El Actor y La Diana
El Actor y La Diana
El Actor y La Diana
“Mi disfraz masculino puede funcionar o puedo ser descubierta y encarcelada”, hay un
riesgo en el travestirse lo que aumenta la preocupación de Viola de quedarse en su meta
personaje Cesario.
“Veo una vida con el Conde Orsino y sin el Conde Orsino”, si demuestra su identidad y
femineidad existe la posibilidad de que Orsino se enamore de ella.
Son un par para ejemplificar una herramienta que hubiera aportado al momento de
comprender el drama interno del personaje. Que, situaciones para la audiencia de valor
comédico, para el personaje implican alto riesgo. Considero que el aplicar este concepto al
abordar al personaje y su situación es muy positivo. Le otorga esperanza y resistencia en
dialogo constante que produce un flujo actoral vivo e interesante. (pág. 56)
En ese momento del semestre no los tenía identificado tal cual, pero si el espacio permitió
hallazgos actorales interesantes en torno a la distancia y como cambia la situación en distintos
contextos. Se nos ocurrió llevar la misma conversación a una cena, a un picnic, a un
acantilado para ver cómo en sus distintas dimensiones el espacio afectaba el estado actoral y
el significado del intercambio.
1. “El Miedo”
2. “Concentración o atención”
Me pareció muy relevante lo distintos que son estos estados actorales y como la
concentración puede terminar perjudicando el flujo orgánico actoral. Entre estos dos estados
se encuentra “la primera elección incómoda para el actor”. Se habla de que la concentración
destruye la atención. Me hace mucho sentido en como hace la diferencia entre la atención
estando fuera, donde se ubica la diana, a diferencia de la concentración, que existe desde el
“yo”. Para evitar el ensimismamiento debe existir una lejanía que es natural a la diana. Como
actor lo que puedo hacer es “ver las cosas, prestarles atención”. Esta atención está dada y
debe ser encontrada. (pág. 34) Con el ver se prioriza lo que ya existe, el mirar tiene raíz en
una elección de foco. Este semestre durante los entrenamientos principalmente físicos y de
trabajo de secuencia la atención es primordial. La concentración parece inestable en el
sentido que si es que algo nuevo aparece sería muy fácil sacarte de eje y dejarte
descompensado actoralmente.
3. “Sentimentalismo”
Este problema tiene raíz en el engolosinamiento del actor con su trabajo. El enamorarse del
trabajo no es intrínsecamente malo hasta que no te permite distanciarte de este proceso y se
vuelve egoísta. Más que entender al personaje, hacer que otros sepan cuanto tú supiste
entenderlo a él/ella. Querer “encarnar” o “transformarte” el personaje se acerca un poco más
a romantizar el trabajo actoral en vez de hacerlo claro y efectivo. La interpretación no debe
ser del personaje, sino que de la situación (en la que se encuentra el personaje) (pág. 99). El
deseo de “capturar la esencia” (Donnellan, 99) bloquea la ambivalencia de la complejidad de
un personaje. En otras palabras, nadie es esencialmente algo, por ende, es imposible
capturarla. El decidir si el personaje es bueno o malo terminará por bloquear la búsqueda del
actor, ya que no le permite fluir en la tela de lo moral, que es distinto a enjuiciar. Puedo poner
en tela de juicio las acciones del personaje y armarme un repertorio más variado de
reacciones, pensamientos y necesidades. Durante mi formación no me he sentido dependiente
o muy cercana a un personaje, siempre teniendo en cuenta que es sólo eso, un personaje. Creo
que el evitar el sentimentalismo te permite como actor fluir entre más personajes sin amarre o
peso de subconscientes que no te pertenecen. Entender que cómo actores tenemos un canal
biológico en dónde las acciones existen y hablan pero que no es posible ser. Siempre
conservo un pedazo de lo que es el personaje, pero no su mera y pura esencia.
4. “Timidez”
En clases de Movimiento III me acuerdo de que él profesor, Alejandro Cáceres nos mostró
una secuencia física de moderada complejidad y nos solicitó que la repitiéramos con lo que
habíamos retenido de verla una sola vez. Al momento de probar salieron frases cómo “No sé
cómo hacerlo”, “Lo estoy haciendo pésimo”, “No caché la última parte” etc. Me acuerdo de
que nos preguntó porque sentíamos tanto miedo de ser vistos. Que no había porque fingir una
humildad o timidez cuando el teatro, en particular, se hace y se termina de hacer cuando se
muestra. Asique cuestionarse y volverse “self conscious” de los movimientos que realizamos
no aporta en absoluto en el proceso. Fue lo primero que pensé al leer el concepto de timidez.
Es aquel momento en que “la hoja del personaje se seca”. Alejandro nos dijo que era obvio
que no íbamos a poder sacar la secuencia con sólo verla una vez, era como leer una escena
una vez y esperar saberse todas las líneas. Es lo primero que pensé luego de leer ese párrafo
contenido en el capítulo 10 “Identidad, persona y máscara”. Desprenderse de la timidez fue
algo increíblemente liberador al momento de experimentar y me ha aportado mucho estos
últimos meses explorando en la actuación contemporánea.
Bibliografía
Donnellan, D. (2004). El Actor y la Diana. Editorial Fundamentos.