Espontaneidad
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Espontaneidad
ESPONTANEIDAD
Eugenio Barba1
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Barba Eugenio, Más allá de las Islas Flotantes, Firpo & Dobal Editores, Argentina, 1987, págs. 137-141.
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El actor llega a conseguir el bios, la vida, como profesional y como ser social,
por medio de acciones y reacciones que siguen una lógica precisa, sin obrar cada
vez de manera arbitraria, sino forjando reglas tan precisas como las que en el
lenguaje hablado permiten el discurso personal.
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Es el actor mismo quien puede decidir cuál será la lógica de las propias
reglas. Pero cuando, una a la vez, las ha decidido, debe aceptarlas hasta el fondo.
Por ejemplo: un actor decide empezar a trabajar sobre el vuelo. Es evidente que no
puede volar. Prueba entonces ir lo más arriba posible, conseguir una ligereza
particular. A partir de esto, de su elección personal, individualiza una situación de
trabajo que después le impone reglas precisas para sus acciones: por ejemplo
decidirá andar sobre la punta de los pies y no apoyar los talones en el suelo. Nunca
los apoyará, y no por el efecto que haría en el espectador, sino por él mismo,
porque ésta se convierte en una regla con la cual se bate. Con otras palabras: se
expresa.
Cuando el actor llega a poseer todas las reglas que se ha impuesto y
consigue pasar a través de éstas sin casi pensar, componiéndolas y variándolas en
el ritmo de su trabajo, alcanza una forma de seguridad y de libertad que para el
que mira parece “espontaneidad”.
Pero, ¿qué hay detrás de esta palabra? Un condicionamiento libremente
escogido y absorbido por el actor, y que el espectador no percibe como artificial,
forzado. El comportamiento del hombre sigue siempre una lógica física, emotiva o
intelectual. Solamente en el teatro hay hombres que muestran gestos o fragmentos
de acciones por concluir, creyendo que un comportamiento caótico e impreciso
pueda representar la libertad.
A veces el actor que así hace se siente libre (siente algo que él mismo llama
“libertad”). Pero el espectador permanece encarcelado en una avalancha de gestos
en los que no consigue ver la lógica. La lógica del actor, cuando está presente, es
algo bien visible. Con este término no me refiero solamente a la lógica de un
discurso. El espectador puede perfectamente no reconocer la lógica de un discurso,
una historia, una presentación detrás de las acciones del actor. Sin embargo,
reconoce en éste la dinámica de acciones y reacciones, algo que vive, se desarrolla
y se distingue en un proceso dialéctico que regula la presencia física del actor, y
que no tiene nada que ver con el derramamiento inerte de un magma emotivo.