Existe La Verdad Objetiva - Zurriaráin
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Existe La Verdad Objetiva - Zurriaráin
CONDICIÓN
NECESARIA
DE POSIBILIDAD
PARA EL
CONSENSO
Fecha de recepción: 21/06/2019
Fecha de aceptación: 18/09/2019
RESUMEN ABSTRACT
pensamiento, solamente puede realizarse riencia sólo se pueden afirmar como rea-
en un clima de estricto consenso, en el les los datos que nos proporciona la
que las instituciones públicas deberían experiencia, los datos positivos. [1]
excluir cualquier discurso sobre lo verda-
dero o lo bueno. Partiendo de tales premisas, se postu-
la en la práctica un positivismo que no
Por eso, en la sociedad actual no puede sino renunciar a toda pretensión
caben ya propuestas, sean o no de carác- de buscar el principio universal de las
ter religioso, acerca de la capacidad de la cosas y sus causas últimas. Negación que
racionalidad humana para poder alcanzar se funda en la admisibilidad solamente
un conocimiento verdadero y proponer de aquello que se puede verificar
un proyecto de vida buena. Será bueno y mediante la experiencia que proporcio-
verdadero el resultado de un procedi- nan los sentidos. [2]
miento: el consenso alcanzado por las
mayorías políticas trastocando así el sen- En el ámbito de la filosofía moral la
tido de lo moral y de lo legal, pues se doctrina que identifica arbitrariamente
considera bueno y verdadero aquello la obligación moral con la obligación
considerado por la mayoría. únicamente establecida por la ley apro-
bada se denomina positivismo ético.
De forma sumaria, esta forma de pen-
sar considera que al conocimiento sola- Por su parte, desde el plano jurídico,
mente se accede por medio de los datos esta corriente de pensamiento considera
empíricos, por lo que la ciencia debe par- que el Derecho es tan sólo el instrumen-
tir de la experiencia sobre los hechos, to normativo necesario para lograr impo-
como objetos perceptibles, limitándose a ner el orden en la sociedad, y tal finalidad
comprobarlos y vincularlos con las leyes. sólo la puede lograr el Derecho positivo.
Fundándose exclusivamente en la expe-
[1] Stuart Mil, J. Auguste Comte y el positivismo, Aguilar, 1972, Universidad Complutense de Madrid; Castellani L., “El
positivismo y Stuart Mill”, Altar Mayor, 176, 2017, 278-282; Alexy R. Sobre las relaciones necesarias entre el derecho y
la moral. En: Vásquez R. (ed.), Derecho y Moral, Barcelona: editorial Gedisa, 1998; Bobbio N.El problema del positivismo
jurídico, Ediciones Distribuciones Fontamara, México, 2004.
[2] El positivismo filosófico, resumidamente, incurre en dos importantes contradicciones: 1. Aunque legitima el conoci-
miento científico, no específica de manera clara, inequívoca en qué consiste exactamente este conocimiento científico; 2.
Que las más importantes afirmaciones de la doctrina positivista, entre otras, la Ley de los Tres Estadios de Comte (teológi-
co, metafísico y positivo), no proceden de la actividad científica ni de la observación, sino de la especulación filosófica.
[3] Rorty R. Objetividad, relativismo y verdad: escritos filosóficos, Barcelona, Paidós Ibérica, 1996.
[4] En este punto se sigue el artículo de GERMÁN ZURRIARÁIN, Roberto, “Los límites éticos: ¿avance o retroceso?”,
Persona y Bioética, 21, 2017, 233-242.
[5] Inciarte F. “El problema de la verdad y la teología antropológica”, Scripta Theologica., 6 (2), 1974, 755-769.
En esta misma línea, los que están a que no todas las opiniones son igualmen-
favor de la existencia de una verdad uni- te verdaderas, pero, si han sido formula-
versal también sostienen que es una con- das seriamente, en todas ellas hay algo
tradicción el aforismo que afirma: “pro- de lo que podemos aprender. No solo la
hibido prohibir”. Si prohibimos prohibir, razón de cada uno es camino de la ver-
ya hay algo que sí está prohibido: prohi- dad, sino que también las razones de los
bir. Lo mismo ocurre si se dice que “todo demás sugieren y apuntan otros caminos
es opinable”. Si todo es opinable, lo es que enriquecen y amplían la propia com-
todo, incluso la afirmación que asevera: prensión.
“que todo sea opinable”.
En cambio, el pluralismo ve incompa-
Por otro lado, un tema estrechamente tible el acceso a una verdad universal y
relacionado con el tema de la verdad de la acción humana con el hecho de la
objetiva y universal es el de la pluralidad pluralidad social. O lo que es peor aún, el
de verdades. Es indiscutible que vivimos pluralismo se utiliza como instrumento
en una sociedad plural, pero esto no sig- ideológico para excluir a priori la posi-
nifica afirmar que vivimos en una socie- ción del que admite lo que aquí sea ver-
dad pluralista, esto es, que cada uno dad sobre el bien común, como funda-
tenga su “verdad”. No es lo mismo plura- mento de la sociedad. En su forma radi-
lidad y pluralismo. La pluralidad no es cal, la ideología del pluralismo considera
incompatible con la existencia de una directamente que la afirmación de cual-
verdad de la acción humana. La plurali- quier verdad, que funde la vida social, es
dad manifiesta una realidad: muchas al mismo tiempo equívoca y dañosa para
personas con distintas creencias, ideas la sociedad.
morales y políticas, estilos de vida que en
diálogo respetuoso y actitud de búsque-
da confían en la posibilidad de alcanzar 2. EL CONSENSO: LA “VERDAD”
la verdad. DE LA MAYORÍA
bien de la “mayoría” puede alcanzarse buena por ser mayoritaria. Que el con-
exclusivamente por consenso. senso sea el mecanismo o procedimiento
legitimador de normas morales no signi-
El valor que la corriente utilitaria- fica que el consenso determine la bondad
consecuencialista [7] otorga al bien de la o justicia de las mismas. Entre otros moti-
“mayoría” implica que cualquier acuerdo vos, cabe la posibilidad de que los ciuda-
en el terreno de las acciones y decisiones danos convengan en algo injusto.
humanas se logra por consenso, que se
funda, a su vez, en la voluntad: será Según los defensores de esta teoría,
bueno lo que la mayoría considere bueno una ley es buena o justa simplemente
para su felicidad. Lo bueno o lo verdade- porque ha sido aprobada por el consenso
ro se alcanza por la aprobación de la de una mayoría parlamentaria. Como ya
mayoría y por la legitimidad de la ley, no se ha dicho, la mayoría no determina la
porque el acto en sí mismo para conse- moralidad de las acciones humanas, sino
guir ese bien para muchos sea bueno y es indicativa del procedimiento utilizado
verdadero. El principio de la mayoría y el para su legalidad, pero no de la bondad o
principio de legalidad se convierten, de maldad de lo legislado. Por eso:
este modo, en criterio exclusivo de ver-
dad, de tal modo que el carácter demo- “Todo consenso remite de modo
crático de la sociedad se reduce sólo al inevitable a una moral anterior, por
correcto funcionamiento de los procedi- eso, la obligación de cumplir los pac-
mientos formales con los cuales se busca tos o contratos no puede constituirse
la opinión mayoritaria. a su vez en objeto de un pacto o con-
trato previo, pues esta dinámica nos
Ahora bien, el simple acuerdo no llevaría al infinito e impediría dar
garantiza la validez de lo acordado, o una validez a todo pacto concreto”. [8]
postura determinada no se convierte en
[6] Habermas J. La Ética del Discurso y la Cuestión de la Verdad, 2003 [acceso 10 de febrero de 2019]. Disponible en:
http// www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS; Kirkham RL. Theories of Truth: A Critical Introduction,
MIT Press, Cambridge, MA, 1992.
[7] Stuart Mill J. Sobre la libertad. El utilitarismo, Orbis, Barcelona, 1980. Bentham J. Utilitarianism and Other Essays,
Penguin Classics, London, 1987; MILLGRAM, Elijah, “What’s the Use of Utility?”. En Millgram E. Ethics Done Right.
Practical Reasoning as a Foundation for Moral Theory, Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom, 2005,
33-55; Millgram E. “Mill’s Proof of the Principle of Utility”, op. cit., 56-88.
[8] Navas, A. “Medios de comunicación, valores y educación”. En Codina M. (ed.), De la ética desprotegida. Ensayos sobre
deontología de la comunicación, Eunsa, Pamplona, 2001, 197.
[9] Cf. Llano A. Humanismo cívico, Ariel, Barcelona, 1999, 31. Para profundizar en la ética consensualista, puede verse
Barrio Maestre JM. Moral y democracia. Algunas reflexiones en torno a la ética consensualista, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1997.
[10] Carrillo de la Rosa Y. “La inclusión de la moral en el derecho y la encrucijada actual del positivismo jurídico”, Diálogos
de Saberes: Investigaciones y ciencias sociales, 31, 2009, 213-230.
[11] Cf. Spaemann R. Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar, Eiunsa, Madrid, 2003, 351.
un ser humano desde la concepción, sino todos y cada uno de los seres humanos,
que para ser tal han de pasar una serie de de tal forma que no es posible hablar de
días o semanas atendiendo a unas fases un bien para la humanidad si se atenta
determinadas) para después con un sen- contra alguno de sus miembros.
tido utilitario (para el mayor número de
personas) conseguir un bien pragmático. Además, el acto mismo de investigar
no es terapéutico. En todo caso, la inves-
Así es, se dice que la medicina regene- tigación se tornará terapéutica en la
rativa para la curación de enfermedades medida en que haya demostrado su efi-
con células madres humanas de origen cacia. En este sentido, las investigaciones
embrionario es beneficiosa, [12] pero con fines exclusivamente terapéuticos
tampoco puede obviarse que para este fin serán aquellas intervenciones concer-
se utilizan las células del embrión humano nientes al embrión humano en las que se
como una de las fuentes de obtención de respeten su vida e integridad, que tengan
las mismas. Luego, el problema ético de la como fin su curación, mejora de sus con-
ciencia en este punto es que la adquisición diciones de salud o su supervivencia indi-
de este tipo de células supone la muerte vidual y que no se les exponga a riesgos
del embrión. No se está en contra del uso desproporcionados. En este tema como
de células madre, sino en contra de una de en otros el respeto por la vida del ser
las técnicas de su obtención que supone humano se convierte en límite intrínseco
matar al embrión. Una investigación así a la propia investigación, pues cada uno
no puede arrogarse una pretensión ética, de los individuos humanos son fines en sí
pues no se persigue un fin terapéutico mismos, nunca medios.
para el embrión en cuestión, sino que
corre en detrimento suyo. Pero solamente puede darse una
investigación científica si se admite una
El ideal democrático de la igualdad de verdad válida para todos: se investiga
todos los seres humanos sólo es posible si para mejorar (en el caso de que sea con
se defiende su misma dignidad y valor y seres humanos) la vida de éstos, y si se
se protege la inviolabilidad e integridad mejora sí que se avanza, y esto es solo
de la vida humana. Por otro lado, la posible si lo investigado se acerca a la
humanidad, exclusivamente, es real en verdad.
[12] Entre otros, Schwartz SD, Regillo CD, Lam BL, Eliott D, Rosenfeld PJ, Gregori NZ, et al. “Human embryonic stem cell-
derived retinal pigment epithelium in patients with age-related macular degeneration and Stargardt’s macular
dystrophy: follow-up of two open-label phase 1/2 studies”, The Lancet, 2014, 385, 509–516.
[13] Krausz M. Varieties of relativism and the reach of reasons. En Hales SD. (ed.) A companion to relativism, Oxford:
Wiley-Blackwell, 2011; Swoyer C. Relativism. En Zalta E. (ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosophy, 2003, [acceso 11
de febrero de 2019]. Disponible en: http://plato.stanford.edu/entries/relativism/
[14] Cf. Rodríguez Duplá L. “Crítica de la ética civil”, Diálogo Filosófico, 1996, 35, 227.
[15] Cf. Santos M. En defensa de la razón. Estudios de ética, Eunsa, Pamplona, 1999, 215-217.
[16] Llano A. “La verdad como pasión”, Nuestro Tiempo, 2005, 611, 23-24.
[17] La “ética de mínimos” (por contraposición a la ética de máximos) o “ética civil” es definida por Adela Cortina como
“la ética de los ciudadanos, es decir, la moral que los ciudadanos de una sociedad pluralista han de encarnar para que
en ella sea posible la convivencia pacífica, dentro del respeto y la tolerancia por las diversas concepciones del mundo”,
Cortina A. Ética civil y religión, PPC, Madrid, 1995, 8.
[18] Ballesteros J. “Individualismo y universalidad de los derechos”, Persona y Derecho, 1999, 41, p. 17. D´Agostino seña-
la que el principal argumento contra un fundamento procedimental de un “bioderecho” es que el acuerdo no precede a
la relación entre aquellos que se reconocen como iguales, sino que la relación precede al acuerdo y constituye así la con-
dición de su posibilidad. Según el autor la razón de ser la biojurídica recae en su valor público, o sea, jurídico-relacio-
nal, o lo que es lo mismo, la intersubjetividad social que se despliega en las formas de acogida recíproca y simétrica, cf.
D´Agostino F. Bioética. Estudios de Filosofía de Derecho, Eiunsa, Madrid, 2003, 69-70.
[19] El estudio de la ley moral natural va más allá de los límites de estas páginas. Entre otras muchas publicaciones a
este respecto, puede verse el libro ya citado, González AM. Moral, razón y naturaleza. Un estudio sobre Tomás de Aquino,
Eunsa, Pamplona, 1998.
hombres, sino un criterio superior con ge, por una parte, a la prohibición abso-
el que a su vez pueden ser medidas luta de todas aquellas acciones cuya
las prescripciones humanas. Así, por estructura intencional entraña una con-
ejemplo, las prescripciones que no tradicción directa a cualquiera de los
favorecen el fin natural y elemental bienes apuntados en nuestras inclinacio-
de la conservación de la especie son nes, por otra, el precepto positivo de rea-
prescripciones opuestas a la natura- lizar el bien.
leza que no resisten la exigencia de
justificación racional”. [20] La visión de lo justo por naturaleza en
el hombre atiende tanto a lo racional
Así es, la afirmación absoluta de una como a lo natural en el hombre, o mejor
libertad individualista y la tesis del con- aún, a la naturaleza racional del hombre o
senso social son extremos que se tocan razón natural. Esto significa, al menos, que
en su común rechazo a la posibilidad de no todo en el hombre ni es pura conven-
una instancia anterior que las fundamen- ción ni libertad desencarnada o autono-
te. Sin embargo, la libertad individual y el mía absoluta, pues su propia naturaleza
consenso social adquieren su sentido racional no se la ha dado a sí mismo. [21]
pleno y reconciliador en la medida en
que atienden a ciertas “pautas” que son Así también, la referencia a lo natural
anteriores al propio deseo o interés: lo en el hombre, como criterio que delimita
justo por naturaleza. tanto el individualismo como el puro
consenso, remite a la relevancia de lo
Podemos traducir lo justo por natura- corporal del hombre, de las tendencias
leza como la ley de la razón práctica, y la naturales de su organismo que apuntan a
razón humana es práctica por referencia bienes. Estas tendencias no son estricta-
a unos bienes incoados en nuestra natu- mente “naturales” como en los animales,
raleza, y que captamos mediante nuestro sino tendencias cuyos bienes son integra-
intelecto. Lo justo por naturaleza se diri- dos racionalmente. Pero, al mismo tiem-
[20] Spaemann R. Felicidad y benevolencia, Rialp, Madrid, 1991, 235-236. El autor señala que aquellos que ponen el fun-
damento del consenso en la propia convención de subjetividades distintas que llegan a un acuerdo no es sino expresión
de la ruptura establecida entre naturaleza y libertad, entre Physis y Nomos, entre naturalidad y normalidad, entre lo justo
por naturaleza y consenso.
[21] Cfr. González González AM., En busca de la naturaleza perdida: estudios de bioética fundamental, Ediciones
Universidad de Navarra. EUNSA, 2000, p.82-88; Naturaleza y dignidad: un estudio desde Robert Spaemann, Ediciones
Universidad de Navarra. EUNSA, 1996, pp. 95-96.
po, esas tendencias le son proporcionadas hablar de una sociedad humana, siempre
a la razón y ésta puede conocerlas. Razón y cuando, encuentra en la naturaleza del
que, por otra parte, se caracteriza por la hombre su pauta de desarrollo.
relativa indeterminación respecto a las
tendencias naturales que la afectan,
dando lugar a distintos modos culturales BIBLIOGRAFÍA
de realizar la misma naturaleza. Con
razón, R. Spaemann denomina a la cultu- - Alexy R. Sobre las relaciones necesarias
ra “naturaleza humanizada”. En definiti- entre el derecho y la moral. En: Vásquez
va, tendencias naturales y razón compor- R (ed.), Derecho y Moral, Barcelona: edi-
tan una visión unitaria de toda la com- torial Gedisa, 1998.
pleja realidad humana.
- Ballesteros J. “Individualismo y univer-
salidad de los derechos”, Persona y
CONCLUSIÓN Derecho, 1999, 41.
No sólo existe la verdad objetiva, sino - Barrio Maestre JM. Moral y democracia.
que su existencia es necesaria, pues se Algunas reflexiones en torno a la ética
convierte en fundamento y condición de consensualista, Servicio de Publicaciones
posibilidad para cualquier consenso poste- de la Universidad de Navarra, Pamplona,
rior. Si no se reconoce la posibilidad de 1997.
alcanzar conocimientos verdaderos, no
sería posible discusión alguna: ni siquiera - Bobbio N. El problema del positivismo
tendría sentido enunciar las tesis del rela- jurídico, Ediciones Distribuciones
tivismo y del escepticismo gnoseológico. Fontamara, México, 2004.
Límites. Acerca de la dimensión ética del - Swoyer C. Relativism. En: Zalta E. (ed.),
actuar, Eiunsa, Madrid, 2003. The Stanford Encyclopedia of Philosophy,
2003, [acceso 11 de febrero de 2019].
- Stuart Mill JS., Bentham J. Disponible en: http://plato.stanford.
Utilitarianism and Other Essays, Penguin edu/entries/relativism/.
Classics, London, 1987.