Norman H

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Norman H. Nie y D.

Sunshine Hillygus escriben en su ensayo, “The Impact of Internet Use on


Sociability”, que aquellos que usan el Internet frecuentemente pasan más de 100 minutos
menos con sus amigos y su familia que las personas que no lo usan. Esto reduce la habilidad de
comunicación y por lo tanto las personas pasan menos tiempo con otras personas,
experimentando más estrés, y sintiéndose más solitarios y deprimidos. En los años de la
adolescencia, es importante que los jóvenes tengan mucha interacción social para que puedan
desarrollar su personalidad y crecer como personas. En resumen, el uso excesivo de la
tecnología por los jóvenes disminuye la interacción social con sus familias y amigos, y como
resultado, ellos pueden sentirse más aislados y posiblemente deprimirse.

En los últimos años la tecnología ha dado un salto inesperado el internet y la telefonía celular
se han combinan en una sola , los celulares ya no se limitan a la función de comunicar a dos
personas, si no que incluyen el acceso al internet, transmisión de datos , mp3, video llamadas.
Transformando la vida diaria en un acontecimiento tecnológico mundial. Si bien la aparición de
nuevas tecnologías producen cambios en todos los niveles de la sociedad quienes se ven mas
afectados positiva o negativamente son las generaciones que han crecido en el momento del
auge de dichas tecnologías.

Según Sánchez-Martinez y Otero (2009), el uso intensivo de móvil estaba relacionado con
fumar tabaco, el consumo excesivo de alcohol y la depresión. Para Chóliz, Villanueva y Chóliz
(2009), las chicas utilizan más el mó- vil para enfrentarse a estados de ánimo displacenteros.
Un factor que emerge como indicador de uso problemático son las consultas frecuentes del
móvil, lo que podría indicar la importancia de los mensajes de texto (Labrador y Villadangos,
2010) y del acceso a redes sociales. Aun así, hay otros elementos, que puede proporcionar
información adicional sobre la percepción del uso problemático del móvil. Por ejemplo,
algunas personas pueden confundir la dependencia de una tecnología con una conducta
adictiva. Por esta razón, algunas personas se consideran adictos al móvil, porque nunca salen
de casa sin él, no lo apagan por la noche, están siempre esperando llamadas de familiares o
amigos, o lo sobre-utilizan en su vida laboral o social. Finalmente, existe también la
importancia de los costes económicos (Griffiths, 2005). La diferencia crucial entre algunas
formas de juego y el juego patológico es que estas últimas implican un coste financiero. Los
gastos importantes pueden ser indicativos de una adicción al móvil pero las facturas de
teléfono de los adolescentes a menudo son pagadas por los padres, por lo tanto los problemas
financieros pueden no afectar a los propios usuarios

Todas estas evidencias e investigaciones hacen pensar que, efectivamente, nos encontramos
ante una categoría de adicción (Chóliz, 2010; Walsh, White y Young, 2008), quizá la más
reciente de todas ellas y la que está sufriendo mayores cambios, debido a que el móvil
incorpora la mayoría de las aplicaciones tecnológicas de la información y comunicación y éstas
se encuentran en una constante evolución y desarrollo. El uso del móvil es especialmente
signifi cativo durante la adolescencia. Y no solamente porque prácticamente todos los
adolescentes dispongan de uno, sino porque para ellos el móvil adquiere una relevancia
mucho mayor de lo que supone para jóvenes, adultos, o ancianos. Para los adolescentes, el
móvil tiene una serie de atributos y características que lo hacen especialmente atractivo y que
induce al consumo. Así, la posesión y uso del móvil: a) favorece la autonomía personal

La fascinación que provoca el móvil en los adolescentes, así como la utilidad que les
proporciona, hace que para muchos de ellos se convierta en un auténtico objeto de deseo.
Pero, a pesar de que sea una herramienta extraordinariamente útil y que favorece el
desempeño de numerosas funciones sociales y personales, el uso desmedido, inapropiado o
excesivo puede acarrear problemas, tanto de interacción con los padres, como en otras
dimensiones. El consumo excesivo (manifestado tanto en el gasto económico, como en la
cantidad de llamadas o mensajes que se pueden llegar a enviar) conlleva interferencias con
otras actividades de la vida cotidiana, altera pautas de relación interpersonal, o incluso afecta
a la propia salud o bienestar (al tenerlo continuamente encendido incluso durante la noche).
Estas manifestaciones podrían entenderse consecuentemente como una conducta de abuso,
en los propios términos en los que así se defi ne en el DSM-IV-TR al referirse al consumo de
sustancias.

Un estudio sobre el uso del móvil en adolescentes realizado por Chóliz, Villanueva y Chóliz
(2009) reveló la existencia en adolescentes de entre 14 y 18 años de un patrón de conducta
manifestado por síntomas de abstinencia cuando no podían utilizar el móvil, tolerancia,
interferencia con actividades cotidianas, difi cultad en controlar el impulso y problemas con
familiares y profesores por el uso excesivo del móvil. Se trata de los criterios característicos de
un trastorno por dependencia que, en el caso del móvil, representa en torno a un 4% de los
adolescentes de la muestra analizada en dicho trabajo. Teniendo en cuenta los resultados
obtenidos por dichos investigadores, llevamos a cabo un estudio descriptivo con el objetivo de
desarrollar instrumentos de medida de la dependencia del móvil en adolescentes, ya que
algunos de ellos presentan una problemática muy similar (en lo que a los criterios diagnósticos
se refi ere) a la que se evidencia en el trastorno por dependencia a sustancias. Para ello, se
desarrollaron tres cuestionarios que abordan algunos de los procesos más característicos de la
adicción al móvil: a) Funciones del móvil, como dimensión conductual en la que se analiza para
qué utilizan el móvil los adolescentes; b) Imagen del móvil, como dimensión cognitiva que sería
de utilidad en el análisis de las actitudes que tienen hacia este instrumento y c) Dependencia
del móvil, que sería propiamente la dimensión clínica y para ello utilizamos los criterios de los
Trastornos por Dependencia de Sustancias del DSM-IV-TR.

Los jóvenes y adolescentes pueden usar los mensajes de texto con una finalidad diferente.
Mientras los adolescentes utilizan frecuentemente los SMS para expresar estados emocionales
y los adultos para confirmar citas, los jóvenes pueden hacer un uso mixto en función de su
proceso evolutivo.

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