos dis-
un costo en términos de legitimidad (aún si ese cursivos o psicológicos por los cuales unos ter-
costo no compromete la validez). En lo que toca minen aceptando lo que sostienen otros. Aquí,
Th
a los científicos, cuando hablamos de consenso, el valor del consenso se pierde cuando deja de
no es el valor del consentimiento de los afecta- ser espontáneo. Carece de sentido apuntar a
dos lo que interesa, sino la mayor probabilidad “construirlo”.
de acierto que supone el hecho de que un ma-
yor número de personas sea de la misma opi- Tenemos entonces que, en una clase de pro-
nión con relación en el problema que nos toca cedimientos de toma de decisiones, el consenso
encarar. representa un agregado de legitimidad polí-
tica, en el sentido de que estructura pautas de
A la vez, en las dos sesiones es importante acción común que los participantes han decla-
que la tendencia minoritaria pueda hacer valer rado aceptables, y como este compromiso es
su punto de vista, aunque, nuevamente, por ra- redituable en sus propios términos, resulta ra-
zones diferentes. Respecto del consenso como zonable que a veces (o quizá siempre para algu-
nas actividades), el sistema decida invertir para cuando un grupo de ciudadanos se reúnen a de-
generarlo, el cúmulo de energías que demanda terminar si una persona cometió o no un delito.
una regla de acuerdo obligado. En otro tipo de
comitivas, el consenso rinde en el plano episté- VII. Palabras finales
mico; la sumatoria de inteligencias que adhie-
ren a una misma solución nos dice algo sobre En estas líneas he planteado que la regla de
las chances de acierto. Pero como en este caso unanimidad ni tiene calado constitucional ni
rs
el consenso es solo un instrumento de medi- debe suponerse inseparable del jurado en tanto
ción probabilística, sin valor autónomo, la regla institución. Me permito aclarar ahora que nada
de acuerdo obligado no tiene razón de ser (más de lo dicho es un buen motivo para no adoptarla
allá de asegurar un debate suficiente, tema que si es que se prefiere ese estándar como garantía
te
ya hemos abordado en páginas anteriores). pro homine de prudencia.
¿A cuál de estas dos congregaciones de per- Si bien, como dijimos, el origen de la regla
sonas se asemeja más un jurado popular? Di- de mayorías en Lousiana estuvo impregnado
ríamos que establecer la ocurrencia o no de un de prejuicios raciales, el estado la ratificó en la
eu
hecho y su autoría tiene más puntos de contacto Convención de 1974 alegando motivos de “efi-
con el cometido de los científicos que con de- cacia judicial”. Es una consigna que también se
cidir si los ocupantes del edificio deben costear ha escuchado en nuestro país. Pero el concep-
los trabajos de pintura. to de eficacia es incompatible con la actividad
de un jurado popular, sencillamente porque no
R
La retórica del consenso que se emplea para
justificar la regla de unanimidad a menudo
se cuenta con parámetros externos para califi-
car uno de los posibles resultados (condena-ab-
traslada a esta discusión la carga positiva que solución) como preferible de antemano. En un
corresponde al consenso en su dimensión po- acusatorio puro, la eficacia solo puede predicar-
lítica (“fortaleza de la decisión”, “confianza del se del trabajo de las partes.
n
público”, “respeto a las minorías”). Pero la única
dimensión de valor que el jurado puede apro- En este sentido, consagrar el derecho a un
vechar del consenso es la epistemológica. Su tribunal de pares supone exigir más de la acu-
so
que consideremos suficiente (lo que puede o no to a ceder la porción de interés punitivo que se
querer decir unanimidad). Ahora, sentar una sacrifica con la regla de unanimidad. Es una
regla de acuerdo obligado, que aún después de pregunta difícil; yo solo me he limitado a defen-
alcanzado el techo de calidad posible en la deli- der la conclusión de que no nos viene resuelta
beración obligue a prolongar el debate hasta lo- por la Constitución Nacional, por las necesida-
grar un criterio uniforme, responde a la idea del des de legitimación del proceso deliberativo, ni
consenso como un beneficio en sí mismo, y por por la “naturaleza o esencia” de lo que es un ju-
Th
lo tanto equivoca, cuál es el papel que este juega rado integrado por ciudadanos.
rs
El precedente Ramos c. Louisiana de la Corte
Federal de los Estados Unidos y su posible
te
incidencia en el ámbito local
Emmanuel A. Granger (*)
eu
Sumario: I. Introducción.— II. Antecedentes del caso.— III. Postura
de los miembros de la Corte.— Fundamentos de la postura mayorita-
ria.— V. Análisis jurídico de los fundamentos.— VI. Apreciación per-
sonal.
R
I. Introducción Otro de los puntos que se analizará es la posi-
ble incidencia de este precedente en el ámbito
Este artículo abordará el fallo de la Corte Fe- local y se hará referencia a uno de los últimos
n
deral de Estados Unidos (1) donde se analiza la pronunciamientos de la Corte Nacional sobre
constitucionalidad de los veredictos por mayo- juicio por jurados. Por último, se realizarán una
serie de apreciaciones sobre la temática en estu-
ría en los juicios por jurados. En primer lugar,
so
de los miembros de la Corte y se analizarán los Evangelisto Ramos, quien fue condenado por
fundamentos de cada uno los votos. En tal senti- un crimen grave en un tribunal del estado de
do, se tratará lo relativo al problema del requisi- Louisiana (3) por el veredicto de 10 a 2 por jura-
to de unanimidad de los jurados en los Estados y do y sentenciado de por vida sin derecho a liber-
la anulación del precedente Apodaca (2). tad condicional. Ramos impugnó la convicción
por un jurado (4) no unánime en la cual se le
Th
negó el derecho a un juicio por jurado impar- libertad condicional. Consecuencia de ello, el
cial, contemplado en la Sexta Enmienda de la acusado presentó un recurso de apelación.
Constitucional de los Estados Unidos de Amé-
rica. Finalmente, el 2 de noviembre de 2017 se pro-
nunció el Tribunal de Apelaciones de Louisia-
El proceso había tenido su inicio el 21 de mayo na y confirmó el veredicto y sentencia (7). Sin
de 2015, cuando Ramos fue imputado de asesi- embargo, Ramos impugnó su condena por un
rs
nato en segundo grado (5). El acusado compa- jurado no unánime como una negación incons-
reció para ser procesado el 1 de junio de 2015 y titucional del derecho de la Sexta Enmienda a
se declaró inocente. El 16 de julio de 2015, el tri- un juicio por jurados. El 7 de octubre de 2019 se
bunal de primera instancia rechazó la solicitud llevó a cabo la audiencia ante la Corte Federal y
te
del acusado de suprimir la declaración. Luego, el 20 de abril de 2020 se conoció la decisión.
el 20 de marzo de 2016, el tribunal de primera
instancia otorgó la petición del procesado para III. Postura de los miembros de la Corte
un juicio rápido. Se llevó a cabo una conferencia La Corte Federal de los Estados Unidos al pro-
eu
previa al juicio el 10 de junio de 2016, el cual se nunciarse sobre el caso decidió que la unanimi-
había fijado para el 20 de junio de 2016. dad del veredicto de los jurados es una garantía
constitucional y debía revocarse la sentencia
El 20 de junio de 2016, el tribunal de instan-
contra Ramos. En el dictamen, cuyos votos fue-
cia volvió a negar la requisitoria de defensa para ron seis a tres, los miembros de la Corte sos-
excluir la declaración. El juicio continuó hasta tuvieron que la Sexta Enmienda (8) requiere
el 21 de junio de 2016 y concluyó el 22 de ju-
R unanimidad para una convicción de un acusado
nio de 2016. En esa oportunidad, el acusado fue por un delito grave y que esta garantía es total-
declarado culpable de asesinato en segundo mente aplicable contra los Estados bajo la De-
grado (6) por un veredicto de diez de doce ju- cimocuarta Enmienda (9). Asimismo, con ese
rados.
n
Tras el veredicto, el día 06 de julio de 2016 Ra- (7) En aquella oportunidad, la defensa había plan-
teado que la evidencia presentada en el juicio era insu-
mos presentó un pedido para un nuevo juicio.
so
en un área boscosa en Nueva Orleans. El cuerpo fue des- causa de la acusación, de que se le caree con los testigos
cubierto por un oficial de cumplimiento de código de la que depongan en su contra, de que se obligue a compa-
cuidad que inspeccionaba propiedades. A partir del tes- recer a los testigos que le favorezcan y de contar con la
timonio del sobrino de la víctima se llegó hasta Ramos, ayuda de un abogado que lo defienda”. Consultado en:
dado que había sido visto el día previo al hecho en la casa [https://www.archives.gov/espanol/constitucion].
de la mujer. Además, se realizaron pruebas de cotejo de
ADN que dieron positivas. (9) La XIV Enmienda de la Constitución de los Estados
Unidos de América establece que: “1. Todas las personas
(6) La. RS 14: 30.1, que establece que: “A. El asesina- nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos y some-
to en segundo grado es el asesinato de un ser humano: tidas a su jurisdicción son ciudadanos de los Estados
Cuando el delincuente tiene una intención específica Unidos y de los Estados en que residen. ningún Estado
matar o infligir grandes daños corporales ...”. Fuente: podrá dictar ni dar efecto a cualquier ley que limite los
[https://law.justia.com/codes/louisiana/2011/rs/tit- privilegios o inmunidades de los ciudadanos de los Es-
le14/rs14-30-1/]. tados Unidos; tampoco podrá Estado alguno privar a
pronunciamiento se anuló como precedente la Con el fin de echar luz sobre los motivos por
decisión anterior del Tribunal en el caso Apoda- los cuales estos estados permitían condenas
ca vs. Oregon de 1972. no unánimes, el juez realizó un repaso por los
orígenes de las leyes (10) de Oregon y Luisiana
El juez Neil Gorsuch encabezó la opinión ma- que habían implementado el mecanismo de jui-
yoritaria, seguida en parte por los jueces Ruth cio por jurados que no requería la unanimidad
Bader Ginsburg, Sonia Sotomayor, Stephen de veredictos para lograr la convicción y desta-
rs
Breyer y Brett Kavanaugh, que sostiene que la có que sus orígenes estaban íntimamente vin-
garantía está incorporada en la Cláusula del de- culados a razones discriminatorias. Louisiana
bido proceso de la Decimocuarta Enmienda. había aprobado por primera vez veredictos no
Clarence Thomas solo se unió a la sentencia, al unánimes por delitos graves en la convención
te
argumentar, a diferencia de los otros votantes, constitucional de 1898 y, según el presidente
que está incorporada por la Cláusula de Privi-
del comité, el propósito declarado de esa con-
legios o Inmunidades de la Decimocuarta En-
vención era “establecer la supremacía de la raza
mienda.
blanca”.
eu
La opinión disidente fue liderada por el juez
Según Gorsuch, en el periodo previo a la con-
Samuel Alito, a la cual se unió el presidente de la
vención, el Senado de los Estados Unidos ha-
Corte John Roberts y Elena Kagan. Alito sostuvo
que la Corte debía defender el principio de stare bía pedido una investigación sobre si Luisiana
decisis, ya que Oregon y Louisiana habían utili- excluía de forma sistemática a los afroameri-
zado el fallo de Apodaca v. Oregon durante más
R canos de los jurados. De tal modo, para evitar
que la Corte eliminara cualquier política de dis-
de cuarenta años.
criminación abierta contra el grupo como una
IV. Fundamentos de la postura mayoritaria violación de la Decimocuarta Enmienda, los de-
legados elaboraron una regla “facialmente neu-
n
En la opinión mayoritaria, el juez Gorsuch re- tral para la raza” que permitía veredictos de 10
conoció que la Sexta Enmienda que contempla a 2 con el fin de quebrantar la participación de
el derecho al juicio por jurados requiere unani- esa minoría en jurados y así “asegurar que los
so
midad en el veredicto para condenar a un acu- afroamericanos del servicio del jurado no ten-
sado de un delito grave y que la garantía era dría sentido”.
completamente aplicable contra los Estados
bajo el Decimocuarta enmienda. Con relación a las leyes de Oregon, el juez
ponderó que habían tenido un origen similar.
om
En primer lugar, el juez contempló el carác- Al respecto, destacó que la regla de Oregon que
ter particular del caso dado que en 48 estados permite veredictos no unánimes data de 1930
y tribunales federales un voto absolutorio de un y se puede rastrear de manera análoga al sur-
solo jurado era suficiente para evitar una con- gimiento del Ku Klux Klan y los esfuerzos para
dena, pero no en Louisiana, donde se había co- diluir “la influencia de las minorías raciales, ét-
metido el hecho a juzgar. Junto con Oregón, ese nicas y religiosas en los jurados de Oregon”.
estado había condenado personas por un exten-
Th
Otro de los puntos por los que transitó el voto nado en el Senado y que esa circunstancia po-
del magistrado consistió en que la unanimidad nía al descubierto la intención del legislador de
del jurado había surgido como un derecho con- abandonar esa característica particular de la ley,
suetudinario vital en la Inglaterra del siglo XIV, pero en su dictamen el presidente del tribunal
luego apareció en las primeras constituciones interpretó que el término se excluyó como exce-
de los Estados Unidos y proporcionó el telón de dente porque se entendía en forma clara que el
fondo contra el cual fue redactada y ratificada la derecho a un veredicto unánime estaba incluido
rs
Sexta Enmienda. A la vez, los tratados de posta- en el derecho a juicio por jurados.
dopción y los tratados legales estadounidenses
del siglo XIX confirmaban ese entendimiento. Por otro lado, el juez Gorsuch, acompaña-
do por el juez Ginsburg y el juez Breyer, con-
te
Al continuar con su opinión Gorsuch expli- cluyeron que el precedente Apodaca v. Oregon
có que la Sexta Enmienda de la Constitución de carecía de fuerza previa y, por lo tanto, no co-
los Estados Unidos establece el derecho de los rrespondía que se lo trate como un precedente,
acusados a un juicio por un jurado imparcial en apartándose de la doctrina del stare decisis (12).
todo procesamiento criminal, aunque no dice
eu
En tal sentido, los magistrados consideraron
nada más sobre lo que un “jurado imparcial” que la opinión mayoritaria estaba gravemente
implica. No obstante, interpretó que el texto y equivocada y que el caso no se condecía con 120
la estructura de la Constitución sugieren que el años de jurisprudencia anterior.
término utilizado lleva consigo algún significa-
do sobre los requisitos de un jurado. Uno de ta- Tampoco los magistrados consideraron que la
R
les requisitos era que un jurado debe llegar a un posibilidad de que Louisiana y Oregon tuvieran
veredicto unánime para condenar. que volver a juzgar a los acusados condenados
por delitos graves mediante veredictos no uná-
Por último, y quizá la parte más transcenden- nimes cuyos casos estaban pendientes la apela-
te de este tramo del sufragio, brindó los motivos ción configuraba un impedimento para anular
n
por los cuales consideraba que ese requisito era el antecedente dado que solo dos estados se
aplicable también contra los estados en par- veían potencialmente afectados.
ticular. Indicó que la unanimidad de la Sexta
so
Enmienda se aplicaba a los juicios estatales y fe- En otro tramo del voto mayoritario el juez
derales por igual y que el tribunal siempre había Gorsuch, acompañado por el juez Ginsburg, el
explicado que el derecho de la Sexta Enmien- juez Breyer y la jueza Sotomayor, concluyeron
da a un juicio por jurados era “fundamental al que los intereses de confianza de Louisiana y
esquema estadounidense de justicia” y debía Oregon en la seguridad de sus juicios penales
om
incorporarse contra los Estados bajo la Decimo- no favorecían la defensa de Apodaca. Los jue-
cuarta Enmienda (11). ces calificaron de excesivas las preocupaciones
de que los acusados cuyas apelaciones ya es-
Según el juez Gorsuch, la Corte también ha-
tén concluidas puedan tratar de impugnar sus
bía sostenido durante un extenso periodo que
condenas no unánimes a través de la revisión
las disposiciones incorporadas de la Declara-
de garantías (13). A su vez, entendieron que no
ción de Derechos tienen el mismo peso cuan-
obstante la decisión de Louisiana de prohibir el
do se hacen valer contra Estados como lo hacen
Th
permitiendo veredictos no unánimes por crí- dos Unidos y su finalidad consiste en evitar la
menes cometidos antes de 2019 e incentivara a discreción arbitraria en los tribunales, motivo
otros Estados a flexibilizar sus propios requisi- por el cual los jueces deben estar sujetos a reglas
tos de unanimidad. y precedentes estrictos, que sirven para definir y
señalar su deber en cada caso particular que se
La jueza Sotomayor estuvo de acuerdo en les presente. Sin embargo, indicó que estos as-
gran medida con los fundamentos del voto ma- pectos positivos de la doctrina no significaban
rs
yoritario. En primer lugar, en cuanto a la doc- que la Corte nunca deba anular los precedentes
trina del stare decisis explicó que generalmente erróneos.
el máximo tribunal se adhería a las decisiones
anteriores incluso si se encontraba cuestionada Uno de los casos en que procede la anulación,
te
su solidez. No obstante, debía dejarse de lado según el ministro, se produce cuando la fideli-
Apodaca no solo porque la mayoría lo consen- dad a un precedente hace más para dañar el
tía, sino porque en el fallo se adoptó una opi- ideal constitucional que avanzarlo, aunque para
nión que calificó como irreconciliable con los ello se requiere una justificación especial “jus-
eu
precedentes constitucionales establecidos an- tificación especial” a través de factores identifi-
tes y después de la decisión. cados a lo largo del tiempo por la Corte en casos
anteriores que deben verificarse, entre ellos: la
En tal sentido, destacó que “[l]a Sexta En- calidad del razonamiento del precedente, su co-
mienda representa un profundo compromiso herencia con decisiones anteriores o posterio-
de la Nación con el derecho a juicio por jura- res, el cambio de ley desde la decisión previa,
do en casos penales graves como defensa con-
R los hechos modificados desde la decisión pre-
tra la aplicación arbitraria de la ley” e interpretó via, la viabilidad del precedente, los intereses de
que la Corte no debía dudar en reconsiderar sus confianza de quienes se han basado en él y su
precedentes cuando el poder del Estado para antigüedad.
encarcelar a personas se basa en una interpreta-
n
ción errónea del derecho de juicio por jurados. Kavanaugh destacó que ningún miembro de
la Corte Federal consideraba que el preceden-
El juez Kavanaugh coincidió con sus colegas te Apodaca era correcto, pero estaban en des-
so
En su voto, el magistrado realizó un inte- nime. En este sentido, ponderó que Louisiana
resante análisis de la doctrina legal del sta- había logrado la condición de estado en 1812 y
re decisis. Señaló que está enraizada en el durante la mayor parte del siglo XIX exigió ju-
Artículo III (14) de la Constitución de los Esta- rados unánimes en casos penales. Sin embargo,
en su convención constitucional estatal de 1898
(14) En el punto 1 de la primera sección, el artículo es- consagró jurados no unánimes en la constitu-
tablece que se deposita el poder judicial de los Estados ción estatal. Ese cambio se debió a que el Esta-
Unidos en un Tribunal Supremo y en los tribunales in- do quería disminuir la influencia de los jurados
feriores que el Congreso instituya y establezca en lo su-
cesivo. Asimismo, en el acápite 3 de la Segunda Sección, negros, que habían ganado el derecho a servir
dispone que todos los delitos serán juzgados por medio en jurados a través de la Decimocuarta Enmien-
de un jurado. da en 1868 y la Ley de Derechos Civiles de 1875.
La importancia de los jurados por mayoría ra- se anula un precedente de procedimiento penal
dicaba en que podían hacer una diferencia en que favorece al gobierno.
la práctica, especialmente en casos que involu-
cran a acusados negros, víctimas, o jurados. Este Por otro lado, expresó que no iba a presentar
tipo de jurados para los cuales bastaba una ma- grandes dificultades para Louisiana y Oregon
yoría podían silenciar las voces y negar los votos hacer la transición a la regla del jurado unáni-
de los jurados negros, especialmente en casos me que usan los otros 48 estados y los tribunales
rs
con acusados o víctimas negros, y solo uno o dos federales, dado que en 2018 Louisiana modifi-
jurados negros (15). Tal práctica para el magis- có su constitución para exigir la unanimidad del
trado, por la injusticia y el prejuicio que resulta- jurado en los juicios penales por delitos cometi-
ba, no hacía más que socavar la confianza y el dos a partir del 1 de enero de 2019, lo que signi-
ficaba que la transición ya estaba en marcha en
te
respecto por el sistema de justicia penal.
Louisiana.
También a su entender la Constitución prohí-
be los jurados no unánimes. Entonces, ante la Por su parte, el juez Thomas coincidió con
cuestión si correspondía anular o no un prece- que la condena por un delito grave de Ramos
eu
por un jurado no unánime era inconstitucio-
dente constitucional erróneo que permitió jura-
nal. En primer lugar, remarcó que la Corte ha
dos no unánimes, los orígenes de las leyes y los
reafirmado reiteradamente el requisito de una-
efectos raciales y discriminatorios de los jura- nimidad de la Sexta Enmienda a través de sus
dos no unánimes en Louisiana y Oregón, en su precedentes (17) y que incluso habían aceptado
opinión, eran importantes y deberían contar en esa interpretación de la Sexta Enmienda en ca-
gran medida a favor de la anulación (16).
R sos recientes (18). Asimismo, adujo que había
evidencia considerable de que la frase “juicio”
El juez sostuvo que no había razones para
por jurado” en la Sexta Enmienda se entendió
apegarse a un precedente erróneo que era no- desde la fundación para exigir que un veredicto
toriamente incorrecto como una cuestión de de culpabilidad de delito grave sea unánime e
n
derecho constitucional, que permite la conde- incluso destacó que, en la era fundacional, seis
na de algunos que no serían condenados bajo estados habían mencionado explícitamente la
la norma constitucional adecuada, y que tolera unanimidad en sus constituciones (19).
so
za. Solo Louisiana y Oregon empleaban jurados apartó de la mayoría por entender que el requi-
no unánimes en casos penales. En esos dos Es- sito de la unanimidad se incorporaba contra los
tados, la decisión de la Corte implicaba invali- estados por la Cláusula de Privilegios o Inmuni-
dar algunas condenas no unánimes donde se dades y no por la Cláusula de Debido Proceso o
preserva el problema y el caso aún estaba en la Decimocuarta Enmienda en un sentido vago.
revisión directa. Sin embargo, señaló que esa
consecuencia casi siempre se produce cuando V. Análisis jurídico de los fundamentos
Th
(15) En tal sentido, el juez apuntó que ya en el fallo Tras analizar los distintos fundamentos da-
Johnson v. Louisiana, 406 U. S. 356, 397 (1972) el juez J. dos por cada uno de los miembros de la Corte
Stewart, en su voto en disidencia, había afirmado que “[l]
os 10 miembros del jurado ‘simplemente pueden ignorar (17) En Andrés v. Estados Unidos, 333 US 740 (1948),
las opiniones de sus compañeros miembros del panel de Johnson v. Louisiana, 406 U. S. 356, 371 (1972), entre
una raza o clase diferente’”. otros.
(16) Al respecto, el juez cito jurisprudencia de la Corte (18) Southern Union Co. v. Estados Unidos, 567 U. S.
que había establecido el “imperativo de purgar los prejui- 343, 356 (2012); Blakely v. Washington, 542 U. S. 296, 301
cios raciales de la administración de justicia “en general (2004); Apprendi v. New Jersey, 530 U. S. 466, 477 (2000).
y del sistema de jurado en particular. Peña Rodríguez v.
Colorado, 580 U. S. (2017). (19) Ver Declaración de Derechos de 1776.
Federal de los Estados Unidos puede afirmarse El primer precedente data de 1898 (20) cuan-
que el punto medular de la cuestión a decidir re- do la Corte Federal sostuvo que los redactores
cayó sobre si el derecho a un juicio por jurados de la Constitución de los Estados Unidos te-
requiere un veredicto unánime para condenar a nían la intención de que los jurados tuvieran 12
un acusado de un delito grave cuando se aplica miembros y que un veredicto de culpabilidad
contra los estados. debe ser unánime. Al respecto, expresaron que
la vida y la libertad, cuando participan en proce-
rs
Las normas que entran en juego son la Sexta sos penales, no se garantizarían adecuadamen-
Enmienda y la Decimocuarta Enmienda de la te, excepto a través del veredicto unánime de
Constitución de Estados Unidos. La primera, es- doce miembros del jurado (Thompson v. Utah).
te
tablece que: “En toda causa criminal, el acusado La decisión del máximo tribunal en este pre-
gozará del derecho de ser juzgado rápidamen- cede se tomó para aplicar a los juicios penales
te y en público por un jurado imparcial del dis- estatales porque la Constitución originalmente
trito y estado en que el delito se haya cometido, se aplicaba solo al gobierno federal. Se suponía
eu
distrito que deberá haber sido determinado pre- que los estados eran “soberanos” separados, y
viamente por la ley; así como de que se le haga tenían total independencia.
saber la naturaleza y causa de la acusación, de
que se le caree con los testigos que depongan en El desenlace de la Guerra Civil (21) cambió
la relación entre los gobiernos federal y esta-
su contra, de que se obligue a comparecer a los
tal. Las enmiendas de reconstrucción impusie-
R
testigos que le favorezcan y de contar con la ayu-
ron restricciones a los estados que no se habían
da de un abogado que lo defienda”. contemplado antes. Entre ellas, estaba la Deci-
mocuarta Enmienda, que establece que ningún
Por su parte, la Decimocuarta Enmienda con-
estado “privará a ninguna persona de la vida, la
templa que: “1. Todas las personas nacidas o na-
n
libertad o la propiedad, sin el debido proceso
turalizadas en los Estados Unidos y sometidas a legal”.
su jurisdicción son ciudadanos de los Estados
so
Unidos y de los Estados en que residen. Ningún En los años posteriores a la Decimocuarta
estado podrá dictar ni dar efecto a cualquier ley Enmienda, la Suprema Corte ha utilizado esta
que limite los privilegios o inmunidades de los “cláusula de debido proceso” para aplicar una
ciudadanos de los Estados Unidos; tampoco po- serie de protecciones de la Declaración de De-
drá estado alguno privar a cualquier persona de rechos a los gobiernos estatales. No todos, pero
om
la vida, la libertad o la propiedad sin el debido muchos de ellos. Aun así, no ha quedado claro
proceso legal; ni negar a cualquier persona que cuáles se “incorporan”. Esa es la denominada
“doctrina de la incorporación”.
se encuentre dentro de sus límites jurisdiccio-
nales la protección de las leyes, igual para todos”. En 1968 la Corte afirmó que el derecho de la
Sexta Enmienda a un juicio por jurados se apli-
De tal modo, la Constitución de los Estados ca a los estados a través de la Decimocuarta
Unidos no contempla de forma específica que
Th
del veredicto y el requisito del jurado de doce estrictos, que sirven para definir y señalar su de-
miembros. ber en cada caso particular que se les presente.
rs
del tribunal en ese caso dictaminó que los esta- personas se basa en una interpretación errónea
dos podrían tener menos de 12 miembros. Por del derecho de juicio por jurados. En esos casos,
lo tanto, aunque los estados deben tener juicios donde están en juego garantías constituciona-
con jurado, estos podrían ser jurados de seis les, la Corte no debe dudar en reconsiderar sus
te
miembros. precedentes dado que la ley suprema exige más
que el uso continuo de procedimientos penales
En 1972 la Corte Suprema se expidió sobre si defectuosos.
el requisito de unanimidad del jurado se apli-
caba a los estados y dijo que no (“https://www. Sucede que para anular un precedente o apar-
eu
oyez.org/cases/1971/69-5046”\t“_blank”, Apo- tarse de él no basta con que la simple mayoría
daca v. Oregon). Esta fue una decisión dividida esté de acuerdo con tal decisión o se alegue que
donde cuatro de sus miembros dijeron que de- se decidió en forma equivocada, sino que se re-
bería incorporarse la unanimidad, otros cuatro quiere una exposición de motivos por los cuales
sostuvieron que la unanimidad ni siquiera de- debe producirse tal apartamiento. De tal modo,
R
bería aplicarse en casos federales y el juez res- se exige para tal práctica lo que se denomina
tante dijo que la unanimidad debía emplearse una “justificación especial”.
en casos federales, pero no en los estatales.
Con el fin de lograr esa justificación para apar-
Esa había sido la última interpretación con tarse del precedente debe atenderse a factores
n
relación al tema de la Suprema Corte de los Es- identificados a lo largo del tiempo por el máxi-
tados Unidos previa al caso que nos convoca. mo tribunal en casos anteriores. Entre ellos, se
En Ramos v. Louisiana de 2019 decidió que la incluyen la calidad del razonamiento del prece-
so
unanimidad del veredicto de los jurados es una dente, su coherencia con decisiones anteriores
garantía constitucional y la colocó por sobre el o posteriores, el cambio de ley desde la decisión
ámbito de autonomía de los Estados, pese a la previa, los hechos modificados desde la deci-
organización federal del país. De tal modo, cam- sión previa, la viabilidad del precedente, los in-
bió el criterio que había sentado en el cuestio- tereses de confianza de quienes se han basado
om
Cabe precisar que en aquella nación los jue- Las pautas señaladas proporcionan una me-
ces están obligados a aplicar la jurisprudencia. todología estructurada y una hoja de ruta para
Como lo refleja el voto de la mayoría, la doctri- determinar si se debe anular un precedente
na del stare decisis, implica “estar a lo decidido y constitucional erróneo. Configuran un marco
no perturbar lo ya establecido, lo que está quie- de exigencias para anular un precedente y, por
Th
to”. La idea general que subyace a la doctrina es lo tanto, limitan el número de anulaciones y
la del respeto por las decisiones anteriores, es mantienen la estabilidad en la ley. A la vez, tam-
decir, aquellas tomadas previamente por otros bién restringen la discreción judicial al decidir
tribunales que resolvieron un problema seme- cuándo anular un precedente.
jante.
Un punto importante por destacar en este as-
Este sistema originado en Inglaterra entraña pecto es lo expuesto por el voto mayoritario en
que un solo precedente constituye derecho y cuanto a que no se pueden defender opiniones
genera obligación. El fundamento de la doctrina de procedimientos penales equivocadas para
se afinca en que, para evitar una discreción ar- evitar sobrecargar los sistemas de justicia penal
bitraria en los tribunales, es indispensable que dado que, de ese modo, nunca se podría corregir
los jueces estén sujetos a reglas y precedentes la jurisprudencia. De tal forma, no debe resul-
rs
revoquen las condenas. época y de la revolución política que en Fran-
cia y los demás países europeos y americanos se
En conclusión, en el caso la Corte encontró desarrolló entre los siglos XVIII y XIX. Ese mo-
razones sólidas para apartarse del precedente vimiento político seguía el modelo de las insti-
te
Apodaca y consideró que el derecho a un vere- tuciones vigentes en Inglaterra, que conservaba
dicto unánime en el juicio por jurados es funda- los principios consistentes en el retorno al juicio
mental para el procedimiento. Asimismo, utilizó popular y al tribunal conformado por ciudada-
la cláusula del debido proceso de la Decimo- nos que eran destinados a discutir y resolver los
eu
cuarta Enmienda para aplicar un derecho cons- conflictos penales que se presentaban en el te-
titucional a los estados. Así, la unanimidad de jido social.
la Sexta Enmienda para lograr la convicción del
jurado configura una garantía tanto en los tribu- En la actualidad, el ser juzgado por los propios
nales federales como en los estatales. ciudadanos resulta un derecho fundamental de
cada habitante de la nación. Es el procedimien-
R
V.1. El instituto del juicio por jurados en el ám- to legal y constitucional para imponer una pena
bito nacional en Argentina. Las razones de ello posiblemente
se debieron a una necesidad de mayor partici-
La influencia de la Constitución de los Esta- pación ciudadana en la administración de jus-
dos Unidos de América (23) en nuestra Consti- ticia (27) dado que se vincula al jurado con la
n
tución Nacional nos invita a trasladar el análisis forma de organización de la cosa pública en una
de la aplicación del juicio por jurados (24) por república democrática (28).
veredictos no unánimes al escenario local. Cabe
so
tener presente que desde 1853 se exige que el Ahora bien, la Constitución de la Nación Ar-
juzgamiento de determinados conflictos (25) se gentina diagramó su administración de justicia
materialice por el sistema de jurados legos (26), en una jurisdicción que ejercen los tribuna-
les de federales en los casos establecidos por la
(23) Al respecto, MAIER, J. B. menciona que “[n]o pa- Constitución como de competencia federal en
om
rece discutible que el modelo de organización judicial el art. 116 y otra jurisdicción que ejercen los tri-
de los Estados Unidos de América y su Constitución de
1787, a través del doctor Juan Bautista Alberdi, influyó
bunales provinciales por mandato de la cláusu-
decisivamente sobre nuestra organización...”. MAIER, J. la general, que reserva a las provincias todos los
B., Derecho Procesal Penal, I. Fundamentos. Editores del poderes no delegados por ellas en el Gobierno
Puerto, Buenos Aires, 2011, pp. 805. Federal, conforme su art. 21.
(24) No cabe duda de que nuestro mandato constitu-
cional proviene del artículo III, sección 2, apartado 3 de La articulación explica el motivo por el cual
Th
la Constitución de los Estados Unidos de América. Cfr. coexisten en el país tantas organizaciones judi-
MAIER, J. B., Derecho Procesal Penal, I. Fundamentos. ciales autónomas como provincias y, a su vez, la
Editores del Puerto, Buenos Aires, 2011, pp. 776. organización judicial federal. Como consecuen-
(25) En la provincia de Buenos Aires, el tribunal de ju- cia, posiciones doctrinarias (29) aluden que
rados se aplica para delitos cuya pena máxima en abs-
tracto supere los quince años de prisión o reclusión (Cfr. (27) HENDLER, S. E., Implantación del juicio por jura-
art. 22 bis del Cód. Proc. de la Provincia de Buenos Aires). dos en causas criminales.
(26) En nuestro derecho constitucional, la exigencia (28) ANITUA, G., Sobre el juicio por jurados en el año
del juicio por jurados aparece por primera vez en el año 2008. Revista Argentina de Teoría Jurídica. p. 2
1812, proyecto de la comisión designada para redactar
la Constitución, cap. XXI, art. 22: “El proceso criminal se (29) Cfr. MAIER, J. B., Derecho Procesal Penal, I Funda-
hará por jurados y será público”. mentos, Editores del Puerto, 2001, Buenos Aires, pp. 804.
la competencia para sancionar leyes de índole Constitución le otorga competencia (32). El en-
procesal anida, en principio, en cada uno de los cargado de dictar las leyes que instituyen y or-
parlamentos de cada provincia y, en el Congre- ganizan los órganos públicos que intervienen
so de la Nación, solo cuando diagrama la justi- en la administración de justicia penal y la ley de
cia federal y “regula los actos a cumplir ante ella procedimientos penales en el ámbito federal es
y por sus órganos, para reclamar y administrar el Congreso.
justicia”.
rs
Se puede apreciar como la distribución de la
La repartición de competencias se vincula de competencia penal es difícil de instaurar dado
forma íntima con la concepción de estado y de que implica diversas organizaciones judiciales
su sistema federal de gobierno. Esta distribu- cerradas, si se exceptúa el poder revisor extraor-
te
ción es de carácter general e incluso compren- dinario de la Corte Suprema Nacional sobre las
de la administración de justicia penal. Por tales sentencias definitivas de los tribunales superio-
motivos, las provincias instauran su propia ad- res en el ámbito provincial y en el federal, con-
ministración de justicia, conforme lo establecen forme lo contempla el art. 31 la de Constitución.
eu
los arts. 5° y 122 de la ley suprema. Esta es una A pesar del carácter complejo de esta distribu-
condición bajo la cual el gobierno federal le per- ción de competencias, las provincias decidieron
mite el goce de su autonomía, dado que puede preservar el poder de ser las últimas intérpre-
ser intervenida cuando no asegure el servicio de tes de la ley común, a pesar de haber delegado
justicia. en el estado federal el poder de dictar esa ley,
Conforme las disposiciones constitucionales,
R salvo en los supuestos de materias delegadas y
que fueron exceptuadas de forma expresa por la
con el fin de implementar la organización ju- Constitución y, en materia de interpretación de
dicial, cada provincia tiene competencia para la Constitución Nacional.
dictar sus leyes que instituyen los tribunales y
n
demás órganos oficiales que conforman el en- El mandato consiste en “... dictar leyes ge-
tramado de la justicia penal y establecen su nerales para toda la Nación... que requiera el
competencia e integración, y para dictar leyes establecimiento del juicio por jurados” (CN,
so
que determinan el procedimiento a seguir ante art. 75, inc. 12). Esta disposición no afecta la
esos órganos. competencia judicial provincial y federal, esta-
blecida en la misma Constitución, pero supone
Las facultades de las provincias encuentran una alteración de la competencia legislativa en
como único límite la Constitución Nacional. Las materia procesal penal que ha descripto la doc-
om
leyes que dicten deben ser acordes a los prin- trina dominante.
cipios, declaraciones y garantías del sistema
representativo republicano (art. 5° de la CN). Conforme a esta doctrina, las provincias dele-
Además, dentro del territorio de cada provincia, garon en la Nación no solo el poder de organi-
la regla es la competencia de los órganos locales zar el jurado, sino también el de reglamentar el
de administración de justicia y, la excepción, la juicio penal. A partir de este postulado, corres-
competencia de la justicia nacional. ponde al Congreso de la Nación la ley marco del
procedimiento y de la organización judicial en
Th
El gobierno federal de manera similar ins- materia penal, con lo cual “las determinaciones
tituyó su propia organización judicial para políticas principales acerca del derecho proce-
poner en práctica la administración de jus- sal penal quedan en su esfera”.
ticia en los territorios sobre los cuales ejerce
En resumen, las provincias solo preservarían
absoluta potestad de gobierno, legislación y
atribuciones reglamentarias secundarias, dado
jurisdicción (30), incluso dentro del territorio que les correspondería la organización de sus
de las provincias (31), o en los casos donde la tribunales y de los demás órganos que intervie-
nen en la administración de justicia. En materia
(30) Capital de la Nación y territorios nacionales.
(31) Cfr. art. 75, inc. 30 de la CN. (32) Cfr. art. 116.
rs
materia (competencia territorial), dado que la (art. 371 quater) y unanimidad para penas de
actuación de estos juicios se hará donde se hu- prisión perpetua. A su vez, la provincia de Cór-
doba en el art. 44 de la ley 9182 exige mayoría
biere cometido el delito (cfr. art. 188 de la CN),
de votos. Asimismo, la provincia de Neuquén
te
cláusula que deriva de juzgar como un derecho
requiere ocho votos para penas temporales o
individual el ser juzgado por un jurado de vecin- perpetuas, conforme surge del art. 207 de la
dad. ley 2784.
eu
A partir de lo expuesto, podemos afirmar que Vemos así puntos que convergen o puntos en
corresponde al Congreso implementar el juicio común entre la aplicación del juicio por jura-
por jurados a través de una ley que debe orga- dos en los sistemas jurídicos analizados. En pri-
nizar las reglas de composición y números de mer lugar, tanto como en los Estados Unidos de
jurados. Asimismo, la norma debe disponer su América, el país cuenta con una organización
funcionamiento, los requisitos necesarios para federal de gobierno (37), donde las provincias
integrarlos y, fundamentalmente, las mayorías
R gozan de autonomía, salvo en lo que concier-
exigidas para lograr el veredicto. De tal modo, ne a las facultades delegadas al gobierno nacio-
nal. En segundo término, ambas constituciones
solo son de competencia local la aplicación de la
establecen de forma expresa el mecanismo de
norma, la instalación de los jurados, el examen
jurado popular para el juzgamiento de sus habi-
n
de los requisitos de las personas que lo compon- tantes. En tercer lugar, ninguna de las dos leyes
gan, lo cual implica que deben funcionar bajo el supremas hace mención del requisito de la una-
contralor de los jueces locales y con la actuación
so
mandato que no se ha cumplido hasta el mo- cia que comparten otra característica en común,
mento que encomienda al Congreso Nacional así como la Corte Federal de los Estados Unidos
la sanción de una ley que establezca el siste-
ma de juicio por jurados en todo el país. A pe- (35) A partir de 2019 hubo una reforma en el estado y
pasó a exigir jurados unánimes.
sar de ello, distintas provincias adoptaron leyes
que instauraron localmente el sistema de enjui- (36) Consultada en: [http://www.scba.gov.ar/juicios-
Th
porjurados]
ciamiento por jurados, ya sea como atribución
transitoria o como derivación de la competen- (37) La “Nación Argentina adopta para su gobierno la
forma representativa republicana federal...” (art. 1° de la
cia constitucional de asegurar la administración
CN).
de justicia. El contenido de estas leyes varia una
a la otra y es muy diverso. (38) El jurado debe resolver teniendo en cuenta el
principio de libre convicción y la conciencia individual
de cada uno de los miembros. La decisión tomada se for-
(33) MAIER, J. B., Derecho Procesal Penal, I Funda- mará sobre la base de las pruebas aportadas en el debate.
mentos, Editores del Puerto, 2001, Buenos Aires, pp. 808
(39) Los 50 estados y el distrito federal que conforman
(34) Cfr. GELLI, M. A., Constitución de la Nación Ar- los Estados Unidos de América y las 23 provincias y la
gentina, comentada y anotada, Ed. LA LEY, Buenos Aires, Cuidad Autónoma de Buenos Aires que componen el es-
2003, pp. 834. tado nacional.
es la última interprete de la Constitución de los juicios estancados (44) y que, de ese modo, se
Estados Unidos, la Corte Suprema de Justicia lo ahorrarían los costos de realizar un nuevo jui-
es en el ámbito nacional. Es el más alto tribunal cio (45), lo cierto es que un veredicto unánime
de la República Argentina (40), órgano máximo es mucho más legítimo por la profundidad y la
dentro de uno de los tres poderes del Estado y calidad de la deliberación, lo cual es de suma
su misión consiste en asegurar la supremacía importancia al momento de lograr un veredic-
de la Constitución, ser su intérprete final, cus- to o no.
rs
todiar los derechos y garantías en ella enuncia-
En contraposición a lo expuesto, al consagrar
dos y participar en el gobierno de la República
los veredictos mayoritarios se va en contra de
(art. 5° de la CN). esa transparencia y de la riqueza propia del de-
te
bate (46). La doctrina apunta que se ha llegado
Teniendo en cuenta las características seña-
a la conclusión de que con la norma que no exi-
ladas en uno y otro sistema jurídico, si analiza- ge la unanimidad se discuten menos los hechos,
mos las legislaciones provinciales aludidas a la hay menor decisión de la ley aplicable y, en al-
luz del fallo de la Suprema Corte de los Estados gunos casos, hubo hechos preponderantes que
eu
Unidos y fundamentos vertidos por la mayoría debieron discutirse, pero no se lo hizo. Todo ello
sobre la implicancia del término “juicio por ju- refleja que en estos casos no se produce una de-
rados” (41), recibirían la tacha de inconstitu- liberación tan vasta como cuando se requiere la
cionales por afectar la igualdad ante la ley y por unanimidad.
violar la garantía de la imparcialidad en el juz-
gamiento por aceptar veredictos no unánimes.
R Otro punto para destacar es que una vez más
se ha comprobado a través de investigaciones
El juicio por jurados es un derecho constitu- empíricas que en los procesos que requieren
cional del acusado (42). También es una garan- simples mayorías, los jurados de la minoría, en
gran medida, no tenían la oportunidad de mani-
tía constitucional el veredicto unánime como
festar su opinión. Al ser más breves los debates
n
garantía de imparcialidad y como la impar- no se discutían sus perspectivas.
cialidad está contenida en el artículo 18 de la
Constitución Nacional, debe ser respetada por V.2. Los precedentes y su uso obligatorio
so
(40) Así lo establece el art. 5° de la CN. (45) Una diferencia para destacar es que en el sistema
(41) Se ha interpretado que el sentido fundamental del de common low no hay límites para volver a juzgar a un
derecho a juicio por jurados en casos penales graves es acusado en caso de no arribarse a un veredicto unánime.
como defensa contra la aplicación arbitraria de la ley. En nuestro sistema esa práctica violaría el ne bis in idem,
al someter a proceso a una persona dos veces por el mis-
(42) Ello sin desconocer que también opera como de- mo hecho y poner en riesgo su vida y su integridad física.
recho de la ciudadanía, el cual es una derivación de la No obstante, se admitiría un nuevo juicio en caso de un
discriminación institucionalizada para citar como jura- jurado estancado en tanto en ese supuesto no se ha arri-
dos a miembros de las minorías a lo largo de la historia, bado a una decisión.
como en el caso de los afroamericanos en los Estados
Unidos. (46) Cfr. BINDER, A. M. - HARFUCH, A., Teoría y prác-
tica del juicio por jurados. III Congreso Internacional
(43) Cfr. MAIER, J. B. Derecho Procesal Penal, I Funda- de Juicio por Jurados, Ed. Ad Hoc, Buenos Aires, 2019,
mentos, Editores del Puerto, 2001, Buenos Aires, p. 123. p. 75.
con la aplicación del juicio por jurados con rela- finición al comportamiento en particular que se
ción a los estados o provincias. La corte nortea- enjuicia y lo declare punible (50).
mericana había señalado que la unanimidad de
los veredictos no se aplicaba contra los estados No ocurre lo mismo en el Derecho procesal
en Apodaca v. Oregon y Johnson v. Louisiana, penal. La Constitución torna necesario que la
mientras que la Corte Nacional había adoptado pena se aplique después de un proceso previo,
similar temperamento en el precedente “Cana- según la expresión nulla poena sine iuditio, con-
rs
les”. En la actualidad, el máximo tribunal esta- forme a las garantías que exige la misma ley su-
dounidense cambió su postura en cuanto a las prema. A su vez, ese procedimiento solo puede
exigencias del juicio por jurados en los estados, ser regulado por ley formal, emanada de los ór-
pero aquí la Corte Nacional aún conserva su ganos legislativos competentes: el Congreso de
te
criterio. la Nación como legislatura local para los casos
de competencia federal y las legislaturas provin-
En este marco, cabe destacar una circunstan- ciales para los casos de competencia local, con-
cia no menor. La doctrina del stare decisis del forme lo prevén las constituciones respectivas,
eu
derecho anglosajón, basada en la jurispruden- de acuerdo con el mandato de la CN (arts. 5°,
cia, no existe en los sistemas jurídicos continen- 121 y 123).
tales (47) como el nuestro, cuya fuente principal
es la ley y donde la jurisprudencia adquiere im- Nuestro sistema jurídico, como lo expresara
portancia cuando una determinada solución se en forma previa, tiene influencia del derecho
repite en el tiempo y genera una costumbre. continental europeo y adquiere como punto de
R partida la legislación, en el sentido de que las
La ley es la única fuente del derecho procesal normas jurídicas son sancionadas por las auto-
argentino, en la medida que se observe que el ridades según reglas de competencia y constan
principio solo indica de forma general el siste- por escrito. No obstante, se ha incluido como
ma de creación de normas procesales penales y
“fuente” a la jurisprudencia, además de la doc-
n
no, como en materia sustantiva, un límite tajan-
trina y la costumbre.
te, para el caso, del poder penal del Estado o, si
se quiere, entre la zona de los comportamientos La jurisprudencia, entendida como los dictá-
so
punibles y la de libertad en el sentido del dere- menes de los órganos de justicia sobre casos que
cho penal o de la pena. le han sido presentados, los cuales, por la repe-
Solo puede ser una norma vigente aquella tición regular del fundamento normativo en
creada por ley en el sentido formal, es decir, que apoyan la solución de casos similares o por
la posición jerárquica y la función que cumple
om
Cabe precisar que la labor de los tribunales de pretender éxito, por su mejor fundamento, de-
justicia reside en enunciar proposiciones acerca jando atrás la jurisprudencia dominante.
de las normas jurídicas, de su vigencia o de su
significado, con el fin de fundar la solución ju- Sin pasar por alto el papel que cumplen los
rídica para el caso sometido a su análisis. Inter- precedentes, “el cálculo empírico no se debe
pretan las normas para luego aplicarlas. Sucede confundir con el cálculo jurídico, propio de
que los fallos cumplen una función análoga a la ciencia del Derecho. Para nuestro sistema
rs
la doctrina jurídica dado que afirman proposi- solo es posible fundar las decisiones jurídi-
ciones acerca de la regla jurídica, aunque con la cas en la ley, por más que para entenderla o
diferencia de que las proposiciones de las reso- descifrar su alcance se acuda a la aplicación
luciones judiciales, al contrario de la doctrina, práctica que haya tenido para casos simila-
te
son decisiones de autoridad y tienen por objeto res, en esa combinación de razonamiento ju-
la aplicación de una ley al caso concreto y real. rídico y observación empírica que aplican los
juristas y aun los neófilos para fundar sus de-
El uso de precedentes puede crear estándares cisiones” (52). Por tal motivo, según la doctri-
eu
normativos vigentes, como sucede en el siste- na especializada, se considera infundada toda
ma que utiliza parcialmente el derecho anglo- decisión que prescinde de la ley y de todo ra-
sajón, del cual ha emanado el fallo Ramos v. zonamiento normativo y pretenda fundar una
Louisiana que diera origen a este trabajo (51), decisión en la regla que extrae de decisiones
sin embargo, cabe mencionar que el sistema de judiciales anteriores.
precedentes no es el que establece la Constitu-
ción Nacional, así como tampoco ninguna de
R En efecto, en nuestro sistema judicial los
las Constituciones provinciales. jueces no están obligados a las decisiones to-
madas en forma previa por cortes o tribunales
A pesar de que la jurisprudencia no constitu- sobre interpretaciones judiciales. Únicamen-
ye una fuente estricta en nuestro sistema, cabe te están sujetos a la ley (53) en sentido for-
n
reconocer que la reiteración de fallos de los tri- mal, es decir, los códigos promulgados por los
bunales en un mismo sentido o con el mismo cuerpos legislativos de acuerdo con los meca-
fundamento jurídico para resolver casos simi- nismos formales establecidos para la sanción
so
rs
garantías, establece que es el Congreso quien su sistema de administración de justicia.
promoverá la reforma de la actual legislación en
todos sus ramos, y el establecimiento del juicio Adunaron a lo expuesto que una interpreta-
por jurados. Dicho artículo debe ser interpreta- ción conjunta de las normas establecidas en la
te
do a la luz del art. 75, inc. 12, que afirma como Constitución Nacional referidas al juicio por ju-
una atribución específica del Congreso de la Na- rados llevaba a concluir que este mecanismo
ción dictar leyes generales para toda la Nación fue previsto para el juzgamiento de los delitos
sobre el establecimiento del juicio por jurados. que corresponde conocer al Poder Judicial de
eu
la Nación y le otorgó, a tal efecto, competencia
De tal modo, la Constitución le concedió al le- al Congreso Federal para legislar en lo relativo a
gislador la elección de la organización y de los su conformación y funcionamiento en el ámbito
mecanismos por intermedio de los cuales se nacional.
instrumentaría la participación ciudadana en
los tribunales de juicio. No obstante, la Corte También los ministros apuntaron que la
Suprema de Justicia de la Nación en el recien-
R Constitución Nacional establece que las provin-
te fallo “Canales” (54) negó que sea competen- cias no delegaron al gobierno nacional la facul-
cia exclusiva del Congreso regular en la materia tad de organizar su administración de justicia y,
como así también, entre otros puntos, rechazó por ello, la tramitación de los juicios en sus ju-
que la ley provincial en cuestión violara el prin- risdicciones era de su competencia exclusiva.
n
cipio de igualdad por no exigir unanimidad del Incluso agregaron que el art. 126 (56) de la ley
veredicto condenatorio. fundamental no incluye ninguna prohibición
a las provincias de legislar en materia de juicio
so
Los jueces del máximo tribunal dictamina- por jurados cuando enumera lo que no pueden
ron que la ley la provincia de Neuquén que es- hacer en materia legislativa.
tableció el juicio por jurados no transgredía la
garantía del juez natural y, en consecuencia, re- Por tales motivos, los magistrados decidieron
chazaron el planteo de la queja referido a que que la ley 2784 (57) que prevé y regula el insti-
om
dicha normativa invadía la competencia exclu- tuto del juicio por jurados no era inconstitucio-
siva del Congreso Nacional para regular en la
materia y violaba los principios constituciona- personas y por alevosía. Esa decisión fue confirmada por
les de igualdad y de inocencia al no exigir que el el Tribunal de Impugnación y, luego, por la Sala Penal
veredicto de culpabilidad fuera unánime (55). del Tribunal Superior de Justicia de la Provincia del Neu-
quén. Tras ello, los recurrentes interpusieron un recurso
extraordinario que fue denegado y presentaron una que-
(54) Causa CS, 461/2016/RH1, 2/05/2019, “Canales, ja ante la Corte Suprema de Justicia.
Th
rs
cipio de igualdad por no exigir unanimidad del los distintos cambios en su composición dado
veredicto condenatorio. En este sentido, indi- que, en ocasiones, cuando se produjo, varió
caron que las regulaciones procesales dentro también su doctrina (58). De tal modo, el prin-
de las provincias son consecuencia directa del cipio del mantenimiento de la interpretación
te
sistema federal adoptado por la Constitución constitucional por parte del máximo tribunal no
Nacional. Por tal motivo, determinaría la anu- es absoluto ya que incluso un caso singular pue-
lación del federalismo admitir el planteo refe- de sesgar la doctrina hasta lograr que varíe (59).
rido a que una mera diferencia de tratamiento
eu
del punto en distintas normas procesales sin En efecto, como aquí no rige la doctrina del
demostrar que la unanimidad del veredicto sea precedente individual obligatorio por el cual
una exigencia impuesta por la Constitución Fe- un solo precedente constituye derecho y gene-
deral. ra obligación por tener un sistema jurídico dis-
tinto al derecho anglosajón, sino que en nuestro
Tampoco los integrantes de la Corte dieron sistema la jurisprudencia adquiere importan-
acogida al argumento de los recurrentes en
R cia cuando una determinada solución se repite
punto a que la disposición del código de pro- en el tiempo y genera una costumbre, apartarse
cedimientos neuquino que establece la posi-
de un precedente citado resultaría más flexible
bilidad de que el jurado arribe a un veredicto
que en los Estados Unidos, teniendo en cuen-
condenatorio con los votos afirmativos de ocho
ta incluso que “Canales”, al igual que Apodaca
n
de sus doce integrantes, en lugar de exigir una-
v. Oregon, se trataría de un caso aislado por el
nimidad, quebranta el principio de inocencia.
momento.
En tal sentido, negaron que exista un mandato
so
rs
Considero que la decisión de la Corte es la cambie la postura que adoptó en el precedente
más razonable dado que la unanimidad del “Canales”, habida cuenta que podría subsumirse
jurado en casos penales es la única forma de en aquellos casos de gravedad que ameritan un
garantizar la equidad que requiere la Sexta En- cambio de criterio.
te
mienda. Garantiza la equidad porque los acusa-
dos de las minorías solo pueden encontrar una Uno de los factores que podrían incidir a favor
o dos personas en un jurado que no las juzguen de este posible cambio a nivel nacional, desde
injustamente. Cabe recordar que el tribunal ya mi punto de vista, consiste en que el sistema de
eu
había sostenido tal postura cuando consideró justicia continental, adoptado en el plano local,
que los casos penales federales debían tener ve- no tiene mecanizado un sistema de análisis tan
redictos unánimes, y no hay razón para que la preciso como el que se utiliza en el sistema es-
misma justificación no sea aplicable a los juicios tadounidense con base en estrictas reglas para
estatales. anular un precedente y, en consecuencia, poder
cambiar de rumbo, a pesar de que la norma sea
Una vez más vemos como una garantía actúa
R continuar con la postura que tomó la Corte con
como freno o límite del poder punitivo estatal. relación al mismo tema en casos anteriores.
Resulta de suma importancia un estado de de-
recho, es decir, un tipo de ordenamiento en que La permeabilidad al cambio en la jurispru-
el poder público, y específicamente el penal, dencia, por así llamarla, facilitaría que la Corte
n
está rígidamente limitado y vinculado a la ley Suprema de Justicia de la Nación pueda realizar
en el plano sustancial (o de los contenidos pe- una nueva interpretación de la norma Consti-
nalmente relevantes) y bajo el procesal (o de las tucional frente a hipotéticos futuros planteos
so
nimidad como garantía constitucional. Pese bros actuales, tuvo una opinión distinta a la to-
a la organización federal de los Estados Uni- mada en forma reciente por la Corte Federal de
dos, colocó la regla de la unanimidad por so- Estados Unidos.
bre el ámbito de autonomía de los Estados.
Por tal motivo, el apartamiento del prece- Ambas Cortes, si bien mantenían la misma
dente Apodaca aparece acertado dado que, postura con relación al asunto, tienen posicio-
si el verdadero fin la doctrina del stare nes distintas en la actualidad. Ante este panora-
Th
decisis (61) es servir al estado de derecho, esa ma es esperable que existan planteos defensistas
finalidad se ve resguardada con la decisión de de similar tenor en el ámbito local y, llegado el
la mayoría, en tanto importa un freno al poder caso al superior tribunal nacional, debería ex-
público. pedirse al respecto, pero esta vez con otro prece-
dente en el marco del derecho comparado que
(60) Cfr. FERRAJOLI, L., Derecho y Razón, Teoría del ha tenido una opinión sustancialmente opuesta
Garantismo Penal, Ed. Trotta, Madrid, 2001, pp. 104. en su mayoría sobre la aplicación de un instituto
tomado de aquel sistema.
(61) Entre sus fines, se argumenta que promueve el de-
sarrollo imparcial, predecible y consistente de los prin-
cipios legales, fomenta la dependencia de las decisiones (62) Alberdi, J. B., Bases y puntos de partida para la or-
judiciales y contribuye a la integridad real y percibida del ganización política de la República Argentina. Biblioteca
proceso judicial. del Congreso de la Nación. 2017, pp. 194.
rs
Carrió, A., “Garantías constitucionales en el Maier, B. J., “Derecho procesal penal, I. Fun-
proceso penal”, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, damentos”. Editores del puerto, Buenos Aires,
1997. 1999.
te
eu
R
n
so
om
Th
rs
Matías Malbernat (*)
te
Sumario: I. Introducción.— II. Notas preliminares sobre el fallo.—
III. El fallo “Ramos c. Louisiana”.— IV. Conclusiones sobre la resolución
examinada.— V. El juicio por jurados como garantía constitucional.—
eu
VI. La unanimidad en el veredicto condenatorio en la Argentina.—
VII. Consideraciones finales.
que se propone. Y en el caso que hoy nos ocupa A grandes rasgos pueden observarse tres
grandes argumentos que son debatidos a lo lar-
aún menos.
go del fallo a examinar.
La sentencia dictada por la Suprema Corte de Un primer gran tema es el contenido de la ga-
Justicia de los Estados Unidos de América en la rantía del juicio por jurados conforme a lo regu-
causa “Ramos c. Louisiana” (1) constituye un lado en la Sexta Enmienda (2).
Th
El segundo tópico es la aplicación de esa ga- dos en contra. Fue entonces que insistiendo en
rantía en los juicios criminales estatales confor- su inocencia llevó su caso a la Suprema Corte de
me la Enmienda Catorceava (3). los Estados Unidos.
Por último, la discusión se centra en la posibi- Es dable destacar que tal como señala el Juez
lidad de modificar la jurisprudencia de la Corte Gorsuch cuarenta y ocho de los cincuenta Esta-
analizando para ello la doctrina del stare decisis. dos que componen Estados Unidos sostienen la
rs
regla de la unanimidad para la condena de de-
La resolución final se adquirió con la mayo- litos graves mientras que solo dos no lo hacen:
ría de seis votos, aunque con consideraciones Louisiana y Oregon.
y fundamentaciones propias en determinados
te
puntos. Al rastrear los orígenes de este apartamiento
de la regla expresó que se debió a cuestiones ra-
III. El fallo “Ramos c. Louisiana” ciales y de discriminación de las minorías.
III.1. Opinión de la mayoría
eu
La convención constitucional de Louisiana
El Juez de la Suprema Corte de Justicia de los tuvo como propósito “establecer la suprema-
Estados Unidos de América que lidera el voto de cía de la raza blanca” (5). Frente a la investiga-
la mayoría es Neil Gorsuch. ción del Senado Federal del por qué Louisiana
excluía afroamericanos de los jurados, los con-
En el repaso del caso señala que el imputado
R vencionales de ese Estado decidieron por in-
termedio de la demografía racial establecer el
Evangelisto Ramos fue condenado por un jura-
do del Estado de Louisiana a cadena perpetua veredicto 10 a 2 para asegurar que los jurados
sin libertad condicional por la comisión de un afroamericanos no tuvieran importancia.
delito grave (4). Para llegar a dicha condena el
n
voto del jurado contó con diez votos a favor y Por su parte, la aceptación de este mecanis-
mo por Oregon responde directamente a diluir
(3) Constitución de los Estados Unidos de América. la influencia de las minorías raciales, étnicas y
so
Enmienda XIV (julio 9, 1868). 1: “Todas las personas na- religiosas en los jurados vinculando dicha deci-
cidas o naturalizadas en los Estados Unidos y sometidas sión a nada menos que el Ku Klux Klan.
a su jurisdicción son ciudadanos de los Estados Unidos y
de los Estados en que residen. Ningún Estado podrá dic- En lo que respecta a la resolución del caso,
tar ni dar efecto a cualquier ley que limite los privilegios
o inmunidades de los ciudadanos de los Estados Unidos; Louisiana planteó que la práctica del 10 a 2 es
om
tampoco podrá Estado alguno privar a cualquier persona compatible con la Constitución y que la Cor-
de la vida, la libertad o la propiedad sin el debido proce- te nunca definió el contenido de la Sexta En-
so legal; ni negar a cualquier persona que se encuentre mienda mientras que el imputado expresó que
dentro de sus límites jurisdiccionales la protección de
las leyes, igual para todos”. Disponible en https://www. la Constitución prohíbe a los Estados condenar
archives.gov/espanol/constitucion. sin unanimidad.
(4) En ninguno de los párrafos que componen la sen-
El voto en disidencia de los jueces de la Corte,
Th
rs
En un ejemplo pide imaginar una constitu- do por esa Corte: “Patton c. United States” (10).
ción que permita el juicio por jurados sin sig- Los párrafos transcriptos dejan en claro que este
nificado más que una persona condenando sin debe ser entendido del mismo modo que fuera
ver ninguna evidencia, pero simultáneamente reconocido por el common law en Inglaterra y
te
insistiendo que ese jurado viene de un distrito Estados Unidos al momento de la sanción de
específico fijado previamente por ley. la Constitución y que uno de los requerimien-
tos incluidos era “que el veredicto debe ser
Este párrafo puede ser utilizado como una crí- unánime”.
tica certera al fallo Canales (7) de la Corte Su-
eu
prema de Justicia de la Nación Argentina sobre Luego de ello refirió que la Corte ha tratado
el que volveremos posteriormente al momento el tema en al menos 13 veces en los últimos 120
de intentar trasladar el contenido de “Ramos c. años. Concluye este punto afirmando que la
Louisiana” a nuestra experiencia judicial. Sexta Enmienda es fundamental para el esque-
ma de justicia norteamericano y fue incorpora-
A continuación, el Juez busca el contenido
y los requerimientos del juicio por jurado. Se-
R da a los Estados por la Catorceava Enmienda.
ñala que al tiempo de la consagración de la Además, agregó que las garantías constitucio-
Sexta Enmienda no había dudas respecto a que nales deben ser interpuestas del mismo modo
el jurado debía alcanzar veredicto unánime contra los Estados como contra el gobierno fe-
n
para condenar. deral bajo la Enmienda citada. Si la garantía es-
tablecida en la Sexta Enmienda a un juicio por
Recurriendo a la historia, Gorsuch señala jurado requiere veredicto unánime para conde-
so
que la unanimidad en el jurado emergió en el nar en los tribunales federales requiere lo mis-
siglo XIV en Inglaterra y fue rápidamente acep- mo para los tribunales estatales.
tada como garantía por el common law (8).
Con semejantes conclusiones cómo puede
La misma regla aplicó en la conformación de ser que las leyes de Louisiana y Oregon han du-
los Estados de EE.UU. contabilizando 400 años
om
(6) En el original: trial by an impartial jury. (9) Sup. Corte de EE.UU., “Thompson c. Utah”, 170 U.
(7) CS, Fallos: 342:697, “Canales, Mariano Eduardo y S. 343, 351 (1898).
otro s/ homicidio agravado - Impugnación extraordina- (10) Sup. Corte de EE.UU., “Patton c. United States”, 281
ria”, resuelto el 2 de mayo de 2019. U. S. 276, 288 (1930).
(8) Gorsuch cita al jurista británico William BLACK- (11) Sup. Corte de EE.UU., 406 U. S. 404 (1972) (plura-
STONE y su obra de 1769 “Commentaries on the Laws of lity opinion).
England”, al respecto. Disponible en https://www.guten-
berg.org/files/30802/30802-h/30802-h.htm. (12) Sup. Corte de EE.UU., 406 U. S. 356 (1972).
Otros cuatro jueces se preguntaron si valía la Contesta: nadie ha encontrado una manera
pena seguir sosteniendo esa interpretación en de que tenga sentido. La Corte ha llamado “ex-
la “sociedad contemporánea” para responder cepción” a Apodaca. Al mismo tiempo la Corte
que los costos de la unanimidad eran mayores ha mantenido la necesidad histórica de la una-
que los beneficios en la era moderna; lo dicho nimidad.
hacía sostenibles las disposiciones de Oregón y
Louisiana. Louisiana se ha dado cuenta de eso y solici-
rs
ta que la Corte por primera vez diga claramente
El noveno miembro, el Juez Powell, hizo refe- que se encuentra permitido el veredicto no uná-
rencia a la historia de la unanimidad, pero argu- nime.
mentó que la Catorceava Enmienda no la hace
te
aplicable a los Estados. En su pensamiento las El acercamiento de Louisiana no puede ob-
garantías tienen una doble lectura según sean viar que la Corte en 13 oportunidades ha dicho
invocadas contra el gobierno federal o cada Es- que los veredictos deben ser unánimes. En el
tado. Así la Sexta Enmienda solo es válida contra mismo Apodaca 5 jueces lo sostuvieron.
eu
el primero.
Según el magistrado, Louisiana no discute
Puede denominarse esta teoría como de la in- que el common law requiera unanimidad. Sino
corporación de los derechos y garantías por la que defiende que al establecer la Sexta Enmien-
doble vía. da los constituyentes dejaron la cuestión para
más adelante.
Enseña Gorsuch que esta noción ya había
R La diferencia, sostiene Louisiana, está en la
sido rechazada por la Corte una década antes
respecto de las garantías de la Catorceava En- redacción propuesta por Madison y la que final-
mienda. mente se redactó. En la primera se establecían
las características del jurado (13) entre las que
sobresalía la unanimidad para condenar. En la
n
Entonces, Powell basó su voto en una visión
errónea de la Catorceava Enmienda que ya ha- definitiva ese requisito fue suprimido.
bía sido rechazada y continúa siéndolo por la
so
rs
que al momento de establecer la garantía en la sostenida por Powell.
constitución se pensaba a la unanimidad en el
veredicto como un requisito ineludible del jui- El juzgamiento en Apodaca actuó para el caso
cio por jurados. Ese requisito se proyecta hasta concreto, pero no puede ser leído en contra de
te
las repetidas y preexistentes enseñanzas respec-
la actualidad y hace que los jueces protejan la li-
to de la Sexta y la Catorceava Enmienda.
bertad que defiende más allá de las posibles es-
tadísticas sociales. Hay otro obstáculo que debe superar la disi-
dencia en la opinión de Gorsuch. Aun cuando
eu
En los párrafos siguientes se observarán la acepten que Apodaca estableció un precedente,
opinión propia del Juez Gorsuch y con posterio- nadie en la Corte hoy está preparado para decir
ridad la de los Jueces que en suma llegaron a la que estuvo bien decidido y al stare decisis no su-
mayoría para anular Apodaca y revertir el fallo pone un arte metódico de ignorar lo que todos
apelado. saben que es correcto.
III.2. Opinión del Juez Gorsuch
R Empezando por la calidad del razonamien-
to. Dice Gorsuch que aún si miramos la opinión
Contestando a la disidencia, Gorsuch seña- plural o la del Juez Powell por separado, Apoda-
la que los jueces que la conforman no reniegan ca estaba gravemente errado; de nuevo, ningún
de la garantía que surge de la Sexta Enmienda, miembro de la Corte actual defiende lo allí de-
n
sino que afirman la condena del Sr. Ramos ba- cidido.
sándose en la doctrina del stare decisis. Señala
dos razones independientes para contradecir- Sigue criticando Apodaca por no haber reali-
so
los. El primer problema radica en que el voto del zado un examen de los precedentes en el tema o
Juez Powell en Apodaca se basó en la teoría de el origen racista de las normas estatales.
la incorporación dual de derechos que fue re-
chazada y sigue siéndolo por la Corte. No puede La teoría de Powell sobre la incorporación
aceptarse como precedente un fallo donde un dual inició un sendero de seguidores hasta que
om
solo Juez tiene la autoridad para sobrepasar a la la propia Corte la rechazó de plano.
Corte en cuestiones que ya han sido rechazadas.
Según el magistrado la preocupación de los
No hay casos en los que un solo Juez haya Estados reside en la realización de nuevos jui-
anulado un precedente. Si la Corte mantiene la cios a aquellos imputados que fueron condena-
mirada de la disidencia respecto el stare decisis dos por veredictos no unánimes. Aquí se para la
no pasará mucho tiempo hasta que ocurra. disidencia para sostener Apodaca.
Th
berá revisarlos a partir de las presentaciones de rrecto solo por el miedo de las consecuencias de
las partes. hacer lo que está bien. El juzgamiento es rever-
tido”.
Otra razón dada por la disidencia es el hecho
de que Louisiana haya abolido los veredictos no III.3. Opinión de la Jueza Sotomayor
unánimes y Oregon iba en el mismo sendero
por lo que el fallo tendría poca importancia en Por su parte, la Jueza Sonia Sotomayor
rs
el futuro. con el voto de la mayoría salvo en uno de los
apartados.
Sin embargo, para Gorsuch aceptar el pedi-
do de Louisiana podría hacer que otros Estados Escribiendo aparte quiere dejar en claro tres
puntos: 1. Reemplazar el precedente en el caso
te
relajaran su legislación sobre el tópico. Citan-
do ejemplos de Estados a los que les interesaría es obligatorio. 2. Los intereses en juego para esa
experimentar con los veredictos no unánimes acción están más claros que en otros casos re-
Gorsuch sostiene que no hay que permitir el cientes. 3. La cuestión racial en los orígenes de
riesgo de que ello ocurra. las normas de Louisiana y Oregon importan
eu
muchísimo en el caso.
Entonces Gorsuch contesta los argumentos
respecto a los intereses en juego en el caso, pero Señala la Jueza que el stare decisis ha sido una
señala que la disidencia olvida el más importan- parte fundamental de la jurisprudencia desde el
te: la confianza de los norteamericanos. comienzo.
fue decidida, una que se ha vuelto más sola en Respecto con la a fuerza del stare decisis ex-
el tiempo”. plica que está en su punto más bajo en casos re-
lacionados con procedimientos criminales que
Para concluir expresa: “Ni un solo miembro implican protección constitucional. Y la protec-
de esta Corte está preparado para decir que ción constitucional aquí es de las más esencia-
Louisiana ha asegurado su convicción constitu- les: la obligación del Estado de realizar un juicio
cional bajo la Sexta Enmienda. Nadie antes que por jurados de acuerdo con la Sexta Enmienda
nosotros sugirió que el error no era dañino [...] antes de imponer un castigo.
Todo Juez debe aprender a vivir con el hecho de
que él o ella cometerá algunos errores; esto vie- A continuación, reproduce un clarísimo con-
ne con el cargo. Pero es algo totalmente distinto cepto que explica la inclusión de la norma en la
perpetuar algo que todos sabemos que es inco- Constitución: “La Sexta Enmienda representa
una profunda convicción de la nación con rela- Al final de todo concluye: “Hoy las leyes de
ción al derecho del juicio por jurados como una Louisiana y Oregon están relegadas al tacho de
defensa contra la aplicación arbitraria de la ley basura de la historia. Lo mismo corre para Apo-
[...] Cuando el poder estatal de encarcelar a gen- daca. Si bien reemplazar un precedente debe
te como Ramos en una interpretación errónea ser excepcional, la Corte no debe ser tímida en
del juicio por jurados la Corte no debe dudar en corregir errores cuando este en juego el derecho
reconsiderar sus precedentes”. a no ser perseguido con procedimientos incons-
rs
titucionales”.
Renglón seguido realiza una diferenciación
de los intereses que están en juego al momento III.4. Opinión del Juez Kavanaugh
de aplicar la doctrina del stare decisis.
te
Por su lado, el Juez Brett Kavanaugh concurre
Enseña que, en contraste con los procesos cri- en parte con el voto mayoritario, pero vota por
minales, consideraciones a favor del stare deci- su lado respecto al stare decisis.
sis están en su punto culminante en casos que
eu
involucran el derecho a la propiedad y derechos Lo primero que señala el Juez es que la doc-
contractuales. Aun así reseña que la Corte ha trina legal del stare decisis et non quieta movere
modificado su parecer en casos que tenían con- deriva de la máxima latina que significa quedar-
secuencias regulatorias o económicas. se con lo decidido y no perturbar la calma. La
doctrina refleja respeto por la sabiduría acumu-
Continuando con ese argumento explica que lada de los jueces que han tratado previamente
R
los intereses de los Estados para evitar un nú- de resolver el mismo problema.
mero de nuevos juicios son menos pesados que
los intereses privados. Agrega que los cambios Luego de citar a Blackstone sostiene que los
en los procedimientos criminales típicamente constituyentes originales entendieron que la
imponen costos. doctrina del stare decisis es parte del Poder Ju-
n
dicial estableciéndola en el art. III de la Cons-
En abierta contradicción con lo señalado por titución (15). Escribiendo en el Federalista 78,
so
Agrega que la doctrina del stare decisis no sig- involucra la Constitución Federal, donde corre-
nifica que la Corte no deba anular precedentes gir vía legislación es prácticamente imposible, la
erróneos. Con abundante cita jurisprudencial Corte ha anulado sus decisiones previas.
señala los casos donde esto ha ocurrido recien-
temente. Del mismo modo lo hace con casos Aun así, anular una decisión anterior requiere
históricos. una justificación especial. Las razones deben ir
más allá de demostrar que el precedente es erra-
rs
La larga y extraordinaria lista de casos históri- do.
cos que han anulado precedentes incluye el más
importante de la historia de la Corte: “Brown Para determinar esa justificación, sostiene
c. Board of Education”(16). Kavanaugh, la Corte ha identificado varios fac-
te
tores del stare decisis entre los que se incluyen:
Como se ha sostenido antes y ahora el stare la calidad del precedente, la consistencia con
decisis no es un comando inexorable. decisiones previas o posteriores, cambios lega-
les desde la decisión, etc.
La pregunta difícil de responder, según el Juez,
eu
es cuando corresponde anular los precedentes. Esos factores han sido demasiado elásticos
por lo que el Juez decide resumirlos en tres con-
La primera diferencia importante consiste en sideraciones a examinar.
su parecer en distinguir si el caso es en relación
con disposiciones legales o constitucionales. En La primera es si la decisión no solo es errónea,
sino que lo es gravemente. Para anularla debe
los primeros el stare decisis es más estricto que
R ser gravemente equivocada al momento de ser
en los segundos. La corrección de la legislación
ha sido dejada al propio proceso legislativo. de decidida o puede surgir con posterioridad a
raíz de nuevos desarrollos sobre el tema.
En casos constitucionales la Corte ha dicho
Segundo, se pregunta si la decisión previa ha
n
repetidamente que la regla no es inflexible. La
traído consecuencias en la jurisprudencia o en
interpretación de la Corte solo puede ser altera-
la vida real. Se pregunta por los efectos en los
da por una Enmienda o por la anulación de las
ciudadanos y no solo en la legislación.
so
decisiones previas.
Tercero, se cuestiona si anular el precedente
Concluyendo con el punto refiere: “La Corte molesta indebidamente la confianza estable-
debe evaluar entre tener decisiones a cuestiones cida. Hace foco en las expectativas de aquellos
constitucionales o tener decisiones correctas que confiaban en el precedente. La Corte puede
om
[...] Cuando mantener un precedente hace más examinar una variedad de intereses de confian-
para dañar al ideal constitucional que lo que lo za y la edad del precedente entro otros factores.
resalta, debemos apartarnos de él”.
En su parecer, las tres consideraciones juntas
Citando al Juez Brandeis en el caso proveen una metodología estructurada para de-
Burnet (17) explica que en casos en los que se terminar si corresponde anular o no un prece-
dente constitucional. Constituyen una vara alta
Th
(16) Sup. Corte de Justicia de EE.UU., 347 U.S. 483 para hacerlo al tiempo que limitan esa posibili-
(1954). Este es uno de los casos más paradigmáticos de dad y mantienen la estabilidad de la ley.
la Corte norteamericana puesto que sienta las bases para
la integración racial y los derechos civiles de los afroame- Antes de aplicar las consideraciones recuerda
ricanos. En el caso se declararon inconstitucionales las
leyes que permitían la segregación racial en las escuelas que si bien los jueces de la Corte entienden en
públicas por violación al principio de igualdad ante la ley su totalidad que Apodaca es incorrecto algunos
de la Catorceava Enmienda. Una breve reseña del caso de ellos no están de acuerdo con anularlo.
puede leerse en: https://www.uscourts.gov/educatio-
nal-resources/educational-activities/history-brown-v- Entonces, es tiempo de que el magistrado
board-education-re-enactment. aplique las tres consideraciones que menciona-
(17) Sup. Corte de EE.UU., “Burnet c. Coronado Oil & ra previamente. Previo a ello, adelanta que con-
Gas Co.”, 285 U. S., 406 (1932) (Brandeis J., dissenting). cuerda en anular Apodaca.
Primero, señala que Apodaca es atrozmente dente “Teague c. Lane” (18). Admitiendo que
equívoco. El significado original de la norma y la Corte aplique ese fallo correctamente, la de-
los antecedentes de la Corte establecen que la cisión actual no modificaría condenas firmes.
Sexta Enmienda requiere unanimidad en el ju- Los intereses en juego no son sustanciales por
rado. Del mismo modo establecen que la Ca- lo que no mandan continuar con Apodaca.
torceava Enmienda incorpora la garantía de la
Sexta Enmienda contra los Estados. Finaliza con estas palabras: “En suma Apo-
rs
daca es atrozmente equívoco, mantiene signi-
Señala: “Cuando Apodaca fue decidido ya era ficativas consecuencias negativas y anularlo no
un caso aislado en la jurisprudencia y con el altera los intereses creados, por eso vota con la
paso del tiempo quedó más aislado aún”. mayoría anular Apodaca”.
te
Lo antedicho lo lleva a compartir la decisión III.5. Opinión del Juez Clarence Thomas
de la mayoría en el punto.
El voto del Juez Thomas comparte la opinión
Segundo, apunta que Apodaca causó signifi-
eu
de la mayoría al entender que la condena por
cativas consecuencias negativas; provocó que veredicto no unánime es inconstitucional.
imputados fueran condenados cuando no lo
hubieran sido bajo la correcta regla constitucio- La razón de su voto por separado radica en su
nal. interpretación respecto de que la aplicación de
la garantía en los Estados surge de la cláusula de
cistas de la legislación de Louisiana.
R
Sumado a ello encuentra los antecedentes ra- los privilegios e inmunidades de la Catorceava
Enmienda y no de la cláusula del debido proce-
A la luz de esos orígenes racistas de los jura- so de la misma norma.
dos no unánimes afirma que no es sorpresa que
Respecto a la cuestión de la unanimidad se-
n
estos jurados hayan hecho la diferencia en la
gún la Catorceava Enmienda señala que la Corte
práctica, especialmente en casos que involucra-
ha dicho que se trata de un requisito sin lugar a
ban imputados, jurados o víctimas negras. Aún
duda. Sobre esta premisa construye su voto.
so
cer pesa mucho para anular Apodaca por lo que establecía que el veredicto debía ser unánime.
sostiene: “Y la Corte ha enfatizado, una y otra Con posterioridad es abundante la jurispruden-
vez, el imperativo para eliminar el prejuicio ra- cia al respecto.
cial del sistema de justicia en general y del siste-
Con relación a la regla del stare decisis sostie-
ma de jurados en particular”.
ne que no aplica en el caso ya que hay suficiente
Tercero, considera que anular Apodaca no al- evidencia para sostener que la Sexta Enmienda
Th
tera indebidamente los intereses en juego. Solo requiere unanimidad para condenar por lo que
Louisiana y Oregon usan el sistema en causas los verdaderos precedentes en la materia son
criminales. El fallo actual invalidaría casos aún aquellos y no Apodaca.
en revisión, pero eso ocurre siempre que es anu-
lado un precedente respecto de procesos crimi- A continuación, para sostener la argumenta-
nales que favorecían un Estado. ción respecto de los precedentes cita evidencia
Para salvar el punto, niega que se le pueda (18) Sup. Corte de EE.UU., “Teague c. Lane”, 489 U. S.
aplicar a casos que ya han quedado firmes por 288, 311 (1989).
entender que no puede aplicarse retroactiva- (19) Sup. Corte de EE.UU., “Thompson c. Utah”, 170 U.
mente según la doctrina emanada del prece- S. 343 (1898).
histórica desde Blackstone hasta las prácticas de señala que por años la Corte ha mantenido lo
los Estados en su nacimiento. instituido en el caso sin ningún lugar a dudas.
A lo argumentado por Louisiana sobre la omi- Además, refiere que deberían realizarse nue-
sión de la letra final de la Constitución contesta vamente varios juicios en caso de anular el caso
que no es suficiente puesto que no hay eviden- Apodaca por lo que ello no corresponde.
cia concreta de que haya sido rechazada.
rs
Por otra parte, expresa que esta misma Corte
Al hablar de la Catorceava Enmienda expre- ha avalado veredictos no unánimes y que ahora
sa que la interpretación correcta de la Sexta En- viene a hablar de racismo cuando no lo hizo en
mienda continuó al momento de establecerla. otras oportunidades en casos similares.
te
La diferencia que pretende establecer con los También denuncia que el nuevo fallo impedi-
otros jueces que integran la mayoría tiene que rá a los Estados a legislar respecto a los juicios
ver con la cláusula de la Catorceava Enmienda por jurado.
eu
que garantiza el juicio por jurados contra los Es-
tados. Concluye diciendo que al anular un fallo que
había generado seguridad jurídica masiva y ra-
Para Thomas esta cláusula es la de “Inmuni- zonable la mayoría sienta un nuevo precedente
dades y Privilegios” y no la del “Debido Proceso”. respecto del stare decisis. En modo de chicana
Conforme la tradición norteamericana las in- asume que la mayoría volverá a aplicar el mis-
R
munidades y privilegios deben ser leídos como mo standard en casos posteriores.
derechos.
IV. Conclusiones sobre la resolución exami-
La Corte ha incorporado derechos contra los nada
Estados a través de la cláusula del debido pro-
n
ceso. Thomas sostiene que esa interpretación es El fallo que acabamos de examinar pone fin
errónea puesto que la Constitución no garantiza a cualquier tipo de debate respecto al requeri-
solo un “proceso”. miento de unanimidad en el veredicto del ju-
so
Amén de la historia que subsiste a la deci- a la Revolución de Mayo (21), con la consagra-
sión, la mayoría de los jueces hacen alusión ción constitucional en el medio (22), lo cierto es
a la importancia del juicio por jurados en los que recién en 1998 (23) en la provincia de Cór-
procedimientos penales y no se detienen en las doba se estableció esta institución en un Código
posibles consecuencias que la decisión podría
traer aparejada con relación a los casos ya re- (21) Señala Gelli al respecto: “El art. 118, tomado del
sueltos conforme la regla de la no unanimidad. art. III, Sección 2, inc. 3º de la Constitución de los Estados
rs
Unidos, también fue adoptado en antecedentes constitu-
En la balanza pesa más la garantía constitu- cionales argentinos desde 1812”. GELLI, María Angélica,
cional y su correcta aplicación que los princi- “Constitución de la Nación Argentina, comentada y con-
cordada”, Ed. La Ley, Buenos Aires, 2004, 2ª ed., p. 834.
pios utilitarios o pragmáticos de los Estados. Profundiza en el tema Damonte: “Esta postura nace en
te
nuestro territorio por primera vez en manos de la Comi-
En conclusión, la Suprema Corte de Estados sión que proyectara la redacción de la Constitución en
Unidos con el fallo examinado ha regulado el 1812, para luego repetir voces en 1813 a partir del Pro-
modo en que debe votar un jurado para llegar yecto de Constitución de la Sociedad Patriótica para las
eu
Provincias Unidas del Río de La Plata en América del
a la condena en el ámbito federal y estatal y este Sud. Lo propio se hará en la Constitución del año 1819
no es otro que la unanimidad. y la de 1826, pregonando el proceso mediante jueces “lo
más libres, independientes e imparciales”. DAMONTE,
Creemos que el fallo marca un hito en la his- Lisandro, “Juicio por jurados: la interpretación jurispru-
toria de los Estados Unidos de América y deja dencial como herramienta de comprensión del modelo
una enseñanza fundamental para los países que legal bonaerense”, DPyC 2018 (mayo), 10/05/2018, p. 125.
siguen el modelo de juicio por jurados que allí
R Cita Online: AR/DOC/707/2018.
Procesal Penal y el 29/07/1998 comenzó el pri- ron poniendo en práctica la garantía del juicio
mer juicio de este estilo (24)(25). por jurado (30).
Las respuestas del porqué se tardaron casi Quitados los prejuicios que acarreaba, co-
ciento cuarenta años en establecer el juicio menzó un devenir que lo fue perfilando en cada
por jurados (26) son señaladas por varios au- provincia conforme la elección del modelo que
tores —entre otros: Penna (27), Maier (28) y se hacía (31).
rs
Cavallero (29)— y todas ellas lo único que logra-
ron fue el mantenimiento de sistemas procesales Pero más allá de las diferencias provinciales,
inquisitivos que no permitían la participación de no hay que perder de vista que el juicio por ju-
rados es una garantía constitucional que nece-
te
la ciudadanía en la administración de justicia.
sita tener un contenido cierto en todo el país
Sin embargo, a partir de lo ocurrido en Córdo- so pena de romper con el principio de igualdad
ba algo cambió y poco a poco las provincias fue- ante la ley.
eu
https://www.justiciacordoba.gob.ar/JusticiaCordoba/ La idea del juicio por jurados como garantía
TSJ/jurados_populares. constitucional permite avanzar en el examen de
(24) Al respecto pueden leerse las siguientes notas la situación tal como lo hiciera la Suprema Corte
periodísticas: “Primer juicio con jurados populares en estadounidense. De lo contrario, entender que
Córdoba”, Clarín, Buenos Aires, 29/07/1998. Disponible
el juicio por jurado es solo una forma de organi-
en:
R
https://www.clarin.com/sociedad/primer-juicio-
jurados-populares-cordoba_0_rygGrXxJUhg.html. “Es la zación del proceso detendría cualquier avance
provincia pionera en el país. Primer juicio por jurados en posible.
Córdoba”, La Nación, Buenos Aires, 03/07/2000. Disponi-
ble en: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/primer- Como se verá a continuación, la letra de la
juicio-por-jurados-en-cordoba-nid23243/.
n
Constitución y una correcta interpretación his-
(25) En rigor de verdad el primer juicio por jurados tórica permiten sostener que el juicio por jura-
con mayoría de ciudadanos en Córdoba fue realizado el
dos es una garantía del imputado.
so
(28) “... han sido los jueces profesionales, según he- en las regulaciones. [...] Muchas veces estas diferencias
mos visto, los que han rechazado la institución, cuando surgieron como resultado de negociaciones políticas en
alguien reclamó el uso de esa garantía, y los legisladores las que se prefirió adoptar un sistema menos perfecto,
nacionales quienes incumplieron el mandato popular y pero adoptar un sistema de jurados al fin. El descono-
de las provincias de instrumentar el juicio por jurados, cimiento del modelo de juicio por jurados por parte de
que se mantuvo incólume en la Constitución nacional algunos legisladores y su temor a lo nuevo los llevaron
desde su nacimiento a la fecha”. MAIER, Julio B. J., “Dere- a desechar algunas cuestiones importantes del sistema,
cho Procesal Penal”, Ed. del Puerto, Buenos Aires, 2ª ed., tales como la unanimidad. Estas cuestiones se plasma-
3ª reimp., t. 1, 2004, p. 785. ron en las leyes aprobadas y produjeron un jurado no tan
perfecto”. BAKROKAR, Denise C. - CHIZIK, Natali D. “La
(29) CAVALLERO, Ricardo J., “La Constitución Argen- evolución del jurado en la Argentina”, en LETNER, Gus-
tina. La realidad jurídica y un reciente ensayo de tribunal tavo - PIÑEYRO, Luciana (coord.), Juicio por jurados y
mixto”, en AA. VV., Juicio por Jurados en el Proceso Penal, procedimiento penal, Ed. Jusbaires, Buenos Aires, 2017,
Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 2000, ps. 45-55. p. 17.
ción Nacional menciona el juicio por jurados: Como enseña Maier el juicio por jurados pue-
arts. 24, 75 inc. 12 y 118 (32). de leerse como el derecho a ser juzgado por sus
propios conciudadanos (34).
La conjunción de las tres disposiciones echa-
rá un poco más de luz al asunto. Hendler se decanta por la misma noción de
garantía, pero encuentra su fundamento en el lí-
La primera de ellas tiene un valor superior a mite que importa al poder punitivo del Estado.
rs
las otras dos puesto que fue ubicada en la Pri- Claro que primero realiza un recorrido histórico
mera Parte de la CN correspondiente a las De- que le permite asignarle el valor que posee des-
claraciones, Derechos y Garantías (33). Si el de su institucionalización (35).
constituyente originario no hubiera entendido
te
al juicio por jurados como garantía no lo hubie- Ahondando un poco más en la misma línea
ra legislado en ese artículo y lo habría dejado que Hendler encontramos a Anitua quien ade-
solo en la segunda parte correspondiente a los más señala, tal como dijéramos, la negativa a es-
poderes del Estado. tablecer el juicio por jurados se vinculó con la
eu
negativa a superar el proceso inquisitivo (36).
(32) CN, art. 24: El Congreso promoverá la reforma
de la actual legislación en todos sus ramos, y el esta- (34) “La decisión constitucional de establecer el juicio
blecimiento del juicio por jurados. Art. 75, inc. 12: 12. por jurados no es, de ninguna manera, arbitraria, sino
Dictar los Códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería, y que se corresponde a la perfección con la propia ideolo-
del Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unificados o gía política que la Constitución siguió [...] De tal manera,
R
separados, sin que tales códigos alteren las jurisdiccio-
nes locales, correspondiendo su aplicación a los tribu-
el ser juzgado por los propios conciudadanos es hoy an-
tes un derecho fundamental de cada habitante, que una
nales federales o provinciales, según que las cosas o las forma específica de distribución del poder político o de
personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones; y organización judicial”. MAIER, Julio B. J., ob. cit., p. 777.
especialmente leyes generales para toda la Nación so-
bre naturalización y nacionalidad, con sujeción al prin- (35) “En síntesis, entonces, para dejar en claro mi pun-
n
cipio de nacionalidad natural y por opción en beneficio to de vista debo decir que, en la disyuntiva de establecer
de la argentina; así como sobre bancarrotas, sobre fal- el juicio por jurados como una modalidad orgánica de
sificación de la moneda corriente y documentos públi- ejercicio del Poder Judicial o como una garantía del en-
juiciado, me inclino decididamente por esta última. La
so
pero cuando este se cometa fuera de los límites de la tución”, Revista Lecciones y Ensayos, Ed. Abeledo-Perrot,
Nación, contra el Derecho de Gentes, el Congreso de- Buenos Aires, 2005, t. 80, p. 35.
terminará por una ley especial el lugar en que haya de (36) “El art. 118 de la Constitución diseña la forma de
seguirse el juicio. ejercicio de un poder, y no creo que ello sea incompatible
(33) Con relación al lugar donde fue inserta en la Cons- con el derecho del ciudadano a tener un juicio por jura-
dos que impone el art. 24. En este sentido, me parece que
titución Nacional: “[P]odríamos advertir que el jurado
podemos afirmar que todo ciudadano tiene derecho a un
se erige como un derecho del imputado, no solo por el
Th
Es que la garantía del juicio por jurados solo Carrió la norma es aplicable a todo el país y la
puede darse en el marco de un proceso adver- competencia es local (39).
sarial.
El hecho de que la norma no haya sido legis-
Esta norma se complementa con la estable- lada hasta hace poco tiempo por las provincias
cida en el art. 118 de la cuestión que determi- y aún no lo haya sido por la nación nada dice.
na entre las Atribuciones del Poder Judicial que Enseña Carrió que son varias las garantías que
rs
todos los juicios criminales “se terminarán por fueron consagradas por la CN y que su regla-
jurados”. mentación quedó deferida a la legislación que
se dictara a futuro, a saber: la inviolabilidad del
La suma de ambas disposiciones termina de
te
domicilio, la correspondencia epistolar y los
diseñar el contenido básico de la garantía y su
papeles privados (40). Y como refiere Gelli esa
aplicación en el proceso penal para los delitos
mora no puede entenderse como derogatoria
criminales.
de la norma, sino que debe ser entendida como
eu
Como señala Harfuch la garantía del juicio una inconstitucionalidad por omisión (41).
por jurados debe leerse como parte de la garan-
tía del Juez Natural (37). Conforme su postura En conclusión, no queda duda alguna que
cualquier otro Juez que dicte veredicto en un nuestra Constitución Nacional ordena la instau-
caso criminal que no sea un jurado popular no ración del sistema adversarial en los procesos
está designado constitucionalmente (38).
R penales y en especial la instauración del juicio
por jurados como garantía en su marco (42).
A su vez, la disposición que ordena al Con-
greso Nacional no hace más que reforzar la idea VI. La unanimidad en el veredicto condena-
del sistema de enjuiciamiento elegido por la Na- torio en la Argentina
n
ción y la inclusión de la garantía del juicio por
jurados como centro para el juzgamiento. Según Entender al juicio por jurados como garantía
constitucional permite avanzar en la cuestión y
so
(37) “Cuando el art. 1º del Cód. Proc. Penal [de la pro- en torno al juicio por jurados”, RDP 2015-7, 10/07/2015,
vincia de Buenos Aires] dice textualmente: Juez natural p. 1387. Cita Online: AR/DOC/5010/2015.
y juicio por jurados... ‘Nadie podrá ser juzgado por otros (40) Ibidem.
jueces que los designados de acuerdo con la Constitu-
ción de la Provincia y competentes según sus leyes regla- (41) GELLI, María Angélica, “La validación del juicio
mentarias...’ está haciendo referencia ineludible a que el por jurados populares desde la democracia y el fede-
Juez natural no solo es el Juez profesional sino que tam- ralismo”, LA LEY, edición especial: Juicio por Jurados,
bién lo son los jueces ciudadanos que constituyen el jura- 26/06/2019, p. 3. Cita Online: AR/DOC/1898/2019.
Th
Tal como lo hiciera el Juez Gorsuch al comien- Al establecer el juicio por jurados se siguió en-
zo del fallo reseñado cabe preguntarse si esta tonces la Constitución de Filadelfia de 1878. De
debe cumplir requisitos determinados para su allí que en ausencia de jurisprudencia nacional
puesta en práctica. respecto del juicio por jurados es totalmente ra-
zonable recurrir a la Suprema Corte de Justicia
Vale advertir que muchos de los requisitos de EE.UU. puesto que la garantía que examinan
que pueden aún discutirse en la práctica na- es la misma que aquí hemos instituido.
rs
cional ya han sido establecidos por el máxi-
mo tribunal de justicia de EE.UU. en anteriores Es así que Harfuch enseña que el Tribunal de
casos (43). Casación Penal de la provincia de Buenos Aires
en el fallo “Ruppel” del 11/07/2017 ha recepta-
te
En nuestro país, y tal como se viera previa- do los pilares del precedente “Patton c. United
mente, la práctica es aún muy joven por lo que States” para trazar el contenido del juicio por ju-
rados (46).
se va delineando en el camino de su implemen-
tación. Entre el contenido puede leerse “la aspiración
eu
a la unanimidad en la decisión del veredicto”. Es
Lo antedicho no impide ser crítico con la for- que si el máximo tribunal estadounidense en-
ma en que se legisla esta garantía puesto que a tiende que la unanimidad es un requisito clave
nuestro entender determinados modelos violan de su juicio por jurados nosotros no podemos
la garantía constitucional. hacer otra cosa.
El modelo elegido por nuestra Constitución
R
Nuestra Constitución histórica así lo
Nacional no es otro que el modelo anglosajón, demanda.
particularmente el de los EE.UU.
Sin embargo, del mismo modo que lo hiciera
n
Al respecto la doctrina destaca que el art. 118 el tribunal provincial la Corte Suprema de Jus-
de nuestra CN ha usado de fuente directa el ticia de la Nación Argentina ha tenido oportu-
art. III de la Constitución de Estados nidad de delinear los contenidos del juicio por
so
(43) El caso paradigmático es “Patton c. Unites States” (46) TCPBA, sala I, 11/07/2017, causa nro. 81504, “Rup-
previamente citado. pel, Néstor Fabián s/ recurso de casación” (voto del juez
Daniel Carral) citado en: HARFUCH, Andrés - PENNA,
(44) “ El antecedente de nuestro juicio por jurados más Cristian, ob. cit. En ese mismo artículo Harfuch y Penna
palmario es justamente la Constitución de los Estados señalan como las características máximas del jurado las
Unidos de América, inspiradora del art. 117 de la Cons- siguientes: Integración plural, participación de las partes
Th
titución Federal de los Estados Unidos de Venezuela de en el litigio para la conformación del jurado, separación
1811”. LÓPEZ, Patricia - OSPITALECHE, Ariel, ob. cit., p. clara de las funciones del juez y del jurado, respeto a la
36. soberanía e independencia del jurado, exigencia de una-
nimidad tanto para condenar como para absolver, cen-
(45) “Esa opción política era la respuesta a la necesi- tralidad del juicio y recurso solo para el acusado.
dad de remover de raíz las nefastas prácticas inquisitoria-
les coloniales y, precisamente, tenía como fin la destruc- (47) En apretada síntesis vale decir que Canales y dos
ción del aparato judicial inquisitorial y la implantación sujetos más fueron condenados como autores de homi-
de sistemas públicos, acusatorios y con participación po- cidio agravado por su comisión con armas de fuego y con
pular”. HARFUCH, Andrés - PENNA, Cristian, “El juicio el concurso premeditado de dos o más personas (arts. 79,
por jurado en el continente de América”, Revista Sistemas 41 bis y 80, inc. 6º del Cód. Penal). La condena fue im-
Judiciales, CEJA e INECIP, año 17, nro. 21, p. 113. Dis- puesta en un juicio por jurados realizado en la provincia
ponible en: https://sistemasjudiciales.org/wp-content/ de Neuquén donde el veredicto condenatorio fue por
uploads/2018/05/Sistemas-21.pdf. mayoría de votos.
En dicha resolución ha establecido a gran- Claro que a continuación y sin dar mayores
des rasgos que son los Estados provincia- precisiones en su fundamento la Corte señala
les los encargados de delinear el proceso y que la mayoría especial de dos tercios luce razo-
que el límite solo lo impone el principio de nable toda vez que surge de la deliberación del
razonabilidad (48). jurado.
No vale la pena detenerse aquí en los porme- ¿Cómo sabe la Corte que dos tercios es ra-
rs
nores de dicho caso —cuestión que ha sido ex- zonable si la Constitución nada dice? ¿De qué
celentemente abordada en la edición especial fuente del derecho surge esa consideración?
LA LEY con relación al fallo (49)— pero si en lo ¿Por qué dos tercios sí y la mitad más uno no?
que hace a la unanimidad.
te
Son preguntas que la Corte no responde pues-
Con relación al tópico la Corte trató el tema en to que se limita a señalar lo antedicho y a decla-
el Considerando 17 del voto de la mayoría. rar la constitucionalidad de la ley provincial.
Allí expresó “que no existe mandato constitu- En el voto del Juez Rosatti la cuestión se ex-
eu
cional que imponga en nuestro país un número tiende un poco más.
determinado de votos para afirmar la culpabili-
dad o la inocencia de un imputado por parte del Al principio señala lo mismo que la mayoría
jurado; a diferencia de la exigencia de dos ter- de la Corte respecto a la omisión de la letra de la
cios de votos que sí estableció para el veredicto CN. Pero luego compara la votación del jurado
de culpabilidad en el marco del procedimiento
de juicio político (art. 59)”.
R con la de los tribunales de jueces técnicos quie-
nes deben alcanzar los dos tercios para conde-
nar.
Las normas de la Constitución suelen ser nor-
mas generales que no imponen requisitos en En el punto lo primero que corresponde decir
demasía y que en varias ocasiones dejan libra- es que el juicio por jurados es diferente al juz-
n
das su regulación a las leyes que se dicten en gamiento por tribunales técnicos. Trasladar las
consecuencia. Ello en función de la correcta in- reglas de uno a otros no resulta posible.
so
nivel de la discusión y eligiendo la resolución de los jurados deliberan más profundamente, hay
mayor solidez. Los jurados confrontan sus argu- mayor expresión de todas las opiniones, mayor
mentos y cuando hay unanimidad los más sóli- participación de los disidentes, los propios jura-
dos son los que sobreviven. dos consideran a sus veredictos más confiables,
no siempre se impone el veredicto de la opinión
Así la resolución conlleva una solidez que no mayoritaria, la labor de los jurados no finaliza
puede lograrse en los tribunales de jueces pro- aunque la mayoría ya tenga sus votos, se pro-
rs
fesionales. fundiza la discusión sobre aspectos de la prueba
y del derecho aplicable y el periodo de delibera-
Entonces, la razón de ser de la unanimidad en ción es más corto.
el jurado es cualitativa y no cuantitativa. La ca-
te
lidad del veredicto se basa en la posibilidad de Por otro lado, bajo la regla de la mayoría de-
la minoría de ser escuchada y de la mayoría de crece la calidad de la discusión, el tiempo de
sopesar sus argumentos, previo a decidir (51). deliberación es más corto, hay menos participa-
ción de las minorías, la deliberación se detiene
Hemos visto que la Corte Suprema ha teni-
eu
al arribar el jurado al quorum necesario, se pro-
do una oportunidad histórica de enriquecer el tege al jurado de jurados de jurados rebeldes,
debate y mejorar la administración de justicia,
irrazonables e intransigentes, reduce la canti-
pero no lo ha hecho. Probablemente, haya pe-
dad de jurados estancados y el promedio de de-
sado más la necesidad de continuar con la ins-
liberación es de 75 minutos.
titucionalización del juicio por jurados que la
lectura correcta de una garantía constitucional
pero como ha quedado establecido en el caso
R Como se ve la regla de la unanimidad produce
mayores discusiones, más extensas y más pro-
“Ramos c. Louisiana” esto no puede permitirse. fundas que la regla de la mayoría. El resultado
es una decisión más deliberada y discutida en la
El requisito de la unanimidad es un requisito
que se conjugan las opiniones de todos los par-
n
inexcusable de la garantía del juicio por jurados.
ticipantes. Más aún que en los casos de los jue-
Así fue señalado por nuestros constituyentes al
ces profesionales donde cada uno vota según su
momento de establecer la norma constitucio-
parecer y sin importarle el parecer del otro.
so
Varios investigaciones empíricas (52) han de- Lo mismo podría suceder en relación con las
mostrado que bajo la regla de la unanimidad diferentes clases sociales, las religiones, las et-
nias, las inclinaciones sexuales o cualquier otra
diferencia entre los jurados que podrían llevar-
(51) Al respecto resulta de obligada lectura: PENNA,
Cristian D., “Primer paso de la Corte Suprema de Justi-
los a suprimir en la deliberación las voces de las
cia hacia la consolidación del juicio por jurados”, LA LEY, minorías.
edición especial: Juicio por Jurados, 26/06/2019, p. 17.
Th
intensa que tolera una sociedad democrática. Es cierto que un fallo de otro país constitu-
Enviar de por vida a prisión a una persona re- ye una fuente lejana de inspiración y no una
quiere el permiso político unánime de un con- manda obligatoria para los tribunales naciona-
junto de personas del Pueblo llamadas a juzgar les, pero debe tenerse en cuenta que la Corte, y
ese hecho”(53). otros organismos judiciales, ha utilizado innu-
merables casos de su par norteamericana para
Es dable observar que las legislaciones más delinear las garantías de nuestra norma funda-
rs
modernas de nuestro país requieren la unani- mental y el propio funcionamiento de la Corte y
midad en el veredicto condenatorio por lo que el control de constitucionalidad (55) por lo que
finalmente la manda constitucional se encuen- nada impide que lo haga nuevamente.
tra en plena práctica, por lo menos en esas juris-
te
dicciones (54). Tal como la disidencia señaló en el fallo Ra-
mos se podrá argumentar que cambiar las reglas
VII. Consideraciones finales ya establecidas podría llevar a revisar resolucio-
nes firmes, apeladas y a la consecuente realiza-
Como viéramos al adoptar el modelo esta- ción de nuevos juicios.
eu
dounidense de juicio por jurados en nuestra
Constitución Nacional adoptamos el contenido Pero como dijera el Juez Gorsuch: “Todo Juez
de la garantía que allí se estableció. Entre otros debe aprender a vivir con el hecho de que él o
requisitos se encuentra el de la unanimidad. ella cometerá algunos errores; esto viene con el
cargo. Pero es algo totalmente distinto perpe-
Del mismo modo que sucede en general con
el juicio por jurados son tanto históricas como
R tuar algo que todos sabemos que es incorrecto
solo por el miedo de las consecuencias de hacer
jurídicas las razones que hacen que la unanimi- lo que está bien”.
dad deba ser aplicada para condenar.
Concluimos con el deseo de que en un futu-
En ese sentido el fallo “Ramos c. Louisiana” ro no muy lejano las prácticas constituciona-
n
abre una puerta para conseguir una nueva in- les transiten por el camino correcto y permitan
terpretación de esta regla en nuestro país. acrecentar la aplicación de las garantías en los
so
procesos penales.
(53) HARFUCH, Andrés, “El juicio por jurados en la (55) El caso “Sojo” (CS, Fallos: 32:120) de la Corte Su-
provincia de Buenos Aires...”, ob. cit., p. 276. prema de Justicia argentina sobre el control de constitu-
cionalidad se fundamenta en el caso “Marbury c. Madi-
(54) Por caso las leyes de Chaco y Mendoza. Ley 9106 son” [5 U. S. 137 (1803)] de su par norteamericana. Para
om
de la Provincia de Mendoza: Art. 33: [...] El Jurado admiti- dar otros ejemplos: el caso “Montenegro” (Fallos 303:
rá una sola de las propuestas de veredicto por el voto uná- 1938) sobre la garantía de la autoincriminación que se
nime de sus doce [12] integrantes. Disponible en: http:// basó en el caso “Miranda c. Arizona” [384 U.S. 436 (1966)];
www.jus.mendoza.gov.ar/documents/855520/861790/ el caso “Fiscal c. Fernández” (CS, Fallos: 313: 1905) res-
LEY+JUICIO+POR+JURADOS+POPULARES+para+si pecto de agentes encubiertos basado en “Sorrells c. Uni-
tio+con+logo+nuevo.pdf/e34b7d36-3a3c-4ba4-a0a4- ted States” [287 U. S. 435 (1932)] y en “Sherman c. United
ff762980347f. Ley 7661 de la provincia del Chaco: Art. 86: States” [356 U. S. 369 (1958)]; el caso “Rayford y otros”
Unanimidad. El jurado admitirá una sola de las propues- (CS, Fallos: 308:733) sobre la doctrina del fruto del árbol
Th
tas de veredicto por el voto unánime de sus doce [12] in- venenoso encontró su basamento en “Silverthorne c.
tegrantes. Disponible en: https://observatoriovsp.chaco. United States” [251 U. S. 385 (1920)] y “Nardone c. United
gov.ar/backend/carpeta/Ley%207661.pdf. States” [308 U. S. 338 (1939)]. Y así muchísimos más.
rs
Comentario al fallo “Ramos c. Louisiana”
de la Corte Suprema de los Estados Unidos
te
Denise Bakrokar (*)
Mariana Bilinski (**)
eu
Sumario: I. Introducción.— II. Lo resuelto por la Corte Suprema
de los Estados Unidos.— III. Los posibles efectos del fallo “Ramos
c. Louisiana” en nuestro país.— IV. Palabras finales.
I. Introducción
R de 10 a 2 o de 11 a 1 para poder atribuir respon-
sabilidad penal a las personas que resultaban
El pasado 20 de abril de 2020 la Corte Su- acusadas por cualquier delito grave que no se
prema de los Estados Unidos mediante el fallo encontrara conminado con pena capital.
“Ramos vs. Louisiana”(1) puso punto final a la
n
historia de los veredictos mayoritarios en todo En este célebre fallo, la Corte Suprema de los
su territorio y sentó que los veredictos de los ju- Estados Unidos estableció expresamente que el
rados populares deben ser unánimes para po-
so
Oral (LL.M.) de CWSL. Integrante de la Asociación Ar- unanimidad a lo largo y ancho del país.
gentina de Juicio por Jurados. Docente de juicio por jura-
dos y de litigación oral de la UBA y de Inecip. En el presente artículo desarrollaremos los
(**) Abogada de la UBA, especialista en Derecho Pe- principales lineamientos del caso “Ramos vs.
nal. Magíster en Derecho con especialización en Litiga- Louisiana” de la Corte Suprema de los Estados
ción Oral (LL.M.) de CWSL. Integrante de la Asociación Unidos, señalando los puntos centrales de este.
Argentina de Juicio por Jurados. Docente de juicio por
jurados y de litigación oral de la UBA y de Inecip.
Y, dada su enorme importancia en la historia del
juicio por jurados, reflejaremos las posibles re-
(1) 590 U.S. (2020).
(2) Louisiana había modificado su Constitución en el (3) 406 U.S. 404.
2019 y abolido los veredictos no unánimes, pero en Ore-
gon aún se permitían veredictos mayoritarios. (4) 406 U.S. 356.
percusiones que aquella doctrina podría tener tado por un jurado popular. Ramos impugnó su
en nuestro país. condena en el entendimiento de que el veredic-
to no unánime resultaba en una denegación in-
II. Lo resuelto por la Corte Suprema constitucional del derecho al juicio por jurados
de los Estados Unidos garantizado por la Sexta Enmienda. La Corte Su-
prema advirtió que en cuarenta y ocho estados
El fallo de la Corte Suprema de los Estados y en la Corte Federal esta situación habría dado
rs
Unidos tuvo por objeto determinar si corres- lugar a la nulidad del juicio, en tanto el voto de
pondía o no la revocación del fallo “Apodaca un solo jurado en favor de la no culpabilidad hu-
c. Oregon” dictado en el año 1972 por esa mis- biese resultado suficiente para evitar una con-
ma Corte mediante el cual se había admitido la dena. Sin embargo, este caso no terminó de ese
te
constitucionalidad de una ley que aceptaba los modo, puesto que los estados de Louisiana y
veredictos mayoritarios para poder condenar a Oregon admitían veredictos mayoritarios.
un acusado. Con el voto mayoritario de seis de
los nueve jueces del Máximo Tribunal del país II.1. El requisito de la unanimidad en la Sexta
norteamericano (5), se resolvió que efectiva- Enmienda
eu
mente correspondía revocar el precedente, bajo
el entendimiento de que el derecho a ser juzga- Una de las primeras cuestiones que remarcó
do por un jurado imparcial llevaba ínsito el re- la Corte fue que la expresión “juicio por un ju-
quisito de la unanimidad en su decisión, y que rado imparcial” de la Sexta Enmienda contiene
este derecho resultaba oponible a todos los es- entre sus requisitos que el jurado debe alcanzar
tados.
R un veredicto unánime para poder condenar.
La Corte Suprema de EE.UU. había dejado Respecto a esta cuestión, la Corte recordó que
sentado en “Duncan vs. Louisiana (6)”, que el el requisito de unanimidad del jurado surgió en
derecho al juicio por jurado reconocido en la la Inglaterra del siglo XIV y fue inmediatamente
n
Sexta Enmienda era un derecho fundamental aceptado como un derecho fundamental prote-
en el esquema de justicia norteamericano de gido por el common law. De acuerdo con la ex-
aplicación en el ámbito federal y a todos los es- plicación de Blackstone ninguna persona podría
so
tados integrantes de la Unión. Sin embargo, has- ser declarada culpable por un delito grave salvo
ta el dictado del reciente fallo había permitido que la acusación sea confirmada por el sufragio
que dos de sus estados juzguen la culpabilidad o unánime de doce ciudadanos iguales y vecinos,
no de un acusado de cometer delitos graves me- escogidos al azar (7). Este derecho fundamental
diante una decisión mayoritaria. apareció en las primeras constituciones de los
estados americanos, y las cortes estatales consi-
om
El caso concreto que llegó a la Corte y que mo- deraban a la unanimidad como una caracterís-
tivó el dictado de este fallo fue el de Evangelisto tica esencial del juicio por jurados.
Ramos quien había sido condenado por un Tri-
bunal de Louisiana a la pena de prisión perpe- Con este telón de fondo, y con la exigencia de
tua sin posibilidad de libertad condicional por que los veredictos fueran unánimes de los últi-
la comisión de un delito grave, luego de un vere- mos 400 años, fue que James Madison proyectó
dicto mayoritario de culpabilidad de 10 a 2 dic- la Sexta Enmienda que los estados ratificaron en
Th
quisitos habituales” que tampoco se incluyeron de Louisiana y Oregon han mantenido que la
en el texto. Con base en ello, la Corte entendió omisión del expreso requerimiento de unani-
que es posible que el Senado haya eliminado midad para los veredictos del jurado en la Sex-
esas menciones para no ser redundante, pues- ta Enmienda indicaba que su inclusión era una
to que el derecho a juicio por jurado significaba, elección y no una obligación para los gobiernos
en efecto, un juicio en el cual el jurado dictaba estaduales. Sin embargo, ello fue descartado por
un veredicto unánime. la Corte en este caso imponiendo que en todos
rs
los estados y a nivel federal los únicos veredic-
La Corte agregó que los tratados de la posta- tos que pueden dictar los jurados para ser vá-
dopción y los tratados del siglo XIX confirmaron lidos deben ser unánimes. Lo único que varía
esta cuestión de que el requisito de la unanimi- —conforme a criterios entre los mismos jueces
te
dad forma parte del derecho a un juicio por un norteamericanos— es si esa interpretación se
jurado imparcial. impone en la Decimocuarta Enmienda por im-
perio del debido proceso legal, tal como lo con-
Con relación en la historia más actual se sideró la mayoría, o si deriva de la Cláusula de
apuntó que la Corte en reiteradas ocasiones y a
eu
Privilegios o Inmunidades que prevé que “nin-
lo largo de muchos años reconoció que la Sex- gún estado podrá dictar ni dar efecto a cualquier
ta Enmienda requiere la unanimidad. Así, y ley que limite los privilegios o inmunidades de
haciendo un recorrido por las principales deci- los ciudadanos de los Estados Unidos”(11).
siones sobre el tema, se expuso que ya en 1898,
la Corte dijo que el acusado tiene un “derecho II.2. Los casos de Louisiana y Oregon
constitucional a exigir que no se le quite su li-
bertad excepto por la acción conjunta de una
R Con base en lo anterior, la Corte se preguntó
corte y del veredicto unánime de un jurado cómo resultaba posible que las leyes de Louisia-
compuesto por doce personas”(8), y que unas na y Oregon que admitían veredictos mayorita-
décadas más tarde la Corte entendió que la rios hayan durado tanto tiempo, y en este marco
n
Sexta Enmienda otorga el derecho “a un juicio la Corte analizó los orígenes de las normas de
por jurados tal como es entendido y aplicado en Louisiana y Oregon que admiten veredictos no
el common law”, lo que incluye el requisito “de unánimes.
so
recho al juicio por jurados requiere un veredicto bado los veredictos no unánimes para delitos
unánime a nivel federal, no puede exigir menos graves en una convención legislativa en 1898,
a nivel estatal. Durante varios años los estados y su propósito declarado era el de establecer
la supremacía de la raza blanca. Sin embargo,
(8) “Thompson vs. Utah”, 170 U. S. 343, 351 (1898). Ver conscientes de que la Corte anularía cualquier
también “Maxwell vs. Dow”, 176 U. S. 581, 586 (1900). política de discriminación abierta contra los ju-
rados afroamericanos en violación a la Decimo-
Th
la búsqueda de diluir la influencia de las mino- la Sexta Enmienda admite veredictos no uná-
rías raciales, étnicas y religiosas en los jurados nimes, o la garantía del juicio por jurados de la
de ese estado (12). Sexta Enmienda aplica con menos fuerza a los
estados bajo la Decimocuarta Enmienda, y que
Con relación en esta cuestión se señaló que por ello la fuerza de la decisión se encontraba
las Cortes de Louisiana y de Oregon recono- cuestionada.
cieron expresamente que la raza fue un factor
rs
motivante para la adopción de las respectivas Finalmente entendió que el problema más
reglas de no unanimidad en sus estados. profundo de esa decisión fue que la mayo-
ría sometió la antigua garantía de un veredicto
Estas leyes perduraron justamente por las unánime del jurado a su propia evaluación fun-
te
decisiones de “Apodaca vs. Oregon” y de “Jo- cionalista haciendo un análisis de costo-benefi-
hnson vs. Louisiana” del año 1972 por las cua- cio, pasando por alto el hecho de que, al tiempo
les la Corte dispensó a los jurados del requisito de la adopción de la Sexta Enmienda, el derecho
de la unanimidad. La Corte en este caso advir- al juicio por jurados incluía el derecho a un ve-
eu
tió que aquellas fueron decisiones severamen- redicto unánime. Y con base en ello afirmó que
te divididas. En “Apodaca”, y mientras los cuatro cuando el pueblo estadounidense eligió consa-
jueces de la minoría reconocieron que la Sexta grar ese derecho en la Constitución, no estaba
Enmienda requiere la unanimidad y que esa ga- sugiriendo temas productivos para futuros aná-
rantía es plenamente aplicable contra los esta- lisis de costo-beneficio (15), sino que estaba
dos bajo la Decimocuarta Enmienda, los cuatro buscando asegurar que los hijos de sus hijos pu-
R
jueces de la mayoría tuvieron una visión distinta dieran disfrutar de la misma libertad duramente
de la Sexta Enmienda y expusieron que la verda- ganada, al igual que ellos. Por eso señalaron que
dera cuestión era determinar si la unanimidad la función de la Corte no es reevaluar si el dere-
servía una función relevante en la sociedad con- cho a un jurado unánime es “lo suficientemen-
temporánea, para concluir que los costos de la te importante” como para conservar, sino el de
n
unanimidad eran mayores que sus beneficios y preservar y proteger esa libertad.
que la Sexta Enmienda no debería interponer-
II.3. La cuestión relativa al stare decisis
so
da no hacía que esta garantía fuera plenamente de la Corte se hizo alusión a esta cuestión, fue
aplicable contra los estados, aplicando un enfo- el voto del Juez Kavanaugh el que desarrolló el
que de incorporación de “doble vía” basado en tema con mayor profundidad.
la idea de que un mismo derecho puede signi- Así, explicó que la doctrina legal del stare de-
ficar dos cosas distintas dependiendo de si se cisis deriva de la máxima en latín stare decisis
invoca contra el gobierno federal o estatal, aun- et non quieta movere que significa defender lo
Th
que ese enfoque ya había sido rechazado por decidido y no perturbar la calma. Aquella pro-
la Corte casi una década antes en “Malloy vs. mueve el desarrollo imparcial, predecible y co-
Hogan”(14). herente de los principios jurídicos o legales,
fomenta la dependencia en decisiones judicia-
Frente a ello, la Corte remarcó que
“Apodaca” planteaba una problemática: o bien
(15) Si bien la Corte no analiza los costos-beneficios
del requisito de unanimidad, señaló que la mayoría de
(12) “State vs. Williams”, No. 15—CR—58698 (C. C. “Apodaca” no tuvo en consideración que la unanimidad
Ore., dec. 15, 2016), Aps. 104 citado en 590 U.S. (2020). favorece deliberaciones más abiertas y exhaustivas del
(13) Voto del Juez Powell. jurado, permite que todas las voces sean oídas, que la
tasa de jurados estancados es baja y que incluso permite
(14) 378 U. S. 1. suponer que los jurados deliberaron cuidadosamente.
les y contribuye a la integridad del proceso ju- bles consecuencias que se podrían generar por
dicial (16). la decisión de revocar “Apodaca” en los casos en
que las personas fueron condenadas a raíz de
En los Estados Unidos los ministros de la Cor- veredictos mayoritarios del jurado. En virtud de
te son fieles defensores de tal doctrina, sin em- ello explicaron que existen dos escenarios dis-
bargo, dejaron sentado que ello no significa que tintos.
la Corte no pueda nunca anular precedentes
rs
erróneos (17), más aún cuando se trata de inter- Por un lado, destacaron que existe la posibili-
pretar la Constitución. En este orden se explicó dad de que Louisiana y Oregon requieran volver
que si bien ello resulta posible, para poder anu- a juzgar a los acusados por delitos graves, con-
lar un precedente, se requiere algo más que la denados en virtud de veredictos no unánimes,
creencia de que se decidió erróneamente (18),
te
cuyos casos aún se encuentran pendientes por
porque “de lo contrario la doctrina no sería doc- recursos de apelación ya interpuestos, seña-
trina en absoluto”(19), y en tal sentido se afirmó lándose que son aproximadamente un cente-
que para determinar si existe una “justificación
nar de casos (20). De este modo se indicó que
especial” para anular un precedente se deben
si bien esto conllevaría un costo en la justicia,
eu
dar tres requisitos: que la decisión haya esta-
do enormemente equivocada, que haya causa- se reconoció que las modificaciones radicales
do jurisprudencia significativamente negativa y al procedimiento penal generalmente los tie-
que su anulación no afecte indebidamente los nen, y citaron a modo de ejemplo lo sucedido
intereses de los que razonablemente depen- con el fallo “Crawford vs. Washington”(21), que
den de ese precedente. En este voto se con- revirtió las anteriores interpretaciones del de-
cluyó que, en este caso, se cumple con los tres
R recho de confrontar testigos o con “Arizona vs.
requisitos necesarios para invalidar un prece- Gant”(22), en donde se modificó la ley para lle-
dente anterior, ya que existieron investigacio- var a cabo registros y arrestos, y con base en ello
nes que demostraban lo equivocado que estaba se resaltó que esa decisión no causaría mayores
“Apodaca” en cuestiones de derecho y se evalua- costos que las decisiones mencionadas.
n
ron las posibles desventajas de la innovación,
así como también, aquellas del caso cuestiona- Por otro lado, también la Corte señaló que los
do, realizando una mensuración de los efectos acusados cuyas apelaciones se encuentren fina-
so
prácticos de uno frente al otro. lizadas podrían buscar la revisión de sus conde-
nas por veredictos no unánimes a través de una
En este sentido, se concluyó que “Apodaca” acción de revisión colateral. Este análisis resal-
estaba enormemente errado puesto que la Sexta tado por la disidencia fue descartado por la ma-
Enmienda efectivamente requiere unanimidad yoría de los jueces por entender que las reglas
del jurado, tuvo consecuencias significativa-
om
III. Los posibles efectos del fallo “Ramos dictos sean tomados en forma unánime, otras
c. Louisiana” en nuestro país provincias admiten veredictos mayoritarios con
distintos tipos de mayorías, y otras aceptan los
Es posible afirmar que el juicio por jurados en veredictos mayoritarios solamente si no se al-
nuestro país resulta ser una institución dicotó- canza la unanimidad en un tiempo determina-
mica en tanto es vieja y nueva a la vez. Es anti- do para la deliberación.
gua porque está triplemente prevista en nuestra
rs
Constitución Nacional desde 1853 y es novedo- Esta disparidad se vio ratificada por nuestra
sa porque recién hace unos pocos años empe- Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fa-
zó a implementarse en algunas provincias de llo “Canales”(25) en el que se ha sostenido que
nuestro país. Así, y ante el incumplimiento de la “no existe mandato constitucional que imponga
te
manda constitucional que ordena que haya jui- en nuestro país un número determinado de vo-
cios por jurados en el país (arts. 24, 75, inc. 12 tos para afirmar la culpabilidad o la inocencia
y 118), el Congreso Nacional aún no ha dictado de un imputado por parte del jurado”. De este
una ley de jurados que implemente esta institu- modo, decretó la constitucionalidad de las leyes
que prescinden de la unanimidad y dejó allana-
eu
ción a nivel nacional. Fueron nuestras provin-
cias las que tomaron la iniciativa de dictar sus do el camino para que otras provincias conti-
propias leyes de jurados, poniendo en funcio- núen por el mismo sendero.
namiento este instituto en sus procesos penales
y haciéndolos, de este modo, más acordes a los Sin perjuicio de que este fallo fue histórico en
postulados constitucionales. nuestro país al ser el primero en referirse espe-
R cíficamente al tema del juicio por jurados y por
reconocer expresamente que el jurado es el juez
Las leyes provinciales receptaron en gran me-
dida las características propias del juicio por natural establecido por la Constitución para de-
jurados anglosajón —con excepción de la pro- cidir la culpabilidad o no de una persona, consi-
vincia de Córdoba que adoptó un sistema es- deramos que la decisión de la Corte en admitir
n
cabinado—, e incluso incorporaron institutos veredictos mayoritarios amparándose solo en el
novedosos tales como la integración del jurado hecho de que la Constitución Nacional no esta-
con seis hombres y seis mujeres para garantizar blece la cantidad de votos necesarios para emi-
so
la representación por género, o la composición tir un veredicto válido por parte de un jurado,
de jurados con integrantes de pueblos origina- dejó de lado ciertas cuestiones que debieron ser
analizadas, tales como los enormes beneficios
rios en ciertos casos. Sin embargo, no todas ellas
que trae el requisito de la unanimidad y, prin-
adoptaron la regla de unanimidad.
cipalmente, el origen del juicio por jurados en
om
rs
liberación del jurado posee una función en atención al estado incipiente del desarrollo
democrática (28) ya que contribuye con el au- de la institución en la Argentina.
mento del sentido de responsabilidad cívica y
de los niveles de actividad pública de los ciuda- Ahora bien, en cuanto a los orígenes del juicio
te
danos, en el entendimiento de que la discusión por jurados en nuestro país (32) y a su incorpo-
en grupo es un medio poderoso de influencia ración en nuestra Constitución Nacional, es de
social y educativa (29). destacar que el mandato constitucional de que
todos los juicios penales terminen por jurados
Asimismo, estos múltiples beneficios en tér- proviene del art. III, sección 2a, § 3 de la Cons-
eu
minos de respeto a las garantías constitucio- titución de los Estados Unidos (33) habiéndose
nales y a los valores democráticos que conlleva inspirado nuestros constituyentes en la Consti-
el requisito de la unanimidad (30) superan al- tución de ese país al establecer el instituto del
tamente el posible mínimo riesgo a que los ju- juicio por jurados.
rados se estanquen y no logren alcanzar un
veredicto en el caso (31).
R En efecto, varias disposiciones (34) de la
Constitución de los Estados Unidos de Nortea-
Si bien la Corte Suprema de los Estados Uni- mérica exhiben claramente el origen de los ar-
dos en el caso “Ramos vs. Louisiana” que veni- tículos constitucionales de 1853 (35). Tal como
mos comentando expresó que no corresponde lo señala Maier, la decisión constitucional de
n
establecer el juicio por jurados no resultó arbi-
jurado. Jurado penal y jurado civil”, Ed. Ad Hoc, Buenos
Aires, 2016, ps. 96 y ss. (32) La exigencia del juicio por jurados apareció por
so
(27) Estos argumentos han sido expuestos en el Ami- primera vez en 1812 en el Proyecto de la Comisión de-
cus Curiae presentado por Profesores de Derecho y Cien- signada para redactar la Constitución, luego se replicó en
tistas Sociales ante la Corte Suprema de Estados Unidos 1813 en el Proyecto de Constitución de la Sociedad pa-
en el caso “Evangelisto Ramos vs. Lousiana”. triótica para las Provincias Unidad del Río de la Plata en
América del Sud, y posteriormente se renovó esta exigen-
(28) En Estados Unidos el jurado fue diseñado no solo cia en 1819 en la Constitución de las Provincias Unidas
om
para promover veredictos justos sino también con un en Sud América y en la Constitución de 1826. Ver MAIER,
sentido de deber cívico. Así en “Powers vs. Ohio” (1991), Julio B. J., “Derecho Procesal Penal, t. I, Fundamentos”,
La Corte Suprema de EE.UU., tras invocar al pensador Ed. del Puerto, Buenos Aires., 2004, 2ª ed., ps. 775-6.
Alexis de Tocqueville, ha dicho que los ciudadanos no
solo tienen el derecho a un juicio con jurado, sino que (33) MAIER, Julio B. J., “Derecho Procesal Penal”, Ed.
también tienen el derecho de servir como jurados, de- Del Puerto, Buenos Aires, 2011, T. 1, Fundamentos, p. 776.
bido al valor de aquella institución como un medio de (34) El mencionado artículo dispone que “[t]odos los
educación cívica. delitos serán juzgados por medio de un jurado, excepto
Th
(29) GASTIL, John - BLACK, Laura W. - DEESS E., Pie- los casos de acusación por responsabilidades oficiales,
rre - LEIGHTER, Jay, “From Group Member to Democra- y el juicio de que se habla tendrá lugar en el estado en
tic Citizen: How Deliberating with Fellow Jurors Resha- que el delito se haya cometido; pero cuando no se haya
pes Civic Attitudes”, Human Communication Research cometido dentro de los límites de ningún estado, el juicio
ISSN 0360-3989, 2008. se celebrará en el lugar o lugares que el Congreso haya
dispuesto por medio de una ley”, y la Sexta Enmienda es-
(30) BAKROKAR, Denis, “Es necesaria la unanimidad”, tablece que “[e]n toda causa criminal, el acusado gozará
publicado en ZAFFARONI, Eugenio R. (dir.), Revista de del derecho de ser juzgado rápidamente y en público por
Derecho Penal y Criminología, 4, año X, Ed. Thomson un jurado imparcial del distrito y estado en que el delito
Reuters - La Ley, Ciudad de Buenos Aires, 2020, p. 172. se haya cometido...”.
(31) En las provincias en las que se exige unanimidad, (35) CAVALLERO, Ricardo - HENDLER, Edmundo,
la práctica ha demostrado que en muy pocos casos los ju- “Justicia y Participación”, Ed. Universidad, Buenos Aires,
rados suelen estancarse. 1988, p. 43.
traria, sino que se correspondió con la ideología de inocencia al requerir que todos los miem-
política del Iluminismo y de la revolución polí- bros del jurado determinen que la persona acu-
tica que se desarrolló en los siglos XVIII y XIX y sada fue el responsable del delito más allá de
que nuestra Constitución adoptó (36). duda razonable. Tal como lo señala Harfuch,
“enviar de por vida a prisión a una persona re-
En líneas generales, se infiere que nuestros quiere el permiso político unánime de un con-
constituyentes veían al juicio por jurado como junto de personas del Pueblo llamadas a juzgar
rs
una institución política, un modelo completo ese hecho”(40), y entonces si algunos de los
de administración de justicia (37), pretendien- miembros del jurado creen que el acusado es no
do romper con una legislación de estilo colo- culpable, no existiría la certeza constitucional-
nial y de tradición judicial. El jurado permitiría mente requerida para destruir la presunción de
te
alejar el poder absoluto del juez para dar paso inocencia (41). O en otras palabras no se supe-
a la figura tríadica de un proceso penal, con raría el estándar constitucional de más allá duda
doce jueces legos como árbitros y dos partes razonable para poder condenar. Siguiendo con
en disputa, el acusador y el acusado al estilo esta línea, y en tanto se ha corroborado empíri-
eu
anglosajón (38). camente que la exigencia de unanimidad reduce
la probabilidad de errores en las decisiones del
Sentado ello, y si tal como se desprende del jurado (42), con ello también disminuye la po-
fallo bajo análisis, la unanimidad es un com- sibilidad de condenar a personas inocentes, re-
ponente esencial del derecho consagrado en la forzando nuevamente la eficacia del principio
Sexta Enmienda a tener un juicio por jurados, constitucional de presunción de inocencia.
al estar nuestra Ley Fundamental inspirada en
R
la Constitución de los Estados Unidos, es posi- Otro de los principios constitucionales que
ble suponer que nuestros constituyentes eligie- adquieren mayor sentido a raíz del requisito de
ron el modelo norteamericano de jurados, y con unanimidad es el del juicio justo (43). Este prin-
ello, un jurado que opere bajo el requisito de la cipio, contemplado en su máxima expresión,
n
unanimidad. podría implicar que nadie puede ser condenado
sin el voto unánime de un jurado de doce perso-
También puede sostenerse que existen otros nas que establezcan la culpabilidad de un acu-
so
principios fundamentales de nuestra Constitu- sado más allá de una duda razonable. Así, el fair
ción Nacional que permiten sostener la prefe- trial requerido constitucionalmente, inspirado
rencia de los constituyentes por los veredictos en el sistema de enjuiciamiento de los Estados
unánimes. En primer lugar, el principio cons- Unidos se ve mayormente garantizado en los ca-
titucional de inocencia (39) que establece que sos en que se requiere unanimidad. Un sistema
om
toda persona acusada de un delito debe ser con- de enjuiciamiento integrado con jurados es si-
siderada inocente hasta tanto la acusación de- nónimo de un tribunal imparcial y garantía im-
muestre lo contrario, se sostiene en principios prescindible de la “justicia del juicio” (44), y la
liberales acordes al espíritu de la Ley Funda-
mental. Así, la famosa frase de que “es preferi-
(40) HARFUCH, Andrés, “El juicio por jurados en la
ble cien culpables libres a un inocente preso”,
provincia de Buenos Aires”, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires,
encuentra sustento en este principio central 2013, p. 276.
Th
unanimidad viene a contribuir a que exista una las personas tienen el derecho a ser escuchadas.
mayor justicia. El abandono de la exigencia de la unanimidad
es una forma de desestimar el rol del disenso en
Sumado a ello, el hecho de que en nuestra una democracia (47).
Constitución Nacional no se exija expresamente
que los veredictos sean unánimes, no quita que De este modo, y si bien del texto constitucio-
la unanimidad sea un requisito esencial que se nal no surge expresamente la cantidad de votos
rs
deriva de la propia interpretación de la garantía necesarios para que un jurado tome una deci-
a ser juzgado por un jurado. sión válida, así como tampoco surge del texto
constitucional norteamericano, al estar en jue-
La unanimidad es una de las notas centrales go derechos y garantías fundamentales, es posi-
te
del juicio por jurados, en tanto obliga a la rea- ble afirmar que el derecho al juicio por jurados
lización de una deliberación exhaustiva acerca previsto en la Constitución Nacional lleva ínsito
de la culpabilidad o no de la persona acusa- que los veredictos sean adoptados por unani-
da con base en las evidencias presentadas en midad, por ser este requisito uno de los compo-
eu
el debate oral, por parte de la totalidad de los nentes esenciales del sistema de participación
miembros del jurado previo al dictado de un popular (48).
veredicto. El alcance y la calidad de las delibe-
raciones está íntimamente relacionada con la Ahora bien, ¿podría la decisión de la Corte
cantidad de votos requeridos para alcanzar un Suprema de los Estados Unidos en el caso “Ra-
veredicto válido. La unanimidad realza a nive- mos vs. Louisiana” tener algún tipo de impacto
R
les superlativos la garantía de la deliberación ya en nuestro país? Consideramos que sí. Este fallo
que obliga a discutir la prueba y la ley con gran nuevo —pero a la vez histórico— vino a poner
intensidad (45). En nuestro país la deliberación fin a los veredictos mayoritarios y a consagrar
jamás fue considerada como una etapa esencial definitivamente que el derecho a un juicio por
a los efectos de dotar de legitimidad a las deci- jurados presupone que el veredicto sea adop-
n
siones, y de hecho muchas veces en los siste- tado por unanimidad (49). En atención a que
mas escritos la deliberación se sustituye por el el juicio por jurados en la Argentina es nuevo,
traspaso del expediente entre los jueces de un y se encuentra en constante desarrollo, confia-
so
tribunal. Comprender la importancia de la deli- mos en que, en un futuro cercano, y con base en
beración previo a la adopción de una decisión es lo resuelto en este caso, se requiera que todas
un paso fundamental para entender el funcio- las decisiones de los jurados sean tomadas por
namiento del juicio por jurados. En función de unanimidad. Posiblemente el dictado de la tan
que la unanimidad genera deliberaciones más ansiada ley de jurados a nivel nacional sea una
om
robustas entre los miembros del jurado para buena oportunidad para establecer el requisito
poder tomar una decisión en conjunto, es una de unanimidad y así enaltecer nuestra Constitu-
garantía que no puede cederse al momento de ción Nacional.
pensar en un juicio por jurados. Adicionalmen-
te, la exigencia de unanimidad garantiza que se Finalmente, es de remarcar que el juicio por
consideren todos los puntos de vista, y que, in- jurados en nuestro país no solo tiene su origen
cluso, las voces minoritarias sean efectivamen- en la Constitución de los Estados Unidos, sino
Th
(45) HARFUCH, Andrés, ob. cit., p. 278. (49) En efecto, el fallo de la Corte Suprema de Justicia
de Estados Unidos “Ramos vs. Louisiana” tuvo inmediata
(46) Ver HANS, Valerie P., “Deliberation and Dissent: acogida en el Tribunal Supremo de Puerto Rico en el caso
12 Angry men versus the empirical reality of juries”, 82 “Pueblo vs. Tomás Torres Rivera”, en el que se afirmó que
Chi.-Kent L. Rev. 579, 587 (2007). los veredictos de los jurados deben ser unánimes.
que, además, nuestros tribunales adoptan cada Congreso dicte la tan anhelada ley federal de
día las experiencias de los países con larga tradi- juicio por jurados y ordene que los veredictos
ción juradista en sus decisiones a los efectos de sean unánimes, y que luego las provincias se
preservar las características típicas de la institu- acoplen a la normativa federal. Hasta tanto no
ción. Estamos a tiempo de preservar también el sucedan estas cuestiones, consideramos que se-
requisito de la unanimidad. ría una buena práctica que los jueces incorpo-
ren instrucciones que motiven a los jurados a
rs
IV. Palabras finales deliberar con profundidad en todos los casos, a
pesar de la exigencia legal de mayoría.
El fallo “Ramos vs. Louisiana” de la Corte Su-
prema de los Estados Unidos ha terminado de Si bien los miembros de la Corte de Estados
consolidar el reconocimiento de la unanimi-
te
Unidos, en el entendimiento de que el requisi-
dad como una cualidad intrínseca del derecho
to de la unanimidad es un componente esen-
fundamental al juicio por jurados garantizado
cial del juicio por jurados no consideraron sus
por la Sexta Enmienda de la Constitución esta-
enormes beneficios, en nuestro país todavía es
dounidense. Con ello, ha sellado toda discusión
eu
posible en torno a la constitucionalidad de los necesario insistir con ellos para poder dar un
veredictos mayoritarios en todas sus jurisdic- debate más profundo sobre la importancia real
ciones, plasmando que los veredictos de los ju- de la unanimidad. En este sentido, los veredic-
rados deben ser, indefectiblemente, unánimes. tos unánimes fomentan deliberaciones más ex-
haustivas, promueven la escucha de todas las
Los efectos que esta decisión podría tener en voces incluyendo las minoritarias, propician la
nuestro país resultan aún desconocidos, pero
R minimización de los errores y generan una ma-
consideramos que este fallo nos marca un cla- yor confiabilidad de las decisiones.
ro camino para seguir en pos de la exigencia de
la unanimidad. Así, las provincias que admiten Teniendo en cuenta el precedente de la Cor-
veredictos mayoritarios podrían revisar sus nor- te, el origen de la incorporación del juicio por
n
mas, y en un futuro, cuando la Corte Suprema jurados en nuestra Constitución Nacional y las
tenga una nueva oportunidad para expedirse so- enormes ventajas de la unanimidad, podemos
dar un salto de calidad en nuestros juicios por
so
rs
A propósito del caso “Evangelisto Ramos
c. Louisiana”
te
Yanina Di Blasio (*)
eu
Sumario: I. Introducción.— II. El fallo.— III. La exigencia constitucio-
nal de unanimidad.— IV. El stare decisis y la obligatoriedad atenua-
da.— V. Reflexiones finales.
“Almost always, the creative dedicated mino- Se trata del caso “Evangelisto Ramos c.
rity has made the world better”. Martin Luther Louisiana”(3), de fecha 20 de abril ppdo. Allí la
KING Jr.
R Corte estadounidense sostuvo que la sexta en-
mienda de la constitución de ese país garantiza
I. Introducción al acusado el derecho a ser declarado culpable
por el veredicto unánime del jurado, tanto a ni-
La Corte Suprema de Justicia de los Estados vel federal como a nivel de los estados, con lo
n
Unidos de América emitió recientemente una que abandonó el criterio seguido en los años
sentencia emblemática en materia de juicio por setenta, en el conocido precedente “Apodaca c.
jurados que, mal que les pese a algunos, no de- Oregon”(4), según el cual no les era exigible a
so
tadounidense (1), cuyos orígenes se remontan ble a una persona por el veredicto mayoritario
a la Magna Carta del Rey Juan de Inglaterra (2). de diez jurados contra dos (5).
(*) Abogada (UBA). Carrera de Especialización en De- En el caso que nos ocupa, fue a través de la
recho Penal (UBA) en curso. Miembro del Instituto de Convención Constituyente llevada a cabo en
Derecho Procesal Penal del Colegio Público de Abogados Louisiana en el año 1898, que se dispuso la ope-
de la Capital Federal. ratividad del veredicto mayoritario. Aunque, no
Th
(1) GONZÁLEZ, Joaquín V., “Manual de la Constitu- debemos perder de vista que, durante el año
ción Argentina 1853/1860”, Ed. Estrada, 1897, ps. 38-39 y
CAVALLERO, Ricardo J., “La Constitución, la realidad ju-
rídica y el tribunal mixto”, Nueva Doctrina Penal, 1999/B, ción conflictiva?”, Nueva Doctrina Penal, 1999/B, Ed. del
Ed. del Puerto, Buenos Aires, 2000, p. 766. Puerto, Buenos Aires, 2000, ps. 441-442).
(2) Hendler explica que “el juicio por jurados surgió en (3) 590 U.S. (2020).
la isla británica a partir de la transformación de lo que (4) 406 U.S. 404 (22/05/1972).
originariamente fue un conjunto de vecinos que daban
testimonio del hecho para convertirse luego en jue- (5) Al día de hoy el art. 1º, Sección 11 de la Constitu-
ces que decidían sobre la base del testimonio de otros. ción de Oregon prevé la operatividad del veredicto de
Al mismo tiempo iba gestándose la independencia del diez contra dos, para declarar culpable a una persona,
jurado frente al poder de los gobiernos monárquicos”. a excepción del delito de homicidio en primer grado, el
(HENDLER, Edmundo S., “Jueces y jurados: ¿una rela- cual requiere del veredicto unánime del jurado.
2018, luego de un referéndum popular en el que dato constitucional, a la vez que nos conduce
más del sesenta por ciento de los participantes a reexaminar la posición adoptada por la Corte
votó por la instauración del recaudo de unani- Argentina en el precedente “Canales”, en tanto
midad (6), ese estado reformó su constitución, allí se sostuvo que no existe una exigencia cons-
habiendo adoptado dicho recaudo para todos titucional de un determinado número de votos,
los hechos punibles con pena de prisión perpe- para fundar un veredicto de culpabilidad.
tua y trabajos forzados, cometidos a partir del
rs
primero de enero de 2019 (7), razón por la cual, Pero veamos primero qué fue lo que dijo la
la problemática sobre la que versa este fallo ha corte norteamericana.
sido superada en Louisiana, por lo menos a fu-
turo (8). II. El fallo (10)
te
Conviene recordar que si bien la Sexta En- Acusado de homicidio en segundo grado (11)
mienda de la constitución estadounidense dis- y declarado culpable en el año 2016 por el ve-
pone que, en todos los procesos criminales, el
redicto mayoritario de diez jurados contra dos,
acusado debe gozar del derecho al juicio rápi-
eu
que sostuvieron la existencia de una duda razo-
do y público, llevado a cabo por un jurado im-
parcial del estado y distrito donde el delito ha nable, el Sr. Ramos fue condenado a prisión per-
sido cometido (9), nada dice acerca de las con- petua (12).
diciones bajo las cuales el jurado debiera emitir
su veredicto, y esta circunstancia se replica en La defensa impugnó la sentencia por ante la
Corte de Apelación del Cuarto Circuito del Es-
nuestra ley primera, pues ninguna de las nor-
R tado de Louisiana, en el entendimiento que la
mas que refieren a la actuación del jurado des-
cribe los engranajes de su actuación. Sexta Enmienda de la constitución estadouni-
dense garantiza al acusado el derecho a ser de-
En consecuencia, esta decisión nos estimula clarado culpable por el veredicto unánime del
n
a repensar los alcances de nuestro triple man- jurado tanto a nivel federal como a nivel local,
sin embargo, el tribunal citado confirmó la con-
(6) Para ser más exactos, el 64,35% de los votantes, dena.
so
(8) Actualmente, tanto en el sistema federal como en contenedor de basura en New Orleans. Ramos alegó que
los sistemas locales de Norteamérica, opera la exigencia mantuvo relaciones sexuales con la víctima antes del he-
de unanimidad en los casos más graves, mientras que, en cho y que luego de ello arrojó su basura al contenedor,
los casos de mediana gravedad, solo Oregon aplica un pero negó la acusación de homicidio y lo cierto es que,
sistema de mayorías. (PENNA, Cristian D., “Primer paso más allá del ADN encontrado en el cuerpo de la víctima
de la Corte Suprema de Justicia hacia la consolidación y las huellas depositadas en las asas del contenedor, no
del juicio por jurados”, LA LEY del 26/06/2019, Cita On- se recabaron evidencias que probaran su participación
line: AR/DOC/1903/2019). en el homicidio. Se consultaron diferentes periódicos
norteamericanos y páginas de contenido legal para re-
(9) En su idioma original, la primera parte de la sexta cabar esta información, pudiéndose citar la publicación
enmienda dispone lo que sigue: “[i]n all criminal prose- “Supreme Court says unanimous jury veredicts required
cutions, the accused shal enjoy the right to a speedy and in state criminal trials for serious offenses”, CNN poli-
public trial, by an impartial jury of the state and district tics, 20/04/2020 y la página web de Cornell Law School
wherein the crime shall have been comitted”. (https://www.law.cornell.edu/supct/cert/18-5924).
rs
Gorsuch, Ginsburg y Breyer, al que se añaden Señalaron que, al momento de la ratificación
las concurrencias de los jueces Sotomayor, Ka- de la sexta enmienda, la unanimidad ya arras-
vanaugh y Thomas, mientras que la disidencia traba casi cuatrocientos años de historia y la
se encuentra representada por los jueces Alito, doctrina y la jurisprudencia posteriores fueron
te
Roberts y Kagan. contestes con ella (15). A guisa de ejemplo, re-
cordaron que en el año 1898 esa Corte sostuvo
A nuestro entender, la sentencia puede es- que toda persona acusada de haber cometido
tructurarse en tres ejes centrales, el primero, un delito gozaba del derecho constitucional a
relativo a la inteligencia que cabe acordarle a
eu
demandar que su libertad no fuera restringida,
la sexta enmienda, el segundo vinculado con salvo que la justicia así lo dispusiera, como con-
las motivaciones racistas que desencadenaron secuencia del veredicto unánime de doce per-
la operatividad del veredicto mayoritario en el sonas.
estado de Louisiana y finalmente, el tercero,
concerniente a la doctrina del stare decisis y las Expresaron, también, que al menos trece ve-
R
circunstancias que habilitan la anulación de un ces durante ciento veinte años, la corte afirmó
precedente (overruling). que el derecho a ser juzgado por un jurado im-
parcial es un derecho de naturaleza federal que
Comencemos por el primero de ellos. no puede ser desatendido por los estados y de
igual modo fue interpretado por cinco de los
n
Los magistrados que conformaron la mayoría jueces que intervinieron en el cuestionado pre-
explicaron que el texto y la estructura de la cons- cedente “Apodaca c. Oregon”.
titución estadounidense indican que la garantía
so
del juicio por jurados normada en la Sexta En- Rememoraron que, en la redacción origina-
mienda conlleva un específico significado, que ria propuesta por James Madison, la sexta en-
hace al contenido y recaudos que debe cumpli- mienda establecía que los enjuiciamientos
mentar ese tipo de enjuiciamiento. Uno de esos de todos los crímenes debían ser efectuados
recaudos es la exigencia de unanimidad pues, al por un jurado imparcial de propietarios libres
om
momento de haberse introducido la Sexta En- del vecindario, con el requisito de unanimi-
mienda (13), es decir, en tiempos del common dad de convicción, derecho de impugnación
law practicado durante la fundación de los Es- (del acusado) y demás requisitos habituales.
tados Unidos, era incuestionable que el jurado Sin embargo, estos recaudos fueron luego su-
debía alcanzar la unanimidad para emitir un ve- primidos en el Senado por considerárselos
redicto condenatorio. sobreabundantes.
ello adicionaron que, en función de lo previsto ceava Enmienda (de la Constitución federal) y
en la Catorceava Enmienda del 09/07/1868, los en el Acta de Derechos Civiles de 1875.
derechos normados en la Sexta Enmienda tie-
nen raigambre federal, y por tanto ningún ciu- El tercer eje de la decisión envuelve al sta-
dadano estadounidense puede verse privado de re decisis o doctrina del precedente obligato-
su ejercicio (16). rio. Los magistrados se preguntaron si esa regla
constituye un mandato inexorable o si puede ser
rs
El segundo eje de la sentencia se vincula con dejada de lado ante precedentes erróneos, espe-
las motivaciones racistas que, en su momento, cialmente en virtud que el estado de Louisiana
impulsaron a Louisiana a establecer la validez no controvirtió el fundamento constitucional
del recaudo de unanimidad, ni tampoco que
de los veredictos dictados por mayoría, en tan-
te
la catorceava enmienda extiende ese derecho a
to el propósito de la reforma constitucional de los juicios llevados ante las cortes estatales, sino
Louisiana (1898) consistió en establecer la su- que simplemente sostuvo que la condena de
premacía de la raza blanca. Por cierto, una se- Ramos era correcta, sobre la base de lo dispues-
mana antes de la convención constituyente, el
eu
to en el recordado precedente Apodaca.
Senado de los Estados Unidos había ordenado
investigar las razones por las cuales Louisiana En este aspecto, el voto concurrente del juez
sistemáticamente excluía a los afroamericanos Kavanaugh tampoco tiene desperdicio, pues,
de los jurados (17). en el decir del magistrado, la regla del stare de-
cisis fue pensada para evitar la arbitrariedad de
Sucede que el recaudo de unanimidad asegu-
R las cortes, promover la imparcialidad, la predic-
ra el pluralismo y garantiza una exhaustiva deli- tibilidad y el desarrollo consistente de los prin-
beración entre los miembros del jurado, quienes cipios legales que nutren la confianza en las
no pueden simplemente hacer a un lado a la mi- decisiones judiciales y que contribuyen a la per-
noría. La concurrencia de Kavanaugh lo expli- cepción (social) de la integridad del proceso ju-
n
ca muy bien: el estado de Louisiana necesitaba dicial, pero no constituye un mandato inflexible
disminuir la influencia de los afroamericanos, que impida a la corte anular precedentes erró-
quienes habían ganado el derecho a servir como neos (18).
so
of life, liberty, or property, without due process of law; plado a lo largo del tiempo: 1) la calidad del
nor deny to any person within its jurisdiction the equal razonamiento del precedente; 2) la consisten-
protection of the laws”. cia y coherencia del precedente con previas o
(17) La discriminación racial se encuentra fuertemen-
subsecuentes decisiones; 3) las reformas legales
te arraigada en los Estados Unidos, por cierto, al momen- acaecidas con posterioridad a la decisión; 4) las
to de elaborarse este trabajo, adquirió profusa notorie- variaciones en los hechos luego de la decisión;
dad el caso de George Floyd, un afroamericano que luego 4) la vigencia del precedente; 5) los intereses de
Th
de haber sido apresado y reducido por un delito menor confianza que pudieran invocar quienes se en-
cometido en Minneapolis, Estado de Minnesota (compró
contraron alcanzados por el precedente (esto
un paquete de cigarrillos con un billete de veinte dólares
falsos), murió en función del accionar de un funciona- se vincula con las expectativas razonablemente
rios policial blanco, quien ejerció presión sobre su cuello depositadas por quienes confiaron en el prece-
obstruyéndole la respiración y haciendo caso omiso a las dente) y 6) la antigüedad del precedente.
súplicas de la víctima para que le permitiera respirar. El
caso generó una gran conmoción social y un sinnúmero Dicho de otro modo, la decisión debe ser se-
de manifestaciones. Debe tenerse en consideración que, veramente errónea (al punto de ser injusta o
si bien los afroamericanos componen el 12% de la po-
blación de ese país, tienen tres veces más posibilidades
de morir en manos de la policía, que los blancos. (“The (18) Concurrencia del Juez Kavanaugh, con cita de
Observer view on the killing of George Floyd. Observer Alexander HAMILTON y el fallo “Payne c. Tennessee”
editorial”, www.theguardian.com, 31/05/2020). (U.S. 808, 827 (1991).
absurda), debe ocasionar consecuencias signi- hombres probos de su vecindario (19), acciden-
ficativamente negativas y su eventual anulación talmente traídos a juzgar, quienes, “en definitiva,
no debe implicar una grave lesión a los intereses tienen un interés directo en que el poder penal
de quienes confiaron en ella, razón por la cual no se convierta, aunque sea en el ámbito de su
resulta fundamental analizar las ventajas y las propia comunidad, en un poder despótico”(20)
desventajas que pudieran derivarse de su anu- con lo que promueve la participación de la so-
lación. ciedad en el ejercicio de los actos de gobierno.
rs
En palabras de Maier, “se trata de la necesidad
Al trasladar este análisis al precedente Apoda- política de someter a los funcionarios públicos
ca, el juez Kavanaugh concluyó que se trata de [...] a la autorización de un grupo de ciudadanos
un outlier, un caso aislado o atípico que, con el para la utilización del mayor mecanismo coacti-
te
tiempo, se ha vuelto más aislado y que ha gene- vo que concede el orden jurídico al Estado”(21).
rado significativas consecuencias negativas, en
especial en los casos que han involucrado vícti- Al mismo compás, la Corte Interamericana de
mas o acusados afroamericanos, a lo que adicio- Derechos Humanos ha afirmado que “[e]l juicio
eu
nó que su anulación no lesiona los intereses de por jurados se ha concebido, además como una
confianza depositados en él, pues actualmente, forma de devolver a la sociedad la confianza en
solo en Oregon opera el veredicto no unánime. el sistema judicial, como forma de democrati-
zación y acercamiento de la impartición de jus-
Desde otro mirador, el juez Alito disintió con ticia a la comunidad, otorgándole a esta un rol
sus pares, aunque sin dejar de reconocer que es fundamental en aquellos delitos sensibles al or-
R
deplorable que un estado suprima el recaudo de den público”(22).
unanimidad basándose en motivaciones racis-
tas. Señaló que el requisito de unanimidad fue Nuestro triple mandato constitucional (23)
eliminado recientemente por el parlamento in- se traduce, a su vez, en la selección de un mo-
glés y que no por ello debiera considerarse que delo específico de enjuiciamiento penal que no
n
dicho país actuó impulsado por un ánimo racis- es otro que el sistema acusatorio (24) y que no
ta, como tampoco pudiera decirse lo mismo de responde a una decisión antojadiza de nuestros
Puerto Rico, cuya constitución admite el vere- constituyentes, sino que se remonta al Decreto
so
todos los convictos condenados por jurados no aprendimos que no basta con que por medio del voto in-
unánimes tendrán derecho a acudir a esa cor- tegremos los poderes del estado; necesitamos contribuir
te para obtener la revisión de sus sentencias o, e influir en el ejercicio de esos poderes. No basta tampo-
como mínimo todos los acusados condenados co, con declarar solemnemente que el pueblo es sobe-
por veredictos no unánimes, cuyos casos se en- rano, es necesario crear los mecanismos concretos para
hacer eficaz el ejercicio de esa soberanía. (GORANSKY,
cuentren aún en apelación, solicitarán la reno- Mirna D., “Un juicio sin jurados”, en ABREGÚ, Martín, El
vación del juicio. nuevo Código Procesal Penal de la Nación. Análisis críti-
Th
co, Ed. del Puerto, 1993, Buenos Aires, vol. 1, ps. 106-107,
Finalmente, por el consenso mayoritario de con cita de Zampetti).
sus miembros, la Corte resolvió revocar la sen- (21) MAIER, Julio B. J., “Derecho Procesal Penal”, Ed.
tencia de la Corte de Apelaciones del Estado de del Puerto, Buenos Aires, 1996, 2ª ed., t. I. Fundamentos,
Louisiana. p. 786.
(22) CIDH, caso “V. R. P., V. P. C. y otros c. Nicaragua”,
III. La exigencia constitucional de unanimi- párr. 222, de fecha 08/03/2018.
dad
(23) Ibidem, p. 782.
Principiaremos por señalar que el juicio por (24) Ibidem, p. 775. Bajo esa misma línea de pensa-
jurados constituye una doble garantía, pues ase- miento se adscribe nuestra Corte en el precedente Casal
gura al acusado ser enjuiciado por sus iguales, (CS, Fallos: 328: 3399, consid. 15).
de la libertad de imprenta del Triunvirato, de y ello puede dar lugar a dos soluciones distintas,
1811; los proyectos de Constitución de 1812 y una de ellas consiste en declarar que el juicio se
1813; la Constitución de las Provincias Unidas encuentra “estancado” (hung jury), como ocu-
en Sud América de 1819 y la Constitución de rre en Entre Ríos, Mendoza y Chaco y, la otra,
1826 (25), debiendo destacarse que no fue ob- que deriva en la absolución del imputado.
jeto de reforma por parte de los constituyentes
del año 1994 (26). A su vez, el estancamiento puede dar lugar
rs
a la reedición del juicio, como ocurre en Entre
El diseño acusatorio es adoptado también en Ríos y en Buenos Aires (en caso de que el acusa-
el Cód. Proc. Penal Federal (ley 27.063, to 2019) dor mantenga la acusación) o a una flexibiliza-
en sus arts. 52 y 282. ción de la regla de unanimidad, como sucede en
te
Río Negro, en Chubut y en San Juan (36). Ambos
Son nueve las provincias que han regulado el supuestos son lesivos de la garantía que proscri-
juicio por jurados para el juzgamiento de los de- be la múltiple persecución penal, en función
litos más graves: Córdoba (27), Neuquén (28), del doble riesgo de condena al que se somete al
eu
Buenos Aires (29), Río Negro (30), Chaco (31), acusado; además, como bien lo explica Arce, “si
Mendoza (32), San Juan (33), Entre Ríos (34) y hay estancamiento es porque hay duda, y si hay
Chubut (35), destacándose que las provincias duda, debe haber absolución”(37).
de Neuquén y San Juan no exigen unanimidad,
Un año atrás, nuestra Corte abordó en pro-
Buenos Aires solo para delitos penados con pri-
fundidad la garantía del juicio por jurados en
sión o reclusión perpetua y en el caso de Río Ne-
gro y Chubut, se acepta la mayoría de diez votos
R el precedente “Canales”(38). La apelación ex-
traordinaria que dio lugar a la intervención
si no se arriba al veredicto unánime. del máximo tribunal, fue consecuencia del ve-
redicto de culpabilidad adoptado por un ju-
En ciertas ocasiones, el jurado no alcanza la
rado popular conformado en la Provincia de
unanimidad exigida por la legislación provincial
n
Neuquén (39).
(25) Ibidem, p. 776. Véase también PENNA, Cristian, Allí se analizaron varias cuestiones, entre
so
“El juicio por jurados y la reforma procesal penal fede- ellas, si la regulación de esta materia consti-
ral”, en ALMEYRA, Miguel Á - BÁEZ, Julio C., Tratado de
Derecho Procesal Penal, Ed. Thomson Reuters-La Ley,
tuye o no una competencia exclusiva del Con-
Buenos Aires, 2015, ps. 220 y ss. greso Nacional o si, por el contrario, se trata de
una facultad reservada por las provincias que se
(26) Esto último significa, en palabras de Cavallero “un
encuentra abarcada por la organización de su
reconocimiento de la vigencia cultural del instituto y de
om
la actualidad del interés social para su adaptación”. CA- propia administración de justicia. La corte se in-
VALLERO, ob. cit., p. 764. clinó por la segunda opción, en el entendimien-
to que las provincias conservan su autonomía
(27) Ley 9182.
en todo lo relativo a los poderes no delegados a
(28) Ley 2784, aprobatorio del Cód. Proc. Penal Prov.
de Neuquén.
(36) En Chubut y en San Juan, se dispone que en caso
(29) Ley 11.922, aprobatoria del Cód. Proc. Penal Prov. de no arribarse a la mayoría atenuada y de proseguir el
Th
de Buenos Aires, reformado por las leyes 14.543 y 14.589. fiscal con su temperamento acusatorio, deberá reeditarse
el juicio.
(30) Ley 5020, aprobatoria del Cód. Proc. Penal Prov.
de Río Negro. (37) ARCE, Federico M., “Breves reflexiones sobre la
ley de juicio por jurados de Entre Ríos”, LA LEY, Cita Onli-
(31) Ley 7661. ne: AR/DOC/138/2020.
(32) Ley 9106. (38) CS, “Canales, Mariano Eduardo y otro s/ homici-
(33) Ley 1851, aprobatoria del Cód. Proc. Penal Prov. dio agravado - impugnación extraordinaria”, de fecha 2 de
de San Juan. mayo de 2019.
(34) Ley 10.746. (39) El jurado declaró a dos personas como coautores
penalmente responsables del delito de homicidio agrava-
(35) Ley XV 9 aprobatoria del Cód. Proc. Penal Prov. de do por su comisión con armas de fuego, con el concurso
Chubut, reformada por la ley XV 30 de jurado. premeditado de dos o más personas y por alevosía.
la Nación y que la reglamentación del juicio por anglosajón, procedimiento de rutina del dere-
jurados no les está expresamente vedado, más cho angloamericano del siglo XVIII (43), cuyos
allá del control de constitucionalidad que pu- caracteres principales son, en el decir de Joa-
diere corresponderles (40). quín V. González, “la publicidad, la celeridad, la
unanimidad en el fallo, la libertad de la defensa
Pero lo que más nos interesa enfatizar es que, y el ser celebrado en el lugar donde se ha cometi-
en ese caso se cuestionó la mayoría especial do el delito, y por convecinos del acusado”(44).
rs
adoptada por el legislador neuquino para dic-
tar veredictos de culpabilidad (ocho votos, so- Por cierto, el primer proyecto de ley sobre jui-
bre doce), en tanto violatoria de los principios cio por jurados, elaborado por Florentino Gon-
de inocencia y de igualdad ante la ley, ante lo zález y Victorino de La Plaza, a instancias del
te
cual la Corte señaló que la expresión de la vo- presidente Domingo Faustino Sarmiento, con-
luntad popular a través de una decisión mayo- templaba en su art. 479, la exigencia de unani-
ritaria no afecta a la presunción de inocencia y midad del veredicto condenatorio (45).
afirmó que tampoco se vulnera el principio de
eu
igualdad ante la ley en razón de la existencia de Así es, en efecto, pues la exigencia de unani-
otras regulaciones provinciales que reclaman midad garantiza la participación en la delibera-
la unanimidad del veredicto de culpabilidad. ción de todos y cada uno de los miembros del
Porque, a criterio del más alto tribunal, la una- jurado, evitando que las posiciones minoritarias
nimidad del veredicto no es una exigencia cons- sean excluidas del debate, como ha ocurrido
titucional (41). durante largo tiempo en los estados de Oregon
R y Louisiana, con las minorías afroamericanas.
Ante semejante afirmación, y sin dejar de Y, por añadidura, se trata de un contrapeso a la
considerar que “Canales” es un precedente de dispensa de motivación del veredicto, más allá
suma importancia que, sin lugar a dudas, afian-
za la vigencia de la garantía del juicio por jura- objeto de determinar si el jurado debiera ser redefinido
n
dos, debemos recordar que el modelo del jurado según los modelos actuales de participación criminal, lo
adoptado por nuestros constituyentes (42) es el que significó un guiño favorable a la instauración de ju-
rado escabinado en la provincia de Córdoba (CS, Fallos:
so
328: 3399).
(40) Nos resulta más acertada la posición de Julio
Maier, quien sostiene que el juicio por jurados es una (43) No se nos oculta que este tipo de enjuiciamiento
regla de garantía (art. 24 CN) que las organizaciones ha poco menos que desaparecido en los Estados Unidos,
judiciales provinciales debieran respetar, porque, de lo a merced del plea bargaining, pero eso es agua de otro
contrario, no garantizarían la correcta administración de cantar, pues tiene que ver con los costos que reporta su
om
justicia penal, en el sentido constitucional (art. 5º CN), funcionamiento. LANGBEIN, John H., “Sobre el mito de
a lo que adiciona que el texto expreso del art. 75 inc. 12 las constituciones escritas: la desaparición del juicio por
de la CN dispone que la ley que establece el juicio por jurados”, traducido por Alberto Bovino y Christian Cour-
jurados se trata de un poder legislativo expresamente de- tis, Nueva Doctrina Penal, A/1996, Ed. del Puerto, Buenos
legado por las provincias en el gobierno federal. De allí, el Aires, 1996, ps. 46-47.
autor citado concluye que “gran parte de la problemática
que plantea el proceso penal es de competencia legislati- (44) GONZÁLEZ, Joaquín V., ob. cit., ps. 621-625. La
va del Congreso de la Nación, pues la organización del ju- cursiva no pertenece al original.
rado de enjuiciamiento no se comprende sin alusión a un
Th
del control sobre las instrucciones y el acceso a no perturbar lo ya decidido). En primer lugar,
los medios impugnativos. recordar que dicha doctrina, rige en los países
del common law, y “consiste en aceptar que el
A tal punto cobra relevancia la exigencia de fallo emitido por el Tribunal Superior [...] tie-
unanimidad, que las Reglas Federales de Proce- ne carácter definitivo, debiendo aplicarse sus
dimiento Criminal de Estados Unidos, estable- postulados a los casos que muestren semejan-
cen que luego del dictado del veredicto y antes
zas de tal grado que admitan la extensión del
rs
de la disolución del jurado, a requerimiento de
las partes o a instancias del juez, podrá entrevis- precedente”(51).
tarse individualmente a cada uno de los jurados
En Norteamérica, constituye el único elemen-
a fin de comprobar la unanimidad del veredic-
to y, en caso que la misma no se hubiera con- to de verticalidad del Poder Judicial, que con-
te
figurado, el juez podrá ordenarles que retomen siste en encargar a los jueces el control de los
la deliberación o bien, declarar directamente legisladores, y que históricamente respondió a
la nulidad del juicio y ordenar la disolución del la necesidad de evitar la instauración de un po-
jurado (46). En las provincias de Chaco, Entre der central análogo a la Corona, de la cual se in-
eu
Ríos y Chubut ocurre otro tanto, con la salve- dependizaron (52).
dad que, en caso de no comprobarse la unani-
midad, no se habilita la declaración de nulidad La regla adquiere dos dimensiones, una ver-
del juicio, sino que simplemente se le ordenará tical, relativa a la obligatoriedad por parte de
al jurado retirarse una vez más a continuar sus los tribunales inferiores de ajustarse a los pre-
deliberaciones (47). cedentes de los superiores jerárquicos y, la otra
Por último, como bien lo señala Penna, la
R horizontal, vinculada a la obligatoriedad de los
precedentes del mismo tribunal u otros de igual
unanimidad asegura decisiones de muy alta jerarquía, siendo esta última más ligera que la
calidad, fruto de la confrontación de diferen-
primera, máxime si se trata de decisiones ema-
tes subjetividades, a través de un debate arduo
y abierto (48), tratándose, por consiguiente, de nadas por la corte estadounidense que, a su vez,
n
una garantía implícita (art. 33, CN) (49). Ello entrañan materia constitucional. De allí que se
deja al descubierto la estrechísima vinculación afirme que el stare decisis opera a modo de regla
en la dimensión vertical y funciona como prin-
so
Jury Poll.
(47) Art. 85 de la ley 7661 de Chaco, art. 85 de la ley (51) GOZAÍNI, Osvaldo A., “La doctrina del prece-
10.746 de Entre Ríos y art. 57 de la ley XV 30 de Chubut dente obligatorio (stare decisis) y el valor de los pro-
(comprobación del Veredicto). nunciamientos de la Corte Suprema”, JA, Cita Online:
0003/011961.
(48) PENNA, “El juicio por jurados y la reforma proce-
sal”, ob. cit., p. 271. (52) CS, Fallos: 328:339, consid. 11.
(49) PENNA, “Primer paso de la Corte Suprema de Jus- (53) LEGARRE, Santiago, “La obligatoriedad horizon-
ticia hacia la consolidación del juicio por jurados”, ob. cit. tal de los fallos de la Corte Suprema y el stare decisis”, LA
LEY, Cita Online: AR/DOC/6525/2013.
(50) Ibidem, con cita del voto minoritario de la Corte
estadounidense, en el fallo “Johnson c. Louisiana”, del (54) “Helvering c. Hallock”, 309 US 106 (29/01/1940).
1972. Citado por CÁRDENAS, Emilio J., “El sistema del stare
Por ello, la corte norteamericana tiene dicho Por ese mismo andarivel, nuestro tribunal ci-
que sus sentencias “permanecen como pre- mero señaló en el año 1883, que las resoluciones
cedente vinculante hasta que consideramos de la Corte Suprema solo deciden el caso con-
readecuado considerarlas”(55), en tanto “es sa- creto sometido a su fallo, y si bien los jueces in-
biduría común que la regla de stare decisis no es feriores tienen el deber moral de conformar sus
un ‘mandato inexorable’” (56). decisiones como la misma Corte lo tiene decidi-
do en casos análogos, ello no les quita la facultad
rs
Nuestro sistema legal desconoce el stare de apreciar con su criterio propio esas resolu-
decisis (57), en todo caso, podemos hablar de ciones y apartarse de ellas cuando a su juicio no
una “obligatoriedad atenuada”(58), porque “el sean conformes a los preceptos claros del dere-
mero apartamiento por parte de los jueces in- cho “porque ningún Tribunal es infalible”(61).
te
feriores de la jurisprudencia de la Corte no bas-
ta para habilitar la jurisdicción extraordinaria En el año 1920 el alto tribunal sentenció que
con base en la `arbitrariedad de sentencia’ sino “[l]a facultad de interpretación de los jueces y
cuando aquel importa un desconocimiento tribunales inferiores no tiene más limitación
que la que resulta de su propia condición de
eu
de la autoridad del Tribunal y no aparece fun-
dado en razones no examinadas o resueltas magistrados, y en tal concepto pueden y deben
por él” (59). poner en ejercicio todas sus aptitudes y medios
de investigación legal, científica o de otro or-
Gozaíni, quien se inclina por la inconve- den, para interpretar la ley, si la jurisprudencia
niencia de seguir el stare decisis en sistemas violenta sus propias convicciones; pero no le es
de control difuso de constitucionalidad como
R lícito plantear la controversia en un terreno ex-
el nuestro, considera que obligar a los jueces a traño a su investidura, juzgar intenciones, atri-
respetar y seguir los fallos de los tribunales su- buir propósitos, asumir en fin, actitudes que no
periores implicaría privar al mecanismo difuso pueden manifestarse sino en desmedro de la
de su “quintaesencia”, porque ya no habría inter- dignidad de la justicia que representan” (62).
n
pretación alguna, sino una actividad mecánica
En concordancia con ello, en el año 1939 dijo
de adecuación impropia de la tarea jurisdiccio-
que no cabría apartarse de su doctrina, sino so-
nal, con clara afectación del principio iura novit
so
ten de los precedentes de la Corte, sin aportar implicaría mayores inconvenientes que nuestro
nuevos fundamentos que justifiquen modificar máximo tribunal revisara, en un futuro no muy
la posición sentada por dicho tribunal (64). lejano, la posición adoptada en el preceden-
te Canales, específicamente en lo que hace a la
En resumidas cuentas, el esquema de obliga- exigencia constitucional de unanimidad del ve-
toriedad atenuada que rige en nuestro medio redicto, pues con ello se garantizaría plenamen-
significa que los tribunales inferiores pueden
rs
te la operatividad de la garantía del juicio por
apartarse de la doctrina emanada de los pre- jurados y el principio de inocencia.
cedentes de la Corte, en la medida que funda-
menten las razones de dicho apartamiento, Desde otro atalaya, y sin desconocer que se
trata de un sistema distinto de enjuiciamiento
te
al igual que ella misma puede perfectamente
abandonar criterios anteriores que considere en el que rige el sistema de mayorías (65), bien
incorrectos. podría cuestionarse la validez constitucional de
las condenas no unánimes emanadas de los tri-
eu
V. Reflexiones finales bunales profesionales, pues a la luz del principio
de inocencia y del in dubio pro reo, si los estados
“Ramos c. Louisiana” nos ofrece una excelen- mentales del juez solo pueden posicionarse en
te oportunidad para refrescar la discusión en la certeza apodíctica acerca de la culpabilidad,
torno al modelo de jurado y el formato de vere- para legitimar una condena, bastando una sim-
dicto que nuestros constituyentes, y quienes los ple duda razonable para que corresponda selec-
R
precedieron, han tenido en miras al delinear el cionar el temperamento absolutorio; la decisión
triple mandato constitucional, que, a nuestro pierde integridad, se fragmenta, cuando exhibe
parecer, no es otro que el jurado anglosajón y, una disidencia. Prueba de ello, es que no son
por añadidura, la exigencia de unanimidad de pocas las sentencias cuyos votos minoritarios
n
su veredicto. se posan en estructuras argumentativas decidi-
damente más robustas que las mayorías por lo
No es constitucionalmente válido permitir que terminan abriendo paso a una apropiada
so
que un ciudadano sea declarado responsable revocación del fallo de parte del tribunal supe-
penalmente por un veredicto no unánime, por rior. Pero esto, por ahora, lo dejamos planteado
tres motivos, el primero, porque la garantía del como un interrogante, porque claramente exce-
juicio por jurados no se encuentra desprovista de los confines del presente trabajo.
de contenido, sino, todo lo contrario, en virtud
om
de su contextualización histórica, reclama la Para finalizar, vamos a recordar una frase Hall,
unanimidad del veredicto; el segundo, porque que describe la forma de pensar de Voltaire:
se lesiona el principio de inocencia al legitimar- “desapruebo lo que usted dice, pero defenderé
se una decisión de baja calidad, producto de a muerte su derecho a expresarlo” (66), es esen-
una deliberación mediocre a todas luces incom- cial en un sistema democrático que todas las vo-
patible con la exigencia de certeza apodíctica ces tengan la posibilidad de expresarse y de ser
Th
y, el tercero, porque se debilita la participación atendidas por el resto, más allá que sostengan
ciudadana en los actos de gobierno, en tanto la posturas desaprobadas por la mayoría, más allá
exclusión de la posición minoritaria bien pue- de las grietas, porque la historia nos cuenta que,
de traducirse en la discriminación de cierto seg- casi siempre, son las minorías comprometidas
mento del entramado social. quienes terminan haciendo la diferencia en la
promoción de un mejor mundo para todos.
Hemos visto que en nuestro medio no rige la
doctrina del stare decisis, sino un esquema de (65) Arts. 23 y 26 del dec. 1258/1958 y art. 398 del Cód.
obligatoriedad atenuada, motivo por el cual no Proc. Penal (ley 23.984).
(66) HALL, Evelyn B., bajo el seudónimo de TALLEN-
(64) CS, Fallos: 307:1094. TYRE, S. G., “The friends of Voltaire”, Londres, 1906.
rs
Una discusión a partir de “Ramos c. Louisiana”
te
Daniel Gustavo Gorra (*)
Manuel Serrano (**)
eu
Sumario: I. Introducción.— II. El caso.— III. Normativa en conflicto.—
IV. Argumentos.— V. Discusión.— VI. Conclusiones.— VII. Referencias
bibliográficas.— VIII. Precedentes
I. Introducción
R II. El caso
El propósito de este trabajo es exponer al- En 2015, un tribunal del Estado de Louisia-
gunos de los argumentos del fallo “Ramos c. na condenó a Evangelista Ramos a la pena de
Louisiana”(1) dictado por la Corte Suprema de prisión perpetua sin derecho a libertad con-
n
Estados Unidos. En ella se discute la exigencia dicional. El veredicto fue emitido en un jui-
de unanimidad que debe tener un juicio por cio por jurado por una votación de 10 a 2. En
so
jurado para emitir un veredicto condenatorio. consecuencia, Ramos apeló la sentencia ar-
En particular, focalizamos nuestro trabajo en la gumentando que la decisión del jurado era in-
interpretación de la Sexta y Decimocuarta En- constitucional por no haber sido un veredicto
mienda de la Constitución de los Estados Uni- unánime conforme con la exigencia de la Sex-
ta Enmienda de la Constitución de los Estados
dos. En este sentido, haremos una breve reseña
Unidos de América. De acuerdo con la interpre-
om
mo, expondremos las conclusiones. mos. Para ello, sus tribunales han justificado su
posición invocando el precedente “Apodaca c.
(1) (*) Doctor en Derecho (Universidad Nacional de Oregon”(2) de 1972, en el que la Corte Supre-
Cuyo). Magíster en Criminología (Universidad del Acon- ma sostuvo que la exigencia de unanimidad era
cagua). Profesor Adjunto de Filosofía del Derecho en el para las cortes federales y no para las cortes es-
Departamento de Ciencias Jurídicas y Jurídicas de la Uni-
versidad Nacional de San Luis.
tatales. En efecto, la Sexta Enmienda a la Cons-
titución de los Estados Unidos requería que las
(1) (**) Docente de Ética Profesional, Ética y Práctica
Docente, y Análisis de la Realidad Contemporánea de la
personas con condenas penales fueran juzga-
Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de das por un jurado compuesto por ciudadanos.
San Luis.
(1) “Ramos c. Louisiana”, 18-5924, 590 U.S. (2020). (2) “Apodaca c. Oregon”, 406 U.S. 4040 (1972).
Si bien la ley federal exigía que las condenas contra; que se obligue a comparecer a los tes-
solo pudieran otorgarse por el voto unánime del tigos en su favor y de contar con la ayuda de
jurado, los Estados eran libres de decidir sobre Asesoría Legal para su defensa”. Por su parte, la
este proceso por sí mismos. Es así como, tanto Decimocuarta Enmienda en la sección 1 esta-
Oregon y Louisiana, optaron por flexibilizar esta blece “Toda persona nacida o naturalizada en
exigencia, permitiendo que se dicten veredic- los Estados Unidos, y sujeta a su jurisdicción,
tos condenatorios con diez votos contra dos en es ciudadana de los Estados Unidos y del Esta-
rs
contra. do en que resida. Ningún Estado podrá crear o
implementar leyes que limiten los privilegios o
Con el objetivo de revertir la sentencia, luego inmunidades de los ciudadanos de los Estados
de transitar distintas instancias judiciales ante Unidos; tampoco podrá ningún Estado privar
te
la Cámara de Apelaciones y la Corte Suprema de a una persona de su vida, libertad o propiedad,
Louisiana —quienes confirmaron la sentencia sin un debido proceso legal; ni negar a persona
condenatoria— Ramos interpuso un right cer- alguna dentro de su jurisdicción la protección
tiorari (3) ante la Corte Suprema de los Estados legal igualitaria”.
eu
Unidos. El Tribunal Supremo concluyó que la
Sexta Enmienda, que contempla derecho a jui- La naturaleza de la gravedad del delito deter-
cio por jurado, requiere un veredicto unánime minará el derecho a acceder a un juicio por ju-
para condenar al acusado y garantizar la impar- rado. En 1996, en “Lewis c. United States” (5) la
cialidad. Asimismo, concluyó que la condena Corte Suprema de los Estados Unidas concluyó
que el derecho a un juicio por jurado no procede
de Ramos por una decisión no unánime era in-
R
constitucional. Por lo tanto, revocó la sentencia. cuando el imputado es condenado por delitos
menores, aun cuando fueran múltiples delitos
A partir de Ramos, el Estado de Louisiana mo- y la condena se extendiera más de seis meses.
dificó su ley (4) y requiere votos unánimes del
Entrando en análisis de las Enmiendas cita-
jurado para veredictos con condenas después
n
das, la Sexta Enmienda regula el derecho de de-
de 2019. Antes de la reforma, la ley estatal era
fensa en juicio y el debido proceso legal en las
un remanente de las leyes de Jim Crow, ya que
causas penales. Por su parte, la Decimocuarta
so
alcance de la Sexta Enmienda con relación a la sión fue tomada como uno de los argumentos
Decimocuarta Enmienda. Por un lado, la Sexta de los tribunales de Louisiana para justificar
Enmienda establece que “[e]n toda causa cri- las condenas con votaciones de 10 a 2, como en
minal, el acusado gozará del derecho de ser juz- el caso de Ramos. Por el contrario, la corte su-
gado pública y expeditamente, por un jurado prema sostiene que dentro de la exigencia de la
imparcial del Estado y distrito en que el delito imparcialidad está implícita la unanimidad de
la votación del jurado para condenar en cau-
Th
se han entendido históricamente (6). Además, IV.1. Carácter segregacional de las leyes
esta exigencia de unanimidad se extiende a las que permiten las condenas sin unanimidad
cortes estatales por la Decimocuarta Enmienda
al contemplar la cláusula del debido proceso le- Una cuestión que resulta —por lo menos a
gal. Esto es lo que afirmó la corte suprema para nosotros— llamativa es que la opinión de la
revocar la sentencia de Ramos, en contra de la Corte (7) comienza remarcando el origen his-
tórico de la permisión por parte de los Estados
postura de Louisiana, para quien la Sexta En-
rs
de Louisiana y Oregon. Este origen está marcan-
mienda solo era aplicable a las cortes federales.
do por el racismo de los defensores de la “su-
La interpretación literal de la Sexta Enmienda perioridad blanca”. En efecto, en el año 1898, el
senado federal ordenó investigar la exclusión
por parte del Estado de Louisiana destacando la
te
sistémica de afroamericanos en el sistema de
omisión de la palabra unanimidad fue la base
jurado en el Estado de Louisiana. Una semana
para las votaciones condenatorias de 10 a 2 en después, este Estado flexibilizó los requisitos de
muchos Estados del sur. De esta manera, el po- condena al dejar de exigir unanimidad y permi-
lémico precedente “Apodaca c. Oregon” entraba
eu
tir que se condene con un jurado de diez contra
en contradicción con el criterio de la corte su- dos. De esta manera, la posibilidad de que uno o
prema y siglos de precedentes opuestos al crite- dos afroamericanos impidieran lograr un vere-
rio de ese fallo. También, es importante destacar dicto condenatorio dejaba de ser un miedo para
que, aun cuando se admitiera que la Sexta En- los racistas blancos.
mienda exigiera la unanimidad, esta exigencia
R
solo era para las cortes federales. En cambio, El accionar de este Estado se materializó te-
las cortes estatales podían optar o no por aca- niendo en cuenta dos cuestiones: por un lado,
tar la exigencia del voto unánime para senten- que toda política de discriminación racial sería
cias condenatorias. En este precedente, el voto anulada por la corte suprema, por ser contraria
del Juez Powell plantea la regla de permisión de a la Decimocuarta Enmienda; por el otro, la de-
n
condenas sin unanimidad para aplicar el crite- mografía racial de este Estado, caracterizada por
rio de votación 10v2. Por lo tanto, esta regla del una población mayoritariamente blanca. De
esta manera, la regla que permite condenar con
10v2 fue el criterio que primó durante casi se-
so
Ku Klux Klan y sus esfuerzos por eliminar la in- En 1987, en “McCleskey c. Kemp” (11), la corte
fluencia de las minorías raciales, étnicas y reli- “examinó datos que revelan que en el Estado su-
giosas en los jurados de Oregon. Según la corte reño de Georgia era 4.3 veces más probable que
suprema, esto no es algo que ella afirme, sino recibiera la pena de muerte el acusado si la víc-
que las mismas cortes de Louisiana y Oregon re- tima era un blanco. De las 168 personas ejecu-
conocen que la raza fue un factor fundamental tadas en todo Estados Unidos entre 1977 y 1992,
para estas reglas de no unanimidad. En los úl- solamente 29 habían sido encontradas culpa-
rs
timos años, varias sentencias condenatorias so- bles de matar a personas no blancas, y de esos
bre ciudadanos afroamericanos en los Estados 29 criminales, solamente uno era blanco. O sea,
del sur se han caracterizado por la ausencia de si un negro mata a un blanco hay más posibili-
personas negras en el jurado. dad que reciba como castigo la pena de muerte;
te
en cambio, si un blanco mata a un negro casi no
En 2019, la Corte Suprema anuló una sen- existe esta posibilidad” (12). Este fallo tuvo un
tencia (8) donde el Estado de Mississippi había impacto importante en el tratamiento de igual-
condenado a muerte por sexta vez consecu- dad ante la ley para proteger a las minorías ra-
eu
tiva a un ciudadano afroamericano debido a ciales. Al respecto, el argumento de la corte en
que la Fiscalía (9) había excluido a las per- este fallo no es solo proteger ante los efectos dis-
sonas de raza negra del jurado. Recién en el criminatorios de un acto, sino atacar el mismo
cuarto juicio hubo dos miembros del jurado acto discriminatorio por parte del Gobierno.
afroamericano (10). En el sexto juicio, la Fiscalía
excluyó a seis de los cinco miembros afroameri- En resumen, los antecedentes citados descri-
canos como integrantes del jurado. De esta ma-
R ben el trasfondo racial del sistema judicial de
nera, se notaba un patrón de discriminación por algunos Estados sureños de los Estados Unidos
parte de la Fiscalía en la selección del jurado. El como resabio de las Jim Crow Laws (13).
juez supremo Brett Kavanaugh, quien redactó la
IV.2. Acuerdo generalizado acerca de que el
opinión de la corte, manifestó que el Estado de
n
concepto de juicio por un jurado imparcial im-
Mississippi había estado “involucrado en cues-
plica la unanimidad para condenar
tionamientos dramáticamente dispares” de po-
sibles jurados basados en la raza. Además, dio
so
se obligue a comparecer a los testigos en su fa- te agrupa a varias teorías. Al respecto, Cass
vor y de contar con la ayuda de Accesoria Legal Sunstein (16) “ha dado una respuesta argumen-
para su defensa”. tando que existen dos afirmaciones centrales en
las que convergen todos —o al menos casi to-
Como se observa, de la enmienda no se deriva dos— los autores que se autodenominan “ori-
qué es lo que implica que un caso sea decidido ginalistas”: 1) la tesis de la fijación que sostiene
por un jurado imparcial. Sin embargo —entien- que el contenido semántico de cualquier dispo-
rs
de la corte— esto debe significar algo, de lo con- sición constitucional fue fijado al momento en el
trario, no habría razón para haberlo establecido. que el texto constitucional fue aprobado o ratifi-
En concreto, la corte afirma que “el texto y la es- cado; salvo que mediase una reforma o enmien-
tructura de la Constitución sugieren claramente da constitucional. 2) La tesis de la contribución
te
que el término ‘juicio por un jurado imparcial’ por la cual se afirma que el significado original
implica algún significado sobre el contenido y de la Constitución contribuye al contenido y
los requisitos de un juicio con jurado” (14). desarrollo de las prácticas constitucionales ac-
La Corte Suprema norteamericana es enfáti- tuales. Ambas tesis se encuentran íntimamente
eu
ca al sostener que uno de estos requisitos es la relacionadas porque el significado original tiene
unanimidad. Para afirmar esto se basa en que al autoridad sobre los intérpretes hasta que se pro-
momento de determinar qué implica este con- duzca una enmienda o reforma constitucional.
cepto contenido en la Sexta Enmienda, tanto Vale aclarar que la fijación no equivale a petri-
en el common law, las prácticas estatales en la ficación de la Constitución sino a una suerte de
“desarrollo orientado” de las prácticas interpre-
etapa fundacional y las opiniones y los tratados
escritos con posterioridad sostienen de manera
R tativas a partir del significado original”.
inequívoca que el jurado necesita de unanimi-
dad para dictar un veredicto condenatorio. En Al respecto, Luciano Laisse sostiene siguien-
otras palabras, estamos frente a un acuerdo ge- do a Solum (17), que “las razones que justifi-
can centrar el foco teórico sobre el originalismo
n
neralizado acerca de que la unanimidad del ju-
rado es un requisito necesario para que el juicio contemporáneo se podrían explicar en térmi-
sea imparcial. nos de relevancia y originalidad. La relevancia
so
midad se enfoca en demostrar que el requisito argentina el fallo “Rizzi” (19) donde la “Corte
de la unanimidad no es novedoso y menos aún
que es la primera vez que la corte suprema lo United States”, 508 U.S. 223 (1993) y SCALIA, A., “A Matter
afirma. of Interpretation”, Ed. Amy Guttman, 1997, p. 23.
En materia de interpretación constitucio- (16) CASS, Sunstein C., “Second Amendment Minima-
lism: Heller as Griswold”, Harvard Law Review 122, 2008,
nal ha recobrado relevancia la denominada
Th
246, 246, citado por LAISE, Luciano D., “El poder de los
interpretación originalista (15). Esta corrien- conceptos. Concepciones semánticas y objetividad refe-
rencial en la interpretación constitucional originalista”,
(14) Apartado I de la opinión de la corte. Ed. Porrúa, México, 2017, p. 36.
(15) No debe confundirse originalismo con constitu- (17) Cfr. SOLUM, “What is Originalism? ...”, 12. Randy E.
cionalismo estricto. Al respecto el juez Antonin Scalia Barnett, “An Originalism for Nonoriginalists”, Loyola Law
diferencia ambas indicando que “él usa un bastón” sig- Review 45 (1999) 611, 613.
nifica “él camina con un bastón”, y no lo que una estricta (18) LAISE, Luciano D., ob. cit., p. 38.
utilización de la palabra sugiere. Scalia ha afirmado que
él no es “un estricto constitucionalista, y que nadie de- (19) “Rizzo c. Poder Ejecutivo Nacional (s/ acción de
biera serlo” y llama al constitucionalismo estricto “una amparo c. Poder Ejecutivo Nacional - ley 26.855 - medida
forma degradada de “textualismo” que falta el respeto a cautelar)”, CS, Fallos: 369:49 (2013), consid. 24 del voto de
la filosofía constitucionalista del derecho”. Cfr. “Smith c. la mayoría. En igual sentido, “Fisco Nacional Dirección
Suprema de Justicia estableció que el art. 114 de de unanimidad para dictar un veredicto conde-
la Constitución —que versa sobre la integración natorio. Esto es lo que imperaba en la práctica
del Consejo de la Magistratura de la Nación— histórica y así es como lo pensaron quienes re-
debe interpretarse a la luz de la intención del dactaron la Constitución.
constituyente. Más específicamente, según la
Corte Suprema argentina, la ley del Congreso Por otro lado, esta interpretación que rea-
Nacional que instituía elecciones directas por liza la Corte no es para novedosa. Al respecto,
rs
sufragio universal para seleccionar a todos los en el año 1898 en “Thompson c. Utah” (22) la
miembros del Consejo de la Magistratura con- corte afirmaba que la libertad de una persona
tradecía a las intenciones de los constituyentes, solo se podía restringir por la acción conjunta
quienes a través de la citada norma pretendie- de un tribunal y el veredicto unánime de un ju-
te
ron “elevar el umbral de garantía de indepen- rado de doce personas. A su vez, en “Patton c.
dencia judicial” (20). United States” (23) la corte dijo que un juicio
debía contener todos los elementos esenciales
La Corte norteamericana afirma que desde el reconocidos por el common law, entre los que
eu
siglo XIV, la unanimidad del jurado para dictar se incluye la unanimidad del jurado para con-
un veredicto condenatorio es reconocida como denar. La Corte es enfática en señalar que, a lo
una exigencia indiscutible. El jurista británico largo de más de ciento veinte años de vida, ha
William Blackston, autor de Comentarios sobre reconocido que la Sexta Enmienda exige la una-
las leyes de Inglaterra (21), una obra en cua- nimidad del jurado para dictar un veredicto
tro volúmenes afirmaba que la acusación por condenatorio.
R
un delito debía ser confirmada por el veredic-
Es importante señalar el papel que juega este
to unánime de doce conciudadanos. En el mis-
argumento en la decisión de la Corte. Es sabi-
mo sentido, en los nacientes Estados Unidos do que este tipo de argumento suele utilizarse
de Norteamérica, seis constituciones estatales para defender posturas conservadoras. No nos
explícitamente exigían la unanimidad del jura-
n
resulta extraño escuchar, cada vez que se discu-
do para dictar veredictos condenatorios y otras te algún proyecto de ley o una política determi-
cuatro establecían el derecho a un juicio por ju- nada que modifique el statu quo imperante en la
so
rado imparcial de manera más general. Sin em- sociedad —o en algún sector, comunidad, área,
bargo, las variaciones no importaban mucho, ya etc.— que sus detractores apelen a sostener que
que los tribunales entendían que la unanimidad va en contra de la historia política e institucio-
era un requisito esencial de todo veredicto con- nal. Sin embargo, la Corte escapa de esta críti-
denatorio. ca por dos razones: la primera es que no apela
om
cional es la que exige la unanimidad del jurado moderna. Por esto, no se podía revocar la nor-
para dictar un veredicto condenatorio. mativa de Oregon y Louisiana.
IV.4. El esquema de justicia norteamericano El noveno voto lo tuvo el juez Powell. Su po-
sición —según la sentencia que estamos abor-
De todos estos argumentos se sigue que no dando— no implicó la adopción de una de las
hay ninguna duda que la Sexta Enmienda de dos posturas en pugna, más bien fue un “ni aquí
rs
la Constitución norteamericana exige la una- ni allá”. Por un lado, el magistrado reconoció
nimidad del jurado, tanto en los tribunales fe- que la historia y los precedentes entienden que
derales como en los estatales. En “Duncan c. la Sexta Enmienda exige unanimidad para dic-
Louisiana” (24), la corte afirmó que el juicio por tar un veredicto condenatorio. Pero por el otro,
te
jurados es fundamental para el esquema de jus- afirmó que la catorceava enmienda no exigía
ticia estadounidense. Esto incluye a los Estados que este requisito sea aplicable a los Estados. De
en virtud de la Catorceava Enmienda que pro- esta manera, el magistrado planteaba la teoría
híbe a los Estados privar a cualquier persona de de la doble vía de los derechos: un derecho pue-
la vida, libertad o propiedad sin el debido pro-
eu
de tener diferentes contenidos de acuerdo con
ceso legal. Además, en “Malloy c. Hogan”(25), el nivel donde se inserte. Esto es, no necesaria-
la Corte sostuvo que las disposiciones del bill mente el mismo derecho implica lo mismo en el
of rights tienen el mismo contenido cuando se sistema federal y en el estatal.
afirman contra los Estados que cuando se afir-
man contra el gobierno federal, de aquí que, si la ¿Qué sucede con este antecedente? Para em-
unanimidad es exigida para los tribunales fede-
R pezar, la Corte reconoce al voto dividido como
rales, también lo será para los estatales. un hecho significativo, en el sentido que está de-
mostrando la falta de acuerdo generalizado en
IV.5. El precedente “Apodaca c. Oregon” (26) torno a la interpretación que prevaleció en estos
casos. Además, el voto del desempate no solo
n
Más allá de estas afirmaciones realizadas, la no es tajante, sino que plantea una postura —
Corte en el año 1972 en Apodaca (27) y un caso la doble vía— que ya era vetusta e inaplicable,
vinculante “Johnson c. Louisiana”(28), se ex- toda vez que ya en el mismo “Johnson c. Loui-
so
pidió sobre la constitucionalidad del 10v2 en siana” (29) la corte había rechazado la idea de
los Estados de Oregon y Lousiana. La senten- que los derechos establecidos en el bill of rights
cia no fue unánime. Cuatro jueces votaron que podían tener una interpretación diferente en los
la normativa estatal que permitía la no unani- Estados. Esto fue recientemente confirmado, en
midad debía revocarse en virtud de que la Sex- el año 2019 en “Timbs c. Indiana” (30). Sin em-
om
zar si la unanimidad cumplía alguna función en contrado una manera de darle sentido a Apoda-
la sociedad contemporánea. La conclusión a la ca. En “McDonald c. Chicago”(31), la Corte lo
que llegaron era que los costos de la unanimi- calificó como una excepción, una solución in-
dad eran mayores que sus beneficios en la era usual y no respaldada.
rs
una sentencia ignorando todos los preceden- nes en cada respuesta. Respecto de la primera
tes que avalan la unanimidad. Obviamente, los pregunta, se plantea la discusión entre origina-
precedentes no deben ser obedecidos inexora- listas y contextualistas referida en los apartados
blemente. En el presente caso, hay buenas ra- anteriores. Como hemos mencionado, la in-
te
zones y pruebas suficientes para afirmar que tención de los redactores de la Sexta Enmienda
Apodaca fue un error, por lo que debe ser sub- fue incluir la palabra unanimidad para referir-
sanado. Por esto, la sentencia de la corte nortea- se a un jurado imparcial. Pero lo consideraron
mericana revocó la sentencia condenatoria que superfluo ya que cuatrocientos años de prece-
eu
recayó sobre Ramos. Asimismo, tanto Louisiana dentes del common law eran suficientes para
como Oregon, se vieron obligados a modificar entender que al hablar de jurado imparcial para
sus reglas y adecuarse a la normativa constitu- condenar se requería una votación unánime.
cional que exige que los veredictos condenato- Por esa razón, Apodaca fue un precedente a
rios sean unánimes. contramano de la intención de los redactores de
la Sexta Enmienda y siglos del common law. Por
V. Discusión
R lo tanto, la postura de Louisiana no tenía una
justificación sólida que otorgara razones váli-
Luego de haber diferenciado y comentado al- das para inferir la no exigencia de unanimidad.
gunos de los argumentos de Ramos podemos Además, con relación al segundo interrogante
advertir que una parte de la controversia es de planteado, en Apodaca se reconoció que jurado
n
carácter interpretativo sobre el contenido y al- imparcial implicaba unanimidad. Con lo cual el
cance de la Sexta Enmienda. Por otro lado, no argumento de omisión del término unanimidad
podemos desconocer el trasfondo del resabio quedaba de lado.
so
cación de la aplicación de la regla de permisión ción, también carece de sustento por aplicación
de condenas sin unanimidad (10v2) en el siste- de la cláusula de debido proceso de la Cuarta
ma judicial de Louisiana y Oregon. Ambos Es- Enmienda. Es un antecedente reconocido de la
tados realizaban una interpretación literal de corte que los derechos establecidos en el bill of
la Sexta Enmienda. Al no mencionar la palabra rights tienen el mismo contenido en los Estados
“unanimidad” no lo tomaron como una exigen- y el gobierno federal, por lo que no se podría
cia, por lo que el precedente Apodaca servía de afirmar que en la justicia federal una persona
Th
base interpretativa para omitir la unanimidad tiene derecho a exigir unanimidad para un ve-
en las sentencias condenatorias. Además, el cri- redicto condenatorio, mientras que, en uno es-
terio era que la unanimidad solo era las cortes tatal, no.
federales.
Un tercer interrogante que podemos plantear
Hay dos interrogantes que se desprenden de es: ¿Realmente la unanimidad es necesaria para
la posición del Estado de Louisiana: ¿impar- un jurado imparcial? (32). Al respecto, Luigi Fe-
cialidad implica unanimidad?, si fuera así, ¿Era
obligatoria para las cortes estatales? Los argu-
(32) Carlos NINO en su obra “La Constitución de la
mentos de Louisiana fueron en sentido negati- democracia deliberativa”, argumenta: “... [A]umentamos
vo. Con respecto a la primera pregunta sostuvo el número de gente que participa en la decisión, es más
que la omisión de unanimidad por parte de los probable que la decisión sea correcta, asumiendo que la
rrajoli “sostiene que la imparcialidad del juez resulta aparentemente un mayor provecho, ma-
exige el respeto de condiciones orgánicas y de terial o espiritual, de la victoria de una parte que
otras de carácter cultural. Entre las primeras de la otra” (33).
menciona: la imparcialidad en sentido estric-
to, entendida como ajenidad del juzgador a los Dejando de lado la tesis originalista —que
intereses de las partes; la independencia, des- sostiene que la intención de los redactores fue
tinada a brindar inmunidad a la labor del juez que imparcial implica unanimidad— conside-
rs
ramos que la exigencia de la unanimidad pue-
frente a todo sistema de poderes; y, por último,
de defenderse por la idea de consenso. En efecto,
la naturalidad, que exige la designación y la de-
alcanzar un consenso requiere una mayor deli-
terminación de las competencias del juez con
beración que una votación por mayoría, donde
anterioridad a la perpetración del hecho some-
te
se hace una votación y gana quien obtuvo más
tido a juicio. Entre las segundas, sostiene que la votos. Pero el consenso significa la existencia de
imparcialidad, más allá de las garantías insti- un acuerdo entre todas las partes intervinien-
tucionales, es un hábito intelectual y moral de tes en la deliberación. De esta manera, se bus-
quien decide y que se resume en la total y abso- ca garantizar una decisión donde haya mayor
eu
luta ausencia de interés personal o privado en el reflexión y deliberación para acercar posturas o
resultado de la causa: nadie debe ser juez o árbi- tesis opuestas.
tro en su propia causa y por ello —son palabras
de Hobbes— “nadie debe ser árbitro si para él Esto no quiere decir que una votación de 10
a 2 no sea imparcial, en la medida en que el
R
gente tiene una tendencia a tomar decisiones correctas. tanto el voto mayoritario como el minoritario
hayan tomado su decisión sin ninguna inje-
Un corolario de la teoría establece que las decisiones to-
madas por la regla de mayoría simple son más probable- rencia externa y sin intereses con las partes en
mente correctas para grupos pequeños, que la decisión conflicto. Sin embargo, la imparcialidad por sí
del miembro más competente del grupo. Por nuestra par- sola no implica un juicio justo. Por el contra-
te, también podemos asumir que cuantas más personas
n
apoyan una decisión, más probabilidades existen de sa- rio, uno de los pilares del sistema democrático y
tisfacer sus intereses. Para comenzar, debemos oponer- republicano (34) de gobierno es la posibilidad
nos a la afirmación simplista acerca de la relación entre la
so
regla de la mayoría y la imparcialidad. Sería equivocado (33) FERRAJOLI, Luigi, “Derecho y razón”, Ed. Trotta,
presumir que, si el consenso unánime es un equivalen- Madrid, 2006, 8ª ed., p. 581, citado por ECHEVERRÍA RA-
te funcional de la imparcialidad, cuanto más nos acer- MÍREZ, Germán, “Imparcialidad del tribunal oral en lo
camos a la unanimidad más cerca estamos del ideal de penal: tras la conquista de la garantía”, Rev. derecho, vol.
imparcialidad. En efecto, el fracaso en alcanzar la una- 23, nro. 1, Valdivia, jul. 2010, ps. 269-310.
nimidad por solo un voto puede reflejar una desviación
om
extrema de la imparcialidad. Sin embargo, hay casos en (34) Hablamos de democracia y república, teniendo
los cuales la cercanía a la unanimidad es un indicador de en mente los aportes de los filósofos contemporáneos
la aproximación a la imparcialidad. Cuantos más votos que se han abocado a estos temas. En particular, esta-
apoyan una solución, podemos asumir que los intereses mos pensando en las concepciones deliberativas de la
de más personas son satisfechos que los que lo serían por democracia y al neorrepublicanismo. Ambas posturas,
la solución apoyada por menos votos. Podemos suponer si bien presentan características propias que permiten
que cada votante en esta situación al menos piensa que distinguirla de la otra, se encuentran profundamente
su propio interés es satisfecho por la solución que propo- relacionadas. Los presupuestos de autonomía y ciudada-
Th
ne. Por sí misma, la aproximación a la unanimidad no es nía, en cuanto requieren de libertad, han permitido una
suficiente para demostrar la corrección de una solución. discusión que habilita pensar nuevas formas de habitar
Consideremos otra vez las críticas que se levantan contra el espacio público y el privado. La noción de delibera-
la agregación utilitarista de la satisfacción de preferen- ción, entre otras cosas, dio pie para pensar la diversidad
cias. A menudo los intereses frustrados son el objeto de y la pluralidad de sujetos, con la consiguiente obligación
derechos que no pueden ser violados por el incremento —y derecho— que se respeten sus diferencias y parti-
colectivo de la satisfacción. En verdad, hay casos de con- cularidades. Si bien, quien es reconocido como uno de
flictos insuperables entre derechos. Tales casos se vuel- los principales exponentes de esta concepción es Jürgen
ven más frecuentes cuando asumimos que los derechos Habermas, no se puede negar que hoy se presenta como
no son solo violados por acciones sino también por omi- la mejor reconstrucción del concepto de democracia.
siones. En estos casos, se debería optar por el derecho Por su parte, el neorrepublicanismo ha abierto el ca-
de orden superior vinculado al valor de autonomía, sin mino para superar la dicotomía entre libertad negativa
tener en cuenta la cantidad de individuos involucrada a y libertad positiva. Para ello, al apelar a la noción de li-
cada lado del conflicto”, ps. 12-13. bertad como no dominación, ha permitido repensar las
de deliberación. De nada sirve que se expresen institucional del common law exige la unanimi-
opiniones o posturas y se levante la mano, sin dad para lograr un veredicto condenatorio; d) el
posibilidad de reflexión. Esto es, la deliberación esquema de justicia norteamericano requiere
requiere dar y pedir razones para intentar llegar que los derechos establecidos en el bill of rights
a un acuerdo (35). En el caso de un juicio pe- tengan el mismo contenido tanto en el sistema
nal, el jurado tiene que decidir sobre una cues- federal como en los estatales; e) por último, y
tión altamente gravosa para la vida en sociedad: como consecuencia de los puntos anteriores,
rs
la responsabilidad y, en su caso, castigo de un “Apodaca c. Oregon” debe ser descartado como
ciudadano. De aquí que la unanimidad sea un antecedente por ser un error jurisprudencial,
requisito esencial para lograr un juicio justo. una sentencia cuyos fundamentos contradicen
una serie de otros antecedentes cuya vigencia es
te
VI. Conclusiones indiscutida.
eu
tener un juicio por jurado para emitir un vere- parcial, sino que obligó a los Estados de Oregon
dicto condenatorio. La decisión de la corte es ta- y Lousiana a adecuar sus reglas a la normativa
jante y no admite dudas al afirmar que la Sexta constitucional. Ya no es posible afirmar que es
Enmienda exige que un veredicto condenatorio válido condenar a un sujeto con un veredicto
debe ser unánime. A su vez, la Catorceava En- mayoritario, sino que la unanimidad es la exi-
mienda sostiene que este derecho es aplicable gencia constitucional.
y exigible tanto en las cortes federales como es-
R
tatales. Para concluir, es interesante señalar que,
más allá de los argumentos dados por la corte,
Los argumentos que utilizó la corte para sos- la unanimidad tiene un peso valorativo impor-
tener su decisión fueron: a) que el carácter racial tante en una sociedad democrática guiada por
n
de la regla del 10v2 no podía ser aceptado como los principios republicanos de gobierno. Este
un fundamento válido debido a su abierta con- concepto apela a que se logre un consenso que,
tradicción con los derechos establecidos en la como tal, requiere que se haya realizado una de-
so
constitución; b) existe un acuerdo generalizado liberación racional donde los argumentos sean
acerca de que contenido de la Sexta Enmienda, sopesados para lograr una decisión racional.
al hablar de un jurado imparcial, está exigiendo Entendemos que el peso de la decisión que de-
unanimidad; c) este argumento, a su vez, tiene ben tomar los jurados no es menor. La atribu-
un fundamento histórico en cuanto la historia ción de responsabilidad y establecimiento de
om
FERRAJOLI, Luigi, “Derecho y razón”, Ed. SOLUM, “What is Originalism? ...”, 12. Randy
Trotta, Madrid, 2006, 8ª ed., p. 581, citado por E. Barnett, “An Originalism for Nonoriginalists”,
ECHEVERRÍA Loyola Law Review 45 (1999) 611, 613.
RAMÍREZ, Germán, “Imparcialidad del tribu- VIII. Precedentes
nal oral en lo penal: tras la conquista de la ga-
rantía”, Rev. derecho, vol. 23, nro. 1, Valdivia, jul. VIII.1. U.S. Court
rs
2010, ps. 269-310.
“Apodaca c. Oregon”, 406 U.S. 4040 (1972).
FREMON, David, “The Jim Crow Laws and Ra-
cism in American History”, Ed. Enslow, 2000. “Batson c. Kentucky”, 476 U.S. 79 (1986).
te
HABERMAS, Jürgen, “Facticidad y validez. So- “Duncan c. Louisiana”, 391 U.S. 145 (1968).
bre el derecho y el Estado democrático de de-
recho en términos de teoría del discurso”, Ed. “Flowers c. Mississippi”, 17-9572, 588 U.S.
Trotta, Madrid, 2005. (2019).
eu
— “La inclusión del otro. Estudios de teoría “Johnson c. Louisiana”, 406 U.S. 356 (1972).
política”, Ed. Paidós, Barcelona, 1999.
“Malloy c. Hogan”, 378 U.S. 1 (1964).
MARTÍNEZ ZORRILLA, David, “Metodolo-
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R “McDonald c. Chicago”, 561 US 742 (2010).
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n
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sity Press, Oxford, 1997. “Timbs c. Indiana”, 586 U.S. (2019).
om
te
eu
R
n
so
om
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Th
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Doctrina
rs
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so
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R
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te
rs
Las conductas delictivas
que se desprenden
rs
del COVID-19 y la competencia
de la justicia federal
te
para entenderlas
eu
R Raúl A. Roust (*)
Sumario: I. Introducción.— II. Breve descripción de las conductas de-
lictivas previstas en los arts. 202, 203 y 211 del Cód. Penal.— III. Com-
petencia de la justicia federal frente al COVID-19.
rs
te
eu
R
n
so
Ahora bien, asentadas las definiciones que pre- las personas cayeren bajo sus respectivas jurisdic-
ceden, cabe aclarar cómo funciona en la Repúbli- ciones...”.
ca Argentina, la distribución de asuntos judiciales,
que según Alberto M. Binder “... no es una simple En esa disposición la Constitución Nacional es-
división de tareas; al contrario, es uno de los refle- tablece dos tipos de competencias: por un lado,
jos más importantes de la estructura federal del la del congreso de dictar las normativas, y por el
om
Estado. En el caso específico de la justicia crimi- otro lado, justamente limita esa potestad que le fue
nal forma parte, además, de este mecanismo de otorgada al poder legislativo, al instituir que quien
garantizador de distribución del ejercicio de coer- tiene la jurisdicción para la aplicación de dicha
ción penal”(1). normativa es el poder judicial.
gen en diversas materias, aclarando que quienes orresponde a la Corte Suprema y a los tribunales
resultan competentes para aplicarlos son los tri- inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión
bunales, ya sean federales o provinciales: “... [S]in de todas las causas que versen sobre puntos regi-
que tales códigos alteren las jurisdicciones loca- dos por la Constitución, y por las leyes de la Na-
les, correspondiendo su aplicación a los tribuna- ción, con la reserva hecha en el inc. 12 del art. 75:
les federales o provinciales, según que las cosas o y por los tratados con las naciones extranjeras: de
las causas concernientes a embajadores, ministros
públicos y cónsules extranjeros: de las causas de
almirantazgo y jurisdicción marítima: de los asun-
(1) BINDER, Alberto M., “Introducción al Derecho tos en que la Nación sea parte: de las causas que
Procesal Penal”, Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 1999, 2ª ed. se susciten entre dos o más provincias; entre una
actualizada y ampliada, p. 93. provincia y los vecinos de otra; entre los vecinos de
diferentes provincias; y entre una provincia o sus En esa dirección, en el año 1991 mediante la
vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero”. ley 24.050, el Congreso Nacional dispuso la divi-
En este punto, se realiza un delineamiento sión del territorio argentino en 17 distritos judi-
de lo que sería la competencia federal, —sin pa- ciales federales:
sar por alto que en cierto punto lo determina el
Distritos Judiciales Federales
art. 33 del Cód. Proc. Penal— (2), detallando las
características que debe tener un caso para que Comodoro Rivadavia Posadas
rs
encuadre como tal, pudiendo serlo debido a la General Roca Paraná
materia, la investidura del sujeto, o por el lugar. De
igual modo, podemos afirmar que la jurisdicción Bahía Blanca Rosario
se fracciona atendiendo a la persona imputada o Mendoza Mar del Planta
te
víctima del hecho delictuoso, al lugar de comisión Córdoba Ciudad de Buenos Aires
de este y a la etapa del proceso por cumplir.
Tucumán San Justo
En virtud de lo expuesto, podemos decir que la
Salta La Plata
justicia federal, más allá de las limitaciones a las
eu
que responderá debido a la materia, el sujeto o Resistencia San Martín
el lugar y a veces por la función, alcanza a todo el Corrientes
país, mientras que la provincial no pueda superar
su demarcación territorial. Podemos advertir que algunas jurisdicciones
coinciden con la provincia a la que pertenecen,
I.2. La distribución de la justicia en materia pe-
mientras que otras abarcan varias provincias, o
nal
R que las provincias con mayor densidad pobla-
En función de lo hasta aquí expuesto, resulta cional se encuentran divididas en múltiples ju-
claro que, los delitos federales son investigados risdicciones judiciales, o que aquellas con baja
por el Poder Judicial de la Nación que se encuen- densidad poblacional, poseen jurisdicciones terri-
tra conformado por la Corte Suprema de Justicia torialmente más extensas.
n
Nacional y por los demás tribunales inferiores, se-
gún lo establecido por el Congreso en el territorio Asimismo, cada una de las jurisdicciones, cuen-
de la Nación, tal como le prevén los art. 75, inc. 20 ta con una estructura judicial para satisfacer una
so
rs
te
eu
R
n
so
om
Th
A todas luces resulta evidente, que determi- art. 239 del Cód. Penal prevé que “[s]erá reprimi-
nar si una causa es de competencia federal u or- do con prisión de quince días a un año, el que re-
dinaria no siempre resulta una tarea automática sistiere o desobedeciere a un funcionario público
y simple, ya que se debe hacer un análisis inte- en el ejercicio legítimo de sus funciones o a la
gral que requiere la valoración de los elemen- persona que le prestare asistencia a requerimien-
tos de cada caso concreto, en concordancia con to de aquel o en virtud de una obligación legal”.
las normas de competencia hasta aquí señala-
rs
das, sin pasar por alto el fundamento histórico- Sin perjuicio de ello, y a fines de poder dotarlos
político que distingue los tribunales federales y de completitividad en el análisis de las normas a
ordinarios: el federalismo. Ello, sin perjuicio de aplicar, los invito a los invito a leer el artículo “[e]
que en ciertos casos el texto establece de forma l rol del Derecho Penal y la aplicación del art. 205
te
clara y unívoca quien debe intervenir en cada del Código Penal en tiempos de COVID-19” in-
delito, pero en otros resulta un asunto contro-
gresando en el siguiente link: http://www.amfjn.
versial, toda vez que en el ordenamiento jurídi-
org.ar/2020/04/17/el-rol-del-derecho-penal-y-
co nacional no hay una enumeración completa
la-aplicacion-del-art-205-del-codigo-penal-en-
eu
de todos los ilícitos con la indicación respectiva
de que competencia los atenderá. tiempos-de-covid-19/. En el mismo, además de
encontrar una introducción con respecto a las
II. Breve descripción de las conductas de- características del coronavirus, sus medidas pre-
lictivas previstas en los arts. 202, 203 y 211 ventivas y demás observaciones de interés, po-
del Cód. Penal drán observar un minucioso análisis jurídico de
R
Ahora bien, previo al análisis sobre el que ver-
la aplicación de los arts. 205 y 239 del Cód. Penal
y de la ponderación del derecho a la libertad y del
sará el punto III) en el que explicaremos por qué derecho a la seguridad pública en este contexto.
son de competencia federal las causas penales
que derivan de la actual situación con respec- Pues bien, vale la pena mencionar que, más
n
to al COVID-19, haremos unas breves conside- allá de que los decretos de mención remiten solo
raciones respecto a algunas de esas conductas a los artículos que anteceden del Código Penal, lo
delictivas. cierto es que el ordenamiento de fondo también
so
Actualmente nos encontramos frente un prevé la conducta delictiva respecto de las perso-
contexto normativo, en el que el Poder Ejecu- nas que realicen acciones para propagar las en-
tivo, a través de los Decretos de Necesidad y fermedades (art. 202 y 203 del Cód. Penal), como
Urgencia 260/2020, 297/2020 y subsiguientes, así también con relación a las acciones de perso-
ha establecido el Aislamiento Social Preventivo nas a fin de infundir temor público o suscitar des-
om
y Obligatorio, con las excepciones que prevé el orden en la sociedad (art. 211 del Cód. Penal), las
mismo y a ello se le han sumado nuevas excep- cuales serán examinadas a continuación.
ciones dispuestas mediante las Decisiones Ad-
ministrativas que ha dictado el Jefe de Gabinete II.1. Art. 202 del Cód. Penal
de Ministros a lo largo del confinamiento obli-
gatorio. En esa dirección, cabe señalar que estas Comencemos con el art. 202 del Cód. Penal
disposiciones establecen que la violación de lo que dice: “[S]erá reprimido con reclusión o pri-
Th
allí dispuesto encuadra con los delitos reprimi- sión de tres a quince años, el que propagare una
dos en los arts. 205, 239 y ccds. del Cód. Penal. enfermedad peligrosa y contagiosa para las per-
sonas”.
Toda vez que no nos detendremos en el análi-
sis de estas figuras —de las cuales mucho se ha Tanto este artículo como el 203 del Cód. Penal,
ubican como bien jurídico protegido a la salud
hablado—, recordaremos brevemente que el art.
pública, toda vez que buscan prevenir la propa-
205 del Cód. Penal establece que “[s]erá reprimi- gación de una enfermedad peligrosa y contagiosa
do con prisión de seis meses a dos años, el que para las personas. Este delito reviste un tipo dolo-
violare las medidas adoptadas por las autorida- so, y puede ser cometido por cualquier persona
des competentes, para impedir la introducción que, revista el carácter de sujeto activo, por lo que
o propagación de una epidemia” y a su vez el sería, según lo llaman en latín delicta comunia.
Para que se configure el mismo, es necesario que el sujeto sepa y tenga la voluntad de propagar la en-
fermedad. En otras palabras, debe tener conocimiento de que porta la misma y la intención de conta-
giarla. Pues para comprender de qué consta la acción típica que se castiga, es necesario mencionar que
la Real Academia Española define la palabra “propagar” como: “i) multiplicar por generación u otra vía
de reproducción; ii) hacer que algo se extienda o llegue a sitios distintos de aquel en que se produce;
iii) extender, dilatar o aumentar algo; iv) extender el conocimiento de algo o la afición de ello”. Ahora
bien, la aplicación e interpretación de esta figura, encuentra a la doctrina dividida, veamos:
rs
te
eu
R
n
so
En ese contexto, extendiendo el cuadro ilustrativo que precede, cabe resaltar que tal como lo sos-
tienen Molinario, Creus, D’Alessio y Fontan Balestra la acción típica de esta figura delictiva es la pro-
pagación, y la misma implica que la enfermedad se transmita de forma masiva, pues como hemos
visto en la definición que luce ut supra, propagar significa multiplicar, extender, lo cual claramente
om
Al respecto, enseña Fontan Balestra que “tal como la figura ha sido trazada el hecho se consuma
al producirse el daño. En efecto, la ley no se refiere al que cree el peligro de propagación de una en-
fermedad, sino al que la propague”. En igual dirección, agrega que “la circunstancia de tratarse de
una infracción contra la seguridad pública permite excluir el simple contagio sin propagación”(3).
Desde la otra óptica, vemos que Donna, al igual que Núñez, comprende que se trata de una con-
Th
Asimismo, por enfermedad, entendemos que se refiere a una peligrosa y contagiosa —como la
que actualmente se encuentra en vilo (COVID-19)— y que ponga en jaque la vida y/o salud de las
personas, incluso sin llegar al punto de tratarse de una pandemia, como es el caso en cuestión, y con
respecto al modo de propagación, cualquier medio utilizado para que se consume será suficiente.
(3) FONTAN BALESTRA, Carlos, “Derecho Penal Parte Especial”, actualizado por LEDESMA, Guillermo, Ed. Abele-
do-Perrot, Buenos Aires, 2002, p. 645.
Por último, cabe señalar que para el sector doctrinario que considera que este es un delito de pe-
ligro abstracto, no contemplará la tentativa, puesto que, con el solo acto idóneo para propagar la
enfermedad, más allá de si como resultado se producen contagios o no, el delito estará consumado.
Por el contrario, si se prevé en aquellos casos que sostienen que se trata de un delito de daño, ya que
requiere que una o varias personas hayan contraído la enfermedad efectivamente.
rs
Su redacción dice: “Cuando alguno de los hechos previstos en los artículos anteriores fuere come-
tido por imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o por inobservancia de los de-
beres a su cargo, se impondrá multa de PESOS CINCO MIL ($5.000) a PESOS CIEN MIL ($100.000);
si tuviere como resultado enfermedad o muerte se aplicará prisión de SEIS [6] meses a CINCO [5]
te
años”.
Para comprenderlo de forma adecuada, es necesario primero, entender algunos de los términos
que emplea el mismo y aunque sus diferencias son pequeñas, existen:
eu
R
n
so
En esa dirección, Núñez afirma que “la negligencia es la omisión por el autor, al obrar u omitir, de
los cuidados debidos que no le permitieron tener conciencia de la peligrosidad de su conducta para
la persona, bienes o intereses de terceros”(4). De igual modo, se ha referido a la imprudencia expo-
om
niendo que “consiste en una temeridad (ligereza)”, pero “en el fondo descansa en una negligencia del
actor, que es la que induce a este en error acerca de la posibilidad de evitar el resultado delictivo”(5).
Según el Dr. Argibay Molina, “comprende no solo reglas expresas y formales dictadas por quien
tenga facultad para hacerlo —en mérito a convenciones privadas o aceptación de partes— sino
también la observancia de los principios que se forman a raíz de la experiencia en el ejercicio de la
actividad a que el agente está afectado”(6).
(4) NÚÑEZ, Ricardo C., “Derecho Penal argentino”, Ed. DePalma, Buenos Aires, 1946, t. II, p. 79.
(5) NÚÑEZ, Ricardo C., “La culpabilidad en el Código Penal”, Ed. Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1959, p. 130.
(6) ARGIBAY, J. F. - DAMIANOVICH, Laura A. - MORAS MON, Jorge R. - VERGARA, Esteban R., “Derecho Penal”, Ed.
Ediar, Buenos Aires, 1972, p. 310.
Esta norma prevé la comisión culposa de la dir un temor público o suscitar tumultos o des-
conducta descripta en el art. 202 del Cód. Penal órdenes, hiciere señales, diere voces de alarma,
y anteriores, pero enfocándonos en el art. 202 amenazare con la comisión de un delito de pe-
del Código de fondo, la opinión de la doctrina ligro común, o empleare otros medios materia-
también se encuentra dividida en la dirección les normalmente idóneos para producir tales
que se mencionará anteriormente. En tal senti- efectos”.
do, para quienes consideran que se trata de un
rs
delito de daño, la aparición de una enfermedad A diferencia de los artículos anteriormente
en alguna persona constituye un requisito bási- traídos a estudio, este presenta un elemento ob-
co, tanto para el tipo doloso como para el tipo jetivo completamente distinto. Ello, en virtud de
culposo. Asimismo, en el supuesto de la comi-
que, primeramente, el bien jurídico protegido,
sión culposa de la figura mencionada, la pena
te
solo se agravará si se produce la muerte de una es el llamado “orden público”, que podemos ver
persona y no cuando se provoque la enferme- que en el Diccionario de la Real Academia Es-
dad por contagio. pañola se lo define como “[s]ituación de normal
funcionamiento de las instituciones públicas y
eu
En esta misma línea, Fontan Balestra, sostiene privadas, en la que las personas ejercen pací-
que la multa no resulta aplicable a la hipótesis ficamente sus derechos y libertades”. En otras
del art. 202 del Cód. Penal, descripta como una palabras, el delito en cuestión se encuentra des-
figura de daño, cuya objetividad consiste en el tinado a quebrantar la tranquilidad pública.
hecho de propagar una enfermedad peligrosa y
contagiosa para las personas. De todos modos, una similitud que podemos
R
Por su parte, para quienes consideran la fi-
encontrar con los artículos anteriores se en-
cuentra plasmada en el sujeto activo, ya que, lo
gura del art. 202 del Cód. Penal como un delito puede revestir cualquiera que realice la acción
de peligro, como es el caso de Núñez y Donna,
típica. Incluso dentro del sujeto pasivo nos en-
la misma al agravarse pasaría a ser un delito de
daño, ya que, en ese caso, si se requeriría que se contramos con que este tipo de delitos abarca a
n
produzca el resultado, así sea la enfermedad o la un número indeterminado de personas.
muerte de alguna persona.
Tal como lo expresa D’Alessio, “no es necesa-
so
Entonces, sin perjuicio de que la opinión de rio que el autor tenga a la vista al público, pero
la doctrina se encuentra dividida sobre lo recién sí que el público recepte la intimidación. La ac-
mentado, podemos decir que de la letra del art. ción tiende a influir sobre un número indeter-
203 del ritual, se desprenden dos figuras culpo- minado de personas” (7).
sas en relación el art. 202 del Cód. Penal, por un
om
lado, la de peligro abstracto que consiste en la De hecho, según los lineamientos que ha pu-
acción imprudente que dará lugar a la propaga- blicado el Ministerio Público Fiscal para que se
ción de una enfermedad peligrosa y contagio- configure este tipo penal, se dispuso que “[l]a
sa (sin que sea necesaria la consumación del acción tiende a influir sobre un número indeter-
del resultado), y por el otro, la figura agravada minado de personas. La acción de difundir un
por producirse como resultado la enfermedad mensaje falso y atemorizante en relación con la
o muerte de una persona, que exigirá probar el propagación del virus COVID-19 puede ser en-
nexo causal entre tal accionar culposo y el resul-
Th
II.3. Art. 211 del Cód. Penal (7) D’ALESSIO, Andrés J. - DIVITO, Mauro A., “Códi-
go Penal de la Nación comentado y anotado”, Ed. La Ley,
El mismo prevé que “[s]erá reprimido con Ciudad Autónoma de Buenos Aires, t. II Parte Especial,
prisión de dos a seis años, el que, para infun- p. 1055.
to realiza la conducta para que se produzca un de políticas sanitarias para hacer frente a la pan-
resultado ulterior ya sin su intervención. En el demia producto del virus COVID-19, lo que nos
contexto de la propagación de la pandemia del permite advertir que nos encontramos ante un
COVID-19, quien viraliza un mensaje falso acer- caso de evidente interés del Estado Nacional,
ca de un nuevo contagio (más aún en donde no tanto en la prevención como en el ejercicio del
hay casos al momento registrados oficialmen- poder coercitivo, a los fines de lograr un mayor
te) o de cualquier otra información referida a la acatamiento de las obligaciones impuestas a ta-
rs
pandemia, tiene un conocimiento deliberado les fines, ergo, nos encontramos frente a una de
de que su accionar va a causar un desorden so- las excepciones en las que entiende la compe-
cial y afectar la vida pacífica de la sociedad. Para tencia federal.
eso, deberá conocer que transmite o genera un
te
mensaje con información falsa y que ese men- En efecto, el dec. 260/2020, en su art. 2º, dis-
saje podrá viralizarse”. puso: “... Coordinar con las distintas jurisdic-
ciones, la aplicación obligatoria de medidas
Claro está que este delito, dentro de su tipo sanitarias de desinfección en medios de trans-
porte, salas de clases, lugares de trabajos y, en
eu
subjetivo que encuentra razón en el dolo, debe
requerir la presencia de conocimiento y volun- general, en cualquier lugar de acceso público o
tad en el agente, es esencial que este haya tenido donde exista o pueda existir aglomeración de
la intención de provocar ese temor. personas... Coordinar con las distintas jurisdic-
ciones la adopción de medidas de salud públi-
Por último, entendemos que en este caso se ca, para restringir el desembarco de pasajeros
R
trata de un delito de peligro potencial o abstrac- de naves y aeronaves o circulación de transporte
to —por lo que no amerita la tentativa—, puesto colectivo de pasajeros, subterráneos o trenes, o
que, no es necesario que se produzcan los re- el aislamiento de zonas o regiones, o establecer
sultados que se describen en el tipo penal, con restricciones de traslados, y sus excepciones”.
que el sujeto realice la acción de infundir cierto
n
temor en la población de tal peligro común, es En concordancia, en el DNU 297/2020, en
suficiente, más allá de si se produce ese efecto su art. 10, se dispuso que “[l]as provincias, la
buscado o no. Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los mu-
so
realizado una síntesis respecto de cómo se dis- tanto las provincias, como la Ciudad Autónoma
tribuye la jurisdicción y la competencia según de Buenos Aires, como los Municipios, en ejer-
cada caso en la República Argentina conforme cicio de sus competencias propias”.
a su marco normativo, resta entonces, abocar-
nos puntualmente a la cuestión que motiva la En función de ello, podemos observar dos
presente exposición, es decir, cual es el órgano cuestiones. En primer lugar, el hecho de que,
judicial competente para intervenir en los par- desde el principio, el Estado ha dictado dispo-
siciones a fin de promover que, en el marco de
Th
conforme lo permite el art. 128 de la CN al esta- buir a la más efectiva realización del derecho
blecer que “[l]os gobernadores de provincia son (CS, Fallos: 324:911) (9).
agentes naturales del Gobierno federal para ha-
cer cumplir la Constitución y las leyes de la Na- Sentado ello, sin perjuicio de que para estos
casos debe entender la justicia federal, cabe
ción”.
mencionar que en aquellos supuestos en que la
conducta en cuestión encuentre vinculada con
En esa dirección, dadas las características de
rs
otro delito que exceda la órbita federal, la cau-
este virus, entendemos que la justicia federal sa podrá seguir su curso en la justicia ordinaria.
debe intervenir en todo lo que respecta a la po-
sible propagación de este, toda vez que al me- Dicho eso, retomaremos con la lógica en la
nos en principio, se verifica la posibilidad de que nos basaremos para decir que, para las cau-
te
la interjurisdiccionalidad del daño que se pro- sas formadas a raíz del quebrantamiento de las
voque, presupuesto inexorable para atribuir la medidas de mención, o por configurarse las de-
competencia federal, conforme los lineamien- más figuras traídas a estudio en el presente ar-
tículo, son de competencia federal:
eu
tos trazados por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación (8) sobre este punto. - El bien que pretende tutelar el Estado con las
medidas implementadas es la salud pública en
Sin perjuicio de ello, la sala I de la Cáma- la dimensión que ocupa una pandemia como
ra Nacional de Apelaciones en lo Criminal y la que nos atraviesa hoy de carácter trasnacio-
Correccional en un reciente fallo de fecha 11 nal, donde el Poder Ejecutivo tiene por princi-
R
de mayo de 2020 en el marco de la causa CCC pal objeto evitar la afectación de dicho bien, y
20450/2020/CA2, confirmó el auto que decretó en consecuencia, frenar el inminente peligro de
el procesamiento de un imputado por conside- propagación de un virus sumamente contagio-
rarlo autor del delito de robo simple en grado de so y posiblemente letal, que afectaría a la plu-
ralidad de habitantes a lo largo del país, lo que
n
tentativa en concurso ideal con el delito de des-
obediencia a las medidas adoptadas por el PEN lo tornaría un asunto de alcance interjurisdic-
cional, que compromete a las autoridades del
para impedir la introducción o propagación del
so
llevadas a cabo en el marco de este contexto en concepción constituye uno de los elementos
virtud de la violación de las normativas dispues- integrantes del concepto objetivo de “seguri-
tas, publicó un comunicado recordando la na- dad pública”, entonces, si bien en principio po-
turaleza federal de la materia a fin de preservar dría entenderse que la violación de las medidas
la salud pública, y en ese orden, aclaró que “[e] implementadas por el Estado Nacional consti-
llo, sin perjuicio de evitar los planteos de com- tuyen una motivación particular, no podemos
ignorar que el perjuicio que se genera dispa-
Th
ca particular, en la que los contagios surgen de autor —refiriéndose concretamente a los de-
forma común y local. Nos encontramos atrave- litos contra la seguridad pública— expresa:
sando una pandemia trasnacional que amenaza “[Q]ue los delitos contra la incolumidad pública
a la población comunitaria en su totalidad por tienen relación con la llamada salud pública, en
las características ya mencionadas. Es por eso, el sentido de salvación, luego de un peligro que
que en las causas que se formen como resulta- ha sido potencial. De este modo, la idea de inco-
rs
do de dichos quebrantamientos o por diversas lumidad reclama para sí la idea de peligro. Pero
figuras delictivas a su respecto, corresponde que como está unida a la palabra pública, significa
entienda la justicia federal. que hay un peligro afectando la salud común, lo
que implica que el peligro debe ser siempre ge-
- Para mayor abundamiento, la sala I de la
te
neral. Esto lleva, y la aclaración no es menor, a
Cámara Federal de Casación Penal en una sen- que se distinga el peligro que afecta alguna per-
tencia de fecha 18 de septiembre de 2019 en los sona en particular de este tipo de peligro que
autos “C., A. M. s/ recurso de casación” sostu- afecta a la incolumidad de la sociedad, que in-
eu
vo que “[La] doctrina... ilustra que ‘... si nos co- cluye, por ende, la tranquilidad y la seguridad
locamos en el derecho penal, vemos a la justicia pública” (11).
federal erguirse soberana en defensa de los in-
tereses de la sociedad íntegra de la Nación; del En ese sentido, claro que esta que el peligro
conglomerado social que constituye la Nación que se estaría generando, afecta de forma direc-
Argentina; de la soberanía nacional. Está pre-
R
sente para acudir a la represión de los delitos
ta a la generalidad de las personas, y, por ende,
de forma indirecta, al Estado. Pues se no se trata
que, no obstante haberse cometido en el terri- de una afectación hacia las personas de manera
torio de las provincias, van por una y otra causa individual, sino que, de algún modo, se trata del
en contra de la colectividad nacional, ya por- perjuicio que se le genera a la paz pública, y, en
n
que atacan los intereses del Estado soberano, fin, al orden público.
sus rentas, su propiedad, sus autoridades o re-
presentantes legales; ya porque violan la mis- Y es aquí, donde encontramos una relación
so
ma constitución general, las leyes especiales directa y recíproca entre el peligro común y la
del Congreso...; etc. A la justicia local no le in- seguridad colectiva, ya que el primer término
teresa entender directamente en estas violacio- pone en jaque al segundo, y el segundo nace,
nes; más aún, en el caso de que en realidad le justamente, de la necesidad de erradicar, o al
interesara debe apartarse de ellas por razones menos, minimizar al primero.
om
tonomía provincial, sus intereses particulares... nal), son los ciudadanos de la Nación en primer
Con más amplitud si se quiere, en todas aque- lugar, pero a fin de cuentas también lo es el Es-
llas situaciones en que no tenga razón de actuar tado Nacional al ser quien ocupa el rol de velar
el poder de la Nación...” (cfr. CLARIÁ OLMEDO, por la seguridad y salud pública, que es en defi-
“Competencia Federal”, Ed. De Palma, Buenos nitiva el bien protegido que se estaría poniendo
Aires, 1945, p. 157)”(10). en peligro, para traer tranquilidad a la pobla-
ción, que es en definitiva, uno de los principales
En esa dirección es que Edgardo Donna, cita objetivos del Estado.
en su obra al tratadista Adolfo Zerboglio. Este
(11) DONNA, Edgardo, “Derecho Penal. Parte Espe-
(10) CS, Fallos: 342:667 cial”, Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1ª ed., t. II-C, p. 11.
rs
Th
om
so
n
R
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te
rs
Confirmación de la norma
y equilibrio en la identidad: sobre
la legitimación de la pena estatal
rs
Autor: Michael Pawlik
Datos editoriales: Ed. Atelier, Barcelona, 2019, traducción de Ricardo Robles Planas, Nuria
te
Pastor Muñoz e Ivo Coca Vila. Título original: “Normbestätigung und Identitätsbalance. Über
die Legitimation staatlichen Strafens”, Ed. Nomos Verlag, Würzburg, 2017.
eu
Leandro E. R. Massari (*)
La última obra de Michael Pawlik, traducida al es decir, aquella que se encuentra orientada a
R
español por los profesores Robles Planas, Pastor
Muñoz e Ivo Coca Vila es, por sus propias pala-
la modificación del mundo exterior (2). Él, en
cambio, entiende al actuar de manera comuni-
bras, su libro predilecto. Esto fue lo que com- cativa “como una toma de posición entre alter-
partió en su visita a la Universidad de Buenos nativas valoradas normativamente”(3), a la vez
Aires entre los meses de septiembre y octubre que el suceso comunicativo, es social. Y es en
n
de 2019, donde brindó una serie de vibrantes este punto donde vuelve a marcar su diferencia
conferencias. En aquella oportunidad, advirtió con Welzel, en tanto para este último estaríamos
al público que se encontrarían ante el trabajo ante un acontecimiento puramente individual.
so
castigo estatal. Es decir, la legitimidad de la en tanto confluyeron dos visiones del mundo
pena. El libro se encuentra compuesto por seis diferentes ante un mismo acontecer (4). Ilus-
capítulos, y un prólogo a cargo del autor. Por tra: “Estos dos grandes hombres estaban dan-
características propias de un trabajo de esta do un paseo, cuando vieron venir a la corte
naturaleza se pretenderá esbozar —sucinta- con la emperatriz y los duques. Acto seguido,
mente— las principales ideas presentadas por Beethoven le dice a Goethe: ‘No sueltes mi bra-
el catedrático de la Universidad de Friburgo. zo, ellos son quienes han de hacernos sitio, no
Th
quien la situación le resulta incómoda, se suel- posición cualificada. Sobre este concepto, con-
ta del brazo de Beethoven y se pone a un lado, cretiza su bosquejo de una teoría de la acción
quitándose el sombrero, mientras que Beetho- neohegeliana (9).
ven pasa entre los duques a brazos cruzados”.
En particular, reafirma que, pese a los caminos Con fuerte influencia de su maestro Jakobs,
diametralmente opuestos tomados por Goethe y una inalterada ascendencia de Hegel en su
y Beethoven, ante idéntica situación, ambos pensamiento, Pawlik entiende que el manteni-
rs
actúan. Y es este actuar una consecuencia de miento de una comunidad —entendida como
la reflexión: ambos han escogido —sostiene estabilidad del ordenamiento jurídico y el or-
el autor— entre la pluralidad de opciones de denamiento social— se da a través del deber de
conducta (5). cooperación que le compete a cada ciudadano
te
para el mantenimiento de un Estado de liberta-
En efecto, afirma que cuando un sujeto toma des (10), y esto es palpable cuando cada ciuda-
una decisión no lo hace en función de un estado dano asimila una conducta fiel al derecho (11).
de ánimo puntual, sino que eso es consecuencia Es justamente desde aquí donde las manifesta-
ciones libres de cada individuo se deben inter-
eu
de “criterios valorativos superiores” a los que el
propio individuo se siente vinculado, teniendo pretar como tomas de posición. De mantenerse
en cuenta la imagen que tiene de sí mismo (6). una conducta fiel al Derecho, la toma de posi-
ción es a favor del ordenamiento jurídico, en
Es justamente aquí donde la reflexión del in- cambio, incurre en injusto criminal (jurídico-
dividuo que actúa asentado en razones permite penalmente relevante) cuando quien actúa pre-
erigir sobre el hombre la tan preciada autode-
R tende oponer al ordenamiento jurídico vigente
terminación. De no aceptarse esto, toda acción una contranorma, atribuyéndole, mediante su
humana descendería a un estado de natura- conducta, prioridad frente a la norma en dere-
leza. No obstante, el actuar se imbrica en una cho. Sucesivamente, Pawlik adiciona que esto
dimensión personal y, por tanto, es expresión debe leerse como una ostentación de poder por
n
de personalidad, y esta acción es, simultánea- parte de quien actúa, es decir, como la impo-
mente, un acontecer comunicativo, y con ello, sición de un programa normativo propio, una
social (7). Toda la construcción de Pawlik resul- rebelión [autoelevación] contra el sistema nor-
so
dramatiza a tal punto el delito que se busca ma- responde que la única manera de que una teo-
tar moscas a cañonazos (13). ría retribucionista supere con éxito esta crítica
será ofreciendo y atribuyendo un sentido posi-
Con palabras de Hegel sintetiza que cuando el tivo a la pena que logre trascender la secuen-
ciudadano cumple con su deber de cooperación cia negativa de dos males impugnada por Hegel
realiza su aportación a la organización del con- en 1821, sin recurrir a los clásicos conceptos
cepto de libertad. En cambio, cuando lesiona su prevencionistas (17). De esa manera, Pawlik re-
rs
deber, ataca el estado de libertades (14). Y aquí conoce que su propósito es ambicioso, ya que ni
es donde nace un deber secundario de toleran- Kant ha logrado superarlo, a la vez que dedica
cia (Duldungspflicht): el autor debe soportar a una batería de críticas a las principales cons-
su costa la pena. trucciones kantianas (18).
te
El capítulo III representa, sin dudas, el núcleo Finalmente, el autor presenta lo que llama
del trabajo. Pawlik presenta los fundamentos pena como “símbolo de merecimiento de pena”.
de su teoría de la pena con un marcado ancla- Así, ensaya su respuesta —dentro de la corrien-
eu
je retribucionista, aunque distanciándose de te retribucionista— a la pregunta formulada con
los principales referentes históricos. Así, decide anterioridad, en tanto reclamaba completar el
comenzar su justificación del castigo de mane- vacío acerca de ofrecer/atribuir algo positivo a
ra inversa a la tradicionalmente observada en la pena. Es decir, establece que tanto quien co-
la literatura, me refiero, al abordaje primario de mete un delito como quien lo condena ostentan
en común su calidad de agentes, a la vez, el obje-
R
las objeciones. Siguiendo las expresiones que el
jurista alemán Christoph Möllers utilizara en su to de enjuiciamiento y legitimación se encuen-
obra Die Möglichkeit der Normen: Über eine Pra- tra en su actuar delictivo o punitivo (nunca en
xis jenseits von Moralität und Kausalität, Pawlik una esencia abstracta del delito o la pena) (19).
plantea al lector el dilema de la retribución. De lo que de este proceso resulte, surgirá una
n
toma de posición y esta contendrá dos afirma-
Al respecto, entiende que toda teoría adecua- ciones (20).
da de la pena debe satisfacer dos condiciones: i)
so
ser capaz de establecer una conexión material- De ello se logra traducir el fundamental va-
mente plausible entre el contenido de la norma lor que Pawlik le asigna al carácter comunicati-
lesionada y la sanción “pena”; ii) que la pena vo del castigo, al afirmar que “el castigo es ante
mantenga distancia con la infracción de la nor- todo un símbolo” (21). Así, afirma que un tribu-
ma, es decir, que no repita la infracción disfra- nal, previamente a tomar la decisión final, tiene
om
Por ende, desde la óptica de la legitimación la a su comunicación (27). El autor retoma, sin he-
pena es un acto comunicativo (23). Se advertirá sitación alguna, la esencia de las ideas de Hegel
aquí, la marcada influencia de su maestro Jak- en su histórico Grundlinien der Philosophie des
obs quien supo difundir sus fundamentos sobre Rechts, referidas a que el autor del delito, al ser
el castigo en la monumental obra: “La pena es- castigado, es honrado como sujeto racional.
tatal: significado y finalidad” (24) y del filósofo
Hacia el final del texto, Pawlik propone la su-
rs
anglosajón Antonny Duff, en “Punishment, Res- peración de los fundamentos desarrollados bi-
torative Justice and the Morality of Law”. nariamente a lo largo de la historia entre las
teorías retribucionistas y prevencionistas, abo-
Sin embargo, Pawlik se muestra renuente a gando por tomar su concepción antielitista, in-
te
aceptar —al menos en un plano central y pro- cluso, dentro de la corriente retribucionista. Por
tagónico— una de las principales defensas efec- ello, insiste que para comprender correctamen-
tuadas por su maestro. El advierte que, en su te y así concebir adecuadamente la secuencia
concepción, no puede construirse legitimidad hecho punible-pena, es preciso conceptualizar
eu
de la pena sobre las bases de las consecuencias lo que significa un sujeto que actúa (28).
psicosociales del castigo y, por ende, estas de-
ben ser rechazadas. Al igual que Kant, el autor Finalmente, se ha intentado esbozar una pre-
considera inadmisible la instrumentalización sentación de carácter general dentro del mar-
co lógico de extensión que un trabajo de estas
del hombre como medio para un fin (25). Esto
características posee, haciendo especial hinca-
R
refuerza su idea central de rechazo a la exclusiva pié en el andamiaje teórico que ofrece el pen-
construcción de legitimidad de la pena bajo pa- samiento de Michael Pawlik en un tema de
rámetros prevencionistas. Sin embargo, el autor absoluta relevancia. No ha sido objeto de pre-
acepta —en un segundo plano— si en la praxis tensión agotar siquiera las tesis fundamentales
el castigo intimida a los ciudadanos haciéndo- minuciosamente volcadas al interior del tex-
n
los desistir del delito, y a la vez, fortaleciendo la to, por ende, el inquieto lector se encontrará
actitud de fidelidad al derecho (26). con una obra compleja y aguda, lo que ameri-
so
(25) Sobre la compatibilización de esta prohibición y (28) Ibidem, ps. 93 y ss. Acerca de los análisis efectua-
el retribucionismo: FERNÁNDEZ FIKS, Tomás, “Retribu- dos desde la antropología, el rol de los operadores del
cionismo y el principio de no utilización de las personas derecho, etc., estos han sido desarrollados por el autor en
Th
como medios”, Letra: Derecho Penal, IV, 2017, ps. 89-111. los capítulos “IV. Aplicar reglas” y “V. Integrar”, para ello,
véase los trabajos a cargo de SILVA SÁNCHEZ, Jesús-Ma-
(26) PAWLIK, Michael, ob. cit. p. 61. ría y MAÑALICH, Juan Pablo, citados en las notas 8 y 9.
rs
Año 2010. Era invierno en Barcelona, y mien- sa” de asignar responsabilidad penal; más bien
tras cursábamos el Máster en Derecho Penal y porque no es una atribución que surja ni en la
Ciencias Penales de la Universidad Pompeu Fa- mayoría de los casos, ni sea vista en forma co-
bra y la de Barcelona, junto al ahora Prof. Mg. D. tidiana.
te
Ramiro Velasco, compartimos la idea de realizar
una obra conjunta sobre la Autoría Mediata des- Acertadamente, el autor parte señalando que
de la perspectiva de Chile, Argentina y Uruguay. el análisis desde la perspectiva de la “lesión del
bien jurídico”, se fue dejando de lado, en tan-
eu
Es para mí un honor presentar este libro, que to no debemos limitarnos y detenernos solo a
tiene sus orígenes en una idea surgida hace más quien ejecuta, en definitiva, de propia mano el
de 8 años y que empieza a tomar forma. Aquí, en delito. Así Velasco estructura su trabajo en dos
esta obra, encontraremos muchas horas inverti- grandes partes: una primera destinada a verifi-
das no solo en la ejecución sino también en la car si la autoría mediata cumple con el principio
planificación. Sin duda el lector se dará cuenta de legalidad en el ordenamiento jurídico-penal
de ello.
R argentino; y una segunda parte, discurriendo
sobre si esa forma de asignación de responsa-
Volvimos a nuestros países y empezamos a bilidad penal es compatible con la responsabi-
trabajar en forma individual y a la medida de lidad del ejecutor.
nuestros tiempos. Entre la práctica jurídica, las
n
clases en la Universidad y otras actividades, el Especial reconocimiento merece el autor, por
proyecto del trabajo conjunto empezó a verse dedicar parte de su obra a conectar esta par-
un poco lejano. te del derecho penal argentino con la norma-
so
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En todo
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